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TEORIA DE BERNARD AUCOUTURIER

¿Quién es el pedagogo Bernard Aucouturier?


Es un pedagogo francés que ha creado la Práctica Psicomotriz Educativa y es
fundador de la Asociación Europea de Escuelas de Formación en Práctica
Psicomotriz, ASEFOP. Su método se fundamenta en la relación entre el
movimiento y el desarrollo cognitivo del infante.
Su base teórica especifica que la psicomotricidad ayuda a evolucionar el
desarrollo motor y psicológico del infante.
Propone conectar el proceso madurativo sensorio motor con lo psíquico. Esta
metodología permite al infante experimentar con el movimiento libre y
espontáneo, percibir su propio cuerpo y construir su identidad para llegar al
pensamiento racional.
Tipos de psicomotricidad
Existen dos tipos de psicomotricidad:
Psicomotricidad dirigida: es el adulto el que programa y dirige las sesiones
con un objetivo. Elabora un circuito único para todos los infantes,
independientemente de sus necesidades y de su desarrollo motor. El adulto es
el que ordena por dónde deben ir los infantes. Se centra en el plano motor y
cognitivo trabajando el esquema corporal, espacial y temporal.
Psicomotricidad vivencial: se basa fundamentalmente en la vivencia del
propio infante en relación con su cuerpo, al espacio, a su entorno, etc. No se
proponen actividades y el adulto no interviene. El infante actúa con libertad y
autonomía según sus necesidades. Abarca el plano motor, afectivo, social y
cognitivo.
Psicomotricidad vivencial basada en Aucouturier
La práctica psicomotriz educativa se realiza en un espacio amplio con
elementos que invitan al juego sensorio motor.
Dichos elementos son colchonetas, espalderas, bancos suecos, figuras
geométricas de gomaespuma, plintos, etc. El infante tiene la libertad de hacer a
su voluntad lo que le plazca a su propio ritmo, saltar, correr, tumbarse, trepar,
colgarse, construir, destruir, etc. 
La única intervención del psicomotricista consiste en escuchar, acompañar,
observar el momento evolutivo del infante y el respetar sus necesidades y su
desarrollo. Aucouturier defiende la psicomotricidad para que el infante adquiera
confianza y seguridad en si mismo.
CUERPO, EMOCIÓN EN EL NIÑO, SEGÚN BERNARD AUCOUTURIER
 Es verdad que estoy siempre cerca de vosotros, sobre todo si tenemos en cuenta que
he participado en la formación de los reeducadores en Tours durante 35 años. Algunos
de entre vosotros se acordarán quizás aun de la formación personal, que era una
novedad formativa del centro de Tours.
En función del tema del congreso “Emoción, afecto, aprendizaje”, me ceñiré a
conceptos que os interesan, sobre todo cuando se trata del niño en dificultades en el
colegio, y haré referencia a otros conceptos que perduran en vuestras prácticas.
A lo largo de mi intervención, os propondré  breves pausas para que intercambiéis
ideas con vuestros compañeros cercanos.
La seguridad afectiva, una verdadera necesidad como la de alimentarse,
moverse, jugar o comunicarse.
 El regalo más bonito que pueden darle los padres a sus hijos es el afecto, la ternura y
también un contexto vital decente. Que posibilite, por lo tanto, que viva con un
sentimiento de seguridad indispensable para desarrollarse en las mejores condiciones
y progresivamente abrirse al mundo de la realidad.
El bebé vive, entonces, en un contexto maternal seguro que le permite memorizar las
sensaciones agradables, así como los objetos buenos, que regresan con regularidad
por la calidad de las interacciones. 
El niño tiene rituales que se repiten, vive protegido del interior y amado. Entonces,
acepta mejor y sin temor la autoridad de los padres.
 Pero si los padres no dan el afecto, o dan demasiado afecto (permisividad o
autoritarismo) el niño no encontrará en su familia los apoyos seguros y
tranquilizadores necesarios en su desarrollo: entonces experimenta una regresión, 
agresión, oscila entre la inhibición y la revuelta, y sabemos todos que las
manifestaciones de inseguridad pueden tener consecuencias desastrosas en el plano
social y cognitivo.
   Entonces, ¿el colegio no puede ser un antídoto para la inseguridad del niño? ¿La
seguridad afectiva del niño en el colegio no es un prerrequisito básico en lo referente a
prerrequisitos cognitivos necesarios en los aprendizajes?
   ¿El colegio no podría devolver al niño disponible a la familia? Pero, ¿estoy yendo
muy lejos en las funciones que le atribuyo al colegio?

El niño feliz en el colegio

Un niño que tiene la seguridad afectiva que le proporciona una familia que le
ama, le comprende, que le pone límites, así como la dada por la guardería y el
colegio, es un niño feliz.

