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La Malasangre.

Nuestra historia tiene inicio con la descripción de la casa en la cual se va a desarrollar el


relato, así como la vestimenta de sus habitantes. Están todos bañados en distintas
tonalidades de rojo, desde las puertas hasta las cortinas, y principalmente del padre, que va
de un color rojo cas negro.

La madre de la familia entra en la escena y se encuentra con el marido, que mira por la
ventana al grupo de hombres a las afuera de la casa. Este comienza a cuestionar el aspecto
de los pretendientes, remedando cada una de las opiniones de la mujer, que resiente el mal
trato al cual es sometida.

Benigno, el padre, cruza miradas con Fermín, su lacayo, y le ordena que se deshaga del
tercer hombre, quien su esposa dijo que le parecía agradable. Es entonces cuando se fija
en el sujeto menos agraciado y le pide al sirviente que lo lleve con él, mientras los otros se
mueren de frío en espera.

Rafael, el hombre seleccionado, entra a la casa. Benigno, naturalmente, busca ridiculizarlo,


debido a que es jorobado, incluso pidiendo que se desnude y que le deje tocar la joroba. El
joven acepta con toda la dignidad posible, aunque claramente indignado.

Benigno pide que las mujeres de la casan se acerquen a conocer al nuevo tutor de la hija.
Dolores comienza siendo hostil, desconfiada, no solo con el nuevo inquilino sino con su
madre. Al final de la escena revienta una copa contra la pared, y se excusa con hipócrita
dulzura.

Da inicio la siguiente escena y Rafael y Dolores están en el salón, estudiando, sentados en


el mismo lado. A la muchacha todavía le cuesta abrirse con Rafael sin ser odiosa, y este a
duras penas consigue hacer que se concentre en la lección.

En ese momento se acerca Fermín, con una bolsa en la mano. Le dice a la hija del patrón
que lleva melones (eufemismo usado en la época para hablar de las cabezas cortadas de
los disidentes del régimen). Dolores, horrorizada, le grita e insulta, y Fermín le confiesa que
ha sido su padre quien le pidió que los «divirtiera».

Rafael la consuela y logra hacer más amena la lección, lo que cambia la actitud de Dolores
hacia él. Sin embargo, el jorobado se muestra reacio a los avances de la joven. Harto del
acoso, Rafael termina por soltarle una cachetada a Dolores.

Indignada, la muchacha hace llamar al padre, y le miente para manipular la situación. Con
todo y eso, no logra que a Rafael lo despidan. Creyendo que es un juego, Dolores continúa
con su insulto, pero en el momento en que ve a Fermín sujetar al tutor entiende qué es lo
que ocurre, se asusta tanto como él y rompe en llanto.

En la siguiente escena, Dolores pelea con la madre, insultándola y reclamando que al


contrario de ella, no dejará que nadie le ponga mano encima. Entra entonces Rafael, que
camina retorcido, y Dolores se arrepiente.
Discuten un poco más, la joven buscando perdón y amor, mientras que Rafael se desquita
con ella. Se burla de su amor, de sus caprichos y de lo que dirá su padre, pero al final, con
una sonrisa iluminada, permite que se le acerque y la acepta.

La escena que procede sigue a Dolores y a s madre, que hablan sobre un muchacho con el
que se encontrarán. Este es Juan Pedro De los Campos Dorados, de cuyo nombre se
burlan, logrando así que la madre se sienta un poco más contenta.

Benigno entra entonces, y aunque se muestra tierno con su hija, es desagradable con la
madre, a quien hace cambiar el atuendo porque no le acomoda a él.

La siguiente escena abre ya en el salón, con familia e invitado sentados. El hombre está
excesivamente bien vestido y es buen mozo. Entra entonces Rafael, que ha sido llamado
por el patrón para hacer de servidumbre. Mientras tanto, Dolores intenta incomodar a Juan
Pedro, sin mucho éxito.

Lo que sí consigue incomodar al invitado es la apariencia de Rafael. Con las bebidas


servidas, convencen a la madre de que toque el piano, ara el disfrute de la muchacha, quien
procede a convencer igualmente a Rafael para que bailen junto a Juan Pedro.

