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Hipatia

filósofa y maestra neoplatónica griega,


natural de Egipto

Hipatia (en griego antiguo: Ὑπᾰτία y en


latín: Hypatia; Alejandría, 355 ó 370-ibíd.,
marzo de 415 ó 416[1] ​) fue una filósofa y
maestra neoplatónica griega, natural de
Egipto,[2] ​que destacó en los campos de
las matemáticas y la astronomía,[3] ​
miembro y cabeza de la Escuela
neoplatónica de Alejandría a comienzos
del siglo v. Seguidora de Plotino, cultivó
los estudios lógicos y las ciencias exactas,
llevando una vida ascética. Educó a una
selecta escuela de aristócratas cristianos
y paganos que ocuparon altos cargos,
entre los que sobresalen el obispo Sinesio
de Cirene —que mantuvo una importante
correspondencia con ella—, Hesiquio de
Alejandría y Orestes, prefecto de Egipto en
el momento de su muerte.
Hipatia

Detalle de un personaje del fresco


La escuela de Atenas de Rafael Sanzio,
que podría bien ser un autorretrato o una
representación de Hipatia.
Información personal
Nombre en griego Ὑπᾰτία
antiguo
Nacimiento Entre el 355 y el 370
ca.
Alejandría (Imperio
romano)
Fallecimiento Marzo de 415
Alejandría (Egipto)
Causa de muerte Desollamiento,
descuartizamiento y
quema
Familia
Padre Teón de Alejandría
Educación
Supervisor doctoral Teón de Alejandría
Alumna de Hierocles de
Alejandría
Información profesional
Ocupación Matemática, filósofa,
astrónoma, escritora
e inventora
Área Astronomía,
matemáticas,
mecánica y filosofía
Alumnos Sinesio de Cirene
Movimiento Neoplatonismo
Lengua literaria Griego

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Hija y discípula del astrónomo Teón,


Hipatia fue una de las primeras mujeres
matemáticas de la historia.[4] ​Escribió
sobre geometría, álgebra y astronomía,
mejoró el diseño de los primitivos
astrolabios —instrumentos para
determinar las posiciones de las estrellas
sobre la bóveda celeste— e inventó un
densímetro, por ello está considerada
como una pionera en la historia de las
mujeres en la ciencia.[5] ​

Hipatia fue asesinada a los 45 o 60 años


(dependiendo de cuál sea su fecha
correcta de nacimiento), linchada por una
turba de cristianos. La motivación de los
asesinos y su vinculación con la autoridad
eclesiástica, ha sido objeto de muchos
debates. El asesinato se produjo en un
contexto de tensiones entre el culto
cristiano y el resto de religiones, contra el
declinante paganismo y las luchas
políticas entre las distintas facciones de la
Iglesia, el patriarcado alejandrino y el
poder imperial, representado en Egipto por
el prefecto Orestes, exalumno de la
filósofa. Sócrates Escolástico, el
historiador más cercano a los hechos,
afirma que la muerte de Hipatia fue causa
de «no poco oprobio» para el patriarca
Cirilo y la iglesia de Alejandría,[6] ​y fuentes
posteriores, tanto paganas como
cristianas, le achacan directamente el
crimen, por lo que muchos historiadores
consideran probable la implicación de
Cirilo, si bien el debate al respecto sigue
abierto.[7] ​

Su carácter singular de mujer entregada al


pensamiento y la enseñanza en plena
antigüedad tardía, su fidelidad a su
filosofía y principios en el momento de
auge del catolicismo teodosiano como
nueva religión del Estado romano, y su
muerte a manos de cristianos le han
conferido gran fama. La figura de Hipatia
se ha convertido en un verdadero mito:
desde la época de la Ilustración se la
presenta como a una «mártir de la
ciencia», víctima del fanatismo religioso y
símbolo del fin del pensamiento clásico
ante el avance del cristianismo.[8] ​No
obstante, en la actualidad se destaca que
su asesinato fue un caso excepcional y
que, de hecho, la escuela neoplatónica
alejandrina, progresivamente cristianizada,
floreció hasta pleno siglo vii.[9] ​

Por su parte, los movimientos feministas


la han reivindicado como paradigma de
mujer liberada, incluso sexualmente,[10] ​
aunque, según la Suda, estuvo casada con
otro filósofo —llamado Isidoro— y se
mantuvo virgen.[11] ​También se la ha
asociado con la Biblioteca de Alejandría, si
bien no hay ninguna referencia que vincule
a ambas: se cree que la Gran Biblioteca
ptolemaica desapareció en un momento
incierto del siglo iii, o quizá del iv, y su
sucesora, la Biblioteca-hija del Serapeo,
fue ocupada y expoliada por los cristianos
en 391 d. C.
Biografía

Juventud

Había una mujer en Alejandría que se llamaba


Hipatia, hija del filósofo Teón, que logró tales
conocimientos en literatura y ciencia, que
sobrepasó en mucho a todos los filósofos de
su propio tiempo. Habiendo sucedido a la
escuela de Platón y Plotino, explicaba los
principios de la filosofía a sus oyentes, muchos
de los cuales venían de lejos para recibir su
instrucción.
— Sócrates Escolástico.[12]

Hipatia nació en Alejandría, capital de la


diócesis romana de Egipto, a mediados
del siglo iv, en 370, según algunas
referencias, y en 355,[13] ​al decir de otras.
Pero dado que su discípulo Sinesio de
Cirene nació en torno a 375 y que no era
natural de la época que el maestro tuviese
la misma edad que su discípulo, esta
última fecha parece la más correcta. Su
madre es toda una incógnita y no hay
teorías de quién podría ser. Sí se sabe que
su padre fue Teón de Alejandría, un
célebre matemático y astrónomo, muy
apreciado por sus contemporáneos, que
probablemente debió trabajar y dar clases
en la Biblioteca del Serapeo, sucesora de
la legendaria Gran Biblioteca ptolemaica.
Hipatia, por su parte, se educó en un
ambiente académico y culto, dominado
por la escuela neoplatónica alejandrina, y
aprendió matemáticas y astronomía de su
padre, quien además le transmitió su
pasión por la búsqueda de lo
desconocido. En el ámbito filosófico, no se
sabe quién fue con exactitud su maestro,
pero Damascio, último escolarca de la
Academia de Atenas y contemporáneo de
Hipatia, propone al filósofo Isidoro. En su
educación, Teón no quiso que solo
cultivase la mente, sino que hizo especial
hincapié en que el cuerpo de Hipatia
estuviese igual de sano. Es por esto por lo
que le hizo dar clases de remo y de hípica.
Estos estudios los complementó con una
virtud muy valorada durante el Imperio
Romano: la oratoria. A Teón se le atribuyen
las siguientes palabras dirigidas a Hipatia:
«todas las religiones dogmáticas formales
son falaces y nunca deben ser aceptadas
por en sí mismas por las personas como
el final. Reserva tu derecho a pensar,
porque incluso pensar equivocadamente
es mejor que no pensar en absoluto».[14] ​
Hipatia joven

