Está en la página 1de 26

DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

20 de junio de 1964, servicio en la noche


Topeka, Kansas, EE. UU.

1 Leamos del–del Libro de San Marcos, creo que había, he escogido


leer por un ratito y hablar al respecto, y el versículo 46 del–del
capítulo 10. Pongámonos de pie en respeto a la Palabra, mientras
leemos. La Palabra es Dios. Todos sabemos eso. Así que Uds. se ponen
de pie, prometen lealtad a la bandera, lo cual deberían hacer; se paran
para saludar a la bandera cuando va pasando; ¿por qué no por la
Palabra de Dios cuando está siendo leída?
Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó ellos y Sus
discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de
Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y
a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba
mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y
llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te
llama.
Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y
el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
...Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida
recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
2 Oremos. Gran Espíritu Santo, vivifica esta Palabra a nosotros, esta
noche, en este pequeño drama. Y que veamos esta escena vivida otra
vez, y, que al hacer eso, recibamos fe que Dios vive todavía, y que Él es
el mismo ayer, hoy, y por los siglos. Lo pedimos en el Nombre de
Jesús, Su amado Hijo, nuestro Salvador. ¡Amén!
Se pueden sentar.
3 Nuestro tema esta noche es: Dios Tiene Un Cordero Provisto.
4 Y ahora esta mañana tuvimos un gran tiempo, mientras vimos a
Jesús entrar en Jericó. Y nos dimos cuenta de que había un pequeño
hombre allí llamado Zaqueo, él–él se subió a un árbol sicómoro y se
camufló, porque no creía que Jesús era un profeta. Pero su esposa era
una discípula de Jesús, y había estado orando por él. Y cuando Jesús
llegó a estar directamente debajo del árbol, se detuvo, miró hacia
arriba y lo llamó por su nombre, y dijo: “Desciende, voy a ir a casa
contigo hoy”. Y pensé que sería algo bueno esta noche, también,
2 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

mientras estamos aquí, que sólo continuáramos con Jesús. Le pedimos


a Él esta mañana que fuera con nosotros, y nosotros queríamos ir con
Él, y sólo continuemos con Él a través de Jericó.
5 Ahora esta noche, nuestra escena se abre en el mismo lugar, en
Jericó otra vez, y Jesús está en la casa de Zaqueo ahora, comiendo
Su–Su comida. Y es un día frío de octubre, y todavía es bastante
temprano en la mañana, y el viento viene descendiendo del–del
monte. Por allá en Judea, se pone muy frío allá, temprano en la
mañana, especialmente en ese tiempo del año.
6 Y el país en aquel tiempo, aun como es allá en el país antiguo
ahora, está lleno de mendigos. Se ponen en las esquinas de las calles
y mendigan. Yo... Allá en esos países todavía, las calles están llenas de
mendigos. En la India y, oh, África, y muchos lugares, ellos todavía
tienen mendigos; cojos, mancos, ciegos y paralíticos. Y a veces las
personas que no pueden ganarse la vida por sí mismas, sólo mendigan
y se quedan allí sentadas a veces y se mueren de hambre.
7 Yo, en la India, sólo me fui caminando por las calles, con algo de
dinero que se me había dado por esta gente, y lo cambié de dólares a
rupias. Y tratando de–de repartirlo, pues, tuvieron que conseguir una
milicia para sacarme de la calle; ellos se precipitaron sobre mí. Y había
pobres mujercitas allí tendidas, muriéndose de hambre. Un pequeño
bebé, y tenía tanta hambre a tal grado que la carne se le pegaba a los
huesos, y donde se podía ver que se unía el pequeño cráneo. Y le dan
a uno el bebé, tratando de hacer que se lleve el bebé para que no
muera. Si toma a este, ¿qué de ese, qué de este, qué de...? ¡Oh, qué
cosa!, es, Uds.–Uds.... Si Uds. vieran lo que echamos al bote
[cubo–Trad.] de la basura aquí, casi alimentaría a esa gente. Uds.
simplemente no se dan cuenta de qué tan bien está este país, cuando
ven al resto del mundo muriéndose de hambre.
8 Y está lleno de mendigos. Y este día, mientras se abre nuestra
escena, había un... Nos damos cuenta de que todos estos mendigos
vienen, por lo general, en Jericó, a la puerta del norte, que venía de
Jerusalén. Jericó no era una ciudad muy rica. Pero Jerusalén, el gran
lugar famoso del templo, de estilo propio, y–y todos los ricos se
mudaban a Jerusalén, y era una gran ciudad de glamour. Y la gente
que venía de allí era bastante rica. Y los mercaderes, y demás, cuando
entraban, durante el día, estos mendigos tenían sus puestos; era una
ley que no estaba escrita, ellos sabían dónde cada uno se pondría para
el suyo, mendigando su pan, sus limosnas.
9 Y ellos tenían que llegar allí temprano cuando llegaban los
mercaderes, porque tal vez el hombre sólo ayudaba un mendigo al día,
tenía una moneda que él ponía en su bolsillo antes de salir. Y, por
supuesto, en ese tiempo, Roma gobernaba a Palestina, y la moneda era
un denario romano. Y así que ellos tenían una–una pequeña moneda,
20 de junio de 1964, servicio en la noche 3

él se la arrojaba al primer mendigo, tal vez, y eso era suficiente para


el día. Él no tenía lo suficiente para–para darle a cada mendigo. Así
que el primero que se encontraba con él, por supuesto, recibía la
moneda. Así que ellos tenían sus lugares afuera de las puertas, aun
antes que la gente entrara a la ciudad, los turistas, y demás. Y ellos se
ponían a la puerta del norte, especialmente, para atraer a los turistas
que venían de allá.
10 Y mientras vemos, esta mañana de la que estamos hablando, el sol
ya comenzando a salir, como a las nueve, hubo un mendigo ciego que
llegó un poco tarde.
11 Él había tenido una mala noche. Estaba ciego. Había estado ciego
desde que era un muchachito. Y había llegado tarde. Él no... Se había
quedado dormido, esa mañana, porque durante toda la noche había
estado soñando que podía volver a ver. Y él había dado vueltas en su
cama. Y–y él podía ver, pensaba que podía ver, y despertar con esta
desilusión, que no podía ver. Realmente, era sólo un sueño.
12 Y él se había abierto paso a su lugar. Y cuando llegó allí (ahora este
es un drama, para llegar a mi punto) no había nadie allí. Había algo
raro que había sucedido. Aún ni eran las nueve y media o diez, y–y no
había mendigos allí. Por lo general, cada persona estaba en su lugar.
Él no sabía qué había sucedido en la ciudad; tuvimos eso en nuestro
desayuno matutino, esta mañana, y hablamos al respecto. Jesús había
entrado por la puerta y había entrado a la ciudad, y–y mucha gente
había entrado para enterarse de qué se trataba todo eso, y los
mendigos se habían ido. Y él no sabía esto, al llegar tarde. Así que
podemos verlo mientras comienza a llamar diferentes nombres, y no
hay–no hay nadie allí. Un asunto poco solitario. Él se preguntó,
bueno, tal vez los–los oficiales romanos los habían corrido del lugar
o algo. Así que no oía a nadie, así que él... Estaba un poco frío, y estaba
andrajoso y su ropa estaba bastante gastada.
13 Y él anduvo a tientas hasta que encontró una roca que estaba allá
en el sol, que probablemente se había caído de los muros cuando Dios
había derrumbado el muro antiguo, en los días de Josué. Él se sentó
en esta roca, y estaba tratando de pensar en su sueño la noche
anterior, cuán real sería si realmente pudiera ver. Pero él–él no podía
ver. Estaba ciego. Y comenzó a pensar en estas cosas, y su mente
divagó volviendo a su niñez.
14 Uds. saben, me–me gusta hacer eso, sentarme y pensar acerca de
cosas que ya pasaron, cosas placenteras, de victorias que he visto al
Señor ganar y–y los tiempos.
15 Y Bartimeo, como lo conocemos por nombre, soñando esa noche
que había recobrado su vista, comenzó a pensar en cuán real sería si
realmente pudiera ver. Él pensó: “Oh, he estado ciego por tanto
4 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

tiempo, no sé cómo aun sabría cómo transitar otra vez”. Así que
comenzó a pensar en muchos años atrás, cuando era un niñito. Él solía
jugar allá en la ladera, en la ribera por donde desciende el Jordán; y
el valle está allá abajo, donde cultivaban granos. Y él vivía al lado de
la ladera, diremos. Y se acordó de cuán bonito era, y en la primavera,
observar–observar las–las pequeñas flores mientras crecían; y cómo
él recogía pequeños puñados de ellas, y se sentaba y miraba hacia los
bonitos cielos azules.
16 Uds. saben, la ceguera es una cosa horrible. Cuando veo a un
hombre ciego, mi corazón siente algo por él. Pero, sin embargo, yo sé
de una ceguera que es peor: la ceguera espiritual; cómo Dios hizo al
hombre para–para visualizarlo a Él, y ellos no lo pueden hacer.

17 Una vez, en el zoológico de Cincinnati, yo estaba allá, mi pequeña


hija y nosotros estábamos. Soy un gran amante del aire libre, como
Uds. saben. Y vi que ellos habían apresado un águila y–y la habían
puesto en una jaula, ¡y esa pobre ave! Oí un ruido; y yo estaba
sosteniendo a la pequeña Sara de la mano, y nosotros–nosotros fuimos
allá a la jaula. Y allí esta gran ave, con sangre en toda su cara, las
plumas todas arrancadas. Yo pensé: “¡Qué cuadro tan lamentable!”.

