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Hecha la señal de la Cruz e hincados de preferencia delante del Santísimo Sacramento o de la imagen de
San Miguel Arcángel, levantando el corazón a Dios, que está presente, y haciendo una profunda
reverencia en espíritu, se dirá:
Acto de Contrición
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón haberte ofendido; propongo
firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de pecado, confesarme y cumplir la
penitencia. Te ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados.
Amén.
Señor Dios del cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Arcángeles y Principados; Dios de las Potestades,
Virtudes y Dominaciones; Dios de los Tronos, Querubines y Serafines; que alaban y bendicen sin cesar
tu Santo nombre y cumplen las órdenes de tu soberana Majestad, rodeando tu excelso Trono, y
ofreciéndote como aroma de olor agradable, el incienso de nuestras oraciones, que ahora te dirigimos,
te rogamos humildemente sean aceptadas.
Te suplicamos por la gloria y la intercesión del glorioso San Miguel, te dignes concedernos tu auxilio, y
guardarnos ilesos de los lazos, engaños y potestad de Satanás y de todos los espíritus infernales.
Levántese Dios y sean destruidos sus enemigos por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Meditación
Mientras vivimos en este mundo, que es valle de miserias y tentaciones, donde fácilmente
peligramos, por ser muchos nuestros enemigos, todos deseamos tener un Patrón y
Abogado, tanto para que alivie nuestros males, como para que nos libre de las
tentaciones. Y aunque todos los Santos y Ángeles del Cielo tienen el mismo fin, cuando les
somos verdaderamente devotos y nos valemos de su intercesión; especialmente tiene
este papel el Príncipe San Miguel.
La Iglesia, en la letanía de los santos, pone la intercesión del Arcángel San Miguel,
inmediatamente después de la de la Virgen Santísima. Dios le ha encomendado el cuidado
de los fieles, hijos de su Iglesia, le ha dado la superintendencia en la gloria, le ha
constituido defensor de los cristianos, terror de nuestros enemigos y, finalmente, le ha
señalado juez de nuestras buenas y malas obras.
Si deseamos, pues, que sea nuestro Patrono amoroso, y nos alcance la felicidad, debemos
ser sus verdaderos devotos e implorar, con devoción, su patrocinio, porque la poderosa
asistencia de este glorioso Príncipe a sus devotos, los hace felices en bienes temporales y
espirituales.
Ejemplo
La primera vez que se nombra al Arcángel San Miguel es en la profecía de Daniel.
Este santo profeta nombra a San Miguel cuatro veces y nos hace saber que es el ángel
tutelar de la nación judía. San Miguel reveló a Daniel el fin de la cautividad de su pueblo y
la vuelta de este mismo pueblo a Palestina, su patria.
Por estas declaraciones del Profeta Daniel sabemos por revelación divina, que San Miguel
ejercía un verdadero patrocinio en favor del pueblo de Dios.
Jaculatoria
Arcángel San Miguel, Príncipe de la milicia del cielo, defiéndenos en la lucha, para que no perezcamos
en el tremendo juicio de Dios.