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La Catedral de la Diócesis
de San Felipe de Aconcagua
Orígenes y Gestores
Domingo Torres Cáceres - Enrique Segovia Barrientos
Rafael Gómez Navarro - Roberto Carrandi Muñoz

Esta investigación fue realizada gracias a los aportes del


Gobierno Regional de Valparaíso y la Corporación Ciem Aconcagua
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La Catedral de la Diócesis de San Felipe de Aconcagua
Origenes y Gestores

Autores
Domingo Torres Cáceres, Enrique Segovia Barrientos, Rafael Gómez Navarro, Roberto Carrandi Muñoz

Asesoría técnica a la investigación y edición del texto


Hanny Suckel Ayala

Apoyo a la investigación
Sebastián Yáñez, Padre Hernán Acuña, Norma Rodríguez

Diseño
Marcela Meneses Castro, Iván Carreño Ibaceta

Fotografías de archivo
Cristian Jury, Iván Carreño, Rodrigo Vega

Gestión fotográfica
Enrique Segovia, Rafael Gómez, Roberto Carrandi, Domingo Torres, Hanny Suckel

Entrevistados
Rolando Stevenson, Relacionador Público,
Padre Hernán Acuña, Párroco de la iglesia Catedral de San Felipe,
Padre Félix Arévalo, ex Párroco de la iglesia Catedral de San Felipe,
Padre Mario Lazo, ex Párroco de la Catedral, actual Párroco de Cabildo,
Norma Rodríguez, Notaria Eclesiástica,
Cristina Soruco, ex Catequista de la Catedral,
Adriana Vásquez, ex Catequista de la Catedral.

Agradecimientos
Juan Carlos Cerda, Tomás Garrido, Mario Caballero, Sonia Castro,
Ivar Lemus, Roxana Serey, Juana Astudillo
y a los Consejeros Regionales Eduardo León y Nelson Contador.

Este libro se terminó de imprimir en octubre de 2010 Año ISBN


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“Frente a la acción del tiempo y los


elementos naturales que perjudican su esencia,
a las mezquindades especulativas que promueven su destrucción,
a las necesidades urbanas que reclaman su desaparición,
se opone cada vez con mayor fuerza y eco,
la voluntad de proteger los monumentos arquitectónicos,
testimonios irremplazables de otras épocas”

Miriam Waisberg
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Indice

Presentación Pág. 09

Introducción a la Historia de la Catedral de San Felipe 13

Capítulo I
La Catedral de San Felipe como Monumento Nacional 19

Capítulo II
Introducción a la Historia Religiosa de Aconcagua y Petorca 27

Capítulo III
La Diócesis de Aconcagua 43

Capítulo IV
Los Obispos de la Diócesis 53

Capitulo V
La Pastoral 87

Capítulo VI
Aspectos Arquitectónicos de la Catedral 119

Glosario - Bibliografía 141


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PRESENTACIÓN

“La Catedral de San Felipe es parte del patrimonio de la Diócesis y, por lo


tanto, parte esencial del ser de Aconcagua y Petorca”.

Esta afirmación con que los autores inician esta obra es certera. El patrimonio
de un pueblo está constituido por todo aquello que expresa su devenir en el tiempo,
su manera de ser y de expresarse, su identidad profunda, en todo lo cual el senti-
miento religioso ocupa un lugar protagónico. En efecto, aún cuando las circunstancias
han cambiado y hoy vivimos una cultura más plural y diversa, en la que no todos se
confiesan creyentes, nadie podría negar el sustancial aporte de la fe al ser de nuestro
pueblo. Chile tiene raigambre cristiana, se ha constituido como nación sobre los valo-
res del Evangelio que le fue predicado desde sus mismos orígenes por los misioneros
como Pantaleón Correa, los frailes Mercedarios, Franciscanos, Jesuitas, Agustinos,
Dominicos entre otros, quienes sembraron la semilla de la fe en la primera hora de
nuestra nación.

La Catedral, el templo madre de la Iglesia diocesana, ha acogido en su seno la


vida de nuestro pueblo, que se ha reunido en los momentos más cruciales y significativos
de su historia para dar gracias, implorar la ayuda de Dios y ratificar su fe.

En su cátedra se han sentado ocho distintos Obispos, quienes, como diligentes


pastores, gobernaron la Diócesis con solicitud fundando parroquias, para una mejor
atención pastoral de los fieles, preocupándose de los más humildes y necesitados
como en el caso de los obispos Del Canto, Alvear y Vial, o dejando una huella de
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santidad ejemplar que ha impresionado el alma de la gente aconcagüina como
ocurrió con los obispos Berríos y Alvear.

Junto a ellos, como estrechos colaboradores, han estado los sacerdotes que
ejercieron como párrocos de la Catedral, entre los cuales ha habido quienes se
destacaron tanto por su dinamismo pastoral como por su vida ejemplar. Entre ellos
perdura hasta hoy el recuerdo cariñoso y agradecido de don GuilIermo Echeverría.

La Catedral ha estado presente en la vida de la gente y la vida de ésta ha sido


acogida por la Catedral, que es ícono de la Iglesia Madre, que ha acompañado a nuestro
pueblo desde sus orígenes.

Por ello, ha resultado tremendamente valioso el aporte de este libro que recoge
la historia de nuestra Catedral. Se trata de un primer paso dado en esta dirección, ya
que no existe, hasta la fecha, un trabajo sistemático con los datos del principal tem-
plo de nuestra Diócesis.

Mi agradecimiento muy sincero a quienes dieron vida a esta obra: a Hanny


Suckel Ayala, que brindó la asesoría técnica a la investigación y edición de este
trabajo; al equipo de personas que recopilaron el material necesario mediante la
investigación en bibliotecas, archivos y entrevistas, y que, en definitiva, pueden ser
considerados los autores de esta publicación, los señores: Domingo Torres Cáceres,
Enrique Segovia Barrientos, Rafael Gómez Navarro y Roberto Carrandi Muñoz. Quiero
dejar especial mención de la Sra. Norma Rodríguez y de Sebastián Yáñez, quienes
entregaron información valiosa en el proceso de acopio de datos.

Numerosas personas hicieron llegar otros antecedentes no menos valiosos,


respondiendo a la solicitud que en su momento hicieron los miembros del Equipo.
Vecinos anónimos que llegaron con antiguas fotografías, recuerdos guardados a
través de los años y que se han venido transmitiendo oralmente ... en fin! Queda la
impresión de que la Catedral tiene un lugar especial en el corazón de los sanfelipeños.
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Han transcurrido 279 años de la fundación de la ciudad de San Felipe.

Hoy, ¡qué duda cabe! vivimos en circunstancias muy diferentes en muchos


aspectos, pero el hambre de Dios no se ha saciado en los hombres y mujeres que
viven en nuestros valles. La Iglesia debe continuar con su misión de evangelizar,
como hicieron antaño los primeros misioneros, con la gozosa convicción de que
invitamos con nuestro anuncio a vivir la inefable experiencia del encuentro con
Cristo, fuente de felicidad. “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir
cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en
la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (Documento
de Aparecida, 29).

Padre Hernán Acuña


Párroco Iglesia Catedral
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Introducción a la Historia
de la Catedral de
San Felipe
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Con el fin de dar a conocer a los fieles de Aconcagua y Petorca, la historia de su


Diócesis y de su templo Catedral, la cual ha sido, por decreto supremo declarada
Monumento Nacional, es que nos hemos propuesto realizar una investigación histórica
para dar a conocer a la comunidad sus orígenes y gestores.

En la medida que volvamos nuestra mirada al pasado, comprenderemos nuestros


inicios y sólo así podremos proyectar una visión y misión de Iglesia hacia el futuro.

En la búsqueda de antecedentes de nuestra Diócesis creímos pertinente


centrarnos en dos grandes tópicos: Su historia como Diócesis y su historia como
Iglesia Matriz y Catedral.

Para ello, recorrimos desde los inicios, con el primer “doctrinero”, don Pantaleón
Correa, las riberas del río Aconcagua, el valle de Putaendo, las alturas de San
Francisco, luego cruzamos el cordón montañoso hacia el norte y llegamos a
Petorca, llevando hasta allá el santo evangelio.

Estuvimos presentes con el maestre de campo, don Andrés de Toro Hidalgo,


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cuando se designa el lugar frente a la plaza en que se construiría el primer Templo
Matriz en la villa de San Felipe.

Marchamos al norte con el cura Gómez y luego fuimos al destierro junto con él,
a tierras de Gorbea y San Carlos. Nos alegramos el año 25 cuando el Papa Pio XI nos
nominó como Diócesis. Apoyamos la reconstrucción del templo junto a los padres
Echeverría y Arévalo y hoy vemos con orgullo, después de este largo caminar que
nuestra iglesia Mayor, Templo Matriz o Catedral se levanta como testimonio de fe
del Pueblo de Dios, que peregrina por los valles de Aconcagua y Petorca, dando
testimonio de su presencia.

Al iniciar esta investigación, desconocíamos la trascendencia que este proceso


implicaría para todos nosotros, nos motivó a usar un sistema de trabajo y planificar a
través de constantes reuniones, mediante las cuales fuimos descubriendo como abor-
dar el proceso, con el apoyo técnico de Hanny Suckel de la Corporación Ciem
Aconcagua.

Quienes investigamos, somos personas que en el inicio, teníamos criterios


diferentes para enfrentar la investigación, que sin embargo desembocó en un crisol
de creatividad que ha permitido que trabajemos de manera ardua y comprometida,
aprendiendo a utilizar la tecnología y técnicas de investigación.

Para ello, utilizamos diversas técnicas y procedimientos que nos permitieron


recopilar y analizar la información obtenida. Realizamos una serie de entrevistas a
personajes clave, buscamos información en archivos y libros y solicitamos fotografías
y documentos que nos permitieron construir esta historia.

En este proceso recurrimos y desde ya, agradecemos a aquellos que con


anterioridad recopilaron antecedentes históricos de nuestra Diócesis y Catedral,
pues en ello se ha basado gran parte de nuestra investigación. Por su trabajo de bús-
queda y recolección nos ha sido posible hacer presente ese pasado.
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Gracias por su aporte, por sus datos importantes, por sus visiones a veces
encontradas sobre una misma realidad, ya que son ellas las que contribuyen a
mantener presente nuestra memoria histórica.

Debemos también agradecer a nuestros entrevistados que nos dieron una


visión más cercana y fresca de nuestra Diócesis. Han sido ellos, junto al pueblo que
peregrina haciendo la historia de la comunidad de Aconcagua y Petorca, quienes
van plasmando el camino de este pueblo de Dios.

Finalmente y gracias a esta investigación, hemos logrado constituirnos en


investigadores patrimoniales, ya que creemos que en la medida que se asciende en
la búsqueda, el horizonte de interrogantes se amplía, y tenemos claridad en que esta
historia no ha concluido y que es sólo un inicio.

Los Autores
San Felipe, invierno 2010.
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Capítulo I
La Catedral de San Felipe
como Monumento Nacional
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Valor de este patrimonio cultural y religioso del valle de Aconcagua

La Catedral de San Felipe es parte del patrimonio de la Diócesis y por lo tanto


parte esencial del ser de Aconcagua y Petorca, zonas que abarca este territorio
eclesiástico.

Debemos por lo tanto conocer que significa este concepto y que sea monumento
nacional.

“El patrimonio de una nación lo conforman el territorio que ocupa, su flora y


fauna, y todas las creaciones y expresiones de las personas que lo han habitado: sus
instituciones sociales, legales y religiosas, su lenguaje y su cultura material desde las
épocas históricas más antiguas.
El patrimonio comprende los bienes tangibles e intangibles heredados de los
antepasados; el ambiente donde se vive; los campos, ciudades y pueblos; las tradi-
ciones y creencias que se comparten; los valores y religiosidad; la forma de ver el
mundo y adaptarse a él. El patrimonio natural y cultural constituye la fuente insus-
tituible de inspiración y de identidad de una nación, pues es la herencia de lo que ella
fue, el sustrato de lo que es y el fundamento del mañana que aspira a legar a sus
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hijos”.
El patrimonio constituye la base con la cual una nación, pueblo o comunidad
crece, se desarrolla y evoluciona. Es todo aquello que le confiere una identidad de-
terminada. En un primer acercamiento se puede distinguir el patrimonio natural del
patrimonio cultural.

Patrimonio Natural

Está constituido por la variedad de paisajes que conforman la flora y fauna de


un territorio. La UNESCO lo define como aquellos monumentos naturales,
formaciones geológicas, lugares y paisajes naturales, que tienen un valor relevante
desde el punto de vista estético, científico y/o medioambiental.

El Patrimonio natural lo constituyen las reservas de la biosfera, los monu-


mentos naturales, las reservas y parques nacionales y los santuarios de la natura-
leza.

Por otra parte, el patrimonio cultural está formado por los bienes culturales
que la historia le ha legado a una nación y por aquellos que en el presente se crean y
a los que la sociedad les otorga una especial importancia histórica, científica, simbó-
lica o estética. Es la herencia recibida de los antepasados, y que viene a ser el testi-
monio de su existencia, de su visión de mundo, de sus formas de vida y de su manera
de ser, y es también el legado que se deja a las generaciones futuras.

Patrimonio Cultural

“El Patrimonio Cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, ar-
quitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas
del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las
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obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la
lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las
obras de arte y los archivos y bibliotecas”.

El Patrimonio Cultural se divide en dos tipos:

Patrimonio Cultural Intangible


Está constituido por aquella parte invisible que reside en el espíritu
mismo de las culturas. El Patrimonio Cultural no se limita a las creaciones
materiales. Existen sociedades que han concentrado su saber y sus técnicas, así como
la memoria de sus antepasados, en la tradición oral. La noción de patrimonio intan-
gible o inmaterial prácticamente coincide con la de cultura, entendida en sentido amplio
como “el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y
afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social” y que, “más allá de las
artes y de las letras”, engloba los “modos de vida, los derechos fundamentales del ser

Costado Plaza de Armas - San Felipe


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humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. A esta definición
hay que añadir lo que explica su naturaleza dinámica, la capacidad de transforma-
ción que la anima, y los intercambios interculturales en que participa.

Patrimonio Cultural Tangible


Que se puede clasificar en Muebles e Inmuebles. El patrimonio tangible mueble
comprende los objetos arqueológicos, históricos, artísticos, etnográficos, tecnológi-
cos, religiosos y aquellos de origen artesanal o folklórico que constituyen colec-
ciones importantes para las ciencias, la historia del arte y la conservación de la
diversidad cultural del país. Entre ellos cabe mencionar las obras de arte, libros
manuscritos, documentos, artefactos históricos, grabaciones, fotografías, pelícu-
las, documentos audiovisuales, artesanías y otros objetos de carácter arqueológico,
histórico, científico y artístico.

El patrimonio tangible inmueble está constituido por los lugares, sitios,


edificaciones, obras de ingeniería, centros industriales, conjuntos arquitectónicos,
zonas típicas y monumentos de interés o valor relevante desde el punto de
vista arquitectónico, arqueológico, histórico, artístico o científico, reconocidos y re-
gistrados como tales. Estos bienes culturales inmuebles son obras o producciones
humanas que no pueden ser trasladadas de un lugar a otro, ya sea porque son
estructuras (por ejemplo, un edificio), o porque están en inseparable relación con el

Calle Prat Plaza de Armas


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Kiosko Plaza de Armas de San Felipe

terreno (por ejemplo, un sitio arqueológico).

En el ámbito arquitectónico, el patrimonio se ha centrado en todos los


elementos construidos y edificaciones que representan un hito importante en la cul-
tura de un pueblo.

Sin embargo este concepto ha evolucionado para incluir el contexto


urbano. Esto ha ayudado en primer lugar a adquirir una visión amplia del
patrimonio, que supere la concepción fundamentalmente monumentalista imperante
sobre el mismo.

“El patrimonio construido comprende obras arquitectónicas y espacios


urbanos cuya forma es expresión de conocimientos adquiridos, arraigados y
transmitidos, lo que en forma individual o en conjunto, revelan características
culturales, ambientales, antropológicas o sociales, que expresan y fomentan la cul-
tura”.
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Capítulo II
Introducción a la
Historia Religiosa de
Aconcagua y Petorca
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29

Antecedentes Históricos y Geográficos

La Diócesis de San Felipe está ubicada geográficamente en la región de


Valparaíso. Comprende tres de sus siete provincias: San Felipe, Los Andes y Petorca.
Las tres provincias (cada una de las cuales corresponde a un decanato) cuentan en su
conjunto con una superficie de 10.302 km2 y una población de 296.304.000 habi-
tantes de acuerdo al censo del 2002.

La provincia de San Felipe, posee una superficie de 2.659,2 km2 y en ella ha-
bitan 131.911 personas. Se divide en seis comunas, Santa María, San Felipe, Catemu,
Panquehue, Putaendo y Llay Llay.

La provincia de Los Andes posee una superficie de 3.054,1 km2 y en ella


viven 91.683 personas; posee 4 comunas, Los Andes San Esteban, Calle Larga y Rin-
conada de Los Andes.

El valle de Aconcagua, donde están ubicadas las provincias de San Felipe y Los
Andes, destaca por su privilegiada ubicación geográfica, rodeada por extraordinarios
cerros, ricos en minerales, con cuencas muy fértiles tanto en sus tierras como sus
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aguas, las que constituyen los elemento fundamentales para el desarrollo de la agri-
cultura y la minería, principales actividades productivas practicadas durante siglos
por los habitantes que poco a poco fueron poblando su territorio.

Las ciudades de San Felipe y Los Andes son las cabeceras provinciales de una
red de pequeñas ciudades, decenas de aldeas y centenares de caseríos que confor-
man en su conjunto los territorios del valle.

Ellos son los protagonistas de una densa historia de cambios que han confor-
mado una compleja estructura social, económica ambiental y político administrativa
que en su larga data otorga al valle la noble reputación de centro productivo de ali-
mentos y minerales.

Diócesis de San Felipe


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Ubicación privilegiada desde tiempos del Descubrimiento y Conquista, cerca
de Santiago, de Valparaíso, de Mendoza y camino obligado al norte de nuestro país.

La provincia de Petorca tiene una superficie de 4.588,9 km 2 y en ella viven


72.746 personas, posee 5 comunas: Petorca, La Ligua, Cabildo, Papudo y Zapallar.

El valle de Petorca se ubica al norte del valle de Aconcagua y en la precordillera


andina, tiene limitados cursos de aguas y un clima semi-árido, con temperaturas agra-
dables y cielos despejados la mayor parte del año.

Sus cordones montañosos transversales recibieron asentamientos mineros de


oro a mediados del siglo XVIII, los que funcionaron sin pausa durante tres siglos. La
zona tiene la menor cantidad de habitantes por km2, (15,3) en la mayor superficie de
la región de Valparaíso.

En ambos valles, aunque su actividad fundamental son la agricultura y la mi-


nería, la población urbana es mayor que la rural. Los centros urbanos más importan-
tes son San Felipe, Los Andes y La Ligua. El resto de los habitantes se distribuyen en
una serie de centros semi-rurales a lo largo y ancho de la Diócesis. La población rural
llega a los 70.877 habitantes de acuerdo al censo del año 2002; cabe hacer notar que
el 80% de su población se declara católico.

Las principales ciudades de la Diócesis, San Felipe, Los Andes y La Ligua, fue-
ron fundadas en 1740, 1790 y 1754 respectivamente.

Historia de la evangelización en los valles de Aconcagua y Petorca

Las primeras noticias de la llegada del Evangelio de Jesucristo a nuestros va-


lles se remontan al final del siglo XVI. En 1585, el clérigo don Pantaleón Correa, ser-
vía en la doctrina de Aconcagua (Plaza Vieja) que comprendía los poblados de Putaendo,
Panquehue, Apalta, (Tierras Blancas) Llupeo (San Esteban) y Curimón.
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Quien informa de esto al Rey es Fray Diego de Medellín, franciscano, dice “Pantaleón
Correa, Clérigo, presbítero, sirve la doctrina de Aconcagua, Curimón y Putaendo, su
salario es de 400 pesos oro más comida”.

Pero somos sorprendidos con otra nota, “Con Almagro el año 1535 vinieron los
Mercedarios Fray Antonio Solís y Antonio de Almansa, amén del clérigo Cristóbal
Molina, quienes permanecieron alrededor de seis meses con la expedición en
Aconcagua”.

Con fecha anterior, 15 de abril de 1580, el mismo Fray Diego de Medellín in-
forma al Rey que “el clérigo Juan de Oces está ocupado en la doctrina de Petorca y
otros pueblos de esa zona”.

