Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Cuerno de África es la región que durante siglos sirvió de enlace a Europa, África y
Asia, ya que sus puertos eran el paso obligado de los mercantes que unían territorios
tan distantes como Tanzania con Ceilán o Roma. Es también el emplazamiento de la
ancestral Etiopía, una de las culturas más antiguas del continente, con casi 3000 años
de historia.
1
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Índice
1. Introducción geográfica............................................................................................................2
2. Período pre-aksumita y proto-aksumita ...................................................................................7
3. El reino de Aksum (Ss. I a.C. - VII d.C.) ....................................................................................14
4. La época oscura y los Zagwe (Ca. 630 – 1270 d.C.) .................................................................26
5. El Imperio Salomónico (1270 – 1529) .....................................................................................29
6. La yihad del imam Ahmad ibn Ibrahim (1527 – 1543) ............................................................33
7. Etiopía tras la yihad del imam Ahmad ....................................................................................35
8. Los somalíes: nómadas y marineros .......................................................................................40
9. Bibliografía .............................................................................................................................42
1. Introducción geográfica
El área que vamos a estudiar en este tema se compone de cuatro países: Etiopía,
Eritrea, Yibuti y Somalia. Todos ellos se localizan en el Cuerno de África, un saliente del
continente africano que se interna en el Océano Índico, y que está separado de la
península asiática por las aguas del Mar Rojo y las del Golfo de Adén.
2
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Vista del Rash Dashen, en el Macizo Etíope
3
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
El elemento de relieve más destacado es el Macizo Etíope o Tierras Altas Etíopes,
dividido a su vez en otros dos sub-macizos por la gran depresión tectónica del Rift. El
primero de ellos es el Macizo de Abisinia, que abarca grandes extensiones de Etiopía,
Eritrea y Somalia. En él encontramos las montañas Bale, Choke y las Simien, donde
está el monte más alto de la región, el Rash Dashen, con sus 4550 metros de altura. El
segundo macizo, conocido como Macizo de Harar, lo componen los montes Mendebo
y las montañas Ahmar. El conjunto del macizo etíope tiene una altitud media de 2500
metros de altura, dato importante si tenemos en cuenta que a esa altura no es posible
que sobreviva el mosquito responsable de transmitir la malaria, enfermedad endémica
en el resto de África. Lo abrupto del terreno siempre ha facilitado la defensa del
territorio, aunque también ha dificultado seriamente las comunicaciones con la llanura
costera.
El Valle del Rift parte en dos el Macizo Etíope. La parte norte de dicho valle la
constituye la dura y desértica Depresión de Afar, a 116 metros bajo el nivel del mar,
que destaca por sus vastos depósitos de sal, aún hoy explotados por los afar. Desde allí
el valle del Rift sigue su rumbo en dirección hacia el Lago Victoria dejando una cadena
4
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
de pequeños lagos dulces y salados en el suroeste etíope: Abaya, Abiata, Koka,
Langano, Shala, Shamo y Zwai.
Junto con los lagos anteriormente mencionados, hay que hablar del que
probablemente sea el más importante de todos: el lago Tana (imagen de la izquierda).
Situado en el norte del país, es el lugar del que nace el Nilo Azul (conocido en Etiopía
como Abbay), el río más importante del país, y que en Jartum, capital del Sudán, se
une al Nilo Blanco, aportando el 70%
del agua del caudal del Nilo.
Más al este se hallan las tierras llanas de Ogadén y Somalia, áridas y apenas aptas para
la ganadería extensiva. Sin embargo, el interfluvio entre los ríos Shebelle y Juba es una
zona de gran valor agrícola.
Las tierras del macizo cuentan con un clima realmente excepcional, pues experimentan
temperaturas que van desde los 0º a los 17º, siendo de marzo a mayo los meses más
5
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
templados. Las zonas entre los 1.500 y los 2.400 m de altura gozan de unas
temperaturas medias entre los 15º y los 22º.
Las regiones del Triángulo de Afar y, en general, aquellas áreas situadas al este, hacia
Somalia, son las de temperaturas más elevadas por ser mucho más áridas que el
Macizo Etíope. La temperatura media anual, de 27º, sube en los meses de calor a la
cifra de 49º. Este clima desértico explica la baja densidad de población de estas tierras.
- Kur o clima alpino. Corresponde a las zonas de alta montaña, por encima de
los 3.292 m. La temperatura media rara vez supera los 10º. Las heladas son
habituales y los picos montañosos cuentan con nieve. Las zonas de kur no son
aptas para el cultivo.
- Kolla o clima caliente. Es el propio de los valles del Nilo Azul y del Takeze, la
zona este del Ogadén y las comarcas fronterizas con Kenya y Somalia, si bien
estas áreas reciben muchas menos precipitaciones que los valles fluviales. La
altitud en la que se da va desde los 488 a los 1493 m, y la temperatura media es
de 27º.
- Bereha o árido. Es el clima propio de las regiones más bajas del país, por
debajo de los 488 m, como la depresión de Danakil. La temperatura media se
encuentra entre los 30º y los 49º; esto provoca una aridez extrema que hace
que la agricultura sea imposible.
6
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Las precipitaciones dependen tanto de la altitud como de las estaciones. Existe una
estación húmeda, que va de junio a septiembre, siendo la época en la que se dan la
gran mayoría de las lluvias. La zona que más precipitaciones recibe es la suroeste,
donde llegan a los 1.420 mm, mientras las tierras del Macizo Etíope reciben una media
de 990 mm anuales. Ambas cifras contrastan con las áridas tierras bajas, donde no
superan los 500 mm anuales, existiendo incluso años en los que no ha llovido. El
Ogaden y el Valle del Rift se cuentan entre las zonas con menos precipitaciones, pero
la más afectada por la sequía es, sin duda, la Depresión de Danakil.
1
Situada en el río Abbay (Nilo Azul), cuando se complete contará con una capacidad de 63 mil millones
de metros cúbicos y 6.000 MW de potencia eléctrica, lo que la convertirá en la séptima presa del mundo
en capacidad y la más grande del continente africano.
2
Se encuentra en el valle del río Omo. Concluida en 2013, ha duplicado la potencia eléctrica de Etiopía
al proporcionar 1.870 MW.
