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(compiladoras)
Didáctica de las
ciencias sociales
Aportes y reflexiones
PAIDOS
Buenos Aires - Barcelona - México
C u b ierta de G ustavo Macri
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modificada, escrita a máquina, por el sistem a “multigraph*, mimeógrafo, impreso por
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ISBN 950-12-2110-5 1
C apítulo I
EPISTEMOLOGIA DE LA DIDACTICA
DE LAS CIENCIAS SOCIALES
Alicia R. W. de Camilloni
I ntroducción
1. Bruner, Jerome, Hacia una teoría de la instrucción, M éxico, UTEHA, 1969, cap. 4.
2. Stenhouse, Lawrence, “El aprendizaje hacia la responsabilidad” en Edmund J. King y
col.: Las necesidades de la sociedad moderna y la función del maestro, Buenos Aires, El
Ateneo, 1973.
EPISTEMOLOGÍA DE LA DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES 27
énfasis en uno u otro argumento según quién sea el autor, que la teoría
didáctica no puede tener carácter científico en razón de su estrecha relación
con una actividad práctica como la actividad docente y por causa de sus
presupuestos valorativos, de su carácter normativo o prescriptivo y de los
modos de validación o justificación de sus conclusiones que son empleados
corrientemente.
Este razonamiento, sin embargo, parte de un supuesto que debe ser ana
lizado y discutido, porque el concepto de ciencia que se adopta responde a
la misma interpretación positivista de la ciencia, que para algunos
epistemólogos pone en cuestión, también, el carácter científico de las deno
minadas ciencias sociales.
Según ese concepto positivista de la ciencia, ella tiene como meta alcan
zar la verdad, y postula como ideal el logro de un conocimiento absoluto
de la realidad en sí misma. Pretende llegar a conocer la totalidad de su
dominio. Y, aunque algunos de estos autores acepten, incluso, que las teo
rías científicas tienen un carácter hipotético, metas móviles, un camino
itinerante y carencial, se descartan siempre de las teorías que son calificadas
como científicas todas las implicaciones normativas. En esta concepción, la
ciencia es eminentemente desinteresada, en el mismo sentido en que Aris
tóteles diferenciaba la teoría de la praxis y de la poiesis.
Así, pues, en este enfoque, razón y decisión, conocimiento y valores
están estrictamente separados entre sí. El interés y la inclinación son expul
sados de la ciencia. O son apartados, al menos, cuando no responden a lo
que se establece como racionalidad científica. Es el caso de Popper, por
ejemplo, cuando exige “como una las tareas más significativas de la crítica
científica, la desvelación de las confusiones de esferas de valor y la sepa
ración de cuestiones concernientes a valores puramente científicos como la
verdad, la relevancia, la sencillez, etc., de problemas extracientíficos”.5 Los
dominios del ser y del deber ser se diferencian rigurosamente. Y el campo
del deber ser queda librado a la irracionalidad. En su crítica a esta postura,
Jurgen Habermas sostiene que, a partir de esta concepción de la ciencia,
“cada valor individual aparece como un apelotonamiento de sentido, mar
cado tan sólo con el estigma de la irracionalidad. A causa de ésta, la pre-
5. Popper, Karl R., “La lógica de las Ciencias Sociales”, en Popper, K. R. Adorno, T.
Dahrendorf y Habermas, J., La lógica de las Ciencias Sociales, México, Grijalbo, 1978, pág.
20.
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ponderancia de un valor sobre otro, esto es, el compromiso que tal valor
exige para su actuación, no puede de ningún modo fundamentarse”.6
En el marco de una concepción positivista o neopositivista de la ciencia,
por lo tanto, sería discutible toda afirmación que postule el carácter cientí
fico de la didáctica, del mismo modo que muchos enfoques y teorías de las
ciencias sociales caen bajo idéntico anatema racionalista. Para esta corrien
te, entonces, la didáctica es una disciplina que no puede ser considerada
como un punto de vista científico porque está íntimamente ligada a la bús
queda del logro práctico de los fines de la educación, comprometida, por
consiguiente y necesariamente, con un plexo de valores, con un discurso
que nunca puede excluir los juicios del deber ser, aunque sí pueden caber
dentro de ella diferentes teorías científicas.7 La didáctica, a partir de la
aceptación de una concepción positivista o neopositivista de la ciencia, es
una teoría diferente, no científica. Es una teoría práctica.
