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- Descripción
Primer fragmento: “Me dio la respuesta un coloso de cabellera crespa, color
aceitunado, mirada inteligente y modales desembarazados y francos. En
mangas de camisa, con un mandil azul, cubierto de sudor y manchado de tinta,
se ocupaba en colar fajas y pegar direcciones.
Segundo fragmento: “Sólo encontré una voz amiga. Había un muchacho a
quien llamábamos el Metafórico, por su manera extraña y alegórica de
expresarse”.
Tercer fragmento: “Yo contaba con un amigo de corazón: Braulio Pérez. Juntos
habíamos entrado al colegio, seguíamos las mismas asignaturas y durante
cinco años habíamos estudiado en compañía. En cierta ocasión, una
enfermedad le retrasó en sus cursos: yo velé dos o tres meses para que no
perdiera el año”.
Cuarto fragmento: “Mi amigo Braulio empezó a comparar mis versos con los de
Genaro Latino. –Cuando escribas así, tendrás derecho a publicar –me dijo sin
el menor reparo. Fui constantemente inmolado en aras de mi rival poético: él
era Homero, Virgilio y Dante; yo, un coplero de mala muerte”
- Diálogo
Primer fragmento: El señor Director? –pregunté queriendo mostrar serenidad,
pero temblando. –Soy yo, joven. –Me han encargado le entregue a usted una
composición en verso. –Pasemos al escritorio. –¿Y quién es el autor? –me dijo,
concluida la lectura. Me puse a tartamudear, a querer decir algún nombre
supuesto, a murmurar palabras ininteligibles, hasta que concluí por enmudecer
y tornarme como una granada. –¿Cómo se llama usted, joven? –Roque Roca.
–Pues bien: yo publicaré la composición en el Próximo número y pondré el
nombre de usted, porque usted es el autor: se lo conozco en la cara. Verdad?
Segundo fragmento: El Metafórico me llamó a un lado y me dijo con la mejor
buena fe: –Mira, no les hagas caso y sigue montando en el Pegaso: el ruiseñor
no responde a los asnos; poeta–aurora, desprecia a los hombres–coces
Tercer fragmento: –¿Qué dices de lo que pasa? –Hombre –me contestó– ¿por
qué publicar los versos sin consultarte con algún amigo? – De veras. –Tú
sabes que yo... –Cierto. –Estoy hasta resentido de tu reserva conmigo. –Lo
hice de pura vergüenza. –Si alguna vez vuelves a publicar algo... –¿Publicar?,
antes me degüellan
Cuarto fragmento: De pronto, cambia de color, se muerde los labios, estruja el
periódico y le guarda en el bolsillo. –¿Por qué no sigue leyendo? –le pregunta
una voz estentórea–. Era el Metafórico. –(Que siga, que siga! –exclamaron
algunos. –Yo seguiré –dijo el Metafórico. Se encaramó en la silla que el amigo
Braulio acababa de abandonar y leyó.