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PANORAMA

AGUSTÍN UDÍAS VALLINA

Ciencia
y religión Dos visiones del mundo

S A L T E R R A E
A G U S T Í N U D Í A S V A L L I N A , jesuita,

catedrático emérito de geofísica de la

Universidad Complutense de Madrid y

miembro de la Academia Europea, es

autor de Principies of Seismology

(Cambridge University Press, 1999); y

ha publicado: Fundamentos de Geofísica


a
(en colaboración con J . Mezcua, 2 ed.

Alianza, Madrid 1997); Historia de la

Física. De Arquímedes a Einstein (Síntesis,

Madrid 2004); El universo, la ciencia y

Dios (PPC, Madrid 2001) y Searching the

Heavens and the Earth: The History of

Jesuit Observatories (Kluwer, Dordrecht

2003). Desde 2001 imparte un curso

sobre Ciencia y Religión en la Facultad

de Ciencias Físicas. Y desde su

experiencia como religioso, científico y

profesor universitario, ofrece sus

reflexiones sobre el apasionante tema

de las relaciones entre ciencia y religión.


creación.
Cosmología y
7. Origen del universo

al universo mecanicista
71.Del universo magico

la más remota antigüedad, el hombre ha sentido la


D
las cosas
ESDE
necesidad de comprender la naturaleza y el origen de
que le rodean y,
de esta forma,llegar a comprender tam-
todas ellas, es decir, el universo. A lo largo del
bien el conjunto de
del universo, o cosmologías, han ido
tiempo, estas concepciones
cambiando hasta llegar a la que tenemos hoy, que, sin lugar a du
das, cambiará también en los siglos futuros'. Junto con la visión
de la naturaleza del universo, se plantea también la cuestión de su
origen y de cómo ha llegado a ser tal como lo vemos hoy: lo que
se conocía en la antigüedad como «cosmogonías», término hoy
en desuso. Al enfrentarse con el universo y tratar de dar una res-
puesta a las preguntas que se le plantean sobre su naturaleza y
origen, el hombre adopta diversos puntos de vista, que hoy pode-
mos distinguir como científico, filosófico y teológico. Hoy estos
puntos de vista están más o menos separados, pero durante mu-
cho tiempo estuvieron mezclados. Aún hoy, a pesar de que no se
reconozca muchas veces, estos puntos de vista se contunden en
Cuestiones que traspasan inadvertidamente las tronteras que he-
mos establecido entre ellos. Aunque actualmente la cosmologta,
ue se considera una
Ciencia de formalización
parte de la fisica, se ha convertido en una
matemática y basada en la observacion,

ela siguen planteándose cuestiones que invaden el terreno de


d
losofía e incluso de la teología. Por otro lado, el publico en ge

g e S. KRAGH, Conceptions of Cosm0s. From Myths to the Acceleratn


Uni A lHistory of Cosmology, Oxford University Press, Oxtord 2006,.
CIENCIA Y RELIGIÓN
226

neral tiene una visiÓn del universo, a través de


de populari
populariwacionesde
la ciencia, que tan sólo relleja debilmente, de forma ce s de
neralmente mal confusa ygege
comprendida, lo que ]la ciencia conoce
de dicho universo. Más aún, por lo que se refiere a hoy acerca
una
gran parte
de la población,su visión del universo puede todavia corparte
a la de épocas pasadas e incluso, prácticamente, a la de
primitivos. A pesar de los avances de la ciencia, es pueblos
sorprendent e có-
mo, en el nivel popular, mezcladas con
elementos de los
nocimientos, sobreviven tambien visiones del pasado. nuevos co-
Siguiendo en parte el esquema de Edward Harrison.
mos dividir el desarrollo de las visiones del universo
a lo
pode
la historia en las siguientes: magica, mitica, largo de
ca, mecanicista y evolutiva'. La
geométrica, teológi.
concepcion más antigua del hom-om-
bre es la concepción mági1ca del universo, que
podemos suponer
estuvo extendida entre los grupos humanos cazadores
y recolec
tores que se remontan al menos al
periodo que media entre los
años 30.000 y 4.000 a.C., y hasta es
posible que en épocas aún
más tempranas. No tenemos ninguna evidencia directa al
respec
to, pero podemos deducirlo de las
concepciones de los pueblos
primitivos actuales. Al menos sabemos que los hombres que de
coraron hace más de 15.000 años cuevas como las de Altamira, en
España, y Lascaux, en Francia, en las que aparecen representacio-
nes del sol y la luna, y construyeron los dólmenes, debian dete
ner una determinada visión del mundo que les rodeaba. Los que
construyeron el misterioso monumento de Stonehenge, en el sur

de Inglaterra, posiblemente lo utilizaran como un primitivo


o
Servatorio astronómico. Es muy probable que estos hombres pu
mitivos, como lo hacen muchos de los pueblos primitivOs actu

les, consideraran que la naturaleza se encuentra aninmada


piritus buenos y espíritus malos. Puede que esta extrapolae
Sea del todo correcta, pues los que conocemos hoy coIn
visl
han
blos primitivos» no se
que existen actualmente y que l
Contaminados por el omnipresente hombre moderno ue
sistemas
sulta bastante dificil de ya com
por sí-poseen
aproximación a la naturaleza, aunque en ellos el an

2. Edward HARRIsON, Masks of the Universe.


Chang
hie oSmos, Cambridge University Press, Cambridge
e 2003.
CREACION, ORIGEN DEL UNIVERSO
COSM
aLOGÍA Y 227
1

Es natural
n . Es
hastante comun. que la propia experiencia de sentirse
de un espíritu lleve al hombre
hisMan consciente y poseedor
Consciecnt

vo,
viv0,
hién aa los:
los animales, a las plantas y al resto de la na-
ser también
n

plica
arla considerándol
también como seres vivos y conscien-
eza, sólo los animales y
visión
visión de la naturaleza, no
o de
este tipo
es.
n
sino también
los astros, las montañas y los ríos pose-
p l a n t a s ,

animan y que pueden tener actitudes positi-


las que los
las
esta visión, la naturaleza
hacia el hombre. Según
espiritus
en csp negativas
un carácter sagrado, por lo que
o

daella
animada y adquiere
csta
t r a t a d a como
los hombres se tratan unos a otros, y aun
ser
debe
c o n v e n e r a c i ó n .

asumir, pues, que la primera visón del hombre del


Podemos Le mamos así por-
corresponde a una visión mágica.
universo
corresponde la práctica de la magia para ganarse el fa-
e a eella
buenos y convertir en benévolos los posibles
vor de los espíritus en la naturaleza y, de este
espiritus
adversos o malos presentes
beneficio. Ante una naturaleza que em
manipularlos en su
modo,
sus manitestaciones
(tormentas, rayos, terremotos...
muchas de
para en una amenaza
el hombre, el desconocimien-
se convertía
mecanismo que regula estos sucesos le lleva
to que éste tiene del
de la magia
aemplear el recurso de defenderse de ellos a través
Como ya veíamos en el capítulo 1, la magia es un fenómeno mu
Pero nd
extendido y no sólo presente en los pueblos primitivos.
animista
cabe duda de que aparece con más fuerza en visiones
en bene
la naturaleza. Aprovechar las fuerzas de la naturaleza
de
ncio propi0 es una constante en la historia del hombre: y aunqu-
nO queramos reconocerlo, en ella pervive una herencia de l-
«desencan. han
Prdctuca mágica. La ciencia moderna y la técnica
sagrado, -
ddo» la naturaleza, desposeyéndola de su carácter en la que s.
d ievado a una visión mecanicistay pragmática univeTs
Peraido todo respeto por ella. La visión mágica del
nace muchos siglos que se ha perdido, aunque restos de ella e
VIvan escondidos en el subsconciente.
Cue uando el hombre se hace agricultor y ganadero, crea las prr
meras ciudades escrito, aparece und v
sión distinta y desarrolla el lenguaje llamar «mitico», Apare
de universo, que podemos
cen
Cen las n
religioso
ya las
ya primeras estructuras sociales de los poderes politicop

religioso, yést
oOs
ras ciudades tien influyen en su visión del
universo. Si las prime
Cnen su origen hacia el 10000 a.C., la primerd
228 CIENCIAY RELIGIÓN

critura remonta tan sOlo al 4000 a..,


se

las cuatro civilizaciones mas antiguas aproximadamente En


dia v China) aparecen los relatos
(Egipto, Mesopotamia
mitológicos que tratan de da.
respuestas enraizadas en la cultura y la religión de cada puehle
las preguntas más fundamentales del hombre a
acerca de si
y del mundo
que le rodea. En ellos, y en un lenguaje mismo
te poético, se propone cual es el generalmen-
origen de todo: dioses, hombres
y cosas. En los mitos,
la
naturaleza
estar identificados. Por ejemplo, en el
y los dioses suelen a menudo
antiguo Egipto, el cielo, la
tierra y el aire son dioses personificados. En los mitos
mesopotá
micos, todo procede de un caos inicial que da a los origen prime-
ros dioses, y éstos, por generación, a otros. Esta idea de la
existen-
cia de un caos inicial es también muy frecuente en muchos otros
mitos. En una última generación de dioses aparece un dios de-
miurgo que, con los restos de otros dioses a los que da muerte,
construye el cielo y la tierra. Los dos tipos de acción que el hom-
bre conoce en la naturaleza y en sí mismo (la generación y la ac
tividad) son aplicados a los dioses en su relación con las cosas.
Finalmente, los dioses crean a los hombres, y con ellos empieza
una historia nueva separada de la de los dioses, aunque a veces
ambas historias se mezclan.
La diferencia entre la concepción mítica y la concepcion ma-
la natu-
gica del universo que ahora los elementos de
estriba en
dioses a los
raleza no están animados, sino que son ellos mismos
les
el hombre debe un culto, o bien han sido producidos por
que animado de a
dioses que los rigen. De alguna manera, el mundo
un mun
el todo es sagrado, da pasoa
ConcepcIón mágica, en que
aunjue
do en el que lo profano y lo sagrado están separados,
de
socio-politica-religiost l
gidos por los dioses. La estructura
ademas, a nuevas ne
CIudades y estados emergentes da origen, lo
trabajo, para y
SIdades, como la regulación de las fiestas y del
salut, l s t
es n e c e s a r i o un calendario, la preocupación
por la
c o m e r c i o , lo
cual v d t
didas del terreno y los granos y el y

a una astronomía, una


medicina, una geonetra u
gen
mética incipientes. Junto c o n
las explicaciones nnitooga
y cn Nlcsop
ya en igipto
origen del
cielo y la tierra, aparecen

de los astros,
observaciones
lds sobre
mia las primeras que
liable. Aunque
que
se
s pietsa c l l o
e piensa no
calendario
puede establecer un movimiento de los astros
losdioses los que gobiernan el
230 CENCIA Y REILIGION

ción futura, conprobablc con las observaciones a


fica y científica puramcnte sccular y racional Sn fil
se

teológica. Los primeros astreonomos griegos del ara así


así dede is
el paso fundamental de considerar a la siglo VI
Tierra flaaa.. dan
a
la
pacio, rodeada de un universo estérico en el que ella oci
en dan
en elel ees.
centro; y con Pitágoras asignan a la Tierra su forma
primer modelo del universo completamente erica
geométrico
puesto en el siglo IV a.C. por Eudoxo de Cnido, discinulodf
tón. Se trata de un universo esférico de
dimensiones Pla
centro lo ocupa la Tierra, y su itas
limite exterior las
estrellas fias t

planetas están fijos a una serie de 27 esteras


giran con distintos
homocéntricac
ejes.
El conjunto permitía
tante exactitud el movimiento relat1vo de los reproducir con has
planetas vistos der
de la Tierra, suponiendo que solo se dan movimientos
circulares
Aristóteles dio a este modelo geométrico una realidad fisica, au
mentando a 52 el número de esteras, a las que consideró forma
das de un material cristalino e inmutable, el éter,
que constituia
la naturaleza del mundo celeste por encima de la órbita de la Lu
na. El mundo terrestre, por el contrario, está formado por mez
clas de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y està su
jeto a cambio, generación y corrupción. Prescindiendo de su rea
lidad fisica, los astrónomos griegos, como Apolonio e iiparc

