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Monografia de Derecho Penal
Monografia de Derecho Penal
Huaraz-Perú 2021
ÍNDICE:
I. INTRODUCCIÓN: ..........................................................................................................3
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II.EL IMPERIO DE LOS INCAS: ............................................................................................4
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I. INTRODUCCIÓN:
En este trabajo te presentaré una infinidad de pueblos, de muy diversas culturas y distintos grados
de primitivismo, habitaban el continente americano en la época en que fue descubierto por
Cristóbal Colón y conquistado por la Corona de Castilla. De éstos, sólo los mayas y aztecas en
México, de cierto modo los chibchas en Colombia y los incas en el Perú habían superado la etapa
prehistórica y logrado alcanzar, con respecto a los demás, un alto nivel de desarrollo. Esta gran
variedad de culturas arcaicas y sus correspondientes lenguas, es un punto relevante al momento de
considerar la obra realizada por España. A ella, desde temprano, le asiste el convencimiento de que
los aborígenes podían llegar a ser cristianos si aprendían a ser hombres civilizados. Así, dice García-
Gallo, en la medida de lo posible, se trató de hacer vivir a los indios en pueblos y se confió a los
misioneros la doble tarea de evangelizarlos y civilizarlos, y se puso a todos bajo un régimen de
tutela, como si fuesen menores de edad. En otro aspecto, el hispanista norteamericano Lewis Hanke
expresa con acierto que "la conquista española de América fue mucho más que una extraordinaria
hazaña militar y política; fue también uno de los mayores intentos que ha presenciado el mundo
para que prevalezcan los preceptos cristianos en las relaciones entre las gentes. Este intento se
convirtió fundamentalmente en una fogosa defensa de los derechos de los indios, que descansaba
en dos de las presunciones básicas que puede hacer un cristiano, a saber: que todos los hombres
son iguales ante Dios, por otro lado, si queremos comprender la cultura jurídica vigente en el Perú
virreinal o la Monarquía de las Españas e Indias, en los tres siglos entre 1519 y 1825, que se pueden
entender como la fase tardía de la civilización agraria preilustrado, preindustrial, el Antiguo Régimen
y la Modernidad temprana, con diferencias fundamentales en comparación con la posterior cultura
ilustrada liberal. En un total de cinco subcapítulos, se iniciará con la introducción teórica
metodológica que se fundamenta en la escuela sociocultural y transnacional de la historia del
derecho y debate críticamente la conceptuación entre las ofertas paradigmáticas de derecho indiano
y derecho colonial. El segundo subcapítulo se dedicará a la justicia penal secular, preguntando por
las normas relevantes, los delitos y las penas, los delitos políticos de lesa majestad y traición, el
combate al bandolerismo rural y el proceso penal inquisitivo, con su enfoque en la verdad a través
de la tortura judicial. En tercer lugar, se discutirán los delitos religiosos ante los Tribunales del Santo
Oficio de la Inquisición, profundizando grupos de casos como la persecución de los cristianos
nuevos, los protestantes, los herejes intelectuales, las brujas y los libros herejes, para terminar con
la perspectiva comparada en búsqueda de un balance de evaluación. Sigue el cuarto apartado sobre
la ruptura sistémica a comienzos del siglo XIX, para terminar con algunas observaciones finales.
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por las armas a otros pueblos. Al parecer, una tribu quechua formada por cuatro
“ayllus", clanes y dirigida por uno de ellos, el de los incas, se estableció en Cuzco en el
siglo XIII dc, dominando a la población aimara radicada en la región, con la que formó
una comunidad más amplia, a la que designó con el nombre del clan rector.
De tal manera entendían los Incas en proveer justicia que ninguno osaba hacer
desaguisado ni hurto
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El emperador Huiracocha, 1289 - 1340, "hizo grandes leyes contra los ladrones,
adúlteros, incendiarios, y mentirosos, y las mandó ejecutar con tanto rigor que
en su tiempo no hubo quien mintiese, ni hurtase, ni fuese adúltero
Los indios se refrenaban mucho de los hurtos, porque a éstos castigaba muy
reciamente, y tenían leyes de las cuales usaban, no escritas, porque no sabían
escribir ni tenían letras, más todas las administraban y gobernaban de memoria
y por la simplicidad y continencia de la vida, todas las cosas las sucedían
prósperamente.
d) Al curaca que no corregía a los indios de sus pueblos y les consentía hacer
hurtos y deshonestidades.