3
Las tribus Agaw, o Agau son consideradas cushitas a día de hoy, si bien algunas se han semitizado y
hablan amhárico, tigriña o tigré.
7
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
En la región del Delta interior del Gash, actualmente en la frontera entre Sudán y
Etiopía, surgió hacia finales del tercer milenio o comienzos del segundo a.C. una
cultura compleja con la que pudieron interactuar los habitantes de las Tierras Altas
Etíopes, transmitiendo a éstos gran parte de sus conocimientos agrarios y artesanales.
Otras hipótesis sugieren que el empeoramiento del estilo de vida en las llanuras de
sabana del actual Sudán hizo que varios grupos procedentes de dicha zona se
animasen a emigrar y colonizar las Tierras Altas Etíopes a mediados del segundo
milenio a.C., portando sus conocimientos con ellos.
A comienzos del primer milenio a.C., hacia el 800 a.C., sabemos con certeza que se
produjeron contactos culturales y económicos muy cercanos entre la región etíope
donde surgió Aksum y el Sur de Arabia (principalmente el Yemen). Así, aparecieron
templos y sepulturas de tipo sudarábigo en diversas poblaciones (Yeha, Hawelti –
Melazo, Seglamien, Addi Galamo, Addi Grameten, Feqya y Kaskase). Las construcciones
monumentales sabeas y las de la Meseta del Tigray, en África, aparecen a la par,
alrededor del siglo VII a.C. A juicio de Francis Anfray, Yeha actuó de centro de los
8
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
asentamientos sabeos. Tales contactos facilitan muy pronto la creación de un reino
mestizo de influencias africanas y sudarábigas conocido como D’mt.
El principal elemento junto con los restos arquitectónicos que nos habla de presencia o
influencia cultural sudarábiga son las inscripciones halladas en los yacimientos, escritas
en caracteres sudarábigos. El idioma en que estaban escritas, el sabeo, era la lengua
propia de los reinos situados en el actual Yemen. En ellas se mencionan a personas
que portan títulos como mukarrib (especie de rey-sacerdote típico de la cultura sabea)
o mlkn (rey), indicativos de realeza que no serán utilizados por el futuro estado
aksumita, donde se usarán las fórmulas de negus o najashi para referirse al rey.
9
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
sabeos, habían tenido un desarrollo lingüístico y cultural paralelo al sudarábigo antes
de la llegada de estos a tierras africanas.
Sin embargo, probablemente los sabeos introdujeron en el país el trabajo del hierro y
la construcción en piedra, mientras que los cultivos (sorgo, trigo y centeno) y el arado
llegasen al país desde Egipto, ya que las palabras referidas a la agricultura son de
origen Agaw y no sabeo. También la cerámica pre-aksumita está más relacionada con
las muestras halladas en Sudán que con la fabricada en el sur de Arabia. Las
excavaciones de Phillipson en Gobedra, a pocos kilómetros de Aksum, demuestran que
las culturas autóctonas cultivaban sorgo y fabricaban cerámica antes de la llegada de
los sabeos. Además, numerosos poblados de la cultura Ona, en Eritrea, no muestran
influencia alguna sudarábiga, coexistiendo con los denominados asentamientos de
élite, aquellos donde hay restos de inspiración sudarábiga.
A pesar de todo, es destacable el hecho de que ambas orillas del Mar Rojo
compartiesen tantos aspectos culturales y materiales. El mar, en vez de separar, se
utilizó como vía de comunicación que facilitó las relaciones entre ambas costas,
favoreciendo que en ambas regiones, tanto en la árabe como en la africana, surgieran
dos culturas muy similares casi al mismo tiempo.
No sabemos con certeza cómo ocurre la caída de Damot, pero puede ser que el desvío
de las rutas comerciales de las que tradicionalmente se había beneficiado D’mt hacia
nuevas poblaciones como Matara o Melazo, más cercanas al Mar Rojo, fuera el
responsable de su colapso.
En esta época, los vestigios arqueológicos reflejan la existencia de una cultura local con
algunas influencias externas. La figura del mukarrib sudarábigo desaparece, surgiendo
reyes como el que aparece en una inscrpción de Kaskase, de nombre W’RNT HYNT
(Warent Hayanat), que descendía de Salamat. Se sigue empleando el lenguaje
sudarábigo, pero la factura más rudimentaria de las inscripciones muestra que se está
evolucionando hacia un modelo más local.
12
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
sudarábigos supuso un ambiente propicio para el surgimiento del nuevo reino de
Aksum.
Unos restos hallados cerca del templo, consistentes en varios pilares megalíticos
colocados sobre una plataforma, recuerdan a los templos de Ma’rib.
13
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
2.3.- Período Proto-aksumita (Ss. IV - I a.C.)
El surgimiento del Reino de Aksum es un hecho histórico aún oscuro, sobre todo por la
escasez de fuentes sobre el período. La arqueología ha demostrado que la ciudad de
Aksum aparece hacia el siglo I a.C., cuando el poblado proto-aksumita en la cima de
Beta Giyorgis se trasladó al valle contiguo, dando origen al asentamiento.
Las primeras fuentes escritas que se refieren a esta urbe son griegas. Una de ellas es el
Periplus Maris Erythraei, un periplo griego anónimo cuya datación más temprana se
sitúa a mediados del siglo I d.C. En él se describe la navegación, los puertos, las
oportunidades comerciales y, más raramente, el nombre del gobernante de las costas
del Mar Rojo, de África Oriental hasta el puerto de Rhapta , el sur de Arabia, la costa
persa y la India; esto es, lo que los griego conocían como Mar Eritreo (el Océano
Índico).
Siguiendo al Periplus, Aksum estaba regido por Zoskales, siendo éste el primer nombre
de un gobernante aksumita que conocemos. De este rey nos indica que “estaba bien
versado en lengua griega”, y que era muy avaricioso. El conocimiento por parte de este
gobernante de la lengua griega muestra que, por entonces, la lengua de Homero era
una importante lingua franca extendida gracias al comercio por el Mar Rojo, y que su
14
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
dominio por parte de las altas esferas políticas era algo necesario para mantener el
comercio. Como veremos en las inscripciones del rey Ezana (s. IV d.C.), el griego siguió
siendo usado por las élites gobernantes y comerciales aksumitas durante varios siglos
más.
