Está en la página 1de 58

Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

La identidad Palestina

La construcción de una conciencia nacional moderna


Rashid Khalidi

Editorial Canaán

1
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

PREFACIO

Como la mayoría de los proyectos de esta envergadura, este libro ha pasado por muchas
metamorfosis. La idea inicial, que desarrollé alrededor de ocho años atrás, se trataba de
un texto que reinterpretara y repasara las versiones recibidas de la historia de Palestina
por, tal vez, los dos siglos pasados. Pero, por muchas razones, eventualmente vi que tal
proyecto era inviable: habría implicado una cantidad inmensa de investigaciones a
través de muchos años y habría culminado en un enorme volumen (o volúmenes), una
perspectiva poco atractiva. Sentía que existía la necesidad de un libro que fuera
accesible a un amplio círculo de lectores más allá de una audiencia de especialistas y
que estuviera disponible pronto con el fin de satisfacer el amplio interés actual sobre la
cuestión de los palestinos. Además, encontré que los trabajos especializados existentes
sobre historia palestina cubrían bien algunos tópicos y nada original tenía yo para decir
respecto a otros aspectos de la historia palestina. La idea de escribir una historia
exhaustiva de Palestina, en consecuencia, tenía cada vez menos sentido para mí.
En la etapa siguiente, mi participación en la restauración de la biblioteca familiar
Khalidi en Jerusalén me empujó gradualmente a la idea de una historia intelectual de
Jerusalén de los siglos pasados o algo así. Este proyecto fue el foco de una beca
Fulbright consecutiva de doce meses para hacer investigaciones en Jerusalén por más de
tres años, desde 1991 hasta 1993. Mientras tanto en Jerusalén, en esos tres largos
veranos, hice gran parte de la investigación para este libro y una vez más modifiqué este
proyecto. Finalmente, amplié su alcance desde Jerusalén a la totalidad de Palestina y
cambié su foco de una historia general intelectual al estudio del surgimiento de la
identidad palestina. Reduje el foco en razón de que sentí que la cuestión de la identidad
era tal vez el problema más importante de la historia palestina que necesitaba ser
explicado tanto a una audiencia general como a una audiencia académica. Si uno toma
la identidad como la respuesta a la pregunta, “¿Quién eres tú?”, es claro que la respuesta
de los habitantes de Palestina ha cambiado considerablemente a través del tiempo.
Procuré explicar las razones de aquel cambio.
Cuando concebí en un primer momento este proyecto en su forma actual, se trataba
de estudiar la identidad nacional palestina con cierto detalle desde sus comienzos, a
finales del siglo XIX, hasta el presente. Pero a medida que avanzaba mi investigación,
tanto las conclusiones que surgían de ella como mis circunstancias desde 1991 a 1993,
me llevaron a limitar su alcance aún más. Durante este período de tres años, además del
extenso verano de investigación y trabajo en la restauración de la biblioteca familiar en
Jerusalén, continué con mi enseñanza y otras ocupaciones a tiempo completo en la
Universidad de Chicago. Pero más allá de eso, en un momento de desprevención en mi
primera estancia en Jerusalén durante el verano de 1991, accedí a la solicitud de Faisal
al-Husayni de que, si los palestinos se involucraban en negociaciones con Israel
(negociaciones cuyo formato y participaciones en ese momento estaban siendo
determinadas por un intenso ir y venir diplomático con todas las partes interesadas por
parte del secretario de Estado de Estados Unidos, James Baker), yo serviría como asesor
para la delegación palestina.
En aquel entonces, yo no tenía razón para asumir que Baker tendría más éxito que
muchos de sus predecesores quienes habían fallado en llevar a palestinos e israelíes a
sentarse alrededor de la misma mesa de negociaciones. Me sentí especialmente seguro
en este supuesto desde el momento en que el gobierno israelí, entonces encabezado por
Yitzhaq Shamir, se oponía profundamente a esta perspectiva. Así, no le di mucha
importancia a mi acuerdo con la proposición de Faysal al-Husayni, hasta altas horas de

2
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

la noche en la víspera de la repentina convocatoria a la conferencia de Madrid cuando


recibí un llamada de funcionarios de la OLP en Túnez pidiéndome confirmar que yo, en
realidad, estaba yendo a Madrid, toda vez que los nombres de la delegación y sus
asesores debían ser presentados a los asistentes del secretario Baker esa misma noche.
A partir de entonces serví como uno de los muchos asesores para la delegación
palestina en la Conferencia de Madrid de octubre-noviembre de 1991 y participé en
parte en cada una de las diez sesiones de negociaciones bilaterales palestinas-israelíes
en Washington que continuaron hasta julio de 1993. Estas negociaciones generalmente
tenían lugar durante unas pocas intensas semanas de trabajo sin descanso, seguidas por
muchas semanas o meses de receso. No participé en la totalidad de cada ronda de
negociaciones y obtuve un bienvenido respiro durante los frecuentes largos descansos
entre ellas. No obstante, mis colegas de la delegación palestina y yo, trabajamos
extremadamente fuerte mientras las conversaciones estuvieron en curso y, la
superposición entre estas negociaciones y mi investigación, enseñanza y otras
ocupaciones, fue naturalmente estresante y con frecuencia frustrante. Sin lugar a dudas,
esto limitó el volumen de investigación y redacción sobre este proyecto que fui capaz de
llevar adelante.
Sin embargo, mi involucramiento en las negociaciones tuvo algún resultado positivo
para mi investigación. Estar en Madrid, Washington y Jerusalén a lo largo de estos tres
años observando a la identidad nacional palestina lenta pero inexorablemente tomar
cuerpo en forma concreta (sin embargo esta forma puede haber parecido insatisfactoria
para algunos en ese momento o más tarde), me convenció de la centralidad del tópico
del libro en el que yo estaba trabajando. Esto también me convenció de que no debería
llevar mi narración hasta el día de hoy ya que sería difícil obtener la perspectiva
necesaria para escribir la historia dada la rapidez con la cual las circunstancias que
afectan a la identidad nacional palestina se estaban desarrollando.
Al mismo tiempo, estar en el medio de tales trascendentales eventos hizo más claro
para mí, más que nunca antes, cómo opiniones de uno mismo o de otro, de la historia y
del tiempo y del espacio, podían cambiar rápidamente en situaciones de extremo stress
político que podían ser vistas como un punto de inflexión en términos de identidad. Ya
había sido testigo de tales cambios rápidos en situaciones similares mientras estuve
viviendo en el Líbano desde principios de la década de 1970 hasta 1983 y había
observado que construcciones de identidad y de preferencia política y comprensiones de
la historia, que parecieron duraderas y persistentes en ciertas circunstancias, podían
desmoronarse o evolucionar casi en una noche.
Mi primera investigación, comenzada en 1970, exploraba los primeros movimientos
del nacionalismo árabe en Siria, Líbano y Palestina en los años anteriores a la primera
guerra mundial.1 Este trabajo trajo a mi consideración ejemplos de cambios rápidos en
actitudes políticas en estas áreas, especialmente durante las guerras de los Balcanes de
1912-1913, cuando pareció que el Imperio otomano estuvo al borde del colapso.
Repentinamente, la población de las provincias árabes del Imperio se enfrentó con la
posible disolución de la estructura política otomana dentro de la cual su región había
operado por cuatro siglos. Las consecuencias de esta toma de conciencia (y la
conmoción cuando el Imperio realmente colapsó algunos años más tarde) fueron
trascendentales para el sentido de identidad de esta población. En la medida en que se
refieren a Palestina, serán tratadas en el capítulo 7.
Mi siguiente proyecto importante de investigación, sobre la base de las decisiones
tomadas por la OLP durante la guerra de 1982, trataba con ejemplos muy diferentes de

1
Esto resultó eventualmente en la publicación de Rashid Khalidi, British Policy Towards Syria and
Palestine, 1906-1914 (London: Ithaca Press, 1980).

3
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

rápidos cambios en actitudes políticas, cambios de los que había sido testigo en Beirut.2
Entre ellos, fueron notables los cambios en las actitudes libanesas hacia los palestinos
desde fines de la década de 1960 hasta principios de los 80’s y como la OLP y sus
seguidores en el Líbano llegaron a reconciliarse con la idea de una evacuación
negociada de Beirut durante los setenta días del bombardeo israelí y el sitio a la ciudad.
En un plazo relativamente corto, una población libanesa, gran parte de la cual había sido
comprensiva de las actividades políticas y militares palestinas, llegó a oponerse a ellos
enajenados por el comportamiento de la OLP y bajo intensa presión de Israel y sus
aliados. En otro rápido cambio como ese, durante el momento clave de la guerra de
1982, los palestinos aceptaron bajo extrema coacción tanto la evacuación de la OLP de
Beirut como cambios fundamentales en su estrategia política.
Mientras mi investigación en Jerusalén amplió mi entendimiento de la cuestión
palestina, se hizo evidente para mí que había habido un momento clave similar con
respecto a la autopercepción palestina en la primera década de este siglo. Me di cuenta
de que eso era suficiente para explicar las circunstancias de este cambio y de que era
innecesario continuar mi narración con un detallado análisis de la identidad palestina
desde el momento de su surgimiento hasta el presente. Sin embargo, el capítulo final de
este libro recapitula brevemente la historia de la evolución de la identidad nacional
palestina desde los inicios de 1920 hasta mediados de los 90’s.
El punto final es necesariamente arbitrario, ya que la identidad nacional palestina
naturalmente no ha dejado de evolucionar, y es aún muy pronto para decir si ha
alcanzado un punto crítico comparable con aquella de los primeros años del siglo. En
cualquier caso, por más tentador que el análisis de tal cuestión pudiera haber sido, tuve
que enviar este libro a imprimir (un punto que mi editora, Kate Wittenberg, amable,
pero fuertemente me recalcó). Mientras escribo estas palabras, la identidad nacional
palestina continúa desarrollándose y reconfigurándose bajo el impacto de una cascada
de asombrosos eventos y poderosas fuerzas históricas que han cambiado el Medio
Oriente casi mas allá de reconocimiento.

II

El tratamiento de la identidad palestina en este libro debería tener resonancia para


lectores interesados en los palestinos y su rol en el conflicto árabe-israelí, para aquellos
preocupados en los nacionalismos post-coloniales en el mundo árabe y en otros lugares,
y para cualquiera que estudie el nacionalismo que desee entender un ejemplo de
conciencia nacional emergente en ausencia de un Estado-nación. También puede servir
como un caso testigo para teorías sobre nacionalismo, identidad y el rol del Estado en la
formación de ambos. El caso de la identidad palestina también parece particularmente
relevante para su consideración para aquellos en los crecientes campos de estudio de las
diásporas y los fenómenos transnacionales y globales.
La atención académica actualmente dedicada al tópico de la identidad nacional
garantiza una riqueza de material teórico en la cual basarse y muchas comparaciones
posibles con la evolución de otras identidades nacionales.3 También existe una

2
Rashid Khalidi, Under Siege: PLO Decision making during the 1982 War. (New York: Columbia
University Press, 1986).
3
La literatura es tan voluminosa que es posible señalar algunos pocos de los trabajos que yo encontré más
útiles. Esos incluyen: Eric Hobsbawm, Nations and Nationalism Since 1780: Programme, Myth, Reality.
(Cambridge: Cambridge University Press, 1990); Ernest Gellner, Nations and Nationalism (Ithaca:
Cornell University Press, 1983); Eric Hobsbawm y Terence Ranger, eds., The Invention of Tradition.
(Cambridge: Cambridge University Press, 1983); Anthony D. Smith, The Ethnic Origins of Nations.
(Oxford: Oxford University Press, 1986) y su artículo “The Origins of Nations”, Ethnic and Religious
Studies 12, nro. 3 (July 1989): 340-367; y Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the
Rise and Spread of Nationalism, 2da. Ed. (London: Verso, 1991).

4
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

considerable literatura sobre nacionalismo, incluyendo tanto los clásicos como los más
recientes trabajos, así como también casos de estudio de movimientos nacionales
específicos. Al mismo tiempo, tratar la historia palestina en términos de identidad
nacional, también presenta algunos problemas porque la literatura sobre identidad,
nacionalismo y la nación, aunque voluminosa, es de una variada calidad y en muchos
casos no es aplicable al caso palestino.
Vale la pena mencionar desde el principio que este tratamiento de la identidad
comienza de la premisa firmemente generalizada de que la identidad nacional es
construida; no es esencial, transcendentalmente dada, como los apóstoles del
nacionalismo y algunos estudiantes de cultura, política e historia reclaman.4 En tanto
que eso puede ser fácilmente demostrado por ser el caso que concierne a los palestinos,
su ejemplo también tiene una cierta aplicabilidad universal para cuestiones de la
identidad nacional en general. Aunque podría argumentarse que la especificidad de las
circunstancias que afectan a los palestinos es tan extrema que uno no puede generalizar
a partir de su ejemplo, el caso de los palestinos no es único. Esto es verdad
considerando la cantidad de formas en las cuales los palestinos reflejan a otros grupos
nacionales incluyendo la manera en la cual elementos preexistentes de la identidad son
reconfigurados y la historia es utilizada para dar forma a cierta visión, el impacto de
poderosos shocks, el stress extremo en la elaboración de las cuestiones de identidad y el
rol de los factores contingentes externos en la formación de la identidad nacional.
Mientras que, para usar la terminología de Ernest Gellner, las comunidades
políticas y culturales palestinas aún no han coincidido en el tiempo y en el espacio5 (es
decir, un Estado nacional palestino que abarque todo o la mayoría del mundo de los
palestinos que aún no ha sido establecido), de ninguna manera hace esta condición
disminuir la relevancia del caso palestino para el entendimiento de la identidad nacional
en general o para la justificación del argumento de que esta identidad es construida. Un
análisis detallado de las formas en las cuales la narrativa nacional palestina ha sido
creada, muestra una multiplicidad de características similares a otros movimientos
nacionales, aunque exhibiendo una especificidad peculiar a las circunstancias que han
afectado a los palestinos en las décadas recientes.
Varios de los más respetados escritores sobre nacionalismo e identidad han
presentado argumentos sobre los cuales este enfoque, que ve a la identidad nacional
como una construcción, puede estar sólidamente basado. En uno de sus más recientes
escritos sobre este tema, Eric Hobsbawm acuerda con Gellner en enfatizar “el elemento
artificial, de invención y de ingeniería social que entra en juego en la conformación de
las naciones”.6 Gellner es aún más contundente: “las naciones como una forma natural,
dada por Dios, de clasificar a los hombres, como un inherente… destino político, son un
mito; el nacionalismo, el cual a veces toma culturas preexistentes y las convierte en
naciones, a veces las inventa y frecuentemente elimina las culturas preexistentes: esa es
una realidad”.7 En pocas palabras, las naciones y la identidad vinculada a ellas, son un
constructo para Gellner; el nacionalismo que hace este trabajo de construcción es una
fuerza política real.
Hobsbawm enfatiza otro elemento en este proceso de construcción de la
identidad señalando, en la introducción al influyente texto que editó con Terence
Ranger, The invention of Tradition, al “uso de material antiguo para construir
tradiciones inventadas de un nuevo tipo para un nuevo propósito”, refiriéndose

4
Los dos enfoques están bien ilustrados en Smith, “Origins”, pp. 341 y ss.
5
Gellner, Nations and Nationalism, pp. 1-7.
6
Eric Hobsbawm, Nations and Nationalism Since 1780, p. 10.
7
Gellner, Nations and Nationalism, pp. 48-9

5
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

específicamente a los casos relativos a la construcción del sentimiento nacional.8


Benedict Anderson va tal vez aún más lejos en este aspecto con su argumento para la
nación como “una comunidad política imaginada” la cual es “imaginada tanto limitada
como soberana” y constituye esencialmente una conciencia compartida de un cierto
conjunto de elementos de identidad hechos posible por una conjunción de factores,
incluyendo lo que él describe como “el capitalismo impreso”.9 A pesar de que Anthony
Smith parece menos simpático a este enfoque en alguno de sus escritos,10 dada su
preocupación por los orígenes étnicos de las naciones, de todos modos admite en un
reciente artículo que “la nación que surge en la era moderna debe ser considerada tanto
como constructo y como proceso”.11
Se puede argumentar (y es, incesantemente, en el caso palestino) que ciertas
identidades son recientes, endebles y artificiales mientras que, por el contrario, otras son
de larga data, muy arraigadas y naturales. (Una identidad específica, la israelí-judía, es
usualmente mencionada en este contexto, a pesar de que argumentos similares pueden
ser hechos en favor de las identidades árabe e islámica). Este no es el espacio para
debatir este tipo de argumentos que, a menudo, no son susceptibles de una discusión
racional en cualquier caso (como señala Hobsbawm: "ningún historiador serio de
naciones y nacionalismo puede ser un nacionalista político comprometido….El
nacionalismo requiere una creencia mayor en lo que no es evidentemente cierto”).12
Pero se podrá ver con claridad si la identidad palestina es tan insustancial como lo
señalan los escépticos cuando algunas de las similitudes fundamentales entre esta y
otras identidades nacionales sean planteadas.
Un aspecto adicional del surgimiento de la identidad palestina merece mención
aquí: el rol jugado por aquellos cuyas voces no escuchamos en los registros históricos.
Estas preocupaciones han sido abordadas tanto teóricamente y cómo ellas se aplican a la
historiografía del sur de Asia en los trabajos de la escuela de Estudios Subalternos13 y
están sólo en el inicio de ser aplicadas al estudio de Medio Oriente. En gran parte de lo
que sigue, predominarán las voces de las elites comprometidas en la construcción de un
nacionalismo que con frecuencia servía como vehículo de los intereses de esas elites.
Sin embargo, como queda claro de los eventos analizados en el capítulo 5, los
elementos subalternos fuera de la elite de la sociedad palestina jugaron un importante y,
tal vez, rol central, en los cruciales primeros años del surgimiento de una identidad
palestina separada, y de allí en más. Todavía queda mucho por hacer para determinar el
lugar de tales actores, cuyas palabras con frecuencia no nos alcanzan, incluso en tan
corto espacio para eliminar hasta cuatro o cinco generaciones. Este capítulo marca un
comienzo al hacerlo, y contiene un grato correctivo a la impresión que se puede derivar
del énfasis sobre el discurso generado por la elite en gran parte de la literatura, y en gran
parte del resto de este libro. A lo largo de este libro, la cuestión permanecerá no sólo
considerando la capacidad de los individuos y de los grupos de las clases subalternas,
sino también cómo ellos respondieron a los escritos y palabras de la elite el cual se
distingue tan prominentemente en los registros históricos. Por el momento, éstas siguen
siendo preguntas sin respuestas.

8
Eric Hobsbawm, “Introduction: Inventing Traditions”, en Hobsbawm y Ranger, eds, The Invention of
Tradition, p. 6.
9
Anderson, Imagined Communities, p. 9 y pp. 37 y ss. Ver la interesante crítica de Anderson en Partha
Chatterjee, Nationalist Thought in the Colonial World: A Derivative Discourse? (London: Zed, 1986):
pp. 19-22.
10
Anthony D. Smith, The Ethnic Revival in the Modern World (Cambridge: Cambridge University Press,
1981): pp. 63-86.
11
Smith, “Origins”, pp. 361.
12
Eric Hobsbawm, Nations and Nationalism, p. 12.
13
La mejor introducción a sus trabajos puede ser encontrada en Ranajit Guha y Gayatri Spivak, eds.
Selected Subaltern Studies. (Oxford: Oxford University Press, 1988).

6
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

III

Mi trabajo en este proyecto se ha prolongado por mucho tiempo y ha involucrado


también a mucha gente por lo que será imposible agradecerles adecuadamente a todos.
Entre aquellos que me ayudaron en Jerusalén, muchas personas merecen mi
agradecimiento especial: sin el acceso a las fuentes que ellos me brindaron, su ayuda y
consejo al interpretarlos y el afecto y hospitalidad que me prodigaron a mí y a mi
familia, este libro no podría haber sido nunca escrito. Entre ellos, Khadr Salama,
director de la Biblioteca Al-Aqsa y el Museo Islámico, y Sa’id Al-Husayni y Musa al-
Budayri, quienes generosamente me proveyeron el acceso a invaluables fuentes
materiales primarias, merecen mi más cálido agradecimiento. Lo mismo con Nazmi al-
Ju’ba, ‘Adnan al-Husayni, Yusuf al-Natshe, Faysal al-Husayni, Fu’ad al-Budayri,
Butros Abu-Manneh, ‘Adil Manna´, Amnon Cohen, Danny Bahat, Su’ad al-‘Amiry,
Salim Tamari, Albert Aghazarian y George Hintlian por su asistencia en diversas
formas. Sin la intervención de Michael Metrinko nunca podría haber hecho eso en
Jerusalén en Mayo de 1991 para empezar la investigación sobre este libro.
Haifa al-Khalidi, su madre Raqiyya (Um Kamil) y su difunto padre Haydar al-
Khalidi hicieron más que prodigarnos la calidez de su hogar. Además, cada uno
contribuyó de diferentes maneras concretas al proceso de investigación de este libro:
Haydar al-Khalidi fortaleciendo mi interés en este proyecto y por la preservación de la
biblioteca Khalidi y un tesoro de documentos de la familia casi sin ayuda hasta que se
dispuso de apoyo externo; Haifa por la continuación del trabajo de su padre contra
difíciles posibilidades y por brindarme una invaluable guía en mi investigación (y el
apreciado sostén y apoyo todo el tiempo); y Raqiyya por ofrecerme sus recuerdos de la
primera década de éste siglo. Al hacer esto, ella agregó invalorables detalles adicionales
personales a una imagen de esa época que yo había obtenido originalmente de mis
difuntas tías, ‘Anbara, Wahidi y Fatima al-Khalidi. Kamil al-Khalidi, mutawalli del
waqf de la biblioteca Khalidi, fue útil y de gran ayuda en diversas maneras, no menos de
las cuales fue su descubrimiento de una cantidad de documentos útiles. Walid Khalidi,
quien me alentó a ir a Jerusalén a examinar la biblioteca Khalidi en primer lugar, ha
sido desde entonces el principal sostén de los esfuerzos de restauración de la biblioteca
y gran apoyo a lo largo de mi trabajo, por lo que merece mi especial agradecimiento.
Muchos otros en varios lugares contribuyeron para este libro por la lectura de
partes de él, por sus comentarios sobre versiones de capítulos presentados en
conferencias o por agudizar mis pensamientos sobre los temas en discusión con ellos.
Aquellos que hicieron eso son tan numerosos para recordar o mencionar, pero debo
especiales agradecimientos a este respecto a Edward Said, Nubar Hovsepian, Anton
Shammas, Nadia Abu al-Hajj, Caglar Keyder, Sükrü Hanioglu, Patricia Yaeger, ‘Azmi
Bishara, Jim Jankowski, Israel Gershoni, Joel Beinin, Philip Khoury, Gabby Piterberg,
David Laitin, Ron Suny, Norma Field, Jim Chandler y Michael Geyer así como también
a Muhammad Ali Khalidi, Ariela Finkelstein, Julie Peteet, Uday Mehta, May Seikaly y
Lisa Wedeen. David Peters y Michael Raley merecen mis agradecimientos por la
asistencia con mi investigación en formas que van más allá del llamado del deber.
Muchos de mis estudiantes contribuyeron a este libro por sus comentarios y preguntas
sobre los primeros borradores de varios capítulos.
Otro grupo merece mi especial gratitud: esos son mis amigos y colegas que
quedaron a cargo en el Center for Middle Eastern Studies de la Universidad de Chicago
durante mi larga ausencia a través de veranos y de otros tiempos mientras estuve
trabajando sobre este libro. Notables entre ellos son John Woods, Richard Chambers,
Vera Beard, Ralph Austen, Cornell Fleischer, Karen Shrode, Susan Hubbard y Michael
Christiana. Mis otros residentes en la Villa Serbelloni en Bellagio durante el verano de

7
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

1995 me ayudaron a completar este libro por su compañerismo y sus sugerencias,


especialmente John Kleiner por su ayuda con la idea de fracaso, Bill Beardslee por su
ayuda con la idea de identidad y dos de ellos, Don Campbell y Jerry Kelly por la menos
seria pero más agotadora forma de inspiración. A Dorothy y Rudy Pozzati va mi
especial agradecimiento por su amistad y compañerismo a través de mi estancia allí.
Mientras escribía este libro fui beneficiado por mucho apoyo institucional. El
Council for the International Exchange of Scholars y el J. William Fulbright Foreign
Scholarship Board, la Fundación Rockefeller, el Instituto de Humanidades de la
Universidad de Michigan, la Universidad Cornell, la Universidad Estatal de Nueva
York en Binghamton, la Universidad de Colorado de Boulder, el Instituto Van Leer de
Jerusalén, el Center for Behavioral Research, de la Universidad Americana de Beirut y
las divisiones de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Chicago, todos
me dieron su apoyo para hacer posible la investigación y los escritos para este proyecto
o con lugares en los cuales fui habilitado a presentar partes de él. En este sentido, estoy
particularmente agradecido a Gary Garrison de CIES, al difunto Gil Sherman de la U.S.
Information Agency, en Jerusalén, a Gianna Celli, Pasquale Pesce y Susan Garfield de
la Fundación Rockefeller, a Shibli Telhami de Cornell, a Samir Khalaf de la
Universidad Americana de Beirut y a Bruce Craig, Fayez Masad y al experto staff de la
sección Medio Oriente de la Biblioteca Regenstein de la Universidad de Chicago.
Mi esposa Mona, que soportó mis aparentemente interminables ausencias, tanto
física como psicológica mientras yo estaba trabajando para este libro, merece un
agradecimiento sin medida. Ella y mis tres hijos pasaron tres veranos en Jerusalén,
durante la mayor parte de los cuales yo estuve envuelto en el capullo de mis
investigaciones y escritos. Todos ellos, especialmente Mona, han contribuido a este
volumen en la forma que ellos saben y otras que ellos no pueden saber.
En un sentido, un trabajo de historia es escrito tanto por los individuos sobre
quienes se escribe, como por el historiador, quien puede ser pensado como no más que
su intérprete, dando voz una vez más a sus palabras olvidadas, e ilustrando y explicando
sus acciones y las fuerzas que los afectaron para que otras generaciones puedan
entenderlas. Dedico este libro a los miembros de otra generación diferente a la mía, a
Lamya, Dima e Ismail, en la esperanza de que le hablará a ellos y a muchos otros de un
importante tiempo en el pasado y los ayudará a llevar cierta comprensión de estas ideas,
acciones y fuerzas hacia un futuro mejor.

Rashid Khalidi
Chicago, Agosto de 1996

8
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

INTRODUCCIÓN A LA REEDICIÓN DE 2010

Cuando La identidad Palestina fue publicada en 1996, el punto de vista privilegiado


desde el cual yo y otros considerábamos a Palestina y a los palestinos, era muy diferente
del de 2009. Investigué y escribí este libro desde fines de los 80’s hasta mediados de los
90s. Por entonces, a muchos observadores les pareció que la primera Intifada palestina
(o levantamiento), que comenzó en diciembre de 1987, había dejado en claro la
imposibilidad de una indefinidamente prolongada manera de, llamada por Israel,
ocupación benevolente y colocado el problema palestino en una trayectoria hacia una
justa resolución. En esta perspectiva, las negociaciones que se produjeron en los
acuerdos de Oslo de septiembre de 1993 y sus secuelas, fueron vistas como una
recompensa a los sacrificios y el sufrimiento del pueblo palestino por el logro de
muchos de sus objetivos nacionales, incluyendo un Estado palestino independiente.
Sin embargo, yo serví como uno de los muchos asesores de la delegación palestina
en las difíciles y, en última instancia, inútiles negociaciones con los enviados de Israel
que tuvieron lugar en Madrid y Washington desde octubre de 1991 hasta junio de
1993.14 Esas negociaciones, patrocinadas por Estados Unidos, precedieron a los
acuerdos de Oslo. Lo hice también mientras estaba trabajando sobre este libro. Durante
parte de ese tiempo también estuve viviendo en Jerusalén y, por cierto, conocí muy bien
las paralizantes limitaciones respecto de lo que fue sujeto a negociaciones como parte
de un “proceso de paz” cuyas reglas (ampliamente desfavorables a los palestinos)
estaban completamente determinadas por Estados Unidos e Israel. La vía palestino-
israelí en la que estuvimos involucrados era completamente distinta a las
conversaciones bilaterales de Israel con Jordania, Siria y Líbano que comenzaron
simultáneamente a la conferencia de paz de Madrid de 1991. Esas otras negociaciones
estaban todas dirigidas a la obtención de un acuerdo bilateral de paz (y en el caso de
Jordania eventualmente se alcanzó). En contraste, sobre la vía palestina, que incluyó
humillaciones y restricciones impuestas por Israel desde el comienzo sobre quienes
podían representar a los palestinos (nadie procedente de Jerusalén, de afuera de los
Territorios Ocupados o con alguna conexión con la Organización para la Liberación de
Palestina (OLP) se le permitió formar parte15), las negociaciones en estas y posteriores
conversaciones en Oslo y otros lugares estuvieron rigurosamente confinadas dentro de
límites muy estrechos. Por la insistencia de Israel (apoyado por Estados Unidos en
Madrid y Washington en 1991-1993 y más adelante también), todo lo que podía ser
discutido en esta vía era la modalidad de “autonomía” para los palestinos que vivían
bajo la continua ocupación militar israelí en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza.
Virtualmente cualquier cuestión de importancia para los palestinos no podía ser
discutida en absoluto en esas negociaciones. Tales tópicos cruciales incluían el fin de la
ocupación israelí (la cual en 1991 tenía sólo 24 años de antigüedad; la ocupación ha
terminado ahora su año número 42), la remoción de las colonias ilegales israelíes (que
entonces solo constituían una fracción de la vasta iniciativa que ahora domina
físicamente la Ribera Occidental), la disposición de Jerusalén, una resolución a la
cuestión de los refugiados, la distribución de los escasos recursos hídricos, la
determinación de fronteras, el establecimiento de la estatalidad palestina y el acuerdo
sobre los términos de una paz final.
Las así llamadas negociaciones de estatuto permanente para tratar con esos temas
candentes se suponían que tendrían lugar dentro de los tres años del lanzamiento de las

14
Esas negociaciones tuvieron lugar en diez rondas, generalmente durante muchos días cada una y a
veces más. Todas esas rondas, excepto la primera que tuvo lugar en Madrid, se llevaron a cabo en el
Departamento de Estado de Estados Unidos.
15
Esas restricciones sobre la participación fueron parcialmente relajadas después que el gobierno de
Rabin accedió al poder en 1992.

