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LA PASIÓN
DE SEGUIR
Voluntariado Transformador;
sin excusas, sin fronteras….
Ediciones Seguir Creciendo es un emprendimiento editorial sin fines de lucro, en el cual ni los
editores ni los autores perciben ingresos como resultado de la venta de las publicaciones.
Con lo obtenido con la venta de la versión en papel de este ejemplar – descontados los gastos de
diseño gráfico, corrección e imprenta – se conforma el Fondo Solidario de Publicación cuyo objetivo
general.
Garcia, Oscar
La pasión de seguir: Voluntariado transformador, sin excusas, sin fronteras. Buenos Aires:
Seguir Creciendo, 2a ed., 2007
ISBN 987-21560-0-X
Voluntariado. I. Título
CDD 361.26
I.S.B.N. 987-21560-0-X
Hecho el depósito que marca la Ley
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
A Sandra,
con mi pasión y amor.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
ÍNDICE
Presentación ...................................................................................................................................9
Vértice I.........................................................................................................................................11
Capítulo 1
Voluntariado y solidaridad............................................................................................................11
Capítulo 2
Filosofía y conceptos básicos........................................................................................................21
Capítulo 3
El Voluntariado como campo.......................................................................................................48
Capítulo 4
Una aproximación a la historia del Voluntariado,
desde la mirada de sus paradigmas...............................................................................................57
Capítulo 5
Tipos de Voluntariado...................................................................................................................65
Capítulo 6
Intersección entre Voluntariado y esperanza................................................................................84
Vértice II........................................................................................................................................91
Capítulo 7
¿Por qué atender a las motivaciones?............................................................................................91
Capítulo 8
¿Hay un modelo de Voluntario por cada tipo de Voluntariado?.................................................104
Capítulo 9
El Voluntario como líder.............................................................................................................112
Vértice III.....................................................................................................................................125
Capítulo 10
Dónde se ejerce el Voluntariado..................................................................................................125
Capítulo 11
Características del Voluntariado asociadas a condiciones
Organizacionales básicas.............................................................................................................137
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Capítulo 12
Programas de Voluntariado.........................................................................................................145
Capítulo 13
Gestión de Voluntarios: teoría de funcionamiento
y concepto de itinerario institucional..........................................................................................162
Vértice IV....................................................................................................................................171
Capítulo 14
El Voluntariado en relación social...............................................................................................171
Capítulo 15
Voluntariado y ciudadanía...........................................................................................................188
Capítulo 16
Marginalidad, exclusión, pobreza e intervención
del Voluntariado..........................................................................................................................197
Capítulo 17
El Voluntariado en la construcción de una cultura solidaria
en Latinoamérica..........................................................................................................................209
Declaraciones y Anexos...............................................................................................................212
Índice Conceptual.....................................................................................................................293
Bibliografía y Gráficos.............................................................................................................222
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Presentación
Para los que somos personas comunes que caminamos por la calle, vivimos de nuestro trabajo y
a las que al amanecer de cada día lo cotidiano no se nos presenta como una puesta en escena de
fantasías cinematográficas que disfrutar, ni una colección de ecuaciones resueltas por otros, sino
más bien se nos despliega como un abanico rutinario de problemas, tareas, contradicciones, idas,
vueltas, fracasos y pequeños logros hechos a pulmón; los proyectos importantes se dan sólo
cuando una serie de factores concurrentes se combina.
Y no es raro que en esa combinación movilizadora, aparezca siempre la figura de algún amigo.
Porque para las personas comunes, amistad y proyectos de vida no son expresiones ajenas y
separables, como sí sucede a menudo y descarnadamente en el mundo hiperprofesionalizado y
calculador.
Pues bien, esto ha sucedido aquí Marcelo Bursztyn: él es el amigo, el “partícipe necesario”
impulsor de este proyecto.
Para vos Marcelo, va el primer reconocimiento; agradecido por el apoyo, la confianza, la
incondicionalidad.
A la pregunta de ¿qué es este libro? desde un primer momento supe que éste iba a ser un libro a
mitad de camino.
En primer lugar, porque como no ha sido la intención compendiar lo mucho que se ha
desarrollado y publicado en la extensa bibliografía sobre cuestiones básicas del Voluntariado,
este volumen no es un compendio.
En segundo lugar, porque como no se recogen aquí ensayos o investigaciones que den cuenta del
“estado del arte” en Voluntariado, tampoco es éste un texto de actualización.
Y en tercera instancia, porque como no habla de técnicas de gestión, ni de actividades con
grupos, ni de cómo coordinar Voluntarios, decididamente no es un manual.
No compendio, no ensayo, no manual…ahora ve usted claramente la verdad de lo que le decía:
mitad de camino…ni lo uno…ni lo otro.
Pero la mitad de camino también tiene su magia.
Era en esos lugares – y especialmente en las encrucijadas de vías, caminos y senderos – donde se
levantaban las postas, tabernas y posadas.
Espacios siempre vivos, a veces bulliciosos, a veces solitarios, unas lujosos, otras
modestos…pero siempre receptivos: refugios donde parar, abastecerse de lo preciso, conocer y
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
despedir compañeros de jornadas, comer, dormir, tramar…y por qué no desechar equipajes
molestos para seguir viaje más livianos.
Mi anhelo es que este pueda ser un “libro-posada”, apenas una parada a mitad de camino en su
itinerario hacia conocimiento del Voluntariado; un espacio confortable unas veces y polémico
otras, pero siempre abierto a lo que trae cada caravana.
Este libro está construido sobre dos bases: formulación de ideas propias y reproducción de
reflexiones de otros.
A las primeras, traté de ordenarlas lo más posible, y expresarlas de modo transparente y franco,
por el camino de la opinión responsable y – espero – coherente. De ellas, tal vez no le resulten
originales sino
un puñado, habiendo sido las otras ya mencionadas con anterioridad por otros autores; en
cualquier caso, espero que le resulten de interés y utilidad.
A las segundas –las reflexiones de otros autores- las he citado extensamente y tienen, como los
templos clásicos, cuatro columnas: Luis Ignacio Aranguren Gonzalo, Joaquín García Roca,
Imanol Zubero Beascoetxea y José Carlos García Fajardo.
Sus trabajos han sido desde siempre esclarecedores para mi y (aún a riesgo de no ser original)
creo que son los “padres” del Voluntariado Iberoamericano, fundadores de un abordaje
ideológico y, por lo tanto, no ingenuo del Voluntariado.
Ese es uno de los motivos- el académico- por los cuales me he tomado la libertad de traerlos a
este volumen, junto a otros notables autores e investigadores, algunos incluso colegas y amigos
queridos.
El otro motivo de la invitación a reproducir sus pensamientos es más ideológico: en medio de la
dura realidad Latinoamericana hace ya un tiempo que la bibliografía en castellano sobre
Voluntariado es escasa o excesivamente costosa.
Avatares de las políticas económicas de mercado y de sus consecuencias culturales, las librerías
(hablo al menos por las argentinas, pero presumo un patrón similar en la Región) ya no ofrecen
en sus estantes libros de Voluntariado (están lejos de ser “best-sellers”) y pedir que se los
importe por catálogo es las más de las veces dificultoso y carísimo; y la reproducción de textos -
“la fotocopia”- se ha convertido en un signo más de las pobrezas que vivimos, un salvoconducto
precario pero oxigenado que la economía informal no brinda, frente a la ceguera de una
economía “formal” que en Latinoamérica está cada vez más alejada de la gente común.
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Para esta segunda edición corregida, quisiera manifestar mi más profundo agradecimiento
a Federico Gorla por la atenta lectura que realizó de la primera y los (¡innumerables!)
errores que marcó y que gracias a ello en esta – esperamos – ya no aparecerán.
Oscar Garcia
Villa Ballester, junio de 2004 y julio de 2007
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VÉRTICE I
El Voluntariado como Objeto de Estudio
CAPÍTULO 1:
LA SOLIDARIDAD
1.1. La Solidaridad: Concepto Madre del Voluntariado.
Para comenzar a hablar de Voluntariado, vamos a hacerlo desde otro concepto, la Solidaridad,
pues creemos que ésta es conceptualmente madre de aquél.
Existe no mucha pero sí excelente bibliografía que trata extensivamente el concepto de
solidaridad, por lo que aquí trataremos de focalizar en dos de sus aspectos: la naturaleza de su
origen (y las consecuencias que de ella se derivan) y su relación con el Voluntariado. (1)
Si partimos desde la aceptación de que la solidaridad es parte de la naturaleza humana, podemos
imaginar -simplificadamente – dos posibles campos de procedencia: genético o inherente.
Veamos que nos dice de estas palabras el diccionario: genético –además de referirse al génesis; a
lo inicial- se relaciona directamente con genética, es decir el estudio de los fenómenos de la
herencia y sus variaciones en los seres vivos.
Recordemos que la herencia es la acción de heredar; es decir la tendencia de la naturaleza a
reproducir en los seres los caracteres de sus antepasados.
Inherente es un concepto que define a aquello que por su naturaleza está unido inseparablemente
con otra cosa.
En este sentido si pudiera quitarse algo inherente a una cosa, ese acto significaría que la cosa ya
no es lo que era y pasaría a ser otra cosa.
Veamos entonces algunas de las diferencias entre ambos conceptos, aplicadas a situaciones que
conocemos.
Si una pareja de personas de color de piel negra, hijos, nietos, bisnietos, etc. de parejas de piel
negra, está por tener un hijo, es muy, muy probable que ese hijo resulte de piel negra.
Es una cuestión genética.
Tanto como lo es, por ejemplo, sacar el color de ojos de la madre, o los rasgos de su abuelo, o la
mirada de su padre.
Lo que nos viene dado genéticamente, es algo sobre lo cual no tenemos voluntariamente
capacidad de decisión; y sobre lo cual tampoco tenemos capacidad de modificación.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Lo inherente, en cambio lo podemos ejemplificar con la capacidad que en el ser humano aparece
como definitiva o potencial.
Este último caso – el de una capacidad inherente y potencial – el ser humano lo puede desarrollar
(o no) a lo largo de su vida; la capacidad inherente que tenemos los seres humanos de simbolizar,
manifestada en la capacidad potencial de aprender a leer y escribir, es un buen ejemplo.
Esto es algo inherente a todos los humanos, más allá de sus múltiples diferencias.
Luego habrá – como sabemos – una gran diferencia entre las personas alfabetas y las
analfabetas- pero sin que esto signifique que estas últimas carezcan de esa intrínseca capacidad.
La diferencia está en que las alfabetas han podido (o querido) desarrollar esta capacidad; pero
poseerla no les es privativo, ni siquiera voluntariamente determinable.
Han sido más bien sus intereses y las condiciones del medio ambiente las que han determinado el
desarrollo de dicha capacidad.
¿Tenemos entonces frente a nosotros la inevitable pregunta: la solidaridad es un atributo genético
o es una capacidad inherente del ser humano?
No es posible demostrar científicamente ninguna de estas dos cosas.
Pero según adhiramos a una u otra creencia, serán las consecuencias que de ella deriven.
Si adherimos a una transmisión genética de la solidaridad, tendremos que aceptar entonces que
ésta estará determinada, que nada podremos hacer para modificar el caudal (mucho o poco) que
hayamos heredado de nuestros antepasados.
Que como característica o virtud, se tiene o no; y que algunos la tienen y otros no.
Si en cambio adherimos a que la solidaridad es una capacidad inherente; entonces podemos
pensar que:
a) Está en todo ser humano.
b) Es una capacidad potencial y que por lo tanto es posible desarrollar (o no) y que ese desarrollo
depende de dos factores: nuestro interés (o voluntad) en hacerlo; y el medio cultural que nos
invite (o desaliente) a hacerlo.
Es decir que, si estamos de acuerdo en el origen inherente de la solidaridad, acordamos entonces
que es posible desarrollarla culturalmente y constituirla, por ende, en categoría cultural.
Es decir – ni más ni menos – que podemos pensar en una Cultura de la Solidaridad, que como
toda cultura puede nacer, fortalecerse, desarrollarse y consolidarse; así como también puede
debilitarse y morir o sencillamente no nacer.
Luego, puesto que las culturas –aún respetando su extrema complejidad- son fundamentalmente
construcciones colectivas en las que intervienen todos los componentes que la forman, la
posibilidad de desarrollar una cultura de la solidaridad está en cada uno de nosotros.
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Nacemos naturalmente “capaces de solidaridad”, así como nacemos capaces de aprender a leer y
escribir.
Ser “alfabetos o analfabetos de solidaridad”, es un hecho sobre el cual podemos – y debemos –
decidir.
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progresiva y pertinencia a las necesidades de una comunidad, así como de motor de las
aspiraciones utópicas de ésta.
Entonces sí podemos pensar en desarrollar una Cultura de la Solidaridad, no para hacer “de lo
poco, mucho”; si no para generar y canalizar hacia la pertinencia, la adecuación y la legitimidad,
las aspiraciones solidarias de los miembros de una comunidad
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Finalmente, el tercero tiene que ver con analizar la costumbre de asociar solidaridad con
necesidad, inconveniente, mala situación, problema o tragedia del otro.
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perspectiva comporta una suerte de conversión respecto a los valores dominantes del actual
sistema económico y social, respecto a la solidaridad como emoción sentimental.
Este tipo de solidaridad, hacia el que siento respeto, es sin embargo el opuesto de la idea de
individualidad total que acabo de esbozar.
Es una actitud individualista... y en griego el individualismo se llama idiocia...
Uno de los dramas de nuestro tiempo no es la reducción del individuo al ámbito, sino la
inflación de la personalidad del idiota que ha hinchado la dimensión del propio y mezquino
interés privado. Por esto es por lo que hace falta inaugurar una especie de escuela de
resistencia a la inflación de la personalidad del idiota, abierta a todos, laicos y católicos. Si no
conseguimos sustraer la solidaridad de su dimensión utilitaria, y dotarla de una base fuerte, la
suerte de todos nosotros, incluidos los idiotas, estará echada.
El idiota lo es porque en último término no conoce realmente su propio interés.
El idiota, hoy en día, desde su total falta de reconocimiento del otro y de los valores de la
solidaridad, amenaza con destruirse a sí mismo y con llevar a la catástrofe a todo su mundo.
Que naturalmente también es el nuestro. (4)
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Porque lo importante es ante todo ser solidario; si luego además puedo hacer Voluntariado, tanto
mejor; pues el Voluntariado es una de las manifestaciones más acabadas de la solidaridad.
Pero requiere de un compromiso de cierta constancia.
Y puede suceder que en un momento de la vida -por uno u otro motivo- uno no pueda hacer
Voluntariado; o deba dejar de hacerlo. No importa, ya llegará la oportunidad.
Lo importante es ser solidario.
Porque el Voluntariado es la solidaridad hecha acción.
Y eso lo valoriza como una de las prácticas sociales más importantes.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
CAPÍTULO 2:
A lo largo de estos capítulos iremos planteando lentamente la distinción conceptual entre dos
locuciones a veces erróneamente intercambiables: Actividad Voluntaria y Voluntariado.
La Actividad Voluntaria
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Acción Solidaria y Actividad Voluntaria serán entonces, las expresiones que proponemos,
dejando atrás y jubilando al “Trabajo Voluntario”, que tantas satisfacciones y tanto “trabajo”
nos ha dado...
Como tal, la Actividad Voluntaria constituye en sí misma una práctica socialmente muy valiosa:
es la escuela pintada, el abuelo acompañado, el plato de comida servido, el enfermo asistido.
Pero esta alta valoración no significa que Actividad Voluntaria sea automáticamente lo mismo
que Voluntariado: en el límite del razonamiento, podría alguien pasarse una vida entera
haciendo Actividad Voluntaria, sin asomarse al Voluntariado, pues para ello hace falta dar
un paso más.
¿Cuál es ese paso?
Ese paso es la toma de conciencia, y a él nos referiremos cuando hablemos de
Voluntariado.
2.2. La Actividad Voluntaria: desde los Cuatro Invariantes de una “Definición Técnica”
hacia los Tres Requisitos de una “Definición Ética Básica”.
Una de las exigencias que aparece cuando comienza a estudiarse un tema es la necesidad de su
definición.
Este imperativo inmediato refleja la vocación humana (y occidental, convengamos...) por la
razón, por la seguridad de los límites, lo que se traduce en el ejercicio mediante el cual el
universo se acota a fuerza de atributos presentes o ausentes, fundamentales y accesorios, que
recién entonces permiten comenzar alguna pretendida explicación y entendimiento.
En muchos ámbitos, cuando hablamos del fenómeno de la Actividad Voluntaria, es muy común
sentir que “todos sabemos de qué estamos hablando”.
Sin embargo, definir a la Actividad Voluntaria es también una necesidad, aunque intentaremos
hacerlo recurrir a una clásica definición.
¿Juego de palabras? En absoluto; lo que intentaremos es eludir una definición taxativa, total y
última, para acercarnos a la Actividad Voluntaria desde lo que ella nos vaya mostrando como
denominador común, en medio de la vastedad de su proyección universal.
Si a primera vista alguien nos preguntara por una característica distintiva que diferencie a la
Actividad Voluntaria de otras prácticas sociales, esa que en una sola palabra resuma todo lo
que en ella cabe, diríamos sin dudar que esa característica es la diversidad.
La Actividad Voluntaria es esencialmente diversa, pues como manifestación universal,
adopta innumerables variantes culturales y en cada una de ellas, infinitos matices.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Y más aún: prácticas que en algunas culturas o países pueden parecer intolerables, en otros
constituyen la más común práctica Voluntaria.
En medio de esta diversidad: ¿Existirán algunas características universales que sigan estando
presentes siempre que hablemos de Actividad Voluntaria?
Y en caso de existir: ¿Cuáles serán esos elementos que no varían a lo largo y ancho de las más
diversas manifestaciones, y que siempre deben estar presentes para que tengamos la certeza de
que hablamos de Voluntariado y no de otras prácticas, similares o diferentes?
Dicho de otro modo: ¿Cuáles serán los Invariantes de la Actividad Voluntaria?
Los invariantes de la Actividad Voluntaria son cuatro y le proponemos entonces avanzar
hacia ellos, comenzando por echar un vistazo al Gráfico N° 1 que de una vez los presenta a
todos juntos, para detenernos luego en cada uno en particular y analizar sus características.
Ver GRAFICO N°1 - (Este y todos los demás gráficos, al final del libro)
Lo primero que debemos decir, es que los Invariantes no tienen orden jerárquico uno sobre otro;
no hay Invariante más importante que el resto, y que el ordenamiento es sólo a efectos de su
presentación.
Además, cada uno de ellos es igualmente imprescindible; con uno sólo que falte, podremos estar
hablando de otra cosa, incluso socialmente valiosa (por ejemplo “trabajo”, como veremos
enseguida) pero no de Actividad Voluntaria.
Asimismo, la sola presencia de los cuatro Invariantes ya garantiza que estemos hablando de
Actividad Voluntaria, y el agregado de cualquier otro atributo valorativo no es imprescindible
para definirla, sino que introduce una ponderación ideológica – que como veremos más adelante-
se mueve en dirección de una “Definición Social”.
1) POR PROPIA VOLUNTAD
Es tal vez el más obvio de los invariantes, pero es el que nos coloca ante el requisito primero de
la Actividad Voluntaria.
Voluntariado es libertad para elegir, libre albedrío para decidir si hacerlo o no; cómo, cuándo,
para qué... con quiénes.
Cualquier otra práctica – incluso de naturaleza solidaria- que no parta de la libre elección de la
persona y remita a obligaciones de cualquier índole, podrá llamarse de muchas formas, pero no
podrá denominarse Actividad Voluntaria.
Esto que puede parecer tan sencillo de distinguir, a veces no lo es tanto, y así es que se han
confundido con Actividad Voluntaria otras prácticas sociales (insistimos: incluso muy valiosas)
que no lo son:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
La probation (1) es un tipo de figura legal con intención reparatoria y naturaleza comunitaria,
pero más allá de cualquier parecido con la Actividad Voluntaria, decididamente no lo es.
Las “Pasantías”, “Prácticas pre-profesionales”, o “Servicios Comunitarios” que en muchas
universidades son de realización obligatoria como requisito para graduarse, pueden ser (y en
general lo son) un excelente camino para que el estudiante se involucre socialmente y ponga de
manifiesto su potencial solidario; pero en tanto sean de naturaleza obligatoria, no corresponde
que sean llamadas Actividad Voluntaria.
Tampoco pueden denominarse como Actividad Voluntaria -dada su obligatoriedad - las
contraprestaciones que forman parte de la dinámica de ciertos Planes Sociales estatales.
En resumen: cualquier coacción externa, de cualquier tipo y procedencia que impida la
manifestación libre de la voluntad de la persona y la haga sentirse obligada a la acción, elimina
definitivamente la posibilidad de hablar de Actividad Voluntaria.
En este planteo es importante distinguir la obligación de la influencia que el ambiente o el
contexto pueden operar sobre las motivaciones de una persona para hacerse Voluntario, lo cual
analizaremos más adelante, en el Capítulo 7.
Pero esta característica de la “Libre Voluntad” que parece tan obvia, tiene una proyección
importantísima en términos de su incidencia sobre el Voluntariado, según veremos más adelante,
cuando hablemos de los dos niveles del Voluntariado.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Afortunadamente, son cada vez más los elementos Facilitadores de la Actividad Voluntaria
que las instituciones ponen al servicio y disposición de sus Voluntarios, y esto se celebra sobre
todo cuando con ello se contribuye a la seguridad.
Pues bien: el dinero puede ser un elemento facilitador, y se celebra cuando él permite que una
persona pobre – que tal vez de otro modo no podría costearse siquiera los gastos de viáticos para
ir a la organización- pueda ser Voluntario.
Modernamente se acepta que el dinero es un elemento facilitador de la Actividad Voluntaria, y
no son pocas las instituciones que (porque pueden hacerlo) pagan los viáticos y otros gastos a sus
Voluntarios para que estos no lo hagan de sus propios bolsillos.
El punto aquí es que ese dinero, se conserve como un elemento facilitador y sea estrictamente el
reembolso razonable por los gastos efectuados y pautados como reembolsables de común
acuerdo entre Voluntario e institución.
Cualquier sueldo encubierto presentado como “reembolso de gastos” es literalmente una
canallada, desvirtúa al Voluntariado, alimenta la economía en negro y muy posiblemente esté
muy cercano a la ilegalidad.
He aquí una medida de la importancia de este invariante, sobre todo en contextos tan difíciles
como los de pobreza y alto desempleo que se extienden en Latinoamérica y muchas otras
regiones pobres del mundo, condiciones que lamentablemente exponen a que esta y otras
prácticas sociales valiosas, queden expuestas a manipulaciones inescrupulosas.
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Más allá de esta idéntica valoración absoluta, claro está que un Voluntario que se comprometa
sólo un par de veces por año, aunque realice su tarea asignada de manera comprometida y
eficiente, difícilmente podrá implicarse en procesos de más largo alcance y complejidad,
condiciones que en general tienen y requieren los procesos transformadores.
La interrelación de los Invariantes.
Así planteada la entidad conceptual de cada invariante, es importante ahora volver sobre la
consideración de que los mismos funcionan como sistema, sin jerarquías y sin posibilidad de
que alguno de ellos “falte” o se deje de lado.
Veamos distintos ejemplos de lo que sucedería si se mantuvieran algunos de los tres invariantes,
pero faltase un cuarto.
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VER GRAFICO N°2 - (Este y todos los demás gráficos, al final del libro)
Presentaremos cada uno de estos dos niveles para conocer sus características, y veremos luego
que si bien resulta necesario superar el primero para poder instalar algún tipo de discusión en el
segundo (vale decir dejar atrás lo indomable del Voluntariado si es que deseamos
problematizarlo) no debemos perder de vista este primer nivel, pues en él se manifiestan las
características primitivas del Voluntariado, esas que siempre nos permitirán comprenderlo mejor.
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y acepta el que recibe”, por lo que el mismo queda expuesto a posibles deformaciones, como
prácticas paternalistas, asistencialistas o hasta vínculos perversos de clientelismo o dominación.
Continuando con el análisis de este primer nivel, hay todavía dos características más que
merecen ser consideradas, más que nada por las repercusiones que tienen en el nivel siguiente.
La primera es que, así presentado, el Voluntariado nos revela una de sus más genuinas e
instintivas facetas; la que dice que el Voluntariado es inasible, no pide permiso ni espera
permiso para funcionar.
Esta afirmación – entre obvia y desafiante- tiene consecuencias muy importantes como
explicación de cierta dinámica que adquiere el Voluntariado, sobre todo cuando se lo intenta
regular o normativizar jurídica o socialmente.
Con el Voluntariado sucede - y valga como ejemplo comparativo - lo mismo que con el amor: la
sociedad podrá sugerir, presionar, normar o juridizar unas ciertas formas de amarse como
mejores que otras, pero mientras no sea delito (y aún aunque lo fuera...) la gente seguirá
amándose como quiera y pueda, en una vastedad e intermitencia tan jugosas, que ninguna
normalización podría estandarizar.
Esta raíz indomable del Voluntariado, tan reticente a fórmulas teóricas preconcebidas y a
mandatos sociales, políticos o jurídicos no es sólo una primitiva y molesta cicatriz que haya que
disimular con maquillaje o borrar con cirugía plástica, sino una marca de identidad; una
verdadera “memoria genética” que lo mantiene vivo y preservado de muchos
totalitarismos, incluidos dos de los más modernos: el totalitarismo de la eficiencia y el
totalitarismo de la “normalidad”.
La segunda característica a considerar, tiene que ver con cierta valoración errónea y “utilización
dolosa” de este nivel.
En muchos casos, hoy todavía se presenta lo indomable como tabla de flotación de ciertas
concepciones y prácticas sociales de Voluntariado, que para eludir análisis críticos, se refugian
en lugares comunes del tipo:“lo que importa es que lo hacemos con amor” o bien “por algo la
gente nos acepta”, que obturan entonces todo debate posible, al llevar el juego al terreno de “las
buenas intenciones” lejos de cualquier posibilidad de interpelación política o axiológica.
Subiendo al siguiente nivel, decimos entonces que la ideológica es la dimensión donde se instala
la discusión; el territorio de las definiciones máximas de Voluntariado, allí donde a éste se le
exigirá que sea “no como quiera serlo, sino como queramos que sea”.
De lo ideológico deriva la posibilidad política, y de ella nacen requisitos sociales para el
Voluntariado.
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Vale decir: es en el nivel ideológico del Voluntariado donde se debe trabajar para construirlo
socialmente, pero es necesario viajar seguidamente ida y vuelta a su casa natal – el nivel
indomable - para conocerlo en sus raíces y así comprenderlo en profundidad.
2.3. Tres Requisitos necesarios para una Definición Ética Básica del Voluntariado.
Los invariantes de la Actividad Voluntaria recién presentados conforman una definición técnica
de la misma, pero que deja planteada la necesidad de avanzar hacia una definición social. Llega
entonces el momento de buscar entre esas características básicas, aquellos atributos que aún
enmarcados dentro de la definición técnica, no nos devuelvan una vez más hacia el núcleo
indomable y evitar un relativismo cultural del Voluntariado en el que reine un vale todo.
En este punto puede clarificar mucho la célebre distinción de Aristóteles entre el ser en cuanto
acto y el ser en cuanto potencia.
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Diremos entonces que existe un Voluntariado como acto - lo que el Voluntariado es- pero
también un Voluntariado como potencia - aquello que el Voluntariado puede llegar a ser.
Por ello, es necesario el esfuerzo para hacer que “sobre lo que el Voluntariado puede ser,
construyamos lo que queremos que el Voluntariado sea”.
Es decir, dialécticamente: sobre lo deseable proyectar las potencialidades de cada dinámica
social para concretar lo posible.
Y es allí donde aparecen tres Requisitos Éticos del Voluntariado que están en su propia
naturaleza, pero que no crecen de manera espontánea ni se desarrollan universalmente si no es
con la ayuda de esa arquitectura ideológica que mencionábamos anteriormente.
Esos tres son: Proximidad, Crecimiento Mutuo y Escala Humana, y son los que tomaremos
para construir un Voluntariado “que es así porque queremos que así sea”.
Desde esta perspectiva ética, se espera que estos tres requisitos sean asimilados por el
Voluntariado como atributos necesarios e indivisibles de su nueva identidad.
Esto hará que al referirnos a esta Definición Ética Básica, reemplacemos la locución que
estrictamente correspondería - el Voluntariado “debe ser”- para decir el Voluntariado “es”,
adelantándonos así al deseo de que éste sea portador de los mismos.
1) El Voluntariado es Proximidad
Pensar en Voluntariado, es hacerlo con el horizonte de la Proximidad.
La proximidad en Voluntariado significa literalmente eso y se desdobla en una doble
cercanía: cercanía con el otro y cercanía con el presente, con el aquí y ahora.
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De la mirada y toda la profundidad que esta forma de comunicación significa, nos cuenta
Fernando Savater: “Nuestra humanidad nos la han contagiado (...) Nos la pasaron de boca a
boca, por la palabra, pero antes aún por la mirada: cuando todavía estamos muy lejos de saber
leer, ya leemos nuestra humanidad en los ojos de nuestros padres o de quienes en su lugar nos
prestan atención. Es una mirada que contiene amor, reproche o burla: es decir, significados. Y
que nos saca de nuestra insignificancia natural para hacernos humanamente significativos.” (4)
Savater nos regala algo más sobre la mirada, cuando cita a Todorov: “Uno de los autores
contemporáneos que con mayor sensibilidad ha tocado el tema, Tzvetan Todorov, lo expresa así:
El niño busca captar la mirada de su madre no solamente para que ésta acuda a alimentarle o
reconfortarle, sino por que esa mirada en sí misma le aporta un complemento indispensable: le
confirma su existencia… Y agrega; “Como si supieran la importancia de ese momento – aunque
no es así-, el padre o la madre y el hijo pueden mirarse durante largo rato a los ojos; esta
acción sería completamente excepcional en la edad adulta, cuando una mirada mutua de más de
diez segundos no puede significar más que dos cosas: que las dos personas van a batirse a duelo
o a hacer el amor.” (5)
La proximidad se juega, también, en las orejas: cuando se pregunta “¿Cómo estás?”se abren las
puertas de una escucha que puede volverse pieza clave, pues cuando se oye activamente al otro
en sus preguntas, en sus reclamos o simplemente en los relatos de sus historias, se lo siente más
cerca, más prójimo.
No es posible hablar de la proximidad del Voluntariado como uno de sus atributos básicos sin
invitar a Joaquín García Roca, uno de los autores que más ha insistido desde siempre en la
necesidad de un Voluntariado de proximidad.
García Roca no sólo la considera una característica, sino que va aún más allá al hablar de “la
plusvalía de la Proximidad” que junto a las otras dos plusvalías del Voluntariado (la plusvalía
del Don y la plusvalía de la Libertad) “constituyen su fisonomía propia (...) y cada vez con
mayor intensidad tendrán que pleitear para abrirse espacio en el interior de la invasión
mercantil, la administrada y la corporativista; de esta contienda el Voluntariado del futuro
saldrá fortalecido en su propio suelo nutricio.” (6)
Según el autor español: “El futuro del Voluntariado tendrá íntima conexión con el ejercicio de la
proximidad. Su poder (el del Voluntariado) es tan exiguo que se limita a lo que está cercano y
tan potente que sin él no existiría vida humana; todo él está referido al ámbito de lo concreto en
el que podemos actuar realmente, del cual somos directamente responsables e incluso podemos
verificar el resultado de nuestra acción(...)(7)
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noticia ya no es factor de venta en los medios) siguen limpiando las playas negras de chapapote,
para que la pesca - que es alimento, sostenimiento y don de la madre naturaleza- no se muera.
El Voluntariado interpreta mientras hace, no transporta su acción en las ruedas del análisis
ulterior: limpia, salva, educa, rehace…
Y por eso – por el Voluntariado y los Voluntarios- la pesca no muere. Y la gente tampoco.
La tarea concreta es su razón de ser, al decir de María Elena Alfaro: “El Voluntario es en
general una persona adulta que quiere aportar algo real, tangible y operativo, que traduzca el
valor de su solidaridad en una acción concreta. Suele ser práctico y creativo, y escapa de los
grandes discursos para bajar a las más tangibles realidades.” (9)
¿Dónde se materializa ese aporte fundamental y tangible de proximidad? Lejos de los escenarios
y próximo a la necesidad, una actitud del Voluntariado que el Profesor José Carlos García
Fajardo traduce -con una maestría difícil de igualar- en una sola imagen: “El Voluntariado social
actúa como la red en la pista del circo: recoge el cuerpo del que cae, lo devuelve a su lugar y
pasa desapercibido para el público, atento a lo que sucede en los trapecios” (10)
En esa red de la acción presente y próxima, se juega el Voluntariado.
Pero así como insistir en la acción presente por sobre la interpretación futurista no significa no
promover que el Voluntariado sea un espacio de diálogo plural, ni un actor que levante sus
banderas frente a lo que considere injusto; del mismo modo exigir la proximidad como marca
identitaria del Voluntariado, no significa que el Voluntario deba procurarla y ejercerla a
cualquier costo.
Nos explicamos: existen situaciones que por su propia naturaleza y necesidad, habilitan la
conformación de otro-destinatario especialmente demandante.
Algunos tipos de Voluntariado temático, son especialmente absorbentes: el Hospitalario, el
Voluntariado de Marginación, el Carcelario... y en general todos los denominados
“Voluntariados de Frontera”, esa frontera impuesta por una sociedad múltiplemente
marginalizadora.
Más de una vez, esta presencia envolvente ha dejado al Voluntario en medio de un brete de
requerimientos (no ya de reciprocidad) del cual no puede fácilmente salir.
En estos casos, la proximidad requerida, tiene un equilibrante necesario: la búsqueda de la
Distancia Óptima.
La idea de Distancia Óptima no niega a su concepto referente de Proximidad, pero lo
racionaliza.
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Ese “aire respirable” que el Voluntario precisa, lo recoge Aranguren en varios pasajes de su
“Cartografía”: “Optimizar el Voluntariado (...) pasa por que las personas que lo ejemplifican
acepten cuidarse y quererse, sin que por ello sobrevengan sentimientos de culpa.
Este sano amor a uno mismo pasa por saber cuidarse, por buscar espacios para el ocio
personal, diversificar las aficiones, las relaciones, las pertenencias; dedicarse tiempo y no
descuidar a los que uno tiene al lado incondicionalmente, a la propia familia, que suele ser la
que sufre ciertos excesos” (11)
Si la frialdad es la tala indiscriminada de la proximidad del Voluntariado, la distancia
óptima es su inteligente poda.
Se poda para florecer, para fructificar; y cuando se poda bien, ni la flor huele a sacerdocio, ni el
fruto sabe a sacrificio.