El siguiente gobernante aksumita del que tenemos noticias se llamaba GDRT (s. III). Su
nombre, escrito en caracteres sudarábigos no vocalizados, suele pronunciarse como
Gadarat. El proceso de crecimiento del reino de Aksum durante los siglos anteriores
cristalizó en la primera intervención militar aksumita en el Sur de Arabia, en la que se
establecieron guarniciones militares.
Precisamente las noticias de este rey y de otros que le precedieron aparecen en una
serie de inscripciones halladas en el Sur de Arabia, concretamente en el Templo de
Ilmuqah, el dios lunar, de la ciudad de Marib, capital del reino sabeo. Estas
inscripciones eran registros oficiales de los reyes de Saba y Himyar, en las que a veces
se mencionaba a los reyes de Aksum debido a sus intervenciones militares a favor de
uno u otro reino sudarábigo. En este sentido, veremos que Aksum se convirtió en
árbitro en las disputas existentes entre los reinos del Yemen.
15
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
En el período entre los reyes GRMT y ‘ADBH, y los siguientes reyes cuyo nombre
conocemos, DTWNS y ZQRNS, desconocemos quién gobernó en Aksum, pero Munro-
Hay ofrece rellenar el vacío con el reinado de un rey del que apenas se sabe nada,
Sembrouthes (segunda mitad del siglo III). Su nombre aparece en una inscripción en
griego hallada en Daqqi Mahari (Eritrea), pero hoy se cree que es una falsificación.
Gracias a las monedas acuñadas en esta época conocemos el nombre de cuatro reyes:
Endubis, Aphilas, Wazeba y Ousanas. Stuart Munro-Hay creyó tan importante el
surgimiento de la acuñación de moneda que consideró oportuno apartar de los
anteriores gobernantes, sin moneda, a aquellos que impulsaron la ceca. También por
16
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
las características de las monedas, podemos llamarlo “Periodo de los gobernantes con
moneda paganos”, ya que a partir de la conversión de Ezana desaparecen las
acuñaciones con motivos precristianos. Sin embargo, aparte de la información
aportada por las monedas, poco más es lo que realmente se sabe de los reyes de esta
época.
También las grandes estelas del gran Campo de Estelas de Aksum están datadas en
esta época precristiana, al igual que las tumbas asociadas a éstas, aunque no se haya
podido identificar a ninguno de los propietarios de las tumbas.
Con el rey Endubis se inicia en Aksum la acuñación de monedas de oro, plata y bronce.
Este hecho tuvo una importancia excepcional, ya que indica la fuerza del estado
aksumita al emitir moneda, lo que le permitía simplificar el comercio, obtener
beneficios, y emplear las monedas como herramienta propagandística, pues en ellas
siempre aparecía la figura del rey acompañado de su nombre. También la acuñación
equiparaba en igualdad a Aksum con las grandes potencias del momento, como Roma
y Persia, ya que era un modo de mostrar la independencia y prosperidad del reino.
Endubis usó el sistema monetario romano como modelo en valor, peso y forma, pero
en vez de imitar las monedas, como ocurría a veces con las acuñaciones sudarábigas,
creó sus propios diseños a fin de usar la moneda como propaganda política.
17
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Especialmente interesante es la aparición en moneda del signo precristiano por
excelencia, el sol y la luna creciente, que serán sustituidos por la cruz tras la conversión
de Ezana hacia el 340 d.C.
Las monedas de Wazeba son escasas, lo que podría indicarnos un corto reinado. Sin
embargo, destacan porque la leyenda está en ge’ez y no en griego, como era habitual.
Esto bien pudo deberse al interés del monarca por potenciar el uso de la moneda en
territorio etíope, ya que la moneda en griego estaba más enfoncada al comercio
exterior.
Ella Amida, entre el siglo III y el IV d.C., ha sido identificado como el rey ante cuya
presencia se lleva a un par de muchachos tirios llamados Frumencio y Edesio. Ellos
fueron los únicos supervivientes del abordaje a un barco comercial perteneciente a un
comerciante sirio llamado Meropius, justo cuando se hallaba navegando por el Mar
Rojo, cerca de la costa aksumita. Tras lograr escapar de la muerte, los jóvenes fueron
descubiertos por oficiales del rey de Aksum leyendo un libro (¿quizá la Biblia?) debajo
de un árbol. Llevados ante el rey de Aksum como esclavos, pronto se ganaron su
confianza, siendo Edesio nombrado copero real y Frumencio, el más inteligente de los
dos, tesorero y secretario del propio rey. Poco antes de la muerte del monarca, éste
les concedió la libertad, si bien decidieron quedarse para dedicarse a extender el
cristianismo. La reina viuda regente solicitó a Frumencio que se encargase de la
educación del nuevo rey, ya que Ezana era aún un niño cuando falleció su padre.
Uno de los problemas que existen acerca de este asunto es que, si bien parece fuera
de toda duda que Ousanas es sucedido por Ezana, la tradición e incluso las lápidas
18
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
grabadas por el propio Ezana indican que su padre era Ella Allada, Ella A’eda o Ella
Amida. Esto se ha solucionado recientemente al considerar que Ella Amida, quien
probablemente atacó Meroe y dejó sendas inscripciones para conmemorarlo, fue
sucedido por sus hijos Ousanas I, de corto reinado, y Ezana.
Junto con el rey Kaleb, del siglo VI d.C., Ezana es el monarca más conocido de Aksum, y
probablemente el más importante. En gran medida su fama se debe a la vasta
colección epigráfica que ordenó grabar, y porque durante su mandato, sobre el año
343 d.C., el país se convirtió oficialmente al cristianismo. También acuñó moneda, en la
que se observa a la perfección el cambio de la fe pagana al cristianismo.
La intitulación regia que emplea, rey de Aksum, Himyar, Raydan, Saba, Salhin, Tsiyamo,
Beja y de Kasu, nos habla de los territorios que consideraba dependientes de su poder.