9
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

conversaciones de Madrid de 1991 y, conforme a las reglas de juego impuestas por


Estados Unidos e Israel, serían completadas para 1997.16 Sin embargo, siguieron siendo
pospuestas hasta que esas cuestiones fueran finalmente abordadas durante la
repentinamente convocada y fracasada cumbre de Camp David en los últimos meses de
la presidencia de Bill Clinton a finales del verano y otoño del 2000, sólo para
evaporarse rápidamente. No se reanudaron hasta que la administración del presidente
George W. Bush se decidió a retomar las negociaciones en 2008, su último año en el
cargo. En consecuencia, a pesar de la engañosa apariencia de muchos años de
negociaciones cercanas constantes, entre 1991 y principios de 2009, con la excepción de
esos dos tardíos, breves y finalmente infructuosos esfuerzos en la parte final de los
mandatos presidenciales de Clinton y Bush, no hubo conversaciones oficiales entre
Israel y los palestinos sobre la mayoría de las cuestiones de real importancia que los
dividía.
Como consecuencia de mi conocimiento de primera mano de las abrumadoras
limitaciones que pesaron desde el primer momento sobre lo que a los palestinos se les
permitió discutir y, por lo tanto, podían alcanzar, fui menos optimista que otros cuando
el acuerdo palestino-israelí, los llamados acuerdos de Oslo, fueron firmados en
septiembre de 1993. En efecto, cuando descubrí los términos de esos acuerdos
negociados secretamente (a los que se llegó sin el conocimiento de la mayoría de los
miembros de la delegación palestina “oficial”, mientras se abordaban conversaciones
en paralelo con negociadores israelíes en Washington), me horroricé por la forma
desigual y desventajosa que eran para los palestinos. Por lo tanto, desde el principio
tuve dudas de que condujeran a una resolución justa y duradera del conflicto.17 Como
resultó al final, mi escepticismo no estaba fuera de lugar. A pesar de que muchos de los
defectos en los acuerdos fueron evidentes en ese momento y, a pesar de que habíamos
aprendido en Washington a reconocer el pesado sesgo pro-Israel de muchos de los
funcionarios estadounidenses intermediarios,18 no supe entonces cuan parcializados a
favor de Israel habían sido los mediadores noruegos en Oslo. Eso sólo fue revelado por
investigadores noruegos muchos años más tarde.19
Pero aún para los escépticos como yo, mientras estaba escribiendo Palestinian
Identity parecía que había pocas dudas a mediados de los 90’s de que importantes
cambios habían tenido lugar y habían cambiado algunos de los términos de la ecuación
palestino-israelí. La Intifada de 1987-1991 había sacudido la confortable convicción de
gran parte del público israelí y de los principales elementos del establishment de
seguridad de Israel de que Israel podía mantener indefinidamente la ocupación de la

16
De acuerdo a la Carta de Invitación de las superpotencias co-auspiciantes de la Conferencia de Paz de
Madrid y la “Carta de Garantías” de Estados Unidos al lado palestino, ambas fechadas el 18 de octubre de
1991, las negociaciones sobre los “Acuerdos para el gobierno autónomo provisional” palestino iban a ser
concluidos dentro de 1 año. Esos Acuerdos iban a tener una duración de 5 años. Después de que esos
Acuerdos estuvieran en vigor por 2 años, las negociaciones por “el estatuto permanente” iban a empezar.
Ellas iban a estar concluidas para el final del “período transicional”, es decir para el otoño de 1997.
17
Yo sugerí esto en un artículo al momento en que los acuerdos fueron firmados: “Blind Curves and
Detours on the Road to Self-rule”, New York Times, 14 de Septiembre de 1993.
18
Un escandaloso ejemplo de lo que fui testigo ocurrió en una etapa avanzada de las negociaciones en
Washington a principios de mayo de 1993 cuando Estados Unidos finalmente consintió mediar en un
punto muerto entre las dos partes y ofreció un “propuesta puente” que en lo crucial fue menos favorable a
los palestinos que la propuesta que la delegación de Israel mismo hubiera hecho. Para mas detalles ver R.
Khalidi, Resurrecting Empire: Western Footprints and America’s Perilous Path in the Middle East
(Boston: Beacon, 2004), n. 38, p. 204.
19
Ver los artículos de Hilde Henriksen Waage en el Journal of Palestine Studies, “Norway’s Role In the
Middle East Peace Talks: Between a Strong State and a Weak Belligerent”, 34, 4 (Summer 2005), 6-24 y
“Postscript to Oslo: The Mystery of Norway’s Missing Files”, 38,1 (Autumn 2008), 54-65, como también
Arne Oerum, Fred I Var Tid: Retorikken bak Oslo-prosessen [Peace in Our Time: The Rhetoric Behind
the Oslo Process] (Trondheim: Tapir, 2004).

10
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Ribera Occidental y la Franja de Gaza en la forma vigente en ese momento. En los


albores de la guerra del golfo de 1990-1991, Estados Unidos, con un amplio apoyo
internacional, había lanzado el esfuerzo integral en Madrid en 1991 para resolver todos
los aspectos del conflicto árabe-israelí involucrando a todas las partes relevantes,
incluyendo a los palestinos. Fue el primero de tales intentos en toda la historia del
conflicto y representó el mayor progreso a pesar de las profundas deficiencias que
mencioné de la estructura de las negociaciones palestino-israelíes.
El gobierno de Israel bajo el primer ministro Yitzhaq Rabin, que llegó al poder en
1992, había reconocido de todos modos a la OLP como la representante del pueblo
palestino después de décadas en que el gobierno israelí trató a la OLP como no más que
una organización terrorista y al pueblo palestino como si no existiera. Los enviados de
Rabin habían negociado secretamente en Oslo en 1993 los acuerdos de autonomía,
directamente con representantes de la OLP, a pesar de que Israel no había reconocido en
esa etapa el derecho palestino a la autodeterminación o estatalidad, aun cuando se exigió
el reconocimiento palestino de los mismos derechos para el pueblo israelí. Esta fue sólo
una de las muchas formas de desigualdad en la estructura y en el resultado de las
negociaciones palestino-israelíes que fue muy poco reconocida en la mayoría de los
análisis contemporáneos.
Los esfuerzos por alcanzar unos acuerdos de paz amplios con los palestinos y todos
los vecinos de Israel estaban ya evaporándose aún antes de que este libro fuera
publicado en 1996 (a pesar de que un tratado de paz israelo-jordano fue firmado en
1994). Esto ocurrió primero en los últimos meses de la administración de George H.W.
Bush y después de que Bill Clinton perdiera el foco y el sentido de urgencia sobre el
impulso para un amplio acuerdo de paz que inicialmente había motivado el primer
presidente Bush y el secretario de Estado James Baker. Por su lado, los mediadores
estadounidenses cada vez adoptaron “objetivos provisionales” más estrechos y menos
ambiciosos de manera que un proceso estéril absorbió cualquier esperanza de alcanzar
rápidamente un acuerdo de paz real. Después de eso, intervinieron los eventos sobre el
terreno. La masacre de peregrinos musulmanes de 1994 en la mezquita de Ibrahimi en
Hebrón, el asesinato en 1995 del primer ministro Rabin (ambos ataques perpetrados por
extremistas israelíes de derecha), el asesinato de los líderes militares de Hamas y la
Jihad Islámica en 1995 y 1996 por parte de Israel y una serie de atentados suicidas
dentro de Israel que mataron muchos civiles en el mismo año, envenenó la atmósfera.
Junto con la incesante expansión de los colonias israelíes en la Ribera Occidental y la
duplicación de la población de colonos entre los años 1991 y 2000, esos violentos
episodios constituyeron signos claros (ignorado por la mayoría de aquellos involucrados
en las negociaciones) de que el tiempo se estaba acabando para el mal llamado “proceso
de paz”.
A pesar de esos ominosos indicadores, Estados Unidos, Israel y la OLP parecieron
estar ampliamente involucrados en los esfuerzos para resolver el conflicto. Esto calmó a
muchos dentro de una falsa sensación de seguridad, en tanto el proceso se convirtió
imperceptiblemente en el elemento primario en el “proceso de paz”. En realidad, este
término se ha convertido en un oprobio para aquellos que ahora se dan cuenta de que las
negociaciones palestino-israelíes bajo la égida de Estados Unidos habían estado en
marcha de alguna forma desde 1991 (aunque con una interrupción durante varios años
cuando el presidente George W. Bush y la mayoría de sus asesores desdeñaron
claramente esas negociaciones), sin ningún resultado para mostrar. El conflicto se ha
vuelto mucho más envenenado y hoy la situación sobre el terreno para la población
palestina bajo ocupación es considerablemente peor, más de lo que lo era cuando
completé este libro en agosto de 1996.
A pesar de la remoción de unos pocos miles de colonos israelíes en la Franja de
Gaza en 2005, la cantidad de colonos en la Ribera Occidental (incluido Jerusalén este)

11
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

ha crecido de alrededor de 200.000 a cerca de medio millón con la movilidad


progresivamente cada vez más restringida en esas áreas para casi 4 millones de
palestinos. Mientras tanto, la segunda Intifada, que comenzó en 2000, fracasó en emular
los amplios movimientos tácticos desarmados de base popular de su predecesora. Se
volcaron cada vez más al uso de armas y eso degeneró entonces en ataques suicidas
dentro de Israel. Además de ser moralmente indefendible, esto demostró ser un terrible
error estratégico. La segunda Intifada terminó siendo una dolorosa derrota para los
palestinos quienes durante los años siguientes dieron a Israel el pretexto para destruir
gran parte de la infraestructura gubernamental que la Autoridad Palestina (AP) había
sido capaz de construir. Durante el mismo período, el movimiento nacional palestino se
dividió profundamente entre Fatah y Hamas y ahora se ven más débiles de lo que
fueron en casi 60 años.
El supuesto tácito detrás de este libro cuando lo escribí era que en las décadas
anteriores los palestinos no solo habían desarrollado una identidad nacional elástica sino
que estaban en camino de actualizar su identidad dentro del contexto de un Estado.
(Esto es considerado por casi todos los nacionalistas como el resultado inevitable y
“natural” de cualquier movimiento nacional). A pesar de mi profundo escepticismo
sobre las inevitabilidades tan queridas para los corazones nacionalistas y sobre el curso
de los eventos en esos momentos, yo compartí ampliamente ese supuesto. Hoy las cosas
no se ven tan simples, ni esta certeza teleológica parece como si fuera a ser
necesariamente confirmada por los hechos. En otras palabras, los palestinos parecen
tener claramente hoy una identidad nacional fuerte y resistente, una que ha sobrevivido
a tribulaciones bastante poderosas. Sin embargo, puede ser su destino no tener un
Estado nacional independiente propio.
Los ya formidables obstáculos para un Estado palestino en cualquier sentido
significativo de estas palabras (un Estado que es independiente, soberano, poseedor de
territorios continuos y económicamente viable), en realidad, han estado creciendo
rápidamente en las dos décadas pasadas. Esos obstáculos incluyen, en forma notable, el
aparentemente inexorable proceso de expansión progresiva y consolidación sobre toda
la Ribera Occidental de una red de colonias israelíes expresamente diseñadas para hacer
tal Estado palestino imposible. Este es un proceso que ningún líder político
(estadounidense o israelí) ha sido capaz de retardar significativamente y mucho menos
revertir. Crecientes obstáculos incluyen la imposición de más separaciones físicas (en
forma de muros, vallas, barreras de seguridad y puestos de control) por parte de Israel
en segmentos de la Ribera Occidental, como también entre la Ribera Occidental,
Jerusalén Este árabe ocupada y la Franja de Gaza. Ellos incluyen la expansión y
profundización de la matriz de control del Estado israelí sobre todos los elementos
esenciales de la vida diaria de casi 4 millones de palestinos viviendo a su merced en
esos Territorios. Incluyen también el crecimiento durante más de cuatro décadas de
numerosas entidades económicas influyentes y poderosas y grupos de interés
burocráticos en la sociedad israelí (y en otros lugares) constituyendo una suerte de
“complejo industrial de ocupación y colonia” que ha llegado a beneficiarse
materialmente de la ocupación y, en algunos casos, depende de eso para su existencia y
sustento.20 Entre los obstáculos adicionales se deben contar la venenosa y
profundamente dañina grieta en la política palestina entre los movimientos Fatah y
Hamas y los dos “gobiernos” de la Autoridad Palestina que ellos controlan. Esta
división ha debilitado gravemente el ya endeble movimiento nacional palestino.
También en esta categoría está la carencia de cualquier presión efectiva de los Estados

20
El sitio web: “Who profits: Exposing the Israeli Occupation Industry” (http://www.whoprofits.org/),
producido por el grupo israelí “Coalition of Women for Peace”, provee una detallada lista de una vasta
red de cientos de corporaciones que usufructúan directamente de la ocupación israelí bajo el nombre de:
“The Settlement Industry”, “Economic Exploitation” y “Control of Population”.

12
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

árabes, la Unión Europea y Estados Unidos (o cualesquiera otros poderes) sobre Israel
para avanzar rápidamente hacia el fin de su ocupación, remoción de sus colonias
ilegales y la resolución del conflicto.
Un Estado palestino independiente, dentro del contexto de una solución de dos
Estados, por la cual debería haber un Estado Palestino junto al Estado de Israel, se ve
mucho más lejos de lo que lo estuvo en la primera mitad de los 90s. Paradójicamente, al
mismo tiempo, la realidad del pueblo palestino, su misma existencia, ahora es
reconocida y aún se da por descontada por muchos, incluyendo algunos de sus
enemigos. Antes de los 90s, la identidad palestina era firmemente cuestionada. Algo de
este “reconocimiento” es la más pura hipocresía. Los pronunciamientos desde
Washington y de las capitales europeas (sin hablar de los líderes israelíes) sobre su
apoyo a un Estado palestino, enmascaran la brutal realidad de que la estatalidad se aleja
inexorablemente con cada expansión de las colonias israelíes, desvío de rutas y nuevos
muros, barreras o vallas, encerrando a los palestinos y separándolos unos de otros y
haciéndoles la vida normal imposible. Esas y una cantidad numerosa de otras acciones
por parte de las autoridades de ocupación que consolidan su control y anulan la
posibilidad de cualquier forma de estatalidad real palestina, son consideradas muy
benignamente por los hombres y mujeres de Estado en esas mismas capitales. Ellos
hablan frívolamente de un Estado palestino pero no tienen los medios para dar
fundamento al concepto, si uno tiene que juzgar por su pasividad e inacción frente a las
incesantes acciones provocativas expresamente diseñadas para hacer de la estatalidad
palestina una imposibilidad.
La situación se pone mucho peor por los engaños fomentados por la ficción de la
Autoridad Palestina establecida por los Acuerdos de Oslo. Éste es, en efecto, un
organismo virtual que no tiene soberanía, jurisdicción ni control definitivo. En otras
palabras, es una Autoridad que no tiene autoridad real sobre nada (ciertamente no sobre
los Territorios que reclama en la Ribera Occidental, la Franja de Gaza y Jerusalén Este).
Sólo dentro de la burbuja artificial de la “capital” de la Autoridad Palestina en
Ramallah, puede la Autoridad Palestina decir que tiene cualquier parecido a la realidad.
Ramallah está fuertemente protegida de las peores depredaciones de la ocupación y está
atiborrada de dinero que llega de los gobiernos extranjeros y de las organizaciones no
gubernamentales (ONG’s). También, en todas partes, la brutal realidad del
fortalecimiento de la ocupación y la apropiación incesante de tierras y alienación y la
casi impotencia de la Autoridad Palestina, es innegable. La Autoridad Palestina se ha
convertido en una suerte de subcontratista para Israel y por lo tanto ha servido, en parte,
para enmascarar la realidad de una ocupación militar israelí cuyo control total de la
seguridad sobre todos esos Territorios y la total dominación sobre la tierra y otros
recursos lleva ahora 42 años.
En razón de la ficción de una Autoridad Palestina (apoyada por banderas, guardias
de honor, ministerios, un mausoleo presidencial y todos los adornos vacíos de
estatalidad), algunos son engañados en la creencia, o pretendida creencia, de que los
palestinos han alcanzado casi por completo sus objetivos nacionales y que están casi en
un pie de igualdad de Israel como ciudadanos de un Estado contiguo. Como he
sugerido, la verdad es que están probablemente mucho más lejos de alcanzar esos
objetivos de lo que lo estuvieron dos décadas atrás. Esa es una de las razones por las
cuales muchas voces palestinas serias (yendo desde ‘Ali Jirbawi a Sari Nuseibeh) han
estado levantándose recientemente para señalar la naturaleza falsa de la Autoridad
Palestina y sugerir que es el momento de considerar la disolución de la Autoridad
Palestina.21
21
Jirbawi, un profesor de ciencia política de la Universidad de Bir Zeit, encabezó la Comisión Electoral
que organizó varias elecciones celebradas por los organismos de gobierno de la Autoridad Palestina.
Nuseibeh es el Presidente de la Universidad al-Quds de Jerusalén. Ver el artículo de Ali Jirbawi en al-

13
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

En gran parte del discurso estadounidense, europeo e israelí, sin embargo (a pesar de
frases de la boca para afuera en favor del reconocimiento de la existencia del pueblo
palestino), sigue existiendo todavía hoy un trasfondo familiar de desdeño de la identidad
palestina y de los reclamos nacionales palestinos como siendo menos genuinos, menos
arraigados y menos válidos que para otros pueblos de la región. Noté este fenómeno
más de una docena de años atrás y continúa sin cesar hoy. La identidad nacional judía
moderna, forjada por el sionismo y los reclamos de Israel como un Estado-nación
dentro de un orden mundial contemporáneo, son generalmente la referencia
sobreentendida de este menosprecio a los palestinos. El menosprecio está teñido con
condescendencia y a veces aún con los más oscuros sentimientos. Como la mayoría de
los impulsos nacionalistas, esta actitud es dirigida por un desconocimiento de la
naturaleza construida y extremadamente reciente de todas las identidades nacionales
modernas, incluida la de Israel.22 Paradójicamente, algunas de las mismas actitudes
pueden ser vistas en la perspectiva del nacionalismo pan-árabe y del islamismo político,
cuyos defensores ven esas estructuras de identificación como más “genuinas” y más
profundamente arraigadas que la identidad palestina. Ambas son, por supuesto,
respuestas inventadas bastante modernas usando formas políticas modernas, para
condiciones modernas y nada es más “antiguo” que el nacionalismo árabe o el sionismo.
Sin embargo, no es solo por esas razones que la identidad palestina está aún en
cuestión. Comencé este libro en 1996 con los trabajos de palestinos en el cruce de
límites, fronteras y barreras dentro y fuera de su patria. Esos trabajos no han
disminuido. En algunos aspectos se han profundizado. Ciertamente ese es el caso dentro
de Palestina, donde es una cosa del pasado la relativa facilidad de movimiento para los
palestinos que existía mientras estaba investigando y escribiendo Palestinian Identity.
Cuando estuve viviendo de forma intermitente en Jerusalén por un tiempo a
principios de los 90s, la mayoría de los palestinos de ahí y de la Ribera Occidental
podían trabajar libremente en Israel mismo, los Alturas del Golán y la Franja de Gaza.
Los habitantes de Gaza estaban más restringidos en sus movimientos pero sólo
marginalmente. Esas libertades hoy son sólo buenos recuerdos para las generaciones
más viejas, como lo es la posibilidad de trabajar libremente en Jerusalén para los casi 4
millones de palestinos que viven en el resto de los Territorios Ocupados. Desde hace
muchos años, los últimos han sido excluidos de la entrada a Jerusalén por una compleja
serie de muros, barreras y puntos de control que ahogan la ciudad desde el interior de la
Ribera Occidental (y en realidad en muchos casos de otros habitantes árabes del
vecindario de Jerusalén que están fuera del muro). Otras barreras similares para el
movimiento de los palestinos existen por todas partes dentro de la Ribera Occidental
incluyendo más de 600 puntos de control interno y barreras de tierra que bloquean las
calles. Mientras tanto, ahí el medio millón de colonos israelíes se mueve veloz y
libremente por donde quiera que ellos deseen en su propia red de carreteras de última
generación, exclusivas para colonos, parte de un régimen de control de movimiento y
transporte diabólicamente planeado que provoca apartheid y su sistema de paso luce
como un juego de niños.23 Tengo familiares en Nablus quienes no pudieron dejar la

Ayyam, 29 de enero de 2009 y la declaración de más de 400 palestinos en febrero de 2009. Poco después,
Jirbawi aceptó un puesto ministerial en el gobierno de la Autoridad Palestina.
22
Ver Nachman Ben Yehuda, The Masada Myth: Collective Memory and Mythmaking in Israel,
(Madison: University of Wisconsin Press, 1995); Nadia Abu El-Haj, Facts on the Ground:
Archaeological Practice and Territorial Self-fashioning in Israeli Society (Chicago: University of
Chicago Press, 2001); Gabby Piterberg, The Returns of Zionism: Myths, Politics and Scholarship in Israel
(Berkeley, University of California Press, 2008); y Shlomo Sand, Comment le people juif a été inventé
(París: Fayard, 2008) (N.T.: Publicado en español como “La invención del pueblo judío, Akal, 2010.)
23
El aspecto físico del sistema está brillantemente resumido por el arquitecto y planificador israelí Eyal
Weizman en su libro Hollow Land: Israel’s Architecture of Occupation (London: Verso, 2007). Los
visitantes sudafricanos a Palestina comúnmente remarcan sobre las similitudes entre este régimen y el del

14
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

ciudad por casi 5 años. En esto, ellos son como la mayoría de los millones de palestinos
en los Territorios Ocupados quienes han estado básicamente confinados por años a los
hogares en sus ciudades, pueblos y aldeas y en sus alrededores inmediatos.
La relativa libertad y la ausencia de restricciones sobre los movimientos que sus
antepasados alguna vez disfrutaron son inimaginables para una generación entera de
palestinos que ha crecido durante la década pasada y más en el archipiélago de una gran
prisión al aire libre que hoy constituyen la Ribera Occidental y la Franja de Gaza. Este
lenguaje tal vez suene melodramático, pero esto es apenas un comienzo para resumir la
red física de constricciones, restricciones y barreras y la diversidad de requerimientos
de documentos de identificación, pases y permisos que obstruyen el libre movimiento y
a veces lo impide completamente (sólo para los palestinos árabes, no para los israelíes
judíos) dentro y entre esos Territorios y la Jerusalén Este árabe ocupada e Israel
mismo.24 En las palabras de la indómita periodista israelí Amira Hass, los palestinos han
pasado en las últimas dos décadas de una situación que obtuvieron al inicio de la
ocupación donde había restricciones sobre el movimiento de sólo una estrecha categoría
de personas (por razones de seguridad) y donde todos los otros podían moverse
relativamente en forma libre, a otra donde una diminuta categoría de personas (un
minúsculo grupo de los VIPs de la Autoridad Palestina) tiene algunas libertades de
movimiento limitadas y el resto de la población sufre severas restricciones en su
movimiento, si es que en absoluto se les permite moverse.25
Las formidables barreras físicas al movimiento de palestinos en la Ribera Occidental
no están sólo restringidas a muros y barreras y los más de 600 controles militares y
puntos de control específicamente diseñados para encerrar a los palestinos bajo
ocupación y para controlar su movimiento. A ellos se debe agregar la incesante
remodelación del paisaje de la Ribera Occidental por el crecimiento de amenazantes
colonias israelíes en las cimas como fortalezas y las amplias carreteras y sus zonas de
seguridad adyacentes diseñadas sólo para los colonos judíos. Tomando juntas las zonas
militares cerradas, las “zonas verdes” y otras áreas reservadas para el exclusivo uso de
los judíos, esos “hechos sobre el terreno”, establecidos sistemáticamente por todos los
gobiernos israelíes desde 1967, hacen posible restringir a los palestinos a sólo una
reducida parte de lo que les queda de Palestina.26 Ellos son la expresión física brutal de
la progresiva alienación de este pueblo en su propia tierra, la cual lentamente está
siendo efectivamente incorporada dentro de Israel.27
Como los palestinos lo ven, esto es parte de un gradual pero hasta ahora inexorable
proceso centenario por el cual los palestinos han sido removidos cada vez más de su
patria ancestral y sus propiedades, su patrimonio incautado y su real identidad y
existencia como pueblo, puestos en cuestión. La mayoría de los palestinos están
convencidos de la validez básica de su narrativa y, en consecuencia, experimentan
ansiedades traumáticas profundas. Trágicamente, la mayoría de los israelíes y muchos

apartheid. Ver Aslam Farouk-Alli, ed. The Future of Palestine and Israel: From Colonial Roots to Post-
colonial Realities (Midrand, South Africa: Institute for Global Dialogue & Friedrich Ebert Stiftung,
2007), pp. 272-298.
24
Un escueto pero muy útil reportaje reciente que resume esas condiciones es: Saree Makdisi, Palestine
Inside Out: An Everyday Occupation (New York: Norton, 2008).
25
Ver Amira Hass, Reporting from Ramallah: An Israeli Journalist in an Occupied Land (New York:
Semiotext(e), 2003).
26
La empresa de colonias ha tenido su mejor crónica por parte de Gershom Gorenberg, The Accidental
Empire: Israel and the Birth of the Settlements, 1967-1977 (New York: Times Book, 2006) e Idith Zertal
y Akiva Eldar, Lord of the Land: The War over Israel’s Settlements in the Occupied Territories, 1967-
2007 (New York: Nation Books, 2007).
27
Para mayor información sobre lo que más de 40 años de colonización y ocupación han hecho al paisaje
palestino, ver Raja Shehaded, Palestinian Walks: Forays into a Vanishing Landscape (New York:
Scribners, 2008). Ver también Daniel Monk, An Aesthetic Occupation: The Immediacy of Architecture
and the Palestine Conflict (Chapel Hill: Duke University Press, 2002).

