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La Iglesia en La Edad Media Ii
La Iglesia en La Edad Media Ii
profundamente religiosa. Por eso, la Iglesia católica tuvo mucha influencia sobre la
sociedad y, aunque existían otros credos, en el siglo XI Europa era en gran parte cristiana.
Más allá de las fronteras que separaban los reinos europeos nació un nuevo concepto de
unión: la cristiandad.
El clero secular: Con el nombre de clero secular se designaban a aquellos miembros de la Iglesia que vivían en el mundo,
mezclados con los laicos: el Papa, los arzobispos, los obispos y los párrocos.
Los párrocos se hallaban al mando de pequeños distritos llamados parroquias. Varias parroquias formaban una diócesis,
cuyo jefe era un obispo, y varias diócesis formaban una arquidiócesis, dirigida por un arzobispo.
El clero regular: A partir del siglo VI se organizó en Occidente el clero regular. A diferencia del clero secular, sus miembros
optaron por aislarse del mundo y vivir en monasterios regidos por un abad. Seguían, además unas reglas específicas.
LOS MONJES
Era el nombre que recibían los religiosos que se apartaban del mundo para vivir en un Monasterio. La palabra “Regular”
deriva del latín regula porque estos religiosos que vivían apartados debían obedecer una “regla propia”. La palabra monjes
deriva de la palabra Monako que significa los que viven en soledad. La causa del auge de estas nuevas órdenes monásticas
fue la corrupción de muchos funcionarios eclesiales que se preocupaban más por la administración de feudos y riquezas que
la de las almas de los fieles (Caso del papa Nicolás I, quien aseguraba que la iglesia debía reemplazar al gobierno estatal).
La inquisición: Fundada en el siglo XII por el Papa Inocencio III, era un tribunal eclesiástico que buscaba castigar las
herejías. Para obtener información, los inquisidores torturaban a los acusados.
Los castigos, que variaban según el pecado, iban desde pasear a lomo de un burro con una soga en el cuello y un gorro
puntiagudo llamado “sambenito”, hasta ser quemado en la hoguera.
LAS PEREGRINACIONES
Una de las manifestaciones del apego de la sociedad feudal a las creencias religiosas
fueron las peregrinaciones: viajes que los fieles, tanto ricos como pobres, realizaban
a pie a diferentes santuarios religiosos y que duraban meses o años.
Los centros más importantes de peregrinación fueron Roma, capital espiritual de la
cristiandad; Jerusalén, donde se hallaba el Santo Sepulcro, y Santiago de
Compostela, donde se creía que estaba enterrado el apóstol Santiago.
Los cristianos peregrinaban por causas muy diversas. Algunos cumplían penitencias o una promesa, otros buscaban la
purificación, y otros lo hacían por curiosidad o por el deseo de comerciar en los lugares a los que llegaban los peregrinos.
La guía de Santiago
En el siglo XI, Santiago de Compostela, en el norte de España, pasó a ser un lugar de peregrinaje tan importante como Roma
y Jerusalén. Las peregrinaciones quedaron relatadas en un extenso códice del siglo XII. Este manuscrito contenía una
auténtica guía de peregrinos en la que se advertía a los fieles de los peligros del camino y a la vez, se estimulaba la
peregrinación a Santiago.
Cualquier peregrino estaba sometido a las penalidades del recorrido y a los problemas de alimentación y seguridad. La guía
señalaba las fuentes de agua, los tipos de comidas de las distintas regiones y hasta los posibles riesgos de asaltos, así como
las posadas, los hospitales y las iglesias que merecían visitarse.