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el futuro: tension hacia la gloria del cielo @ ALFREDO: SAENZ, S. J. LA EUCARISTIA Y LA IGLESIA PEREGRINANTE A Bucaristia edifica a la Iglesia L como una “comunidad de vida” en Cristo glorioso. Pero también la Eucaristia pertenece a la Iglesia como “medio de jrradiacién salvadora”, en cuanto que la Iglesia se encuentra en estado de construccién, con miras a ane- xionarse poco a poco las sucesivas gene- raciones humanas, introduciéndolas p mente en esa “comunién de vida” que ye su esencia misma. Si bien el fin de la Eucaristia se orienta primaria. mente a suscitar la unién de caridad, sin embargo, por ser el sustento del hombre “en camino”, por ser “sacramento de fe" es el alimento nutritive de la Igiesta que camina hacia el cielo en lasoscuri- dad de ia fe. La Iglesia peregrinahte nos integra cada vez més en la comunién con Cristo y con nuestros hermanos. La Evearistia es el nuevo alimento para el largo viaje por el desierto de esta vida en direccién a la Tierra Prametida que cis: * Del libro préxime a aparece: “Lo Eucaristia. Sacramento de to Unidad". Caleceién Hombre Nuevo. Ediciones Paulinas, Busnes Aires. 57Q «studios mana Ja leche y Ia miel de la yisién beatifica. La Eucaristia construye la Igle- sia pascual en estado de “transito de este mundo al Padre", Por eso su mejor fie gura ¢s el mani, pan del éxodo, alimen- to del caminante. La Muvia del mand amainé cuando el pueblo elegido entré en Ja Tierra Prometida, La Bucaristia deberi renovarse “hasta que venga” el Seftor. El Doctor Angélico atribuye al culto tres momentos © estadios: 1, Aquél en el que la eternidad y los medios que a ella conducian eran’ igualmente futuras, aunque representados en la tierra por signos imperfectos, por sombras. Es el es tadio del Antiguo Testamento; 2. Aquél en el que Ia eternidad es afin futura, pe- ro los medios que a ella conducen ya se han hecho presentes en el misterio de Cristo, representade bajo signos sacra- mentales. Es el estadio del Nuevo Testa- mento; 3. Aquél en el que la eternidad ser una realidad presente y ya no re= presentable por ningan signo. Es el es tadio definitive del cielo. (1) La Eucaristia se_ubic en el segundo I 102, 2, ey 103, 3 & EL FUTURO: de estos tres estadios. ‘Tiene ya algo de definitive, en cuanto que produce la ca- ridad, la vida divina en nuestras almas, y algo de intermediario, en cuanto que fomenta la fe y la esperanza. Asi como las figuras del Antigue Testamento con: vergian en la Eucaristia, de manera w la Eucaristia mira hacia la gloria “En la antigua ley —ensefia Santo To- mas— ni la divina verdad se habia ma- nifestado en si misma, ni atin estaban expedites los camines para Hegar a ella. Y por tanto convenia que el culto exte- rior de la ley antigua no solo fuese gurativo de la verdad futura que ce ha- bria de manifestar en la patria del cielo, sino también figurative de Cristo, que es el camino que leva a aquella verdad del cielo, Pero en el estadio de la nueva ley, este camino ya esta revelado. De donde se sigue que no es conveniente que prefigure lo futuro, sino que conme- more lo presente o pretérito, Sélo con- viene que prefigure la verdad futura de Ia gloria no revelada”. (2) La Iglesia est poseyendo la realidad y al mismo tiempo esté en tensién hacia algo futuro. Ya es esencialmente comu- nién de vida: sus miembros conocen a Dios, yiven en caridad, poseen por In gracia-jina participacién en la vida vina. Cuando se reine la asamblea tirgica —expresin perfecta de la Tgle- sia— es para alabar al Padre comin y proclamar, en unién con les santos, las maravillas de Dios. La Iglesia no esta en estado de pura gestacién, la