15
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

otros, están hipnotizados por sus propios miedos profundos sobre amenazas a la
existencia continua de los judíos como un pueblo (y por lo tanto también de Israel).
Esos miedos están enraizados en las experiencias lacerantes de la historia judía del siglo
XX que culminó en el Holocausto. Ese miedo parece cegarlos en la comprensión del
hecho de que los palestinos están atormentados por su propia crisis existencial profunda
como un pueblo, nacida en gran parte de su profunda experiencia histórica sufrida en
manos del sionismo e Israel en el siglo anterior.
Sin embargo, sería un error concluir que es sólo el proceso histórico impulsado por
el conflicto con Israel lo que causa que la identidad palestina permanezca en cuestión.
Como muestro en este libro, la identidad palestina ha sido conformada por mucho más
que un siglo de disputa con el sionismo y esto es verdad hoy como siempre lo fue. Los
palestinos mismos también han sentido estar en conflicto con el mundo como un todo.
Como explico en un reciente libro,28 el movimiento nacional palestino, en realidad,
frecuentemente estuvo en desacuerdo con los dos poderes más grandes del siglo XX,
Gran Bretaña y Estados Unidos. Esta tensión ha contribuido ciertamente a la fragilidad
de la identidad palestina y a la frustración de los palestinos en sus esfuerzos por
alcanzar sus aspiraciones nacionales.
Sin embargo, lo que más directamente los ha afectado ha sido la ambivalente y
muchas veces hostil actitud de varios gobiernos árabes importantes hacia las
aspiraciones nacionales palestinas y hacia la presencia de palestinos refugiados en su
suelo. Este es otro elemento duradero que hace a la identidad palestina tan cuestionable.
Que así fuera es paradójico en vista del apoyo indudable y de larga data hacia las
aspiraciones palestinas por parte de amplios segmentos de la opinión pública a través
del mundo árabe, como quedó demostrado en muchas ocasiones en el pasado y más
recientemente durante los ataques israelíes a la Franja de Gaza en 2008-2009. Pero es
verdad que tales problemas existen de diversas maneras en relación a Estados árabes
muy diferentes, especialmente aquellos donde hay una gran población de palestinos
refugiados o en países cercanos donde la cuestión palestina ha sido importante en
política doméstica desde mucho antes de 1948.
Así, en el Líbano, el status de la población palestina ha sido por mucho tiempo y,
aún hoy lo sigue siendo, una cuestión muy importante de la contienda política
doméstica. Esto es una función de la delicada e inestable política interna y balance
sectario del país y de una penosa historia de involucramiento palestino en la política
libanesa. Este fue el caso especialmente durante los años en que la OLP estuvo en lo
alto de su poder desde 1968 hasta la invasión israelí al Líbano en 1982, después de la
cual la OLP fue expulsada del Líbano. Como resultado, esta población de alrededor de
300.000 personas, la mayoría de las cuales está viviendo en 11 campos de refugiados
ubicados dentro y en los alrededores de las principales ciudades, actualmente tiene
pocos aliados o partidarios dentro del sistema político libanés. Esta conflictiva situación
afecta a los palestinos que viven en el Líbano, la abrumadora mayoría de quienes
nacieron ahí y no han conocido otro hogar, sufren las mayores restricciones al empleo,
vivienda, educación y otras necesidades humanas básicas. Peor aún, la población civil
palestina, que sufrió gravemente desde 1973 hasta 1982, se ha convertido
repetidamente, desde entonces, en un balón político para las facciones libanesas y el
objeto del oprobio de algunas de ellas, muchas veces apoyadas por las potencias
exteriores.
Este proceso ha incluido muchos episodios trágicos tales como la llamada Guerra de
los Campos, cuando la milicia shií de Amal, respaldada por Siria, sitió Burj al-Barajneh
y otros campamentos de palestinos refugiados en 1985-1986. Alcanzó su punto más

28
R. Khalidi, The Iron Cage: The history of the Palestinian Struggle for Statehood (Boston: Beacon,
2006).

16
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

bajo con el asalto sobre el campamento de Nahr al-Bared cerca de Trípoli, en la


primavera de 2007, como resultado de la infiltración dentro de él de militantes islámicos
radicales, muchos de ellos no palestinos. El ejército libanés erradicó a ese grupo en una
feroz batalla que forzó a la población completa de más de 20.000 personas a dejar sus
hogares, los cuales fueron saqueados y en gran parte destruidos. Como lo escribí, esos
hogares no han sido reconstruidos y la mayoría de los habitantes del campamento (ahora
refugiados por segunda vez) han sido forzados a sufrir a lo largo de un segundo,
amargamente frío y nevoso invierno, en refugios improvisados. (Durante el invierno de
2008-2009, esta difícil situación fue compartida por un número más grande de
habitantes de Gaza llevados de sus hogares por el asalto israelí, quienes también se
transformaron en refugiados una vez más.)
La posibilidad de un reasentamiento permanente de los palestinos refugiados en el
Líbano (tawtin) es una cuestión perenne en la política libanesa. Este es el caso, a pesar
del hecho de que se oponen tanto la mayoría de los palestinos que adhieren a su
identidad palestina y a su derecho al retorno a sus antiguos hogares o a una
compensación y todos los partidos políticos libaneses. Esta oscura posibilidad es
universalmente denostada por ser tanto desestabilizadora del sistema político sectario
libanés y una traición a los deseos de los palestinos mismos, sin hablar de una negación
de su identidad o una dilución potencial de ella por parte de los libaneses. Sin embargo,
la inacabada invocación de su posibilidad por parte de los políticos y comentaristas
libaneses es, de hecho, frecuentemente una velada forma de ataque sobre la presencia
palestina en el Líbano. Actuando supuestamente en defensa de la integridad tanto de la
identidad libanesa como de la palestina, ciertas facciones libanesas aparentemente
encuentran de su interés amenazar a la ahora relativamente débil comunidad palestina
en el Líbano, la que en consecuencia ha sido expuesta a duras condiciones y ha estado
viviendo bajo una sombra desde la partida de la OLP en 1982.29
Líbano es solo el ejemplo más extremo de la identidad (y frecuentemente la
existencia colectiva de los palestinos) que permanece en cuestión. Iraq es otro, a pesar
del relativamente pequeño tamaño de población palestina refugiada allí (tal vez entre
20.000-30.000 antes de 2003, ninguno de ellos viviendo en campamentos de
refugiados). Después de la ocupación estadounidense de Iraq, miles de palestinos fueron
aterrorizados y expulsados del país como causa de su proclamada simpatía por el
anterior régimen. Otros huyeron después de 2003 por su no enteramente infundado
temor de que serían perseguidos por su nacionalidad o por razones sectarias (casi todos
los palestinos musulmanes son suníes). A muchos de esos desafortunados no se les
permitió la entrada ni a Siria ni a Jordania y unos pocos miles de ellos terminaron
esperando en improvisados campamentos en las fronteras iraquíes con esos 2 países.
Algunos han estado atrapados ahí por más de 2 años y su destino aún no está decidido.
La situación de esos nuevos refugiados provenientes de Iraq es emblemática del
hecho de que los palestinos no han estado seguros, así como que no tuvieron el control
real sobre ninguna parte de su propia patria. Israel tiene el poder total y absoluto sobre
todo lo que fue la Palestina del mandato antes de 1948, incluyendo el control, no sólo
sobre su propio territorio, sino también de los Territorios bajo autoridad nominal de la
Autoridad Palestina. Nadie entra o sale de esas áreas sin su permiso. Los palestinos
refugiados procedentes de Iraq, aún nacidos en Palestina, no tienen derecho a entrar al
país, todo lo cual está sujeto al control completo de las autoridades israelíes. En
consecuencia, nadie ha sido capaz de refugiarse en Palestina, aunque a través de la
intercesión de ONG’s activas, algunos de esos palestinos refugiados provenientes de
Iraq, han sido capaces de obtener asilo en Chile, Argentina, Brasil y otros lejanos

29
Para algunas de las razones de esta hostilidad hacia los palestinos, ver R. Khalidi, Under Siege: PLO
Decision-Making During the 1982 War (New York: Columbia University Press, 1986).

17
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

lugares, mientras que muchos de sus compatriotas aún languidecen en condiciones


miserables sobre la frontera iraquí.
Otro ejemplo del cuestionable estatus actual de los palestinos y su carencia de
capacidad, es el rol de Egipto en el bloqueo de Israel a la Franja de Gaza. Este cierre
casi hermético ha estado en curso por más de 21 meses desde que escribo esto, después
de comenzar en una manera ligeramente menos severa y sistemática inmediatamente
luego de que Hamas ganara las elecciones del Consejo Electoral palestino en enero de
2006. Egipto tiene un rol en el control del acceso a uno de los puntos de salida del ahora
territorio acordonado, el paso para personas (no para productos) de Rafah entre la Franja
de Gaza y el Sinaí egipcio. Por un acuerdo de noviembre de 2005 entre la Autoridad
Palestina e Israel rubricado por Estados Unidos, la Unión Europea y Egipto, el punto de
paso de Rafah sobre el lado de la Franja de Gaza cayó bajo el control nominal de las
fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina y los monitores de la Unión Europea. Sin
embargo, por este acuerdo, Israel mantuvo el control final sobre este y todos los otros
puntos de entrada a la Franja de Gaza, de manera que el paso de Rafah pasó a operar
bajo la supervisión electrónica constante de las autoridades de seguridad israelíes,
quienes revisan a todos los individuos con la esperanza de cruzar y toman la decisión
final en cuanto a quien tenía permiso para entrar o salir. Por otra parte, ante la
insistencia israelí, todos los productos procedentes de Egipto destinados a Gaza, tenían
que entrar primero a Israel y ser sometidos a procedimientos de seguridad israelíes.
Esta situación prevaleció hasta julio de 2007, cuando Hamas tomó por la fuerza la
Franja de Gaza, un paso que reclamó ser necesario para adelantarse al planeado coup de
main de Fatah.30 En este punto, los guardias de la Autoridad Palestina y los monitores
de la Unión Europea desaparecieron y el paso de Rafah fue sellado por Egipto sobre su
lado de la frontera al tiempo que Israel cerraba todas las otras rutas hacia la Franja.
Excepto por un “quiebre de la prisión” en enero de 2008 cuando los palestinos
rompieron las barreras y fluyeron libremente en Egipto por varios días, el punto de paso
de Rafah ha sido mantenido cerrado por Egipto. Éste ha sido consecuentemente el caso,
además de algunos casos excepcionales, del retorno de pacientes palestinos de un
tratamiento en Egipto y el pasaje ocasional de un limitado número de individuos para
propósitos humanitarios durante y después de los ataques israelíes sobre la Franja de
Gaza de diciembre de 2008-enero de 2009. Privados de libre acceso a más de 200
camiones de productos necesarios para la vida normal en la Franja de Gaza y encerrados
dentro de su prisión de 139 millas cuadradas, los habitantes de Gaza rápidamente
viraron hacia una red de túneles existentes que van desde Egipto al lado palestino de la
ciudad dividida de Rafah que, anteriormente, servía para el contrabando de cosas como
drogas y armas. En cuanto Israel apretó el cerco, esos túneles se multiplicaron y fueron
extendidos para llevar un amplio rango de productos que iban desde combustible diésel,
macarrones hasta viagra. Israel, deseoso de detener el flujo de armas a Hamas y también
de mantener su control absoluto de la entrada de productos y personas a la Franja de
Gaza, se enfocó entre otras cosas en la destrucción de esos túneles durante sus 3
semanas de ataques sobre Gaza a finales de 2008 e inicios de 2009. Es destacable que
los túneles hayan estado en continua operación por muchos años, incluyendo el período
anterior a 2005 cuando Israel tenía fuerzas estacionadas en Rafah y que no fueron
capaces de encontrar todos los túneles y detener el contrabando.
Egipto argumenta con alguna razón que, bajo el derecho internacional, la Franja de
Gaza como la Ribera Occidental, es aun técnicamente un territorio ocupado a pesar del
retiro de las fuerzas israelíes y de los colonos israelíes de la Franja en 2005 ya que Israel
todavía controla el territorio desde el exterior por vía marítima, terrestre y aérea.

30
Estados Unidos apoyó el golpe planeado por Fatah de acuerdo a David Rose, “The Gaza Bombshell”,
abril de 2008, http://www.vanityfair.com/politics/features2008/04/gaza200804.

18
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Sostiene, por consiguiente que, como un poder ocupante, Israel soporta la


responsabilidad por el bienestar de la población bajo los términos de la Cuarta
Convención de Ginebra.31 Así, el gobierno egipcio declara que si fuera a tomar la
responsabilidad total por la apertura del paso de Rafah y permitir que productos y
personas crucen libremente, permitiría a Israel escapar de sus responsabilidades.
Argumenta además, mucho más discutiblemente, que sus manos están atadas por sus
obligaciones internacionales. Eso sólo sería verdad si Egipto fuera a insistir sobre la
observancia unilateralmente del acuerdo de 2005, el cual no ha entrado en vigor desde
julio de 2007, o si admitiera que se siente coaccionado por Israel en hacer su voluntad
en cuanto a lo que se refiere al bloqueo. En los hechos, la complicidad de Egipto en el
bloqueo israelí a Gaza es voluntaria: pudo y abrió el paso de Rafah, en ocasiones
cuando decidió hacerlo y en el pasado hizo la vista gorda al menos en algo de
contrabando a través de los túneles de Rafah.
Como otros Estados árabes, Egipto presta locuaz servicio de la boca para afuera a la
causa palestina, pero como ellos, sus acciones no son siempre consecuentes con sus
palabras. La hostilidad del régimen egipcio a Hamas, los efectivos gobernantes de la
Franja de Gaza (quienes son almas gemelas ideológicas de los poderosos Hermanos
Musulmanes que lideran la oposición al régimen en Egipto), y su propia debilidad vis-à-
vis Estados Unidos e Israel (los principales proponentes del bloqueo), proveen la fuerza
motriz para la política egipcia.32 Manteniendo el paso de Rafah sellado durante el cierre
israelí de todos los otros puntos de entrada y salida de la Franja de Gaza, Egipto se
transformó, en la práctica, en un participante menor en el bloqueo israelí de la Franja
que comenzó en julio de 2007. Este bloqueo significa infligir sufrimiento sobre sus 1,5
millones de personas en razón de las acciones de los gobernantes de Hamas. Esta es una
forma de castigo colectivo, claramente en violación del derecho internacional. Esto es,
por otra parte, otro indicativo de la impotencia de los palestinos en manos no sólo de
Israel y sus partidarios estadounidenses y europeos, sino también de los Estados árabes
que son nominalmente simpáticos a ellos. Además subraya el hecho de que ser palestino
significa tener un estatus que es inestable y sujeto al comportamiento arbitrario de
cualquiera de los muchos Estados con poder sobre los palestinos.
Para completar este tour d’horizon de complicaciones que enfrenta la identidad
palestina hoy, Siria y Jordania tienen una gran cantidad de poblaciones palestinas
refugiadas en su territorio. Es más, ambos países han estado, por mucho, profundamente
involucrados en la cuestión palestina, mientras que sus gobiernos han estado en
intermitentes conflictos con el movimiento nacional palestino de distintas formas y en
diferentes momentos. Cada uno ha tenido un impacto significativo sobre la vida de los
palestinos que viven dentro de sus fronteras, todos los cuales están probablemente más
integrados dentro de sus sociedades y viven bajo circunstancias más regulares que los
palestinos en cualquier lugar del mundo árabe. Así, virtualmente todos los palestinos en
31
Israel niega terminantemente que sea todavía un poder ocupante describiendo a la Franja de Gaza
como una “entidad hostil” y tratándola como tal, mientras que admite, al mismo tiempo, algunas
responsabilidades por un mínimo nivel de asistencia humanitaria. El gobierno de Estados Unidos
aparentemente no coincide. El sitio web de la CIA establece, con referencia a los límites marítimos de la
Franja de Gaza, (los cuales son controlados por Israel): “Ocupado por Israel con estatus actual sujeto al
Acuerdo Provisional israelo-palestino (estatus permanente a ser determinado a través de negociaciones
adicionales)” https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/gz.html. Ni el prof.
Yoram Distein, experto legal israelí y antiguo presidente de la Universidad de Tel Aviv, coincide. Él
declaró que Israel continúa ocupando la Franja de Gaza, en un seminario donde se analizaron los
resultados de la guerra, celebrado en el Instituto Universitario para Estudios de Seguridad Nacional, el 27
de enero de 2009.
32
Ver R. Khalidi, “Responses to the War in Gaza”, London Review of Books, 31, 2 (29 de enero de 2009),
pp. 5-6. Para la política egipcia hacia los palestinos en Egipto, ver Oroub El–Abed, Unprotected:
Palestinians in Egypt Since 1948 (Washington, D.C.: Institute for Palestine Studies/Ottawa: International
Development Research Institute, 2009).

19
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Jordania son ciudadanos plenos del país (como lo eran los palestinos de la Ribera
Occidental antes del establecimiento de la Autoridad Palestina, que es ahora la que les
provee de pasaportes). Los palestinos en Siria no son ciudadanos sirios, pero tienen
todos los derechos y obligaciones de los sirios (incluyendo ser sujetos de la
conscripción, recibir educación universitaria libre y tener el derecho a su propia tierra y
empresa), excepto el derecho a votar en las elecciones nacionales (un derecho que en
ningún caso es un valor tan limitado dada la naturaleza del sistema político en Siria). A
pesar de que tal vez 300.000 palestinos en Siria constituyen una pequeña minoría de una
población de más de 20 millones, en Jordania el tamaño real y la prominencia de la
población de origen palestino ha sido una considerable fuente de tensión en diferentes
momentos del pasado. Los palestinos pueden constituir una mayoría de ciudadanos
jordanos y dominan la economía jordana y algunas otras esferas de la vida. Esta
preponderancia palestina incrementa los temores de algunos nacionalistas jordanos de la
Ribera Oriental. Al mismo tiempo, muchos palestinos en Jordania están tan bien
asimilados que algunos se cuestionan si ellos se consideran a sí mismos más jordanos
que palestinos.
Es a través de la interferencia en la política palestina que los regímenes jordano y
sirio han tenido el mayor impacto sobre los palestinos. Este impacto ha oscilado desde
una situación de guerra abierta, ya sea entre la OLP y el régimen jordano entre 1970-
1971 o entre las tropas sirias y las fuerzas de la OLP en el Líbano en 1976, hasta la
subversión, actividades encubiertas y asesinatos (de funcionarios jordanos por parte de
militantes palestinos o de líderes de la OLP por parte de miembros de grupos vinculados
a Damasco). Como fue en el caso del involucramiento palestino en conflictos internos
dentro del Líbano, a pesar de que la población civil palestina ha sufrido generalmente en
mayor medida en las confrontaciones entre la OLP y los regímenes jordano y sirio, la
OLP no estuvo libre de culpas en todas las instancias. Si se trataba de las a veces
cuestionables alianzas en el Líbano, provocaciones al ejército jordano y el gobierno
antes del Septiembre Negro de 1970 o alineamientos encubiertos con oponentes del
régimen sirio, en ese momento la OLP cometió graves errores o inició conflictos a
propósito con esos poderosos regímenes. En alguna medida, esto puede ser interpretado
como una función de la precaria existencia de la exiliada OLP a merced de diferentes
países anfitriones árabes antes de que los Acuerdos de Oslo permitieran a su liderazgo
retornar a Palestina en 1995. Pero esta excusa general puede cubrir sólo algo, no todo,
de sus pecados de omisión o comisión. La frecuente tempestuosa relación de la OLP
con esos dos países que han jugado roles muy importantes en relación a la cuestión
palestina, ilustra una vez más el precario estatus de los palestinos y la identidad nacional
palestina en todo el mundo árabe.
Esos peligros que enfrentan los palestinos como una entidad política, tanto lo que
equivale a “politicidio” por parte de Israel (para usar el término acuñado por el
sociólogo israelí Baruch Kimmerling)33 o de subyugación, supresión o cooptación por
los regímenes árabes, en realidad son viejos. Sin embargo, la identidad palestina
enfrenta hoy un nuevo y letal peligro, que sólo fue visible a principios de mediados de
los 90s. Este es el peligro dual de fragmentación del resto de la patria palestina y de la
unidad del movimiento nacional palestino. Esto involucra primero las potenciales
divisiones físicas perdurables entre y dentro de lo que queda de la patria imaginada del
pretendido Estado palestino: Jerusalén Este, la Franja de Gaza y la Ribera Occidental.
Esto es el resultado no sólo de la obstinación de las autoridades de ocupación israelíes
en el bloqueo del movimiento de la población palestina entre y hacia esas tres áreas (el
cual ya ha sido descripto), sino también del profundo y creciente abismo entre las dos
“autoridades” palestinas: Fatah y Hamas. Como el primero ahora controla la Ribera

33
Baruch Kimmerling, Politicide: Ariel Sharon’s War Against the Palestinians (London: Verso, 2003).

20
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Occidental, incluso aunque sea tenuemente y con el apoyo de los servicios de seguridad
israelíes, y el último actualmente domina la Franja de Gaza, las divisiones entre ambos
han contribuido adicionalmente a la separación entre esas dos regiones y las crecientes
diferencias sociales y de otro tipo entre sus poblaciones.
Algunas diferencias en las respuestas de los habitantes de Gaza y los de la Ribera
Occidental a las cuestiones políticas han sido muy visibles en las regulares encuestas de
opinión hechas a los palestinos por más de una década.34 Es de esperar que haya
variaciones en las respuestas de la población en situaciones radicalmente diferentes tales
como que la mayoría de los gazanos están considerablemente en peor situación que los
cisjordanos sufriendo casi el doble de tasa de desempleo35 y teniendo un Producto Bruto
Interno per cápita que era menos de cuatro quintos del de la Ribera Occidental, incluso
antes de un bloqueo de 18 meses y la ofensiva israelí de 22 días en 2008-2009 que
paralizó aún más la economía de la Franja de Gaza.36 A esas diferencias debe agregarse
lo que parece ser un creciente descontento entre las dos poblaciones. Esto podría verse
bien en la ausencia de una masiva efusión popular de protesta por parte de los residentes
cisjordanos en respuesta al ataque israelí a Gaza en 2008-2009. Fue notable que hubiera
demostraciones más enérgicas y más continuadas por parte de palestinos (pero también
en muchos casos principalmente por no-palestinos) en ciudades y centros en Israel como
en Egipto, Líbano, Jordania, Marruecos y otras partes del mundo árabe que las que hubo
en las ciudades y centros de la Ribera Occidental. Algunas de éstas son probablemente
atribuibles a la activa intimidación y represión de las demostraciones por parte de las
fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina en la Ribera Occidental que es dominada
por el rival de Hamas, Fatah. La ausencia de protestas populares masivas a lo que se
estaba haciendo a los conciudadanos palestinos sólo a unas pocas decenas de kilómetros
más allá fue, sin embargo, un fenómeno notable, tal vez revelador de un distanciamiento
entre las dos poblaciones. Sin duda, es el caso que ellos se conocen unos a otros cada
vez menos a medida que el tiempo pasa dada las paralizantes restricciones israelíes al
movimiento. Es muy poco probable para los jóvenes palestinos de la Ribera Occidental
haber estado en la Franja de Gaza, y es menos probable que a los jóvenes gazanos les
hayan permitido dejar la Franja, y mucho menos visitar Jerusalén y la Ribera
Occidental.
Mientras tanto, la división entre Fatah y Hamas ha tenido un fuerte efecto corrosivo
sobre la política palestina, al menos desde la crisis de la segunda intifada, en 2001-
2002. En ese momento, cuando las tropas israelíes reprimían las demostraciones
desarmadas con ataques letales y el número de muertos crecía abruptamente, los dos
grupos respondieron compitiendo en el lanzamiento de ataques suicidas contra centros
poblados israelíes. El impacto de los muy mal pensados e indiscriminados asaltos
resultaron de esta competencia entre Hamas y Fatah fue estratégicamente desastrosa
para los palestinos. Tuvo como resultado el vuelco decisivo de la opinión mundial
contra la causa palestina, ya que particularmente esos ataques coincidieron con los
ataques suicidas del 9/11 sobre Estados Unidos. Los atentados suicidas también
provocaron y proveyeron el pretexto para la reocupación devastadora de Israel de las
ciudades palestinas y la destrucción de gran parte de la infraestructura de la Autoridad
Palestina en 2002. En gran parte, como resultado de la feroz competencia entre esos dos
movimientos palestinos, la segunda intifada constituyó una gran derrota para el

34
Entre las mejores y las más consistentes están aquellas de Jerusalem Media y Communications Center.
http://www.jmcc.org/index.php.
35
De acuerdo a UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development), en 2006 y 2007 (el
último año para el cual la información está disponible) la Franja de Gaza tuvo índices de 34,8 % y 29.7 %
respectivamente, mientras que la Ribera Occidental tuvo tasas de 18.6 % y 17.7 %.
36
Los últimos datos de la UNCTAD para el PBI/cápita son para 2006 de u$ 1.007 para la Franja de Gaza
y de u$ 1.285 para la Ribera Occidental.

21
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

movimiento nacional palestino, cuyo líder incuestionable, Yasser Arafat, sitiado y


aislado por las fuerzas israelíes en su oficina central en Ramallah, moría en 2004.
Desde la muerte de Arafat, la competencia entre los dos grupos sólo ha crecido más
intensa y destructivamente. El liderazgo de Fatah obstinadamente rechazó aceptar el
veredicto popular plasmado en la victoria de Hamas en la elección del Consejo
Legislativo Palestino de enero de 2006, cuando obtuvo poco más del 42 por ciento del
voto versus el 44 por ciento de Hamas que ganó una gran mayoría parlamentaria en
razón de las peculiaridades del sistema electoral y la desunión dentro de Fatah. En lugar
de la aceptación del rol de la oposición leal o la formación de una coalición de gobierno,
los principales líderes de Fatah eligieron intentar subvertir y quebrantar esos resultados
electorales. El curso que tomaron entonces fue, en efecto, conspirar con Israel y Estados
Unidos en su firme oposición a tratar con Hamas, entre otras cosas vía la complicidad
en el bloqueo israelí y el sitio a Gaza. Esta trascendental decisión de Fatah envenenó la
política palestina y dividió al movimiento nacional palestino en una forma no vista
desde la década de 1930. Esto no es una exageración porque por estrechas razones
partidistas Fatah estuvo tratando de derribar un gobierno palestino elegido
popularmente en colaboración con fuerzas extranjeras que eran abiertamente hostiles a
la causa palestina.
Hamas jugó su propio triste papel en esta espiral descendente, más allá de su pesada
responsabilidad por la iniciación de los ataques suicidas dentro de Israel a mediados de
los 90’s y otra vez después del 2000. Enfrentado con la parálisis de la Autoridad
Palestina en razón del control del poder ejecutivo y del poder legislativo por parte de
Fatah, Hamas llevó a cabo un coup de main en Gaza en julio de 2007, supuestamente en
respuesta al complot de funcionarios de seguridad de líderes de Fatah para expulsarlos
del poder.37 De este modo, el movimiento islámico perdió mucho de la legitimidad que
había retenido hasta ese momento como resultado de su victoria electoral de 2006.
Hamas así consagró y profundizó la división en la política palestina y contribuyó
significativamente a la creación de dos entidades cuasi-gubernamentales separadas, cada
una reclamando ser la legítima Autoridad Palestina, una centrada en Ramallah y la otra
en Gaza. Este golpe, que llevó al exclusivo control de Hamas sobre la Franja de Gaza, a
su vez dio a Israel el pretexto de un aislamiento adicional de ese territorio y castigar aún
más a su población. El brutal, y a veces letal tratamiento impuesto por Hamas a los
cuadros de Fatah en la Franja de Gaza, y el recíproco brutal tratamiento de miembros de
Hamas por parte de Fatah en la Ribera Occidental, sólo envenenó aún más la política
palestina. En ambos casos, en esos momentos, Fatah y Hamas parecieron estar actuando
más en consonancia con las urgencias de sus patrones extranjeros, Estados Unidos e
Israel en el caso del primero y Siria e Irán en el caso del último (todos ellos
involucrados en una mini guerra fría uno con otro al final de la era George W. Bush),38
que con cualquier interpretación discernible del interés nacional palestino.
Los dos liderazgos no detuvieron esto en sus acciones, la mayoría de las cuales tuvo
el efecto de una mayor polarización y debilitamiento del movimiento nacional palestino.
La Autoridad Palestina dominada por Fatah basada en Ramallah, por su parte, insistió
en la continuidad de las negociaciones infructuosas con el gobierno de Olmert durante
el último año de la administración Bush. Lo hizo a pesar de que debería haber sido
evidente que, dada la debilidad de la posición palestina en ausencia de unidad nacional,
nada importante podía ser alcanzado de ese modo (y para el final de la administración
Bush nada había sido alcanzado). Más importante, no hubo un claro consenso nacional
palestino para involucrarse en tales negociaciones en ausencia de una coalición de

37
David Rose, “The Gaza Bombshell”, abril de 2008.
38
Sostengo en Sowing Crisis: The Cold War and American Dominance in the Middle East (Boston:
Beacon, 2009) que la confrontación estadounidense-iraní de finales de los años de Bush se parecía a nada
más que una pequeña versión regional de la antigua Guerra Fría estadounidense-soviética.