siguiendo la por Eudoxo, introdujeron


en a
tradición
originada
modelo geométrico geocéntrico esférico elementos que lo mee
raban, como los epiciclos, la excéntrica y el ecuante. En elsigo t
a.C. Aristarco dio un paso espectacular y propuso, sin mu

o, un modelo heliocéntrico. En el lI, siglo Ptolomeorecog


da la tradición astronómica geocéntrica griega en su 8 a
vigenic
segura
conocida por su nombre árabe, Alnagesto, que
en Occidente hasta que, en el siglo XV1, Coperne
SIstema heliocéntrico. Los astrónomos griegOs Tc. nuy

dasbasaban
se de las distancias
en métodosentre los astros válidos,
geométricos que, aunque
y hc ctid.
tanibc
yue
yucha

de lu T
términos del radio
CsOnes al universo en
u
exactitud.
Dlan conseguido medir con bastante Dequen

tado por la esfera de las estrellas fijas, era mas p


medidas actuales de la órbita de Saturno. a s t r o n o n
g
los
por
Además de los modelos propuestos p o t o s

como ciente
80s, que podemos considerar
Y Y
OSMOLOGIA CREACTON. ORIGEN DEL UNIVERSO
231

aventuraron
n el campo de
la filosofia
y añadieron a los
mode-
s cOsmologicOs otras característica no relacionadas con las ob-
los cosmno

a s ideas provenientes
servaciones. Las de las escuelas
pitagórica
nlatónica fomentaron la aplicación de las matemáticas al conoci-v
latónicade la trale7a, alal considerar
naturalcza, considerar lo
los números y
miento formas geo
la esencia de las cosas. Aristóteles
como consideró
métricaaito y esfér
universo
esférico de esferas homocéntricas como eterno
fhnito v
su

sario, atribuyendo a la última.esfera -el «motor inmóvil»,


nrincipio del movimiento de todas las demás esferas
iltim
ter divino.
arácter divino. La escuela estoica, fundada en Atenas por Zenón
Citio en el siglo III a.C., consideró a Dios como el alma del
estendió más allá de la esfera de las estrellas fijas un es-
pacio
acio infinito. La escuela atomista, fundada por Leucipo en
siglo V a.C. y desarrollada por Demócrito, propuso una cos-
m basada en la sola existencia de un número infinito de pe-
queñas particulas indivisibles, los átomos, y un espacio infinito
vacio. Su universo es, por tanto, infinitoy eterno. Añadióademás
un proceso puramente mecánico, por el cual el universo parte de
un estadio primitivo caótico para organizarse mediante un mo-
vimiento de remolinos en el que los átomos se agrupan para for-
mar todos los cuerpos que hoy conocemos. Su pensamiento ateo
consideró que todo movimiento es puro fruto del azar. Los ato-
mistas introdujeron por primera vez los conceptos de átomos,
vacio, espacio y tiempo infinitos y azar, que se mantendrán hasta
nuestros días. Las ideas de los atomistas fueron adoptadas por la
escuela filosófica fundada en Atenas por Epicúreo de Samos y po-
pularizadas más tarde en Roma por Lucrecio.
Ya vimos en el capítulo 5 cómo los autores cristianos desde el
Sglo 1l fueron, poco a poco, aceptando el modelo cosmologico
Eriego, primero con influencias platónicas, y luego aristotelicas
ngunos elementos de las cosmologías griegas fueron consider
us ncompatibles con la fe cristiana, como la eternidad y el ca-
r necesario del universo, su infinitudy su dependencia abs
d del azar. El resultado final fue el establecimiento de lo que
emos llamado la 5 8.)
«imagen medieval del universo» (seccion sos
SObre todo, entre los siglos XU y XVI. Este modelo las
cOs

mológico era geocéntrico, esférico y finito. A él anadian se

Consecuencias
ds teológicas del hecho de considerarlo
creado por
" C tlemp0: de una duración limitada, por lo tanto. A par
CIENCIA Y RELIGIÓN

tir del relato del Génesis se


propusieron las primeras
nes de la edad del universo, como
la de 5611 estimaci
Eusebio de Cesarea (siglo TV) y citada por Sanaños propuesta
so tendría una duración limitada y estaria Agustin. El univer
con la venida
destinado a
concliir
gloriosa de Cristo al final de los
creación. Más allá de la tiempos, cual in. lo
augurariía una nueva
última esfera se si.
tuaba el llamado «cielo empireo», o
lugar de los
bienaventurados
y
algunos situaron en el centro de la Tierra el
infierno, Iugar de
los condenados. Según la
interpretación literal del
Universo había sido creado por Dios Génesis, el
seis días tal como
en
lo conocemos: estático y de dimensiones finitas. De esta ahora
forma, la
imagen del universo quedaba encuadrada en el esquema teológi-
co cristiano. Salvando las líneas
generales del modelo, algunos
elementos eran discutidos. Por ejemplo, determinados autores
como ya hiciera Capella en el
siglo V, proponían que Venusy
Mercurio giraban alrededor del Sol y no alrededor de la Tierra:
las esferas celestes sólidas y cristalinas fueron consideradas por
algunos como un material fluido en el que se movían los plane-
tas; y ya San Basilio se había opuesto a considerar la naturaleza
del mundo celeste distinta de la del terrestre. Al final de la Edad
Media, Nicolás de Oresmes y Juan Buridán plantearon el proble-
ma de la rotación de la Tierra, y Nicolás de Cusa se preguntaba st

el centro del universo debe estar necesariamente en el centro de

la Tierra.
los traba
publicación de la obra de Copérnico en 1543 y
La
el tnal
jos posteriores, sobre todo de Keplery Galileo, supusieron nuevo
del
de esta imagen medieval del universo y el comienzo
en el capituld
modelo cosmológico heliocéntrico. Como vimos
no estuvo
exento e
el cambio a este n u e v o modelo de universo
dificultades. Aunque tanto Copérnico como Kepler siguC
dinmensiones, la iulea cc u
Considerando el universo finito en sus

univers0 infinit0, Con las estrellas distribuidas por el copae


nueva vsi
abriéndose paso. Newto estableció una
cío, fue enplica
lan

univers0, regido por una ley de gravitaeion quc


única

t oel m o v i m i e n t o
de los cuCpos sobrela tietracOno c
igen ahora todas
las intctdes
tros. Las leyes de la mecáica
lo que podemos calilicarde
en el univers0, cOn
de 1u
presentes El utulo cntei
universo,.
la nueva imagen del
nicista»
1825), retleja perleel.
mecánica celesle (1799
Laplace,La
COSMOLOGIA Y CREACTON, ORIGEN DEL UNIVERSO
233

nueva concepción del universo, en la que todos los aspectos teo-


5eicOs del universo medieval han sido eliminados. El espacio se
log nito, v en él se halla distribuido un número de estrellas
n hos consideran tambien infinito. Aunque al
principio el
q u e ma
que
universo se consideró centrado en el Sol, poco a poco esta idea
fe diluyéndose, al abrirse paso la consideración de la existencia
tras sistemas planetarios alrededor de otras estrellas, y agru-
aacioncs de estrellas o galaxias distintas de la Via Láctea. Esta
ención del universo conllevó también un cambio en la ima-
gen de Dios, según la corriente deísta, como el diseñador y arqui-
tocto de un universo que, una vez creado y sometido a unas leyes,
funciona por si misimo sin necesidad de intervención alguna de
Dios. Para los autores explicitamente ateos, que, como ya vimos,
empiezan a aparecer en el siglo XVIIl, el universo era eterno e in-
mutable, o bien sujeto a una serie ininterrumpida de ciclos.
Unida a la concepción mecanicista de los cielos aparece tam-
bien la idea de su formación a partir de una situación de caos pri-
mitiva por etecto de la sola ley de la gravitación. En 1755, el filo-
sofo Emmanuel Kant propuso la teoría según la cual, bajo la in-
fluencia de la gravedad, se forma la agrupación de estrellas de la
Via Láctea, y en torno a una de sus estrellas, el Sol, nuestro siste-
ma planetario. Kant también interpretó las nebulosas como
le-
agrupaciones de estrellas semejantes a la Vía Láctea, pero muy
llamamos
janas, que él denominó «universos islas» (lo que hoy
se había formado
galaxias»). Kant propuso que el sistema solar
una masa incandescente.
por el enfriamiento y separación de
ESta idea la desarrolló Laplace en 1796 con su famosa teoria de la
describe cómo se forman primero
anm-
nebulosa solar, en la que
Tanto para Kant
Os en torno a la masa solar, y luego los planetas.
tenido siempre el mis-
Como para Laplace, el universo no había
todavia no se hablaba pro-
o aspecto que tiene ahora, aunque Louis Button
de origen del universo. Ya algo antes,
Pamente un
tormado por el cho-
sistema solar se habia
dDla el
propuesto que materal
el
u c de un cometa con el Sol, del que se desprendió era cons1-
universo newtoniano
origen a los planetas. El
o dimensiones infinitas, aunque
no

ddo por la mayoría como de de


lo consideraron finito. Con la construccionals-
taron quienes descubrieron
estrellas a
más potentes se
opios cada vez
luz tardaba en llegar a
nClas cada vez mavores. de forma que su
234 CIENCIA Y RELIGIÓN

la Tierra millones de años. El debate acerca d e si la Vía Láctea era


la única galaxia se decidió a principios ya del siglo XX c o n las o b -
servaciones d e galaxias fuera d e la nuestra y a e n o r m e s distancias.
El p r o b l e m a de su d u r a c i ó n v i n o a complicarse c o n la p r o p u e s t a
de Rudolf Clausius, en 1850, d e la segunda ley de la t e r m o d i n á -
mica, según la cual el universo acabaría c o n su m u e r t e térmica al
llegar a u n ú l t i m o estado d e equilibrio térmico, p o r lo q u e t a m -
p o c o p o d í a h a b e r existido siempre. Esto llevó al debate de si el
universo tenía u n a d u r a c i ó n ilimitada o n o . D e todas formas, la
edad bíblica de la tierra (de a p r o x i m a d a m e n t e 6.000 años) se h a -
bía a b a n d o n a d o ya frente a las propuestas d e u n a d u r a c i ó n m u -
cho mayor, c o m o la de Buffon, q u e cifraba dicha edad en varios
cientos de miles d e años, o la d e geólogos c o m o Charles Lyell y fí-
sicos c o m o Lord Kelvin, q u e elevaban la cifra a millones d e años.
D u r a n t e el siglo XIX, el universo n e w t o n i a n o se consideraba in-
d i s t i n t a m e n t e c o m o finito o infinito, estático o d i n á m i c o , ilimi-
t a d o o limitado en su duración..., sin observaciones ni a r g u m e n -
tos decisivos q u e inclinasen la balanza hacia u n o u o t r o lado.