Según el filósofo pagano del siglo vi


Damascio, la maestra alejandrina era «de
naturaleza más noble que su padre, [y] no
se conformó con el saber que viene de las
ciencias matemáticas, en las que había
sido introducida por él, sino que se dedicó
a las otras ciencias filosóficas con mucha
entrega». Hipatia aprendió también sobre
la historia de las diferentes religiones que
se conocían en aquel entonces, sobre el
pensamiento de los filósofos y sobre los
principios de la enseñanza. Algunos
autores[15] ​defienden que Hipatia viajó
para completar su formación a Atenas y a
Roma. Frente a esto, otra parte de la
comunidad académica niega que haya
constancia de ello en las fuentes y
afirman, por tanto, que la filósofa nació,
creció y murió en Alejandría, sin haber
salido nunca de la ciudad.[16] ​Damascio
afirmaba que «además de conseguir el
grado más alto de la virtud práctica en el
arte de enseñar, era justa y sabia, y se
mantuvo toda la vida virgen», dato
confirmado por la Suda, una enciclopedia
bizantina del siglo xi, que sin embargo
añade que fue «esposa de Isidoro el
Filósofo».[11] ​El mismo Damascio refiere
una anécdota que ilustra la actitud de
Hipatia ante el sexo: cuando un discípulo
le confesó que estaba enamorado de ella,
la filósofa le arrojó un paño manchado con
su sangre menstrual, espetándole: «De
esto estás enamorado, y no tiene nada de
hermoso».[17] ​Antes de esto también el
propio Damascio nos facilita otra versión
según la cual Hipatia aconsejó al alumno
que orientase esas pasiones a algo
verdaderamente provechoso: la música.
Fuese cual fuese su reacción, Hipatia
logró su objetivo, puesto que el muchacho
decidió olvidar el asunto.

Dado que en su escuela había tanto


cristianos como paganos, y dada la
tolerancia de las autoridades religiosas
alejandrinas hacia las actividades de la
filósofa, a la que no importunaban en sus
lecciones, no parece probable que Hipatia
fuera una pagana militante. No participaba
en los rituales ni festividades paganas y
más bien parece que se consideraba a sí
misma pagana por la admiración que
rendía a la cultura griega y con ella a la
filosofía. Jay Bregman, de la Universidad
de California, tras analizar la obra de
Sinesio de Cirene, concluye que es
probable que Hipatia se adscribiera a la
variante porfiriana del neoplatonismo,
opuesta a la teúrgia de Yámblico y a la
práctica de los antiguos cultos helenos.
Debido a ello, esta corriente era
particularmente grata a ojos cristianos.[18] ​

La escuela de Hipatia

En torno al año 400 la filósofa se había


convertido en líder de los neoplatónicos
alejandrinos, y, de acuerdo con la Suda,[11] ​
se dedicó a la enseñanza, centrándose en
las obras de Platón y Aristóteles. Sin
embargo, si hay una fuente que ha
ilustrado a los historiadores acerca del
contenido de las lecciones de este
histórico personaje, esa es la recopilación
de las epístolas de Sinesio de Cirene.
Entre sus alumnos había cristianos, como,
por ejemplo, el mencionado Sinesio de
Cirene (con posterioridad obispo de
Ptolemaida entre 409 y 413),
perteneciente a una familia rica y
poderosa, que mantuvo una gran amistad
con su maestra.[19] ​

Sinesio dejó escrita mucha información


sobre Hipatia. Se refería a ella como "la
auténtica maestra de los misterios de la
filosofía".[20] ​Gracias a él conocemos sus
obras, aunque ninguna se haya
conservado. Dirigió a Hipatia las cartas
10,[21] ​15,[22] ​16,[23] ​46,[24] ​81,[25] ​124[26] ​
y 154[27] ​de su epistolario. En esta
correspondencia se mencionan los
nombres de varios alumnos de Hipatia que
fueron condiscípulos suyos: el hermano
menor de Sinesio, llamado Euoptio, su tío
Alejandro,[28] ​Herculiano, del que fue gran
amigo, y al que consideraba «el mejor de
los hombres»,[29] ​Olimpio, un rico
terrateniente de Seleucia Pieria amigo de
Sinesio,[30] ​Isión, íntimo de Sinesio,
Hesiquio de Alejandría, gramático y
gobernador de Libia Superior, y su
hermano Eutropio,[31] ​el sofista Atanasio,
Gayo, pariente de Sinesio, el gramático
Teodosio y el sacerdote Teotecno,[32] ​y
unos tales Pedro y Siro,[33] ​además del
futuro prefecto imperial de Egipto,
Orestes. Se han propuesto algunos otros
nombres mencionados en las cartas de
Sinesio, pero no hay pruebas de ello. En
todo caso cabe indicar que sus alumnos
fueron un grupo muy unido de aristócratas
paganos y cristianos, algunos de los
cuales desempeñaron altos cargos.[34] ​Es
probable que el mencionado Herculiano
fuera hermano de Flavio Tauro Seleuco
Ciro, destacado miembro de la Corte
Imperial, que con posterioridad llegó a ser
prepósito del sacro cubículo, prefecto
urbano de Constantinopla, prefecto
pretoriano de Oriente (439) y cónsul (441),
convirtiéndose en el hombre más
poderoso del Imperio de Oriente después
del propio emperador Teodosio II.[35] ​A
pesar de la mezcolanza de cultos que
profesaban sus discípulos, en ningún
momento Hipatia trató a los cristianos de
manera distinta que al resto. Tampoco
hubo tensiones palpables entre ambos
grupos. Las peleas que ocurrían en toda la
ciudad, en la escuela de Hipatia quedaban
olvidadas.

Los alumnos de Hipatia venían de todas


partes del Mediterráneo a recibir sus
lecciones. Todos ellos tenían en común su
pertenencia a clases acomodadas, lo que
facilitó que posteriormente alcanzasen
puestos relevantes en el Imperio. En una
de las epístolas de Sinesio se muestra
cómo los alumnos pretendían que el
contenido de las clases fuese secreto,
algo que ha dificultado el conocimiento a
posteriori de lo que se impartía en estas y
que la alejó del pueblo, que no apreciaba a
Hipatia ni tenía nada en común con ella.

El propio Sinesio manifiesta con


elocuencia la devoción que Hipatia
despertó en sus discípulos: en la carta 16
de su epistolario la saludaba como
«madre, hermana y profesora, además de
benefactora y todo cuanto sea honrado
tanto de nombre como de hecho». En
cierto modo, los alumnos la consideraban
la sucesora de Platón. Algunos incluso
pensaban que Hipatia había sido elegida
por Dios para llevar a cabo la misión de
descubrirles los misterios de la filosofía.
Esta sensación de santificación se
intensificó con su condición de virgen.
Hipatia se exigía mucho a sí misma en
todo lo relacionado con las virtudes
morales, entre las que destacaba la
"sofrosine", que era una virtud que todos
los filósofos helénicos aspiraban a
alcanzar, sobre todo aquellos que
privilegiaban el mundo inmaterial y
espiritual[36] ​
Egipto al comienzo del siglo v

El patriarca Cirilo de Alejandría en un icono.

Egipto era sede de una de las


comunidades cristianas más importantes
del Imperio, y el Patriarca de Alejandría
gozaba del máximo prestigio e influencia,
junto a sus colegas de Jerusalén,
Antioquía, Constantinopla y Roma. Sin
embargo, la teórica primacía de Roma no
se traducía en autoridad suprema. Durante
los siglos IV y V los conflictos doctrinales
y las luchas de poder entre los
patriarcados, en especial entre Alejandría
y Constantinopla, fueron constantes.