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Porque la lección que nos dicta la naturaleza en lo corporal – que no podríamos permanecer
vivos sin seguir creciendo- también se cuela a lo espiritual: quien vive y ya no crece, sólo dura,
yace.
Crecimiento y vida se parecen mucho y gustan ir de la mano.
De allí que el Crecimiento (tal cual lo plantea el diccionario: como proceso y efecto) se
vuelve factor vital y plenificante del Voluntariado cuando se hace Mutuo, adjetivo que le
inocula el factor de reciprocidad
Pero: ¿Cuál Crecimiento? ¿Y entre Quiénes?
Vayamos paso a paso: de los crecimientos posibles, el Voluntariado debe propiciarlos a todos,
pero fundamentalmente a dos: en segundo lugar, el crecimiento en las áreas que la propia
actividad voluntaria favorezca y canalice: crecimiento físico, crecimiento intelectual,
crecimiento cívico, crecimiento cultural, etcétera.
Sin dudas, cada Actividad Voluntaria pondrá énfasis en alguna arista de la multivariedad de
dimensiones humanas, y allí es mucho lo que puede desarrollarse; pero – como decimos – en
segundo lugar.
En primer lugar, el Voluntariado – cualquiera sea su modalidad, alcance y perspectiva - debe
tender a propiciar el crecimiento en el núcleo más básico: el Voluntariado debe Generar
Autoestima; ese es el desafío ligado al crecer.
Autoestima, entendida no como el amor ciego y ególatra hacia uno mismo, sino justamente
como su antídoto y suero.
Autoestima como la elaboración significativa de nuestra propia individualidad, como el
complejo entramado entre auto percepciones por un lado, y señalamientos exteriores por otro.
Autoestima como la consolidación de una dinámica del “bienquererse”, que construya y recree
una permanente trilogía de sentido, con protagonistas de peso equivalente: yo, mi vida y los
otros.
Generar Autoestima, debería ser el objetivo “número cero” de todo proyecto de
Voluntariado, anterior a cualquier enumeración de otros objetivos operativos.
Hay sin embargo un requisito: así como nadie puede compartir lo que no tiene o procura, no es
posible generar autoestima si no se la posee. Este es el límite inferior del desafío para voluntarios
e instituciones: operar, cuidar, trabajar, para que el voluntario mantenga “actualizada” su
autoestima; sólo así podrá generarla en el otro.E. Wiesel, citado por Aranguren, afirma respecto
de este requisito del dar: “No vivir más que para los demás se paga con un gran peligro: el
mirar demasiado afuera, cabe que uno se descuide a si mismo. Más para dar, hay que tener de
qué dar, o mejor, para dar hay que ser” (12)
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x) La Simetría Relacional
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nos miramos de lado de automóvil a automóvil, nos sonreímos sin ganas cuando uno compra y el
otro vende... pero el encuentro es de una superficialidad alarmante.
Estamos más rodeados que nunca, pero nuestros contactos son bornes de conductores
descargados; no producen “chispa”, están sin vida.
Frente al espejismo del Contacto Inerte que dibuja un oasis allí dónde sólo hay vacío, la
posibilidad del vínculo rescata el valor original del encuentro.
El Voluntariado debe hacer crecer ese vínculo, desde los requisitos originales de simetría.
El encuentro inicial puede darse entre personas social o económicamente iguales o desiguales;
pero si nace cristalino y crece sano, el vínculo en su ejercicio nivela procedencias, realidades
y destinos desde la simetría de la humana dignidad.
Y aún cuando al cabo de un tiempo devuelva a cada uno a su posición de desigualdad económica
o social inicial, habrá ya operado; sea como concientización, sea como desencanto, sea como
experiencia feliz.
Resumiendo: decimos Simetría porque en la relación entre pares hay una indubitable e
imperecedera identidad entre persona y persona, que remite a los más intrínsecos atributos
de dignidad y conciencia, y de allí en más hacia adelante.
Desde lo concreto, desde la actividad, la Simetría Relacional se pone en juego en el
Voluntariado como “simple” acompañamiento, como presencia corporal o de ánimo, que no
necesita que uno esté dando y el otro recibiendo.
Es casi – casi- un rostro “Zen” del Voluntariado, cuya máxima expresión de compartir con el
otro es permanecer con él, ambos en silencio.
Desde la Simetría Relacional, sólo estar también es hacer Voluntariado.
y) La Asimetría Situacional
Si lo relacional es simétrico, ¿por qué debe existir esta otra Asimetría en el Voluntariado?
Es interesante responderlo tomando una referencia desde la educación: para que entre dos
personas pueda darse algún aprendizaje, debe existir lo que en ese campo se denomina
“Asimetría Pedagógica”, esto es, que una de las dos personas sepa “algo más” que la otra para
que el aprendizaje pueda “fluir” (o en todo caso, construirse).
Pongamos un ejemplo sencillo pero claro: si dos amigos se juntan para saber “algo más de
matemática” y los dos saben exactamente lo mismo; ninguno podrá enseñarle nada nuevo al
otro, y por lo tanto, no habrá aprendizaje, al menos no en el sentido (restringido) de “transmisión
de conocimientos”.
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z) La Dismetría Creativa
Más allá de lo afectivo y aún suponiendo una igualdad de saberes que impida el aprendizaje
mutuo desde lo cognitivo, el vínculo entre las personas puede desplegarse en una dimensión más:
la creatividad.
La creatividad es aquello que siempre está latente en el encuentro entre dos o más personas y
que habilita la posibilidad de inventar o imaginar algo nuevo; de construir una realidad
enteramente diferente de la que cada uno trae y tiene.
Y si para referirnos a la creatividad hablamos de Dismetría, lo hacemos para enfatizar la
imposibilidad de mensurar ni la causa ni el efecto de esas latencias creativas.
La creatividad es Dismétrica en tanto que no tiene fronteras que la limiten, ni metro patrón que
pueda compararla universalmente.
En lo concreto, el Voluntariado opera desde la Dismetría Creativa cuando Voluntario y
Destinatario se sienten protagonistas desafiados a imaginar una realidad diferente;
convocados para sentirse libres de actuar sin ataduras programáticas ni limitaciones
formales.
La Dismetría Creativa es el espacio aéreo de un Voluntariado deseoso de abandonar lo
terrenal y volar.
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Esto que parece una simple transposición sintáctica (o justamente por serlo) supone otra lógica
vital: la lógica del artesano, ese que ve en cada unidad el todo, y que al dedicar su vida y arte a la
unidad, lo dedica al todo.
El Voluntario que atiende a un niño, que lo cuida, que lo mima, que lo abriga... en definitiva, que
lo trata en toda la dimensión humana necesaria, así esto le lleve la tarde, el día o la vida... no está
siendo eficiente (pues en vez de “perder” con un niño 300 minutos, podría atender a 300 niños a
razón de uno por minuto...) pero está siendo “todo” con uno, y por ello – al estar haciendo las
cosas mejor- está haciendo más, pues cuanto mejor, más.
Ligar este paradigma al Voluntariado fue otro lúcido aporte de Garcia Fajardo, proveniente de su
coherente definición de lo que éste es y debe ser: “Al voluntariado social lo caracterizan la
gratuidad, la continuidad, insertarse dentro de una organización seria y el conocimiento y
respeto por las personas y pueblos para no confundir la realidad con los deseos. Nada más lejos
del voluntarismo, intrusismo, militantismo, la diletancia y el asistencialismo que cree
dependencia. La experiencia del voluntariado social es que si hay algo más grande que hacer el
bien y la justicia, es ayudar a que lo hagan los demás. Debe ser siempre cuanto mejor, más. De
lo contrario se incurre en la burocracia, la productividad y el sectarismo. Ahí se repite la
historia de la decadencia de los movimientos sociales para convertirse en partidos políticos,
grupos de poder o caterva de intereses.” (14)
El tema de la eficiencia ha sido identificado como uno de los más controvertidos problemas que
deben afrontar las Organizaciones de la Sociedad Civil; analizado por muchos y prestigiosos
investigadores. (15)
Y puesto que por un lado las instituciones de la sociedad civil se han visto obligadas (o
seducidas) a tomar en sus manos buena parte de las tareas sociales que corresponden a la órbita
del “cuanto más, mejor,” junto con la introducción - por otro- de lógicas de maximización de la
eficiencia, gerenciamiento en torno a resultados y no personas, competencia en vez de
colaboración, etc., esto aparece confrontando al Voluntariado que - creemos - resiste
tozudamente desde el cuanto mejor, más.
Esta diferencia de visiones se manifiesta en un síntoma muy concreto: muchas organizaciones ya
no buscan Voluntarios que quieran colaborar pero también vayan a hacer “su experiencia vital”
en la institución, sino personas – cuando no profesionales- que de manera Voluntaria se sumen a
la institución desde un rol de eficiencia para poder dar abasto con las tareas cada vez mayores y
más complejas.
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Va quedando entonces poco espacio para el Voluntario “indeciso”, “confuso” o “perplejo”, que
pueda reafirmar sus motivaciones de Voluntario en el ejercicio del Voluntariado, reconocer su
lugar en la sociedad, replantear su participación en la misma.
Hoy va siendo tiempo de Voluntarios “previamente decididos”, con “perfil apto” y “sin tiempo
para pruebas o experiencias alternativas”.
Reconozcamos, sin embargo, que este fenómeno sucede en una determinada franja de
instituciones, y que todavía ni uno de los paradigmas se impuso ya sobre el otro, ni faltan
tampoco organizaciones donde uno no pueda hacer todavía su Voluntariado artesanal.
Pero en lo que a nuestro planteo respecta, creemos que esta tensión de lógicas, esta eterna lucha
entre paradigmas, está afectando o cuando menos reduciendo el margen que los Voluntarios
tenían para realizar experiencias o proyecciones ciudadanas más allá de sus tareas de actividad
voluntaria concreta, proyecciones que requieren de cierta luz, de cierto tiempo, de cierto juego de
reflexiones y propuestas, no siempre compatibles con el agobio de la eficacia.
Digamos también que un Voluntariado del “cuanto mejor, más”, no tiene que ser
necesariamente ineficiente; y también - por las dudas- que un Voluntariado ineficiente no es
automáticamente menos humano.
Para García Roca, la Escala Humana del Voluntariado se manifiesta en tres dimensiones: “La
libre autonomía del Voluntariado concede a la acción voluntaria tres cualidades esenciales: su
carácter personal, su dimensión transformadora y su carácter gozoso. La libertad del
Voluntariado está seducida por el otro como individuo, de ahí que el objeto de la acción
voluntaria no puede ser otro que la persona humana: no es la clase, ni la raza, ni el partido, ni
la nación. El Voluntariado se dirige a todos los seres humanos como individuos singulares
dotados de valor.” (16)
Desde esta perspectiva, el Voluntariado sufre cuando las crisis lo ponen a bombero social,
porque él disfruta del modelo terminado; prefiere ser artesano antes que obrero en la línea de
montaje.
Para finalizar este Capítulo, traemos aquellas palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano,
en las que la Escala Humana del Voluntariado, tiene tal vez su mejor definición: “Son cosas
chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios
de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la
alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y
cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es
transformable.”
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(1) La probation fue incorporada al Código Penal de la República Argentina en 1994. Otorga a
los acusados por delitos penados con menos de 3 años de cárcel – siempre y cuando no tengan
antecedentes judiciales-, la posibilidad de pedir que su condena quede en suspenso. A cambio
deben demostrar que tienen intención de reparar sus faltas. Indemnizar a la víctima, realizar
trabajos comunitarios gratuitos a favor de instituciones de bien público, hacer cursos de
capacitación y / o someterse a ciertas reglas de conducta o tratamientos son los “gestos de buena
voluntad” que la Ley 24.316 espera de los “probados”.
El juez puede proponer un plazo de 1 a 3 años; si durante el mismo, el procesado no comete
ningún delito y cumple todas las condiciones, la demanda penal queda extinguida – la civil, la
búsqueda de un resarcimiento económico, puede continuar- y el imputado es sobreseído. Es
decir, se borra toda huella de un pasado en conflicto con la ley. En caso contrario, la probation se
revoca, sigue el proceso y de haber condena, no puede quedar en suspenso, es de cumplimiento
efectivo.
(2) Cortina, Adela. (s/a): “La Real Gana. Ética del Voluntariado” – Documento de Internet-
(3) Thompson, Andrés y Toro, Olga Lucía (2000): El Voluntariado Social en América Latina.
Tendencias, influencias, espacios y lecciones aprendidas. El artículo es un resultado preliminar,
no sistemático, de un extenso diálogo establecido entre los autores como parte de un trabajo de
evaluación sobre la programación en el area de Filantropía y Voluntariado de la Fundación
Kellogg en América Latina y el Caribe. En el desarrollo del mismo, los autores han contado
también con la colaboración de Elena Vila Moret, así como de todos los miembros de las
organizaciones que han sido entrevistadas. p. 1-
(4) Savater, Fernando. (2000): Las Preguntas de la Vida, ed. Ariel, Cap. VIII, Vivir Juntos,
p.195-
(5) Ib., p. 195-
(6) García Roca, Ximo (2003): “Los Voluntariados. Perspectivas de Futuro” en Montagut
Teresa (Coord.): Voluntariado: La Lógica de la Ciudadanía, ed. Ariel, p.170-
(7) Ib., pág. 174
(8) Ib., pág. 175
(9) Alfaro, María Elena. (1990) : “La Formación del Voluntariado Social”, Revista Misión Joven,
N° 162-163, ed. CCS, Madrid, agosto 1990.
(10) García Fajardo, José Carlos. Documento de Internet
(11)Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000): Cartografía del Voluntariado, ed. PPC, Madrid, p.108-
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CAPÍTULO 3
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El estudio de la complejidad que ha venido adquiriendo el Voluntariado en los últimos años, nos
fue llevando poco a poco de la perplejidad al malestar, y nos colocó finalmente frente a la
necesidad de ensayar otro intento de explicación.
A medida que progresaba ese “otro intento”, comenzamos a observar primero y comprobar
después, que no era ya pertinente el estudio aislado de los principales aspectos del Voluntariado
y que su trama de interrelaciones nos remitía siempre a aquella misma pregunta, la que nos
mostraba un posible camino a recorrer para ver si desde allí era posible comenzar a
comprenderlo mejor: el de considerar al Voluntariado simultáneamente como un Campo de
Influencia y como un Campo Disciplinar.
Y aquí aparece como necesaria una fundamental explicación: si bien nos fuimos dando cuenta
que a la luz de este nuevo enfoque del Campo las relaciones conceptuales entre los principales
elementos del Voluntariado se iban disponiendo de una manera más racional, satisfactoria y
explicativa que antes, en todo momento supimos que esto no se debía a un ordenamiento
“natural” que nos preexistiera de forma independiente sino a una construcción intencional;
construcción que a cada momento edificábamos con cada interpretación y reforzábamos con
cada decisión.
Vale decir: en ningún momento “descubrimos” un ordenamiento que estuviera allí, como
algo natural, oculto y químicamente puro, sino que fuimos construyendo -en una tarea de
comprobación, pero también de elaboración obviamente subjetiva – una forma de mirar al
Voluntariado que ideológicamente nos convenciera; un espacio en el que habitáramos a
gusto.
A dicho espacio lo hemos dotado de una estructura y una dinámica propias, conceptos que
al intersecarse mutuamente definen la fisonomía de ese campo en particular.
Pero antes de pasar al desarrollo y explicación de esta tesis, se hace necesario definir
someramente el concepto de Campo.
En nuestra tesis de considerar al Voluntariado como un Campo hemos trabajado este concepto
desde una doble dimensión: Campo de Influencia y Campo Disciplinar; veamos a que nos
referimos con cada concepto.
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Campo de Influencia
Tomaremos como ejemplo una situación real proveniente de la Física, una ciencia que si bien a
muchos les parece complicada, nos provee de muchas expresiones que son familiares y
cotidianas.
Hay una expresión con la cual -más allá de sus detalles técnicos- la mayoría de las personas está
familiarizada, pues alguna vez la ha oído o pronunciado: un “Campo Magnético”.
Comencemos entonces a construir nuestro ejemplo: imagine Ud. una habitación rectangular, con
cuatro paredes y un techo.
Dos de las paredes son de un material muy fino -pongamos por caso, de papel- y las dos restantes
son muy gruesas, por ejemplo, de concreto.
Nos encontramos dentro de la habitación, y tenemos en nuestras manos un aro del tamaño de una
pelota de fútbol, hecho con un alambre de cobre.
Hacemos girar en el aire el aro de cobre, con un movimiento giratorio, como si nuestro brazo
fuera el aspa de un molino.
Este giro no produce más que una suave brisa y algún leve sonido.
Supongamos que ahora – sin que nosotros lo sepamos- se rodea la habitación con un imán
gigante y poderoso: inmediatamente, dentro de la misma se establece un Campo Magnético.
Y sucede que si un aro de cobre gira en una habitación en la cual existe un campo magnético, el
aro genera electricidad.
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Aunque no lo veamos, el campo actúa, influye, “se mete” con el aro de cobre y produce ese
efecto sobre él.
Por lo tanto no da lo mismo que el Campo Magnético esté o no esté, la diferencia es notoria, y
de ella se desprenden resultados asombrosos.
Tan asombrosos como que la electricidad que utilizamos en nuestras ciudades y casas, aún la
que proviene de complicadas usinas hidroeléctricas o atómicas, se produce gracias a ese
fenómeno.
El campo – además- está circunscripto territorialmente; tiene límites, dentro de los cuales existe
(en nuestro ejemplo, la habitación), y fuera de los cuales ya no; y más: aún dentro de la
habitación, cerca de unos límites el campo será más intenso (cerca de las finas paredes de papel)
y en el límite opuesto (cerca de las paredes gruesas de concreto) será más débil, debido a la
oposición que cada pared le ofrece.
Si en vez de un aro, en la habitación pusiéramos una brújula, la aguja ya no indicará el norte sino
que por culpa del campo magnético se vería alterada.
La brújula entonces ya no nos servirá para guiarnos – y valga la metáfora- no porque esté mal
construida o se haya roto, sino porque está influenciada externamente de manera determinante.
Campo Disciplinar
Para iniciar este discurso sobre el campo Disciplinar, se hace necesario definir al conocimiento.
La “gnoseología” - del griego gnosis, ‘conocimiento’, y logos, ‘teoría’, rama de la filosofía que
tiene como pretensión analizar la naturaleza, posibilidad y límites del conocimiento - designa, en
primer lugar, el análisis de las disciplinas científicas (Geometría, Termodinámica...) y, por
analogía de atribución, al análisis de cualquier otro tipo de disciplina; porque, aunque no todas
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ellas sean científicas, en el sentido de las ciencias positivas, su organización para la enseñanza
les obliga a adoptar una estructura similar a las de aquellas que, en la tradición aristotélica de los
Segundos Analíticos, se denominan «ciencias».
Sobre la naturaleza de esta relación sujeto - objeto se han presentado desde los tiempos de
Aristóteles y Platón diferentes concepciones, que se han derivado, aunque con amplias y diversas
modificaciones, de estos filósofos griegos. Estas concepciones o tendencias pueden agruparse en
dos corrientes básicas: Idealistas y Realistas. Los idealistas plantean que el objeto es solo
conocido a través de la sensación y la percepción, solo existe en la medida que es percibido
(Berkeley). Descartes llega mas allá al afirmar que el pensamiento es la única base de
certidumbre de su existencia personal: "pienso, luego existo". Los Realistas plantean que el
objeto es lo que es y el sujeto tiene que aprehenderlo. El objeto se mantiene siempre inalterable.
Para Gilson, la mayor diferencia entre el Idealismo y el Realismo consiste en que el primero
piensa y el segundo conoce. Para el realista pensar es solamente ordenar conocimientos o
reflexionar sobre su contenido, nunca pretenderá hacer del pensamiento el punto de partida. El
idealista va del pensamiento al objeto, no puede saber si aquello de que parte corresponde o no al
objeto.
Durante siglos se ha discutido sobre el origen del conocimiento, sobre la posibilidad de conocer,
sobre la relación sujeto - objeto, y se llego a pensar, con el dominio del empirismo, que la
realidad y los objetos o fenómenos que la componen eran susceptibles de ser aprehendidos.
Estas ideas que impregnaron a toda la sociedad y particularmente a las ciencias de la naturaleza,
vive su momento de gloria durante el siglo XIX y principios del siglo XX.
Todavía hoy quedan vestigios de esa concepción que asegura que el sujeto puede conocer al
objeto, que podemos inferir leyes generales o al menos parciales de los fenómenos de la
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naturaleza. La fortaleza de esta creencia reside en el éxito que la aplicación del empirismo y del
método inductivo, significó en la conquista de la naturaleza, empleo la palabra conquista, ex
profeso, porque como lo señala Alan Watts: El hombre occidental siempre se ha sentido ajeno a
la naturaleza, fuera de ella. Nunca se ha considerado integrado. Por lo tanto, su objetivo ha sido
siempre conocerla para vencerla, comprenderla para dominarla y como el éxito genera fe, la
creencia de que la ciencia era infalible y que el conocimiento de todo cuanto nos rodea era
posible, se convirtió en una paradoja difícil de romper.
Durante siglo y medio viajamos en un barco construido con tal abundancia de hierro, que la
aguja del compás apuntaba solo a la masa férrea del propio buque y no al norte. Con un barco
semejante no hay modo de poner la proa a ninguna meta. Navega en círculo entregado a vientos
y corrientes. Este símil expresado por Heinsenberg, señala claramente la situación de la ciencia
en el pasado reciente.
Distinguimos, por tanto, el término Gnoseología del término Epistemología, reservando este
último para todo cuanto tiene que ver con el análisis del conocimiento (por ejemplo, en el sentido
de la Epistemología genética de Piaget), esté o no organizado en la forma de una “disciplina”.
Los análisis que Kuhn hizo célebres en torno a los paradigmas y a las comunidades científicas
han de considerarse referidos también a las disciplinas en general, sean o no científicas. (1)
Por lo tanto, si bien es necesario dejar en claro que el Voluntariado no es una ciencia, si es
posible pensarlo y estructurarlo como un Campo Disciplinario.
Finalmente, para completar los requisitos de un Campo, éste debe contar con algunos atributos
fundamentales, entre los cuales destacamos:
1.- Una problemática en particular, con límites que la determinen y eviten que se lo confunda
con otros campos
2.- Un idioma común que permita una lectura descriptiva de sus elementos y procesos
constitutivos.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
El Voluntariado como Campo se encuentra limitado por cuatro puntos cardinales, cuatro
vértices que al unirlos dibujan una figura romboidal a la que hemos llamado Diamante
Articulador.
Alrededor de estos vértices se conforman polos de atracción de diferentes temáticas.
Sin orden jerárquico sino sólo organizativo, a esos vértices los presentaremos de la siguiente
manera:
Vértice 1. El Voluntariado como Objeto de Estudio.
Vértice 2. El Voluntario como Sujeto.
Vértice 3. Las Instituciones con Voluntarios.
Vértice 4. El Voluntariado en Relación Social.
Los conceptos que nombran a estos Vértices constituyen lo que hemos denominado, las Cuatro
Dimensiones Fundamentales del Voluntariado como Campo Disciplinar.
Alrededor de cada Vértice se van nucleando, por afinidad temática, distintos aspectos
conceptuales del Voluntariado a los que llamaremos Elementos Constitutivos, y que irán
conformando esas Dimensiones Fundamentales, tal como los ladrillos conforman una
construcción.
Ya tenemos combinadas, entonces, las dos acepciones de Campo planteadas en nuestra
propuesta: El Diamante es el territorio donde el Voluntariado como Campo ejerce su
Influencia; y sus vértices son las dimensiones fundamentales de su naturaleza de Campo
Disciplinar.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Además de los caminos conectores perimetrales – que conforman los límites del Diamante - los
Vértices se unen internamente de a pares, a través de líneas relacionales que hemos llamado Ejes
Dinámicos.
Siempre sobre la Figura N° 4, vemos entonces que por los Vértices 1 y 4 pasa el Eje Dinámico
del Voluntariado; y entre los Vértices 2 y 3 se extiende el Eje Dinámico del Voluntario.
Cada uno de ellos gira alrededor de un concepto organizador: el Eje del Voluntariado gira
alrededor del Concepto de Complejidad; el Eje del Voluntario lo hace alrededor del Concepto
de Itinerario.
La Dinámica del Campo del Voluntariado se completa imaginando cada uno de los vértices
del diamante no ya como corral que mantiene encerrados en su territorio singular a un
puñado de Elementos Constitutivos, sino como una puerta de entrada de esos Elementos al
Diamante.
Los Elementos Constitutivos “van entrando” al Diamante por su respectivo vértice (y no por
otro) pero una vez dentro la influencia del Campo hace que cualquier tema que se pretenda
abordar dentro del mismo estará necesariamente afectado por los conceptos de todas las otras
Dimensiones.
Para esclarecer todavía más esto, le proponemos un ejercicio: ¿Tiene Ud. ganas de imaginar?
Abra nuevamente este libro en la página donde está el Gráfico N°4.
Con una mano deberá sostener el libro. (¿Vio lector, ese irrefrenable impulso a cerrarse que
tienen los libros que uno deja abiertos “boca arriba”?)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Con la otra mano, imagine que sostiene una bolsita de té, tomada por el extremo de su hilo.
A continuación imagine que, en vez de la preciada infusión, la bolsita contiene un Elemento
Constitutivo “cualquiera” del mundo del Voluntariado.
Tomemos – por ejemplo- un tema puntual y clásico, como puede ser el del “Reconocimiento” a
un voluntario. Tiene Ud. en su mano una “Bolsita de Reconocimiento”
Aunque el Reconocimiento parezca un aspecto predominantemente del territorio de la “Gestión”
–y por lo tanto geográficamente entrará al Diamante por el Vértice 3- adoptar la visión del
Voluntariado como Campo de Influencia, equivale a sumergir “la bolsita de té del
“Reconocimiento” dentro del Diamante, y ver como – al moverla de vértice en vértice- esta
es influida simultáneamente por:
1) Los avances que respecto del estudio del tema “Reconocimiento” se hayan realizado en
relación con el Voluntariado (Vértice 1);
2) La concepción antropológica, psicológica y social que se haya construido del
“reconocimiento” como concepto, y por la manera en que esto repercute en la estructura
personal de un voluntario (Vértice 2);
3) La forma en que la Institución valore y gestione dicho tema (Vértice 3), y
4) La visión social que se tenga del Voluntariado y del concepto de su “reconocimiento” en
tal momento histórico y tal lugar geográfico y cultural.
(1) Kuhn, Thomas. (1962): La estructura de las revoluciones científicas, ed. FCE, México.
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CAPÍTULO 4:
Es la de las ideas subyacentes; de los paradigmas conceptuales sobre los cuales el Voluntariado
fue levantando sus torres.
Esas ideas rectoras – que pujan detrás de los hechos concretos que a primera vista siempre
han constituido la sustancia del Voluntariado – fueron y son su verdadera esencia.
La primera es una historia que se remonta a los orígenes de los tiempos precolombinos, en los
cuales las culturas de los pueblos originarios de América planteaban y ejercitaban iniciativas
comunitarias basadas en la solidaridad, que aún hoy, quinientos años después, nos cuesta imitar -
tanto en sentido como en eficacia – en esta “occidentalidad civilizada”.
Afortunadamente, aquellas iniciativas ancestrales se continúan hoy en prácticas que las
comunidades indígenas y campesinas de toda la región conservan y defienden.
Así, palabras que la América indígena pronunciaba antes que la conquistaran como: minga,
mingaco, ayllus, etcétera, siguen siendo hoy factor de supervivencia, pero también de
maravillosa resistencia cultural.
Llegados ya a los tiempos coloniales, esta búsqueda de los orígenes del Voluntariado se funde
con la historia de las instituciones públicas y privadas (especialmente ligadas a la corona y a la
iglesia) del mismo modo que el azúcar se disuelve en agua.
Vale decir: la historia nominal del Voluntariado es la de las instituciones en las que éste se
ejercía, teniendo siempre en cuenta algo muy importante: que la denominación y
autodenominación como “Voluntariado” todavía no existía en ese momento y llegó más
tardíamente; ya intentaremos aproximar cuándo.
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Esa historia, rica en nombres, acontecimientos y fechas, se vio sumida en los vaivenes de la
organización política, institucional y social de la región atravesando – con no pocos
sobresaltos- las diferentes épocas hasta nuestra contemporaneidad.
Ella resulta de conocimiento imprescindible si deseamos entender esta realidad del Voluntariado
del nuevo milenio en nuestra región, pero puesto que diversas publicaciones la han tratado con
abordajes de calidad, no vamos a extendernos en este análisis. Vamos, si, a recomendar
bibliografía respecto de ella. (1)
Lejos de ser inamovible, la historia de los paradigmas del Voluntariado fue de lo más
dinámica, reflejando juicios y prejuicios de cada época, y constituyendo la identidad del
Voluntariado de hoy.
Veamos un breve y seguramente incompleto repaso de esas fuerzas conceptuales que lo fueron
modelando.
El Voluntariado nació en la Argentina – y esto es bueno reconocerlo y aceptarlo – como una
manifestación del más puro asistencialismo material y cultural, donde aquellas personas que
podían – es decir que tenían buena posición, educación, solvencia económica, tiempo libre y
sobre todo muy buen corazón- se ocupaban de dar algo a aquellos que nada tenían, todo lo
necesitaban, poco sabían.
El Voluntario era fácilmente diferenciable del beneficiario; una brecha – a veces muy grande- se
encargaba de mantener las posiciones en su lugar.
Era un Voluntariado “de arriba hacia abajo”, donde la reciprocidad no era moneda corriente,
excepto como manifestación de gratitud.
Este se ligaba, además, a una idea “moralizadora” de la pobreza y la marginalidad: “cuando los
pobres se eduquen; cuando estos desvíos se corrijan, entonces recién la sociedad será
igualitaria”.
Si tuviéramos la posibilidad de ver un cuadro –pintado por algún hipotético pintor de la época –
en el que se reflejara un acto de Voluntariado, podríamos distinguir al Voluntario del
beneficiario, pues inmediatamente notaríamos la diferencia de posición social, de vestido y
fundamentalmente de actitud.
La mirada de ese beneficiario sería profunda y lastimera, y la actitud de aquel Voluntario, de
condescendencia y compasión.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(No me diga- lector – que usted también encontró un parecido entre aquella hipotética pintura
colonial, y las escenas de algunas campañas o colectas solidarias que aparecen en la televisión
de hoy…)
Este paradigma marcó nuestro Voluntariado durante muchísimo tiempo y como sucede con las
corrientes fuertes – que retroceden pero difícilmente desaparecen - sobrevive y convive hoy
con nosotros, aunque en retirada.
Junto con esta idea, hubo otra que la acompañó desde un ángulo diferente pero del todo crucial,
ya que constituyó un pilar en la identidad del Voluntariado. Esa idea decía: el Voluntario debe
darlo todo; sin recibir nada a cambio.
La ligazón entre práctica del Voluntariado y moral religiosa impregnó a éste de las lógicas
sacrificiales características de la religión judeo-cristiana.
Al trasvolarse al campo del Voluntariado, en algunos casos el sentido original y trascendente del
sacrificio se sobredimensionó erróneamente, llegándose a plantear que el “verdadero”
Voluntariado era sólo aquel que se basara en la sentencia “hay que dar hasta que duela”.
Este pensamiento de “dar sin recibir” posicionó rápidamente al Voluntariado como algo
necesariamente puro, como la práctica de un sacerdocio, en el cual resulta ya entonces
impensable imaginar una retribución económica, y menos aún que el Voluntario “confiese” que
podía disfrutar del Voluntariado como de cualquier otra práctica placentera, recibiendo a cambio
satisfacciones tan grandes como las que daba.
Esta combinación de dos paradigmas tan fuertes, constituyó durante años la configuración del
cómo cotidiano del Voluntariado: apolítico, “puro”, con notable diferenciación entre
Voluntario y Beneficiario y necesariamente silencioso.
Esta visión purista de un Voluntariado limpio, que no se entiende sino como "ejemplo",
"servicio" o "sacerdocio", y que planteó un total desapego por la política y pretendió conservar
la identidad por el camino de la asepsia (“nunca me contaminaré, porque nunca saldré de mi
cáscara”) sigue hoy todavía vigente, aunque en retroceso.
El silencio fue un elemento determinante de esta idea de Voluntariado, y marcó buena parte de
su historia en la Argentina: había que dar, había que hacer, había que servir... mas no había que
contarlo.
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Pero lo inexorable del tiempo y lo político de las relaciones humanas, dinamizaron estos
paradigmas con el combustible del debate y el motor de la contradicción; y así en esta última
mitad del siglo pasado (el XX), varios fueron los cambios.
En principio, el Voluntario comenzó a recuperar su derecho a recibir.
Esta ganancia, esta aceptación del placer blanqueó de alguna manera el disfrute de ser
Voluntario y colocó esta actividad en el listado de lo que puede hacerse no sólo por sacerdocio;
si no también... por placer.
Se puede hablar entonces de una alegría de ser Voluntario, de una regla que dice que lo
único que un Voluntario no puede recibir a cambio es dinero, pero todo lo demás está
permitido.
Esto, compatibilizado con la responsabilidad de ser un buen voluntario, le cambió
virtualmente el rostro al Voluntariado.
Pero lo más importante estaba aún por venir: hace relativamente poco tiempo, el Voluntariado
fue redescubierto en la – tal vez – principal de sus ideas fuerza: si antes se valoraba al
Voluntariado por el bien que éste le hacía a la sociedad; ahora se descubrió que también es
valioso el Voluntariado por el bien que éste les hace... ¡a los propios Voluntarios!
Este salto cualitativo lejos de un juego con palabras resume toda una nueva visión del para qué
del Voluntariado en la sociedad actual: no sólo ya para hacer cosas concretas, para actuar y
generar hechos (la escuela pintada, la plaza recuperada, el plato de comida servido, etc.); si no
que lo constituye en una herramienta más – tal vez no la más importante; tal vez no la mejor,
pero herramienta al fin – para trabajar sobre personas que ya han quedado fuera de buena
parte de los circuitos de la sociedad (los circuitos económicos, culturales, de consumo,
ciudadanos, etc.) y en los que la práctica del Voluntariado social puede operar de puente,
favoreciendo la reinserción social.
A estas personas cuya gran mayoría son jóvenes y jóvenes pobres a las que la sociedad ya les
ha dicho NO de muchas maneras, el Voluntariado puede decirles SÍ.
SÍ; háganse Voluntarios, que eso no sólo significa “hacer cosas”, sino que puede ser una
importante escuela de ciudadanía.