7.2. El universo evolutivo

A principios del siglo XX, nuestra imagen del universo se vio d e -


finitivamente modificada p o r la c o m b i n a c i ó n de d o s p o d e r o s o s
a r g u m e n t o s , a saber: nuevos desarrollos teóricos, basados en la
teoría general d e la relatividad, y nuevas observaciones a s t r o n ó -
micas. En 1917, Albert Einstein aplicó p o r p r i m e r a vez las ecua-
ciones de la relatividad general al universo en su conjunto. En es-
ta aplicación p a r t i ó de la hipótesis de q u e el universo a gran es-
cala es de densidad u n i f o r m e e isótropo; es decir, q u e sus carac-
terísticas s o n las m i s m a s en todas las direcciones, q u e posee u n a
masa finita y q u e el espacio tiene u n a c u r v a t u r a positiva. En con-
secuencia, el universo tiene el m i s m o aspecto visto p o r cualquier
observador desde cualquier posición d e n t r o d e él: lo q u e se c o n o -
ce c o m o el «principio cosmológico». D a d o q u e la masa del u n i -
verso es finita, t a m b i é n lo es su t a m a ñ o . Einstein a b a n d o n ó el es-
pacio infinito de la geometría de Euclides presente en el universo
n e w t o n i a n o y a d o p t ó u n espacio de c u r v a t u r a positiva de la geo-
metría de B e r n h a r d R i e m a n n . El t i e m p o absoluto de N e w t o n
7. - C O S M O L O G Í A Y C R E A C I Ó N . O R I G E N D E L U N I V E R S O 235

t a m b i é n se modificó en u n a u n i ó n de espacio y t i e m p o , de acuer­


d o con la teoría de la relatividad. Para o b t e n e r u n a solución a sus
ecuaciones, en las q u e el universo fuera estático, Einstein i n t r o ­
dujo la llamada «constante cosmológica» (designada con la letra
griega lambda: Λ), con u n valor positivo. M á s tarde, c u a n d o se
generalizó la idea del universo en expansión, Einstein diría q u e
ésta había sido su m a y o r equivocación. Sin e m b a r g o , esta cons-
tante, c o m o veremos m á s adelante, sigue d e s e m p e ñ a n d o u n pa-
pel i m p o r t a n t e en los m o d e l o s actuales del universo. Las caracte-
-30 3
rísticas del universo vienen dadas p o r su densidad ( 1 0 g / c m ) ,
51 23
su masa total (10 kg.) y su t a m a ñ o (10 k m ) . A partir de esta
p r o p u e s t a de Einstein, t o d o s los m o d e l o s del universo estarán ba-
sados en las ecuaciones de la relatividad general. El a s t r ó n o m o
holandés Willen De Sitter p r o p u s o en el m i s m o a ñ o 1917 solu-
ciones en las que el universo está desprovisto de materia, pero se
e n c u e n t r a en continua expansión. Así c o m o en el universo de
Einstein hay materia sin m o v i m i e n t o , en el de De Sitter hay m o -
v i m i e n t o sin materia.
U n paso i m p o r t a n t e se dio en 1922, c u a n d o el joven m a t e m á -
tico ruso Alexander F r i e d m a n n llegó a la conclusión de q u e las
soluciones m á s estables de las ecuaciones de la relatividad gene-
ral, en las q u e Λ = 0, c o r r e s p o n d e n a u n universo en expansión
o en contracción. La idea del universo en expansión iba t o m a n -
d o fuerza. El eclesiástico y profesor de a s t r o n o m í a belga George
Lemaître p r o p u s o en 1927 soluciones q u e describen u n universo
en expansión. En 1931 arguyo que, si realmente el universo esta-
ba en expansión, se tiene q u e llegar a u n t i e m p o en el p a s a d o en
el q u e t o d a la materia estaba c o n c e n t r a d a en u n a s p e q u e ñ a s di-
mensiones, en lo q u e él llamó el « á t o m o primitivo», e n o r m e -
m e n t e denso. Según Lemaître, el proceso de expansión habría co-
m e n z a d o con la explosión de este á t o m o primitivo. Las ideas so-
bre la expansión del universo fueron elaboradas y difundidas p o r
el a s t r ó n o m o inglés A r t h u r E d d i n g t o n . Sin e m b a r g o , la idea p r o -
puesta p o r Lemaître de u n origen caliente y d e n s o del universo
n o fue aceptada p o r la mayoría de los cosmólogos, que, a u n q u e
defendían u n universo en expansión, lo consideraban de d u r a -
ción ilimitada. Una visión m á s física del la expansión del univer-
so es la presentada p o r George G a m o w en 1952, i n d e p e n d i e n t e -
m e n t e de las ideas de Lemaître, p a r t i e n d o de la física nuclear.
236 CIENCIA Y RELIGIÓN

G a m o w p r o p u s o q u e el universo se e n c u e n t r a en expansión a
partir de la explosión de u n á t o m o primitivo en el q u e estaba
c o n c e n t r a d a t o d a la materia, lo cual habría sucedido hace u n o s
17.000 millones de años. El origen del universo aparecía p o r p r i -
m e r a vez con u n a fecha. Según G a m o w , el á t o m o primitivo esta-
ba f o r m a d o p o r las partículas elementales entonces conocidas
(protones, n e u t r o n e s y electrones), cuya síntesis posterior d u r a n -
te los p r i m e r o s m o m e n t o s , c u a n d o la t e m p e r a t u r a era m u y alta,
habría d a d o origen, p o r síntesis, a los á t o m o s de los distintos ele-
m e n t o s . G a m o w n o t a r d ó en caer en la cuenta de q u e sólo los
á t o m o s de h i d r ó g e n o y helio se p o d í a n h a b e r f o r m a d o en los p r i -
m e r o s m o m e n t o s del universo primitivo, y q u e los á t o m o s m á s
pesados tenían q u e haberse f o r m a d o en el interior de las estrellas,
d o n d e las condiciones de altas presiones y t e m p e r a t u r a s hacen
posible este proceso. Si el inicio de la expansión del universo se
debió a u n a gran explosión del á t o m o primitivo, G a m o w p e n s ó
q u e esta explosión debía h a b e r dejado huellas en u n a radiación
q u e a ú n a h o r a p o d r í a observarse. En efecto, esta radiación se o b -
servó diez años m á s tarde.
La idea de q u e el universo estaba en expansión n o satisfacía a
t o d o s , y la mayoría de los cosmólogos seguía p e n s a n d o en u n
universo sin principio ni fin. Podría pensarse q u e el asignar u n
origen al universo significaba relacionarlo con la idea cristiana de
la creación. Hacia 1948, H e m a n n Bondi, T h o m a s Gold y Fred
Hoyle, f o r m a d o s en la Universidad de C a m b r i d g e , p r o p u s i e r o n
u n m o d e l o de universo estacionario, es decir, cuya densidad se
m a n t i e n e constante a lo largo del t i e m p o . De esta forma se exten-
día el principio cosmológico hasta incluir la idea de q u e el u n i -
verso, se vea en el m o m e n t o en q u e se vea, tiene la m i s m a apa-
riencia; y lo l l a m a r o n el «principio cosmológico perfecto». D a d o
q u e las observaciones astronómicas del m o v i m i e n t o de las gala-
xias, c o m o veremos m á s adelante, ya habían indicado q u e el u n i -
verso está a c t u a l m e n t e en expansión, para m a n t e n e r u n estado
estacionario de densidad constante estos autores p o s t u l a b a n u n a
creación de materia q u e tendría lugar a u n r i t m o extraordinaria-
m e n t e lento. C o m o se verá m á s adelante, el d e s c u b r i m i e n t o de la
radiación cósmica de fondo en 1964 confirmó la existencia de la
gran explosión inicial del universo y echó p o r tierra para siempre
las teorías del universo estacionario. Resulta paradójico q u e
7. - C O S M O L O G Í A Y C R E A C I Ó N . O R I G E N D E L U N I V E R S O 237

Hoyle, u n o d e los defensores del universo estacionario, fuera el


p r i m e r o en utilizar el t é r m i n o «big-bang», en t o n o jocoso, para
referirse a esta explosión cósmica inicial.

7.3. Los descubrimientos de las observaciones astronómicas

Las teorías científicas d e b e n contrastarse c o n las observaciones.


En la aceptación del universo evolutivo era necesario q u e las t e o -
rías tuvieran u n a sólida f u n d a m e n t a c i ó n en las observaciones as-
t r o n ó m i c a s . La p r i m e r a indicación de q u e el universo n o p o d í a
ser t o t a l m e n t e estático la p r o p o r c i o n ó el d e s c u b r i m i e n t o de la
evolución d e las estrellas. El estudio espectroscópico d e las estre-
llas a p o r t ó información sobre su c o m p o s i c i ó n y t e m p e r a t u r a . En
1865, Friedrich Zöllner p r o p u s o q u e las estrellas e m p i e z a n c o m o
cuerpos m u y calientes y l u m i n o s o s y se v a n a p a g a n d o a m e d i d a
que se enfrían. O t r a s p r o p u e s t a s p r o p o n í a n , p o r el contrario, q u e
las estrellas e m p e z a b a n c o m o agrupaciones de polvo y gases
fríos q u e se van c a l e n t a n d o para, finalmente, enfriarse. H e n r y
Russell, director del O b s e r v a t o r i o de Princeton, p r o p u s o en 1913
la relación entre la l u m i n o s i d a d y la t e m p e r a t u r a de las estrellas.
El origen d e la energía de las estrellas fue explicado adecuada-
m e n t e p o r H a n s Bethe, en 1939, c o m o fruto de reacciones n u -
cleares q u e empiezan con la fusión en su interior de á t o m o s de
h i d r ó g e n o para formar helio y, m á s tarde, otros á t o m o s m á s p e -
sados, c o m o el litio, el c a r b o n o y el hierro. D u r a n t e la m a y o r par-
te de su vida, u n a estrella se e n c u e n t r a , en lo q u e se llama la «se-
cuencia principal», c o m o u n a estrella blanca n o r m a l cuya l u m i -
nosidad a u m e n t a con la t e m p e r a t u r a . C u a n d o el s u m i n i s t r o de
h i d r ó g e n o empieza a escasear, la estrella a u m e n t a de t a m a ñ o y se
enfría, para formar u n a «gigante roja». En u n estadio posterior, la
estrella p u e d e convertirse en u n a «enana blanca» de p e q u e ñ o ta-
m a ñ o y gran densidad, o bien explotar en forma de u n a «super-
nova» q u e brilla con gran intensidad d u r a n t e u n cierto t i e m p o .
Finalmente, q u e d a el resto c o m o u n a p e q u e ñ a estrella de n e u t r o -
nes de gran densidad. El a s t r ó n o m o indio Chandrasekhar, en
1935, p r o p u s o q u e el colapso gravitacional m á s d r a m á t i c o lleva a
convertir la estrella en u n «agujero negro», u n a p e q u e ñ a región
de espacio con u n a masa y u n a densidad t a n altas q u e la luz n o
238 CIENCIA Y RELIGIÓN

p u e d e salir de él. Los agujeros negros son el último estadio de las


cenizas de las estrellas muertas. Esta evolución estelar llevó a p e n -
sar que la duración del universo n o podía ser ilimitada, pues todas
las masas estelares se habrían convertido ya en agujeros negros.
Más directamente asociado con la expansión del universo fue
el descubrimiento p o r Edwin Hubble, en el Observatorio de M o n -
te Palomar, en California, del c o r r i m i e n t o hacia el rojo del espec-
tro de la luz proveniente de galaxias lejanas. Este efecto es pareci-
d o al del s o n i d o e m i t i d o p o r u n c u e r p o en m o v i m i e n t o , q u e se
escucha c o m o m á s a g u d o o m á s grave según q u e la fuente del so-
n i d o se acerque o se aleje. En el caso de la luz proveniente de las
galaxias, esto indica q u e las galaxias se están alejando de n o s -
otros. H u b b l e descubrió t a m b i é n q u e su velocidad es m a y o r a
m e d i d a q u e están m á s lejos. La constante de p r o p o r c i o n a l i d a d
entre la velocidad con q u e se aleja la galaxia de nosotros y su dis-
tancia se conoce h o y c o m o «H», la constante de H u b b l e , el cual
e n c o n t r ó para esta constante el valor de 500 k m / s - M p c ( M p c es
Megaparsec o u n millón de pársec; el pársec es u n a u n i d a d de
distancia a s t r o n ó m i c a igual a 3 años luz), y a c t u a l m e n t e tiene el
valor de 70 k m / s - M p c . De acuerdo con esta ley, u n a galaxia a 30
millones de años luz se aleja de la tierra a u n a velocidad de 700 ki-
lómetros p o r segundo. La relación descubierta p o r Hubble dejaba
fuera de dudas q u e el universo está actualmente expandiéndose.
Además, proporcionaba la clave para calcular el t a m a ñ o del u n i -
verso y su edad. C o m o , de acuerdo con la teoría especial de la rela-
tividad, la velocidad límite es la de la luz, p o d e m o s obtener la edad
del universo con u n valor actual de u n o s 13.700 millones de años.
La situación de expansión del universo, d e d u c i d a del efecto
anterior, n o era decisiva para p r o b a r el carácter evolutivo del u n i -
verso, pues, c o m o vimos, se p o d í a explicar t a m b i é n con el m o d e -
lo de universo estacionario. La observación decisiva fue la detec-
ción de la radiación cósmica de fondo. Este d e s c u b r i m i e n t o lo
realizaron de forma casual A r n o Penzias y Robert Wilson en los
Laboratorios Bell, en New Jersey, en 1964. M i e n t r a s trabajaban
con u n a antena direccional, descubrieron la existencia de u n a ra-
diación de l o n g i t u d de o n d a de u n o s 7 c m . y u n a t e m p e r a t u r a
efectiva de 3.5 grados Kelvin, q u e provenía de todas las direccio-
nes del espacio. Robert Dicke identificó esta radiación con los
restos de la gran explosión q u e dio origen al universo, c o m o ya
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 255

