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San Miguel es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyos nombres
aparecen en la Biblia: Miguel, Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia da a San Miguel el
más alto lugar entre los arcángeles y le llama “Príncipe de los espíritus celestiales”,
“jefe o cabeza de la milicia celestial”. En el Antiguo Testamento aparece como el
gran defensor del pueblo de Israel contra el demonio, y su poderosa defensa
continúa en el Nuevo Testamento (Apocalipsis 12,7-9):”Entonces se entabló una
batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el
dragón y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo
lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la serpiente antigua, el llamado
Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero”. Es por eso venerado como
guardián de la Iglesia.
Este servicio de este Jefe de la milicia celestial nos ayuda si se tiene en cuenta que
la vida cristiana es una batalla espiritual por el Reino de Dios, donde cada uno debe
llevar el estandarte de ¿Quién como Dios?
Es precisamente con este grito de combate con el que san Miguel reivindica los
derechos inalienables de Dios. Pero al mismo tiempo, el grito de batalla no es
solamente un gesto de humildad de Miguel Arcángel, sino que expresa también una
manifestación acerca de quién es él.
Hoy, cuando se quieren quitar a Dios los derechos que Él tiene sobre toda vida,
como con el aborto y la eutanasia, levantemos esta arma junto con San Miguel.
Así mismo san Miguel te ayuda a que te conozcas a ti mismo como
criatura e hijo de Dios, como hombre y mujer; y conociéndote llegues a la santidad
y unión con Dios.
Cabe recordar lo que escribió san Francisco de sales: “La veneración a san
Miguel es el remedio contra el desprecio contra los derechos de Dios,
remedio contra la insubordinación, escepticismo e infidelidad”.
San Miguel es reconocido como el capitán, el jefe de la milicia celestial, y todos los
ángeles le rinden obediencia y están atentos a recibir de él sus varios oficios. Tal
reconocimiento es porque los ángeles ven en la voluntad de san Miguel la voluntad
de Dios. De ahí que san Miguel te ayuda a aceptar, amar y realizar la
voluntad de Dios.
SAN MIGUEL ARCANGEL
OREMOS
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la
perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es
nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que
Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Con la rebelión de Satanás y sus ángeles, comenzó la división en el mundo. Con san
Miguel Arcángel los santos ángeles decidieron mantener la fidelidad a Dios,
mientras que los ángeles rebeldes abjuraron de Dios y quebrantaron la fidelidad a
Él. Por esta razón, la fidelidad es el primer rasgo característico de los santos
ángeles.
Satanás tiembla al oír el nombre de san Miguel, y la razón está en que el nombre de
“Miguel” le hace recordar el momento en que él, Satanás, se rebeló contra Dios y
le fue infiel, San Miguel se levanta y pronuncia: ¿Quién como Dios?
San Juan Pablo II en una de sus visitas al Monte Gargano, enseñaba que esta
división se encuentra en el interior de cada hombre. Satanás, decía el Papa, es
el “engañador del equilibrio moral del hombre”.
Hoy, cuando la infidelidad golpea las familias y hogares, cuando hay infidelidad en
los cargos en los que se ha depositado la confianza, cuando hay una dictadura del
relativismo, es momento de invocar a san Miguel para mantenerse fieles a la
doctrina y tradición de la Iglesia.
DONES ESPIRITUALES:
SAN MIGUEL ARCANGEL
Liberación de miedos y dudas sobre uno mismo, fortalecimiento de la fe y la buena
voluntad, perfeccionamiento del alma. La tradición mística le identifica como
capitán de los ejércitos celestiales; se apareció a Josué antes de la batalla de Jericó;
fue también quien guió al pueblo de Israel a través del desierto y quien salvó a los
jóvenes hebreos del horno ardiente de Nabucodonosor. Miguel es conocido en la
cábala (Libro místico judío) como el defensor (guerrero) de la creación, y vencedor
en la batalla contra los ángeles rebeldes (demonios).
OREMOS
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la
perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es
nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que
Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
SÍMBOLOS:
Miguel está equipado con coraza y espada, se le representa también con una lanza,
aniquilando a Satanás. La lanza es la fuerza de Dios, de la que se sirve el arcángel
para abatir al demonio. La coraza es la humildad, en donde vienen a apagarse los
dardos encendidos del infierno y la maldad; la espada de doble filo es la palabra de
Dios, que confunde la mentira y disipa las dudas y el ego, de los que se sirve el
orgullo de Lucifer para intentar imitar a Dios, confundir y perder las almas.
San Miguel es el ángel custodio de Cristo, de su Sagrado Corazón, de la Eucaristía,
del sacrificio de la misa, príncipe y señor de las almas que entran al cielo, será el
vencedor del anticristo y el ángel del juicio final (Según las tradiciones cristianas).
SAN MIGUEL ARCANGEL
San Miguel se ha aparecido en distintas ocasiones a aquellos que se encuentran en
estado de necesidad y lo han invocado pidiendo su ayuda.
Hoy día, necesitamos esta gran ayuda de san Miguel para tantos peligros que
afrontan en diversos campos los cristianos. Se habla de 245 millones de cristianos
perseguidos, naciones donde se persigue a la fe. Pedir esta ayuda de este ángel para
ser fieles, para confesar nuestra fe con valor y perseverar en el amor a Cristo y a su
Iglesia.
OREMOS
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la
perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es
nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que
Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Por esta razón podemos invocar a san Miguel en necesidad de cura para algún
enfermo. Recuerda, san Miguel se interesa por todo lo que le ocurre al hombre.
Asimismo, san Miguel es el gran abogado nuestro a la hora de la muerte. Él
nos asiste en este momento crucial de cada alma.
A san Miguel se le ha confiado la tarea de recibir las almas de los elegidos. San
Miguel con una solicitud amorosa presenta el alma a la luz eterna y conduce el
alma a la gloria de Dios.
San Alfonso de Ligorio nos narra que había un noble polaco, quien por muchos
años había llevado una vida deshonesta. Cuando se acercaba la hora de su muerte,
se llenó de terror y su consciencia lo remordía, y no quería recibir ningún tipo de
ayuda espiritual.
Sin embargo, este hombre, mantenía algún tipo de veneración a san Miguel y Dios
en su misericordia permitió al arcángel que se le apareciera y lo exhortara para
arrepentirse y pedir en la oración tener tiempo para arrepentirse de sus pecados.
Después de esto, dos padres dominicos llegaron a la casa, diciendo que habían sido
enviados, a lo cual el hombre reconocido e esto la obra de san Miguel, se confesó y
murió reconciliado con Dios.
OREMOS
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la
perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es
nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que
Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Es una tradición popular presentar a san Miguel como aquel que sostiene el libro
de la vida, y cargando un par de escalas donde se pesa el alma de cada
hombre.
“Ábranse los cielos y alégrense con él los ángeles. Recibe a tu siervo, en su Reino.
Recíbale san Miguel, arcángel de Dios, que mereció ser príncipe de la milicia
celeste”
OREMOS
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la
perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es
nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que
Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.