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Magola:

Con más de sesenta años de edad, Magola Gómez ha sido testigo de la violencia bipartidista, del
machismo de una sociedad, de la crueldad de la guerrilla, del asesinato de su esposo y de la sevicia
paramilitar.

Uno de los recuerdos más vivos en la memoria de Magola Gómez tiene que ver con un par de
petacas.

No sabe fechas exactas pero recuerda que entre la una y las tres de la madrugada de un día
cualquiera, su mamá y su papá –alcalde de San Carlos de Colosiná, Córdoba– tuvieron que huir del
pueblo en dos mulos y un par de petacas en las que escondieron a sus cuatro hijos.

En 1961, Magola, con 15 años de edad, decidió irse a vivir a la ciudad de Montería.

A los pocos días comenzó a trabajar en la emisora La Voz de Montería.


En 1962, Magola, con 16 años de edad, ya tenía un trabajo fijo en una de las emisoras más
importantes de la zona.

Ella era la que organizaba las actividades de los programas.

Magola en Cartagena. De ahí en adelante fue la mujer de Germán Gómez.

Magola siempre se había considerado a sí misma de convicciones políticas comprometidas con la


búsqueda de justicia social.

Eran épocas de clientelismos tradicionales, y La Piragua no disponía de los recursos para llevarles
fiestas o mercados a los electores.

Magola y los líderes de La Piragua convocaron una reunión y ella decidió continuar el programa
radial y seguir dándole vida el movimiento político. A partir de ese momento la vida de Magola se
confundió con la vida política de esa corriente política que ella lidera.

Magola tenía una gran capacidad de trabajo, un extraordinario carisma, y es, sin duda, una gran
admiradora de la radiodifusión. Con La Voz.

Como mujer y como madre, Magola anota con tristeza que ese mundo de los partidos era y es muy
machista.

Magola perdió también a una de sus hijas.

Magola se retirara de la vida política y se dedicara por completo a la radiodifusión en La Voz de


Montería, que aún sigue siendo una emisora de alta sintonía.

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