4.1.1 Azotes:
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fue muy vituperado; a los cuales llamaban mezquitilla que quiere
decir huesos dulces.
c) Al mitimae que por primera vez abandonaba el lugar donde había sido colocado. Si lo
hacía por segunda vez, le quitaban la vida
b) Al alcahuete de adulterios.
Al marido ofendido que mató a su cónyuge o al varón que cohabitó con ella.
Se aplicó, también, alguna vez, a los grandes señores: Cápac Guari lo desterraron a
Chinchero adonde le dieron alimentos y nunca más entró al Cuzco hasta que murió.
A los grandes señores si se les conmutaba la pena capital, a los alcahuetes de adulterios
y otros casos.
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4.2.4 Castigos Colectivos:
Al chasqui que no corría bien la posta y era haragán le daban con una porra en la
cabeza y le quebraban las piernas
a) Pasado a cuchillo.
c) Dándole de comer ají hasta que se extinguía. Pedro Pizarro cuenta que Atahualpa
daba esta muerte a los indios que le enojaban.
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f) Colgado de los pies hasta que moría.
j) Apedreamiento.
k) Decapitación o degollamiento
I) Descuartizamiento.
m) Ahorcamiento.
- LOS CASOS O DELITOS QUE ACARREABAN LA PENA CAPITAL PODÍAN SER, ENTRE OTROS:
a) Homicidio.
b) Incesto y violación. "al que forzaba mujer soltera, por la primera vez le daban el
castigo de la piedra y a la segunda, muerte"
c) Sodomía.
d) Adulterio con mujer principal, lo mismo que a la mujer que incurría en él, porque
decían que si la mujer no quisiera no habría tal adulterio.
i) Quemar un puente.
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4.5 ASOLAMIENTO:
Este castigo es el más terrible de todos privaba de la vida al autor del delito a sus parientes y a veces
a todos los moradores de un pueblo destruyéndose las propiedades, arrancándose los árboles,
sembrando de sal el suelo, de manera que no hubiese signo de vida y se suprimiese de la memoria el
lugar que era víctima de esa sanción. El asolamiento se aplicó en las rebeliones, sodomía, atentados
contra el Soberano o sus parientes, violación de las vírgenes del Sol, descuido o negligencia de
gravedad en el servicio del Inca, seducción de las mujeres del Soberano o vírgenes del Sol
El delito más grave en el Imperio era el de rebelión, que atentaba contra la subsistencia
del Estado y contra el Inca que era su encarnación. Antes de ser conquistado un pueblo,
la rendición conllevaba generalmente el perdón a la resistencia original, si la hubo. Pero,
una vez sometido, toda insurgencia era punida sin complacencias. Como la insurrección
era un acto colectivo, la pena tenía el mismo carácter, y poblaciones enteras pagaron
con su vida la audacia de sublevarse. Quedan nombres significativos de esos castigos
como Ayacucho (rincón de muertos). En estos casos se imponía la pena de muerte: "Los
motines y conjuraciones castigaban mucho" (Cieza de León). "Si urdían algún
levantamiento eran castigados cruelísimamente" (Cieza de León). La rebelión "era lo que
más rigurosamente castigaban los Incas" (Garcilaso de la Vega).
Por el poder y carácter semidivino con que se había revestido el Inca, los delitos y faltas
que se cometían en agravio de su persona, algunas hasta sin intención -como podía
ocurrir con los cargadores de la litera imperial que tuvieran la desgracia de tropezarse o
caerse-, eran castigados con la máxima severidad. "El que matara al rey o príncipe
heredero debería morir arrastrado, asaeteado y hecho cuartos y su casa derrumbada y
hecha muladar, sus hijos sean perpetuamente bajos, de vil condición y no puedan tener
cargo alguno honroso en el pueblo ni en la guerra y todo hasta la cuarta generación".
