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LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALITICA La querelle des diagnostics, lo retoma de esta manera: «El médico debe privarse del uso de todas las coordenadas que no se despren- dan de lo que procede de la cura misma. No puede basarse en un saber predictivo. Solo debe usar en su practica lo que procede de lo estrictamente particular de la cura». Para coneluir esta introduccién retomemos el articula de Co- Jette Soler anteriormente citado: «E] caso controla la cura 0, mas bien, es por el caso que se controla la cura». Agrega: «Creo que al tomar la elaboracidén del caso como lo que controla el acta, se des- plaza la cuestién de saber quién controla. La elaboracién del caso tiene un eminente valor de control. Examinaremos el problema del caso raro y de lo inclasificable a partir del caso del sefior G., que en 1920 estaba en tratamiento analitico con el doctor Edoardo Weiss,’ psicoanalista italiano. Una advertencia que Freud dirige a Edoardo Weiss,’ entonces en control con él, nos llevé a interrogar la cuestién del caso de este” paciente, Edoardo Weiss nace en Trieste, Italia, en 1889. Estudia medi- cina en Viena, Es miembro de la Asociacién Psicoanalitica de Vie- na. Se instala en ‘Trieste y en Roma, y emigra a los Estados Uni- dos en enero de 1939, Ejerce en la clinica Menninger y se instala en Chicago, donde morira en 1970. Fue pionero del psicoanilisis en Italia y se analizé con Paul Federn, a quien reconocer4 como su maestro. Comienza con Freud —que era treinta y tres afios mayor— una correspondencia, una suerte de «conversacién», que se extender desde 1910 hasta el exilio de Freud en 1938. En esta correspon- dencia entre el doctor Freud y Edoardo Weiss, vemos a Freud en el papel de un médico psicoanalista consultor, un profesor, en su- ma. Fue bajo esta forma epistolar como el doctor Weiss estuvo en control con el profesor Freud. ‘También percibimos la franqueza con la que Freud advierte, aconseja, con mucha discrecién y reser- va, y reconforta a veces al joven Edoardo Weiss: «Tuve el honor 7. Weiss, E., «Psychoanalyse eines Falles von nervasem Asthma», en IZP. VI, Jahrlang, 1922, pp. 440-445. 8. Freud, S. y Weiss, E., Problems de la prictica psicoanalitica, Correspondencia Freud-Weiss, Barcelona, Gedisa, 1979. 302 Un ASUNTO CLASIFICADO de conocer a Sigmund Freud en 1908 y el placer de mantener con él relaciones personales». He aqui cémo empieza, entre el honor y el placer, el control del doctor Weiss con Freud. «Ya se han curada muchos pacientes dando rienda suelta a sus insultos. O, si no, ha tenido usted la mala suerte de caer sobre un paranoico latente y de haber abierto, al curar su neurosis, el cami- no a la afeccién mas grave. Esto nos ocurre a todos de vez en cuando, y no hay proteccién posible.» El profesor Freud dirige es- tas palabras al doctor Weiss en una carta del 12 de febrero de 1924. También indica que el diagnéstico concerniente al sefor G. no deja lugar a dudas: «Es una paranoia persecutoria». «Persecutoria» se dice en psiquiatria a propdsito de un sujeto cuya actividad esté orientada por la reparacidn de las injusticias 0 perjuicios que él estima, de manera injustificada, haber sufrido. Es del orden del pleito y del insulto. Este sefior G., que constituia en aquella época el objeto de la co- rrespondencia entre Edoardo Weiss y el profesor Freud, era un hombre de 40 afias que sufrfa una profunda depresién acompanada de una grave asma bronquial. El tratamiento analitico comenzé en 1920 y Edoardo Weiss vefa a su paciente seis veces por semana. Este hombre culto y universitario habia tenido la idea de ma- tarse, pero no antes de haber encontrado un psiquiatra, lo que hi- zo al dirigirse a Edoardo Weiss, gracias al cansejo de un antiguo amigo de la escuela que era psiquiatra. Encontramos la resefia de este caso en un articulo de Edoardo Weiss, titulado «Psicoandlisis de un caso de asma nerviosa»,? publi- cado en 1922, cuando el sefior G, estaba ain en tratamiento con él. El sefior G. era soltero, vivia solo, Odiaba a su madre, quien lo habia tratado cruelmente en su infancia. Después de la muerte de esta, al visitar su tumba, de repente sintié amor por ella. Habia experimentado en su adolescencia excitaciones homosexuales, por Jas que se séntia culpable. Las crisis de asma correspondian para él a momentos de frustracién amorosa suscitados por una figura materna. 