Himyar, Raydan, Saba y Salhin son reinos y territorios sudarábigos que muy
probablemente tuviesen sus propios reyes, pero que pagarían tributo al rey de Aksum,
al que era frecuente referirse como rey de reyes. Que los aksumitas mantuviesen
guarniciones militares en esa región es muy posible, aunque podría ser que
simplemente estas intitulaciones se refiriesen a una reclamación más que a un
dominio efectivo de esas tierras.
Tsiyamo hace referencia al reino de Damot. En cambio, Kasu, en el valle del Nilo, y
Beja, en la frontera norte, eran dos regiones periféricas del imperio, probablemente
cushíticas, sometidas al pago regular de tributos al rey.
Siendo aún un monarca pagano, es decir, antes de la década del 340 d.C., Ezana llevó a
cabo una incursión de castigo contra los Beja, el pueblo que habitaba al norte de sus
dominios, entre el valle del Nilo y las Tierras Altas etíopes. Sus hermanos Saizanas y
Andefa dirigieron la operación, en la que se tomó un cuantioso botín en cabezas de
ganado. Se capturó a unos 4.400 miembros de este pueblo, divididos en seis tribus
encabezadas cada una por su propio rey, a los cuales se transportó a Aksum y de allí a
una región llamada Matlia, aún no localizada, en una política de deportación sin
precedentes pero muy bien gestionada, pues el estado aksumita proveyó de
suficientes provisiones a los deportados para facilitar el proceso.
Muy probablemente fue él quien atacó la ciudad de Meroe, capital del estado
homónimo, que sabemos que fue destruida hacia el 330 d.C. La aparición de dos
inscripciones aksumitas en griego en esta ciudad confirma su presencia militar, que,
aunque si bien no se conserva el nombre del monarca que las encargó, por su similitud
con las suyas y la época en que se han datado se atribuyen a Ezana. Esta campaña bien
podría ser la que aparece en la inscripción 11 del DAE, contra los Noba, siendo la más
extensa de las ordenadas por el rey, y que ofrece una cantidad considerable de datos
sobre el desarrollo de las operaciones. Los Noba negros, seguramente los que no se
habían sometido a Aksum, que serían los rojos, atacaron a los reinos vasallos de la
frontera aksumita, concretamente a los Kasu. Ezana, tras intentar una solución
diplomática que se topa con el desprecio del enemigo, despliega un potente
dispositivo bélico que libera a los aliados de Aksum y ataca a los Noba en sus propias
ciudades. Distingue a éstas entre las que tienen muros de piedra y las que tienen casas
de paja. La campaña se resuelve con una gran victoria aksumita y la captura de un gran
botín.
20
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
La última inscripción de Ezana es conocida como la cristiana por mostrar ya signos
cristianos claros, como alusiones a la Trinidad. Mientras que la DAE 11 muestra que
existe un monoteísmo claro al mencionarse al Dios de la Tierra y el Cielo, no se indica
con seguridad que sea el Dios cristiano, probablemente porque se grabó cuando
comenzaba el proceso de cambio de fe y no se quería ofender a la mayoría pagana.
Es uno de los reyes de Aksum de los que se conserva más moneda, destacando porque
en ella se distinguen dos períodos. Así, las monedas anteriores a su conversión al
cristianismo muestran el creciente lunar y el disco solar, el símbolo de la antigua
religión, mientras que después de la conversión aparece la cruz.
Las monedas son nuestra fuente más fiable para conocer los nombres de los
soberanos, siendo en ocasiones la única información que tenemos de muchos de ellos.
La aparición de moneda aksumita en el Sur de Arabia en este período, tanto de oro
como de plata, con la inscripción de Rey de los Habasha, podría confirmar que Aksum
mantenía algún tipo de dominio en la región, lo que serviría para reafirmar los títulos
de Ezana como gobernante de los estados sudarábigos.
La cristianización del país se asienta, pues en todas las monedas acuñadas aparece la
cruz. En una de ellas el rey Mehadeyis acuñó en ge’ez el lema de Constatino en toutw
21
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
nika (Con este signo vencerás). Otro lema cristiano es empleado por Ousanas: Qeou
eucaristia (Por la Gracia de Dios). Es de suponer que la labor misionera continuó,
gracias en gran medida a los monjes extranjeros que comenzaron a llegar desde la
cuenca mediterránea para ayudar en la evangelización, y cuyo recuerdo se conservará
en las famosas historias de los Nueve Santos.
Eon (ca. 400 d.C.) no nos ha dejado más testimonio que sus monedas, en las que
aparece la enigmática fórmula + BAC + CIN + BAX + ABA , que Stuart Munro-Hay afirma
que significaría Basileus habasinon, rey de los Habashat, que era el nombre dado por
los sudarábigos a los aksumitas.
22
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Ebana, Nezana y Nezool no han dejado nada más que su rastro en monedas.
Finalmente, el rey Ousas u Ousanas, suponiendo que no fuesen personas distintas,
pudo ser el padre del rey Kaleb.
Kaleb es el otro gran rey de la historia de Aksum. Una vez que subió al trono adoptó el
nombre de Ella Atsbeha o Elle Asbeha. También es conocido en las iglesias orientales, e
incluso en el propio catolicismo, con el nombre de San Elesbaán. Era hijo de Thezena o
Tazena, quien probablemente usase como nombre Ousas u Ousanas al entronizarse.
La invasión del Yemen por parte de Kaleb ocurrió hacia el año 520 d.C., para acabar
con las persecuciones de cristianos que estaba realizando el rey de Himyar Yusuf Asar
Yathar. Este rey había derrocado a un rey himyarita amigo de los aksumitas,
probablemente Ma’adkarib Ya’fur, en el 516 d.C. El invierno impidió a las tropas de
Aksum cruzar el mar para apoyar al rey Himyarita favorable a sus intereses,
23
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
circunstancia que aprovechó Yusuf para apoderarse del trono. A Yusuf también se le
conoce con otros nombres, como Dhu-Nuwas, Damianus, Dunaas, etc.
Por lo que sabemos, Yusuf había destruido la iglesia de Zafar, la capital de Himyar, y
asesinado a la guarnición aksumita que estaba acantonada en la ciudad, lo que
demuestra que existía una presencia militar permanente. Tal vez las acciones del judío
no deban verse tanto como una persecución religiosa, sino más bien como un intento
por reafirmar la independencia himyarita. Al fin y al cabo, es probable que existiese
una profunda identificación entre cristianismo y Aksum que resultase insoportable a
las gente del Sur de arabia, hartas de la hegemonía africana en ambas orillas del Mar
Rojo.
