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Conociendo al Cristo

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Conociendo al Cristo

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Conociendo al Cristo

Conociendo al Cristo
Sergio Riveros
Julio 2018
ISBN: en trámite
Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial.
Diseño de portada: Ellen Flaherty
Edición general: Natalia Carrera
Publicado por: Casa Segura Publicaciones
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Conociendo al Cristo

Contenido

Pág.

Prólogo 6

Introducción 10

1. El Ángel de Jehová 12

2. El Tabernáculo 42

3. El carácter de Jesús y su obra 60

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Conociendo al Cristo

Versiones de la Biblia utilizadas en esta edición:

TLA: Traducción al Lenguaje Actual


RVR 1960: Reina Valera 1960
NTV: Nueva Traducción Viviente
NBLH: Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy
CST: Castilian
DHH: Dios Habla Hoy
LBLA: La Biblia de las Américas
RVA: Reina Valera Antigua
RVR 1995: Reina Valera 1995
RVC: Reina Valera Contemporánea
NVI: Nueva Versión Internacional
PDT: Palabra de Dios para Todos

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Conociendo al Cristo

Prólogo

Es fascinante ver cómo la revelación del Espíritu Santo


de Dios penetra en quien le busca, ya que tan solo hacer un
análisis de principio a fin de la revelación de Cristo requiere un
estudio muy profundo de las Escrituras, y de un contacto
constante, en el lugar secreto, con el Espíritu Santo.
Lo anteriormente dicho tiene que ver con la relación que
tiene el apóstol Sergio Riveros en el lugar secreto, porque este
libro es el perfecto desarrollo de la vida de Cristo antes y
después de su aparición en la tierra. “Conociendo al Cristo” es
una obra inspirada por el Espíritu Santo, el autor del libro
enseña que, para conocer a Cristo, existen tres formas: por
medio de los evangelios, el Tabernáculo y el Ángel de Jehová.
El libro es un trayecto bíblico en el que Jesús está
presente de principio a fin, desde el Antiguo hasta el Nuevo
Testamento, por lo tanto, queda claro que es el Alfa y la
Omega; lo más impresionante es cómo hubo revelación de
Cristo a los hombres, todos ellos, profetas.
Es interesante observar que en esta obra el autor señala
el Tabernáculo, fuente del nacimiento del amor de Dios,
enseñando verdades espirituales que tienen como resultado a
su amado Hijo Jesús, quien fue un diseño divino para una obra
divina, y para dar a conocer el fruto de la salvación. Pero lo
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Conociendo al Cristo

más increíble de todo es que nuestro cuerpo es visto por Dios


como un Tabernáculo, por lo tanto, hay que conservarlo
pulcro, si queremos estar con Cristo en las bodas del Cordero.
Vale la pena resaltar que el Tabernáculo tenía tres
secciones importantes: el Atrio, el Lugar Santo y el Lugar
Santísimo, como un espléndido proyecto de Dios para
identificar a Jesucristo, a nosotros como creyentes y a la
iglesia en los tres grupos.
No podemos dejar atrás la puerta del Tabernáculo,
igualmente llamada camino a Cristo:
“Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy Yo, será
salvo. Se moverá con entera libertad y hallará pastos” (Juan
10:9). La puerta del Tabernáculo no tenía cerraduras ni
candados, igual a la puerta de nuestro corazón, sin cerradura
en la parte de afuera, solamente podemos abrirla cuando
Jesús toca y, si le permitimos la entrada, con toda seguridad
hallaremos pastos de la mejor clase.
Creo que las cosas de Dios son como una cadena
coordinada para un fin especial, que somos nosotros sus hijos,
ya que no solo en la puerta del Tabernáculo encontramos la
figura de Cristo como tal. También hay un altar de bronce: “Le
harás un enrejado de bronce de obra de rejilla, y sobre la rejilla
harás cuatro argollas de bronce a sus cuatro esquinas” (Éxodo
27:4). El bronce significa perdón y restauración, Jesucristo fue
enviado por el Padre para perdonar todo pecado y
rehabilitarnos, para darnos salvación: “De tal manera Dios
amó al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”
(Juan 3:16).
Si describimos en el prólogo todos los beneficios del
Tabernáculo, dejaríamos de leer esta obra en la que vemos el
verdadero carácter santo de Cristo, divorciado totalmente del
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Conociendo al Cristo

pecado, en una demostración de excelencia como obra


perfecta de Dios para nosotros. Por eso mismo, es un
verdadero testimonio de pureza y santidad total. Después de
treinta y tres años de estar en la tierra, y en especial los
últimos tres, su amor fue tan grandioso que fue sacrificado en
la cruz, donde se llevó todo aquello que nos contaminaba y
que nunca fue agradable a los ojos de Dios; no solo borró el
pecado que había en el hombre, sino que también se llevó el
pasado con toda enfermedad, con el fin de darle una nueva
vida de éxito, porque Jesús es un Rey de éxito.
Junto con mi esposa, somos testigos del amor de Cristo,
quien es bueno, precioso, perdonador y misericordioso. Hay
que leer este libro para entender que Jesucristo fue la obra
perfecta de Dios. Es importante saber la historia de Cristo en
su andar; saber su antes, para tener claro su después, para
estar firmes en su hoy y tener un futuro seguro en su mañana.
Le invito a leer con esmero esta obra, porque estoy
seguro de que la revelación de Dios al apóstol Sergio fue de
mucho tiempo de rodillas en el secreto, en el altar y que lo
llevó a un alto nivel: al nivel que Cristo nos quiere ubicar; por
lo tanto, apostémosle a Cristo porque él tiene la llave del
triunfo: la misma que tomó en la cruz.
Quiero decir, en otras palabras, que es un libro escrito
por un hombre, pero inspirado directamente por el Espíritu
Santo desde el trono de Dios hablando a su pueblo. Hoy más
que nunca, Latinoamérica entera necesita de Cristo. Gracias,
apóstol, por darme el privilegio de escribir el prólogo de esta
obra.

Pastores Iván y Damaris


Colombia
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Conociendo al Cristo

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Conociendo al Cristo

Introducción

Este libro se ha escrito con el propósito de enseñar las


verdades del Cristo viviente en una dimensión tripartita sobre
su vida. Lo veremos como el Ángel de Jehová, cuando visitó
esta tierra desde los comienzos, también en la construcción
del Tabernáculo, entregando Dios los diseños a Moisés,
mostrando en figura al Cristo, su obra expiatoria, redentora y
sacerdotal; de igual forma, su vida terrenal, dándole énfasis a
su carácter y a su obra maravillosa en favor de los hombres.

Sergio Riveros
apóstol

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El Ángel de Jehová

Cuando la Biblia habla de “el Ángel de Jehová”, en el


Antiguo Testamento, se está refiriendo al Verbo, como se lo
menciona a Jesús en el Nuevo Testamento; está hablando
acerca de Jesús antes de su encarnación. Después de su
encarnación, la figura del Ángel de Jehová no vuelve a
aparecer, porque se hizo hombre, solo aparecen visitas de
ángeles.
En el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová toma
atributos que solo Dios puede tener, se intercambia el
nombre con Dios y recibe adoración.

MANIFESTACIONES VISIBLES DEL ÁNGEL DE JEHOVÁ


EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

“Ellos le respondieron: Somos descendientes de Abraham


y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir
entonces: Ustedes serán libres?" (Juan 8:33). En estos
versículos vemos algo muy interesante: Jesús hablando con
los hijos de Abraham; ellos tenían un conocimiento de las
Escrituras, se les enseñaba desde niños y repetían los textos
de memoria; era un deber de cada familia aprender y conocer

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Conociendo al Cristo

la Palabra de Dios: “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con


diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han
visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes
bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”
(Deuteronomio 4:9, RVR 1960); “El día de mañana, cuando sus
hijos les pregunten qué significan todas estas enseñanzas que
nuestro Dios nos ha dado, ustedes responderán: Hubo un
tiempo en que fuimos esclavos del rey de Egipto, pero nuestro
Dios usó su gran poder y nos sacó de allí. Nosotros vimos los
terribles castigos que Dios envió contra el rey de Egipto y su
familia. A nosotros, en cambio, nos sacó de ese país y nos trajo
a la tierra que había prometido a nuestros antepasados.
Entonces nos ordenó respetarlo siempre y obedecer sus
enseñanzas. Si somos obedientes a Dios y a sus mandamientos
él nos hará prosperar y nos mantendrá con vida, como hasta
ahora” (Deuteronomio 6: 20-24, TLA).
Pero había un problema grave a pesar de todo el
entendimiento de Dios: no conocían al Mesías; él se había
presentado ante ellos desde el origen del Génesis, pasando
por todas las dispensaciones; Jesús, el Verbo, desde la
existencia y nacimiento los cuidó como la gallina cuida sus
polluelos: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y
apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar
a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las
alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37, RVR 1960).
El Verbo de Dios, al cual conocemos como Jesús (Juan
1:1), según las Escrituras existía desde antes de que todo
comenzara y estaba desde el inicio con Dios: “Antes de que
todo comenzara, ya existía aquel que es la Palabra. La Palabra
estaba con Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1:1, TLA). Fue
conocido por el pueblo como "El Ángel de Jehová" o "El Ángel
de Dios" antes de su encarnación. En el Nuevo Testamento,
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después de su encarnación, esta figura no vuelve a aparecer.


El Nuevo Testamento menciona "un ángel" en Mateo 1:20:
“Mientras consideraba esa posibilidad, un ángel del Señor se le
apareció en un sueño: José, hijo de David —le dijo el ángel—, no
tengas miedo de recibir a María por esposa, porque el niño que
lleva dentro de ella fue concebido por el Espíritu Santo” (Mateo
1:20, NTV). En todas las traducciones se utiliza la expresión el
ángel; este ángel no toma atributos, como lo hace el Ángel de
Jehová que aparece en el Antiguo Testamento, al punto de
que su nombre se intercambia muchas veces con el de Jehová,
y es además el único ángel en toda la Biblia que acepta
adoración.
Veremos desde un punto panorámico las visitas que
tuvo el Mesías a la tierra de Israel en el Antiguo Testamento:

Quienes no reciben adoración

“No te harás ningún ídolo (imagen tallada), ni semejanza


alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en
las aguas debajo de la tierra. No los adorarás (no te inclinarás
ante ellos) ni los servirás (ni los honrarás). Porque Yo, el Señor
tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres
sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que
me aborrecen” (Éxodo 20: 4-5, NBLH).
“Moisés reunió a todo el pueblo de Israel y dijo: ¡Escucha
con atención, Israel! Oye los decretos y las ordenanzas que te
entrego hoy, ¡para que los aprendas y los obedezcas! El Señor
nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Sinaí. El
Señor no hizo ese pacto con nuestros antepasados, sino con
nosotros, los que vivimos hoy. En el monte, el Señor te habló
cara a cara desde en medio del fuego. Yo serví de intermediario
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entre tú y el Señor, porque tenías miedo del fuego y no quisiste


acercarte al monte. Él me habló a mí, y yo te trasmití sus
palabras. Me dijo lo siguiente: Yo soy el Señor tu Dios, quien te
rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo. No tengas
ningún otro dios aparte de mí. No te hagas ninguna clase de
ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la
tierra, o en el mar. No te inclines ante ellos ni les rindas culto,
porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará
que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados
de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me
rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la
cuarta generación. Pero derramo amor inagotable por mil
generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos.
No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios. El Señor no te
dejará sin castigo si usas mal su nombre. Guarda el día de
descanso al mantenerlo santo, tal como te lo ordenó el Señor tu
Dios. Tienes seis días en la semana para hacer tu trabajo
habitual, pero el séptimo día es de descanso y está dedicado al
Señor tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo
alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, tus siervos y
siervas, tus bueyes, burros y demás animales, y también incluye
a los extranjeros que vivan entre ustedes. Todos tus criados y
criadas deberán descansar igual que tú. Recuerda que tú
también fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te sacó
de allí con mano fuerte y brazo poderoso. Por esa razón, el
Señor tu Dios te ordenó descansar el séptimo día. Honra a tu
padre y a tu madre tal como el Señor tu Dios te lo ordenó.
Entonces tendrás una vida larga y plena en la tierra que el Señor
tu Dios te da. No cometas asesinato. No cometas adulterio. No
robes. No des falso testimonio contra tu prójimo. No codicies la
esposa de tu prójimo. Tampoco codicies la casa de tu prójimo ni
su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni
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ninguna otra cosa que le pertenezca” (Deuteronomio 5: 1-21,


NTV).
Nadie en los cielos (ángeles, querubines, serafines,
estrellas, planetas, etc.), en la tierra (hombres, animales,
naturaleza) y lo que está debajo de la mar (vida marítima),
puede recibir adoración; solo la recibe Dios, como Creador
Supremo de todo lo que tiene subsistencia en esta tierra y en
el universo entero, ya que es a través de él que el cosmos
tiene vida.

En el cielo
“Yo, Juan, vi y oí estas cosas, y después de haberlas visto
y oído me postré a los pies del ángel que me las mostró, para
adorarlo. Pero él volvió a decirme: ¡No lo hagas! Yo soy un siervo
de Jesús, lo mismo que tú, que tus hermanos los profetas y que
todos los que guardan las palabras de este libro. Adora solo a
Dios” (Apocalipsis 22: 8-9, CST).
“Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira,

no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que


retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el
testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis
19:10, RVR 1960).

En la tierra

“Un día después llegaron a Cesarea. Cornelio estaba


esperándolos, junto con sus familiares y un grupo de sus mejores
amigos, a quienes él había invitado. Cuando Pedro estuvo frente
a la casa, Cornelio salió a recibirlo, y con mucho respeto se

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Conociendo al Cristo

arrodilló ante él. Pedro le dijo: Levántate Cornelio, que no soy


ningún dios” (Hechos 10: 24-26, TLA).

NADIE HA VISTO JAMÁS A DIOS

Ninguna Figura visteis

“Entonces el Señor les habló de en medio del fuego.


Ustedes oyeron sus palabras, pero, aparte de oír su voz, no
vieron ninguna figura” (Deuteronomio 4:12, DHH).
"El día en que el Señor habló con ustedes de en medio del
fuego, en el monte Horeb, no vieron ninguna figura. Tengan,
pues, mucho cuidado” (Deuteronomio 4:15, DHH).

No podrás ver mi rostro, porque no vera hombre y vivirá

“Y añadió: No puedes ver mi rostro; porque nadie puede


verme, y vivir” (Éxodo 33:20, LBLA).

A Dios nadie le vio jamás

“Dios nos dio a conocer sus leyes por medio de Moisés,


pero por medio de Jesucristo nos hizo conocer el amor y la
verdad. Nadie ha visto a Dios jamás; pero el Hijo único, que está
más cerca del Padre, y que es Dios mismo, nos ha enseñado
cómo es él. Gracias a lo que el Hijo de Dios es, hemos recibido
muchas bendiciones” (Juan 1:18, TLA).

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Conociendo al Cristo

No que alguno haya visto al Padre

“No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino
de Dios; éste ha visto al Padre” (Juan 6:46 RVR 1960).

Ni habéis visto su aspecto

“Y el que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí.


Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer” (Juan
5:37, RVA).

Al Dios invisible

“Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de


toda creación” (Colosenses 1:15, RVR 1995).
“¡Que todo el honor y toda la gloria sean para Dios por
siempre y para siempre! Él es el Rey eterno, el invisible que
nunca muere; solamente él es Dios. Amén” (1º Timoteo 1:17,
NTV).

A quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver

“Dios es el único que vive para siempre, y vive en una luz


tan brillante que nadie puede acercarse a él. Nadie lo ha visto ni
puede verlo. ¡El honor y el poder son de él para siempre! Amén”
(1º Timoteo 6:16, TLA).

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Nadie ha visto jamás a Dios

“Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a


otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se perfecciona en
nosotros” (1º Juan 4:12, RVC).
Al analizar todos estos textos nos damos cuenta de que,
al Padre, Jehová, nadie lo conoce y ningún hombre lo ha visto
en esta tierra, solo pueden verlo los que están delante de su
trono. El que lo hace conocer en este globo terráqueo es su
Hijo, Jesús.
Cuando él habló con la mujer samaritana le dijo que
Dios es espíritu; por lo tanto, no se puede ver. Esto no
significa que él no tenga poder para hacerse tangible como
una figura humana, él es soberano y con suficiente poder para
hacerlo.