9. La resefia del caso también se encuentra en Freud, S. y Weiss, E., Proble- mas de ts prdctica psicoanalitica, Correspandencia Fread-Weiss, Barcelona, Gedisa, 1979, [N. de la T] 393 LOS INGLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALITICA Después de dos afios y medio de anilisis se enamoré finalmen- te de una mujer de su edad y la desposé. El asma volvié con el na- cimiento de su hijo. Aunque liberado por el tratamiento analitico de la fijacién con su madre, fue nuevamente presa de crisis de as- ma, stibitas y persistentes. Durante su viaje de bodas el sefior G. va a Viena y quiere cono- cer a Freud para contarle su historia, En 1923 tiene dos entrevistas con Freud y este le aconseja interrumpir momenténeamente el tra- tamiento. Lo invita a participar de una sesién de la Asociacién Psi- coanalitica de Viena, cosa que lo impresioné mucho. Al salir del consultorio de Freud, tiene nuevamente un ataque de asma, que se apacigua cuando encuentra a su mujer. El sefior G. piensa que es- tos ataques se desencadenaron por el consejo de Freud de inte- rrumpir el tratamiento. Empieza a experimentar entonces senti- inientos violentamente hostiles hacia Edoardo Weiss, Freud y el psicoanilisis. Acusa al rratamiento de ser la causa de su asma. . - El encuentro con Freud y cierta relacién con el saber parecen haber tenido como efecto el desencadenamiente de la psicosis, en relacién con su matrimonio y el nacimiento de su hijo. Freud escribe a Edoardo Weiss, en esa misma carta del 12 de febrero de 1924: «Quizas habria que deducir de esta experiencia la precaucion de no publicar sobre un paciente [...]>. Parece estar aludiendo a la publicidad que hizo Edoardo Weiss con la publica- cién de este caso en 1922. Y Freud contimia: «|...] y de no sol tar su colaboracién antes de que la cura esté concluida». Aqui Freud parece evocar su encuentro con el sefior G. y el consejo que él le da en 1923, asi como tal vez la invitacién que le hizo a asistir a esa sesién de la Asociacién Psicoanalitica de Viena. Por supuesto, la rareza de este caso, con su lado inclasificable, es interrogada respecto de la cuestion del diagndstico. Reencon- tramos alli el tema del trabajo expuesto por Vicente Palomera" a propésito del mismo sefior G. en un articulo apasionante apareci- do en el mimero 35 de La Cause freudienne. Vicente Palomera plantea para este caso el error del diagnéstico con sus causas y consecuencias. Notemos la divertida coincidencia de haberse inte- 10, Palomera, V., «Erreur de diagnostic, causes ex conséquences», en La Can- use frendienne N° 35, Paris, Diffusion Navarin Seuil, 1997, pp. 81-87. 304 Un ASUNTO CLASIFICADD rrogado, con algunas semanas de distancia, en Espafia y en An- gers, y por diferentes razones, sobre el mismo caso. En lo que Concierne a Vicente Palomera lo que lo lev a trabajar este caso fue una inquietud diagnéstica. En cuante a la Seccién Clinica de Angers, fueron las inquietudes sobre la relacién del caso y de la clasificacion en la clinica las que despertaron nuestro intert En un primer momento el doctor Weiss parece orientar su diagnéstico del sefior G, hacia una estructura neurdtica con fend- menos psicosomdticos considerados a partir de su asma. En efec- to, dedicé su interés a la historia del sefior G., un sujeto particu- lar con una historia interesante. Es lo que cuenta en su informe consagrado al caso de asma nerviosa, publicado en 1922, después de una mejoria en el estado del sefior G., y anteriormente mencio- iado. El doctor Weiss no se interesa en clasificar