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Reseña de La invención de la Guerra de la Independencia

Ficha técnica
Autor: Jose Alvarez Junco
Fecha de Publicación: 1994
Editorial: Ediciones Universidad de Salamanca
Nº de páginas: 24
Publicado en: Studia Historica-Historia Contemporánea, vol. xii

Introducción al Autor y su obra


José Álvarez Junco (Viella, Lérida, 8 de noviembre de 1942) es un historiador y escritor
español, que ha sido catedrático emérito de Historia del Pensamiento y de los Movimientos
Políticos y Sociales en la Universidad Complutense de Madrid. Su área de estudio se centra
en el nacionalismo, historia de las ideas, historia, pensamiento y movimiento social.

Resumen del Artículo


Este artículo estudia el proceso de elaboración de una versión nacionalista de la guerra que se
desarrolló en la Península Ibérica entre 1808 y 1814. Simplificándose e incluso falseándose la
realidad, desde mediados del siglo XIX quedó definitivamente convertida en «guerra de
independencia» nacional un conflicto de raíces complejas, pero en el que no se dirimía en
absoluto la conversión de la monarquía española en un territorio dependiente del imperio
francés. El mito de la Guerra de la Independencia pasó a ser el eje retórico fundamental sobre
el que giraría el emergente nacionalismo español durante todo el siglo XIX y el primer tercio
del siglo XX

Comentario crítico
Todo nacionalismo se basa en una visión subjetiva de las naciones, y España no se libra de
dicha visión, como recoge una cita del artículo que me parece muy adecuada, “los
historiadores en la construcción de los sujetos nacionales son al nacionalismo lo que los
cultivadores de opio del Pakistán los adictos a la heroína: nosotros suministramos la materia
prima esencial para el mercado”. En esta visión subjetiva de la nación española el autor
recoge los tres elementos que la caracterizan, véase el catolicismo como parte inalienable de
España, la hostilidad hacias las potencias rivales históricas de España, Inglaterra y Francia,
así como el carácter quejumbroso y victimista del Estado y la decadencia continua de España
como potencia de primer orden.

Aun así la propia naturaleza del nacionalismo hace que en España este tuviese poco arraigo,
ya que la configuración territorial del país estaba más que delimitada gracias a unos fronteras
naturales que hacian esto muy propicio, es decir no había necesidad de movimientos de
unificación o disgregación que son los que caracterizan al nacionalismo, ya que el
Estado-Nación español existe desde el siglo XV. Es decir el nacionalismo español se centra
en la construcción de la identidad nacional de manera que se le dé al estado dicha identidad,
ya que la única reclamación territorial de los españoles sería Gibraltar únicamente, por lo que
el nacionalismo en España se centrará en definir que es España, una nacion catolica y
cristiana, tenaz y guerrera, con un pasado imperial, destinada a la grandeza como
consecuencia de su propia historia, y con una serie de instituciones, derechos y libertades.

Lo que si se intenta es crear esta visión artificial de España que terminaría por culminar con
el nacional-catolicismo de Franco, y que utilizó momentos históricos para la construcción
cultural de España en base a hechos históricos manipulados o exagerados a propósito, de
manera que se alcanzaran los objetivos políticos e ideológicos deseados, y que la mayoría de
la población tuviese la idea que se quería de su país, que no necesariamente esa idea estuviese
ligada a la realidad histórica. Podemos ver en distintos libros o enciclopedias que el rol que
jugó España en la guerra de Independencia, y es lógico que la historiografía hispana tendiese
a magnificar el escenario peninsular y la importancia de las tropas españolas, se centró en la
insurgencia y el ataque a la logística francesa, siendo los británicos los que llevaron el peso
de la lucha. De hecho se puede observar en la guerra de 1808-14 una semejanza con el mito
de la Reconquista, relatos magnificados que han servido para crear un pasado acorde a la idea
de nación que quiere darse. Por lo que toda construcción de la identidad nacional subyace en
una mentira, o mejor dicho en una media verdad, las elites liberales utilizaron la guerra de
1808 que creen un relato que sea atractivo para las masas, de manera que vean que es la
nación y no los reyes quienes ostentan la soberanía. Hay que tener en cuenta que estos
cambios siempre vienen dados de las élites, nunca desde las capas más bajas.