LA MANIFESTACIÓN DEL VERBO

El Verbo se le aparece a Abraham

“Después el Señor se le apareció a Abraham en el encinar


de Mamre, mientras él estaba sentado a la entrada de su
tienda, en el calor del día. Al levantar los ojos vio que allí, junto
a él, había tres varones. Al verlos, rápidamente se levantó de la
entrada de su tienda para recibirlos. Se postró en tierra, y dijo:
Señor, si en verdad he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que
no te apartes de este siervo tuyo. Mandaré traer un poco de
agua, para que ustedes se laven los pies, y luego podrán
descansar debajo de un árbol. Traeré también un bocado de
pan, para que recobre fuerzas su corazón, y luego seguirán su

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Conociendo al Cristo

camino. ¡Para eso han pasado ustedes cerca de este su siervo! Y


ellos dijeron: Haz todo tal y como has dicho. Entonces Abraham
fue de prisa a la tienda de Sara, y le dijo: Toma pronto tres
medidas de flor de harina, amásala, y cuece unos panes. Luego
corrió Abraham a donde estaban las vacas y tomó un becerro
tierno y bueno, se lo dio al criado, y este se apresuró a
prepararlo. Tomó además mantequilla y leche, y el becerro que
había preparado, y poniéndolo ante ellos se quedó a su lado
debajo del árbol, mientras ellos comían. Ellos le dijeron: ¿Dónde
está Sara, tu mujer? Y él respondió: Aquí, en la tienda. Uno de
ellos dijo: Ten por seguro que volveré a ti, y conforme al tiempo
de gestación Sara tu mujer tendrá un hijo. Sara, que estaba a la
entrada de la tienda detrás de él, escuchaba todo. Abraham y
Sara eran ya viejos y de edad avanzada, y Sara ya no tenía lo
que es costumbre en las mujeres. Por eso Sara se rió consigo
misma, y dijo: ¿Después de haber envejecido voy a tener placer,
si también mi señor ya está viejo? Pero el Señor le dijo a
Abraham: ¿Por qué se ríe Sara? Ha dicho: ¿Será cierto que voy a
dar a luz siendo ya vieja? ¿Acaso hay para Dios algo que sea
difícil? En el momento indicado volveré a ti, y conforme al
tiempo de gestación Sara tendrá un hijo. Sara lo negó, y dijo: No
me reí. Más bien, tuve miedo. Pero él dijo: No es cierto. Tú te
reíste. Aquellos varones se fueron de allí, y miraron en dirección
a Sodoma. Abraham los acompañaba. Entonces el Señor dijo:
¿Acaso voy a ocultarle a Abraham lo que voy a hacer? ¡Si
Abraham va a ser una nación grande y fuerte, y en él serán
bendecidas todas las naciones de la tierra! Yo sé que él ordenará
a sus hijos y a sus descendientes que sigan el camino del Señor,
y que sean justos y rectos, para que el Señor cumpla en
Abraham su promesa. Entonces el Señor le dijo: Puesto que el
clamor contra Sodoma y Gomorra va en aumento, y su pecado
se ha agravado demasiado, voy ahora a descender allá, para ver
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Conociendo al Cristo

si lo que han hecho corresponde a las quejas que han llegado


hasta mí. Si no es así, lo sabré. Y aquellos varones se apartaron
de allí, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham seguía estando
delante del Señor. Y se acercó Abraham y le dijo: ¿Acaso vas a
destruir al justo con el injusto? Tal vez haya cincuenta justos en
la ciudad. ¿Acaso destruirás ese lugar, y no lo perdonarás por los
cincuenta justos que estén allí adentro? ¡Lejos sea de ti hacer
morir al justo con el impío, y tratar al justo como al impío!
¡Jamás hagas tal cosa! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no debe
hacer lo que es justo? El Señor respondió: Si dentro de la ciudad
de Sodoma encuentro a cincuenta justos, por ellos perdonaré a
todos los que estén allí. Abraham replicó y dijo: Aquí estoy
ahora, atreviéndome a hablar con mi Señor, aunque solo soy
polvo y ceniza. Pero tal vez falten cinco justos para completar
los cincuenta; ¿por faltar esos cinco destruirás toda la ciudad? Y
el Señor dijo: No la destruiré, si encuentro solo cuarenta y cinco.
Abraham volvió a hablarle, y dijo: Tal vez solo se hallen
cuarenta... Y el Señor respondió: Aun por esos cuarenta no lo
haré. Abraham insistió: Espero que mi Señor no se enoje, si sigo
hablando; pero tal vez solo se encuentren treinta... Y el Señor
respondió: Aun si encuentro treinta, no lo haré. Abraham dijo:
Aquí estoy ahora, atreviéndome a hablar con mi Señor; tal vez
solo se encuentren veinte... Y el Señor contestó: Aun por esos
veinte, no la destruiré. Pero Abraham volvió a decir: Espero que
mi Señor no se enoje si hablo una vez más; pero tal vez se
encuentren solo diez... Y el Señor respondió: Aun por esos diez,
no la destruiré. Cuando el Señor terminó de hablar con
Abraham, se fue de allí; y Abraham volvió a su lugar” (Génesis
18, RVC).
“Empezaba a anochecer cuando los dos ángeles llegaron
a Sodoma. Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad, que
era el lugar donde se reunía la gente. Cuando los vio, se levantó
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Conociendo al Cristo

a recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente”


(Génesis 19:1, DHH).
“Jesús les respondió: ¿De qué me serviría hablar bien de mí
mismo? Mi Padre es el que habla bien de mí, y ustedes dicen que
él es su Dios. En realidad, ustedes no lo conocen. Yo sí lo
conozco. Lo conozco, y le obedezco. Si dijera lo contrario, sería
un mentiroso como ustedes. Abraham, el antepasado de
ustedes, se alegró mucho de que vería el tiempo en que yo
vendría al mundo; lo vio, y le causó mucha alegría. Entonces le
preguntaron: Ni siquiera has cumplido cincuenta años. ¿Cómo
puedes decir que has visto a Abraham? Jesús les dijo: Les
aseguro que mucho antes de que naciera Abraham ya existía yo.
Entonces aquellos judíos quisieron matar a Jesús a pedradas;
pero él se mezcló entre la multitud y salió del templo” (Juan 8:
54-59, TLA).
Qué impresionante es ver a estos tres ángeles enviados
por Dios a hablar con Abraham; pero uno de ellos era especial:
Abraham se postró, el Ángel no le dijo que se levantara, sino
que se dejó adorar.
En segundo lugar, toma el Nombre del Señor, Jehová,
como en primera persona, haciéndose pasar por la divinidad
de Dios. Siglos más tarde, hablando con los judíos, les dice
que él es mayor en edad que Abraham. Él ya existía cuando
este varón había nacido, expresó esto porque lo conocía,
había conversado con él, y le entregó una palabra profética
para su esposa Sara: “Ten por seguro que volveré a ti, y
conforme al tiempo de gestación Sara tu mujer tendrá un hijo”.

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Conociendo al Cristo

El Verbo se le aparece Agar e Ismael

“Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una


sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a
Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues,
que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió
Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar
su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado
Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su
marido. Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que
había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces
Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por
mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová
entre tú y yo. Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está
en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la
afligía, ella huyó de su presencia. Y la halló el ángel de Jehová
junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que
está en el camino de Shur. Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de
dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de
delante de Sarai mi señora. Y le dijo el ángel de Jehová:
Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. Le dijo
también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia,
que no podrá ser contada a causa de la multitud. Además, le
dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz
un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu
aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la
mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos
habitará. Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella
hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también
aquí al que me ve? Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-
que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered. Y Agar dio a luz
un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio
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Conociendo al Cristo

Agar, Ismael. Era Abram de edad de ochenta y seis años,


cuando Agar dio a luz a Ismael” (Génesis 16: 1-16, RVR 1960).
Sara, la esposa de Abraham, era estéril. Ella no esperó el
kayros de Dios en medio de una promesa que le fue dada por
el todopoderoso muchos años atrás; por su impaciencia, le
entrega a Abram su esclava Agar para que le diera hijos. Nace
este hijo, Ismael, y su madre huye junto con él. En el camino
se le aparece el Ángel de Jehová, diciéndole que se vuelva a su
señora y se ponga sumisa delante de ella, y que multiplicaría
tanto tu descendencia que no podría ser contada, a causa de
la multitud.
Podemos leer que el Ángel de Jehová habla en primera
persona, entregando una palabra profética a Agar acerca de
su descendencia futura. Esa descendencia es actualmente la
liga árabe, que comprende los siguientes países: Arabia
Saudita, Argelia, Bahrein, Comoras, Egipto, Emiratos Árabes
Unidos, Iraq, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos,
Omán, Palestina, Qatar, Siria, Somalia, Sudan, Túnez, Yemen
y Yibuti.

El Verbo se aparece a Jacob en Peniel

“Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus


dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó,
pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se
quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el
alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio
del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob
mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y
Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le
dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le
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Conociendo al Cristo

dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has


luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces
Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el
varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo
bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel;
porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y
cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su
cadera. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del
tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo;
porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se
contrajo” (Génesis 32: 22-32, RVR 1960).
Jacob lucha con un ángel hasta el alba, y le es cambiado
el nombre por Israel, porque había luchado con Dios y Jacob le
pregunta por el nombre y aquel varón celestial le dice: “¿Por
qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí”. Años más
tarde, el padre de Sansón le hace la misma pregunta, pero
esta vez se lo declara.
Jacob llamó a aquel lugar con el nombre de Peniel,
porque dijo: “Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”. Qué
revelación de parte del Espíritu al corazón de este siervo; ver
cara a cara al Verbo que, más adelante, vino en carne a esta
tierra.

El Verbo comisiona a Moisés

“Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que era


sacerdote de Madián. Un día, Moisés llevó las ovejas por el
desierto y llegó hasta la montaña de Dios que se llama Horeb.
Allí Dios se le apareció en medio de un arbusto que ardía en
llamas. A Moisés le sorprendió ver que el arbusto estaba en
llamas, pero no se quemaba. Y dijo: ¡Qué extraño! ¡Voy a ver por
27
Conociendo al Cristo

qué no se quema ese arbusto! Cuando Dios vio que Moisés se


acercaba, le gritó: ¡Detente, Moisés! Moisés contestó: ¡Qué
pasa, Señor! Dios le dijo: ¡No te acerques más! ¡Quítate las
sandalias, porque estás en mi presencia! Yo soy el Dios de tus
antepasados; yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Al
oír esto, Moisés no se atrevió a mirar a Dios y se tapó la cara.
Pero Dios siguió diciéndole: Yo sé muy bien que mi pueblo Israel
sufre mucho porque los egipcios lo han esclavizado. También he
escuchado sus gritos pidiéndome ayuda, y he visto que sus
capataces los maltratan mucho. Por eso he venido a librarlos del
poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y rica;
¡tan rica que siempre hay abundancia de alimentos! Es Canaán,
país donde viven pueblos que no me conocen” (Éxodo 3: 1-7,
TLA).
Las Escrituras dicen que Moisés no quiso mirar y se tapó
el rostro; había alguien en ese lugar y era el Ángel de Jehová
que estaba ahí. El pueblo que estaba en Egipto gemía por
redención y, por esa causa, Dios escogió a Moisés para esa
tarea.
Nombra la Palabra de Dios al Ángel de Jehová y,
respectivamente, también lo nombra como Jehová,
manifestando así su divinidad; le dice a Moisés que quitara el
calzado de sus pies porque el lugar donde estaba pisando era
santo, usó las mismas palabras cuando se presentó como
Príncipe del ejército de Jehová a Josué.

Jehová envió al Ángel delante del pueblo de Israel

“Dios también les dijo: Yo enviaré mi ángel para que los


proteja y los guíe en el camino que habrán de seguir para llegar
al lugar que les he preparado. Obedézcanlo siempre, porque yo
28
Conociendo al Cristo

mismo le he dado autoridad para actuar en mi lugar; él los


castigará si no lo obedecen. Si lo obedecen en todo, trataré con
dureza a los enemigos de ustedes. Mi ángel los llevará al país de
Canaán, donde ahora viven muchos pueblos, a los cuales
destruiré por completo” (Éxodo 23: 20-23, TLA).
Dios envía a su Ángel (a Jesús, su Hijo) para que proteja
y cuide a su pueblo en el camino que debían transitar hasta
llegar a Canaán y le dice que él le ha dado autoridad para
actuar en su lugar.

Jehová hablaba con Moisés cara a cara

“Y el Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla


cualquiera con su compañero. Después Moisés volvía al
campamento, pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor,
nunca se apartaba del tabernáculo” (Éxodo 33:11, RVC).
“Cara a cara hablo con él, abiertamente y no en dichos
oscuros, y él contempla la imagen del Señor. ¿Por qué, pues, no
temisteis hablar contra mi siervo, contra Moisés?” (Números
12:8, LBLA).
Moisés hablaba cara a cara con el Señor. Siglos después,
nuevamente habla con él en la transfiguración, junto con
Elías.
“Unos ocho días después de decir esto, Jesús,
acompañado de Pedro, Juan y Jacobo, subió a una montaña a
orar. Mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se tornó
blanca y radiante. Y aparecieron dos personajes —Moisés y
Elías— que conversaban con Jesús. Tenían un aspecto glorioso,
y hablaban de la partida de Jesús, que él estaba por llevar a
cabo en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban rendidos de
29
Conociendo al Cristo

sueño, pero cuando se despabilaron, vieron su gloria y a los dos


personajes que estaban con él. Mientras estos se apartaban de
Jesús, Pedro, sin saber lo que estaba diciendo, propuso:
Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres
albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
Estaba hablando todavía cuando apareció una nube que los
envolvió, de modo que se asustaron. Entonces salió de la nube
una voz que dijo: Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo.
Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Los discípulos
guardaron esto en secreto, y por algún tiempo a nadie contaron
nada de lo que habían visto” (Lucas 9: 28-36, NVI).

El Verbo lo cubrió con su mano y Moisés vio su espalda

“Cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y


te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado” (Éxodo
33:22, DHH).
“Después quitaré mi mano, y podrás ver mis espaldas;
pero mi rostro no debe ser visto” (Éxodo 33:23, DHH).
Podemos recordar en las páginas anteriores que nadie
ha visto al Padre sobre la tierra, esto significa que es el Verbo
que nosotros conocemos como Jesús.

El Verbo se aparece a Moisés y a los ancianos en el monte


Sinaí

“Dijo Jehová a Moisés: Sube ante Jehová, tú, y Aarón,


Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os
inclinaréis desde lejos. Pero Moisés solo se acercará a Jehová; y
ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él. Y Moisés vino y
30
Conociendo al Cristo

contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes;


y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las
palabras que Jehová ha dicho. Y Moisés escribió todas las
palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar
al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de
Israel. Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron
holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehová. Y
Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y
esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar. Y tomó el libro
del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos
todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces
Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la
sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas
estas cosas. Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta
de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había
debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al
cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los
príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y
bebieron. Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y
espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos
que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su
servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y dijo a los ancianos:
Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí
Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a
ellos. Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el
monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la
nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de
en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era
como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de
los hijos de Israel. Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al
monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta
noches” (Éxodo 24: 1-18, RVR 1960).
31
Conociendo al Cristo

La Escritura dice: “Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y


Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de
Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de
zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió
su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios,
y comieron y bebieron”.
Dice que vieron a Dios, lo repite dos veces en estos
versículos; no hay ninguna duda de que era la segunda
persona de la Trinidad de Dios. Esta palabra, Trinidad, es
escriturística; quiere decir que están los tres, pero no lo dice
con sus respectivos nombres.

El verbo se aparece a Josué

“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un


varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada
desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres
de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas
como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces
Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo:
¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de
Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el
lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo” (Josué 5: 13-15,
RVR 1960).
Cada vez que nosotros tengamos que hacer un trabajo
representativo para Dios, debemos encontrarnos con el
Príncipe del ejército de Jehová, ya que él nos dará las
directrices que necesitamos para vencer y derrotar el
enemigo, así como posteriormente cayeron las murallas de
Jericó.

32
Conociendo al Cristo

Dicen las Escrituras que Josué se postró delante del


Ángel y le adoró, qué tremendo, no le dijo que no lo adorara y
se pusiera en pie, sino que dejó que le diera pleitesía y,
además, le dice que se quite el calzado de sus pies, porque el
lugar donde está es santo; las mismas palabras que le
pronunció el Ángel a Moisés. No hay duda de que era nuestro
Señor Jesús.

El Ángel de Jehová en Boquim

“Y el ángel del Señor subió de Gilgal a Boquim y dijo: Yo os


saqué de Egipto y os conduje a la tierra que había prometido a
vuestros padres y dije: Jamás quebrantaré mi pacto con
vosotros” (Jueces 2:1, LBLA).
El Ángel de Jehová fue el precursor de la salida de Israel
de Egipto, con mano poderosa envió las plagas, abrió el mar y
estuvo en el desierto con ellos durante los cuarenta años.

El Verbo llamó a Gedeón

“Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor.


