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El campo de la experiencia autogestiva: las fábricas recuperadas en la argentina

Fernández A. M.
Cabrera C.

No sólo cobraron visibilidad las acciones colectivas de los grupos piqueteros, de diferentes
organizaciones territoriales y comunitarias, como así también las asambleas barriales de la
ciudad de Buenos Aires, sino que se aceleró y profundizó la toma de los espacios fabriles. Lo
que estaba en juego para las/os trabajadoras/es de fábricas que cerraban, era caer en la
exclusión social.

El rasgo característico de estos colectivos de trabajadoras/es es que fueron adoptando


modalidades autogestivas de organización. Desde el inicio tomaron las decisiones, funcionaron
y se organizaron en dispositivos asamblearios autogestivos que les permitió recuperar la
productividad de las empresas al mismo tiempo que fueron transformando los espacios
fabriles (Fernández et. al., 2007).

En su apuesta tan original se producían sorprendentes transformaciones subjetivas y políticas


en muchos/as de ellos/as, dando lugar a procesos colectivos difíciles de analizar desde criterios
válidos para formas de organización obrera más clásicas.

Indagar en situación: propuesta epistémica, metodológica y conceptual

Una primera cuestión en este sentido, estuvo dada por la necesidad de contemplar modos de
abordajes que permitieran captar la novedad de los acontecimientos colectivos al mismo
tiempo que se producían. Indagar al calor de los hechos ha constituido un fuerte desafío no
sólo metodológico sino que ha implicado incluir las afectaciones que produce el campo social
cuando se ponen en juego estrategias de resistencia e invención colectiva.

En el campo de problemas donde se cruzan política y subjetividad priorizamos las voces, las
prácticas y los saberes que los mismos protagonistas producían de manera tal de no cerrar
juzgando, caracterizando o haciendo clasificaciones. . De esta manera, en el acercamiento a
estas experiencias fuimos construyendo una modalidad de investigación que se propuso
operar con preguntas abiertas, trabajando siempre en el límite de lo que se sabe. Aquí han
constituido una brújula insoslayable los saberes plebeyos (exalta lo históricamente denigrado)
que en el desborde de las estrategias de dominio y vulnerabilización iban configurando nuevas
propuestas de acción política que a su vez inauguraban experienciarios de producción de
subjetividad.

Advertimos que el análisis del discurso si bien era de cierta utilidad resultaba insuficiente como
método para situar los modos en que los imaginarios sociales operan en las lógicas colectivas.
Operacionalizar la noción de imaginarios sociales y establecer criterios de lectura de los
mismos permitieron poner de manifiesto cómo se produce sentido

No indagábamos solamente universos de sentido sino que éstos se volvían inseparables de


cuerpos y prácticas de un grupo/colectivo en acción. Nos ha importado distinguir cómo se
producen específicas lógicas colectivas en estas experiencias de fábricas recuperadas que
desde estrategias de supervivencia lograron tensar la heteronomía de las estrategias
biopolíticas de vulnerabilización social.

Se trata de una propuesta epistémica y metodológica que piensa problemas conceptuales


elucidando experiencias (Fernández, 2007); que no parte de marcos teóricos elaborados
previamente sino que se constituye como programas de indagación que a diferencia de los
proyectos de investigaciones clásicos permanece necesariamente abierto e incompleto. Un
programa de indagación establece puntos de orientación que desde criterios de construcción
de caja de herramientas (Foucault, 1980) va configurando campos de problemas de una
indagación que siempre se instala en situación (Fernández et. al., 2007).

Esta modalidad de indagación a la que denominamos Metodología de Problematización


Recursiva (Fernández, 2007), se basa en la particularidad del campo a indagar. Investigar las
modalidades de producción de subjetividad implica construir instrumentos que puedan captar
las multiplicidades rizomáticas en el momento en que acontecen. La idea de recursividad
indica que opera construyendo su caja de herramientas a medida que avanza la indagación.
Esto permite la construcción de categorías conceptuales a medida que el trabajo en terreno lo
requiere.

Esto implicó dos cuestiones centrales; por un lado, la heterogeneidad -de edad, género,
condición social, posición académica- en la composición del equipo de investigación posibilitó
aportes y afectaciones muy diferentes entre sí. Por otro lado, la constitución de espacios
grupales específicos para la indagación de la implicación del propio equipo de investigadores.