22
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

gobierno con lineamientos claros para tratar con Israel, una coalición de gobierno cuya
formación Fatah había saboteado, en parte por la instigación de poderes externos que lo
apoyaban, notablemente Estados Unidos. La Autoridad Palestina en Ramallah continuó
con esas negociaciones durante el hermético bloqueo israelí de la Franja de Gaza,
haciendo eso en una situación en la cual 1,5 millones de ciudadanos palestinos a quienes
la Autoridad Palestina en Ramallah pretendía representar, estaban siendo sometidos a
una extrema privación por parte de Israel. Este espectáculo indecoroso de complicidad
de la Autoridad Palestina en lo que equivalía a una escandalosa violación del derecho
internacional contra su propio pueblo, exacerbó aún más el encono de la división inter-
palestina.
Hamas, mientras tanto, insistió en su derecho a emplear la resistencia armada contra
Israel actuando, como Fatah, en ausencia de un claro consenso nacional a favor de tal
política. En la práctica, la “resistencia” primeramente significó disparos muy
imprecisos, cohetes Qassam de fabricación casera con diminutas cabezas producidas a
partir de fertilizantes y otros ingredientes similares con un mínimo poder explosivo (y
un pequeño número de más grandes y más letales Katyushas de diseño soviético y
fabricación siria y cohetes Grad que habían sido contrabandeados a la Franja de Gaza)
con dirección general a las cercanías de los centros poblados israelíes. A fuerza de
disparos de miles de esos cohetes Qassam, algunos de ellos alcanzaron objetivos en esas
ciudades y poblados israelíes matando varias personas e hiriendo muchas más, haciendo
eventualmente imposible la vida normal de muchos miles de israelíes.39 Hamas
aparentemente entendió tanto el peligro que acarreaba de una devastadora respuesta
israelí a esos, en gran parte, inefectivos pero exasperantes pinchazos como la
impopularidad de esas acciones entre su propio pueblo.40 Por lo tanto, en 2008 trató de
establecer una tregua de 6 meses pero fue frustrada por Israel que rompió la tregua que
había acordado después de sólo 4 meses con un mayor ataque el 4 de noviembre de
2008. Sin embargo, Israel nunca llevó a cabo una de las principales previsiones de la
tregua que consistía en la apertura del paso de Gaza y el levantamiento del bloqueo.
Largamente planeado, el feroz ataque israelí sobre Gaza que fue lanzado el 27 de
diciembre de 2008, fue el inevitable resultado de esos graves errores de cálculo de
Hamas y por el deseo israelí de reestablecer su poder para intimidar, el cual llevó en el
lenguaje de seguridad israelí el nombre de “disuasión”.41 Y mientras Gaza ardía, el

39
Entre junio de 2004 y el fin de 2007, 12 israelíes fueron asesinados por cohetes y tiros de mortero desde
la Franja de Gaza de acuerdo a la organización israelí de derechos humanos B’tselem:
http://btselem.org/English/Israeli_Civilians/Qassam_missiles.asp.Israeli. Durante el mismo período, más
de 1100 palestinos fueron asesinados en la Franja de Gaza. Las bajas civiles israelíes resultantes de los
cohetes y el fuego de mortero procedentes de Gaza durante los 22 días de ofensiva israelí que comenzó el
27 de diciembre de 2008, totalizó 3 muertos y 182 heridos de acuerdo a la sociedad israelí Magen David
Adom, citada por la oficina del Coordinador de Cuestiones Humanitarias de Naciones Unidas. Durante la
incursión israelí dentro de Gaza, 11 soldados fueron asesinados (la mayoría por “fuego amigo”) y 339
heridos. Las bajas palestinas de acuerdo al Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza
ascendieron a 1434 muertos (incluyendo 960 civiles, 239 oficiales de policía y 235 activistas) y 5303
heridos (incluyendo 2434 mujeres y niños): http://www.pchrgaza.org.
40
La creciente impopularidad de Hamas durante el período en que estuvo disparando cohetes desde la
Franja de Gaza, puede ser vista en datos de encuestas de cualquiera de las instituciones palestinas
confiables que hacen encuestas de opinión pública regularmente: e.g., aquellas del Jersualem Media y
Comunications Center (http://jmcc.org/publicpoll/results/2008/index.htm) las cuales muestran una baja en
el apoyo a Hamas en las cuatro encuestas desde noviembre de 2007 hasta noviembre de 2008: 19,7% ;
17,8%; 16,4% y 16,6%. El apoyo a Fatah también bajó desde el 40% hasta el 31,3% al final de ese
período.
41
Ver, e.g., Amos Harel y Avi Issacharoff en “Analysis: Israel’s Three Alternative for the Future of the
Gaza War”, en Haaretz, 9 de enero de 2009: “A senior officer admitted Tuesday that the army’s
secondary objective was to restore the serious blow dealt to its self-confidence after 2006 loss the Second
Lebanon War. This has already been restored, he said”. De acuerdo al astuto comentarista israelí Meron
Benvenisti, escribiendo en Haaretz (“Woe to the Victors” , 22 de enero de 2009): “The masterminds of

23
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

liderazgo palestino en Ramallah jugueteaba, inicialmente, junto con Israel, Estados


Unidos y Egipto, a culpar a Hamas por lo que estaba pasando y ayudando a Israel
reprimiendo las protestas en la Ribera Occidental.
Esas acciones dañinas de ambos liderazgos (los cuales aún con la más grande
caridad sólo pueden ser descriptos como miopes, irresponsables y motivados por el más
estrecho de los egoísmos y motivos partidistas, algunos de los cuales podrían
ciertamente soportar interpretaciones mucho menos corteses) llevaron en ese momento a
una grave crisis para el pueblo palestino. Los objetivos nacionales palestinos que habían
sido arduamente trabajados desde principios de los 70s hasta 1988 y que eventualmente
formaron la base del consenso palestino centrados sobre un Estado palestino en la
Ribera Occidental y en la Franja de Gaza con Jerusalén como su capital, vinculado a
una justa resolución del problema de los refugiados sobre la base de las resoluciones de
las Naciones Unidas, han llegado a parecer cada vez más irrealizables con el paso del
tiempo. Hamas originalmente rechazó inflexiblemente suscribir a esos objetivos y a
apoyar los acuerdos de Oslo y a la Autoridad Palestina que pretendía cumplirlos. A
partir de entonces pareció enfilarse hacia una aceptación tácita de una solución de dos
Estados y de los acuerdos de Oslo por el acuerdo a tomar parte en las elecciones del
Consejo Legislativo de la Autoridad Palestina en 2006, a pesar de que nunca los aceptó
formalmente. De este modo, Hamas se puso a si mismo en una posición contradictoria.
Por un lado, fue mordazmente crítico de los pobres resultados de las negociaciones de
Fatah con Israel, de su escalada hacia abajo de las aspiraciones palestinas y de su
abandono de cualquier medio de presión sobre el poderoso y despótico lado israelí. Por
otro lado, estuvo dispuesto a entrar en una serie de treguas con el Estado judío y
después de 2006 acordó ser parte de la coalición de gobierno con Fatah que negociaría
con Israel. Por lo tanto, parecía estar cada vez más comprometido con su propia forma
peculiar de una solución de dos Estados rechazando totalmente cualquier forma de
reconocimiento de Israel pero aceptando la posibilidad de una “tregua” con Israel de
tanto como 100 años, y otras características únicas de manera similar (ninguna de las
cuales fue necesariamente aceptable para Israel u otros actores). Así Hamas pareció
querer preservar su pureza pero también disfrutar de los frutos del pecado.
Sin embargo hoy en día puede y debe decirse que todo esto es discutible. El
establecimiento de la Autoridad Palestina como un paso hacia el establecimiento de un
Estado palestino claramente parece haber creado más problemas de los que resolvió. La
necesidad de un nuevo enfoque para la definición de los objetivos nacionales palestinos
y para la reexaminación de los medios para alcanzarlos se ha hecho más evidente para
los palestinos. Esto implica un replanteo de las formas apropiadas de resistencia a la
ocupación, incluyendo el lugar de los medios armados y no violentos; si de hecho es
posible, negociar con Israel el fin de la ocupación y, si la negociación es posible, el
mejor enfoque para las negociaciones y el logro de otros objetivos nacionales
palestinos. En lugar de abordar esas cuestiones críticas, Fatah y Hamas han estado por
años hasta ahora atascados en su conflicto fraticida y partidista. Ellos en particular han
estado ocupados en disputas impropias sobre el botín decreciente representado por la

Operation Cast Lead sought to characterize it in two contradictory terms: ‘the landlord has gone insane’
and its retaliating with unbridled savagery; and ‘controlled rage’ or a racional military operation that is
aimed at deterring the other side” [Los autores intelectuales de la operación Plomo Fundido procuraron
caracterizarla en dos términos contradictorios: ‘el propietario se ha vuelto loco’ y sus represalias con
salvajismo desenfrenado; y la “furia controlada” o una operación militar racional que tiene por objeto
disuadir a la otra parte]. Así también como el historiador israelí Avi Shlaim puso en The Guardian (7 de
enero de 2009): “The army top brass had been camping at the bit to deliver a crushing blow to Hamas in
order to remove the stain left on their reputation by the failure of the war against Hezbollah in Lebanon in
July 2006.” [El alto mando del ejército había estado acampando por un rato para asestar un golpe
demoledor a Hamas con el fin de eliminar la mancha dejada sobre su reputación por el fracaso de la
guerra contra Hezbollah en el Líbano en junio de 2006].

24
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Autoridad Palestina, aún cuando el valor y el poder real de su autoridad cae más y más
en cuestión tanto como su carencia de una clara estrategia para la liberación nacional se
hace manifiesta a todos, excepto a sus más devotos partidarios.
En tanto escribo estas palabras, a principios del verano de 2009, dos rondas de
conversaciones de unidad entre Fatah y Hamas después de casi dos años de una abierta
división han sido recién suspendidas en El Cairo sin resultados pero con otra ronda
prometida. Sería temerario contar con su éxito dado el profundo encono que se ha
desarrollado entre ambos lados, los fuertes intereses creados de partes externas en la
continuación de las existentes divisiones inter-palestinas y los obstáculos que Israel y
Estados Unidos son capaces de poner en el camino de cualquier gobierno de unidad de
la Autoridad Palestina que pudiera emerger de esas conversaciones. Aún si los dos lados
tienen éxito, aún si alguna forma de unidad palestina es restablecida y una coalición de
gobierno es formada y nuevas elecciones son celebradas y aún si el bloqueo a Gaza es
levantado y la reconstrucción puede comenzar, la parte más difícil estará aún por venir.
Esta sería sacar al pueblo palestino del estado de ocupación, dispersión y carencia de
una estrategia clara para movilizar suficientes fuerzas para cambiar el extremadamente
desfavorable status quo actual en el que han estado por muchos años.
Además de las dificultades recién mostradas, en ese trabajo todo se hace más difícil
por el hecho de que la posibilidad de una solución equitativa de dos Estados parece muy
distante, oscurecida por las muchas creaciones masivas israelíes sobre el terreno, tanto
física como institucional que describí antes. Estos cambios hacen que cualquier forma
de partición equitativa de este pequeño país entre sus dos pueblos parezca casi
inalcanzable como un objetivo palestino. Muchos observadores sensatos de hecho han
concluido que eso es ahora completamente inalcanzable. Mientras tanto, la perspectiva
de una solución justa de un Estado, siendo crecientemente discutida en algunos
cuarteles, parece aún más distante dada la adhesión tanto del pueblo israelí como del
palestino a tener un Estado por si mismos y las dificultades de llevar estos antagonistas
no sólo a hacer las pases sino a vivir juntos dentro de un mismo sistema de gobierno.
Esto sin hablar de la oposición de toda la comunidad internacional a la solución de un
Estado y el compromiso explícito internacional para la continuada existencia de Israel
en el contexto de una solución de dos Estados.
En lugar de una razonable solución equitativa de dos Estados o alguna forma de
solución de un Estado bi-nacional, en el futuro inmediato e indefinido, los palestinos
parecen predestinados a vivir con el presente status quo. Este status quo supone una
dolorosa, injusta, y altamente inestable “solución de un Estado” de un tipo
particularmente perverso. El único Estado que es probable que nosotros sigamos viendo
en el terreno entre el Mediterráneo y el río Jordán es un Estado israelí que es
crecientemente intolerante con el casi 20 % de sus ciudadanos que son palestinos. En
un Estado como tal, que pronto se convertirá en una minoría judía dentro de todo el
país entre el mar y el río, continuará dominando múltiples categorías diferentes de lo
que pronto se convertirá en una mayoría palestina (si ya no es una), privada de
diferentes maneras de derechos y capacidades, como los círculos descendentes del
infierno del Dante.
Por eso es que creo que las discusiones en algunos círculos de si es preferible una
solución de un Estado o de dos Estados para este conflicto, tiene una cualidad
ligeramente surrealista en el crítico ambiente actual. Lo que debemos tener ahora no es
un debate sobre cuántos Estados pueden bailar en la cabeza de un alfiler, sino más bien
el descubrimiento de los medios de reversión (muy rápidamente) de la poderosa
dinámica actual y de liberar al pueblo palestino de su estado actual. La muy injusta
“solución” de facto de un Estado luce ahora en realidad más y más consolidada.
Paradójicamente, predigo que se convertirá cada vez más insostenible y más
violentamente inestable con el paso del tiempo.

25
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

La identidad palestina puede estar hoy bajo una amenaza mucho mayor de lo que
estuvo cuando este libro fue publicado por primera vez. Al mismo tiempo, a pesar de los
desafíos venideros que enfrenta, la identidad palestina es tan viva y poderosa hoy para
entrelazar juntos a los 8 o 9 millones de palestinos (no sólo los más de 5 millones
viviendo dentro del país sino también en la diáspora) como lo fue en algún tiempo
durante el siglo pasado o más. Espero que esta nueva impresión de La identidad
palestina ayude a una nueva generación de lectores a comprender de dónde vino y tal
vez ayudar a entender hacia dónde puede estar yendo.

26
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

LA IDENTIDAD PALESTINA

27
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN

La experiencia palestina por excelencia, que ilustra alguna de las más básicas cuestiones
planteadas por la identidad palestina, tiene lugar en una frontera, un aeropuerto, un
puesto de control: brevemente, en cualquiera de estas muchas barreras modernas donde
las identidades son chequeadas y verificadas. Lo que les sucede a los palestinos en esos
puntos de cruce es que los hace dar cuenta lo mucho que tienen en común como un
pueblo. Por eso es que en esas fronteras y barreras los 6 millones de palestinos son
objeto de un “trato especial” y se les recuerda forzosamente su identidad: de quiénes son
y de por qué ellos son diferentes de los otros.
Esas fronteras y barreras raramente son más que una fuente de inconvenientes para
el paso de la mayoría de aquellos ciudadanos del mundo que son lo suficientemente
afortunados por poseer un pasaporte estadounidense, europeo o de otro país del primer
mundo, junto con un sentido de pertenencia tan seguro que los hace insípidamente
ajenos a los problemas de identidad que puede presentarse a otros. Pero para los
palestinos, el arribo a estas barreras genera una fuente compartida de profunda ansiedad.
Esto es cierto tanto si se trata de una frontera formal entre Estados o de un puesto de
control militar como aquellos erigidos por Israel algunos años atrás entre la Jerusalén
Este árabe y sus suburbios y las inmediaciones cercanas en la Ribera Occidental,42 o
aquellos actualmente mantenidos por Israel y las fuerzas de seguridad palestinas a
través de la Ribera Occidental y la Franja de Gaza.
Las fronteras son un problema para los palestinos ya que su identidad (que es
constantemente reforzada en miles de formas positivas y negativas) no sólo está sujeta
al cuestionamiento por parte de los poderes fácticos sino que también es sospechosa casi
por definición en muchos contextos. Como resultado, en cada una de esas barreras que
la mayoría de los otros dan por hecho, cada palestino es expuesto a la posibilidad de
hostigamiento, exclusión y, a veces peor, simplemente por causa de su identidad.43 El
temor con el que los palestinos observan estos límites y el potente (aunque negativo)
reforzamiento de su identidad que este miedo engendra, puede ser entendido sólo a la
luz de muchos ejemplos anecdóticos de incidentes en los puntos de cruce.
Innumerables historias confirman las razones de este temor tales como las de los
palestinos que fueron llevados en 1991 en aviones de ida y de regreso entre los Estados
árabes del golfo y el Líbano por tres semanas en razón de que sus documentos de
identidad no eran satisfactorios para las autoridades de ninguno de los dos destinos de la
trayectoria. En septiembre de 1991, palestinos de la Franja de Gaza que portaban
documentos de viaje egipcios que habían sido expulsados de Kuwait, permanecieron
doce días durmiendo en el aeropuerto de El Cairo porque no tenían los documentos

42
Israel anexó Jerusalén Este árabe en 1967, mientras el tratamiento dado al resto de la Ribera Occidental
ocupada se llamó “territorios administrados”. Israel impuso una separación física de Jerusalén de los otros
Territorios Ocupados en marzo de 1993. Esta “clausura” ha continuado desde entonces, a pesar de
negociaciones o acuerdos entre palestinos e israelíes. Hasta 1993, la anexión israelí de la ciudad había
tenido relativamente poco efecto sobre el movimiento de los palestinos adentro o afuera de Jerusalén. La
“clausura”, sin embargo, significó que los residentes de la Ribera Occidental necesitaran un pase especial
para entrar en la ciudad, que la mayoría de ellos no pudo obtener. Los que lograban hacerlo tenían que
esperar las colas de tráfico para pasar a través de los puestos de control del ejército en su camino al
trabajo, las escuelas, los shoppings o para rezar en Jerusalén.
43
En el apogeo de la guerra en el Líbano desde 1975 en adelante, cuando los puestos de control fueron
establecidos, en el momento en que los secuestros y asesinatos sobre base sectaria o étnica tuvieron lugar,
a los que pasaban se les solicitaba en algunas de estas barreras, decir en árabe tomate: una pronunciación
daba a entender que el que hablaba era libanés y no podía pasar; otro indicaba que el que hablaba era
palestino y podía ser asesinado.

28
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

apropiados para entrar a Egipto o la Franja de Gaza ocupada por Israel, para volver a
Kuwait o para ir a cualquier otro lugar. De la misma manera, en julio de 1993,
numerosos palestinos expulsados por Libia estuvieron varados por semanas en la
frontera libia-egipcia. Campos enteros de refugiados surgieron en la misma tierra de
nadie en los años siguientes después que las autoridades libias expulsaran a miles más
de palestinos cuya documentación de viaje no era aceptable para ningún país. En agosto
de 1995, a palestinos con documentación de viaje válida como refugiados emitida por el
Líbano, repentinamente se les negó la reentrada al país porque no tenían una visa, un
requerimiento que había sido impuesto durante su ausencia. Entre ellos estaban
miembros de la delegación palestina volviendo de una conferencia internacional de
mujeres en Beijing quienes fueron derivadas de aeropuerto a aeropuerto por diez días
antes de ser readmitidas en el Líbano (donde la mayoría de ellas había nacido). Tales
historias de exclusión y negación que son de conocimiento común para los palestinos y
han sido durante mucho tiempo un principio de su literatura,44 son sólo la grotesca punta
de un iceberg. Estos problemas tocan a todos los palestinos en alguna manera, aunque
en diferentes grados.
Los más desafortunados de todos los palestinos son los que portan documentos de
viaje (que no son técnicamente pasaportes) emitidos por Egipto o Israel para residentes
de la Franja de Gaza (los emitidos por Israel catalogan como “indefinida” la categoría
de “nacionalidad”) o por el Líbano para los refugiados palestinos que residen allí. En
razón de que sus documentos de viaje los cataloga como palestinos sin patria (y hay más
de 1 millón de personas en esta categoría en la Franja de Gaza y el Líbano), ellos están
más sujetos que cualquiera de sus compatriotas a la ansiedad, la humillación y la
frustración en las barreras o cruces de frontera. Queda por ver qué protección para tales
preocupaciones será proporcionada por los pasaportes palestinos que la Autoridad
Palestina comenzó a emitir en Gaza y en la Ribera Occidental en 1995, pero cuya
validez aún no es reconocida por algunos Estados. No ayudarán en ningún caso a los
palestinos en el Líbano quienes no tienen derecho a llevarlo.
Más allá de todo esto, los habitantes de la Franja de Gaza deben tener al menos tres
documentos de identidad diferentes para salir de la Franja y entrar en Israel o en
cualquier otro lugar, ya que todo acceso a y desde la Franja de Gaza es vía Israel. La
mayoría de ellos provienen originalmente de regiones de Palestina incorporada a Israel
durante la guerra de 1948, momento en el cual la población originaria fue dirigida a la
Franja de Gaza en un temprano ejemplo de lo que ahora es elegantemente llamado
“limpieza étnica”. Sólo unos pocos afortunados, actualmente menos del 5% de la
población de 800.000 habitantes de la Franja de Gaza, poseen los tres documentos de
identidad. Para el resto de esta población, aún hoy, después de la firma de los acuerdos
palestinos-israelíes de septiembre de 1993 y septiembre de 1995, los 323 km2 de la
Franja son su prisión, rodeados por todos lados por cercas de alambres de púas
estrechamente vigilados con sólo una salida, que la mayoría de ellos no tiene permitido
usar, y más allá de la cual se encuentran sus antiguas tierras, ahora parte de Israel.
En una categoría intermedia están los palestinos residentes en Jordania y Siria, los
primeros portan pasaportes jordanos y los últimos pasaportes sirios marcados como
documentos de viaje palestinos. Los viajeros procedentes de estos dos grupos son objeto
de un tratamiento adverso ya que es bien sabido por las autoridades de seguridad
internacional que una gran proporción de portadores de pasaportes jordanos son
palestinos, mientras que los documentos de viaje sirios los identifica claramente como
tales. Desde 1988, los residentes de la Ribera Occidental han portado pasaportes

44
Esta situación existencial es central para uno de los más destacados trabajos de literatura moderna
palestina, la profética novela corta de Ghassan Kanafani, Rijal fil-shams [Men in the Sun] (Beirut: n.p.,
1963) en la cual un grupo de palestinos sin documentos de identidad “apropiados” fallece dentro de un
camión cisterna sin aire mientras son contrabandeados a Kuwait.

29
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

jordanos que, a diferencia de aquellos que tienen los otros jordanos, son válidos sólo por
dos años.45 Los cisjordanos que solían estar habilitados para obtener documentos de
viaje israelíes antes de los acuerdos palestinos-israelíes de 1995, ya no son elegibles
para esto, en cambio, ahora pueden obtener sólo el nuevo pasaporte emitido por la
Autoridad Palestina.
Incluso aquellos pocos palestinos que, por la posibilidad de nacimiento, matrimonio
o emigración han logrado adquirir pasaportes de Estados Unidos, europeos u otros del
primer mundo, encuentran que barreras y fronteras les recuerdan inexorablemente
quienes son. Esto es especialmente verdadero si retornan a su patria, que tienen que
hacer vía puntos de entrada exclusivamente controlados por Israel, o si ellos viajan
virtualmente a cualquier país árabe. Las ominosas palabras del guardia de frontera:
“Salga de la fila y sígame” son deprimentemente familiares a los palestinos que esperan
su turno en esos puntos de cruce. Ellos conocen bien que, a pesar de sus pasaportes del
primer mundo, sus problemas (y los interrogatorios especiales a los que ellos son
sometidos sólo porque son palestinos) recién han comenzado.
Esta condición de suspenso en la cual los palestinos se encuentran a sí mismos en
las fronteras significa que, en lo que al mundo, o al menos una gran parte de él, se
refiere, la identidad palestina permanece en cuestión. Esta identidad es, por lo tanto, una
fuente de ansiedad para los gobiernos y sus autoridades de seguridad, a los que les
gusta que las cosas sean inequívoca y explícitamente designadas.46 Esto es
particularmente cierto para los gobiernos de Israel, Jordania, Líbano, Siria y Egipto bajo
cuya jurisdicción han vivido la mayoría de los palestinos desde 1948.
La ansiedad de esos gobiernos es desplegada notablemente en las fronteras en las
que los palestinos se ven obligados a cruzar con mayor frecuencia. Así, en el puente
Allenby entre Jordania y la Ribera Occidental, la principal vía de entrada y salida para
los palestinos de la Ribera Occidental, los cientos de miles de palestinos que viajan de
ida y vuelta anualmente han sido, por tres décadas, rutinariamente sometidos a una
penosa experiencia de cruce de frontera impuesta por Israel. Esto no ha mejorado
mucho desde los acuerdos palestinos-israelíes de autogobierno. En verano, cuando la
mayoría de las familias viaja, esas formalidades pueden hacer más del triple de larga la
jornada desde Amman a Jerusalén que tomaba menos de 3 horas antes de 1967. En uno
de los lugares más calientes de la faz de la tierra, ubicado a 1.200 pies bajo el nivel del
mar en el Valle del río Jordán, los viajeros palestinos tienen que esperar de pie en el sol
ardiente, esperando a ser sometidos a un proceso de cacheo minucioso y humillante
durante el cual los aparatos eléctricos, cosméticos y cualquier tubo o contenedor son
confiscados (los extranjeros no son sometidos a esta penosa experiencia, a pesar de que
este proceso puede ser muy largo para ellos también).
Como ya mencionamos, la entrada desde la Franja de Gaza a Israel está restringida
sólo a unos pocos afortunados poseedores del número y tipo correcto de carta de
identidad emitida por Israel, sólo queda señalar que la entrada a Egipto desde Gaza ha

45
Antes de 1988, todos los pasaportes jordanos eran válidos por 5 años. Previamente, los palestinos eran
distinguibles de los otros jordanos por una anotación en sus pasaportes identificándolos como habiendo
obtenido la nacionalidad jordana por una disposición especial de la ley (párrafo 3) usada para garantizar
la ciudadanía a los residentes de la la Ribera Occidental jordana después de que esa área fuera anexada
por Jordania en 1950.
46
Durante un interrogatorio típico después de una larga espera en el aeropuerto de El Cairo, un oficial de
seguridad egipcio, frustrado por mis respuestas a sus preguntas en cuanto a de dónde era yo (respondí que
era un palestino pero nacido en Nueva York), fue finalmente satisfecho cuando le dejé claro que mi
familia jamás había vivido en Egipto, que yo nunca había sido sujeto de la jurisdicción egipcia y que por
lo tanto yo no era uno de “sus” palestinos. “¿Cuál es su conexión con Egipto?” finalmente me preguntó.
“Ninguna”, le respondí. “Excepto una conexión pan-árabe [Illa al-‘alaqa al-qawmiyya]”, agregué
diplomáticamente después de una breve pausa, que trajo una sonrisa y el retorno de mi pasaporte de
Estados Unidos con un sello de entrada.

30
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

sido siempre excesivamente dificultosa para los palestinos desde los días en que Egipto
regía el área, desde 1948 hasta 1967. Finalmente, para los palestinos, cualquiera sea el
pasaporte que ellos porten, el pasaje vía el aeropuerto Ben Gurion (la puerta aérea
principal del país) generalmente involucra un largo interrogatorio y el procedimiento de
un cacheo por parte de oficiales de seguridad vestidos de civil a la llegada y un similar
pero aún más largo proceso al momento de la partida. Esas “ceremonias de arribo”
toman lugar en una habitación especial reservada exclusivamente para palestinos.
Esas experiencias son tan universales que un chiste palestino ha dicho que, cuando
quiera que un Estado palestino independiente y soberano con total control sobre sus
propias fronteras sea finalmente creado, sus guardias de frontera estarán especialmente
entrenados para mostrar a ciudadanos de todos esos países que los habían señalado para
un “tratamiento especial”, la misma exquisita cortesía que durante tanto tiempo se ha
otorgado a los palestinos. Esos guardias de frontera estarán bajo órdenes estrictas de
repetir a cada ciudadano de esos países las mismas palabras que los palestinos han oído
desde 1948: “Salga de la fila y sígame”.
En un tiempo donde las barreras internas e internacionales para el libre movimiento
de las personas y las ideas están desmoronándose rápidamente en muchos lugares, esas
barreras permanecen en el lugar para los palestinos y algunas han sido recientemente
erigidas, como las que rodean a Jerusalén. El hecho de que todos los palestinos estén
sometidos a esas especiales indignidades y, en consecuencia, todos sometidos a una casi
única condición posmoderna de ansiedad compartida en la frontera, el puesto de control
y los puntos de cruce, prueban que son un pueblo, si es que nada más lo hace.
Irónicamente, Israel es el principal agitador a favor y beneficiario del libre
movimiento de los soviéticos judíos, quienes han sido los responsables de muchas de
esas sofocantes restricciones sobre el movimiento de los palestinos. Claramente hay una
paradoja aquí. Su núcleo es que los israelíes, muchos de ellos descendientes de las
víctimas de la persecución, pogroms y campos de concentración, han estado
maltratando ellos mismos a otro pueblo. Así, encontramos que los pecados cometidos
contra sus padres han desensibilizado moralmente a los hijos para sus pecados hacia
otros e incluso con frecuencia han sido usados para justificar esos pecados. (Muchos
libaneses amargamente dijeron lo mismo sobre el comportamiento de la OLP en el
Líbano entre fines de 1960s y 1982).
Esta historia entrelazada, este contrapunto entre dos narrativas extraordinarias y la
interacción entre dos sentidos de identidad que tienen ciertas cosas en común una con
otra, pero que son completamente diferentes en muchas otras cosas, es uno de los temas
que se destacan en cualquier estudio del surgimiento de la identidad nacional palestina.
El hecho de que esas dos (y otras) narrativas estén tan entrelazadas y con frecuencia den
un significado completamente diferente a los mismos lugares, eventos y pueblos en la
misma tierra, hace más duro desenmarañar la narrativa palestina o transmitirla a los
lectores occidentales que están generalmente versados sólo con la judía-israelí o la
bíblica cristiana. El propósito de este libro es superar esos impedimentos, con el
objetivo de explicar cómo se desarrolló un fuerte sentido de identidad nacional palestino
a pesar de, y en algunos casos, por esa razón, los obstáculos que enfrentó.