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Veamos que opinan Thompson y Toro al respecto: “Tal vez parezca forzada esta inclusión de la
militancia política revolucionaria de los 60 y 70 en un análisis del desarrollo del Voluntariado
en la región. Desde nuestra perspectiva, de ninguna manera lo es. Si de lo que se trata es de
identificar las tendencias y motivos que influyen en las personas para el desarrollo de acciones
privadas a favor del bien público, bien cabe incluir estas prácticas dentro de esa mirada. De
igual manera como se analiza la motivación religiosa como uno de los impulsos más fuertes
para ejercer la acción voluntaria, entendemos que las motivaciones políticas (...) deben tener
por lo menos el mismo status que la religión. (2)
Con ésta influencia, el Voluntariado moderno se encontró frente a una paradoja: para poder
avanzar debía dejar atrás una certeza y aceptar convivir con una contradicción.
En efecto, en el Voluntariado antiguo había una certeza: para ser Voluntario había que
estar preparado; no cualquiera podía serlo ya que era necesario – como se dijo- posición,
cultura, algo de status y sobre todo estar en situación de “disponibilidad” y no de
“necesidad”.
Este mensaje es ideológicamente muy fuerte, porque coloca las condiciones para ser
Voluntario al alcance de todos y elimina para siempre al “Voluntario Modelo”, diluyéndolo
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En el otro extremo, esta contradicción se manifiesta también plena: cualquiera puede ser
Voluntario, pero no cualquiera es de por sí un buen Voluntario.
Y es que habida cuenta de la complejidad de los procesos sociales de estos tiempos, ser un buen
Voluntario es cada vez más difícil ya que el Voluntario está cada vez más exigido, cada vez más
urgido por respuestas precisas y seguras; cada vez más necesitado de una permanente
capacitación, cada vez mas actualizado, cada vez más comprometido.
Pero lo importante es que esta contradicción inherente con la que el Voluntariado carga a
cuestas, es su propia fuerza dinamizadora, que amplía la base a un máximo (todos pueden ser
Voluntarios) y perfecciona cada vez más la cima de su pirámide (para ser buen Voluntario hay
que capacitarse cada vez más); y no al revés.
Esto se da por varias razones, pero especialmente por los tremendos cambios sociales, políticos y
culturales que trajo aparejado el fin de siglo (o fin de época, para decirlo más correctamente) y
produce un salto o cambio de etapa en el ciclo “pregunta –respuesta – pregunta” que caracteriza
al Voluntariado.
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Es un Voluntariado respuesta que se especializó en hacer y en gestionar, que recogió del suelo
el guante de la asistencia, cedido sin mayor resistencia por el Estado y deslizado al piso por el
Mercado, y que de alguna manera se volvió funcional a los dos, pues con “tanto para hacer en lo
coyuntural” muchas veces olvidó su rol de cuestionador de lo estructural.
Pero quienes a su vez cuestionan duramente a este Voluntariado respuesta deben aceptar que
precisamente por su acción decidida a favor de lo urgente y necesario, y no quedarse en el
regodeo o la duda intelectual, muchas personas y familias han podido -literalmente -sobrevivir.
Hoy nos encontramos frente a un nuevo salto en este ciclo, y es precisamente que por haberse
cuestionado su propia funcionalidad, el Voluntariado está comenzando a despegarse muy
lentamente de su rol de mero ejecutor y buscando ser nuevamente pregunta.
No la misma que en la primera etapa del ciclo sino otra; hoy el Voluntariado se pregunta cómo
hacer las cosas de otra manera: cómo construir alternativas al pensamiento único; cómo
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Un mundo en el que - aún imaginándolo como el mejor de los lugares posibles, un soñado
planeta sin guerras, sin hambre, sin enfermos, sin odios- el Voluntariado seguiría existiendo,
porque su existencia no está ligada a la resolución de los males sociales, sino a esa
irrefrenable necesidad que tenemos los que nos llamamos humanos de comunicarnos, de
compartir, de ayudar, de tocar, de hacer... en fin, de Ser con el Otro, que –sin dudas – es mi
otro yo.
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CAPÍTULO 5:
TIPOS DE VOLUNTARIADO
“No hay un “Voluntariado” ideal con características comunes, sino diversas “situaciones” de
Voluntariado, cada una de ellas relacionada con el contexto en que se desenvuelve, los
propósitos y enfoques de su acción”. (1)
Con estos conceptos de Thompson y Toro queremos comenzar este apartado acerca de los tipos
de Voluntariado.
Decíamos hacia el final del Capítulo 2, que “son siempre las adjetivaciones las que actúan
como andamios ideológicos desde los cuales construimos el Voluntariado “que queremos”,
ya que no existe uno “natural y único.”
Cuando comenzamos a pensar acerca de escribir sobre los tipos de Voluntariado, nos
encontramos con dos caminos posibles.
Uno – el más seguro- nos invitaba al ejercicio descriptivo de listar una serie de variaciones,
definiendo algunas de sus características distintivas.
Así, la serie con pretensión de diccionario podría comenzar con “Voluntariado Comprometido”,
“Voluntariado Emergente”, “Voluntariado Hospitalario”, “Voluntariado Juvenil”,
“Voluntariado Light”, “Voluntariado Militante”, “Voluntariado Paternalista”, “Voluntariado
Religioso”, “Voluntariado Transformador”, “Voluntariado Social”, etcétera, y continuar
intercalando en orden alfabético otros cada vez más sutiles y específicos, hasta completar el
abecedario.
No deja de ser un planteo interesante, y de hecho muchos excelentes autores lo han desarrollado;
pero preferimos dejarlo de lado.
El otro camino apareció de la mano de la siempre incómoda necesidad de dar alguna respuesta
que nos permita entender “el porqué” de algunas realidades (y limitaciones) del Voluntariado
Latinoamericano.
Y es en este sentido que presentaremos a continuación apenas un acercamiento, que- en el marco
de las realidades Europea y Latinoamericana del Voluntariado, focaliza en España y Argentina-
y pretende ser un ensayo comparativo, que incluye la descripción de tres Tipos de
Voluntariado, pero va más allá al intentar explicar cómo opera cada uno de ellos en estas dos
realidades tan diferentes.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En el abordaje europeo actual de los motivos sociales o contextuales por los cuales las personas
deciden hacerse Voluntarias, encontramos varios autores que confluyen en el siguiente
pensamiento: existen dos tipos o formas “polares” de Voluntariado, que provienen de sendas
visiones divergentes del concepto más amplio de Solidaridad.
Estas posturas polares acerca de la Solidaridad sustentan lo que algunos autores denominan
distintos “talantes” del Voluntariado, y las hemos referido en el Capítulo 1, no sólo por su valor
intrínseco sino también justamente por esto último.
A ellas – querido lector- le sugerimos retornar en este momento, para tenerlas bien presentes y
seguir entonces avanzando; que como bien decía el genial Jorge Luis Borges, “releer...es la
mejor manera de leer.”
En la matriz de estas dos concepciones de solidaridad; una más Posmoderna y otra más
Transformadora, invitaremos a dos de los muchos destacados autores europeos- Imanol Zubero
y Luis Aranguren – para que sean anfitriones de una explicación de los dos talantes
fundamentales del Voluntariado, que de ellas se derivan.
Esto lo reafirma la Plataforma para la Promoción del Voluntariado de España cuando expresa
que el Voluntariado posmoderno... “Bebe de la cultura posmoderna y de la versión de la
solidaridad que ésta destila (...) situado en una perspectiva acrítica de la realidad.
En ella “Prima tener buenos sentimientos antes que realizar un buen análisis de la realidad. Es
mejor contemplar el mundo desde la ingenuidad o desde la visión mediática que proporciona la
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televisión, que cuestionarse por qué suceden las cosas que suceden y plantearse cómo
erradicarlas y superarlas.”(3)
De los cuatro invariantes hay uno que es clave para distinguir un tipo de Voluntariado de otro; el
del compromiso adquirido.
En el caso de este Voluntariado posmoderno, el compromiso que se adquiere es el mínimo
indispensable, en un nivel cuya dinámica nuevamente resume muy bien Lipovetsky: “el
compromiso en cuerpo y alma ha sido sustituido por una participación pasajera, a la carta, a la
que uno consagra el tiempo y el dinero que quiere y por el que se moviliza cuando quiere, como
quiere y conforme a sus deseos primordiales de autonomía individual” (4)
Aranguren, quien lo denomina “Voluntariado de Realización Personal” nos dice que “vemos
aparecer progresivamente un modelo de Voluntariado que corresponde a estas notas
características:
Mira hacia uno mismo como sujeto; el Voluntario se acerca desde su necesidad de conocerse,
de probarse si sirve para algo, de relacionarse y salir de su soledad.
Se mueve a partir de una ética de la responsabilidad; en la que importan las consecuencias y
ver al l corto plazo los efectos de sus acciones como Voluntario.
Necesita una toma de distancia; importa no dejarse afectar en demasía por lo que uno hace o
ve; a la acción voluntaria se camina con el freno siempre echado...
Ligado a la cotidianidad; se valora el aquí y el ahora.
Está culturalmente en alza; (...) se está buscando una nueva subjetividad, y en ella el mundo
del Voluntariado es un reflejo más.”
Según esta mirada notable de Aranguren, “se corre el peligro de construir un
individualismo cerrado y atomizado”, lo que termina de definir este “talante” posmoderno,
al que luego volveremos para contextualizarlo. (5)
En oposición al posmoderno, Zubero (de la mano de García Roca) nos trae este otro tipo de
Voluntariado: “Por otra parte, están quienes conciben la acción voluntaria en el marco más
amplio del compromiso transformador: desde esta perspectiva “ser voluntario es ser
responsable ante los sujetos frágiles y portador de derechos y deberes, no sólo para sí mismo,
sino para aquellos que no los tienen reconocidos; ser voluntario significa construir un mundo
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habitable, no sólo para los fuertes y autónomos, sino para los más débiles e indefensos. De este
modo, la ciudadanía se plenifica en el ejercicio de la solidaridad.”(6)
A este “tipo transformador”, los distintos autores lo van nombrando de modos diferentes: la
Plataforma Para la Promoción del Voluntariado en España lo llama “Voluntariado Disidente”
(que remite a lo que previamente han nombrado como Solidaridad Disidente) y Aranguren lo
denomina “Voluntariado como compromiso social”.
Según este autor- y en comparación con las anteriores “notas características” del Voluntariado
Posmoderno- las de este modelo son:
Mira hacia lo social- político; se es voluntario desde un análisis de la realidad injusta en que
vivimos y a la que hay que dar una respuesta urgente que no admite demora.
Se mueve a partir de una ética de la convicción; priman los imperativos categóricos, (...) no
importan las consecuencias ni los costes de nuestras acciones.
Representa la vivencia de la pasión por la Causa; hay más emotividad que cabeza (...) más
romanticismo que personalización.
Está ligado a la utopía necesaria; (...) la acción se vincula con un siempre más lejos que nunca
llega y que se convierte en alimento de la propia acción.
Está culturalmente a la baja; (...) es un tipo de Voluntariado que hoy no levanta pasiones...
Nuevamente, como corolario de esta lúcida mirada, con este tipo de Voluntariado
transformador: “se corre el peligro de la despersonalización y el elitismo, porque (...) este
modelo corre el riesgo de sentirse químicamente puro frente a otros, inicialmente menos
comprometidos.” (7)
Planteados ya estos dos tipos de Voluntariado polares, que responden a sendas concepciones –
también polares – de solidaridad, la batería de preguntas comienza a aparecer ordenadamente y
con toda su fuerza:
a) ¿Son formas irreconciliables de Voluntariado, o será posible encontrar una salida?
Si hubiera salida;
b) ¿Será tomando partido por uno de ellos, en función de sus características y su adecuación
epocal?
c) ¿O será posible buscar una síntesis superadora que construya un nuevo “tipo” de
Voluntariado que les permita seguir cohabitando?
Y finalmente:
e) ¿Es esta dicotomía pertinente a la realidad Latinoamericana?
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Veamos lo que han propuesto nuestros dos autores de referencia para resolver las primeras tres
preguntas: ambos coinciden en la posibilidad de una salida y lo hacen por caminos diferentes, a
nuestro criterio ambos de manera impecable.
Aranguren realiza un enorme esfuerzo de síntesis, planteando lo que nos parece una idea
destinada a quedarse por mucho tiempo en el campo del Voluntariado; “los marcos de
comprensión” y sus “claves”: un repertorio no sólo ético-conceptual sino hasta hermenéutico
para tratar “tipos” de Voluntariado.
Zubero, acepta la opción, y la sume desde una justificación también ética, pero no sólo: le
adiciona una perspectiva de acción pre-política, que le da un vuelo especial, al plantear su listado
de “tareas” del Voluntariado.
Veamos entonces ambos planteos, no sólo para conocerlos en su riqueza, sino también para
compararlos luego con la realidad Latinoamericana, y esbozar entonces nuestro ensayo
comparativo.
Los “marcos de comprensión”, sus “claves” y la propuesta de un “radicalismo vinculante”.
Dice Aranguren: “Los dos modelos descritos se encuentran en un momento histórico concreto,
donde el declive de uno se mezcla con el ascenso del otro. Si no queremos instalarnos en la
disyuntiva de lo uno o lo otro, si queremos buscar ámbitos donde se haga viable la cohabitación
de ambas tradiciones, en el seno de las organizaciones sociovoluntarias, hemos de realizar un
esfuerzo intelectual para pensar las claves culturales de esta nuevas situación y proponer vías
de encuentro razonables y educativas.” (8)
Y avanzando en su propuesta, continúa: “Entendemos que podemos esbozar un marco de
comprensión tripartito, donde la antropología, la ética y la sociología del cambio de siglo
ofrezcan puntos de apoyo a nuestra inquietud (...) Nuestro objetivo no es sólo analizar, sino
plantear la posibilidad de un modelo de Voluntariado realmente radical, que tenga en cuenta
tanto las claves personales que ayudan a construir proyectos de vida dichosos, como las claves
de desarrollo de una sociedad éticamente justa.” (9)
Presentada la necesidad de un marco de comprensión, Aranguren plantea entonces las tres
claves que se ha de tener para que éste sea descifrado- la antropológica, la ética y la social- y
así desembocar, finalmente, en su propuesta: la del Voluntariado desde un “Radicalismo
Vinculante”.
Como introducción hacia ese radicalismo, el autor nos dice que “ni el voluntario centrado en la
realización personal ni el que se vuelca en el compromiso social logran satisfacer lo que yo
entiendo por un Voluntariado radical.” (10)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
educativo, un tiempo que casi no nos pertenece. Sin embargo, el tiempo educativo representa el
tránsito por enclaves de resistencia que se hallan lejos de las dinámicas instantáneas y fugaces
del actual momento cultural, (...) el tiempo educativo representa un elogio a la diferencia (...) no
anula el conflicto, que despierta capacidades que en ocasiones están aún por estrenar en la vida
cotidiana: el diálogo, el respeto al otro, el aprendizaje de la parte de verdad que habita en el
que piensa de forma diferente a la mía.” (14)
Desde una concepción de la cultura, que dice que “crear cultura no es crear teorías, sino
construir realidades. Desarrollar visiones de la realidad no es edificar superestructuras
ideológicas, sino preparar el terreno sobre el cual, luego, unos proyectos políticos y económicos
puedan enraizar y otros, no.” (17) la participación del Voluntariado va haciéndose desde una
opción asumida de antemano entre los dos modelos, bien diferentes: “Nos encontramos así con
dos concepciones bien distintas del Voluntariado. Por una parte tenemos la que aspira a la
construcción de islas de humanidad en el seno de unas sociedades frías y agresivas. Esta es la
concepción propia de las estrategias neoconservadoras de reconstrucción de la sociedad civil.
Según estos autores, el individuo de la sociedad moderna se ve constantemente amenazado por
la anomia, produciéndose una situación de falta de hogar. Lo que importa es que los hombres y
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mujeres aprendan a vivir en el seno de esa sociedad capitalista y salven su humanidad. Para
ellos será preciso crear “estructuras de mediación”, pequeñas organizaciones en las que sus
miembros puedan conocerse unos a otros, tomen decisiones conjuntamente y ejerzan de manera
personal una mediación mutua en la existencia de todos.
Esas estructuras de mediación podrían ser las organizaciones voluntarias. Su objetivo: “Hemos
de crear islotes de auténtica humanidad en medio de la sociedad capitalista y tecnocrática, que
nos aporta los bienes materiales pero nos lleva a la ruptura social y cultural.” (18)
Pero aparece entonces esa otra visón, la que propone un cambio: “Existe otra concepción del
Voluntariado, que promueve la creación de zonas liberadas en el seno de la sociedad actual,
según la expresión de José María Mardones. Afirma Mardones que la tarea que hoy nos desafía
es la de crear espacios verdes en los que se ponga de manifiesto la posibilidad de otro estilo de
vida; nichos ecológicos en los que pueda sembrarse y madurar una alternativa cultural y de
valores a esta sociedad del tener: “Frente al carrerismo, la competitividad, el consumo, el afán
de dinero, el exhibicionismo y la banalidad del yuppismo neoconservador, hay que presentar el
atractivo de la vida sencilla, austera, centrada en el ser uno mismo radicalmente, en el
encuentro con los otros y la solidaridad con los dolientes y menos favorecidos de nuestro
tiempo.” (19)
Quedan entonces planteados todos los elementos de su visión, y se puede presentar entonces del
núcleo de su propuesta: “La tarea fundamental de las organizaciones voluntarias es, por lo
tanto, la de dar lugar al nacimiento de nuevos marcos dominantes de protesta: un conjunto de
nuevas ideas que legitiman la protesta y llegan a ser compartidas por una variedad de
movimientos sociales.” (20)
De lo que Zubero habla es de “la ampliación del repertorio de valores a partir del cual se
construye la protesta en una sociedad. Repertorio de valores que son los que combaten la
indiferencia ante los acontecimientos, en los que se asienta la reacción indignada ante los
mismos” (21)
Y aclara: Reivindicar y extender valores no es refugiarse en el moralismo, sino crear las
condiciones de posibilidad para una nueva sociedad. Quien rehúya participar en el debate
cultural que hoy está planteándose en nuestras sociedades estará renunciando a la posibilidad
de hacer nacer una cultura alternativa de la barriga de la cultura dominante.
Y sin esa cultura alternativa, todo intento de transformación social acabará por reproducir,
tarde o temprano, la misma sociedad que se pretende superar.
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Se trata de reivindicar eso que Paulo Freire llama, en su Pedagogía del oprimido, el inédito
viable.
Se trata de descubrir posibilidades de transformación viables, pero cuya viabilidad no es
percibida como tal. Esto no tiene nada que ver con operaciones de ilusionismo o con miradas de
rosa hacia la realidad; la capacidad de descubrir el inédito viable de la realidad es todo lo
contrario del simple voluntarismo, por más bienintencionado que éste sea.” (22)
Planteada la tarea, no está ella exenta de riesgos: “En esa tarea de proyectar y poner en marcha
experiencias de transformación no podemos dejarnos paralizar por el miedo al fracaso.
Debemos ser capaces de hacer florecer de nuestros errores y fracasos nuevas experiencias de
transformación (…) Eso sí, nunca debemos olvidar que estamos trabajando con cosas muy
importante: con personas, con grupos, con sentimientos, con ilusiones. Esto nos debe llevara ser
muy rigurosos y rigurosas en la formulación de nuestros proyectos. La ilusión no está reñida
con el cálculo.” (23)
Pero el sustancioso aporte de este autor, no termina con esta clara opción por uno de los dos
Voluntariados; propone además una serie de “quehaceres” a desarrollar como tareas del
Voluntariado; su enumeración incluye:
“-Decidir hacer
-Construir zonas liberadas
-imaginar futuros posibles
-Proponer utopías realizables
-Desobedecer
-Construir seguridades alternativas
-Celebrar la práctica
-Conectar para Romper
(24)
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La mirada Latinoamericana
Consideramos que este planteo – si bien presenta una interesante, visión del Voluntariado
europeo actual, no puede transpolarse a la realidad Latinoamericana.
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Nuestra Región plantea otro panorama contextual, en el cual creemos que ocurre lo siguiente: no
sólo los dos tipos de Voluntariado mencionados tienen una “equivalencia” en tipos
diferenciados, sino que aparece una tercera forma de Voluntariado, que viene a configurar una
realidad del todo particular.
En efecto, creemos que el Voluntariado Posmoderno, es reemplazado en Latinoamérica por un
tipo de Voluntariado que denominaremos “Asistencial”; que en vez de un Voluntariado
Transformador tenemos un “Voluntariado Progresista (o también Transformador)”, que en
algo se le parece al europeo, más no en todo.
Finalmente, la figura del “Voluntario / Destinatario” viene a incorporar un tercer tipo de
actor participante, característico de un contexto de crisis permanente como el que enmarca
a Latinoamérica, no considerado en la realidad europea, y sobre el que volveremos más
adelante.
Pero veamos someramente las características de estos nuevos tipos: el Voluntariado Asistencial
es el que más se aproxima a un parentesco, siquiera lejano, con el tipo Posmoderno; no
precisamente porque lo sea, sino por algunas de sus características y reacciones.
El Voluntariado Asistencial ha venido en Latinoamérica de la mano de la tradición religiosa del
ejercicio de la caridad, tradición pionera en el desarrollo del Voluntariado en la Región.
De ella dan cuenta Thompson y Toro: “Con el surgimiento de las organizaciones de
beneficencia de origen y orientación religiosa, hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX,
empezaron a tomar fuerza las prácticas voluntarias de iniciativa privada, con frecuencia
alimentadas por una conspicua moral religiosa. Moral utilizada para mitigar las culpas de una
aristocracia y burguesía minoritarias y excluyentes, y mínimamente interesadas en un cambio
real del estado de cosas. Fue así como se organizaron los Voluntariados hospitalarios, los
servicios a albergues infantiles o ancianatos y los costureros de señoras para llevar ropa a los
pobres en época de Navidad.” (25)
El Voluntariado Asistencial deriva en una acción noble, altruista y, sin dudas, bienintencionada,
pero con una mirada de la realidad que se mueve en la superficie de las necesidades inmediatas.
Fundamentalmente asiste; y si bien su tarea en más de una ocasión es vital no termina de ser
transformadora, ni ataca las causas de las necesidades. Sin embargo, no es su nivel de
involucramiento el eslabón débil de su cadena, sino el modo de hacerlo, muchas, muchísimas
veces a merced del moho del “ismo” que convierte y afecta la asistencia y la putrefacta en
asistencialismo.
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Con la realidad hubo de vérselas muchas veces y ésta se le impuso en más de una ocasión.
En la actualidad de este nuevo milenio, creemos que el Voluntariado Progresista se difunde cada
vez más entre los jóvenes, pero desdibujado en un versus que le quita fuerza transformadora: la
de aquellos Voluntarios Progresistas ideologizados, que asumen el Voluntariado como una
forma - complementaria o alternativa- de una militancia política más amplia y abarcadora,
depositaria y factotum de los grandes relatos y la utopía, y en ocasiones – y por lo mismo- algo
intransigente; versus los Voluntarios Progresistas desencantados de la política (triste misión
que la mayoría de los políticos latinoamericanos han logrado con creces) y que, si proponen
transformaciones, lo hacen desde un nivel “local y concreto”, huyendo de identificaciones que
suenen a ideologías partidarias, como quien huye del mismísimo diablo.
Esta divergencia de miradas – más otros condicionantes más contextuales e institucionales- viene
desalineando las ruedas de este tipo de Voluntariado como vehículo de transformación.
Finalmente, característico de un contexto singular de crisis estructural, empobrecimiento y
desigualdad, aparece un fenómeno Latinoamericano que no hemos encontrado mencionado en
las descripciones del Voluntariado de otras regiones: la figura del “Voluntario / Destinatario”.
(Preferimos utilizar la denominación de destinatario – a pesar que no refleje totalmente lo que
desearíamos expresar – en vez de la de beneficiario, cargada de connotaciones peyorativas
construidas históricamente y que – sólo a través de un proceso también histórico – podrá
transformarse.)
Resume esta denominación – o mejor dicho, intenta resumir- una compleja combinación de
procesos, representaciones y pertenencias.
Denominamos así a aquellas personas que son simultáneamente beneficiarios o destinatarios
de una acción asistencial, y a la vez asumen, se reconocen y son reconocidos en su papel
como Voluntarios.
Este reconocimiento supone el final de un proceso: quien sea Voluntario / Destinatario será sin
dudas porque en un principio fue beneficiario; y esta situación remite a un sistema de
pertenencias pero también de representaciones.
Así como los distintos talantes del Voluntariado europeo remiten a concepciones solidarias
particulares, la figura del Voluntario / Destinatario se nutre de una de las más populares formas
de solidaridad Latinoamericana: la ayuda mutua espontánea.
A ella se refieren Thompson y Toro cuando expresan: “Cuando se recorren los barrios de
menores ingresos (favelas, villas miseria, tugurios) de cualquier país de América Latina y el
Caribe, se encuentra uno frecuentemente con cuadrillas de hombres, mujeres y niños trabajando
al unísono para resolver necesidades de la comunidad: adecuación de la escuela, construcción
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
del puesto de salud, extensión del servicio de agua potable, instalación de tuberías sanitarias o
manejo de un problema ambiental. Desde épocas de la tradicional “minga” hasta nuestros días,
el trabajo en beneficio de la comunidad ha sido una constante cultural, practicada en sábados,
domingos y tiempo libre de las personas, que no perciben por ello más remuneración que la
satisfacción del beneficio propio y ajeno.” (27)
Y agregan: “Este Voluntariado espontáneo, coyuntural y no institucionalizado ha ahorrado a los
estados del sub-continente ingentes sumas en mano de obra y ha contribuido a solucionar
oportunamente muchas necesidades de poblaciones carentes. La mano de obra abundante,
aportada de manera gratuita por los sectores más pobres de la población, ha sido la
responsable de la construcción de gran parte del paisaje urbano de la región. Sin embargo, sólo
recientemente ha sido reconocida en su valor económico y como tal es incluida en la casi
totalidad de proyectos de desarrollo local que aprueban los gobiernos, la banca multilateral y
las empresas que hacen inversión social. Por ello, al hablar de Voluntariado en América Latina
y el Caribe es necesario reconocer esta forma permanente y silenciosa de donación de tiempo
personal al servicio del bien común.” (28)
Más allá de tal reconocimiento, ser beneficiario en Latinoamérica ha tenido siempre un doble
cariz: una pertenencia social (a la clase social más pobre, marginal o desfavorecida) y una
representación política (en términos de ser destinatario elegido de programas, planes o proyectos
implementados por el estado o por la sociedad civil).
Este doble cariz no siempre ha sido clarificador sino que a menudo resulta encubridor de
relaciones enfermas de dominación o clientelismo, en las que se juega con la necesidad de unos y
otros.
Otros autores, han planteado lo foráneo del Voluntariado como concepto en las clases más
populares: “Por otro lado, si al Voluntariado lo miramos especialmente desde los sectores
populares y más pobres, observamos que allí es un concepto exótico, más vinculado a los
sectores medios y pudientes. Sin embargo, en esos sectores populares, hay un enorme volumen
de trabajo voluntario – si por ello queremos decir que no es remunerado- que no se
autodenomina de esa forma. Las mujeres, por ejemplo, especialmente sobresalen en los barrios
más humildes con sus aportes invalorables en las comisiones barriales, escolares, capillas,
Caritas, comedores, etc. El apelativo de voluntario se nos queda pequeño, inapropiado. Son
mucho más que eso, son protagonistas, sujetos. Tampoco, dicho sea de paso, los sectores
populares son simples receptores de la acción benéfica o voluntaria de otros.” (29)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Las resistencias siguen proviniendo de visiones estereotipadas “de lo que el Voluntariado debe
ser”, pero es necesario comenzar a desmontarlas rápidamente, para reconfirmar este tipo de
Voluntariado de Voluntario / Destinatario, como una variante plena, en la rica historia de las
relaciones de ayuda mutua tan caras a la matriz histórica latina.
Existe una gran potencialidad en este tipo de construcción; en primer lugar porque sin dudas, una
resignificación participativa y compartida del mismo Voluntariado, le aportaría aire y luz a este
concepto, tan caro de marchitarse en medio de otros más poderosos; y en segundo lugar, porque
de la consideración respetuosa de aquel que es Voluntario a la vez que beneficiario, se abre la
puerta a una nueva dinámica; la del “Voluntariado como herramienta de reinserción social.”
Estamos viviendo un tiempo caracterizado en lo social por una creciente fractura de la sociedad,
que ya no se divide entre ricos y pobres- "los de arriba", y "los de abajo"- sino entre incluidos y
excluidos. El mundo se ha convertido en la figura de un tradicional reloj de arena, con dos
sectores encapsulados y separados, y en el centro una clase media cada vez más estrecha.
La pregunta entonces es: ante éste panorama, ¿dónde está el Voluntariado? ¿Existe un
Voluntariado de la cápsula superior, que se da entre los incluidos, y sólo entre ellos?
¿Existe además un Voluntariado que va desde los incluidos hacia los excluidos, para aliviar su
peso?
Creemos que estas preguntas son también trascendentales, porque de ellas depende el formato
que va adquiriendo el Voluntariado, presente y futuro.
El Voluntariado ya no debe pensarse más como una acción simple, con alguien que da y otro
que recibe. Debemos pensarlo de "mao dupla" como dicen los brasileños, aludiendo a la
circulación en las calles.
Este Voluntariado de ida y vuelta deberá pensarse ideológicamente, diseñarse técnicamente con
la nueva noción de eficiencia a escala humana y articularse institucionalmente con una base de
consenso en todos los sectores. Deberá revisar los presupuestos de requisitos mínimos que se
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
exigen a los voluntarios para poder serlo, deberá apuntar a la transformación de la sociedad no
sólo y no tanto por el impacto que el Voluntario ejerce en la sociedad sino por la propia
transformación que el Voluntariado ejerce en quien lo practica: “Ser beneficiario tiene su
propia carga de implicancias y representaciones sociales en lo que se refiere a la relación del
sujeto con la comunidad que lo alberga. Pero además (los planes sociales) exigen una
contraprestación. Más allá de lo que esto dice del beneficio en tanto derecho, la
contraprestación vincula al beneficiario con su comunidad, y la variedad en la modalidad de
contraprestaciones interactúa con el efecto mucho más homogeneizador de “ser beneficiario”.
“De esa interacción surgen los diversos grados de inserción logrados por el beneficiario o
grupo de beneficiarios y, eventualmente, la posibilidad de devolver a la sociedad una imagen
alternativa de lo que se es a través de lo que se hace.” (30)
Este “devolver a la sociedad una imagen de lo que se es, a través de lo que se hace” es una de las
potencialidades de este Voluntariado.
Y hay más: el premio Nobel de Economía, el hindú Amartya Sen dice:"las carencias de bienes
materiales son importantes, pero por encima de ellas existen otras de otro orden. La falta de
recursos ha ido socavando de generación en generación, la integridad del hombre, y le han
impreso marcas profundas, más difíciles de eliminar que las necesidades materiales, y que se
refieren a la pérdida de autoestima y valores, descreimiento, etc., origen de serias dificultades
para desenvolverse en la vida y participar de los beneficios del progreso social y del desarrollo
económico." (31)
En otras palabras, Amartya Sen nos está retando: es urgente poner en marcha un plan de
reinserción de muchos seres humanos que están asistiendo a este fin de milenio como si
estuvieran viviendo en el siglo pasado; pero no ya como convidados de piedra a un orden social
monolíticamente individualista y marginador, sino como sujetos transformadores de una
sociedad transformable.
¿Podremos pensar, entonces, en el Voluntariado de ayuda mutua como uno de esos puentes por
los cuales ingresen los marginados, no como política fagocitadora y exculpante, sino como
“inserción transformadora para la transformación”?
Es imperativo comenzar ya a tender puentes entre ambas sociedades, puesto que de lo contrario
cuando intentemos hacerlo será tarde.
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(1) Thompson, Andrés y Toro, Olga Lucía (2000): El Voluntariado Social en América Latina.
Tendencias, influencias, espacios y lecciones aprendidas. El artículo es un resultado preliminar,
no sistemático, de un extenso diálogo establecido entre los autores como parte de un trabajo de
evaluación sobre la programación en el área de Filantropía y Voluntariado de la Fundación
Kellogg en América Latina y el Caribe. En el desarrollo del mismo, los autores han contado
también con la colaboración de Elena Vila Moret, así como de todos los miembros de las
organizaciones que han sido entrevistadas. p. 1
(2) Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000): Cartografía del Voluntariado, ed. PPC, Madrid, p. 79-
(3) VV.AA (s/a): Manual de Formación de Formadores de Voluntariado, Plataforma para la
Promoción del Voluntariado en España.
(4) Lipovetsky, G. (1992): El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos
democráticos, ed. Anagrama, Barcelona, p. 129-
(5) Aranguren, L., op. cit., p. 81-
(6) Zubero Beascoetxea, Imanol. (1999): “El Papel del Voluntariado en la Sociedad Actual”, en
Martínez de Pisón, J y García Inda, A. (Coord.), El Voluntariado: regulación jurídica e
institucionalización social, ed. Egido, Zaragoza, p. 41 -
(7) Aranguren, L., op. cit., p. 80 –
(8) Ib., p. 82 –
(9) Ib., p. 82 –
(10) Ib., p. 128 –
(11) Ib., p. 129 –
(12) Ib., p. 129 –
(13) Ib., p. 132 –
(14) Ib., p. 136–
(15) Zubero, I. (1999): “Solidaridad y participación socio-política”, en AA.VV., Hacia una
Sociedad más Solidaria, ed. Mensajero, España, p. 80 -
(16) Ib., p. 80–
(17) Ib., p. 80–
(18) Zubero, I., El Papel del Voluntariado en la Sociedad Actual, op. cit, p.41-
(19) Ib., p.42–
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CAPÍTULO 6:
Frente a la responsabilidad de dejarlo por escrito, un amigo - inteligente él – nos dice: “…para
qué meterse con la esperanza en un libro de Voluntariado... Se van a complicar la vida: a menos
que digan todo lo que de ella debe decirse, quedarán en el intento de aproximarla, forzándola a
una cita a ciegas con el Voluntariado; que terminará por ser incompleta”
Desdeñando la prudencia del amigo, pero no su lucidez, vamos a proponer entonces una
relación indirecta entre Voluntariado y Esperanza; que no se presuma natural (como solía
hacerlo), que sea a construir, que genere aún algunas dudas. Si el Voluntariado es acción – y
nunca espera apática o derrotada- allí comienza su intersección con la Esperanza.
Esperanza resuena en los oídos como tantos matices ocres han tenido los atardeceres desde
siempre. Veamos algunas líneas sueltas de esta palabra, a la que hasta cuesta llamar concepto.
Cuando la Esperanza se mueve, deja trazas en muchas direcciones y su dibujo nos habla de sus
dimensiones. Algunas de estas dimensiones- sólo algunas, son el Tiempo, la Comunidad
Contextual y la Fe.
