Está en la página 1de 2

Numerosos investigadores han desarrollado instrumentos para medir la inteligencia o los rasgos de

personalidad en niños y adolescentes, pero hay pocos instrumentos que identifiquen el Estilo de
Aprendizaje en alumnos de Primaria y menos aún que lo hagan de forma rápida y sencilla. Por este
motivo, se adaptó el Cuestionario de Estilos de Aprendizaje de Honey y Alonso (CHAEA) muy utilizado
en adultos

CHAEA es un Cuestionario sobre Estilos de Aprendizaje que consta de ochenta preguntas (veinte
items referentes a cada uno de los cuatro Estilos) a las que hay que responder manifestando acuerdo
o desacuerdo. Además se le ha añadido una serie de cuestiones socioacadémicas, que facilitan un
total de dieciocho variables para analizar las relaciones de estas variables y las respuestas a los
items.(Alonso y Gallego, 1994). La Fiabilidad y Validez de CHAEA ha sido demostrada basándose en
las pruebas estadísticas pertinentes al analizar los Estilos de Aprendizaje de una muestra de 1.371
alumnos de 25 Facultades de las Universidades Complutense y Politécnica de Madrid. Se utilizó como
instrumento de diagnóstico el Cuestionario de Honey-Alonso de Estilos de Aprendizaje, CHAEA,
adaptación para contextos españoles del Learning Styles Questionnaire de Honey, edición 1988.(
Alonso, 1992a).

Una de las primeras investigaciones que relacionaron el estilo de aprendizaje y el estilo de instruir
fue la de Dunn y Dunn (1974) donde pusieron en relación las características del estilo de aprendizaje
del alumno y el programa instruccional educativo que requería diferentes habilidades, creando un
inventario de estilos de aprendizaje. Encontraron las habilidades requeridas por parte de los
estudiantes para programas instruccionales como una clase abierta, programas alternativos donde el
alumno tiene la libertad y la opción de elegir su currículo, la clase tradicional y una clase
individualizada. De este modo, los alumnos podrían encajar su perfil de aprendizaje con las
características requeridas en cada programa, con el fin de elegir el que más se ajustaba a su estilo de
aprendizaje.

Honey y Mumford (1986a) para desarrollar su teoría de estilos de aprendizaje y posterior


cuestionario (Honey y Mumford, 1986b) tomaron como referencia el Inventario de Estilos de Kolb
(Kolb Learning Style Inventory, KLSI) que está basado en la Teoría de Aprendizaje Experimental (Kolb,
1984) la cual está diseñada para ayudar a los estudiantes (o individuos) a saber cómo aprenden de la
experiencia. Kolb desarrolla esta Teoría basándose en seis proposiciones (2013, p. 6) que son
compartidas por grandes eruditos como Jean Piaget, Lev Vygotsky o Mary Parker Follett.

Cabe mencionar la versión en español de la teoría de los estilos de aprendizaje y del cuestionario de
Honey y Mumford realizada por Alonso, Gallego, y Honey (2007), Cuestionario Honey-Alonso de
estilos de aprendizaje (CHAEA), que es ampliamente usada en los artículos de habla hispana. En este
caso, los estilos de aprendizaje que se concretan son el Activo, el Reflexivo, el Teórico y el Pragmático,
a los que se les atribuyen diferentes características con el fin de identificarlos

El “Inventory of Learning Styles” de Vermunt (1994, 1995, 1998), es un instrumento de diagnóstico


que mide cuatro dominios: estrategias del proceso cognitivo, estrategias de regulación
metacognitiva, modelos mentales de aprendizaje y orientaciones de aprendizaje. En este caso, el
inventario fue desarrollado para ganar una mayor claridad en como los estudiantes van en sus
estudios y en como ellos perciben su propio aprendizaje, es por ello por lo que el cuestionario
consiste en una lista de declaraciones sobre estudios, estrategias, motivos y actitudes

Respecto de la relación del rendimiento y el modelo CHAEA, los estudios realizados por Vega Román
y Hugo Ruiz (2018), Esguerra Pérez y Guerrero Ospina (2010) y Ruíz Ruíz, Trillos Gamboa y Morales
Arrieta (2006) encuentran que sí que existe una relación entre ellos, mientras que Estrada García
(2018), a pesar de que positivamente hallan una relación, también aclara que hay más factores que
afectan al rendimiento académico, no solamente el estilo de aprendizaje. Por otra parte, Colonio
García (2017), no encuentra una conexión entre el estilo de aprendizaje de un alumno y su
rendimiento escolar.

La investigación realizada en el campo de la psicología ha demostrado que el proceso de


aprendizaje y de construcción del conocimiento sigue ciertos caminos. Para que un estudiante
aprenda significativamente es necesario tomar en cuenta sus conocimientos e ideas
previas, sus necesidades, expectativas, estilos y estrategias de aprendizaje (Coll, 2001a;
2001b). A este respecto, Quezada (1988) considera que cada estudiante, a lo largo de su vida
académica, aprende de alguna forma y esta forma de aprender se convierte en una más de sus
características personales.

CHAEA JUNIOR

el CHAEA-Junior es un cuestionario basado en un modelo de aprendizaje por la experiencia orientado


a la mejora académica, que se sustenta en los fundamentos teóricos de Kolb (1984, 1985, 2000) y
Honey y Mumford (1986), que se caracteriza por su usabilidad, rapidez y facilidad, tanto en su
aplicación como en su corrección por parte de orientadores y docentes, características
fundamentales pues, en una sola hoja tamaño folio se presentan los ítems con los que diagnosticar el
Estilo o Estilos preferentes de los cuatro presentes e la prueba, entendidos como las cuatro fases de
un proceso cíclico de aprendizaje: Activo – Reflexivo – Teórico – Pragmático.

Cada uno de éstos vendría a ser la interiorización por parte de cada sujeto de una etapa determinada
del ciclo propuesto por Honey (1986), para quien, lo ideal, sería que todo el mundo fuera capaz de
experimentar, reflexionar, elaborar hipótesis y aplicarlas, a partes iguales, es decir, repartidas
equilibradamente. El CHAEA-Junior nos permite descubrir el perfil preferente de Estilo de
Aprendizaje (Activo – Reflexivo – Teórico – Pragmático) en alumnos de Primaria y Secundaria desde
una concepción cíclica, teniendo en cuenta las características psicológicas de los niños de entre 9 y
14 años de edad.

CONCLUSIÓN FINAL

Por último, para lograr una Educación más completa e integral del alumno, no debemos olvidarnos
de rodear al proceso de Enseñanza-Aprendizaje de un aspecto tan necesario como es el desarrollo de
diferentes aspectos que conforman la Inteligencia Emocional como el autocontrol, la empatía, la
autoestima o el aprendizaje de habilidades sociales y fomentar sus aplicaciones educativas que
podemos encontrar en diferentes trabajos como los realizados por Antonio Vallés y Consol Vallés
(2000) para los distintos niveles educativos, sin olvidar como dicen Fernández Berrocal y Extremera
(2002) que la enseñanza de las emociones inteligentes depende de la práctica, el entrenamiento y su
perfeccionamiento y, no tanto, de la instrucción verbal.

También podría gustarte