18 Ella bajó. Volvió a caminar al otro lado de la jaula. Comenzó, y allí


venía, aleteando sus alas otra vez, para–para golpear su cabeza contra
el lado de la–de la jaula, aleteando sus alas, tratando de salir de la
jaula, y arrancándosele las plumas. Pero ella había sido capturada.
Volvió a caer al suelo y se quedó allí, y sus ojos se le voltearon, miró
hacia arriba y vio los cielos azules para los cuales ella nació. Es un ave
celestial, Uds. saben. Pero, ¿ven Uds.?, algún logro sagaz del hombre
la había puesto en una jaula.

19 Me quedé allí parado mirándola. Pensé: “Daría cualquier cosa si


pudiera comprarla. Si la pudiera comprar, la soltaría, diría: ‘Adelante,
ave, te–te gustará eso. A mí también. Sé libre y sube allá. Perteneces
allá arriba. Naciste para eso’”. Yo pensé: “Ese es el cuadro más
lamentable que alguna vez he visto”.

20 Levanté a Sara, la sostuve en mi brazo. Le dije: “Cariño, allí está


uno de los peores cuadros que alguna vez tus ojos verán”.

21 Me quedé allí parado, pensando. Pensé: “No, yo–yo sé de un


cuadro peor que ese. Mira allá arriba en el cerro; esos hombres con
una lata de cerveza en su mano, mujeres con pantaloncitos cortos
puestos, con un cigarrillo”. Cuando realmente nacieron para ser hijos
e hijas de Dios, y allá están en una jaula de pecado en la que satanás
los ha metido. Lamentables, espiritualmente ciegos, enjaulados; tal
vez pertenecen a alguna iglesia, cantan en un coro, pero, sin embargo,
enjaulados en el pecado.
20 de junio de 1964, servicio en la noche 5

22 Y mientras Bartimeo trataba de pensar en aquel tiempo cuando era


un niñito, como cerca de las dos, en la tarde, su hermosa madrecita
judía lo llamaba: “Bartimeo”. Casi podía volver a oír su voz, mientras
hacía eco por los cerros, y él venía corriendo. Y ella salía allí al porche
de enfrente y cogía la vieja mecedora, y lo levantaba en sus brazos. Y
él recordó cómo miraba a sus ojos hermosos, y qué hermosa madre
tenía él. Y cómo solía mecerlo hasta que se dormía, para que tomara
su descanso de la tarde. Y cómo ella hacía eso, le contaba historias,
historias de su pueblo, y de los grandes y poderosos profetas de Dios
que habían estado entre ellos. Y cómo le encantaba a él eso, le
encantaba oírlo.
23 Es una lástima que las madres sientan a sus hijos para ver un
programa de televisión de algún escándalo de Hollywood; en lugar de
hacer lo mismo, contándoles historias de la Biblia.
24 Pero ella era una genuina madre hebrea, y ella le contaba al
pequeño historias. Ella decía, le contaba de Dios enviando al gran
poderoso Moisés, cuando ellos eran esclavos allá en Egipto. Dios había
prometido al padre Abraham que Él los libraría. Y Él se le apareció a
un–un gran profeta que Dios levantó entre ellos, llamado Moisés. Y Él
vino en la forma de una Columna de Fuego, y envió a Moisés allá a
Egipto, y las grandes señales y maravillas poderosas con las que Él los
sacó. Y cómo en el desierto, sin pan o nada para comer; sin embargo,
ellos estaban andando en la línea de la obediencia, y Dios hizo llover
pan del cielo.
25 Y yo puedo oír al pequeño Bartimeo decir: “Madre, sólo un
momento. Dios debe tener a todos Sus ángeles trabajando allá, y Él
tiene hornos grandísimos por todos los cielos, y los ángeles trabajan
horas extras, preparando el pan y lo empujaban al...”.
26 “No, cariño, eres demasiado joven para entender. ¿Ves?, Jehová
no tiene que hacer eso. Jehová no tiene que tener hornos. Él es el
Creador. Sólo lo habla, y así es”.
27 Entonces ¿qué vamos a decir acerca de Jesús cuando lo vemos
tomar lo mismo? Debe haber algo piadoso acerca de Él. Debe ser algún
pariente de Jehová. Alguien hoy tratando de hacerlo sólo un profeta,
o un hombre ordinario, o un filósofo, un buen maestro. Él no era nada
menos que Dios manifestado en carne.
28 Allí mientras ella le hablaba a él y le contaba acerca de cómo
vinieron cruzando el–el gran desierto, que estaba más allá del Jordán
en aquel entonces, y cómo en la primavera, cuando en el mes de abril,
cuando la nieve se estaba derritiendo, allá en Judea, y todas las aguas
de la montaña descendían, y todo el Jordán simplemente
estaba–estaba lleno de agua, las grandes aguas estancadas en el fondo
del río. Parecía que Jehová era un pobre guía, al traer a Su pueblo allí
6 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

en ese tiempo en que los ríos estaban más desbordados. ¿Cómo podían
ellos construir un puente alguna vez para cruzarlo? Y el pequeño
Josué, o el pequeño... no Josué.
Sino el pequeño Bartimeo podría decir: “Mamá, ¿cómo lo hizo
Él?”.
29 Dijo: “Cariño, recuerda, Jehová todavía es el Creador. Él sólo
habló, y el...”.

30 A Dios le gusta poner las cosas... cuando están en un lío, y mostrar


que Él mismo es Dios. ¡Allí mismo en la primavera! Cuando en el
verano, uno podía probablemente cruzar el Jordán muy fácil allí, pues
hay un vado desde la ciudad. Sabemos eso, por los espías yendo allá y
pasando por allí. Pero Dios permitió que todos los valles se llenaran de
agua, y luego vino e hizo bajar Su gran Poder desde el Cielo e hizo un
camino seco hasta el otro lado. Allí abajo estaban las piedras, donde
Josué los había hecho que las apilaran, como un memorial para
Jehová, de cómo había tenido cuidado de su pueblo. Y él...

31 Otra que a él–él le gustaba mucho, era acerca de la–la mujer


sunamita. Él recordó esa. Y su madre solía contarle la historia de la
sunamita, y del gran profeta Eliseo, en su día, y cómo esta mujer fue
bondadosa con este profeta. Sin embargo, ella no era exactamente una
israelita. Era una sunamita.
32 Así que ella creía que Eliseo era un profeta, un gran profeta del
Señor. Así que cuando... Un día ella le dijo a su esposo:
“Edifiquémosle un pequeño cuarto en el lado de nuestra casa, y
mostrémosle bondad, porque él es un–él es un gran hombre”.

33 Y cómo un día cuando Eliseo y Giezi, su criado, vinieron y vieron


toda esta bondad, él le dijo a Giezi: “Entra y–y pregúntale: ‘¿Qué
podemos hacer? ¿Le puedo hablar al rey o al general del ejército?’”.
34 Ella dijo: “No, sólo habitaré en medio de mi pueblo. Está bien”.
35 Pero Giezi dijo: “Ella es estéril. Es vieja, su marido es viejo, y ellos
no tienen hijos”. Y dijo...

36 Y Eliseo debió haber visto una visión. Él dijo: “Ve, dile, ASÍ DICE
EL SEÑOR, ella va a tener un niñito”. Y, en nueve meses, llegó el
niñito.

37 [Espacio en blanco en la cinta–Ed.]... años, él estaba con su padre,


allá en el campo, en la siega, y él debió haber tenido una insolación. Él
seguía llorando: “¡Ay mi cabeza, mi cabeza!”. Y el padre lo envió a la
casa. La madre lo sostuvo en su regazo, y lo meció, y quizás le dio
todos los remedios que había para darle. Y el niñito empeoró hasta que
finalmente, cerca del mediodía, murió.
20 de junio de 1964, servicio en la noche 7

38 ¡Y cómo esa madrecita no iba a ser derrotada! Cuando el padre


entró, y todos los vecinos entraron, y ellos estaban lamentando y
gritando, el pequeño muerto, pero ella todavía tenía fe en este profeta,
un profeta hebreo; ella, una gentil. Ella dijo: “Enalbardame una mula,
y–y no–no te detengas, pero permíteme ir a esa cueva donde vive este
profeta, allá en el monte Carmelo”.

39 Y su marido dijo: “No es nueva luna ni día de reposo, y él no estará


allí”.
Ella dijo: “Todo estará bien”.
Dijo: “Ve”.
40 Y cuando Eliseo la vio venir, él y Giezi salieron de la cueva, y
miraron, parados allá. Y allí venía. Él dijo: “Allí viene la sunamita, y
está turbada, pero Dios ha ocultado el secreto a mi corazón”.
41 Uds. saben, Dios no le dice a Sus profetas todo, sólo lo que quiere
que ellos sepan.
42 Así que él–él miró, y dijo: “Ella está...”. Dijo: “Ve, encuéntrate con
ella, y di: ‘¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien al
niño?’”.
Y esta es la parte que me gusta también.
43 Cuando Giezi se encontró con ella, él dijo: “¿Te va bien a ti? ¿Le va
bien a tu marido? ¿Le va bien al niño?”.

44 Ella dijo: “Todo está bien”. Un niño yaciendo muerto, un marido


gritando, derramando lágrimas en su corazón, pero: “Todo está bien”.
Ella había llegado delante del hombre que le podía decir y bendecirla,
y, ella tuvo el bebé, seguramente Dios revelaría por qué se lo llevó.
“¡Jehová dio, Jehová quitó, sea el Nombre de Jehová bendito!”. Ella
quería saber por qué.