salvarse, debe purificarse a través del c o n o c i m i e n t o . Para Ireneo,


el mal n o es inherente a la materia, q u e ha sido creada y es b u e -
n a c o m o t o d a la creación. Los c o m e n t a r i o s al Génesis de San Ba-
silio y San Agustín, q u e ya v i m o s (cap. 5.3.), f o r m u l a n la d o c t r i -
na cristiana de la creación sobre la q u e se basarán los autores de
siglos posteriores.
El islam recoge la d o c t r i n a de la creación del Génesis sin m á s
elaboración, lo m i s m o q u e u n absoluto m o n o t e í s m o . La referen-
cia m á s directa dice: «Vuestro Señor es Dios, q u e ha creado los
cielos y la tierra en seis días» ( C o r á n , sura 7, 54 y 40, 62-68). La
creación está vista desde el p u n t o de vista de la d e p e n d e n c i a de
todas las cosas de Dios, a quien t o d o pertenece. El creyente es lla-
m a d o a someterse a Dios y maravillarse ante la h e r m o s u r a de la
8
naturaleza q u e Él ha creado .

7.8. Creación y cosmología m o d e r n a

C o m o h e m o s visto, la d o c t r i n a de la creación afirma la total de-


pendencia del universo respecto de Dios para su ser o existir, es-
tableciendo a d e m á s u n a radical separación entre la divinidad y el
m u n d o . La acción creadora de Dios n o p u e d e , p o r tanto, conce-
birse c o m o la de u n a causa física, sino q u e pertenece al nivel o n -
tológico del existir. Éste es u n p u n t o i m p o r t a n t e , ya q u e es fre-
cuente p o n e r la acción creadora de Dios al m i s m o nivel de las
causas físicas, c o m o u n a p r i m e r a causa en el t i e m p o , para luego
negar la necesidad de esa p r i m e r a causa. Desde este p u n t o de vis-
ta ontológico, la fe en la creación n o d e p e n d e del m o d e l o c o s m o -
lógico q u e se utilice para describir la naturaleza del m u n d o . Sin
e m b a r g o , a lo largo de la historia, desde su p r i m e r a formulación
p o r el antiguo p u e b l o de Israel, la creación se ha ido expresando
en t é r m i n o s de los m o d e l o s cosmológicos de cada época. Tene-
m o s q u e recordar, c o m o ya h e m o s repetido varias veces, q u e el
c o n o c i m i e n t o científico n o constituye el único acceso a la reali-
dad, sino q u e hay otros tipos de c o n o c i m i e n t o de la realidad, co-
m o el filosófico, el estético o el religioso, q u e nos descubren as-

8. Jacques JOMIER, Biblia y Corán, Razón y Fe, Madrid 1966.


256 CIENCIA Y RELIGIÓN

pectos de la realidad n o incluidos en el c o n o c i m i e n t o científico.


De esta forma, la fe en Dios creador n o se basa en n i n g u n a lagu-
na o h u e c o de la ciencia, ni es u n a hipótesis cosmológica, sino la
respuesta a la p r e g u n t a p o r la existencia m i s m a del universo y su
sentido. D e n t r o de la metodología científica, la respuesta q u e d a n
las ciencias a la estructura del universo es consistente en sí m i s -
m a , y n o hay q u e buscar d e n t r o de ella su origen en Dios. La fe
en la creación se plantea en o t r o nivel.
U n aspecto i m p o r t a n t e q u e ya h e m o s m e n c i o n a d o y q u e n o
cae d e n t r o del á m b i t o de la ciencia es la consideración del senti-
do. La p r e g u n t a q u e p o d e m o s h a c e r n o s es: ¿qué sentido tiene la
realidad q u e n o s rodea y q u é sentido tiene nuestra propia exis-
tencia? En el fondo, se trata de la p r e g u n t a última de ¿por q u é
existe algo en lugar de n o existir nada, y q u é sentido tiene el q u e
exista algo? La respuesta del físico Steven Weinberg, ya citada, en
el sentido de q u e , c u a n t o m á s se conoce el universo, t a n t o m á s sin
sentido parece, n o p u e d e satisfacer n u n c a del t o d o . Las ciencias
p r e s u p o n e n la existencia del m u n d o q u e nos rodea y tratan de
d a r u n a respuesta a la p r e g u n t a acerca de c ó m o está constituido,
q u é estructura tiene, q u é leyes lo rigen e incluso cuál ha sido su
origen físico; p e r o n o e n t r a n en la cuestión del sentido ni de la ra-
zón de su existir. Para T h i e r r y M a g n i n , este p r o b l e m a es el q u e
siempre se le escapa a la ciencia y sobre el cual t e n e m o s t o d o el
9
derecho a h a c e r n o s preguntas . D u r a n t e m u c h o t i e m p o , la p r e -
g u n t a p o r el origen del universo n o era considerada c o m o u n a
p r e g u n t a p r o p i a de la ciencia. H o y el m o d e l o del big-bang n o s
presenta u n c o m i e n z o del universo q u e es a la vez c o m i e n z o de
n u e s t r o espacio-tiempo. La intuición de San Agustín, en el siglo
V, de q u e el t i e m p o había sido creado j u n t o con el m u n d o , y q u e
n o había u n t i e m p o anterior a la creación, se acerca a la idea de la
cosmología m o d e r n a de la existencia de u n origen del t i e m p o pa-
ra nuestro universo. A u n q u e n o faltan elucubraciones sobre esta-
dios y t i e m p o s anteriores al m o m e n t o del big-bang de nuestro
universo, éstos n o tienen n i n g u n a base experimental. Ya h e m o s

9. Thierry M A G N I N , Entre science et religion. Quête de sens dans le monde


présent, Rocher, Monaco 1998; Claude TRESMONTANT, L'histoire de l'Uni-
vers et le sens de la création, O.E.I.L., Paris 1985.
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 257

visto c ó m o n o p o d e m o s hacer afirmaciones científicas con base


empírica sobre las condiciones anteriores al big-bang. Algunos au­
tores p r o p o n e n q u e algunas características de nuestro universo
son heredadas de u n universo anterior, a partir del cual el nuestro
se ha originado; pero ello n o deja de ser u n a p u r a elucubración.
La gran dificultad con q u e t o m a m o s a la h o r a de considerar
la creación es el concepto m i s m o de la n a d a . La n a d a n o es u n
concepto físico; la física habla del vacío, pero n o es lo m i s m o . El
vacío físico esta lleno de potencialidades y realidades, c o m o son
los c a m p o s de fuerzas. C u a n d o los cosmólogos hablan de q u e el
big-bang fue o r i g i n a d o p o r u n a fluctuación del vacío cuántico,
están i m p l i c a n d o ya u n a realidad en este vacío, lleno de potencia­
lidades y virtualidades. La n a d a es realmente u n concepto filosó­
fico q u e se refiere a la negación de t o d a realidad. Este c o n c e p t o es
difícil de c o m p r e n d e r , y el paso de la n a d a absoluta al ser t a r d ó en
plantearse. En m u c h a s tradiciones antiguas, la divinidad crea a
partir de u n a materia informe preexistente a la q u e i m p o n e u n
o r d e n . C o m o ya vimos, esta idea está presente en m u c h o s relatos
míticos, en el p e n s a m i e n t o platónico y, de alguna m a n e r a , se e n ­
c u e n t r a t a m b i é n en el relato del Génesis q u e habla de u n caos o
a b i s m o inicial. Esta dificultad de explicar el paso de la n a d a al ser
llevó a Epicuro a afirmar q u e de la n a d a n o p u e d e originarse na­
da y que, p o r lo tanto, los á t o m o s debían de ser eternos. Aristó­
teles, sin e m b a r g o , q u e aceptaba la idea de u n Dios fuente de t o ­
d o m o v i m i e n t o , afirmaba q u e el m u n d o t a m b i é n era eterno. La
disyuntiva sigue estando presente: si n o se acepta la idea de u n
Dios creador q u e es eterno, el m u n d o m i s m o tiene q u e serlo. La
única alternativa a la creación es la eternidad m i s m a del universo.
Ante esta disyuntiva, H a r r i s o n concluye q u e Dios y el Universo
( a m b o s con mayúsculas) se identifican entre sí c o m o lo q u e es
«todo e inconcebible», y dios y el universo (con minúsculas) son
nuestras imágenes y máscaras concebibles de lo q u e en sí m i s m o
10
es inconcebible . N o p o d e m o s m e n o s de e n c o n t r a r aquí, de algu­
na m a n e r a , u n reflejo de las tradiciones religiosas orientales en las
q u e m u n d o y divinidad se identifican en u n a concepción m o n i s ­
ta de la realidad cuyo ú l t i m o f u n d a m e n t o es incognoscible.

10. E. HARRISON, op. cit., pp. 289-304.


258 CIENCIA Y RELIGIÓN

C o m o ya se ha dicho, Dios n o se p u e d e concebir c o m o u n a


causa física al m i s m o nivel de otras causas físicas. Por eso tiene
p o c o sentido el q u e Hawking diga q u e , si al principio n o h u b o
n i n g u n a singularidad, si el universo es realmente a u t o c o n t e n i d o ,
n o tendría ni principio ni final: s i m p l e m e n t e , sería, y entonces
11
¿qué lugar q u e d a p a r a u n creador? Precisamente p o r q u e el u n i -
verso es, necesita u n creador. La confusión de p o n e r la creación
al nivel de las causas físicas p u e d e llevar a su rechazo y p r o p o n e r
12
al universo m i s m o c o m o ú l t i m o principio físico de sí m i s m o .
Meterse a buscar a u n Dios creador c o m o u n a hipótesis física pa-
13
ra explicar el universo, es e n t r a r en u n c a m i n o sin solución .
O t r o p r o b l e m a q u e suele plantearse es el de la relación entre el
acto de la creación y el t i e m p o . D e b e m o s recordar q u e Dios está
fuera del t i e m p o y que, p o r lo tanto, el acto creador es a t e m p o r a l .
De esta forma se p u e d e concebir c o m o coincidiendo con cada
u n o de los instantes del t i e m p o del universo, incluyendo, p o r
consiguiente, t o d a su evolución. Esta m a n e r a de concebir la crea-
ción se d e n o m i n a a veces «creación continua». C o n t i n u a , vista
desde nuestra d i m e n s i ó n t e m p o r a l , pero n o desde la atemporali-
d a d de Dios. Tenemos q u e rechazar la idea, c o m ú n en el pensa-
m i e n t o deísta, de q u e Dios creó sólo en el p r i m e r instante, y lue-
go el m u n d o ha evolucionado p o r sí m i s m o de a c u e r d o con las
leyes q u e Dios le ha impuesto. A nosotros, q u e vivimos vincula-
dos al t i e m p o , n o s es difícil concebir lo q u e significa estar fuera
del t i e m p o , p e r o n o p o d e m o s concebir la acción de Dios con ca-
tegorías temporales. N o faltan, sin e m b a r g o , algunos autores q u e
p r o p o n e n u n a cierta t e m p o r a l i d a d en Dios. Q u i e n e s se adhieren
a la filosofía del proceso consideran q u e Dios m i s m o evoluciona
de alguna m a n e r a en el t i e m p o j u n t a m e n t e con el universo m i s -
14
m o . N o p o d e m o s e n t r a r en este p r o b l e m a y preferimos m a n t e -
ner, a u n q u e sea difícil c o m p r e n d e r l a , la a t e m p o r a l i d a d de Dios.