Teodosio I el Grande había convertido el


cristianismo en religión de Estado por el
Edicto de Tesalónica de 380, imponiendo
la ortodoxia nicena. El efecto fue
intensificado por el Edicto de
Constantinopla, diez años después, que
prohibía todas aquellas actividades no
cristianas, incluyendo las prácticas
religiosas en el ámbito privado. Ello
provocó la reacción tanto de los paganos
como de las distintas interpretaciones del
cristianismo, ahora oficialmente
convertidas en herejías a perseguir y
erradicar. A lo largo de las décadas
siguientes tuvieron lugar grandes
controversias y disputas entre las distintas
facciones de cristianos, que llegaron en
ocasiones a la violencia. Al principio, las
lecciones de la filósofa no se vieron
afectadas durante el obispado de Teófilo,
ya que Hipatia no se metía en los asuntos
de paganos y cristianos. No obstante, con
la sucesión de Teófilo por el obispo Cirilo,
los filósofos neoplatónicos como Hipatia
pronto fueron objeto de fuertes presiones.
Algunos se convirtieron al cristianismo,
pero Hipatia no consintió en ello, a pesar
de los consejos de sus amigos, como
Orestes, prefecto augustal y alumno suyo,
que se había bautizado en Constantinopla
antes de ir a desempeñar su cargo en
Egipto. A pesar de su paganismo, Hipatia
contó con la estima y protección de estas
élites intelectuales cristianas, e incluso
120 años después de su muerte el
historiador Sócrates Escolástico, muy
valorado por su imparcialidad,[37] ​la
consideraba, a pesar de su religión, un
«modelo de virtud». Orestes se dejaba
aconsejar por Hipatia en los asuntos
políticos y municipales,[12] ​y la Suda
confirma que Hipatia fue popular como
consejera de las más altas magistraturas
de Alejandría: «Vestida con el manto de
los filósofos, abriéndose paso en medio
de la ciudad, explicaba públicamente los
escritos de Platón, o de Aristóteles, o de
cualquier filósofo, a todos los que
quisieran escuchar (...) Los magistrados
solían consultarla en primer lugar para su
administración de los asuntos de la
ciudad...».[11] ​

En tiempos del enérgico patriarca copto


de Alejandría Teófilo (385-412), que, según
su amigo Sinesio de Cirene, tenía tanta
influencia entre las clases altas de
Alejandría como la propia Hipatia, ocurrió
un hecho que cambió el rumbo de
Alejandría.[38] ​Teófilo gozaba de un
inmenso poder, y en 391con el
mencionado Edicto obtuvo del emperador
Teodosio una orden para demoler los
templos paganos de su ciudad, entre ellos
el Mitreo y el Serapeo, lo que provocó
sangrientos disturbios entre paganos y
cristianos.[39] ​Se supone que fue entonces
cuando fue saqueada, o al menos vaciada,
la biblioteca de este último, sucesora de la
gran Biblioteca de Alejandría. En 416, el
teólogo e historiador hispanorromano
Paulo Orosio vio con mucha tristeza sus
restos, afirmando que «sus armarios
vacíos de libros fueron saqueados por
hombres de nuestro tiempo».[40] ​Hipatia
evitó participar en la defensa del Serapeo
y enfrentarse con Teófilo, cuyo gran
enemigo fue el antioqueno Juan
Crisóstomo, discípulo del réctor pagano
Libanio y patriarca de Constantinopla,
quien pretendió someterle a su
autoridad.[41] ​Teófilo obtuvo su gran
victoria sobre Crisóstomo en el Sínodo de
la Encina, en 403, logrando su deposición
y exilio.[42]

A pesar de todo cuanto se dijo en su


contra, tras estos disturbios el episcopado
de Teófilo trajo consigo a Alejandría una
tranquilidad social desconocida durante la
mayor parte del siglo iv, pletórico de
tumultos sangrientos. Además, Teófilo
edificó una serie de grandes y lujosas
construcciones, que asombraron a sus
contemporáneos, escandalizaron a sus
enemigos,[43] ​y le granjearon las simpatías
de la clase trabajadora, que encontró
empleo y sueldo.[44] ​

Teófilo falleció el 17 de octubre de 412, y


por su sucesión compitieron el arcediano
Timoteo y Cirilo, hijo de una hermana de
Teófilo.[45] ​No era una querella baladí por
motivos puramente religiosos, ya que el
influyente patriarcado alejandrino era
capaz de interrumpir los envíos de grano a
la capital imperial y gozaba de una riqueza
inmensa, que había permitido a Teófilo
realizar sus construcciones. Además,
Egipto acogía una de las mayores y más
organizadas comunidades cristianas del
Imperio. Abundancio, el comandante de
las fuerzas imperiales en Egipto (dux
militum Aegypti), apoyó a Timoteo en
contra de Cirilo, ya que la corte imperial
pretendía ahorrarse problemas evitando la
elección de otro militante
anticonstantinopolitano como Teófilo. Sin
embargo, Cirilo logró el patriarcado
gracias al buen recuerdo dejado por su tío
(que llegaría a ser santo de la Iglesia
Copta) y a la antipatía de los alejandrinos
hacia todo lo que viniera de
Constantinopla.

El episcopado de Cirilo muestra una


notable continuidad con la política de
Teófilo, aunque el del primero sería aún
más intransigente que el segundo, ya que
se entrometería en gran medida en los
asuntos del gobierno local. En cualquier
caso, ambos compartían la presión contra
los paganos, herejes y judíos, la
conservación del apoyo de las grandes
comunidades monásticas, el cultivo de la
alianza con Roma y la oposición por todos
los medios a la creciente influencia del
Patriarcado de Constantinopla, íntimo
aliado del trono imperial.[46] ​Empezó por
perseguir a los novacianos, a pesar del
edicto de tolerancia que había promulgado
hacia ellos Teodosio el Grande en 381. Se
apoderó de todos sus objetos sagrados, y
quitó al obispo novaciano Teopompo
todas sus posesiones.[45] ​Comenzó así
una serie de enfrentamientos y una
amarga hostilidad entre el Patriarca de
Alejandría y el prefecto imperial Orestes,
que veía en el poderoso obispo un
detractor del poder y autoridad absolutos
del Emperador.
Durante los motines antijudíos que
tuvieron lugar en esos años, azuzados por
Cirilo,[47] ​Orestes trató de proteger a los
hijos de Israel, pero, tras una serie de
incidentes de gran violencia, Cirilo logró
expulsarlos y permitió que sus bienes
fueran robados por la multitud.[48] ​En
general, imperaba por entonces en Oriente
Próximo un odio visceral entre las dos
confesiones religiosas, produciéndose
agresiones en ambos sentidos.[49] ​

Orestes informó al Emperador de las


acciones del Patriarca, y, a juzgar por el
relato de Sócrates Escolástico,[50] ​debió
solicitar la deposición y destierro de Cirilo,
el cual buscó entonces la reconciliación
con el prefecto imperial. Para ello, envió
una comisión de representantes que le
pidieron que se sometiese al Nuevo
Testamento, ante lo que este se negó.
Llegaron entonces 500 monjes
procedentes del desierto de Nitria para
proteger a su Patriarca, y provocaron una
sedición. Al ver al prefecto, que circulaba
en un carro, se abalanzaron sobre él
llamándole adorador de ídolos y pagano e
insultándole. El prefecto gritó que era
cristiano y que le había bautizado el propio
Patriarca de Constantinopla. Uno de los
monjes, llamado Amonio, hirió a Orestes
de una pedrada en la cabeza, por lo que
fue detenido, torturado y muerto. Cirilo
enterró su cadáver en una iglesia y le
tributó honores de mártir, con lo que la
ruptura entre el Patriarca y el
representante imperial fue total,
comenzando así un enfrentamiento entre
el poder civil y religioso que conllevaría
graves consecuencias para la filósofa.

La muerte de Hipatia
Ilustración de Louis Figuier en Vies des savants illustres, depuis l'antiquité jusqu'au dix-neuvième siècle de 1866, que
representa la imaginación del autor de cómo podría haber sido el asalto contra Hipatia.