45 Y luego, cómo ella vino y se postró a los pies de Eliseo, y Giezi la


levantó rápidamente; eso no era apropiado alrededor de su amo. Y ella
le reveló qué estaba mal. Y Eliseo fue allá y resucitó al niñito,
tendiendo su cuerpo sobre el pequeño.

46 Y quiero que se fijen en la fe de la madre, también. Ella puso al


bebé sobre la cama en la que Eliseo se había estado acostando. Quiero
que Uds....

47 Quiero aclarar la idea de Pablo aquí, a mi manera de pensar. Uds.


saben, Pablo ponía pañuelos sobre los enfermos y los afligidos, y
delantales. Yo no creo que Pablo no fuera Escritural. Creo que aquí es
de donde lo obtuvo. ¿Recuerdan lo primero que Eliseo le dijo a–a
Giezi? “Toma mi báculo y ve y ponlo sobre el niño”. Él sabía que todo
8 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

lo que tocaba era bendecido. Y así que, recuerden, Pablo no oraba por
los pañuelos. Sólo los tomaban de su cuerpo. Esa era la fe de la gente.
48 Así que, ¿ven Uds.?, él dijo: “Toma mi báculo y (si alguien te
saluda, no lo saludes) y ponlo sobre el bebé”.
49 Pero la fe de la mujer no estaba en el báculo; estaba en el profeta.
Y ella dijo: “No te dejaré hasta que... Tan seguro como vive tu alma,
yo–yo no te voy a dejar”.

50 Así que Eliseo, para deshacerse de ella, tuvo que ir con ella. Así
que él entró y puso su cuerpo sobre el bebé muerto, y él estornudó
siete veces y volvió a vida.

51 Oh, qué–qué gran historia era esa para este pequeño


Bart–Bartimeo, cuando él era un–un niñito. Cómo solía gustarle esa
pequeña historia, porque era la resurrección de un niñito. Esa era una
de sus favoritas.

52 “Pero eso fue en los días pasados”, el sacerdote le dice ahora. “Ah,
esos fueron los días cuando Israel tuvo grandes hombres poderosos;
grandes profetas poderosos caminaron sobre la tierra”. Pero los
sacerdotes dijeron: “Uds. saben, Jehová ya no necesita profetas”. No
sólo los sacerdotes dicen eso. Pero–pero ellos sí dijeron eso en aquel
entonces: “Jehová ya no necesita profetas. Él nos dio la ley, y nosotros
edificamos una iglesia, un templo, y eso es todo lo que necesitamos”.
Y es casi de la misma manera que ellos lo creen hoy, pero Jehová
todavía permanece Jehová y no puede cambiar Su manera; Él es Dios,
y no cambia. Ahora ellos creían que eso es–eso es todo lo que
ellos–ellos necesitaban.

53 Y así que mientras él estaba sentado allí soñando despierto, por así
decirlo, pensando en ello, alzó sus ojos ciegos hacia el sol cálido; de
repente, él oye el chasquido de las patas de una mulita viniendo por
el–el camino pedregoso, descendiendo de Jerusalén había adoquines
al entrar. Mientras, y él escuchó atentamente, y había alguien con
sandalias en sus pies corriendo enfrente de la mulita. Y él supo que ese
debía ser un hombre rico, porque viajaba en mula y también tenía un
siervo que guiaba a la mula.

54 Así que él se levanta, sabiendo que tenía que obtener algo de


dinero para–para poder vivir. Así que se levanta y se pone su manto,
y un pequeño manto andrajoso, y corre allá hacia la calle, y dijo:
“Quisiera limosna. Llegué tarde esta mañana. ¿Me darían, por favor,
limosna? Estoy ciego”.

55 Y oímos una voz muy áspera acercándose: “¡Quítate del camino,


mendigo! Yo soy el siervo de Jehová. Soy un sacerdote. Vengo de allá
de Jerusalén, enviado por la asociación, para parar esa reunión de
20 de junio de 1964, servicio en la noche 9

sanidad que se va a llevar a cabo esta mañana en–en Jericó. Tengo que
encontrarme con los hermanos aquí y asegurarme que eso no se lleve
a cabo, o reúna a la gente. Hay un falso profeta en la tierra, ¿ven?
Nosotros estamos... oímos que Él está en Jericó esta mañana, y voy en
camino. ¡Quítate de mi camino!”. El sacerdote. “Y, muy bien, siervo,
sigue tu camino”. Y la pequeña mula se fue trotando otra vez.

56 Luego el mendigo vuelve a tientas hasta que encuentra la piedra,


se sienta. Continuó soñando, y cuando comenzó a pensar: “Allá en ese
pequeño camino donde yo estaba parado; no hace mucho, el gran y
poderoso profeta, Elías y Eliseo, vinieron, cogidos del brazo,
caminando por ese mismo camino, cogidos del brazo, yendo allá al
Jordán. Y el Jordán iba a ser abierto otra vez. Y en el otro lado, para
este profeta cansado, Elías, había un carro de Fuego y caballos de
Fuego, enganchados a alguna rama allá, para llevárselo al Hogar. Y él
debía ver esto, el joven Eliseo. Eliseo debía mirar hacia atrás y ver el
ministerio delante de él, lo que tenía por delante. Él tenía que
mantener sus ojos en este profeta”.

57 Y me imagino que Bartimeo dijo: “Si tan sólo hubiera vivido en


aquel día y hubiera estado sentado allí, yo hubiera corrido hacia esos
profetas, me hubiera postrado sobre mi rostro, y dicho: ‘Oh profeta de
Dios, ore por mí, y Jehová hará que recobre mi vista’. Pero el sacerdote
dice: ‘Eso es, ya no hay tal cosa. No tenemos eso. Jehová ya no sana
por Su Poder. Tenemos doctores y demás que hacen eso. Y ya no
necesitamos eso, así que Jehová no sana. Eso fue en el día pasado.
Nosotros sólo guardamos la ley. Y nos enfermamos, y morimos y
vamos al Cielo, y eso es todo. Eso es todo lo que necesitamos’”.

58 Entonces mientras comenzaba a pensar, entonces se acordó. Ni a


quinientas yardas [455 m–Trad.] de donde él estaba sentado; después
que Israel había cruzado y acampado, y todo estaba en orden, todas las
tiendas en sus lugares, esperando órdenes para marchar a Jericó. Y
probablemente la mismísima roca donde él estaba sentado fue una que
Jehová había hecho volar de los–de los muros.

59 Y dijo: “¡Sólo piénsalo! No hace mucho, un poderoso guerrero,


Josué, un gran siervo poderoso de Dios, cruzó el río, en la primavera,
erigió las tiendas, allí mismo enfrente del enemigo. Un día, mientras
estudiaba su estrategia para atacar a Jericó, una tarde mientras
andaba afuera, o una mañana, inspeccionando todas las puertas, y
cuán grande era. Ellos podían tener carreras de carros en la parte de
arriba, de caballos, varios al mismo paso, alrededor de la puerta. Cómo
Josué estaba mirando. Él miró y contra el muro, estaba parado un
Hombre con Su espada desenvainada. Josué desenvainó su espada y
fue a encontrarlo. Josué clamó, dijo: ‘Estás con nosotros o eres uno de
nuestros enemigos?’. Él dijo: ‘No, soy el Príncipe del ejército de
10 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

Jehová’. El poderoso Josué echó su espada al suelo, y se quitó su casco


y se postró a Sus pies”.
60 El ciego Bartimeo pensando: “Eso sucedió ni a quinientas yardas
de donde estoy sentado ahora mismo. Donde el poderoso ejército de
Jehová, el Príncipe del ejército, y Josué se inclinó a Sus pies. Oh, si tan
sólo hubiera estado allí en esas tiendas, ciego en ese entonces, yo le
hubiera pedido al Poderoso Príncipe del ejército de Jehová que me
diera mi vista, y Él lo hubiera hecho”. No tenía la menor idea de que
ese mismo Príncipe estaba a menos de quinientas yardas de él.
61 Allí es donde nosotros cometemos nuestros fracasos, esta noche.
Tratamos de poner toda la gloria, y Cristo, muy allá en otra edad. La
Biblia dice: “Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos”. Él está tanto
aquí en este edificio, esta noche, como Él alguna vez caminó en Galilea
o Jerusalén.
62 Ese gran Príncipe estaba saliendo de la casa de Zaqueo, y la gente
estaba–estaba esperándolo afuera.
63 En unos cuantos minutos, él oye un ruido, y el ruido tiene una voz
mixta.
64 Uno está diciendo: “¡Hosanna al Profeta que viene en el Nombre
del Señor! ¡Bendito sea el Profeta de Galilea, el Siervo de Jehová!”.
65 Otros decían: “¡Fuera con tal Persona! No tendremos nada de Esto
alrededor de esta ciudad aquí”. Y mientras entraban, y algunos de ellos
arrojándole fruta podrida a Él, mientras pasaba por la puerta.
66 Y él–él nunca había oído algo así, así que dijo: “¿Qué está
sucediendo? ¿De qué se trata todo este ruido? ¿Qué está sucediendo
por aquí?”. Y la gente empujando.
67 Después de un rato, él oyó la voz de ese mismo sacerdote que fue
allá a hacer que la asociación no llevara a cabo la reunión. Le oyó
decir: “Me dicen que Tú resucitas a los muertos. Ahora nosotros
tenemos todo un cementerio lleno de ellos aquí arriba en el cerro,
permítenos verte venir y resucitar a algunos delante de nosotros”.
68 Pero, Uds. saben, Él iba rumbo a Jerusalén, iba para ser
crucificado. Todos los pecados del mundo estaban sobre Él, e iba a
Jerusalén para ser ofrecido como sacrificio. Y ellos se reían y se
burlaban de Él; y algunos de ellos bendiciéndolo, y algunos de ellos
maldiciéndolo. Así como hay prácticamente en toda reunión donde Él
está; algunos están a favor de Él, algunos están contra Él. Pero parecía
que nunca le molestaba. Tenía Su rostro fijo en acabar Su carrera. Y
sigue caminando, a paso firme, mientras seguía adelante, mirando
hacia Jerusalén. Y doce pequeños hombres lo tenían guarnecido allí,
tratando de mantener la multitud alejada. Y algunos tratando de
tocarlo. Y algunos gritando y burlándose de Él, y–y demás.
20 de junio de 1964, servicio en la noche 11

