Las manchas del sapo
sna selva de Misiones habia un sapo que se
habia converte en el terror de tds los char
cos. Era fanfart6n,* peleador, bochinchero,
aprovechador y deshonesto; un verdadero azote.*
‘Andaba siempre de aqui para alls con su facén” en
Ia cinturay miraba por debajodel ala del sombrero
todo aquel que se le eruzaba por elamino, Sial-
‘Buien seatrevia a decirlealgoen soguida sacabaun
‘cuchilloy lomandaba al ore mundo.
‘Una ver seenter6 deque Dios ibaa dar una fiesta
nel cielo para todas las aves y se le antoj6 ir. Ast
que, el diade bale, se paso muy elegante y fue a
vera su amigo el psjarecarpintero.
—Cémoleva, che! —salud6 alegremente—. Ven
‘goa pedirle un favor,
—Diga només.
He sabido que hoy tata* Dios hace una fiesta
para todas as.aves, Me gustaria, pero no sé ola.
Por exo pensé que usted que estan caballero me
podefa llevar en ellomne.
El cappintero se qued6 miréndolo en silencio y
Juego de revisrlo por todas partes le dij:
“No puede llevar, compade.” El baile es solo
paralas aves. Yusted no ese.
Discutieron un buen rato. El sapo que sy el car
pintero que no, el earpintero que no ye sapo que
Shastaque, por fin, el saposecans6yapoyandla
punta del cuchillo ene engote® de sa compro,
edi:
“Bara. Usted me leva ys acabé el asunte
ero elcarpintero see escap6y sali volando.
Nilo piense—le grits desde! aire~. Siquize
ven, djese cece la al
"allquedéelsapo pensavosinsabercémoresl-
versu problema, hasta quede pronto viola guitarra
dslcarpinceroapoyada pie den tbl seleoci-
ri6una ides. Aprovechs que el duedio estaba lejos
30 pot vero y pegando un slo pass por enre
las curdas ye escondié adeno. Mis tarde, ep
jaro carpinterovlvié para busca su instrumento
Y partécon él a fiesta sin saber que levaba un
passer
‘Cuando lleg6 al cielo dj6 la guitarra en un sion
ypasball sala tomar una copa, De nmediat, el
‘posal afuerayent6a diverse también, Be-
‘big ami hasta arearse, jg al truco por plata,
io ramp, ball y apate y se pele con media
concurenda *leapinterolomizaba asobraloy
se pregunt6 cm habia hecho para llega.
Alfin,noaguant6 mis acercindoslee pregunté:
~Che, usted, zeémo es que estd act?
-—Ponsé ene consejo que me dioy me dejé crecer
las alas~respondis el sapo.
Elcarpintero quedé leno de rabia y curiosida,
pero no dijo nada,
‘cuando la fiesta terming, el saposemetisotravex
ena guitarra de su compade para volver la err,
Elpjarocarpintero lo buses por todos ladesparaver
de qué manera bajaba, pero como no puda encon-
taro, supaso que ya sohabia ido. Entonces args
guitarra hombre yemprendiel egreso, Despcio,
‘despacito, ha volando entre las mbes mientras pen:
saba ena habiidedsecrea del sapo, cuando estes
same por entre Las everdssy leo:
Ne puede apurarse un poco? Se me hace tarde
ara tomar el desayunc,
Al descubrir el trac, el pijarocarpintaro se puso
furios y sacudiondo violentamente la guitarra, le
ordené:
—Use sus alas, che, viele soto
Elsapo.comprendié la imprudencia que habla co-
rmerido y medio muerte de miedo intentécalmara
susmigo:
"No sea asl;Que no se diga que no es capaz de
entender una broma inocente!
Sin embargo, no hubo manera de calmar l car
pintero que siguié batiendo la guitarra hasta que
To hizo ezeralvacio. El sapo comenzé a descender
a gran velocidad. Ya cerca del suelo se dio cuenta
de que se drigia de Meno hacia una enorme roca y
sacande el fam le grit
—Abrite, pedra, 0 te mato!
Perola piedea no se abri6 yl saposeestrellécon-
taal, Sehizo antes rasponesylastimadurasque
desde aquel dia anda com la piel manchada,
etn se ape eae a Bt