al sefior G. en una serie o en una clasificacién. Su rareza debe situarse mejor del lado de lo precioso, de lo inédito, de lo inclasificable En el segundo tiempo, después del encuentra del sefior G. con el doctor Freud y de lo que este conlleva como desencadenamien- to del lado de Ja hostilidad, de la responsabilidad por el mal esta- do de su salud, Freud encara el problema del desencadenamiento de la psicosis, aunque no lo resuelva realmente. Habla de posicién provisional del enfermo, qué no seria entonces mas que una ma- nera de separarse de su médico. Freud toma al sefior G. como un caso raro, pero que puede cla- sificar; la clasificacién debe orientarse sobre dos puntos: ya en re- lacién con aquellos que han recobrado su salud injuriando a su médico, ya en relacién con «paranoicos que habian sido conside- rados neuréticos», Vicente Palomera sitia el encuentro del sefior G. con el doc- tor Freud como la irrupcién de «Un-padre», con el desencadena- miento de la psicosis. :No podria compararse con lo que ocurre cuando Freud interviene desde un lugar de padre en el anilisis de la histérica Dora, y esta decide abandonarlo? El doctor Weiss se interesé en lo particular del sujeto, en su biografia, en sus relaciones con su madre. Freud se interesé en el caso mismo. Se presenta alli el problema de una tensi6n entre la clinica que se remite a lo particular, a lo inclasificable, y el caso que, aun bajo un aspecto raro, se puede clasificar. 305 LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALTICA El acercamiento diagndéstico es necesario para orientarse en la estructura del paciente, pero pucde ocasionar un riesgo de cierre, de clasificacidn; de orientacién demasiado restrictiva. La neces: dad de conocer la estructura no impide el tratamiento del caso por caso. Ale universal de la estructura puede responder también lo par- ticular de la conduccién clinica. . 306 Cortes significantes Jeanne Joucla Nelly llega al CHS después de haber sido atendida por una depre- sién grave en-una clinica privada. Los tratamientos prescriptos hasta ese momento ~antidepresivos, luego electrochoque— habian resultado ineficaces. Bajo el nombre de «depresién» lo que la condujo en primer lu- gar a esta clinica fue un conjunto de sintomas aparecidos después de un cambio de puesto de trabajo en su empresa —jante sus pro- testas su patron le replica que ella no es mas que un peén que se desplaza en la sociedad! Entonces, poco a poco iran apareciendo quejas somdaticas -dolores dorsales y trastornos digestivas—, ideas negras, un humor triste y, sobre todo, un aumento de peso de cer- ca de 50 kilos en tres meses. A pesar de las vicisirudes que jalonaron el trabajo con esta pa- ciente intentaremos despejar las articulaciones y mostrar cémo, con todo, le fue posible pasar de un excesivo hacerse cargo psi- quidtrico —ella se encomendaba de cuerpo y alma a la psiquiatria— a tener en cuenta su implicacién personal con respecto a sus sin- tomas. El cambio de posicién subjetiva sobrevino en el marco de nuestros encuentros: una oferta de trabajo analitico en el hospi- tal en un primer momento, y después en el CMP, desde hace mas de tres afios.*Este cambio estuvo sometido a oscilaciones, rewro- cesos, que vuelven el trabajo lento, laborioso, pero también leno de sorpresas. : En un primer momento, Nelly acepta la propuesta del médico de verme para «hablar». Viene asidua y puntual, jpero permanece casi muda! Si hay queja, sigue estando poco a nada elaborada, a lo sumo: «Estoy harta» o «Todo esté mal». 