El Tiempo opera no sólo sobre la edad de la Esperanza, sino más que nada sobre su ciclo vital:
hay pocas cosas que nazcan y mueran tantas veces en una vida como la cíclica Esperanza. El
Tiempo la madura, la retiene, la da vueltas, le da aire y tiniebla, la revive como ceniza al Fénix,
sólo para ponerla a prueba mil veces más.
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La relación entre Esperanza y Tiempo, se hace nítida también cuando aparece la dimensión
histórica de este último, y la esperanza junto con la memoria son articuladoras entre pasado,
presente y futuro.
Una vez más, Aranguren nos cede aquí una clave: “Mi vida se hace hacia delante. Desde la
memoria, participo de un legado de valores, visiones del mundo, etc. Que he heredado, pero que
no estoy condenado a repetir. Desde la esperanza, participo de un futuro que modifica, cambia y
reditúa aquellas parcelas de la realidad recibida con las que no estoy de acuerdo o juzgo
injustas.” (1)
El Tiempo es un factor de la Esperanza, una de sus dimensiones centrales y por ello- por ser hija
del tiempo- la esperanza curiosamente nunca muere.
Puestos a tipificar, digamos que hay varios tipos de Esperanza; hay una inmediata, casi
inconsciente, esa que al levantarnos tenemos de llegar a la noche, cenar en la casa, ver a los
hijos, y sumar una jornada más.
Hay una Esperanza egoísta, una que nos mantiene seguros de nosotros mismos, una que nos
marca el camino de las pequeñas prevalencias sobre los demás, una que nos brinda seguridad,
que nos trasunta salud, que nos mueve según minúsculas conveniencias, y que no es ajena al
placer: una Esperanza del disfrutar.
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Hay una Esperanza de futuro; que si bien se proyecta hacia delante, deseamos ver y tocar; la
Esperanza de llegar a ser (y tener) eso que soñamos, que quisimos, que hemos comenzado.
Ligada a ésta; hay otra que podría llamarse trascendente; la Esperanza en un futuro lejano, en
un mundo “que no veremos”, pero que aún así deseamos mejor que el actual, para que en él viva
nuestra descendencia. “Lo hacemos por ellos…” dicen pos padres señalando a sus hijos,
cuando apelan a una vida mejor hacia delante.
Finalmente, la Esperanza no es sólo sensación, emoción o creencia: hay también una esperanza
racional.
Es la que refiere Eva Giberti cuando afirma: “La esperanza es la más revolucionaria de las
virtudes, es aquella que hoy en día avanza intentando zafar del ropaje con el que la
enmascararon durante siglos: la virtud que se confunde con el esperar pasivo y aquietado. Estar
en espera equivale para mucha gente a no moverse, a aguardar las decisiones de los que
disponen del poder. La tergiversación confunde esperanza con paciencia (…) Cuando, en
realidad, ésa es la antítesis de la esperanza cuya densidad está dada por el esperar haciendo.
La esperanza que conduce al hacer no puede ignorarse ni ser neutralizada. Es el movimiento
inteligente que aporta el registro de sus propios límites.” (2)
Y descubre su componente racional, inclusive en dos niveles cualitativos diferentes: “Es durante
la espera activa, que se transita desde la racionalidad mínima propia de la furia y de la
indignación por sobrellevar pérdidas e injusticias, hacia la racionalidad moral que permite
desplegar los argumentos y las demandas renovadoras inevitablemente indisciplinadas. La
esperanza se niega a la caracterización idealista que podría embarcarla en la ilusión de que “ya
vendrán tiempos mejores”. No. Esa no es la esperanza, esa es la trampa; los tiempos mejores se
construyen mediante las críticas y las reconstrucciones, impulsados por la esperanza que a
veces crece en los resquicios y que en otras oportunidades despliega banderas. Es una
esperanza racional, regulada por la convicción ética acerca de los derechos que nos
conciernen, que no confía en promesas engañosas, que reconoce los logros que desde el
ejercicio del poder público consiguen algunos esperanzados, pero que no es ingenua.” (3)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
La promesa vela la esperanza, rindiéndole homenaje, si; pero póstumo. Cuando la promesa es
presente, la esperanza se vende como futuro pero se construye con pasado.
Hay un pasaje donde se ve la esperanza fatalmente sujeta a la promesa; y sirve para concluir mil
corolarios; no es un ejemplo de Voluntariado, pero lo incluye, lo enmarca, lo vuelve vulnerable:
es la Esperanza de Medea. Ovidio la relata como nadie: “Y, para que no cesen sus ardides,
Medea finge una falsa desavenencia con su esposo y se refugia suplicante en la mansión de
Pelias, y la reciben sus hijas, puesto que él está cargado de vejez; en poco tiempo la astuta las
cautivó con la apariencia de una engañosa amistad y, mientras refiere entre sus mayores
méritos que había quitado a Esón su decrepitud y se detiene en esta parte del relato, introdujo
en las doncellas hijas de Pelias la esperanza de que con un arte semejante podían hacer
reverdecer a su padre., y se lo piden y ordenan estipule un precio sin límite.”
Como vamos viendo, ante la promesa, la esperanza cede pecaminosa, no por vencida, sino por
funcional; y sigue Ovidio: “Ella guarda silencio un breve espacio de tiempo y parece dudar (...)
y dijo: Para que sea mayor la confianza en este servicio, el carnero guía de vuestro rebaño que
es el más viejo entre las ovejas, se convertirá en cordero por mi brebaje. Al punto es traído un
lanudo animal, exhausto por sus innumerables años, con cuernos doblados en torno a sus
hundidas sienes; cuando Medea agujereó con cuchillo la ajada garganta de éste y apenas
manchó de sangre el hierro, sumerge la hechicera en el profundo caldero de hierro los
miembros del animal la vez que los potentes jugos; eso amengua los miembros del cuerpo y
destruye los cuernos y, además con los cuernos los años, y se oye un tierno balido en medio del
caldero; y sin dilación, salta un corderillo y retoza escapándose en busca de ubres que le den
leche. Se asombraron las hijas de Pelias y, después que las promesas les proporcionaron
credibilidad, entonces verdaderamente le instan con mayor apremio.”
Vencida la esperanza frente a la falsa demostración, Medea hace actuar a las hijas, y luego huye:
“Empuñad los cuchillos y extraed la sangre vieja para que yo pueda llenarlas de sangre nueva,
y ante estas palabras de aliento...una de sus hijas, Colcos, para no ser criminal comete un
crimen, y degüella a su padre para sumergirlo en el agua caliente...y a la vez ve como la
engañosa Medea se escapa por los aires...hacia allá donde la pesada tierra estaba cubierta por
el mar...” (4)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Pero el hombre puede vencer siempre a su sombra; aunque a veces su razón no lo quiera, o no lo
sepa.
Así el genial escritor Ernesto Sábato plantea la relación entre razón y esperanza: “Porque
felizmente (…) el hombre no está hecho de desesperación, sino de fe y de esperanza; no sólo de
muerte sino también de anhelo de vida; tampoco únicamente de soledad sino de momentos de
comunión y de amor. Porque si prevaleciese la desesperación, todos nos dejaríamos morir o nos
mataríamos, y eso no es de ninguna manera lo que sucede. Lo que demostraba (…) la poca
importancia de la razón, ya que no es razonable mantener esperanzas en este mundo en que
vivimos. Nuestra razón, nuestra inteligencia, constantemente nos está probando que ese mundo
es atroz, motivo por el cual la razón es aniquiladora y conduce al escepticismo, al cinismo y a
la aniquilación. Pero, por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y por eso la
esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades. Y este mismo renacer es tan
descabellado, tan sutil y entrañablemente descabellado, tan desprovisto de todo fundamento que
es la prueba de que el hombre no es un ser racional.” (5)
Y ejemplifica: “Y así, apenas los terremotos arrasan una vasta región de Japón o de Chile;
apenas una gigantesca inundación liquida a cientos de miles de chinos en la región del Yang
Tse; apenas una guerra cruel (…) ha mutilado y torturado, asesinado y violado, incendiado y
arrasado a mujeres, niños y pueblos, ya los sobrevivientes, los que sin embargo asistieron,
espantados e impotentes, a esas calamidades de la naturaleza o de los hombres, esos mismos
seres que en aquellos momentos de desesperación pensaron que nunca más querrían vivir, y
que jamás reconstruirían sus vidas ni podrían reconstruirlas aunque lo quisieran, esos mismos
hombres y mujeres (sobre todo mujeres, porque la mujer es la vida misma y la tierra madre, la
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
que jamás pierde un último resto de esperanza), esos precarios seres humanos ya empiezan de
nuevo, como hormiguitas tontas pero heroicas, a levantar su pequeño mundo de todos los días:
mundo pequeño, es cierto, pero por eso más conmovedor. De modo que no eran las ideas las que
salvaban al mundo, no era el intelecto ni la razón, sino todo lo contrario: aquellas insensatas
esperanzas de los hombres, su furia persistente para sobrevivir, su anhelo de respirar mientras
sea posible, su pequeño, testarudo y grotesco heroísmo de todos los días frente al infortunio.”
(6)
Para concluir que: “... si la angustia es la experiencia de la Nada, algo así como la prueba
ontológica de la Nada, ¿no sería la esperanza la prueba de un Sentido Oculto de la Existencia,
algo por lo cual vale la pena luchar?
Y siendo la esperanza más poderosa que la angustia (ya que siempre triunfa sobre ella, porque
si no todos nos suicidaríamos ¿no sería que ese Sentido Oculto es más verdadero, por decirlo
así, que la famosa Nada?” (7)
Pero más allá del territorio de la desesperanza, que pone en tensión de incertidumbre la
eligilibilidad de un futuro que presenta como negro, hay un mecanismo aún peor: la
Contraesperanza.
Decimos mecanismo, pues la contra - esperanza es una metodología empleadora de maquinarias
y sicarios, dispuesta a transformar la incertidumbre futura de la desesperanza, en infierno
presente. Es un movimiento aniquilador de la esperanza; es su contrario, es lo que pugna por
nublar el sol. Los que ejercen la contraesperanza la inoculan escondida en medios solubles:
indiferencia, miseria, miedo y aporía.
En toda la historia de Latinoamérica, la contraesperanza formó parte de los proyectos
devastadores de las dictaduras y las conquistas: “Soledad sobre ruinas / sangre en el trigo /
rojo y amarillo / manantial del veneno / escudo heridas / cinco siglos igual. / Libertad sin
galope / banderas rotas / soberbia y mentiras / medallas de oro y plata / contra esperanza /
cinco siglos igual...” (8)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
4.- Practicar la que invoca el Subcomandante Marcos, cuando se refiere a la figura del
oxímoron, esa que – según Borges- “… se aplica a una palabra, un epíteto, que parece
contradecirla; así los gnósticos hablaban de una luz oscura, los alquimistas de un sol negro.”
Desde allí Marcos nos previene de “...la Globalización Fragmentada, la Modernidad Rancia, los
Clarividentes Ciegos, el Futuro Pasado, el Liberal Fascista...” (11) y nos invita - sobre todo - a
practicar una “Escéptica Esperanza”, vigilante, no ingenua, no claudicante, ni somnolienta
de confort.
¿Seremos Imposiblemente Capaces de hacerlo?
Ojalá que si.
Citas y referencias bibliográficas.
(1) Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000): Cartografía del Voluntariado, ed. PPC, Madrid, p.65
(2) Giberti, Eva, Una Esperanza Activa y Racional, Diario Clarín, 2002
(3) Ib.
(4) Todas las citas de Ovidio son de: Ovidio: Metamorfosis, Cátedra, Letras Universales, España,
2001, p. 436-
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(5) Sábato, Ernesto. (1996): “Razones del Corazón”, en Textos para pensar, ed. Perfil Buenos
Aires, p. 26-
(6) Ib., p. 26-
(7) Ib., p. 27-
(8) León Gieco- Cantautor argentino- (1992) Tema: “Cinco Siglos Igual”, de Andrés Gurevich y
León Gieco, en Mensajes del Alma, Emi, Buenos Aires.
(9) Zubero, Imanol. (1998): Una Formación para la Transformación Social- Caritas Diocesana
de Málaga – Documento de Internet, www.caritas-malaga.org , p.4 –
(10) Argullol, Rafael; Trías, Eugenio (1992): El Cansancio de Occidente, ed. Destino, Barcelona
(11) Marcos. (2001): “Oximoron”, en Marcos, la dignidad rebelde. Conversaciones con Ignacio
Ramonet, ed. Capital Intelectual, Valencia, p. 88-
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
VÉRTICE II
El Voluntario
como Sujeto
CAPÍTULO 7
“La voluntad no significa que todo lo que quiero lo consigo, sino que algo de lo que puedo me acerca
a lo que quiero, porque no olvido que soy de barro” L. Aranguren
De todos los Capítulos que hasta aquí hemos escrito, este número 7 tiene una peculiaridad: es el
primero dirigido a un tipo de lector en especial.
Habráse notado que hasta aquí – de acuerdo con lo aclarado en la Presentación- lo escrito está
destinado a interlocutores heterogéneos: el estudiante, el propio Voluntario, el dirigente de
instituciones, el Coordinador de Voluntarios, la persona común interesada en el tema…
Este apartado está escrito, en cambio, pensando en dos de esas categorías: el Dirigente de
Instituciones y/o el Coordinador de Voluntarios, o bien quien esté a cargo de la gestión o
coordinación de éstos.
Sucede que el tema de las motivaciones es de naturaleza tal, que es fundamental no sólo lo que
piense o sepa el Voluntario sobre ellas, sino fundamentalmente cómo y cuánto lo comprendan
quienes ejercen aquellos citados roles.
A ellos nos estaremos dirigiendo en todo momento, aunque nuestra exposición sea general.
A la pregunta de ¿quién puede ser voluntario? tenemos por un lado, las respuestas que provienen
desde el campo psicólogico y por otro, aquellas que nos llegan desde una área más sociológica.
Estas respuestas provenientes de ambas miradas no disputan entre si y son previsiblemente
complementarias.
Las primeras, psicológicas, se refieren a las causas por las cuales alguien se hace voluntario
desde un abordaje que focaliza en la individualidad más que el contexto y giran alrededor del
concepto de “las motivaciones” del voluntario.
Las segundas miradas, sociales, miran en qué contexto las personas se hacen Voluntarias.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Sigamos adelante con estas preguntas que siempre nos han llamado la atención: ¿Por qué alguien
se hace voluntario? ¿Qué lo motiva? ¿Qué causa lo mueve? Más aún: ¿Cómo saber si lo mueve
un sentimiento noble, altruista y solidario de ayudar a los demás, o una intencionalidad
individualista de frío cálculo u oscuro egoísmo?
En verdad, lo que siempre nos ha llamado la atención de estás preguntas, no son ellas mismas,
sino quiénes las formulan.
Generalmente y en su gran mayoría, los que esto se preguntan son o bien otros voluntarios- en
primer lugar- o bien los dirigentes de las instituciones a las que los voluntarios se ofrecen para
trabajar – en segundo lugar - , o bien- en tercero y cuarto lugar y muy alejados de ambos
primeros puestos- los teóricos y académicos, y la gente común.
Que los más interesados en conocer las respuestas sean los mismos voluntarios y los dirigentes
de instituciones donde se ejerce el VoluntariadoVoluntariado, nos dice mucho; especialmente
acerca de la naturaleza de estas preguntas.
Explicaremos a qué nos referimos, pues nos parece que la digresión vale la pena.
Deslumbrados por los destellos de las respuestas, a menudo solemos olvidarnos del origen de las
preguntas.
Detrás de las respuestas, están las preguntas; y más atrás de éstas están ...los prejuicios.
La necesidad de saber es la noble madre de la pregunta, pero el prejuicio puede ser uno de sus
abandónicos padres, capaz de desaparecer y esfumarse apenas ésta queda formulada.
Cuando uno se pregunta el por qué de algo, la paternidad puede tener dos diferentes
procedencias.
Si la inquisición se realiza desde el “marco de la normalidad”, la pregunta de “por qué” se tiñe de
averiguaciones técnicas, de teorías explicativas de lo normal; unas que den detalles de cómo y
porqué “sucede lo que sucede”; focalizando en conocer los patrones de su continuidad.
Pongamos un ejemplo: es lo más normal del mundo que las personas a temprana edad comiencen
a hablar, y sigan haciéndolo toda su vida.
Hablar es normal para el hombre.
Las investigaciones y teorías que procuran determinar porqué el ser humano habla, se refieren a
explicaciones que nos permitirán conocer “algo más” de un hecho habitual, y que muy
probablemente podrán aclararnos y deleitarnos con detalles no conocidos y hasta
93
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
revolucionarios, pero que poco influirán en el desempeño cotidiano de esta habilidad en los que
ya la tienen.
La pregunta, en cambio, puede también estar planteada desde otra perspectiva: la de la
anormalidad.
Allí la inquisición se realiza sobre causas, razones , “porqués” y sobre todo motivos por los
cuales lo anormal se ha presentado.
Nos es una pregunta que busque sólo detalles técnicos, sino que los recoge como argamasa de un
“dar explicaciones”.
Pongamos como ejemplo una sitiación que puede no ser muy simpática pero es sin dudas muy
explicativa: los aviones están diseñados, construidos y puestos a punto para volar.
Cuando un avión vuela y completa su recorrido, despegando y aterrizando, la normalidad se ha
cumplido.
Cuando un avión se cae, decimos que sucede un accidente; algo anormal, que no se espera que
suceda y que no debe suceder.
A partir de allí, las investigaciones de “porqué” se ha caído un avión, hurgan en las explicaciones
de la anomalía y desean conocer los motivos de la excepción.
Comienzan entonces una serie de preguntas e inquisiciones que no buscan “conocer algo más”
de lo normas, sino determinar las causas de lo anormal; más que conjeturas o teorías son
análisis; más que observaciones son peritajes.
Pues bien: sobre lo normal se teoriza; sobre lo anormal se perita.
Todo este aparente rodeo alrededor de la naturaleza de la pregunta, tiene que ver con el
Voluntariado y con el Voluntario en este punto: depende desde que marco – de normalidad o
excepción- se pregunte acerca de porqué una persona se hace Voluntaria, para obtener una
batería de justificaciones a las respuestas, y una serie de acciones en consecuencia.
Desde una lógica mercantilista de la vida, donde la cotidianeidad está hecha de transacciones
racionales y optimizadas: ¿Por qué aceptar ingenuamente que alguien sea tan bueno?
En la selva mercantil, cuando la bondad aparece, o nos convence como arrebato excepcional, o
se vuelve sospechosa como vector de culpas no exculpadas, pero nunca nos confundirá
haciéndose pasar como normalidad.
Más adelante lo trataremos en detalle, pero digamos por ahora que más de una vez, para conocer
las motivaciones de un voluntario que llega para incorporarse,algunas instituciones más que una
entrevista, hacen un peritaje de la voluntad; como si ofrecerse a dar el propio tiempo y las
propias ganas en función de una causa, fuera anormal.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En este sentido, nunca nos han dejado de sorprendernos la necesidad que tienen algunas personas
de “conocer el profundo motivo, la exacta razón” de porqué alguien se ha ofrecido como
voluntario, y así poder descubrir y separar a los “verdaderos” voluntarios de los “falsos”.
Pero vayamos por partes: hemos hablado largamente de las preguntas, y de todas las posibles
hemos de formular finalmente cuatro, que serán los pilares en la arquitectura de este capítulo:
1.- ¿Qué son las motivaciones?
2.- ¿Se pueden conocer y clasificar?
3.- ¿Existen factores que las condicionen?¿Cuáles?
4.- ¿Qué importancia real tienen las motivaciones en el Campo del Voluntariado?
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
ellas en actitud de desafío.(…) En el fondo, nos encontramos con la eterna insatisfacciónn del
ser humano.En suma: las necesidades primarias están en relación con los instintos, mientras
que las metanecesidades tienden a lo axiológico y espiritual.” (2)
Y aquí aparecen las motivaciones:
“Desde el punto de vista de la psicología, estas metanecesidades también suelen denominarse
motivaciones. En realidad, el término motivación es más amplio y – hasta cierto punto-
complementario del de necesidad ( a medida que, con el tiempo , menguan las necesidades, se
extienden y agrandan las motivaciones)… El hombre nace con necesidades primarias, que
tienen que colmarse perentoriamente para seguir viviendo pero, con el andar de su existencia,
se motíva a sí mismo con nuevas necesidades de más alto nivel, como las cognoscitivas y
axiológicas, que tienden a satisfacer sus afanes de poder, de perfección y de amor.” (3)
Nótese que la referencia de los autores, que al decir “(el hombre)…se motiva a sí mismo…”
está planteando la característica más distintiva de la motivación: que es siempre un
impulso, estímulo o factor que nace interiormente; que va siempre desde dentro hacia
fuera, y nunca al revés.
Esto distingue la motivación de otros factores externos, que pueden confundirse con ella, pero
que no lo son.
Externamente sobre una persona se puede operar, sensibilización, estimulación y/ o
incentivación; pero nunca se la puede “motivar”: la motivación es siempre interna.
No existe consenso, pero sí muchas teorías de autores y escuelas que han intentado explicar por
qué se producen las motivaciones; nosotros no iremos más allá de lo expuesto y nos quedaremos
con la aproximación hecha a qué son, sin considerar relevante - para nuestro abordaje- conocer
porqué son o de dónde vienen. (4)
96
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Es por ello que casi siempre fracasa el deseo de penetrar la intimidad de otro para que nos revele
y confiese sus motivos, faena que tiene muchas veces sustento alternativo en la inseguridad y en
la omnipotencia.
Pues no tenemos otra forma de saber porqué una persona se hace voluntaria que no sea a través
de sus palabras y de sus actos.
Si alguien nos dice que se hizo voluntario por un motivo “A”, no nos queda más remedio que
creerle, por más que nosotros supongamos que lo hace por un motivo “B”.
La confianza es el primer indicador de certezas: Según García Roca: “La donación se hermana
con la confianza” y cuando esto sucede...“Identificarse como voluntario significa dejar de ser
extraño. Están ahí para que lo lejano se vuelva cercano, lo distante, próximo y lo amenazador,
benefactor.” (5)
Pasado ese primer momento de fianza compartida- de “con - fianza”- hay algo que nos
mostrará luego si el motivo verdadero era “A” o “B”: el Itinerario.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
7.5. ¿Qué importancia real tienen las motivaciones en el Campo del Voluntariado?
¿Por qué, en el estudio del Voluntariado, dedicar un capítulo a las Motivaciones? ¿Cuál es su
importancia?
En primer lugar, diremos que importa el tratamiento de las motivaciones, para darle el justo lugar
que llevan, y ni un gramo más.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En segundo lugar, diremos que nos preocupa no tanto lo que de ellas se dice , sino lo que de ellas
se exagera.
A menudo, se le piden a los Voluntarios motivaciones como peras al olmo.
Es evidente que el ser humano tiene motivaciones múltiples en todos los aspectos de su vida;
¿porqué no habría de ser así con el Voluntariado?
En un estudio muy pertinente -focalizado en la realidad Paruana, pero con proyecciones
metodológicas y teóricas de más extenso y rico alcance- Portocarrero, Millán y Loveday,
también se preguntan esto: “¿Es negativo que el trabajo voluntario esté impregnado de
motivaciones mixtas?” (el subrayado es nuestro); y despliegan el tema: “Al respecto, existe una
amplia gama de posturasy el debate se aún se encuentra abierto. Los más radicales sostienen
que la filantropía debe tener sólo una motivación altruista, pues al mezclarse con el interés
personal tiende a perder su esencia profunda. En el otro lado del espectro se encuentran los que
sostienen que las motivaciones no importan, pues lo que interesa es el resultado y no tanto la
intención del acto.” (6)
Y focalizando en dicha realidad peruana agregan: “ En contraste, los resultados obtenidos en la
EDV 2001 son consistentes con una posición ecléctica, de acuerdo con la cual las motivaciones
para hacer trabajo voluntario son mixtas, es decir, que tienen un componente importante de
altruismo pero también de interés personal.” (7)
Nosotros creemos que quienes insisten pesadamente en focalizar únicamente en el altruismo
como única convicción y condición habilitada para valorar la actividad voluntaria están siendo
reduccionistas, radicales, excluyentes.
Las que en todo caso sí deben ser altruistas son las instituciones en las que el Voluntariado se
ejerce, allí – en la institución construida como sujeto ideal colectivo- el marco motivacional
preponderante del altruismo tiene sentido y no gratuitamente; siempre y cuando la institución no
cometa el error del dios griego Cronos, que (por temor) devoraba a sus propios hijos, y permita
una construcción multivalórica e incluyente de ese altruismo requerido.
La importancia de las motivaciones en el Voluntariado, y en particular la estrecha relación entre
motivación y voluntad, la trata Aranguren con claridad: “Así, no hemos de confundir la voluntad
con el campo limitado de las motivaciones.Existe una cierta mirada psicologista que reduce el
ancho y complejo mundo de la voluntad al ámbito de la psicología científica. José Antonio
Marina muestra con maestría como una cierta idea de voluntad ligada con el dominio, las
normas la disciplina y la regidez ha sucumbido a manos de un tratamiento restrictivo de la
conducta humana por vía de la psicología (…)
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
“En el mundo del Voluntariado existe una cierta tendencia a examinar con lupa las
motivaciones iniciales de cada nuevo voluntario. La dogmatización de la motivación inunda y
puede paralizar a buena parte de las organizaciones sociovoluntarias.Vivimos tiempos de
idolatrías de motivaciones puras.”
Y amplía: “Desde parámetros propios del mecanicismo occidental se ha seguido una lógica
monocausal, donde – en este caso- la causa es la motivación, de la que se sigue un único efecto
y no otro: a tal motivación, tal efecto.” (8)
Y refiriéndose al Condicionante de la Maduración, expresa: “Los motivos por los cuales uno
comienza su VoluntariadoVoluntariado son importantes, y conviene conocerlos, pero no los
juzguemos como definitivos: estaríamos negando la posibilidad del proceso. Comprobemos
como poco a poco esos motivos iniciales se van modificando en función d elos nuevos que el
voluntario se plantea en la práctica.” (9)
Finalmente, un párrafo para la dimensión religiosa de las motivaciones, algo que hemos
encontrado tratado con muy interesante enfoque nuevamente en Portocarrero, Millán y Loveday:
“La relación entre las motivaciones y la religión es un campo sumamente complejo, sobre todo
cuando nos referimos al concepto de ayudar al prójimo. Ello debido a que en el cristianismo
(tronco de donde se desprenden los católicos y los evangelistas) existe el sesgo de preocuparse
por el otro no en tanto tal, sino porque a través de esa preocupación uno está en gracia con
Dios. Es decir, el beneficiado pierde su identidad para convertirse en uno de los tantos “hijos de
Dios”; y citan a Todorov: “(Esto explica que) en el amor-caridad, la sustitución del objeto
resulte posible: no debo atarme a tal o cual persona, sino sentir el mismo amor por todas.
Idealmente no debo conocer siquiera el nombre ni el rostro de aquel a quien dirijo mi caridad”
(10)
La dimensión religiosa de las motivaciones se puede explicar proyectándola sobre la relación
entre la figura del beneficiario y la figura de Dios.
“Es decir, la persona beneficiada no es un fin en sí mismo, sino que se convierte en un medio
(quizás inconciente) para llegar a Dios. Ello se aleja de la concepción humanista del individuo y
su desarrollo en sociedad, es decir, de una visión en la cual los valores de la igualdad, la
solidaridad y la universalidad son igualmente imprescindibles para el desarrollo social” (y ello,
segúnTodorov): “consiste, en primer lugar, en encontrarse en el origen de los propios actos (o
de una parte de ellos) y en ser libre de llevarlos a cabo o no y, por tanto, en poder actuar a
partir de la propia voluntad. El rasgo distintivo de la modernidad es constitutivo del
humanismo: también el hombre (y no sólo la naturaleza o Dios) decide su destino. Implica
además que uno sea el fin último de sus actos, que no apuntan hacia entidades suprahumana
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(Dios, el bien, la justicia) ni infrahumanas (los placeres, el dinero, el poder). Por último,
permite dibujar el espacio en el cual sus agentes evolucionan: el espacio de todos los hombres y
solamente ellos.” (11)
Pero además de estas lúcidas reflexiones, lo que nos ha parecido sumamente interesante de estos
autores, es que han formulado dos conclusiones concatenadas respecto del papel de la dimensión
religiosa de las motivaciones:
1) “Por lo tanto, no podemos concluir que la religión fortalezca motivaciones altruistas en
desmedro del interés personal, sino que, por el contrario, este último parece verse fortalecido
simultáneamente con aquellas.
2) “(Estos resultados) confirman nuestra conclusión principal: las motivaciones altruistas
están asociadas a intereses personales, y la religión no altera ese patrón general de
comportamiento.” (Los subrayados son nuestros) (12)
Así, de la combinación entre “evitar”, “distinguir” y “confiar” creemos que puede resultar un
plan acotado pero posible de acercamiento al objetivo.
1) Para el primer paso, decíamos que es entonces imprescindible evitar la lógica del peritaje,
aún a riesgo de que suceda lo que plantea Solanes Corella: “La realidad pone de manifiesto que
dentro d e la actividad voluntaria se confunden otros voluntarios no movidos propiamente por la
solidaridad, sino más bien por una especie de interés encubierto. Se trata de personas que
ejercen su actividad en asociaciones con finalidades básicamente sociales, sin recibir
remuneración a cambio, pero movidos por una intención más allá de la mera solidaridad. Estos
101
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
son los que denominaremos voluntarios interesados o falsos, asumiendo la contradicción que
estos términos pueden implicar, para concluir que la acción propiamente voluntaria no puede
tener otra finalidad que la altruista.” (13)
Coincidimos apenas parcialmente con la precaución de la autora, pues si bien es verdad que –
como cualquier otra manifestación social- el Voluntariado puede estar amenazado por “pícaros y
aprovechadores”, es muy difícil definir taxativamente quién es quién y sobre todo descubrir a
priori esa especie de interés encubierto que ella menciona.
2) Para trabajar sobre el segundo paso, distinguir entre motivaciones y actitudes, es necesario
que dediquemos un espacio para el conocimiento éstas últimas.
“En el lenguaje coloquial se recurre al término actitud para señalar que una persona puede
tener pensamientos y sentimientos hacia cosas o personas que le gustan o le disgustan, le atraen
o le repelen, le producen confianza o desconfianza, etc. Conocemos o creemos conocer las
actitudes de las personas porque tienden a reflejarse en su forma de hablar, de actuar y de
comportarse y en sus relaciones con los demás.” (14)
Las actitudes como tales, se diferencian de otras manifestaciones afectivas, y ello también
lo deja en claro Sarabia: “Una actitud es menos duradera que el temperamento, pero mas
duradera que un motivo o un humor o estado de ánimo. Aunque los principales determinantes
de las actitudes se entienden en términos de influencias sociales, tales como normas, roles,
valores o creencias, esto no las distingue por completo de otros constructos de personalidad.
Conviene diferenciar entre actitudes y valores. Estos Últimos incluyen la creencia según la cual
el objeto sobre el que se focaliza el valor es deseable con independencia de la propia posición
de la persona. Los valores son, por tanto, más centrales y estables que las actitudes. (15)
Y agrega: Las manifestaciones verbales de las actitudes se denominan opiniones y expresan un
posicionamiento evaluativo o predictivo de la persona respecto del objeto de su opinión. Las
actitudes se distinguen de las cogniciones o creencias por la presencia del afecto en la persona
a la que aquéllas se refieren. Las actitudes se diferencian de las habilidades, capacidades o
inteligencia no sólo por la presencia de un componente afectivo, sino también porque la mera
presencia del objeto de la actitud es suficiente para desencadenar la respuesta preparada, la
cual no requeriría una motivación adicional. La capacidad de una persona para dar cuenta de
sus acciones marca la frontera entre actitudes y hábitos. El «hábito» de conducir por la
derecha puede ser verbalizado, o no, por una persona habituada a hacerlo, pero lo expresa en la
práctica cotidiana. La «preferencia» por la conducción por la derecha (una actitud) refleja un
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
estado de conciencia que puede ser expresado verbalmente, aunque dicha persona pueda no
estar siguiendo su preferencia en ese momento. (16)
Las actitudes tienen un punto de contacto con las motivaciones, ya que “De acuerdo con estas
definiciones, si el componente motivacional (de activación y orientación de la conducta hacia un
objetivo) no estuviera presente, no podríamos hablar de actitud. ” (17)
Pero al ser manifestaciones externas, es posible trabajar sobre ellas, cosa que sobre las
motivaciones no creemos que pueda realizarse.
He aquí la diferencia y la importancia de trabajar sobre el aprendizaje de actitudes,
incorporándolas como un “contenido” a trabajar en las capacitaciones de los Voluntarios, y –
más ampliamente- en el itinerario institucional de los mismos.
3) Finalmente, en tercer lugar, proponemos confiar en el itinerario como un proceso/espacio para
operar sobre la maduración de las motivaciones.
Podemos plantear el tema en los siguientes términos: en una escala hipotética de niveles, podrían
trazarse dos límites respecto de la maduración de las motivaciones de los Voluntarios, ambos
igualmente válidos a la hora de aceptarlos como ladrillos an la construcción de un Voluntariado
inclusivo: en el nivel inferior, tenemos un Voluntario que manifiesta como motivación un “no sé
muy bien porqué ni cómo, pero siento necesidad de hacer algo”; en el nivel superior aparecen las
Motivaciones del tipo de “hacer por el otro es la forma como debe vivirse, es lo correcto, y no
necesita reconocimiento ni tolera tributos”. Es la materialización de la griega “eudemonía”: la
vida buena que debe vivirse para servir al otro necesitado.
Evidentemente, desde el tratamiento concreto y real, ambas situaciones- en tanto límites- son
bien diferentes de ser abordadas.
Para las motivaciones del nivel más básico será necesaria una altísima dosis de comprensión,
seguimiento, contención y construcción compartida de un itinerario que permita llenar de sentido
ese “no sé porqué, pero quiero hacer algo” y ayudar a transitar el camino d ela maduración; una
dimensión más en el itinerario del ser.
En el otro extremo –pero de igual modo- será también necesaria otra altísima dosis en este caso
de prudencia, para que la motivación que tributa en una convicción profunda y certera de
nuestra acción, no se rigidice en posturas excluyentes, incomprensivas e intolerantes frente a las
motivaciones de otros, en estadíos menos desarrollados.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(1) Vidal, G. y Alarcón, R. (1986): Psiquiatría, Editorial Médica Panamericana, Buenos Aires, p.
49
(2) Ib., p. 88
(3) Ib., p. 89
(4) Véase una extensa bibliografía y un análisis interesante - aunque por nosotros sólo
parcialmente compartido- sobre las motivaciones en Chacón, F. Y Vecina. M.L. (2000): Gestión
del Voluntariado, ed. Síntesis, Madrid.
