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El documento define la ciudadanía como un conjunto de derechos políticos que permiten a los individuos participar en el gobierno a través del voto y postularse para cargos públicos. También implica que los ciudadanos cumplan con sus deberes para el bien de la comunidad en la que viven. La ciudadanía ha evolucionado a través de las etapas de derechos civiles, políticos y sociales. Su principal objetivo es mejorar el bienestar público a través de la participación ciudadana.
El documento define la ciudadanía como un conjunto de derechos políticos que permiten a los individuos participar en el gobierno a través del voto y postularse para cargos públicos. También implica que los ciudadanos cumplan con sus deberes para el bien de la comunidad en la que viven. La ciudadanía ha evolucionado a través de las etapas de derechos civiles, políticos y sociales. Su principal objetivo es mejorar el bienestar público a través de la participación ciudadana.
El documento define la ciudadanía como un conjunto de derechos políticos que permiten a los individuos participar en el gobierno a través del voto y postularse para cargos públicos. También implica que los ciudadanos cumplan con sus deberes para el bien de la comunidad en la que viven. La ciudadanía ha evolucionado a través de las etapas de derechos civiles, políticos y sociales. Su principal objetivo es mejorar el bienestar público a través de la participación ciudadana.
Este concepto de ciudadanía está ligado al derecho, sobre todo en lo que se
refiere a los derechos políticos, sin los cuales el individuo no puede intervenir en los asuntos del Estado, y que permiten la participación directa o indirecta del individuo en el gobierno y en la consiguiente administración a través del voto directo para elegir o para competir por cargos públicos de forma indirecta. La ciudadanía exige al individuo, como habitante de la ciudad, como dice la raíz de la palabra, que cumpla sus deberes, y que, como individuo de acción, lleve a cabo sus tareas para su bien y también para el desarrollo de la comunidad en la que vive, ya que los problemas de la ciudad deberían ser una preocupación de todos los ciudadanos. ciudadana es un concepto regularmente empleado para designar un conjunto de procesos y prácticas sociales de muy diversa índole. De aquí, el problema o riqueza de su carácter polisémico. Problema porque la pluralidad de significados, en ciertos momentos, ha conducido a un empleo analítico bastante ambiguo. Riqueza, porque la multiplicidad de nociones mediante las que se ha enunciado ha permitido acotar, cada vez con mayor precisión, los actores, espacios y variables involucradas, así como las características relativas a la definición de este tipo de procesos participativos.
Importancia: Todas las personas tenemos derechos y ser ciudadanos y
ciudadanas nos otorga un estatus especial como miembros de una comunidad. En este sentido, la ciudadanía nos vuelve integrantes de un Estado y nos adscribe a una serie de acuerdos, normas y prácticas compartidas que constituyen una comunidad política.
ETAPA: La ciudadanía según Marshall se habría desarrollado en tres fases: civil,
político y social
Finalidad: Su principal objetivo es mejorar el bienestar público. Las acciones
que sólo buscan el beneficio individual, en cambio, no están vinculadas a la ciudadanía. La ciudadanía plena de todos los ciudadanos es imprescindible para el buen funcionamiento de una democracia. ¿Como se puede adquirir la ciudadanía? La nacionalidad se solicita por medio de un memorial dirigido al Ministro de Relaciones Exteriores. Luego de recibido el memorial, se examina la documentación y se notifica al interesado que deberá ratificar su solicitud y cumplir con los requisitos que se le indiquen si el expediente no está completo. “Características de la ciudadanía” Llamamos ciudadanos a las personas libres e iguales que cooperan socialmente. La libertad y la voluntad de cooperar son los dos rasgos que deben definir a la ciudadanía. Dos rasgos que van más allá de la definición ya canónica de “ciudadanía” que debemos al sociólogo Alfred Marshall, para quien el ciudadano era básicamente el sujeto de los derechos civiles, políticos y sociales. La definición de Marshall significó un avance en su momento, en especial por la alusión a los derechos sociales, recientemente reconocidos y poco aceptados de hecho por los estados de derecho. Es una caracterización del ciudadano, sin embargo, que hoy se nos queda corta e insuficiente. El ciudadano no es sólo sujeto de derechos, sino también de obligaciones. No sólo hay que garantizarle la libertad, con todos los condicionamientos que el derecho a la libertad supone, sino que el individuo, en la medida en que se considera ciudadano de una democracia, tiene la obligación de cooperar con la sociedad. De lo contrario, es difícil que la democracia funcione y prospere. Especialmente obligado ha de sentirse el ciudadano que vive en un estado de bienestar, esto es, en un estado de derecho que ha positivizado los derechos sociales. Conviene insistir en la idea de ciudadano como sujeto de deberes, ya que uno de los déficits de las democracias actuales es, precisamente, la escasa participación ciudadana, la falta de compromiso del ciudadano con su ciudad o con la sociedad en su conjunto. Lejos está aquella “libertad de los antiguos”, teorizada por benjamín Constante, entendida como libertad para participar en la vida pública. Hoy la libertad es pura independencia para construir una satisfactoria vida privada. Votar periódicamente y pagar los impuestos son las únicas obligaciones que el ciudadano reconoce, y aún sin demasiado entusiasmo. La abstención en las urnas aumenta en cada contienda electoral, y pocos pagarían impuestos si la administración