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Este documento presenta tres recuerdos de la infancia del autor. El primero es pasar los veranos con sus abuelos en una casa en el campo. El segundo recuerdo es cuando se clavó un anzuelo en el dedo mientras pescaba y corrió llorando a casa para que su abuelo se lo sacara. Este momento se convirtió en una historia que sus abuelos contaban orgullosos. El tercer recuerdo es que aunque al autor le cansaba que contaran la historia, ahora se da cuenta de lo orgullosos y felices que hacían
Este documento presenta tres recuerdos de la infancia del autor. El primero es pasar los veranos con sus abuelos en una casa en el campo. El segundo recuerdo es cuando se clavó un anzuelo en el dedo mientras pescaba y corrió llorando a casa para que su abuelo se lo sacara. Este momento se convirtió en una historia que sus abuelos contaban orgullosos. El tercer recuerdo es que aunque al autor le cansaba que contaran la historia, ahora se da cuenta de lo orgullosos y felices que hacían
Este documento presenta tres recuerdos de la infancia del autor. El primero es pasar los veranos con sus abuelos en una casa en el campo. El segundo recuerdo es cuando se clavó un anzuelo en el dedo mientras pescaba y corrió llorando a casa para que su abuelo se lo sacara. Este momento se convirtió en una historia que sus abuelos contaban orgullosos. El tercer recuerdo es que aunque al autor le cansaba que contaran la historia, ahora se da cuenta de lo orgullosos y felices que hacían
Tobias se agacha para dejar que Elvissa le coja la mandíbula y obtenga
información de sus ojos, de un color azul de plato traído como recuerdo de
Holanda. Emplea muchísimo tiempo. -Bien, vale. Puede que no estén tan mal. A lo mejor incluso sería capaz de contarte un relato especial dentro de unos minutos. Recuérdamelo. Pero depende. Antes quiero que me digas una cosa: cuando hayas muerto, te hayan enterrado y andes flotando por ese sitio al que iremos todos, ¿cuál va a ser tu mejor recuerdo de la Tierra? -¿Qué quieres decir? No lo cojo. -Que cuál es el momento que para ti define lo que es vivir en este planeta. ¿Qué te vas a llevar?
Generación X, David Coupland.
De pequeño pasaba los tres meses de verano con mis abuelos en un
pueblo de la sierra madrileña. Era una casa en mitad de un pinar a orillas de un río. Solo íbamos allí en verano y, claro, esa es una ventaja para que todos los recuerdos vividos allí sean buenos Uno de esos veranos mientras estaba pescando en el río con mi amigo Alberto me clavé un anzuelo en uno de los dedos de la mano. ¡Qué difícil es sacar un anzuelo cuando este ha atravesado la carne hasta dentro! Tras varios intentos de extracción, agarré la caña de pescar y salí corriendo con mi mano como presa. Corrí por el camino de tierra que serpenteaba entre los pinos de camino a casa, unos metros atrás me seguía mi amigo Alberto cargado con nuestras cosas las cuales había recogido apresuradamente. Hice todo el camino llorando y llamando a mi abuelo sin importarme los tirones que me daba el anzuelo cada vez que el sedal se enganchaba en alguna de las ramas de los pinos. La gente del pueblo al oírme gritar y llorar salía a nuestro paso para interesarse e intentar ayudar, pero yo seguía firme hacia mi objetivo. Llegué a casa con un séquito propio de un rey. Después del primer momento de preocupación, mi abuelo continuó con varias bromas acerca de la posibilidad de la amputación del dedo, un momento después me distrajo haciéndome mirar a no recuerdo qué y de un tirón sacó el anzuelo de la carne. Luego vino un abrazo enorme en el que me quedé dormido. Esta historia pasó a ser algo que contar a toda persona con la que coincidíamos. Recalcando siempre como su nieto no había dejado que nadie le ayudase y como le llamaba por el camino. Con el paso del tiempo a mí me empezó a cansar que siempre contase esa historia. Con el paso del tiempo me distancié de mis abuelos. Con el paso del tiempo, también, me he dado cuenta de que nadie se ha sentido tan orgulloso y feliz por recibir el amor que yo le entregaba.