Escultura de Odoardo Tabacchi que representa a Hipatia momentos antes de su muerte.[51] ​

Empezó entonces a correr entre los


cristianos de Alejandría el rumor de que la
causante de la discordia entre Cirilo y
Orestes era la influyente Hipatia, amiga y
consejera de su exalumno y,
presumiblemente, opuesta a los abusos
del poder religioso. Sócrates Escolástico
cuenta que, en plena Cuaresma, un grupo
de fanáticos dirigidos por un lector de
nombre Pedro se abalanzó sobre la
filósofa mientras regresaba en carruaje a
su casa, la golpearon y la arrastraron por
toda la ciudad hasta llegar al Cesáreo,
magno templo edificado por Augusto tras
su victoria sobre Marco Antonio y
convertido en catedral de Alejandría. Allí,
tras desnudarla, la golpearon con piedras y
tejas hasta descuartizarla y sus restos
fueron paseados en triunfo por la ciudad
hasta llegar al Cinareo (por su nombre, se
supone que es un crematorio), donde los
incineraron.[12] ​Aunque sigue sin estar
claro si su edad era de 45 o de 60 años,
José María Blázquez Martínez se inclina
por esta última opción.[52] ​Hay otras
versiones de los hechos respecto a su
muerte. Edgar Serna apunta a que "fue
asesinada por cristianos que se sentían
amenazados por la erudición, el
aprendizaje, y la profundidad de sus
conocimientos científicos. Este evento
parece ser un punto de discordia”.[14] ​

El historiador más cercano a los hechos


Sócrates Escolástico —muy valorado por
su ecuanimidad— vincula a Cirilo con el
asesinato de Hipatia, al manifestar que
«este suceso acarreó no escaso oprobio
tanto a Cirilo como a la iglesia de los
alejandrinos».[12] ​Según este autor, no hay
nada más opuesto al espíritu del
cristianismo que el crimen y los asesinos
de Hipatia, actuaron poseídos por un
ímpetu furioso y no por el celo «divino»
que caracteriza y legitima los actos de
violencia religiosa.[53] ​Las demás fuentes
narran el suceso de manera similar. El
historiador arriano coetáneo Filostorgio se
limitó a echar la culpa a los homousianos,
fieles al credo de Nicea.[54] ​Por otra parte,
la historiadora polaca Dzielska[13] ​asegura
que el asesinato de Hipatia no tuvo que
ver con motivos religiosos, sino que en el
fondo fue una muerte provocada por
asuntos políticos: Cirilo quería ganar la
pugna contra Orestes para así poder influir
más en el poder local.

Un exaltado obispo copto del siglo viii,


Juan de Nikiû, la consideraba en plena
ocupación árabe una bruja peligrosa,
responsable del conflicto entre cristianos
y judíos y entre Orestes y Cirilo.
Consideraba que la muerte de Hipatia no
fue accidental sino deseada por el obispo
alejandrino y la estimó una respuesta
justificada a las provocaciones de la
filósofa.[55] ​
El historiador bizantino del siglo vi Juan
Malalas se equivocaba al afirmar que
Hipatia fue quemada viva (lo fue después
de muerta), pero admitía la inducción de
Cirilo y culpaba también a la propia
naturaleza de los habitantes de Alejandría,
violentos y «acostumbrados a toda
licencia».[56] ​

Juan de Éfeso decía en la misma época


que eran una horda de bárbaros «inspirada
por Satán»[57] ​y el propio Cirilo reprochó a
los alejandrinos su carácter levantisco y
pendenciero en su homilía pascual del año
419. De hecho, pocos años después, en
422, el sucesor de Orestes como prefecto
imperial, Calisto, fue muerto en un nuevo
tumulto. También se ha llegado a sugerir
que la turba estaba enloquecida por los
rigores del ayuno de Cuaresma.[58] ​

Finalmente, la entrada referente a Hipatia


en la monumental enciclopedia bizantina
del siglo xi conocida como la Suda —
siguiendo a Damascio— atribuye también
la responsabilidad del crimen a la envidia
de Cirilo por las grandes masas de
seguidores que tenía la filósofa y al
carácter levantisco de los alejandrinos,
pero da una clave adicional para
comprender la triste muerte de la filósofa
al equipararla a los crueles asesinatos de
dos obispos impuestos a los alejandrinos
por la corte imperial de Constantinopla: el
arriano Jorge de Capadocia (m. 361) y el
calcedoniano Proterio (m. 457).[11] ​El
primero fue atado a un camello,
despedazado y sus restos quemados; y el
segundo arrastrado por las calles y
arrojado al fuego, asesinatos muy
similares al de la propia Hipatia.

Se ha especulado con la intrigante


posibilidad de que Cirilo mantuviera
contactos con Hipatia a través de su
exalumno el obispo Sinesio de Cirene,
amigo de su difunto tío el patriarca
Teófilo.[59] ​La muerte de Sinesio en 413
podría explicar en parte la repentina
entrada de Hipatia en la política local y su
oposición al Patriarcado. En todo caso,
con las fuentes de las que disponemos no
deja de ser una mera conjetura.

Sobre la motivación que Cirilo pudo haber


tenido para ordenar o inducir la muerte de
la filósofa, los historiadores han concluido
la confluencia de al menos cinco móviles:

La propia intolerancia del obispo hacia


el paganismo y el neoplatonismo, que
tanto había influido en el arrianismo.
La amistad e influencia de la filósofa
sobre el prefecto imperial Orestes y las
clases altas de Alejandría.
Los deseos de vengar la muerte del
monje Amonio, ordenada por Orestes,
quizá aconsejado por su exmaestra.
La hostilidad de Hipatia hacia Teófilo y
su sobrino por la destrucción del
Serapeo y el saqueo de su biblioteca en
391, que posiblemente la llevara a
azuzar el enfrentamiento entre el
prefecto imperial y el patriarca.
El deseo de lanzar una seria advertencia
a Orestes, mediante la muerte de
alguien tan cercano como Hipatia.

Se ha argumentado que resulta poco


verosímil que un político tan avezado
como Cirilo llevara a cabo una acción tan
contraproducente y que se demostró
perniciosa para los intereses del poderoso
patriarcado alejandrino. Christopher Haas,
de la Universidad Johns Hopkins, concluye
que, con las fuentes de las que
actualmente disponemos, «jamás
sabremos si el propio Cirilo orquestó el
ataque, o si, al igual que en la agresión
contra Orestes, ciertos partidarios se
decidieron unilateralmente a luchar en
favor del patriarcado».[60] ​

María Dzielska apunta, sin embargo, que,


incluso si el crimen sucedió a sus
espaldas, Cirilo debe ser considerado
responsable en gran medida, por ser el
instigador de la campaña contra la
filósofa, como medio de combatir al
prefecto imperial y su facción política,
contraria a los excesos del Patriarcado.[61] ​
Fuese cual fuese su motivación, la figura
del obispo Cirilo quedó marcada por este
hecho en los libros de historia.

Consecuencias

Aunque en Historia de la filosofía


occidental, Bertrand Russell dijo que tras la
muerte de Hipatia, "Alejandría ya no fue
turbada por los filósofos",[62] ​lo cierto es
que siguió habiendo otros filósofos como
Proclo, Simplicio y Juan Filópono.[63] ​La
religiosidad helénica no acabó con la
filósofa, así como tampoco lo hicieron la
filosofía y las matemáticas griegas. De
hecho, tras su asesinato, Hierocles el
filósofo inició una nueva ramificación del
neoplatonismo ecléctico en la ciudad
alejandrina. Además, en esta época
destaca la presencia de santos del
neoplatonismo.