(5) García Roca, Ximo (2003): “Los Voluntariados. Perspectivas de Futuro” en Montagut
Teresa (Coord.): Voluntariado: La Lógica de la Ciudadanía, ed. Ariel, Barcelona- p.171
(6) Portocarrero, Felipe; Millán, Armando y Loveday, James. (2004): Voluntarios, Donantes y
Ciudadanos en el Perú, Centro de Investigacion de la Universidad del Pacifico- Lima, p. 115 -
(7) Ib., p. 115 –
(8) Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000): Cartografía del Voluntariado, ed. PPC, Madrid, p.96-
(9) Ib., p. 97
(10) Portocarrero, F.; Millán, A. y Loveday, J., op. cit., pp. 121 y 122
(11) Ib., p. 123
(12) Ib., pp.125 y 127
(13) Solanes Corella, Ángeles. (2001): “El Trabajo del Voluntariado y su Institucionalización
Jurídica”, en García Inda, A. y López de Pisón, J., Ciudadanía , Voluntariado y Participación,
ed. Dykinson, Madrid, p. 170-
(14) Coll, César; Pozo, Juan Ignacio; Sarabia, Bernabé; Valls, Enric.( 1992): Los contenidos en
la Reforma, ed. Santillana, Madrid, p.134-
(15) Ib., pp. 134 y 135-
(16) Ib., p. 135-
(17) Ib., p. 135-
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
CAPÍTULO 8:
Si la exigencia impusiera una respuesta cerrada, por sí o por no, diríamos que no: que no
necesariamente hay un tipo especial de persona Voluntaria para cada modelo de
Voluntariado, pues la visión del Voluntario como sujeto debe hacerse desde una matriz de
complejidad, en la cual se entremezclan todo tipo de características.
Sin embargo, si la respuesta permitiera matices, entonces diríamos “no, pero...”
Porque si bien la prudencia descree de los modelos que la realidad habilita, no es menos cierto
que el ejercicio de determinado tipo de Voluntariado va configurando unos denominadores
comunes en las personas que los practican, que las van aproximando entre sí, no desde sus rasgos
o características, pero sí desde las prácticas requeridas y sobre todo desde las consecuencias que
ellas tienen en la dimensión de lo personal.
Pero hagamos un sintético recorrido; aquí el amable lector debe aceptar la paradoja de que para
comenzarlo- para avanzar- debemos primero retroceder.
Le proponemos entonces -como en los juegos de casilleros- retroceder sobre lo visto
sucesivamente a lo largo de tres capítulos: en el Capítulo 1, la conceptualización de la
Solidaridad ya como un fenómeno normal extensible a toda la gente “común” o ya como un
fenómeno exclusivo, atributo de sólo una élite moral; nos fundamenta dos miradas divergentes
desde las cuales buscar la respuesta a nuestra pregunta.
Avanzando tres casilleros, el Capítulo 4 provee desde el relato histórico, el fenomenal cambio
de paradigma que transformó al Voluntariado desde una cómoda posicón de certeza, a otra de
“contradición”, en su evolución hacia el “todos pueden ser Voluntarios”.
Finalmente, los tipos de Voluntariado expuestos en el Capítulo 5 son como imágenes de un
espejo que nos devuelve los talantes del Voluntariado que allí habíamos decripto como una
aproximación para reconocer “cómo son” los Voluntarios.
Hasta ahí la visita a Capítulos anteriores para tomar impulso; continuemos: si tomamos en
primer lugar, el Voluntariado desde su modelo más Posmoderno, este “altruismo indoloro” que
plantea Lipovetsky, es la base sustentadora del “Voluntariado como realización personal” (1) y
se corporiza en un Voluntario que se compromete “hasta ahí” (y no más allá), siendo el placer la
medida y su felicidad la profundidad de su compromiso.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Es un tipo de persona que ante todo privilegia su individualidad por sobre la concepción
comunitaria.
Sin embargo; la individualidad: ¿es siempre individualismo?
El individualismo: ¿es siempre egoísta?
No necesariamente.
Al decir de Savater “... Las peores amenazas para la convivencia en libertad no provienen del
individualismo... muchos jóvenes... son individualistas en el verdadero sentido de la palabra: no
porque se despreocupen de sus semejantes o los ignoren, sino porque no conocen nada más
digno de aprecio que cada uno de los individuos concretos.” (2)
Y agrega “El individualismo no ignora que cada ser humano es fruto de la colectividad en la que
nace y de la historia que comparte con otros: pero asegura que lo importante no es lo que las
circunstancias no elegidas hacen de nosotros, sino lo que nosotros, eligiendo, hacemos a partir
de esas circunstancias.” (3)
Elección como efecto del verbo supremo, conjugado en persona perfecta y tiempo ideal: “Yo
elijo”.
La el mercado en la posmodernidad ha visto la necesidad de equiparar el concepto de “libertad”
con “libertad para elegir qué consumir”.
Ser voluntario es para estas personas una elección que se suma a otras tantas que conforman el
rompecabezas de la cotidianeidad.
Insistimos, ello no es malo en sí mismo, pero marca definidos límites.
Esos que Aranguren –inefable- pone de manifiesto una vez más: “El Voluntariado como
realización personal... (está)...ligado a la cotidianeidad. Se valora el aquí y el ahora. Es el
Voluntariado que se incorpora en el horario y la dinámica de una persona que debe, además,
atender obligaciones familiares, profesionales y que no renuncia a otros espacios de ocio. Es un
Voluntariado con minúsculas, que encuentra su acomodo en medio de otras muchas y variadas
actividades. Se halla ligado, de modo especial, al mundo de las relaciones personales, de salir
de casa, de encontrarse con otros”
Creo, sin embargo, que no deben confundirse entonces los beneficios legítimos que el Voluntario
recibe del Voluntariado, con los que aquél se procure en clave de egoísmo. (4)
Estamos convencidos de que si el Voluntariado resulta tan difícil de resumir es no sólo por los
matices de su desempeño cotidiano, por los valores que comunica, por las enormes influencias
que opera sobre el sostenimiento de las prácticas democráticas, por la casi infinita variedad de
106
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
sus campos de acción, sino sobre todo, por el impacto profundo - la huella- que imprime en
quienes lo practican.
La huella representa la marca de la retribución, no pedida pero sí esperada y en sí misma es
legítima y no egoísta.
El Voluntariado indoloro es, en todo caso, la caricatura de esa huella.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
iguales, que pone en común con los demás trabajo no pagado. El destinatario del producto de su
trabajo es la sociedad, y por esto su actividad es pública aunque no estatal. Su actitud es la de
un operario; no la de un soldado. No se siente autorizado a exigir el sacrificio de otros, sino a lo
sumo el suyo. Trata de emprender modos de vida emancipatorios sin aplazarlos para después de
la revolución. No se ocupa necesariamente de los aspectos más políticos de la emancipación
social, sino también de transformaciones cotidianas necesarias y de espectos extrapolíticos d
elas relaciones sociales. Se solidariza con personas, y no sólo con las ideas de las personas. No
actúa sobre la base de creencias si puede evitarlo, sino sobre la base de conocimientos.
Considera el proyecto ideal susceptible de rectificación en razón de la práctica misma, y explora
autónomamente la realización de esa idealidad compartida. No establece una jerarquía de
valores entre el fin y los medios. Busca adquirir conciencia de especie; no sólo consciencia de
clase o de otro tipo de grupo social particular.” (8)
Así, si los modelos matizan, la diversidad matiza aún más.
Y todos pueden ser Voluntarios de cualquier modelo.
Pero… ¿ pueden todos ser Voluntarios?
Consideramos que no existen límites excepto uno - que al final veremos- para determinar
quién puede ser Voluntario, ni peligros de que cualquier personalidad se sume a su
práctica.
Esto por tres motivos:
En primer lugar, porque es muy importante desmontar la idea de creer que el Voluntariado
es sólo para unos pocos; que es un pasatiempo para que lo practique aquella persona que,
ausente de preocupaciones propias, con un buen trabajo y con un nivel educativo medio, utiliza
parte de su tiempo libre en hacer algo para aliviar el sufrimiento de los demás.
Hay que jubilar aquella frase que dice "Es una persona preparada, ergo, puede ser
Voluntario".
Es muy importante recordar esto – a menudo olvidado por obvio-: el requisito más importante
para ser Voluntario es tener el tiempo y la voluntad para actuar.
Esos son los fundamentos, y todos los seres humanos los tenemos;
Tiempo y voluntad son características que unifican las clases sociales, son Factores
Unificadores, en un mundo con tanta desigualdad.
Entonces, para ser voluntario no hace falta nada más, ni siquiera saber leer o escribir.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Claro, ser un buen voluntario, es otra cosa; implica preparación, capacitación, estudio. Y ser un
Voluntario de determinadas áreas específicas presupone muchísimo más; pero eso puede
adquirirse.
En segundo lugar, debemos tener cuidado, porque si ponemos la práctica del Voluntariado
como patrimonio único de los incluidos, es decir, de aquellos que tenemos trabajo, profesión,
familia y vacaciones, a los que la economía considera vencedores (y por lo tanto acepta dentro de
su lógica de mercado) estaremos construyendo un movimiento vedado a millones de personas
que hoy constituyen la mitad de la población de la tierra: los pobres, los marginados, los
analfabetos, los desempleados.
Y en tercer lugar, un motivo más: puesto que el Voluntariado es reflexión y crítica, sí, pero
sobre todo acción, es el mecanismo ideal para acabar con algo que desde hace mucho tiempo
hemos estado sembrando, (y sobre todo en los jóvenes): la apatía.
Hemos preferido cultivar la apatía como antídoto, exactamente en el otro extremo de una actitud
a la cual mucho hemos temido: la rebeldía.
Pero la cosecha nos salió mal, porque estoy convencido que la apatía (junto con la pobreza y la
marginalidad) es una de las nuevas máscaras de la violencia.
Hemos temido muchos años a la rebeldía, y la rebeldía no puede fructificar sino en progreso.
Claro que hablamos de la rebeldía constructiva, militante de la vida, apasionada por lo social.
Esa rebeldía serena que nos hace vivir tranquilamente alertas, que nos permite ejercer el
derecho a no resignarnos, a creer que uno puede participar para cambiar o mejorar la sociedad;
que no todo está determinado.
Esa rebeldía, en definitiva, empecinada por encontrar lo nuevo mejor, pero no lo imposible, o lo
sectario.
Rafael Argullol es uno de los que lúcidamente ha hablado de luchar contra el desencanto del
hombre, lamentándose por la aparición de un nuevo sentimiento de escepticismo sin lucidez, de
nihilismo, encarnado en lo que el llama el "hombre-espectador". (9)
Ese hombre espectador es fundamentalmente pasivo, incapaz de soñar, sus realidades aparentes
son los medios de comunicación, el confort y la seguridad, pero su “realidad real” es el
cansancio.
Aún así, sostenemos que ese "hombre-espectador" podría sumarse al Voluntariado; al igual que
los egoístas, los materialistas, los rencorosos o los herejes.
Porque creemos que el efecto del Voluntariado como Campo de Influencia, materializado en
lo que un correcto Itinerario personal e institucional puede proveer; un Itinerario que como
proceso Educativo opere en un doble sentido: entregando al Voluntario experiencias y
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Bilbeny acuñó originalmente este agudo término para designar a ese ser particular, que no
tiene lugar entre los nuestros; porque él nunca ha pensado que la humanidad somos los
suyos: el asesino de masas.
Y desde allí, lo ha extendido a una dimensión más amplia, como uno de los males de nuestros
tiempos: “El mal capital de nuestro siglo tiene su causa en la apatía moral de seres inteligentes.
Por eso no les llamamos necios ni simplemente “idiotas”. El asesino de masas es, ante todo, un
idiota moral.” (12)
La conceptualización de este autor es apasionante pero extensa, por lo que nos contentaremos
con extractar sólo un rasgo más de los idiotas morales, para terminar de fundamentar nuestra
convicción de apartarlos de las posibles personas aptas para ser Voluntarias: su incapacidad de
pensar.
“La ausencia de pensamiento, que hace al idiota moral insensible al acuerdo o desacuerdo
consigo mismo, no es, sin embargo, una condición deliberadamente buscada por este individuo.
Si la hubiera buscado ya no sería lo que es, un apático que en el fondo no piensa, aunque pueda
hacerlo, sino un ser, como Lady Macbeth, que utilizaría el pensamiento contra el pensamiento,
con el ánimo imposible de cometer el mal sin sentirse a sí mismo. A éstos les llamamos malvados
y a aquéllos simplemente idiotas morales, aunque el mal causado por los carentes de
pensamiento- el genocida, el psicópata- sea superior al provocado por el tirano y otras gentes
perversas. Con todo, el idiota moral se distingue de los últimos en que él no ha renunciado o
evitado por todos los medios el pensamiento, puesto que ello sería aún ejercer el pensamiento.
Si él no piensa no es porque lo haya decidido así, ni porque carezca de entendimiento, sino
porque el no pensar es un rasgo, el rasgo fundamental, a mi juicio, asociado constitutivamente a
su personalidad.” (13)
Creemos que es el único que ni el mejor Itinerario puede modelar; un caso perdido; y- tal vez por
eso- el más difícil de asumir.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(1) Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000): Cartografía del Voluntariado, ed. PPC, Madrid –p.81–
(2) Savater, Fernando (1996): “Individualismo y Tribu”, en AA. VV.. Textos para Pensar, ed.
Perfil, Buenos Aires, p. 64-
(3) Ib., p. 65-
(4) Aranguren Gonzalo, L., op. cit., p. 81-
(5) Zubero Beascoetxea, Imanol. (1999): “El Papel del Voluntariado en la Sociedad Actual”, en
Martínez de Pisón, J y García Inda, A. (Coord.), El Voluntariado: regulación jurídica e
institucionalización social, ed. Egido, Zaragoza p. 41-
(6) Aranguren, L., op. cit., p. 107-
(7) Ib., p. 123-
(8) Capella, J. R. (1993): Los ciudadanos siervos, ed. Trotta, Madrid, p. 215-
(9) Argullol, Rafael; Trías, Eugenio: (1992): El Cansancio de Occidente, ed. Destino, Barcelona.
(10) Aranguren, L., op. cit., p. 108-
(10) Bilbeny, Norbert. (1993): El idiota moral. La banalidad del mal en el siglo XX, ed.
Anagrama, Barcelona,
(11) Ib., p. 21-
(12) Ib., p. 87-
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
CAPÍTULO 9:
113
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En las instituciones, en el ejercicio de su liderazgo, los líderes siempre ejercen una cuota de
poder y una de autoridad.
Este ejercicio se expresa a través de los mecanismos de comunicación que se utilizan con los
miembros de la institución.A través de estos mecanismos se les indica lo que deben hacer, o se
les pide colaboración, o se les ordena ejecutar determinadas actividades, etc.
Todas estas formas de actuar y de expresarse están influidas por los supuestos concientes e
inconcientes que todas las personas tienen acerca de los otros miembros de la institución, y de la
institución misma.
Los líderes se comunican con la gente para facilitar la participación, la colaboración, y lograr
que la causa sea de todos.
Sus mensajes deben ser claros,homogéneos y esencialmente confiables; los líderes deben
transmitir con el ejemplo, comunicar con certeza y mostrar coherencia.
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6-Actitudes características
Ve a la gente como soluciones y no como fuente de problemas Respeta tiempos, costos, estilos
personales, convicciones
Conoce el aquí y ahora de la comunidad - Realidad sin mitos
Tiene fe en la tolerancia, la discusión y la libertad
Imparcial, no se liga demasiado a una persona; comparte con todos.
Sabe hacer una cosa por vez, una en cada momento y concentra sus energías en ello, olvidando
lo superfluo y realizando lo urgente.
Atención bien distribuida frente a múltiples asuntos
7-Funciones que cumplir
Compenetrarse en la filosofía del proyecto que dirige
Tener idea precisa de sus funciones
Saber comunicarse con los demás
Mantener una permanente actitud de aprendizaje
No pretender gustar a todos
Mantener al día su capacitación y formación
Hacer; reflexionar, enseñar y guiar; más que controlar, mandar y sancionar
Administrar impecablemente, con transparencia y sobriedad.
Elegir sus colaboradores por capacidad, no por amiguismo
Llevar un registro ordenado de todas sus actuaciones
Escuchar a todos, más allá de las funciones que cumplan
Brindar orientación, animación sin manipulación
Tomar decisiones con la profundidad necesaria
Distinguir la decisión coyuntural de la estructural
Mantener siempre abiertos los "Tres Canales del Éxito": Participación – Comunicación -
Negociación
No contentarse con administrar la crisis; promover acciones de crecimiento genuino. (2)
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Esto nos lleva a una primera conclusión: No es posible "desarrollar " una comunidad; ésta debe
desarrollarse a sí misma.
La necesidad humana de participación o de ser protagonista de su propia historia es una de las
necesidades no inmediatas del hombre; pero no por ello menos importante, sino fundamental
como condición y a la vez resultante de un proceso que pretenda ser transformador.
La participación real de las personas en las decisiones que afectan su vida cotidiana supone,
además, el reconocimiento de otras necesidades asociadas, que a su vez condicionan el proceso
de participación:autoevaluación de las propias capacidades, limitaciones
reconocimiento de la cultura del grupo de pertenencia
capacidad para crear y recrear nuevas formas de vida y de convivencia social
La comunidad requiere proyectos para estar viva.
Estos proyectos pueden estar liderados por personas con diversos estilos de conducción. El
liderazgo tradicional puede dar lugar al éxito de algunos indicadores del proyecto, pero con estos
estilos, la mayoría de las veces la comunidad no logra permanecer viva más allá del
cumplimiento de los objetivos formales del proyecto.
Una vez satisfecha la necesidad que dio origen - y fin - al proyecto, se hace difícil sostener la
trama social porque el compromiso de las personas es muy lábil y se desvanece ante el
cumplimiento.
Sólo un liderazgo que logre crear nuevos líderes naturales capaces de re-crear la experiencia
vivida y transferirla a otras necesidades puede retirarse con la confianza que la semilla ha sido
plantada.
Este liderazgo denominado Multiplicador se basa en una concepción de trabajo y en el
entrenamiento de habilidades y actitudes centradas en el logro de una progresiva autogestión.
Esto supone una gran responsabilidad, por lo cual aceptamos y promovemos que cada uno sea
Multiplicador hasta donde “pueda” y “quiera”
El Liderazgo Multiplicador se basa en una concepción de trabajo y en el entrenamiento de
habilidades y actitudes centradas en el logro de una progresiva autogestión.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
los usuarios. La pregunta surge entonces: ¿Porqué las "buenas intenciones" se derrumban al
ponerse en marcha lo planeado?
La respuesta contiene el análisis de un conjunto de variables intervinientes. Nos detendremos en
una de estas variables: la conducción.
Según Roger Kauffman, "...La clave del éxito radica en las personas y los procesos pueden ser
buenos en tanto lo sean las personas que los utilizan " (4)
Compartimos la idea que el éxito para la concreción de un proyecto se encuentra en las personas;
particularmente en la voluntad que ellas tengan de ejecutar cada uno de los pasos del proyecto no
solo con la rigurosidad que prescribe la planificación, sino con la calidez que debe traducir todo
acto humano realizado con pasión. Hablar de "pasión" en el a menudo frío mundo de las
denominaciones técnicas del diseño y la formulación de proyectos puede parecer aventurado;
pero no lo es a la hora de llevar estas planificaciones a la práctica.
En este sentido es de fundamental importancia el conocimiento que cada multiplicador tenga de
sí mismo:
¿Qué concepciones sustenta?, ¿Qué emociones privilegia?, ¿Cuáles actitudes practica?, ¿Qué
acciones implementa?
El Multiplicador es uno de los instrumentos del proyecto. Como tal, también es modelo de
construcción de otros multiplicadores provenientes del propio contexto y elegidos por ser líderes
naturales de la comunidad.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Los problemas que provoca la no aceptación del otro tal como piensa ,siente y es se pueden
observar en muchos ámbitos de la vida cotidiana.
Por tanto , se hace necesario un cambio en el enfoque de este problema: comenzar a darse cuenta
que las diferencias lejos de obstaculizar, enriquecen la elaboración de un proyecto, por lo que
éste se nutre de distintos aportes.
La búsqueda a veces permanente en los grupos, de "pensar igual", "sentir lo mismo" o "Hacer
compartido"; puede ser - en algunos casos- una cortina de humo.
Centrados en estos objetivos muchos grupos se paralizan buscando el "consenso total", otros se
ufanan de esta característica a lo largo del tiempo, sin comprender que lejos de ser un logro se t
roca en obstáculo para la creatividad y el crecimiento de los proyectos.
Son las diferencias las que estimulan el interés por lo nuevo, transformando el "más de lo
mismo" por situaciones de cambio.
Las coincidencias - con todo su valor- deben basarse en transacciones entre los miembros y/o
los grupos en torno al objetivo planteado.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
El Multiplicador debe trazar , entonces, el camino hacia una independencia - una "no -
dependencia"- pero debe hacerlo de manera gradual, cuidando los tiempos y los ritmos de cada
grupo y comunidad para no acelerar procesos que, si están mal afianzados, se desarmarán
inevitablemente en el futuro.
Con un planteo progresivo y explícito de "alejamiento", el Multiplicador hará comprender al
grupo cuando éste ya se encuentra preparado para liderar su propio destino.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Muchas veces, el contexto estimula la escisión entre estos aspectos, haciendo que algunas
personas aparezca una fractura: dicen una cosa y hacen... lo contrario.
Sin embargo la dificultad no está en el contexto, que podrá condicionar pero no determinar la
conducta del hombre.
Si el Multiplicador asume esta escisión como obstáculo interno, y se dispone a tomarlo como un
elemento más sobre el cual tendrá que trabajar, habrá dado un paso muy importante en la
construcción de su rol.
La pregunta que cabe ahora es: ¿ en qué consiste la formación y el entrenamiento de un
Multiplicador con estas características?
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Conocimientos operativos para el trabajo con los otros, en diversos contextos y etapas
evolutivas.
Aprendizajes a través de técnicas basadas en la participación que promuevan y faciliten el
surgimiento de nuevos líderes.
Competencias cognitivas al servicio de la percepción y la comunicación.
Actitudes para asumir-se como instrumento, ejercitando variados roles: facilitador, animador,
organizador, "delegador".
Actitudes de renuncia a ser el centro del proyecto y sentirse imprescindible.
Es parte del desafío actual el crear una nueva ciudadanía permitiendo espacios de participación
que faciliten intentos de organización comunitaria, tratando de respetar la heterogeneidad
cultural.
Aún queda mucho por recorrer en este sentido, pero si hay algo que resulta evidente es que los
cambios no son dados desde el exterior, ni mágicamente.
Debemos asumir el compromiso de la transformación y para ello tal vez sea un camino
comenzar a gestar Multiplicadores
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(1) Luna, Félix, opinión en “Mentes Líderes”, Diario Clarín, domingo 1 de diciembre de
1996, segunda sección, p.14
(2) Fundación Vignes, apunte de clase.
(3) Este concepto fue desarrollado desde la práctica en la Fundación Vignes y teóricamente
por Moreno, Inés (1986): El Multiplicador, como ser líder hoy., ed. Estudio Inés Moreno,
mimeo, Buenos Aires
(4) Kaufman, Roger (s/a): Planificación de sistemas educativos, ed. Kapelusz, Buenos Aires
(5) Bursztyn, Marcelo (Comp.) (2002): Dicen que líder se nace, y sin embargo Nosotros
Insistimos. Fundación Juan Gastón Vignes, ed. El Escriba, Buenos Aires, p.17
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
VÉRTICE III
La Institución con voluntarios
CAPÍTULO 10:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
El ejemplo más conocido y clarificador son las Cooperadoras Escolares: más allá de cuál sea su
autodenominación las personas cooperantes son Voluntarios y ejercen el Voluntariado, a través
de una serie de actividades Voluntarias que están directamente organizadas para operar
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
mejoramientos en ciertos aspectos del funcionamiento de una escuela, de índole estatal (claro
que existen también Cooperadoras de Escuelas Privadas, por supuesto).
Es decir, el efecto de la actividad Voluntaria se dirige a un espacio netamente público, más allá
que su pertenencia sea a una institución privada: “la Cooperadora”.
En la República Argentina, las Cooperadoras Escolares son no sólo actores tradicionalmente
reconocidos de la sociedad, sino que tienen un tratamiento jurídico específico – que las
diferencia de otras instituciones de la Sociedad Civil, y son mencionadas en la mismísima Ley
Nacional de Educación. (3)
Pero que la pertenencia, la organización de las actividades, la responsabilidad y el Voluntariado
provengan de la figura privada de la “Asociación Cooperadora”, no quita el foco de que la
acción, el producto tangible y final, sea el mejoramiento de una institución - como lo es la
Escuela- cuya garantía de funcionamiento, manutención y desarrollo es responsabilidad del
Estado.
La pregunta surge entonces inevitable y no pocas veces urticante: ¿Si la Cooperadora hace por la
Escuela lo que el Estado no…no se está favoreciendo que éste se desentienda de sus
responsabilidades básicas?
¿Cuando un aula es pintada, reparada o calefaccionada por esfuerzo – económico y de mano de
obra- de los Voluntarios de la Cooperadora, eso significa ahorro de dinero para el estado, o
justificación de su desentendimiento para con la educación, cuyo presupuesto puede mantener en
niveles siempre mínimos?
Este tipo de debate es ya anacrónico, pero hemos querido descender a él, para no perder de vista
desde qué condicionantes parte la actuación del Voluntariado en lo público, y así vislumbrar
mejor sus límites y posibilidades.
Ciertas son ambas cosas: que por un lado, las cooperadoras muchas veces son el sostén de
muchos requerimientos básicos que el Estado debería atender, y que por otro en los modelos de
gestión modernos, la relación Estado- Cooperadoras ha tenido y tiene experiencias de acción
conjunta muy fructíferas, donde cada uno atiende su campo de acción sin esquivar
responsabilidades ni desafíos, y optimizando la conjunción de recursos y energías: los subsidios
públicos entregados a Cooperadoras para realizar tareas de mejoramiento en las Escuelas, son
una muestra de este posible feliz accionar, no exento de disputas de poder y de sentidos.
Otro caso de modelo mixto, es la tarea desempeñada por los Voluntariados Hospitalarios en
hospitales públicos.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
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Al mismo tiempo la crisis de la pobreza y justamente la falta de empleo han hecho que la
sociedad se haya vuelto “empleocéntrica” midiendo las prácticas sociales según cuanto aporten
o compitan la generación de trabajo y empleo; creemos que será muy difícil y lento hacer
convivir el Voluntariado con estas realidades
Creemos que para que sea una opción ética y no manipulada, el Voluntariado en el ámbito
público desarrollado desde modelos directos, debe cumplir con dos requisitos fundamentales:
1.- Que no ocupe un potencial espacio de empleo, ni sea “paso previo para”.
2.- Que no asuma responsabilidades que correspondan al nivel de garantías o prestaciones que el
Estado debe brindar por serlo.
La mirada de García Roca al respecto, plantea con claridad tanto las condiciones de esa relación,
como sus desafíos: “El Voluntariado circula por el escenario del Estado y se sustancia en
formas específicas construidas con materiales de lo público. Al hablar de Estado en las
sociedades complejas aludimos a tres realidades distintas que habitualmente se confunden. Si no
las distinguimos, se produce un grave desencuentro entre lo público y el Voluntariado hasta
consagrarse la sospecha mutua. Desde lo político se descalifica al Voluntariado como
insignificante y carente de legitimidad democrática; desde el Voluntariado se desprecia al
Estado como el lugar de lo impuro y de la corrupción. El Voluntariado, en el futuro está
obligado a ensayar una nueva relación entre los elementos relacionales del Voluntariado y el
sector político aún a sabiendas que la conexión está empedrada de dificultades.”(4)
Respecto de esas tres realidades que desafían a su quehacer en la esfera del Estado, García Roca
puntualiza que el Voluntariado deberá: 1) Humanizar las administraciones públicas (rescatando
lo humano que se perdió en el proceso de burocratización), 2) Pleitear contra los intereses
privados (que contaminan al Estado) y 3) Reclamar por la defensa de los derechos de todos, al
punto que “el primer servicio que el Voluntariado tiene que hacer hoy en la esfera estatal
consiste en desidentificar público y estatal.” (5)
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psiquiátrico las cárceles, las que modelan la reflexión sobre el funcionamiento social, ni lo es la
fábrica, este dinosaurio económico, antepasado secular de la empresa; cuando se habla de
organizaciones la destinada para los bienes transables y no transables es la privilegiada.”(7)
Si la empresa es entonces lugar actual por donde pasa cada vez más la vida de las personas, ¿por
qué seguir extendiendo su influencia a otros territorios / relaciones como el Voluntariado, más
ligado a los mundos vitales?
¿Por qué no “despegar” un poco de la empresa como formadora de sentido para la vida, y buscar
ese mismo sentido en otras relaciones externas, de alteridad, de expansión; en las que el
Voluntariado puede fructificar por igual?
No decimos que haya que huir del Voluntariado Empresarial, pero sí saber que hay también un
mundo de Voluntariado “allá afuera”.
(1) Jerez, Ariel y Revilla, Marisa. (1997) “El tercer sector: una revisión introductoria a un
concepto polémico”, en Jerez, A. (Coord.), ¿Trabajo Voluntario o participación?, ed. Tecnos,
Madrid, p. 35-
(2) García Roca, Joaquín. (1994): Voluntariado y Solidaridad, Presencia Social, Santander;
tomado de: García Roca, Ximo (2003): “Los Voluntariados. Perspectivas de Futuro” en
Montagut Teresa (Coord.): Voluntariado: La Lógica de la Ciudadanía, ed. Ariel, Barcelona-
pp.170 y 171-
(3) Ley N° 26.206 de Educación Nacional. Más información sobre Cooperadoras Escolares
puede encontrarse en http://www.cooperadoras.com.ar
(4) García Roca, Ximo (2003): “Los Voluntariados. Perspectivas de Futuro” en Montagut
Teresa (Coord.): Voluntariado: La Lógica de la Ciudadanía, ed. Ariel, Barcelona- p. 176-
(5) Ib., p. 178
(6) Existe abundante bibliografía sobre Voluntariado Empresarial, desde una procedencia y
concepción fundamentalmente anglosajona. Para una mirada Latinoamericana del fenómeno,
véase el excelente libro –pionero en la Región de Galiano Corullón, Mónica y Medeiros Filho,
Bernabé (2002): Voluntariado na empresa. Gestao Eficiente da Participacao Cidada, ed. Mónica
Beatriz Galiano Corullón, Bernabé Medeiros Filho, Sao Paulo.
(7) Abraham, Tomás. (2000): La Empresa de Vivir, ed. Sudamericana, Buenos Aires, pp. 32 y33-
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CAPÍTULO 11:
Para una institución que nunca ha trabajado con Voluntarios (o peor aún: para aquélla que
en algún momento de su historia ha tenido una mala experiencia con algún voluntario) no es
sencillo dar el primer paso y tomar la decisión de hacerlo.
En toda institución existen siempre los que se denominan “factores inhibidores” ante cualquier
decisión importante que deba tomarse: los factores inhibidores son ideas, experiencias,
pensamientos, anticipaciones o creencias que justamente inhiben, impiden, demoran la decisión
de asumir algo nuevo.
En el caso del Voluntariado, estos factores se pueden resumir en categorías de creencias y
afirmaciones, respecto de las limitaciones y los problemas que traería trabajar con voluntarios
dentro de la institución.
11.2. El sentido de incorporar Voluntarios a la Institución
Comenzamos este apartado realizando una afirmación: cuando una institución decide
incorporar voluntarios y comenzar a trabajar con ellos, los voluntarios aportan a la
institución dos elementos indisolubles, que vienen unidos el uno al otro, como las dos caras
de una misma moneda: Riqueza y Complejidad.
En efecto: estamos convencidos que trabajar con Voluntarios enriquece a las instituciones. No
sólo por el aporte en términos energéticos, es decir, de personas aportando trabajo concreto, sino
además en términos de crecimiento vital.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
La presencia de Voluntarios no sólo aporta riqueza al interior de las organizaciones sino también
plantea un enriquecimiento de la sociedad en general, al reconocer en el Voluntariado un valor
que se convierte en práctica.
Por otro lado, la práctica del Voluntariado también aporta valores fundamentales a las
instituciones.
Aquellas organizaciones que deciden implementar programas de Voluntariado, se abren a un
nuevo horizonte, no sólo porque puedan aumentar su capacidad operativa- eso es bueno, claro-
pero sobre todo, porque los desafíos de crecimiento se extienden desde el área programática o
estratégica hacia una dimensión ético-humana.
Yo creo que, para funcionar, el Voluntariado requiere instituciones triplemente animadas, en
las tres acepciones más importantes de esa palabra: por un lado, animadas en tanto valientes,
con el coraje necesario para decir: bueno, aquí existe un problema que es prioritario, que tal vez
no nos agrade o no nos interese demasiado, pero es un problema grave y debemos atenderlo.
Animadas a actuar, a proponer, a hacerse responsables de lo que resulte de sumergirse en las
realidades más difíciles.
La segunda acepción de, animadas significa nada menos que con ganas, con ánimo de hacer
las cosas, de afrontarlas. Como se ve, esto es todo lo contrario a la apatía. Las ganas, el ánimo, el
esfuerzo no son virtudes automáticas; se construyen y modelan día a día.
El tercer modo en que nos interesa que las instituciones sean animadas, se refiere a la idea
asociada al espíritu, al mundo "de las ánimas". Instituciones donde pase "algo más" que una
simple colección de actividades, donde la mística se sienta. Este, que parece el aspecto más
secundario, es uno de los que más dolores de cabeza está dando a los empresarios: se han
preocupado mucho por lograr que sus empresas fueran eficientes, y en muchos casos lo han
logrado y hoy se preguntan cómo conseguir que sus empleados se motiven, y sientan que la
organización es algo más que un mal necesario donde se va a trabajar para poder vivir.
El Voluntariado necesita de instituciones animadas, y a la vez las hace.
Pero la incorporación de Voluntarios también trae complejidad.
Complejidad fundamentalmente en dos sentidos: en primer lugar, desde el punto de vista de la
gestión, es decir, de las consideraciones, aprendizajes, adaptaciones y cambios que la institución
deberá estar dispuesta a realizar para que el grupo de Voluntarios “funcione” y su aporte sea
efectivo en términos de trabajo concreto.
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Cuando de parte del Voluntario existen muchos deseos de incorporarse a la Institución, pero
asimismo muchas indefiniciones respecto de cómo hará para poder compatibilizarlo con sus
otras actividades personales; en ese caso la institución no debe dejar la decisión en manos del
Voluntario y sí tomar la iniciativa y proponer una postergación, hasta que las cosas estén más
claras.