Iglesia “es” ya desde ahora el Pueblo milagro- samente salvado, “es” la Espasa de Cristo, “es” el Templo del Sefior Pero al mismo tiempo que “es’, estd en estado de tensién. Porque si bien es (2) Hell, 101, 2, TENSION HAGIA LA GLORIA DEL CIELO © cierto que la Iglesia ya es el Pueblo de Dios, la Esposa de Cristo, el Templo del Sefior, también es cierto que esta en marcha hacia una plenitud de toda esa reafidad, hacia la fruetificacién dltima y definitiva de los valores que ya posee ger= munalmente. Sus miembros conocen al mismo Dios que los santos, pero en la fe, en espera de la vision; aman al mis- mo Dios que los santos, pero su caridad no siempre es actual; deberan pasar por la muerte y recuperar sus cuerpos dese pués de una larga espera. En la asam- blea livirgica, Ia Iglesia peregrinante po- see al Sefior del cielo, pero sacramen- talmente, bajo signos mistices, lo que no puede satisfacerla con plenitud. Por eso la Iglesia est en estado de Exodo ha- cia una profundizacién de lo ya adqui- rido para llegar de esa manera a la ma- durez, Casi podriamos decir que la Tgle- sia peregrinante se identifica con la Igle- sia de la esperanza La Eucaristia es como una tangencia entre el tiempo y la eternidad, entre lo poseido y lo esperada. “Os digo que no volveré a comer la Pascua hasta que sea consumada”, La Eucaristia es una pre- sencia real pero también incluye una exi- gencia de consumacién de lo ya incoado. LA EUGARISTIA: PRESENCIA DE CRISTO GLORIOSO En el sacramento del altar est4 pre- sente el Cuerpo que Cristo posee actual- mente en el ciclo, su cuerpo glorificado. Al resucitar a su Hijo, el Padre le dio un cuerpo espiritualizado. Es, sin: duda, verdadero cuerpo, aquél con. el que vi- vié en la tierra, pero transformado. (3) estudios 57 J @ ALFREDO SAENZ, 8. J. El cuerpo terreno de Cristo y su cuerpo espiritualizado representan los dos esta- dios del misterio del hombre pecador salvado por da caridad de Dios, el tér- mino inicial y el término final. Dos esta- dios que no pueden coexistir a la vez. Es- ta penetracién por el Espiritu de la ma- teria transformada se ha realizado con tanta profundidad en el Sefior que la ma- nera trasciende los marcos de nuestra experiencia cotidiana. * San Juan, en su Evangelio, subraya la realidad del Cuerpo -resucitado del Se- jior, destacando al mismo tiempo sus nuevas y raras cualidades, como por ejemplo su poder para entrar en el ce- naculo sin necesidad de pasar por la puerta. En adelante, donde se manifieste el Cuerpo de Cristo, necesariamente apa- recerd glorioso. Incluso en la Bucaristia, El cuerpo eucaristico de Cristo es su cuerpo espiritualizado. De otro modo no participariamos en el sacrificio “grate” al Padre. Cuando comulgamos recibimos a Cris- to resucitade, poseemos al Cristo glorio- so. Nos alimentamos de gloria. Por eso nuestra liturgia es triunfante, gloriosa, de comunién en la gloria de Cristo. Pe- ro todavia bajo el velo de los simbolos, Comulgamos en la gloria pero esperamos que esta gloria se manifieste. La Iglesia es un inmenso ejéjtito que sigue aun general en jefe qué ya ha pasado ‘bajo el arco de triunfo asegu- rando asi sustancialmente su victoria. Nosotros no Ia poseemos del todo, pero estamos detris del jefe invicto. El ya ha vencido la batalla principal; nos quedan las escaramudas finales. La Eucaristia po- ne en nosotros una semilla de tensién ha- cia la gloria —areo triunfal— porque 572 estudios nos comunica la presencia del Cristo glo- rioso y vencedor. LA EUCARISTIA: PRINCIPIO DE RESURRECCION Gracias a Cristo ha comenzado la re- novacién césmica que debera caracteri~ zara la era escatolégica, El cuerpo re- sucitado del Sefior es Ia