Entonces el Señor los entregó a los madianitas durante siete
años. Los madianitas eran tan crueles que los israelitas hicieron
escondites en los montes, en las cuevas y en lugares
fortificados. Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos,
venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del
oriente y atacaban a Israel. Acampaban en territorio israelita y
destruían las cosechas hasta la región de Gaza. Se llevaban
todas las ovejas, las cabras, el ganado y los burros, y dejaban a
los israelitas sin qué comer. Estas multitudes enemigas, que
33
Conociendo al Cristo

venían con sus animales y sus carpas, eran como una plaga de
langostas; llegaban en numerosas manadas de camellos,
imposibles de contar, y no se iban hasta que la tierra quedaba
desolada. Así que Israel se moría de hambre en manos de los
madianitas. Entonces los israelitas clamaron al Señor por
ayuda. Cuando clamaron al Señor a causa de Madián, el Señor
les envió un profeta, quien dijo al pueblo de Israel: Esto dice el
Señor, Dios de Israel: Yo te saqué de la esclavitud en Egipto. Te
rescaté de los egipcios y de todos los que te oprimían. Expulsé a
tus enemigos y te di sus tierras. Te dije: Yo soy el Señor, tu Dios.
No debes rendir culto a los dioses de los amorreos, en cuya tierra
ahora vives. Pero no me hiciste caso. Después el ángel del Señor
vino y se sentó debajo del gran árbol de Ofra que pertenecía a
Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás, estaba trillando
trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los
madianitas. Entonces el ángel del Señor se le apareció y le dijo:
¡Guerrero valiente, el Señor está contigo! Señor —respondió
Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede
todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron
nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: El Señor nos sacó de
Egipto? Pero ahora el Señor nos ha abandonado y nos entregó
en manos de los madianitas. Entonces el Señor lo miró y le dijo:
Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los
madianitas. ¡Yo soy quien te envía! Pero, Señor —respondió
Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más
débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor
importancia en mi familia! El Señor le dijo: Yo estaré contigo, y
destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra
un solo hombre. Si de verdad cuento con tu favor —respondió
Gedeón—, muéstrame una señal para asegurarme de que es
realmente el Señor quien habla conmigo. No te vayas hasta que
te traiga mi ofrenda. Él respondió: Aquí me quedaré hasta que
34
Conociendo al Cristo

regreses. Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un cabrito


y horneó pan sin levadura con una medida de harina. Luego
llevó la carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo
delante del ángel, quien estaba bajo el gran árbol. Así que el
ángel de Dios le dijo: Pon la carne y el pan sin levadura sobre
esta piedra y derrama el caldo sobre ellos. Y Gedeón hizo lo que
se le indicó. Entonces el ángel del Señor tocó la carne y el pan
con la punta de la vara que tenía en la mano, y de la piedra salió
fuego que consumió todo lo que Gedeón había llevado. Y el
ángel del Señor desapareció. Cuando Gedeón se dio cuenta de
que era el ángel del Señor, clamó: ¡Oh Soberano Señor, estoy
condenado! ¡He visto cara a cara al ángel del Señor! No te
preocupes —le contestó el Señor—. No tengas miedo; no
morirás. Entonces Gedeón construyó un altar al Señor en ese
lugar y lo llamó Yahveh-shalom (que significa «el Señor es
paz»). Ese altar sigue en Ofra, en la tierra del clan de Abiezer,
hasta el día de hoy. Esa noche el Señor le dijo a Gedeón: Toma
el segundo toro del rebaño de tu padre, el que tiene siete años.
Derriba el altar que tu padre levantó a Baal y corta el poste
dedicado a la diosa Asera que está junto al altar. Después
construye un altar al Señor tu Dios en el santuario de esta
misma cima, colocando cada piedra con cuidado. Sacrifica el
toro como ofrenda quemada sobre el altar, y usa como leña el
poste dedicado a la diosa Asera que cortaste” (Jueces 6: 1-26,
NTV).
En un tiempo de crisis en Israel, que fue por su
desobediencia, los madianitas les robaban y destruían las
cosechas. El Ángel de Jehová les envió un profeta que les dijo
que el Señor los había sacado de Egipto y les había dado
órdenes que no cumplieron. El Ángel de Jehová comisiona a
Gedeón, un campesino que estaba escondiendo el trigo de los
madianitas.
35
Conociendo al Cristo

Dios entregó misiones en el pasado, y hoy en día


nuestro Señor Jesucristo sigue encargando y depositando un
mensaje para el mundo y para el pueblo de Dios.

El Verbo predice el nacimiento de Sansón

“Los Israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del


Señor, y el Señor los entregó en manos de los filisteos durante
cuarenta años. Había un hombre de Zora, de la familia de los
danitas, el cual se llamaba Manoa; su mujer era estéril y no
había tenido hijos. Entonces el ángel del Señor se le apareció a
la mujer, y le dijo: Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a
concebir y a dar a luz un hijo. Ahora pues, cuídate de no beber
vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda. Porque vas a
concebir y a dar a luz un hijo. El no pasará navaja sobre su
cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno
materno. Y él comenzará a salvar a Israel de manos de los
filisteos. La mujer fue y se lo dijo a su marido: Un hombre de
Dios vino a mí, y su aspecto era como el aspecto del ángel de
Dios, muy imponente. Yo no le pregunté de dónde venía, ni él
me hizo saber su nombre. Pero él me dijo: Vas a concebir y a dar
a luz un hijo; desde ahora no beberás vino ni licor, ni comerás
cosa inmunda, porque el niño será nazareo para Dios desde el
seno materno hasta el día de su muerte. Entonces Manoa
imploró al Señor, y dijo: Te ruego Señor, que el hombre de Dios
que tú enviaste venga otra vez a nosotros, para que nos enseñe
lo que hemos de hacer con el niño que ha de nacer. Dios escuchó
la voz de Manoa. Y el ángel de Dios vino otra vez a la mujer
cuando estaba sentada en el campo; pero Manoa su marido no
estaba con ella. La mujer corrió rápidamente y avisó a su
marido, y le dijo: Ven, se me ha aparecido el hombre que vino el
36
Conociendo al Cristo

otro día. Manoa se levantó y siguió a su mujer, y cuando llegó al


hombre, le dijo: ¿Eres el hombre que habló a la mujer? Yo soy,
respondió él. Y Manoa le preguntó: Cuando tus palabras se
cumplan, ¿cómo debe ser el modo de vivir del muchacho y cuál
su vocación? Y el ángel del Señor contestó a Manoa: Que la
mujer atienda a todo lo que le dije. No comerá nada que venga
de la vid, no beberá vino ni licor, ni comerá nada inmundo. Ella
deberá guardar todo lo que le he ordenado” (Jueces 13: 1-25,
NBLH).

Nacimiento de Sansón

“Entonces Manoa dijo al ángel del Señor: Permítenos


detenerte y prepararte un cabrito. Y el ángel del Señor respondió
a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu alimento, pero
si preparas un holocausto, ofrécelo al Señor. Y Manoa no sabía
que era el ángel del Señor. Y Manoa dijo al ángel del Señor:
¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumplan tus palabras,
te honremos? El ángel del Señor le respondió: ¿Por qué
preguntas mi nombre, viendo que es maravilloso
(incomprensible)? Entonces Manoa tomó el cabrito con la
ofrenda de cereal y los ofreció sobre una piedra al Señor, y el
ángel hizo maravillas mientras que Manoa y su mujer
observaban. Pues sucedió que cuando la llama subía del altar
hacia el cielo, el ángel del Señor ascendió en la llama del altar.
Al ver esto, Manoa y su mujer cayeron rostro en tierra. El ángel
del Señor no se volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer.
Entonces Manoa supo que era el ángel del Señor. Y Manoa dijo a
su mujer: Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios.
Pero su mujer le contestó: Si el Señor hubiera deseado
matarnos, no habría aceptado el holocausto ni la ofrenda de
37
Conociendo al Cristo

cereal de nuestras manos; tampoco nos habría mostrado todas


estas cosas, ni nos habría permitido ahora oír cosas como estas.
Y la mujer dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón. El niño
creció y el Señor lo bendijo. Y el Espíritu del Señor comenzó a
manifestarse en él en Majané Dan (el campamento de Dan),
entre Zora y Estaol” (Jueces 13: 1-25, NBLH).
En estos versículos hay una tremenda revelación de
parte de Dios. La esposa de Manoa era estéril, y se le apareció
el Ángel de Jehová y le dijo que iba a tener un hijo, y que ese
hijo iba a ser nazareo; se lo contó a su esposo y juntos oraron
para que el Enviado de Dios volviera, y así fue.
Cuando Manoa le pregunta el nombre, el Ángel se lo
revela, en esta versión de la Biblia dice: “Y Manoa dijo al ángel
del Señor: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumplan tus
palabras, te honremos? El ángel del Señor le respondió: ¿Por
qué preguntas mi nombre, viendo que es maravilloso
(incomprensible)?”. En otra versión dice: “Entonces dijo Manoa
al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se
cumpla tu palabra te honremos? Y el ángel de Jehová respondió:
¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?”.
Recuerden que Jacob, en Peniel, le pregunta al ángel por el
nombre y este no responde, pero en esta ocasión sí lo hace, y
dice que su nombre es admirable. Veremos más adelante una
profecía del nacimiento de Jesús. Esto está en Isaías 9: 5-6,
que dice: “Porque todo calzado que lleva el guerrero en el
tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán
quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo
nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su
nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno,
Príncipe de Paz”. Además, el Ángel hizo milagros delante de
ellos; los padres de Sansón se postraron en tierra, Manoa

38
Conociendo al Cristo

manifiesta con sus labios estas palabras: “Ciertamente


moriremos, porque a Dios hemos visto”.

El Verbo se hizo carne

En el libro de Mateo 22: 41-46 dice: “Y estando juntos los


fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo?
¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. Él les dijo: ¿Pues cómo
David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi
Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es
su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde
aquel día preguntarle más”. Veremos también el libro de
Salmos 110:1, “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
La palabra Jehová significa Señor, vendría siendo lo
mismo al referirse a la divinidad de Dios, por lo tanto, el Padre
y el Hijo son Señor, y también son Jehová. Es por ese motivo
que, cuando se presenta el Ángel de Jehová en el Antiguo
Testamento, se intercambian algunos títulos como Señor,
Jehová, representando al Hijo. Examinemos muy
cuidadosamente las Escrituras: hay ocasiones en que, cuando
dice Jehová, se refiere al Padre y no al Hijo.
“Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios,
ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he
venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió”
(Juan 8:42, RVR 1960).

39
Conociendo al Cristo

El Verbo es el único que limpia y salva

“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba


delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano
derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te
reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te
reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio? Y Josué
estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y
habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él,
diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que
he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.
Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron
una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el
ángel de Jehová estaba en pie. Y el ángel de Jehová amonestó a
Josué, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres
por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú
gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre estos
que aquí están te daré lugar. Escucha pues, ahora, Josué sumo
sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque
son varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi siervo el
Renuevo. Porque he aquí aquella piedra que puse delante de
Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré
su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de
la tierra en un día. En aquel día, dice Jehová de los ejércitos,
cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo de su
vid y debajo de su higuera” (Zacarías 3: 1-10, RVR 1960).
El Ángel de Jehová tiene el poder para cambiar las
vestiduras viles y quitar el pecado, ¿quién más que Jesús
puede hacer eso?
Un día orando le pedí al Señor que me enseñara quién
era el Ángel de Jehová, y lo que está escrito en este libro
“Conociendo al Cristo” es lo que el Espíritu Santo me enseñó y
40
Conociendo al Cristo

me dijo: “Para conocer realmente a Jesús, debes conocerlo de


tres formas: una es a través de los evangelios, que hablan de su
carácter y su obra; otra es a través del Tabernáculo y otra a
través del Ángel de Jehová”. Esto demuestra que el Señor
siempre estuvo con ellos, desde su nacimiento como nación,
hasta los últimos días del Antiguo Testamento y,
posteriormente, como el Mesías esperado.

41
Conociendo al Cristo

42
Conociendo al Cristo

43
Conociendo al Cristo

El Tabernáculo

El Tabernáculo nació en el corazón de Dios para


enseñarnos verdades espirituales, señalando en cada una de
ellas a su amado hijo Jesús. Este diseño que vino de su trono
era una tienda de campaña portátil; en su construcción, Dios
mismo fue su arquitecto (Hebreos 8:2).
El Tabernáculo nos muestra ciertas verdades que nos
empujan a ver realidades que ahora podemos comprender en
esta dispensación de la Gracia, como ver a Cristo en cada
parte de él, ver a la Iglesia en el Lugar Santo y al creyente en
sus actividades como sacerdote. Todo el Antiguo Testamento
es una sombra de Jesús.
En la carta a los Hebreos, la Palabra de Dios nos dice que
el tabernáculo que Dios mandó a Moisés edificar fue hecho
conforme al modelo del tabernáculo en el cielo: “Los cuales
sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como
se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo,
diciéndole: mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se
te ha mostrado en el monte” (Hebreos 8:5). Por lo tanto, de
esta escritura podemos comprender que el tabernáculo que
Dios mandó construir a Moisés era una sombra del cielo,
edificado conforme al modelo del cielo. Si examinamos
44
Conociendo al Cristo

Apocalipsis 21: 1-3, podremos comprender aún más que el


tabernáculo se edificó según el diseño celestial. Además,
vemos que Dios dio a Moisés detallados muy minuciosamente
los planos y las instrucciones acerca de cada elemento (Éxodo
25:9).
Nuestro cuerpo en Jesús es llamado por Dios
tabernáculo: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre,
este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una
casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por eso
también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra
habitación celestial” (2° Corintios 5: 1-2). Por lo tanto, nuestros
cuerpos son vistos por Dios como un tabernáculo y un templo.
Así como Dios juzgó a los hijos de Israel por profanar el
tabernáculo y templo terrenal por causa del pecado, Dios
también juzgará nuestras vidas terrenales si manchamos
nuestros cuerpos con el pecado. Los que manchan su cuerpo
terrenal, que es visto por Dios como un tabernáculo y templo,
no serán la novia de Cristo. Los que mantienen limpias sus
vidas terrenales viviendo santamente para Dios, serán la novia
de Cristo (1º Corintios 3: 16-17; 6: 18-20).

El Tabernáculo tiene una diversidad de símbolos:


- El oro, que significa divinidad.
- La plata, que representa la redención.
- El bronce, que es el sufrimiento.

También los colores manifiestan verdades:


- El carmesí, que nos habla de la sangre redentora de
Cristo.
- El azul, que nos habla de que él es el Hijo de Dios.
- El púrpura, que simboliza que Cristo es El Rey.
- El lino fino blanco, del Cristo perfecto.
45
Conociendo al Cristo

- El escarlata, que nos muestra a Cristo como nuestro


salvador.

Los materiales que se usaron en el Tabernáculo también


nos quieren revelar los diseños de Dios; nombraremos
algunos de estos:
- El pelo de cabra, que es el ministerio del profeta.
- Las pieles de carnero teñidas de rojo, que son la sangre
derramada.
- Las pieles de tejones, que es la fealdad del pecado de la
humanidad.
- La madera de acacia, que muestra la carne
incorruptible.
- El aceite para las lámparas, que es la unción del Santo
que está en nosotros.
- Las especias para el aceite de la unción, que es nuestra
adoración al Altísimo.
- El ónice y las piedras de engaste, que es la Iglesia: el
Cuerpo de Cristo.
- Las piedras preciosas, que también representan a la
Iglesia.

El Tabernáculo estaba dividido en tres secciones: el


atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Este es un diseño
de Dios hermoso, incomprensible para la mente humana; es
un anteproyecto del cielo para identificar a nuestro Señor
Jesucristo y a la Iglesia del Señor que los tipifica en tres
grupos:

- Los creyentes del atrio


- Los creyentes del Lugar Santo
- Los creyentes del Lugar Santísimo
46
Conociendo al Cristo

El tamaño del tabernáculo era de 45,72 metros de largo


por 22,86 metros de ancho.

El atrio

En el atrio se encontraban estos elementos: la puerta, el


altar de bronce y la fuente de bronce.

- La Puerta: “y para la puerta del atrio habrá una cortina


de veinte codos, de azul, púrpura, carmesí, y lino torcido,
de obra de recamador; sus columnas cuatro con sus
cuatro basas” (Éxodo 27:16).
La puerta de entrada, también llamada el camino, es
figura de Cristo: “Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será
salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9). Esta
puerta no tiene cerradura, ni candado; está tapada solo con
una cortina de 20 codos (9 metros) y 2,20 metros de alto.
Esto nos habla del amor tan grande y maravilloso de Dios.
Era una cortina que estaba sostenida por cuatro
pilares; la cortina tenía cuatro colores y cada uno de ellos
representa a Cristo:
• Mateo: Jesús como Rey (púrpura).
• Marcos: Jesús como el Hombre perfecto (blanco).
• Lucas: Jesús como Salvador (carmesí).
• Juan: Jesús como Hijo de Dios (azul).
La puerta, que es la cortina, representa la entrada a
Jesús: es el paso para la conversión.
Había en total 60 pilares en el perímetro; el numero 6
nos habla del hombre: debilidad humana. El numero 10 nos
habla de responsabilidad. Podemos decir que el hombre no

47
Conociendo al Cristo

fue responsable, pero Jesús vino y tomó nuestros pecados


y él cumplió con nuestras responsabilidades.
Satanás quiere que este diseño de Dios no se cumpla
en nosotros; el deseo del enemigo es que el creyente
ingrese por la puerta, que esté durante un tiempo y luego
salga de la puerta, viviendo toda la vida entrando y
saliendo del atrio.

- El altar de bronce: “Harás también el altar de madera


de acacia, de 2,25 metros su longitud, de 2,25 metros su
anchura, el altar será cuadrado, y de 1,35 metros su
altura” (Éxodo 27:1, Nueva Biblia Latinoamericana de
Hoy).
El altar fue colocado en la puerta, era la primera cosa
que los israelitas encontraban al acercarse a Dios: no había
acceso a Dios sino por medio de un sacrificio. Debemos
arrepentirnos de nuestros pecados.
Estaba hecho de madera de acacia y recubierto en
bronce. Tenía 2,20 metros de ancho por 2,20 metros de
largo, por 1,30 de alto. Tenía unas varas para poder
trasladarlo.
El tamaño del altar estaba dispuesto de tal manera,
que todos los demás muebles del tabernáculo cabían
dentro de él, mostrando así que todas las bendiciones para
los creyentes están incluidas en la muerte de Cristo y su
sangre derramada. También en el altar había un enrejado
de bronce donde se apoyaba el sacrificio; el bronce
significa juicio.
Todos los días, de mañana y de tarde, era ofrecido el
cordero, de manera que a toda hora del día se encontraba
el sacrificio quemándose y la puerta abierta.