Posteriormente, por carta del Obispo Salcedo al Rey, sabemos que en 1663 La
Ligua ya era Parroquia. Tal noticia la debemos a la famosa Quintrala. Se comenta un
hecho de violencia al cura de La Ligua, el cual fue agredido por mandato de doña
Catalina de los Ríos, por un problema de casamiento de indios. Pero el asunto quedó
en nada ya que doña Catalina tenía influencias en esferas superiores.

Referente a Petorca, se sabe de un Cristo de madera, articulado, de tamaño


natural traído hacia el 1600. La Iglesia de la Merced, ubicada frente a la Plaza de
dicho pueblo, fue construida por los Jesuitas en 1640 y ha sido refaccionada en tres
oportunidades 1780, 1800 y 1857. Sus líneas arquitectónicas se han mantenido a
través del tiempo, es Neogótica con algunas reminiscencias de Neobarroco.

Todo el esfuerzo realizado por éste, y muchos otros “Doctrineros” es lo que


atrae a numerosas órdenes religiosas para fundar sus conventos y casas en los valles
de Aconcagua y Petorca. Para desde ellos, predicar la palabra e impregnar los rasgos
de Cristo en la naciente sociedad aconcagüina y petorquina.

Las “Doctrinas” eran atendidas por sacerdotes que recorrían su feligresía


a caballo o en mulas, llevando su altar portátil, santos y paramentos en otra
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Planta y descripción del Valle de Aconcagua

cabalgadura. En un galpón, ramadas o cortijo, instalaban su templo, donde atendían


y adoctrinaban a los indios. Celebraban misas e impartían los sacramentos. Eran más
bien misioneros que curas con residencias fijas, ya que villas o pueblos propiamente
tales no había.

Este término de “Doctrina” se conservó mucho tiempo y así, en los libros


parroquiales se puede leer “bauticé a…”, natural de esta doctrina.

Tales doctrineros tenían también la misión de enseñar las primeras letras a


indios aventajados como también a algunos hijos de encomenderos”.

La Doctrina marca un territorio a los evangelizadores, se habla de la Doctrina


de Petorca, de Chuapa (Choapa) y de Coquimbo, entre otras.
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Posteriormente estas doctrinas se convertirían en parroquias, designación que
aún permanece en algunas partes para designar municipios u otros sectores territo-
riales.

En 1603 llegan los Agustinos a Panquehue, les siguen los hijos de Santo Do-
mingo, que en 1666 tienen una hospedería en la zona de Santa Rosa de Los Andes.
Los Dominicos tenían en el siglo XVII la casa y convento principal en Santiago del
cual dependían los conventos de Paraguay y Argentina. Con el objeto de facilitar es-
tos viajes y dado la ubicación geográfica del valle deciden instalar un convento en Los
Andes, el cual fue destruido en 1730. La ubicación es muy estratégica, pues las cara-
vanas llegaban muy maltrechas con el paso de la cordillera y tenían inmediato reposo
en Los Andes. En 1760 se establecen en San Felipe en la calle San Juan Bautista (hoy
calle Santo Domingo).

En 1682 llegan los Mercedarios a establecerse en el lado norte del “gran río de
Chile” (llamaban así pomposamente y con mucho o exagerado orgullo al río Aconcagua)
lugar donde más tarde se fundaría la ciudad de San Felipe.

“Edificado el convento e iglesia, que corrió a cargo de don Andrés de Toro Hi-
dalgo en compensación del legado testamentario de su padre, ya que los terrenos en
que se edificó la villa de San Felipe pertenecían a los Mercedarios, se trasladaron los
religiosos que vivían en el antiguo convento a distancia de media legua y fueron reci-
bidos con general aclamación del vecindario”.
“La devoción y culto a la virgen de la Merced, era muy grande y general en Aconcagua
y Petorca, en efecto, en todas las capillas y parroquias y antiguas casas ya de abolen-
go, ya de campesinado, su venerable imagen ocupaba durante la Colonia, e incluso
hasta fines del siglo XIX el lugar preferente en los retablos hogareños y así la tienen
por titular y patrona las parroquias de Chincolco, Petorca, Papudo, Calle Larga y la
Merced de San Felipe”.

Llegamos al año 1740 y nos permitimos transcribir como describe el escritor


Bernardo Cruz Adler la disputa en la fundación de San Felipe, pues no estaba claro si
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la villa sería establecida en la ribera norte o sur del rio Aconcagua. Argumentos para
ambos lados: que había leña, que había agua, que había tierras mejores, que no había
viento, que esto y lo otro.

Curimón era importante por la presencia Franciscana y centro doctrinario de


Aconcagua pero así y todo el presbítero don José de Rozas y Verdugo argumenta a
favor del lado norte y se lo presenta a don José Manso de Velasco, como una verda-
dera tierra prometida.

“Don José Manso de Velasco, pasa al norte acompañado de don Andrés de


Toro Hidalgo para conocer de primera vista el lugar y preguntando sobre todo, para
tener una acabada visión: El gobernador fue acucioso, casi severo en las muchas pre-
guntas, pareció a los vecinos que don José Manso, hallaba mil defectos en la cuadra
ofrecida, se detuvieron en la pobre y destartalada iglesia muy semejante a aquella
que dos siglos antes construyera Valdivia en el valle de Huelén.
El piadoso mandatario rezó allí sus preces y salió entristecido del modesto re-
cinto, pero don Andrés lo consoló al punto diciéndole “que de su cuenta haría alzar un
templo y un curato de adobe y teja, de alto campanario y capaz y bien plantado como
si fuera de la misma metrópoli”.

Que nos dice este pasaje: que ya había iglesia o capilla de quincha (rama con
barro como pared) y techo de paja, pues don Andrés de Toro Hidalgo promete: “de
adobe y tejas”. Y esa fue nuestra primera Iglesia Matriz, futura Catedral.

El escritor Julio Figueroa, en su libro Historia de San Felipe va describiendo


las ordenanzas dadas por la autoridad para llevar adelante la construcción de la villa:
“Se señalará una cuadra en área para casa de ayuntamiento, de corregidor y cárcel y
lo restante para propios de la villa”.

“Otro costado destínese a la iglesia, casa del párroco y el saldo para rentas de
la iglesia, a distancia proporcionada de la plaza resérvese una cuadra al convento de
la Merced y otra al de los Jesuitas, una tercera para la construcción de un beaterio”.
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Plano de San Felipe 1865


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Órdenes Religiosas en Aconcagua

A fines del siglo, en 1696 se establecen los Franciscanos en Curimón; los Je-
suitas se establecieron en San Felipe desde su fundación en el año 1740, teniendo
colegio y residencia desde 1743.

La primera escuela del corregimiento, que en ese año tenía 40 alumnos, fue
apoyada por doña Isabel de Toro Mazote, quien donó a la Compañía de Jesús
(Jesuitas) la hacienda de San Juan Francisco de Regis, para que una parte de sus
productos se empleara en una escuela pública donde se enseñó gramática, y pri-
meras letras. Ello aconteció hasta su expulsión de los dominios de España en 1767.

La acción de estas órdenes religiosas fue difundiendo el conocimiento de Jesús


y van apareciendo los primeros signos de la iglesia Católica de Aconcagua y de Petorca.
Las doctrinas se van transformando en curatos, y éstos darán origen a nuevas parro-
quias.

En 1855 llegó la primera congregación religiosa femenina, la comunidad del


Buen Pastor, que recién llegada de Francia – y en vida de su fundadora – creó su
primera casa en América del sur. En 1866, el sacerdote José Agustín Gómez fundó en
San Felipe la congregación de las Hospitalarias de San José. Luego vendrán sucesi-
vas fundaciones: de los padres Asuncionistas, los hermanos de las Escuelas Cristia-
nas, los Hermanos Maristas, los Salesianos de Don Bosco, las religiosas Carmelitas,
Franciscanas Misioneras y muchas otras, hasta nuestros días.

De lo que fue la antigua doctrina de Aconcagua y Petorca hasta comienzos del


siglo XIX, ya la encontramos estructurada en 13 parroquias que son las más anti-
guas, las cuales detallamos:

- Santo Domingo de La Ligua 1623


- Nuestra señora de la Merced de Petorca 1732
- El Sagrario de San Felipe, Iglesia Mayor 1740
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(Hay otras fechas cercanas a esta que dan algunos autores)
religiosos -y 120
San religiosas
Antonio de Putaendoen las siguientes congregaciones:
agrupados 1797
- Santa Rosa de Los Andes 1804
- San Lorenzo de Cabildo 1824
- San Esteban de San Esteban 1861
- San Ignacio de Llay-Llay 1871
- San José Obrero Rinconada Los Andes 1877
- San Maximiliano de Panquehue 1892
- San José de Catemu 1898
- Inmaculada Concepción de Santa María 1907
- Nuestra Señora del Carmen de Placilla 1911

Es digno de mencionar a los “Doctrineros”, que recorrieron estos valles llevando la


palabra de Dios.

- Pantaleón Correa 1585 – 1611


- Sebastián Hernández Quinteros 1611 – 1617
- Juan Sáez de Alvarado 1617 – 1643
- Pedro Moyano Cornejo 1643 – 1656
- Francisco Escobar Herrera 1656 – 1695
- José Pedro Huerta y Escobar 1695 – 1711
- Francisco Escobar Villareal 1706 – 1706
- Francisco Parón Dávila 1711 – 1717
- Gabriel Soto y Córdoba 1718 – 1740
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Interior antigua Iglesia de la Merced

Sacerdotes, religiosos y religiosas nacidos en la Diócesis

Los Obispos

Monseñor Diego Antonio Elizondo Prado


Que si bien es cierto nació en Quillota, debemos recordar que por esa época
Quillota pertenecía a la provincia de Aconcagua, además que en su carácter de habi-
tante de la zona, fue Diputado al Congreso en 1823 por Petorca y Quillota y luego en
1824, por Petorca.
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Monseñor José Manuel Orrego Olmos y Pizarro


Nacido en Placilla de La Ligua el 5 de abril 1818, hijo de Vicente Orrego y doña
Rosario Olmos. Ordenado sacerdote el 8 de agosto de 1841, fue rector del seminario
desde el 5 de abril de 1850 y rector del Instituto Nacional durante 1852. Fundó el
colegio San Luis el 18 de abril de 1853. En 1857 como decano de la facultad de teolo-
gía y a petición de don Andrés Bello, escribió el manual científico filosófico “Tratado
de los fundamento de la Fe”. Fue nombrado en forma interina como Obispo de La
Serena. El presidente Pérez lo propuso a Roma para la mitra de La Serena. Como
obispo de su Diócesis se preocupó en forma especial del seminario, de las escuelas y
colegios católicos, además preparó la construcción del Santuario de Andacollo. El 17
de septiembre de 1887 presentó su renuncia al Papa, dado sus graves dolencias esta
fue aceptada y en junio de 1891 fallece en la ciudad de Santiago.

Monseñor Juan Agustín Lucero Lazcano


Fue el tercer obispo de San Carlos de Ancud, nació en la vecina ciudad de
Putaendo el 28 de Agosto de 1839, siendo sus padres don José Manuel y doña Agus-
tina Lazcano. Profesó en la recoleta Dominica en 1848, se ordena sacerdote en 1853.
Por largos años fue profesor de teología y otras ciencias en el convento Máximo, en
1867 fue nombrado provincial de la orden y en 1886 fue elegido Obispo de Ancud.
Monseñor Lucero falleció el 3 de diciembre de 1887.

Monseñor Plácido Labarca Olivares


Nacido en Curimón el 2 de enero 1839, fueron sus padres don Manuel y doña
Rosa, presbítero el 20 de diciembre de 1862, fue capellán en Los Andes en 1863, en
abril de 1887 Vicario Apostólico de Tarapacá y promovido al Obispado de Concepción
en 1890. Edificó el magnífico Seminario sureño, asistió al Concilio Plenario Latino
Americano de Roma en 1899, falleció el día 9 de Octubre de 1905.
41
Monseñor Melquisedec del Canto y Terán
Nacido un 4 de diciembre de 1866 en Requinoa, es el primer Obispo de la Dió-
cesis de San Felipe. Lo destacamos en un capítulo especial dedicado a los Obispos de
Aconcagua y Petorca.

Sacerdotes

Presbítero José María Montes Solar


Hijo de don Ramón y doña Mercedes, fue párroco de Putaendo desde 1872 a
1888, fecha en que contrajo el cólera después de haber atendido día y noche a cente-
nares de moribundos durante la peste en la zona.

Francisco de Sales Pino


Que sirvió a la parroquia de La Ligua desde 1895 hasta 1909, murió de pulmo-
nía a los 57 años.

Domingo Benigno Cruz


Nacido en Rinconada de Silva, fue vicario capitular de la Diócesis de Concep-
ción.

Monseñor Jacinto Canales Escudero Otárola


Nacido en San Felipe, filósofo y teólogo, decano de la Facultad de Teología de
la Universidad Católica de Chile y Rector del Seminario Pontificio de los Santos Án-
geles.

José de Rojas y Ovalle


Primer párroco de San Felipe.

José Agustín Gómez


Conocido en Aconcagua y en todo Chile como “el Cura Gómez”, al cual dedica-
mos un capítulo especial.
42
43

Capítulo III
La Diócesis de Aconcagua
44
45

El Papa Pío XI creó, a través de la bula Apostolicis muneris ratio del 18 de


octubre de 1925, la Diócesis de San Felipe, que comprendía los departamentos de
San Felipe, Los Andes y Petorca. De esta forma se elevó la por entonces Iglesia
Parroquial de San Felipe a Templo Catedral. Hasta entonces pertenecía a la
Arquidiócesis de Santiago. Su vicario general, Monseñor Melquisedec del Canto y
Terán es nombrado primer Obispo de San Felipe.

“Dinique civilem provinciam de Aconcagua cum suis sexdecim paroeciis ad


Archidioecesis Sancti Iacobi de Chile pariter distrahimus et in novam dioecesim
erigimus Sancti Philippi de Aconcagua a civitate Sabcti Philippi nuncupandam.
Sedem autem huius novae diocesis in urbe «Sancti Philippi» constituimus, et
ecclesiam Sancti Philippi Apostoli ibi exstantem ad cathedralis gradum evehimus...”.

Cuya traducción al castellano significa:


“Finalmente, separamos de la Arquidiócesis de Santiago de Chile a la
provincia civil de Aconcagua con sus 16 parroquias y erigimos la Diócesis llamada
de San Felipe de Aconcagua en la ciudad de San Felipe”.
46
Constituimos la sede de la nueva Diócesis en la ciudad de San Felipe y a la
Iglesia de San Felipe Apóstol allí existente, la promovemos a la dignidad de Catedral”.

Al crearse la Diócesis, ésta abarcaba un territorio de 11.400 km2,


comprendiendo además de las actuales provincias de San Felipe (exceptuando
LlayLlay), Los Andes y Petorca y la comuna de Los Vilos.

En 1960, con el inicio de la prelatura de Illapel, son desmembradas de la Diócesis


Los Vilos, Quilimarí y Santo Tomás de Choapa de El Tambo, quedando la Diócesis
con una extensión cercana a los 9.874 km2. En 1981 se anexó la comuna de Llayllay,
que en 1976 había pasado a formar parte de la provincia de San Felipe de Aconcagua.

En la actualidad la Diócesis cuenta con 29 parroquias organizadas en tres


decanatos:

Decanato de San Felipe

Comuna de San Felipe


Catedral [El Sagrario] (1740)
Nuestra Señora de la Merced (1953)
Nuestra Señora de Andacollo (1962)
Espíritu Santo (1966)
Sagrada Familia (1992)
San Antonio de Padua (1929)
San Francisco de Asís. Curimón (1927)
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Iglesia San Antonio de Padua Iglesia San José - Catemu

Comuna de Catemu
San José (1898)

Comuna de LlayLlay
San Ignacio de Loyola (1871)

Comuna de Panquehue
San Maximiano (1892)

Comuna de Putaendo
San Antonio de Padua (1797)
Nuestra Señora del Carmen, Rinconada de Silva (1956)

Comuna de Santa María


Inmaculada Concepción (1907)
48
Decanato de Los Andes

Comuna de Los Andes


Santa Rosa (1804)
La Asunción (1929)
Nuestra Señora de Fátima (1948)
Santo Cristo de la Salud (1965)

Comuna de Calle Larga


Nuestra Señora de la Merced (1941)

Comuna de Rinconada de Los Andes


San José Obrero (1877)

Comuna de San Esteban


San Esteban (1861)

Parroquia San Esteban Parroquia Nuestra Sra. de La Merced


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Decanato de Petorca

Comuna de La Ligua
Santo Domingo (1633)
Placilla de La Ligua. Nuestra Señora del Carmen (1911)
Santa Ana, Longotoma (1952)

Comuna de Cabildo
San Lorenzo del Ingenio (1824)

Comuna de Petorca
Nuestra Señora de la Merced (1732)
Sagrado Corazón de Jesús, Chincolco (1923)

Comuna de Papudo
Nuestra Señora de las Mercedes (1928)

Comuna de Zapallar
Santa Teresa de Jesús (1927)
San Luis Rey, Catapilco (1941)

Santuarios

Esta Diócesis tiene 2 Santuarios: Santa Teresa de Los Andes en Auco, comuna de
Rinconada de Los Andes. A cargo de la Orden del Carmen Descalzo y el Santuario
Santo Cristo de Rinconada de Silva en Rinconada de Silva, comuna de Putaendo. A
cargo de la Orden Misioneros de la Transfiguración.
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Clero y religiosos

La Diócesis de San Felipe de Aconcagua cuenta con 53 sacerdotes, de los cuales 38


son seculares y 15 regulares, además cuenta con 12 diáconos permanentes.

Existen 31 religiosos y 120 religiosas agrupados en las siguientes congregaciones:

Masculinas
Carmelitas Descalzos, Hermanos Maristas de la Enseñanza, Hermanos de la
Instrucción Cristiana (Menesianos), Religiosos de la Merced (Mercedarios), Religiosos
de la Pasión de Jesucristo (Pasionistas), Religiosos de Santa Cruz, Padres Salesianos.

Femeninas
Buen Pastor, Carmelitas de la Caridad de Vedruna, Madres Carmelitas Descalzas,
Carmelitas Misioneras Teresianas, Dominicas de la Presentación, Franciscanas Belgas,
Franciscanas Cooperadoras Parroquiales, Franciscanas Misioneras de María, Hijas
de María Auxiliadora, Hospitalarias de San José, Mercedarias del Santísimo
Sacramento, Misioneras de Jesús, Misioneras de Jesús Crucificado y Religiosas
Filipenses.

Párrocos de la Parroquia “El Sagrario”

- Dr. José Rojas y Ovalle 1729 – 1742


- Matías Beas Durán 1742 – 1763
- Fray Cayetano Torres, o.f.p. 1763 – 1764
- Mariano José Palacios 1764 – 1766
- Fray Pedro Trincado, o.f.p. 1766 – 1779
- José Antonio Moreno Merino 1779 – 1819
- José Espinoza Olivares 1819 – 1824
51

Los Andes terremoto año 1906

- Marcelino Ruiz 1824 – 1831


- José Manuel Fernández Gana 1831 – 1844
- José de los Dolores Villarroel 1844 – 1849
- Juan Ulloa Berríos 1849 – 1850
- José Vicente Rodríguez Bouret 1850 – 1867
- José Agustín Gómez Díaz 1867 – 1891
- José Domingo Cabrera 1891 – 1901
- Agusto Lacombe 1901 – 1902
- Tomás Veliz 1902 – 1906
- Mons. Ricardo Echeverría 1906 – 1907
- Tomás Veliz 1907 – 1908
- Tomás Correa 1908 – 1915
- Mateo Forttes 1915 – 1918
- Ernesto Maruri 1918 – 1924
52
Párrocos de El Sagrario, siendo Iglesia Catedral

- Monseñor Guillermo Echeverría 1924 – 1972


- Félix Arévalo 1972 – 1992
- Luis Salas Riveros 1992 – 1997
- Juan Carlos Núñez 1997 –1998
- Mario Lazo 1998 – 2004
- Raúl Inostroza Caro 2004 – 2007
- Hernán Acuña Garrido 2007 a la fecha
53

Capítulo IV
Los Obispos de la Diócesis
54
55

Los Obispos de la Diócesis de San Felipe de Aconcagua han sido:

Monseñor Melquisedec del Canto y Terán período 1925-1938

Monseñor Bernardino Berríos Gaínza ofm período 1938-1957

Monseñor Ramón Munita Eyzaguirre período 1957-1963

Monseñor José Luis Castro Cabrera período 1963-1965

Monseñor Enrique Alvear Urrutia período 1965-1974

Monseñor Francisco de Borja Valenzuela Ríos período 1974-1983


(con dignidad de arzobispo)

Monseñor Manuel Camilo Vial Risopatrón período 1983-2000

Monseñor Cristian Enrique Contreras Molina período 2002 al presente


56
Monseñor Melquisedec del Canto y Terán

Período 1925-1938

Su lema fue
Gloria al Padre, al hijo y al espíritu santo
(Gloria patri, et filio et spiritu sancto).