Todo delito o falta cometido en agravio del Inca o sus bienes era castigado con la
muerte. Se consideraban tales:
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c) Tropezarse o caerse al llevar la litera del soberano.
f) El robo por necesidad que era perdonado cuando ocurría por primera vez, no lo era si
se efectuaba en bienes del Soberano.
g) Ponerse en lugares reservados al Inca. Había dos escaños en aquella pared en los
cuales daba el sol en saliendo y estaban las piedras sutilmente horadadas y puestas en
los agujeros, muchas piedras preciosas y esmeraldas. En estos escaños se sentaban los
reyes y si otro lo hacía, tenía pena de muerte.
a) Los actos sexuales con las vírgenes del Sol y aún hasta alternar con ellas.
b) Las relaciones sexuales de los sacerdotes, que no eran casados ni se podían casar:
f) Antropofagia: " Cada y cuando que conquistaban los ingas algunas provincias de los Andes
de gente que comiese carne humana, lo primero que les mandaban, so pena de la vida, era
que no la comiesen ni menos sacrificasen hombres o niños"
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5.3 DELITOS CONTRA LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA:
b) Mentir como testigo. Si el testigo mentía, ya que además de ser aquella gente
muy religiosa en su idolatría, sabía que le habían de averiguar su mentira y castigarle
rigurosamente que muchas veces era con muerte, si el caso era grave no tanto por
el daño que había hecho con su dicho como por haber mentido al Inca y
quebrantado su real mandato, que les mandaba que no mintiesen".
i) Desobedecer las órdenes del Inca, jefe o curaca, o responderle en mala forma.
Tratándose del Inca la pena era la máxima. En los otros casos había diversas penas
según la categoría de la persona y gravedad de la falta.
a) Homicidio:
El homicidio se castigaba con la muerte. Era, salvo excepciones, la aplicación
de la Ley del Talión, pero por el Estado, no en forma particular como en
muchos otros pueblos primitivos. La gravedad del homicidio se medía por la
condición de la víctima y por el móvil que lo produjo. La ley mandaba "que
muera hecho cuartos, el homicida del padre, madre, abuelos o hijos.
El asesinato de un niño o niña se castigaba con el despeñamiento o
apedreamiento. El homicidio de algún "ministro del Rey" (seguramente un
funcionario real).
b) Aborto:
El aborto era penado con la horca o apedreamiento porque se atentaba
contra el orden familiar y contra el Estado que perdía un futuro tributario:
"Quien fuera causa de que alguna mujer preñada de tres meses para arriba
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muera o malpare, dándole hierbas y golpes o de cualquier manera, que
muera ahorcado o apedreado". A la mujer en estado de gravidez que tomaba
algún bebedizo para abortar, se le ajusticiaba con la muerte). c) Lesiones
Corporales.
d) Injurias:
La injuria al soberano o a altos funcionarios daba lugar a la pena de muerte.
"El que afrentaba a otro de palabra era la pena arbitraria, aunque el que
había dado versión a las palabras le acrecentaban la pena"
a) Hurto:
El hurto era castigado de diversas formas, como lo hemos visto en las notas
precedentes.
b) Daños: "EL que por su causa se quemaba alguna casa, tenía pena de
restituir el daño con sus bienes"
a) Derecho penal filosófico: Tiene por objeto las teorías generales sobre las penas, sobre las
condiciones necesarias para que haya culpabilidad y puedan ser imputadas las acciones; y
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en general se ocupa de examinar con la luz de la razón cual es el mejor sistema penal que se
puede establecer, atendiendo a la naturaleza del hombre y la sociedad.
El estado. Siguiendo esta pauta, sostiene que “el derecho de castigar se funda en la justicia y
en la utilidad del castigo; y que la sociedad ejerce este derecho por cuidar de su
conservación, y por defenderse o precaverse de las agresiones futuras que el mismo
delincuente u otros pueden cometer. A esta toma de posición la denomina “ecléctica”,
debido a que recusaba la venganza pública, propio de la tesis socialista, pero también se
apartaba del individualismo, porque consideraba que el delincuente es siempre un hombre
con derechos.
A partir de esta concepción del saber penal, se advierte la consolidación de los principios
fundamentales del Derecho penal que venía desde la época de la ilustración y que el
“liberalismo penal” del siglo XIX supo edificar, a partir de las nuevas ideas de libertad y de
igualdad ante la ley, procurando optimizar las condiciones fundamentales de la vida social,
con el menor sacrificio de la libertad, de allí que estos principios se hayan convertido en la
columna vertebral del Derecho penal y Procesal penal.