La indagación de la implicación involucra la elucidación permanente no sólo de los dispositivos


que diseñamos para la recolección de los datos, sino también, y particularmente, la de las
posiciones de las y los investigadores en relación al campo de problemas que inaugura la
investigación.

Hemos distinguido, en estas experiencias de las fábricas sin patrón, que junto a las lógicas
colectivas de representación operan las lógicas colectivas autogestivas, que en el desborde a
los instituidos, necesariamente inauguran otros modos de existencia y de producción de
subjetividad.

Brevemente, las lógicas colectivas de la representación, operan en el sentido común, lo


instituido y accionan desde la delegación (Fernández, 2007). En término de C. Castoriadis
serían lógicas identitarias, binarias y jerárquicas que la disciplina fabril instituyó históricamente
tanto en la dimensión obrera como patronal.

Cuando en ciertas circunstancias, un colectivo en acción desborda lo instituido, se clausura la


representación y se inventan nuevos sentidos, nuevas prácticas y nuevas afectaciones, se
instalan otros modos de proceder y otras formas de organización de las prioridades. En los
momentos de invención se estaría operando en lógicas colectivas de multiplicidad (Fernández,
2007; 2011b). Apuestan a modalidades de deliberación y organización autogestiva y el
mantenimiento de relaciones de horizontalidad da cuenta de ello.

Para pensar la “relación” entre ambas lógicas no nos ha sido útil el criterio de oposición
binaria, ni el de interacción dialéctica; hemos sostenido que operan en tensión, es decir
coexisten de modo paradojal (Deleuze, 1970). La propia dinámica de los colectivos lleva a que
no se busque optar por una de las posiciones sino que se trata de que coexistan en diferentes
grados de dificultad, enfrentamiento, oposición, consenso, disenso. Operan a veces de forma
explícita y otras veces de forma implícita pero las tensiones siempre presentan la
particularidad de insistir. (Fernández, 2007; 2011b).

La noción de tensión constituye un operador conceptual de nuestra caja de herramientas que


en acto interpela la producción de conocimientos que se sostiene separando: política de
subjetividad, sujeto psíquico de sujeto social, individuo de sociedad, en términos binarios y
antagónicos. En este sentido, las prácticas sociales han ido más rápido que las teorías.

Resistencias e intervenciones de las fábricas sin patrón

Las y los trabajadoras/es de las empresas recuperadas han resistido la expulsión social y en esa
apuesta han inventado no sólo producir sin patrón, sino también modalidades de acción
política que han transformado sus modos de pensar, sentir, actuar, relacionarse.

A lo largo de estos años (2001-2011) de indagación en diversas fábricas y empresas


recuperadas, hemos podido distinguir y puntuar en virtud de su insistencia devenires en la
producción de subjetividad, que en el cruce de significaciones imaginarias sociales y prácticas
colectivas inauguró diversos tránsitos de sus trabajadoras/es. En este sentido, como se señaló
líneas arriba, hemos conceptualizado la tensión entre las lógicas colectivas de la
representación y las lógicas colectivas autogestivas.

En nuestro criterio en los procesos de producción de subjetividades, la tensión entre ambas


lógicas configura la dimensión política de la subjetividad.

Hemos establecido cuatro dimensiones -productiva, legal, subjetiva y política- que operan en
simultáneo:

a) La dimensión productiva: La invención en su dimensión productiva está en producir