48
Conociendo al Cristo

El enemigo de nuestra alma quiere que el diseño de


Dios no sea aplicado a nuestras vidas porque, si llegamos al
altar de bronce, seremos perdonados y restaurados, pero si
no lo hacemos y pasamos de ese lugar, no seremos un
problema para él; él quiere que pasemos de la puerta al
altar de bronce, y después que nos volvamos y salgamos de
la puerta otra vez; así, nunca creceremos, seremos
irresponsables, viviremos en la carne, nos gustará el
mundo y su sistema de organización. Este tipo de anti
diseño busca sus propios intereses, y cuando está la
necesidad extrema se ingresa por la puerta, y cuando se
está bien se va nuevamente fuera de la puerta: se vive
como en un círculo vicioso.

- La fuente de bronce: “Harás también una fuente de


bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás
entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en
ella agua” Éxodo 30:18.
La fuente de bronce o el lavacro era utilizado por los
sacerdotes para lavarse antes de entrar al
Lugar Santo para adorar. El lavacro nos habla de Cristo, la
Palabra viviente; el agua en el lavacro nos habla de la
Palabra escrita.
La verdad espiritual que esto nos enseña es la de la
santificación por la Palabra de Dios (Efesios 5: 25-27).
Llegamos al lavacro después de pasar por el altar; el altar
era para los pecadores, el lavacro era para los sacerdotes y
tenía que ver con su separación para entrar en el santuario
con el fin de adorar.
No nos dice la forma ni el tamaño de este elemento;
esto quiere decir que no hay límites para Dios. Tampoco se
nos dice cómo fue llevado por el desierto.
49
Conociendo al Cristo

El lavacro tenía en su interior espejos que fueron dados


por las mujeres, esto refleja a la persona, muestra sus
bellezas y deformidades. Así, la Palabra de Dios es como
un espejo que revela quiénes somos. Hebreos 4:12 nos
dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir
el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón”.
El lavacro significa también limpieza y purificación a
través de la Palabra: “Ya vosotros estáis limpios por la
palabra que os he hablado” (Juan 15:3).
La Iglesia del Señor es un grupo de sacerdotes que
debe ministrar a muchos que están fuera de la puerta; es
por eso que debemos lavarnos con la Palabra de Dios antes
de acercarnos al santuario. Este es el diseño perfecto de
Dios; los sacerdotes debían lavarse los pies y las manos.
“y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los
muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos
ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre, e hizo
de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a él
sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén”
(Apocalipsis 1: 5-6, Biblia de las Américas).
“también vosotros, como piedras vivas, sed edificados
como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
Jesucristo. Pues esto se encuentra en la Escritura: he aquí,
pongo en Sion una piedra escogida, una preciosa piedra
angular, y el que crea en él no será avergonzado. Este
precioso valor es, pues, para vosotros los que creéis; pero
para los que no creen, la piedra que desecharon los
constructores, esa, en piedra angular se ha convertido, y,
piedra de tropiezo y roca de escándalos, pues ellos tropiezan
50
Conociendo al Cristo

porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban


también destinados. Pero vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de
Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable” (1º Pedro 2: 5-9, Biblia de
las Américas).
Este es la mejor parte del atrio: nos hemos arrepentido,
hemos avanzado, hemos sido lavados por la Palabra, estamos
ministrando y, lo más maravilloso: estamos a punto de
ingresar al Lugar Santo.

El Lugar Santo

“Hizo también el velo para la puerta de tabernáculo, de


azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador; y sus
cinco columnas con sus capiteles; y cubrió de oro los capiteles y
las molduras, e hizo de bronce sus cinco basas” (Éxodo 36: 37-
38).
Antes de ingresar al Lugar Santo, había un velo. El velo
estaba dividido en cinco partes, con los mismos colores que la
puerta del atrio: blanco, carmesí, púrpura y azul.
Este velo no habla de Cristo, sino de su cuerpo:
la Iglesia. Habla de los cinco ministerios de la Iglesia (Efesios
4.11): el apóstol, el profeta, el evangelista, el pastor y el
maestro.
El apóstol es como el dedo pulgar: así como el dedo
pulgar toca los demás dedos (figuras de cada ministerio), el
apóstol es el que pasó por todos los demás ministerios.
El profeta es el dedo índice: así como el dedo índice
sirve para indicar, el profeta es el que indica las cosas de Dios.

51
Conociendo al Cristo

El evangelista es el dedo mayor: así como el dedo mayor


alcanza cosas a las que los demás no llegan, el evangelista es
el que alcanza personas para Cristo.
El pastor es el dedo gentil/anular.
El maestro es el dedo meñique: es un dedo/ministerio
que llega a lugares adonde no llegan otros dedos/ministerios.
Esto representa los lugares celestiales, donde el creyente está
sentado por la fe con Cristo. Era el lugar en donde el
sacerdote ministraba.
Nuestro privilegio ahora según, 1° Pedro 2:5, es entrar a
la presencia de Dios y ofrecer sacrificios espirituales. Dios no
solamente salva a los pecadores, sino que también hace de
ellos adoradores.
En el Lugar Santo encontramos la mesa de los panes, el
candelero de oro y el altar de incienso.

- La puerta: Esta puerta es figura de Cristo, quien nos da


entrada a la presencia de Dios.
La puerta de entrada al Lugar Santo, a diferencia de la
del atrio, era angosta; esto es porque entraban
solamente los sacerdotes. De esto se desprende que el
atrio es para muchos, pero las bendiciones de una
comunión íntima con Dios son solo para aquellos que
viven consagrados para él.
- La mesa de los panes: “Harás asimismo una mesa de
madera de acacia; su longitud será de dos codos, y de un
codo su anchura, y su altura de codo y medio” (Éxodo
25:23).
Sobre esta mesa se colocaban doce panes de flor de
harina puestos en dos hileras. Sobre estos panes se
colocaba incienso puro. Estos panes eran cambiados
cada sábado por el sacerdote (Levítico 24: 5-9), los
52
Conociendo al Cristo

cuales se comían el pan viejo y el incienso era


quemado en el altar de incienso. Además del pan
también había bandejas y vasijas donde se colocaba
vino, y los sacerdotes cada sábado bebían de ese vino.
Jesús dijo: “Porque mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida. El que come de mi carne y
bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él” (Juan 6: 55-
56). Este elemento dentro del Lugar Santo representa
a Jesús como el pan de vida, del cual todo hombre
debería alimentarse: “Este es el pan que descendió del
cielo; el que come de este pan vivirá eternamente” (Juan
6:58).
La moldura o corona del ancho de una mano alrededor
de la mesa servía para que los panes no se cayeran; él
cuida a los que están en el Lugar Santo, a diferencia de
los que en el atrio se salen de la puerta, porque la
desobediencia trae consecuencias.

- El candelabro: “Harás también un candelero de oro puro;


labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña,
sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo
mismo” (Éxodo 25:31).
El combustible para el alumbrado era de aceite puro
de oliva (Éxodo 27: 20-21; Levítico 24: 1-4). Notemos
que en cuatro ocasiones Dios le dice a Moisés: “mira...
haz todo conforme al modelo que te fue mostrado en el
monte”. Cada detalle significaba mucho para Dios,
porque aquello fue el tipo fiel de “aquel verdadero
tabernáculo, que levantó el Señor y no el hombre”
(Hebreos 8:2). Fue hecho de una sola pieza y tallado a
mano; el peso aproximado fue de 34 Kg. (Éxodo 37:24),

53
Conociendo al Cristo

un talento; no sabemos la medida que tenía este


elemento, pero por el peso podemos estimarlo.
Consistía en un pie y su caña, y de sus lados salían seis
brazos, tres para cada lado; en cada brazo había tres
copas en forma de flor de almendro, una manzana y
una flor. En la caña central del candelabro, cuatro
copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y
sus flores. En el extremo de cada uno de los siete
brazos tenía copas que contenían el aceite de oliva
donde iba colocada la mecha que luego se encendía.
En el Lugar Santo no había luz natural, solo iluminaba
la luz del candelabro; esto es figura de la luz de Dios.
No se nos dice la medida del candelero: esto es figura
de que la luz de Dios es sin límites.
El candelero es tipo del Señor Jesucristo, veamos a
Jesús en el evangelio de Juan:
• Él es la luz: Juan 1: 7-9.
• Él es la luz de los hombres: Juan 1:4.
• Él es la luz del mundo: Juan 8:12.
Notemos que la luz fue lo primero que creo Dios. La luz
es una fuente necesaria para la vida de todas las cosas,
de toda la creación. Jesús dice en tres evangelios que
nosotros somos la luz del mundo, la luz de Jesús que
brilla a través de los suyos es aquella que brilla para
alumbrar al mundo. Dice que cada lámpara estaba
llena de aceite, esto es figura de la unción del Espíritu
Santo en nosotros, que estamos llenos de él.
El creyente lleno del Espíritu Santo pondrá su vista
solamente en Jesús. Cuando Moisés bajó del monte,
dice que su rostro resplandecía a causa de la gloria y de
la unción del Espíritu Santo. Pero el candelabro estaba
puesto en la tierra para alumbrar en la oscuridad.
54
Conociendo al Cristo

El candelabro estaba hecho totalmente de oro; el oro


es figura de la divinidad de Dios. También tenía siete
lámparas, esto es figura de la perfección de Dios.
Fue labrado a martillo, esto nos habla de los
sufrimientos de Jesús en la cruz a favor nuestro.
La copa en forma de flor de almendro que había en
cada brazo nos recuerda la resurrección de Jesús; el
almendro es el primer árbol que florece luego de un
duro invierno, así es Jesús que florece: resucita en
nosotros.
Este diseño es para su Iglesia, ya que tiene
características importantes para su provecho:
• Somos luz del mundo.
• Tenemos aceite: la unción del Espíritu Santo.
• Somos el candelabro que representa la divinidad
de Dios: tenemos algo de él.
• Somos la copa de almendro que es la resurrección
de Jesús: hemos resucitado de la muerte.

- El altar del incienso: “Harás asimismo un altar para


quemar el incienso; de madera de acacia lo harás. Su
longitud será de un codo y su anchura de un codo; será
cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos serán
parte del mismo. Y los cubrirás de oro puro, su cubierta,
sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en
derredor una cornisa de oro” (Éxodo 30:1).
El altar del incienso, llamado también el altar de oro, se
diferenciaba del altar del holocausto, que era de
bronce. La construcción de este altar era sencilla,
medía 1 codo x 1 codo x 2 codos de altura. Tenía en la
parte superior una corona que evitaba que se cayera el
incienso allí depositado; también tenía cuatro cuernos,
55
Conociendo al Cristo

uno en cada esquina, y cuatro anillos de oro que


estaban debajo de la cornisa o corona que servían para
meter dos varas de madera de acacia recubiertas de
oro, para poder transportar el altar.
El altar del incienso estaba ubicado frente a la puerta
del Lugar Santísimo, y el humo del incienso quemado
llenaba los dos lugares. El altar del incienso representa
a los cristianos que viven una vida de oración y de
adoración. Este altar era un altar de adoración donde
el sacerdote quemaba el incienso y este hacía subir un
perfume grato delante de Jehová; representa la
adoración de los verdaderos adoradores.

El Lugar Santísimo

En este lugar se encontraban los siguientes elementos:


el propiciatorio, los querubines, las tablas de la ley, la vara de
Aarón que reverdeció y el testimonio o maná. El único mueble
en el Lugar Santísimo era el arca, con su cubierta llamada
propiciatorio, que era de una sola pieza con los querubines:
“Harás también un arca de madera de acacia, cuya longitud
será de dos codos y medios, su anchura de codo y medio, y su
altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y
por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor”
(Éxodo 25:10); “En la que estaba una urna de oro que contenía
el maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto”
(Hebreos 9:4).
Este mueble representa la presencia de Dios
manifestada; sobre este mueble estaba la columna de fuego
de noche y la nube de día.

56
Conociendo al Cristo

Moisés era el único que podía entrar libremente en el


tabernáculo, sin necesidad de sacrificio, cuantas veces quería;
Dios allí hablaba con él y le daba instrucciones para el pueblo
(Éxodo 25:22); en Levítico 17: 7-9, vemos que Moisés entró en
diferentes días dentro del tabernáculo. Cuando se erigió el
tabernáculo, Moisés no pudo entrar a causa de la gloria de
Dios (Éxodo 40:34). Moisés es un tipo de Cristo como
mediador entre Dios y los hombres (1º Timoteo 2:5; Isaías
61:1).

- El propiciatorio: Este fue hecho de oro puro (Éxodo 25:


17-22), recordando así la divinidad y deidad de Dios;
labrado a martillo, recordándonos los sufrimientos de
Cristo en la cruz. El propiciatorio nos habla de la
misericordia de Dios manifestada hacia el hombre en
Cristo.
La sangre rociada sobre el propiciatorio nos recuerda
que la misericordia está basada sobre la justicia y
muerte de Jesús en la cruz. Hoy, los creyentes viven en
plenitud las misericordias de Dios, ya que están dentro
de su corazón: dentro del velo, en el Lugar Santísimo.

- Los querubines: sobre el propiciatorio, y en una sola


pieza, estaban hechos dos querubines de oro, con sus
alas extendidas uno frente al otro, cubriendo el arca.
Dios moraba entre los querubines y desde allí se
comunicaba con los sacerdotes. En el Lugar Santísimo
no había luz, pero la gloria de Dios, llamada Shekinah,
que moraba entre los querubines, iluminaba todo el
lugar.

57
Conociendo al Cristo

Los cristianos que viven en la presencia de Dios viven


con la Shekinah sobre sus cabezas, rodeados de
ángeles que están siempre con ellos.

- Las tablas de la ley: estas tablas fueron las segundas


que Dios le mandó a Moisés preparar, las cuales no
rompió. Estas tablas contenían la ley de Dios que
ningún hombre pudo ni podrá cumplir, excepto
nuestro señor Jesús; esto nos recuerda que nosotros
no podemos cumplir la ley, pero Jesús, que la cumplió,
nos hizo justos a través de él. De esto nos habla el
apóstol Pablo en la carta a los Romanos, de “la
justificación por la fe”.
Algunos creyentes usan las primeras tablas, pero
debemos romperlas para vivir con las segundas, y
estas están en el Lugar Santísimo. Los cristianos que
viven conforme a las segundas viven en santidad plena
todos los días.

- La vara de Aarón que reverdeció: la vara en la Escritura


es figura de fuerza y poder; esta vara que
reverdeció nos recuerda a la resurrección de Jesús;
entonces, podemos decir que, por el poder de Dios,
Jesús resucitó de los muertos para salvarnos de
nuestros pecados. Los cristianos que viven en el Lugar
Santísimo están llenos de fuerza y de poder, hay una
resurrección a una nueva forma de vivir su existencia
sobre la tierra.

- El testimonio o maná: el testimonio era una urna de oro


donde se había colocado el maná; esto nos recuerda
que Jesús es el pan de vida y que el que come de este
58
Conociendo al Cristo

pan vivirá eternamente. Es símbolo del pan que


descendió del cielo. También nos recuerda la provisión
milagrosa de Dios durante cuarenta años en el
desierto. Los cristianos que viven en el Lugar
Santísimo viven con rhema nuevo cada día y llenos de
provisión: tienen los cielos abiertos.

(Tomado del libro “Los diseños de Dios”, Sergio Riveros,


Casa Segura Publicaciones).

59
Conociendo al Cristo

60
Conociendo al Cristo

61
Conociendo al Cristo

El carácter y la obra
de Jesucristo

Jesucristo, en su carácter, ha recibido la aprobación y


alabanza de Dios, de los hombres y de ángeles y demonios. Su
carácter refuerza sus creencias. La suya es todo lo que debe
ser una vida cuando se la juzga por medio del patrón más
elevado: “Aunque algo del carácter de Cristo se reveló en una
edad, algo en otra, aun así la eternidad misma no puede
revelarlo en su totalidad" (Flavel, The Fountain of live, La
fuente de vida, p. 15).

LA SANTIDAD DE JESUCRISTO

La santidad es la separación del pecado, de lo profano a


lo santo. Si hablamos de santidad, nuestro mayor ejemplo es
Jesucristo, con una conducta ejemplar, como la que tuvo en el
transcurso de su vida en el plano terrenal, separado de todo lo
que implica pecado.