Monseñor Melquisedec del Canto nació en


Requínoa, provincia de Colchagua, el 4 de diciembre
de 1866, siendo bautizado en la parroquia de Los An-
des y viviendo en Aconcagua su infancia.

Sus padres, oriundos de Los Andes, fueron don Pedro Ignacio del Canto y la
señora Rosario Terán. Sus estudios básicos los hizo en Los Andes y cursó humanida-
des y estudios filosóficos y teológicos en el seminario de Santiago. Se ordenó sacerdo-
te el 20 de diciembre de 1890 y cantó su primera misa en la iglesia de las monjas de
la Providencia al día siguiente.

Monseñor del Canto, fue cura rector de la iglesia del Salvador de Valparaíso,
profesor del seminario de Santiago y cura párroco de la iglesia Matriz de Valparaíso,
nombrado en 1897. Posteriormente lo fue de los Doce Apóstoles de la misma ciudad.
Su acción se hizo notar con brillantez en el terremoto del año 1906. Fue canónigo
magisterial de la Catedral y en 1919, vicario general del Arzobispado, desde donde la
Santa Sede lo elevó a la dignidad episcopal como primer Obispo de San Felipe, to-
mando posesión de tal investidura el 9 de mayo de 1926.

Viajó a Europa y visitó al papa Pío XI en 1929. En 1932 viajó a Lima para repo-
ner su salud que estaba quebrantada. Al no mejorar, dimitió su cargo, siéndole
57

aceptada su renuncia el 24 de mayo de 1938, designándosele Obispo titular de


Adrasso. Entregó la Diócesis de San Felipe el 24 de julio de ese mismo año a Monse-
ñor Bernardino Berríos Gaínza.

Como primer Obispo le correspondió organizar la Diócesis y la curia diocesana,


en su período las dos vicarías foráneas existentes pasan a ser tres, creándose la de
Los Andes.

Sus esfuerzos se dirigieron a la sustentación económica de la Diócesis, a la edu-


cación y a la catequesis, y a la fundación del seminario.

Una obra muy importante para el Obispo fue la fundación del Seminario Menor,
su obra exclusiva y personal, la que bendijo en mayo de 1936 en el nombre de la
Santísima Trinidad luego de diez años de trabajo.

Se señala el sentido social como una de sus características, ya que se acercó a


los obreros de la ciudad y defendió a los inquilinos de la Hacienda de Bellavista, de-
pendiente de una congregación religiosa de Santiago, solicitando la intervención del
arzobispo de Santiago.

En su despedida, manifestó su comprensión del problema social que ya en los


años treinta fue relevante para la sociedad.

Fue una persona muy querida y altamente valorada por la comunidad católica,
quien veía en él no sólo a su Obispo sino que al buen amigo, al consejero y al pastor.

Monseñor del Canto fundó las parroquias del Sagrado Corazón de Chincolco
(1927); San Francisco de Curimón (1927); Nuestra Señora de la Merced de Papudo
(1928); Santa Teresa de Jesús de Zapallar (1928); San Antonio del Almendral (1929)
y La Asunción de Los Andes (1929).
58

Llegan las Hijas de María Auxiliadora y, por retiro de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas, se entregó al clero secular el Instituto Abdón Cifuentes, siendo
nombrado como primer Rector al que más tarde sería Obispo de La Serena, don
Alfredo Cifuentes.

Falleció el 15 de junio de 1940, sus restos descansan en la cripta de la iglesia


Catedral de San Felipe.
59
Monseñor Roberto Bernardino Berríos Gaínza (ofm)

Período 1938-1957

Lema Episcopal
Pro Corpore Eius- Por su cuerpo
(Texto de San Pablo y se refiere a la Iglesia).

Roberto de Jesús Berríos, hijo de Pablo Berríos


y de Benigna Gaínza Jerez, nació en Navidad el 7 de
enero de 1885. El 19 de julio de 1885 fue bautizado
en la Parroquia de Navidad con el nombre de «Ro-
berto de Jesús». Durante 1892 recibió los sacramen-
tos de la Confirmación y la Primera Comunión, pasó
su infancia entre este pueblo colchagüino y el vecino de Matanzas. Su formación
cristiana se debe su familia integrada por los padres y seis hijos, siendo Roberto el
mayor.

El Señor quiso que fuera religioso y lo fue, pese a que nunca pudo observar la
descalcez, como tampoco llevar la tonsura religiosa ni cumplir con los ayunos pres-
critos por la Orden.

El 15 de marzo de 1898 ingresó al colegio Seráfico en el convento de San Fran-


cisco de Santiago. El 24 de julio de 1901 inició su noviciado en el convento de Curimón,
tomando el nombre de “Roberto Bernardino”. El 29 de noviembre de 1902, recibió la
Profesión de Votos Temporales; el 6 de enero de 1906, recibió la Profesión de Votos
Solemnes; el 13 de septiembre de 1908, Tonsura y Ordenes Menores; el 27 de marzo
de 1909, el Subdiaconado; el 3 de abril de 1910, Diaconado y el 10 de junio de 1911, el
Presbiterado.
60

El 13 de junio de 1911, celebró su Primera Misa en el Templo San Francisco de


Santiago; el 6 de septiembre de ese mismo año, viajó a Roma para perfeccionarse en
Sagrada Escritura en el Pontificio Ateneo “Antonianium”.

El 4 de noviembre de 1920 es elegido Definidor o Consejero del Ministro Provincial.


Entre 1933 y 1936, prestó servicios de Párroco en la Parroquia de la Granja. El 31 de
octubre de 1936 fue elegido Ministro Provincial de la Santísima Trinidad.

Como lo expresara el Arzobispo de La Serena, Alfredo Cifuentes, fue un francis-


cano perfecto. Tuvo la virtud de perder la capacidad para ver lo malo en los demás,
para él todos eran buenos y como a tales los trataba. Su mirada de águila le permitía
captar, desde su altura moral, las buenas cualidades. En realidad fue un santo que
sus hermanos de religión vinieron a descubrir después de su muerte. Su sencillez y
modestia ocultaron sus virtudes durante su permanencia entre ellos.

Fue profesor de Sagrada Escritura y de las lenguas griega y hebrea en el


Teologado de La Granja, desde 1913 hasta que fue elevado al Episcopado. Allí, los
sacerdotes conjugaban el recogimiento necesario para dedicarse al estudio, con la
actividad apostólica en favor de los pobres que formaban la mayoría de la población
de La Cisterna y de La Granja en esos años.

Fray Bernardino compartía la idea de que la ciencia y el apostolado no podían


oponerse y sí complementarse mutuamente. Unos decenios después, siendo ya Obispo
retirado en La Granja, tuvo la oportunidad de dar la primera palada para inaugurar
la población San Gregorio.
Fue Guardián de esta casa por dos períodos, profesor de los coristas y Párroco
de La Granja desde 1929 hasta 1936. En calidad de tal organizó misiones, administró
los sacramentos, predicó retiros y organizó la Acción Católica. Las poblaciones de La
Cisterna y de La Granja fueron testigos de su amplia labor. Y durante dos años asu-
mió, además, el cargo de asesor de los Jóvenes Católicos de la Arquidiócesis de San-
tiago.
61

No extrañó, por lo tanto su nombramiento como Obispo de San Felipe cuando


apenas llevaba año y medio como Ministro Provincial de la Provincia de la Santísima
Trinidad.

El 19 de marzo de 1938 fue designado por el Santo Padre Pío XII, Obispo de San
Felipe. El 14 de julio, se realizó su Investidura Episcopal, el 17 de julio, su Ordenación
Episcopal y el 24 de julio, tomó posesión de la Diócesis de San Felipe.

El 17 de noviembre de 1957, fue nombrado Obispo titular de Anastasiópolis y


Administrador Apostólico de San Felipe.

Como Obispo participó en el Primer Concilio Plenario Chileno en 1946 y fue el


único Obispo chileno que estuvo presente en Roma durante la proclamación dogmá-
tica de la Asunción de la Santísima Virgen.

La Santa Sede lo designó asistente del Congreso de Superioras Mayores Reli-


giosas el 13 de octubre de 1956 y Asistente al Solio Pontificio el 17 de octubre de
1957. Pero ese mismo año, el 23 de noviembre, debido a su sordera, presentó su
renuncia, y el Papa lo trasladó a la sede titular de Anastasiópolis.

Su obra episcopal fue intensa, pues había que terminar la organización de una
Diócesis que recién se había empezado a formar. Se preocupó de aumentar el núme-
ro de vocaciones para afirmar el Seminario, de crear nuevas parroquias en un exten-
so territorio, donde la población estaba dispersa entre valles y serranías con escasas
vías de comunicación fácil.
Por eso el primer año de su episcopado realizó la visita pastoral para conocer a
los sacerdotes y los lugares donde ejercían su ministerio. Como dijera el Arzobispo de
La Serena y terciario franciscano, Alfredo Cifuentes:

“Fue pastor que conoció a sus ovejas y sus ovejas le conocieron a él, porque se
confundió en él el pastor con el misionero. Allí donde se había de predicar una misión,
62
con enseñanza de catecismo, con visita a los enfermos, con socorro a los pobres, allí
estaba él, más que con cayado de Obispo, con corazón de Padre”.

Nunca olvidó que él no era otra cosa sino un instrumento en manos de Cristo
para servir a sus hermanos. Amó a su Iglesia, creyó en ella y la sirvió con todas sus
fuerzas en la Diócesis que le encomendaron. Siempre consideró que su vida debía
estar al servicio de la realización de un plan divino y se entregó generosamente a
realizarlo con alegría y entusiasmo.

Después de haber abandonado sus responsabilidades episcopales, en una carta


fechada el 5 de febrero de 1962 manifestó que:
“Si nos fuera dado contemplar la dulce y paternal acción del Padre que está en
los cielos, en favor nuestro, esa misteriosa armonía con que dispone cada cosa, con
número, peso y medida y a tiempo oportuno, a fin de que se realicen sus designios
amorosos sobre sus criaturas, exclamaríamos con san Pablo: Oh profundidad de los
tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, cuán incomprensibles son sus juicios,
cuán impenetrables sus caminos”.

Con razón el Nuncio Apostólico en Chile, Monseñor Sotero Sanz Villalba, le con-
fesó a uno de sus hermanos franciscano que fray Bernardino Berríos era un santo y
que se encomendaría a él.

El 22 de julio de 1975, falleció santamente en el convento de San Francisco de


Santiago. El 24 de julio, de ese mismo año, sus restos fueron trasladados a San Felipe
y sepultados en la cripta de la Iglesia Catedral.

Desde julio de 1997, sus restos descansan en el convento de San Francisco de


Curimón.

Está en proceso de beatificación en el Vaticano. En julio de 1978, con las debidas


licencias del Arzobispo-Obispo de San Felipe Francisco de Borja Valenzuela, comen-
zó el proceso de postulación de su Beatificación.
63
Muy querido, respetado y considerado un ejemplo de vida, en su espiritualidad,
religiosidad, pobreza y sencillez, un Franciscano de corazón. Lo distinguió su profun-
da espiritualidad cristocéntrica, bíblica y litúrgica, lo que de alguna forma lo adelantó
a su época. Su vida y su predicación nacían del estudio y reflexión de la palabra de
Dios.

También se destaca el cuidado de la liturgia, en la pulcritud de los objetos y


vestimentas sagradas y el respeto de las normas. Al mismo tiempo estaba dispuesto
a la innovación como lo demostró en el esfuerzo, junto con monseñor Manuel Larraín,
de poner en práctica la Vigilia Pascual renovada por el Papa Pío XII.

Como Obispo de San Felipe fundó 25 parroquias durante su magisterio e invitó


a distintas Congregaciones Religiosas a sumarse a la actividad pastoral de su Dióce-
sis.

Creó las parroquias de San Luis Rey en Catapilco (1941); Nuestra Señora de la
Merced de Calle Larga (1941); Nuestra Señora de Fátima en Los Andes (1948); San-
ta Ana de Longotoma (1951); La Merced de San Felipe (1953) y Nuestra Señora del
Carmen de Rinconada de Silva (1956).
Se distinguió por fomentar y animar la vida religiosa, en su período se estable-
cieron en la diócesis las religiosas Mercedarias. Fue cofundador de las Hermanas
Franciscanas de Cooperadoras Parroquiales junto a la madre Teresa Ortúzar en 1944
y trajo también a las Hermanas del Amor Misericordioso.
64
Monseñor Ramón Munita Eyzaguirre

Período 1957-1963

Lema episcopal
“En tu nombre Señor, echaré la red” (In nomine tuo
laxabo rete)

Nació en Santiago el 18 de agosto de 1901. Lue-


go de realizar sus estudios en el Instituto de Humani-
dades y en el Colegio Sagrados Corazones de la Ala-
meda, ingresó al Seminario Pontificio de Santiago. Fue
ordenado sacerdote en la Catedral de Santiago el 5 de abril de 1924 por el Obispo
Rafael Edwards Salas.

El 22 de enero de 1934, El Papa Pío XI lo designó Obispo de Ancud.

Al ser creada la Diócesis de Puerto Montt, el Papa Pío XII lo designó como su
primer Obispo el 29 de abril de 1939. La noticia la recibió en la ciudad de La Habana,
Cuba, escala obligada de un largo viaje - vía marítima - con destino a Roma para
cumplir con su visita “Ad Limina Apostolorum” (visita a los umbrales de los Apósto-
les), para dar cuenta al Santo Padre del estado de la Diócesis de Ancud. Tomó pose-
sión de la Diócesis de Puerto Montt el 14 de mayo de 1940. Durante su fructífera
acción religiosa fueron creadas las parroquias de Los Muermos, Tegualda y Llanquihue.
Celebró el I Sínodo de Puerto Montt en 1957.

El 23 de noviembre de 1957, el Papa Pío XII lo nombró Obispo de la Diócesis de


San Felipe, tomando posesión de su nuevo cargo el 20 de abril de 1958.
65

En su período se rectificaron los límites de la Diócesis.

A él se debe la fundación de la Parroquia de Andacollo de San Felipe (1962). De


Colombia llegan Hermanas Dominicas de la presentación, las que se establecen pri-
meramente en Putaendo, para luego asumir otras tareas pastorales en la Diócesis.
Don Ramón restaura la casa episcopal y la curia.

Renuncia a la Diócesis el 23 de abril de 1963, siendo trasladado por el Papa


Juan XXIII a la sede titular de Massimiana de Numidia.

Radicado en Santiago desde 1963, en 1970 opta por el título de Obispo dimisio-
nario de Puerto Montt. Falleció en Santiago el 18 de junio de 1992.
66
Monseñor José Luis Castro Cabrera

Período 1963- 1965

Su lema episcopal fue


“Espíritu Santo ven” (Veni sancti spiritus)

Nació en Valparaíso el 13 de junio de 1902, hijo


de Nicanor Castro Rodríguez y Claudina Cabrera
Leiva.

Estudió en el Seminario de Santiago y en la universidad Gregoriana de Roma,


recibiéndose de Doctor en Teología.

Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1923, profesor de filosofía y


teología en el seminario de Santiago y de teología en la facultad de teología de la
Universidad Católica de Chile. Vice rector de la Universidad Católica de Valparaíso.
En Santiago fue párroco de Santa Filomena en 1931 y de San Ramón en 1945.
Administrador de bienes del arzobispado juez prosinodal.

Juan XXIII lo eligió Obispo de San Felipe el 10 de mayo de 1963. Fue


consagrado en la Catedral de Santiago el 14 de julio de 1963 por monseñor
Alfredo Silva Santiago, Arzobispo titular de Petra de Palestina y monseñor
Ramón Munita Eyzaguirre, Obispo titular de massimiana de Numidia.

Tomó posesión de su Diócesis el 21 de julio de 1963, sucedió a monseñor Ramón


Munita que había renunciado ese año.
67
Fue un dinámico sacerdote de Santiago, con grandes habilidades de organizador
y realizador. Él inició la construcción de la casa Juan XXIII. El año 1965 fundó la
parroquia del Santo Cristo de la salud, la cual confía a los Padres Pasionistas en Los
Andes. Concretó la incorporación al Obispado de los Hermanos del Sagrado Corazón
de Canadá y de las Hermanas de la Notre Dame de Estados Unidos. En ese período
se cerró el Seminario Menor que había funcionado regularmente por 27 años.

Participó en la II y III sesión del Concilio Vaticano II. Falleció en Santiago el


26 de enero de 1965 a consecuencia de un grave accidente automovilístico en la
carretera de Llayllay. Fue sepultado en la Catedral de San Felipe, en la cripta de
los Obispos, junto al Obispo Melquisedec del Canto, monseñor Berríos y Monseñor
Echeverría.

Para el escritor Carlos Ruíz Zaldívar se distinguía por su gesto afable, su


dignidad de gran señor del clero y por su afán unificador de la iglesia.
68

Monseñor Enrique Alvear Urrutia

Período 1965-1974

Su lema episcopal fue


“Cristo me ha enviado a evangelizar a los
pobres”.

Monseñor Enrique Alvear nació en


Cauquenes el 29 de enero de 1916. Se ordenó
sacerdote el 19 de septiembre de 1941.

Hombre de profunda oración, fue formador y padre espiritual en el seminario de


Santiago y profesor de Teología espiritual en la facultad de Teología de la Universidad
Católica entre los años 1940 y 1950. Su inquietud misionera y su amor a los pobres lo
llevó a iniciar comunidades cristianas en barrios de la periferia de Santiago, junto con
los seminaristas.

En 1961 es nombrado Vicario General de Santiago por el recién nombrado


Arzobispo Raúl Silva Henríquez, con el especial encargo de pastorear los sectores
populares de la Arquidiócesis. Desde ese servicio dirige la primera misión general
de Santiago (1963), con un novedoso estilo marcado por el Concilio que impactó el
modo de hacer pastoral en la Arquidiócesis.

El 21 de abril de 1963 fue consagrado Obispo en la Basílica de Nuestra Señora


de Lourdes. Ejerció su ministerio Episcopal como Obispo Auxiliar de Talca entre1963
y 1965.
69
En 1965 se le confió la Diócesis de San Felipe, cargo que ejerció hasta 1974. En
1973 renunció a la Diócesis y fue pedido por el Cardenal Silva como Obispo auxiliar
de Santiago. Luego de un año como vicario episcopal de la zona oriente, asumió en
1975 como vicario de la zona oeste hasta su muerte.

Los Obispos lo eligieron para ocupar puestos claves en los organismos creados
para impulsar la renovación de la iglesia chilena a partir del Concilio Vaticano II.

Su preocupación permanente fue poner el evangelio en el corazón de los hechos


cambiantes de la historia, desde un amor preferencial por los pobres: los obreros, los
campesinos, los pobladores, los cesantes, las víctimas de las violaciones a los derechos
humanos, sin descuidar la atención y la visita a las personas, cualesquiera fuera su
condición social.

Don Enrique, como cariñosamente le llamaba el pueblo, ejerció su ministerio


pastoral con un estilo de mucha sencillez y humildad.

Durante su administración se fundó la Parroquia del Espíritu Santo en San Felipe


(1965). Sus más importantes preocupaciones fueron la formación espiritual del laicado
y la problemática social. Se destacó por su inquebrantable defensa de los derechos
humanos.

Murió en Santiago, con fama de santidad y como gran Apóstol de los pobres el 29
de abril de 1982, siendo vicario de la zona oriente. Celebró su Pascua, rodeado del dolor
y cariño de su querido pueblo. Sus restos reposaron en la basílica de Lourdes en la
comuna de Quinta Normal, hasta el 13 de abril de 2008, día en que se trasladaron a la
parroquia San Luis Beltrán, ubicada en la zona oeste.

Don Enrique Alvear fue un hombre de Dios. Buscó a lo largo de su vida ser fiel al
llamado que le hiciera a seguir el camino de su hijo. En un retiro espiritual que realizó
en 1980 escribe lo siguiente: “Siento que a través de mi vida, el señor me ha ido
70
llevando hasta este último período en la zona oeste. El compromiso con los pobres,
mundo obrero y poblacional. Es un verdadero éxodo. Por aquí pediré luz al Señor y
buscaré”.

