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T-1072-00 Firma de Invidente
T-1072-00 Firma de Invidente
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
1. Solicitud
2. Hechos
El accionante dentro del escrito de su demanda de tutela, relata los
siguientes hechos:
3. Pretensiones
2. Impugnación
Adicionalmente, alega que no existe ninguna norma que disponga que los
títulos valores cuando sean firmados por un ciego deban estar autenticados.
Agrega que ello implicaría un detrimento de la seguridad jurídica y de la
circulación de los títulos valores. Por el contrario, continúa, éstos se
presumen auténticos en virtud de los principios de autonomía y
legitimación que les son propios.
1. Competencia
2. Consideraciones Generales
1
Sobre el texto de la ley como límite de la función judicial, ver Sentencias T-175 de 1994 (M.P. Antonio
Barrera Carbonell), C-486 de 1993 (M.P. Eduardo Cifuenes Muñoz), T-146 de 1995 (M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa).
Adicionalmente, esta contradicción de los textos legales por parte del juez
ordinario puede llegar a comportar una vulneración de los derechos
fundamentales de las personas y, por ello, ser considerada una auténtica vía
de hecho judicial, susceptible de ser analizada y controvertida por el juez
constitucional, en los términos fijados por la jurisprudencia de esta Corte.2
2
Sobre la posibilidad de controvertir interpretaciones judiciales que resulten contrarias a la Constitución,
ver Sentencia T-001 de 1999 (M.P. José Gregorio Hernández Galindo). En esta Sentencia se aceptó la
procedencia de la acción de tutela en los casos en que la interpretación que el juez haga de una norma
resulte contraria a un criterio hermenéutico mandado por la Constitución. En este mismo sentido,
Sentencia T-1017 de 1999 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
“4.2 El acto judicial que en grado absoluto exhiba alguno de los
defectos mencionados, atenta contra la pax publica y por fuerza se
convierte en socialmente recusable. El juez que lo expidió,
desconociendo los presupuestos objetivos y teleológicos del
ordenamiento, pierde legitimación - en cierto sentido, se "desapodera"
en virtud de su propia voluntad - y no puede pretender que la potestad
judicial brinde amparo a su actuación o le sirva de cobertura. El
principio de independencia judicial no se agota en vedar injerencias
extrañas a la función judicial, de manera que ella se pueda desempeñar
con autonomía, objetividad e imparcialidad; alude, también, a la
necesaria relación de obediencia que en todo momento debe observar
el juez frente al ordenamiento jurídico, el cual constituye, como lo
expresa la Constitución, la fuente de sus poderes y su única
servidumbre.”
“El Juez que incurra en una vía de hecho, no puede esperar que al
socaire de la independencia judicial, sus actos u omisiones,
permanezcan incólumes. En este evento en el que se rompe de manera
incontestable el hilo de la juridicidad, los jueces de tutela están
excepcionalmente llamados a restaurar esa fidelidad a la ley de la que
ningún juez puede liberarse sin abjurar de su misión. Solo en este
caso, que por lo tanto exige la mayor ponderación y la aplicación de
los criterios de procedencia más estrictos, es dable que un juez
examine la acción u omisión de otro.” Sentencia T-231 de 1994 (M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz)
“La práctica de todas las pruebas que sean menester para ilustrar el
criterio del juez y su pleno conocimiento, ponderación y estudio, así
como las posibilidades ciertas de objetarlas, contradecirlas y
completarlas en el curso del trámite procesal, son elementos
inherentes al derecho de defensa y constituyen garantía de la
idoneidad del proceso para cumplir las finalidades que le han sido
señaladas en el Estado Social de Derecho.”
“De allí resulta, sin duda, que los defectos del análisis probatorio, o la
ausencia total del mismo, no menos que la falta de relación entre lo
probado y lo decidido, vulneran de manera ostensible el debido
proceso y constituyen irregularidades de tal magnitud que representan
vías de hecho. Tal expresión encaja en los indicados supuestos como
ninguna otra, ya que el fallador que se aparta del material probatorio,
que no lo evalúa en su integridad, o que lo ignora, plasma en su
sentencia su propia voluntad y no la de la justicia ni la de la ley.
Decide de facto y quebranta, en consecuencia, los fundamentos
esenciales del orden jurídico.” Sentencia T-100 de 1998 (M.P. José
Gregorio Hernández Galindo).