307 ee ee ne ee ee LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALITICA Su cuerpo esta alli, en extreme presente, ocupa el espacio por su obesidad, por un lado, y, por otra lado, debide a los temblores, postraciones, flebotomias, que a primera vista pueden describir un cuadro melancélico, Pero este cuerpo enfermo que presenta es también, paraddjicamente, un cuerpo arreglada con esmero —ya en cuanto al peinado, ya por la ropa o las joyas, todas referidas a un /ook masculino. ‘Tenemos una anteposicién del cuerpo en su vertiente de goce. Nelly se satisface con sus sintomas y no tiene nada para decir, Un sintoma no alcanza para que surja una pregunta y aqui cl goce recubre la falta en ser del sujeto. En cierto sentido, Nelly es- 14 en posicién de dominio, el enigma esti de su lado. El tiempo de las primeras sesiones me resulté muy largo, No veia como se podia reducir este goce, qué maniobra haria que hu- biera un principio de alvernancia significante. Nelly «operard» por fin esta reduccién y antepondra su propia division subjetiva -literalmente-, haciéndose incisiones en las mu- flecas -rasgo tomado de otra paciente internada, bajo la forma de Ja identificacian histérica. Asi, en la primera sesién que siguid a este acontecimiento Nelly presenta ostensiblemente los apésitos hechos por los enfer- meros. Después de un largo silencio anuncia al fin: «Me corté las venas>. Pregunto entonces por las razones que la empujaron a hacerlo; «Estoy harta, siempre estoy tan mal. Si no estuviera mi madre, Ile- garia hasta el final. No tengo més ganas de vivir... pero no puedo hacerle revivir aquello». En otra ocasién explicard a propdsito de las incisiones: «Me hace bien, me alivia», Un pasaje de Lacan me aclaré el estatuto de estos cortes. Pa- ra encarnar la parte que falta, perdida para siempre, él sustituye el mito de Aristéfanes, mito de la toralidad, por el de la lamini- Ila. Esta laminilla designa la libido como 6rgano irreal: «Una de las formas mds antiguas de encarnar, en el cuerpo, este érgano irreal es el tatuaje, la escarificacién. La incisién tiene precisa- mente la funcién de ser para el Otro, de situar en él al sujeto, se- fialanda su puesto en el campo de las relaciones del grupo, entre cada uno y todos los demdas. Y, a la vez, tiene de manera eviden- 308 CORTES SIGNIFICANTES te una funcién erdtica, percibida por todos los que han aborda- do su realidads.! Nelly articula entonees las incisiones, las inscripciones signifi- cantes sobre el cuerpo, con otras representaciones. Estos cortes con el goce seran la seal de un demanda articulada y de un prin- cipio de historizacién. En efecto, Nelly se hace incisiones en los brazos en su relacién con el otro: identificacién con el otro en cuanto a lo que descubre como «insignia» de la enfermedad mental, y direccién al otro de la que usa y abusa con los enfermeros sobre un fondo de alianzas y enfrentamientos, hasta que el médico decide su salida. No se ne- cesita mas para que las reivindicaciones y la insatisfaccién de Nelly se enfoquen sobre él. ~ En la serie de figuras que encarnan la autoridad —después del padre que la descuida, después del patron que la desplaza como un pean-, el médico es denunciado coma incompetente e injusto: «No estd nunca, no me toma en serio~. Detras de estos personajes cuyas insuficiencias Nelly no deja de denunciar, sobre todo la insuficiencia de amor para con ella, se perfila el Orro absoluto, el padre ideal que ella intenta instaurar sin descanso. Se desplegaran varias cadenas significantes. Aparece un recuerdo: ser la tinica, la preferida, aquella sobre la que se posa finalmente la mirada del padre, cuando en la adoles- cencia es victima de un accidente. Esta posicién se cruza con la de ser el reproche vivo dirigido al padre, quien desgraciadamente hi- 20 intervenir a un ensalmador. Un padre que, segan dice, le pega- ba en su infancia: . Del lado del binario clasico neurosis-psicosis tenemos un ras- go distintivo pertinente, Nowbre del Padre sf ono, que responde al principio lévistraussiano, En cambio, si se leen las exposiciones, es més dificil precisar cudl es el elemento diferencial de la segun formalizacién. Tenemos mas una gradacién que una oposicién ta- jante. ¥ por eso, en efecto, como recuerda Marie-Héléne Brous- se, yo veia que esta formalizacién mas continuista se oponia a la discontinuidad de la primera. Dicho esto, es posible sin embargo construir una oposicién