célula primera del nuevo universo. En Cristo, el Espi- itu ya ha tomado posesién de la mate- ria, como lo har§ después con toda la creacién en los tiempos de la “recapitu- lacién” final. Cristo —el primero— ha realizado en Si el paso del mundo de la carne al mundo de Dios, del mundo aritiguo de la muerte al mundo nuevo dominado por el Espiritu de vida, del mundo de la desobediencia al mundo de la comunién. (4) Cuando el cuerpo asf espiritualizado de Cristo penetra en el alma por la Eucaristia, no slo elimina germinalmen- te Ia muerte del hombre sino que poco a poco va debilitando todo lo que en él encuentra de antidivino o de no-divino. E] cuerpo del Sefior es prenda de vida eterna en la plenitud de Dios. (5) Cristo resuecitado se hace nuestro ali- mento —alimento glorioso—. “Las pala- bras que Yo os he dicho son espiritu y vida, dijo Jestis, lo que equivale a de- cir, interpreta San Atanasio: Lo que se ha mostrado y dado para la salud del mundo es Ia carne que levo, pera os daré esta misma carne con su sangre, espiritualmente como alimento, de modo que sea distribuida a cada uno y se con- vierta en salvaguardia de la resurreccién {4) Romanos 8. 15) Juan 6, 58. EL RUTURO: para la vida eterna”. (6) Y S. Cirilo de Alejandria extiende a nuestros cuer- pos Ia accién restauradora de la Euca- ristia: “Era preciso que el Sefior viniese a nosotros divinamente por el Espiritu Santo, que se mezclase por asi decir con nuestros cuerpos por su carne sagrada y su sangre preciosa y que el cuerpo de vida se encontrase en nosotros como un germen vivificante”. (7). Segin el pen- samiento de este Santo Padre el Espiritu santifica al alma por el Bantismo, mien- tras que el Verbo hecho carne santifica al cuerpo por la Eucaristia. La carne glorificada de Cristo, al pe- netrar en nuestro interior, aniquila a le muerte y restaura la unidad perdida. “Nuestra naturaleza fue arrastrada aun del alma y del cuerpo, en virtud del or- den que le es propio, eseribe S. Gregorio de Niza, Con el poder divino, Dios ha reunido de nuevo las partes separadas, reajustando en unién indestructible lo que estaba dividide. Eso es lo que obré la Resurreccién: el retorno, después de la disolucién de los elementos acoplados, a una unién indisoluble, para que pudié- ramos llegar a la vida eterna. Asi como la muerte, producida una vez por el pri- mer hombre, se habia transmitido al mis- mo tiempo a toda la naturaleza -huma- na, asi .gl principio de la resurreceién se extiendé, gracias a uno solo, a toda la humanidad. Aquel que de nuevo unié el alma a su propio cuerpo, gracias a su poder, fue el punto de partida de un movimiento que extiende a toda la na- turaleza humana la unién de lo que es- taba separado. Este es el misterio del (7) PG 72, 908.912. 16) A Seropién 4, 19, TENSION HACIA LA GLORIA DEL CIELO © designio de Dios en Io que toca a lg muerte y a la resurreccién de entre los muertos: si Dios no impidié que Ja muer- te separase el alma y el cuerpo segan el orden inevitable de la naturaleza, los ha reunido de nuevo por la resurreccién pa- ra convertirse El mismo en el punto de enctientro de la muerte y de la vida, Frenando en El ia descomposicién de la naturaleza producida por ia muerte, y convirtigndose asi en un principio de re- unién para los elementos separados”. (8) S. Ignacio de Antioquia Hamaba a la Eucaristia “el remedio de la inmortali- dad”. Y S. Justine no dudaba en de- finirla como “el alimento por el cual nuestra carne y nuestra sangre son mentadas ‘con miras a la transforma- cién”. (9) “Como la planta de vifia sembrada en la tierra fructifica en la es- tacién debida, como el grano de trigo que cae en la tierra se descompone para