10. En general, la discriminación de que han sido objeto las personas que
se encuentran en situaciones de debilidad manifiesta debido a su condición
física o mental no ha sido consecuencia del odio o de actos de agresión por
parte de otros grupos. Más bien ha resultado de la falta de comprensión y
consideración que la sociedad y el Estado han tenido respecto de su
situación. Estas no han tomado las medidas adecuadas para corresponder
a las necesidades particulares de tales individuos, lo cual trae como
consecuencia su exclusión del entorno social, impidiéndoles desarrollarse
3
Sobre los deberes del Estado para lograr que la igualdad sea real y efectiva, consultar entre otras,
Sentencias C-021 de 1993, C-410 de 1994, C-530 de 1993, T-530 de 1995, T-518 de 1998.
4
Ver Sentencia T-620 de 1999 (M.P. Alejandro Martínez Caballero).
como seres útiles a la comunidad. Al respecto, esta Corporación ha
anotado:
“6. Tal como ha ocurrido con otros grupos sociales, los discapacitados
han sido objeto constante de marginación social a través de los siglos.
La discriminación contra los discapacitados presenta, sin embargo,
características que le son propias y que no se observan en otros casos.
Por un lado, porque el sector de los discapacitados ha sido durante
largos períodos una minoría oculta o invisible, en la medida en que en
muchas ocasiones las personas afectadas por discapacidades fueron
internadas en instituciones o mantenidas por fuera del ámbito de la
vida pública. De otra parte, porque la minoría de los discapacitados es
tan heterogénea como disímiles son las limitaciones que pueden
causar las múltiples formas en que se manifiestan las discapacidades.
Y finalmente, porque la discriminación contra los discapacitados
frecuentemente es ajena al alto grado de hostilidad, odio e
irracionalidad que acompaña otras formas de discriminación, tal como
la que causa la segregación racial. En efecto, en muchos casos la
discriminación contra los discapacitados no tiene origen en
sentimientos de animadversión, y recibe una justificación con la
limitación física o mental que presenta la persona afectada - claro está,
haciendo caso omiso de las condiciones especiales de cada
discapacidad y de los diferentes grados de limitación que ellas pueden
generar. De esta manera, la marginación de los discapacitados
frecuentemente no está acompañada de hostilidad, sino que es más
bien producto de ignorancia, de prejuicios, de simple negligencia, de
lástima, de vergüenza o de la incomodidad que genera el encuentro
con personas diferentes.” Sentencia T-207 de 1999 (M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz).
El Caso Concreto
“Artículo 620. Los documentos y los actos a que se refiere este título
sólo producirán los efectos en él previstos cuando contengan las
menciones y llenen los requisitos que la ley señale, salvo que ella los
presuma.”
“(…)”
14. Por otra parte, según el principio de literalidad de los títulos valores,
quienes los firman, quedan obligados por su texto (art. 626 del C. de Co.),
lo cual se debe a que los derechos se incorporan al documento, con un alto
grado de prescindencia de la relación causal que les dio origen. Mientras
que en general las obligaciones son independientes de la manera como se
manifiesten, en los títulos valores la manifestación constituye en sí misma
la obligación.
Como se mencionó antes, el juez accionado adujo dos razones para excluir
la inaplicación del artículo 828 de las excepciones posibles a la acción
cambiaria. En primer lugar, la autonomía del régimen de los títulos
valores, respecto del resto del ordenamiento mercantil. Afirmó lo
siguiente:
“Para nada, las normas de este capítulo (el que regula las
generalidades de las obligaciones comerciales), tienen que ver con el
régimen sobre títulos valores. La aplicación que la funcionaria de
instancia hizo de la norma carece de explicación alguna. No se sabe
si se aplicó por extensión, remisión, analogía, integración normativa o
qué otro sistema de aplicación material del derecho.”
“La materia a que dicha norma se refiere (art. 828 del C. de Co.) tiene
que ver de manera específica en los contratos y obligaciones
mercantiles.”
“Fuera de este contexto valdrá recordar que contra el pagaré No. 1590
del Banco Industrial Colombiano sólo cabían las excepciones del art.
784 del Código de Comercio, claramente definidas como excepciones
contra la acción cambiaria; que dichas excepciones son nominales y
taxativas y que por ninguna parte aparece que el demandado hubiese
propuesto alguna de ellas, causa o excausa, cartular o extracartular.”
Se observa que, si bien la redacción del encabezado del artículo 784 indica
el carácter taxativo de las excepciones, por otra parte, en general, están
enunciadas de manera abierta como categorías, por lo cual, en la mayoría
de ellas se encuadran una multiplicidad de supuestos fácticos. Para el
presente caso es particularmente importante la excepción contenida en el
numeral 4º, en la medida en que, como se dijo anteriormente, la firma es
uno de los requisitos que el título valor debe contener y que la ley no suple
expresamente.