69 Y la multitud como que atropelló al anciano ciego, que tenemos


como nuestro personaje esta noche, y lo habían tumbado. Y pensemos
que hubo alguna jovencita amable que pasó, quizás, tal vez pudiera
haber sido la hermana de Rebeca en nuestra historia esta mañana, o
era una–una creyente en Cristo. Y ella los vio empujando al anciano,
y viendo que él era... que no eran amables con él. Pero siendo que ella
era una creyente en Jesús, la hizo bondadosa. Siempre lo hace. Los
hace tener consideración por los ancianos y por aquellos que están
necesitados. Y el anciano había sido tumbado, y ella se agachó para
levantarlo. Ella...
70 Puede que él le dijo a ella, algo así: “Jovencita, puedo saber, por tu
voz, que eres una jovencita”.
71 “Sí, lo soy. ¿Se pondría de pie, anciano? Creo que ellos podrían
lastimarlo”.
72 Él dijo: “¿De qué se trata todo el–el alboroto? ¿De qué se trata
todo esto confuso, la confusión aquí afuera? ¿De qué se trata todo
esto?”.
73 “Pues”, ella dijo, “¿no ha entendido Ud. que Jesús de Nazaret, el
Hijo de David, está en la ciudad? Ese es Él el que va pasando, el
Profeta de Galilea. ¿Quiere decir que Ud. no sabe?”.
“No, yo–yo nunca he oído de Él”.
74 “Bueno, permítame decirle qué sucedió esta mañana en la ciudad.
¿Conoce a Zaqueo, el hombre del restaurante?”.
“Sí”.
75 “Él siempre como que ha sido un crítico. Su esposa era una
creyente. Y esta mañana, Zaqueo, se subió a un árbol, para ver a Jesús
pasar. Y todos sabemos que Él es el Profeta. Y cuando Él pasó, se
detuvo y miró hacia arriba y llamó a Zaqueo por su nombre; y nunca
antes había estado en Jericó”.
76 El anciano mendigo se alegró. Él dijo: “Entonces ese es el
cumplimiento de Deuteronomio 18:15: ‘Profeta como Moisés levantará
Jehová nuestro Dios’. Ese debe ser Él. Si es, ¿dónde está ahora?”.
“Él está como a cien yardas [91 m–Trad.] más adelante por esta
calle”.
77 Ya lo había pasado, pensó él. Así que él comenzó a clamar: “Jesús,
Hijo de David, ten misericordia de mí. Ten misericordia de mí, oh Hijo
de David. Mientras vas pasando, ten misericordia”.
78 Ahora, físicamente, Él nunca pudo haber oído su voz, a causa de
todo el alboroto. Algunos lo alababan y algunos lo bendecían, y
algunos lo maldecían. Y, el alboroto, Él nunca lo–lo pudo haber oído.
12 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

79 Pero Él era la Palabra. Y cuando un alma está clamando; como esa


mujer con el flujo de sangre, que tocó Su manto. La Biblia dice: “Él se
detuvo”. Lo detuvo a Él. Piénsenlo, sólo piénsenlo; que el–el llamado
de ese ciego, un mendigo anciano insignificante, y con los pecados del
mundo y la carga sobre Él, yendo a Jerusalén para llegar a ser una
ofrenda por el pecado; sin embargo, el llamado de un alma humana
hizo que se parara y se detuviera.
80 Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos. Un llamado, esta noche,
lo traerá a Él a la escena, al igual que lo hizo en aquel entonces. ¡Cómo
permanece Él el mismo!
81 Recuerdo una noche viniendo de Dallas, Texas. De eso ha sido
varios años. Tuve que permanecer en tierra en–en Memphis. Y ellos
me hospedaron en ese hotel famoso, las aerolíneas lo hicieron, el
Hotel Peabody. Y ellos me dijeron que me llamarían a la mañana
siguiente, con suficiente tiempo para alcanzar la limusina, para volver
al avión.
82 Y yo había dormido bien durante la noche; me levanté a la mañana
siguiente, había escrito algunas cartas, e iba a la oficina de correos
para enviarlas. Salí y comencé a caminar por la calle. Y de repente,
sentí Algo que dijo: “Detente, y vuélvete”.
83 Bueno, Uds. saben, cómo la gente tiene impresiones. Y yo pensé:
“Bueno, eso fue probablemente lo que era”.

84 Seguí un poco más, y Eso seguía diciendo otra vez: “Detente, y


vuélvete”.

85 Bueno, yo–yo llegué a una esquina, y había un policía irlandés


grande allí en la esquina, y yo no... yo estaba mirando a los carretes de
pescar y demás, en una ventana. Y puede que me haya quedado un
poco de más y puede que él se haya puesto un poco sospechoso que yo
me estaba tratando de llevar uno de esos carretes, así que sólo me di
la vuelta y comencé a caminar. Y mientras caminaba más rápido y más
rápido, y pasé por enfrente del hotel, y fui allá hacia el río, allá muy
abajo. Yo no sé, supongo que pudiera encontrar el lugar, esta noche.
Y yo pensé: “Mira se está haciendo tarde, pero Algo...”.

86 ¿Creen en ser guiados por Dios? [La congregación dice:


“¡Amén!”–Ed.]. Y mientras seguía caminando, yo–yo... Se estaba
haciendo tarde y sabía que tenía que darme prisa, pero Algo sólo
seguía diciendo: “Sigue, sigue”.

87 Y mientras se hizo demasiado tarde para volver y alcanzar mi


avión, yo pensé: “Bueno, yo–yo debo seguir este liderazgo”. Y sucede
que yo estaba cantando este pequeño canto, acababa de encontrarme
con Uds. gente Pentecostal, acerca de:
20 de junio de 1964, servicio en la noche 13

Estaban reunidos en el aposento alto,


Y orando todos en Su Nombre,
Y fueron bautizados en el Santo Espíritu,
Y vino el Poder para servicio.
88 ¿Han oído alguna vez ese canto? “Y estoy contento que puedo decir
que soy uno de ellos”. Yo estaba tratando de repetir eso, diciendo:
Ven, mi hermano, busca esta bendición,
Que limpiará tu corazón del pecado.

89 Y mientras iba caminando, por la calle, miré, y estaba una típica


Tía Jemima reclinada sobre una pequeña cerca, y una pequeña casa de
la gente de color allá, como una pequeña cabaña encalada, reclinada
sobre la cerca. Ella tenía una camisa de hombre atada alrededor de su
cabeza.

90 Y sólo dejé de cantar y comencé a caminar. No sabía adónde iba;


Él sólo dijo: “Sigue, sólo sigue caminando”. Y así que cuando me
acerqué bastante a ella, vi como que se estaba sonriendo. Y miré hacia
ella, y volví mi cabeza y seguí caminando.

91 Ella dijo: “Buenos días, párson”. Ahora en el sur, párson, significa


“ministro”.
Y yo–yo dije: “Buenos días, tía”.
92 Y miré hacia atrás, y pensé: “¿Cómo sabía ella que yo era un
párson”. Y yo no tenía una Biblia ni nada.
Me di la vuelta. Yo dije: “¿Cómo supo que yo era un párson?”.
Ella dije: “Yo sabía que Ud. iba a venir”.
Y dije: “Me suena un poco extraño”.
93 Y–y ella dijo: “¿Leyó alguna vez en la Biblia de la mujer
sunamita?”.
Yo dije: “Oh, sí, señora”.
94 Ella dijo: “Ud. sabe, ella no tenía; era estéril, no podía tener hijos”.
Dije: “Sí, señora, recuerdo la historia”.