Frente a esta postura epistemológica, ejemplificada en Moore y Hirst, no
se trata de manifestar nuestro disenso centrando el eje de la discusión en
una descripción y una caracterización diferentes de las que se hace de la
didáctica, desde esa perspectiva.
Nadie podría afirmar seriamente que la didáctica es desinteresada y
objetiva, o que se limita a desarrollar un conocimiento explicativo o com
prensivo de los procesos que configuran su dominio y que no presenta
postulaciones normativas para la acción. Lo que sí debe discutirse, y se ha
discutido efectivamente, es el concepto positivista de la ciencia, en particu
lar cuando es aplicado al análisis de las ciencias sociales. En este terreno,
otros autores han revelado no sólo lo inapropiado de una concepción se
mejante, porque no describe lo que ocurre históricamente en este campo
de construcción de conocimiento, sino también porque es programáticamente
limitante, porque amputa desarrollos ya realizados y obstaculiza concrecio
nes posibles de los conocimientos acerca de las problemáticas sociales. Si
bien ninguna ciencia se limita a reflejar más o menos pasivamente el mundo
exterior, en las ciencias sociales la neutralidad valorativa es imposible. Es
en la región de construcción del conocimiento acerca de la sociedad y los
procesos sociales donde se advierte más intensa y directamente la importan
cia de los valores. Gunnar Myrdal asegura que la valoración es parte de la
6. Habermas, Jurgen, Teoría y praxis, Buenos Aires, Sur, 1966, pág. 141.
7. Moore, T. W., ob. cit., pág. 21.
30 DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
8. Citado por Jeizy Topolsky, Metodología de la historia, Madrid, Cátedra, 1983, pág.
261.
9. Popper, Karl, ob. ciL, pág. 11.
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10. Popper, Karl, citado por Luis Angel Rojo, “El método empírico y el conocimiento
económico” en Ensayos de filosofía de la ciencia, Simposio de Burgos, Madrid, Tecnos,
1970,'pág. 97.
11. Weber, Max, “La objetividad del conocimiento en las ciencias y
en Sobre la teoría en las Ciencias Sociales, Barcelona, 1971, pág. 1
32 DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
15. Habermas, Jurgen, Teoría y praxis , Buenos Aires, Sur, 1966, pág. 161.
34 DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
19. Braudel, Femand, La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 1968, pág. 112.
38 DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
22. Taylor, Charles, “La teoría social como práctica” (fragmento), en J. M. Mandones:
Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales, Barcelona, Anthropos, 1991, pág. 310.
40 DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
23. Apple, Michael, Ideología y currícuio, Madrid, Akal, 1986, pág. 119.
24. Veca, Salvatore, “Modos de la razón”, en Aldo Gargani (comp.), Crisis de la Razón,
México, Siglo XXI, 1986, pág. 257.
25. Castoriadis, Comelius, “La institución imaginaria de la sociedad”, en Eduardo Co-
lombo: El imaginario social, Montevideo, Tupac-Nordan, 1989.
EPISTEMOLOGÍA DE LA DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES 41
misma una forma de la práctica social, es un camino abierto a docentes y
alumnos para la construcción y la restauración de los significados sociales
en una y diversas sociedades y con una y diferentes miradas. Para ello
deben utilizar las que Bruner denomina “poderosas herramientas de inter
pretación”. No existe una única explicación causal del hombre, la sociedad
y la cultura. “En última instancia —escribe Bruner— ni siquiera las expli
caciones causales más poderosas de la condición humana pueden tener sentido
y plausibilidad sin ser interpretadas a la luz del mundo simbólico que cons
tituye la cultura humana”.26 Una cultura en la que, a través de “prolongados
e intrincados procesos de construcción y negociación” de significados, se
instituye la noción de “realidad social”, de carácter público y comunitario
que sirve de base para que “la gente organice su experiencia, conocimiento
y transacciones relativos al mundo social”.27 La enseñanza de las ciencias
sociales es una forma privilegiada de intervención en ese proceso, que debe
dar paso a la ruptura epistemológica necesaria para la conquista de un
conocimiento científico de la propia realidad y de los procesos sociales en
lo que se instituye y a los que ella instituye a su vez.
26. Bruner, Jerome, Actos de significado, Madrid, Alianza, 1990, pág. 133.
27. Idem, pág. 49.