En el momento del contrato con el Voluntario, es conveniente establecer tiempos de contrato
cortos o medios (por ejemplo 6 meses) luego de los cuales recontratar por un período más.
Otro mecanismo institucional sugerido para reducir la rotatividad es “complejizar” la
arquitectura de los proyectos con voluntarios aumentando su cantidad de y reduciendo su nivel
de tiempos reales de trabajo.
Así, por ejemplo, que una misma tarea sea realizada por dos voluntarios – con menor tiempo de
dedicación- que por uno sólo sobre el cual recaiga toda la responsabilidad puede parecer más
complicado en el corto plazo, pero redundará en mayor estabilidad a mediano y largo.
2) Estableciendo canales de comunicación fluida y sincera con los voluntarios:
Complementario de lo anterior - pero con mayor peso específico aún - la comunicación fluida y
sincera con los voluntarios, es la llave para reducir y anticipar la rotatividad.
Mantener permanente contacto con éste, preguntar y conocer no sólo acerca de su desempeño
como voluntario, sino de su vida en general, estar atento a sus comentarios respecto del tiempo
que le insume la tarea voluntaria, etc., son algunas sugerencias a tener en cuenta.
Finalmente: ¿Qué se puede hacer ante un voluntario que de todos modos debe o decide irse?
Ante la rotatividad consumada (siempre que la separación sea en buenos términos entre
voluntario e institución) es posible aún resignificarla, con dos acciones básicas:
1.- Invitarlo a que quede ligado a la institución como “Voluntario Honorario”.
Si luego de una prolongada permanencia en la Institución, un Voluntario formado, capacitado y
experimentado decide alejarse (en buenos términos) es conveniente – más que insistir con su
vuelta – resignificar su relación futura con la institución e invitarlo como “colaborador” o
“asesor” para casos y situaciones puntuales, en los temas donde pueda brindar sus
conocimientos: por ejemplo una “mesa redonda de formación de Voluntarios” dónde se lo invite
como disertante, para que esporádicamente colabore con alguna actividad especial, brinde un
taller que sea de su conocimiento, realice contactos en nombre de la institución, nos acerque
información específica, etc.
Es decir: que continúe en contacto, no sólo desde lo afectivo (que siempre es de esperarse) sino
con alguna función – mínima desde el compromiso horario- pero ligada a la tarea voluntaria.
2.- Que el voluntario abandone la institución, pero no el Voluntariado.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Es posible sugerir al voluntario otras instituciones o espacios donde seguir realizando una tarea
voluntaria, tal vez con horarios más flexibles, o más cerca de su nueva casa o lugar de trabajo.
Para ello, la institución puede consultar bancos de datos de Voluntariado, o establecer redes con
otras organizaciones para recomendar a los Voluntarios.
Esta tarea opera sobre una valoración del Voluntariado que va más allá de su funcionalidad y se
proyecta como valor social.
En un estudio muy interesante sobre la lógica de funcionamiento de las instituciones que trabajan
con Voluntarios, los autores Cardarelli, Kessler y Rosenfeld, descubrieron que existen algunas
instituciones para las cuales la alta rotación de los Voluntarios “no es muy costosa, dado que la
escasa calificación de las tareas que realizan estos voluntarios le ahorra la necesidad de
realizar una inversión en su capacitación: la deserción personal no es una pérdida significativa,
mientras la tarea siga siendo realizada ” pero que – más allá de la libertad de cada institución de
elegir de que modo operar con sus Voluntarios – tolerar ésta práctica no aporta en el plano
social, porque “el voluntario que “entra” y “sale”, que no participa en decisiones
institucionales y que no es sujeto de una política de capacitación, no formará parte de una masa
crítica de agentes multiplicadores eficaces de un ideario y una tecnología de acción colectiva”
(2)
11.4. Riqueza y Complejidad como Inversión de Energía.
Relacionada con las ideas de riqueza y complejidad, y condicionada por el concepto de
rotatividad, se encuentra una visión energética del Voluntariado, entendida ésta como la cantidad
de energía (de todo tipo) que una institución debe invertir en un Voluntario que llega y se
incorpora; en ella incluimos la energía necesaria para de linear el perfil de Voluntarios que se
busca, desarrollar la campaña de convocatoria y el proceso de incorporación, capacitar a los
nuevos Voluntarios, explicarles el funcionamiento institucional, etc.
Esta energía que la institución invierte en el Voluntario, es simultánea con la que el Voluntario
brinda a la misma al desempeñarse en ella; pero su relación no es lineal.
Podemos graficar dicha relación, colocando en el eje de ordenadas el cociente entre la energía
entregada por la institución al Voluntario y la brindada por el Voluntario a la institución; y ver su
evolución en función del tiempo, registrado en el eje de abscisas.
Esta relación evoluciona generalmente tal como se muestra en el Gráfico N°8 (al final del libro )
constituyendo lo que se conoce como “Tobogán del Voluntariado”, por la forma de la curva de
energía.
Nótese que como estamos haciendo la división entre la energía que invierte la institución, sobre
la que brinda el voluntario, cuando la primera es mucho mayor que la segunda- tal cual acontece
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
en los primeros tiempos del Voluntario en la institución- el cociente da números altos, y por eso
la curva tiene cotas elevadas.
Medida que transcurre el tiempo, la relación entre “energía invertida y energía recuperada” se va
emparejando, y cuando la energía que la institución invierte en el Voluntario es igual a la que
recibe por la participación del Voluntario den la institución, el cociente es igual a 1, y a ese se lo
denomina tiempo de equilibrio (te).
A partir de allí, sucede generalmente que la relación se invierte, y la institución comienza “a
ganar más de lo que invierte” (cociente menor que uno).
Por lo tanto, el desafío para las instituciones es llegar a ese tiempo de equilibrio (te) lo más
rápida y seguramente posible, evitando que la rotatividad haga que el Voluntario se aleje de la
institución antes del mismo, con la consiguiente pérdida de energía.
11.5. Los Puntos de Anclaje de un Voluntario en una Institución: Los 5 Puntos Cardinales
Al analizar la naturaleza del contrato psicológico que realiza un Voluntario con la institución, es
posible identificar cinco Puntos de Anclaje que actúan al modo de cinco puntos cardinales, que
nos orientan para saber cómo es el grado de involucramiento del Voluntario con la institución.
Los Puntos de Anclaje de un Voluntario:
Estos cinco puntos de anclaje no necesariamente se influyen mutuamente; y es posible que unos
sean más poderosos o determinantes que otros en la inserción de un Voluntario en la institución.
El desafío institucional, la tarea a realizar, es procurar mantener un nivel de equilibrio entre
los cinco, para evitar que un Voluntario quede “pendiendo solamente del hilo de uno de ellos”, y
aumente así su potencial rotatividad. Si notamos- por ejemplo- que un Voluntario manifiesta
explícita o implícitamente que sólo acude al proyecto porque “está encariñado con los niños”; y
que “si no fuera por Pedrito y Juancito, ya hubiera dejado hace rato la actividad”; estamos frente
a una potencial situación de pérdida del Voluntario, de momento que uno o más destinatarios
dejen de participar.
Allí, se hace urgente ver qué le sucede al Voluntario en relación con los otros cuatros puntos de
anclaje, y trabajar para fortalecerlos.
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CAPÍTULO 12:
PROGRAMAS DE VOLUNTARIADO
Vamos a hablar de los Programas de Voluntariado desde dos miradas diferentes pero
complementarias: la primera es una más sistémica, más enfocada en un programa como una
unidad funcional; la segunda, focalizada en un tipo especial de proceso, definido como el
concepto de “Itinerario” y al que dedicaremos todo el capítulo inmediato siguiente.
12.1. El Programa en sí mismo.
Un programa de Voluntariado tiene dos características básicas que no sólo lo definen
técnicamente, sino que lo organizan operativamente: Estructura y Alcance. Veamos qué
significa cada una de ellas.
Estructura:
143
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Alcance:
El Alcance se define como la posición del Programa de Voluntariado en el Organigrama
Institucional, su importancia dentro del mismo, su injerencia y peso relativo en la determinación
de las decisiones, etc.
El Alcance es “la medida de la importancia” que tiene un Programa de Voluntariado
dentro de una institución.
Hay instituciones muy grandes, que movilizan gran número de Voluntarios a través de
Programas con Estructuras complejas, etc. pero cuyo Alcance es netamente secundario en la
visión, misión y estructura decisional de la misma.
Estructura y Alcance se influyen mutuamente, y – por ejemplo – definido el Alcance de un
Programa, es conveniente construir una estructura que no sólo permita gestionar el trabajo de los
Voluntarios, sino que además cumpla con las expectativas que el Alcance plantea.
Más allá del tipo de Estructura que tenga el Programa de Voluntariado que vayamos a diseñar e
implementar en nuestra institución, existen una serie de pasos básicos y mínimos que enhebrados
lógicamente, dan racionalidad a las posteriores acciones que desarrollemos. Veremos aquí cada
uno de esos pasos, explicando cada uno en particular, y en su relación con los anteriores y
siguientes.
Antes de continuar es necesario volver a plantear en este punto una aclaración ya realizada:
Cada Institución es quien en definitiva realmente “sabe” cómo deberá ser su Programa de
Voluntarios.
Lo que aquí se plantea, es una secuencia lógica y posible, pero no obligatoria, y se basa en la
creencia de que no es necesario ni “Reinventar la Rueda”, ni “Aceptar Recetas Enlatadas”.
En efecto, cada uno de los pasos que se explicará a continuación está lógicamente encadenado y
son producto de la experiencia de muchas organizaciones que han desarrollado la tecnología
necesaria para Coordinar Voluntarios superando el tan engorroso sistema de “ensayo y error”.
Los errores ya cometidos por otros, así como las iniciativas exitosas, constituyen “la rueda ya
inventada” y tiene poco sentido intentar reinventarla desde cero.
Por otra parte, ninguna aplicación aislada de estos pasos – ni siquiera de este Programa
completo- es “garantía automática de éxito”, si la institución no se apropia de ellos para
resignificarlos, para cambiarlos, inter-cambiarlos, enriquecerlos, suprimir los que no sean
144
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
pertinentes...Vale decir: es necesario que cada institución reflexione antes acerca del “por qué”
de cada paso de este Programa Básico, y se pregunte si está convencida de aplicarlo o no.
Dicho esto, veamos entonces un Programa Básico de Voluntariado, y sus pasos principales:
145
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En total sintonía con la Visión, aparece la Misión Institucional, como respuesta al “para qué”.
Ese “para qué está la Institución” se traduce aquí en “¿Para qué queremos Voluntarios?”
El mayor riesgo frente a esta pregunta, son las respuestas que aparecen como obvias o
totalizantes y por lo tanto, es oportuno replantearse aquí qué no debe ser el Voluntariado.
Con M. Dolores Vázquez (3) afirmamos que el Voluntariado no es:
Mano de obra barata: La labor voluntaria no significa una posibilidad de empleo mal
remunerado, ni siquiera teniendo en cuenta la situación de paro y desestabilización laboral que
existe. El Voluntariado tiene sentido como expresión de la participación y de la solidaridad
social. Esta que se hace efectiva a través de valores que sustentan la gratuidad y el compromiso
de construir una sociedad más justa. 0 sea, valores muy diferentes a los de la sociedad de
consumo, pues nada tienen que ver con las relaciones mercantiles que en ella se privilegian y
establecen. Por lo tanto, sería caer en un grave reduccionismo el intentar transformar el aporte
del Voluntariado en un bien económico y, como tal, en un bien de intercambio. El trabajo es un
derecho del ser humano. Ser voluntario es otro derecho.
Suplencia de profesionales remunerados: No puede plantearse la tarea de los voluntarios como
suplentes de los profesionales, ni aún en caso de ausencia de éstos. El aporte del Voluntariado
es único y creativo, y como tal insustituible. Se mueve en el plano de una relación dialógica y de
complementariedad con otros agentes y profesionales (como Parte integrante de un proyecto
global), lo que de ninguna manera significa una invasión en el profesional. Plantear el binomio
profesional-voluntario en términos de competitividad es un camino sin salida. La única relación
posible es la de complementariedad.
Prácticas pre – profesionales: El Voluntariado no es una forma de conseguir prácticas
profesionales, ni tampoco la posibilidad de mejorar un curriculum, colaborando con
instituciones de prestigio social. Como hemos señalado en sus notas características no está
motivado por egoístas y calculados intereses personales, sino por un servicio y compromiso
para con los demás. El hecho de que este enriquecimiento personal / profesional venga, sí es
una realidad. Lo que va en contra de la identidad del Voluntariado es ir a buscarlo a priori.
Acceso a un puesto de trabajo: Tampoco tiene como objeto el hacer méritos para tener la
posibilidad de acceder a futuros puestos de trabajo dentro de la institución.
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Para las convocatorias específicas, no tiene mucho sentido hacer un esfuerzo enorme por
contactar a un medio masivo; conviene más identificar cuáles son los canales de comunicación e
información que ese perfil específico frecuenta.
Por ejemplo, si estamos buscando un arquitecto Voluntario, un aviso en las carteleras de las
universidades con facultades de arquitectura y urbanismo, o una gacetilla en publicaciones o
suplementos de arquitectura serán eficientes.
Evidentemente, la búsqueda a través de Internet y del correo electrónico también se ha vuelto
una modalidad muy utilizada, por su bajo costo y la rápida multiplicación de su difusión.
Es un medio altamente sugerido, que tiene como contraparte que puede generar un número
elevado de consultas – justamente- “inespecíficas” hacia la institución (otros voluntarios que se
ofrecen, consulta sobre si financian proyectos, preguntas acerca de otras actividades, etc., y que
ésta deberá estar predispuesta a atender -o no hacerlo- y asumir el riesgo de parecer
“antipática”).
Cuando el texto de la convocatoria revista una importancia fundamental, debe confeccionarse y
enviarse en formatos tales como el PDF, que no pueden ser alterados por quien los recibe y los
multiplica.
IV. Recepción
Así como decimos que la convocatoria a los Voluntarios nace antes de su publicación,
afirmamos que la relación con la institución nace desde el mismo momento en que el voluntario
“pisa el umbral” de la puerta de la institución.
Nuestra sugerencia es preparar una recepción cálida, organizada y que refleje sin exageradas
estridencias lo que la institución es.
Veamos algunas modalidades.
IV.1. Rutinas de recepción.
La variedad de formas de recepción de los Voluntarios convocados es muy amplia.
Depende de varios factores, por ejemplo:
a.-Recepción grupal: En las convocatorias de un número elevado de postulantes a Voluntarios, es
posible citarlos para un determinado día y horario, y celebrar una reunión de recepción.
Allí, se sugiere que un miembro de la institución vaya recibiendo a las personas a medida que
van llegando, hasta que comience la reunión.
Esta deberá ser breve, pero con tiempo suficiente para formular claramente los objetivos de la
convocatoria, esclarecer las dudas y consultas de los postulantes, y determinar los próximos
pasos a seguir.
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Puede incluir también un recorrido o visita por la organización y sus proyectos (si esto fuera
posible).
Si en la reunión se va a realizar algún tipo de selección, esto debería comunicarse con
anticipación, al igual que si los Voluntarios deben llevar sus antecedentes o referencias por
escrito.
Lo sugerido es separar momento de la recepción del de la selección, y que el primer contacto no
sea el último.
b. -Recepción Individual: En ocasiones, las instituciones prefieren citar a los Voluntarios de
manera individual, sea por cualquier tipo de razones, incluso de espacio.
Las características básicas de lo anterior, también se extienden a las recepciones individuales.
Estas consisten habitualmente en una serie de reuniones pautadas en diferentes días y horarios, y
tienen un carácter obviamente más personalizado, y de mayor intimidad con el postulante.
Pueden también combinarse con el momento de entrevista.
c.- Casa Abierta (“Open House”): Una modalidad que comenzó a desarrollarse en algunas
organizaciones, es la de establecer determinados días y horarios para “abrir la institución al
público” con motivo de que la conozcan.
Esto se hace generalmente una, dos o tres veces al año, un día no laborable, durante 3 ó 4 horas
seguidas y puede ser exclusivo para postulantes a Voluntarios o no.
En algunos casos – y en la medida de las posibilidades- un “open house” incluye la recepción,
un recorrido o muestra de los proyectos de la institución, un momento de “tomar un refrigerio”,
conversar, etc.
En relación con la convocatoria a Voluntarios, el “open house” puede servir para entregar - al
inicio- un volante institucional y/o el perfil de Voluntario que se busca, y preguntar – hacia el
final – quiénes están interesados en recibir más información – para futuras convocatorias- o
directamente acercarse a una entrevista personal en el corto plazo.
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Veamos igualmente algunas de las cuestiones fundamentales a tener en cuenta para organizar y
desarrollar una entrevista, que abundante literatura recoge en profundidad y por lo tanto
presentaremos sólo como un resumen.
En nuestro caso, la persona a quien llamaremos “entrevistado” será el postulante a Voluntario; y
la que llamaremos “entrevistador” será algún dirigente o miembro de la institución convocante.
1.- Una entrevista tiene una estructura pautada.
Más allá que se decida – y se sugiere- que la misma se realice en términos distendidos y
agradables, una entrevista no es una charla informal de esto o aquello, sino una interacción
estratégicamente orientada a un fin.
2.-Preparar la entrevista con anticipación. En función de lo anterior, es fundamental planearla
con detenimiento, especialmente preguntándose el “para qué” de la misma, y organizando sus
detalles de tiempo y lugar.
3.-Comunicar claramente al entrevistado, cuáles son los objetivos de la entrevista.
Más allá de una cuestión de sentido común, esto es clave para el aprovechamiento de la misma;
es importante que el entrevistado sepa si la entrevista es definitoria o no de su incorporación; si
debe llevar algún material por escrito, si debe recabar alguna información en especial que le será
preguntada.
4.-Establecer criteriosamente la duración.
Una entrevista no debería durar más de 40 minutos, a lo sumo y como mucho, una hora,
incluyendo las presentaciones previas. No tiene sentido hacer de ella una sesión maratónica.
5.- Decidir –y comunicarlo claramente- si se pedirán anticipadamente datos por escrito, para
procesarlos y que estén en conocimiento del entrevistador con suficiente antelación.
6.-Comunicar con claridad cómo se continuará luego de la entrevista.
Finalizada la misma, es muy importante que el entrevistado sepa cual es el próximo paso y quien
lo dará.
Se sugiere que sea la institución quien se contacte con él en un tiempo prudencial.
Es absoluta e igualmente importante que –sea para informar de su admisión o no- la institución
cumpla con esta promesa de comunicación.
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Ya hemos hablado anteriormente al respecto de las motivaciones; lo que debemos agregar aquí
es que, si bien la entrevista es una oportunidad real de conocer más profundamente al postulante
y compartir sus visiones respecto de aquello que lo motiva a postularse, creemos que en 45
minutos de charla, es muy difícil sino imposible conocer a fondo las “verdaderas” motivaciones
del postulante a voluntario.
En ese sentido, desalentamos las conclusiones del tipo de sentencia certera o sumaria acerca de
si una persona “sirve” o no para ser voluntaria, o si detrás de sus palabras esconde motivaciones
que no son las que dice tener.
La descripción del puesto y de las tareas es algo que debe comunicarse al postulante a Voluntario
en dos etapas: una descripción inicial, más general, anterior a la entrevista (durante la misma
pueden incluso ir incorporándose detalles), y otra posterior a la selección, con un nivel de detalle
mayor y de manera personalizada con el Voluntario seleccionado.
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Fuera entonces del plano de los papeles, el Contrato Psicológico se da en el plano de los
Acuerdos de Voluntades, donde si la importancia mutua se hace explícita (la de la institución,
en contar con tan valioso recurso como el Voluntario; la del Voluntario, en poder participar
como miembro de una institución prestigiosa...) la cuestión se resuelve sin firmar nada.
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Estos acuerdos operativos escritos también forman parte del Contrato Psicológico, pero no lo
suplantan.
VI. 2. Niveles de participación ofrecidos por la institución al Voluntario.
Tal cual se afirmaba anteriormente, este es ele momento de explicitar al Voluntario cual será el
tipo y profundidad de participación que el mismo podrá ejercitar dentro de nuestra institución;
contestar sus dudas, escuchar sus sugerencias.
VII. Período de adaptación (con o sin función) / Capacitación Inicial
Denominamos Período de adaptación al período inmediatamente posterior al ingreso de un
nuevo voluntario a la institución. Debe ser un tiempo contemplado y planificado por la
institución, para brindar al Voluntario una contención y “ambiente seguro y gradual” para
comenzar a conocer la dinámica institucional y su rol en ella.
La importancia de este período dependerá también de la complejidad de la tarea a desarrollar por
el Voluntario, o del tema específico en el que vaya a desenvolverse.
Corresponde a esta etapa la denominada capacitación inicial del nuevo Voluntario, primer
contacto de éste con una experiencia de capacitación desde la institución.
VIII. Capacitación
La Capacitación o “formación” es uno de los elementos fundamentales del Voluntariado.
Vamos a seguir a la autora española, María Elena Alfaro, que nos introduce en los componentes
básicos de toda formación de un Voluntario:
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“Cuando nos referimos a formación del voluntario estamos hablando de un proceso constante
de transformación en que el voluntario junto con su grupo de acción, va dialogando con la
realidad, va aprendiendo de ella, va sistematizando sus conocimientos.”
Al hablar de formación del voluntario, ella (1) lo plantea desde una triple dimensión:
1. En su saber: sus conocimientos, su información
2. En su saber hacer: sus hábitos y habilidades
3. En su ser: sus actitudes, su crecimiento personal
Dimensiones a las que el concepto de Liderazgo Multiplicador agrega una cuarta:
4.- Saber mover a hacer: multiplicador de voluntades.
La capacitación no debe verse sólo como un mecanismo para lograr que los Voluntarios realicen
su tarea de manera más eficiente, sino también como un derecho del Voluntario.
En tanto derecho, la capacitación debe cumplir con algunas características; debe ser: (2)
a. Integral, es decir que se desarrolle con equilibrio entre lo personal, grupal, social, etc.
b. Participativa, que acorte las distancias entre el que enseña y el que aprende.
c. Inductiva, en el sentido en que la primera necesidad del voluntario es una aproximación
técnico-práctica, es decir, de los aspectos necesarios para su acción.
d. Permanente, pues la capacidad de aprendizaje del ser humano es inagotable, y es en este
contexto en que las instituciones deben proveer al voluntario las oportunidades para incrementar
permanentemente su formación.
IX. Supervisión
IX.1. La diferencia entre supervisar y evaluar.
Toda tarea necesita de un encuadre que le de contención y continuidad, que le establezca límites
y horizontes de crecimiento, que le brinde seguridades y le minimice incertezas; la supervisión
responde con buena parte de estas necesidades.
Para comenzar, es importante distinguir entre supervisar y evaluar.
La supervisión es anterior a la evaluación, es un acompañamiento señalador, es una libertad
contenida por quien tiene “súper-visión”, no porque vea más, sino porque ve diferente.
La tarea de supervisión enmarca y da sentido a la evaluación, ya que evaluar a alguien sin
haberlo supervisado antes sería un sinsentido desde lo técnico y una incoherencia desde lo
humano.
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Toda evaluación debe comenzar con la realización de un Diseño de Evaluación, que debe
hacerse antes de comenzar a trabajar, atendiendo entre otras, a las siguientes dimensiones:
a.- ¿Para qué vamos a evaluar?
b.- ¿A quienes / qué vamos a evaluar?
c.- ¿Cuál será la información necesaria que deberemos conocer para poder evaluar lo anterior?
d.- ¿Cómo se recogerá esa información, con qué mecanismos?
e.- ¿Con cuáles parámetros compararemos los resultados de lo evaluado? (Se deben construir
esos parámetros)
En general, se sugiere que la evaluación combine y compense aspectos cuantitativos (los
“números” significativos de la actividad) con cualitativos (las características, opiniones y
percepciones de los involucrados)
En el caso de la evaluación cuantitativa, muchos pueden ser los “números” significativos, y ello
dependerá de cada institución y programa, pero en general, se pueden mencionar los siguientes:
XI. Reconocimiento
En términos de la gestión de Voluntarios, el punto del reconocimiento no es un tema para nada
menor.
Constituye, en cambio, no sólo una práctica agradable, sino uno de los pilares en que se asienta
la relación dialéctica del “dar y recibir” en la cual todo Voluntario se encuentra incluido.
En Voluntariado, “reconocer” es tan vital como “hacer”y en no pocas oportunidades, la
medida del reconocimiento es para el Voluntario, la medida en que la institución valoró su
hacer.
Veamos algunas formas de reconocimiento y sus características:
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CAPÍTULO 13:
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Tal vez lo más importante del concepto de Itinerario sea que así como sucede en los espacios
públicos muy transitados donde la gente -con el uso- construye sus senderos más prácticos y
cómodos, más allá de los que urbanistas y arquitectos determinaron y construyeron como
“obligatorios”, igualmente cada Voluntario construye en la institución su itinerario, cerca o lejos
del Programa Oficial que la misma haya diseñado y crea tener en rotunda marcha.
Saber esto, considerarlo, es fundamental no para reprimirlo sino para potenciarlo, pues en ese
itinerario particular de cada uno, nace y se resignifica el compromiso presente y futuro del
Voluntario con la institución, y de la persona con el Voluntariado.
13.3. Versus y Zonas Grises
Técnicamente puede afirmarse que una institución ha comenzado un proceso de crecimiento
genuino cuando abandona los Versus.
Los Versus son falsas encrucijadas, pues no son encrucijadas de caminos sino de precipicios: por
cualquiera que sigamos, nos caeremos…
Los Versus pueden ser de diversa índole, naturaleza y alcance: Teoría vs. Práctica, Acción vs.
Reflexión, Laicos vs. Religiosos, Voluntarios vs. Rentados… y la lista sigue.
Los versus plantean una dinámica falsa, porque no suponen elecciones sino opciones en términos
absolutos de esto o aquello, de claro u oscuro.
Y en medio del claroscuro…están los Grises.
Las Zonas Grises de una institución son aquellas que no figuran en los organigramas, que no
tienen “coordinador” a cargo, pero que no sólo existen, sino que además son los territorios de las
conjeturas, maravillosas ventanas por donde se asoma la contradicción constructora.
Lo que no nos convence del planteo de un modelo sistémico para el Voluntariado es que es un
fruto débil y simplista que percibimos detrás de esa cáscara aparentemente tan fuerte y bella que
se muestra en sus prescripciones u organigramas.
El afán de sistematizar y regular el ciento por ciento del funcionamiento de una institución
persigue la utopía de que - en el límite- que el sistema mismo se autorregule, de manera tal que
se evite tomar decisiones y que el sistema mismo diga lo que se debe hacer.
¿Pero que es lo que existe de maravilloso en las organizaciones comunitarias, en las instituciones
de bien público, en los programas de Voluntariado, sino la necesidad de poner en riesgo el saber
y la seguridad tomando decisiones comprometidas a cada minuto?
Esas zonas grises existen siempre, las que no existen son las líneas con las cuales nosotros
separamos sistemas, cargos y funciones en los organigramas de las planificaciones estratégicas.
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Creemos que lo más importante que puede suceder en una organización que trabaja con personas
y para las personas, no es su trabajo rutinario y bien practicado sino esos momentos claves de
inseguridad, de peligro (¡y de oportunidad!) que se despliegan cuando se toman decisiones.
Y además…sucede justamente que en esas zonas grises, esas zonas donde los subsistemas se
confunden y difunden, regiones evitadas, tapadas, eludidas, temidas, son las que los Voluntarios
eligen para circular como peatones.
¿Por qué los Voluntarios prefieren transitar las zonas grises institucionales?
No existe una respuesta única a esto, pero podemos ensayar la siguiente aproximación: asumir
los grises y trabajar sobre ellos supone luchar contra los sobreentendidos; es mirar con más
atención el “cómo” que el “qué”.
Y aquí es donde reaparece otro concepto clave: la Proximidad. Este concepto traduce el “qué”
en “cómo”, poniendo en jerarquía a éste sobre aquel.
El Voluntariado se nutre de Proximidad, pues como vimos, si el Voluntario hace mucho, pero lo
hace fríamente, sin inmutarse, sin mirar a los ojos, escuchar o vibrar, la tarea pierde sentido vital
y el Voluntariado se desdibuja en su esencia.
Y la Proximidad suele ser justamente un área gris de las instituciones: proximidad entre su
misión y su hacer cotidiano, entre su funcionamiento y su esencia, entre Voluntario y
destinatario, entre la institución con sus propios Voluntarios.
Así como cada oficio genera “un ojo” profesional – el arquitecto que con sólo mirar un salón
sabe cuantos metros cuadrados tiene, o el panadero al que le pedimos un kilo de pan y sin mirar
toma unos cuantos de ellos y seguramente no yerra por más de 100 gramos…- así cómo sucede
en muchos órdenes, creemos que el Voluntario genera un “ojo” para detectar proximidad.
Y es por eso que el Voluntario “siente” y “sabe” cuando en una institución le hablan desde la
proximidad o no. Por allí pasan buena parte de los planteos que los Voluntarios hacen a las
instituciones.
Lo que debemos pedirles a nuestros Voluntarios es que sigan movilizando a la institución con el
motor de la contradicción, pero sin correr delante de ella.
No poner el carro delante del caballo, significa que los Voluntarios no exijan a la institución una
“coherencia instantánea” y sí permitirle el necesario proceso para superar los Versus.
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profundidad, que remite a una tensión entre principios básicos y modalidades, tensión que
actúa como organizador.
Estamos diciendo que creemos que en una institución con Voluntarios existe siempre una
Tensión entre los que hemos denominados Principios Básicos de funcionamiento del
Voluntariado, y las Modalidades que la institución posee y ha elegido para gestionar a los
Voluntarios, y que esa Tensión – que siempre está presente- hace de organizador, ya sea en
el sentido de que – cuando óptima- permite hacer circular y dinamizar la gestión; y cuando
excesiva o nula, opera como traba o factor de ruptura. Tratamos de representar esto en el
Gráfico N° 10 (al final del libro)
Los que hemos denominado Principios Básicos de funcionamiento del Voluntariado a los
efectos de su gestión son los siguientes
Principio 1
“El desempeño de un Voluntario en una institución evoluciona según un Itinerario”
Principio 2
“El Voluntariado se ejerce desde la Proximidad”
Principio 3
“La actividad Voluntaria transita los Grises -institucionales y sociales- y como tal desafía los
Versus”
Principio 4
“El Contrato Voluntario / Institución posee una naturaleza particular, diferente del contrato
laboral”
Así, para gestionar a sus Voluntarios, las instituciones deben tener en claro cómo las
Modalidades elegidas se relacionan con los Principios Básicos del Voluntariado, pues de esta
relación surgirá el nivel de Tensión.
En general, el Voluntariado prefiere Modalidades participativas, flexibles, no autoritarias.
Se lleva mejor con Modalidades democráticas, de exigencia real, compartida y referida a
desempeños y no a escalafones.
Prefiere las Modalidades comprometidas con la realidad, no esquizofrénicas ni pasatistas, ligadas
a una valoración sensata del tiempo que se entrega, del saber que se comparte, de la afectividad
que se pone en juego en cada vínculo.
Las modalidades subrayadas, traban la dinámica de Gestión por exceso de tensión.
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En el otro extremo el Voluntariado tampoco se lleva bien con Modalidades “laissez faire”, con
fantasías mesiánicas o cavilaciones eternamente intelectuales, alejadas del encuentro real con los
otros, por más que el ambiente sea relajado y placentero.
Estas Modalidades ahora subrayadas, impiden la Gestión por defecto, por falta de Tensión
dinamizante.
En síntesis: cada institución tiene la libertad de elegir las Modalidades que desee, en función de
sus convicciones, objetivos organizacionales, visón y misión.
El Voluntariado podrá ser gestionado en casi todas, pero a costos energéticos y valóricos
muy diferentes, en función de esa Tensión Organizadora que liga Modalidad con
Principios.
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más extrovertido y “líder” y más adelante por quien más experiencia tiene en la problemática
sobre la cual se trabaje, sin que ninguno tenga formalmente el título de “Coordinador”.
Finalmente, hay instituciones que deciden incorporar de manera formal la figura del Coordinador
de Voluntarios dentro de su Programa de Voluntariado, porque así lo estiman pertinente o
conveniente.
En ese caso, aparece entonces la figura del coordinador como cargo.
Aquí se espera que quien tenga el cargo de Coordinador, sea quien cumpla la función de
coordinar.
Esto no significa que deba hacerlo de manera totalizante; muy por el contrario, la delegación (de
tareas, funciones y responsabilidades) tiene un lugar entre las mejores técnicas de coordinación.
“Entender a los demás es Sabiduría; conocerse a uno mismo es Suprema Sabiduría” decía el
maestro Confucio y, como al igual que en cualquier tarea, profesión, oficio o actividad, en el
ejercicio del Voluntariado pueden aparecer situaciones que denominaremos de Agotamiento, es
fundamental que sepamos cómo identificarlas y combatirlas.
Decíamos en el Capítulo anterior que por agotamiento no nos referiremos a la sensación de
cansancio o preocupación “natural”, sino al “Cansancio Límite” o “burn - out”.
La idea es “no quemarnos”, primero y principalmente para no afectar nuestra salud y
secundariamente para no deshacer - por ese motivo - el compromiso con la acción Voluntaria y
seguir disfrutando de la misma.
Veamos entonces algunos de los síntomas a los que debemos prestar atención como señales que
estamos cayendo en Zona de Riesgo, para identificarlos y trabajarlos a tiempo.
Es importante aclarar que en todo momento nos referiremos a situaciones generales, y que los
síntomas del Agotamiento pueden aparecer de muy diversas maneras en cada Voluntario,
combinados, alternados, simultáneos, de manera imprevista o luego de una larga incubación; y
por lo tanto confiamos en que cada uno sabrá leer los propios y tomar esta guía sólo como
orientación muy genérica.
Camino al Incendio:
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En el ejercicio del Voluntariado, puede uno tener días regulares, malos y hasta malísimos...
días donde todo parece estar patas para arriba o no nos sale una...
Y sin embargo uno sigue firme en la lucha... y hasta se permite la autocrítica o el humor.
Pero cuando uno siente que está comenzando a hacer las cosas con fastidio, tedio o peor aún,
con bronca, es hora de parar: el incendio está cerca.
El Voluntariado es una práctica positiva, no una faena rutinaria o fría, y mucho menos un
castigo del Olimpo.
• No cumple ni la mitad de los compromisos asumidos:
Aquí la diferencia está en que todavía la tarea causa placer, pero comenzamos a notar que “se
nos escapa de las manos...”, nos sentimos desbordados.
Empezamos a tomar una cantidad cada vez mayor de compromisos, que luego no podemos
cumplir ni siquiera en parte, e inmediatamente nos sentimos culpables, lo cual alimenta el círculo
vicioso, y el Incendio se acerca...