levantarse luego y multiplicarse por la virtud del Espiritu de Dies, con el fin de servir después al uso de los hombres, segin el designio de Ja divina sabiduria y, finalmente, por la Palabra de Dios, hacerse Eucaristia, que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo; asi nuestros cuer- pos, alimentados por la Eucaristia, y de- positados en tierra, donde sufren la des- composicién, se levantardn en el tiempo designado, y el Verbo de Dios les dara la resurreceién para gloria del Padre que reviste lo mortal de inmortalidad y da gratuitamente a lo corruptible la in- corruptibilidad, porque la fuerza de Dios se despliega en Ia debilidad” (8, Treneo) (10) Y en otra parte comenta el mismo autor: “Como el pan que viene de la (8) Discurses Corequéticos 16, 7-9, (9) Apologia 66. (10) Contra los Herojes 5, 2, 2.3. estudion 973 @ ALFREDO SAENZ, S. J. tierra, al recibir la invocacién de Dios, no es ya un pan erdinario sino una Buca- ristia compuesta de dos elementos, uno te- rrestre y otro celestial, asi nuestros cuer~ pos, habiendo tomado parte en la Euca- ristia, no son ya corruptibles, puesto que tienen la esperanza de la resurreccién pa- ra la eternidad”, (11). Los Padres de la Iglesia se deleitaban contraponiendo el alimento mortifero que habian digerido nuestros primeros padres en el paraiso y este contraveneno de la Eucaristia, “Asi como envolvemos la chis- pa en paja para conservar el incendio, del mismo modo mediante su carne Nues- tro Sefior Jesucristo nos ha injertado su vida, y hha depositado en nosotros una semilla de inmortalidad que destruye to- do cuanto de corruptible hay en nos- otros” (S. Gregorio de Niza). (12) “306 mo dicen —se pregunta S. Ireneo— que la carne no es capaz del don de Dios que es la vida eterna, la carne alimentada con el Cuerpo y la Sangre del Sefior, y hecha miembro de El? Dice el Apéstol en su carta a los Efesios: Somos miem- bros de su cuerpo, de su came y de sus Jo dice de un hombre le, porque el espiritu no tiene huesos ni care, sino que lo dice del érgano verdaderamente humano, que consta de casne, nervios y huesos, y que se alimenta de su cdliz que es sif sangre, y crece con el pan que es su cuerpo".(13) La ensefianza de los Padres podria, pues, resumirse en la afirmacién de que la Eucaristia no solo da derecho a la fu- tura resurreceién sino que desde ya obra glorificando al cuerpo humano, y al sem- (11) tbid. 4, 18, 5. (12) Explicocién ‘sobre Juan 11, 27. (13) Contra los Herejes, 5, 2-3. 574 estudios brar un germen de inmortalidad, ali- menta a toda la realidad corporal para la incorruptibilidad. Similar es la ensefianza de Santo To- mds, cuando comenta el capitulo sexto del evangelio de S. Juan, fundamental para nuestro propésito: “Es manifiesto —dice— que la destruccién de la muer- te, a la que Cristo aniquilé al morir, y la reparacién de la vida, que realizé al resucitar, es efecto de este sacramen- to” (14) y esto de manera universal porque la vida que comunica no sélo es la yida de un hombre, sino la de todo el mundo”. “La Eucaristia es la prenda de la herencia eterna, como se dice en Efesios 1, 14. De aqui la gran utilidad de este alimento, porque da la yida eter- na; pero al mismo tiempo es grande su eficacia ya que da la vida eterna también al cuerpo". (15) Cristo: Al que coma mi carne y beba mi sangre Yo lo resucitaré en el tiltimo dia porque “cl que come y bebe espiritualmente, se hace participan- te del Espiritu Santo, por el cual nos uni- mos a Cristo por la fe y la caridad y gracias al cual nos hacemos miembros de la Iglesia. El Espiritu Santo hace que merezcamos la resurreccién, segim aque- lo de Romanos 4, 24: El que resucité a Gristo Nuestro