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b) La pena debe ser proporcionada á la culpa y proponerse al mismo tiempo al bien de
la sociedad y la enmienda del culpable” (García Calderón, 1864, p. 170) (Principio de
Proporcionalidad de las Penas). Debía existir una estricta correspondencia entre la
gravedad del delito con la pena impuesta; esto obedecía a que en el pensamiento
decimonónico era dominante entender que, al cometer un delito, el sujeto afectaba
un derecho ajeno, y el imponerle una pena por su comportamiento era suficiente
para anular cualquier ventaja derivada del delito, por lo que lo que sobraba de la
pena, debía considerarse inútil y, por lo mismo, tiránico.
c) A fin de evitar la arbitrariedad y el influjo de las pasiones, la pena debe preexistir al
delito; o lo que es lo mismo se debe hacer leyes penales que califiquen los delitos,
les impongan penas, y designen los funcionarios que hayan de aplicarlas en su
oportunidad. Así lo dicta la razón, y así lo exigen los derechos del hombre (Principio
de legalidad). Desde Feuerbach (1989), impulsor y autor principal del Código Penal
bávaro de 1813 se incluyó normativamente el principio de legalidad con todas sus
consecuencias, y si bien la revolución francesa conquistó este principio, su
consolidación y constitucionalización se produjo en el siglo XIX, la doctrina más
avanzada de su época. Dentro de las derivaciones de este principio, su concepción
también alcanzaba la legalidad en la imposición de las penas.
d) Otra repercusión del principio de legalidad que aparece consignada en el
Suplemento, es que se concebía la necesidad de que las leyes de carácter penal
debieran designar a los funcionarios que hayan de aplicarlas en su oportunidad. En
esta línea de razonamiento, se tiene presente el principio del Juez legal o
predeterminado por ley y lo que a partir de allí se deriva (debido proceso, principio
de jurisdiccionalidad, entre otros).
Lo define como el cuerpo de las leyes en que se clasifican los delitos y se designan las penas
que han de imponerse a los delincuentes.
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1. La primera, que se extiende desde la conquista hasta la independencia, en 1821. En esta
primera época la normatividad vigente estaba conformada por:
a) Las Siete Partidas, cuya autoridad fue acrecentándose a medida que el tiempo
transcurría. Adquirió una influencia muy superior a la que le daba la ley escrita;
b) La Novísima Recopilación, que en el Perú fue aplicada y observada, no obstante que hubo
juristas que negaron que tuviera fuerza obligatoria en el Virreynato.
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preventivos del delito, luego, durante el Gobierno de Gamarra, por Decreto de 22 de
octubre de 1831 se nombró una comisión para trabajar un proyecto de Código Penal. Esta
medida no produjo el efecto apetecido; y por eso en la Constitución de 1834 se ordenó por
la. Disposición Transitoria que en la apertura de cada sesión anual presentase la Corte
Suprema al Congreso el proyecto de uno de los Códigos de la legislación. El Código Penal
estaba comprendido en este número.
Lo grave es que, al ser derogado este Código, pese a los avances que se pudo obtener en el
plano jurisdiccional, se regresó a la antigua legislación, y con ella la confusión y el desorden,
ya desde antes se habían modificado por la costumbre y la práctica de los Tribunales, por
preceptos incorporados en las constituciones políticas posteriores a nuestra primera Carta
Fundamental, y por muchas leyes especiales.
Después de que en 1852 se pusiera en vigencia el Código Civil, y conocidas sus ventajas, se
hizo más necesario tener un Código Penal que reemplazara del todo a las leyes españolas y
a las que se habían dictado en el Perú desde la independencia. Con este fin y por Ley de 26
de setiembre de 1853, se nombró una Comisión compuesta por tres senadores y cinco
diputados, que redactasen el Códigos Penal y el de enjuiciamiento en materia penal
concluyendo su labor el 15 de diciembre de 1855 con la entrega del documento.
