LAS CRIPTOMONEDAS

Es innegable que las criptomonedas agrupan cada día una mayor cantidad de
adeptos que encuentran en ellas una vía atractiva de generar ganancias a futuro y
realizar transacciones. Ante esta creciente realidad económica virtual, es necesario
preguntarnos si los ordenamientos jurídicos están buscando maneras de regularla.
En la presente nota, comentaremos cuál es el estado de la regulación sobre
criptomonedas en el Perú.
LAS CRIPTOMONEDAS Y SU REGULACION EN EL PERÚ
Las criptomonedas son activos o monedas virtuales –medios de intercambio en
forma virtual– que permiten realizar transacciones económicas de manera
instantánea. No son respaldadas por ninguna entidad bancaria central y tampoco
se establecen geográficamente, por lo que es posible realizar transacciones en
cualquier parte del mundo.
Fueron creadas en el 2009 con el nacimiento del Bitcoin, la criptomoneda más
popular actualmente, pero, con el pasar de los años, han surgido otros tipos de
estos activos digitales, como el Ethereum, Litecoin o Dogecoin.
Si bien las criptomonedas pueden destinarse a actividades como la compra de
bienes y servicios, su principal atractivo, y lo que ha permitido su auge, es el hecho
de que su valor depende de la oferta y la demanda, lo que permite la especulación
económica.
Ello ha motivado a los usuarios a invertir dinero en las criptomonedas, con el fin de
posteriormente amasar grandes cantidades de dinero, conforme a las fluctuaciones
del mercado.
RIEGOS DE LAS CRIPTOMONEDAS
Las denominadas criptomonedas, no cumplen plenamente las funciones del dinero
como medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor.
Diversas autoridades a nivel internacional vienen expresando su preocupación
sobre los riesgos y factores especulativos que explican la alta volatilidad de los
precios de las criptomonedas, lo cual afecta a los que las adquieren.
Por lo tanto, es importante señalar que las personas que inviertan en monedas
virtuales o criptomonedas, sean conscientes de riesgos como la pérdida del valor
de su inversión (por la alta volatilidad en su precio y las posibilidades de fraude),
así como su posible uso en actividades ilícitas.