Sefior de entre los muer- tos resucitaré también nuestros cuerpos mortales por su Espiritu que inhabita en nosotros. Y por eso dice el Sefior que ef que come y bebe resucitard para la glo- ria y mo para la condenacién, porque sta iiltima resurreecién de nada aprove- charfa. Es muy conveniente ‘atribuir este efecto al sacramento de la Eucaristia, (141 Comentario sobre Juon, capitulo 6, lee- cin 6, (15) thi EL FUTURO. porque como dice S, Agustin, ef Verbo resucita a las almas, pero el Verbo hecho carne vivifica a los cuerpos. Y en este sacramento no solo esta el Verbo segin su divinidad, sino también segin Ja ver- dad de la carne, y por lo mismo no es solo causa de la resurreceién de las almas sino también de log cuerpos”. (16) “Por- que el que come este pan permanece en Mi y Yo en é; pero Yo soy la vida eterna; por tanto, el que come de este pan como debe, viviré eternamente”.(17) Es claro que, como dijimos antes, se trata de Ja carne espiritualizada del Se- fier: “La carne de Cristo en conside- rada de nada aprovecha, y ningin efec- to tiene proficuo diferente a cualquier otra carne, Si hiciésemos una abstraccién de la divinidad y del Espiritu Santo, no tendria otro poder diferente a la carne de cualquier otra persona; pero si se le agrega el Espiritu y la divinidad apro- vecha a muchos, porque hace que los que comen permanezcan en Cristo, ya que por el Espiritu de caridad el hom- bre permanece en Dios, segtin lo que se lee en I Juan 4, 13: en esto conocemos que permanecemos en Dios y El en nos- ‘otros, en que nos dio de su Espiritu... Y por lo mismo se dice: Las palabras que os hablé son espiritu y vida; por lo tanto, deben ser referidas al Espiritu uni- do con la carne”. (18) Es decir que, segtin Ia ensefianza to- mista, en la Eucaristia el fiel reetbe la fuente de su resurreccién total alma y cuerpo. Esta. resurreccién no es obra del Espiritu Santo, sine del Es s6lo (16) Comentario sobre Juan, cién 7. 107) bid, 118) Comentario sobre Juon, cién 8. copitulo 6, lece copitule 6, le: TENSION HACIA LA GLORIA DEL CIELO @ en cuanto que est4 unido a la carne de Gristo. LA EUCARISTIA: ASUNCION DEL TRABAJO DE LOS HOMBRES Toda Ja vida humana debe quedar trai$formada por el sacramento del altar. Incluso ed trabajo de esta vida no esti sin relacién con la Eucaristia. El sacra- mento del poder de Dios debe fructificar en obras buenas. “Trabajad la Eucaris- tia” nos dice $. Juan, (19) La Eucaris- tia contiene un fermento de eficacia que debe ser introducido en la masa. Desde el comienzo de la historia, el trabajo aparece como una apropiacién de la naturaleza. Pero el hombre no de- be dominar a las cosas con orgullo pro- meteico, El octavo dia —el dia de la Eucaristia— no es el séptime. Esta no es una verdad de Perogrullo. El octavo dia, el domingo, es el dia del descanso del hombre, pero al mismo tiempo es el dia del trabajo de Dios que mediante su gra- cia hace del trabajo semanal del cristia- no una verdadera cucaristia, una aceién de gracias al Sefiér. Y también el traba- jo de la nueva semana que comienza de- be brotar de la Eucaristia. La labor de los hombres llega asi hasta la mesa del altar. Los trigales y las vifias han sido trabajados por los hombres an- tes de hacerse pan y vino. Luege vendrA el trabajo de Dios que por puro don los transformara en su Cuerpo y Sangre. La conversién del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo es un verdadero tra- bajo, el prototipo de todo trabajo, por- que renueva la accién mas perfecta que han conocido los hombres, la de la En- (19) Juon 6, 27. estudios S75 @ ALFREDO SAENZ, 8. J. carnacién, y la pasién mas total, la de la Cruz. Nuestros trabajos, come el