La muerte de Hipatia levantó un gran


revuelo.[64] ​Tras el cruel asesinato,
Orestes informó de los hechos y pidió a
Constantinopla que interviniera. La Suda
afirma que el emperador Teodosio II quiso
en principio castigar a Cirilo, tanto por
justicia como por ser un gran protector de
las enseñanzas filosóficas (cuya propia
esposa, Eudocia, era una filósofa de origen
ateniense),[11] ​pero, a la postre, la
reacción imperial se limitó a retirar al
Patriarca los 500 monjes, llamados
parabolanos, que le servían como
guardia,[65] ​lo que ha llevado a algunos
historiadores a suponer que fueron éstos y
no el populacho mencionado en todas las
fuentes, los responsables del asesinato de
la filósofa. La medida fue, sin embargo,
rescindida al cabo de dos años,
permitiéndose además aumentar su
número a 600.[66] ​Que Cirilo saliera tan
bien parado fue posiblemente debido a la
influencia de la hermana del Emperador, la
augusta Pulqueria, cristiana devota de
gran ascendente sobre su hermano, en
cuyo nombre gobernaba mientras este se
dedicaba a tareas intelectuales.[67] ​

Según todas las fuentes, el asesinato de la


filósofa fue un crimen oprobioso para los
cristianos y redujo la influencia política del
patriarcado alejandrino. Tras la muerte de
Hipatia, sus relaciones con la Corte
Imperial se suavizaron y la veneración
hacia el monje Amonio desapareció, ya
que los mismos alejandrinos reconocían
que había merecido la muerte por su
atentado y no por haber sido obligado a
renegar de Cristo. Cirilo no pudo impedir
que su rival doctrinal, Nestorio, gozara del
favor imperial y fuera elegido Patriarca de
Constantinopla en 428, pero logró
finalmente su deposición en el Concilio de
Éfeso de 431. Convertido en uno de los
personajes más influyentes de la Iglesia, a
su muerte en 444 fue declarado santo y es
considerado uno de los Doctores de la
Iglesia debido a su extensa obra doctrinal.

Tras este suceso, la paz volvió a


Alejandría. No hubo más actos violentos
contra los filósofos paganos de Alejandría,
cuya Escuela siguió activa hasta el
siglo vii, sin que su actividad se viera
interrumpida siquiera por el cierre de la
Academia de Atenas en tiempos de
Justiniano I (529).[68] ​

Sin embargo, investigaciones actuales


ponen en duda que Hipatia fuese contraria
al Cristianismo, e intentan enmarcar su
muerte en el cúmulo de tensiones
políticas que se vivían en Alejandría por la
caída del Imperio Romano.[69] ​
Obras
Consiguió tal grado de cultura que superó de
largo a todos los filósofos contemporáneos.
Heredera de la escuela neoplatónica de
Plotino, explicaba todas las ciencias filosóficas
a quien lo deseara. Con este motivo, quien
quería pensar filosóficamente iba desde
cualquier lugar hasta donde ella se encontraba.
—Sócrates Escolástico

Hipatia ayudó a su padre Teón en sus


trabajos, siendo una de sus principales
colaboradoras, fuentes mencionan que
llegaría a sobrepasar el conocimiento de
su padre. Además, Hipatia destacó por su
trabajo como comentarista, estos
comentarios permitieron aproximarse al
pasado y facilitaron a su alumnos el
aprendizaje [70] ​.

Ninguna de sus obras se ha conservado,


pero se conocen gracias a sus discípulos,
como Sinesio de Cirene o Hesiquio de
Alejandría, el Hebreo.[71] ​

Comentario a la Aritmética en 13 libros


de Diofanto de Alejandría.[72] ​Hipatia va
a mejorar los modelos de las
ecuaciones algebraicas.
Canon astronómico.[73] ​
Comentario a las Secciones cónicas de
Apolonio de Perga, su obra más
importante.[74] ​
Tablas astronómicas: revisión de las del
astrónomo Claudio Tolomeo, conocida
por su inclusión en el Canon
astronómico de Hesiquio. Hipatia va a
actualizar las tablas tolemaicas, y esto
va a repercutir en la idea planteada por
Tolomeo, pues Hipatia plantea el año
sótico más válido que el año trópico. Lo
que destaca de este comentario a la
Syntaxis Mathematica de Tolomeo en el
tercer libro, es que, en un primer
momento se consideraba que se trataba
de una simple corrección al ya realizado
por su padre, sin embargo el historiador
Cameron cree que se trata de un nuevo
texto escrito por Hipatia, significando
esto que sus obras no se han perdido
completamente. [75]
Edición del comentario de su padre a
Los Elementos de Euclides.[76] ​Hipatia
aparece en el texto como discípula.

Carta de Sinesio a Hipatia, imagen de la segunda página de la segunda de las dos cartas a Hipatia incluidas en la primera
edición impresa de las obras de Sinesio (editada e impresa por Adrián Turnèbe en 1553; Institute Archives of the
Massachusetts Institute of Technology).
Tuvo influencia sobre unas obras griegas
muy importantes como:

1. La aritmética de Diofanto de
Alejandría: Basada en las soluciones
de ecuaciones algebraicas y sobre la
teoría de números.
2. Elementos de Euclides
3. Tratado de las cónicas de Apolonio
de Perge: Presentan las curvas que
surgen al cortar un cono ante planos
de distintas inclinaciones. Pueden
surgir hipérbola, parábola, elipse...

Además, Hipatia llegó a aprender el


funcionamiento y la construcción del
Astrolabio y otros instrumentos útiles para
la astronomía, ya que estaba muy
interesada en llevar la teoría al ámbito
práctico, algo que inculcó a sus alumnos.
Se ha encontrado el diseño de este
instrumento en las cartas a Sinesio de
Cirene, sin embargo, no se corresponde
con el siglo de la filósofa, habiendo
pasado de Tolomeo, a Teón, y finalmente
llegaría a Hipatia. [77] ​

Además de cartografiar cuerpos celestes,


confeccionando un planisferio,[78] ​
también se interesó por la mecánica. Se
sabe que inventó un destilador, un
artefacto para medir el nivel del agua y un
hidrómetro graduado para medir la
densidad relativa de los líquidos, precursor
del actual aerómetro,[79] ​descrito por
Sinesio de Cirene:

...es un tubo cilíndrico


con la forma y
dimensiones de una
flauta, que en línea
recta lleva unas
incisiones para
determinar el peso de
los líquidos. Por uno de
los extremos lo cierra
un cono, adaptado en
posición idéntica, de
manera que sea común
la base de ambos, la del
cono y la del tubo.
Cuando se sumerge en el
líquido ese tubo, que es
como una flauta, se
mantendrá recto, y es
posible contar las
incisiones, que son las
que dan a conocer el
peso.
Sinesio de Cirene, Carta
15, a Hipatia.[80] ​

Sinesio también la defendió como


inventora del astrolabio, aunque otros
astrolabios más tempranos precediesen al
modelo de Hipatia en, al menos, un siglo —
y su propio padre fue famoso por su
tratado sobre ellos.[81] ​

Legado

Antigüedad tardía

Al poco tiempo de su muerte se publicó en


su nombre una carta falsificada que
atacaba al cristianismo. Varias décadas
después, a comienzos del siglo vi, el
filósofo pagano Damascio, último
escolarca de la Academia de Atenas,
exiliado en Persia tras su cierre por
Justiniano I en 529 y prácticamente
contemporáneo de Hipatia, culpó
directamente a los cristianos y fue el
primero en achacar expresamente el
crimen al patriarca Cirilo, atribuyéndolo a
los celos que sentía de la influencia de
Hipatia sobre la oligarquía urbana. El
escolarca se basó en un fragmento de
Sócrates Escolástico para afirmar que
fueron los celos lo que impulsó al obispo.
Al tener una intencionalidad tan
manifiesta, Damascio es una fuente
problemática. Brian Whitfield considera
que actuó «deseoso de explotar el
escándalo de la muerte de Hipatia», y que
con él se inicia una larga serie de
manipulaciones malintencionadas de los
hechos históricos con objeto de convertir
a Hipatia en una mártir del helenismo,
víctima de los malvados cristianos —en
buena medida al igual que otro mitificado
personaje, el emperador Juliano el
Apóstata.[82] ​Esto contrastaba con la
campaña que había hecho el patriarca
Cirilo tras el asesinato de Hipatia, según la
cual la muerte de la mujer era el primer
paso para la lucha contra el paganismo.
Esta cuestión ha sido retomada por
muchos autores, pero despreciada por
otros, ya que en realidad Hipatia no era
pagana practicante.