sin patrón, sin gerentes y sin una división del trabajo estricta, basándose en una
dirección colectiva y un modo muy innovador de pensar la producción. Las funciones
que antes correspondían a la gerencia o a los técnicos se reparten entre todos y han
implementado formas de regular el trabajo sin usar medios coercitivos. Las
transformaciones que operaron en torno a las modalidades de producción fueron
desnaturalizando prácticas y significaciones imaginarias propias de las fábricas
tradicionales.
b) La dimensión legal: los abogados amigos encontraron una serie de salidas
coyunturales que en la mayoría de los casos consistieron en que los trabajadores
formaran cooperativas, a las que luego los jueces les dieron el usufructo de la fábrica y
las máquinas de modo de permitirles vivir de su trabajo. Se elevaron a lo largo de estos
años proyectos de leyes en las cámaras legislativas municipales, provinciales y
nacionales solicitando las expropiaciones definitivas de las empresas recuperadas.
c) La dimensión subjetiva: Este nuevo tipo de cotidianeidad sin patrón y sin normas
restrictivas va produciendo otros vínculos, componiendo una comunidad donde se
comparte mucho más que las pequeñas ganancias de lo producido. Para sorpresa de
ellos mismos la producción no disminuye o se enlentece, sino todo lo contrario. Lo que
si se modificó es el grado de sociabilidad entre ellos. No sólo quiebran la
fragmentación de la organización fabril, sino que restituyen dignidades y en tal sentido
se producen fuertes empoderamientos personales y colectivos. Hay un tipo de alianza
entre quienes lucharon juntos que trasciende lo laboral o lo económico, que ha
implicado relaciones entre iguales, producción de fraternidades y convicción de que su
emprendimiento sólo es viable entre todos (auto regulación). Estas transformaciones
de sus posicionamientos subjetivos, si bien no son homogéneas, es decir no toman a
todos/as por igual, no han dejado prácticamente nada como estaba antes.
d) La dimensión política: La modalidad asamblearia empleada hizo posible un modo de
construcción política autogestiva y horizontal, puede decirse que este modo ha
generado estilos específicos en la politización y empoderamiento de sus actores.
establecieron estrategias políticas dirigidas al exterior destinadas a producir alianzas
entre fábricas y empresas recuperadas y con los movimientos que las nuclean;
también con movimientos y organizaciones sociales, con el Estado y con partidos
políticos. Importa subrayar, que estos trabajadores y trabajadoras que optan por
asambleas autogestivas horizontales como forma de organización, resisten a la
jerarquización y a la delegación y tratan de tomar sus decisiones por consenso. Esta
capacidad de decidir ganada luego de una muy dura lucha, parece hacerles rechazar de
un modo categórico toda forma de delegación o de heteronomía. Se convierten en
protagonistas de experiencias de democracia directa, tanto al interior de la fábrica
como en las modalidades de sus vínculos con otras organizaciones.

Diversas situaciones llevaron a las/os trabajadoras/es a pensar y a sentir que tanto los
patrones como los sindicatos los habían traicionado y que por lo tanto a la hora de recuperar la
fábrica sólo podían contar con sus propias fuerzas. Esta práctica de democracia directa expresa
su rechazo al “representante”, ya que eso implicaría un sistema de delegación política no
confiable.

Ahora bien, hemos podido observar que el dispositivo asambleario autogestivo opera más allá
de los encuentros concretos. En este sentido es interesante lo que expresaba un trabajador,
“en un mes si no hay asamblea se escucha un rumor por los pasillos”. Asimismo, importa
subrayar que en algunas fábricas junto a la asamblea autogestiva establecida se produce una
suerte de estar asambleario en el cual las discusiones, por ejemplo respecto de los
ausentismos, las llegadas tardes, una menor implicación en los asuntos que no tienen que ver
con el trabajo concreto, etc., se desarrollan en todo momento en los pasillos, en los descansos,
en las comidas, en la cotidianeidad.

Algunos devenires actuales

La autogestión implica no sólo relaciones igualitarias entre ellos/as sino transformaciones en


sus subjetividades, en sus vínculos personales, en las corporalidades y en sus posicionamientos
frente a la vida. Implica a su vez, no sólo que en dichos dispositivos asamblearios se tomen
decisiones consensuadas sobre lo que hay que hacer, sino que muchas veces potencien la
capacidad de imaginar, inventar y crear modalidades muy ingeniosas para resolver los nuevos
problemas que se presentan día a día.
A lo largo del recorrido de estas experiencias autogestivas podemos ubicar desde el año 2001 a
la fecha, tres etapas en la consolidación de las fábricas recuperadas.

En la primera etapa se produce el vaciamiento patronal y la toma y ocupación como estrategia


colectiva de supervivencia. Se genera un fuerte pacto colectivo entre quienes participan de la
toma y ocupación de la fábrica.