El testamento pastoral y espiritual de don Enrique Alvear fue su carta “Desde


Cristo solidario construimos una Iglesia solidaria”, de marzo de 1982. Sistematizando
la experiencia de múltiples iniciativas cristianas de base, y de organizaciones popu-
lares en general, Don Enrique recogió los momentos que dinamizan a la iglesia: la
solidaridad espontánea, organizada y amplia con los pobres de Chile.

Frases usadas por el Obispo:


“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Jn 4,34) (Una de las fra-
ses evangélicas más citadas por Don Enrique en sus homilías y escritos).

“Cristo es el Dios hombre que se hace pobre para escuchar el grito de los
pobres, para hacerse su representante y defensor ante el Padre y ante los
hombres” (1º de mayo de 1973).

“La iglesia quiere ser el rostro y el corazón y la acción del buen pastor preocupado
de sus ovejas heridas” (Homilía durante la huelga de hambre de junio de 1978 a favor
de los detenidos desaparecidos).

“Despierta en ti tu responsabilidad de jugarte por la vida” (Homilía en el 17º


aniversario de su ordenación episcopal, 1980).

“Desde Cristo solidario construimos una Iglesia solidaria” (Título de su última


Carta Pastoral, 1982).

“Madre, acompáñanos, danos un corazón humilde y lleno de confianza como el


tuyo” (Tercera meditación, retiro de febrero de 1982).

A San Felipe llegó sin pompa, como un peregrino. Durante su estadía se mostró
71
como una persona de extrema humildad y algunos recuerdan que trasladó sus cosas en
un camioncito, donde todo venía embalado en cajas de cartón y junto al intendente le
ayudaron a descargar.

Su objetivo fue trabajar para mejorar todo lo relacionado al desarrollo social, la


cuestión de la iglesia, hacerla surgir.

Se dedicaba a recorrer las provincias, de esa manera logró grandes progresos


para la comunidad. Su labor se extendió a toda la Diócesis, con gran cantidad de
participantes.

Don Enrique “representó un cambio radical en el Obispado de San Felipe y


vino a llenar un espacio en el corazón de los habitantes del valle, ya que tenía una
sensibilidad tremenda en lo social, fue un Obispo de carácter muy especial; era de
los que llegaba a cualquier casa a compartir en la mesa con la gente, lo que hubiese.
Fue un gran sacerdote, un gran luchador por las personas, y los derechos
humanos, mostrando una humildad a toda prueba, muchos creen que Don Enrique
tiene un grado de santidad. A él le simpatizaba la gente joven y realmente poseía
magnetismo y comprometía.
72

Monseñor Francisco de Borja Valenzuela Ríos

Período 1974-1983

Lema Episcopal
sé a quién me he confiado (Scio cui credidi)

Monseñor Valenzuela Ríos, nació en Buin el 10 de


octubre de 1917, hijo de don Carlos Valenzuela Labbé y
de doña María Ríos Romo. Estudió en el Seminario de de
Santiago, fue ordenado sacerdote en la Catedral de
Rancagua en 1943.

Fue profesor y ministro del seminario mayor de Rancagua, director de las


vocaciones y capellán militar. Designado Administrador Apostólico de la
Prelaturatura nullius de Copiapó, será consagrado como Obispo en Copiapó en 1956
por el Nuncio Sebastiano Baggio, con la asistencia de los Obispos Eduardo Larraín
de Rancagua y Eladio Vicuña de Chillán.

Al año siguiente fue trasladado a Antofagasta como Obispo titular, tomando


posesión de la Diócesis el 12 de octubre de 1957. Diez años más tarde, el 20 de agosto
de 1967, se convertiría en el primer Arzobispo de esa diócesis, cargo que desempeñó
hasta 1974.

En 1974 es trasladado como Arzobispo obispo de la Diócesis de San Felipe hasta


el año 1983.

Preside las celebraciones del cincuentenario de la Diócesis y funda el departamento


73

de acción rural de la diócesis (DAR), constituido como respuesta a los nuevos


problemas sociales surgidos con el fin de la Reforma Agraria. Este departamen-
to prestó asesoría jurídica y capacitación a los campesinos que no podían acce-
der a créditos, apoyo técnico y comercialización de sus productos. También fun-
da el IFCA, Instituto de Formación Cristiana de Aconcagua, orientado a la pre-
paración de agentes pastorales.

Los nueve años de su episcopado en la diócesis coincidieron con sus mayores


responsabilidades en el CELAM, en la Conferencia Episcopal y en Roma, lo cual
determinó que organizara la diócesis en tres vicarías, a las que dio amplias faculta-
des, también buscó mayor colaboración de las religiosas en el trabajo diocesano.

Impulsó la catequesis y decía: “desde mis primeros años de sacerdocio y aún


antes, cuando era seminarista, he tenido un especial cariño por la catequesis”.

Tuvo grandes colaboradores como al padre Félix Arévalo con quien fundó el
IFCA, en que se formaron muchos laicos que sirven a la iglesia como catequistas y
agentes pastorales. En su equipo había otras personas muy activas y creativas con
quienes se inició la revista de la Diócesis.

También creó el Departamento de Pastoral Juvenil, asesorado por las hermanas


Dominicas de la Presentación.

En 1974 creó el Departamento de Acción Rural y a través de él, favoreció que


en Chincolco, Cabildo y Pullalli algunos asentamientos o cooperativas de la Reforma
Agraria se transformaran en sociedades agrícolas.

En 1976 autoriza el inicio del movimiento de cursillos de cristiandad, en la


Diócesis y solicita el apoyo de la Diócesis de Valparaíso, con la asesoría de los diri-
gentes del movimiento de dicha ciudad, quienes acogen y dirigen los primeros pa-
sos de este movimiento en San Felipe.
74
En 1979 reabrió el Seminario ahora como Seminario Mayor de la Santísima
Trinidad después de 8 años de clausura, esta vez como Seminario Mayor.

Es recordado como:”Pastor afable, paternal, cercano, muy simpático y bromista;


hombre culto, buen anfitrión, sociable, muy sencillo, de gran corazón. Buen amigo, sin
distinción de rangos, situación social o procedencia económica. Hombre de diálogo, Buen
pastor, gran pedagogo. Pastor servidor y amante de su iglesia y de sus hermanos”.

También fue devoto de sor Teresa a partir del día en que fue nombrado Obispo
de la Diócesis, siendo él quien reanudó el proceso de la causa de beatificación de sor
Teresa de Los Andes. También tuvo la iniciativa de trasladar el Monasterio de las
Hermanas Carmelitas desde Los Andes a Auco, adquiriendo un pequeño terreno, en
el que luego se construyó el Santuario.

La Iglesia aconcagüina agradece en forma viva y gozosa los dones recibidos por
la providencia Divina.
75
El 3 de mayo de 1983 la Santa Sede comunicó a Monseñor Francisco de Borja
Valenzuela Ríos su designación como Obispo de Valparaíso, asumiendo el cargo el 24
de junio del mismo año.

Fue presidente de la Conferencia Episcopal de Chile desde 1978 a 1979, y Gran


Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso desde 1983 a 1993.

Desde su cargo en la Conferencia Episcopal fue uno de los gestores de un


Mensaje de los Obispos de Argentina y Chile sobre la paz en que el Episcopado a
través de su Comité Permanente manifestó su preocupación por los problemas
que aquejaban a Chile y Argentina en 1978.

El martes 5 de septiembre, en Buenos Aires, se reunió la Comisión Permanente del


Episcopado Argentino. Se dispuso hacer una reunión entre obispos argentinos y chilenos
para redactar un documento conjunto exhortando a la paz. Tal reunión era propiciada
desde noviembre de 1977 por el Obispo de San Felipe, Francisco de Borja Valenzuela
Ríos, presidentede la Conferencia Episcopal Chilena, pero estaba demorada por recelar
la parte argentina de su oportunidad. El miércoles 6, al sumarse a la reunión los dos
Cardenales recién llegados, la votación fue fácil.

Se resolvió que una comisión Episcopal integrada por el Cardenal Primatesta, y


por los Arzobispos Vicente Zazpe, de Santa Fe, y Olimpo Maresma, de Mendoza, se
reuniese con representantes del episcopado chileno para redactar una declaración
exhortando a la paz.

Gobernó la Diócesis de Valparaíso hasta el 16 de abril de 1993, en que por edad,


renunciará, retirándose a vivir en la ciudad de Quilpué. Monseñor Valenzuela falleció
en enero de 1999.
76

Monseñor Manuel Camilo Vial Risopatrón

período 1983-2000

Lema Episcopal
Buen Pastor, Padre de los pobres.

Nació en Santiago, el 20 de mayo de 1935, hijo de


Manuel Camilo y María. Hermano mayor de una familia de
ocho hijos.

Siendo muy pequeño, su familia se trasladó a Concepción y Manuel Camilo


entra al colegio Deutsche Schule y hace su Primera Comunión. La familia vuelve a
Santiago y él entra a los Padres Franceses, SS.CC. de Alameda, donde tiene como
compañeros de curso y muy amigos a Hernán Alessandri y Joaquín Alliende, sacer-
dotes, cuya amistad perdura hasta el día de hoy.

De niño era independiente y buen alumno; participaba en el coro del colegio y


en el Grupo Scout.

Durante los últimos años de colegio, Manuel Camilo conoce el Movimiento de


Schöenstatt y el año 1952, luego de estudiar un año de Leyes en la Escuela de Derecho
de la Universidad de Chile, entra al noviciado de los Padres Pallottinos. Al poco tiempo
viaja a Suiza, donde hace sus estudios de Filosofía y Teología en la Universidad estatal
de Friburgo. Allí vivirá 8 años, tiempo en que sólo se comunicó por carta con su familia,
ya que viajar en esos tiempos era muy costoso.
77

Libros y experiencias novedosas en Francia marcan su estilo pastoral. Por ahí


recibe la influencia de los sacerdotes obreros franceses que viven la inserción en el
mundo laboral de forma radical. Una vez terminados sus estudios, tiene el privilegio de
ser ordenado sacerdote, junto a otros diez jóvenes chilenos, por el entonces Obispo de
Talca Monseñor Manuel Larraín, el 16 de julio de 1961 en Friburgo.

Al volver a Chile comienza su labor apostólica asumiendo como Vicario en las


Parroquias de Nuestra Señora de Dolores en Carrascal y San Enrique, en Chimbarongo,
y luego Párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Temuco, entre los años
1967 y 1972. Ingresó al Instituto de los Padres de Schöenstatt al momento de su
fundación en 1965 y entre 1972 y 1980 fue su asesor, en las Diócesis de Concepción,
Los Ángeles y Chillán.

En la ciudad sureña vive en una pequeña comunidad junto al Obispo Bernardino


Piñera, a quien admira y con quien desarrolla una profunda amistad. Es posible que
ésta experiencia sellara su ardiente forma de amor a la iglesia. Por varios años asume
la responsabilidad de Decano de la iglesia temucana.

Fue director del Departamento de Acción Social del Arzobispado de Concepción


entre 1973 y 1980 y, los dos últimos años también fue Director del Departamento de
Pastoral Familiar.

Entre los años 1972 y 1980 se desempeñó como Asesor del Movimiento
Schöenstatt en Concepción atendiendo las ciudades de Chillán, Los Ángeles, Laja y
Concepción. Al mismo tiempo trabajó estrechamente con el Obispo Manuel Sánchez
como Asesor de la Comisión Diocesana de Pastoral Familiar; Director del Departa-
mento de Servicio Social y miembro del Consejo de Presbiterio. En ésta ciudad perci-
be la crudeza del golpe militar de 1973, cuando es requerido para visitar a los presos
políticos encarcelados en distintos lugares de la provincia, o para averiguar el para-
dero de personas de parroquias, movimientos o comunidades eclesiales. Esa dura
78
realidad gatilla su amor y su preocupación por la dignidad de las personas. Emana de
allí su actitud de afecto paternal y de protección, que a muchos ayudará y a otros
molestará.

El Papa Juan Pablo II lo eligió Obispo Auxiliar del Cardenal Raúl Silva Henríquez,
el 25 de marzo de 1980 y su Consagración Episcopal de manos de Raúl Silva Henríquez
se celebró, en Santiago, el 18 de mayo de ese año.

Es nombrado Obispo Titular de Pauzera (en Namibia, África) y asignado a cola-


borar como Obispo Auxiliar de Santiago.

Monseñor Silva Henríquez lo nombra Vicario Episcopal de la zona sur, donde en


medio de un sector muy popular despliega sus habilidades de Pastor.

El 21 de diciembre de 1983, S.S. Juan Pablo II lo nombra Obispo de San


Felipe. Asumió el 28 de enero de 1984.

En una gran caravana, cientos de feligreses de la zona Sur de Santiago le acom-


pañan en su viaje al valle de Aconcagua. Una gran multitud de esperanzados miem-
bros de la Iglesia Católica le esperan en la salida del túnel Chacabuco y lo acompañan
hasta el centro de la ciudad de San Felipe, donde oficia su primera misa.

Una vez terminado el período de recepciones, dirige su primera carta al Presbi-


terio. Allí delinea sus aspiraciones, sus deseos, sus programas y su estilo pastoral:

“Es mi deseo incorporarme a la historia de ésta Iglesia diocesana con un gran


respeto a lo que el Señor ha escrito en todos los años de su existencia. Es mi deseo
escribir el próximo capítulo de la colaboración de todos ustedes […] les pido confian-
za; quiero que me sientan su hermano, su amigo y por qué no decirlo también su
verdadero padre. Pidámosle en esta tarde al señor, la gracia de poder construir un
presbiterio y un cuerpo diaconal unidos y santos, signos de entrega y unidad para los
demás”.
79

Más adelante señalaba: “Quiero hacer realidad el principio de la participación;


me interesa que sean muchos los que participen de mi misión, sólo así podré realizar
todo lo que esperan de mí”. Con este llamado se fue a recorrer la Diócesis, a visitar
las parroquias, capillas, colegios y comunidades. Su primera tarea era conocer al pueblo
de su diócesis; rostro por rostro, mano por mano, fue adentrándose en la realidad
eclesial, sus problemas, sus esperanzas, sus posibilidades. Para servir había que co-
nocer.

A medida que fue haciéndose parte de ésta realidad, aplicó como Pastor toda su
experiencia acumulada, para ir modificando la organización, creando nuevos servi-
cios y dinamizando las relaciones.

Al mismo tiempo, enriquece la estructura organizativa de la Diócesis creando el


Consejo de Gobierno, como espacio de participación en la conducción Diocesana, y el
Consejo Pastoral, como lugar de participación, reflexión, estudio y elaboración de
propuestas concretas. Dinamiza y amplía las Asambleas Diocesanas de Pastoral, ins-
tituidas por Monseñor Valenzuela y que se vienen realizando cada año. En ellas par-
ticipan, cada vez en forma creciente, laicos, sacerdotes y religiosos(as). En diciembre
80
de 1993, durante tres días, 160 personas participaron en la asamblea, la que ha
llegado a ser una instancia de rico intercambio y proyección pastoral.

La implementación de éstas primeras medidas confirman dos rasgos


importantes de su estilo pastoral; su gran interés por la participación de
todo el pueblo católico, expresado en una permanente actitud de escucha,
de consulta y de acogida, y su gran respeto por la diversidad, manifestado
por la búsqueda de otras opiniones, otros criterios y otras mentalidades.
Es por eso su constante invitación a participar a quienes piensan distinto o
trayendo comunidades religiosas o movimientos al trabajo pastoral.

En su Carta al Clero declara, también, las que serán sus principales


p r e o c u paci o ne s: e l cl e r o , el seminario y las voc ac iones sac erd otales ; el
sustento económico y el cali; las comunicaciones; la educación y la parti-
c ipa c ió n de l o s l ai co s . Co n éste f in c onsolid ó los organismos c olegia do s
del presbiterio y de la pastoral, dándoles regularidad y sistematicidad.

Este proceso fue acompañado por una profundización en la formación espiritual


e intelectual de los postulantes, muchos de los cuales fueron ordenados sacerdotes y
vinieron a enriquece el trabajo de la iglesia.

Esta ardua tarea no estuvo libre de incomprensiones. Su trabajo pastoral y


solidario con los pobres y marginados fue motivación, para algunos, de negar su
contribución a la campaña preseminario. Sin embargo, a los pocos años, sus tres
módulos albergaban a 30 muchachos venidos de la Diócesis y que ponían sus vidas
al servicio de Dios.

Para el Padre Manuel Camilo, una Iglesia que quiere y tiene que asumir los
desafíos del mundo actual, debe contar con un presbiterio de rigurosa formación es-
piritual y de gran sensibilidad social y solidaria. Para ello es necesario entrar en con-
tacto con materias que ayuden a la tarea pastoral, promoviendo la formación
extracurricular de los alumnos. Su preocupación la hacía sentir con la ordenación,
81
estrechando una relación personal con cada seminarista. Si bien es cierto, “no todos
los llamados fueron escogidos”, un número importante de seminaristas coronó su
período de formación filosófica y teológica con la ordenación, sacramento recibido de
manos del Obispo Manuel Camilo.

Este pequeño “rejuvenecimiento” del clero significa que mucha vitalidad nueva
se injerta en los organismos clericales y pastorales de la Diócesis, transformándose de
una Diócesis tradicional en una que busca nuevos caminos pastorales para enfrentar
los desafíos de los tiempos modernos.

Una buena ocasión para conocer más en profundidad a su Clero y a su Diócesis


fue a la visita Pastoral que anuncia en junio de 1988. Al iniciarla solicita a la comunidad
católica que le acompañe con mucha oración. Pide con humildad se reconozca la obra de
Dios y le dejemos actuar en un ambiente donde reine el amor, la libertad y una mirada
realista.

18 meses los dedicó intensamente a recorrer todos los rincones de la Diócesis;


sus parroquias, capillas, colegios, hogares, hospitales y cárceles.

En cada encuentro con la gente buscó el diálogo abierto, preguntando cuando


era necesario, manifestando sus opiniones cuando eran requeridas, orando cuando le
era solicitado. En cada parroquia fue conociendo la realidad local, sus necesidades y
el grado de aplicación de las orientaciones pastorales diocesanas.

Su permanencia de tres días en cada lugar fue rodeada de un clima fraterno


y de mucha alegría y esperanza. No eran pocos los que criticaban cierta frialdad
en sus relaciones, cierta incapacidad de expresar sus sentimientos, los mismos
que se sorprendían positivamente cuando recibían del Obispo una carta, en que
expresaba sus agradecimientos, hacía sus comentarios de la visita y entregaba
consejos y recomendaciones para un mejor trabajo pastoral.

Esta visita pastoral general fue continuada en 1991 con una visita pastoral a los
82
colegios y escuelas de la Diócesis. Allí confirmó sus opiniones acerca de la necesidad
urgente de mejorar la calidad de la educación chilena, la que no responde ni a las
necesidades económicas del país, ni a los intereses de los niños y jóvenes escolares.

Es, quizás, ésta rica experiencia pastoral lo que lleva a plantear la preparación
de una Misión General diocesana. El objetivo central es llevar el mensaje salvador y
liberador de Cristo a todos los rincones de la Diócesis.

Fue el gran impulsor del Santuario de Teresa de Los Andes en Auco, lugar de
oración y peregrinación para miles de fieles. Trabajó incansablemente por la beatifica-
ción y posterior canonización de Teresa de Los Andes, nuestra primera Santa chilena.

Durante los dieciocho años que estuvo en San Felipe siempre celebraba su
cumpleaños con la familia, en la casa del Obispado, y era muy simpático porque
iban de todas las edades. El Padre Obispo Manuel Camilo tiene una gran familia:
conformada por sus siete hermanos, 46 sobrinos y 110 sobrinos nietos. Le encanta
compartir con ellos y cariñosamente los llama el “sobrinaje”. Sus vacaciones las
pasa en casa de su hermana Pepa en el Lago Ranco. Ahí instala su carpa en medio
de la naturaleza y a veces una segunda, donde invita a sus sobrinos. Goza de la
pesca, afición suya de hace muchos años, rema y disfruta también de las exquisiteces
gastronómicas con que lo regalonean.
83
En un resumen de sus aportes más importantes y significativos como Obispo de
San Felipe, se pueden destacar la construcción del nuevo Seminario en Santiago; la
apertura de estructuras participativas del pueblo cristiano en su iglesia; el proceso
de beatificación y Canonización de Teresa de Los Andes; la construcción y difusión
del santuario de Auco; la organización económica de la Diócesis; la reconstrucción de
diversos edificios después del terremoto de 1985; la organización del Departamento
de la Acción Social (DAS) y la difusión de los Derechos Humanos; la creación de los
Departamentos Diocesanos de la Casa Pastoral; la implementación de una Casa de
Retiros; facilitar la llegada de varias Comunidades Religiosas y Movimientos; la
ordenación de 17 sacerdotes diocesanos; la creación de Radio Encuentro pertene-
ciente al Obispado y la reorganización y fundación de Hogares para niños y jóvenes
(Pablo VI, Divina Providencia 1 y 2, y la Casa de los Jóvenes Walter Zielke), además
de su apoyo a la fundación de la Corporación de Desarrollo Social Ciem Aconcagua.