Durante mucho tiempo se sostuvo que


uno de los epigramas de la Antología
Palatina, atribuido al poeta Palladas,
estaba dedicado a Hipatia:

'Oταν Reverenciada
βλέπω σε, Hipatia,
προσκυνῶ, ornamento
καὶ τοὺς del saber,
λόγους, estrella
τῆς inmaculada
παρθένου de sabia
τὸν οἶκον formación,
ἀστρῷον cuando os
βλέπων, veo a ti y a tu
εἰς οὐρανὸν discurso,
γὰρ ἐστι yo te adoro
σοῦ τὰ mirando al
πράγματα, hogar
Ὑπατία celestial de la
σέμνη, τῶν Virgen,
λόγων
porque tus
εὐμορφία,
quehaceres
ἄχραντον están en el
ἀστρὸν τῆς cielo.
σοφῆς
παιδεύσεως.
— Antología Palatina,
IX, 400.

Sin embargo, Georg Luck, profesor emérito


de la Universidad de Harvard, argumentó
con gran solidez que ni el poema era de
Palladas ni tenía nada que ver con la
filósofa. Para Luck no se trataría sino del
epitafio que otro poeta, Panolbio, dedicó
según la Suda[83] ​a Hipatia, hija de un alto
funcionario imperial de la segunda mitad
del siglo v, el prefecto del pretorio Eritrio y
fundadora de una iglesia en honor de la
Virgen: el «hogar de la Virgen», una figura
poética repetida en toda la poesía
bizantina.[84] ​

Con la cristianización de la Escuela


Filosófica de Alejandría en tiempos de
Justiniano I, el peso de Hipatia entre los
filósofos paganos se contrapesó con la
figura de Santa Catalina de Alejandría, a
quien se consagró un gran monasterio en
el Sinaí.[85] ​La vinculación entre ambas se
percibe además en que la historia de
Catalina destaca su erudición en
matemáticas, geometría y astronomía,
aspectos que los estudiosos creen que
derivan de la biografía de Hipatia. Por otra
parte, cerca de la antigua ciudad de
Laodicea, en Anatolia, se hallaba una
iglesia con una inscripción que indicaba
que la misma estaba consagrada a «Santa
Hipatia Catalina».[86] ​Este último dato ha
llevado a pensar a los historiadores que,
en efecto, se trataba de otra persona y no
de Hipatia de Alejandría, la filósofa. Fue,
de hecho, un nombre común en la época.
Mundo moderno

Hypatia, fotografía de 1867, por Julia Margaret Cameron.


Portada de la novela Hypatia, ilustrada por Edmund H. Garrett.

En el siglo xiv, el historiador bizantino


Nicéforo Grégoras describió a la culta y
virtuosa emperatriz Eudoxia
Makrembolitissa (1021-96), esposa de
Constantino X Ducas y Romano IV
Diógenes, como «segunda Hipatia».[87] ​
Esto se debe a que a finales del Imperio
Bizantino, a las mujeres que sobresalían
en la filosofía y en la ciencia eran llamadas
así, lo que supone el reconocimiento de
las virtudes de Hipatia, de entre las cuales
destacaba la erudición.
En sus Memoires pour servir à l'histoire
ecclésiastique... (1693), el abate jansenista
Le Nain de Tillemont exculpaba a Cirilo
considerando lo contraproducente que fue
este crimen, algo impropio de un político
tan astuto como era el Patriarca.

A comienzos del siglo xviii, el erudito


deísta John Toland usó su muerte como
base para un extenso panfleto anticatólico
titulado «Hipatia, o la historia de una de
las damas más hermosas, virtuosas,
cultas y distinguidas en todos los
aspectos; que fue despedazada por el
clero de Alejandría para satisfacer el
orgullo, la envidia, y la crueldad de su
arzobispo, común pero inmerecidamente
llamado san Cirilo», donde la califica de
«encarnación de la belleza y el saber»,
sosteniendo que los varones deberían
«avergonzarse para siempre de que
pudiera encontrarse entre ellos alguien tan
brutal y salvaje como para, en lugar de
embriagarse con la admiración de tanta
belleza y sabiduría, manchar sus manos
de la manera más bárbara con la sangre
de Hipatia, y sus almas impías con el
estigma de haber cometido un crimen
sacrílego».[88] ​La obra de Toland es
considerada una de las más influyentes en
la formación del mito de Hipatia. Su
publicación condujo a que Thomas Lewis
escribiera una refutación en 1721: «La
historia de Hipatia, la imprudentísima
maestra de Alejandría: asesinada y
despedazada por el populacho, en defensa
de San Cirilo y el clero alejandrino. De las
calumnias del señor Toland».[89] ​A pesar
de esta respuesta, Toland alcanzó una
gran popularidad y difusión entre los
intelectuales de la Ilustración, como
Voltaire.

Otro abate jansenista, Claude Pierre


Goujet, realizó también una gran defensa
de San Cirilo en su carta incluida en los
volúmenes V y VI de la Continuation des
Mémoires de litterature et d’histoire, del
padre Desmolets (1728). Por su parte,
Voltaire se valió de la filósofa para dejar
clara su aversión por la Iglesia,
considerando la muerte de Hipatia «un
asesinato bestial perpetrado por los
sabuesos tonsurados de Cirilo, con una
banda de fanáticos a sus espaldas». Con
ello pretendía demostrar que el fanatismo
religioso producía el exterminio de los
genios y la esclavitud de los espíritus.[90] ​
En su particular hostilidad hacia todo lo
cristiano, el historiador inglés Edward
Gibbon[91] ​indicaba que Cirilo estaba tan
celoso de su influencia y de la popularidad
que «alentó, o aceptó, el sacrificio de una
virgen, que profesaba la religión de los
griegos», y nunca fue castigado por tal
crimen, ya que «la superstición quizá expía
de mejor grado la sangre de una virgen
que el destierro de un santo». Gibbon
hacía a Cirilo culpable no solo de la
muerte de Hipatia, sino de todos los
problemas del Egipto de la época, sin citar
fuentes.

Con la irrupción del Romanticismo, el


[[siglo xix]] supuso el auge del mito
literario de Hipatia. En 1827 la condesa
italiana Diodata Saluzzo Roero sugirió en
Ipazia ovvero delle Filosofie, un poema en
dos volúmenes, la extravagante teoría de
que en realidad Hipatia fue convertida por
Cirilo al cristianismo, pero que fue
asesinada por un «sacerdote traicionero».
Por su parte, Charles Leconte de Lisle
publicó un poema titulado Hypatie (1847),
en que la filósofa era otra víctima de un
mundo, el Antiguo, que se apagaba. En
una segunda versión, de 1874, la
«necesidad histórica» era ya sustituida por
el ataque contra el cristianismo. En el
poema, una Hipatia enamorada de la
belleza del universo se encara con el cerril
y dogmático obispo Cirilo. También en
este momento contamos con
manifestaciones artísticas de Hipatia, que
la dan a conocer más allá de los libros.
Odoardo Tabacchi representaría a una
Hipatia muy joven en el momento justo
antes de ser asesinada. También
destacarían pinturas como la del inglés
William Mitchell, con una Hipatia muy
similar a la forma en la que se representa
a Afrodita.