II

Este análisis de la construcción de la identidad nacional del pueblo palestino está


dividido en ocho capítulos. El capítulo 2 analiza las diferentes narrativas en su historia y
algunos de los componentes de la identidad palestina, en particular aquellos referentes a
Jerusalén. Explora por qué es tan difícil percibir la especificidad del nacionalismo
palestino. Esto es así, en parte, por la forma en que la identidad para los palestinos es y
ha estado siempre entremezclada con un sentido de identidad sobre muchos otros

31
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

niveles, como el islámico o cristiano, otomano o árabe, local o universal, familiar o


tribal. El capítulo también explora cómo la narrativa palestina intersecta con otras
poderosas narrativas, religiosa y nacional, que se centra sobre Palestina y Jerusalén, en
algunos casos basándose en ellas y en otros enfrentándolas. Uno de los principales
argumentos de este libro, presentado primero en este capítulo, es que la fuerza del
conflicto entre las narrativas palestinas y sionistas que se desarrollaron en una primera
etapa de la historia de ambos está entre las razones por las cuales la identidad palestina
es tan pobremente entendida. Además, muchos sentidos superpuestos de la identidad
están involucrados en el proceso de cómo los palestinos han llegado a definirse a sí
mismos como un pueblo, lo cual puede llevar a otros malentendidos o también a
malinterpretarlos.
El capítulo 3 examina los diversos componentes de la identidad palestina en las
esferas intelectuales y culturales que los teóricos e historiadores del nacionalismo
enfocan principalmente. Concentrándose en Jerusalén antes de 1914, este capítulo
analiza los elementos que dieron forma a la identidad emergente de los palestinos al
final de la era otomana, cuando tenían múltiples lealtades: a su religión, al Estado
otomano, a la lengua árabe y a la emergente identidad del arabismo, así como también a
su país y al ámbito local y familiar. Entre las instituciones involucradas estaban la
prensa, las escuelas, los establecimientos religiosos, los órganos del Estado otomano,
los clubes, las bibliotecas y las organizaciones de caridad y los grupos políticos. Otros
elementos que dieron forma a la identidad incluían los extendidos vínculos familiares,
las conexiones tradicionales con otras partes de Palestina, y el impacto de las misiones
extranjeras, diplomáticos y visitantes.
El capítulo 4 se mueve hacia lo específico, enfocándose sobre la vida de dos
individuos de esa era y varios de sus compatriotas que ejemplifican la formación de la
identidad de los palestinos antes de la primera guerra mundial. Esos dos hombres, Yusuf
Diya’ al-Khalidi y Ruhi al-Khalidi, tío y sobrino, eran académicos, escritores y
diplomáticos que sirvieron como representantes de Jerusalén en el Parlamento otomano
en 1876-78 y 1908-13 respectivamente. A través de un análisis de sus vidas y de sus
escritos, y de aquellos de sus colegas y contemporáneos, tales como Sa’id al-Husayni,
Muhammad Hassan al-Budayri, ‘Arif al-‘Arif y Musa al-‘Alami, las opciones abiertas
para su generación en términos de identidad se vuelven más claras y es posible entender
más acabadamente la matriz por la cual la identidad palestina surgió en los primeros
años del siglo XX.
Otro aspecto del rol crucial jugado por el sionismo en la formación de la identidad
palestina es examinado en el capítulo 5. En lugar de buscar en la ideología, donde el
encuentro entre esas dos identidades emergentes es con frecuencia examinada, este
capítulo se enfoca sobre lo que sucedió en la tierra al principio de la interacción entre
los dos movimientos nacionales nacientes. La resistencia de los campesinos palestinos
comenzada más de cien años atrás, fue el primer presagio de un conflicto que todo el
tiempo se ha enfocado sobre el control de la tierra y ha sido animado, en el lado
palestino, por una dinámica frecuentemente propulsada desde abajo más que desde
arriba. Fue el campesino expulsado de sus tierras de cultivo por las compras sionistas de
tierras, principalmente a terratenientes absentistas, al final del siglo XIX y principios del
siglo XX, quienes primero entendieron la naturaleza del proceso de colonización que
afectaba a Palestina. Esta lucha por sus derechos, a su vez, alertó a los intelectuales
urbanos que después de eso jugaron un prominente rol en la oposición al sionismo,
incluso en tanto que ayudaban a dar forma a la identidad palestina.
El rol de la prensa en la temprana reacción árabe al sionismo entre 1908 y 1914 es
cubierto en el capítulo 6, que lleva más lejos el análisis de la interacción entre la
identidad palestina y el sionismo, enfocándose en cómo los periódicos en Palestina, y
otras partes del mundo árabe, catalizaron las actitudes hacia el sionismo, mientras, al

32
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

mismo tiempo, daban formas a las ideas de identidad. Este capítulo también muestra
cómo la prensa en los países árabes vecinos, particularmente en Beirut, el Cairo y
Damasco, cubrió la cuestión del sionismo, en algunos casos jugando un papel de
liderazgo en la oposición a él. Esto ilustra concretamente la interacción entre los
elementos palestinos y árabes, no sólo en la reacción al sionismo sino también en la
constitución de la identidad palestina. Analizando la prensa en esta forma, también
ayuda a corregir la visión sobre simplificada de que esta identidad fue en primer lugar
una respuesta al sionismo.47
El capítulo 7 trata con los cruciales primeros años del control británico de Palestina,
desde 1917 hasta 1923, cuando la Declaración Balfour y el Mandato de la Liga de las
Naciones dieron sanción legal internacional y apoyo de las grandes potencias a los
reclamos del sionismo y cuándo el naciente gobierno palestino tuvo que responder a
esta poderosa concatenación de fuerzas. El foco aquí es el cambio desde la identidad
árabe/otomana a la palestina/árabe que tuvo lugar al principio del período en respuesta a
esos importantes eventos y sobre el rol de la prensa, la educación y otros elementos de
la sociedad civil en la movilización de la conciencia nacional palestina emergente. El
capítulo también examina el desigual desarrollo de esta conciencia y las fuertes
tendencias divisivas en la sociedad palestina (regional, familiar y social) que ha
persistido desde 1920s.
En conclusión, el capítulo 8 evita una narrativa histórica directa, tomando como su
foco primero las razones por las que la identidad palestina simplemente no desapareció
durante los años estériles de la dispersión, el exilio y el control por parte de otros desde
1948 hasta 1967 y el rol de la OLP y sus grupos componentes en el desarrollo y la
formación de esta identidad en una nueva manera hasta 1982. También toca un evento
que, como la resistencia campesina al sionismo del período anterior a la primera guerra
mundial, fue animado por las organizaciones de base más que por las elites urbanas: las
revueltas de 1936-39. Este hecho trascendental en la historia palestina y su trágica
secuela para los palestinos, la guerra y las expulsiones de 1947-49, son examinadas aquí
no principalmente en términos de sus causas, efectos e implicancias, sino más bien
cómo ellas sirvieron para formar la identidad palestina tal como emergió después de
1949 en el nuevo amanecer sombrío de la ocupación, expulsión y control por parte de
una variedad de poderes y su demoledor efecto para la sociedad palestina.

47
Un ejemplo de un trabajo que a veces se desliza hacia este error, a pesar de que generalmente se evita,
es Baruch Kimmerling y Joel S. Migdal, Palestinians: The Making of a People (New York: The Free
Press, 1993): “Had it not been for the pressures exerted on the Arabs of Palestine by the Zionist
movement, the very concept of a Palestinian people would not have developed” [De no haber sido por las
presiones ejercidas sobre los árabes de Palestina por parte del movimiento sionista, el concepto de un
pueblo palestino no se hubiera desarrollado] (p.xvii). Por mi crítica del libro, ver mi reseña en la
American Historical Review 99, nro. 3 (June 1994): 947-948. El mejor trabajo hasta la fecha sobre el
temprano movimiento nacional palestino es Muhammad Muslih, The Origins of Palestinian Nationalism
(New York: Columbia University Press, 1988).

33
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

CAPÍTULO 2

NARRATIVAS CONTRASTANTES DE LA IDENTIDAD PALESTINA

¿Cuáles son los límites de Palestina? ¿Dónde termina y dónde comienza Israel y cuáles
son sus límites espaciales o temporales48 o ambos? Más específicamente, ¿Qué delimita
la historia moderna del pueblo palestino de la de los israelíes que a lo largo del medio
siglo pasado han llegado a dominar el país que ambos pueblos reclaman? Finalmente,
¿qué es lo que delimita la historia palestina de los más grandes trazos de Medio Oriente
y la historia árabe y de la historia de los Estados árabes vecinos como Líbano, Siria,
Jordania y Egipto? En otras palabras, ¿qué es específico y único en la identidad
palestina y que debe ser entendido en el contexto de narrativas históricas más amplias,
ya sea aquellas del sionismo y el Estado de Israel o aquellas del arabismo y los Estado-
nación árabes vecinos o aquellas del Islam y los musulmanes?
A pesar de que la identidad palestina indudablemente supone elementos únicos y
específicos, puede ser cabalmente entendida sólo en el contexto de una secuencia de
otras historias, una secuencia de otras narrativas. Stuart Hall y otros han sostenido que
esto es generalmente cierto: la identidad “es en parte la relación entre tú y el Otro”.49
Como lo expresa Edward Said en el nuevo epílogo de Orientalismo: “…el desarrollo y
mantenimiento de cualquier cultura requiere la existencia de otro, un alter ego diferente
y competidor. La construcción de la identidad….implica la construcción de opuestos y
“otros” cuya realidad está siempre sujeta a la interpretación y reinterpretación continua
de sus diferencias de ‘nosotros’”.50
Claramente, esta relación entre la definición de uno mismo y la de otros es
característica de muchos pueblos en Medio Oriente y de otros lados, particularmente
aquellos en los cuantiosos Estados-nación establecidos desde la primera guerra mundial.
Para todos esos pueblos, identidades transnacionales (ya sea religiosa o nacional),
patriotismo local y afiliaciones a la familia y al clan, han competido por la lealtad. La
atracción de lealtades en competencia ha sido considerablemente fuerte para los
palestinos más que para los otros de modo que estos focos múltiples de identidad son
principios característicos de su historia.
¿Por qué es este el caso? Parte de la respuesta es relativamente simple: a diferencia
de la mayoría de los otros pueblos en el Medio Oriente, los palestinos nunca han
alcanzado alguna forma de independencia nacional en su propia patria. A pesar de
algunos éxitos en la afirmación de su identidad nacional adentro y afuera de Palestina,
consistentemente han fallado durante años en crear para sí mismos un espacio donde
estuvieran en total control o total soberanía. El “Estado dentro de un Estado” palestino
en el Líbano desde fines de 1960s hasta 1982 fue una excepción parcial, pero en última
instancia no fue una feliz experiencia para ninguno de los involucrados pues no tenían
autoridad soberana, no estaban en Palestina y existían a expensas de los libaneses,

48
Para un análisis sucinto de cómo las representaciones de la sociedad en el tiempo y en el espacio
pueden afectar la definición de una identidad nacional, ver Amnon Finkelstein, “Why Power? Why
culture?” en R.D. Johnson, ed. On Cultural Ground: Essays in International History (Chicago: Imprint,
1994): 36-37. Para un tratamiento que enfoque sobre diferentes aspectos del espacio en el tiempo como
parte de la definición de nación, ver Smith, The Origins… , pp. 356-357.
49
En Stuart Hall, “Ethnicity: Identity and Difference”, Radical América, 23 no. 4 (October-December
1989): 16.
50
Edward Said, Orientalism, 2da. Ed. (New York: Vintage, 1994), pp. 331-332.

34
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

muchos de los cuales llegaron a resentirse amargamente.51 A la recién formada


Autoridad Palestina en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza le fue negada
explícitamente la soberanía en los acuerdos de 1993 y 1995 entre la OLP e Israel que la
establecieron y tienen solo una muy limitada forma de control sobre una fracción del
territorio de esas dos regiones.
Esta ausencia de soberanía a través de su historia ha negado a los palestinos el
control total sobre los mecanismos del Estado (educación, museos, arqueología, sellos
postales y monedas y los medios, especialmente radio y televisión) que, como un
sinnúmero de recientes ejemplos muestra, es esencial para la difusión e imposición de
un uniforme criterio “nacional” de identidad. La nueva Autoridad Palestina tiene el
control de algunos de estos símbolos de autogobierno pero muchas otras aún están
firmemente bajo control israelí, mientras que la auto-determinación palestina y la
independencia son actualmente excluidas, al menos por el período provisional de 5
años, el cual se supone que termina en 1999, pero bien puede continuar más allá de esa
fecha. La explicación de este fracaso hasta ahora para alcanzar la estatalidad y la
soberanía, en términos tanto de factores de responsabilidad internos y externos, es un
problema central en la moderna historiografía palestina.
Los palestinos recuerdan a unos pocos pueblos en la era moderna que han alcanzado
un alto nivel de conciencia nacional y han desarrollado claramente un sentido definido
de identidad nacional pero han fracasado largamente en alcanzar su independencia
nacional. En Medio Oriente, estos incluyen a los kurdos y (hasta su reciente obtención
de independencia) a los armenios. Estos tres pueblos tuvieron razón en esperar la
autodeterminación prometida por los catorce puntos de Woodrow Wilson tras la ruptura
del Estado multinacional otomano durante la primera guerra mundial y todos fueron
decepcionados. Sin embargo, a pesar del sufrimiento de los kurdos y los armenios, en
algunos aspectos, ellos ahora son más libres que los palestinos y menos sujetos a la
dominación de otros. Los armenios finalmente tienen una república independiente,
aunque una comprometida en conflictos limítrofes con su vecina Azerbaijan y ubicada
solo en parte de su ancestral patria. Los kurdos, a pesar de que se les negó la estatalidad,
actualmente gozan de una ambigua protección internacional en el norte de Iraq mientras
continúa una larga década de conflicto con las autoridades del Kurdistán turco. A pesar
de esas diferencias, estos tres pueblos de Medio Oriente son de alguna manera
comparables. A ellos se las ha negado la autodeterminación por parte de los grandes
poderes en los acuerdos impuestos sobre Medio Oriente después de la primera guerra
mundial, 52 ellos viven en tierras en disputa que se superponen con las de otros pueblos
y, los territorios que reclaman, tienen fronteras ambiguas e indeterminadas.
Dadas esas similitudes, un análisis de la identidad palestina tiene, en
consecuencia, el potencial de clarificar la historia específica no sólo de Palestina y de su
pueblo en la era moderna, sino también de otros en Medio Oriente, incluyendo a todos
51
Para más sobre este episodio, ver R. Khalidi, Under Siege, capítulo 2; “The Palestinians in Lebanon:
The Repercussions of the Israeli Invasion”, Middle East Journal, 38 no.2 (Spring 1984): 255-266 y Rex
Brynen, Sanctuary and Survival: The PLO in Lebanon (Boulder: Westview, 1990).
52
Los kurdos y los armenios fueron candidatos para su auto-determinación durante las negociaciones en
relación a los acuerdos de post-guerra, notablemente en el no ratificado Tratado de Sèvres de 1920, pero
al último fueron abandonados a su suerte por las potencias europeas. Entre los habitantes de las tierras
árabes que cayeron sobre el sistema de Mandatos de la Sociedad de Naciones, sólo los palestinos nunca
fueron considerados para su auto-determinación por las potencias. Diferente de los Mandatos para Siria e
Iraq que desde un principio significaba prepararlos para convertirse en “Estados independientes”, el
Mandato para Palestina omitió cualquier mención a la independencia o la auto-determinación para los
palestinos, refiriéndose más al establecimiento de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina.
En la Declaración Balfour, que fue incorporada en el texto del Mandato, los palestinos (94 % de la
población de ese momento) fueron referidos como “comunidades existentes no-judías en Palestina”,
cuyos derechos civiles y religiosos (pero no políticos o nacionales) iban a ser protegidos por la potencia
mandataria.

35
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

aquellos con quienes los palestinos han estado tan íntimamente involucrados. Esto
alcanza también a cuestiones más amplias de identidad y de la superposición de
fronteras de narrativas nacionales, mitos nacionales e historias nacionales que son
relevantes mucho más allá de Medio Oriente. Esto puede ayudarnos a entender como
una entidad política que puede ser entendida como un pueblo unificado para ciertos
propósitos, puede ser también sometido a fragmentación. De este modo, emplea la
historia de un pueblo que aún no está completa o exitosamente definido a sí mismo a los
ojos de otros para aclarar los procesos que se desarrollan en la auto-definición de los
pueblos más “exitosos”, incluyendo a los vecinos de los palestinos mismos.
Lo que sigue no es una reinterpretación de la historia de Palestina o del pueblo
palestino basada en nueva investigación de fuentes primarias (si bien está en gran
medida basado sobre este tipo de investigación). Es, más bien, un análisis de la
interacción entre las diferentes narrativas que componen la historia palestina, significa
iluminar aspectos de la identidad de un pueblo sobre el cual mucho se ha dicho y escrito
pero poco se ha entendido. Beshara Doumani concluye su libro, Rediscovering
Palestine: Merchants and Peasants in Jabal Nablus, [Redescubriendo palestina:
comerciantes y campesinos en Jabal Nablus], 1700-1900, con estas palabras:

“Hasta que podamos trazar las relaciones económicas, sociales y culturales


entre los habitantes de varias regiones de Palestina durante el período
otomano, no podremos tener un claro entendimiento de las políticas de
identidad ni podremos responder acertadamente las preguntas de cuándo,
cómo, por qué y de qué forma Palestina se convirtió en un Nación en las
mentes del pueblo que hoy se llaman así mismos palestinos.”53

Este libro no pretende hacer nada tan ambicioso a pesar de que profundiza en las
relaciones culturales, sociales y económicas que Doumani enfatiza correctamente como
la base de la identidad. Ni siquiera es un intento de definir acabadamente a aquellos
sobre los que mucho se escribió y en términos en gran medida controvertidos:
“Palestina” y “el pueblo palestino”. Uno de los temas que explora, sin embargo, es por
qué esta gran atención ha producido tan poco conocimiento académico útil, por el grado
de pasión que con frecuencia es generado por la sola mención de los términos
“Palestina” o “palestinos”, es notable en sí mismo. Esto es aún más llamativo en
contraste con la pequeña cantidad de luz arrojada sobre este tema por parte de estos
copiosos escritos.
La mejor explicación para este fenómeno de acalorada e intensa polémica,
combinada con una escasa luz intelectual, es que en Palestina muchas opiniones
poderosas y contradictorias de sí mismo y de la historia están unidas. Estas pueden ser
religiosas, ya sea judías, cristianas o musulmanas, o seculares, como por ejemplo el foco
del ritual masónico en el Templo de Jerusalén, o puede ser nacional o supranacional, ya
sea árabe o judía. Sin embargo, cualquiera sea su naturaleza, esas narrativas de sí mismo
y de la historia que hacen foco en Palestina, tienen una influencia que va más lejos de
sus fronteras alcanzando a millones que conocen esta tierra sólo a través de los textos
producidos por esas diversas corrientes de pensamiento y creencia o tal vez como
consecuencia de breves peregrinajes. No obstante, todas estas personas sienten que
conocen el país íntimamente, cualquier sea el nombre que le den y aunque visualicen
sus fronteras.
Sin embargo, aquellos que sostienen esos puntos de vista, con frecuencia lo hacen
con una intensa pasión combinada con una certeza dogmática sobre sus creencias en
contraste con un trasfondo de completa ignorancia de Palestina y su historia. Esta

53
Beshara Doumani, Rediscovering Palestine: The Merchants and Peasants of Jabal Nablus, 1700-1900
(Berkeley: University of California Press, 1995), p. 245.

36
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

combinación única de creencias profundamente arraigadas respecto de Palestina y poco


conocimiento concreto de ella, ayuda a explicar el nivel de conflicto que el país ha sido
testigo en el pasado. Para tomar un ejemplo remoto, una por lo demás casi
incomprensible secuencia de eventos como las Cruzadas (en última instancia una serie
de intentos fútiles sobre más de dos siglos por parte de los europeos del norte para
conquistar y colonizar parte de Asia occidental) puede ser entendida sólo en términos de
una combinación de pasión e ignorancia. Así, el fervor del anhelo de los cruzados por
Palestina, que se hizo evidente en la voluntad de tantos para encarar tan enorme
esfuerzo, fue igualado sólo por la falta de conciencia de esos caballeros del norte
europeo de las complejas realidades políticas, culturales y religiosas de Palestina y las
partes adyacentes del mundo islámico en los siglos XI, XII y XIII. Sin embargo, la
ignorancia de los cruzados no fue obstáculo para su largo e intenso involucramiento en
las cuestiones de la región.
Hasta nuestros días, las Cruzadas tienen una poderosa resonancia en Palestina y
más allá de sus confines. Para los palestinos e israelíes en particular, las Cruzadas han
sido revestidas de un especial significado: para un pueblo como la representación del
triunfo final de la resistencia a la invasión y colonización extranjera y, para el otro,
como un episodio que puede ser contrastado desfavorablemente con la más exitosa
empresa sionista. Así, cada lado ve en las Cruzadas solo lo que quiere ver y, en realidad,
nosotros veremos muchas referencias directas e indirectas a las Cruzadas por parte de
los palestinos en las páginas siguientes.54 Esta resonancia continua es un testamento
tanto de la ferocidad del conflicto de dos largos siglos como del poder de las narrativas
autónomas y auto-reflexivas como aquellas de las Cruzadas. Dichos cuentos están
basados en la historia del país (por ello fue, por supuesto, la conexión cristiana con
Jerusalén y la tierra santa lo que originalmente provocó las Cruzadas) pero tienen una
dinámica autónoma que crece fuera de las fuerzas y las pasiones cuyo lugar original está
en otra parte y una raison d’être propia, definida principalmente en términos de la
historia medieval europea. Así, la historia de las Cruzadas es, a menudo, contada en
forma aislada de su contexto, negando las implicancias sociales dentro de Europa de
esas campañas militares masivas como también su poderoso, y muchas veces,
desastroso impacto sobre las comunidades judías de Europa, el Imperio bizantino y las
sociedades islámicas de Medio Oriente.55

II

Ciertamente no es una coincidencia que virtualmente todas las narrativas sobre Palestina
(religiosas y seculares, judía, cristiana y musulmana, palestina e israelí) giren alrededor
de la ciudad de Jerusalén, que ha sido por mucho tiempo el centro geográfico, espiritual,
político y administrativo de Palestina. En efecto, es en y sobre Jerusalén, que tiene un
gran significado para tantos pueblos en tantas formas diferentes, que las narrativas
contrastantes respecto de Palestina entran más amargamente en conflicto. Es en
Jerusalén también que uno ve la mayoría de los casos extremos de varios intentos por

54
Un ejemplo típico de la extensa literatura popular moderna en árabe sobre el tema es el pequeño
volumen sobre la batalla de 1187 en la cual los cruzados fueron decisivamente derrotados por Saladin:
Yusuf Sami al-Yusuf, Hittin, 2da. Ed. (Acre: Dar al-Aswar, 1989).
55
La mayoría de la literatura académica sobre las Cruzadas, como el magistral trabajo de Sir Steven
Runciman, A History of the Crusades, 3 vol. (Cambridge: Cambridge University Press, 1951-54), se
asienta en fuentes occidentales más que en las voluminosas fuentes islámicas y cristianas orientales. Para
las fuentes árabes ver Francesco Gabrieli, Arab Historians of the Crusades (London: Routledge, 1969);
Amin Maalouf, The Crusades Through Arab Eyes (New York: Schocken, 1985) y Philip Hitti, An Arab-
Syrian Gentleman and Warrior in the Period of the Crusades (Princeton: Princeton University Press,
1987). En general, la literatura sobre las Cruzadas los trata como una extensión de la historia europea
occidental, aunque una que toma lugar en un exótico lugar.

37
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

parte de partidos locales de afirmar el control físico sobre el país y obtener la validación
de sus reclamos conflictivos sobre el espacio que comparten.
En Jerusalén, como en otras partes de Palestina, tal validación es alcanzada
notablemente por el acto de nombrar. Este proceso ya es sorprendentemente evidente en
el discutido nombre de Palestina/Israel por parte de los dos pueblos que disputan la
misma tierra: hoy la mayoría de los israelíes y palestinos tienen en mente esencialmente
el mismo país, desde el Mediterráneo hasta el río Jordán y desde el desierto al sur hasta
las estribaciones sureñas de las montañas libanesas y el Monte Hermon al norte, a pesar
de que tienen diferentes nombres para ellas. Este proceso de procuración de validación
para reclamos conflictivos es, la mayoría de las veces, adecuadamente simbolizado, sin
embargo, por la incesante lucha sobre el nombre de Jerusalén. La ciudad es llamada
Yerushalaim en hebreo (una palabra derivada del arameo que significa, irónicamente,
“ciudad de la paz”). El nombre inglés derivado del hebreo es Jerusalén que traducido al
árabe es reproducido Urshalim. Sin embargo, desde principios de la era islámica, los
arabo-parlantes han llamado, casi sin excepción, a Jerusalén tanto Bayt al-Maqdis, que
significa Casa de la Santidad (un término que tal vez el mismo es una variación del
término hebreo original para el Templo) o más comúnmente al-Quds al-Sharif, el Noble
Lugar Santo.56
Pero mientras Jerusalén podría esperar tener diferentes nombres en diferentes
lenguas, lo que importa aquí es un intento por imponer a una lengua un nombre basado
en el uso de otra. Así en sus emisiones en lengua árabe, la radio israelí se refiere a la
ciudad exclusivamente como “Urshalim/al-Quds”, y este es el nombre que se encuentra
en todos los documentos oficiales israelíes en lengua árabe. Los programas de
pronósticos meteorológicos de la televisión israelí en lengua árabe lo abrevian como
Urshalim. Aquellos que han ordenado este uso parecen querer forzar a los palestinos a
reconocer el nombre hebreo para el lugar a pesar de que los arabo-parlantes han tenido
por más de un milenio un nombre propio perfectamente adecuado para la ciudad.
A pesar de que estas medidas pueden parecer insignificantes, están relacionadas
con el significativo proceso de intento de marcar el control por la imposición del
nombre de los lugares. Por ejemplo, ha sido traducido, la Ribera Occidental como Judea
y Samaria en la terminología oficial usada en declaraciones y publicaciones israelíes en
hebreo, inglés y árabe. En las últimas décadas, muchos nombres de lugares arcaicos o
inventados como esos, han sido impuestos a lo largo de Palestina por encima de los que
los árabes emplearon por muchos siglos y aún usados por la mayoría de la población de
hoy en día (irónicamente, muchos de esos nombres árabes están basados sobre los
antiguos nombres hebreos, arameos, griegos, latinos o franceses cruzados para las
mismas ciudades).57 Este proceso de nombramiento es un intento de privilegiar una

56
Los primeros musulmanes también llamaron a la ciudad “Ilya”, derivado del nombre romano Aelia
Capitolina, usado antes del período islámico. A lo largo de este libro, usaré los nombres ingleses más
comúnmente aceptados por los nombres de lugares palestinos, independientemente de su derivación: así
Jerusalén más que al-Quds y Hebron más que al-Khalil.
57
Meron Benvenisti, Conflicts and Contradictions (New York: Villard, 1986), pp. 191-98, observa que
bajo el mapa israelí del país está otro mapa árabe. Su reciente libro, Intimate Enemies: Jews and Arabs in
a Shared Land (Berkeley: University of California Press, 1995), analiza esos temas de nuevo. Como sub-
alcalde de Jerusalén, Benvenisti desempeñó un papel en los colonias israelíes en las áreas árabes anexadas
a la recientemente expandida municipalidad después de 1967; más temprano, su padre fue uno de los
geógrafos asignados para dar nombres hebreos (alguno de ellos versiones hebreas de sus nombres
originales en árabe) a localidades a lo largo del país, un proceso que se aceleró después de 1948 cuando
más de 400 aldeas árabes fueron arrasadas después de que sus habitantes hubieran huido o fueran
expulsados. Ver el estudio compilado bajo la dirección de Walid Khalidi, All That Remains: The
Palestinian Villages Occupied and Destroyed by Israel in 1948 (Washington: Institute for Palestine
Studies, 1992).