62
Conociendo al Cristo

Dios nos llama a ser santos, a santificarnos para él. La


santidad de Jesucristo significa que está libre de todo pecado:
“Jesús le respondió: Te aseguro que si uno no nace del agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5, TLA).
Nacer del agua y del Espíritu; estas palabras que Jesús le
dice a Nicodemo en su conversación se pueden interpretar de
varias formas. Una de ellas hace referencia al parto natural y
la otra hace alusión al nacimiento del Espíritu, de este nuevo
nacimiento que es en Cristo Jesus.
Tenemos otra situación en la que la mujer samaritana le
pregunta a Jesús el porqué le pide a ella que le dé agua de
beber; él le contesta: “Si tú conocieras el don de Dios, y quién es
el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te
hubiera dado agua viva” (Juan 4:10). En los versículos 13 y 14,
él declara: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener
sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una
fuente de agua que brota para vida eterna”.
En el original bíblico, la palabra griega que se utiliza para
agua en este pasaje es hydor, que significa agua que viene de
cualquiera de los depósitos de la tierra; y la palabra usada para
viva es zao, proveniente de la raíz zoe, que hace referencia, no
solamente a la vida temporal, sino también a la eterna. En
Jesucristo está el agua que nos dará vida, y nunca más
tendremos sed; además, está conectada con la vida eterna.
En él está la verdadera santidad, donde no hay contaminación
alguna: él es perfecto en todo.
“No hagáis abominables vuestras personas con ningún
animal que se arrastra, ni os contaminéis con ellos, ni seáis
inmundos por ellos. Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros
por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo;
así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal
63
Conociendo al Cristo

que se arrastre sobre la tierra. Porque yo soy Jehová, que os


hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis,
pues, santos, porque yo soy santo” (Levítico 11: 43-45, RVR
1960). Este versículo nos deja una enseñanza muy clara: que
Jehová es santo, y que nosotros, de igual forma, debemos ser
santos; y lo repite dos veces en estos versículos, y dos veces
utiliza la palabra contaminaréis; en él no hay contaminación
alguna, y el deseo de Dios es que nosotros podamos vivir
como el vivió en esta tierra.
“Ya que el Señor tu Dios viaja en medio de tu campamento
para salvarte y ayudarte a derrotar a tus enemigos, entonces el
campamento es sagrado, si él ve algo desagradable puede
alejarse de ti” (Deuteronomio 23:14, PDT). Aquí nos habla del
campamento, el lugar en donde los integrantes del pueblo de
Israel estaban juntos durante su peregrinación por el desierto,
con una distribución ordenada por unidades tribales, que se
situaban alrededor del santuario portátil llamado Tabernáculo
(Números 1:47 - 2:34; 3: 14-39). Se exigía una estricta limpieza
mediante reglamentos sanitarios (Deuteronomio 23: 9-14). El
Señor manifiesta que él está en medio del campamento, y por
un motivo específico: “para salvarnos y ayudarnos a derrotar a
nuestros enemigos”; pero nos exige que el campamento sea
sagrado. El campamento simboliza nuestra casa, nuestra
iglesia y todo lugar donde esté situado; si no se vive en una
forma santa, dice esta palabra que se puede alejar de
nosotros, porque está viendo algo que no le agrada. Tenemos
el caso de Saúl: el Espíritu Santo se fue de su vida por su
desobediencia hacia el formato que Dios le habló debía llevar
adelante.
“Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la
ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos
estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo” (2º
64
Conociendo al Cristo

Corintios 5:21, NTV). Nos aclara que Cristo nunca pecó, por
eso es el Cordero inmolado sacrificado como ofrenda por
nuestros pecados y, a través de él, podemos tener una
relacion con Dios.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido
tentado en todo como nosotros, pero sin pecado” (Hebreos
4:15, LBLA). Jesús fue tentado de igual forma o parecida a
nosotros, pero la diferencia es que no pecó; él se compadece
de nosotros. En su parte humana, vivió lo que nosotros
padecemos al ser tentados por nuestras flaquezas.
“Jesús es el Jefe de sacerdotes que necesitábamos, pues es
santo, en él no hay maldad, y nunca ha pecado. Dios lo apartó
de los pecadores, lo hizo subir al cielo, y lo puso en el lugar más
importante de todos” (Hebreos 7:26, TLA). Nosotros
necesitábamos un sumo sacerdote que fuera santo, como
Jesús, para llegar al Padre a través de él y volver así a tener
esa relación que habíamos perdido por causa del pecado.
Nuevamente declara que él es santo, y que no hay maldad en
él. Por eso, Dios lo hizo subir al cielo y le dio un nombre que es
sobre todo nombre, y si nosotros no vivimos en santidad
como él, no podremos llegar a nuestro destino, que es estar
en la presencia de Dios.
“Pues si todo eso tiene poder, más poder tiene la sangre
de Cristo. Porque por medio del Espíritu, que vive para siempre,
Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha ni
pecado. Su sangre nos purifica, para que estemos seguros de
que hemos sido perdonados, y para que podamos servir a Dios,
que vive para siempre” (Hebreos 9:14, TLA). Cristo se ofreció a
sí mismo como una ofrenda de sacrificio, porque era sin
mancha, ni pecado, y esa sangre que se vertió en el Calvario

65
Conociendo al Cristo

nos purifica y nos perdona de nuestros pecados, para que


podamos servirle en santidad.

La santidad de Jesucristo significa que era puro

“Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí


mismo, así como él es puro” (1º Juan 3:3, NVI). Si tenemos
esperanza en el Cristo de la gloria, nos purificamos a nosotros
mismos; hay un motivo especial para esto: que él es puro, es
limpio, sin contaminacion, sin mezcla, sin doblez y, si
ponemos nuestra vida sobre él, seremos purificados por su
Espíritu.
“Este es el mensaje que Jesucristo nos enseñó y que les
anunciamos a ustedes: que Dios es luz y que en él no hay
ninguna oscuridad” (1º Juan 1:5, DHH). Él es luz, y no hay
oscuridad en él. Esa luz estuvo en la tierra; hoy en día,
nosotros somos la luz de Cristo, y la reflejamos a la
humanidad pecadora.
“Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida” (Juan 8:12, LBLA). Si le seguimos a él, no
viviremos en tinieblas, sino que seremos luz.

Los testimonios de la realidad de la santidad de Dios

El primer significado de santo es separado. Viene de una


antigua palabra cuyo significado era cortar o separar. Tal vez
la frase cortar sobre algo sería más precisa.
Cuando encontramos una prenda de vestir u otra
mercadería que es superior, que tiene una excelencia superior,

66
Conociendo al Cristo

usamos la expresión “Este artículo está cortado sobre el resto”.


Esto significa que, quien es santo, es santo en sí mismo, sin
rivales o competencia. Así fue Jesús; todo su caminar, sus
palabras, sus acciones reflejaron que era un Ser superior, de
excelencia, diferente a los demás. Las personas con quienes él
convivía estaban llenas de pecados, de religiosidad, de falta
de amor, de falta de perdón, pero él demostró la santidad en
su vivir diario.

Jesús reflejó esa pureza que Dios quiere para su creación

“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su


lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha
elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá
bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación” (Salmo 24:
3-5).
Muchos testimoniaron de esa santidad de Jesús:

- El testimonio de un espíritu inmundo


“Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre
con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar,
diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de
Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres:
el Santo de Dios” (Marcos 1: 23-24, LBLA).
Este espíritu inmundo testificó que lo conocía y lo
llama “el Santo de Dios”; es muy importante esta
expresión, ya que lo trata de Santo, y conoce su
poder al decir “Has venido a destruirnos”. Algo
importante que debemos entender es que los
espíritus inmundos conocen a las personas, ya que
vivimos en otro tiempo sumergidos bajo su poder, y
67
Conociendo al Cristo

cuando uno vive en santidad, también nos conocen y


saben que el Cristo está con nosotros y, por ende,
tenemos el poder de echarlos de las casas en las que
tienen posesión.

- El testimonio de Judas Iscariote


“Cuando Judas, quien lo había traicionado, se dio
cuenta de que habían condenado a muerte a Jesús, se
llenó de remordimiento. Así que devolvió las treinta
piezas de plata a los principales sacerdotes y a los
ancianos. He pecado — declaró —, porque traicioné a
un hombre inocente. ¿Qué nos importa? — contestaron
—. Ese es tu problema” (Mateo 27: 3-4, NTV).
Al estar lleno de remordimiento, Judas declara su
pecado y el motivo por el cual decidió entregar a un
hombre inocente. Son muy importantes estas
palabras, ya que nos hablan de la santidad y la pureza
de Cristo.

- El testimonio de Pilato
“Pilato le dijo: ¿Y qué es la verdad? Después de hacer
esta pregunta, Pilato salió otra vez a hablar con los
judíos, y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en este
hombre” (Juan 18:38, DHH).
Pilato fue un miembro del orden ecuestre y
quinto prefecto de la provincia romana de Judea,
entre los años 26 y 36; él dice claramente a los judíos
que Jesús era inocente, no encontraba culpabilidad
en él. Me doy cuenta de que, a pesar de ser romano,
sin conocimiento de Dios, sabía que era un hombre
santo.

68
Conociendo al Cristo

- El testimonio de la esposa de Pilatos


“Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó
aviso, diciendo: No tengas nada que ver con ese justo,
porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de
él” (Mateo 27:19, LBLA).
La esposa de Pilato había tenido un sueño sobre
Jesús: que era un hombre justo, y que no tuviera nada
que ver con él, y se refiere a él como justo, cuyo
significado en griego es: una persona que tiene un
andar recto y que es justificado por Dios.
En el Libro de Nicodemo, que es un libro que está
fuera del Canon del Nuevo Testamento, relata que
Pilato y Claudia abrazaron la fe cristiana. No
sabemos a ciencia cierta si esto es verdad.

- El testimonio del ladrón moribundo


“Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque
estamos pagando el justo castigo de lo que hemos
hecho; pero este hombre no hizo nada malo” (Lucas
23:41, DHH).
Ese hombre crucificado al lado de la cruz de Cristo,
un ladrón, da testimonio de que el que está al lado
suyo no ha hecho nada malo, en pocas palabras, que
es inocente de todos los cargos que se le imputan, y
que ellos, refiriéndose a los dos que están al lado de
Jesús, sí eran culpables y no inocentes.

- El testimonio del centurión romano


“Cuando el centurión vio lo que había sucedido,
glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre
era inocente” (Lucas 23:47, LBLA).
69
Conociendo al Cristo

Por todo lo que sucedió en forma sobrenatural, la


oscuridad, el terremoto y otras cosas más, el
centurión se dio cuenta de que realmente era
inocente el que estaba en la cruz, y más que eso: que
era el Hijo de Dios.

- El testimonio del apóstol Pedro


“Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se
indultara a un asesino” (Hechos 3:14, NVI).
Un testimonio para los judíos en los labios de Pedro,
un discípulo que estuvo con él, lo conoció y sabía que
Jesús era santo y justo, mientras que ellos habían
dado la libertad a un culpable, como lo era Barrabás.

- El testimonio del apóstol Juan


“Ustedes saben que Jesucristo vino para quitar
nuestros pecados, y en él no hay ningún pecado” (1º
Juan 3:5, PDT).
Juan, el amado del Señor, que se acostaba a sus pies,
dijo de Jesús que el propósito de su venida era quitar
el pecado de la humanidad, y su forma de vivir en
esta tierra fue sin pecado: no hay pecado en él.

- El testimonio del apóstol Pablo


“Aunque Cristo no tenía ningún pecado, Dios lo hizo
cargar con los nuestros para que por medio de él
fuéramos la evidencia de que Dios está dispuesto a dar
su aprobación a los seres humanos” (2º Corintios 5:21,
PDT).
Pablo dijo las mismas palabras que Juan: “No tenía
ningún pecado”, y nos habla de igual manera del
propósito de su venida.
70
Conociendo al Cristo

- El testimonio de Ananías
“Él continuó: El Dios de nuestros padres te ha escogido
para que conozcas su voluntad, y para que veas al
Justo y le escuches” (Hechos 22:14, CST).
En este capítulo, Pablo relata su conversión cuando
en el camino a Damasco se presenta Jesús en su vida,
y el Señor le da directrices a seguir, enviando a un
hombre llamado Ananías, que tenía un buen
testimonio de los judíos, era piadoso, un hombre de
Dios y, a través de él, recibe la sanidad en su vista, y
le dice que fue llamado para que conozca la voluntad
de Dios y vea al Justo, y le escuche. Ananías se refiere
a Jesús como el Justo.

Las manifestaciones de la santidad de Cristo

Jesús tuvo una actitud muy clara hacia el pecado.


Amaba la justicia y aborrecía el mal proceder, nunca él
cometió una falta; sus labios fueron limpios, nunca hubo
engaño en su boca: él vivió para hacer la voluntad del Padre.
Esa perfección lo llevó al madero para morir por nuestros
pecados; se necesitaba alguien perfecto y sin mancha para
llevar nuestros delitos delante de Dios, y él tenía estos
requisitos.
Todo ser humano ha pecado y necesita ser trabajado en
las ascuas para desarrollarse en las huellas de Jesús. Aunque
no llegaremos a su magnitud, pero cambiaremos nuestra
forma de andar en esta tierra, él es nuestro mayor ejemplo.

71
Conociendo al Cristo

Su actitud hacia el pecado

“Has amado la justicia y aborrecido la maldad, por lo cual


te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus
compañeros” (Hebreos 1:9, RVR 1960). La actitud de Jesús es
amar la justicia y aborrecer la maldad; lo que aborrece Dios es
lo que debemos aborrecer nosotros, y lo que él ama es lo que
debemos amar: esa es la actitud correcta.

Sus acciones con referencia al pecado y la voluntad de Dios

“Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca”


(1º Pedro 2:22, NVI). La voluntad de Dios es que no
pequemos, pero él sabe que somos imperfectos y, por eso,
hay un abogado en en cielo que aboga por nosotros día y
noche y, por otra parte, tenemos al acusador que está
constantemente acusándonos delante del Padre. Las acciones
que tenía Jesús eran sin pecado, pero añade que no hubo
engaño en su boca.
“El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo,
porque siempre hago lo que le agrada” (Juan 8:29, NVI). La
acción de Jesús en lo referente al pecado y la voluntad de Dios
fue la de agradar a Dios, y no a veces, sino siempre; por esa
razón, él tenía la convicción de que Dios siempre estaba con
él, así como nos prometió que estaría hasta el fin de los
tiempos con nosotros y que no iba a dejarnos, ni a
desampararnos.
“Mientras Pedro estaba hablando, una nube luminosa se
posó sobre ellos, y de la nube salió una voz, que dijo: Este es mi
Hijo amado, a quien he elegido: escúchenlo” (Mateo 17:5, DHH).
En un momento cúlmine de Pedro junto con Jacobo y Juan en
la transfiguración de Jesús, el Padre habló y dijo claramente:
72
Conociendo al Cristo

“Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a el oíd.


Yo lo he elegido, escúchenlo”. En pocas palabras, dando
testimonio de la vida ejemplar de Jesús.
“Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha
enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar” (Juan
12:49, DHH). Jesús dice en este versículo: “Yo no hablo de lo
mío, de lo que yo quiero; Aquel que me envió, él me ha enseñado
y hablo lo que él me ordena”. “Porque he descendido del cielo,
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”
(Juan 6:38, LBLA). Él bajó del cielo para hacer la voluntad del
que lo había enviado. Está claro que, aunque Jesús era Dios, él
tuvo que aprender sujeción y cumplir lo que Dios le dijo que
hiciera.

Su demanda de santidad en los demás

“Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo


es perfecto” (Mateo 5:48, NTV). El Señor demanda santidad en
nosotros. Dice que debemos ser perfectos, como aquel que
está en los cielos. A veces se nos hace difícil, pero el Señor
dice en las Escrituras que podemos y, si él lo dice, es porque se
puede.
“Más tarde, Jesús encontró a ese hombre en el templo, y le
dijo: Ahora que estás sano, no vuelvas a pecar, porque te puede
pasar algo peor” (Juan 5:14, TLA). Antes de que Jesús lo
encontrara en el templo, lo había sanado; estaba enfermo
desde hacía treinta y ocho años; Jesús lo vio acostado y supo
que llevaba ya mucho tiempo así. Entonces, le dijo: “¿Quieres
ser sano?”. Él le respondió: “No hay nadie que me meta al
estanque cuando se agita el agua”, pero Jesús le dijo:
“Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre
73
Conociendo al Cristo

fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo”. Pero esta sanidad


ocurrió en día de reposo, y los judíos dijeron a aquel que había
sido sanado: “No te es lícito llevar tu lecho”. Él les respondió:
“El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y
anda”. Entonces, le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo:
Toma tu lecho y anda?”. Y el que había sido sanado no sabía
quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que
estaba en aquel lugar. Y después de esto, lo encuentra en el
templo y le dice que no peque más, porque si no vendrá algo
peor a tu vida. La demanda del Señor es que uno no peque
más y viva en santidad.
“Ella le respondió: Así es, Señor. Nadie me ha condenado.
Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no
vuelvas a pecar” (Juan 8:11, TLA). Lo mismo le dice el Señor a
esta mujer: que no vuelva a pecar.

SU SACRIFICIO PARA SALVAR


A LOS HOMBRES DEL PECADO

Este sacrificio fue válido y único, ya que la ofrenda debía


ser sin tacha alguna, sin defecto: sin pecado, y eso nos daría la
vida eterna, jamás podría hacerse por uno mismo. Por eso,
Jesús vino a la tierra para que este sacrificio nos dé vida eterna
y nos reconciliemos con Dios, por causa de esa relación que
estaba quebrada por el pecado.
Debemos entender que en el Antiguo Testamento se
ofrecían animales como ofrenda por causa del pecado; pero
no había conversión real en ellos, se necesitaba algo que
pudiera cambiar el rumbo del hombre y la única forma para
restaurar la posición del ser humano ante Dios era que el
propio Hijo de Dios bajara a la tierra y se hiciera hombre, y
74
Conociendo al Cristo

muriera como un cordero por nuestros delitos y pecados.