95 Dijo: “Y ella le prometió al Señor, que iba a criar a ese bebé para
el Señor, por supuesto”. Y dijo: “Ud. sabe, yo era ese tipo de mujer”.
Ella dijo: “No podía tener hijos, mi esposo y yo”. Y dijo: “Le prometí
al Señor, si Él me daba un bebé, que lo criaría para Él”. Dijo: “Él me
dio un bebé”. Y dijo: “Yo crié a ese muchacho lo mejor que pude, para
que sirviera al Señor”. Ella dijo: “Pero, Ud. sabe”, dijo, “se metió con
la compañía errada, y contagió una–una enfermedad en su cuerpo”. Y
dijo: “El doctor ya le ha dado todas las inyecciones que le pudo dar. Y
14 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

ya ha cundido”, dijo, “su sangre mide más de cuatro, una enfermedad


social”, sífilis. Y así que dijo: “Parte de su sangre se le regresa a su
corazón. Su corazón está carcomido”. Y dijo: “Él está yaciendo allí
inconsciente”. Y dijo: “Un doctor estuvo aquí, hace dos días, y dijo: ‘Ya
no despertará. Ha llegado a su fin’”.
96 Y dijo: “Simplemente no puedo soportar ver que mi bebé muera
así”. Y dijo: “Entonces yo–yo oré toda la noche: ‘Señor, si te lo vas a
llevar... Tú me lo diste; pero yo–yo quiero oírle decir que es salvo, para
que yo sepa que me volveré a encontrar con él’”. Y dijo: “Yo–yo oré, y
oré la oración como mencioné de la mujer sunamita”.
97 Y dijo: “Yo–yo me dormí, y soñé un sueño”. Ella dijo: “Y le dije al
Señor, dije: ‘Tú me diste el bebé’. Y dijo: ‘Yo era como la mujer
sunamita, pero ¿dónde está Tu profeta?’. Y dijo, Él dijo: ‘Mira,
viniendo aquí’. Y vi a un hombre con un pequeño sombrero puesto de
lado en su cabeza, que llevaba puesto ese traje gris, viniendo por la
calle”.
98 Y dijo: “Eso fue como a las cuatro esta mañana”. Ella dijo: “Yo he
estado parada aquí desde entonces”.
Él todavía es Dios. Él contesta en ambos extremos.
99 Yo dije: “Mi nombre es Branham. Yo oro por los enfermos. ¿Ha
oído alguna vez de mi ministerio?”.
10 0Ella dijo: “No, señor, Párson Branham, yo nunca oí de Ud.”. Y ella
dijo: “¿No entrará?”.
10 1 Y cuando yo fui a abrir la puerta. Tenía una pequeña cerca vieja
allí, y la puerta tenía una punta de arado colgando en ella, como allá
en Arkansas. Estaba justo al cruzar el río, de todas maneras, así que
Uds. saben qué era eso. Así que hice la puerta hacia atrás y entré.
10 2Cuando yo entré en ese hogar. Yo he estado en palacios de reyes,
tres o cuatro diferentes reyes; el rey de Inglaterra, el rey Gustaf de
Suecia, muchos lugares, entrando y orando con ellos. Y he estado en
algunos de los hogares más finos, supongo, en Hollywood. Pero nunca
fui más bienvenido que lo que fui en ese. Sólo un cuartito sencillo, dos
cuartos, una cocinita en la parte de atrás, una pequeña recámara aquí,
y una camita de postes. No había fotografías vulgares de mujeres en la
pared. Pero había un letrero allí que decía: “Dios bendiga nuestro
hogar”.
10 3Miré, allí acostado, y un muchacho negro grandísimo, parecía
cerca de dieciocho años, un muchacho grande, fuerte, de apariencia
saludable. Y él tenía la cobija en su mano, y estaba haciendo: “¡Uh!
¡Uh!”.
Y yo dije: “¿Qué le pasa?”.
20 de junio de 1964, servicio en la noche 15

10 4Ella dijo: “Él–él piensa que está allá en un mar oscuro, perdido. Y
dice, sigue diciendo que está ‘perdido, allá en el mar’, y no puede
encontrar su camino. Piensa que está remando una barca”. Dijo: “Él
ha estado haciendo eso por dos o tres días”. Y dijo: “Yo–yo
simplemente no puedo dejarlo morir así”. Dijo: “¿Oraría por él?”.
Yo dije: “Sí, señora”.
10 5Comencé a hablar acerca de la sanidad. Ella no estaba interesada
en eso. Sólo quería oír que él dijera que era salvo. Eso es todo en lo que
estaba interesada, que él fuera salvo. Y yo–yo dije que él está...

10 6 Ella caminó hacia allá y lo tomó de la cabeza y lo hizo hacia atrás,


y le bajó la sábana, lo besó en la mejilla, y dijo: “Dios bendiga al bebé
de mamá”.

Yo allí parado mirando eso, y pensé: “Sí, sí, eso es”. No importa
10 7
cuánta vergüenza él le ha traído a la familia, cuán alejado esté, no
importa en qué problema esté, él todavía es el ‘bebé de mamá’”.

Y yo pensé: “La Biblia dice: ‘Una madre puede olvidarse de su bebé


10 8
que mama, pero Yo no me puedo olvidar de ti. Tú estás...’. ¡Cuánto
amor hay! ‘Vuestros nombres están esculpidos en las palmas de Mis
manos’”.
Ella lo besó. Nos arrodillamos. Me puse al pie de la cama. Puse mis
10 9
manos sobre sus pies; estaban calientes, pegajosos.
110 Y yo–yo dije: “Tía, ¿orará Ud. primero?”. Y, mi amigo, yo sabía que
ella había hablado con Él antes. ¡Oh, qué oración hizo ella a Dios!
Entonces ella dijo: “¿Orará Ud.?”.
Y yo dije: “Sí, señora”.
111 Yo dije: “Padre Celestial, estoy por lo menos una hora tarde para
el avión. Tú me dijiste que–que viniera aquí, y que sólo siguiera
viniendo. Y entonces yo no sé si esto es donde Tú me querías, o no,
pero aquí es donde me he detenido. Si Tú me enviaste a orar por este
muchacho...”.
112 Y como para ese tiempo, él dijo: “¡Oh, mamá!”.
Ella dijo: “¿Qué quiere el bebé de mamá?”.
113Dijo: “Se está poniendo claro en el cuarto”. Como en cinco
minutos, él estaba sentado en la cama.
114 Salí de prisa, fui allá. Pensé: “Bueno, sólo puedo tomar un taxi, eso
es todo, y esperar un día, o cuando pueda tomar otro avión”.
115 Justo cuando iba entrando por la puerta, dos horas y algo tarde, le
oí decir: “Última llamada para el vuelo número sesenta y siete, hacia
Louisville, Kentucky”.
16 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

116 ¿Qué? ¿Qué? ¡La soberanía de Dios! ¿Ven? La oración y la fe de esa


pobre mujercita de color insignificante, mantuvieron en tierra ese
avión y lo detuvieron allí. Él es el mismo Dios que se pudo detener y
volver a un mendigo ciego en los–en los muros de Jericó. Él es el
mismo Dios ayer, hoy, y por los siglos. Es la fe lo que lo hace. Él quiere
que Uds. lo crean.
117 A propósito, como dos años después, yo iba pasando por allí en un
tren, yendo, regresando a Phoenix. Y, Uds. saben, ellos le cobran a uno
mucho por esos sándwiches; por lo general, trato de bajarme en una
estación y comprar algunas hamburguesas, una bolsa llena de ellas,
que me basten hasta que me baje, porque ellos le cobran setenta y
cinco centavos por un pequeño sándwich que es rebanado tan delgado
que sólo tiene un lado. Y–y eso, ahora, eso es terrible. Y yo–yo me bajé
de un salto en Memphis. Y si alguien alguna vez ha estado en
Memphis, sabe cómo el tren llega allí sobre la placa giratoria. Me bajé
de un salto y corrí hacia allá a un puesto de hamburguesas.
Oí a alguien decir: “¡Hola allí, Párson Branham!”.
118 Miré alrededor, y allí estaba parado un pequeño maletero,
llamándome la atención. Dije: “Hola, hijo”, comencé a volver.
Dijo: “Ud., Ud. no me conoce, ¿verdad?”.
Yo dije: “No, no creo que te conozco”.
119Dijo: “Ud. sabe, un día Ud. vino a mi casa”. Y dijo: “Mi mamá
había estado parada afuera, y Ud. le dio palmaditas en la espalda
mojada”.
Yo dije: “¿Tú no eres ese muchacho?”.
120Dijo: “Sí, lo soy”. Él dijo: “Sí, yo–yo soy ese muchacho”. Dijo:
“Yo–yo no sólo estoy sano”, pero dijo, “yo–yo fui salvo desde entonces,
también”. Así que eso, eso fue todo.
121 ¡Oh, sublime gracia! El mismo Dios, que un mendigo ciego pudo
detenerlo, una mujercita de color insignificante pudo hacer que un
avión se mantuviera en tierra. ¡Sus oraciones y su fe en Dios! Ella lo
estaba creyendo.
122Jesús se detuvo. La fe de ese mendigo ciego lo detuvo en Su
camino. Me gustaría tener unas noches, para predicar ese tema: “Y
entonces Jesús se detuvo”. Pero allí se detuvo Él, dijo: “Tráiganlo
aquí”. ¡Amén!
123Yo estaba leyendo una historia acerca del ciego Bartimeo, aquí
hace tiempo, cuando yo estaba estudiando la historia de la Biblia.
Probablemente es una leyenda, pero decía que él siempre creía en la
sanidad. No importaba qué decían los sacerdotes, él todavía creía en
20 de junio de 1964, servicio en la noche 17