El virreinato de Sumfaya’ duró cinco años, pues en el 525 d.C. fue derrocado por un tal
Abreha, comandante aksumita, que contó con el apoyo de sus correligionarios de
Zafar. Este acto, visto por Kaleb como una terrible traición, intentó castigarse dos
veces, la segunda vez enviando un ejército de 3.000 hombres, siendo las dos
derrotadas sus tropas, por lo que finalmente optó por desistir y aceptar el nuevo
status quo en el Yemen.
Las intervenciones de Kaleb en el Yemen son vistas como los últimos intentos de
Aksum para imponerse como potencia regional. Algunos autores reflejan la idea de
que el rey de Aksum había pedido ayuda al emperador bizantino, pero lo cierto es que
todo apunta a que fue una expedición exclusivamente aksumita.
También en las Actas de Gregentius se menciona esta invasión. Gregentius fue obispo
de Zafar, en Himyar, y su hagiografía nos da bastante información, si bien debe ser
examinada con cuidado.
24
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
La tradición etíope nos dice que Kaleb abdicó, enviando su propia corona a Jerusalén
para que fuese colgada en la iglesia del Santo Sepulcro, y que se retiró a un
monasterio.
En este período observamos que la acuñación continua, pero las monedas son de
mucha peor calidad que en períodos anteriores: los metales preciosos no son de gran
pureza, y las imágenes y detalles son más toscos. Las características de la numismática
nos hablan de una época de crisis, en gran parte causada por el descenso del comercio
del Mar Rojo. Un estado basado en el comercio como era Aksum tuvo que notar las
consecuencias de esto.
Alla Amidas pudo estar asociado al trono como corregente, o como monarca dual.
Munro-Hay identifica a Alla Amidas con el rey Wazena. Tradicionalmente la tradición
religiosa etíope asegura que a Kaleb le habría sucedido su hijo Gabra Masqal, pero no
se han encontrado pruebas arqueológicas ni históricas que confirmen siquiera si
existió.
Después de Alla Amidas gobierna Aksum un hijo de Kaleb, W’ZB (Wa’zeb), tal y como
se indica en una inscripción, escrita en ge’ez pero en caracteres sudarábigos, pero tan
dañada que no nos da mucha información. Al igual que su padre, Wa’zeb empleaba un
nombre distinto al acceder al trono, por lo que él es el Ella Gabaz que aparece en
algunas monedas.
Israel lleva el nombre de uno de los hijos de Kaleb según la tradición legendaria etíope.
Las monedas de este período son difíciles de poner en orden con respecto a los
gobernantes que las acuñaron. Se inspiraron en modelos bizantinos.
Ioel y Hataz, que probablemente también acuñaba monedas con el nombre de Iathlia,
son los siguientes reyes que conocemos, pero sin que sepamos más de ellos que sus
nombres. Se duda de si fue el rey Gersem el último en acuñar moneda, o por el
25
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
contrario si lo fue Armah. Éste ha sido identificado con el rey de Aksum que mencionan
los hadices musulmanes, Ashama ibn Abjar. En una moneda suya aparece en el reverso
una posible representación del Santo Sepulcro, que Munro-Hay interpreta como un
recordatorio de la toma de Jerusalén por los persas en el 614 d.C.
La destrucción del puerto de Adulis por piratas hacia el 640 marca la fecha de inicio de
la decadencia del imperio aksumita. Sin embargo, algunos historiadores sostienen que
el ataque contra Adulis no afectó a la ciudad, ya en franca decadencia desde hacía
algún tiempo, ya que iba dirigido contra diversos nidos de piratas que saqueaban los
barcos de los comerciantes árabes de Yedda. Sea como fuere, la existencia de
asentamientos piratas en la costa anteriormente controlada por los aksumitas es un
claro indicio de la descomposición del estado.
26
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
asolado por la reina de los Bani al-Hamwiyah. Parece que esta reina es la famosa Gudit
recogida por la tradición histórica etíope.
No está claro quién era Gudit, una figura envuelta en brumas semilegendarias. Rossini
sugirió en su día que pudo tratarse de la reina de Damot, reino ubicado al suroeste del
área cristianizada, cuya población era étnicamente sidamo, un pueblo matriarcal.
Otros autores, sin embargo, sugieren que pudo tratarse de una reina agaw judía. No
cabe duda del éxito de sus campañas militares, pues logró matar al rey e incendió y
saqueo multitud de iglesias, ejerciendo sobre el país un poder incontestable durante
algún tiempo.
El ataque de Gudit silencia por completo las fuentes históricas. No sabemos nada sobre
qué pasó en el país entre finales del siglo X y 1137, cuando llega al poder la dinastía de
los Zagwe.
Parece que en 1137 Mara Takla Haymanot, casado con una hija del rey de Aksum Dil
Na'od, derrocó a su suegro, imponiendo el dominio agaw sobre el reino. Como hemos
27
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
dicho antes, el cambio no debió suponer un gran trastorno en el país dado el amplio
grado de semitización de los agaw, al haber estado durante mucho tiempo en contacto
con la cultura aksumita.
Dicho esto, tampoco sabemos con certeza cuántos monarcas hubo en la dinastía
Zagwe. Las cifras oscilan entre 16 y 5, aunque dada la escasa duración del dominio
agaw -si creemos que gobernaron entre 1137 y 1270 obtenemos sólo 133 años- lo
lógico es dar validez a una cifra pequeña, entre 11 y 5.
Los Zagwe, que procede de la expresión Za-agaw (de los agaw), fueron considerados
reyes usurpadores no sólo por los posteriores monarcas salomónidas amhara, sino
también por los tigriña, el pueblo semítico descendiente directo de Aksum. Para
intentar compensar el pecado de no tener ancestros semíticos, los monarcas de esta
época otorgaron a la iglesia grandes privilegios para obtener a cambio una suerte de
reconocimiento de su buen gobierno, al tiempo que aseveraban descender de Israel a
través de la casa de Moisés.