Veamos algunos versículos que nos habla de ese sacrificio
perfecto:
“quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre
el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1º
Pedro 2:24, RVR 1960).
“Mi Padre me ama porque estoy dispuesto a entregar mi
vida para luego volver a recibirla. Nadie me quita la vida, sino
que yo la entrego porque así lo quiero. Tengo poder para
entregar mi vida, y tengo poder para volver a recibirla, pues esto
es lo que mi Padre me ha ordenado hacer” (Juan 10: 17-18,
TLA).
“Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera
pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo” (2º
Corintios 5:21, TLA).
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, y por
nosotros se hizo maldición (porque está escrito: Maldito todo el
que es colgado en un madero” (Gálatas 3:13, RVC).
“Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para
siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para
llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la
vida en el Espíritu” (1º Pedro 3:18, NTV).

El amor de Jesucristo

El amor de Jesucristo no espera nada a cambio, es


abnegado y sacrificado, aun cuando no es correspondido; es
un amor sin medida, que tampoco hace diferencia, marcando
siempre la búsqueda del bienestar de los demás y no el
propio. Cristo ama a todos por igual, lo demostró en la cruz,

75
Conociendo al Cristo

diciendo estas palabras: “Padre, perdónalos, porque no saben


lo que hacen”.

El significado del amor de Jesucristo

“seáis plenamente capaces de comprender con todos los


santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”
(Efesios 3: 18-19, RVR 1995).

Este amor lo llena todo, cualquier vacío que hubiera se


hace presente y es sumergido bajo la plenitud de Dios; este
amor excede a todo conocimiento humano, y lo que el Señor
desea en su corazón es que podamos comprenderlo en todos
los ámbitos.

El amor de Dios el Padre

“Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y


como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí”
(Juan 14:31, RVR 1960). Antes de este versículo, el Señor
viene hablando acerca del Espíritu Santo, quien vendría sobre
los discípulos al irse él, volviendo al Padre, a sentarse a la
diestra de su trono; les anunciaba que no iban a quedarse
huérfanos, que el Consolador estaría presente en sus vidas y
habitaría en ellos, y culmina hablando acerca de su amor hacia
el Padre y de la sujeción que tenía hacia él, esto es un ejemplo
notable para nosotros.

76
Conociendo al Cristo

El amor hacia La Iglesia

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó


a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25, RVR
1960). Cristo tiene un profundo amor por la Iglesia y, por ese
motivo, entregó su vida por ella; y compara este amor con la
unidad matrimonial. Él es la cabeza del Cuerpo, somos
miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos, él la
purificó con el lavamiento de la Palabra.

El amor al creyente al entregarse a sí mismo

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,


mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en
la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por
mí” (Gálatas 2:20, RVR 1960). Aquí nos habla de la obra de
Dios en nosotros; primero, nos indica que estamos
crucificados con Cristo, que nosotros ya no vivimos, como
dando entender que Cristo es el que vive en nosotros, y
agrega que lo que ahora vive en la carne, lo vive por la fe del
Hijo de Dios. Pero al finalizar el versículo Pablo dice a la iglesia
de Galacia algo muy importante sobre la obra del Dios
viviente: que fue por el amor que tenía hacia la humanidad
que entregó su vida en esa cruz para darle salvación.

El amor a los suyos

“Era el día antes de la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que


ya era hora de dejar este mundo y regresar al Padre. Mientras
estuvo en el mundo, siempre amó a sus seguidores, pero en esta
ocasión mostró su amor al máximo” (Juan 13:1, PDT). Este
77
Conociendo al Cristo

momento fue crucial para ver el corazón del Señor, y nos deja
muchas enseñanzas de parte del Cristo de la gloria: el amor, la
compasión, la misericordia, la bondad y la humildad que eran
parte de su ser. En cada momento de su vida accionaba de
esta manera; estaban cenando un día antes de la fiesta de la
Pascua, era la última vez que estarían juntos, Judas Iscariote
lo iba a entregar a los soldados romanos, pero su mirada era
tierna, llena de amor, indicando que, siempre, a sus
seguidores, estando en el mundo, los amó, pero ahora
mostraría su amor al máximo al entregar su propia vida por el
rescate de muchos.

El amor de los discípulos

“El que realmente me ama, conoce mis mandamientos y


los obedece. Mi Padre amará al que me ame, y yo también lo
amaré y me mostraré a él” (Juan 14:21, PDT). Hay una
condición para demostrar realmente el amor hacia Dios Padre
y a su Hijo Jesús, y es obedecer a sus mandamientos, esa es la
parte que nos corresponde. Dios dice que él es Amor, en él no
hay límites para amar; él disfruta y es un placer para él estar
con nosotros, porque somos una nueva creación de la gracia
del Espíritu Santo. En definitiva, nuestro amor tiene que ser
puesto en evidencia por nuestra obediencia.

El amor hacia sus enemigos

“Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que


hacen. Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la
ropa de Jesús” (Lucas 23:34, DHH). Qué difícil es amar a

78
Conociendo al Cristo

nuestros enemigos. Nuestro corazón siempre está ligado a


aquellos que nos hacen el bien, que nos ayudan y nos
respetan, pero cuando sucede todo lo contrario, se nos hace
difícil amar; pero en Cristo surge como algo espontáneo,
natural y, a la vez, con un espíritu perdonador, justificando el
motivo por el cual ellos puedan haber actuado de la forma en
que lo hicieron; eso es magistral, ningún ser humano lo haría
en su condición humana.

El amor hacia los niños

“Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara,


pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando
Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: Dejen que los niños
vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de
quienes son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el reino
de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él. Y
después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre
ellos” (Marcos 10: 13-16, NVI).
Les llevaban a los niños para que los tocara, era una
bendición para aquellos que se acercaban y también para
nuestro Señor, que ama a los niños, y estoy seguro de que
llora al ver hoy las sociedades haciéndoles tanto daño, como
maltrato físico, violaciones y tantas aberraciones; por otra
parte, sus discípulos se enojaban con esta situación.
En los evangelios, Jesús pone como ejemplo a los niños;
a él le encantan los niños, porque son débiles, humildes, no
poseen nada, no tienen ambición, no conocen la envidia, no
buscan puestos privilegiados, son sinceros, permanecen en la
sencillez de sus pensamientos, no ambicionan los honores, no
temen ser considerados, no tienen codicia como los adultos,

79
Conociendo al Cristo

dependen totalmente de los demás. Jesús los ama por su


limpieza y la humildad de espíritu, que es un requisito
indispensable para llegar al Reino de los Cielos, no
importando la jerarquía o el rango que se tenga. Un niño se
acerca a lo que Dios quiere de nosotros: “El que no es como un
niño no entrará al Reino de los Cielos”. (Mateo 18:3).

El amor hacia los pecadores perdidos

“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo


murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un
justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 6-8, RVR
1960).
“Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero,
y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13, RVR 1960).
Nuestra condición pasada era de muerte, de pecado, de
impiedad, de injusticia, no teníamos amor hacia el prójimo,
nos importaba solamente lo nuestro; pero él nos llamó, no
porque éramos buenos, sino todo lo contrario: porque éramos
malos, estábamos en tinieblas y alejados de él. Nos llamó con
lienzos de amor, para que nos acercáramos y fuéramos
transformados por su poder y conociéramos su amor. Y nos
enseñó que tuviéramos misericordia de aquel que llora, del
que sufre, del enfermo, y no que hiciéramos sacrificios, ya que
el sacrificio mayor ya fue hecho en la cruz para siempre.

80
Conociendo al Cristo

LAS MANIFESTACIONES DEL AMOR DE CRISTO

Las manifestaciones del amor de Cristo son los


estándares más altos y sublimes a los que ningún hombre ha
podido llegar; en él se encuentran todos los sentimientos
humanos, los afectos y las profundidades del amor que, con
su mirada, penetra hasta los lugares más remotos del ser
humano.

La manifestación del amor de Cristo hacia el Padre

La obediencia perfecta a sus mandamientos es la


manifestacion del amor de Cristo: “Si cumplís mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, de la misma manera
que yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor” (Juan 15:10, CST). Qué importante es
cumplir los mandamientos, porque eso manifiesta el amor
que le tenemos a él. Así como el Padre ama a Jesús, de la
misma manera el Señor amó a sus discipulos; así también
nosotros amamos al Señor y aprendemos a soltar esa pureza
hacia Dios y a nuestro prójimo.

Hacer la voluntad del Padre es la manifestación del amor


de Cristo

“Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no


sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?”
(Lucas 2:49, LBLA). Qué impresionante relato, al ver a un niño
de solo 12 años estar junto a los maestros y doctores de la ley,
cómo respondía, las personas estaban impresionadas con sus

81
Conociendo al Cristo

respuestas; tres días estuvo perdido, sus padres buscándolo y


preocupados por él y, cuando fue encontrado, le dijo su
madre: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo
te hemos buscado con angustia”. Entonces él les dijo: “¿Por qué
me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me
es necesario estar?” Una respuesta que sus padres no
entendieron: Jesús vino a la tierra hacer la voluntad del Padre.
“Pero Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del
que me envió y terminar su trabajo” (Juan 4:34, DHH). Aquí,
nuevamente Jesús indica que su vida cotidiana, los
quehaceres diarios y más aún, lo que es la comida como
sustento, nada era más importante para él que hacer la
voluntad del Padre. Después de tener una larga charla con la
mujer samaritana, tiene lugar esta conversación con los
discípulos; ellos le dicen primero que coma, y entonces Jesús
les contesta con una afirmación muy espiritual que sus
discípulos no entendieron, y hasta se preguntaban: “¿Será que
alguien le trajo comida?”. Pero Jesús les dijo: “Mi comida es
obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a
hacer”. Para nosotros, como parte de su Cuerpo, la comida
más importante debe ser hacer la voluntad del Padre, tal
como lo confirmó nuestro amado Señor.
“Porque yo no he bajado del cielo para hacer mi propia
voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha
enviado” (Juan 6:38, DHH). Jesús dejó su trono, su Reino, se
hizo uno igual a nosotros, con todas las facultades humanas,
pero con la excepción de no vivir en una zona de pecado. Su
vida fue un ejemplo para toda la raza humana, no hay ni habrá
nadie como él. Su nacimiento virginal, su vida de pureza, su
entrega por nuestros pecados, todo fue por un solo motivo:
vivir haciendo la voluntad del que lo había enviado.

82
Conociendo al Cristo

"Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mí


y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y
ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También
tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas
debo traerlas. Ellas me obedecerán, y formarán un solo rebaño,
con un solo pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para
volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por
mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a
recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre” (Juan 10: 15-18,
DHH). El Padre envió a su Hijo Jesús a entregar su vida por la
humanidad, pero él tenía todo el derecho de decidir hacerlo, o
no; sin embargo, él decidió dar su vida por su propia voluntad,
y no por imposición de nadie; además, se entregó a sí mismo
por causa de nuestra redención: comprando la humanidad a
precio de sangre. Vemos la obediencia explícita al Padre de
aquel que murió en la cruz del Calvario por darnos vida.
“se humilló a sí mismo y fue obediente hasta el extremo de
morir en la cruz” (Filipenses 2:8, PDT). La obediencia de Jesús
fue de principio a fin, hasta llegar al extremo de morir en la
cruz por la humanidad perdida que vivía lejos de su Creador.
Él hizo la voluntad de Dios de una forma magistral, única en la
raza humana; la definición de su comportamiento responde al
de Dios, sin mancha, sin equivocación, de un formato divino.

Jesús hace lo que le agrada al Padre

“El que me envió está conmigo y nunca me deja solo,


porque siempre hago lo que a él le agrada” (Juan 8:29, PDT).
Jehová le da promesas al Señor y también a nosotros: que
nunca nos va a dejar ni desamparar, que estará con nosotros
hasta el fin del mundo. Nuestro Señor expresa lo mismo: que

83
Conociendo al Cristo

nunca el Padre lo deja solo, que está con él en todo momento,


y esto ocurre por un motivo: que él hace lo que a él le agrada.
Imagínese si viviéramos en los parámetros de agradar en cada
momento a nuestro Dios; nuestra vida sería muy diferente en
todos los aspectos, tanto en lo espiritual como en lo natural,
por eso es importante dejar lo que desagrada a Dios y, por
otra parte, hacer lo que a él le agrada.
“Yo no puedo hacer nada por mi cuenta, juzgo según lo
que el Padre me dice y mi decisión es correcta. Es así porque no
trato de hacer lo que yo quiero, sino lo que quiere el Padre que
me envió” (Juan 5:30, PDT). Qué importante lo que expresa
Jesús en este versículo: “Yo no puedo hacer nada por mi
cuenta”; o sea que cada acción que comete Jesús no es algo
impuesto de su corazón, sino del corazón de su Padre. Y
además dice: “Según lo que el Padre me dice”; él no se mueve,
no actúa, no determina nada sin que Dios se lo diga, por eso
las desiciones son correctas. Y termina con un broche de oro:
“No trato de hacer lo que yo quiero”, y agrega: “Sino lo que
quiere el Padre”.
Me conmueven estas palabras que son dignas de imitar
en el diario vivir: hacer lo que le agrada a Dios y cumplir su
voluntad cabalmente.

Jesús no busca su gloria

“Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo:


Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te
glorifique a ti, por cuanto le diste autoridad sobre todo ser
humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te glorifiqué
84
Conociendo al Cristo

en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que


hiciera” (Juan 17: 1-4, LBLA). El Señor glorificó al Padre en la
tierra, porque terminó su obra; pero tambien el Hijo será
glorificado por él. Él nunca buscó su gloria, sino la del Padre;
eso debemos hacer nosotros: no quitarle la gloria a él, sino en
todos los aspectos de nuestra vida, aun en los más
insignificantes, procurar glorificarle.
“Todo lo que está en esta tierra fue desarrollado y
construido por una mente infinita, interminable, que no tiene
límites ni distancia, nada puede ejercer influencia sobre ella;
pero el hombre ha querido establecer sus propias normas y así
quitarle la gloria a Dios, pretendiendo que el Señor sea un
sirviente que haga solo lo que ellos piden y conceda sus anhelos
y sus motivaciones. Satanás ha trabajado desde el comienzo
para que los hombres puedan despreocuparse de la voluntad del
Altísimo y preocuparse por su propia voluntad, y cuando no
pueden realizarla, van al trono de Dios a solicitar lo que ellos
desean. Aun en nuestras iglesias cristianas muchos hacen esto,
y cuando no les resulta culpan a Dios, culpan a cualquier
persona y aun hablan de maldiciones y palabras que han sido
proferidas en contra de ellos para que no sea concedida su
petición. Este diseño ha sido elaborado por una ambición
perversa, de uno que ha querido siempre tener la primacía en
todo, que no pudo sostenerla y fue expulsado de la ciudad más
hermosa que existe y que existirá (Apocalipsis 21). Una de las
metas trazadas por este enemigo es destruir a la humanidad y el
propósito de Dios en el cual fuimos creados para su gloria (Isaías
43:7); esta gloria puede ser vista en cosas tales como el amor, la
adoración, los cambios que se producen en nuestra vida que
emergen de la faena que el Espíritu Santo efectúa en nosotros
diariamente.

85
Conociendo al Cristo

Nosotros somos vasos que Dios quiere llenar con su gloria


(2º Corintios 4:7) para que la excelencia de su poder esté en
nosotros, pero tenemos una lucha sin cuartel para que ese vaso
no sea investido por su magnificencia. Todo lo podemos cuando
estamos conectados a esa fuente que es él; lo que el adversario
quiere lograr es que nos desconectemos completamente de ese
manantial, para así ensuciar los vasos y contaminarlos con
pecados y otras atrocidades.
La gloria de Dios es la belleza de su Espíritu; todo lo que su
gloria toca se embellece, se atavía y se hermosea. Cuando
somos ungidos por él, los cambios se producen; lo que nadie ha
podido hacer lo hace su gloria. Satanás pierde adeptos para su
reino, porque se va implantando el carácter de Dios en nosotros,
coronando de belleza nuestro ser interior y exterior. Esta belleza
es la que nuestro adversario quiere destruir; donde hay flores
hermosas, él las quiere marchitar; donde hay vida, quiere dar
muerte; donde hay felicidad, quiere dar tristeza; y una de las
armas de Satanás es que establezcamos en nuestro corazón
nuestra gloria y no la suya, y es entonces cuando empezamos a
perder la intimidad, el amor hacia las cosas de Dios; ya no
vemos lo de otro, sino lo nuestro; creemos que todo lo podemos
hacer, nos creemos capaces, autosuficientes y con presunción de
que somos los mejores.
Puesto que la gloria procede de Dios, él no permitirá que
nadie se la quite (Isaías 42:8). Pablo, hablando de lo mismo,
comenta sobre las maneras en las que la gente adora a la
criatura en vez de al Creador. En otras palabras, ellos miran al
objeto a través del cual procede la gloria de Dios, y en vez de dar
a Dios el crédito por ello, ellos adoran a ese animal, o árbol, u
hombre, como si la belleza que poseen se hubiera originado
dentro de ellos” (Los diseños de Dios, Sergio Riveros, Casa
Segura Publicaciones).
86
Conociendo al Cristo

El amor de Jesucristo hacia los hombres

- Jesús viene a buscar y a salvar al hombre


“porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10, LBLA). El
Hijo del Hombre es una referencia a la profecía de Daniel
7: 13-14; es una descripción mesiánica del Señor, que
demuestra que Jesús es verdaderamente humano. En
resumen, es el Mesías profetizado y un ser humano.
Él ha venido a buscar a todas aquellas ovejas que no
tienen pastor y están lejos de Dios y perdidas en este
camino de la vida, sin saber por dónde transitar, en
lugares de oscuridad y de tinieblas. Él ha venido a
deshacer las obras del diablo y, por ese motivo, somos
lo que somos hoy en día, transformados y cambiados
por el poder del Hijo del Hombre.