“La única garantía era hacer todo entre todos”, expresaban las/os trabajadoras/es en el inicio
de estas experiencias. De aquí las prácticas de democracia directa en dispositivos asamblearios
horizontales y autogestivos. Es importante aclarar que no se trató de voluntades
revolucionarias y/o anhelos de transformación de la sociedad capitalista sino que, en situación,
tensaron la heteronomía de las estrategias biopolíticas de vulnerabilización y expulsión social.

La segunda etapa es el inicio de la producción. Se establece una modalidad asamblearia


permanente, de marcada horizontalidad. Allí instituyen el reparto igualitario del dinero. Se
crean fondos solidarios en vez de repartir excedentes.

La tercera etapa puede caracterizarse como de plena producción. Se inscriben legalmente


como Cooperativas de Trabajo pero la mayoría sostiene el dispositivo asambleario autogestivo
como órgano de decisión colectiva. Implementan variadas estrategias de comercialización y
normas de autorregulación.

Fábricas plegadas sobre sí mismas y fábricas abiertas constituyen específicos imaginarios


sociales y prácticas fabriles que permiten ubicar dos modalidades de construcción colectiva
diferentes. A estas cuestiones aludimos cuando hablamos de dimensión política de la
subjetividad.

Podemos decir que la cuestión de “la autogestión no pasa por que no haya líderes sino porque
estos no capturen la potencia colectiva” (Fernández et. al., 2007). Es bueno recordar aquí
aquello que A. Bauleo planteaba hace ya muchos años cuando decía que una buena práctica
de coordinación implica siempre “devolver los liderazgos al grupo”.

Las fábricas sin patrón no son hoy las mismas; algunas se han plegado sobre sí mismas
concentrándose en la producción y abandonando las decisiones cotidianas en organizaciones
más amplias que las nuclean. Están aquellas que, no sin dificultades, tensiones y rupturas,
avanzan día a día en la construcción de fábricas abiertas. Son las que continúan innovando sus
espacios-tiempos fabriles y mantienen una intensa relación con la comunidad y con otras
organizaciones y movimientos sociales.

La relación asamblea horizontal, autogestión, invención colectiva

En estas experiencias es posible distinguir transformaciones en la dimensión política de la


subjetividad. Las fábricas sin patrón constituyen una invención colectiva donde se despliegan
otros modos de trabajo y de propiedad. Se desarrollan novedosos procedimientos para llevar
adelante una producción sin patrón, al mismo tiempo que inauguran novedosas formas de
construcción política y de circulación de poderes.
Así por ejemplo, en la invención de estas modalidades de producción que no definen
propiedad, se desconectan producción y propiedad y dejan de armar bloque. Otra
naturalización de sentido que se desfonda es aquella que mantiene acopladas eficiencia y
disciplinamiento, es decir aquella por la cual se da por sentado que para que una producción
empresarial sea eficiente y por lo tanto competitiva, debe estar acompañada de férreas
disciplinas fabriles. Aquí eficiencia y disciplinamiento se desacoplan. Se saca el reloj, las y los
operarios preparan la comida y almuerzan todos juntos, escuchan música, toman mate,
conversan o discuten acaloradamente cuestiones que tendrán que tratar en la próxima
asamblea, etc. Sin embargo, la productividad no disminuye (Fernández, Borakievich, 2007).

Al desacoplar eficiencia de disciplinamiento, se ven en la necesidad de inventar otro sistema


de regulaciones colectivas. Las imprescindibles eficiencias se basarán ahora en la producción
colectiva de consensos de regulación sobre la base del compromiso compartido.

¿Cómo se produce la desconexión de estos aspectos de las lógicas capitalistas y la disposición a


la invención de otras prácticas fabriles? se conceptualizó la tensión entre lógicas colectivas de
la multiplicidad y lógicas colectivas de la representación. En el marco de estrategias de
supervivencia, estos colectivos en acción inauguran un campo de experiencia donde se
produce una particular sinergia en la cual las lógicas colectivas de la multiplicidad operan
permanentemente en tensión con las lógicas de la representación (Fernández, 2007).