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Esta nueva Comisión concluyó su labor y remitió el texto trabajado el 20 de mayo de 1859,
suscribiendo la Carta el jurista José Simeón Tejeda en representación del grupo, quien
expresamente había manifestado que había tomado como fuente el Código Penal español
de 1848, sin embargo, siguiendo una tradicional costumbre, se creyó necesario una nueva
revisión y examen, a raíz de las observaciones hechas por la Corte Suprema, y de las
reformas al sistema penal que la Constitución de 1860 había hecho respecto de la de 1856,
por ejemplo, la aplicación de la pena de muerte para el homicidio calificado (art. 16). Por
esta razón nombró una nueva Comisión por Resolución Legislativa de 18 de mayo de 1861.
El proyecto trabajado fue presentado al Congreso al año siguiente, para este efecto se tomó
en consideración los proyectos revisados, y el texto fue aprobado el 23 de setiembre de
1862 sin mayor oposición a su contenido, y finalmente, el 01 de octubre de 1862 se dictó la
ley respectiva, consignándose en el artículo 2 que el 01 de enero de 1863 sería la
promulgación solmene de los referidos códigos (Penal y de Enjuiciamientos en Materia
Penal), y “al siguiente día principiarán a regir en toda la República». La propia Ley (art. 3)
había ordenado la impresión de los Códigos, sin embargo, tuvo que retrasarse su
promulgación debido a que no se logró la impresión en el plazo indicado, obligando al
Congreso a dictar una Resolución Legislativa de 5 y 7 de enero de 1863, por el cual se
postergaba su promulgación hasta el 01 de marzo de 1863, y siguiendo la norma de 01
octubre de 1862, fue a partir del día siguiente (02 de marzo de 1863) en que finalmente se
puso en vigor.
3. A tercera, a partir de la puesta en vigor del Código Penal en adelante. A juicio de García
Calderón (1864, p. 88), el Código Penal tendría siempre el mérito de haber reemplazado a la
antigua legislación, embrollada y confusa; y de haber introducido el nuevo sistema penal,
acorde con el progreso del siglo, y con los códigos de todas las naciones cultas. Como parte
de sus críticas, advierte algunos “defectos” y “omisiones”:
i. nada dice sobre los delitos de imprenta. A la puesta en vigor el CP ya existía una Ley de
Imprenta desde 1821 que se aplicaba a todos los atentados contra el honor, la religión y la
moral pública, o incurriesen en los delitos de sedición o de traición cometidos a través de
medios impresos, y que el juzgamiento de estas infracciones era de competencia de un
Jurado. La crítica se centraba al silencio de los dos códigos respecto a estos delitos, pues no
se sabía si se mantenía el Jurado o el juzgamiento era de competencia de un tribunal penal
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común. Este silencio de los legisladores ha dado lugar a que el jurado continúe; y de ese
modo estamos viendo que, al lado de un sistema nuevo de legislación penal, queda una
parte del antiguo, sentenció el jurista arequipeño.
ii. ¿no debía haberse dicho algo sobre los reglamentos de policía?, frente a la facultad
otorgada a la policía de imponer multas y prisión por ciertas faltas. A juicio del autor,
debería ser el Juez de Paz y no el Sub Prefecto, el intendente de policía o los alcaldes el que
imponga estas penas, porque la razón y la justicia así lo aconsejan. Sostenía que esta
inconsistencia debió aclararse en el texto punitivo.
VIIi. DELITO:
Se define el delito como toda acción o inacción exterior que hiere la justicia absoluta, cuya
represión importa a la conservación o al bienestar de la sociedad, y que ha sido definida y
penada por la. A partir de este concepto, destaca que debe contar con tres requisitos:
1° Concibe que la acción u omisión sea exterior, porque los pensamientos y propósitos
interiores solo pueden ser juzgados por Dios que los ve, y no por el juez y la ley que no
pueden ni deben extender su acción a la conciencia. Se adhiere a las formas en que se
presenta la conducta humana para cometer delitos, de conformidad con el art.1 del CP de
1863.
2° Abrazando las tesis utilitaristas de la época, admite la represión del hecho punible,
siempre que contribuya a la conservación o al bienestar social. Sin embargo, debe
representar una especial gravedad. Un hecho es delictivo cuando genera “alarma a la
sociedad é inspira temores a todos, y por el bienestar social es necesario reprimirlo. Esta
cualidad especial lo diferencia del incumplimiento de obligaciones contractuales y otras de
naturaleza civil que sólo interesa al perjudicado.