11. Stephen W. HAWKING, Historia del tiempo, Crítica, Barcelona 1988,


p. 187.
12. E. HARRISON, «Creation and Fitness of the Universe»: Astronomy and
Geophysics 39 (1998), 227-228.
13. Édouard BONÉ, Dieu, hypothèse inutile?, Racine, Bruxelles 1999.
14. Véase, A. PEACOCKE, Creation and the World of Science, Oxford University
Press, Oxford 2004, pp. 333-346.
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 259

Se p u e d e p r e g u n t a r si el m o m e n t o del big-bang de las teorías


cosmológicas actuales c o r r e s p o n d e al m o m e n t o de la creación.
Esta cuestión exige u n a reflexión cuidadosa. En p r i m e r lugar,
c u a n d o la ciencia habla del origen del universo, lo está h a c i e n d o
d e n t r o del contexto científico de u n a teoría concreta. Las teorías
científicas p u e d e n cambiar, y su correspondencia con la realidad
n u n c a es absoluta. Por o t r o lado, la ciencia trata de r e s p o n d e r a
la p r e g u n t a de c ó m o fue el origen del universo en el sentido físi-
co. La fe en la creación se refiere al sentido ontológico y r e s p o n -
de a la p r e g u n t a acerca de p o r q u é existe el universo, q u e pasó de
n o ser, es decir, de la nada, a ser. La ciencia trabaja siempre en el
c a m p o de lo físico o n a t u r a l y n o p u e d e , p o r sí sola, llegar a u n a
causa sobrenatural. Siempre hablará de causas d e n t r o del á m b i t o
físico, lo cual p r e s u p o n e ya la existencia de ese á m b i t o . El h e c h o
de q u e la ciencia haya llegado al c o n o c i m i e n t o de q u e el univer-
so ha t e n i d o u n origen p u e d e estar señalando al creyente q u e ese
origen se c o r r e s p o n d e con el m o m e n t o de la creación. Ésta sería
u n a reflexión desde la fe, n o u n a consecuencia desde la ciencia,
q u e debe estar matizada p o r la consideración de la naturaleza del
c o n o c i m i e n t o científico. D e b e m o s tener c u i d a d o , de todas for-
mas, de n o mezclar los dos niveles de c o n o c i m i e n t o . La ciencia
sólo llega a u n p r i m e r m o m e n t o , q u e a d e m á s le q u e d a oculto p o r
la barrera del t i e m p o y el t a m a ñ o de Planck, p o r debajo de la cual
n o son válidas las leyes q u e c o n o c e m o s de la física. Hay p r o p u e s -
tas, d e n t r o de la ciencia, acerca de lo q u e o c u r r i ó en ese p r i m e r
m o m e n t o , tales c o m o q u e t o d o surgió de u n a fluctuación del va-
cío cuántico. Pero el vacío cuántico n o es la nada, y la p r e g u n t a
p o r la existencia de ese vacío sigue en pie. También p o d e m o s p r e -
g u n t a r n o s p o r q u é ese vacío cuántico dio origen a este universo
con las características físicas concretas q u e tiene.
H e m o s visto c ó m o las características tan especiales q u e se re-
quieren para q u e en u n universo se desarrolle vida inteligente
h a n d a d o origen al llamado «principio antrópico». U n a interpre-
tación fuerte de este principio, q u e implica la existencia de u n a fi-
nalidad o u n diseño desde el comienzo, escapa al c a m p o científi-
co y pertenece a la reflexión filosófica o teológica. Desde el nivel
m i s m o de la ciencia n o es válido hacerse preguntas q u e implican
finalidad, c o m o las incluidas en la idea del diseño. Éstas son p r e -
guntas q u e pertenecen al p e n s a m i e n t o filosófico o teológico.
260 CIENCIA Y RELIGIÓN

Negar la posibilidad de hacerse este tipo de p r e g u n t a s , para las


q u e la ciencia n o tiene respuesta, t a m p o c o está justificado. Sin
e m b a r g o , está m u c h a s veces implícitamente p r e s u p u e s t o q u e t o -
d o c o n o c i m i e n t o h a de conformarse con el científico, p o r lo q u e
se niega toda validez a u n a reflexión ulterior filosófica o teológi-
ca q u e trate de la finalidad o diseño del universo. Pretender q u e
los m e c a n i s m o s del azar y la adaptación excluyen este tipo de ex-
plicación significa quedarse en el nivel fisicalista de la ciencia, ex-
cluyendo otros p l a n t e a m i e n t o s q u e p r e g u n t e n p o r la existencia y
sentido del proceso m i s m o de la evolución del universo. Las p r e -
guntas de la ciencia n o son las únicas q u e el h o m b r e p u e d e ha-
cerse. Por p o n e r u n ejemplo, las preguntas q u e se hace Paul
Davies —¿ha sido diseñado el universo p o r u n creador inteligen-
te? y ¿es necesario u n diseñador?— n o p u e d e n ser respondidas
desde la ciencia. Para Davies, tales preguntas suscitan nuevas p r e -
g u n t a s en las q u e el a u t o r se q u e d a detenido, después de n o acep-
15
tar las respuestas q u e él m i s m o considera n o concluyentes .
A veces se presenta la hipótesis de la existencia de m u c h o s
universos c o m o u n a alternativa a la creación y u n a última expli-
cación de la peculiaridad de nuestro universo. Ya h e m o s visto las
dificultades q u e esta propuesta crea d e n t r o m i s m o del c a m p o de
la ciencia, al n o ser ni verificable ni falseable p o r n i n g ú n tipo de
observación. Sin embargo, esta hipótesis sigue planteándose d e n -
tro del c a m p o de la ciencia, y es ahí d o n d e debe discutirse su va-
lidez. N o s u p o n e , sin embargo, n i n g u n a dificultad en el nivel de la
existencia ontológica en el q u e se plantea el p r o b l e m a de la crea-
ción. En el siglo XVI, G i o r d a n o Bruno, acusado de defender la
existencia de m u c h o s m u n d o s , lo cual se consideraba u n a o p i n i ó n
herética, se defendía diciendo q u e Dios podía haber creado m á s
de u n universo, y q u e esto era m á s congruente con su o m n i p o t e n -
cia q u e el haber creado u n o solo. Pero, a ú n en la Edad Media, al-
g u n o s autores, al discutir la potencia absoluta de Dios, planteaban
la cuestión de si Dios podía h a b e r creado m á s de u n universo.
C u r i o s a m e n t e , la respuesta q u e se daba era q u e p o d r í a haberlo h e -
cho, pero q u e lo cierto era q u e había creado u n o solo. La validez

15. P. DAVIES, La mente de Dios. La base científica para un mundo racional,


McGraw Hill, Madrid 1993, pp. 185-227.
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 261

de la propuesta de la existencia de m u c h o s universos, y a u n de u n


n ú m e r o infinito de ellos, p u e d e discutirse a nivel científico, pero
n o p u e d e considerarse en sí c o m o u n a alternativa a la creación. La
fe en la creación se plantea, c o m o ya h e m o s repetido varias veces,
en el nivel ontológico del ser e implica la aceptación de la existen-
cia de Dios, de quien d e p e n d e la existencia de t o d o lo creado, sea
u n o o sean m u c h o s los universos realmente existentes.
A u n q u e la fe en la creación n o d e p e n d e de los m o d e l o s cos-
mológicos q u e presenta la ciencia, tales m o d e l o s deben ser teni-
dos en cuenta en la expresión de dicha fe. A lo largo de la histo-
ria, c o m o ya h e m o s visto, los teólogos cristianos expresaron su fe
en la creación t e n i e n d o en cuenta los m o d e l o s cosmológicos de
q u e d i s p o n í a n en cada época. H o y la ciencia nos presenta u n a
imagen del m u n d o con u n origen y u n a evolución sólidamente
basados en las teorías físicas y las observaciones astronómicas. De
acuerdo con esta visión, p o d e m o s decir q u e el universo ha sido
creado p o r Dios a través de u n proceso que, en 13.700 millones
de años, ha d a d o c o m o resultado el m u n d o q u e hoy c o n o c e m o s .
Este proceso implica u n a evolución en la q u e los sistemas m a t e -
riales h a n pasado a lo largo del t i e m p o , desde sus formas m á s
simples en los p r i m e r o s m o m e n t o s , a las m á s complejas: de las
partículas elementales a los á t o m o s , de ahí a las moléculas, hasta
la aparición de los seres vivos y, d e n t r o de ellos, el h o m b r e , c o m o
veremos en los capítulos siguientes. Este c a m i n o , de u n a m e n o r a
u n a mayor complejidad a lo largo del t i e m p o , nos indica la for-
m a en q u e h o y e n t e n d e m o s q u e ha t e n i d o lugar la creación. D u -
rante ese proceso, el universo se h a ido e x p a n d i e n d o , a u m e n t a n -
d o de t a m a ñ o y enfriándose, desde u n a s e n o r m e s t e m p e r a t u r a s
iniciales, a las q u e la materia y la energía aparecían u n i d a s , hasta
la situación presente. Por o t r o lado, la investigación de la n a t u r a -
leza de la materia en sus niveles m á s elementales (en los procesos
subatómicos) nos ha descubierto los a s o m b r o s o s f e n ó m e n o s
cuánticos, q u e sólo p e r m i t e n expresarse en t é r m i n o s probabilís-
ticos y con características distintas del c o n o c i m i e n t o de la reali-
d a d cotidiana, c o m o p u e d e n ser la n o localidad y el e n m a r a ñ a -
m i e n t o . P o d e m o s p r e g u n t a r n o s q u é nos p u e d e decir sobre la cre-
ación esta visión q u e nos presenta la ciencia actual. Lo q u e n o p o -
d e m o s hacer es ignorarla c u a n d o q u e r e m o s hablar hoy de la ac-
ción creadora de Dios.
234 CIENCIA Y RELIGIÓN

la Tierra millones de años. El debate acerca d e si la Vía Láctea era


la única galaxia se decidió a principios ya del siglo XX c o n las o b -
servaciones d e galaxias fuera d e la nuestra y a e n o r m e s distancias.
El p r o b l e m a de su d u r a c i ó n v i n o a complicarse c o n la p r o p u e s t a
de Rudolf Clausius, en 1850, d e la segunda ley de la t e r m o d i n á -
mica, según la cual el universo acabaría c o n su m u e r t e térmica al
llegar a u n ú l t i m o estado d e equilibrio térmico, p o r lo q u e t a m -
p o c o p o d í a h a b e r existido siempre. Esto llevó al debate de si el
universo tenía u n a d u r a c i ó n ilimitada o n o . D e todas formas, la
edad bíblica de la tierra (de a p r o x i m a d a m e n t e 6.000 años) se h a -
bía a b a n d o n a d o ya frente a las propuestas d e u n a d u r a c i ó n m u -
cho mayor, c o m o la de Buffon, q u e cifraba dicha edad en varios
cientos de miles d e años, o la d e geólogos c o m o Charles Lyell y fí-
sicos c o m o Lord Kelvin, q u e elevaban la cifra a millones d e años.
D u r a n t e el siglo XIX, el universo n e w t o n i a n o se consideraba in-
d i s t i n t a m e n t e c o m o finito o infinito, estático o d i n á m i c o , ilimi-
t a d o o limitado en su duración..., sin observaciones ni a r g u m e n -
tos decisivos q u e inclinasen la balanza hacia u n o u o t r o lado.