ella. Decía que él era un hombre casado, tenía una esposa, y una niña
que nunca había visto. Ella tenía más o menos esa edad entonces,
como de dieciséis años. Él nunca la había visto. Decía lo que él hacía
para–para...
124 Uds. saben, uno tiene que tener algo un poco diferente que el otro
hombre, cuando está mendigando, o no puede atraer la atención de la
gente. En la India, ellos–ellos hacen que una de estas pequeñas
mangostas maten una cobra, y alguna otra cosa que ellos puedan hacer
para atraer la atención. Yo vi un–un mono coger una vara y sólo
golpear una pelota por toda la calle, o alguna otra cosa, para captar la
atención, entonces ellos les dan dinero.
125 Y decía que Bartimeo tenía dos pequeñas palomas que hacían,
daban maromas, como pequeñas... una sobre la otra, y eso divertía a
la–la gente, a los turistas, y ellos le daban dinero.
126Y decía que una noche su–su esposa se puso muy enferma. Y ellos
habían traído al doctor, y el doctor dijo: “Bartimeo, no hay nada que
puedo hacer. Ella, yo no puedo hacer que esa fiebre baje”.
127 Y decía que él caminó a tientas al lado de la pared, y salió afuera
de la casa, y dijo: “Jehová, yo te amo. Te creo. No tengo nada qué
ofrecerte. Tengo dos pequeñas palomas aquí, por las que me gano la
vida. Pero si sólo permites que mi amada esposa se quede conmigo
para ayudar a criar a mi hija; y yo estoy ciego, y no puedo ver; si tan
sólo permites que mi esposa sane para que me ayude a andar, te
prometo, que mañana haré un gran sacrificio. Llevaré mis pequeñas
palomas allá, una ofrenda para mi ofrenda”.
128 Bueno, ellos dicen que su esposa se recuperó. Él tomó las palomas
y las ofreció.
129 Un tiempo después de eso, su niña se enfermó. Ella también estaba
a punto de morir, así que él salió afuera a orar otra vez. Él dijo:
“Jehová, no me queda nada, pero tengo mi cordero”. Y en aquellos
días, un cordero guiaba a un ciego como un perro lazarillo lo hace
ahora, eran entrenados para guiar a los ciegos. Y él tenía un cordero
que lo guiaba a su puesto donde mendigaba. Él dijo: “Lo único que me
queda, Jehová, es este cordero”. Y dijo: “Si sólo permites que mi niña
viva, aunque nunca la he visto, pero ella es tal consuelo cuando le
acaricio su cabello con mis manos”. Y dijo: “Ella me ama, y yo la amo”.
Y dijo: “Jehová, si le permites vivir, yo–yo te daré mi cordero, para un
sacrificio”.
130Y su niña se recuperó. Y aquí estaba él, yendo allá al templo con el
cordero. Y el sacerdote salió y se paró en el balcón, y dijo: “Ciego
Bartimeo, ¿adónde vas, esta mañana?”.
131 Él dijo: “Voy al templo, a ofrecer este cordero para sacrificio”.
18 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

132 “Oh”, dijo él, “ciego Bartimeo, tú no puedes hacer eso”. Dijo: “Te
daré algo de dinero, y ve a los–los establos, y compra un cordero y
ofrécelo”.
133 Él dijo: “Yo nunca le prometí a Dios un cordero. Le prometí a Dios
este cordero”.
134Él dijo: “Pero, ciego Bartimeo, tú no puedes dar ese cordero,
porque ese cordero es tus ojos”.
135Él dijo: “Si obedezco mi promesa a Jehová, Él proveerá un cordero
para mis ojos”.
136 Él lo hizo, esta mañana fría de octubre, un Cordero había sido
provisto para los ojos ciegos de Bartimeo. Dijo: “Tráiganlo aquí”. Él
puso Sus manos sobre sus ojos, y ese Cordero de Dios provisto le abrió
sus ojos.
137 Amigos, Uds. saben, mucho más pudiera ser dicho de esta historia
acerca de Él yendo a la crucifixión, pero tomaremos eso en alguna otra
ocasión después. ¿Saben Uds., ese mismo Cordero ha sido provisto
esta noche para sus ojos, también? Ese mismo Cordero está aquí esta
noche. Dios lo proveyó. Él no tiene otro, nunca tendrá otro. Ese es el
Cordero provisto por Dios. ¿Creen Uds. eso? [La congregación dice:
“¡Amén!”–Ed.].
138 Miré mi reloj, ya me faltan veinte minutos para las diez, y yo iba
a tratar de parar a las nueve, salir a las nueve y media, a la hora
normal.
139 Pero inclinemos nuestros rostros sólo un momento. Quiero todo
ojo cerrado ahora, y sus rostros inclinados. Sean muy reverentes por
un momento.
140 “Oh Jesús, Hijo de David”, clamó el mendigo, “ten misericordia de
mí”. Y él no se quedaba callado. Él–él debía... él–él debía atraer Su
atención. Y ¿no creen esta noche que nuestro mismo clamor lo volverá
a traer a la escena? Lo hizo en aquel entonces. ¿Por qué no lo volvería
a hacer?
141 Ahora mientras inclinan sus rostros y sus corazones, quiero que
clamen a Él: “¡Jesús!”. No lo llamen Hijo de David, porque Él no es
Hijo de David para Uds. Él es Señor. “Jesús, Señor, ten misericordia
de mí. Abre mis ojos ciegos. Yo he oído a este ministro que está con
nosotros esta noche, decir que prometiste manifestarte Tú mismo a la
Simiente de Abraham, en los últimos días, de la manera que lo hiciste
con Abraham y su simiente de aquel día. Tú lo prometiste, que Tú eres
la Palabra”.
142 “En las últimas pocas noches, yo–yo he estado fijándome en cosas
extrañas. Él dijo, en San Juan, yo sé, 14:12: ‘El que en Mí cree, las
20 de junio de 1964, servicio en la noche 19

obras que Yo hago, él las hará también’. Y la mujer tocó Su manto, y Él


supo cuál era su problema, y porque ella–ella ejerció tanta fe así. Pues,
para creer que Él era, la fe de Él en lo que ella había hecho, Él la
pronunció sana, dijo: ‘Tu fe te ha salvado’. Y un hombre ciego a la
puerta de Jericó, lo mismo. Un hombre en un árbol, esta mañana, sus
pecados le fueron perdonados”.
143 “Abre mis ojos ciegos, Cordero. Que yo pueda reconocer que estoy
en Su Presencia. Que Él está aquí. Tú dijiste: ‘Dondequiera dos o tres
estén congregados en Mi Nombre, Yo–Yo estoy en medio de ellos’.
Abre mis ojos ciegos, y ten misericordia de mí, oh Cordero de Dios”.
144 Y mientras Uds. oran eso, sólo si hay alguna duda en sus mentes,
si ha habido alguna duda en alguna parte a lo largo de... Sólo estamos
ahora en la víspera de un gran servicio de sanidad. Si ha habido alguna
duda al respecto, ¿no le pedirán que Él les quite todas las escamas de
sus ojos, para que puedan entender claramente?
145 Estas pocas noches en las que yo he estado tratando, con todo mi
corazón, de hacerlos que vean algo, que Él está dando Su última señal
a la iglesia, antes que Él se vuelva a los judíos. La Novia gentil debe ser
llamada.
146[Alguien habla en otra lengua, y luego da una interpretación–Ed.].
¡Amén! Ahora si entiendo correctamente, mientras están orando, el
Espíritu Santo hablando y luego dando la interpretación, Dios
dándoles una invitación.
147¿A cuántos aquí les gustaría que el Cordero provisto por Dios les
abra sus ojos, para que puedan verlo a Él aquí ahora, presente?
¿Levantarían su mano? Digan: “Dios, abre mis ojos ciegos. Permite
que mi velo sea quitado de mi corazón, Señor, para que yo pueda
entender”.
148 Y ahora, ¿cómo será Él conocido? ¿Cómo lo conoceremos? Por Su
naturaleza, lo que Él hace, Sus obras. Él dijo: “Yo soy la Vid, vosotros
los pámpanos”. Ahora, el pámpano da el fruto, no la vid. La vid
energiza al pámpano. Y si el pámpano alguna vez brota, o una vid
brota un pámpano, tiene uvas en él; la próxima vid que sale, o
pámpano de esa vid, tendrá uvas en él. Si la primera Iglesia que salió
de esa Vid, fue una Iglesia Pentecostal, con todos los dones, si esa
alguna vez brota realmente otro pámpano, ellos escribirán otro Libro
de Hechos tras él. Y eso es lo que ellos tenían en los días de los
apóstoles, y la edad Apostólica nunca terminó.
149 Pedro dijo, en el Día de Pentecostés: “Arrepentíos, cada uno de
vosotros, y bautícese en el Nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros
es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; para
cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. Y mientras Dios todavía esté
20 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