En este sentido, una de sus invenciones más destacada, ha sido la puesta en práctica de
dispositivos asamblearios de democracia directa que, en acto, en situación, rehúsan las formas
de delegación y/o jerarquías internas propias de las lógicas fabriles tradicionales. La ausencia
de jerarquías es una modalidad de acción directa y esto se potencia también en las
corporalidades.

El despliegue de las horizontalidades implica el registro de potencias colectivas y subjetivas


socavadas por las operatorias de disciplinamiento y control fabril.

El funcionamiento de la asamblea horizontal, ha sido una de las más fuertes condiciones de


posibilidad para los procesos de recuperación de la imaginación y la acción colectiva.

De esta manera, para que se produzca invención, se creen nuevas formas de organización,
otros modos de regulación colectiva, nuevas prácticas y quizás también nuevas significaciones
imaginarias sociales, es preciso que un colectivo en algunos momentos opere desde lógicas de
la multiplicidad. De aquí que importe subrayar la operatoria de lógicas colectivas de la
multiplicidad como condición de posibilidad de la invención.

¿Cuál es entonces la relación que puede establecerse entre la asamblea horizontal, la


autogestión y la lógica de multiplicidad? ¿Qué hace que estos procesos se den en dispositivos
de democracia directa y no desde el sistema de las democracias representativas?

Para que un colectivo opere en lógica de multiplicidad, es decir, que actúe autogestivamente
inventando nuevas modalidades de acción y organización, es necesario que desborde la
organización delegativo-representativa existente. Al producirse la clausura de los sistemas de
delegación y representación por las sinergias de la asamblea horizontal y la apuesta a la acción
directa, estos colectivos de las fábricas sin patrón operan en lógica de la multiplicidad. De esta
manera, hacen posibles fuertes quiebres de las naturalizaciones de las lógicas fabriles
tradicionales, recuperando las capacidades de invención y acción, hasta ese momento
delegadas en los que más saben (especialistas, gerentes) o en los que detentaban la propiedad
de la fábrica o empresa.

Una de las consecuencias de poder pensar estos procesos como tensionándose unos a otros es
que no pueda considerarse a ninguno de los dos polos como un estado instalado de una vez y
para siempre. Es decir que la multiplicidad autogestiva estará siempre asediada por la vuelta a
la representación y la representación no podrá pensarse como un modo de construcción
política inmodificable (Fernández, Borakievich, 2007).

Como señalábamos en el apartado anterior, es en la sinergia de democracia directa-


autogestión-horizontalidad donde ha sido posible recuperar el espacio fabril e inventar
modalidades productivas sustentables. Al mismo tiempo, se han producido procesos de
transformaciones subjetivas, que recuperaron anhelos y potencias deseantes, dignidad,
capacidad de imaginación y de acción. Podría subrayarse que al recuperar fabrica dignidad,
potencias deseantes, se torna accionable y visible en las prácticas cotidianas la multiplicidad.

Recuperar la cultura: las escuelas en las fábricas

Pensamos que la inauguración de la escuela en la fábrica y de la fábrica como escuela, ha sido


posible por el sostenimiento de “el método” -asamblea autogestiva horizontal, independencia
política y vinculación con la comunidad- que radicaliza día a día la apuesta de aquellas fábricas
que hemos caracterizado como fábricas abiertas.

Así por ejemplo, la fábrica recuperada Zanón implementa un anexo dentro de la misma fábrica
donde funciona una escuela estatal. Forma parte de una estrategia socioeducativa asumida
desde los trabajadores que apunta a dar continuidad a la lucha que vienen llevando adelante
desde que pusieron la fábrica a producir. Bajo las consignas “Estudiar para luchar y luchar para
estudiar” y “Sin saber no se puede luchar, sin luchar no se puede saber”, inauguran una
experiencia educativa, que más allá de dar respuesta a una necesidad concreta de
alfabetización de los trabajadores, sostienen que constituye “la posibilidad de llevar adelante
un proceso de formación con los compañeros de trabajo y de lucha”. Se trata de habilitar un
espacio educativo que esté en relación directa con una construcción política colectiva que
busca definir una escuela que se inscriba en la experiencia de autogestión de los trabajadores.