7.2. El universo evolutivo

A principios del siglo XX, nuestra imagen del universo se vio d e -


finitivamente modificada p o r la c o m b i n a c i ó n de d o s p o d e r o s o s
a r g u m e n t o s , a saber: nuevos desarrollos teóricos, basados en la
teoría general d e la relatividad, y nuevas observaciones a s t r o n ó -
micas. En 1917, Albert Einstein aplicó p o r p r i m e r a vez las ecua-
ciones de la relatividad general al universo en su conjunto. En es-
ta aplicación p a r t i ó de la hipótesis de q u e el universo a gran es-
cala es de densidad u n i f o r m e e isótropo; es decir, q u e sus carac-
terísticas s o n las m i s m a s en todas las direcciones, q u e posee u n a
masa finita y q u e el espacio tiene u n a c u r v a t u r a positiva. En con-
secuencia, el universo tiene el m i s m o aspecto visto p o r cualquier
observador desde cualquier posición d e n t r o d e él: lo q u e se c o n o -
ce c o m o el «principio cosmológico». D a d o q u e la masa del u n i -
verso es finita, t a m b i é n lo es su t a m a ñ o . Einstein a b a n d o n ó el es-
pacio infinito de la geometría de Euclides presente en el universo
n e w t o n i a n o y a d o p t ó u n espacio de c u r v a t u r a positiva de la geo-
metría de B e r n h a r d R i e m a n n . El t i e m p o absoluto de N e w t o n
7. - C O S M O L O G Í A Y C R E A C I Ó N . O R I G E N D E L U N I V E R S O 235

t a m b i é n se modificó en u n a u n i ó n de espacio y t i e m p o , de acuer­


d o con la teoría de la relatividad. Para o b t e n e r u n a solución a sus
ecuaciones, en las q u e el universo fuera estático, Einstein i n t r o ­
dujo la llamada «constante cosmológica» (designada con la letra
griega lambda: Λ), con u n valor positivo. M á s tarde, c u a n d o se
generalizó la idea del universo en expansión, Einstein diría q u e
ésta había sido su m a y o r equivocación. Sin e m b a r g o , esta cons-
tante, c o m o veremos m á s adelante, sigue d e s e m p e ñ a n d o u n pa-
pel i m p o r t a n t e en los m o d e l o s actuales del universo. Las caracte-
-30 3
rísticas del universo vienen dadas p o r su densidad ( 1 0 g / c m ) ,
51 23
su masa total (10 kg.) y su t a m a ñ o (10 k m ) . A partir de esta
p r o p u e s t a de Einstein, t o d o s los m o d e l o s del universo estarán ba-
sados en las ecuaciones de la relatividad general. El a s t r ó n o m o
holandés Willen De Sitter p r o p u s o en el m i s m o a ñ o 1917 solu-
ciones en las que el universo está desprovisto de materia, pero se
e n c u e n t r a en continua expansión. Así c o m o en el universo de
Einstein hay materia sin m o v i m i e n t o , en el de De Sitter hay m o -
v i m i e n t o sin materia.
U n paso i m p o r t a n t e se dio en 1922, c u a n d o el joven m a t e m á -
tico ruso Alexander F r i e d m a n n llegó a la conclusión de q u e las
soluciones m á s estables de las ecuaciones de la relatividad gene-
ral, en las q u e Λ = 0, c o r r e s p o n d e n a u n universo en expansión
o en contracción. La idea del universo en expansión iba t o m a n -
d o fuerza. El eclesiástico y profesor de a s t r o n o m í a belga George
Lemaître p r o p u s o en 1927 soluciones q u e describen u n universo
en expansión. En 1931 arguyo que, si realmente el universo esta-
ba en expansión, se tiene q u e llegar a u n t i e m p o en el p a s a d o en
el q u e t o d a la materia estaba c o n c e n t r a d a en u n a s p e q u e ñ a s di-
mensiones, en lo q u e él llamó el « á t o m o primitivo», e n o r m e -
m e n t e denso. Según Lemaître, el proceso de expansión habría co-
m e n z a d o con la explosión de este á t o m o primitivo. Las ideas so-
bre la expansión del universo fueron elaboradas y difundidas p o r
el a s t r ó n o m o inglés A r t h u r E d d i n g t o n . Sin e m b a r g o , la idea p r o -
puesta p o r Lemaître de u n origen caliente y d e n s o del universo
n o fue aceptada p o r la mayoría de los cosmólogos, que, a u n q u e
defendían u n universo en expansión, lo consideraban de d u r a -
ción ilimitada. Una visión m á s física del la expansión del univer-
so es la presentada p o r George G a m o w en 1952, i n d e p e n d i e n t e -
m e n t e de las ideas de Lemaître, p a r t i e n d o de la física nuclear.
236 CIENCIA Y RELIGIÓN

G a m o w p r o p u s o q u e el universo se e n c u e n t r a en expansión a
partir de la explosión de u n á t o m o primitivo en el q u e estaba
c o n c e n t r a d a t o d a la materia, lo cual habría sucedido hace u n o s
17.000 millones de años. El origen del universo aparecía p o r p r i -
m e r a vez con u n a fecha. Según G a m o w , el á t o m o primitivo esta-
ba f o r m a d o p o r las partículas elementales entonces conocidas
(protones, n e u t r o n e s y electrones), cuya síntesis posterior d u r a n -
te los p r i m e r o s m o m e n t o s , c u a n d o la t e m p e r a t u r a era m u y alta,
habría d a d o origen, p o r síntesis, a los á t o m o s de los distintos ele-
m e n t o s . G a m o w n o t a r d ó en caer en la cuenta de q u e sólo los
á t o m o s de h i d r ó g e n o y helio se p o d í a n h a b e r f o r m a d o en los p r i -
m e r o s m o m e n t o s del universo primitivo, y q u e los á t o m o s m á s
pesados tenían q u e haberse f o r m a d o en el interior de las estrellas,
d o n d e las condiciones de altas presiones y t e m p e r a t u r a s hacen
posible este proceso. Si el inicio de la expansión del universo se
debió a u n a gran explosión del á t o m o primitivo, G a m o w p e n s ó
q u e esta explosión debía h a b e r dejado huellas en u n a radiación
q u e a ú n a h o r a p o d r í a observarse. En efecto, esta radiación se o b -
servó diez años m á s tarde.
La idea de q u e el universo estaba en expansión n o satisfacía a
t o d o s , y la mayoría de los cosmólogos seguía p e n s a n d o en u n
universo sin principio ni fin. Podría pensarse q u e el asignar u n
origen al universo significaba relacionarlo con la idea cristiana de
la creación. Hacia 1948, H e m a n n Bondi, T h o m a s Gold y Fred
Hoyle, f o r m a d o s en la Universidad de C a m b r i d g e , p r o p u s i e r o n
u n m o d e l o de universo estacionario, es decir, cuya densidad se
m a n t i e n e constante a lo largo del t i e m p o . De esta forma se exten-
día el principio cosmológico hasta incluir la idea de q u e el u n i -
verso, se vea en el m o m e n t o en q u e se vea, tiene la m i s m a apa-
riencia; y lo l l a m a r o n el «principio cosmológico perfecto». D a d o
q u e las observaciones astronómicas del m o v i m i e n t o de las gala-
xias, c o m o veremos m á s adelante, ya habían indicado q u e el u n i -
verso está a c t u a l m e n t e en expansión, para m a n t e n e r u n estado
estacionario de densidad constante estos autores p o s t u l a b a n u n a
creación de materia q u e tendría lugar a u n r i t m o extraordinaria-
m e n t e lento. C o m o se verá m á s adelante, el d e s c u b r i m i e n t o de la
radiación cósmica de fondo en 1964 confirmó la existencia de la
gran explosión inicial del universo y echó p o r tierra para siempre
las teorías del universo estacionario. Resulta paradójico q u e
7. - C O S M O L O G Í A Y C R E A C I Ó N . O R I G E N D E L U N I V E R S O 237

Hoyle, u n o d e los defensores del universo estacionario, fuera el


p r i m e r o en utilizar el t é r m i n o «big-bang», en t o n o jocoso, para
referirse a esta explosión cósmica inicial.

7.3. Los descubrimientos de las observaciones astronómicas

Las teorías científicas d e b e n contrastarse c o n las observaciones.


En la aceptación del universo evolutivo era necesario q u e las t e o -
rías tuvieran u n a sólida f u n d a m e n t a c i ó n en las observaciones as-
t r o n ó m i c a s . La p r i m e r a indicación de q u e el universo n o p o d í a
ser t o t a l m e n t e estático la p r o p o r c i o n ó el d e s c u b r i m i e n t o de la
evolución d e las estrellas. El estudio espectroscópico d e las estre-
llas a p o r t ó información sobre su c o m p o s i c i ó n y t e m p e r a t u r a . En
1865, Friedrich Zöllner p r o p u s o q u e las estrellas e m p i e z a n c o m o
cuerpos m u y calientes y l u m i n o s o s y se v a n a p a g a n d o a m e d i d a
que se enfrían. O t r a s p r o p u e s t a s p r o p o n í a n , p o r el contrario, q u e
las estrellas e m p e z a b a n c o m o agrupaciones de polvo y gases
fríos q u e se van c a l e n t a n d o para, finalmente, enfriarse. H e n r y
Russell, director del O b s e r v a t o r i o de Princeton, p r o p u s o en 1913
la relación entre la l u m i n o s i d a d y la t e m p e r a t u r a de las estrellas.
El origen d e la energía de las estrellas fue explicado adecuada-
m e n t e p o r H a n s Bethe, en 1939, c o m o fruto de reacciones n u -
cleares q u e empiezan con la fusión en su interior de á t o m o s de
h i d r ó g e n o para formar helio y, m á s tarde, otros á t o m o s m á s p e -
sados, c o m o el litio, el c a r b o n o y el hierro. D u r a n t e la m a y o r par-
te de su vida, u n a estrella se e n c u e n t r a , en lo q u e se llama la «se-
cuencia principal», c o m o u n a estrella blanca n o r m a l cuya l u m i -
nosidad a u m e n t a con la t e m p e r a t u r a . C u a n d o el s u m i n i s t r o de
h i d r ó g e n o empieza a escasear, la estrella a u m e n t a de t a m a ñ o y se
enfría, para formar u n a «gigante roja». En u n estadio posterior, la
estrella p u e d e convertirse en u n a «enana blanca» de p e q u e ñ o ta-
m a ñ o y gran densidad, o bien explotar en forma de u n a «super-
nova» q u e brilla con gran intensidad d u r a n t e u n cierto t i e m p o .
Finalmente, q u e d a el resto c o m o u n a p e q u e ñ a estrella de n e u t r o -
nes de gran densidad. El a s t r ó n o m o indio Chandrasekhar, en
1935, p r o p u s o q u e el colapso gravitacional m á s d r a m á t i c o lleva a
convertir la estrella en u n «agujero negro», u n a p e q u e ñ a región
de espacio con u n a masa y u n a densidad t a n altas q u e la luz n o
238 CIENCIA Y RELIGIÓN