En conclusión, un niño feliz en el colegio es aquel que va en búsqueda de


todas las demandas recibidas por las personas de su entorno. Tiene curiosidad
por descubrir y saberlo todo.
Esta siempre impaciente por ir al colegio y aprender, participar con sus
compañeros y encontrar el reforzamiento del docente. 
Otra necesidad, expresar sus emociones
La expresión emocional es indispensable para su equilibro psicológico y su
desarrollo equilibrado, pero si el niño no vive sus emociones, no las verbaliza,
aparece el riesgo de estar “enfermo” por vivir. Es verdad que nuestra presencia
en el mundo es crear sensaciones, emociones y acciones.
La ira
La ira  es una explosión emocional tanto en la niña como en el niño, ya
sabemos cómo se manifiesta. El niño es sobrepasado por lo que siente, por lo
que pasa en su interior y que no comprende.
 La ira le permite expresar instantáneamente su malestar. Le permite mostrar a
los demás lo que siente en su interior. Es la manera de ser más auténtica pero
también la más difícil de aceptar por su entorno.

La ira no es un estado permanente porque es breve y da la sensación de ser


una crisis interna. Un golpe de locura, una crisis interna en respuesta a una
crisis externa, una reacción a una represión o una amenaza del entorno,
contención de una acción, contención de un deseo de vivir algo con inmediatez,
y quizás una crisis insuficientemente comprendida por los padres y los
educadores. 
La ira se atenúa sobre los 4 o 5 años por la madurez de los lóbulos prefrontales
del sistema nervioso central, pero perdura en los niños inseguros. Se atenúa
porque los niños empiezan a dominar su lengua y encuentran en la palabra la
forma de explicar sus problemas.
Parece que la ira en algunos niños es hoy más frecuente, más intensa y sobre
todo que se prolongan más allá de 5º de Educación Primaria. Lo que es nuevo,
es que se desencadenan no como consecuencia de la frustración pero si a
propósito de cualquier hecho irrisorio. “Es la gota que colma el vaso”.
El miedo
Todos los niños, todos los individuos sienten miedo. Se trata de una reacción
normal que surge en presencia de un objeto o situación peligrosa, así como un
pensamiento que evoca el temor de ser atacado en su integridad corporal y
psíquica. El miedo es, por lo tanto, una respuesta vital a un evento
amenazante, una emoción intensa vivida que moviliza, tanto la ira como los
recursos neurovegetativos (descarga de adrenalina, aumento de la frecuencia
cardiaca, del ritmo respiratorio, de la tensión arterial, de la tonicidad muscular,
del consumo de glucosa) y provoca una actividad biológica intensa.
Un niño vive los miedos que todos conocemos: el miedo a un desconocido, a la
oscuridad, a la novedad que desestabiliza su seguridad, a quedarse solo, a la
medicina, a los animales, a la agresión.  Son los miedos ordinarios para cada
niño, por lo tanto los padres atentos y sensibles a las emociones de los niños
son el mejor agente para aportarles seguridad y darles los medios de hacerles
sentir bien, dando la posibilidad de sentirse seguro consigo mismo por el
descubrimiento del placer de jugar, hablar del miedo y de ridiculizarlo.
Es verdad, que para sentirse seguro en situaciones dolorosas, el niño juega
con insistencia a lo mismo. La distancia emocional es entendida como la
representación corporal de los hechos reales.

Los miedos primitivos


He mencionado el miedo a la oscuridad que despiertan imágenes
fantasmagóricas, el miedo a ser abandonado que nace precozmente a partir
del momento cuando el bebe vive la pérdida del enlace a la madre, el miedo a
la novedad que desestabiliza sus referencias de seguridad, pero tanto unos
como otros son miedos ordinarios. El  bebé desde sus primeros meses se
somete a miedos primitivos que pueden tener:
·  Graves consecuencias en el desarrollo futuro si no son suficientemente
reprimidas.
·  Consecuencias positivas si vive envuelto por una figura maternal protectora
de calidad que le protege de las agresiones internas y externas, lo cual le
permitirá desarrollar todas sus funciones en las mejores condiciones.
En efecto, el bebé corre el riesgo de vivir unos miedos invasores y tenaces si
está insuficientemente protegido contra las agresiones internas y externas de
su ambiente. 
Si el niño vive repetidamente estos “maltratos”, todo su cuerpo está en tensión
excesiva, tensión dolorosa de todas las funciones corporales desarrolladas y en
vías de desarrollo, estas tensiones dolorosas son vividas como una agresión
interna continua, un agresor corporal no identificado.
La angustia tensional es un concepto que es necesario poner en evidencia
apareciendo la angustia por los peligros o la angustia por las esperanzas. 
FUENTES:
http://revistadepsicomotricidad.blogspot.com/2013/10/cuerpo-emocion-y-
afecto-en-el-nino.html#:~:text=La%20expresi%C3%B3n%20emocional
%20es%20indispensable,crear%20sensaciones%2C%20emociones%20y
%20acciones.
https://www.montessorivillage.es/aucouturier-psicomotricidad-
vivenciada/#:~:text=Lo%20que%20propone%20Aucouturier%20con,para
%20llegar%20al%20pensamiento%20racional.

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