El 21 de septiembre del 2001 fue nombrado Obispo de Temuco, y se hizo cargo


de la Diócesis de “San José” de Temuco el 4 de noviembre de ese año, compartiendo
sus tareas como miembro del Comité Permanente y Secretario General de la
Conferencia Episcopal de Chile, y delegado y miembro de la Comisión de
Financiamiento del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).

Desde la fundación de la Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez, es


miembro de su Consejo y Gran Canciller de la UCT. Presidente de OCAC (Oficina de
Cooperación Asistencia Campesina) y miembro de la fundación Cardenal Raúl Silva
Henríquez.

En la Diócesis de Temuco se ha distinguido especialmente por su preocu-


pación por los pobres, por los jóvenes y por el pueblo mapuche – que lo distinguió con
el título de “Lonko”- y también por su actitud ecuménica.
84
Monseñor Cristián Enrique Contreras Molina, O.de M.

Período 2002 a la fecha

Su lema episcopal es
“El señor me envió”.

Nació en Santiago, el 8 de noviembre de 1946.


Ordenado presbítero el 12 de octubre de 1974. Se des-
empeñaba como Capellán Mayor de Gendarmería de
Chile cuando fue llamado al episcopado en junio de
1992, para ser el tercer obispo prelado de Calama.

Es hijo de Leontino Contreras y Marta Molina. Reli-


gioso de la orden, en 1961 ingresó a la orden de la Merced,
comunidad a la cual pasó a pertenecer al consagrarse a Dios con los votos de pobreza,
obediencia, castidad y redención en el noviciado de Melipilla donde profesó sus
primeros votos el 15 de marzo de 1966 y los votos solemnes en 1973. Hizo sus
estudios de filosofía en su orden y los teológicos en la facultad de teología de la
Universidad Católica de Chile, desde donde egresó en 1974.

Fue ordenado sacerdote el 12 de octubre de 1974 por monseñor Sótero Sanz,


nuncio apostólico. Inició su misión pastoral en Valdivia, como vicario de la parroquia
de la Merced y capellán de la cárcel de esa ciudad.

En el año 1977 es trasladado a la prelatura de Calama, donde asume como superior


del convento de su congregación y párroco de la iglesia San Juan Bautista. En 1985 es
nombrado párroco y superior del convento de la Merced en San Felipe. En 1986 asume
85
como superior del convento de la Merced de Santiago y rector del colegio san
Pedro Nolasco, correspondiéndole organizar el centenario de este establecimiento.
Paralelamente atiende el anexo cárcel Capuchinos. En 1989 vuelve a San Feli-
pe, a la Parroquia de la Merced, misión que debe dejar al año siguiente para
convertirse en el capellán mayor de Gendarmería de Chile de Santiago.

Tomó posesión de su prelatura el 19 de julio de 1992.

El papa Juan Pablo II lo eligió obispo prelado de Calama el 11 de junio de 1992.


Fue consagrado en la basílica de la Merced, en Santiago, el 5 de julio de 1992 por
monseñor Carlos Oviedo, arzobispo a sede titular de Equizeto en 1991.

El Santo Padre Juan Pablo II lo nombró Obispo de San Felipe el 19 de julio de


2002. Tomó posesión de la Diócesis el 25 de agosto del 2002.

En el tiempo en que ha ejercido el episcopado, le ha correspondido prestar servicios


a la Iglesia chilena presidiendo las Áreas de Pastoral Social y de Agentes
Evangelizadores de la Conferencia Episcopal de Chile. También ha presidido las
Comisiones de Pastoral del Adulto Mayor y de Alcoholismo y Drogadicción. Hizo la
visita Ad Limina en 1994 y 2002.

Ha privilegiado la pastoral vocacional, animando la vivencia de la liturgia y ha


iniciado las Visitas Pastorales a las parroquias.
86
87

Capítulo V
La Pastoral
88
89

¿Qué es la Catedral?

Tiene este nombre, porque es en esta Iglesia donde se encuentra la cátedra o sea
el asiento alto reservado al Obispo, para que como maestro de su pueblo predique la
palabra de Dios. La Catedral es la Iglesia Madre de la Diócesis, precisamente por estar
en ella la Cátedra Episcopal.

El Vaticano II en la constitución sobre Liturgia, nos enseña: “El Obispo debe ser
considerado como el gran sacerdote de su grey de quien deriva y depende, en cierto
modo, la vida de Cristo en sus fieles. Por eso conviene que todos tengan en gran
aprecio a la vida litúrgica de la Diócesis en torno al Obispo, sobre todo en la iglesia
Catedral.”

Dice el Directorio Pastoral de los Obispos: “Todos los Clérigos y fieles deben con-
siderar a la Iglesia Catedral algo así como el centro del culto divino, de la comunidad
diocesana”.

Para este fin, el Obispo personalmente preside con frecuencia las funciones
sagradas, además provee para que en la Catedral la vida litúrgica se desarrolle con
90

Iglesia Matriz

decoro, respeto de las leyes y fervor de parte del pueblo cristiano, que le haga aparecer
realmente como madre y maestra de los otros de la Diócesis”.

Si reflexionamos sobre las enseñanzas de la iglesia, podremos valorar


debidamente el sentido y la dignidad de la Catedral.

Respecto a este tema, el padre Hernán Acuña Garrido actual párroco de la


Catedral dice:

“La Catedral en ese orden de cosas, es el templo madre de la Diócesis y es la


sede del Obispo, en ese sentido, aquí ocurren los momentos más importantes, más
trascendentales de la vida y no sólo de la ciudad, sino de la Diócesis. Las principales
ceremonias, las más significativas, se llevan a cabo aquí en la Catedral, de manera
91
que ella acoge habitualmente a las autoridades, a las instituciones de todo tipo. En la
fecha que sea que ocurren estas celebraciones, eso le da un carácter especial a la
Catedral, pero es también centro de la vida de la iglesia local.

Nos encontramos con celebraciones oficiales, que involucran no sólo a los fie-
les, sino también autoridades de gobierno, instituciones públicas como los Te Deum.
También y fundamentalmente las de carácter religioso, tanto a nivel diocesano como
parroquial (ordenaciones sacerdotales, confirmaciones, primeras comuniones y
otras); porque no hay que olvidar que la Catedral tiene carácter de Parroquia, en ese
orden hemos tratado de conectar la acción. Hay ocasiones en que se convoca a toda la
gente de la Diócesis, no son muchas veces por los costos y dificultad que representan
los traslados. Normalmente los párrocos se preocupan de enviar delegaciones”.

La Catedral como Parroquia

La Diócesis comprende un territorio, que se divide en decanatos y a su vez el


decanato se divide en parroquias. La Diócesis de San Felipe comprende las provincias
de San Felipe, Los Andes y Petorca (cada cual es un decanato), pero a su vez, el
Templo Catedral acoge a la Parroquia El Sagrario en su entorno territorial cercano,
las cuatro alamedas de San Felipe.

Por ello se confunden la iglesia Catedral con la iglesia Parroquial, pues son
una sola.

Referente a la ubicación de la parroquia Catedral don Rolando Stevenson opina:


“La baja densidad de la población dentro de las cuatro alamedas ha mermado la
relación de los fieles. Antiguamente dentro de las cuatro alamedas vivían familias en
grandes casonas de sesenta y más metros de fondo con diez o quince personas. Hoy
estas mismas casas no pasan de cuatro o tres personas, incluso existen sectores donde
hay grandes casonas y ningún morador, o se han dedicado a oficinas o locales comerciales.
92
Yo creo que la Catedral no ha sabido sacar partido a su ubicación privilegiada y
belleza arquitectónica, pienso que debe ser el ente articulador del turismo religioso,
de hecho está cerrada casi todo el día, se abre exclusivamente para las misas. El
comercio ilegal y callejero se apropió de sus pórticos, desmereciendo su importancia
y belleza. Hay que renovar métodos que permitan una mayor participación, como lo
hace la Catedral en Santiago, con exposiciones de libros, charlas y actividades diversas
que atraigan a los ciudadanos.

La Catedral es la sede del Obispo, pero hay que hacer cosas nuevas buscando
métodos novedosos, hay que renovar la fe en ese sentido.

Yo recuerdo a un sacerdote haciendo charlas con una filmina en espera del oficio,
hay muchas cosas que pueden hacerse, es necesario repensar todo, ya que también
existe un aspecto que son los costos, se debe pensar en guardias, mantener abierto
todo el día, consumo de luz, considero urgente renovarse en la Catedral.

San Felipe dejó de ser una pequeña ciudad, hoy tiene desafíos de gran ciudad y
la actividad religiosa no debe quedarse al margen. Hoy es necesario hacer de la Catedral
un centro irradiador de religiosidad, cultura, historia, turismo y vida de la comunidad.

Esta Catedral tiene una Trinidad tallada en madera que es una maravilla, tiene
pinturas cuzqueñas y quiteñas, tiene imágenes de importancia, la Catedral de por sí
es muy bella y eso debe explotarse.

Cuando llegó la empresa City luz ofreció iluminar la Catedral, pero el costo
debía asumirlo la ciudad, es decir el municipio, hasta la fecha nada se sabe. Veo
necesario crear un comité que se dedique exclusivamente a crear actividades que
sean sistemáticas y de interés para los fieles y la ciudad”.

Referente al mismo tema, el actual Párroco de la Catedral comenta:


“Aquí es distinto, la cantidad de gente se ha visto reducida, en la práctica consta
de un puñado de gente, gente muy buena de mucho compromiso, y entonces nos
93
obliga a plantear las cosas de acuerdo a nuestra realidad. Hay dos miradas que una
comunidad parroquial tiene que tener, diríamos al momento de planificar su trabajo
pastoral, una es la realidad, su propia realidad. La realidad de esta Parroquia, es el
centro de la ciudad mayoritariamente, el centro comercial de oficinas, instituciones
de pocos residentes y la gran mayoría de los residentes que hay son mayores, jóvenes
casi no tenemos aquí, prácticamente no hay. Lo otro que tenemos que tener en cuenta,
la orientación de Iglesia, en este nos habla otra vez de los Obispos de Aparecida,
porque rige ahora la Acción Pastoral, la Misión Continental que ellos decidieron que
se hiciera en todo el continente, como lo dice el nombre, una misión de carácter
permanente, se trata de un propósito o un desafío realmente extraordinario que
plantean los Obispos, que en el fondo pretende cambiar la vida y el quehacer de la
iglesia y eso no sé cuánto tiempo irá a requerir, pero en eso estamos.

Lo otro que señalaría que es muy importante, la Catedral como Parroquia El


Sagrario y que es un desafío, es la celebración Litúrgica. Porque aquí concurre gente
de toda ciudad, como es la iglesia central y permanece abierta, con gente que entra a
rezar en cualquier momento, gente que viene de las poblaciones, de distintas partes
de la ciudad o de los pueblos cercanos.

Viene mucha gente a rezar a confesarse, hay que estar atento, disponible. Otros
vienen a la misa del día Domingo, nosotros no tenemos una asistencia extraordinaria,
pero una asistencia muy importante de fieles el día Domingo y gran porcentaje de
gente que viene de afuera, incluso de las comunas aledañas. Hay una misa de 12, los
días laborales que es gente que trabaja, que se hace espacio, vienen a la misa que
dura media hora, porque está hecha para ellos y es gente de todas partes que trabaja
aquí en la ciudad, la Catedral le ofrece su servicio. Los catequistas también reciben
personas que necesitan y solicitan sacramentos, vienen de fuera del radio parroquial,
de poblaciones”.
94
Concepto de Pastoral

Es la acción del pastor por excelencia (el Obispo), el encargado de llevar adelante
la proclamación del evangelio, el cual a su vez es encargado a los párrocos y a los
agentes pastorales y a todo bautizado.

No debemos olvidar que los Obispos, como descendientes directos de los


apóstoles son los encargados de cumplir el mandato de Cristo: “vayan y predi-
quen a todas la naciones” (San Marcos 16-15).

El padre Hernán Acuña nos dice respecto a la pastoral:


“El quehacer de ésta Parroquia, debe ser de carácter misionera, que vaya a la
gente, que se acerque a la gente y eso nos hemos propuesto, hacer las visitas domici-
liarias, que se hacen todas las semanas y vamos a comenzar a rezar con la gente, es
un acto que nos toma una hora y que dejamos mucha alegría en los hogares que
hemos visitado, estamos constantemente visitando.

Fue uno de los acuerdos propuestos, otro es responder al desafío que implica la
concentración de colegios en el radio Parroquial, colegios de Iglesia, como el Vedruna,
Juana de Arco, José Agustín Gómez, y otros que son como si fueran de Iglesia, como el
Abdón Cifuentes, algunos de inspiración Católica como el Alonso de Arcilla, el Pumanque,
también el Portaliano y escuelas municipales, que también se han agregado.

Nosotros en este momento estamos llevando a cabo un programa desde la


Parroquia, hacia estos colegios, son alrededor de 14 colegios a los que se han integrado
los Liceos Politécnicos y de niñas, ocasionalmente también han estado las Escuelas,
Liceo Industrial. ¿Qué pretendemos nosotros?: apoyar Pastoralmente estos
colegios, particularmente la labor que realizan allí los profesores de Religión y algunos
encargados de Pastoral, mediante Retiros que ofrecemos a los muchachos, encuentros,
momentos de oración, alguna Celebración Litúrgica de fechas significativas para ellos
y que hemos logrado por así decirlo, traducirlas al lenguaje, al código de ellos, que son
celebraciones juveniles muy bonitas”.
95

Seminaristas con Monseños Borja - Año 82

El ex párroco de El Sagrario, Mario Lazo, actual párroco en Cabildo, nos transmite


la siguiente experiencia:
“Fue al término de un retiro que don Camilo Vial (Ex Obispo de San Felipe,
actual Obispo de Temuco) conversó conmigo, me imaginé de inmediato que se trataría
de un cambio, ya que a esa fecha llevaba como 8 años en La Ligua, y en realidad no
me equivoqué. El manifestó su deseo de que me hiciese cargo de la Catedral de San
Felipe.

Me gustó mucho el ofrecimiento, pero le manifesté que sería necesario mantener


abiertas las puertas de este templo la mayor parte del día que, según sabia no lo
estaban, que esta Parroquia era para el pueblo y por lo tanto, es necesario el contacto
directo y permanente con los fieles. Me contestó que ese era su deseo y acepté.

Una de las cosa que pidió fue las puertas abiertas de la Catedral y así se hizo y al
96
pasar la gente tanto del pueblo como de afuera se empezó a trabajar con ellos, se les
preguntaba si querían confesarse o era algún problema que los afligía y de esta forma
se empezó a hacer contactos, ya que la gente necesitaba que la escucharan.

Otra cosa que se hacía eran las visitas a los enfermos, tanto a las casas como al
hospital; también se hacía trabajo en la catequesis familiar y nos preocupábamos
del aspecto litúrgico. Mi paso por la Catedral fue muy gratificante, hicimos una
gran participación con los fieles, las liturgias se hacían con un órgano que lo reparaba
un amigo del Mercado que tiene conocimientos de electrónica.

Invitamos a los coros a participar después de la misa del sábado y se hacían


presentaciones especiales para la navidad. También se trajo una Orquesta de Cámara
para dar conciertos que fueron auspiciados por la Coopeuch. Recuerdo que entre
otros, vino un conjunto de marimbas que fue todo un suceso. La Catedral se proyecta
y se abre a la comunidad, más allá de lo puramente religioso”.

Niños celebrando su
Primera Comunión
97
El trabajo Pastoral de las Mujeres

Desde los comienzos de la Iglesia, la presencia femenina ha sido de suma importancia


en el desarrollo de las diferentes comunidades. En Aconcagua siguiendo esa línea,
tenemos la experiencia de una mujer catequista, la señora Adriana Vásquez Calderón,
la cual nos relata su experiencia:
“En 1975 llegamos a San Felipe desde la ciudad de Limache, debido al traslado
de mi esposo. Toda la familia, mis tres hijos y nosotros dos veníamos algo apenados
ya que allá quedaban amistades, conocidos y en especial aquellos que trabajaban en
la Parroquia haciendo una gran actividad pastoral.
Me costó mucho acostumbrarme en nuestra nueva vida en San Felipe, pero
como lo dice el dicho, “a nadie le falta Dios”, por su gracia empecé a conocer nuevas
amistades y en especial a Norma Rodríguez; fue esta amiga quien me contactó con la
hermana Teresa Serrano la cual me motivó para hacer los cursos IFCA y me
comprometió para ser catequista. Recuerdo que el padre Cardenio Toro (Q.E.P.D)
que estaba encargado de la capilla Cristo Resucitado en el sector de la población San
Felipe y Párroco de la iglesia Andacollo también me dió una gran acogida e insistió
para motivarme y que me comprometiera como catequista.

El compromiso adquirido era bastante grande, teníamos que dedicarle cuatro


días a la semana en horarios de 15 a 17 horas. El día lunes se hacia la catequesis a los
padres. Los días martes nos reuníamos todas las catequistas del sector con nuestra
coordinadora (Señora Herta), el día jueves teníamos cursos de IFCA en la Catedral,
donde recibimos una gran enseñanza en diversos temas de importancia con
profesores como el Padre Mario Borello, don Pedro Reyes, don Waldo Romo y
otros profesores calificados de la universidad Católica.

El día sábado nos reuníamos con los niños que se preparaban para recibir su
primera comunión, la catequesis Familiar se preocupaba de la enseñanza del
evangelio, tanto con los padres como con los niños. Durante 16 años fui catequista de
catequesis familiar y paralelamente junto a mi esposo, como catequista de novios.
98
No imaginan la felicidad tan grande que se siente cuando finaliza un ciclo, uno
ve como los niños salen airosos de su primera comunión o aquellos novios que
entienden con claridad el mensaje cristiano que le entregamos.

Todo este quehacer pastoral, donde participaban alrededor de 70 catequistas


de todo el Decanato de San Felipe, nos llevó a otras actividades, especialmente
artísticas; hubo mucha iniciativa para celebrar aniversarios sacerdotales, reunión
de catequistas, aniversario del padre Obispo y otras celebraciones donde muchos
catequistas se lucieron mostrando sus dotes artísticas como canto, poesía, interpre-
taciones varias que siempre destacaron a quienes participaban para hacer una sana
convivencia, se hicieron representaciones como “La Pérgola de las Flores”, imitaciones
a las famosas mellizas del tango y destaco un show que hicimos donde se eligió a la
“Señora Mundo”.

Todo se hacía con mucho esfuerzo, quitando horas a nuestras actividades de


dueñas de casa, madres y abuelas, pero se hacía con gran cariño, con gran tesón, una
pasión de nuestras catequistas, digna de elogiar.

Fueron 16 años de mucha entrega, de mucho cariño por lo que hacía, pero creo
haber recibido mucho más de lo que di; es por eso que hoy en forma esporádica aún
entrego mi labor de catequista a la Parroquia Catedral”.

Siguiendo en la línea de la presencia femenina en la Iglesia, tenemos una


experiencia muy interesante, pues hay un cargo de suma importancia en la Diócesis
que es ejercido por una mujer. Su titulo es “Notaria Eclesiástica” y es ejercido por la
señora Norma Alicia Rodríguez Orellana.

Esta es la otra visión del accionar pastoral, es la mirada de tipo administrativo,


de bajo perfil pero de suma importancia.

La señora Norma nos transmite su experiencia: “Mi paso por la Catedral de San
Felipe fue una experiencia muy enriquecedora. Comencé en el año 1979, realizando
99
un trabajo más bien interno, es decir sin atención de público. Consistía en poner al
día y mantener los escritos de los libros parroquiales donde se asientan las partidas
de quienes reciben los sacramentos de Bautismo, Confirmación, Matrimonios y otros.

Dicha tarea me permitió el ingreso y conocimiento del archivo, que consiste en


una bóveda protegida contra incendios donde se guardan los importantes documentos
y libros que conservan la información histórica de la vida parroquial; la conservación
de dichos libros justificaban el cuidado y la restricción existente que reglamentaba el
ingreso a dicho lugar sólo a la secretaria. Sin exagerar, era como conservar un tesoro.