A todo esto hay que tener en cuenta el papel de la Iglesia en este escenario, sin la cual no
puede entenderse esta nueva construcción nacional, que define a España como una, apostólica
y romana. Como bien es sabido, la imposición de Jose Bonaparte como rey de España, trajo
consigo la introducción de principios revolucionarios a la península, algo totalmente opuesto
a lo que defendía la Iglesia, quien ya se opuso a los conatos de reforma de Carlos III. De
hecho muchas de las partidas de guerrilleros que tomaron parte en la lucha contra los
franceses fueron lideradas por sacerdotes, como fue el caso del “Cura Merino”. Como es
lógico la Iglesia veía en la unión del altar y el trono como el camino correcto que debía tomar
España (la religión católica, apostólica y romana, única verdadera, es y será perpetuamente
la religión de todos los españoles), y además gracias al importante papel social que jugaba
sirvió a la Monarquía para legitimarse, en el caso de José I, pese a ser el rey de España de
acorde con la legalidad, véase las abdicaciones de Bayona, es extraño que cualquier paisano
no lo recuerde como un rey impuesto e ilegítimo, pese a que tuvo dentro del país mucho
partidarios, los llamados afrancesado, que vieron con los bonaparte una oportunidad de
renovar y modernizar el país, y aplicar políticas liberales, en cambio se nos hizo ver con la
construcción de este relato que el pueblo peleó por aceptar las políticas del congreso de Viena
que devolvieron a España y al resto de Europa al Antiguo Régimen. Si somos objetivos
podemos entender que realmente las clases populares no tuvieron mucho que decir respecto
al rumbo que debía de tomar España, ya que la guerra de Independencia al tener ese carácter
anti revolucionario fue liderado por la Iglesia y la Nobleza, y fueron ellos los que impulsaron
este hecho como clave en la historia de españa. Pero la cuestión surge, si aceptamos eso,
porque el pueblo no se levantó de la misma manera cuando los 100 mil hijos de San Luis
invadieron el país para restaurar el absolutismo, ¿Donde estaba el valeroso pueblo para
oponerse al absolutismo? Pues agazapado, ya que en este caso tanto la Iglesia como la Alta
nobleza apoyaban la intervención de los vencedores del Congreso de Viena, no siendo tan
bravos como se dice que fueron con Napoleon.

El artículo de Alvarez Junco nos desmonta la visión popular que se tiene de la Guerra de
Independencia, al ofrecer unos argumentos que hacen ver al lector de qué manera los
nacionalismos distorsionan la realidad histórica para servir a un propósito concreto que es el
de crear la identidad nacional, española en este caso, aunque esta esté basada en hechos
distorsionados. Podemos afirmar asimismo que este proceso es común a lo largo del siglo
XIX en otras regiones de Europa, donde se recurre al romanticismo y al folklore para dotar de
una base a las nacientes naciones, véase Alemania o Italia,dando un giro desde la razón a las
culturas nacionales, del individuo al pueblo y de una concepción mecanicista de la sociedad a
otra organicista, son los liberales en España los que fomentan este mito de la resistencia
antifrancesa para anteponer la soberanía de la nación frente a la del Rey, tal como se indica
que el art. 2 de la constitución de 1812. Por lo que el liberalismo se valió del nacionalismo
para imponerse frente a las instituciones del Antiguo Régimen y el invasor extranjero, aunque
sin mucho éxito en un primer momento pues en España la burguesía, era más bien escasa en
comparación con países como Francia e Inglaterra. En mi opinión la guerra de 1808 fue
utilizada por la facción liberal para desarrollar su proyecto político para España y dejar atrás
los tiempos del Antiguo Régimen, aunque para ello fuese necesario hacerlo alrededor del
mito de la guerra de la independencia, pues la Nación española va desde el momento el que
se alcanza la unidad territorial y lingüística, en mi opinión desde la llegada de Felipe V,
puesto que previamente la unidad política y territorial no estaba implantada, es decir el
pueblo español se hallaba dividido en diferentes unidades políticas y territoriales, con
instituciones diversas, aunque con una única confesionalidad, historia y lengua, que variaba
ligeramente cada una de ellas debido a las dimensiones de la Península, pero que al fin y al
cabo provienen del mismo núcleo.

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