de Gristo en Nazaret, son la eflorescencia del verdadero trabajo redentor, el de la transustanciacién y el de nuestra incor- poracion. La Bucaristia es la actualizacién con- tinua del trabajo salvador, pero una ac- tualizacién susceptible de progrese, en la medida en que el perfeccionamiento, la espiritualizacién de nuestros trabajos hu- manos permitan a Cristo hacer siempre més eficaz su trabajo divino, reduciendo cada vez mds el hiato entre su cuerpo eucaristice y su cuerpo glorioso La Bucaristia hace Ja Iglesia, Ia engen- dea y la trabaja, para’ que sea consuma- da, en el dia de la suprema Pascua, en la unidad de un mismo cuerpo de gloria, El sacramento de! pan y del vino obra sin cesar la reunién de toda'la creacién en el misterio de la unidad de Dios. To- do el cosmos material y el trabajo huma- ne, con las miiltiples relaciones econé- micas, politicas y sociales, debe llegar al pan de las hostias y al vino de los cai ces. Todo debe “pasar” (pascua) a Dios. LA EUCARISTIA: ANTICIPACION DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO Mirando al pasado, la Eucaristia no se instala definitivamente en el ptesente, si- no que anhela el futuro. Une el pasado con el futuro a través del presente. La primera venida de Cristo en la humil- dad de su carne pasible se ordena a su segunda venida triunfadora » radiante al fin de los tiempos, mediante la venida in- termedia de su cuerpo eucaristico, glo- rioso ya, pero todavia velade por las es- pecies sacramentales. Podriamos decir que la Eucaristia se 576 estudios coloca en el centro de confluencia de dos lincas tendidas en direcciones opuestas pe- ro encontradas. Una de ellas va de noso- tres a Dios y se expresa preferentemente en el texto de las oraciones post comu- niones de la Misa: “Concédenos, Sefior, que, percibamos el efecto de Ia salvacién, cuya prenda he- mos recibido en estos misterios” (20) ; “haz, Sefior, que tus sacramentos obren en nosotros Io que contienen, para que un dia recibamos en toda su realidad lo que ahora celebramos bajo signos exte- riores” (21) ; “haz, Sefior, que seamos saciados con la fruicién eterna de tu divinidad, ‘que prefigura la recepeién temporal de tu pre- cioso Cuerpo y Sangre” (22). La liturgia Gelasiana contiene tam- bién en. su ritual una preciosa posteomu- nién: “Esciichanos, Sefior, y haz que por estos sacrosantos misterios confiemos que Jo que nos precedié en la Cabeza de la Iglesia sucederd alguna vez en todo el Cuerpo eclesiistic La primera linea, pues, de la Bucaris- tia; se extiende como una séplica de encuentro con Dios. Pero hay una se= gunda linea que responde como un eco a la primera, Es la de la promesa de Cristo de visitarnas en la consumacién de los tiempos. Cuando Jess convocé a sus discipules para la reunién de la Ulima Cena expresé ya la promesa que haria viable el encuentro y que no dejaria es- téril la suplica de la Iglesia: “Con ardor he deseado comer esta Pascua antes de padecer. Os aseguro que no Ia comeré mas hasta que se cumpla en el Reino. .., [20] Martes de fa primera semona de Cvares: (21) Sdbado de témporos de septiembre. (22) Fiesta de Corpus Christi. EL FUTURO; TENSION HACIA LA GLORIA DEL CIELO @ ni beberé més del fruto de la vifia hasta que ilegue el Reino de Dios”. S. Pablo en su primera epistola alos Corintios, 11, 26 pone también esas pa- labras en boca del S “Todas las veces que comiereis este pan y bebiereis anuneiaréis la muerte del Sefior hasta que venga”. No se trata de una me- ra “fecha-tope” sino de una especie de exigencia de su parusia, implicita en to- da Eucaristia: hasta que sea alcanzado el fin. Es la traduccién de un clima de esperanza, de stiplica ardiente por