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Vemos en este planteamiento, el embrión del principio de última ratio, por el cual se
entiende que el Derecho penal, sólo interviene ante el quebrantamiento de normas que son
indispensables para la convivencia pacífica en la sociedad.
3° La última exigencia finca en la preexistencia de la pena. Es necesario que sobre la acción
haya recaído una sanción previamente fijada por la ley. De este modo, las personas
involucradas en hechos punibles no podrán argumentar la ignorancia de la ley como excusa,
pero lo más trascendente, es que advierte la necesidad de que los criminales no estén a
merced del legislador, que podría aumentar o disminuir la pena según las circunstancias.
Cuando la pena preexiste, no hay temor de parcialidad. Denota, entonces, una especial
preocupación acerca de los posibles abusos que pueda provocar un manejo excesivo del
Derecho penal, y advierte que el Principio de Legalidad tiene una especial misión, como
instrumento de control ante el poder punitivo estatal.
VIV. PENA:
Para el ilustre jurista arequipeño, el derecho penal está basado en dos principios
fundamentales:
X.CONCLUSIONES:
Toda sociedad organizada políticamente, lo es porque tiene un conjunto de reglas que logra
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generar un orden dentro de su sociedad, que la hacen compleja y con distintos niveles en su
manejo. No caben dudas de que el Tahuantinsuyu fue un Estado con un Derecho propio, por
más que su derecho no pueda ser comprendido a plenitud por nosotros. Es cierto que nuestra
mentalidad actual pueda entender la pena de muerte, tanto la civil como la militar, pero se nos
es difícil de asimilar la regulación de los sacrificios que no pueden ser calificados como pena. Los
derechos de antiguas sociedades tienen figuras poco comprendidas por las mentes actuales,
como nuestro derecho también lo será por las mentes futuras. La breve exposición que se ha
tenido sobre la pena de muerte, debe servir para compararnos y preguntarnos si ¿estamos en el
camino correcto con nuestro derecho actual? Pero la respuesta, no puede ser dicha en este
espacio y el derecho penal de la Monarquía de las Españas e Indias participó en la cultura del
derecho escrito de la Modernidad temprana europea, pero, a diferencia de la Constitutio Criminalis
Carolina romano-germánica de 1532, no dispuso de ningún código completamente actualizado,
uniformado y sistematizado. El derecho penal hispano-indiano compartió de lo normal de su época
tanto los fines de tipo estatal, paz territorial, seguridad pública, preventivo-intimidadores y celestial-
religiosos, como la brutalidad ostentativa contra el cuerpo y el alma, buscando del mismo modo,
como en los demás lugares de la Cristiandad latina, la escenificación del poder público a través del
espectáculo del teatro del terror. En el derecho procesal inquisitivo, se practicó la tortura probatoria
para presionar confesiones, aunque la aplicación fue limitada, del mismo modo que en Europa
central bajo la Carolina, a indicios relativamente fuertes. Los delitos políticos se persiguieron con la
misma intransigencia selectiva que en las demás monarquías europeas. En el combate del
bandolerismo rural, una especie de criminalidad social relacionada con la exclusión estructural de las
clases subcampesinas en la sociedad estamental, la eficacia preventiva y represiva quedó muy
limitada. Puede sorprender, pero con respecto a los delitos religiosos, la Santa Inquisición se
comportó de forma mucho menos letal que los paralelos cultos de muerte de la Europa noralpina
contra brujas y brujos. Es posible reconocer en el poder punitivo de la Modernidad temprana una
especie de lado oscuro del Estado, pero cabe destacar que no se trató de ninguna bestialidad pública
excepcional de tipo colonial, sino de un patrón general dentro de la cristiandad latina.
XI. BIBLIOGRAFIA:
Basadre, J. (1988). Historia de Derecho peruano. (4ª ed.). Lima: Ediciones Liberia Stadium.
Prescott, G. (1972). Historia de la conquista del Perú. (t.1). Lima: Editorial Universo S.A.
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Trujillo, D. [1571] (1986). Relación del descubrimiento del reino del Perú. En Raúl
Porras Barrenechea: Los cronistas del Perú (1528-1650). 146-152. Lima: BCP y Ministerio de
Educación.
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