28
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
El ocaso de los zagwe se produce en los años anteriores previos a 1270, cuando el
último rey de esta dinastía le entrega voluntariamente su corona a Yekuno Amlak, el
primer emperador salomónida. La próspera cultura urbana zagwe, articulada alrededor
de Adäfa, la futura Lalibela, será sustituida por la cultura de la guerra de los amhara, la
nueva etnia semita dominante, cuyos reyes vagarán errantes por el país, viviendo en
gigantescos campamentos militares a fin de poder defender y expandir las fronteras de
su imperio.
Tras la sustitución de la dinastía Zagwe por los Salomónicos el centro del poder pasa de
Lasta al sur, a Shewa, las tierras de los belicosos amhara, que dominarán la escena
política del país hasta la muerte del último negus, Haile Sellassie, en 1974. La época
entre 1270 y la terrible yihad de Ahmad b. Ibrahim de 1529 estuvo marcada por una
fuerte expansión de las fronteras hacia el sur, la hegemonía imperial abisinia y la fuerte
ligazón entre iglesia y estado.
No en vano, en 1270 la iglesia tuvo mucho que ver en la transición de dinastía. En ese
momento gobernaba en Etiopía el rey Yetbarak, hijo del famoso rey Lalibela. La
tradición legendaria recogida en el Mashafa Dhoro -Libro del gallo- nos cuenta que en
aquel momento existía en el reino un gallo del que se decía que quien comiese su
cabeza sería rey. El rey ordenó cocinarlo, pero su sirvienta, convencida de que los
Zagwe eran usurpadores, le sirvió todo excepto la cabeza, que tiró a un muladar. Allí
trabajaba como mozo de cuadra Yekuno Amlak que, al ver la cabeza, la devoró,
obteniendo un esplendor sobrenatural. El rey Yetbarak consultó al sabio y santo Takla
Haymanot sobre si la historia del gallo era cierta, así que éste oró al Señor para que le
inspirase. Dios le mandó un ángel que le exigió que no orase por el rey Zagwe sino por
Yekuno Amlak, a quien se debía aupar al trono por ser descendiente de los reyes de
Aksum, y por ende, de Salomón y David. Takla Haymanot fue a ver al rey a fin de que
entregase la corona, pero al negarse se desató una cruenta guerra civil que no acabó
hasta que Yetbarak murió asesinado. En realidad, esta tradición es legendaria, ya que
29
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Takla Haymanot era aún un niño cuando ocurrieron los hechos. Lo más plausible es
que Yekuno Amlak gobernase entre los amharas al sur del reino Zagwe, invadiendo al
reino norteño y apoderándose del trono tras una cruenta guerra.
Así, Yekuno Amlak se convirtió en el primer monarca de los salomónicos. Tuvo serios
problemas con los nuevos y pujantes estados musulmanes que crecían al este de sus
fronteras, especialmente con Ifat.
Etiopía entre los siglos XIII y XIV. Fuente: Lozano Alonso, 2022.
La tensión con el Islam seguirá estando presente hasta el siglo XIV, cuando el rey Amda
Seyon (a la izq., mapa de la extensión máxima del Imperio Etíope bajo Amda Seyon),
uno de los principales de la dinastía, plante cara al problema al invadir Ifat y someterlo
al vasallaje en 1316. Sin embargo, los musulmanes se coaligaron contra el pago de
tributos, atacando Etiopía en 1332 aprovechando que el rey se hallaba controlando
rebeliones en el norte. Sin embargo, la respuesta real fue increíble: tras armar un
espectacular ejército, se internó con él en las inhóspitas tierras bajas del Awash,
30
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
destruyendo a la oposición musulmana a pesar de las penosas condiciones de la
marcha. El carismático Amda Seyon logró someter de nuevo a los musulmanes bajo su
dominio, al tiempo que extendía sus dominios a límites nunca antes vistos, y que no
volverían a ser superados hasta finales del siglo XIX. Los misioneros cristianos
emprendieron una intensa labor evangelizadora de los nuevos territorios incorporados
a la corona, especialmente en el sur, ya que las tierras mayoritariamente musulmanas
del este quedaron concentradas en el nuevo estado tributario de Bar Sa’ad ad-din. A
este respecto, destaca actividad realizada por monjes del monasterio de Debre
Libanos, en Shewa, fundado por Takla Haymanot.
A pesar de que la nueva dinastía salomónica logró una expansión territorial nunca
antes vista en el Cuerno de África, los amharas no estuvieron interesados en crear un
estado urbanizado. Lo abrupto del terreno y las difíciles conexiones interregionales -
cabe indicar que los caminos quedaban interrumpidos en la época de lluvias- hizo que
los reyes optasen por vagar con su corte por el reino. Así, no existía una capital fija: el
rey vivía en una lujosa tienda que ocupaba la parte central de un inmenso
campamento que solía albergar entre 10.000 y 20.000 personas entre cortesanos,
siervos y soldados. Esto permitía al rey desplazarse rápidamente a las regiones
afectadas por las numerosas guerras fronterizas de una época en la que Etiopía estaba
rodeada por enemigos. Pero también le facilitaba visitar los diferentes territorios de su
reino, pudiendo controlar en persona la labor de los gobernadores locales. El
espectacular campamento real sólo se movía una vez que se agotaba la madera de la
zona en la que se instalaba.
Mientras la arquitectura languidece hasta casi morir, el arte mueble, el apropiado para
una corte en movimiento, florece. Nótese el auge de la orfebrería, expresada en las
magníficas cruces procesionales de la época, y por supuesto, el arte del icono, que
llegará a su máxima expresión con autores como Fre Seyon, pintor de corte de Zara
Ya’eqob, ya en la segunda mitad del siglo XV.
Madonna de Fre Seyon con santos. Segunda mitad del siglo XV.
32
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
6. La yihad del imam Ahmad ibn Ibrahim
(1527 – 1543)
Adal es el nombre de una región situada al este del reino de Shewa, poblada
mayoritariamente por musulmanes de etnia somalí y danakil o dáncalos. Cuenta con
dos importantes ciudades: Harar y Zeila, que durante siglos fue el principal puerto
musulmán antes del Bab El-Mandeb (Estrecho de las Lágrimas, la puerta del Mar Rojo).
Ambas fueron centros comerciales de primer orden.