la veni- da en gloria del Sefior. Hay estrecha re- facién entre el “hasta-que-venga” y la plegaria “ven Sefior” de los primeres cris- tianos (23). La Eucaristia es verdaderamente “el convite del Sefior” glorioso y vivificante, pero en una situacién de tensién que trata de resolverse. La esperanza perso- nal del fiel desemboca en la esperanza de toda,la Iglesia. La Eucaristia no pue- de alimentar al fiel sin hundirlo mas profundamente en el dinamismo de la esperanza eclesial, El anuncio de la muerte del Sefior y su representacién objetiva durara hasta que El venga con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos. Entonces ya no se anunciard mas su muerte per la Eucaris- tia. Nadie conoce el dia ni la hora. Pero los que celebran Ia Eucaristia saben que el dia del Sefior esté cerca. Em la. Euca- ristia los cristianos hacen profesién de fe en ese dia. La espera de la Parusia es un elemento esencial de la celebracién eucaristica. Al igual que Ia Iglesia en habitos te- rrestres. también la Eucaristia pasara con la apariencia de este mundo (24). Los que se reGnen para comer el Cuerpo del (23) Maranatha, decian los primeros. cristiones. Sefior son peregrinos que otean el hori- zonte, Cristo dijo: Vigilad y orad. En la recta celebracién de la Encaristia se reax liza esta vigilancia y se eleva esta oracién. La fe de la Iglesia en la Parusia se muestra mediante signos y palabras. En el pan y en el vino transustanciados se ja prever la forma futura del mundo glorificado en Cristo. El pan y el vino se convierten en algo espiritualizado. Es el comienzo de los nuevos cielos y de las nuevas tierras. El “Amén” de la Iglesia, al fin del Canoa, es el Amén al Seiior que viene, una participacién en el perenne Amén de Jestis, que une asi su voluntad con la del Padre. La oracién de la Misa que prece- de a este solemne Amén es una plegaria con implicaciones eseatolégicas: “Por el cual creas, Sefior, todos estos dones, los santificas, los vivificas, los bendices y nos los otorgas”. En el cielo promuneiaremos el Amén definitivo sobre este mundo que haya aceptado ser transformado por Cristo, pero ya desde la tierra lo prelu- diamos en la Eucaristia. Lo mismo se diga del Alleluia. Bien decia S. Agustin que toda nuestra ocupacién en el cielo se reduciré. a repetir incansablemente Amén-Alleluia. El canto festivo del Sanctus nos re- enerda que ya hemos entrade a formar parte en la sociedad de los cielos. Lo en- tonamos “junto con los Angeles y los ar- angeles que no cesan de repetirlo”, Por eso aim cuando la Eucaristia sea el re- cuerdo de Ia muerte de Cristo se celebra en medio de la mayor exuitacién. El pan es imagen de la fuerza vital, el vino lo es de la abundancia y de la alegre socie- dad, los cantos, la misica, las campa- nas, el ineienso, nos transportan a otro mundo, entreabren, aunque tenuemente, el telén de la eternidad, El trabajo cris- 377 estudios ® ALFREDO SAENZ, 8. J. tiano de los hombres se acaba en la con- templacién de Dios. LA EUGARISTIA: PRELUDIO DE LA COMUNION FINAL El sacramento del altar prepara para una nueva y definitiva comunién, esta vez sin el velo de los simbolos. Asi lo ensefia Teodoro de Mopsuesta en un texto excelente: “Puesto que to- davia no poscemos Ia plena posesién de los bienes celestiales, vivimos ahora en la fe hasta que subamos al cielo y vaya- mos hacia Nuestro Sefior: alli ya no le veremos en espejo 0 en enigma, sino ca- ra a cara, Puesto que esperamos recibir efectivamente este don por la resurrec- cién, en el tiempo fijado por Dios, te nemos orden de realizar en este mundo las figuras y los simbolos de aquellos bienes futuros, para que, por la liturgia de los sacramentos, en