Al poco tiempo de asumir este trabajo, pude sentir y darme cuenta del grado de
responsabilidad y delicadeza de éste, al punto de pensar que era muy diferente ser
secretaria en una Parroquia que serlo en otro tipo de oficina. Por lo demás, se trataba
de la Parroquia más importante de la Diócesis. La Catedral era centro cúlmine de las
celebraciones más importantes, cátedra del Obispo, lugar de encuentro de los sacerdotes.
Es por ello, que el conocimiento y saber como secretaria ejecutiva se fue complementado
con una constante formación pastoral, que junto al apoyo y confianza que me brindó
el Padre Félix Arévalo, muy pronto alcancé una amplia y profunda participación, la

Curso Sagradas Escrituras en Colegio Vedruna


100
cual fue acrecentando en mi persona un compromiso más sólido con el Señor y una
conciencia de servicio a la Iglesia.

La administración y vida de la parroquia era desconocida para mí; había todo


un sistema de organización que cubría la proyección y realización de toda la actividad
parroquial. Me parece importante mencionar esta estructura que dentro de un
organigrama la conformaban: 1º El Consejo Económico, integrado por un contador,
un abogado, un ejecutivo de Banco, un laico de la comunidad y la secretaria.

En un segundo lugar el Consejo Pastoral, integrado por un representante de


cada área como: catequesis, familia, bautismo, novios, comunidades de base de los
sectores, liturgia, juventud, ayuda fraterna, Cali, pastoral de enfermos, grupo de
oración y un delegado de colegio (Carmelitas, Santa Juana de Arco, Corazón de
Jesús). Por supuesto ambos consejos presididos por el Párroco y acompañado por el
Vicario parroquial.

Toda la actividad llámese administración, bienes, arriendos de locales, mantención


del edificio y del templo, asistencia social, formación, espiritualidad, convivencias,
pastoral general, ornato, se coordinaba a través de estos Consejos, los cuales se
reunían periódicamente una vez al mes.

No puedo dejar de mencionar mi admiración ante la belleza de este templo,


de sus imágenes, cuadros valiosos por su calidad y antigüedad, de la riqueza
existente en la sacristía con ornamentos antiguos de elaborados materiales en telas
y bordados.

Es difícil hacer una síntesis de esta experiencia que duró muchos años; son
muchos los momentos, emociones, desafíos, exigencias, alegrías. Mirando hacia atrás
surge una gran verdad: la inmensa gratuidad al Señor por haberme llamado a este
servicio, que sin duda me aportó un amplio conocimiento del quehacer de una parroquia,
lo que ahora me permite hacer servicio a las parroquias a nivel diocesano como Notaria
Eclesiástica en el Obispado de San Felipe”.
101

Equipos de trabajo en la Catedral y la Parroquia

Desde el más alto cargo y responsabilidad, como es la proclamación del Evangelio,


hasta el más humilde, como puede ser el barrer y mantener en orden la casa de Dios.
Todas ellas son tareas necesarias y marcan a una comunidad, a un pueblo en marcha,
a un pueblo peregrino que camina al encuentro del Señor.

Preside toda acción el señor Obispo, luego están el Párroco (1 persona), Diácono
(1 persona), Consejo Pastoral (14 personas), Agentes Pastorales (40 personas), Grupos
de Catequesis: Confirmación de Adultos (1 persona), Confirmación de Jóvenes (2
personas),Confirmación primer año (2 personas), Catequesis Familiar: Primer año
(2 personas), Segundo Año (2 personas), Catequesis Pre-bautismal (2 personas) y
Consejo Económico (4 personas). Funcionarios de la Catedral (4 personas).

Reunión Primera Comunión


102
Comité de Restauración (10 personas), Acólitos (6 personas), Coro Parroquial
(8 personas).

La Catequesis
La catequesis es la acción por la cual la Iglesia educa en la fe a sus miembros,
sean estos adultos o niños. La catequesis no es solamente una enseñanza, sino una
verdadera formación para la vida cristiana. En un sentido más amplio, la Iglesia
catequiza siempre: en la predicación del domingo, en el seno de las comunidades, en
la preparación de los Sacramentos.

La catequesis desarrollada por laicos es fundamental en el trabajo pastoral de


la Parroquia, este tema se desarrolla fundamentalmente por mujeres. Es en la
preparación de primera comunión donde desarrollan mejor su experiencia de
madres y de catequistas, pues la catequesis, en
especial de niños para primera comunión es algo
más que traspasar conocimientos y verdades, en
esta línea tenemos la experiencia de la Señora
Cristina Soruco quien nos dice:
“En los años finales de los sesenta, se preparó
a un grupo de fieles para trabajar en catequesis, los
días jueves se preparaban y luego transmitían sus
enseñanzas a niños y sus mamás en diversas reuniones,
apoyadas por el padre Félix Arévalo. Entregaban hojas
y luego tuvieron textos de preparación. Este decanato
fue pionero en la preparación de catequistas, quienes
entregaban nociones previas a los diferentes
sacramentos.

Don Enrique Alvear fue el propiciador de este


tema, que luego se dio a conocer en otras partes de
la región. Hermanos Castro Gómez
103

Bautizo - Padre Palma , familia Uzal

Luego, con el paso de los años, se contrató profesores universitarios para


formar a los catequistas del decanato de San Felipe, incluso tenían clases de música.
Eran 60 catequistas en el año 1970.

En esa década las reuniones se hacían en el segundo piso de la Catedral. Había


grupos de primer y segundo año a cargo de los diferentes catequistas.

Yo era dichosa entregando la felicidad que tenía adentro, para mí la felicidad de


tener al señor y poder comunicárselo a los demás, era el sueño de mi vida, era lo más
feliz que me pudo haber hecho en toda la época en que fui catequista.
Luego del terremoto de 1971, las clases y preparación para los catequistas se
empezaron a realizar en la casa de ejercicios Juan XXIII, porque la Catedral no
quedó en buen estado. Las hermanas Ruth Strothman y hermana Mary O’ Connors
de la congregación Notre Dame apoyaron a los catequistas en su capacitación.
104
Se formaron muchos niños y niñas y varios de ellos se transformaron en religiosos.

Personajes destacados en su enseñanza a los catequistas: hermana María Antonieta


Morales, los preparó para entregar sus conocimientos en catequesis. Párroco Félix
Arévalo, preparó a los catequistas en las sagradas escrituras. Padre Borello, Pedro
Reyes, hermana Isabel Margarita, Franciscana de Curimón, hermano René del
Instituto Abdón Cifuentes, el señor Fuenzalida, ellos preparaban a las catequistas.
Hasta principios de los setenta, las niñas de primera comunión debían ir vestidas
como novias chicas y los niños de terno y luego empezaron a hacer la primera comunión
con uniforme de colegio”.

Celebraciones, fiestas y tertulias

Matrimonio
105
“En el mes de diciembre del año 1971, las catequistas visitaron a los reos de la
cárcel, y cada fin de año se reunían y se intercambiaban regalitos, se cantaba y se
realizaban números artísticos. Esto unía a las catequistas”.

El padre Félix Arévalo, una de las personas de gran experiencia y conocimiento


respecto al tema de la catequesis nos dice:
“La catequesis familiar tuvo una especial relevancia porque se creó precisa-
mente por la catequesis misma el IFCA y fueron cientos y cientos de personas en
toda la diócesis que se formaron. Toda persona que quería ser catequista debía hacer
el curso básico, haciendo posible contar con equipos en la áreas de la catequesis de
bautismo, matrimonios y confirmación, precisamente en la Catedral se formó un equi-
po a nivel de ciudad para atender a los novios provenientes de todas las parroquias
de San Felipe

En cuanto a los catequistas de la familia nos dimos cuenta de que el horario más
adecuado para las mujeres era la tarde, ya que la mayoría eran dueñas de casa y
debían cumplir sus obligaciones hogareñas.

De manera que se fijó el día jueves donde tuvieron una formación permanente
por años, de 1976 hasta el año 1992, hecho que se transformó en hábito muy profun-
do y muy bueno. Cada jueves en el decanato de San Felipe se reunían en la catedral
entre 60 y 70 personas, provenientes de las parroquias de la ciudad y de ciudades
vecinas”.
La Liturgia

La liturgia es una palabra de origen griego que se refiere a “un servicio público”
que en general, prestaba un individuo a la comunidad. La palabra se aplicó entre los
cristianos primeramente a la eucaristía, ahora designa todo el conjunto de la oración
pública y oficial, con la eucaristía en su cumbre.
106
La liturgia es la acción sagrada por excelencia, es la cumbre hacia la que tiende
la acción de la Iglesia y al mismo a tiempo la fuente de la que emana su fuerza vital. A
través de la liturgia, Cristo continúa en su Iglesia, con ella y por medio de ella, la obra
de nuestra redención.

La liturgia también es la manifestación externa del misterio de la salvación, es


la celebración visible del acto de redención.

La liturgia parte de la Catedral; del centro de la Diócesis, donde está el Obispo,


y de ahí irradia su acción de salvación al resto de la comunidad diocesana. Hay una
acción, que ilumina y esclarece este actuar y es la bendición de los Santos Óleos, que
se realiza en la Catedral en Semana Santa y ellos serán repartidos, llevados a las
diferentes Parroquias para ser aplicados en el sacramento del bautismo y la unción
de los enfermos.

Siguiendo en la línea de la relación Catedral-Parroquia-Liturgia, el padre Félix


Arévalo, ex párroco por más de 20 años en la Catedral entrega su visión:

“Posteriormente en tiempos del Obispo Francisco de Borja Valenzuela, fui a un


curso sobre el documento de Puebla realizado en Medellín, Colombia el año 1979.
Más tarde, en 1985 asistí al curso de Actualización Teológica en la universidad de
Comillas en Madrid y en el año 1986 a un curso de catequesis en el Instituto de
Catequesis Latinoamericana en Santiago; estos estudios fueron un elemento muy
favorable que me permitieron aportar tanto a la Diócesis como a la parroquia
Catedral de la cual fui párroco.

Un hecho muy concreto y visible fue renovar la liturgia, teniendo presente la


idea de que la Catedral tuviese una liturgia adecuada a lo que es una Catedral.
Para ello fue necesario transformar el altar, preocuparnos de algunos elementos
como ornamentos, parlantes, luces y prepararnos para contar con un coro que fuese
efectivo en la animación y participación de la asamblea, También nos preocupamos
de tener siempre un motivador de la liturgia.
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Cortejo Fúnebre a la salidade la Catedral

Los Hermanos del Sagrado Corazón aportaron un órgano, el cual durante


mucho tiempo cumplió su rol en forma efectiva.

En todo este proceso se estableció una misa especial al medio día, ya que la
Catedral, ubicada en el centro de la ciudad proporcionaba a la gente la posibilidad de
asistir a la eucaristía a esa hora.

Junto a esta gran novedad que trajo el Concilio Vaticano II, tomó especial
relevancia la celebración de Semana Santa.

Con respecto a las celebraciones litúrgicas importantes. Se trataba de hacerlas


de la mejor manera posible. En esto puedo destacar todo lo que conlleva la Semana
Santa, la Navidad, San Felipe Apóstol, celebraciones especiales como aniversarios
del Obispo y Sacerdotes”.
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Sacerdotes que destacaron en la Diócesis

Cada vez que se destaca a alguien, se comete una injusticia con aquellos que
han desarrollado una labor; sabiendo esto, hemos escogido a tres sacerdotes, quienes
destacaron por su labor en la Diócesis.

Obispo Francisco de Borja con sacerdotes y laicos


109

El presbítero José Agustín Gómez Díaz

El 28 de agosto de 1830, doña Encarnación Díaz Arancibia y don Cruz Gómez


Escudero, aumentaban la población Santiaguina con el nacimiento de su hijo varón
que fue bautizado como José Agustín Gómez Díaz, padrinos de este acontecimiento
fueron sus tíos Gregorio Gómez y Eugenia Díaz.

Cursó sus humanidades en el colegio de los


Mercedarios, donde desarrolló las funciones de profesor de
historia y geografía, dada su gran capacidad y disposición.

Asistió a clases de Teología en el seminario SS. Ángeles


y el día 5 de octubre de 1850 se tituló de bachiller en Teología
en sesión que presidió Andrés Bello. Ya con ordenes menores
y habiéndose destacado por su piedad e inteligencia,
dedicándose por entero al estudio de la voluntad de Dios,
es nombrado inspector y profesor de literatura en el
seminario.

El 10 de junio de 1853 fue ordenado sacerdote en la


Catedral de Santiago por monseñor Rafael Valentín
Valdivieso y canta su primera misa en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria.

Destinado a la ciudad de San Felipe como capellán del Buen Pastor, le


correspondió recibir a las primeras religiosas que llegaron a nuestro país desde Fran-
cia. Es en esa instancia que piensa en la creación de una orden religiosa nacional, lo
cual logrará concretar años más tarde al ser nombrado administrador del hospital de
San Felipe.
110
Cuando ejercía su mandato en el año 1864, un 15 de diciembre funda una
congregación para dar atención a los pobres, desvalidos y enfermos.

En el pueblo se comenta y opinan sobre el nuevo párroco:


¿Quién será el nuevo párroco?, ¿vendrá de Santiago o de Valparaíso?. Lo mejor y
más acertado sería que el nombramiento cayera en el Señor Gómez, ¿no le parece a
usted?, tan bueno con los pobres y es tan limosnero, que todos lo quieren tanto. Sería
nuestra felicidad y la del pueblo…¡es tan entusiasta!

Fue designado cura párroco de San Felipe el 10 de junio de 1867, renunciando


por razones políticas en 1891, ya que fue un ardiente admirador y colaborador del
presidente Balmaceda. Su caída le costó la salida de la Parroquia y en 1902 debió
alejarse de la ciudad, hacia San Carlos y luego hacia Gorbea, donde predicó en una
modesta capilla hasta su muerte en 1908.

15 de diciembre de 1866, San Felipe está de plácemes. Un gran acontecimiento


ha sacudido al pueblo. Cinco mujeres han iniciado el camino de las “Hermanas
Hospitalarias de San José”, era la primera orden religiosa femenina chilena.

El escritor Bernardo Cruz Adler dice lo siguiente: “Vestían el habito de las


hospitalarias de San José, en la iglesia del Buen Pastor las señoritas, Francisca Polanco
(sor Margarita), Máxima Malbrán (sor María Purísima), Rosario Herrera (sor María
de San José), Mercedes Escudero (sor María del corazón de Jesús) y Mercedes Silva
(sor María del corazón de María). Todas ellas de históricas familias de Aconcagua y
correspondió a San Felipe el honor de ser cuna de la primera congregación de religiosas
chilenas fundada en provincia”.
El culto y ejecutivo sacerdote unía a su gran corazón, una inteligencia insigne
lo que le permitía adelantarse a situaciones que percibía.

Citando a Delia Omegna:


“Una torre engalanada con el símbolo del catolicismo se ha levantado lentamente.
Ya ha construido una Iglesia digna de su pueblo, el párroco peregrino recorre los
111
pueblecitos de su Diócesis, desafiando el sol, el frio y la tormenta. Otras veces
transpirante y hambriento, viaja de aquí para allá y el resultado de sus viajes se va
materializando en diversas capillas. Ya los pobres de allí tienen lecho, remedios y
médicos. Junto a ellos están las Hermanas Hospitalarias. ¿Qué Cancha del Llano
necesita Iglesia? …Aunque pequeña ahí está…”.

Los muchachos del orfanato forman una orquesta y van a Valparaíso a tocar,
para traer dinero para la obra.

“Los músicos del asilo son buscados y en todas partes se les paga el doble de su
valor. Están de moda los músicos del Cura Gómez. Han sido contratados hasta para
los bailes familiares”.

También comprendió la necesidad de contar con un colegio para niñas, ya que


el liceo era sólo para hombres, fundando entonces el colegio El Apóstol que funcionó
en el antiguo Beaterio. De sus aulas iban a salir no pocas vocaciones para la congregación.

“Ha renovado el convento. Ha abierto una escuela gratuita para muchachos a


veces harapientos y con cara de hambre. Ha abierto un pensionado para señoritas
por medio de las cuales va conociendo a las familias de San Felipe y sus alrededores.
Otras veces se le ve entre mujeres que ha expulsado la sociedad y que han buscado
el refugio amparador de las monjas del Buen Pastor”.

Durante la Guerra del Pacifico y gracias a su fervorosa elocuencia, logró


numerosos voluntarios entre el pueblo y campesinos que conformaron el Batallón
Aconcagua uno.

Luego, junto al Intendente señor Blest Gana forman el Batallón Aconcagua


Dos, que junto al regimiento Esmeralda conformarían el conocido Séptimo de Línea.
Al visitar Lima durante la campaña, el cura Gómez es nombrado capellán de estos
regimientos.
112

“Se enrola el sacerdote como capellán del regimiento Esmeralda, logrando así
realizar sus sueños tanto tiempo acariciados: ayudar desde cerca a sus compatriotas”.

La vecina localidad de Santa María se ve gravemente afectada por el cólera.


La ciudad es totalmente aislada y se vive una gran desesperación entre sus habitantes.
El curita Gómez, que así le llama el pueblo, no lo piensa y de inmediato se da por
entero entregando un esfuerzo sobrehumano para llevar alivio a aquellos que tanto
sufrían, no descansa atendiendo a sus enfermos y en su entrega incondicional a
Cristo identificado con los que sufren.

“El famoso sacerdote José Agustín Gómez, dolido por lo que sufrían en un
sector de su parroquia, cruzó el cordón sanitario, sabiendo que no podía regresar.

Los cordones sanitarios encerraron el área comprendida entre Jahuel por el


norte, el rio Aconcagua por el sur, el cerro Teucalán por el oriente y el cerro de
Almendral por el poniente. A pesar de los cordones sanitarios, la epidemia se extendió
a Aconcagua y luego a Valparaíso y Santiago, dejando a su paso más de 30.000 víctimas
fatales. La epidemia declinó en 1887”.

El año 1891 fue un año trágico para el país, especialmente para aquellos que
simpatizaban con el Gobierno, es el caso del cura Gómez que es detenido y encarcelado
en Santiago:
“En San Felipe se ataca a los gobiernistas, un grupo de soldados y exaltados atacan la
portería y ahí ante el espanto de huérfanos y religiosas, lo cogen, empujan, le dan de
culatazos.

Que salga el reo. Ya, a la estación… cura traidor. El pueblo quiere oponerse,
pero a la intimidación de los guardianes se calla. En tiempos de revuelta, las balas
vuelan…y ese pueblo que cree tan suyo, lo traiciona por primera vez”.

Se cuenta que su hermano Pedro Gómez, logró su libertad y retorno a San Felipe.
113
Ya en San Felipe, continua al frente de su congregación acrecentando su obra,
consolidando la casa del corazón de Jesús con su colegio y el hogar de ancianos, obras
que más tarde proyectaría en otras ciudades.

“Donde se pasean algunos ancianos e inválidos de la guerra, más unas decenas


de muchachitos que son su alegría. Pasan meses y su número aumenta, uno a uno
llegan al Asilo San José.
En la casa de ejercicios establece “La olla del Pobre”, que pronto se populari-
zará y la gente humilde la bautiza con el nombre de la “olla del cura Gómez”.

Debido a una incómoda posición política y social, incomprendido, amenazado,


decide solicitar su traslado a Concepción, donde le recomiendan ir a la ciudad de San
Carlos. Ahí se hace cargo del servicio religioso del hospital.

Continuando con su obra, funda una nueva rama de religiosas las hospitalarias
del Corazón de Jesús. Este nombre le recuerda la cuna de la obra, el rincón de San
Felipe de la alameda Chacabuco. La ciudad de San Carlos, hermanada por el nombre
real, acoge a la naciente fundación respaldado por un Obispo benévolo, patriarcal,
un misionero también, monseñor Plácido Labarca”.

Presionado nuevamente, vuelve a solicitar su traslado, ahora a la ciudad de


Gorbea. Ahí se da a la tarea de levantar una iglesia, un hospital una escuela y un asilo
de ancianos. Cansado, enfermo, anciano e incomprendido fallece el 15 de enero de
1908. Sus restos fueron objeto de una gran disputa entre los representantes de San
Felipe, San Carlos y Gorbea. Todos querían que descansara en la ciudad en que
realizó sus acciones, pero estos finalmente descansan en San Carlos.

San Felipe y Gorbea hoy recuerdan su labor con monumentos erigidos en su


honor y en sus magníficas obras que han logrado extenderse a través del tiempo y
por diversas ciudades de nuestro país.
114

Monseñor Guillermo Echeverría Moorhouse

Nació en Santiago el 3 de febrero de 1897,


ingresó a los 10 años al seminario conciliar en 1907
y se ordenó sacerdote en 1919.