“un proceso como el que las obreras y obreros están viviendo debe ser acompañado por un
experiencia político-pedagógica que haga posible ver la propia vida, la propia experiencia, la
historia y la sociedad, la producción, la economía y la política”. Sostienen que la educación
debe estar “al servicio de las necesidades de los trabajadores y de la comunidad y constituirse
en una educación para la libertad”.

Refieren que la apertura de la escuela puede dar respuesta a las familias de obreros y obreras
de otras fábricas ubicadas en el Parque Industrial de la provincia de Neuquén o que viven en el
radio de la fábrica y que por cuestiones laborales no pueden cursar en otros establecimientos
educativos.
Los propios trabajadores expresan que la apropiación de este espacio educativo no es algo que
se logre con la mera presencia de la escuela en el espacio de la fábrica. Requiere comprender
que la lucha por la gestión obrera implica no sólo recuperar la posibilidad de trabajar sino
“recuperar aquellos espacios culturales, de formación, que ponen en juego otras capacidades
subjetivas: expresivas, lúdicas, intelectuales”.

“es difícil ir contra la cabeza de los trabajadores que son construidas por el sistema capitalista,
que te dice cómo tenés que trabajar y donde no hay lugar para hacer otras cosas. Pero hay que
entender que una fábrica bajo control obrero implica que acá haya también una escuela, una
biblioteca popular y un grupo de teatro. Muchos sienten vergüenza de ponerse a estudiar o de
hacer teatro frente a sus compañeros pero acá estamos… es un trabajo de todos los días
entender que esto también es parte de la lucha”

A diferencia de la escuela de Zanón que es pensada para los trabajadores, a los bachilleratos
populares concurren jóvenes y adultos en su mayoría desempleados, con empleos precarios,
de barrios marginales, mujeres embarazadas o con varios hijos. Es decir una población que ha
sido sistemáticamente expulsada del sistema educativo. En este sentido, estás son escuelas
que desde sus propuestas pedagógicas buscan contemplar las dificultades que jóvenes y
adultos -en situación de vulnerabilización social- tienen para sostener la concurrencia a la
escuela y apropiarse de un espacio de formación que intenta promover la participación y el
protagonismo de los estudiantes, pensados como sujetos políticos (Fernández, Calloway,
Cabrera, 2009; Cabrera, 2010).

Toma relevancia así el dispositivo asambleario autogestivo, del que participan docentes,
estudiantes y en algunas ocasiones los trabajadores, como parte de su propuesta pedagógica.
La asamblea horizontal y autogestiva se constituye en una instancia donde se toman
decisiones, donde se dialoga sobre las problemáticas que puedan surgir en el aula, donde se
deciden acciones para acompañar la lucha de las recuperadas. Los propios docentes refieren
que la instancia asamblearia constituye para los estudiantes “un ejercicio cotidiano donde van
aprendiendo a defender las propias ideas, los propios criterios” (Cabrera, 2012).

Son experiencias que apuestan a que los estudiantes vayan alcanzando grados de autonomía y
libertad en relación a los procesos de enseñanza-aprendizaje. Para esto, uno de los modos que
encuentran es no replicar en estas experiencias dispositivos ligados al poder disciplinario tan
habituales en las instituciones educativas que disciplinan cuerpos y saberes reproduciendo
individuos.

Evitan de esta manera el dispositivo de examen, de evaluación numérica y las amonestaciones


como forma de castigo. Proponen módulos temáticos que empiezan y finalizan en cada clase
para que aquellos estudiantes que no pudieron asistir a una clase, la siguiente puedan
participar de la misma. Evitan dar tareas para la casa en tanto ponderan que muchos de los
estudiantes no cuentan con recursos materiales, tiempo y lugares apropiados para realizar las
mismas. Si bien llevan un registro de las asistencias no contemplan la posibilidad de que
alguien pierda el año escolar por tener reiteradas ausencias a clases.

El establecimiento de espacios educativos en las fábricas es una de las tantas


reconfiguraciones que estos obreros y obreras han hecho posible.
Como citar. Fernández, A., Cabrera, C. (2012) El campo de la experiencia autogestiva: Las
fábricas recuperadas en la argentina, Revista Sujeto, Subjetividad y Cultura, 4, Octubre, pp. 6-
23.

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