Momento de parar, delegar, recontratar, priorizar... reflexionar... ¡pedir ayuda!
El Voluntariado no es activismo, es acción conciente.
• No puede separarse de la Tarea:
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La relación con los pares de tarea Voluntaria: otros Voluntarios, personal rentado y dirigentes
de la institución es un parámetro permanente para saber si estamos cerca del Incendio o no... y
viceversa desde nosotros hacia ellos.
• Somatiza
Algunas personas somatizan sus preocupaciones o procesos de agotamiento: cansancio
generalizado, jaquecas, nudos y contracturas, etc. Cualquiera de estos síntomas - que pueda ser
atribuido a la acción Voluntaria - son señales del cuerpo que marcan la cercanía del Incendio.
En síntesis ¿Para qué Quemarnos?... Con tanto Incendio allá afuera... ¿para qué agregar uno
más?
(1) Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000): Cartografía del Voluntariado, ed. PPC, Madrid,
especialmente el Capítulo V
(2) Ib., p. 178-
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Vértice IV
El Voluntariado en Relación Social
CAPÍTULO 14:
Este Vértice del Diamante del Voluntariado como Campo remite, como decíamos, a la puesta del
Voluntariado en el escenario social.
A lo largo de los sucesivos Capítulos de este apartado, iremos analizando la relación del
Voluntariado con otros conceptos fundamentales de lo social; comenzando por dos: Voluntariado
y Participación y Voluntariado y Mercado.
Otras relaciones igualmente importantes, fueron desarrolladas por importantes autores, y no nos
ocuparemos de ellas, sino reverenciándolas; especialmente la relación entre Voluntariado y
Derechos Humanos (1) y la visión del Voluntariado como Movimiento Social (2).
Desde una mirada macrosocial, Sirvent propone este lúcido abordaje conceptual como previo a
otras miradas más instrumentales:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Cuestiones como: ¿quién participa? ¿Cómo? ¿A través de cuáles mecanismos? ¿En qué áreas
de la vida institucional? Son interrogantes fundamentales, y corresponde a la teoría
transformarlos en categorías de análisis para ofrecer respuestas generalizables.”
P A R T ICIPACIÓN REAL
SIMBÓLICA
La PARTICIPACION REAL-. Ocurre cuando los miembros de una institución o grupo ejercen
poder en todos los procesos de la vida institucional; sea en forma directa o representativa
(indirecta); y especialmente en:
a.-Acciones a través de las cuales no se ejerce, o se ejerce en grado mínimo, una influencia a
nivel de la política y del funcionamiento institucional.
b.-El generar en los individuos y grupos que están involucrados una ilusión de un poder
inexistente.
El punto central, entonces, es el poder institucional entendido como una intervención real en la
toma de decisiones de una institución. La participación real supone modificaciones en la
estructura de concentración del poder. Desde esta perspectiva muchas iniciativas definidas
como “apertura a la participación" son discutibles y hasta cuestionables ya que no representan
cambio alguno en los esquemas que monopolizan las situaciones de poder. Es más, pueden
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representar formas "enmascaradas " de dominación y verticalismo que, así presentadas, son
más difíciles de detectar.”
Roberto Martínez Nogueira, (4) otorga a la participación social de estos tiempos, los siguientes
atributos:
Específica: Como contraposición a genérica. La participación se desencadena en torno a
cuestiones concretas, inmediatas o que afectan valores a los que se les otorga una posición
elevada en la escala jerárquica.
Cognitivamente Orientada: Es una participación que no afecta la totalidad de la vida del
individuo y, por lo tanto, los elementos expresivos volcados en ella enfrentan los límites
impuestos por la racionalidad de la acción y por el carácter instrumental de ésta.
Circunstanciada: No es una participación que se precipite en torno a cuestiones de alto nivel de
generalidad, con proyección temporal a largo plazo o con eventuales resultados de carácter
difuso. Por el contrario, es una participación convocada tras objetivos concretos, fácilmente
visualizables y apropiables, dirigida a provocar decisiones o cambios en otros actores claramente
identificables.
Estratégica: Esto implica que se da en el marco de una distribución de poder, a la que se atiende
a través de la búsqueda de acuerdos y la conformación de alianzas tras intereses compartidos,
aún cuando estos sean sólo circunstanciales.”
14.1.2. La participación en el contexto de las Instituciones
Mirada desde una óptica más institucional, es bueno preguntarse cómo se desarrollan estos
procesos participativos al interior de las organizaciones.
Así, con referencia a la participación en el ámbito institucional y a su vinculación con el contexto
más amplio de la comunidad, podemos definir dos modelos generales de participación, no
excluyentes, que perfilan a su vez, dos estilos de conducción institucional.
a) Participación como movilización: suele ser utilizada por la dirigencia en búsqueda de
legitimidad. S manifiesta en convocatorias, reuniones, charlas, asambleas, donde el éxito se mide
más por el número de personas asistentes que por la calidad organizativa y las propuestas
elaboradas y consensuadas. Tienen objetivos de concientización, distribución de la información o
búsqueda de acuerdos para decisiones preestablecidas desde el poder.
b) Participación como concertación: se refiere a la generación de espacios de interacción entre
distintos actores sociales, para elaborar conjuntamente acuerdos y decisiones sobre objetivos y
actividades a desarrollar, concertando estrategias para la búsqueda de recursos y consolidando
formas organizativas que lleven a cabo las propuestas. Implica una democratización de las
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Existen tres niveles de participación, que varían de una más restrictiva a una más amplia. Estas
se refieren a:
a) información: debe ser la necesaria en calidad y en cantidad, y la población tiene que estar en
condiciones de evaluar la información que maneja;
c) toma de decisiones: los participantes pueden decidir sobre sus propios asuntos, lo que supone
una adecuada y oportuna información, el reconocimiento de acuerdos, diferencias, mecanismos
adecuados de discusión y de toma de decisiones.
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En efecto, muchas veces un Voluntario se acerca a una Institución para hacer una tarea concreta,
sin deseos de involucrarse “más allá” de su labor, pues- por ejemplo- ha tomado el Voluntariado
como “distracción con sentido social” (esto es más frecuente de lo que se cree) y “no desea
problemas” y por ende no está predispuesto a participar: “A mí me gusta que me digan
claramente lo que debo hacer, lo hago sin problemas y cumplo con mi vocación de servicio”
sería un relato posible de estos Voluntarios.
Del otro lado, muchas veces la Institución ve en la llegada del Voluntario al “futuro dirigente”, a
esa persona comprometida que está haciendo falta... “para que las cosas no se caigan”.
Algo tan sencillo como un claro intercambio inicial de pareceres entre Voluntario e Institución
respecto del tema de la Participación, despeja muchos supuestos futuros.
Para resumir: cuando un voluntario es llamado a desempeñarse en una institución, es de esperar
que ésta tome la iniciativa en explicitarle de la manera más pertinente, cuáles serán las
posibilidades, estilos, límites y potencialidades de la participación de un voluntario en dicha
institución.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
y no del otro- posible de ser afrontado y corregido: “En primer lugar, tenemos las debilidades
que surgen por dejarnos contagiar por la lógica del mercado. La definición misma del
Voluntariado está en el coraje de una profunda convicción en las fórmulas no mercantiles de la
vida. Son voluntarios los que creen que hay espacios para fórmulas no mercantiles. Por tanto
nuestra organización y nuestros valores no están guiados por la racionalidad del mercado (...)
sino por los valores de uso en contra de los valores de intercambio, que son los del mercado. El
mercado desaparece si desaparecen los valores de intercambio y el Voluntariado desaparece si
desaparecen los valores de uso. Cuando la lógica mercantil domina al Voluntariado, nacen unas
patologías evidentes” (6)
Y así como Andrés García Inda ha acuñado la frase “Colonización Jurídica” del Voluntariado,
nosotros decimos que debemos estar muy alertas frente a la “Colonización Mercantil” del
Voluntariado; y como toda colonización tiene un componente de conquista; el grito de batalla
frente a la Cabeza de Medusa podría ser: “fuera mercado del Voluntariado: no te necesitamos,
sos prescindente; no sólo podemos sino que disfrutamos vivir sin vos”.
La colonización tiene múltiples vías de acecho, de las que vamos a detenernos solamente en dos:
la medición económica del Voluntariado, y el secuestro de algunas palabras.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Porque una institución, en tanto persona jurídica, puede ser actor social y económico, y de hecho
las instituciones del tercer sector o sociedad civil lo son; al consumir electricidad y teléfono; al
generar productos y servicios, al emplear a un determinado número de personas y abonar sus
salarios, al contratar y pagar a proveedores, etc., están operando económicamente de manera
real; es decir, movilizando capital, haciéndolo circular, comprando y vendiendo; que es lo que al
mercado importa.
Eso es indiscutible y si su cómputo se incorpora a la economía o al Producto Interno Bruto de un
país, está bien.
Pero esto no tiene nada que ver con la intención delirante de pretender asignar un valor
económico al Voluntariado, delirio expresado en síntomas como el siguiente: “computar las
horas promedio que trabaja un voluntario, equipararlo a un valor promedio de salarios entre un
operario y un profesional, y luego- al multiplicarlo por el número de voluntarios que tiene un
país- “dibujar” un número (probablemente millonario) de supuesto dinero que se incorpora a la
economía.
Agustín Morán, en un excelente artículo sobre el trabajo y su relación con el Voluntariado,
reproduce el pensamiento que Jeremy Rifkin manifiesta en su libro “El Fin del Trabajo” respecto
de esta cuestionable visión. Según Rifkin, “En Estados Unidos el sector voluntario supone el 6
por ciento del PIB y el 9 por ciento del empleo total. Agrupa a 1.400.000 asociaciones y 69
millones de familias cotizantes. Desarrollan algún tipo de actividad voluntaria94 millones de
ciudadanos. Esta masa de trabajo gratuito equivale a 20.500 millones de horas, cuyo
equivalente en salarios supondría 176.000 millones de dólares”. (7)
Este punto de vista que proponemos y defendemos, es compartido también por otros autores,
entre ellos Antonio Madrid, que expresa: “En este sentido, se ha de advertir contra el recurso
engañoso, aunque útil publicitariamente, de poner precio al trabajo desempeñado por los
voluntarios. Una vez cuantificadas las horas de trabajo realizadas, se multiplica la cifra
resultante por un precio medio por hora de trabajo, de cuya operación suelen derivarse
resultados impresionantes. Esta operación (que por otra parte encierra una gran carga de
discrecionalidad al no tener en cuenta la intensidad del trabajo, los medios tecnológicos
utilizados, la productividad o los beneficios obtenidos) se puede aplicar al trabajo doméstico (de
hecho existen estudios en ese sentido), no a las relaciones de amistad, benevolencia y buena
vecindad o a las relaciones familiares. O en su vertiente negativa, se puede comenzar a
cuantificar el dinero que se pierde debido al tiempo utilizado en dormir, pasear, mantenerse
limpio, trasladarse, comer… A poco que se piensa se descubren importantes inconvenientes que
aconsejarían a los responsables de las entidades de voluntariado ser cautos a la hora de
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
esgrimir como argumento de fuerza el valor económico del trabajo desarrollado por su
organización. Posiblemente, sean estos tics de los que el sector voluntario se debería cuidar.”
(8)
Creemos que asignarle un valor económico al tiempo que un voluntario destina a su tarea,
además de ser inoperante desde lo económico, es una de las mayores canalladas que se le puede
hacer al Voluntariado.
Y creemos aún más: medir al Voluntariado en dinero, es un atentado terrorista contra su
esencia; y si es verdad que no queremos terrorismo, comencemos por eliminar el
terrorismo de las ideas.
Para tomar dimensión del disparate que esta concepción encierra, dejemos de lado un segundo al
Voluntariado, e imaginemos un país de fantasía; una isla donde sus únicos habitantes sean un
Rey – que como tal no trabaja- y un millón de esclavos; que trabajan sin descanso, contra su
voluntad, enfermos y mal comidos, en jornadas agotadoras de 20 horas por día.
Los esclavos sacan oro de una mina propiedad del Rey; quien lo vende al exterior y a su
exclusiva ganancia. No contento con calcular el Producto Interno Bruto de su país de acuerdo a
su producción de oro- y para posicionarlo mejor en ranking de otras naciones del mundo- al Rey
se le ocurre la ingeniosa idea de calcular cuál sería el salario que recibirían los esclavos por
trabajar tantas horas, y sumarle este hipotético- pero impresionante monto- a la economía de su
isla: más de uno creería que allí está el paraíso donde vivir...
Salvando las distancias entre Voluntariado y esclavitud, la reflexión es la misma: imaginar
una economía con producción, venta y movimiento de capitales, pero sin la paga de salarios
no es una alternativa técnica; es una concepción fascista y criminal de la economía.
Deseamos economías ricas, pero sostenidas sobre la base de la producción con salario digno, y
no desde las caravanas de la especulación, adornadas con ejércitos de Voluntarios.
Sin embargo, en Rifkin la propuesta no es territorio de islas de fantasía, sino que se apoya en una
visión tan cruda como pragmática:
“Con este pensamiento, Rifkin considera un hecho consumado la lógica dominante de
mercantilización de las relaciones sociales y propone como paliativo el uso organizado del
trabajo voluntario, más barato y eficiente que el trabajo asalariado.
Hoy, con la economía mercantil estancada, la redistribución estatal de la riqueza en retroceso,
sólo un esfuerzo concertado con el Voluntariado (…) y con el apoyo adecuado del sector
público, permitirá hacer frente a las demandas de servicios sociales, así como mejorar su
calidad” sostiene Morán; y agrega otra aguda reflexión sobre esta visión: “La propuesta
implica cambiar la socioburocracia, que gestiona los segmentos excluidos del mercado de
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
trabajo, por una burocracia sentimental. Es decir dar pomada a las llagas y olvidarse de la
fábrica de llagas. Seguir sin pedir cuentas a un sistema despiadado, oponiéndole sólo buenos
sentimientos ante sus innumerables víctimas.” (9)
El filósofo argentino Tomás Abraham ha denominado con una sutil ironía a esta
instrumentalización mercantilista del Tercer Sector y del Voluntariado: una infernal utopía.
“Dije infernal, aventurando una opinión, porque un mundo de directivos inventivos, círculos de
calidad sumamente dinámicos, millonarios en sandalias y zapatillas, estrellas fulgurantes,
millones de desocupados, otros millones de pobres rentados, y todo esto como andamiaje de un
mundo feliz, da que pensar.” (10)
Ligado a esta instrumentalización, otro punto también confuso es el del aporte del Voluntariado
tomado como “ahorro” de recursos.
Se han oído más de una vez cálculos en los que se expresa cuánto se ahorra un gobierno (por
ejemplo) al contar con aporte de voluntarios para realizar una tarea, un proyecto, o un programa.
Cabe resaltar que – antes que ahorro- el Voluntariado es en esencia multiplicación.
Porque en realidad sólo se puede hablar de ahorro, sobre la base de la existencia cierta de “lo
que” ahorrar, y no considerar que lo que no gasto es automáticamente ahorro.
Uno ahorra si teniendo 100 para gastar en comida, gasta sólo 70 y guarda otros 30 como ahorro,
que en algún momento podrá destinar para comprar-por ejemplo- un libro.
Pero si nunca ha tenido los 100 – y por lo tanto no pudo gastar ni un solo peso en comida- mal
puede decirse que ha ahorrado 100.
Si así fuera, los desempleados sin salarios ni pensión, o los pobres extremos, serían los que
mayor capacidad de ahorro tendrían, pues nada gastan. Y se ve que este razonamiento es
ridículo.
Igualmente ridículo es pensar- entonces- que una tarea que el estado no hace por no tener o
querer invertir en ella, cuando hecha por Voluntarios, entonces es un ahorro.
Ahorro sería si el estado fuera a invertir 100 en educación, y gracias al aporte de la actividad
voluntaria gastara efectivamente 70 y luego reasignara esos 30 ahorrados, a –digamos- mejorar
los hospitales.
Cuidado, porque asumir alegremente que el Voluntariado hace ahorrar al estado lo que éste no
pensaba invertir, es muy cercano a justificar la desinversión en áreas vitales o indelegables de
éste.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Todos los poderes tienen igual tendencia a secuestrar palabras y pedir rescate por ellas: en todos
los casos, el motivo del secuestro es su sentido, y el recate que se paga es el de su significado.
El secuestrador se apropia del significado de la palabra, y nos la devuelve aparentemente sana y
salva, pero vaciada de significado.
¿Por qué importan las palabras?
Importan porque “…en esta época la reina es la imagen…y hacer de la palabra un bisturí y un
megáfono es un desafío descomunal…
También porque el despotismo de la era visual arrincona a la palabra (…) en las tiendas de
trucos y bromas. Aún así, sólo podemos confesar nuestra confusión y nuestra impotencia,
nuestra ira y nuestras opiniones, con palabras. Con palabras nombramos nuestras pérdidas y
nuestra resistencia, porque no tenemos otro recurso, porque los hombres están
indefectiblemente abiertos a la palabra y porque poco a poco son ellas las que moldean nuestro
juicio. Nuestro juicio, temido a menudo por quienes detentan el poder, se moldea lentamente -
como el cauce de un río- por medio de corrientes de palabras. Pero las palabras sólo producen
corrientes cuando resultan profundamente creíbles” (11)
Uno de estos secuestros ha sucedido con la palabra “interés”, atrapada por el mercado.
Previo rescate, éste nos la devolvió con un único significado aparente: “interés económico”.
El diccionario atribuye a la palabra interés dos acepciones muy claras: 1.-Provecho, utilidad,
ganancia. y 2.-valor intrínseco de una cosa, anteriores a la del “lucro del capital”, que viene en
tercer lugar.
No compartimos la expresión, cuando se dice que el Voluntariado es desinteresado.
Al contrario, el Voluntariado es una de las actividades más interesadas que puedan realizarse:
interesada en la sociedad, interesada en la persona, interesada en transformar las condiciones
infrahumanas de no-vida de muchísimas personas, interesada en el ejercicio de la ciudadanía,
interesada en el crecimiento de la solidaridad como cultura…y la lista de etcéteras e intereses
continúa.
Autocensurarse y decir que el Voluntariado es “desinteresado” es asumir que el sentido de la
palabra interés es exclusiva propiedad del mercado, y no es así: es el interés en sí misma como
especie, el que ha hecho que la humanidad se mantenga dignamente vivita y coleando.
Los Voluntarios no son gente desinteresada, sino que es exactamente al revés; los desinteresados
son los que especulan, los que matan, los que discriminan, los que roban…y también, por qué no,
los que miran al Voluntariado con condescendencia y desprecio.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En el caso del empleo en relación de dependencia, se pueden hacer tres distinciones: la empresa
privada, el empleo público y las instituciones de la sociedad civil.
El primer caso es el más sencillo de tratar: ¿Qué persona ofrecería su tiempo, conocimiento y
fuerza de trabajo de manera Voluntaria a una empresa con fines de lucro?
¿Quién querría trabajar – por ejemplo- ocho horas como cajero en un banco, ingeniero de una
constructora o empleado en un mercado sin cobrar sueldo?
Además: ¿Qué empresa dejaría un puesto clave de su estructura- digamos un gerente- en manos
de un Voluntario que hoy puede estar y mañana no, que no puede asegurar su fidelidad futura,
que puede dejar su puesto de un día para otro sin indemnización, pero tampoco explicaciones?
Y puesto que Voluntariado no tiene nada que ver con flexibilización laboral, pasantías pre-
profesionales o trabajo ilegal, decididamente, no existe ninguna competencia entre Voluntariado
y empleo en relación de dependencia en la empresa privada.
En el caso de los empleos públicos- donde algunas instancias de los Estados Nacionales,
regionales o locales son los empleadores- la mayoría de las veces la existencia de leyes,
reglamentaciones o disposiciones prohíben que un determinado cargo pueda ser ocupado por un
Voluntario.
Imaginemos que frente a la falta de una docente en una escuela pública, una Voluntaria puede
ocupar su lugar hasta tanto el Estado envíe a una asalariada, pero ni éste, ni aquélla, ni la
comunidad podrían asentir en que el puesto se ejerza de manera Voluntaria.
Sin embargo, la aparición de voluntarios dentro de las estructuras Estatales o públicas es un
fenómeno que se está aceptando cada vez más.
De las características de este fenómeno hablaremos extensamente en el Capítulo 10 y en él nos
referiremos a las condiciones para que el Voluntariado se desarrolle en el ámbito público, en las
cuales se incluye la laboral.
Digamos igualmente como conclusión, que la clave es realizar el Voluntariado en el ámbito
público con la conciencia de que uno está aportando para que se brinde un mejor servicio, pero
no quitando un empleo.
El tercer caso de la relación de dependencia es el de la propia institución de la sociedad civil
como empleadora.
Es sabido de la poderosa y valiosa función de las instituciones de este sector como fuerza
económica y como generadoras de puestos de trabajo.
Por lo tanto, los profesionales que deseen incorporarse como Voluntarios en estas
organizaciones, también podrían preguntarse si ellos mismos no estarán quitando empleo a un
colega que podría estar allí, no como Voluntario sino como empleado de la institución.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Este es un punto delicado que las más de las veces queda librado a la buena fé, la no ingenuidad
y la conciencia del futuro Voluntario de averiguar, investigar y “percibir” si la institución que lo
está convocando para que haga en ella su tarea profesional como Voluntario, está siendo sincera
en ese llamado.
En cuanto uno percibe que la institución en la cual uno está como Voluntario podría estar en
capacidad de pagar un salario por ese puesto, uno debiera señalarlo; ya sea para pedir que lo
incorporen a uno como empleado, o dando un paso al costado para que incorporen a otro colega.
Trabajar como Voluntario en una organización que podría remunerar esa tarea no tiene sentido ni
para uno ni para la sociedad, pues paradójico sería que una institución que fomentara el
Voluntariado, también fomentara el desempleo.
Una opinión en el mismo sentido, la recogemos de Orduna Allegrini: “(Por lo tanto) sería caer
en un grave reduccionismo el intentar transformar el aporte del Voluntariado en un bien
económico. El trabajo es un derecho del ser humano. Ser voluntario es otro derecho. No puede
plantearse la tarea de los voluntarios como suplentes de los profesionales, ni aún en caso de
ausencia de éstos. El aporte del Voluntariado es único y creativo, y como tal insustituible. Se
mueve en el plano de la relación dialógica y de complementariedad con otros agentes y
profesionales (como parte integrante de un proyecto social global), como la respuesta de la
misma comunidad a una necesidad que non estaba atendida. Plantear el binomio profesional -
voluntario en términos de competitividad es un camino sin salida porque la única relación
posible es la de complementariedad.” (12)
Todo lo anteriormente desarrollado puede demostrar fácilmente que el Voluntariado – realizado
a conciencia- no quita empleo.
Pero también hay voces disidentes.
En un contexto de crisis permanente, redefinición de las relaciones laborales e hiper-desempleo,
la aparición del Voluntariado con su lógica de actividad y gratuidad genera algunas inquietudes,
que sin embargo no se han encontrado aún con ninguna manifestación de envergadura por la cual
condenarlo como “quitaempleo”.
Esto, a menos que se razone desde una “hiperlógica empleocéntrica”: decir que una mamá que
hornea 5 docenas de empanadas y las dona para una fiesta en la escuela de su hija, le quita
trabajo al restaurante que podría haberlas vendido (economía formal), o a la vendedora callejera
que se gana la vida vendiendo empanadas en la esquina (economía informal), es una visión corta
y miope de lo que son los lazos de solidaridad entre las personas.
Para finalizar, así como decíamos que el Voluntariado no quita empleo, afirmamos que tampoco
busca crearlo.
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(1) García Inda, Andrés. (2002): “Participación social, Voluntariado y derechos humanos.”,
Solidarios entre Culturas, memoria de las V Jornadas de Voluntariado en Canarias, 30 y 31 de
octubre de 2002, pp. 19 a 32. El autor desarrolla en profundidad el “par” Voluntariado –
Derechos Humanos en profundidad y amplitud, pues lo extiende también a los Movimientos
Sociales.
(2) Mora Rosado, Sebastián. (2001): “¿Es el VoluntariadoVoluntariado un movimiento social?,
en Garcia Inda, A. y López de Pisón, J., Ciudadanía , Voluntariado y Participación, ed.
Dykinson, Madrid, pp. 79 a 88. El autor pone en relación Voluntariado y Movimientos Sociales;
con especial énfasis en conceptos claves como Voluntariado de Marginación.
(3) Sirvent, María Teresa. (1983): Estilos Participativos en Educación, ¿Sueños o realidades?,
artículo redactado para el Seminario de “Evaluación de Programas de Educación de Adultos”,
MEC-MOBRAL-UNESCO, Río de Janeiro.
(4) Martínez Nogueira, Roberto. (1995): “Redes Sociales. Más Allá del Individualismo y del
Comunitarismo.”, en Dabas, Elina y Najmanovich, Denise (Comps). Redes, el lenguaje de los
vínculos, ed. Paidós, Buenos Aires, pp. 340 y 341-
(5) Robirosa, Mario; Cardarelli, Graciela y Lapalma, Antonio. (1990): Turbulencia y
Planificación Social, ed. UNICEF / Siglo XXI, Buenos Aires, pp. 18 y 19-
(6) Garcia Roca, Joaquín (s/a): La Coordinación del Voluntariado, ponencia marco, Plataforma
de Voluntariado, Granada.
(7) Morán, Agustín. (1997): “El Futuro del Trabajo, el Empleo y el Sector Voluntario.”, en
Jerez, Ariel (Coordinador), ¿Trabajo Voluntario o Participación? Elementos para una sociología
del Tercer Sector, ed. Tecnos, Madrid, p. 101-
(8) Madrid, Antonio (199) “Teoría del Sector Voluntario. Un discurso para el Voluntariado en
España”, en Curso Básico de Gestión de Programas de Voluntariado, Cuaderno I, p.46
(9) Morán, A. (1997) Op. Cit., Pág. 101
(10) Abraham, Tomas. (2000): La Empresa de Vivir, ed. Sudamericana, Buenos Aires, p.156-
(11) Berger, John. (1997): Cada Vez que Decimos Adiós, ed. De La Flor, Buenos Aires, p. 255–
Citado en Marcos. (2001): “Oximoron”, en Marcos, la dignidad rebelde. Conversaciones con
Ignacio Ramonet, ed. Capital Intelectual, Valencia, p. 88-
(12) Orduna Allegrini, María Gabriela (2003): “El Voluntario”, en Montagut Teresa (Coord.):
Voluntariado: La Lógica de la Ciudadanía, ed. Ariel, Barcelona, p.106-
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
CAPÍTULO 15:
VOLUNTARIADO Y CIUDADANÍA
De ciudadanía es mucho y complejo lo que debe decirse para definirla, y sobre todo para ponerla
en relación con el Voluntariado.
Por lo pronto, comenzaremos por focalizarnos sobre nuestra realidad Argentina y
Latinoamericana y desde ellas, afirmar lo siguiente: creemos que ejercer la ciudadanía hoy en
Latinoamérica comienza por resistirse a que nos sigan quitando derechos.
La ciudadanía Latinoamericana se define hoy desde la resistencia, desde la supervivencia ligada
a la cuestión más elemental, esa que Hanna Arendt definía como: “el primero de los derechos
humanos, que es el derecho a tener derechos.”
Desde allí, y sólo desde allí es posible entender y pretender avanzar a formas más “positivas” de
ciudadanía, incorporadas casi todas a una matriz organizadora: la participación.
Pero para comenzar a precisar un poco más el término, podemos considerar lo que señala la
"Guia Cidadania e Comunidade": “La ciudadanía no debe ser algo abstracto, teórico y apartado
de la realidad del individuo. Ciudadanía es por encima de todo el derecho a la convivencia. Y
convivencia significa respeto mutuo, solidaridad, amistad, protección, autoridad, libertad y el
derecho de ejercitar la democracia en su esencia. El concepto más moderno de ciudadanía trae
en su base a la dimensión civil - poder que las personas tienen de manifestarse para afirmar
compromisos de naturaleza privada como negociar, contratar o hacer testamentos, etc., y a la
dimensión política - poder personal de manifestarse para la conducción de los negocios
públicos como votar y ser votado. A ellas debe ser incorporada también una tercera dimensión,
la social - la posibilidad de que las personas tengan sus necesidades básicas satisfechas y el
poder de manifestarse para que ello suceda. La primera afirmación de la condición de
ciudadanía ocurre cuando una persona tiene asegurados todos sus derechos humanos
fundamentales. Por lo tanto, requiere vivir en una sociedad que tiene como propósito
desarrollarse económica, política, social y culturalmente de forma democrática.” (2)
Desde esta perspectiva podemos asegurar que el pleno ejercicio de la ciudadanía solo puede
darse en aquellas circunstancias en que las personas gocen de un acceso pleno a todos los
derechos individuales y políticos, sociales y económicos. Existe, por lo tanto, una estrecha
vinculación entre ciudadanía y derechos humanos.
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“Sin embargo, está en cada uno de nosotros que no vuelvan más. En la defensa cotidiana de lo
conquistado. En la práctica de la democracia, a favor del gobierno o empujándolo con la crítica
a hacer lo mejor. Activamente. Porque el presidente está sólo y no hay que permitir que la
pobreza política de muchos funcionarios, y la complacencia de los medios lo aíslen de la
realidad.”
“La democracia no es desorden, como sugieren los reaccionarios. Por el contrario, el ejercicio
de la libertad crea nuevas maneras de organización que, a medida que se alejan de la
obediencia militar, ingresan en un plano de mutuo respeto. Discutamos, Manifestemos.
Movilicémonos. Es la mejor manera de ayudar a la democracia a consolidarse. La libertad hay
que cuidarla, pero sobre todo usarla. Convertirla en una costumbre cotidiana. La libertad que
no se usa, se pierde.”(6)
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funcionales, (iv) pero también territorio alternativo de lo político (v) con lógicas en tensión
(vi)... ¿puede hacerlo de una manera más ciudadana (ii)?
Veamos por fin qué pretendemos decir con ciudadanizar.
La operación de aplicarle un verbo (“ciudadanizar”) al sustantivo “Voluntariado” supone al
mismo tiempo que darle tiempo y persona, definirlo en términos de atributos y características,
deseables unas, prescindibles otras.
Pero fundamentalmente, ciudadanizar es una tarea de proceso, y en tanto tal, no tiene más
rostro que el de su dinámica.
Ciudadanizar es “hacer Voluntariado de manera más ciudadana” y veremos a continuación
que las sugerencias para ciudadanizar son pequeñas, concretas, frágiles y tal vez muy genéricas...
o demasiado puntuales... y dependerán mucho del tipo de instituciones; en algunas
organizaciones, ciudadanía y Voluntariado se encontrarán unidas desde la misión misma, como
azúcar disuelta en agua; en otras mezclar Voluntariado y ciudadanía será como mezclar agua y
aceite: sólo es posible si hay movimiento...
Técnicamente, creemos que el proceso de ciudadanizar se puede dar en tres niveles, comenzando
desde el más amplio o genérico al más aplicado o focalizado:
1.- Ciudadanizar la Misión Institucional
2.- Ciudadanizar el Diseño y la Gestión del Programa de Voluntarios de la Institución
3.- Ciudadanizar la Práctica Cotidiana del Voluntariado, la del Voluntario como Sujeto y
las relaciones interpersonales entre Voluntario y Destinatario.
A título de enumeración incompleta, plantearemos algunas de las sugerencias para cada nivel:
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Ver cómo toda acción voluntaria supone una lógica y una ideológica, y cómo es necesario hacer
convivir al Voluntariado con la participación política, sin que esto signifique prácticas
esquizofrénicas ni incoherentes; ejemplificado en la viñeta de: “Como Voluntario, al mediodía
sirvo el plato de comida en el comedor popular, y a la tarde voy a la marcha para terminar con
el hambre”, o “Como Voluntario el sábado pinto la escuela con la gente de la cooperadora, y el
lunes reclamo como ciudadano por más presupuesto para educación”
4.- Incorporar “Componentes Ciudadanos” en el diseño de los Programas de Voluntariado,
Programas Sociales en general, Pedidos de Financiamiento, etc. (ver 8.-)
5.- En los casos que corresponda y sea posible, trabajar la resignificación de la figura del
“Voluntario/Destinatario” incorporándolo a la dinámica del Voluntariado para derribar barreras
estigmatizantes.
6.- Abrir espacios institucionales para el “Voluntariado de Reinserción”, aún cuando la
institución no se dedique exclusivamente a ello.
Decíamos en capítulos anteriores que a este “Voluntariado de Reinserción” todavía hay que: 1)
pensarlo ideológicamente, 2) diseñarlo técnicamente con una nueva noción de eficiencia a
escala humana y 3) articularlo institucionalmente con una base de consenso en todos los
sectores sociales.
7.- Recuperar y resignificar el rol de las instituciones (y del Voluntariado) en el “componente
afectivo” de lo ciudadano, en términos de revalorizar los espacios de encuentro y afectividad,
celebración de las conquistas ciudadanas, elaboración de las decepciones, trabajo de contención
sobre situaciones potencialmente angustiantes o ante la presencia de violaciones a los derechos,
etc.
8.- Organizar el Itinerario del Voluntario en la institución de manera flexible, de modo tal que
los tiempos sociales y tiempos libres de éste no se vean interceptados por el Itinerario.
9.- Incluir “Objetivos Ciudadanos” como componentes básicos de cualquier otra tarea o proyecto
específico que la institución vaya a desarrollar e incorporar la ciudadanía como contenido
conceptual, procedimental y actitudinal explícito en las capacitaciones para Voluntarios de la
Institución, por más que su tarea vaya a ser netamente asistencial, administrativa o burocrática.
10.- Democratizar a un máximo procedimientos internos de trabajo con los Voluntarios.
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La ciudadanización tiene que ver con un nivel conceptual, pero también y fundamentalmente
procedimental, y debe ser la institución misma el territorio donde el Voluntario pueda hacer las
primeras prácticas de ejercicio democrático.
11.-Potenciar a un máximo posible las prácticas participativas de los Voluntarios dentro de la
institución, y no sólo eso, sino darle proyección extramuros, estudiando sus posibilidades,
límites, necesidad de adaptación, etc.
12.- Debatir cada una de las 6 dimensiones planteadas aquí como contextuales de la relación
entre Voluntariado y Ciudadanía, y también poner en discusión los “Pares de Conceptos” que
aparecen cuando se pone al Voluntariado en relación Social: Debatir Voluntariado y
Asistencialismo, Voluntariado y Justicia, Voluntariado y Empleo, Juridización del Voluntariado,
Voluntariado y Estado de Bienestar, etc.