Durante sus estudios fue alumno aventajado


en todas las asignaturas. Entre 1918 y 1923 dictó
clases en el propio Seminario donde estaba estudiando
y en las asignaturas de Historia y Filosofía. También
dictó clases en el Liceo Nº 6 que era dirigido por la
poetisa y educadora Gabriela Mistral y en el Instituto
Politécnico de Santiago. A la vez, su labor pastoral
la ejerció en hospitales como el San Juan de Dios,
San Vicente y en el Patronato San José.

En 1923, cuando Monseñor tenía sólo 26 años, se le comunicó que debía hacerse
cargo de la parroquia de San Felipe. En sus manos depositaba la iglesia toda la
responsabilidad de la vida religiosa de Aconcagua, pues en aquel tiempo aún no exis-
tía el Obispado. Asumió funciones el 22 de marzo de 1924.

Estuvo al frente de su Parroquia por más de medio siglo y su figura llegó a ser
legendaria, pues bautizó, confirmó, casó y educó cristianamente a generaciones de
familias sanfelipeñas. Su estampa sacerdotal alta, su trato afable y cordial, su
tenacidad y convicción para argumentar la dádiva de la comunidad para la
restauración de su parroquia, seriamente dañada por los fenómenos telúricos, eran
simpáticas e inconfundibles.

Monseñor Echeverría, junto con su ejercicio clerical, dictaba clases de Religión


y Moral en el Liceo de Hombres “Dr. Roberto Humeres” y en la ex Escuela Agrícola
Superior de esta ciudad. También fue capellán de la cárcel presidio y del Cuerpo de
115
Bomberos de San Felipe.

Entre otros rasgos humanos se recuerda su puntual asistencia a todos los ac-
tos oficiales de la ciudad y a las veladas artísticas y culturales. Apreciaba el arte, las
letras y la pintura y destacó como un asiduo cronista de la ex Voz de Aconcagua y el
diario El Trabajo, en donde se publicó su pensamiento religioso y filosófico. Impulsó
en 1959 la fundación de la sociedad de Historia y Arqueología de Aconcagua y entre-
gó, por muchos años, valiosos trabajos de investigación de hechos y cosas de San
Felipe.

Producto de sus investigaciones y reflexiones publicó: “El catolicismo ante los


problemas sociales” (1933); “Tras las huellas del maestro” (1935); “El divorcio, cas-
cada de inmoralidad”, Noticias para una historia de las parroquias y doctrinas de San
Felipe el Real, Santa Rosa de Los Andes, - antes de Aconcagua y Curimón y San
Antonio de Putaendo” (1971), dejando varias obras inéditas cuando falleció en 1972,
mientras oficiaba misa de medio día el domingo en la Iglesia Catedral de San Felipe.

La calle Monseñor Guillermo Echeverría está ubicada en la actual villa San


Felipe y recuerda la memoria del que fuera cura Párroco de San Felipe, por más de
medio siglo.

Pocos funerales concitaron una concurrencia tan masiva, sus restos descansan
en la cripta de la Catedral “su iglesia”, la que remodeló y restauró con singular es-
fuerzo y desde donde predicó el evangelio de Jesús.

“Fue el Párroco que más tiempo ejerció el cargo, fue un cura de fuste, comba-
tivo, de gran personalidad, muy culto y preparado para su ministerio. Realizó deba-
tes de muy alto nivel en la prensa de la época (Voz de Aconcagua) refutando en tér-
minos filosóficos y teológicos a la masonería de la zona” (R. Stevenson).
116

Monseñor Humberto Vivas Espinosa

“El cura de mi pueblo”


Nació en Valparaíso el 22 de abril de
1903, hijo de don Manuel Vivas Salinas y doña
María Angélica Espinosa Letelier. Miembro de
una familia de 14 hermanos, ingresó al seminario
menor de Santiago a la edad de 13 años, siendo
ordenado sacerdote en la Iglesia del Buen Pastor
el día 11 de junio de 1927, por el primer Obispo
de la Diócesis, Don Melquisedec del Canto. Desde
entonces sirvió fielmente a la Iglesia en la
Diócesis de San Felipe.

En 1927 es llamado a ser Vicario


Cooperador de la parroquia de La Ligua y
capellán del hospital, posteriormente en 1929
es trasladado como vicario cooperador a la
vecina Parroquia de Placilla de La Ligua y el
mismo año tomar posesión como párroco de Cura de mi Pueblo
dicha Iglesia.

Su estancia en dicha parroquia será de cerca de cinco años pues en 1934 es


nombrado párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Quilimarí, en
1935 debe volver a La Ligua, esta vez como párroco de la Parroquia Santo Domingo
de La Ligua.

El año 1939 deja el valle de Petorca, cruza el cordón montañoso y llega a asumir
la Parroquia de San Esteban, luego de muchos años, en 1960 es nombrado Vicario
sustituto de la Parroquia de San Antonio de Putaendo y en 1968 asume como Vicario
117
Cooperador, para atesorar los datos de la historia de la Diócesis y la historia de Chile.

Es el único sacerdote que acompañó a todos los Obispos diocesanos, cumplió


labores sacerdotales en diversas parroquias y fue por más de cuarenta años secreta-
rio canciller de este Obispado.

El 25 de marzo de 1976 recibió el título honorífico de capellán de S.S. Paulo VI,


equivalente al antiguo titulo de camarero secreto de su Santidad y que lleva consigo
el tratamiento de Ilustrísimo Monseñor.

En dicha ceremonia participó el Nuncio Apostólico de S.S. Monseñor Sotero


Sanz de Villalba y el entonces Obispo de esta Diócesis Monseñor Francisco de Borja
Valenzuela Ríos, que junto a numerosas autoridades y feligreses celebraron felices
este reconocimiento papal.

Monseñor Vivas junto a sus condiciones eclesiásticas reunía notables aptitu-


des de investigador de la historia y tradiciones regionales y era poseedor de una de
las colecciones más completas sobre temas relacionados con Aconcagua y fue un fiel
y activo colaborador de la Sociedad de Historia y Arqueología de la ciudad de San
Felipe.

Fue nombrado hijo ilustre por el Municipio de San Felipe en la década de los
70. Junto a su destacada y particular personalidad se le recuerda además por su
buen humor y su dedicación a la lectura, que hacía incluso mientras se desplazaba
por las calle de nuestra ciudad.

Le agradaba mucho el apelativo “cura de mi pueblo” y sin duda hay un espe-


cial reconocimiento a su gran memoria para atesorar datos, tanto de la zona como de
la Diócesis.

Monseñor Humberto Vivas falleció en Santiago el 9 de abril de 1995, sus restos


fueron velados en la iglesia Catedral de San Felipe. La misa de funeral se realizó el día
118
11 de abril a las 15.30 hrs y sus restos fueron depositados en la cripta del templo
Catedral junto a los Obispos diocesanos y a Monseñor Guillermo Echeverría, ex
Vicario general y Párroco de la Catedral de San Felipe.

Celebración 88 años Padre Vivas


119

Capítulo VI
Aspectos Arquitectónicos
de la Catedral
120
121

La Fundación de San Felipe y de su Iglesia

La villa de San Felipe El Real, fundada por el gobernador y capitán general don
José Antonio Manso de Velasco el año 1740, es el punto de partida de una serie de
villas que cambian la fisonomía de Chile central durante el siglo XVIII.

La ordenanza local que Manso de Velasco dicta para San Felipe, además de
especificar detalladamente el proceso a seguir, servirá de modelo para las sucesivas
fundaciones.

Por ello, la ciudad de San Felipe se caracteriza por ser un referente típico
de la ciudad fundacional colonial, dada la morfología de su trazado en damero y
su edificación de fachada continua.

La ciudad de San Felipe, lugar en el que emplaza la Catedral de la Diócesis se


caracteriza por ser un referente típico de la ciudad fundacional colonial chilena,
dada la morfología de su trazado y su edificación de fachada continua.

Dentro de este contexto en la Diócesis de San Felipe destacan una serie de


monumentos nacionales y zonas de conservación histórica; edificaciones que por
122
sus características arquitectónicas y valor como parte de la identidad cultural
debieran ser preservadas.

Uno de ellos es la Catedral de la Diócesis de San Felipe de Aconcagua.

Los monumentos nacionales se definen como “Los lugares, ruinas


construcciones y objetos de propiedad fiscal, municipal o particular que por su
calidad o interés histórico o artístico o por su antigüedad han sido declarados
como tales por decreto supremo, dictado a solicitud y previo acuerdo del Consejo
de Monumentos Nacionales.

Antes de la fundación de San Felipe (según los libros parroquiales), el año 1729
parece ser el de fundación de la Parroquia bajo el mando del Obispo de Santiago don
Alfonso del Pozo y Silva (1723-1730), siendo el asiento de la Parroquia Putaendo,
que fue desmembrada de la zona conocida como Aconcagua, -hoy Los Andes-;
aunque en 1744 se había trasladado ya a San Felipe.

Antiguo Plano de
San Felipe
123
O como cuentan los libros…

El informe de Juan de Espinoza, delegado para hacer un censo de la población,


dice “La capilla que está sirviendo de parroquia interina se concluyó por el año de
1742 i desde entonces se celebran en ella los divinos oficios i se administran los
santos sacramentos i está colocado nuestro amo y señor sacramentado, con
universal aplauso i complacencia del vecindario, porque ha llegado a conseguir su
mejor cristiano consuelo”.

“Con repique de campanas, la Iglesia Mayor había sido terminada en 1742 y


entregada por don Andrés de Toro Hidalgo al párroco don José de Rojas y Ovalle,
grandes regocijos y juegos populares, el cabildo a las 12 del día 5 de octubre celebró
la primera sesión”.

“Según ordenanza de Manso de Velasco se señalará una cuadra en el área


para casa de ayuntamiento del corregidor y cárcel y lo restante para propios de la
villa, otro costado destínese a la iglesia, casa del párroco y el saldo para rentas de
la iglesia. A distancia proporcionada de la plaza resérvese una cuadra al convento
de La Merced y otra al de los Jesuitas, una tercera para la construcción de un
beaterío”.

Los encomenderos tenían el compromiso “que ayudasen a la fábrica de la Iglesia


parroquial”, pero la construcción del templo parroquial se demoró al menos diez años.

“La Iglesia, que ha de ser en propiedad parroquia, está empezada porque al


impulso de la celosa aplicación del cura, don Matías Beas Durán, se hallan abiertos
los cimientos i espera que se le contribuya con alguna cantidad de dinero para
proseguir su fábrica, que ya está pidiendo la población, por ser pequeña la interina,
pues sólo tiene de largo veinte varas i seis de ancho”.

“Ha mandado fundir el mencionado cura, tres campanas de competente


tamaño, que ya tiene pendientes, con cuyos repiques crece la celebración de las
124

Plano de San Felipe 1865


125
fiestas i se hace más plausible el divino culto, cuyo incentivo sirve de aliento al
vecindario para esforzarse a contribuir la limosna que cada uno puede a fin de que
las fiestas se celebren con la debida solemnidad”.

La definitiva Iglesia parroquial se debió por lo tanto a la piadosa dedicación de


Matías Beas Durán, quien cavó los cimientos en 1744. Hacia 1750 se estaba termi-
nando el templo. Para su adorno interior se hizo venir de Santiago al artífice Pedro
Silva, que abrió los altares, el mayor fue labrado por fray Nicolás Prado.

En el sitio que en la actualidad se ubica la Iglesia Catedral de la Diócesis de San


Felipe, primero estuvo la llamada “Iglesia Mayor”, luego llamada “Iglesia Matriz”
que fue construida en la época de la fundación de la ciudad (la primera construcción
es de 1742) que posteriormente en 1925 pasó a ser la Catedral de la Diócesis de San
Felipe de Aconcagua.

Según otras fuentes, las primeras obras de la Iglesia Mayor se iniciaron en 1742,
bajo la dirección del presbítero Matías Beas y Durán, pero ellas no pasaron de los
muros principales y la fundición de las campanas.

“Al fundarse la ciudad de San Felipe, en las actuales calles Prat esquina Coimas
(antiguas calles conocidas como San Felipe y San José), se alojó la Iglesia Mayor creada
oficialmente en 1742, con la fundación de la ciudad, la que posteriormente se denominó
Iglesia Matriz y luego Iglesia Catedral, siendo su primer párroco don José de Rojas y
Ovalle”.

Por 1745 se establece que San Felipe ya tenía Parroquia, casa de Cabildo,
convento de la Merced y Jesuitas, 5 tiendas, 95 casas por concluirse, 32 construcciones
y que contaba con 130 vecinos.

Entre 1748 y 1751 se terminó el templo de la, por entonces, Iglesia Matriz de
San Felipe, la que se mantuvo en condiciones aceptables hasta mediados del siglo
126

XIX, cuando debió ser demolida en gran par-


te, a raíz de los perjuicios que los numerosos
sismos obrasen sobre el templo original.

“Todo lo dicho se ha hecho durante el


año de 1748 hasta el presente, ecepto (sic) la
mayor parte de las murallas, que antes se
hallaban ya de siete varas de alto únicamen-
te”.

De esta Iglesia Parroquial nos propor-


ciona el escritor Julio Figueroa algunos apun-
tes tomados de una comunicación del alcalde
don Jerónimo de Camus al presidente de la
Real Audiencia del año 1751 “…Iglesia Ma-
triz. Este edificio consta de cincuenta varas
de largo por diez de ancho, con cuatro capi-
llas laterales, todas entre estribos i las dos to-
rres al finalizar, con su sacristía de ocho va-
ras de claro, esta i la dicha Iglesia, finalizada
con collares de madera de Valdivia, toda en-
Proyecto Altar Mayor para tablada de tres paños i sus puertas i venta-
la Catedral nas al finalizar y ponerlas”.

Las crónicas dan cuenta que el terremo-


to de 1822 dejó la iglesia semi destruida y que merced al generoso aporte de la feli-
gresía, éste pudo levantarse casi de sus ruinas.

De acuerdo a un informe del teniente gobernador de Aconcagua al gobierno, “El


terremoto de 1822 azotó todos los templos, incluida la Iglesia La Matriz, convento La
Merced y capilla San Antonio de Padua, sin que uno solo haya quedado capaz para
poder morar”.
127

Al realizar una visita pastoral en 1838, el arzobispo Manuel Vicuña, en el libro


de visitas dejó estampada una descripción de la Parroquia de San Felipe, refiriéndo-
se al templo dice:
“No hay Iglesia parroquial por haberse destruido la que había en el terremoto
de 1822, se trabaja por construir una nueva cuyos cimientos y parte de la muralla
están ya hechos. Accidentalmente sirve de parroquia la pequeña capilla de la caridad
que está en la plaza pública”.

Por lo tanto, desde el terremoto de 1822 habían pasado 16 años y aún no se


menciona la construcción de un nuevo templo.

El terremoto de 1822 había destruido los edificios más grandes como el conven-
to e Iglesia de la Merced, construido en 1740 por Andrés de Toro, la Iglesia Matriz y
el convento de Santo Domingo. La sala consistorial había sufrido grandes daños en
sus paredes y techos y la cárcel y la recova derrumbadas totalmente.

La ciudad se recupera lentamente. En 1846 la Iglesia Matriz estaba en pie des-


de hacía dos años y el intendente de la provincia ponía empeño en que se empedra-
ran calles y acequias.

Francisco Prieto del Río dice que el párroco José Manuel Fernández (1840-
1844) edificó la Iglesia Parroquial, puede que se trate de la capilla provisoria que se
menciona.
De acuerdo a otras informaciones, en 1845 bajo la administración del presbíte-
ro José de los Dolores Villarroel, se construyó la actual, en ladrillo con mortero de
barro.

En otra versión se dice que la reconstrucción sólo se inició el 25 de marzo


de 1851, gracias al esfuerzo del cura vicario de San Felipe José Vicente Rodríguez,
a las erogaciones de los principales vecinos, la municipalidad y el aporte del
gobierno central, cuyo presidente era Manuel Montt y que en mayo de 1851 dio los
128
primeros $2.000. El nuevo edificio fue diseñado por el agrimensor de la
ciudad Jerónimo Arce.

De acuerdo a Ana Galecio, la ceremonia de la primera piedra se realizó el 21


de marzo de 1851, la Junta suscriptora de La Matriz se realizó el 5 de mayo. Los
primeros recursos comprometidos para levantar La Matriz fueron obtenidos el 7 de
mayo, la aprobación del plano del Señor Arce se realizó el 20 de septiembre,
el Informe de Arce sobre el avance de la obra fue entregado el 12 diciembre
de 1853, se paralizaron las obras en 1855. La recepción de las obras finales se
efectuó el 29 de julio de 1864.

En la visita pastoral realizada por el Arzobispo Rafael Valdivieso y Zañartu (1848-


1878) el año 1857 describe lo siguiente: “Una capilla pequeña sirve provisoriamente
de parroquia; pero se construye la Iglesia Parroquial, que es un cañón de sesenta y
seis varas de largo y como veinticinco de ancho, dividido en tres naves por columnas
de madera y con dos salones a los costados del presbiterio para sacristías. Contigua al
templo está la casa parroquial que consta de tres patios y un huertecillo, con edificios
en ambos lados en el frente de la calle y en los frentes de los otros patios interiores”.

El censo de 1865 estableció que San Felipe era la novena ciudad de Chile con
8.696 habitantes.

Monseñor Valdivieso en otra visita pastoral realizada en 1869 dice: “La Iglesia
es nueva, está bastante aseada, tiene su torre recién concluida, dos sacristías. Hay
pila con llave y todo lo demás concerniente al culto se encuentra en buen arreglo”.

Esta podría ser la Catedral de la actualidad, con los edificios de estilo neoclásico.
129
La Actual Catedral de la Diócesis de San Felipe

Por decreto supremo 490 del 29 de septiembre de 1989 la Iglesia Catedral de


San Felipe fue declarada monumento nacional.

Entre 1924 y 1972 fue párroco Monseñor Guillermo Echeverría, quien en 1945
llevó a cabo una nueva remodelación y restauración, en que se reestructuró la fachada
y el campanario y se hermoseó y refaccionó el interior, enriqueciéndolo con valiosas
imágenes de talla y otras obras de arte.

Actual Catedral de San Felipe


130
De acuerdo a sus palabras “Estamos en septiembre de 1945 fecha en la que
inicié los trabajos de la total restauración de la Catedral, comenzando con todo
género de refuerzos en cimientos, muros y techumbres; era una empresa de gran
calibre y que al comenzarla quiso la Divina Providencia se me ocultara todo lo que
ella, en años y dinero significaría…declaré San José protector y celestial ecónomo
de las faenas iniciadas y a Santa Teresita del niño Jesús como coprotectora y
coecónoma de toda la empresa”.

Existen muchas anécdotas de la forma en que solicitaba sus aportes para la


reconstrucción del templo, al término de cada misa o bien en el momento de la prédica
informaba a sus fieles como iba dicha reconstrucción, cuanto necesitaban y que
había por pagar, como ejemplo decía: “necesito $5.000 para cancelar
imposiciones del seguro social y sueldo a los obreros, $1.200 para la ferretería,
todo esto era seguido con interés por los fieles, atentos a entregar el aporte
respectivo. Otros detalles que entregaba en su misa dominical eran los gastos
realizados en la semana: se canceló en ripio tanto, en cemento, madera y como
ven ya necesitamos más, así que les ruego sean generosos en el día de hoy, mañana,
pasado mañana y pasado, porque debemos arreglar la casa de Dios como co-
rresponde”.

En una oportunidad solicitó a los fieles traer desde sus casas los mármoles que
tuviesen en las cómodas para ser instalados en el altar. Como dato anecdótico, las
baldosas del piso fueron donadas por el presidente Balmaceda, son las del tipo
hexagonal, actualmente en uso.

Cuando murió el padre Echeverría, ya estaba reconstruida la cúpula, el campanario,


nave central y la que da al sector de calle Coimas. La refacción final se debe al padre
Félix Arévalo.

“Las reparaciones importantes en el periodo de Echeverría a mi juicio son la


claraboya o tragaluz sobre el altar. Recobró la sobriedad en la Catedral que es una
131
Iglesia tranquila no sobrecargada de dorados, angelitos y otros. Todo lo
que hay ahí es de madera noble y materiales de excelente calidad. El
campanario recobró su sobriedad, dejándolo despejado de aleros
innecesarios”. (R. Stevenson).