llamando, la edad Apostólica todavía continúa. “Porque la promesa”,


la promesa como fue en aquel entonces, “es para vosotros, y para
vuestros hijos, para los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro
Dios llamare”.
150 Señor, abre nuestros ojos, y permítenos ver ese Cordero provisto.
Tú prometiste que el... que te revelarías Tú mismo en los últimos días,
como lo hiciste en Sodoma, cuando el Hijo del Hombre estaba siendo
revelado. Pedimos, Dios, que Tú lo concederás ahora. Nosotros somos
Tus súbditos, Señor. Somos Tus vides.
151 No somos dignos, no somos dignos de pedir algo; pero si
pensáramos acerca de eso, entonces seríamos tan pequeños, seríamos
tan inútiles. Pero, Señor, cuando miro Allá arriba y veo que hay un
Cordero provisto para mí, hay un Cordero provisto, entonces Dios no
me ve a mí, Él ve a mi Cordero. Y yo sé que no hay nada mal con ese
Cordero. Ya ha sido recibido.
152 Ahora, Señor, permite que la Palabra de Dios se manifieste en
medio de nosotros, esta noche, para que la fe de este Bartimeo que
está aquí, cada uno de ellos, y las mujeres con los flujos de sangre y lo
que fuera, y los Simón Pedros, y las diferentes personas que están
aquí, que están necesitados, los Zaqueos en el árbol. Manifiéstate Tú
mismo, Señor, por medio de carne humana. Permite que Tu Palabra
sea vivificada entre nosotros, esta noche, para que sepamos y veamos
que Tú eres Dios. Y que todo ojo ciego sea abierto al entendimiento,
Señor, que cuando este gran servicio de sanidad comience, que cada
uno de ellos sea sanado. Todos estos niñitos, y–y personas en muletas,
y–y lo que esté mal con ellos, con los bastones blancos, que ellos
puedan salir de aquí como lo hizo el ciego Bartimeo. Él recibió su
vista. Concédelo, Padre. Lo pedimos en el Nombre de Jesucristo.
¡Amén!
153 Ahora hemos orado. Y ahora–ahora solemnemente,
silenciosamente, crean. Ahora lo que yo... Este pequeño drama, lo que
es, o es la verdad o no es la verdad. Y Cristo es el mismo ayer, hoy, y
por los siglos. Ahora, ¿cómo le conocerían a Él?
154¿Qué si algún hombre entrara aquí ahora con un manto puesto, y
barba y cabello como el artista lo pinta, cicatrices de clavos en su
mano, y sangre corriendo de Su rostro? Ese no sería Jesús. No. Él está
sentado a la diestra de la Majestad; cuando Él venga, toda rodilla se
doblará y toda lengua confesará. Pero–pero ¿cómo le conocerían Uds.?
Casi cualquier hipócrita se podría pintar así y actuar así. Seguro.
155 Pero ¿cómo le conocerían Uds. a Él? Es Él cuando ven Su
naturaleza, Su Palabra siendo manifestada y haciendo exactamente lo
que siempre ha hecho, entonces Uds. saben que Ese es Él. ¿Es correcto
eso? “Las obras que Yo hago”.
20 de junio de 1964, servicio en la noche 21

156 Ahora, ¿ven?, sólo permítanse creer en Él ahora. Vengan. No


permitan que sus mentes se pongan inactivas como dice la gente. No
hagan eso. Uds. no vienen a Dios descuidadamente. Vienen a Él
inteligentemente, con Su Palabra. Uds. traigan la Palabra delante de
Uds., y digan: “Señor, Tú hiciste la promesa. Te he pedido que abras
mis ojos. Permite que mi fe detenga al Señor Jesús esta noche. Que Él
se vuelva a mí, y me diga como Él... la mujer que lo hizo, hace muchos
años”. Y Uds. crean con todo su corazón.
157Ahora, hasta donde puedo ver, en la audiencia, no hay una persona
que yo veo que conozca. Todos Uds. son desconocidos.
158 Y a veces Uds. piensan que sólo son estas personas aquí enfrente
las que lo reciben. No, no. Allá... No me importa dónde estén, sólo
crean. No me importa, en cualquier parte del edifico. Él sabe quiénes
son Uds. y dónde están.
159 Ahora vean si Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos, si la fe de
Uds. puede detenerlo, como la de Bartimeo lo hizo. Uds. no tienen que
ser un mendigo. No tienen que clamar como él lo hizo. El clamor no lo
detuvo. Él no oyó eso. Fue la fe lo que lo detuvo. “¡Tu fe!”. Él no dijo:
“Tu clamor te ha salvado”. “Tu fe te ha salvado”. ¿Ven?, “tu fe te ha
salvado”. Muy bien.
¡El Señor sea bendecido!
160 Me pregunto si ese ministro sentado allí, el hermano anciano que
ha estado predicando por sesenta y cinco años me pudiera hacer un
favor. ¿Lo hará, señor? Ponga su mano sobre esa mujer sentada a su
lado, y el problema de corazón la dejará. Muy bien, eso es. ¿Lo cree,
hermana? Muy bien, eso es todo.
161 ¿Qué tocó ella? Nunca la he visto, pero sucedió. “¡Si puedes
creer!”. ¿Lo creen ahora? [La congregación dice: “¡Amén!”–Ed.].
162 ¿Lo identifica eso a Él? ¿Están abiertos sus ojos? Entonces mírenlo
a Él, ¡Él es maravilloso, el Poderoso Conquistador! No hay nada,
ningún credo, ninguna denominación, ningún científico, ni nada, que
pueda detenerlo. Él es Dios. ¡Amén! Reto a cualquier persona aquí que
lo crea, que Él está presente ahora.
163 ¿Cuántos han visto alguna vez esa foto del Ángel del Señor en el
periódico, que ellos tienen en Washington? Él está parado aquí en esta
plataforma ahora mismo. ¡Correcto! Sé que está aquí. Lo sé. No soy un
fanático. Estoy lejos de eso. Les estoy diciendo la Verdad Escritural.
Créanlo y vean qué sucede.
164Aquí, aquí está otra vez. Esta damita de color sentada allá al final,
mirando alrededor. Realmente, ella quiere un favor de parte de Dios.
Es una ministra, y está orando a Dios para que le ayude en su
22 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

ministerio. ¿Es correcto eso, señora? Levante su mano, si eso es


correcto. Nunca la he visto, ella es tan desconocida para mí como
aquella mujercita de color allá en Tennessee en aquel tiempo.
165 Hay un hombre, un hombre de color sentado allá mirándola, como
muy contento por ello. ¿Cree que soy el siervo de Dios, señor? ¿Lo
cree? Esa mujer lo tocó, así como ellos lo hicieron, dijo: “Ten ánimo”.
No yo llamándolo a Ud., sino que Él lo está llamando a Ud. Si cree eso
con todo su corazón, esa diabetes lo dejará. ¿Lo cree? ¡Amén! Muy
bien, entonces puede recibirlo. ¡Amén! ¡Alabado sea el Señor! Eso es.
¿Qué tocó él? Él nunca me tocó a mí. Él lo tocó a Él.
166 Aquí, aquí está sentado un joven blanco, sentado aquí mirándome
a mí. Un profundo deseo en su corazón. Nunca te conocí, pero estás
buscando el Bautismo del Espíritu Santo. Correcto, tú. ¿Lo crees?
Cree, lo recibirás. ¿Lo crees, joven? Muy bien, lo puedes recibir si lo
crees.
167 Aquí está una mujercita, acá muy atrás. Ella está sufriendo. Es su
brazo izquierdo. Se lo ha fracturado. Tiene un nudo en él, el brazo
izquierdo. En su brazo derecho, tiene neuritis y reumatismo. Ella va
a fallar en captarlo. Sra. Council, ¿cree Ud. con todo su corazón? ¿Cree
que Dios la va...? Está sanada. Jesucristo la sana.
168Nunca he visto a la mujer ni he oído de ella, en mi vida. Jehová
sabe que eso es verdad. ¡Amén!
169 Aquí está una damita de color sentada acá. Está sufriendo con
complicaciones, muchas cosas. Una cosa, Ud. tiene problemas con sus
ojos. No porque está usando lentes; pero sus ojos se le están
empeorando, de todas maneras. Ud. tiene artritis. Si eso es correcto,
menee su mano. Tiene dolores en su pecho. ¿Es correcto eso? Menee
su mano. Tiene un problema estomacal. Si eso es correcto, menee su
mano. ¿Cree que Él la sanará? ¿Cree que Dios me puede decir quién es
Ud.? Edna Gerald. Si lo cree con todo su corazón, créalo, y Ud. puede
recibir su sanidad. ¡Amén!
170¿Creen que Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos? [La
congregación dice: “¡Amén!”–Ed.].
171¿Qué de esta mujer sentada aquí al final, en la segunda hilera acá,
mirándome directamente? Ella tiene un problema con sus pies. ¿Cree
que Dios sanará sus pies? Si lo cree, levante su mano. No la conozco,
nunca la he visto.
172 ¿Qué de la señora sentada al lado de ella? ¿Cree...? Mire en esta
dirección, hermana. ¿Cree que soy el siervo de Dios, con todo su
corazón? Ud. tiene neuritis que la molesta. Si eso es correcto, menee
su mano. Ahora Ud. puede ser sanada.
20 de junio de 1964, servicio en la noche 23

173 La señora sentada al lado de ella, ¿lo cree con todo su corazón? Ud.
está sufriendo también. ¿Cree que Dios me puede decir cuál es su
problema? Un problema de riñón. Si eso es correcto, menee su mano.
174La señora sentada al lado de ella, ¿cree Ud.? Ud. sufre de un
problema nervioso, y con sus ojos. Si eso es correcto, menee su mano.
175La señora sentada al lado de ella, ¿cree, hermana? Ud. está
sombreada. Tiene un problema estomacal, es cáncer en el estómago.
¿Cree que Dios la sanó? ¡Amén!
176 ¿Creen Uds.? ¿Pueden ser abiertos sus ojos y creer que Él es el
Hijo de Dios? Entonces, si creen, pónganse de pie y acéptenlo, y
créanlo con todo su corazón, que Él es el mismo ayer, hoy, y por los
siglos. “¡Oh Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”.
No me pases, oh bondadoso Salvador,
Oye mi humilde clamor;
Mientras a otros Tú estás llamando,
No pases de mí.
Tú eres el Torrente de todo mi consuelo,
Más que vida para mí,
¿A quién tengo yo en la Tierra aparte de ti?
O ¿a quién en el Cielo sino a Ti?
177 ¿Qué ha sucedido? La fe de Uds., así como la de ese mendigo ciego,
lo ha llamado a la escena. ¡Amén! ¿Lo creen? [La congregación dice:
“¡Amén!”–Ed.]. Oh, no hay necesidad para una fila de sanidad.
¿Cuántos creen que están sanados, de todas maneras? ¡Levanten su
mano, alábenle! ¡Amén! Uds. están sanados.
178 Jesucristo está en medio de nosotros, el Mismo que caminó por
Jericó, que conocía a Zaqueo por nombre, que conocía a Bartimeo. El
mismo Señor Jesús, en la forma del Espíritu Santo, está aquí, esta
noche, haciendo las mismas cosas que Él hizo, infaliblemente,
probando que Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos. No permitan
que los credos, y las teologías, y olas de frío, los sofoquen. Uds. están
en la Presencia de Jesucristo, que es hecho manifiesto entre Uds.
¡Amén! Lo creo con todo mi corazón. ¡Amén!
179 Acepten su sanidad, digan: “¡Alabado sea el Señor! Yo lo acepto”.
Cantemos las alabanzas a Él entonces. “Yo le amo, yo le amo”. ¿Le
18 0
aman Uds.? [La congregación dice: “¡Amén!”–Ed.]. “Porque Él a mí
me amó”. ¿Le aman Uds.?
Yo le amo,...
Adórenle ahora en Su Presencia. Uds. saben que Él tiene que estar
18 1
aquí.
24 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