Comienza la siguiente escena nos muestra nuevamente a Dolores y a Rafael en el salón.


Dolores le habla sobre las diferencias entre sus padres, en como llaman amor al odio que
sienten el uno por el otro, y que ella a veces cae en el mismo vicio. Sin embargo, Rafael no
desea escucharla, y discuten las condiciones del compromiso de la muchacha.

Fermín sospecha del romance entre la hija del patrón y el tutor, y amenaza a Dolores con
descubrirla frente a su padre.

En la siguiente escena otra vez están la muchacha y su madre juntas, que conversan sobre
el nuevo prometido de Dolores. Discuten las similitudes entre Juan Pedro y su padre, lo que
a Dolores se la hace de lo más desagradable.

Juan Pedro entra entonces y le dice a Dolores que pidió a Benigno que despidiera a Rafael.
Dolores le pide que reconsidere, y que permita que los acompañe hasta que llegue el día de
su boda.

Entra entonces Rafael, jugueteando con la muchacha y burlándose del prometido. En


aquella euforia, Dolores le pide al jorobado que se casen sin importar nada, y si bien Rafael
la ama, le dice que deben ser precavidos.

Se introduce la última escena y es de noche. Dolores, que estaba inquieta, se encuentra


con su madre, quien le confiesa que le ha contado a su padre de su romance.

Colérica, Dolores reclama a su madre, que la ha delatado. Entre lágrimas y moreteada, la


mujer ruega perdón. Fermín aparece y Dolores le exige que lleve a Rafael, para encontrarse
con el cuerpo sin vida del jorobado.
Aparece también el padre, tranquilo y sereno, que le dice a la hija que tomen chocolate y se
vayan a la cama. La obra termina con Dolores gritando gimiendo, siendo arrastrada por su
madre y por Fermín, y Benigno mirando el cuerpo de Rafael, lanzando un suspiro.

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Análisis literario de la malasangre

Si bien esperamos que en el Resumen de La Malasangre hayan quedado claros los temas
dentro de la obra, nos parece prudente extendernos un poco más sobre los principales
puntos que la misma toca.

En primer lugar, se puede decir que la casa familiar en la que transcurre la obra funciona
como una alegoría a la Argentina de la época en que se basa. Por consiguiente, tanto la
familia como la servidumbre debe regirse bajo la violencia y el terror de la figura de poder en
la situación: el padre.

Dolores, nuestra protagonista, es una muchacha criada en un ambiente violento y aislado


de cualquier salvación. Ante el maltrato que recibe por parte de su padre, intenta luchar y
afrontar las consecuencias, contraria a su madre, que se ha resignado y ha internalizado la
responsabilidad de la terrible vida que llevan.

Esto, por supuesto, genera un contraste entre las dos figuras femeninas prevalentes en la
obra.

La primera, una mujer joven que encuentra, en su tutor y posterior amante, contacto con
una realidad alejada de la violencia. La segunda, una mujer de sociedad que ha sido
arrebatada de su autonomía y su espíritu, al punto que funcionalmente es la sombra de la
propia casa en la que fue capturada.

De la misma forma (aunque es difícil tener el mismo efecto si solo se tiene el texto a la
mano), se describe la casa de la familia como un lugar lleno de todas las gamas de rojo. No
solo eso, sino que todos sus habitantes (menos Rafael), visten estas mismas tonalidades.

Esto, por supuesto, liga a nuestros personajes a la sangre, la ira, la violencia, la impotencia,
el sufrimiento.

Todos estos actos son llevados a cabo por el patriarca. En el caso de su hija, con métodos
de manipulación y degradación; en el de su esposa, con abuso físico.

Naturalmente, Dolores comienza a comportarse con otros personajes de la misma forma en


que su padre la trata: calculando cada situación para mantener el control. Incluso si es más
consciente de su situación que su madre, no puede evitar pensar en que Benigno todavía la
quiere, negando cualquier tipo de agresión hacia ella.