figura, entremos en él go- zo de los bienes esperados. Por tanto, asi como el verdadero nuevo nacimiento es el que esperamos por la _resurreccién, mientras realizamos en el bautismo un nuevo nacimiento en figura y en simbolo, asi el verdadero alimento de la inmorta- lidad es el que esperamos comer, recibi- do entonces en verdad por un don del Espiritu Santo, mientras que ahora somos alimentados como en figura por up ali- mento inmortal” (25). > La comunién, que ahora se hace a tra- vés de signos y de simbolos, est4 en ten- sién hacia su madurez definitiva, ya en cierta manera invacada: “Entonces pura- mente, por gracia del Espiritu, sin sa- cramentos ni signos, seremos alimentados (25) Homitias Cotequéticas 15, 12, 18, (26) Ibid. 25. 578 estudios y seremes perfectamente inmortales, in- corruptibles e¢ inmutables por naturale- za” (26). Santo Tomés compara nuestra Euca- ristia con la misteriosa comunién de los Angeles en el cielo: “La comunién de Cristo mediante este sacramento se or- dena, como a su fin, a la fruicién de la patria celestial, en la que los angeles go- zan de Dios” (27). LA EUCARISTIA: SACRAMENTO DEL ENTRETIEMPO Hasta tanto que el cristiano no haya Hegado a la comunién celestial deberd seguir alimentdndose con el Pan de los viadores. La Eucaristia es el convite sa- crifieial de la Iglesia durante el tiempo que corre entre la Ascensién y la Segun- da Venida del Sefior. Por eso la Hamamos sacramento del “entretiempo". La Euearistia consuela a la Iglesia por el alejamiento del Sefior de la gloria, que desaparecié de su vista en medio de las nubes. Es el vidtico de la Iglesia en su larga y penosa peregrinacién a través de siglos y milenios. La Eucaristia es la incitaeién permanente a perseverar en el Sefior... hasta que vuelva. Su tono es de alegria. La Iglesia se viste de colores pensando en la préxima Parusia del Sefior. Entonces todo naceré de nuevo. Alli el hombre no necesitard de las especies sino que verd cara a cara. “Tus sacramentos obren en nosotros, Se- fior, la gracia que contienen para que ob- tengames en realidad lo que ahora cele bramos simbélicamente” (28). (27) I, 80, 2, ed 1. (28) Sdbado de témpores de septiembre. EL FUTURO CONCLUSION La Euearistia nos ha aparecido como el sacramento de la unidad horizontal, histérica, se nos ha revelado como el sa- cramento que explica la historia. Mas alin; No se puede pensar en elaborar una “yeologia de la historia” si se renuncia a estudiar el papel protagénico que en ella debe ocupar el sacramento del altar, La Eucaristia explica la concatenacién 16- gica de los diferentes estadios de la histo- ria Ia cual, en el fondo, es una historia de salvacién. La Eucaristia permite la progresiva aplicacién de la Redencién del Sefior al hacer posible la gradual incorpo racién de todos los hombres a la Iglesia en el curso de los siglos. El pasado nada pierde de su riqueza en el presente, y el presente se orienta ansiosamente hacia el futuro. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, pasando por la Cruz, la Eucaristia une en si todas las etapas de la historia. Este juego —complejo pero esplendo- roso— del pasado, presente y futuro, en- cuentra su expresién mis cabal en una frase feliz del Doctor Angélica, a quien hemos seguido muy de cerea en estas , frase que en su phima es ora- “Oh sagrado convite en el que se asi- mila a Cristo; se recuerda la memoria de su Pasién (signo’ rememotative: el pasado) ; el hombre rebosa de gracia (signo de- mostrativo: el presente) : y se nos da una prenda de la vida fu- tura (signo profético: el futuro). TENSION HACIA LA GLORIA DEL CIELO @ esudion 579

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