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Una sensata cantidad de delito

Nils Christie
Título original: A Suitable Amount of Crime, 1 ª edición.
Editorial Routledge, Londres, 2004 (ISBN 0-415-33610-4)

Traducido por
Cecilia EsPELETA y Juan losA

Esta traducción ha sido publicada


con un subsidio de NORLA Non-fiction, Oslo, Noruega.
This translation has been published
with the financia/ support of NORLA Non-fiction, Os/o, Norway.

© 2004 Nils Christie


© 2004 Universitetsforlaget AS, Oslo, Noruega

'
© 2004 Por la edición en castellano
Editores del Puerto s.r.l.
Paraná 341 - 8º c
(1017) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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Fecha de catalogación: 23-07-04
Diseño de tapa: Diego GA1NBAUM
Maqueta de interior: Adriana ÜALANDO Christie, Nils
Una sensata cantidad de delito - 1• ed. -
Impreso en agosto del 2004 en
Buenos Aires : Editores del Puerto, 2004.
Impresiones Sud América 200 p. ; 22x15 cm.
Andrés Ferreyra 3767
ISBN 987-9120-64-7 Traducción de Cecilia Espeleta y Juan losa

Hecho el depósito de ley 11. 723 ISBN 987-9120-64-7


Tirada: 1.000 ejemplares
1. Criminología. l. Título
Impreso en Argentina CDD 364
Capítulo 1
El delito no existe6

1. 1. Actos
Somos cuatro millones y medio de personas en Noruega.
En 1955 obtuvimos nuestra primera estadística sobre delitos
denunciados a la policía7. La cifra fue chocante; cerca de 30.000
casos fueron denunciados. En el 2002 la cifra era de 320.000. El
número de personas ligadas a estos delitos se ha incrementado de
8.000 a 30.000, el número de condenados se ha incrementado de
5.000 a 20.000, y la población carcelaria se ha duplicado, en com­
paración con su punto más bajo, después de la Segunda Guerra
Mundial.
¿Significa esto que el delito se ha incrementado?
¡No lo sé! Y lo más importante: ¡nunca lo sabré!

6 Gracias a Cecilie H0igard por su obstinada resistencia a algunas suge­


rencias anteriores.
7 Las estadísticas de encarcelamiento han existido desde 1814.

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El delito no existe

1. 9. El delito como un recurso natural ilimitado


El delito es un recurso ilimitado. Los actos con la potencialidad
de ser vistos como delictivos son como un recurso natural ilimita­
do. Podemos tomar una pequeña porción de ellos para calificarlos
como delito, o una grande. Los actos no son, se construyen, sus sig­
nificados son creados al tiempo que suceden. Clasificar y evaluar
son actividades centrales para los seres humanos. El mundo viene a
nosotros al tiempo que lo constituimos. El delito es por lo tanto un
producto cultural, social y mental. Para todos los actos, incluidos
aquellos vistos como no deseados, hay docenas de posibles alterna­
tivas de comprensión: maldad, locura, perversión, deshonra, des­
borde juvenil, heroísmo político, o delito. Los "mismos" actos pue­
den por lo tanto encontrarse dentro de varios sistemas paralelos co­
mo el judicial, el psiquiátrico, el pedagógico y el teológico.
Pero dejemos esto en claro: yo no digo, aquí o más adelante,
que ciertos actos inaceptables, completamente inaceptables inclu­
so para mí, no existan. No niego que algunas personas reciben ba­
las en sus cuerpos debido a las armas disparadas por otras perso­
nas. Tampoco niego que hay gente que muere debido a los auto­
móviles de otra gente; que es tomado dinero de los bolsillos ajenos
o de sus cuentas bancarias sin su consentimiento. Y tampoco nie­
go que tenga fuertes objeciones morales contra la mayoría de estos
actos, que trate de detenerlos o prevenirlos. Ni niego que pueda ser
útil ver algunos de estos actos como delito.
Estoy interesado en el nacimiento de los significados y en có­
mo éstos son moldeados. Mi mundo está lleno de valores, muchos
de los cuales me obligan a actuar o a reaccionar. Pero esto no ex­
cluye un fuerte interés en cómo los actos adoptan su significado.
Tomando en cuenta esta perspectiva general, hay algunas pre­
guntas tradicionales en la criminología que no voy a abordar. Par­
ticularmente, no voy a considerar útil la pregunta sobre la evolu-

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Capítulo 1

ción de la situación delictiva. Esto no significa que las estadísticas


criminales no presenten interés. Tales estadísticas informan sobre
los fenómenos vistos y registrados como delitos por una sociedad
en particular y también lo que les sucede a aquellas personas vistas
como los principales actores. Pero las estadísticas delictivas son en
sí mismas un fenómeno social. Ellas nos cuentan lo que el sistema
en determinado momento ve como delito, lo que le molesta ma­
nejar y lo que tiene capacidad de manejar. Las estadísticas delicti­
vas son un hecho social con extrema necesidad de interpretación.
Esta visión de las estadísticas delictivas tiene sus consecuencias.
Significa que no es útil preguntarnos si el delito está en aumento,
estable o decreciendo11• El delito no existe como una entidad da­
da. Medir las variaciones en la manifestación de un fenómeno que
cambia su contenido a través del tiempo no está entre las tareas
que más me tientan.

Esta perspectiva general sobre el delito hace posible develar dos


cuestiones centrales e interrelacionadas.
Primero, ¿qué está detrás del incremento o merma de los actos
generalmente percibidos como no deseados o inaceptables?, y ¿có-

11 En este punto estoy probablemente en desacuerdo con David Garland


(2001) en su libro La cultura del control. Y digo "probablemente" en desa­
cuerdo, porque Garland en su interesante libro es a mi modo de ver poco
claro sobre este punto. Tengo la impresión de que él sostiene que el delito
existe como un fenómeno que podemos describir como una entidad que va­
ría a través del tiempo y que podemos decir si está aumentando o decrecien­
do. También tengo la impresión de que él opina que el delito ha aumenta­
do, y que esta creencia es un elemento importante de su análisis. Pero está
alerta sobre este punto. Espero que su posición básica sea que hemos llega­
do a una situación social donde se crea una sensación de aumento del deli­
to, y esta sensación tiene todo tipo de consecuencias sociales.

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El delito no existe

mo es eventualmente posible influir en el acontecimiento de estos


actos?
Segundo, ¿qué hace que una cantidad variable de estos actos
aparezca como delito y que sus actores aparezcan como delincuen­
tes? Particularmente, ¿bajo qué condiciones materiales, sociales,
culturales y políticas aparecerán el delito y los delincuentes como
las metáforas dominantes, como la forma dominante de ver a los
actos y actores no deseados?
Ésta es una perspectiva liberadora. Nos lleva al tema general de
este libro: ¿cuándo es suficiente? O como en el título, ¿cuánto es
una sensata cantidad de delito? Esta cuestión nos lleva natural­
mente a la siguiente: ¿cuánto es una sensata cantidad de castigo?

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