Esto no ocurre en presencia de Fermín, por ejemplo, quien es siervo de su padre, por quien
Dolores muestra un gran desagrado. El siervo-bestia tortura a la muchacha con imágenes
horríficas, que Dolores reconoce como la violencia que es.
Finalmente, al llegar Rafael a su vida, la joven se encuentra con una forma de escapar de
su realidad. En el tutor que admira ve la fuerza para luchar contra el autoritarismo que le ha
sido impuesto.

Argumento
La historia que nos corresponde hoy (en nuestro anterior Resumen de La Malasangre) es
una creación de la argentina Griselda Gambaro.

La Malasangre nos relata la historia de amor entre Dolores, una joven nacida en una familia
adinerada, y Rafael, un muchacho jorobado que se convierte en su tutor. El guion incluye
las dinámicas con los integrantes de la familia de ella, su padre y su madre, y los retos que
el patriarca impone sobre ambos protagonistas.

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Personajes
A continuación enumeraremos los personajes más relevantes que ya mencionamos en
nuestro Resumen de La Malasangre:

Dolores. Hija de una familia de terratenientes, de los más poderosos del país. Es apenas
una adolescente, y a pesar de los privilegios de los que goza, se ve totalmente sometida a
la voluntad de tu tiránico padre.
Rafael. Joven que se convierte en el tutor de latín, francés y botánica de Dolores. Es
contratado por el padre de ella específicamente porque es jorobado, de manera que ni su
hija ni su esposa lo encuentren atractivo o simpático.
Benigno. Padre de la protagonista. Es la representación de la ambición, la dominación, el
abuso de poder y el machismo. Es una figura constantemente abusiva en todas sus
relaciones, usando su control sobre su hija y su esposa para doblegarlas.
Candelaria. Madre de la protagonista. Es una dama de sociedad, que con el pasar de los
años ha sido privada de afecto, pasión y cariño, al punto de que llega a dudar de su propia
existencia.
Fermín. Mano derecha de Benigno. Es el encargado de ejecutar las tareas desalmadas de
su patrón. Benigno le encarga vigilar los encuentros de su hija y su tutor.
Juan Pedro. Hijo de una familia acomodada. Es un muchacho refinado y prejuicioso, nacido
en el mismo contexto de privilegio. Es el candidato perfecto con quien Benigno quiere casar
a Dolores.

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Autor

La autora de la obra que hemos tratado en nuestro Resumen de La Malasangre es Griselda


Garmbaro. Es una escritora y dramaturga nacida en Buenos Aires, Argentina, el 28 de julio
de 1928.

Griselda Gambaro inició en la literatura con experimentos con la narrativa, la cual pronto
alternó con la escritura para guiones de teatro. En 1955 se casó con el escultor Juan Carlos
Disféfano.
Durante la dictadura militar de Argentina tuvo que refugiarse en Barcelona, debido a que
para 1979 figuraba en las listas negras del poder.

Gambaro es una interesada de lo que se conoce como «teatro ético». Este es un tipo de
demostración dramática que plantea preocupaciones sobre la condición humana por medio
de las relaciones entre los personajes, en lugar de interrogantes abstractas.

Sus obras demuestran su predisposición a este tipo de historias. En sus textos es evidente
el trato de los vínculos tradicionales dentro de la sociedad (familiares, amigos, patrones y su
servidumbre) y como estos engendran odios y vejaciones, aunque sin perder la esperanza.

Durante los setentas, su novela «Ganarse la muerte» fue prohibida en un decreto del
entonces dictador Jorge Rafael Videla. La fuerza gobernante del momento considero la obra
«contraria a la institución familiar y al orden social».

Más de una década después, en 1990, fue parte del documental «País cerrado, Teatro
abierto«. Asimismo, ha sido galardonada en más de una ocasión por la Fundación Konex
con un Diploma al Mérito por Teatro, tanto en 1984 como en 1994.

En 2004, recibió un Premio Konex. En 2005, fue a primera mujer en inaugurar la Feria
Internacional del Libro de Buenos Aires. Cinco años después inauguró la Feria del Libro de
Fráncfort del Meno, Alemania, en nombre de los escritores argentinos.

Para 2011, fue distinguida por la Universidad Nacional de las Artes con el Doctorado
Honoris Causa. Finalmente, en 2014 recibió una Mención Especial por Trayectoria otorgada
por la Fundación Konex.

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