re- lativa al segundo registro. En una exposicién de hace veinte afos, en el momento de la jornada conocida como «Jornada de los ma- temas» de la Escuela Freudiana de Paris, cuyo tema era la ense- fianza de la presentacién de enfermos de Lacan, yo oponia, como recordaran, los enfermos mentales a los enfermos del gran Owo (este texto, leido en parte, se encuentra in extenso al final del volumen). Esto me guiaré para proponer como rasgo diferencial, simple- mente: punto de baste, si a no. Del mismo modo que generalizamos la forclusién es preciso, ciertamente, generalizar el Nombre del Padre. Este movimiento esti presente en la ensefanza de Lacan. Tal como lo introduzco aqui, el punto de basta generaliza el Nombre del Padre. Pero es una abreviacién: el punto de basta del que se trata es menos un elemento que un sistema, un anudamiento, un aparato, que hilva- na, engancha. Cuando falta el punto de basta, digamos que aparece el fend- meno de la nebulosa, circunscripto por Hervé Castanet. La opo- sicién pertinente es, en el fondo, punto de basta o nebulosa, enten- diendo que existe, entre el punto basta y la nebulosa, toda una gra- dacién que debe ser estudiada. 319 LOS IMCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOAMALITICA Det NOMBRE DEL PADRE AL PUNTO DE BASTA Dejaré ahora la epistemologia de la clasificacién a fin de volver a uno de los casos propuestos para nuestro examen, que nos dar4 nuestro propio punto de basta. El caso presentado por Jean-Pierre Deffieux me atrajo por das razones: el texto comienza por un planteo tedrico del problema; el caso mismo, sin dejar de ser «no tan raro», es notable, Como recordaran, Deffieux comienza por indicarnos que el ca- so es igual a x y que puede asumir distintos valores segiin los d cursos en los que se lo inscriba. Podriamos representar Moliére: uno ve una neurosis narcisista; para otro es un borderiine; el terce- ro lo clasifica dentro de las perturbaciones del humor; y el iltimo hace de él un histérica -pensamos en la discusidn de los médicos que hablan de los embotellamientos en Paris, al mismo tiempo que estén listos para agarrarse a trompadas a propésito del diag= néstico y los remedios. Deffieux llega entonces en quinto lugar, y cierra el cartel diciendo: «Es una psicosis». Deffieux articula aqui la primera y la segunda formalizacién sin considerar que la segunda desmiente la primera: son en efecto compatibles. Luego subraya que él, lacaniano de la épaca borro- mea —si me permiten~, es tal vez el unico que clasifica este caso dentro de la psicosis, y que un anudamiento sistemdtico puede sostenerse sin el apoyo del Nombre del Padre. Es destacar la equi- valencia entre el sintoma y el Nombre del Padre: INP Esta formula es un principio cardinal de la clinica borromea. Que el nudo sea de tres 0 cuatro redondeles no responde mas que a ma- neras de emparejar la equivalencia sintoma-Nombre del Padre. Es decir que un sintoma puede funcionar como Nombre del Padre. Cuando tienen un Ingarteniente deseubren rapidamente que no valen mucho mas. Y entonces, légicamente, el paso que sigue es decir: el Nombre del Padre mismo no es mds que un sintoma, De modo que se obtiene este esquema muy simple, segiin el cual el punto de basta [point de capiton), el PDC, tiene dos formas prin- cipales, el. Nombre del Padre y el sintoma, entendiendo que el Nombre de] Padre mismo no vale mds que un sintoma, es un ca- so distinguido de sintoma: 320 La conversacion {* s Deffieux acentiia el hecho de que no basta repetir con Lacan que no hay déficit, que el sujeto de Ia psicosis no es, en tanto tal, deficitario, sino que ademés es preciso no abordarlo a partir de un déficit significante: «Estos sujetos ofrecen una verdadera subver- sién a la clinica de la psicosis, al quitarle toda referencia a cual- quier nocién de déficit, incluso significante. Agreguemos que una clinica def sintoma no es una clinica de fos sintomas [...