Tras la destrucción en 1415 del sultanato de Ifat a manos del rey cristiano Yeshaq, los
hijos del último sultán ifatí, Sa’ad ad-din, se refugiaron en Yemen. Pasado un año,
retornaron a su tierra natal, donde fundaron un nuevo estado al que le dieron el
nombre de Bar Sa’ad ad-din (la Tierra de Sa’ad ad-din), pero que en las crónicas
cristianas se conoce como Adal. Los hijos de Sa’ad ad-din quisieron continuar con el
legado de Ifat, pero el territorio original ifatí había sido anexionado al reino cristiano,
por lo que el nuevo estado de los Walasma fue fundado
El imam Ahmad b. Ibrahim, más conocido como Ahmad Grañ por los cristianos (el
zurdo, en amhárico) no comenzó, como se ha dicho algunas veces, la guerra contra
Etiopía. El conflicto Adal-Etiopía había comenzado mucho antes de su ascensión al
poder adalí, siendo Ahmad el continuador de una serie de campañas que casi siempre
se habían desarrollado de la misma manera: una razzia victoriosa por el campo
enemigo, acompañada de saqueo, que era respondida del mismo modo por el otro
contendiente al año siguiente.
Sin embargo, Ahmad tenía en la mente acabar definitivamente con el reino cristiano
etíope, para lo cual puso en marcha un proceso de modernización del ejercito adalí,
33
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
adquiriendo armas modernas y contratando a mercenarios turcos de Adén. El Imperio
Otomano estaba muy interesado en tener a Adal como aliado en la zona, ya que quería
crear un estado musulmán fuerte pero vasallo suyo en el Cuerno de África, una zona
desde la que fácilmente se podía interrumpir, bien con piratas, bien con una flota
organizada, la ruta de la India que usaban los portugueses.
Mapa de las guerras del imam Ahmad. Fuente: Lozano Alonso, 2022
34
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
La intervención portuguesa
La guerra continuó sin mayores cambios hasta 1541, cuando los etíopes, a punto de
ser derrotados, lograron contactar con la flota portuguesa en Massawa, pidiéndole
formalmente ayuda de hermano a hermano cristiano.
En primer lugar, el impacto cultural en la Etiopía cristiana fue tremendo: los yihadistas
destruyeron un número difícilmente calculable de edificios religiosos, especialmente
iglesias y monasterios, perdiéndose por el fuego innumerables bibliotecas. Es por ello
por lo que no es común encontrar manuscritos etíopes anteriores a la yihad, ya que se
estima que el 95% fueron destruidos. La gran catedral de Aksum, Santa María de Sión,
fue igualmente reducida a cenizas, sin que la posterior reconstrucción de la época
gondarina pudiese emular siquiera parte de su antigua gloria.
35
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
En el sultanato de Adal la
situación no fue mucho mejor. El
emir Nur b. Mujahid (a la
izquierda, imagen de su tumba),
casado con la viuda del imam
Ahmad, intentó en los años
posteriores a su muerte
continuar con la yihad. Sin
embargo, sus estériles esfuerzos
por prorrogar una guerra inútil, si bien provocaron la muerte del propio rey cristiano
Galawdewos en combate en 1543, no hicieron más que debilitar a los musulmanes
frente a los oromos. Así, no le quedó más remedio que volver a Harar para construir
unas murallas que protegieran a la ciudad de los asaltos oromo. En cualquier caso, el
poder musulmán de la región quedó desbaratado y sin cabeza política hasta el siglo
XIX. Tan sólo la islamización progresó entre los oromos instalados en la periferia de
Harar, gracias a la labor de los santones sufíes de la ciudad.
La expansión oromo
Una de las mayores consecuencias de la guerra fue, sin duda, el brusco cambio de las
fronteras étnicas causada por la emigración oromo. Los oromo son un pueblo cushita
36
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
que, como indicamos al principio, son hoy por hoy el grupo étnico mayoritario en
Etiopía. Sin embargo, esto no siempre fue así. Aprovechando que el sistema de
fortificaciones de frontera quedó desmantelado por la yihad, se infiltraron con
facilidad en áreas en las que anteriormente eran mayoritarios otros grupos étnicos.
Despectivamente llamados galla por sus vecinos semitas, eran un pueblo nómada
pastoralista que habitaba la frontera sur del imperio etíope, al sur de la región de Bali.
Se dividían en dos grandes grupos: los borana y los barentu. Su carácter nómada exigía
que estuviesen en constante expansión, buscando nuevos territorios donde pastorear
sus abundantes cabezas de ganado.
Para ellos, la yihad de Ahmad Gragn supondrá una gran oportunidad para expandirse
hacia el norte, hacia las fértiles y ricas tierras del Altiplano. Ya en 1531 ocupan la
provincia de Bali aprovechando que la derrota imperial la había dejado desprotegida.
La muerte del emperador Galawdewos en 1563 en combate contra las tropas del emir
Nur supuso el comienzo de la avalancha oromo: los barentu se dirigieron hacia el este
ocupando las tierras musulmanas de Adal. Los borana, por su parte, hicieron lo propio
hacia el norte, expandiéndose a costa de un débil imperio etíope que retrocedía a
pasos agigantados, incapaz de contener la marea migratoria. A la muerte del
emperador Sarsa Dengel (1597), los oromos ocupaban una tercera parte de la
superficie del país.
A finales del siglo XVI y comienzos del XVII los oromos ya estaban completamente
instalados en sus nuevos territorios, sin que fuera asumible su expulsión. El estado
musulmán de las tierras bajas orientales quedó tan debilitado por su infiltración que
hasta el siglo XIX no se podrá volver a hablar de su resurgimiento. La región
meridional, antaño propiedad del imperio etíope, quedó completamente bajo control
oromo que, progresivamente afianzaron su dominio al volverse sedentarios y
agricultores, especialmente en el valle del Gibe, llegando a constituir todo un mosaico
de pequeños reinos. Estos estados no serán sometidos por Etiopía hasta el reinado de
Menelik II, a finales del siglo XIX.
