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Sydia Candanedo de Zuñiga

Nació en la ciudad de David, provincia de Chiriquí, República de Panamá, en el año 1927.

Hizo sus estudios primarios en su ciudad natal. En el Liceo de Señoritas obtuvo su Bachillerato en
Letras con el primer puesto de honor. En la Universidad de Panamá obtuvo su título de Profesora
de Segunda Enseñanza con especialidad en Español. Posteriormente hizo estudios de post-grado
en el Pedagógico de la Universidad de Chile; y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de
Lima, Perú, obtuvo su doctorado en Educación.

Sus poemas aparecen en distintas antologías. Ha sido galardonada con el premio Ricardo Miró en
el género poesía y cuento. Su sensibilidad desbordante la lleva no solo a cantarle al amor, sino
también a la patria, a la naturaleza, a Chiriquí y a su Boquete.

Su exuberante entusiasmo y pasión por escribir, le confieren valor agregado de frescura y


espontaneidad a sus versos, con los cuales logra condicionar al lector, sin proponérselo, a pensar
con los sentidos y a sentir con la mente. La fuerza de su poesía, despunta y se extiende en las
fulguraciones de una imaginación jamás del todo colmada.

Algunas de sus obras:


• Universidad y Reforma (1962).
• Poesías y artículos de crítica pedagógica y literaria en la Revista Tareas.
• El estilo poético de Rogelio Sinán (ensayo). Tesis para optar el título de profesora de
Español.
• Una rosada estrella en la vendimia.
• Segundo Premio Nacional de Poesía en el Concurso Ricardo Miró.
• (1969, 1993).
• El girasol caminante (Poesía) 1975.
• Memorial de la casa grande (Poesía). 1976
• Amor materno
• Arbolino (1987).
AMOR MATERNO

Cuando se tiene un hijo, no sé cómo decirlo,


Se abren las compuertas del amor hecho sangre;

Todo se contamina de una dulce ternura


Y el horizonte claro se siente en las entrañas.

¿ Por qué será que entonces todo se ve distinto:


La hormiga que murmura en su débil corola,

La blanca flor de armiño que estremece la aurora


Y la pupila abierta que arrulla nuestro espíritu?

Tener un hijo cambia la vida de las vidas,

Es como renacer y sentirse de nuevo


Como un capullo blanco, inocente y eterno,
Tal como niño sano corriendo en la llanura.

Y en esa idea fecunda de mareas y de ensueños,


En el alumbramiento de años y de días,
Ya la madre en silencio cubriendo los altares
De los nuevos retoños abiertos a la vida.

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