Proyecto Altar Mayor Proyecto Capilla Teresita


para la Catedral de Liseux - Catedral

Parroquia Catedral
S. Felipe – Casilla 39
San Felipe, a 1° de enero de 1949
Distinguido señor:

Soy el Cura de la Catedral de S. Felipe y como tal se me ha confiado la


dirección completa de la total restauración del principal templo de la diócesis.
Hace ya más de tres años que se iniciaron los trabajos, y en su primera parte-
frontis- se han gastado hasta hoy más de un millón de pesos.
132

En estos mismos días se ha colocado en una de las pilastras centrales


de la fachada un artístico y valioso relieve, que representa los 5 panes y los 2
peces del evangelio, como símbolo del milagro de la multiplicación de los
panes allá en el desierto; el relieve es obra del joven artista don Tito González.

Ahora bien, se me ha ocurrido hacer un fervoroso llamado a todos los


propietarios de panaderías y pastelerías de Aconcagua, para invitarles, en
atención de sus ideales cristianos, para que en un ejemplar gesto de cooperación,
acepten obsequiar el relieve de los panes y la pilastra adjunta, pues esta escena
del santo evangelio recuerda como ninguna las nobles y vitales actividades a
que ellos están dedicados. La donación que hicieran para este fin, en la
apertura del Año Nuevo, sería como una bella ofrenda de Acción de Gracias
al Dios Todopoderoso por los favores que en el trabajo les concedió en el año
1948, y como una ferviente súplica para que El siga bendiciendo sus actividades
en 1949. Le aseguro como sacerdote que en la Catedral de S. Felipe se rogará
tres veces cada día por el bienestar espiritual y material de quienes respondan
a este tímido llamado, así como por el de sus familias y cooperadores.

El monto de la donación (cheque bancario o giro postal) Ud. Mismo


podrá determinarlo a solas con el buen Jesús, que milagrosamente multiplicó
los panes en la soledad de Galilea, y que, sin duda alguna, como una amable y
divina respuesta a su generosidad, multiplicará y bendecirá en el Año Nuevo
los bienes materiales, que esos mismos panes elaborados por ese establecimiento
representan. Espero, en una fecha bastante inmediata, poder tener el agrado
de publicar, así en los diarios de Santiago como desde el púlpito de la catedral
de S. Felipe, los nombres de tan bondadosos donantes.

Perdone y disponga de S. Afmo. S.S. y Cap. que le desea con toda el


alma un próspero y feliz Año Nuevo.

Guillermo Echeverría Moorhouse


Cura de la Catedral de S. Felipe
133

Planos de
proyecto para la
Catedral

Imagen bóveda
catedral
134
El padre Echeverría entregó información valiosa referida a Santa Teresita del
niño Jesús, la Rosa de Lisieux, quien tiene en la Catedral una capilla que le está
consagrada y que es también la capilla del Santísimo Sacramento.

Otra remodelación tuvo lugar mientras fue párroco el padre Félix Arévalo,
entre 1972 y 1992.

Comenta sobre las remodelaciones de la Catedral, dando cuenta que por aquellos
años él había asumido como párroco. Frente a las ocupaciones del Obispo Enrique
Alvear que lo comprometían con toda la Diócesis, el padre Arévalo debió hacerse
cargo de esta labor.

“El desafío tremendo que había de restaurar en una gran dimensión material el
templo, no hay párroco que no tenga que asumir esa realidad y después de un año o
dos me di cuenta, eso no podía seguir. La Catedral estaba muy fea, faltaba la nave
poniente del templo, se restauraría y había que asumir eso y ahí había un desafío
muy grande, averiguar lo que se había hecho y como se había hecho.

Anteriormente lo que había realizado Monseñor Echeverría, quedó inconcluso


por su muerte, pero encontré la colaboración de Humberto Bejarano, que merece la
gratitud de la iglesia, él gratuitamente asumió la responsabilidad de los trabajos, que
se fueron diseñando con el arquitecto Fontecilla y el consejo admirable del Padre
Osvaldo Celis.

En la nave oriente había que hacer algo igual a lo que estaba en las otras naves,
ese fue un trabajo de envergadura, de manera que eso quedó muy sólido. Después se
hizo necesario sacar la imagen de la Virgen del Carmen que estaba en el Templo
porque queríamos hacer un vano o ventana, igual a la del lado oriente.

Había que hacer un lavado del muro a vapor, se contrató una empresa, vinieron
a hacer esa operación y quedó estupendo, lavaron el frontis y el costado oriente.
135
Se restauró parte de la torre, estructura metálica que tienen las ventanas. También
había problemas en la techumbre, tejas quebradas, eso también se arregló.

La cúpula estaba también muy mal, con los vidrios quebrados y no había
posibilidades de meterse ahí. Entonces se hizo una escalera de fierro, para poder
trabajar bien, eso quedó a perpetuidad y se pusieron todos los vidrios. Después las
puertas de entrada a la capilla, la puerta interior y la puerta exterior, hubo que conseguir
piedras y esas las conseguí allá en Montenegro, piedras especiales rosadas que había que
poner en los dinteles, después hacer una gradería hacia el exterior; las bases de las
columnas del templo hubo que revestirlas con un material especial, de manera que eso
quedó como imitación de piedra.

Luego venia el desafío de arreglar el presbiterio; vino la reforma litúrgica y había que
adecuar el templo, que es el principal de la diócesis, adecuarlo al nuevo estilo litúrgico,
desarmar el altar que había, que estaba revestido de mármol y era de estructura de
ladrillo; se sacó todo eso y se construyó un nuevo altar, todo de mármol. A continuación,
las sillerías para los Presbíteros se prolongaron y al fondo, se puso la sede episcopal, con
baldaquino, que es lo que está actualmente. Para el piso se hizo una gradería de mármol,
se ocupó mucho mármol nuevo.

Después venían las imágenes, las pinturas. Hay una pintura muy valiosa que es la
Circuncisión del Señor, que estaba deteriorada en el presbiterio, me recomendaron a
don Juan Busnoza, quien trabajó casi un año en la restauración de las pinturas y de las
imágenes.

En cuanto a la entrada, hubo que cambiar la mampara que era muy pesada, se hizo una
nueva con pino oregón, que es la que está actualmente y que fácilmente permite la
entrada y salida del templo.

La sacristía de la Catedral no tenía acceso a la nave oriente, perjudicando la


entrada solemne en las concelebraciones- generalmente se hace una entrada solemne
hacia el altar-, por lo que hubo que construir una plataforma corrediza. En la sacristía
se renovaron los closet y ornamentos.
136
En la cripta hubo que poner inscripciones en las tumbas de algunos Obispos,
pintar, adecuar y renovar el material eléctrico.

En cuanto al frontis de la casa, había un local que se transformó en oficina


parroquial, posteriormente se han arreglado dos salas; se hizo una escala de fierro
con forma de caracol, con unos maestros muy competentes, profesores de la Escuela
Industrial.

La restauración fue una gran obra, la gente fue dando a medida que se iba
construyendo, se iba pidiendo a la gente y hubo personas muy constantes como la
señora Alicia Ceballos de Esterio que por la radio motivaba a la gente, ella humildemente
hizo ese trabajo muy eficaz. Con eso y algunas ayudas que consiguió el Obispo
Francisco Valenzuela del extranjero, se pudo costear todo ese arreglo para tener
una Catedral restaurada.

Circular del Obispo Diocesano sobre la Iglesia Catedral

Introducción y relación sobre los arreglos de la catedral


Muchos de ustedes han tenido ocasión de ver nuestro primer templo
diocesano hermosamente restaurado.

Después que me hice cargo de la Diócesis, en el mes de mayo de


1974, deseaba vivamente reparar y embellecer nuestra Catedral, para
que fuera también en su estructura física el signo visible y digno de la
Iglesia que preside a todas las Iglesias de la Diócesis.

Deseábamos continuar las obras de mis antecesores y en especial


del querido y recordado párroco Monseñor Guillermo Echeverría que
con gran esfuerzo y sacrificio reparara en buena parte el templo.
137

Para llevar a efecto las obras de restauración, se constituyó una co-


misión de técnicos y personas de buena voluntad para que proyectaran y
realizaran la restauración de la Catedral.

Fue así como con la buena voluntad y la colaboración de muchas


personas e instituciones y con la infatigable labor del Párroco y Vicario de
San Felipe, Monseñor Félix Arévalo, pudimos celebrar la Dedicación So-
lemne de la Catedral el domingo 5 de Julio, en una Eucaristía concelebrada
con la casi totalidad de los sacerdotes de la Diócesis y con la participación
de gran cantidad de fieles que admiraron la nueva y bella imagen de nues-
tra Catedral.

En líneas generales, se han realizado los siguientes trabajos:


Reforzamiento de la estructura en los muros poniente y norte,
estucamiento y cadenas en el interior y exterior del muro poniente y estu-
cado el exterior del muro norte, construcción del artesonado de la nave
poniente, transformación del Presbiterio y colocación de la Cátedra
Episcopal, construcción del Altar Mayor, pintura del interior del templo,
reconstrucción del Presbiterio y altar de la capilla del Santísimo Sacra-
mento, construcción del Sagrario en la capilla del Santísimo Sacramento,
cambio de la techumbre de la Capilla del Santísimo Sacramento y de la
Sacristía, reforzamiento del sistema eléctrico.

Nos resta todavía por realizar los siguientes trabajos, a fin de que
nuestra Catedral quede como todos lo deseamos.

Pintar el exterior del muro poniente y reparar la fachada, reparar la


138

estructura de la cúpula, colocar puerta de fierro en la capilla del Santísimo


y en la entrada de la Cripta, colocar marcos de piedra en los dinteles de
la capilla y de la cripta, abrir puerta en la sacristía hacia el templo con
plataforma metálica de corredora sobre la cripta, construir repisas de
fierro para las imágenes, enmarcar el Vía Crucis, restaurar pinturas e
imágenes, poner calefacción, poner vitrales que faltan y abrir un vano
en muro poniente cerca de la capilla.

Es un deber mencionar en la gratuidad al arquitecto, en la


primera etapa de la restauración don Ezequiel Fontecilla y al
constructor civil señor Mascayano, y en la segunda etapa a don
Humberto Bejarano, a don Ezequiel Fontecilla, a don Carlos Grez y
Radio Aconcagua y a la señora Alicia Ceballos de Esterio.

Radio Aconcagua y la Sra. Alicia fueron los motivadores


constantes de los sanfelipeños para que aportaran contribución.

Parte dispositiva

El Código de Derecho Canónico en vigencia señala en su Canon


Nº 1.186, a las personas e instituciones que deben cooperar a la operación
de la Catedral y señala, entre otros, a todos los fieles de la Diócesis.

Precisamente para que todos nuestros queridos diocesanos


tengan la oportunidad de colaborar en la restauración y embellecimiento
de la Iglesia Madre, ordenamos que el Domingo 22 de este mes se
realice en todas las Iglesias y Capillas de la Diócesis, y en todas las
Misas, una colecta que será con este único objetivo: ayudar a sufragar
los gastos en que se ha incurrido o en los que debemos afrontar para
139

dejar terminada la obra. Los Párrocos y encargado de Iglesia y Capillas


enviarán directamente al Obispo las colectas habidas en su totalidad.

Desde luego agradezco la generosidad de los fieles para con su Iglesia


Madre. Que el Señor los bendiga a todos por mediación de la santísima
Virgen y de San Felipe, nuestro Patrono.

Esta carta será leída en sus partes principales, y comentada en las


misas del Domingo 15 y se recordará a los fieles a la colecta del domingo
22.

Firma: FRANCISCO DE BORJA VALENZUELA RIOS


Arzobispo-Obispo de San Felipe
SAN FELIPE, 8 de noviembre de 1981

Actuales problemas de la Catedral

El Padre Hernán Acucña plantea:


“Respecto a los problemas físicos que presenta la Catedral, para realizar su
labor y proyectar su imagen, acabamos de tener la jornada anual de evaluación y
planificación del año en que los catequistas presentan las dificultades que encuen-
tran ellos para sus reuniones. Esta Parroquia dispone de tres lugares de reunión
que se encuentran en el segundo piso, para acceder ahí, el único medio, es una
escalera de caracol, muchas personas no pueden utilizarla ya que es de difícil acce-
so y por lo tanto hay pocos espacios para reunión. Tenemos jóvenes que necesitan
espacio, adultos mayores que se reúnen en este pasillo una vez al mes, necesi-
tamos lugares de reuniones para ellos.
140

Necesitaríamos un par de velatorios, en este mismo momento tenemos dos


velorios, y hubo que acomodarlos en el templo. No hay velatorios.

Cuando se construyó no se hicieron, por otros conceptos, cuando ocurre


esto la capilla del Santísimo la habilitamos como velatorio, no es lo mejor y
tenemos una sala atrás que también la habilitamos cómo velatorio, una sala
relativamente pequeña.

El problema más urgente es la techumbre, que es pura teja.

El edificio contiguo a la Catedral presenta también problemas en su techumbre


y piso.

El patio interno de la Catedral tiene un muro que no se sabe cuando se hizo y no


se justifica, podría re edificarse para un mejor aprovechamiento del espacio (oficinas,
espacios de reuniones, o un futuro museo eclesiástico) que le imprima mayor valor a
este edificio patrimonial”.
141

Glosario
Bibliografía
142
143

Glosario

Acción Católica
Grupos de laicos comprometidos con el mensaje de Cristo y su propagación. Grupos
abierto a todas las especialidades: JOC. Juventud obrera Católica. JAC, Juventud
Agraria Católica. JEC, Juventud Estudiantil Católica. AUC, Acción Universitaria
Católica.

Acólito
El ayudante laico que asiste al sacerdote en las ceremonias religiosas.
Administrador Apostólico: obispo o sacerdote nombrado por el Papa por sede vacante
mientras se nombra el obispo titular.

Agentes Pastorales
Personas que sin formar un movimiento o agrupación, mantienen un compromiso
muy fuerte con la Iglesia y desarrollan en su comunidad alguna acción.

Agrimensor
topógrafo.

Altar
Mesa sobre la cual el sacerdote celebra la Eucaristíaía. En el Antiguo Testamento era
la piedra donde se ofrecían los sacrificios a Dios.

Aparecida
Documento pastoral de los Obispos latinoamericanos sobre la misión continental. Lleva
el nombre de la ciudad donde se reunieron.
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Ayuntamiento
Municipio, formado por alcalde y concejales. También el edificio donde sesionan.

Beaterío
Asociación de mujeres dedicadas a la oración y a las obras de misericordia.

Bula
Decreto o nombramiento pontificio.

Baldaquino
Pabellón de tela de seda que cubre el altar, también se le llama palio o dosel y cubre
además la cátedra o el asiento del Obispo y a Cristo Sacramentado cuando va en
procesión.

Cáliz
Se le llama a la copa con que el sacerdote emplea en la celebración de la Eucaristía.

Capilla
Iglesia menor de tamaño, en la cual se dividen las parroquias.

Capellán
Sacerdote comprometido para atender un colegio, hospital, regimiento, en donde
celebre la Eucaristía y otros sacramentos.

Catecismo
Libro que contiene la explicación de la Doctrina Cristiana.

Catedral
O Cátedra donde reside y preside el Obispo, que es el pastor por excelencia. Físicamente
la Catedral es la Iglesia central de la Diócesis.
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Catequesis
La acción de educar en la fe a niños, jóvenes y adultos.

Catequista
Aquel cristiano laico o sacerdote que ejerce la acción de la catequesis.

Concilio
Asamblea de Obispos presidida por el Papa. Cuando es de todos los Obispos, se le llama
Ecuménico (Concilio Ecuménico Vaticano II).

Congregación Religiosa
Grupo de cristianos consagrados a Dios mediante votos de pobreza, castidad y
obediencia. Pueden ser Sacerdotes o Hermanos, hombres o mujeres (por ejemplo:
Mercedarios y Religiosas del Buen Pastor).

Convento
Edificación en donde viven un grupo o comunidad religiosa.

Corregidor
Alcalde nombrado por el Rey, para presidir ayuntamientos, pero también con
funciones de magistrado.

Correjimiento
Termino administrativo proveniente de los tiempos del Descubrimiento y la
Conquista para designar un territorio. Por ejemplo, se habla del “corregimiento
de Aconcagua”.

Cripta
Normalmente es un subterráneo, en el caso de la Catedral, donde están Sepultados
los Obispos y otros sacerdotes.
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Curato
Construcción y cargo o asentamiento, donde hay un cura, a diferencia del doctrinero
que no tenía lugar físico. El curato deriva en parroquia.

Damero
Planta de una zona urbanizada constituida por cuadros.

Decanato
grupo de parroquias vecinas entre sí, que organizan su acción pastoral con criterios
comunes, para facilitar el crecimiento de sus comunidades.

Derecho Canónico
Normativa que rige a los miembros de la Iglesia Católica.

Diócesis
Sector o territorio a cargo de un Obispo, el cual se divide en decanatos y estos en
parroquias.

Diácono
Hombre que ha recibido el primer grado del orden sacerdotal, para conducir una
comunidad, puede ser casado y puede celebrar ciertos sacramentos.

Doctrinero
Sacerdote misionero encargado de enseñar la doctrina cristiana a los habitantes de
un determinado sector o territorio, llamado “doctrina”.

Doctrina (o doctrina cristiana)


Son las enseñanzas básicas que transmite o enseña la Iglesia Católica a sus fieles,
verdades que provienen de Cristo. También era el territorio asignado a un doctrinero.
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Encomendero
Encargado de un territorio llamado encomienda, quien entre otras cosas debía velar
por los indígenas que la habitaban.

Encomienda
Era el vinculo jurídico impuesto al indio y que la Corona traspasaba a particulares en
compensación por determinados servicios.

Estilo Neoclásico
Sinónimo de sobriedad. No recargado. Se aleja del Barroco y del rococó.

Evangelización
Acción que realiza la Iglesia por mandato de Cristo, de llevar “la buena nueva” o la
“palabra de Dios” a todas las gentes.

Fábrica
En el periodo colonial, era sinónimo de construir. En fábrica…en construcción

Iglesia Matriz o Mayor


Es la iglesia más importante de un territorio, que en algunos casos pasó a ser Catedral
(San Felipe) y otras por ser la primera (Matriz de Valparaíso).

Jornada Anual
Jornada es sinónimo de reunión. Reunión una vez al año.

Laico
Se designa al cristiano bautizado, para diferenciarlo del cristiano con el orden
sacerdotal.
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Legua
Medida de longitud, 1 legua es aproximadamente 4,5 km.

Misa Concelebrada
Cuando son varios los sacerdotes celebrantes.

Morfología
Estudia la forma y estructura de un cuerpo, tanto humano como social.

Obras de misericordia
Asistencia a huérfanos, hospitales, cárceles o a personas con necesidades básicas.

Obispo
Es el continuador de la acción de los apóstoles. Es nombrado por el Papa y encargado
de la evangelización de un territorio, la Diócesis.

Ofm
Ordinis fratrum minorun, de la orden de los frailes menores Franciscanos.

Paramentos
Habla en general de las vestimentas que el sacerdote usa tanto para la Misa como
para ceremonias religiosas.

Parroquia
Es una determinada comunidad de fieles, constituida de modo estable en la Iglesia,
cuya pastoral, bajo la autoridad del Obispo, se la encarga a un párroco como pastor
propio. (Derecho Canónico C. 515)

Presbítero
En lenguaje corriente es sacerdote, pero también se designa al colaborador inmediato
al Obispo, cuya dependencia participa del ministerio sacerdotal.
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Propios de la villa
Los “propios” eran los de confianza, aun el término se usa en el campo, entre gente
mayor. Gente conocida, del sector.

Recova
Mercado, sitio de abastos, sinónimo de abastecimiento.

Residencia
Se designa a una casa donde vive una comunidad religiosa, es sinónimo de
convento.

Sacristía
Lugar detrás o al lado del altar, donde se viste el sacerdote para la misa u oficio
religioso.

Sala Consistorial
Sala de reunión del ayuntamiento o alcaldía.

Sacerdote Regular
Sacerdote perteneciente a una orden religiosa.

Sacerdote Secular
Sacerdote diocesano, no perteneciente a una orden religiosa.

Velatorio
Lugar transitorio de un fallecido, mientras se espera la Misa u otra ceremonia fúnebre
y su posterior sepultación.

Vitrales
Vidrios de colores, puestos en una ventana con motivos religiosos y también para
aumentar la luminosidad de las Iglesias.
150
151

Bibliografía

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edición. Santiago. Ediciones Ilustre Municipalidad de San Felipe. 2002

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- Tríptico elaborado por Sebastián Yáñez Espejo, con motivo del Día del Patrimonio
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- Siguiendo la huella de una arquitectura tradicional en las provincias de


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