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Ensayo: El viejo y el mar

“La lucha de hombre contra la naturaleza”

Habilidades comunicativas

María Verónica Peláez Cardona

Brayan Felipe Rodriguez Trujillo

Licenciatura en música- 1° semestre

Universidad Tecnológica de Pereira


1 de Mayo de 2023
La lucha del hombre contra la naturaleza

Hombre y naturaleza están obligados a coexistir, qué sería del hombre sin un medio donde
vivir y aunque para la naturaleza a veces no parezcamos indispensables aquí estamos
como una más de sus creaciones.

En la obra de Ernest Hemingway, El viejo y el mar, se nos relata la historia de un viejo


pescador que lleva 84 días sin lograr pescar algo, a pesar de esta mala racha decide salir
nuevamente, “85 es el número de la suerte” dice convencido de que encontrará fortuna
con este nuevo intento. Ya estando en alta mar el viejo al no tener más compañía que la
inmensidad del mar empieza a divagar en pensamientos y reflexiones sobre su vida.

Entre los pensamientos del viejo llegan recuerdos de los animales con los que ha
convivido a lo largo de su vida como pescador, se encuentra con aves fragata y admira su
habilidad de moverse por el cielo y pescar, nos explica como los marineros las usan de
guía para saber en dónde se encuentran los peces, recuerda a las medusas y como no le
agradan mucho debido a lo doloroso de su picadura, recuerda a las tortugas, admira a las
tortugas, ama ver como se comen las medusas, también nos narra sobre los peces
voladores, los dorados y los tiburones.

En medio de toda esta conversación que tiene el viejo consigo mismo resaltan dos puntos,
el primero a mencionar sería la admiración por el cielo y las estrellas, es bien conocido
que los marineros además de usar aparatos, como la brújula, para guiarse en sus viajes,
también saben leer el cielo, conocen muy bien a las estrellas y sus constelaciones, saben
predecir el clima debido a que dependen de este para que sus expediciones tengan éxito.
Mirar al cielo a puede llegar a ser aterrador, sentirnos diminutos ante su inmensidad y
majestuosidad, pero aquí el viejo nos dice que simplemente hay que tenerle respeto, no
podemos escapar del cielo, no importa en donde estemos, como humanidad dependemos
en gran medida de todo lo que el cielo nos pueda proveer.

El segundo punto es el mar, aunque aquí se hace referencia a “La mar”, así, en femenino.
El mar es hostil y peligroso, en cambio la mar es un ente lleno de bondad que concede y
niega favores según su sabiduría. Estando en la mar el viejo conoce al “El bonito”, así
llama al pez que ha logrado enganchar, aunque no conoce realmente contra que se está
enfrentando, solo puede ir haciendo suposiciones, la primera es que está con un pez de
gran tamaño debido a que este lo arrastra con todo y bote, pero nuestro protagonista sabe
que no debe alarmarse por esto, se llena de paciencia y deja a su pez actuar según su
instinto. La segunda suposición es que El bonito ya ha sido capturado por otros pero este
se libró de su cruel final, por eso sabe cómo actuar y no intenta zafarse usado la fuerza
bruta.

En medio de esta batalla el viejo empieza a hacer planes de lo que hará cuando vuelva a
tierra con el gran pez que ha capturado, una acción muy humana anticiparse a los hechos,
todos somos culpables de alguna vez hacer algo así. Han pasado 84 días en los que llega
con las manos vacías a casa, esto implica no tener dinero para suplir sus necesidades
básicas, aun así él no se llena de desespero, su estrategia es simple, esperar. Concordamos
en que cualquiera en su posición hubiese optado por hacer algo diferente, tal vez probar
suerte con un arpón, tal vez halar el sedal para tener el pez a la vista, incluso tratar de
impedir ser arrastrado mar adentro, pero la estrategia del viejo es simplemente tener
paciencia, él sabe que pelear contra un animal tan imponente y en medio del agua le da
todas las de perder, así que no gastará energía en ello. Cuanto nos gusta pensar que como
humanos somos la especie dominante y podemos doblegar la voluntad de la naturaleza,
como si pudiéramos ganar una batalla cuerpo a cuerpo con cualquier animal.

Finalmente entre tantos pensamientos que van y vienen de la mente del viejo llega la
pregunta: ¿Por qué casamos peces? ¿Es realmente una necesidad? ¿Es simplemente su
profesión de pescador? ¿La respuesta es la cadena alimenticia? Bueno, hay peces que
comen otros peces, razona el viejo, así que porque nosotros no podríamos consumirlos.
Centremos la conversación nuevamente en el hecho de que los humanos solemos olvidar
que somos simplemente una especie más en este basto planeta y nos autoproclamamos
los dueños de todo. La caza, la agricultura, el transporte, la urbanización, todo lo que
hacemos en nuestro diario vivir tiene un impacto en el medio ambiente, creemos que
tenemos domada a la naturaleza, pero la realidad es que, al igual que El bonito con el
viejo, ella nos va arrastrando tranquilamente, probando nuestras acciones, evaluándonos;
pero nosotros no somos como el viejo, no contamos con paciencia infinita, no dejamos
que La mar, El bonito o el cielo tomen sus decisiones primero para luego actuar nosotros,
realmente no sabemos vivir en equilibrio.

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