37
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
El período Gondarino (1632-1769)
Tras el fin de la yihad, los contactos entre el mundo ibérico y el etíope se intensificaron
hasta el punto de que se toleró la instalación de una misión jesuita en Fremona, al
norte del Tigray. Quizá el más famoso de todos ellos fue Pedro Páez, un madrileño
cuya prudencia le abrió la corte del emperador Susenyos, a quien convenció para que
se convirtiera al catolicismo en 1621. Esto no fue visto con buenos ojos por el clero
ortodoxo, provocando una sangrienta guerra civil que sólo terminó cuando Fasiladas,
hijo de Susenyos, llega al trono, declarando la ortodoxia como única religión oficial, y
expulsando a los católicos del país.
38
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
monasterios el arte del icono y el manuscrito iluminado tuviesen un desarrollo sin
precedentes, dando paso al primer y el segundo estilo gondarino.
39
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Zemene Mesafint (1769 – 1855)
La fragmentación política provoca guerras constantes entre las diversas facciones, que
a su vez causan un mayor empobrecimiento de la población. En los 86 años que duró
esta era hubo un total de 23 emperadores.
Toda esta situación termina con el emperador Tewodros II, quien a partir de 1855
logra unificar todo el país bajo su mando. Sin embargo, habrá que esperar al reinado
de Menelik II (1889-1913) para poder hablar de la recuperación del esplendor imperial
etíope.
La cuna de los somalíes se ubica en el norte del territorio que ocupan actualmente, a
partir del cual se expandieron desde el siglo XI hacia el oeste y el sur; así, en el siglo XIII
los tenemos poblando la ciudad de Merka, al sur de Somalia, y en el siglo XV ya habían
llegado a las cercanías de Harar.
El declive de Ajuraan comienza a finales del siglo XVII, probablemente motivado por la
creciente inestabilidad de la región. No en vano, las constantes intervenciones
portuguesas en el Índico desestabilizan no sólo a las ciudades-estado swahili, sino
también a sus vecinos septentrionales, los somalíes.
Del colapso de Ajuran surgirán tres nuevos sultanatos, ya en el siglo XIX: el de Geledi,
en la parte sur, Hobyo en el centro, y el de Majerteen, en el cabo Guardafui, que serán
sometidos por los italianos para crear la colonia de la Somalia italiana entre finales del
XIX y comienzos del siglo XX.
41
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
9. Bibliografía
Como en casi todos los temas que abordamos en este curso, la bibliografía en español
es casi inexistente.
Aḥmad ibn ʻAbd al-Qader bin Salem bin Utman, Shihāb al-Dīn & Pankhurst, R.
2003, The conquest of Abyssinia: 16th century, Tsehai Publishers.
Álvares, F. 1889, Verdadeira informação das terras do preste João das Indias: pelo
padre Francisco Alvares, Imprensa nacional, Lisboa.
Anfray, F. 1974, "Deux villes axoumites: Adoulis et Matara", Atti del IV Congresso
Internazionale di Studi Etiopici, pp. 747.
Beckingham, C.F., Huntingford, G.W.B., Alvares, F. & Stanley, Lord Henry Edward John
1961, The Prester John of the Indies: A true relation of the lands of the Prester John
being the narrative of the Portuguese Embassy to Ethiopia in 1520 written by
Father Francisco Alvares. 1, University Press.
Bowersock, G.W. 2013, The Throne of Adulis: Red Sea Wars on the Eve of Islam, Oxford
University Press.
Cerulli, E. 1992, "Ethiopia's relations with the Muslim world", Chapter in UNESCO
General History of Africa, vol. 3, pp. 575-585.
Cerulli, E. 1931, Documenti arabi per la storia dell'Etiopia, Dott. Giovanni Bardi,
tipografo della R. Accademia nazionale dei Lincei, Roma.
Conti Rossini, C. 1928, Storia d'Etiopia, Officina d'arte grafica A. Lucini, Milán.
42
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Cuoq, J. 1981, L'Islam en Éthiopie des origines au XVIe siècle, Nouvelles éditions latines,
París.
Curle, A. 1937, "The ruined towns of Somaliland", Antiquity, vol. 11, no. 43, pp. 315-
327.
Gozálbez, J, & Cebrián, D. 2007, Etiopía, un rostro con tres miradas. Altäir, Badalona.
Huntingford, G.W.B., Pankhurst, R. & Appleyard, D.L. 1989, The Historical Geography of
Ethiopia: From the First Century AD to 1704, British Academy, Southampton.
Kelly, Samantha. 2020. A Companion to Medieval Ethiopia and Eritrea. Leiden, Brill.
Lewis, I.M. 1960, "The Somali conquest of the Horn of Africa", The Journal of African
History, vol. 1, no. 02, pp. 213-230.
———. 2019. Pedro Páez y las Fuentes del Nilo Azul. Diplomáticos, misioneros y
aventureros en la Etiopía de los siglos XVI y XVII. Madrid: Fundación Universitaria
Española.
Mäkweriya, T.S. 1973-1974, Yäýahmäd Grañ wärära, ‘The Invasion of Ahmäd Grañ’ ,
Addis Ababa.
Munro-Hay, S. 2002, Ethiopia, the unknown land: a cultural and historical guide, IB
Tauris.
Munro-Hay, S. 1982, "The foreign trade of the Aksumite port of Adulis", AZANIA:
Journal of the British Institute in Eastern Africa, vol. 17, no. 1, pp. 107-125.
43
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022
Páez Xaramillo, P. 2014. Historia de Etiopía. Ediciones del Viento, La Coruña.
Pankhurst, R. 1997, The Ethiopian borderlands: Essays in regional history from ancient
times to the end of the 18th century, The Red Sea Press, Lawrenceville - Asmara.
Perruchon, J. 1890, Histoire des guerres d'Amda Syon, roi d'Ethiopie, Impr. nationale.
Perruchon, J.F.C. 1893, Les chroniques de Zar'a Yâ?eqôb et de Ba'eda Mâryâm: rois
d'Éthiope de 1434 à 1478 (texte éthiopien et traduction), É. Bouillon.
Phillipson, D.W. 2012, Foundations of an African Civilisation: Aksum and the Northern
Horn, 1000 BC-AD 1300, Boydell & Brewer Ltd.
Tamrat, T. 1972, Church and State in Ethiopia 1270-1527, Clarendon Press, Oxford.
44
© Mario Lozano Alonso – CEPOAT. 2022