38
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

dimensión de una realidad compleja a expensas de otros con el objetivo último de


ocultar a los otros o subordinarlos decisivamente a la dominación israelí.58
Otro aspecto de este proceso es visible en la esfera de la arqueología. Intentos de
privilegiar un estrato arqueológico sobre otros son predicados sobre una creencia tanto
de que un estrato es “superior” o único y que el pasado puede ser manipulado para
afectar el presente “demostrando” esta superioridad. En consecuencia, si un estrato
específico de una ciudad puede ser privilegiado, si un conjunto de nombres derivados de
este estrato (o tomados de la biblia o de otro texto antiguo y aplicado a este estrato)
puede tomar un lugar de honor sobre los otros debajo o por encima de ellos, entonces un
cierto reclamo de “realidad” contemporánea arraigado en el pasado puede ser impuesto
sobre el presente y, más allá, consagrado.59
Este fenómeno es ilustrado en el vecindario árabe de Silwan, el cual se ha
desarrollado a partir de un antiguo pueblo adyacente inmediatamente al sur de los muros
de la Vieja Ciudad de Jerusalén. Los colonos israelíes que han ocupado muchos hogares
en medio de Silwan están intentando imponer el uso exclusivo del nombre “Ciudad de
David” (tras la ladera donde el rey David se supone que construyó su capital junto a la
primera ciudad jebusea), dando así a sus actuales reclamos pátina, prestigio y
legitimidad de una conexión de alrededor de 3.000 años de antigüedad. 60 En esto son
ayudados por varios mapas, guías turísticas y señales de tráfico producidos por el
gobierno israelí, la municipalidad de Jerusalén y las autoridades turísticas israelíes que
usan el nombre arcaico “Ciudad de David” siempre que sea posible en lugar de Silwan,
el nombre usado por siglos por los habitantes árabes (‘¡irónicamente, este nombre árabe
es derivado del bíblico Siloam, sitio de la fuente del mismo nombre!).
Esta disputa sobre nombres ha tenido en el pasado otras dimensiones más allá de
la palestina-israelí. Por ejemplo, libros en árabes publicados en Jerusalén por imprentas
católicas a principios del siglo XIX se refieren al lugar de publicación como Urshalim
(el nombre para la ciudad usado por las iglesias cristianas occidentales que utilizan el
árabe en sus liturgias), más que al-Quds al-Sharif o Bayt al-Maqdis. Un trabajo
publicado en árabe por la prensa franciscana a más tardar en 1865, aún utiliza el término
Urshalim para el lugar de la publicación, a pesar de que el trabajo es un pedido hecho al
gobierno local que es descripto en el texto del pedido mismo como la de “al-Quds al-

58
Smith, The Origins, pp. 356 pp., observa como lo que él llama “intelectuales-educadores” crearon un
sentimiento de adhesión a la patria vía “principios de historización natural” y “principios de
naturalización histórica” de un área escogida con el objetivo de obtener la misma conclusión que los
geógrafos israelíes.
59
Un notable intento de hacer esto es la presentación de diapositivas a los visitantes en las excavaciones a
lo largo del Muro occidental del Haram al-Sharif, las cuales son controladas conjuntamente por el
Ministerio de Religión israelí, la Autoridad de Antigüedades de Israel y la municipalidad de Jerusalén.
Estas excavaciones implican túneles subterráneos dirigidos a través de una subestructura de arcos
construidas por maestros constructores de los Omeyas y Mamelucos, base para muchos monumentos
magníficos de arquitectura islámica en lo que es actualmente el nivel del suelo, aunque las presentaciones
de diapositivas ocultan todo excepto un segmento de la historia de la ciudad vinculando el presente a un
“privilegiado” período de 3.000 años atrás. Este proceso alcanzó su extensión lógica en las recientes
celebraciones del “3.000 aniversario” de Jerusalén, una ciudad con registros pasados de más de 5.000
años. Ver la excepcional disertación de Nadia Abu El-Hajj, “Excavating the Land, Creating the
Homeland: Archaeology, the State and the Making of History in Modern Jewish Nationalism” moderno],
Duke University Department of Cultural Anthropology, 1995, notablemente el capítulo 3.
60
El más notable intento de hacer esto fue la masiva celebración “Jerusalén 3.000” recién referido
organizado por el gobierno israelí y la municipalidad de Jerusalén en 1996 el cual destacó la conquista de
la ciudad por parte del rey David como marca de su fundación e ignoró los precedentes dos milenios de la
ciudad registrados por la historia. Para detalles, ver K. J. Asali, “Jerusalén in History: Notes on the
Origins of the City and its Tradition of Tolerance”, Arab Studies Quartely 16, no.4 (Fall 1994): 37-45 y
K. J. Asali, ed. Jerusalén in History, 2a. ed. (London: Kegan Paul, 1996).

39
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Sharif”.61 De la misma manera, un libro sobre historia de la Iglesia ortodoxa en


Jerusalén, publicado en 1925 en Jerusalén, usa el término Urshalim en el título y el
término al-Quds al-Sharif para describir el lugar de publicación.62
Esta renuencia residual a usar el nombre árabe común con sus matices islámicos
en alguna parte de sus portadas, incluso en obras que refieren a ese nombre, representa
la última luz parpadeante de una rivalidad por el control de Jerusalén entre el Islam y la
cristiandad (una rivalidad que empezó en el siglo VII con la conquista de la ciudad por
parte de los ejércitos musulmanes venidos de Bizancio) que fue muy intensificada
durante las Cruzadas y calmada solo a principios del siglo XX.63 Más recientemente, la
devoción de algunos fundamentalistas cristianos occidentales hacia Israel, en su
hostilidad visceral hacia el Islam y los árabes, muestra que algunas brasas de esta
antigua rivalidad no han sido totalmente extinguidas.64
El conflicto sobre los nombres en Jerusalén va más allá del nombre de la ciudad
misma. Los rasgos geográficos más prominentes de Jerusalén, así como su sitio más
importante histórica y religiosamente, es la vasta meseta artificial en el extremo sudeste
de la Ciudad Vieja dentro de los muros otomanos. Esta espaciosa plataforma rectangular
(de cerca de 480 por 300 millas) está ubicada alrededor de una enorme piedra que es
todo lo que queda del pico del Monte Moriah donde judíos, cristianos y muchos
musulmanes creen que el profeta Abraham recibió la orden de Dios de sacrificar a su
hijo.65 En esta piedra, muchos musulmanes creen, el profeta Muhammad se posó en la
milagrosa noche de viaje desde la Meca a Jerusalén descripta en el Corán (17:1). El sitio
completo, conocido en árabe como al-Haram al-Sharif (el Noble Santuario) abarca una
cantidad sorprendente de hermosas estructuras islámicas, notablemente la mezquita de

61
La tapa del panfleto dice: “Tarjamat al-kurras al-mad’u muhamat ‘an huquq Terra Sancta fil-maghara
al-mad’uwa magharat al-halib al-ka’ina bil-qurb min Baytlahm. Mu’alafa wa muqaddama ila hukumat
al-Quds al-Sharif min al-ab Remigio Busayli, katib Terra Sancta, haziran sanat 1865. Tubi’a bi-Urshalim
fi Dayr al-Ruhban al-Fransiscan”. El panfleto, que defiende los derechos de la orden de los Franciscanos
Terra Sancta a una cueva localizada en Bethlehem, está dirigida a las autoridades otomanas.
62
El libro es Shehadi y Incola Khuri, Khulasat tarikh kanisat urshalim al-urthoduksiyya [A summary
history of the orthodox church of Jeruslaem] (Jerusalem: Matba’at Bayt al-Maqdis, 1925).
63
El editorial titulado “Jerusalem” en The Times del 11 de diciembre de 1917, el día que el General
Allenby entró a Jerusalén, comienza estableciendo que “The deliverance of Jerusalem….must remain for
all time a most memorable event in the history of the Christendom” [La liberación de Jerusalén….debe
permanecer para siempre como el más memorable acontecimiento en la historia de la cristiandad];
describe la guerra misma como “a crusade for human liberties” [una cruzada por las libertades humanas];
establece que “the yoke of the Turk is broken for ever” [el yugo de los turcos se rompe para siempre] y
discute ampliamente la historia de las Cruzadas indicando que una conciencia de las rivalidades religiosas
aún permanece viva. Ver Ronald Storrs, Orientations (London: Weidenfeld and Nicholson, 1945) la
autobiografía del hombre que fue el gobernador militar británico de la ciudad desde 1917 hasta 1920, para
más evidencia de su conciencia.
64
Para análisis de este fenómeno, ver Hassan Haddad y Donald Wagner, eds, All in the Name of the
Bible: Selected Essays on Israel and American Christian Fundamentalism (Brattleboro: Amana, 1986).
65
La mayoría de las más tardías tradiciones islámicas (el texto del Corán [37:100-111] no está explícito)
sitúa el sacrificio en la Meca, a pesar de que los comentaristas islámicos sobre el Corán manifiestan que
Abraham estuvo “in the fertile land of Syria and Palestine” [en la tierra fértil de Siria y Palestina] en este
tiempo, de acuerdo a los cometarios sobre este pasaje en ‘Abdullah Yusuf ‘Ali, ed. The Holy Qur’an:
Text, Translation and Commentary (Brentwood, MD: Amana, 1409/1989), p. 1149, n. 4096 [este es una
reimpresión de la traducción oficial saudí del Corán (Medina, 1405/1985)]. La única otra divergencia
entre los creyentes adherentes a las tres religiones monoteístas es que los comentaristas musulmanes del
Corán unánimemente consideran a Isma’il, el hijo mayor de Abraham, más que Isaac, de haber sido la
víctima destinada. A pesar de que los versos relevantes del Corán son ambiguos al no mencionar a Isma’il
por el nombre, la subsecuente referencia a Isaac y la clara implicancia de que la víctima destinada era el
hijo mayor de Abraham confirman la tradicional interpretación de esos versos por parte de los
comentaristas respecto de Isma’il.

40
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

al-Aqsa y la Cúpula de la Roca que han dominado y adornado este espacio por los
últimos trece siglos.66
El mismo sitio es conocido para los israelíes y otros como el Monte del Templo.
Seis siglos antes del advenimiento del Islam, era dominado por el gran Templo
construido por Herodes.67 Esta estructura, destruida por el general romano Tito, hijo del
Emperador Vespaciano, en el año 70 DC, fue construida en lo que se creía que era el
sitio de las estructuras anteriores remitiendo al Templo descripto en la Biblia que había
sido construido por Salomón. Gran parte de la muralla exterior del recinto del Templo
de Herodes sobrevive en sus recorridos inferiores en una ciclópea mampostería
finamente acabada que constituye la base de los muros oriental, sur y occidental del
recinto de Haram al-Sharif, construido en su forma actual sobre el idéntico sitio de los
Omeyas en el siglo VII.
No es necesario decir que los árabes e israelíes reconocen sólo sus propios
respectivos nombres para este sitio demostrando que, en mucho de lo que hacen, cada
lado elige ser inconsciente de la existencia del otro, o al menos pretende serlo.68 En este
sentido, cada parte de este conflicto, y cualquier otra parte reclamante, opera en una
dimensión diferente de la otra, volviendo su mirada hacia una época diferente del
pasado y viviendo un presente diferente aunque en el mismo lugar. Sin embargo, esos
dos pueblos forzosamente viven codo a codo y su conciencia de esta coexistencia
forzada es ocasionalmente ejemplificada en un modo llamativo y sangriento que va
desde lo que se llamaron los disturbios del Muro de los Lamentos de 1929 (aunque
provocado por los enfrentamientos sobre los derechos de las respectivas comunidades
para acceder al lugar, la mayor parte de la violencia tuvo lugar en otra parte) a los
disturbios de 1990 en los cuales las fuerzas de seguridad israelíes dispararon y mataron
a 18 palestinos e hirieron a más de 300 dentro del recinto de Haram al-Sharif.69
El conflicto sobre este sitio y sobre su nombre se prolonga aún más a niveles de
detalle mayor. Así como hemos visto, la sección más austral de la muralla occidental de
Haram al-Sharif incluye, en sus recorridos inferiores, parte del recinto externo del
complejo del Templo construido por Herodes. Conocido como “El Muro de los
lamentos” o la muralla occidental, ha-Kotel ha-Ma’ravi en hebreo, este sitio ha sido la

66
La mezquita fue construida primero en algún tiempo entre el 636 y el 670 y la cúpula fue erigida en el
692 por el califa omeya ‘Abd al-Malik. Ver Rashid Khalidi, “The Future of Arab Jerusalem”, British
Journal of Middle East Studies, 19, no. 2 (Fall 1992). 133-143, para más detalles sobre los problemas
relacionados a las áreas alrededor de Haram al-Sharif.
67
Herodes, quien fue impuesto en Judea, por parte de los Romanos, como gobernador después de la
extinción de la dinastía Asmonea fue, “un judío por religión” pero no por origen. Su padre era judío, pero
su madre era una princesa nabatea proveniente de lo que hoy es Jordania. Culturalmente, Herodes era
completamente romano. Las palabras son de los arqueólogos israelíes Meir Ben Dov, In the Shadow of
the Temple: The Discovery of Ancient Jerusalem (Jerusalem: Meter, 1985), p.62.
68
Esto es verdad aún en un bien informado trabajo como el de Ben-Dov, In the Shadow . En él dedica 380
páginas a un estudio de las excavaciones alrededor del extremo sur de Haram al-Sharif, incluyendo sus
propios descubrimientos de una serie de masivas y hasta ahora desconocidas edificaciones omeyas del
siglo VII u VIII de gran significancia, sin mencionar una vez el término Haram al-Sharif, el nombre
usado por los musulmanes por trece siglos para lo que él llama el Monte del Templo.
69
El pretexto invocado más tarde para los disparos fue que palestinos dentro del Haram tiraban piedras a
los adoradores judíos en la pared inferior del Muro de los Lamentos, un alegato que más tarde
investigaciones periodísticas cuidadosas revelaron que era falso. Es imposible ver la plaza desde el
Haram, dada la alta arcada que rodea a ésta última y de que los palestinos de hecho estaban tirando
piedras a las fuerzas de seguridad israelíes que les disparaban desde lo alto del muro occidental del
Haram y los techos adyacentes. Se ha establecido que la mayoría de los adoradores judíos se habían ido
antes de las piedras lanzadas a los soldados y se dirigieron a la arcada e ingresaron a la plaza. Ver
Michael Emery, “New Videotapes Reveal Israelí Cover-up”, The Village Voice, 13 de noviembre de
1990, pp. 25-29 y el reportaje de Mike Wallace en 60 Minutes del 2 de diciembre de 1990. Para un
detallado reporte basado en testimonios de testigos oculares, ver Raja Shehadeh, The Sealed Room
(London: Quartet, 1992), pp. 24-29.

41
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

escena de culto público judío desde el siglo XVI o XVII cuando antes de este tiempo tal
culto tomaba lugar en el Monte de los Olivos con vista a las paredes occidentales de
Haram.70 Precisamente la misma sección de esta pared occidental es consideraba por los
musulmanes como el sitio donde el Profeta Muhammad ató su corcel alado al-Buraq en
el viaje de noche “desde el Masjid al-Haram [en la Meca] hacia el Masjid al-Aqsa [en
Jerusalén]” descripto en el Corán (17:1). Como tal, el lugar ha sido ampliamente
venerado por los musulmanes.71
En consecuencia, la misma pared está entre el más sagrado de los sitios para las
dos religiones y es considerado naturalmente por cada una como de su exclusiva
propiedad. Inmediatamente dentro de la pared de Haram, cerca del puente de Bab al-
Maghariba, se encuentra una pequeña mezquita llamada Jami’ al-Buraq,
conmemorando el lugar donde al-Buraq fue supuestamente atado.72 El área completa al
oeste del muro, hasta 1967 un barrio residencial llamado Haret al-Maghariba o el
barrio marroquí, fue establecida como un waqf musulmán, o una dotación piadosa
inalienable, en 1193 por al-Malik al-Afdal, el hijo de Ayyubid Sultan Salah Din
(Saladino), quien recuperó la ciudad de manos de los cruzados. Unos días después de la
ocupación israelí de Jerusalén este en 1967, el barrio marroquí completo, incluyendo los
cuatro sitios religiosos que abarcaba, fue demolido y sus aproximadamente 1.000
residentes desalojados con el objetivo de crear la gran plaza abierta que existe ahora al
oeste del muro.73 Además de su frecuente uso para observancias religiosas judías, esta
plaza se ha convertido desde 1967 en el sitio de reunión de las masas nacionales y

70
Para detalles, ver R. Khalidi, “The Future”. Moshe Gil escribe en A History of Palestine 640-1099
(Cambridge: Cambridge University Press, 1992), pp. 646-650, de una sinagoga judía durante el temprano
período musulmán que él ubica en la vecindad de la muralla occidental, pero su localización de esta
ubicación parece singularmente vaga. El manifiesta (p.646) que en las fuentes judías de ese período
“nosotros encontramos que la muralla occidental no se menciona casi nada” mientras que con respecto a
Bab al-Rahme (frecuentemente conocida como Bawabat al-Rahme, o Puentes de la Misericordia) sobre el
lado oriental del Haram, nota (p.643) que “los judíos de este período….solían visitar el puente y rezar a lo
largo de él y escribió sobre eso mencionando su nombre (en singular o en plural) en cartas”.
71
Gil, en A History una versión revisada de su trabajo en lengua hebrea, Eretz Israel during the First
Muslim Period (un título más apto que el del inglés, enfoca el libro sobre la historia de la comunidad
judía en Palestina) pp. 90 y subs., manifiesta que la veneración musulmana por Jerusalén comenzó
décadas después de que tomaran la ciudad, pero falla en dar cuenta de las múltiples indicaciones de su
santidad para los primeros musulmanes. Estas incluyen la atención supuestamente prestada a Jerusalén y
al Haram por el califa ‘Umar, el cual Gil mismo describe; el edificio de una gran mezquita sobre el sitio
de la actual mezquita Al-Aqsa tradicionalmente adscripta a ‘Umar pero históricamente datable al menos
tan lejana como el 670 cuando una gran estructura de madera fue descripta en un relato de un peregrino
cristiano, el obispo Arculf; la santidad ligada a Jerusalén por el profeta Muhammad en lo que la convierte
en la primera dirección de la plegaria antes de que la Meca fuera finalmente elegida; y la referencia a al-
Masjid al-Aqsa (“la mezquita más lejana”) en el Corán. Gil argumenta que las tradiciones relativas a este
verso a Jerusalén son antiguas, implorando la cuestión de cómo los primeros musulmanes entendieron
este verso, si no es que se refieren a Jerusalén.
72
Ben Dov reclama (In the Shadow, p. 286) que la devoción musulmana a estos sitios data hacia atrás
solo al siglo XIX y fue una respuesta al creciente interés judío en las inmediaciones del Muro de los
Lamentos. Se refiere al trabajo sobre el siglo XV y XVI del historiador ‘Abd al-Rahman b. Muhammad
al-‘Ulayni, conocido como Mujir al-Din, para mostrar que los musulmanes conectaron primeramente al-
Buraq con Bab al-Rahme sobre el lado oriental del Haram. Mujir al-Din (d. 1521) sugiere esto en al-Uns
al-jalil bi-tarikh al-Quds wal-Khalil [The glorious history of Jerusalem and Hebron], 2 vols. (Amman:
Maktabat al-Muhtasib, 1973), 2:28. Pero una fuente mucho más antigua, Ba’ith al-nufus ila ziyarat al-
Quds al-mahrus [Inspiration to souls to visit protected Jerusalem] (Khalidi Library MS), por Ibrahim b.
Isaac al-Ansari, conocido como Ibn Furkah (d. 1328), manifiesta (p. 26) que al-Buraq fue atado fuera de
Bab al-Nabi, un antiguo nombre para un puente que tanto Gil mismo (A History, p.645) y Mujir al-Din
(al-Uns al-jalil, 2:31), identifican con el mismo sitio a lo largo del muro sudoeste del Haram ¡ venerado
por los musulmanes hoy ¡. Esta disputa sobre el lugar de atadura de un caballo alado apócrifo, muestra, de
otra manera, que los estudiosos sobrios corren el riesgo de dejarse llevar en cuanto lo que se refiere a las
demandas religiosas sobre Jerusalén.
73
Ver R. Khalidi, “The Future” para mas detalles sobre la destrucción de Haret al-Maghariba.

42
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

patrióticas israelíes, tales como la ceremonia de luces de antorchas celebrando la


graduación de entrenamiento para reclutas de las unidades de elite del ejército y
demostraciones políticas por parte de los partidos de derecha.
Así, este sitio disputado muestra elementos de varias narrativas conflictivas
(yendo hacia atrás hasta aquellas relacionadas con el patriarca Abraham, venerado por
los seguidores de las tres religiones monoteístas) que está detrás de la compleja
identidad de los palestinos, los israelíes y muchos otros. Este conflicto es ilustrado por
las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por muchos años después de 1967
inmediatamente al sur de Haram al-Sharif sobre un sitio inmediatamente lindante con la
Mezquita de al-Aqsa y la pared occidental/plaza al-Buraq. De acuerdo a Meir Ben Dov,
el director de campo israelí de la excavación, este sitio “contiene los restos de
veinticinco estratos de doce períodos distintos”74 Cada estrato es parte de la identidad
del pueblo palestino tal como han llegado a entenderlo en el último siglo
comprendiendo el bíblico, el romano, el bizantino, el omeya, el fatimí, el cruzado, el
ayubí, el mameluco y los períodos otomanos.75 Al mismo tiempo, muchos estratos
tienen una importancia especial para otros que venera Jerusalén (el estrato bizantino y
cruzado de los cristianos occidentales, por ejemplo o el estrato conteniendo los pasos
del sur del templo herodiano- donde Jesús encontró a los cambistas- para cristianos y
judíos por igual), y que no son tratados de la misma manera por todos los medios.76
Lo más importante, aunque Jerusalén es central para los palestinos y su propia
imagen, también es central para la propia imagen de sus adversarios israelíes. Para
ambos, hoy es importante como un espacio e históricamente, con el tiempo, como un
ancla para la identidad moderna.77 A pesar de todo, los israelíes controlan Jerusalén y
son capaces de expropiar, excavar, calificar y describir las antigüedades allí como a
ellos les plazca. Así, ellos pueden poner el sello de autoridad sobre narrativas que dan
un extraordinario peso a los estratos seleccionados, manipulado exitosamente de este
modo, tanto los aspectos espaciales como temporales de la identidad en la búsqueda de
una clara agenda política nacionalista. Su éxito puede ser visto a partir de las mareas de
turistas extranjeros que sofocan los estrechos callejones de la Ciudad Vieja durante gran

74
Ben-Dov, In the Shadow, p- 378.
75
Dos perspectivas contrastantes pero complementarias sobre el rol de la historia y la arqueología en la
construcción de la identidad palestina pueden encontrarse en Meir Litvak, “A Palestinian Past: National
Construction and Reconstruction”, History and Memory: Studies in the Representation of the Past, 6, no.
2 (Fall/Winter 1994): 24-56; y Albert Glock, “Cultural Bias in the Archaeology of Palestine”, Journal of
Palestine Studies 24, no. 2 (Winter 1995): 48-59.
76
Para detalles sobre como son tratados y el “privilegio” de algunas antigüedades cristianas y
musulmanas desenterrados en este y en otros sitios en la Antigua Ciudad de Jerusalén, ver Abu El Hajj,
“Excavating the Land”, cap. 3. Otra perspectiva sobre la significatividad de Jerusalén se puede encontrar
en Jerome Murphy-O’Connor, The Holy Land: An Archaeological Guide from Earliest Times to 1700,
2da. ed. (Oxford: Oxford University Press, 1986), un trabajo de erudición que ocasionalmente traiciona
las preferencias del autor por las antigüedades bíblicas sobre aquellas de las eras sucesivas. Fr. Murphy-
O’Connor a veces va más allá de una mera expresión de preferencias como en el caso de su ocasional
comentario despectivo sobre las estructuras asociadas con las iglesias orientales, tales como piezas del
Santo Sepulcro (e.g., p. 49, donde describe el monumento sobre la tumba de Jesús como un “horrible
kiosco”) o su descripción de Nablus: “the town has nothing to offer visitors, and the uncertain temper of
the populace counsels speedy transit” [la ciudad no tiene nada que ofrecer a sus visitantes y el
temperamento incierto de la población aconseja un tránsito rápido] (p. 309). Además de menospreciar a
los inocentes habitantes de Nablus, este juicio ignora antigüedades del final de la era de los Mamelucos
(siglos XV y XVI) como Qasr Touqan, un extenso palacio-fortaleza en el corazón de la vieja qasaba que
fue dinamitado y parcialmente destruido por los militares israelíes en represalia por el asesinato de un
soldado en 1989.
77
Smith, “The Origins”, pp. 357-358, es particularmente esclarecedor sobre “los usos de la historia” por
“los intelectuales-educadores nacionalistas” para “dirigir el destino de la comunidad al decirnos quien
somos, de dónde venimos y porque somos únicos”.

43
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

parte del año, la mayoría de ellos en grupos conducidos por guías turísticos israelíes que
propagan una versión específica de la historia de la ciudad.
Es interesante especular sobre cómo se vería una versión palestina (ya hay
algunas pistas para esto) y aún más interesante contemplar la posibilidad de una
narrativa multidimensional que reprodujera todas las ambigüedades de Jerusalén y la
superposición de tradiciones que representa, en lugar de la reducción de la complejidad
de la historia de la ciudad a una estrecha dimensión individual.

III

Uno de los argumentos centrales de este capítulo es que muchos sentidos de identidad
superpuestos han estado operando de una manera en que los palestinos han llegado a
definirse ellos mismos como un pueblo, sentidos que no han sido necesariamente
contradictorios para los palestinos mismos pero que pueden ser malentendidos o
malinterpretados por otros. Como la identidad palestina ha evolucionado a lo largo del
tiempo, sus elementos han variado, algunos eventualmente desapareciendo y otros
emergido nuevamente. Lo que sigue es una discusión de este proceso y de la forma en
las cuales, tanto traumas colectivos como grandes obstáculos, han jugado un rol en la
formación y expresión de una identidad palestina separada, incluso a pesar de que los
problemas internos de la sociedad palestina han ayudado a evitar (por lo menos hasta el
momento) la realización del “proyecto nacional” palestino.
Es característico, tanto del tiempo como del lugar, que los intelectuales,
escritores y políticos que fueron instrumentales en la evolución de las primeras formas
de la identidad palestina al final del último siglo y a comienzos de este siglo, figuras que
serán discutidas más ampliamente en los capítulos que siguen (entre ellas Sa’id al-
Husayni, Ruhi al-Khalidi, Najib Nassar, ‘Isa al-‘Isa, Muhammad Hassan al-Budayri,
‘Arif al-‘Arif, Khalil al-Sakakini y Musa al-‘Alami), se identificaron con el Imperio
otomano, su religión, el arabismo, su patria Palestina, su ciudad región y sus familias,
sin sentir ninguna contradicción o sentido de conflicto de lealtades.78
Para finales de 1920s y 1930s, había cambiado mucho la forma en la cual tales
individuos u otros como ellos relacionados a ese foco de identidad. El Imperio otomano
había desaparecido, la importancia de la religión en la vida pública algo había
declinado, el nacionalismo árabe y su asociación con Siria había sufrido derrotas a
manos de Francia (cuyas tropas condujeron un gobierno nacionalista árabe en Damasco
en 1920) y Gran Bretaña había recibido un mandato para Palestina dentro de fronteras
fijas donde derechos nacionales habían sido prometidos para la minoría judía pero sin
mencionar a la mayoría árabe. Todos esos cambios intensificaron y transformaron la
preexistente identificación con Palestina de tal pueblo, sus contemporáneos y la
generación que le siguió en la política, la educación y el periodismo, a pesar de que
ellos aún continuaban identificándose con la religión, el arabismo y sus localidades y
familias.
El proceso de identificación con nuevas entidades (estados-nación o estados-
nación en estado embrionario en la mayoría de los casos) no fue particularmente inusual

78
Sa’id al-Husayni y Ruhi al-Khalidi fueron diputados por Jerusalén en el Parlamento otomano elegido
en 1908 y expusieron ahí las preocupaciones palestinas y árabes mientras mantuvieron su lealtad al
Estado otomano; Najib Nassar e ‘Isa al-‘Isa fueron los editores periodísticos más prominentes de este
período cuyos periódicos, al-Karmil y Filastin fueron instrumentales en la temprana formación de la
conciencia nacional palestina y en la inspiración de la oposición al sionismo; Muhammad Hassan al-
Budayri y ‘Arif al-‘Arif fueron los editores de un periódico llamado Suriyya al-Janubiyya [Sourthern
Syria], una revista pan-árabe de la era posterior a la primera guerra mundial y el principal órgano
nacionalista antes de su supresión por parte de los británicos en 1920; Musa al-‘Alami fue un prominente
abogado, educador y figura política, cuya autobiografía, Palestine is my Country: The Story of Musa al-
Alami (London: Murray, 1969), muestra como él consideraba a esas diferentes fuentes de identidad.

