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JESÚS Y LA ADORACIÓN
Juan 4.23-24
Cuando Jesús se encuentra con la mujer Samaritana, ésta le habla
sobre la adoración que su pueblo en el monte Gerizim, a diferencia
de los judíos que lo hacían en el templo de Jerusalén. El concepto de
adoración que estaba en la mente de esta mujer Samaritana estaba
enfocado en la liturgia que ella había conocido desde niña. Y desde
allí, ella expone a Jesús su opinión acerca de la adoración. No
obstante, Jesús le muestra su posición en cuanto a la adoración y es
en este contexto donde Él se expresa sobre la verdadera adoración,
la que recibe Dios con satisfacción.
DOS VOCABLOS
Hay dos vocablos para hablar de adoración, los cuales son comunes
en nuestros días. El primero viene del verbo LATREUO (palabra de
la que se deriva liturgia: Servicio, dar servicio u homenaje religioso
en un lugar determinado. Consta de un programa religioso o de culto
-oraciones, cánticos, sermón, etc. Y símbolos como Biblia abierta y
otros elementos físicos) tiene que ver con liturgia. El segundo se
origina de un verbo usado por Jesús cuando habló de adoración y es
PROSKUNEO (no tiene relación con liturgia sino con intimidad).
EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
Cristo hace una crítica a la adoración judía y también a la adoración
Samaritana. Estas se realizaban en un monte, tanto Gerizim como en
el templo de Jerusalén para adorar en LATREUO con un conjunto
de símbolos o, en el templo de Jerusalén. Cristo también está
criticando a los sacerdotes. Critica los 24 turnos sacerdotales del
culto en Jerusalén. Es allí donde JESÚS dice: SE VIENE LA HORA
QUE LA ADORACIÓN SERÁ EN ESPÍRITU Y EN VERDAD en
PROSKUNEO.
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