p u e d e salir de él. Los agujeros negros son el último estadio de las


cenizas de las estrellas muertas. Esta evolución estelar llevó a p e n -
sar que la duración del universo n o podía ser ilimitada, pues todas
las masas estelares se habrían convertido ya en agujeros negros.
Más directamente asociado con la expansión del universo fue
el descubrimiento p o r Edwin Hubble, en el Observatorio de M o n -
te Palomar, en California, del c o r r i m i e n t o hacia el rojo del espec-
tro de la luz proveniente de galaxias lejanas. Este efecto es pareci-
d o al del s o n i d o e m i t i d o p o r u n c u e r p o en m o v i m i e n t o , q u e se
escucha c o m o m á s a g u d o o m á s grave según q u e la fuente del so-
n i d o se acerque o se aleje. En el caso de la luz proveniente de las
galaxias, esto indica q u e las galaxias se están alejando de n o s -
otros. H u b b l e descubrió t a m b i é n q u e su velocidad es m a y o r a
m e d i d a q u e están m á s lejos. La constante de p r o p o r c i o n a l i d a d
entre la velocidad con q u e se aleja la galaxia de nosotros y su dis-
tancia se conoce h o y c o m o «H», la constante de H u b b l e , el cual
e n c o n t r ó para esta constante el valor de 500 k m / s - M p c ( M p c es
Megaparsec o u n millón de pársec; el pársec es u n a u n i d a d de
distancia a s t r o n ó m i c a igual a 3 años luz), y a c t u a l m e n t e tiene el
valor de 70 k m / s - M p c . De acuerdo con esta ley, u n a galaxia a 30
millones de años luz se aleja de la tierra a u n a velocidad de 700 ki-
lómetros p o r segundo. La relación descubierta p o r Hubble dejaba
fuera de dudas q u e el universo está actualmente expandiéndose.
Además, proporcionaba la clave para calcular el t a m a ñ o del u n i -
verso y su edad. C o m o , de acuerdo con la teoría especial de la rela-
tividad, la velocidad límite es la de la luz, p o d e m o s obtener la edad
del universo con u n valor actual de u n o s 13.700 millones de años.
La situación de expansión del universo, d e d u c i d a del efecto
anterior, n o era decisiva para p r o b a r el carácter evolutivo del u n i -
verso, pues, c o m o vimos, se p o d í a explicar t a m b i é n con el m o d e -
lo de universo estacionario. La observación decisiva fue la detec-
ción de la radiación cósmica de fondo. Este d e s c u b r i m i e n t o lo
realizaron de forma casual A r n o Penzias y Robert Wilson en los
Laboratorios Bell, en New Jersey, en 1964. M i e n t r a s trabajaban
con u n a antena direccional, descubrieron la existencia de u n a ra-
diación de l o n g i t u d de o n d a de u n o s 7 c m . y u n a t e m p e r a t u r a
efectiva de 3.5 grados Kelvin, q u e provenía de todas las direccio-
nes del espacio. Robert Dicke identificó esta radiación con los
restos de la gran explosión q u e dio origen al universo, c o m o ya
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 255

salvarse, debe purificarse a través del c o n o c i m i e n t o . Para Ireneo,


el mal n o es inherente a la materia, q u e ha sido creada y es b u e -
n a c o m o t o d a la creación. Los c o m e n t a r i o s al Génesis de San Ba-
silio y San Agustín, q u e ya v i m o s (cap. 5.3.), f o r m u l a n la d o c t r i -
na cristiana de la creación sobre la q u e se basarán los autores de
siglos posteriores.
El islam recoge la d o c t r i n a de la creación del Génesis sin m á s
elaboración, lo m i s m o q u e u n absoluto m o n o t e í s m o . La referen-
cia m á s directa dice: «Vuestro Señor es Dios, q u e ha creado los
cielos y la tierra en seis días» ( C o r á n , sura 7, 54 y 40, 62-68). La
creación está vista desde el p u n t o de vista de la d e p e n d e n c i a de
todas las cosas de Dios, a quien t o d o pertenece. El creyente es lla-
m a d o a someterse a Dios y maravillarse ante la h e r m o s u r a de la
8
naturaleza q u e Él ha creado .

7.8. Creación y cosmología m o d e r n a

C o m o h e m o s visto, la d o c t r i n a de la creación afirma la total de-


pendencia del universo respecto de Dios para su ser o existir, es-
tableciendo a d e m á s u n a radical separación entre la divinidad y el
m u n d o . La acción creadora de Dios n o p u e d e , p o r tanto, conce-
birse c o m o la de u n a causa física, sino q u e pertenece al nivel o n -
tológico del existir. Éste es u n p u n t o i m p o r t a n t e , ya q u e es fre-
cuente p o n e r la acción creadora de Dios al m i s m o nivel de las
causas físicas, c o m o u n a p r i m e r a causa en el t i e m p o , para luego
negar la necesidad de esa p r i m e r a causa. Desde este p u n t o de vis-
ta ontológico, la fe en la creación n o d e p e n d e del m o d e l o c o s m o -
lógico q u e se utilice para describir la naturaleza del m u n d o . Sin
e m b a r g o , a lo largo de la historia, desde su p r i m e r a formulación
p o r el antiguo p u e b l o de Israel, la creación se ha ido expresando
en t é r m i n o s de los m o d e l o s cosmológicos de cada época. Tene-
m o s q u e recordar, c o m o ya h e m o s repetido varias veces, q u e el
c o n o c i m i e n t o científico n o constituye el único acceso a la reali-
dad, sino q u e hay otros tipos de c o n o c i m i e n t o de la realidad, co-
m o el filosófico, el estético o el religioso, q u e nos descubren as-

8. Jacques JOMIER, Biblia y Corán, Razón y Fe, Madrid 1966.


256 CIENCIA Y RELIGIÓN

pectos de la realidad n o incluidos en el c o n o c i m i e n t o científico.


De esta forma, la fe en Dios creador n o se basa en n i n g u n a lagu-
na o h u e c o de la ciencia, ni es u n a hipótesis cosmológica, sino la
respuesta a la p r e g u n t a p o r la existencia m i s m a del universo y su
sentido. D e n t r o de la metodología científica, la respuesta q u e d a n
las ciencias a la estructura del universo es consistente en sí m i s -
m a , y n o hay q u e buscar d e n t r o de ella su origen en Dios. La fe
en la creación se plantea en o t r o nivel.
U n aspecto i m p o r t a n t e q u e ya h e m o s m e n c i o n a d o y q u e n o
cae d e n t r o del á m b i t o de la ciencia es la consideración del senti-
do. La p r e g u n t a q u e p o d e m o s h a c e r n o s es: ¿qué sentido tiene la
realidad q u e n o s rodea y q u é sentido tiene nuestra propia exis-
tencia? En el fondo, se trata de la p r e g u n t a última de ¿por q u é
existe algo en lugar de n o existir nada, y q u é sentido tiene el q u e
exista algo? La respuesta del físico Steven Weinberg, ya citada, en
el sentido de q u e , c u a n t o m á s se conoce el universo, t a n t o m á s sin
sentido parece, n o p u e d e satisfacer n u n c a del t o d o . Las ciencias
p r e s u p o n e n la existencia del m u n d o q u e nos rodea y tratan de
d a r u n a respuesta a la p r e g u n t a acerca de c ó m o está constituido,
q u é estructura tiene, q u é leyes lo rigen e incluso cuál ha sido su
origen físico; p e r o n o e n t r a n en la cuestión del sentido ni de la ra-
zón de su existir. Para T h i e r r y M a g n i n , este p r o b l e m a es el q u e
siempre se le escapa a la ciencia y sobre el cual t e n e m o s t o d o el
9
derecho a h a c e r n o s preguntas . D u r a n t e m u c h o t i e m p o , la p r e -
g u n t a p o r el origen del universo n o era considerada c o m o u n a
p r e g u n t a p r o p i a de la ciencia. H o y el m o d e l o del big-bang n o s
presenta u n c o m i e n z o del universo q u e es a la vez c o m i e n z o de
n u e s t r o espacio-tiempo. La intuición de San Agustín, en el siglo
V, de q u e el t i e m p o había sido creado j u n t o con el m u n d o , y q u e
n o había u n t i e m p o anterior a la creación, se acerca a la idea de la
cosmología m o d e r n a de la existencia de u n origen del t i e m p o pa-
ra nuestro universo. A u n q u e n o faltan elucubraciones sobre esta-
dios y t i e m p o s anteriores al m o m e n t o del big-bang de nuestro
universo, éstos n o tienen n i n g u n a base experimental. Ya h e m o s

9. Thierry M A G N I N , Entre science et religion. Quête de sens dans le monde


présent, Rocher, Monaco 1998; Claude TRESMONTANT, L'histoire de l'Uni-
vers et le sens de la création, O.E.I.L., Paris 1985.
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 257

visto c ó m o n o p o d e m o s hacer afirmaciones científicas con base


empírica sobre las condiciones anteriores al big-bang. Algunos au­
tores p r o p o n e n q u e algunas características de nuestro universo
son heredadas de u n universo anterior, a partir del cual el nuestro
se ha originado; pero ello n o deja de ser u n a p u r a elucubración.
La gran dificultad con q u e t o m a m o s a la h o r a de considerar
la creación es el concepto m i s m o de la n a d a . La n a d a n o es u n
concepto físico; la física habla del vacío, pero n o es lo m i s m o . El
vacío físico esta lleno de potencialidades y realidades, c o m o son
los c a m p o s de fuerzas. C u a n d o los cosmólogos hablan de q u e el
big-bang fue o r i g i n a d o p o r u n a fluctuación del vacío cuántico,
están i m p l i c a n d o ya u n a realidad en este vacío, lleno de potencia­
lidades y virtualidades. La n a d a es realmente u n concepto filosó­
fico q u e se refiere a la negación de t o d a realidad. Este c o n c e p t o es
difícil de c o m p r e n d e r , y el paso de la n a d a absoluta al ser t a r d ó en
plantearse. En m u c h a s tradiciones antiguas, la divinidad crea a
partir de u n a materia informe preexistente a la q u e i m p o n e u n
o r d e n . C o m o ya vimos, esta idea está presente en m u c h o s relatos
míticos, en el p e n s a m i e n t o platónico y, de alguna m a n e r a , se e n ­
c u e n t r a t a m b i é n en el relato del Génesis q u e habla de u n caos o
a b i s m o inicial. Esta dificultad de explicar el paso de la n a d a al ser
llevó a Epicuro a afirmar q u e de la n a d a n o p u e d e originarse na­
da y que, p o r lo tanto, los á t o m o s debían de ser eternos. Aristó­
teles, sin e m b a r g o , q u e aceptaba la idea de u n Dios fuente de t o ­
d o m o v i m i e n t o , afirmaba q u e el m u n d o t a m b i é n era eterno. La
disyuntiva sigue estando presente: si n o se acepta la idea de u n
Dios creador q u e es eterno, el m u n d o m i s m o tiene q u e serlo. La
única alternativa a la creación es la eternidad m i s m a del universo.
Ante esta disyuntiva, H a r r i s o n concluye q u e Dios y el Universo
( a m b o s con mayúsculas) se identifican entre sí c o m o lo q u e es
«todo e inconcebible», y dios y el universo (con minúsculas) son
nuestras imágenes y máscaras concebibles de lo q u e en sí m i s m o
10
es inconcebible . N o p o d e m o s m e n o s de e n c o n t r a r aquí, de algu­
na m a n e r a , u n reflejo de las tradiciones religiosas orientales en las
q u e m u n d o y divinidad se identifican en u n a concepción m o n i s ­
ta de la realidad cuyo ú l t i m o f u n d a m e n t o es incognoscible.