El escritor británico Charles Kingsley


realizó en 1853 una pintoresca novela de
ficción titulada Hypatia, or New Foes with
an Old Face,[92] ​que retrató a la erudita, en
realidad casi anciana al morir, como una
joven «heroína desvalida, pretenciosa y
erótica», que encarnaba «el espíritu de
Platón y el cuerpo de Afrodita». La filósofa
presenta en la novela un odio visceral por
el cristianismo y es correspondida por el
envidioso y despótico Cirilo, que trata de
sabotear sus clases. El prefecto Orestes,
un intrigante dipsómano, involucra a la
filósofa en sus ambiciones al trono
imperial, proponiéndole matrimonio.
Hipatia se acaba desengañando de él a
medida que crece el conflicto entre el
obispo y el prefecto, y acaba por sufrir una
crisis espiritual justo antes de su
asesinato, siendo convertida por un
cristiano judío llamado Rafael Aben-Ezra.
La idea central es la de Hipatia como
icono de un mundo de armonía clásica
que se desvanece ante el avance de una
religión supersticiosa que esclaviza la
razón.[93] ​

Referencias contemporáneas

Una actriz, posiblemente Mary Anderson, en el papel principal de la obra Hypatia, circa 1900.
Hipatia, imaginada por el pintor prerrafaelita inglés Charles William Mitchell (1885).

En la aventura Fábula de Venecia (1977),


del personaje de cómic Corto Maltés,
creado por Hugo Pratt, Hipatia aparece
presidiendo un salón intelectual en la
Italia pre-fascista, como uno de los
característicos anacronismos de esta
serie de cómics.
Mario Luzi publicó en 1978 un drama
titulado Libro de Ipazia, insistiendo en la
tragedia de la filósofa como símbolo de
la decadencia irreversible del mundo
clásico, y desde una interpretación
cristiana, su muerte no es resultado de
la nueva Fe, sino de la malignidad y el
crimen inherentes a las multitudes.
La artista feminista Judy Chicago
incluyó a Hipatia en la «primera ala» de
su instalación The Dinner Party (1979).
Carl Sagan, en el capítulo 13 de su serie
Cosmos: Un viaje personal (1980)
trataba la muerte de Hipatia y la
destrucción de la Biblioteca de
Alejandría. Según Sagan «En el año 415,
cuando iba a trabajar, cayó en manos de
una turba fanática de feligreses de
Cirilo. La arrancaron del carruaje,
rompieron sus vestidos y, armados con
conchas marinas, la desollaron
arrancándole la carne de los huesos.
Sus restos fueron quemados, sus obras
destruidas, su nombre olvidado».
Hay dos importantes revistas feministas
que deben su nombre a la filósofa
alejandrina: Hypatia: Feminist Studies,
publicada en Atenas desde 1984, e
Hypatia: A Journal of Feminist
Philosophy, publicada desde 1986 por la
Indiana University Press. Esta última
publicó dos años después un artículo de
la poetisa y novelista Ursule Molinaro,
«A Christian Martyr in Reverse –
Hypatia: 370-415 A.D», mezclando
realidad y ficción. En el artículo la virgen
Hipatia es considerada una mujer sin
contención sexual, amante de Orestes, y
es precisamente esta conducta
desinhibida la que lleva al envidioso y
reprimido Cirilo a ordenar su asesinato.
Molinaro afirma que su muerte señaló
«el fin de una época en que todavía se
valoraba a las mujeres por su
inteligencia», y que el cristianismo limitó
la libertad de pensamiento e impuso a
las mujeres un modelo de conducta
«basado en la sumisión y desprovisto de
placer».[94] ​
En 1988 el novelista alemán Arnulf
Zitelmann publicó otra novela más
acerca de la filósofa alejandrina, «mártir
de la misoginia», abundando en los
tópicos más negros del oscurantismo
clerical.[95] ​
Las novelas canadienses Rennaissance
en Paganie (1987), de André Ferreti, e
Hypatie ou le fin des dieux (1989), de
Jean Marcel, siguen la estela de las
obras de Kingsley y Zitelmann.[96] ​
Hypatia Cade, niña prodigio y personaje
principal de la novela de ciencia ficción
The Ship Who Searched (1992), de
Mercedes Lackey y Anne McCaffrey,
debe su nombre a la célebre filósofa.
En 1996 María Dzielska, catedrática de
Historia Antigua en la Universidad
Jaguelónica de Cracovia, publicó una
extensa biografía, Hipatia de Alejandría,
intentando establecer la verdad de los
hechos narrados por las fuentes y el
mito construido en torno a ellos, que en
su opinión mezcla la realidad histórica
con la más grosera falsedad.
En 1997, el escritor español José María
Menéndez López recrea brevemente su
vida en el relato corto Hipatia
(Matemática, astrónoma, física y filósofa
de pro), que forma parte de
Apócrifos.[97] ​
La obra teatral experimental The Five
Hysterical Girls Theorem (El teorema de
las cinco chicas histéricas), de Rinne
Groff (2000) presenta a un personaje
llamado Hypatia que vive en silencio,
temiendo sufrir el destino de su
tocaya.[98] ​
Baudolino, protagonista de la novela
homónima de Umberto Eco (2000),
encontró una sociedad aislada de
mujeres parecidas a sátiros, todas las
cuales se llamaban Hipatia.
La serie de novelas de los "Herederos de
Alejandría" (2003 - ) escrita por
Mercedes Lackey, Eric Flint y Dave Freer,
incluye referencias ficticias a la
conversión de Hipatia al cristianismo y
su correspondencia subsecuente con
Juan Crisóstomo y San Agustín.
Melanta, protagonista de la novela La
perra de Alejandría (2003) de Pilar
Pedraza, es una filósofa neoplatónica
alejandrina modelada sobre el personaje
de Hipatia.
Hypatia es el nombre de una mentenave
(la computadora de una nave espacial),
construida a semejanza de la Hipatia
real, en The Boy Who Would Live Forever
(2004), una novela de la serie Heechee,
de Frederik Pohl.
Remembering Hypatia, de Brian Trent
(2005), novela acerca de su vida y
muerte.[99] ​
Hypatia es un personaje recurrente en la
serie de ficción juvenil Danger Boy, de
Mark London Williams, en la que tiene
un destacado papel su ficticia hija
adolescente, Thea.[100] ​
Hypatia Sans Pro (http://blogs.adobe.co
m/typblography/2007/04/hypatia_sans.
html) es un tipo de letra llamado así en
su honor.
El escritor egipcio Yūsuf Zaydān publicó
en 2008 una novela titulada Azazīl
Riwayah sobre un monje egipcio en un
período en que «los cristianos solían
tiranizar a los paganos y demoler sus
templos» [sic], en la cual la muerte de
Hipatia desempeña un papel
fundamental.[101] ​El libro ha sido muy
criticado por la comunidad cristiana de
Egipto.[102] ​
Ágora, película escrita y dirigida por
Alejandro Amenábar, trata sobre la vida
de Hipatia, sobre un esclavo de Hipatia
que se enamora de ésta y sobre las
revueltas religiosas en Alejandría.
Hipatia es interpretada por Rachel
Weisz; la película se estrenó el 9 de
octubre de 2009.
El jardín de Hipatia (2009), de Olalla
García, es una novela histórica centrada
en los últimos años de vida de Hipatia.
El protagonista es Atanasio de Cirene,
un alumno de la filósofa que se ve
involucrado en las turbulentas luchas de
poder que conmocionaron Alejandría y
provocaron una oleada de tumultos en
las calles.
Hypatia y la eternidad (2009), de Ramón
Galí es una novela que combina historia
y ciencia-ficción, con Hipatia de
Alejandría como protagonista. En ella, la
sabia alejandrina resucita tras ser
asesinada, introduciéndose en las
mentes de los personajes más
influyentes de otra historia alternativa.
Hipatia de Alejandría (2009), de Carmen
García, Laura Ruiz, Lídia Puigvert y
Lourdes Rue. Un equipo plural de
científicas revela la verdad sobre la
primera científica.[cita requerida]
El Sueño de Hipatia (2009) novela de
José Calvo Poyato, catedrático de
Historia. Cuenta con referencia a
lugares reales y textos de la época, así
como a los eventos que se desataron
entre los siglos IV y V.[103] ​
Morir por Alejandría (2009), de Eliana E.
Abdala, una novela que relata los
últimos días de Hipatia. Grupo Editorial
Norma. Buenos Aires. ISBN 978-987-
545-537-5
En el penúltimo episodio de la serie de
televisión The Good Place, Hipatía es
interpretada por Lisa Kudrow como una
de las pocas filosófas que fueron
admitidas al lugar bueno, por el hecho
de no defender la esclavitud.
El Premio Europeo de Ciencia ha
adoptado el nombre de Hipatia para
honrar las capacidades de esta filósofa
de la Antigüedad.