}». Esta ul- tima frase Hamé la-atencién de muchos, pero sobre todo de ‘Wachsberger. Mas tarde le pediré que retome su pregunta y Ia ar- “gumente, y Deffieux responderi. PDC Los NUEVE PUNTOS DE AGNES Le habia pedido a Agnés Aflalo, quien no podia venir, que me pasara sus notas sobre el volumen, y ella me envié un extenso co- mentario, en el que destaca de entrada el texto de Deffieux. A su entender es el tinico que plantea la cuestién tal como ella misma se la ha planteado, «él interroga el cuadro del problema y ofrece todas sus variantes», empieza alli donde muchos otros concluyen: «Interroga —dice- la estructura como tal, y distingue un Lacan 1 de un Lacan 2, que no se contradicen». Ella enumera nueve pun- tos al respecto, que les propongo escuchar. ‘Tal vez hace falta que les recuerde en dos palabras el caso. Se trata de B., un hombre de 36 afios, heredero de una gran fa- milia del norte de Europa, quien dice: «No tengo energia»; y fue derivado a nuestro colega como una neurosis histérica. Tuvo éxi- to en la ebanisteria, y luego comienza un periodo de crisis: en 1993, abandona la artesania; en 1994, cuando era més bien muje- riego, tiene una aventura homosexual; y en 1995, ya nada marcha bien. Asf pues, tres momentos. La crisis, como subraya Agnés, no es exactamente un desencadenamiento. Deffieux nos restituye con precisién la primera entrevista, en la que por algunos signos infimos empieza a dudar de que s¢ trate verdaderamente de una neurosis histérica, sin tener pruebas con- cluyentes, y después logra hacer surgir el recuerdo de la paliza que 321 LOS INCLASIFICASLES DE LA CLINICA PSICOAMALITICA el sujeto habia sufride a los 8 afos -al menos, la narra con una amenaza explicita de castracién real en juego. Todo ocurre en pri- mavera, tanto los episodios de 1993 y 1994 como el de los 8 afios, He aqui los nueve puntos de Agni 1. Deffieux nos habla de un enganche en el Orro sin perturba- ciones del lenguaje, es decir, de algo gue cojea en nivel de los tres redon- deles, RSL. Por ejemplo: un anclaje simbdlice leve con imposicin de lo imaginario; una relacién de extrafiamiento entre el yo y el cucr- po; una desconexién de la pulsién y de la captura del inconsciente, 2. Ell lazo social minioo del sujeto. Aqui se introduce la cuestién de saber cémo evaluar ese «minimo»: zes susceptible de una eva- luacién esténdar, o solamente de uma evaluacién posicional, si puedo decirlo en lenguaje estructuralista? 3. La presencia del padre veal. Ella nota que la relacién con el pa~ dre como persona esté siempre presente. & 4, El estaruto de la bomosexuatided. Pregunta: 3se trata de una cuestién del ser del sujeto —ssoy muchacha 0 muchache?—-, como en la histeria, o de un empuje a la mujer psicético? 5. La ausencia de desencadenamiento propiamente dicho. Pero ella subraya sucesi¥amente: la ruptura con el padre real, que es a su entender un padre schreberiang, legislador, etcétera; la ame- naza de castracién real: «La escena de los 8 afios destaca a un ‘Otro real que quiere cortarle realmente el sexa, y pues, shay que . suponer aqui Pp-@o?»; la tunda y el abandono, que recuerdan el episodio que Lacan habia encontrado en Joyce; el Unglanben es- ta, en este caso, del lado del Otro. El sujeto le cuenta de la paliza asu padre, «quien no le creyé» —Deffieux pone comillas y Agnés nota que la incredulidad es aqui la del Otro y que la cuestion se plantea en términos de la dfada padre-hijo y no de la triangula- cién edfpica. 6, El amor narcisistt. Ella interpreta asi las sesiones de fotos de su cuerpo desnudo ante el espejo, que se explican por la necesidad de la presencia real del érgano -al menos no simbolizada. 7, La metdfora de la madera. En efecto, la paliza tiene lugar en el bosque, esta el palo, y 4] se vuelve artesano de la madera, como subraya Deffieux. Agnés considera que es la metéfora delirante de Ja madera. 8. sEn qué se diferencia de wn delirio un fantasma? El mismo Def- fieux plantea la pregunta a propésito de la metafora delirante: 322

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