- Jesús siempre va en busca del perdido


“¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una
de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el
campo y va tras la que está perdida hasta que la halla?”
(Lucas 15:4, LBLA). Siempre nuestro Señor irá en busca
de la perdida, así como lo hizo conmigo, estando
sometido al pecado, a la droga y al alcoholismo,
sumando muchas clases de pecados más que estaban
en mí.
“Las noventa y nueve”, es un número muy particular.
Los pastores contaban las ovejas al guardarlas de noche
en el corral. Cada oveja era importante para el pastor.
Un rebaño de cien ovejas era considerado el promedio.
Las noventa y nueve no quedaban solas, sino al cuidado

87
Conociendo al Cristo

de otros pastores, y permanecían en el corral. Así lo


hace el Señor va a buscar una y deja las demás.

- Jesús se regocija en gran manera por los que regresan a


él
“¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le
pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el
desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y
al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice:
Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se
había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo
por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve
justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15: 4-
7, RVR 1995).

- Jesús se lamenta por aquellos que rechazan ser salvos


Debemos dejar algo en claro: ningún ser humano
pensó en ser salvo, jamás lo deseó; pero cuando el
Espíritu Santo nos redarguyó y nos convenció de que
nuestra vida era un caos, recién entonces nos hizo ver
en qué magnitud estábamos delante de Dios; nos vimos
como en un espejo, llenos de dagas, de suciedad, y
nuestro rostro reflejaba el pecado, la amargura y el
dolor del alma. Nuestro Señor se regocija cuando
respondemos al llamado, su corazón se llena de alegría,
pero se entristece cuando no queremos acercarnos a él.
Veamos algunos versículos que corroboran esta
declaración:
“¡Gente de Jerusalén, gente de Jerusalén! Ustedes
matan a los profetas y a los mensajeros que Dios les
envía. Muchas veces quise protegerlos, como protege la
88
Conociendo al Cristo

gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero ustedes no


me dejaron” (Mateo 23:37, TLA).
“Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la
ciudad, lloró y dijo: ¡Habitantes de Jerusalén! ¡Cómo me
gustaría que hoy ustedes pudieran entender lo que
significa vivir en paz! Pero no, ustedes son incapaces de
comprenderlo” (Lucas 19: 41-42, TLA).
“ustedes no quieren creer en mí para alcanzar la vida
eterna” (Juan 5:40, TLA).

LA MANSEDUMBRE DE CRISTO

Mansedumbre es tener un carácter de serenidad en


medio de los problemas; está constituida de paciencia, de
benevolencia y de misericordia. La mansedumbre es un modo
de proceder divino, que abandona las pretensiones del amor
propio y consiente pacíficamente en lo que piden los otros. Es
más que una virtud, es una gracia que empapa toda la
personalidad.

Características de la mansedumbre:
- Espíritu manso.
- Hay justicia, gozo y paz (Romanos 14:17).
- No busca lo suyo (1 Corintios 13).
- Sufre cuando el otro sufre.
- No es respondón.
- Se adapta a las circunstancias.
- Acepta los planes de Dios previstos e imprevistos, sin
quejas.
- Es pronto para perdonar.
- Agradece a sus hijos cuando le ayudan.
89
Conociendo al Cristo

- Es afable y flexible.
- Es hermana de la benignidad.
- Recibe con mansedumbre la Palabra de Dios.
- Es servicial y reconoce que puede estar equivocado.
- Acepta la voluntad de Dios porque sabe que él elige lo
mejor.

No ha habido ningún hombre tan manso como Jesús.


Veamos algunos versículos que nos hablan de la
mansedumbre:
“El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable
para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender
tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el
arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la
verdad” (2º Timoteo 2: 24-25, NBLH).
“¿Qué quieren? ¿Iré a ustedes con vara, o con amor y
espíritu de mansedumbre?” (1º Corintios 4:21, NBLH).
“Ahora yo, Pablo, les ruego con la ternura y bondad de
Cristo, aunque me doy cuenta de que piensan que soy tímido en
persona y valiente solo cuando escribo desde lejos” (2º Corintios
10:1, NTV).
“Hermanos, si ven que alguien ha caído en algún pecado,
ustedes que son espirituales deben ayudarlo a corregirse. Pero
háganlo amablemente; y que cada cual tenga mucho cuidado,
no suceda que él también sea puesto a prueba” (Gálatas 6:1,
DHH).
“Que no hablen mal de nadie, que sean pacíficos y
bondadosos, y que se muestren humildes de corazón en su trato
con todos” (Tito 3:2, DHH).
Mansedumbre es la cualidad del hombre manso, que
significa apacible, amable. Se aplicaba a cosas inanimadas,
como la luz, el viento, el sonido, la enfermedad. Aristóteles la
90
Conociendo al Cristo

definía como el punto medio entre el enojo. Platón la oponía a


la fiereza o crueldad, la utilizaba en cuanto a la humanidad del
condenado. Finder la aplicaba a un rey, manso y amable para
con los ciudadanos. Herodoto la utilizaba como lo opuesto al
enojo.
“Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy
humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el
alma” (Mateo 11:29, NTV).
“Dile a la gente de Jerusalén: Mira, tu Rey viene hacia ti.
Es humilde y llega montado en un burro: montado en la cría de
una burra” (Mateo 21:5, NTV).
“No romperá la caña que ya está quebrada, ni va a apagar
la mecha que apenas está encendida. Él sí hará justicia” (Isaías
42:3, PDT).

LA HUMILDAD DE CRISTO

“Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo,


hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de
salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de
asna” (Zacarías 9:9, LBLA). Esta es una profecía que se
cumplió después de quinientos años, cuando Jesús entró
cabalgando en un pollino a Jerusalén (Mateo 21:1-11). Este
pequeño animal, el pollino, era el que utilizaban los reyes
cuando entraban en una ciudad que acababa de ser
conquistada. El caballo era, en cambio, un animal de guerra y
para la batalla. Pero el pollino era el animal sobre el cual
cabalgaban los reyes que estaban proclamando la paz y no la
guerra. Era un animal considerado de condición real.
Cuando leemos el libro de Jueces, en el capítulo 10,
versículos 3 y 4, y también en el capítulo 12, versículo 14,
91
Conociendo al Cristo

encontramos que los jueces daban estos animales, estos


asnos, a sus hijos, lo cual era muy notorio en aquellos días.
Abdón, uno de los jueces de Israel, tuvo cuarenta hijos y
treinta nietos, y ellos cabalgaban sobre 70 asnos.
Jesús era único, siendo el Rey de reyes, no presumiendo
sobre un corcel, no con vestiduras reales, sino con ropas
comunes, de humildad; él no vino a conquistar, sino a servir,
con un mensaje de paz, para reinar en los corazones.
“Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que
soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso”
(Mateo 11:29, DHH). Qué importante es saber que el yugo es
un instrumento de madera que se pone sobre el cuello de los
bueyes, y lo usan para tirar carros o el arado en el trabajo. En
las Escrituras, el yugo representa la sumisión a la autoridad.
Jesús nos invita a llevar este yugo, pero no es como los
otros; tiene otras características: es ligero y fácil. Si lo
aceptamos, debe ser por un acto de amor; además, nos dice
que aprendamos de él, que es paciente y de corazón humilde;
si aprendemos esto, encontraremos reposo para nuestras
vidas.

Jesús, con su humildad, tomó la parte y el lugar de un


siervo

“así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató


una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y
comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la
toalla que llevaba a la cintura” (Juan 13: 4-5, NVI). Jesús hizo
algo que sus discípulos no entendían: lavarles los pies. Ese era
el trabajo más indigno entre los esclavos, ellos hacían
diferentes trabajos dentro de su servidumbre, pero el más
92
Conociendo al Cristo

bajo era lavar los pies a los visitantes que llegaban de largos
viajes. Pedro no quiso que Jesús le lavara los pies, y le dice:
“Jamás me lavarás los pies”; Jesús le contesta: “Si no te lavo los
pies, no tendrás parte conmigo”.
Jesús muestra el modelo de mansedumbre, humildad,
servicio y amabilidad fraternal. Es el modelo que recomienda
para sus seguidores, nos exige que prestemos atención a su
comportamiento y nos esforcemos en imitarlo: “Les he puesto
ejemplo para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.
¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica” (Juan
13: 12-17).

Jesús, con su humildad, no buscó su propia gloria

“Yo no busco honor para mí, pero hay alguien que quiere
darme honor, y él es quien juzga” (Juan 8:50, PDT). Todo lo que
implicaba hacer la obra de Dios era para darle honor al Padre;
él no buscaba para sí mismo la fama, ni que lo respetaran
desde un ángulo humano, sino que entendieran en el espíritu
que era el Mesías, el Salvador el mundo, el Renuevo esperado;
algunos le dieron el honor, pero fue algo dado del corazón de
cada uno.
Nosotros no debemos recibir ninguna gloria, toda la
gloria la recibe el Señor, nosotros solo somos administradores
de su gracia, somos siervos, somos humanos, y él es Dios.

93
Conociendo al Cristo

Jesús, con su humildad, se asoció con los despreciados y


desechados

“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores


para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo:
Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Lucas 15: 1-2,
RVR 1960).
“Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa,
he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido,
se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos”
(Mateo 9:10, RVR 1960).
Nos damos cuenta en esta historia real de la vida de
Jesús, que él era humilde; lo demostraba al juntarse con los
pecadores, con los publicanos, con las prostitutas, con los
leprosos; una persona de nuestros tiempos, que tenga mucho
dinero, poder, fama o simplemente con un mejor estatus que
estas personas, no se juntarían con ellos, como los fariseos
decían: “Este se junta con los publicanos, con los pecadores en
su mesa”.
En ese tiempo había ciertas personas que eran las más
indignas de la sociedad, como los publicanos o los cobradores
de impuestos, que eran considerados ladrones, y trabajaban
para la corte romana: les saqueaban a sus compatriotas, los
judíos, se quedaban con su dinero y sus bienes; las prostitutas,
que eran mal vistas, y lo son hasta hoy en día; y los leprosos,
que vivían en cuevas, apartados del pueblo. Y él se juntó con
ellos, comió con ellos, tuvo miseridordia de ellos, no como los
religiosos, que los despreciaban.

94
Conociendo al Cristo

Jesús, con su humildad, fue sumiso y se mantuvo en


silencio ante la injuria y la injusticia

“Quien cuando le maldecían no retornaba maldición:


cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que
juzga justamente” (1º Pedro 2:23, RVA).
“El Señor Dios me ha abierto el oído; y no fui
desobediente, ni me volví atrás. Di mis espaldas a los que me
herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no
escondí mi rostro de injurias y esputos” (Isaías 50: 5-6, LBLA).
“Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como
cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus
trasquiladores permanece muda, no abrió él su boca” (Isaías
53:7, LBLA).
“pero no la encontraron, a pesar de que muchas personas
se presentaron y lo acusaron falsamente. Por fin se presentaron
dos más, que afirmaron: Este hombre dijo: Yo puedo destruir el
templo de Dios y volver a levantarlo en tres días. Entonces el
sumo sacerdote se levantó y preguntó a Jesús: ¿No contestas
nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti? Pero Jesús se
quedó callado. El sumo sacerdote le dijo: En el nombre del Dios
viviente te ordeno que digas la verdad. Dinos si tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios” (Mateo 26: 60-63, DHH).
“Herodes, al ver a Jesús, se alegró en gran manera, pues
hacía mucho tiempo que quería verle por lo que había oído
hablar de él, y esperaba ver alguna señal que él hiciera. Y le
interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió. Los
principales sacerdotes y los escribas también estaban allí,
acusándole con vehemencia” (Lucas 23: 8-10, LBLA).
“Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de
los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os
desaniméis en vuestro corazón” (Hebreos 12:3, LBLA).
95
Conociendo al Cristo

Qué difícil es callarse cuando a uno lo están golpeando,


cuando a uno lo maldicen, cuando te injurian. Jesús es único
en su clase humana; creo que nadie soportaría tantas cosas
como él soportó. Su humildad al callar es impresionante,
¿cómo llegar a ser como él, callar y soportar cuando nos están
atacando, y permanecer en silencio y, además, con amor
hacia ellos?

LA OBRA DE CRISTO

Al hablar de la obra de Cristo, me refiero a su obra en


relación con nuestra redención, más que a su ministerio
personal de enseñanza, predicación y sanidad. El cristianismo
es, de forma distintiva, una religión de expiación. Le da a la
muerte de Cristo el primer lugar en su mensaje del Evangelio.
De este modo, se le da al cristianismo una posición exclusiva
entre todas las religiones del mundo: es una religión
redentora.

Su conexión vital con la encarnación

“Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —


hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y
sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante
la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el
poder sobre la muerte” (Hebreos 2:14, NTV).
La encarnación de Jesús fue el plan divino de hacerse
humano para morir por la humanidad, un sacrificio de
redención a favor nuestro; asumir un cuerpo humano para
identificarse con nosotros. La salvación del hombre dependía

96
Conociendo al Cristo

totalmente de su venida; sin ella, no podría haberse hecho


efectivo el sustituto de nuestra justificación delante de Dios.
“y ustedes saben que Jesús vino para quitar nuestros
pecados, y en él no hay pecado” (1º Juan 3:5, NTV). La
encarnación se realizó con el propósito de la expiación, Cristo
se encarnó para expiar y propiciar, fue manifestado para
quitar los pecados. La encarnación es una declaración de
parte de Dios de su propósito de proveer salvación para el
mundo.

El lugar prominente que se le da en las Escrituras

Además de las numerosas referencias proféticas y


tipológicas acerca de ella en el Antiguo Testamento, la
muerte de Cristo se menciona más de 175 veces en el Nuevo
Testamento. La expiación es el hilo rojo que corre a través de
cada página de toda la Biblia, corta la Biblia en cualquier parte
y sangra; es roja con la verdad de la redención.

La necesidad de la muerte de Cristo

Es razonable creer que la muerte de Cristo era


necesaria, de lo contrario, Dios el Padre jamás hubiese
sometido a su entrañablemente amado Hijo el castigo terrible
de la cruz. La muerte de Cristo es la preparación de un cuerpo
para su sacrificio sacerdotal: “Por lo cual, entrando en el
mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste
cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te
agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.
Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y
97
Conociendo al Cristo

expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales


cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que
vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para
establecer esto último” (Hebreos 10: 5-9, RVR 1960).
Cuando la carta a los Hebreos dice: “Sacrificio y ofrenda
no quisiste; mas me preparaste cuerpo”, nos está indicando el
acto de venir al mundo como Redentor; Cristo es el mejor
sacrificio, no hay ninguno mejor que este. Los sacrificios
anuales y personales que hacía el pueblo no fueron
agradables a Dios.
Jesús vino a hacer la voluntad de Dios, para quitar esos
sacrificios que no quitaban el pecado de la humanidad, todos
esos animales entregados como ofrenda no fueron efectivos,
como lo fue la muerte sacrificial de Cristo como el Cordero
Inmolado.
La muerte de Cristo era necesaria: “Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo
del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 14-15, RVR 1960).
Sin esa muerte, estaríamos todos perdidos, no tendríamos
vida eterna; había un juicio en contra de nosotros, por eso
menciona Juan el acontecimiento de Moisés, cuando puso en
el asta una serpiente, que fue debido al juicio de Dios sobre el
pecado del pueblo; todas aquellas personas que eran
mordidas por la serpiente tenían que mirar a la serpiente
levantada por Moisés para ser salvas. Y así como Moisés
levantó la serpiente, Cristo iba a ser levantado, por eso Cristo
fue hecho pecado por nosotros en la cruz y lo llevó a su
cuerpo. Por esta razón, concluye luego con el versículo 16: "De
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga
vida eterna".
98
Conociendo al Cristo

La muerte de Cristo es el amor de Dios

“El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos


amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su
Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados
quedaran perdonados” (1º Juan 4:10, DHH).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo unigénito (único), para que todo aquel que cree en él, no se
pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16, NBLH).
“Les escribo a ustedes, hijos, porque sus pecados les han
sido perdonados por el nombre de Cristo” (1º Juan 2:12, NBLH).
La muerte de Cristo en la cruz es la más sublime acción
de amor que se conoce hasta hoy en día, es inigualable como
demostración de su carácter como Dios.