...le amo,
Porque Él a mí me amó,
Y me compró mi salvación
18 2Eso es la sanidad también. Eso es parte de su salvación. ¿En dónde
lo hacen? En la cruz del Calvario–Calvario. ¡Con todos nuestros
corazones!
Yo le amo, yo le amo,
Realmente háganlo en serio. ¡Adórenle!
Porque Él a mí me amó,
Y me compró mi salvación
Allá en la cruz.
18 3Oh, ¿no le aman a Él? [La congregación dice: “¡Amén!”–Ed.].
Estrechen manos con alguien, diciendo: “¡Alabado sea el Señor!”. Si
Uds. se aman los unos a los otros, Uds. lo aman a Él. Sólo dense la
vuelta y estrechen manos con alguien, diciendo: “¡Alabado sea el
Señor! ¡Alabado sea el Señor! Estamos contentos de estar aquí,
hermano, contentos que estamos en la Presencia del Señor Jesús”.
¡Amén! ¡Amén! ¡Maravilloso! ¡Oh!
Pablo dijo: “Si canto, canto en el Espíritu”. Adoremos en el
18 4
Espíritu, otra vez. Cantemos en el Espíritu.
Yo le amo, yo le amo (¡aleluya!),
Porque Él a mí me amó,
Y me compró mi salvación
Allá en la cruz.
18 5 Oh, ¿no le aman? ¿No es Él maravilloso? ¡Canten!
Oh, maravilloso, maravilloso, Jesús es para mí,
Un Consejero, Príncipe de Paz, Dios Poderoso es Él;
Oh, Él me salva, me guarda, de todo pecado y vergüenza,
Maravilloso es mi Redentor, ¡alabado sea Su Nombre!
Oh, maravilloso, maravilloso, Jesús es para mí,
Él es el Consejero, el Príncipe de Paz, Dios Poderoso es Él;
Él me salva, oh, me guarda, de todo pecado y vergüenza,
Oh, maravilloso es mi Redentor, ¡alabado sea Su Nombre!
18 6 ¿Qué podría suceder ahora mismo en la Presencia de Dios, así?
Una vez estaba perdido, ahora he sido hallado, libre de
condenación,
Jesús da libertad y una salvación completa;
Él me salva, me guarda, de todo pecado y vergüenza,
Oh, maravilloso es mi Redentor, ¡alabado sea Su Nombre!
20 de junio de 1964, servicio en la noche 25

¡Oh, cantémoslo como si lo hacemos en serio!


Maravilloso, maravilloso, Jesús es para mí,
El Consejero, Príncipe de Paz, Dios Poderoso es Él;
Oh, Él me salva, me guarda, oh, de todo pecado y
vergüenza,
Oh, maravilloso es mi Redentor, ¡alabado sea Su Nombre!
18 7 Oh, ¿no les hace simplemente algo a Uds., los restriega, por
dentro? [La congregación dice: “¡Amén!”–Ed.]. ¡Compañerismo, oh,
qué sentir! No cambiaría esto por todo el dinero que Uds. pudieran
apilar, todo lo demás. Deséchenlo, pero denme a Jesús. ¡Oh, qué cosa!
Sí, señor. ¡Compañerismo!
18 8¡Oh, qué dulce es caminar en este camino de peregrinos,
apoyándose en el Brazo Eterno, sabiendo que Él está aquí! ¡Oh, amor
a primera vista, algo dentro de nosotros clamando! Oh, algo como
un–un... la tapa quitada de un pozo artesiano, sólo brotando agua; y
entre más brota, más fría y más fresca se vuelve. ¡Amén! ¡Oh, Él es
maravilloso! ¿No lo es? [La congregación dice: “¡Amén!”–Ed.]. Yo le
amo. ¿Uds. no? [“¡Amén!”]. ¡Oh, qué cosa!
18 9¿No se aman los unos a los otros? [La congregación dice:
“¡Amén!”–Ed.]. Ahora todos Uds. Metodistas estrechen manos con los
Pentecostales, y Uds. Bautistas, y sólo sean muy amigables. Si no
pueden hacer eso, no le aman a Él. Eso es correcto. Porque ellos le
aman a Él, Uds. le aman a Él; Él los tomó a Uds. con sus maneras
peculiares, Él tomó a los otros, así que sólo estemos de acuerdo ahora.
Oh, ¿no es Él maravilloso? [“¡Amén!”]. Lo creemos con todos nuestros
corazones.
190 Oh, cantémoslo otra vez, este maravilloso himno antiguo de la
Iglesia: “Yo le amo, yo le amo”.
191 Simplemente no puedo decir eso bastante, porque Él primero me
amó a mí. Él me amó a mí, el hijo de un borracho desventurado, pobre,
cegado deliberadamente, y amante del pecado, en las alcantarillas, y
Él se rebajó por Su gracia. Yo no tuve nada que ver con eso. Él me
escogió a mí. Sí. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede un cadillo ser
cambiado a un trigo? Se requiere el Poder de Dios. ¡Amén! Yo le amo.
Oh, yo–yo como que me siento religioso ahora mismo, yo mismo.
Yo–yo me siento bien.
192 Yo sé que Él está aquí. Es Él. Él lo prometió. Él–Él está aquí en
medio de nosotros. ¡Cuánto le amo! Él es maravilloso. Lo hace a uno
sentirse bien el saber que no tenemos que adivinar al respecto. Aquí
está Él, identificándose allí mismo en la Palabra, como Él siempre lo
ha hecho, haciéndola Él, no algún credo, no algo mítico, sino el Dios
Viviente, Él mismo. ¿Cómo se dio Él a conocer? No allá en Sodoma,
26 DIOS TIENE UN CORDERO PROVISTO

sino a Abraham; y ahora a la Simiente de Abraham, después de él,


muestra que somos Simiente de Abraham. ¡Amén! ¡Oh, qué cosa! Me
siento muy bien ahora mismo.
Yo le amo (¡oh, qué lluvia de bendición!), yo le amo,
Porque Él...
Sólo piensen; antes que Uds. lo amaran a Él, ¡Él los amó a Uds.!
193Señor Jesús, concede la sanidad de estas personas, Padre, para que
puedan ser sanados, todos y cada uno de ellos. En el Nombre de
Jesucristo, pido, Señor, para Tu gloria. ¡Amén!
Allá en la cruz.
194Oh, inclinemos nuestros rostros ahora, dulcemente, quietamente.
Uds. saben, sólo somos niños, de todas maneras. Somos los hijos de
Dios. ¿Han visto alguna vez cuán libre se siente un niño alrededor de
su padre? Su padre lo está observando, ¿ven? Tararéemoslo. [El
Hermano Branham comienza a tararear Yo Le Amo–Ed.].
195 Sólo el verlo a Él aquí parado, ¡la gran Columna de Fuego! Él dijo:
“Salí de Dios; voy a Dios”. Él era el Logos que estaba con Moisés en el
desierto, la Columna de Fuego. Él murió en el Calvario, resucitó. Y
cuando Saulo iba en camino allá a Damasco, esa misma Columna de
Fuego lo derribó; él dijo: “¿Quién eres, Señor?”.
Él dijo: “Yo soy Jesús”.
196 Él salió de Dios; fue a Dios. Identificado con nosotros por prueba
científica, por la prueba de la iglesia, por todo. “Yo...”. Manifestando
Su misma cosa, declarando Su Palabra. Él es el Intérprete. [El
Hermano Branham tararea Yo Le Amo–Ed.].
197 ¿No sería un tiempo maravilloso para que Él viniera ahora mismo,
mirar alrededor y ver a todos siendo cambiados, partiendo? Él lo hará
algún día. [El Hermano Branham tararea Yo Le Amo–Ed.].
198Ahora con nuestros rostros inclinados, muy despacio. [El Hermano
Branham tararea Yo Le Amo–Ed.].
199 Recuerden los servicios en la mañana. Si son desconocidos aquí,
y no tienen una iglesia; estos finos pastores, ellos creen este mismo
Evangelio o ellos no me hubieran invitado aquí. Son bienvenidos a ir
a sus iglesias. Tengan un buen servicio mañana, un buen descanso en
esta noche, y luego regresen mañana en la tarde para el servicio de
sanidad.
200 [El Hermano Branham tararea Yo Le Amo–Ed.]. Muy bien. Dios
lo bendiga, hermano.

También podría gustarte