13.- Compartir espacios, prácticas y encuentros de reflexión con instituciones “diferentes” (de
diferente área, de diferente lógica, de diferente visión, de diferente tamaño, etc.) superando el
nivel de “convivencia pacífica” y avanzando hacia un aprendizaje mutuo basado en la diferencia,
pero sustentado en una concepción de ciudadanía.
3.- Ciudadanizar la Práctica Cotidiana del Voluntariado, la del Voluntario como Sujeto y
las relaciones interpersonales entre Voluntario y Destinatario.
14.-No legitimar el estatus de “buen Voluntario, pero mal ciudadano”, sin interferir en espacios
vitales íntimos y respetando a un máximo diversidad de criterios y diferencias de pensamiento,
pero no tolerar (y menos celebrar) transgresiones ciudadanas, al menos en el ámbito de actuación
institucional y en la relación con los beneficiarios.
15.- Analizar cada una de las prácticas asistenciales de la institución y buscarles su costado
ciudadano.
16.- Permitir, alentar y dar espacio al debate político entre los Voluntarios frente a hechos
puntuales que sean de interés especialmente significativo para el ejercicio de la ciudadanía, como
una elección, un plebiscito, el debate de una nueva ley, etc.
17.- Facilitar la Toma de Conciencia, abriendo la visión y los puntos de vista desde la “tarea
concreta” hacia las causas más profundas, y las implicancias ulteriores de la tarea en sí misma, o
de su realización en un mundo contextualmente muy complejo, y que de alguna manera incide en
las mismas; por ejemplo plantear el cambio del significado de una práctica determinada en
medio de un “mundo en guerra” o de un mundo “en paz”, etc.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
18.- Generar dentro de los proyectos de trabajo y para cada una de las actividades concretas del
Voluntario, un conjunto de “capacidades básicas a desarrollar”, que luego puedan transferirse
fuera del espacio institucional hacia otras áreas, como por ejemplo la cívica, la grupal, la
profesional, etc.
Así, por ejemplo, para una tarea Voluntaria determinada, podría trabajarse un “paquete” de
cuatro capacidades básicas que podrían ser: 1. Autonomía (actuar con independencia), 2.
Identidad (saber quienes somos), 3. Autoestima (conocernos y valorarnos) y 4. Asertividad (
defender la opinión propia sin necesidad de atacar la del otro), y ver cómo se desarrollan las
mismas dentro del ámbito del Voluntariado y cuál es su proyección puertas afuera de la
institución, etc. (7)
19.- Cuando corresponda dentro de la naturaleza y de la planificación de las actividades, permitir
y alentar a que los Voluntarios realicen, compartan y coordinen actividades de educación y
práctica ciudadana con los beneficiarios: una de las mejores formas de “aprender” es
“enseñando”.
20.- Plantear “la toma de decisiones” dentro de las actividades Voluntarias basada en criterios
institucionales, operativos, de economía de medios y recursos, etc.; pero también desde una
visión “ciudadana”.
Sin proponérnoslo, han resultado 20 puntos o “sugerencias para ciudadanizar” de diferente nivel,
profundidad y aplicación, pero todas basadas en el deseo no de ser pautas superadoras, sino
apenas modestos “indicios” para comenzar a recorrer y descifrar un camino que creemos
fundamental: el de la relación entre Ciudadanía y Voluntariado.
Invitamos a cada una de las instituciones a arrebatarnos estas propuestas, hacerlas suyas,
enriquecerlas y darles vida para seguir avanzando, que si de algo vale el ejercicio abstracto de
escribir, es justamente para esto último.
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(1) La gran mayoría de los conceptos expresados en el presente Capítulo, fueron primeramente
publicados en Garcia, Oscar y Spampinato, Sandra. (2003): “Ciudadanizar el Voluntariado”, en
Encuentro de Capacitación para Dirigentes de ONG, Centro de Documentación de Políticas
Sociales, Documentos N° 31, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
(2) Guia Cidadania e Comunidade. (1997) Centro de Integraçao da Cidadania, Centro de
Educaçao Comunitaria para o Trabalho y Governo do Estado de Sao Paulo, Brasil
(3) Ib. Íd.
(4) Téngase presente que –aún luego de cumplidos los primeros 20 años de democracia- todavía
no existe en la Argentina una generación de votantes cutos padres no hayan vivido la época de la
última dictadura militar. Al día de hoy, no hay aún en la Argentina “adultos hijos de adultos
nacidos y crecidos en democracia”.
(5) Soriano, Osvaldo. (1983): La libertad que no se usa, se pierde, Revista Humor, Buenos
Aires, enero de 1983, pp.22 y 23
(6) Ib. Íd.
(8) Conceptos tomados de: Mizrahi, Alejandra (coord.) (2004) Toma de decisiones, Programa
Ser Humano, ed. Troquel, Buenos Aires, p. 29
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
CAPÍTULO 16:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Pero creemos que en lo social nunca habrá un “afuera”, y que toda ilusión de un afuera
social no es más que una sublimación para evitar la pesadilla del margen; limitante y
contiguo (o no) pero siempre “in-cluido”.
Existe un breve, brillante, y hasta angustiante texto de Kafka, que define esto de manera
singular. Lo invitamos a compartirlo y comentarlo: “Somos cinco amigos; cierta vez salimos
uno detrás del otro de una casa. Primero vino uno y se puso a la entrada; luego vino, o, mejor
dicho, se deslizó tan ligeramente como desliza una bolita de mercurio, el segundo, y se puso no
lejos del primero; luego el tercero, luego el cuarto, luego el quinto. Finalmente todos estábamos
de pie, en una línea. La gente se fijó en nosotros y señalándonos decía: “los cinco acaban de
salir de esa casa.”Desde entonces vivimos juntos, y tendríamos una vida pacífica si un sexto no
viniera siempre a entrometerse. No nos hace nada, pero nos molesta, lo que ya es bastante; ¿por
qué se introduce por fuerza allí donde no se lo quiere? No lo conocemos y no queremos
aceptarle con nosotros.”
“Nosotros cinco, en verdad, tampoco nos conocíamos antes y, si se quiere, tampoco nos
conocemos ahora, pero lo que es posible y admitido entre nosotros cinco es imposible e
inadmisible en ese sexto. Además, somos cinco y no queremos ser seis. Por otra parte, qué
sentido puede tener esta convivencia permanente, si entre nosotros cinco tampoco tiene sentido,
pero nosotros ya estamos juntos y seguimos estándolo, pero no queremos una nueva unión,
precisamente en razón de nuestras experiencias. Pero ¿cómo enseñar todo esto al sexto, puesto
que largas explicaciones implicarían ya una aceptación en nuestro círculo? Es preferible no
explicar nada y no aceptarlo. Por mucho que frunza los labios, lo alejamos empujándolo con el
codo, pero por más que lo hagamos, vuelve siempre otra vez.” (1)
Pensar en que alguien puede ser enviado “afuera” de una sociedad de incluidos es desconocer
que si hay una condición del ser humano es que éste puede ser recordado u olvidado, pero nunca
borrado.
“Por más que lo hagamos, vuelve una y otra vez” y esa tozuda actitud del sexto hombre
kafkiano, es tal vez una de las más maravillosas “marcas” de la humanidad: no hay manera de
negar o excluir a una vida ya engendrada; si viviente, tendrá su lugar en los centros o en los
márgenes, pero estará de cuerpo y alma; si fenecido o asesinado, su cuerpo tendrá un lugar en los
espacios que la sociedad ha reservado para tales fines; y su alma – afectada de recuerdo o de
olvido- permanecerá siempre como vivencia en la memoria individual o grupal, ya como
referente o ya como estigma, pues hasta cargar la culpa por los olvidados, es también un acto de
memoria.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Es por ello que a diferencia de las cosas o las ideas, las personas no pueden desaparecer.
Nuestra cruda historia al respecto debería hacer que los latinoamericanos en general, y los
argentinos en particular, fuéramos especialmente reacios a adoptar alegremente como léxico
cotidiano cualquier categoría conceptual que al aplicarse a las personas sea tan incorrecta y
liviana, como dolorosa y aberrante: excluido y desaparecido lo son.
Es por eso que preferimos correr el riesgo de utilizar en su lugar la vieja y conocida (y
polémica…) categoría de “marginalidad” y su verbo: “marginalización”.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
En palabras de Volnovich, si bien “(…) poner en correspondencia ciertas poblaciones con las
competencias profesionales y las instituciones específicas que les están asignadas, puede
reforzar el carácter estigmatizante de la discriminación, como lo demostró, de manera
flagrante, la reglamentación de la vagancia, hecho que condujo a su criminalización y el caso
de la psiquiatría clásica” resulta que “la clasificación de poblaciones marginales incluye otra
dificultad: la multiplicidad de grupos y de individuos resiste, indoblegable, cualquier intención
de cristalizar las categorías de asistidos.”
Y agrega: “La multiplicidad marginal elude la estigmatización, la rotulación y el destino
consecuente. Felizmente – o por desgracia- los marginales – por lo menos los marginales del
estado neoconservador- se ajustan mal a los sistemas clasificatorios. Los jóvenes desheredados
que pueblan los suburbios y los centros de las grandes metrópolis son a menudo – y sucesiva y
simultáneamente- un poco delincuentes, un poco toxicómanos, un poco vagabundos, un poco
desocupados, un poco trabajadores precarios, un poco prostitutas, un poco repetidores o
desertores escolares. Un poco de todo, y nada de ello. Ninguna de estas etiquetas les va bien.
Rara vez se instalan permanentemente en alguno de esos territorios. Circulan de un lado al otro,
de un código al otro. Participan de redes de sociabilidad diferenciadas y se escabullen,
inaprehensibles, de los diagnósticos y de las instituciones” (4)
Esta característica cobra relevancia a la hora de pensar en la relación de la marginalidad con el
Voluntariado, y especialmente en la definición del “qué hacer”, tal como veremos más adelante.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Y así como es verdad que la perspectiva únicamente económica no alcanza para determinar la
pobreza, también es cierto que no siempre marginalidad y pobreza son equivalentes.
Coexisten en una relación más intrincada: “Es más, no sería muy arriesgado afirmar que así
como existen marginales ricos, existe, también, una pobreza integrada que no es marginal.
Ciertas formas de mendicidad tolerada, los pobres asistidos regularmente a través de donativos,
hablan de una categoría de miserables que, sin duda alguna, se sitúan por debajo del nivel de
pobreza, pero que tienen asegurada una estabilidad y un grado de inserción social muy diferente
del de los vagabundos que – por ahí- no son ni más ni menos pobres, pero sí más marginales, y
que reciben un trato sistemáticamente expulsivo por parte del universo central.” (6)
Junto con las definiciones técnicas, que la ligan a niveles de satisfacción de ciertas necesidades
calificadas como básicas, hay otras miradas que abordan la pobreza ya sea como
descompensación de las exigencias de justicia, ya sea por las implicancia que tiene en quienes
son catalogados como “oficialmente pobres” o bien en su dimensión relacional para con las
políticas que se formulan para eliminarla.
En estas últimas líneas, a lo largo del año 2003, un grupo de estudiantes de Taller Nivel II de la
Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires desarrolló en el Conurbano
Bonaerense un estudio que nos parece que vale la pena compartir, pues señala algunas claves en
la búsqueda de este “qué hacer” desde el Voluntariado.
“La pobreza se define en relación con el concepto de bienestar, con la idea que se adopte
acerca de las necesidades humanas y con la posición que se tome respecto de los estímulos que
movilizan las acciones de las personas. Coherentemente, el concepto de pobreza y la medida de
la pobreza se vincularía con las estrategias y el diseño institucional adoptado para atender el
problema. Estas dimensiones están íntimamente ligadas. Cada política específica, además de sus
características objetivas, posee otras cualidades que provienen del hecho de ser objetos
sociales, percibidos como tales por los sujetos interesados. Estas cualidades, que son asignadas
en el juego social y en la competencia entre visiones alternativas, definen su sentido y su valor
social.
Una política social adquiere su significado a través de un proceso conflictivo, en el que
intervienen actores colectivos que funcionan con sus propios sistemas de percepción. Para la
visión actualmente dominante la pobreza es vista como una situación transitoria y excepcional
en una sociedad destinada a prosperar económicamente. Su origen se ve en las deficiencias
personales de los pobres, en su falta de condiciones para obtener un empleo suficientemente
remunerado o en eventos que vuelven a las personas “incapaces” económicamente y las coloca
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
fuera del cauce de la prosperidad del resto de la sociedad. El esfuerzo de la política está,
entonces, en descubrir atributos que los invalidan para funcionar económicamente y ser
miembros plenos de la sociedad. Se trata de identificar las características para seleccionar
quiénes merecen mayor o menor asistencia.
Esta construcción técnica de la pobreza, como agregación de individuos en función de sus
posiciones homólogas y de distribuciones de una serie de características, cuando se constituye
en un factor determinante del acceso a bienes y servicios públicos supone una asignación de
identidad. De este modo, ciertos individuos pasan de ser “estadísticamente pobres” a ser
socialmente vistos y tratados como pobres.
Aún cuando el beneficio que otorgan los programas sociales suele estigmatizar tanto en grandes
aglomeraciones urbanas como en áreas más pequeñas o rurales, es en éstas últimas en donde
adquiere una mayor intensidad. Ello puede deberse al hecho de que en comunidades pequeñas,
la integración social se realiza a través de contextos de copresencia.
Esto implica un alto grado de ajuste entre la realidad social objetiva y la realidad interna o
subjetiva; todos saben quién es cada uno y quiénes son los otros: la realidad social se les
impone por el efecto de su ostensibilidad y su confirmación permanente, así como su papel en la
división del trabajo.
La pobreza también es ante todo un estigma: “La tendencia del estigma a difundirse del
estigmatizado hacia sus relaciones más cercanas explica porqué dichas relaciones tienden a
evitarse o, en caso de existir, a no perdurar. Pero la desafiliación no necesariamente equivale a
una ausencia completa de vínculos, sino también a la ausencia de inscripción de la persona en
estructuras dadoras de sentido. Por ello, si bien el beneficio que brindan los programas es una
necesidad imperiosa, no le devuelve sentido a la persona. En un contexto en el cual la inserción
laboral en el mercado es la única vía digna de integración social, una inserción social que no
desemboque en una laboral es una condena a la inserción perpetua a través de programas
sociales.
Una persona que exhibe desajustes entre la realidad y su identidad propia se halla presa en la
realidad como en un mundo ajeno y refleja su propia realidad subjetiva apenas muy
imperfectamente. El mismo individuo desajustado está socialmente predefinido como un tipo
perfilado: el inútil. Consecuentemente, cualesquiera sean las auto – identificaciones que puedan
surgir por momentos en su propia conciencia, carecerán de toda estructura de plausibilidad que
podrían transformarlas en algo más que fantasías efímeras.
Pero en las grandes aglomeraciones urbanas las personas impedidas de internalizar totalmente
la realidad de la comunidad podrán resocializarse dentro de otra anti-realidad; vale decir que
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
7.- A la Vez debemos considerar si la labor asistencial sólo surge como resultado de la
“bondad” de los sectores dominantes, si sólo proviene de la presión ejercida por los sectores
populares, o si se produce una confluencia de ambas alternativas.
8.- Y en esa lucha, donde un sector quiere conceder y frenar, mientras simultáneamente el otro
quiere conquistar y avanzar, tendrán que insertarse sin idealismo recalcitrante, sin humanismo
cándido, sin demagogia asistencialista, pero también sin aventurerismo pequeño burgués, sin
sustitucionismo, sin desechar torpemente todo lo asistencial, los profesionales ligados a la
planeación y ejecución de Políticas Sociales.
9.- Resumiendo: coincidimos en que las Políticas Sociales sirven al interés de las clases
dominantes, pero también sirven al interés de las clases dominadas en tanto cubren, aunque
incompletamente, sus necesidades.
10.- Tal vez el desacierto mayor de la Reconceptualización fue haber negado radicalmente el
asistencialismo, sin recuperar la perspectiva de “lo asistencial”, aspecto imprescindible del
Trabajo Social.
11.- El Rechazo juvenil y mecánico del asistencialismo, nos llevó a la abstracción de alejarnos
de los problemas y necesidades concretas del pueblo. Y aparecieron tendencias, que aún hoy
subsisten, de asistencialismo ideológico, pretendiendo con vocinglería pseudo agitativa avanzar
en los niveles de organización y de lucha, sin partir de las reivindicaciones concretas y
materiales de los grupos explotados.
12.- En cierto modo se estigmatizó la opción o “repartija de leche” o “acción revolucionaria”;
dicha opción, a pesar de las buenas intenciones, era falsa y el tiempo se encargó de
demostrarlo.
13.- Si creyéramos que las políticas sociales sólo sirven al interés de las clases dominantes (...)
ello tendría que llevarnos a rechazar de plano los servicios de bienestar social que ejecute el
Estado.
14.- Y esto sólo puede caber en la cabeza de quienes teorizamos sobre los problemas ajenos. Los
necesitados, aún por sobre la intencionalidad de quienes ejecutan las prácticas asistencialistas o
las prácticas asistenciales, lógicamente reciben lo que se les brinda para paliar sus carencias.
Desde luego, no van a desistir de la recepción del servicio, aunque la acción sea asistencialista.
15.- Entendemos que la práctica social bien orientada, puede contribuir a impulsar la
organización y la lucha por otras reivindicaciones. Y por ello creemos que es mil veces mejor
correr el riesgo de pisar el umbral del “asistencialismo”, en la intención de elevar el nivel y la
organización de las masas, que quedarse entrampado en la teorización acerca del eventual
aletargamiento que producirían las políticas sociales.
203
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
16.- Tal vez nuestra posición pueda confundirse con alguna variante neoasistencialista. Todo lo
contrario: el intento propone desterrar la crítica rápida a esta nefasta tendencia, no para
propiciarla sino precisamente para evitar su proliferación ante nuestro alejamiento de la
realidad.
La cita es extensa, pero definitivamente clarificante y sobre todo, actual.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
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206
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
(1) Kafka, Franz: Beim Bau Der Chinessischen Mauer [Trad. Cast.: La Muralla China. Cuentos,
Relatos Y Otros Escritos, Alianza, Madrid, 1997 (7a Reimp.), pp. 129-130-, tomado de González
R. Arnaiz, Graciano (Coord.), Derechos Humanos. La condición humana en la sociedad
tecnológica., ed. Tecnos, Madrid, 1999, p. 79-
(2) Giner, Salvador; Lamo de Espinosa, Emilio y Torres, Cristóbal (Eds.). (1996): Diccionario de
Sociología, Alianza Editorial, Buenos Aires.
(3) Volnovich, Juan Carlos. (1995): “Los que Viven en el Margen de la Sociedad Civil”, en
Dabas, Elina y Najmanovich, Denise (Comps.), Redes, el Lenguaje de los Vínculos, Paidós,
Buenos Aires, p. 358 y 359 -
(4) Ib., pp. 368 y 369-
(5) Ib., pp. 363 y 364-
(6) Ib., p. 364-
(7) Banzhaf, Luzmila; Risso, Valeria y Patiño, Jorge. (2003): “Los Valores que transmiten las
Políticas Sociales”, en Informe sobre Desarrollo Humano de la Provincia de Buenos Aires 2003,
Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires, p. 81–
(8) Alayón, Norberto. (2000): Asistencia y Asistencialismo. Pobres controlados o erradicación
de la pobreza., ed. Lumen/ Humanitas, Buenos Aires – México, especialmente capítulo 4, pp.45.
a 60-
(9) Rodríguez Nebot, Joaquín. (1995): “El que Espera en el Umbral. Problemas en la
Intervención en Redes Sociales”, en Dabas, Elina y Najmanovich, Denise (Comps). Redes, el
lenguaje de los vínculos, ed. Paidós, Buenos Aires, p. 280-
(10) Ib., pp. 280 y 281-
(11) Ib., p. 284
(12) Ib. P. 293
207
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
CAPÍTULO 17:
Puede resultar interesante intentar algunas explicaciones de cual es el valor, rol y proyección
futura del Voluntariado; y por qué una sociedad se debe tomar el trabajo de dar a la
solidaridad un formato de cultura, y qué significa hacerlo; qué significa ser solidario hoy en
la Latinoamérica.
En una simplificación atrayente por lo descriptiva y cotidiana, los europeos proponen dos
grandes formas en que la solidaridad se manifiesta.
Haciendo tal vez alusión a su “temperatura afectiva”, ellos distinguen la solidaridad “fría”
de la “caliente”.
Y la alusión es tan obvia como puede imaginarse.
La solidaridad “caliente” es aquella que se nos manifiesta ante la presencia de una necesidad
imperiosa, impactante, atípica.
Es la solidaridad ante el hecho impresionante, ante la catástrofe, ante la tragedia que copa la
escena.
Esta solidaridad es inmediata, espontánea, visceral.
Supone una imposibilidad de indiferencia.
Se convierte rápidamente en causa común y dura lo que tarda en llegar la normalidad.
Pero es necesario que esa Solidaridad ocasional, que contempla las coyunturas más que las
estructuras; que mira mucho la urgencia de hoy y poco el día después, vaya tornando desde la
sensibilidad a la conciencia, de lo excepcional a lo permanente, constituyendo una “solidaridad
fría” que se manifieste en una rutina de la solidaridad que sea expresión de civilidad cotidiana
y planificada.
208
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Esta tendencia se manifiesta y refleja en el auge del Voluntariado y de la Sociedad Civil, que
trabajan cerca de la gente misma, resolviendo sus problemas reales más significativos con una
dosis mínima de intermediación.
Pero muy pocas veces las "pequeñas causas" han tenido el suficiente peso específico para
precipitar - por sí solas - en una solución de realidades que conformen un proyecto comunitario
de dimensiones.
Y es esta segunda lectura la que nos abre los ojos para intentar una mirada más sistematizadora
del fenómeno de la solidaridad, una mirada desde la cual explícitamente proponemos la
construcción de una Cultura de la Solidaridad.
Tomada en toda la fuerza de su complejidad, ser solidario - además de acción - significa sobre
todo poder participar en la construcción de lo social; poder expresar consensos o disensos; poder
pedir y poder reclamar: por un país más justo, por una dirigencia no corrupta, por mayor salud,
por la posibilidad de vivir del propio trabajo...
Y es que ser Solidario es serlo "con todos" puesto que en la construcción de lo social, el
parámetro primero es la Dignidad, entonces Solidaridad debe hacerse sinónimo de
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Comunidad, ya que todas las prácticas sociales que se edifican desde la Dignidad –si bien
valiosas en sí mismas - no convergen si no aparece la idea de Comunidad.
La Solidaridad, a través de las dos dimensiones de sus actos reales - la concreta y la simbólica-
pone "en sólido" valores fundamentales de las comunidades que de otro modo podrían hacerse
etéreos y esfumarse.
Creemos que son estos los tiempos justos para comenzar a edificar una Cultura de la
Solidaridad en la castigada Latinoamérica de hoy por ser los tiempos de una "exacta tensión" -
ni mínima, ni máxima- entre la tranquilidad que brinda una democracia definitivamente
instituida -y como tal garante de una Sociedad Civil revigorizada- y una sensación de angustia,
desprotección y perplejidad que viven quienes se ven separados de y superados en sus más
elementales y genuinas aspiraciones por un sistema que todavía admite y premia individualismos
y eficientismos salvajes que generan marginación.
Promover una Cultura de la Solidaridad en nuestra Región significa hacerlo latiendo entre
la tranquilidad y la angustia, y debe servir para reafirmarla como opción primera de
significación social, junto con la dignidad, la justicia, la memoria y la libertad.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
DECLARACIONES Y ANEXOS
El Voluntariado:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Los Voluntarios:
La Organización Debe:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Tomando en cuenta los derechos humanos básicos, los principios del Voluntariado,
las responsabilidades de los voluntarios y las organizaciones en las cuales están
inmersos, la red mundial de IAVE - Asociación Internacional de Esfuerzos
Voluntarios- hace un llamado:
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
El reto para los voluntarios del IAVE y los líderes de todos los sectores alrededor
del mundo, es unirse en sociedad para promocionar y apoyar el Voluntariado
efectivo, accesible para todos, como símbolo de solidaridad entre todas las
personas y las naciones.
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LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
DECLARACIÓN DE CARACAS
Declaración de Voluntariado para Latinoamérica
La acción Voluntaria manifiesta una dimensión nueva de las relaciones entre las personas, es
expresión de solidaridad, altruismo y responsabilidad; permite ejercer una ciudadanía social
plenamente activa; es canal de expresión de manifestaciones culturales diversas, atiende tanto
necesidades coyunturales de urgencia, como visiones estructurales de desarrollo; facilita el
entendimiento entre las personas y canaliza la posibilidad soñada de construir un mundo mas
integrado y justo.
En este contexto, la declaración por las Naciones Unidas del año 2001 como “Año Internacional
de los Voluntarios”, junto con la redacción de una nueva Declaración Universal de Voluntariado,
realizada por IAVE como resultado de la Conferencia Mundial en Amsterdam en enero de 2001
ha colocado al Voluntariado en el centro de la escena mundial, ha reafirmado su presencia ya
existente en la agenda pública, sobre todo haciendo visibles iniciativas que desde larga data – de
manera silenciosa, constante y constructora - vienen desarrollando organizaciones, empresas y
personas que han elegido al trabajo voluntario como una forma privilegiada de expresar su
solidaridad y compromisos con los demás en aras del bien común.
215
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Esta realidad tiene su punto de apoyo principal en la posibilidad de dar al Voluntariado – no solo
transparencia y eficiencia en las acciones – sino fundamentalmente un sentido universal, que
exprese en toda su dimensión lo que esta práctica significa.
Es así que deseamos manifestar que estamos convencidos de que es posible considerar al
Voluntariado como una de las formas que ha escogido la humanidad para manifestarse
solidaria, luchar contra la desintegración y preservarse socialmente.
Pensar al Voluntariado desde una perspectiva latinoamericana es no sólo un anhelo sino una
exigencia.
La difícil situación de nuestra región supone un compromiso fuerte, decidido y estratégico para
canalizar la acción voluntaria hacia la resolución de las muchas problemáticas sociales que nos
aquejan.
Desde esta perspectiva latinoamericana, la conformación de una red que permita articular los
esfuerzos voluntarios de cada país- tal como IAVE lo viene realizando desde 1970-se torna
fundamental para presentar al mundo el trabajo, las potencialidades, las perspectivas y
preocupaciones que nuestra región tiene.
PROCLAMACIÓN
216
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
• A las empresas de nuestra región para que incrementen su importante compromiso con el
Voluntariado social, no solo sosteniendo los programas de desarrollo que impactan en
las comunidades, sino ampliando además su extensión a nuevos campos como el del
Voluntariado Corporativo, de gran potencialidad presente y futura.
• A las organizaciones de Voluntariado, de bien publico, y no gubernamentales en general a
que incrementen la presencia de voluntarios en sus programas y juntas directivas; a que
difundan el Voluntariado, a que busquen en la capacitación la respuesta a las exigencias de
mayores conocimientos que el Voluntariado moderno requiere; y sobre todo, que desarrollen
un pensamiento global, que coloque en perspectiva regional primero y mundial después al
Voluntariado que se haga en cada país.
• Al sector público, a que reconozca, facilite y difunda el Voluntariado, respetándolo en su
diversidad e independencia.
• A todos los voluntarios – y especialmente a los jóvenes – a que practiquen, celebren y
difundan el Voluntariado como espacio de crecimiento, participación cívica y construcción
de solidaridad y ciudadanía.
• Al resto de los países del mundo, a que se interesen por el desarrollo del Voluntariado en
Latinoamérica, expresando su solidaridad cuando sea posible con el apoyo de iniciativas y
programas y aprovechando al mismo tiempo los beneficios que deriven de este intercambio
fraterno.
• A los miembros de IAVE en cada uno de los países a que continúen con su trabajo
voluntario, con su participación activa como actores fundamentales del crecimiento del
IAVE, que redundará sin dudas en un crecimiento similar del Voluntariado en toda la región;
asumiendo la Agenda Global de IAVE, como instrumento orientador de la acción voluntaria.
• A todos los sectores, a que valoricen el trabajo voluntario como una herramienta de
transformación y cambio, que potencia el capital social en nuestra sociedad y que genera
riqueza nacional, por lo cual deberían construirse los indicadores que permitan su inclusión
en el PIB de las naciones y considerado en el Informe de Desarrollo Humano de las Naciones
Unidas.
Declarado en Caracas a los 9 días del mes de junio de 2001
5 de Diciembre:
Día Internacional de los Voluntarios
217
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Han pasado ya dos años desde que Naciones Unidas declaró el Año Internacional de los
Voluntarios y desde luego muchísimos más desde que el Voluntariado se instaló como práctica
sobre el planeta.
1. De la Prehistoria al Futuro
Ha comenzado con una prehistoria que lo muestra incipiente cuando se remonta a ancestrales
prácticas solidarias, escasamente historizadas, netamente asistenciales, tímidamente innovadoras.
Ha recorrido los años del lento crecimiento y se ha ido consolidando como práctica
institucionalizada.
Ha vivido - ¿será correcto hablar en pasado? - los años de auge y expansión en los que no sólo
comenzó a crecer cuantitativamente sino que se tecnificó y hasta comenzó a ser teorizado.
Si tenemos en cuenta que el Día Internacional de los Voluntarios fue instaurado por primera vez
por la Asamblea General de la ONU en 1985, nos encontramos hoy ante el cumpleaños número
18: su mayoría de edad.
Atrás quedaron los tiempos de la ilusión: hoy sabemos que el Voluntariado por si sólo no va a
cambiar al mundo.
No por sus flaquezas o contradicciones intrínsecas, sino porque nadie por sí sólo podrá ya
hacerlo.
No para dejar de lado sus esencias ni sus marcas de identidad, pero sí para ponerse a la altura de
las urgencias planetarias.
218
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
2. El Año de la Guerra
Se acaba el 2003: la Paz del Mundo – ojos hundidos, cara de esperpento - nos mira suplicando
mientras se arrastra a su destierro y parece que al pasar sólo atinamos a saludarla.
Algunos con estupor, otros con cínica alegría, muchos con indiferencia.
Cada vez que una mano terrorista vuela un coche bomba, o un dedo militar acciona el misil
destructor de casas y personas, la humanidad gotea vergüenza.
Cada vez que eso sucede, el Voluntariado se hace socialmente más requerido pero políticamente
más débil.
Cuando el mundo se juega en la mesa de cartas entre los Violentos del Eje del Bien y los
Violentos del Eje del Mal, el hombre no es más sujeto de derecho, sino espectador de su propia
muerte y las ajenas.
Cuando esto sucede, los Voluntarios no somos siquiera convidados de piedra a las decisiones del
poder sino ignorados de piedra; paliatorios de lo inevitable.
La última guerra dejó - a más de las víctimas habituales- la derrota casi final de la negociación
como mecanismo que el hombre creía haber inventado como el adecuado para dirimir las
diferencias; el más razonado, el menos animal.
Fracasada la negociación -ignorada la negociación- las nuevas condiciones de la Paz nos dicen
que ha llegado el momento en que el Voluntariado como fenómeno mundial, se convierta en un
Movimiento Mundial.
Sin abandonar la esencia, pero con sentido de realidad, el Voluntariado debe dejar atrás todo
puritanismo sin pureza y volverse cada vez más político; no en el resbaloso campo partidario
sino en las alturas de la política como factor de decisión de los destinos colectivos.
219
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
¿Significa esto que ya no habrá lugar para ese Voluntariado ingenuo, cariñoso, "de domingo", sin
politizar?
Porque la puerta de entrada del Voluntariado deberá seguir siendo siempre ancha, para que
entren todos.
Pues en definitiva, las preguntas que propone el Voluntariado desde su prehistoria, siguen hoy
siendo las mismas:
¿Para qué hacemos lo que hacemos?
¿Cuál es nuestro rol en la sociedad?
¿Cómo ejercer un Voluntariado verdaderamente transformador?
Pero aunque las preguntas sigan siendo aquellas, las de almanaques ya idos, el desafío es de
calendarios por venir: pasar de ser “La Utopía Concreta”, a representar “Esa Utopía Incompleta”,
la de esos que no se resignan a vivir en una sociedad donde el nivel de consumo sea más
importante que el nivel de dignidad; que la sonrisa de shopping sea preferible-por ser más
simpática- al pensar crítico o que la guerra sea un espectáculo por televisión.
Todo cumpleaños es una fecha de celebración de lo pasado, pero también es una cuenta regresiva
hacia el destino que se tiene por delante.
Por lo tanto, mirar este Día del Voluntario como cuenta regresiva, no es negar la celebración y el
abrazo que todos nos merecemos por la tarea que hacemos, sino alertar sobre la clase de
respuesta que los tiempos solicitan.
Decíamos al comienzo que con la mayoría de edad, al Voluntariado le llegó la hora de la verdad.
"La hora de la verdad”... al leer, tal vez Usted piense: ¿No será esta una frase demasiado
alarmista, un planteo exagerado, una expresión de innecesario fatalismo...?
Puede que sea cierto, y tenga Usted Razón: Tal vez la hora de la verdad para el Voluntariado aún
no haya llegado.
Pero tal vez sea momento de preguntarse: ¿No se nos estará pasando?
Oscar
Buenos Aires- Argentina, 5 -12-MMIII
220
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
ÍNDICE CONCEPTUAL
221
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Marginalidad
Motivaciones
Participación (y Voluntariado)
Perfil
Pertenencia
Pobreza
Posmoderno (Voluntariado)
Proximidad
Reconocimiento
Reinserción (Voluntariado de)
Referencia (de Voluntarios)
Riqueza (y Complejidad)
Rotatividad
Sociedad Civil
Supervisión
Teoría de los 3 Sectores
Transformador (Voluntariado)
Versus
Voluntario / Destinatario
Voluntariado
Zonas Grises
222
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
Bibliografía y Gráficos
223
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
GARCÍA ROCA, XIMO (2003): “Los Voluntariados. Perspectivas de Futuro” en Montagut Teresa
(Coord.): El Voluntariado: La Lógica de la Ciudadanía, ed. Ariel, Barcelona
GUIA CIDADANIA E COMUNIDADE- Centro de Integraçao da Cidadania, Centro de Educaçao
Comunitaria para o Trabalho y Governo do Estado de Sao Paulo, Brasil 1997
INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 2003, Fundación
Banco de la Provincia de Buenos Aires.
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Por Propia
VOLUNTAD
SIN
Un tipo de ACTIVIDAD VOLUNTARIA
REMUNERACIÓN
ACCIÓN ECONOMICA
SOLIDARIA
GRÁFICO N° 1
“La Pasión de Seguir. Voluntariado Transformador,
sin Excusas, sin Fronteras.”
Con Garcia, Oscar -Ediciones Seguir Creciendo, Bs. As.,
2004
COMPROMISO
ADQUIRIDO
LA PASIÓN DE SEGUIR – OSCAR GARCIA
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CONTRATAPA
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