18. Sin duda este problema tiene una relevancia constitucional, que hace
imposible resolverlo desconectándolo de la consagración que la Carta hace
del derecho al debido proceso.6 Particularmente, la decisión del juez de
accionado debe ser vista a partir de la razonabilidad de las limitaciones que
puede éste imponer al ejercicio del derecho de defensa de las personas
invidentes al aplicar la ley. En esa medida, debe el juez de tutela indagar
si se produjo una vulneración del núcleo esencial del derecho fundamental
a la defensa, impidiendo su ejercicio en condiciones de igualdad material
con las personas videntes, mediante la aplicación de “la ley en cada una de
las hipótesis fácticas, según las diferencias plasmadas en ellas”7.
6
Ver Sentencia C-486 de 1993 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), respecto del papel de la Constitución
dentro de la función de aplicación de la Ley que hace el juez ordinario.
7
Ver Sentencia T-643 de 1998 (M.P. Antonio Barrera Carbonell).
parte de su contenido que es absolutamente necesaria para que los
intereses jurídicamente protegibles, que dan vida al derecho, resulten
real, concreta y efectivamente protegidos. De este modo, se rebasa o
se desconoce el contenido esencial cuando el derecho queda
sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan
más allá de lo razonable o lo despojan de la necesaria protección.”
“Combinación de métodos”
8
Cf. Alexy, Robert; Teoría de los Derechos Fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
1993, pp. 288ss.
20. Si se acepta la interpretación según la cual la omisión de surtir el
trámite del artículo 828 del Código de Comercio no es una circunstancia
oponible a la acción cambiaria, se impediría el ejercicio del derecho de
defensa de las personas invidentes en condiciones de igualdad con quienes
tienen el sentido de la vista. En efecto, los ciegos carecerían de la
posibilidad de alegar una circunstancia física personal que los diferencia de
las otras personas. Esta restricción del derecho a la defensa tiene además,
el efecto de limitar el ejercicio de otros derechos, pues se verían limitadas
sus posibilidades de llevar a cabo una actividad comercial con seguridad.
Quedarían, de aceptarse dicha hipótesis, a la merced incierta de otras
personas o, en su defecto, en una situación de incertidumbre cada vez que
firman documentos, ante la posibilidad de estar suscribiendo títulos valores
sin saberlo. La situación de inseguridad y de indefensión a la que conduce
la interpretación que hizo el juez accionado del artículo 784 del estatuto
mercantil, hace que ésta carezca por completo de sustento jurídico
razonable y por el contrario, constituye una vulneración del derecho de
defensa del accionante.
9
El artículo 828 hace parte del Título I -De las Obligaciones en General- del Libro Cuarto del Código de
Comercio, dedicado a los Contratos y Obligaciones Mercantiles. Por su parte, el Decreto 960 de 1970 -al
que pertenece el artículo 70 demandado- consagra el Estatuto del Notariado.
relevantes para el derecho, se convierte en fuente de latente riesgo
respecto de aquellas personas que no cuentan con todas sus
capacidades sensoriales -v.gr. invidentes, sordomudos, etc.-. Ahora
bien: el hecho de que se trate de prácticas inveteradas sobre las que se
sustenta la corriente jurídica que identifica nuestro derecho, no exime
de responsabilidad a las autoridades públicas para que desarrollen
mecanismos de protección que hagan posible que las personas que
por causas naturales no cuentan con las mismas capacidades que el
común de los ciudadanos, puedan contraer derechos y obligaciones de
manera efectiva y segura10.” (resalta la Sala) Sentencia C-952 de 2000
(M.P. Carlos Gaviria Díaz).
Ello significa que, en estos casos, las personas videntes que negocien con
títulos valores, en cuanto están llevando a cabo asuntos de naturaleza
mercantil, están sometidos a las limitaciones que tengan lugar con ocasión
de la obligación de dar cumplimiento al artículo 828 del Código de
Comercio, particularmente en aras de la seguridad jurídica. No encuentra
esta Sala que haya un enfrentamiento real entre la seguridad jurídica y la
obligación de que un juez o un notario sean quienes lean y autentiquen los
títulos valores previamente a que los ciegos los firmen. Por el contrario, la
doctrina es unánime sobre la materia, al afirmar que el artículo 828 del
Código de Comercio es un requisito indispensable para que los títulos
valores firmados por los ciegos sean obligatorios.11
DECISION
RESUELVE