44
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

para ese tiempo y lugar. La principal diferencia es que, a diferencia de los egipcios,
iraquíes, sirios o libaneses, quienes desarrollaron una lealtad a alguna forma de estado-
nación aproximadamente en el mismo período (aunque en diferentes formas en todos
los casos y con una marcada diferencia de entendimientos sobre lo que era un estado-
nación y como éste se relacionaba con la nación),79 los palestinos tuvieron no solo que
forjar e imponer su identidad y existencia política independiente en oposición a un
poder colonial europeo, sino también competir contra el creciente y poderoso
movimiento sionista el cual estaba motivado por un fuerte, altamente desarrollado y
enfocado sentido de la identificación nacional y que desafió el derecho nacional de los
palestinos en su propia patria y en realidad la existencia misma de los palestinos como
una entidad.
A pesar de que el desafío sionista definitivamente ayudó a conformar la
específica forma que tomó la identificación nacional palestina, es un grave error sugerir
que la identidad palestina surgió principalmente como una respuesta al sionismo.80 Por
más importante que el sionismo fuera en la formación de la identidad palestina (como el
principal “otro” enfrentado por los palestinos para la mayor parte de este siglo), el
argumento de que el sionismo fue el principal factor que provocó el surgimiento de la
identidad palestina ignora un hecho clave: un proceso universal fue desplegado en
Medio Oriente durante este período involucrando una creciente identificación con los
nuevos Estados creados por las particiones de la post-primera guerra mundial. En todos
los casos, esto estaba basado sobre el desarrollo de lealtades preexistentes y la
implantación de otras nuevas al igual que con los palestinos. En todos los casos, esas
nuevas identidades pueden ser mostradas como habiendo sido contingentes,
coyunturales y dependientes de las circunstancias más que lo esencial o primordial. Sin
embargo, como parte de este proceso universal, libaneses, sirios, egipcios, iraquíes y
jordanos pudieron todos desarrollar sus respectivos nacionalismos de estado-nación
durante el mismo período sin el dudoso beneficio de un desafío sionista.81
La existencia de sentidos de identidad superpuestos (incluyendo lealtades
transnacionales, religiosas, locales, familiares y de estado-nación) es de esperar en estas
entidades políticas como esos Estados árabes donde las nuevas narrativas nacionales se
han desarrollado en el contexto de la existencia de muchas lealtades separadas. En
algunos casos, los paladines de las diferentes narrativas de la nación han entrado en
conflicto, lo que resultó en la ausencia de aún un mínimo consenso sobre la identidad
nacional como fue largamente el caso del Líbano.82 Sin embargo, más a menudo, tal
79
Sobre la forma en que este proceso se desarrolló en esos países, ver, inter allia, Israel Gershoni y James
Jankowski, Egypt, Islam and the Arabs: The Search for Egyptian Nationhood, 1900-1930 (New York:
Oxford University Press, 1986) y Redefining the Egyptian Nation, 1930-1945 (Cambridge: Cambridge
University Press, 1995); Hanna Batata, The Old Social Classes and the Revolutionary Movements of Iraq
(Princeton: Princeton University Press, 1978); Philip Khoury, Syria and the French Mandate: The
Politics of Arab Nationalism, 1920-1945 (Princeton: Princeton University Press, 1987); y Kamal Salibi, A
House of Many Mansions: The History of Lebanon Reconsidered (Berkeley: University of California
Press, 1988).
80
Un extremo, aunque típico, ejemplo de esta visión puede ser encontrada en M. Curtis, J. Neyer, C.
Waxman y A. Pollack, eds. The Palestinians: People, History, Politics (New Brunswick: Transaction,
1975), p. 4: “Palestinian Arab nationalism, stimulated by and reacting to the Jewish national liberation
movement of Zionism, is even more recent. …Its chief impetus has come from opposition to Jewish
settlement and to the State of Israel” [El nacionalismo palestino árabe, estimulado por y reaccionario al
movimiento de liberación nacional judío del sionismo, es aún más reciente….Su principal impulso
provino de la oposición a las colonias judías y al Estado de Israel].
81
Para más sobre los estímulos al nacionalismo palestino más allá del sionismo, en particular la
desilusión de muchos líderes palestinos arabistas con la encarnación del nacionalismo árabe en el Estado
de Faysal en Siria en 1918-1920 y su reacción al incipiente nacionalismo de Estado-nación de los sirios y
otros en Damasco durante este período, ver Muslih, The Origins of Palestinian Nationalism.
82
El mejor análisis del las conflictivas narrativas nacionales libanesas es de Kamal Salibi en su A House
of Many Mansions. Esta es una las críticas más radicales existentes de los mitos nacionales de algún país

45
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

consenso eventualmente ha surgido. A pesar del fenómeno de sentidos de identidad


superpuestos que caracteriza a todos los vecinos de los palestinos, incluyendo a los
israelíes, hay una diferencia vital: esos pueblos vecinos han vivido la mayor parte del
último medio siglo bajo el principio de estados independientes cada vez más fuertes que
dieron sustancia a sus narrativas nacionales y las propagaron doméstica e
internacionalmente de una manera autorizada.
En contraste, la carencia de un Estado fuerte (en realidad, de cualquier Estado
que le pertenezca), ha tenido claramente un gran impacto sobre el sentido de identidad
nacional palestino. En otros países árabes bajo dominio colonial y semi-colonial
europeo durante el período de entre guerras, un Estado central fuerte bajo al menos un
control nominal autóctono fue aceptado como dado (y, en realidad, fue un principio
requerido de los otros Mandatos conferidos a Gran Bretaña y Francia), a pesar de que
eso también era generalmente un área de feroz cuestionamiento entre las elites locales y
entre ellas y el poder colonial. En Palestina, a lo largo del período del Mandato, sin
embargo, el poder del Estado acrecentó exclusivamente tanto a Gran Bretaña o a sus
protegidos sionistas y fue rigurosamente denegado a los palestinos. Veremos en los
últimos capítulos como, la privación del acceso al poder formal del Estado entonces y
después, ha afectado el crecimiento de la identidad palestina y lo que tomó su lugar, ya
sea en la forma de estructuras sociales tradicionales dominadas por las antiguas familias
notables o formaciones paraestatales como la OLP.
Las grandes corrientes que han recorrido Medio Oriente durante el siglo XX
como la definición de los poderes occidentales de los límites del Estado, también el
arabismo, las tendencias islámicas y el crecimiento de los nacionalismos de los Estado-
nación en los Estados árabes, afectaron el proceso de auto-definición de los palestinos,
pero también lo hicieron muchos factores más locales, entre ellos una fuerte adhesión
religiosa a Palestina entre musulmanes y cristianos,83 el impacto en el tiempo de vivir
dentro de límites administrativos de larga data,84 y las duraderas lealtades regionales y
locales. Esas lealtades involucraban la intensa adhesión de la población urbana a sus
ciudades y pueblos, de los campesinos a sus aldeas y tierras y de ambos a sus regiones
de origen.85 Mientras los estudios del nacionalismo palestino se han concentrado en su
evolución en las décadas recientes, de hecho, la mayor parte de los elementos de la

árabe y de algunos mitos nacionales árabes compartidos. Ver también el perceptivo al-Sira’ ‘ala tarikh
Lubnan, aw al-hawiyya wal-zaman fi a’mal mu’arikhina al-mu’asirin [The struggle over the history of
Lebanon: Identity and time in the work of our modern historians] (Beirut: Lebanese University Press,
1989) de Ahmad Beydoun.
83
En Palestine in Transformation, 1856-1882 (Washington, DC: Institute for Palestine Studies, 1993),
Alexander Schölch muestra convincentemente como la idea de una Tierra Santa, que fue desarrollada por
siglos entre cristianos y musulmanes, ayudó a formar el concepto moderno de Palestina como una unidad
en las mentes de sus habitantes árabes. Volveremos a este proceso en contextos muy diferentes con mayor
detalle en el capítulo 7, más adelante.
84
En 1874 los otomanos elevaron el sancak de Jerusalén o el distrito (incluyendo el área que va desde el
Jordán hasta el océano y desde una línea al norte de Jaffa y Jerusalén hasta la región sur de Beersheba,
abarcando Jerusalén, Jaffa, Gaza, Beersheba, Hebrón y Bethlehem) al estatus de una unidad
administrativa independiente reportando directamente a Estambul. Anteriormente, Palestina era
usualmente incluida como un sancak separado de Jerusalén, Nablus y Acre en el vilayet (provincia) de
Sidón o en el vilayet de Siria. Bajo los otomanos, Palestina estuvo siempre administrativamente separada
del área este del Jordán la cual era gobernada directamente desde Damasco. Los límites administrativos
de la Palestina otomana fueron finalmente fijados en la década de 1880 cuando los sancaks de Nablus y
Acre fueron anexados al nuevo vilayet de Beirut, un acuerdo que permaneció en vigor hasta 1918.
85
Beshara Doumani, Rediscovering Palestine, es un excelente estudio de la lealtad regional enfocada en
Jabal Nablus; cita un observador extranjero del siglo XIX notando que sus “habitantes…son los más
orgullosos de esto y piensan que no hay lugar en el mundo igual para esto” (p. 21). Doumani describe la
región de Jabal Nablus como un “espacio social” similar a Jabal al-Quds y Jabal al-Khalil, las regiones
centradas en Jerusalén y Hebrón respectivamente, notando como cada una difería de la otra en aspectos
significativos.

46
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

identidad palestina (particularmente los persistentes, los locales) estaban bien


desarrollados antes de los culminantes eventos de 1948, a pesar de que continuaron
superponiéndose y cambiando tanto antes como después de esa fecha. La existencia de
tales identidades locales no fue peculiar para Palestina, por supuesto, pero ahí y en otros
lugares en el mundo árabe, esas lealtades locales sirvieron como el fundamento para una
adhesión al lugar, un amor al país y un patriotismo local que fueron elementos cruciales
en la construcción del nacionalismo de Estado-nación.
En 1948, la mitad de 1,4 millones de palestinos árabes fueron desarraigados de
sus hogares y convertidos en refugiados mientras el liderazgo político y social
tradicional palestino era dispersado y desacreditado. Además, las estructuras políticas de
esta clase que habían dominado fueron pulverizadas para no ser sustituida por más de
una década y media, tiempo durante el cual allí existió un vacío de liderazgo. A pesar de
que muy pocos miembros de las familias tradicionales notables permanecieron activos
políticamente en los años que siguieron, ninguno de ellos ha jugado desde entonces un
rol de liderazgo prominente en la política palestina (Faysal al-Husayni puede resultar ser
la primera excepción a esta regla). Como un núcleo básico de sentido de identidad
nacional no estaba ya en su lugar entre los principales segmentos del pueblo palestino,
el catastrófico shock de esos eventos podría haber sido esperado para quebrar a los
palestinos como un pueblo, impulsando eventualmente a su total absorción dentro de los
países árabes vecinos. Esto en realidad fue lo que muchos de sus oponentes esperaron
que sucediera.86
Después de 1948, en realidad, los palestinos estuvieron, en cierta medida,
integrados dentro de los países árabes anfitriones ya sea social, económica o
políticamente como se podía esperar dada la superposición de identidades de los
palestinos con muchos de sus vecinos. Pero en lugar de causar su absorción dentro de
esos países, el trauma de 1948 reforzó los elementos preexistentes de identidad
manteniendo y fortaleciendo una auto-definición de los palestinos que ya estaba
presente. Los eventos compartidos de 1948 entonces acercaron más a los palestinos en
términos de su conciencia colectiva, aún si ellos estaban físicamente dispersados por
todo Medio Oriente y más allá. La catastrófica experiencia de 1948 y su impacto sobre
los diferentes segmentos del pueblo palestino todavía es un tópico de discusión entre los
palestinos de diversos medios y generaciones y últimamente una potente fuente de
creencias y valores compartidos.
Los evidentes obstáculos a la expresión de una identidad palestina separada en
términos nacionales son así dignos de ser analizados al lado de las ideologías que
compiten por la lealtad del pueblo palestino o ejercen influencia sobre ellos desde el
otomanismo y el arabismo hasta el Islam y el nacionalismo de Estado-nación de los
Estados-nación árabes vecinos. Ya sea como elementos del sentido de identidad
superpuesto de los palestinos o como un obstáculo para o en oposición a la expresión de
su identidad, todos esos “otros” contribuyeron, aunque en formas marcadamente
diferentes, a la auto-definición de los palestinos.
Los principales obstáculos para la expresión de una identidad palestina separada
incluyeron a las potencias externas que han dominado la región durante el siglo XX,
Gran Bretaña y Estados Unidos, que en diferentes momentos percibieron al
86
Esta fue la premisa del Plan Johnston por la cual las políticas norteamericanas en la década de 1950
esperó que conduciría a la asimilación de los refugiados en los países circundantes: ver Deborah J.
Gerner, “Missed Oportunities and Roads not Taken: The Eisenhower Administration and the
Palestinians”, en U.S. Policy on Palestine from Wilson to Clinton, pp. 81-112 (Normal, IL: Association of
Arab-American University Graduates, 1995). Después de una visita a la región, el Secretario de Estado
John Foster Dulles expresó, en un discurso radiofónico a la nación el 1 de junio de 1953, su convicción de
que la mayoría de los refugiados palestinos (descriptos por él como “refugiados árabes que huyeron de
Palestina cuando Israel se hizo cargo”), deberían “ser integrados a la vida de los países árabes vecinos”.
The Department of State Bulletin, 27, nro. 729 (15 de junio de 1953): p. 832.

47
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

nacionalismo palestino como una amenaza a sus intereses. Como hemos visto, la
Declaración Balfour y el Mandato de la Sociedad de las Naciones para Palestina (que
dominó la política británica en Palestina por tres décadas), explícitamente excluía los
derechos nacionales palestinos y ni siquiera mencionaba a los palestinos per se, ya sea
como palestinos, árabes o sirios. En su lugar, ellos fueron referidos exclusivamente en
términos negativos, como “las comunidades no-judías en Palestina”. Esta negación fue
un importante prerrequisito, tanto para la denegación de auto-determinación para los
palestinos como por la decisión británica de favorecer al sionismo: pues si los palestinos
no tenían una identidad determinada,87 ellos no eran dignos de auto-determinación o al
menos lo eran menos que los judíos quienes claramente tenían una identidad
determinada que ahora se planteaba en términos más nacionales que religiosos. Al
mismo tiempo que se negaba la identidad a los palestinos, ambos documentos
consagraban el establecimiento de un “hogar nacional” judío como responsabilidad
primaria británica en su dominio sobre Palestina. Excepto por un breve período seguido
de la emisión del Libro Blanco de 1939, Gran Bretaña esencialmente permaneció fiel a
este enfoque dual hasta 1947-48 cuando se confabuló con Jordania (e indirectamente
con Israel) para evitar el surgimiento de un Estado palestino tal como fue previsto en el
plan de partición de Palestina por parte de la Asamblea General de Naciones Unidad,
expresada en la resolución 181 de noviembre de 1947.88
En cuanto a Estados Unidos, a pesar de que en 1947 apoyó la partición de
Palestina y la creación de un Estado palestino junto a Israel, no hizo nada para ayudar a
que ese Estado nazca contra las maquinaciones de Jordania, Gran Bretaña e Israel, sino
que en su lugar asistió materialmente el nacimiento del Estado de Israel. Desde 1948,
Estados Unidos esencialmente ha seguido el mismo curso que Gran Bretaña apoyando a
Israel pero nunca concediendo validez a los derechos nacionales palestinos o a la auto-
determinación y estatalidad que su implementación implicaría y, en realidad,
frecuentemente haciendo esfuerzos para evitar su implementación. Esta política fue
consistente, a pesar de que las diferentes administraciones flirtearon ambiguamente
hacia una aceptación de ciertos derechos políticos palestinos mientras invariablemente
excluían el derecho más importante que es la auto-determinación nacional. Por ejemplo,
si bien los acuerdos de Camp David de 1978 incluyen la frase “los derechos legítimos
del pueblo palestino”, es claro, por el contexto, que estos son menos que los derechos
plenos de auto-determinación e independencia. Poco ha cambiado desde entonces, tanto
en el marco de las negociaciones de paz para Medio Oriente auspiciadas por Estados
Unidos que comenzaron en octubre de 1991, como en la Declaración de Principios entre
Israel y la OLP firmada en el césped de la Casa Blanca en septiembre de 1993 y el
acuerdo de auto-gobierno que resultó de ella firmado en la Casa Blanca en septiembre

87
Sobre esta cuestión, muchos lideres sionistas y funcionarios británicos acordaron en 1918 cuando
Chaim Weizmann escribió que “The present state of affairs would necessarily tend towards the creation
of an Arab Palestine, if there were an Arab people in Palestine” [El estado actual de las cosas tendería
necesariamente hacia la creación de una Palestina árabe si hubiera un pueblo árabe en Palestina], y
William Ormsby-Gore (secretario asistente del Gabinete de Guerra y más tarde secretario de Colonias)
estableció que: “…al oeste del Jordán el pueblo no era árabe sino sólo árabe hablante”. Cit. en Doreen
Warriner, comp., Palestine Papers, 1917-1922: Seeds of Conflict (London: John Murray, 1972), pp. 32-
33.
88
Los detalles están registrados en Collusion Across the Jordan [Confabulación a través de Jordania] de
Avi Shlaim (New York: Columbia University Press, 1990) y Mary Wilson, King Abdullah, Britain and
the Making of Jordan (Cambridge: Cambridge University Press, 1988). A pesar de que los británicos
modificaron en 1939 el apoyo incondicional que habían mostrado hacia el sionismo por más de dos
décadas, éste cambio en la política fue en si mismo limitado por Winston Churchill (como Primer
Ministro desde 1940 hasta 1945), tal vez el más ardiente sionista en la vida pública británica, y por el
hecho de que la hostilidad británica a las aspiraciones palestinas y el liderazgo permanecieron sin
disminuir.

48
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

de 1995. Todos esos documentos producidos bajo el patrocinio de Estados Unidos


fracasaron en proveer la auto-determinación o la estatalidad palestina.
Los obstáculos para el logro de los derechos nacionales palestinos también
incluyen al movimiento sionista, el cual, desde su implantación en Palestina al final del
último siglo, se ha opuesto fuertemente a cualquier expresión de nacionalismo palestino
independiente, los reclamos palestinos sobre el país y el ejercicio de la identidad
nacional palestina. Con pocas excepciones (Ahad Ha-Am y Judah Magnes entre los más
destacados), los primeros líderes sionistas y políticos israelíes desde la fundación del
Estado han tendido a ver su conflicto con el nacionalismo palestino como un juego de
suma cero.89 Más allá de ganar la mayoría de las primeras rondas de este juego sobre el
suelo en Palestina, ellos fueron capaces de llevar de nuevo su batalla a las “metrópolis”
internacionales de ese momento, ya sea Londres y París antes de la primera guerra
mundial o Washington y Nueva York desde entonces. Haciendo eso, ellos tuvieron
éxito en ganar el apoyo mundial para sus propias aspiraciones nacionales mientras que
al mismo tiempo deslegitimizaban las de sus oponentes palestinos ante los principales
segmentos de la opinión pública internacional.
Desde los primeros días del movimiento sionista, las figuras políticas e
intelectuales palestinas percibieron que el sionismo tenía objetivos que podrían ser
alcanzados sólo a expensas de las aspiraciones palestinas, ya sea enmarcado en términos
otomanos, musulmanes o cristianos, árabes, sirios o estrechamente palestinos y también
ellos generalmente llegaron a tener una visión de suma cera del conflicto.90 Una de esas
primeras reacciones palestinas al sionismo registradas fue una carta enviada al primer
líder del movimiento político sionista moderno, Theodor Herzl, en 1899 por parte de
Yusuf Diya’ al-Din Pasha al-Khalidi [en lo sucesivo Yusuf Diya’ al-Khalidi], ex-alcalde
de Jerusalén y diputado por la ciudad en el parlamento otomano de 1877-78. En ella, le
advertía que los palestinos resistirían las aspiraciones políticas del sionismo que
entendieron podrían ser alcanzadas sólo a sus expensas y concluía “dejar a Palestina en
paz”.91 Discutiremos esta carta más adelante en el capítulo 4.
Se puede preguntar porque, dada la temprana conciencia, los palestinos no
fueron más efectivos en su resistencia al movimiento sionista. La efectiva y exitosa
expresión de la identidad palestina (que significa el alcance de una gran medida de
existencia nacional independiente, hasta e incluyendo la soberanía) no fue obstruida
solamente por obstáculos externos, aunque estos eran poderosos y numerosos. Los
factores internos, resultantes en gran parte de la naturaleza de la estructura social de
Palestina en los siglos XIX y XX, también han contribuido al mantenimiento de los
palestinos en un estado de dependencia hasta el día de hoy.
El bosquejo general de esta estructura social fragmentada según líneas
regionales, de clases, religiones y familias, no era peculiar a la sociedad palestina: en
realidad era común a muchos otros en el mundo árabe en este período. Sin embargo,
otros países árabes generalmente tuvieron éxito en trascender esas divisiones, al menos

89
A pesar de que gran parte de los escritos pasados sobre este tema han desdibujado esta dura realidad,
investigaciones más recientes se han llevado a cabo: e.g. Anita Shapira, Land and Power: The Zionist
Recourse to Force, 1881-1948 (New York: Oxford University Press, 1992); Nur Masalha, Expulsion of
the Palestinians: The Concept of “Transfer” in Zionist Political Thought, 1882-1948 (Washington, DC:
Institute for Palestine Studies, 1992); ver también Zachary Lockman, Comrades and Enemies: Arab and
Jewish Workers in Palestine, 1906-1948 (Berkeley: University of California Press, 1996).
90
Neville Mandel, Arab Reactions to Zionism, 1882-1914 (Berkeley: University of California Press,
1986), es el mejor trabajo sobre éste período temprano. Ver también Rashid Khalidi, “The Role of the
Press in the Early Arab Reaction to Zionism”, Peuples Mediterraneéns/Mediterranean Peoples, 20 (July-
September 1982): 105-124 y el capítulo 6 más adelante.
91
El texto completo de ésta carta es citado en Adel Manna’, A’lam Filastin fi awakhir al-‘ahd al-
‘uthmani 1800-1918 [Notables of Palestine in the late Ottoman era] (Beirut: Institute for Palestine
Studies, 1994), p. 190.

49
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

en tiempos de crisis nacionales. Al mismo tiempo, la carencia de cohesión de la


sociedad palestina repetidamente obstaculizó las efectivas y unificadas respuestas a los
desafíos plantados por los formidables enemigos del nacionalismo palestino.
Es clarificador estudiar las diferencias entre los palestinos y los pueblos árabes
que en el último siglo desarrollan fronteras nacionales y estructuras estatales e
independencia asegurada de los mismos poderes occidentales que negaron esas cosas a
los palestinos. Tanto Egipto como Túnez mostraron un alto grado de cohesión a pesar
de las profundas divisiones sociales y pudieron negociar la difícil transición desde la
ocupación extranjera a la independencia con una limitada inestabilidad, disensión o
represión doméstica. En Siria e Iraq, el pasaje fue tormentoso, con una conciencia
nacional más difícil de construir y menos tolerancia mutua y pluralismo en la vida
política que en Egipto o Túnez. El resultado fue que, antes y después de la
independencia en Siria e Iraq, tensiones sectarias internas, sociales y políticas
repetidamente explotaron en sangrientas luchas domésticas dejando a ambos países con
Estados represivos y autoritarios como el precio de la transición.92
En el caso palestino, por lo que hemos observado, lo que tenía que ser logrado
era mucho más difícil que en otros países árabes donde la oposición de Gran Bretaña y
el movimientos sionista tuvo que ser tomada en cuenta. Pero desde 1918 hasta 1948, los
palestinos también demostraron menos habilidad para trascender rivalidades locales,
familiares y políticas y para unificar sus esfuerzos contra sus enemigos comunes de lo
que lo hicieron los egipcios, tunecinos, sirios iraquíes y aún los religiosamente
divididos libaneses. En todos esos casos, los respectivos movimientos nacionales
pudieron mostrar una mayor cohesión y solidaridad en los momentos críticos en la lucha
contra el poder colonial que lo que lo hicieron los palestinos: Egipto en 1919 y 1936,
Túnez a mediados de los 1950s, Siria en 1925-26 y 1936, Iraq en 1941 y 1946-48 y
Líbano en 1943. A veces, el resultado no fue una victoria inequívoca pero, en todos los
casos, el resultado último fue la independencia.
Ciertamente, la carencia de acceso a estructuras estatales después de 1918 (o en
realidad a cualquier nivel significativo de gobierno: los altos cargos en la administración
del Mandato fueron reservado para los británicos93) obstaculizó a los palestinos en
comparación con sus vecinos árabes. La mayoría de los otros países árabes, o bien
tuvieron un Estado preexistente con un grado de independencia, como Egipto o Túnez
que tuvieron regímenes hereditario y autónomos bajo los otomanos antes de la
ocupación europea de 1880s y la retuvieron después de todo, o bien las potencias
europeas estuvieron obligadas por los términos de los Mandatos de la Sociedad de
Naciones a crear esas estructuras estatales y eventualmente a entregarles el poder. Ya
hemos visto que no fue el caso con respecto al Mandato para Palestina. Sin embargo, en
Palestina los sionistas construyeron sus propias y exclusivas estructuras para-estatales
bien sostenidas con la bendición de la autoridad mandataria y en acuerdo con los
términos del Mandato, aún mientras se beneficiaban excesivamente de las estructuras
administrativas de creación británica del gobierno de Palestina.

92
Irak estuvo mucho más afectado por estos problemas que Siria, en parte porque las tres provincias
otomanas, Basora, Bagdad y Mosul, a partir de las cuales los británicos habían creado Irak, tenían poco en
común una con otra y su población estaba profundamente dividida sobre bases sectarias, étnicas y otras
(entre sunníes y chiíes, árabes y kurdos, urbanos y rurales, poblaciones asentadas y tribales). Ver Batatu,
Old Social Classes. Siria sufrió de alguno de estos problemas pero era una sociedad más homogénea que
Irak con una gran población asentada y urbana, una clara mayoría sunní, menos que Irak, menos
diversidad entre sus regiones y sólo dos provincias otomanas, Damasco y Alepo, para ser subsumidas
bajo la estructura de un solo Estado.
93
Para el mejor relato de cómo el Mandato sistemáticamente excluyó a los palestinos de las principales
posiciones de responsabilidad, ver Bernard Wasserstein, The British in Palestine: The Mandatory
Government and the Arab-Jewish Conflict, 1917-1929, 2da. ed. (Oxford: Blackwell, 1991), pp. 166-195.

50
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Pero además de esas especiales desventajas que afectaban a los palestinos,


también se podría argumentar que Palestina y, especialmente los ejes montañosos
centrales Nablus-Jerusalén-Hebrón, de donde vinieron la mayoría de los líderes
políticos, era simplemente menos desarrollada económicamente y por lo tanto había
evolucionado menos social y políticamente de lo que lo habían hecho las áreas urbanas
de Egipto, Siria, Iraq y Líbano durante este período.94 Sin embargo, incluso en los
vecinos Líbano y Siria que eran los más parecidos a Palestina, el liderazgo político
tendió a venir no de las poblaciones de las relativamente pobladas áreas de colina sino,
más bien, de las clases medias y altas de las más grandes y más desarrolladas social,
económica y políticamente ciudades de la costa y de las llanuras interiores: Beirut,
Alepo y Damasco. En 1942, esas ciudades tenían poblaciones de 233.000, 257.000 y
261.000 habitantes respectivamente, mientras que las tres ciudades más grandes en
Palestina con poblaciones árabes (Jerusalén, Haifa y Jaffa), tenían poblaciones de
143.000, 116.000 y 89.000 habitantes con sólo alrededor de 180.000 de la población
total de las tres ciudades de 348.000 que eran árabes.95
En Palestina, a modo de contraste, mientras en la primera parte del siglo XX,
Jaffa y Haifa eran las ciudades de crecimiento más rápido y eran el foco comercial y
económico del país como también centros de la vida intelectual y cultural y de la
actividad periodística (y para 1948 tenían las más grandes poblaciones árabes de
cualquier ciudades en el país, más grande incluso que Jerusalén), Jerusalén, Nablus y
otras ciudades y poblaciones de las colinas tendieron a dominar la vida política. La
implicancia es que la política palestina tendió a estar más influenciada por esas áreas
montañosas donde las perspectivas religiosas, de clanes, familiares y locales eran más
predominantes, más que en las ciudades costeras donde las asociaciones de la clase
trabajadora, grupos religiosos radicales urbanos, objetivos comerciales y económicos y
organizaciones intelectuales y sociales eran más activas.96
Ciertamente, la organización de partidos políticos, la movilización política
sostenida de las masas, una prensa política independiente vigorosa y muchos otros
principios de la política “moderna” que habían florecido rápidamente en ese tiempo en
otros países árabes, estaban relativamente subdesarrollados en Palestina cuando se
planteó el test crucial de las revuelta de 1936-39.97 Los palestinos mostraron una gran
solidaridad en las fases iniciales de esta revuelta que fue iniciada y sostenida por las
bases más que por el liderazgo político tradicional. También es verdad de las fuertes
lealtades religiosas, familiares y locales que caracterizaron a ésta sociedad fueron
94
La táctica británica de refuerzo y manipulación de las estructuras sociales tradicionales en las áreas
rurales como un sostén de su gobierno es examinada por Ylana Miller, Government and Society in Rural
Palestine 1920-1948 (Austin: University of Texas Press, 1985). Esta política fue continuada por Jordania
en La Ribera Occidental desde 1948 hasta 1967 y por Israel en las áreas árabes incorporadas a Israel
después de 1948 y en la La Ribera Occidental ocupada después de 1967. Para un análisis que subraye la
dicotomía entre la llanura costera y las áreas altas, ver Baruch Kimmerling y Joel Migdal, Palestinians:
The Making of a People (New York: Free Press, 1993). Para una más sofisticada aproximación que
muestre la relación entre ellos en un período anterior, ver Doumani, Rediscovering Palestine.
95
La población estimada viene de Alfred Bonné, ed. Statistical Handbook of Middle Eastern Countries,
2da. ed. (Jerusalem: Economic Research Institute of the Jewish Agency for Palestine [Instituto de
investigaciones económicas de la agencia judía para Palestina], 1945), pp. 3-4.
96
Para más sobre las ciudades costeras, ver May Seikaly, Haifa: Transformation of an Arab Palestinian
Society, 1918-1939 (London: I.B. Tauris, 1995) y Lockman, Comrades and Enemies, como también
Kimmerling y Migdal, Palestinians.
97
A pesar de que la prensa era extremadamente activa y de que existían numerosos partidos políticos en
Palestina en la década de 1930, la mayoría de esos partidos eran esencialmente vehículos para los
intereses particulares de familias o individuos, como lo eran algunos de los periódicos. Hizb al-Istiqlal al-
‘Arabi, fundado por ‘Auni ‘Abd al-Hadi, fue probablemente el ejemplo más desarrollado de un partido
político en Palestina. Este es el tema de una disertación en curso del Departamento de Lenguas y
Civilizaciones del Cercano Oriente de la Universidad de Chicago por parte de L. Don Matthews, titulado
“The Arab Istiqlal Party in Palestine”, 1925-1934.”