10. E. HARRISON, op. cit., pp. 289-304.


258 CIENCIA Y RELIGIÓN

C o m o ya se ha dicho, Dios n o se p u e d e concebir c o m o u n a


causa física al m i s m o nivel de otras causas físicas. Por eso tiene
p o c o sentido el q u e Hawking diga q u e , si al principio n o h u b o
n i n g u n a singularidad, si el universo es realmente a u t o c o n t e n i d o ,
n o tendría ni principio ni final: s i m p l e m e n t e , sería, y entonces
11
¿qué lugar q u e d a p a r a u n creador? Precisamente p o r q u e el u n i -
verso es, necesita u n creador. La confusión de p o n e r la creación
al nivel de las causas físicas p u e d e llevar a su rechazo y p r o p o n e r
12
al universo m i s m o c o m o ú l t i m o principio físico de sí m i s m o .
Meterse a buscar a u n Dios creador c o m o u n a hipótesis física pa-
13
ra explicar el universo, es e n t r a r en u n c a m i n o sin solución .
O t r o p r o b l e m a q u e suele plantearse es el de la relación entre el
acto de la creación y el t i e m p o . D e b e m o s recordar q u e Dios está
fuera del t i e m p o y que, p o r lo tanto, el acto creador es a t e m p o r a l .
De esta forma se p u e d e concebir c o m o coincidiendo con cada
u n o de los instantes del t i e m p o del universo, incluyendo, p o r
consiguiente, t o d a su evolución. Esta m a n e r a de concebir la crea-
ción se d e n o m i n a a veces «creación continua». C o n t i n u a , vista
desde nuestra d i m e n s i ó n t e m p o r a l , pero n o desde la atemporali-
d a d de Dios. Tenemos q u e rechazar la idea, c o m ú n en el pensa-
m i e n t o deísta, de q u e Dios creó sólo en el p r i m e r instante, y lue-
go el m u n d o ha evolucionado p o r sí m i s m o de a c u e r d o con las
leyes q u e Dios le ha impuesto. A nosotros, q u e vivimos vincula-
dos al t i e m p o , n o s es difícil concebir lo q u e significa estar fuera
del t i e m p o , p e r o n o p o d e m o s concebir la acción de Dios con ca-
tegorías temporales. N o faltan, sin e m b a r g o , algunos autores q u e
p r o p o n e n u n a cierta t e m p o r a l i d a d en Dios. Q u i e n e s se adhieren
a la filosofía del proceso consideran q u e Dios m i s m o evoluciona
de alguna m a n e r a en el t i e m p o j u n t a m e n t e con el universo m i s -
14
m o . N o p o d e m o s e n t r a r en este p r o b l e m a y preferimos m a n t e -
ner, a u n q u e sea difícil c o m p r e n d e r l a , la a t e m p o r a l i d a d de Dios.

11. Stephen W. HAWKING, Historia del tiempo, Crítica, Barcelona 1988,


p. 187.
12. E. HARRISON, «Creation and Fitness of the Universe»: Astronomy and
Geophysics 39 (1998), 227-228.
13. Édouard BONÉ, Dieu, hypothèse inutile?, Racine, Bruxelles 1999.
14. Véase, A. PEACOCKE, Creation and the World of Science, Oxford University
Press, Oxford 2004, pp. 333-346.
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 259

Se p u e d e p r e g u n t a r si el m o m e n t o del big-bang de las teorías


cosmológicas actuales c o r r e s p o n d e al m o m e n t o de la creación.
Esta cuestión exige u n a reflexión cuidadosa. En p r i m e r lugar,
c u a n d o la ciencia habla del origen del universo, lo está h a c i e n d o
d e n t r o del contexto científico de u n a teoría concreta. Las teorías
científicas p u e d e n cambiar, y su correspondencia con la realidad
n u n c a es absoluta. Por o t r o lado, la ciencia trata de r e s p o n d e r a
la p r e g u n t a de c ó m o fue el origen del universo en el sentido físi-
co. La fe en la creación se refiere al sentido ontológico y r e s p o n -
de a la p r e g u n t a acerca de p o r q u é existe el universo, q u e pasó de
n o ser, es decir, de la nada, a ser. La ciencia trabaja siempre en el
c a m p o de lo físico o n a t u r a l y n o p u e d e , p o r sí sola, llegar a u n a
causa sobrenatural. Siempre hablará de causas d e n t r o del á m b i t o
físico, lo cual p r e s u p o n e ya la existencia de ese á m b i t o . El h e c h o
de q u e la ciencia haya llegado al c o n o c i m i e n t o de q u e el univer-
so ha t e n i d o u n origen p u e d e estar señalando al creyente q u e ese
origen se c o r r e s p o n d e con el m o m e n t o de la creación. Ésta sería
u n a reflexión desde la fe, n o u n a consecuencia desde la ciencia,
q u e debe estar matizada p o r la consideración de la naturaleza del
c o n o c i m i e n t o científico. D e b e m o s tener c u i d a d o , de todas for-
mas, de n o mezclar los dos niveles de c o n o c i m i e n t o . La ciencia
sólo llega a u n p r i m e r m o m e n t o , q u e a d e m á s le q u e d a oculto p o r
la barrera del t i e m p o y el t a m a ñ o de Planck, p o r debajo de la cual
n o son válidas las leyes q u e c o n o c e m o s de la física. Hay p r o p u e s -
tas, d e n t r o de la ciencia, acerca de lo q u e o c u r r i ó en ese p r i m e r
m o m e n t o , tales c o m o q u e t o d o surgió de u n a fluctuación del va-
cío cuántico. Pero el vacío cuántico n o es la nada, y la p r e g u n t a
p o r la existencia de ese vacío sigue en pie. También p o d e m o s p r e -
g u n t a r n o s p o r q u é ese vacío cuántico dio origen a este universo
con las características físicas concretas q u e tiene.
H e m o s visto c ó m o las características tan especiales q u e se re-
quieren para q u e en u n universo se desarrolle vida inteligente
h a n d a d o origen al llamado «principio antrópico». U n a interpre-
tación fuerte de este principio, q u e implica la existencia de u n a fi-
nalidad o u n diseño desde el comienzo, escapa al c a m p o científi-
co y pertenece a la reflexión filosófica o teológica. Desde el nivel
m i s m o de la ciencia n o es válido hacerse preguntas q u e implican
finalidad, c o m o las incluidas en la idea del diseño. Éstas son p r e -
guntas q u e pertenecen al p e n s a m i e n t o filosófico o teológico.
260 CIENCIA Y RELIGIÓN

Negar la posibilidad de hacerse este tipo de p r e g u n t a s , para las


q u e la ciencia n o tiene respuesta, t a m p o c o está justificado. Sin
e m b a r g o , está m u c h a s veces implícitamente p r e s u p u e s t o q u e t o -
d o c o n o c i m i e n t o h a de conformarse con el científico, p o r lo q u e
se niega toda validez a u n a reflexión ulterior filosófica o teológi-
ca q u e trate de la finalidad o diseño del universo. Pretender q u e
los m e c a n i s m o s del azar y la adaptación excluyen este tipo de ex-
plicación significa quedarse en el nivel fisicalista de la ciencia, ex-
cluyendo otros p l a n t e a m i e n t o s q u e p r e g u n t e n p o r la existencia y
sentido del proceso m i s m o de la evolución del universo. Las p r e -
guntas de la ciencia n o son las únicas q u e el h o m b r e p u e d e ha-
cerse. Por p o n e r u n ejemplo, las preguntas q u e se hace Paul
Davies —¿ha sido diseñado el universo p o r u n creador inteligen-
te? y ¿es necesario u n diseñador?— n o p u e d e n ser respondidas
desde la ciencia. Para Davies, tales preguntas suscitan nuevas p r e -
g u n t a s en las q u e el a u t o r se q u e d a detenido, después de n o acep-
15
tar las respuestas q u e él m i s m o considera n o concluyentes .
A veces se presenta la hipótesis de la existencia de m u c h o s
universos c o m o u n a alternativa a la creación y u n a última expli-
cación de la peculiaridad de nuestro universo. Ya h e m o s visto las
dificultades q u e esta propuesta crea d e n t r o m i s m o del c a m p o de
la ciencia, al n o ser ni verificable ni falseable p o r n i n g ú n tipo de
observación. Sin embargo, esta hipótesis sigue planteándose d e n -
tro del c a m p o de la ciencia, y es ahí d o n d e debe discutirse su va-
lidez. N o s u p o n e , sin embargo, n i n g u n a dificultad en el nivel de la
existencia ontológica en el q u e se plantea el p r o b l e m a de la crea-
ción. En el siglo XVI, G i o r d a n o Bruno, acusado de defender la
existencia de m u c h o s m u n d o s , lo cual se consideraba u n a o p i n i ó n
herética, se defendía diciendo q u e Dios podía haber creado m á s
de u n universo, y q u e esto era m á s congruente con su o m n i p o t e n -
cia q u e el haber creado u n o solo. Pero, a ú n en la Edad Media, al-
g u n o s autores, al discutir la potencia absoluta de Dios, planteaban
la cuestión de si Dios podía h a b e r creado m á s de u n universo.
C u r i o s a m e n t e , la respuesta q u e se daba era q u e p o d r í a haberlo h e -
cho, pero q u e lo cierto era q u e había creado u n o solo. La validez

15. P. DAVIES, La mente de Dios. La base científica para un mundo racional,


McGraw Hill, Madrid 1993, pp. 185-227.
7. - COSMOLOGÍA Y CREACIÓN. ORIGEN DEL UNIVERSO 261

de la propuesta de la existencia de m u c h o s universos, y a u n de u n


n ú m e r o infinito de ellos, p u e d e discutirse a nivel científico, pero
n o p u e d e considerarse en sí c o m o u n a alternativa a la creación. La
fe en la creación se plantea, c o m o ya h e m o s repetido varias veces,
en el nivel ontológico del ser e implica la aceptación de la existen-
cia de Dios, de quien d e p e n d e la existencia de t o d o lo creado, sea
u n o o sean m u c h o s los universos realmente existentes.
A u n q u e la fe en la creación n o d e p e n d e de los m o d e l o s cos-
mológicos q u e presenta la ciencia, tales m o d e l o s deben ser teni-
dos en cuenta en la expresión de dicha fe. A lo largo de la histo-
ria, c o m o ya h e m o s visto, los teólogos cristianos expresaron su fe
en la creación t e n i e n d o en cuenta los m o d e l o s cosmológicos de
q u e d i s p o n í a n en cada época. H o y la ciencia nos presenta u n a
imagen del m u n d o con u n origen y u n a evolución sólidamente
basados en las teorías físicas y las observaciones astronómicas. De
acuerdo con esta visión, p o d e m o s decir q u e el universo ha sido
creado p o r Dios a través de u n proceso que, en 13.700 millones
de años, ha d a d o c o m o resultado el m u n d o q u e hoy c o n o c e m o s .
Este proceso implica u n a evolución en la q u e los sistemas m a t e -
riales h a n pasado a lo largo del t i e m p o , desde sus formas m á s
simples en los p r i m e r o s m o m e n t o s , a las m á s complejas: de las
partículas elementales a los á t o m o s , de ahí a las moléculas, hasta
la aparición de los seres vivos y, d e n t r o de ellos, el h o m b r e , c o m o
veremos en los capítulos siguientes. Este c a m i n o , de u n a m e n o r a
u n a mayor complejidad a lo largo del t i e m p o , nos indica la for-
m a en q u e h o y e n t e n d e m o s q u e ha t e n i d o lugar la creación. D u -
rante ese proceso, el universo se h a ido e x p a n d i e n d o , a u m e n t a n -
d o de t a m a ñ o y enfriándose, desde u n a s e n o r m e s t e m p e r a t u r a s
iniciales, a las q u e la materia y la energía aparecían u n i d a s , hasta
la situación presente. Por o t r o lado, la investigación de la n a t u r a -
leza de la materia en sus niveles m á s elementales (en los procesos
subatómicos) nos ha descubierto los a s o m b r o s o s f e n ó m e n o s
cuánticos, q u e sólo p e r m i t e n expresarse en t é r m i n o s probabilís-
ticos y con características distintas del c o n o c i m i e n t o de la reali-
d a d cotidiana, c o m o p u e d e n ser la n o localidad y el e n m a r a ñ a -
m i e n t o . P o d e m o s p r e g u n t a r n o s q u é nos p u e d e decir sobre la cre-
ación esta visión q u e nos presenta la ciencia actual. Lo q u e n o p o -
d e m o s hacer es ignorarla c u a n d o q u e r e m o s hablar hoy de la ac-
ción creadora de Dios.

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