Astronomía

Las Rimae Hypatia, tras el cráter Moltke (foto tomada por el Apolo 10).
El asteroide (238) Hypatia (descubierto en
1884) y el cráter lunar Hipatia fueron
bautizados en su honor. Este último se
sitúa junto a los cráteres que recuerdan a
Teón de Esmirna, y a los patriarcas Cirilo y
Teófilo. Con unas medidas de 28 x 41 km,
se localiza en los 4,3°S y 22,6°E del
meridiano lunar. Unos 70 km al norte del
cráter se halla un sistema de canales de
180 km de longitud llamado Rimae
Hypatia, un grado al sur del ecuador lunar,
a lo largo del Mare Tranquillitatis.

En octubre de 2013 se encontró un


cometa que colisionó con la Tierra hace
28 millones de años en el Desierto del
Sáhara y se le nombró Hipatia.[104] ​

Véase también
Biblioteca de Alejandría
Platón
Neoplatonismo
Ágora (película)
Elia Eudocia
Premio Europeo de Ciencia Hipatia

Notas

Referencias
1. Según Sócrates Escolástico (Historia
ecclesiastica, VII, 15) la muerte de
Hipatia «sucedió en el cuarto año del
episcopado de Cirilo, siendo cónsules
Honorio por décima vez y Teodosio
por sexta, durante el mes de marzo, en
el tiempo de los ayunos». El año de los
consulados es 415, pero el cuarto año
del episcopado de Cirilo fue 416,
habida cuenta de que, según el propio
Sócrates, su predecesor Teófilo
falleció el 17 de octubre de 412. Los
historiadores no se ponen de acuerdo
en qué fecha es la correcta.
2. Columbia Encyclopedia: «Hypatia»:
Alexandrian Neoplatonic philosopher
and mathematician.
3. Toohey, Sue (2003): The important life
& tragic death of Hypatia. (http://www.
skyscript.co.uk/hypatia.html)
4. Núñez Valdés, Juan (2011). «¿Es
realmente Hipatia la primera mujer
matemática de la historia?» (https://id
us.us.es/bitstream/handle/11441/489
65/Es%20realmente%20Hipatia%20l
a%20primera%20mujer%20matem%C
3%A1tica%20de%20la%20historia.pd
f) . Boletín de la Titulación de
Matemáticas de la UAL IV (3): 18.
ISSN 1988-5318 (https://portal.issn.or
g/resource/issn/1988-5318) .
Consultado el 6 de julio de 2020.
5. Alic, Margaret. El legado de Hipatia:
historia de las mujeres en la ciencia
desde la antigüedad hasta fines del
siglo XIX p.61 (http://books.google.es/
books?id=yFEdvT1lQioC&lpg=PA61&d
q=Hipatia%20hidr%C3%B3metro&pg=P
A61#v=onepage&q&f=false)
6. Τοῦτο οὐ μικρὸν μῶμον Κυρίλλῳ καὶ
τῇ Ἀλεξανδρέων ἐκκλησίᾳ
εἰργάσατο.
7. Así, entre otros historiadores, Gonzalo
Fernández (1985: 279-281) indica que
«la práctica totalidad de las fuentes
que existen acerca del linchamiento
de Hipatia, atribuyen a Cirilo la
inducción del asesinato» y valida esta
opinión al afirmar que en lo sucesivo
«Cirilo no se atrevió a realizar más
actos violentos contra los filósofos
paganos de Alejandría»; Marie
Dzielska (1995: 97) apunta que,
incluso si el crimen sucedió a sus
espaldas, Cirilo debe ser considerado
responsable en gran medida, «pues no
hay ninguna duda de que fue uno de
los instigadores principales de la
campaña de difamación contra
Hipatia, fomentando el prejuicio y la
animosidad contra la filósofa y
suscitando miedo sobre las
consecuencias de sus presuntos
hechizos de magia negra sobre el
prefecto, los fieles de la comunidad
cristiana y, de hecho, la ciudad en su
conjunto»; José María Blázquez (2004:
14) considera la muerte de Hipatia un
«éxito de Cirilo»; el mismo autor, en un
estudio posterior (2008: 469)
considera «muy probable» que Cirilo,
al que califica de «hombre sin
escrúpulos», fuera responsable del
asesinato. Sin embargo, el teólogo
católico Johannes Quasten afirma que
«no parece que existan pruebas de
que él tuviera parte en tan horrendo
crimen» ([1] (http://www.holytrinitymis
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17. Damascio ap. Suda s.v. Hipatia. αὐτὴν
δὲ προενεγκαμένην τι τῶν
γυναικείων ῥακῶν †αὐτοῦ
βαλομένην† καὶ τὸ σύμβολον
ἐπιδείξασαν τῆς ἀκαθάρτου
γενέσεως, “τούτου μέντοι”, φάναι,
“ἐρᾷς, ὦ νεανίσκε, καλοῦ δὲ
οὐδενός”.
18. Bregman (1982).
19. Blázquez Martínez (2004). No está
claro hasta qué punto Sinesio puede
considerarse un cristiano al uso.
Según su biógrafo Jay Bregman, fue
más bien «un “obispo-filósofo” cuya
aceptación del cristianismo fue
provisional y secundaria respecto a su
compromiso con el platonismo» («a
Platonic “philosopher-bishop” whose
acceptance of Christianity was
provisional and remained secondary to
his commitment to Neoplatonism»;
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Enlaces externos
Hipatia (http://www.perseus.tufts.edu/h
opper/searchresults?q=Hypatia) en el
sitio (http://www.perseus.tufts.edu) del
Proyecto Perseus.
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Datos: Q11903
Multimedia: Hypatia (https://common
s.wikimedia.org/wiki/Category:Hypati
a) / Q11903 (https://commons.wikime
dia.org/wiki/Special:MediaSearch?type
=image&search=%22Q11903%22)

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