51
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

inicialmente un gran capital durante la revuelta.98 No obstante, al final, la carencia de


una organización y amplias estructuras nacionales como también las divisiones urbana-
rural, de clases y familiares que acosaban a la sociedad palestina, reemergieron
astillando el frente interno aun cuando los británicos montaron una feroz campaña de
represión a fines de 1938. El resultado fue un revés militar y político aplastante para los
palestinos. Este revés tal vez era inevitable toda vez que era difícil imaginar al Imperio
británico aceptando la derrota en manos de los palestinos, no obstante su sofisticado
liderazgo y organización en este momento crucial justo antes de la segunda guerra
mundial y en un área que los británicos consideraban de una importancia estratégica
vital para ellos. La probable inevitabilidad de este revés lo hizo no menos devastador.
La decisiva derrota en 1936-39 había debilitado fatalmente a los palestinos para
el momento de su desesperada lucha final post-segunda guerra mundial con el
movimiento sionista para retener el control de alguna parte de lo que ellos
apasionadamente creían era su país. En consecuencia, cuando las fuerzas
expedicionarias de cuatro ejércitos árabes entraron a Palestina el 15 de mayo de 1948,
los palestinos ya habían sido militarmente abrumados por las fuerzas de la Haganah, el
Palmach y el Irgun en una serie de rutas de barrido que terminaron con la pérdida de
Jaffa, Haifa, Acre, Tiberias y muchas otras ciudades, poblaciones, pueblos y rutas
estratégicas de comunicaciones. La derrota creó un vacío político y militar que el
naciente Estado israelí llenó rápidamente junto con los ejércitos de varios Estados
árabes que pasaron a perder gran parte del resto de Palestina en manos de los victoriosos
israelíes.
No fue hasta mediado de 1960s que el renacimiento del nacionalismo palestino
pondría de nuevo a los palestinos en el mapa político de Medio Oriente. Para ese
momento, un nuevo liderazgo de clase media había emergido a la cabeza de las
estructuras políticas efectivamente organizadas como Fatah y el Movimiento de
Nacionalistas Árabes, eclipsando a los líderes tradicionales que habían fracasado
durante el período del mandato.99 El legado que aquellos líderes dejaron a sus sucesores
incluía la pesada carga de las repetidas derrotas políticas que culminaron en el desastre
de 1948 y la completa frustración de las aspiraciones palestinas para la independencia y
la soberanía.
Sin embargo, esta secuencia de reveses, lejos de debilitarlo, pareció haber
reforzado el sentido de la identidad palestina que había surgido en las décadas anteriores
fuera de los dispares lazos de adhesiones religiosas y locales a Palestina, compromisos
con el arabismo y resistencia a lo que los palestinos percibían que era una progresiva
invasión del movimiento sionista sobre su patria. Los palestinos se mantuvieron firmes
a este fuerte sentido de la identidad después de 1948, tanto en quienes se convirtieron en
refugiados como aquellos que permanecieron en sus hogares dentro de Palestina.
Incluso mientras que eso continuó evolucionando y cambiando, este sentido de la
identidad siguió siendo la base sobre la que tuvieron que construir los grupos
nacionalistas palestinos que emergieron después de 1948.

IV

98
Ted Swedenberg, “The Role of the Palestinian Peasantry in the Great Revolt (1936-1939) en E. Burke
III e I. Lapidus, eds. Islam, Politics and Social Movements ,pp. 169-203 (Berkeley: University of
California Press, 1988). Su libro, Memories of Revolt: The 1936-1939 Rebellion and the Palestinian
National Past (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1955) es tal vez el mejor estudio de la
revuelta.
99
Con el restablecimiento del movimiento nacional palestino en La Ribera Occidental y la Franja de Gaza
después de los acuerdos entre la OLP e Israel, lo que queda por determinar es en que grado el desarrollo
de instituciones y estructuras efectivas modernas que trasciendan esas divisiones localistas hará posible
superar la persistencia de las rivalidades personales, familiares, regionales y sectarias.

52
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Dados estos antecedentes, ¿cómo ha cambiado con el tiempo la forma en que los
palestinos definen su identidad? Mientras es difícil citar precisamente cuando un sentido
distinto de identidad palestina surgió primero, hay poca duda de que emergió
desigualmente (en diferentes formas entre grupos diferentes y en áreas diferentes) y que
siempre coexistió con otras formas de identidad como la religión o la familia. Las raíces
importantes de esta identidad van atrás antes del desarrollo de la conciencia nacional
moderna. Pero hay considerable evidencia de que gran parte de la población de
Palestina llegó, en términos de Benedict Anderson, a “imaginarse” a sí mismos como
una comunidad política con límites claros y derechos de soberanía al principio del siglo
XX.100 Esta sección recapitula algunas de las etapas en este proceso concluyendo con
una advertencia sobre los peligros que amenazan a aquellos que estudian el tema.
El incipiente sentido de comunidad-como-nación puede ser visto en un artículo
de Najib ‘Azuri, un antiguo funcionario otomano en Palestina, en el periódico Thamarat
al-Funun el 23 de septiembre de 1908. ‘Azuri sugirió que el recientemente restaurado
parlamento otomano expanda el existente sankaq de Jerusalén hacia el norte para incluir
las regiones del norte de Palestina que en ese momento eran parte del vilayet de Beirut,
subrayando que “el progreso de la tierra de Palestina depende de esto”.101 La idea de
una unidad política claramente definida llamada “la tierra de Palestina”, con fronteras
que se aproximan a aquellas que más tarde fueron concedidas al país bajo el Mandato,
deben haber estado claramente presentes en la mente de ‘Azuri y también en las mentes
de sus lectores, para quienes había hecho esa propuesta. Su propuesta designa una
unidad primaria territorial a la cual pertenecían los residentes de Palestina y debían su
lealtad y, a través de la cual, ellos podían ser representados en el parlamento otomano.
En el caso de ‘Azuri, sabemos de su libro Le Reveil de la nation árabe102 que tenía un
claro sentido de Palestina como un país (el libro contiene un capítulo entero sobre
historia, geografía, población y administración de Palestina) y del potencial impacto
sobre ella del ascenso del movimiento sionista. Hay muchas otras indicaciones de que
tal “idea de Palestina” existía en ese tiempo, entre ellas la fundación en 1911 en Jaffa
del influyente periódico Filastin (que significa Palestina) que en la décadas siguientes
fue un instrumento en la expansión de este idea.
Antes del siglo XX, como hemos visto, la Palestina otomana había sido sujeto de
una variedad de arreglos administrativos. El sentimiento existente de Palestina como un
país, sin embargo, fue poco afectado por los cambios administrativos otomanos, en
parte porque este sentimiento estaba basado en la antigua y firmemente sostenida idea
religiosa común a las tres religiones monoteístas de que Palestina, dentro de los límites
generalmente reconocidos, era una tierra santa. La importancia de esta idea para la
formación de la naciente conciencia nacionalista de los palestinos a finales del siglo
XIX ha sido bien trazada por el fallecido Alexander Schölch en su estudio magistral,
Palestine in Transformation: [Palestina en Transformación] 1856-1882.103 Como él
señala, para los musulmanes este sentimiento de Palestina como un país volvió con la

100
En Imagined Communities, p. 6, Anderson define a una nación como “una comunidad política
imaginada….imaginada tanto inherentemente limitada como soberana”.
101
El artículo fue publicado después de la revolución constitucional otomana de julio de 1908 la cual
liberó a la prensa de la censura del viejo régimen haciendo posible la más libre expresión de las ideas
nacionalistas.
102
Le Réveil de la nation arabe (Paris: n.p., 1905), predijo una inevitable colisión entre el sionismo y el
arabismo en su párrafo de apertura. Sobre ‘Azuri, que era libanés de origen, ver Mandel, The Arabs and
Zionism, pp. 49-52.
103
Citado en nro. 36. Las referencias a “la tierra de Palestina” están extendidas en la prensa en lengua
árabe en Palestina y en otros lugares antes de 1914. Un típico ejemplo es un extenso artículo sobre el
sionismo en el periódico de Beirut al-Ittihad al-‘Uthmani, nro. 559 del 19 de julio de 1910, p. 2 el cual
advierte contra “la colonización sionista, en otras palabras, incautación extranjera de la tierra de
Palestina”.

53
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

literatura “Fada ‘il al-Quds” [o los dignos de Jerusalén], que describía a Jerusalén y los
sitios y lugares santos a lo largo de toda Palestina incluyendo Hebron, Jerico,
Bethlehem, Nablus, al-Ramla, Safad, Ascalon, Acre, Gaza y Nazaret, de notas de
peregrinos y visitantes a Palestina y por los devotos y curiosos de otros lados.104 Esos
nombres de lugares sugieren que una clara idea de los límites aproximados de Palestina,
como una suerte de espacio sagrado (todavía no nacional), ya existía en las mentes de
los autores y lectores de la literatura islámica devota. Una idea similar existía para los
cristianos como también para los judíos.
Este sentimiento de Palestina como un espacio especial y sagrado se repite en los
registros históricos. En 1701, el cónsul francés en Sidón fue de visita a Jerusalén, una
innovación nunca antes permitida por las autoridades otomanas. Esto produjo una fuerte
reacción de parte de la población musulmana local cuyos representantes se reunieron en
Haram al-Sharif. Ahí, más de ochenta líderes musulmanes representantes de las
principales familias de la ciudad junto con muchos oficiales militares locales y un gran
número de la población “incluyendo pobres y ricos”, deliberaron y firmaron una
petición demandando que el gobernante otomano, Sultán Mustafá II, revoque el permiso
para este tipo de visitas.105
Los términos que usa este documento son enérgicos.106 Los peticionarios
recuerdan al Sultán que Jerusalén, llamada Bayt al-Maqdis a lo largo del documento, es
la primera de las dos qibla, o direcciones de la plegaria y el tercer lugar santo
islámico.107 Ellos saludan al Sultán usando sus variados títulos, incluyendo
prominentemente el de protector de Jerusalén (hami Bayt al-Maqdis). Ellos declaran que
el cónsul llevaba consigo un documento imperial emitido en Estambul que le otorgaba
permiso para permanecer en Jerusalén, cosa que nunca había sido permitido a un
diplomático extranjero bajo el dominio islámico desde la conquista de la ciudad por
parte de ‘Umar Ibn al-Khattab en el siglo VII, o desde su recuperación de los cruzados
por Saladin en el siglo XII.108
Aquellos presentes en la reunión argumentaron al qadi y al gobernador que, la
vista del cónsul a Jerusalén violaba las condiciones impuestas por ‘Umar Ibn al-Khattab
y los últimos califas y que su comportamiento era una gran maldad “especialmente ya
que nuestra ciudad es el foco de atención de los infieles”, sugiriendo considerable
preocupación de que el evento de las Cruzadas pudiera repetirse. La petición alertaba
que “tememos que seamos ocupados como resultado de esto, como sucedió repetidas
veces en tiempos pasados” en otra clara referencia a las Cruzadas. El qadi y el
104
Estos sitios son mencionados repetidamente, e.g. en al-Uns al-jalil del siglo XV de Mujir al-Din y en
un trabajo previo de este género. Se refieren también a los sitios a lo largo de Siria que son vistos como
con una cierta santidad, a pesar de que un sitio especial es reservado para Palestina y Jerusalén en
particular. Once dichos, atribuidos el Profeta Muhammad, que tienen el mismo foco, son registrados en
las compilaciones modelo de hadith: Husni Adham Jarrar, al-Hajj Amin al-Husayni (Aman: Dar al-Dia’,
1987), pp. 6-8.
105
Para antecedentes, ver Amnon Cohen, Palestine in the Eighteenth Century [Palestina en el siglo XVII]
(Jerusalem: Hebrew University, 1985) y Fatma Müge Göcek, East Encounters West: France and the
Ottoman Empire in the Eighteenth Century (New York: Oxford University Press, 1987).
106
Este documento en árabe sin fecha está ubicado en la Biblioteca Khalidi en Jerusalén junto con más de
300 documentos que se originan en la corte islámica local, el mahkama shar’iyya, desde el siglo XVII
hasta principios del siglo XX. Durante este tiempo, miembros de la familia Khalidi a menudo detentaron
los principales puestos locales en este corte como ser, secretario en jefe y suplente del qadi, que era
nombrado desde Estambul y generalmente servía por sólo un año. Para más sobre la jerarquía religiosa
islámica sobre los otomanos, ver Madeleine Zilfi, The Politics of Piety: The Ottoman Ulema in the Post-
Classical Age (Minneapolis: Biblioteca Islámica, 1988) y R. C. Repp, The Mufti of Istanbul: A Study in
the Development of the Ottoman Learned Hierarchy (London: Ithaca Press, 1986).
107
Awwal [sic] al-qiblatayn wa thalith al-haramayn al-sharifayn.
108
Los dignatarios convocados expresaron su descontento de que el hombre francés tuviera derecho por el
documento que llevada para recibir un trato “como los Beys musulmanes”, incluyendo la monta de un
caballo y el llevar armas.

54
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

gobernador acordaron con aquellos presentes y le requirieron marcharse al cónsul, cosa


que hizo. En conclusión, los peticionarios demandaron que los cónsules extranjeros
continúen apostados en Sidón, como había sido el caso siempre en el pasado y
requirieron que el Sultán excuse al cónsul francés de su permanencia “en esta tierra
santa” (al-diyar al-qudsiyya).109
Esta petición recapitula la idea de Palestina como una tierra especial y sagrada
con Jerusalén como su foco. Tal noción es encontrada a lo largo de la literatura fada’il
al-Quds y muestra que el sentimiento de Palestina como una entidad, cuya importancia
destaca Schölch para fines del siglo XIX, estaba en realidad claramente presente al
menos dos siglos antes. Una cuidadosa lectura de la petición muestra que esta idea de la
importancia especial de Palestina está, al menos en parte, arraigada en la intensificada
preocupación islámica por Jerusalén y Palestina que siguió al traumático episodio de las
Cruzadas. Esta idea estaba extendida ampliamente y permaneció por siglos después de
eso. Una de las más eminentes figuras religiosas del siglo XVIII en Jerusalén, Shaykh
Muhammad al-Khalili en un documento waqfiyya de 1726, establecía una cualidad que
sobrevive hasta estos días alertando que la transferencia de las propiedades del waqf a
los extranjeros en Jerusalén constituía un peligro para el futuro de la ciudad, la cual
debía ser construida y poblada si Jerusalén tuviera que defenderse contra la codicia de
esos enemigos externos.110
Así, la afirmación de que el nacionalismo palestino se desarrolló en respuesta al
desafío del sionismo encarna el núcleo de una verdad mucho más antigua: este
nacionalismo moderno estaba arraigado en las actitudes de preocupación de largo
tiempo por la ciudad de Jerusalén y por Palestina como una entidad sagrada que era una
respuesta a las amenazas externas percibidas. Las incursiones de las potencias europeas
y del movimiento sionista a fines del siglo XIX fueron sólo los más recientes ejemplos
de esa amenaza.
Estos temas son reiterados durante uno de los primeros casos de oposición
organizada a la compra de tierra sionista en Palestina: el incidente de al-Fula (o ‘Afula)
de 1910-1911. Muchos artículos periodísticos escritos en oposición a esta venta
enfatizaron el lugar especial de Palestina, por la que fue una de las más grandes compras
hasta este punto y uno de las primeras que dio lugar a la expulsión de un gran número
de campesinos palestinos. En dos artículos anónimos en el periódico de Damasco al-
Muqtabas, después reproducidos en periódicos de Haifa, Beirut y otros lugares, mucho
se dice de la presencia en esta tierra de la “fortaleza” de al-Fula, supuestamente
construida por Saladin y mostrando una ilustración acompañando el artículo.111
Esta ruina, localizada en el presente en el centro de la colonia israelí de
Merhavia, fue lo que quedó del castillo cruzado de La Fève. A pesar de que no fue
construido por Saladin, fue capturado por sus fuerzas en 1187 y no está lejos del Monte
Tabor, un sitio dominado en el siglo XII por una aún existente fortaleza cruzada. Lo

109
La expresión también podría significar “la región de Jerusalén”, pero cualquier lectura es posible y hay
una implicancia a la santidad en ambos casos. Que esta petición no fuera excepcional en el énfasis sobre
la santidad de Jerusalén está señalada por otra más rutinaria en los turcos otomanos que data de finales del
siglo XVIII. En esta petición sin fecha, un gran número de notables de Jerusalén reclaman sobre el mal
comportamiento del personal militar local en la ciudad. La petición comienza enfatizando que Jerusalén
es el “tercero de los lugares santos, su nobleza protegida hasta el día de la Resurrección”. El documento,
firmado por el qadi de Jerusalén, Ma’nzade Muhammad, está también ubicado en la Biblioteca Khalidi,
Jerusalén.
110
Kamil J. Asali, “Jerusalem Under the Ottomans 1516-1917 A.D.” en K. J. Asali, ed. Jerusalem in
History, p. 219.
111
Los dos artículos estaban en los nros. 551 y 552. del 19 y 20 de diciembre de 1910. Dos últimos
artículos posteriores se ocupan de la venta, uno de una de las series de ventas de la propiedad en la fértil y
estratégica Marj Ibn ‘Amir (Jezreel Valley) por parte de la millonaria familia Sursuq de Beirut. Para más
sobre la venta de al-Fula y sus repercusiones, ver el capítulo 5 y 6 más adelante.

55
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

importante no era si la ruina había sido originalmente construida por Saladin: lo que los
lectores del periódico creyeron era que parte de la herencia de Saladin, salvador de
Palestina de los cruzados, estaba siendo vendida (por implicancia, a los “nuevos
cruzados”) sin que el gobierno otomano moviera un dedo.
La alegada negligencia del gobierno en su obligación de restringir la
colonización sionista fue el foco de los discursos dados en el Parlamento el 16 de mayo
de 1911 por Ruhi al-Khalidi y Hafiz Sa’id, diputados por Jerusalén. Ellos fueron
seguidos en su crítica por Shukri al-‘Asali, el recientemente electo diputado por
Damasco y antiguo qa’immaqam (gobernador de distrito) del distrito de Nazareth, que
había luchado contra la venta de tierra de al-Fula en su puesto anterior (y que
probablemente fue el autor de un artículo anónimo en al-Muqtabas sobre eso). En su
intervención parlamentaria, al-‘Asali mencionó específicamente la fortaleza diciendo
que había sido capturada por Saladin a los cruzados. Pero mientas este uso del tema
Saladin/cruzados evocaba el peligro del sionismo en la prensa palestina y árabe,112
produjo sólo burlas en el Parlamento otomano donde otros disertantes demandaron a los
tres diputados de parar la pérdida de tiempo de la cámara con problemas no existentes
como el sionismo.113
En Palestina, por contraste, esas ideas fueron recibidas seriamente y por esto al-
Khalidi fue reelecto el año siguiente en una elección alterada por el gobierno para
librarse de la oposición en las provincias árabes, aunque los partidarios del gobierno
describieron el debate sobre el sionismo que él inició como una táctica anti-gobierno.114
Él retuvo su asiento en un momento en que otros críticos del gobierno perdieron los
suyos, al menos en parte porque en sus discursos sobre el sionismo delante del
Parlamente, los cuales eran ampliamente reproducidos en la prensa local, al-Khalidi
apelaba a las ideas que comulgaban con sus electores palestinos.115 Esas ideas de larga
data sobre Palestina como una tierra santa bajo amenaza desde el exterior a la que esos y
otros hombres apelaban, ofrecía un foco de identidad que fue central para el patriotismo
palestino local y que fue el precursor de la conciencia nacional moderna palestina.
Este patriotismo local no podría aún ser descripto como nacionalismo de Estado-
nación por la simple razón de que los prerrequisitos para el nacionalismo moderno aún
no existían, notablemente los medios para un liderazgo político para movilizar una gran
cantidad de gente y ganarlas rápidamente con un único conjunto de ideas, especialmente
la idea de que ellos participaban del mismo destino y eran una única comunidad. Sin
embargo, las ideas representadas en la petición de 1701 no se restringieron a la elite
como es atestiguado por la naturaleza de masa de la reunión en la cual fue adoptada.
Este apego continuo a Palestina de cara a una amenaza externa constituyó una de las
bases sobre las que el nacionalismo palestino moderno fue construido cuando los
prerrequisitos para su emergencia (la prensa, novelas históricas, comunicaciones
modernas, la expansión de la educación y la política de masas) aparecieron en las
primeras décadas del siglo XX.

112
Los artículos sobre el tema fueron ampliamente reimpresos en periódicos como Filastin en Jaffa y al-
Karmil en Haifa, como también en al-Muqtabas en Damasco y Lisan al-Hal en Beirut. Un artículo
titulado “Majlis al-Mab’uthan: Jalsat 16 Ayyar”, Filastin, 27 de mayo de 1911, pp. 1-2., lleva largas citas
de textos de los discursos parlamentarios, habiendo primero realizado resúmenes. El más extenso cuenta
del discurso de al-‘Asali incluyendo su referencia a Saladin, es “al-Isti’mar al-sihuyini fi majlis al-umma:
Khitab rannan” [Zionist colonization in the Chambers of Deputies: A ringing speech], al-Muqtabas, ro.
691, 18 de mayo de 1911, pp. 1-2.
113
Este debate parlamentario será discutido más ampliamente en el capítulo 4 más adelante.
114
Para más sobre esta elección, ver Rashid Khalidi, “The 1912 Election Campaign in the Cities of Bilad
al-Sham”, “International Journal of Middle East Studies 16, nro. 4 (November 1984): pp. 461-474.
115
El sionismo preocupaba a Khalidi tan grandemente que él hizo un extenso estudio del tema sobre el
que estaba completando un libro cuando murió en 1913; éste es descripto más ampliamente en el capítulo
4 más adelante.

56
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

Después de la revolución otomana de 1908, todos estos factores comenzaron a


funcionar juntos. Como antes, Jerusalén fue el foco de las preocupaciones por parte de
los palestinos,116 y el centro de sus respuestas a todos los desafíos externos. Como en
1701, muchos palestinos temieron a las ambiciones territoriales de las potencias
externas, aunque con algo más de razón que sus predecesores del siglo XVIII. En los
discursos parlamentarios de 1911 recién mencionados, expresiones de este temor fueron
prominentes: al-Khalidi advirtió que “el objetivo de los sionistas….es la creación de un
reino israelí [mamlaka isra’iliyya] cuya capital sería Jerusalén”, mientras que al-‘Asali
declaró que los sionistas pretendían “crear un Estado fuerte para después tomar posesión
de la tierra y expulsar a sus habitantes por la fuerza o mediante el uso de la riqueza”.117
A pesar de estas tempranas advertencias, los palestinos han sido menos exitosos
en la defensa de su país frente a los desafíos externos e internos que ellos han
enfrentado en el siglo XX de lo que lo hicieron sus ancestros en 1701. A pesar de que en
los años recientes los líderes palestinos han tenido acceso a periódicos y rápidos medios
de comunicación y organización, en tanto fueron capaces de esgrimir nuevas
herramientas tecnológicas que les dieron más poder que a sus predecesores para
movilizar al pueblo, estos instrumentos de la política moderna no estaban
completamente desarrollados aún en el siglo XX para la mayoría ni la sociedad había
cambiado con la rapidez suficiente para responder a ellos completamente. Sin embargo,
a pesar de que en muchas formas los palestinos se habían convertido en un pueblo
unificado, en otras, ellos estaban aún fragmentados y entendían su historia en términos
de una multiplicidad de narrativas. Finalmente, ahora los palestinos enfrentaban
enemigos con habilidades para organizarse y movilizarse considerablemente más
grandes de aquellas que ellos poseían.
Para lograr un matizado entendimiento de la historia palestina, necesitamos
comprender como y porque el éxito en el cumplimiento de estos desafíos se les escapó a
los palestinos y porque, en consecuencia, el movimiento sionista triunfó a su costa. Con
el objetivo de hacer esto, debemos otorgarle el peso adecuado a todos los factores de
unidad y diversidad que los afectaron y todas las diferentes narrativas que se
entrelazaron para componer la identidad palestina. Nuestro objetivo debe ser un trabajo
académico que respete la especificidad de la experiencia palestina sin sacrificar la
sofisticación derivada de una apreciación de como todas esas narrativas dispares
interactúan. Esto tal vez ayude a evitar que el estudio de la historia palestina se hunda
hasta un nivel de desvergonzada auto-glorificación chauvinista frecuente en gran parte
de la historiografía de Medio Oriente de influencia nacionalista, por lo cual la escritura
de muchas historias árabes, turcas, iraníes e israelíes ha cedido a la distorsión ideológica
y a una ceguera sobre las diferentes capas que comprenden la realidad presente de cada
Estado-nación moderno en la región.
En el mundo árabe lo que más a menudo ha estado faltando (en parte como
resultado de la influencia de la primera historiografía nacionalista árabe) es una
apreciación de la herencia otomana e islámica en la génesis de los existentes Estados-
nación árabe. Esta deficiencia está frecuentemente combinada con una sobreestimación
incluso en las más tenues conexiones árabes, una tendencia a “arabizar” gran parte de la
historia islámica y pre-islámica y una sobreestimación sobre las influencias coloniales.
La historiografía turca, de la misma manera, ha menospreciado las raíces otomanas de la
república moderna, como también las contribuciones islámicas y turcas a la herencia
otomana, al reescribir tempranamente su historia a la luz de los cánones nacionalistas
modernos turcos. Gran parte de la historiografía iraní ha minimizado la influencia tanto
de los elementos no iraníes o no islámicos en la historia iraní, mientras que sobre
116
El primer uso del término “Palestinians” (“filistiniyun” en árabe) que fue encontrado está en la prensa
del período 1908-1914, para ejemplos ver la sección final del siguiente capítulo.
117
Las citas provienen de Filastin y al-Muqtabas, citado en el nro. 65.

57
Rashid Khalidi – La Identidad Palestina

enfatizó tanto los factores iraníes o islámicos (la revolución islámica de 1979 es la línea
demarcatoria entre esas tendencias contradictorias). La historiografía y arqueología
israelí han buscado casi obsesivamente evidencia de una presencia judía en Palestina, la
mayoría de cuya población por miles de año fue no judía, dejando de lado elementos de
una trama mayor excepto como fondo de la historia judía.118
Los escollos posibles para el estudio de la identidad palestina incluyen
obsesiones similares con el marco más amplio en el que el caso palestino encaja,
particularmente los contextos árabes e islámicos. También hay a menudo una tendencia
a ver una identidad palestina esencial yendo bien atrás en el tiempo más que la
compleja, contingente y relativamente reciente realidad de la identidad palestina y a
acentuar factores de unidad a costa de aquellas tendencias hacia la fragmentación o la
diversidad en la sociedad y la política palestina. Otro escollo único es la tendencia a
enfocar sobre las razones externas para el fracaso del pueblo palestino para el logro de
la auto-determinación excluyendo las otras razones internas. El alineamiento entre Gran
Bretaña y el sionismo por treinta años del siglo XX y entre Estados Unidos e Israel
desde entonces, incuestionablemente ha engendrado un impresionante conjunto de
desafíos externos. Pero estos hechos no pueden absolver a los estudiantes de historia
palestina de interrogar si los palestinos no pudieron haber incrementado sus chances de
llevar a cabo su proyecto nacional en ciertas coyunturas críticas y, si lo pudieron hacer,
que razones estructurales o de otro tipo les impidió hacerlo.
Enfocando sobre las dinámicas sociales palestinas, yo he sugerido respuestas a esas
preguntas y, mientras existan otras vías de investigación, ésta pareciera ser una
fructífera. Es duro para los historiadores que son parte de una sociedad que aún sufre
como consecuencia de los efectos directos de tales series de fracasos históricos, buscar
autocríticamente en los defectos y fisuras de la sociedad cuando las consecuencias de no
hacer eso son obvias. Muchos de los textos históricos sobre este tema han sido hechos
por israelíes u otros que albergan poca simpatía aparente sobre este tema. Es necesario
que aquellos con empatía, en tanto el único acceso y compresión de las fuentes que a
menudo la acompañen, aborden estas cuestiones con rigor. Sin rigor, los textos de
historia palestina correrán el riesgo de estar contaminados por el mismo chauvinismo y
emotividad encubierta que ya han afectado los textos de muchas otras historias
modernas de Medio Oriente. Esos factores son parcialmente responsables de dejar el
terreno de Medio Oriente detrás de otros, sumidos en un partidismo desnudo,
embargados en debates domésticos de poco interés para los demás y aislado de las
tendencias que afectan a la comunidad histórica más amplia. A pesar de que el estudio
de la identidad palestina está lejos de ser una tabula rasa, tal vez no es tan tarde para
evitar esos escollos. En los capítulos siguientes examinaremos la génesis de esta
identidad con estas advertencias en mente.

118
Para una discusión sobre todos esos problemas, ver Rashid Khalidi, “Arab Nationalism: Historical
Problems in the Literature”, The American Historical Review 95, nro. 5 (December 1991): pp. 1363-
1364. A History, de Gil ilustra un final mencionado perfectamente: de sus 840 páginas, las últimas 350
están dedicadas casi exclusivamente a la historia de la diminuta comunidad palestina judía, como las
generosas secciones de la primera parte de su libro.

58

También podría gustarte