La muerte de Cristo es el cumplimiento de las Escrituras

“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón


para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario
que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y
comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales
en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24: 25-27,
RVA).
“¿Quién realmente creyó lo que oímos? ¿Quién vio en ello
el gran poder del Señor? Creció delante de Dios como un
retoño, como una raíz en tierra seca. No había en él hermosura o
majestad como para que nos fijáramos en él. No había en él
nada atrayente como para que nos gustara. La gente lo
despreció y hasta sus amigos lo abandonaron; era un hombre
lleno de dolores y conocedor del sufrimiento. Y como alguien a
quien otros evitan, lo despreciamos y no pensamos que fuera

99
Conociendo al Cristo

alguien importante. Verdaderamente él soportó todos nuestros


sufrimientos y cargó con nuestros dolores. Aunque nosotros
pensamos que Dios lo había castigado, golpeado y afligido, en
realidad él fue traspasado debido a nuestra rebeldía. Fue
magullado por las maldades que nosotros hicimos. El castigo
que él recibió hizo posible nuestro bienestar. Sus heridas nos
hicieron sanar a nosotros. Todos nosotros nos habíamos perdido
como ovejas. Cada uno agarró su propio camino. Pero el Señor
cargó en él todo el castigo que nosotros merecíamos. Lo
trataron cruelmente y lo torturaron, pero él se mantuvo humilde
y no protestó. Permaneció en silencio, como cuando llevan a un
cordero al matadero o como cuando una oveja guarda silencio
ante los que la trasquilan. Después de que lo arrestaron y
condenaron, se lo llevaron. ¿Y a quién le importó lo que le iba a
pasar? Porque a él lo quitaron del mundo de los vivos. Lo
mataron por los pecados de su pueblo. Lo enterraron al lado de
criminales y en una tumba de ricos, aunque él nunca fue
violento ni engañó a nadie. Pero el Señor se agradó de su
humilde siervo, quien tanto sufrió. Después de ser ofrecido como
sacrificio por el pecado, él verá a sus descendientes, alargará su
existencia y la voluntad del Señor prosperará a través de él.
Después de ese terrible sufrimiento, él verá la luz. Se sentirá
satisfecho con todo lo que experimentó. Mi siervo, que siempre
hace lo justo, salvará a muchos, y cargará con el castigo que
merecían las maldades de ellos. Por lo tanto, yo haré que esté al
lado de los grandes, y que comparta el botín con los poderosos.
Porque él se entregó voluntariamente a la muerte. Fue tratado
como un criminal, pero en realidad el cargó sobre sí el castigo
que muchos merecían. Ahora él está ante mí, intercediendo por
los pecadores” (Isaías 53, PDT).
Qué importante entender que hay muchas profecías de
Jesucristo, su nacimiento, su vida ministerial, su muerte, su
100
Conociendo al Cristo

resurrección; es impresionante la exactitud de las Escrituras,


sus profecías dadas miles de años atrás, en una forma natural
es imposible acertar estadísticamente; solo podemos deducir
que hay una intervención divina.
Al leer Isaías en la sinagoga de Nazaret, afirma: “Hoy se
está cumpliendo ante vosotros esta escritura” (Lucas 4:21).
Desde este punto inicial, veremos algunas profecías:

- Descendiente de la tribu de Judá


“El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando
de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le
pertenece y a quien los pueblos deben obediencia”
(Génesis 49:10).
“Naasón, hijo de Aminadab; Aminadab, hijo de Admín;
Admín, hijo de Arní; Arní, hijo de Esrom; Esrom, hijo de
Fares; Fares, hijo de Judá” (Lucas 3:33).

- Nacimiento en Belén
“Y tú, Belén Efrata, tan pequeña entre los clanes de
Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus
orígenes se remontan al pasado, a un tiempo
inmemorial” (Miqueas 5:2).
“Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado
de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en
Jerusalén” (Mateo 2:1).

- Nacimiento de una virgen


“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llevará
por nombre Emanuel” (Isaías 7:14).

101
Conociendo al Cristo

“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada


María su madre con José, antes que se juntasen, se halló
que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18).

- Matanza de los niños de Belén


“Así habla el Señor: ¡Escuchen! En Ramá se oyen
lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus
hijos; ella no quiere ser consolada, porque ya no existen”
(Jeremías 31:15).
“Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos,
se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños
menores de dos años que había en Belén y en todos sus
alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de
los magos” (Mateo 2:16).

- Huida a Egipto
“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto
llamé a mi hijo” (Oseas 11:1).
“José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y
se fue a Egipto” (Mateo 2:14).

- Predicación en Galilea y en las cercanías del río Jordán


“En un primer tiempo, el Señor humilló al país de
Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de
gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito
de los paganos” (Isaías 8:23).
“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una
gran luz: sobre los que habitaban en el país de la
oscuridad ha brillado una luz” (Isaías 9:1).
“Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido
arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se
estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los
102
Conociendo al Cristo

confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo


que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de
Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la
Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se
hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían
en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz”
(Mateo 4: 12-16).

- Desprecio del pueblo judío


“Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de
dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante
quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo
tuvimos por nada” (Isaías 53:3).
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11).

- Entrada triunfal en Jerusalén sobre un pollino


“¡Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Grita de júbilo, hija de
Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y
victorioso, es humilde y está montado sobre un asno,
sobre la cría de un asna” (Zacarías 9:9).
“Tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y
clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre
del Señor, el Rey de Israel! Y halló Jesús un asnillo, y
montó sobre él, como está escrito” (Juan 12: 13-14).

- Traicionado por uno de los suyos


“Hasta mi amigo más íntimo, en quien yo confiaba, el
que comió mi pan, se puso contra mí” (Salmo 41:10).
“Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los
principales sacerdotes para entregárselo” (Marcos
14:10).

103
Conociendo al Cristo

- Sería vendido por 30 piezas de plata


“Yo les dije: Si les parece bien, páguenme mi salario; y si
no, déjenlo. Ellos pesaron mi salario: treinta siclos de
plata” (Zacarías 11:12).
“Y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y
ellos le asignaron treinta piezas de plata” (Mateo 26:15).

- El precio sería devuelto


“Pero el Señor me dijo: ¡Echa al tesoro ese lindo precio en
que he sido valuado por ellos! Yo tomé los treinta siclos
de plata y los eché en el tesoro de la Casa del Señor”
(Zacarías 11:13).
“Los principales sacerdotes, tomando las piezas de
plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las
ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de
consultar, compraron con ellas el campo del alfarero,
para sepultura de los extranjeros” (Mateo 27: 6-7).

- Durante su juicio se mantendría en silencio


“Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su
boca: como un cordero llevado al matadero, como una
oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca”
(Isaías 53:7).
“Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No
respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? Más
Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te
conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el
Cristo, el Hijo de Dios” (Mateo 26: 62-63).

- Sufriría por los demás


“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
104
Conociendo al Cristo

herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras


rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados” (Isaías 53: 4-5).
“Y como fue ya tarde, trajeron a él muchos
endemoniados: y echó los demonios con la palabra, y
sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo que
fue dicho por el profeta Isaías, que dijo: Él mismo tomó
nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”
(Mateo 8: 16-17).

- Crucificado con malhechores


“Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los
fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida
hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores” (Isaías 53:12).
“Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la
derecha, y otro a la izquierda” (Mateo 27:38).

- Sus manos y pies serían perforados


“Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla
de malignos; horadaron mis manos y mis pies” (Salmo
22:16).
“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no
seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27.

- Sería escarnecido y despreciado


“Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los
hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me
ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza,
105
Conociendo al Cristo

diciendo: Se encomendó al Señor; líbrele él; sálvele,


puesto que en él se complacía” (Salmo 22: 6-8).
“Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y
diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo
reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios,
desciende de la cruz” (Mateo 27: 39-40).

- Le darían a beber vinagre


“Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me
dieron a beber vinagre” (Salmo 69:21).
“Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos
empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un
hisopo, se la acercaron a la boca” (Juan 19:29).

- Su costado sería traspasado


“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los
moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y
mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se
llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se
aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10).
“Pero uno de los soldados le abrió el costado con una
lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:34).

- Sobre sus ropas echarían suertes


“Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa
echaron suertes” (Salmo 22:18).
“Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus
vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se
llevaría cada uno” (Marcos 15:24).

106
Conociendo al Cristo

- Ninguno de sus huesos sería quebrado


“El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será
quebrantado” (Salmos 34:20).
“Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto,
no le quebraron las piernas” (Juan 19:33).

- Sepultado en una tumba de ricos


“Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los
ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca” (Isaías 53:9).
“Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de
Arimatea, llamado José, que también había sido
discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de
Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y
tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana
limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado
en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la
entrada del sepulcro, se fue” (Mateo 27: 57-60).

- Resucitaría
“Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que
tu santo vea corrupción” (Salmo 16:10).
“He aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y
ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron”
(Mateo 28:9).

- Ascendería al cielo
“Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste
dones para los hombres, y también para los rebeldes,
para que habite entre ellos Dios” (Salmo 68:18).

107
Conociendo al Cristo

“Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos,


los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de
ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24: 50-51).

ASPECTOS DE LA MUERTE DE CRISTO

La muerte de Cristo fue vicaria

“Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el


justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad
muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1º Pedro 3:18,
RVR 1995).
“Dios entregó a Jesús para que muriera por nuestros
pecados, y lo resucitó para que fuéramos declarados inocentes”
(Romanos 4:25, TLA).
“Lo primero que les enseñé fue lo mismo que yo aprendí:
que Cristo murió en lugar de nosotros, que éramos pecadores.
Tal como lo enseña la Biblia” (1º Corintios 15:3, TLA).
La muerte vicaria representa, en pocas palabras, estas
afirmaciones:

- Él murió por nuestros pecados.


- Fue castigado por nuestras transgresiones.
- Llevó nuestra culpa, su muerte quita nuestra
culpabilidad, que nos sobrecarga y agobia.
- Somos justificados en verdad.
- Fue hecho maldición por nosotros.

108
Conociendo al Cristo

La muerte de Cristo fue en sacrificio

“Desháganse de la vieja levadura para que sean masa


nueva, panes sin levadura, como lo son en realidad. Porque
Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado” (1º
Corintios 5:7, NVI).
“La sangre en los marcos de sus puertas será mi señal:
cuando la vea pasaré de largo. No habrá ninguna plaga que los
destruya a ustedes cuando yo ataque Egipto. Este es un día que
ustedes recordarán y celebrarán con una gran fiesta al Señor. Lo
celebrarán como una costumbre, de generación en generación.
Comerán pan sin levadura durante siete días. El primer día
sacarán de la casa toda la levadura que tengan, porque si
alguien llega a comer levadura será expulsado de la comunidad
de Israel. El primer día y el séptimo día harán reuniones santas.
No trabajarán en esos dos días a no ser que sea para preparar la
comida de cada uno. Recordarán la fiesta de los Panes sin
Levadura, porque en ese día yo saqué de Egipto a su pueblo por
tropas. Lo celebrarán como una costumbre, de generación en
generación. Entonces desde la tarde del día catorce del primer
mes comenzarán a comer pan sin levadura. Seguirán comiendo
el pan así hasta el día veintiuno del mismo mes. Durante esos
siete días no puede haber levadura en sus casas porque
cualquiera, tanto el inmigrante como el natural del país, que
coma levadura será expulsado de la comunidad israelita. Por lo
tanto, no coman nada que tenga levadura. No importa el lugar
donde estén viviendo, comerán pan sin levadura. Moisés llamó a
todos los líderes de Israel y les dijo: Vayan a buscar un cordero
para sus familias y mátenlo para celebrar la Pascua. Tomen un
ramo de hisopo y sumérjanlo en la sangre que está en la vasija.
Unten con sangre los lados y la parte superior del marco de la
puerta. Ninguno de ustedes debe salir de su casa antes de que
109
Conociendo al Cristo

amanezca. Cuando el Señor pase matando a los egipcios, verá


la sangre en todo el marco de la puerta y pasará de largo por esa
casa. Así el Señor no dejará que el destructor entre en sus casas
a matar” (Éxodo 12: 13-23, PDT).
“Pero el Señor se agradó de su humilde siervo, quien tanto
sufrió. Después de ser ofrecido como sacrificio por el pecado, él
verá a sus descendientes, alargará su existencia y la voluntad
del Señor prosperará a través de él” (Isaías 53:10, PDT).
“Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por
medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará
nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin
de que sirvamos al Dios viviente!” (Hebreos 9:14, NVI).
La muerte de Jesús fue un sacrificio por causa de la
contrariedad del hombre hacia la santidad de Dios, el pecado
debía ser castigado; no hay excepción, debe haber una
ofrenda por el pecado para el perdón, los animales ya no
tenían efecto ante el trono de Dios, eran un perfume
desagradable delante de él. Si el pecado no era perdonado,
había una horrorosa perspectiva de separación eterna de
Dios; tenía que haber derramamiento de sangre, como dice
en Hebreos 9:22: "Y casi todo es purificado, según la ley, con
sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión".
La sangre de los becerros y machos cabríos no podían
limpiar una y otra vez el pecado del hombre, no podía quitar el
pecado de una vez y para siempre (Hebreos 10: 1-4, 11). Cristo
era el único digno de morir como sacrificio, un sacrificio
perfecto, por las siguientes razones:

- Su deidad (Hebreos 1: 8-9).


- La aceptación de su perfeccionamiento mediante el
sufrimiento (Hebreos 2:10, 5: 8-9).

110
Conociendo al Cristo

- La superioridad de su persona con respecto a Moisés


(Hebreos 3: 1-6).
- Su capacidad de proporcionar un reposo eterno para el
pueblo de Dios (Hebreos 4:9).
- Su llamamiento por parte de Dios como sacerdote de
la orden de Melquisedec (Hebreos 5: 1-6, 7: 1-22).
- Su establecimiento de un sacerdocio eterno (Hebreos
7: 23-28).
- Su presencia a la diestra de Dios como sacerdote
eterno, después de ofrecer un sacrificio perfecto
(Hebreos 1:3, 8: 1-2).
- Su superioridad con respecto al sacerdocio aarónico de
sacrificios de animales (Hebreos 8: 3-13).
- Su capacidad de llevar él mismo los resultados de su
sacrificio al cielo, no simplemente dentro del Lugar
Santísimo (Hebreos 9: 11-14, 23-25).
- Su perfecto sacrificio de una vez por todas por los
pecados (Hebreos 9:25 - 10:4).
- Su voluntad de ser el sacrificio, no simplemente de
ofrecer uno (Hebreos 10: 1-10).

La muerte de Cristo fue expiatoria

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose


maldición por nosotros (pues está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero)” (Gálatas 3:13, RVR 1995).
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió
nuestros dolores ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado, como
herido y afligido por Dios! Mas él fue herido por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz,
cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros
111
Conociendo al Cristo

curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada


cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado
de todos nosotros” (Isaías 53: 4-6, RVR 1995).
La expiación es la eliminación de la culpa o pecado a
través de Jesucristo. El sujeto culpable queda absuelto de
cualquier pena. Para los judíos, la palabra viene del
hebreo kipper, equivalente al arameo borrar o la raíz de cubrir.
Para los cristianos, el concepto más adecuado viene del
griego hilasterion, que significa aquello que propicia o expía.

La muerte de Cristo fue propiciación

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos


amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1º Juan 4:10, RVC).
“Porque Dios envió a Jesucristo para que sufriera el
castigo que nosotros merecemos, y para que, por medio de la fe
en su sangre derramada, obtuviéramos el perdón de nuestros
pecados. De este modo, Dios ha puesto de manifiesto su justicia,
absolviéndonos generosamente y pasando por alto en su
paciencia los pecados anteriormente cometidos” (Romanos
3:25, CST).
Este último versículo podría ser traducido como un
propiciatorio (sacrificio) por medio de la fe en su sangre. En
griego, hilasterion: lugar de propiciación.
La palabra aparece en 1º Juan 2:2 y 4:10 como la
traducción de hilanior: lo que propicia, un sacrificio
propiciatorio.
En Hebreos 9:5, hilasterion se utiliza para indicar el
propiciatorio. El propiciatorio era rociado con la sangre del
sacrificio en el día de la expiación (Levítico 16:14).
112
Conociendo al Cristo

Cristo es el mismo, el hilanior: el que propicia; el


hilasterion: el lugar de la propiciación.
Redención es el rescate por medio de un pago (Mateo
20:28; Gálatas 3:13; 4: 4-5).
“Pero en el momento previsto, Dios nos envió a su Hijo,
que nació de una mujer en el seno del pueblo judío. Lo envió
para que comprase nuestra libertad; para que, liberándonos de
una ley que nos hacía esclavos, recibiésemos la adopción de
hijos” (Gálatas 4: 4-5, CST).
“así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino
para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo
20:28, LBLA).
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose
hecho maldición por nosotros (porque escrito está: maldito todo
el que cuelga de un madero)” (Gálatas 3:13, LBLA).
La doctrina se presenta de manera completa en tres
palabras que se traducen como redención; una de ellas es
ogorozo, que significa comprar en el mercado. Los que son
objeto de la redención están vendidos al pecado: “Sabemos
que la ley es espiritual, pero yo soy débil, vendido como esclavo
al pecado” (Romanos 7:14, DHH).

Bajo la sentencia de muerte

“A mí me pertenece todo ser humano, lo mismo el padre


que el hijo. Aquel que peque, morirá” (Ezequiel 18:4, DHH).
“El que cree en él no es condenado (juzgado); pero el que
no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el
nombre del unigénito (único) Hijo de Dios. Y este es el juicio: que
la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas

113
Conociendo al Cristo

que la Luz, pues sus acciones eran malas” (Juan 3: 18-19,


NBLH).
“Ahora bien, sabemos que cuanto dice la Ley, lo dice a los
que están bajo la Ley, para que toda boca se calle y todo el
mundo sea hecho responsable ante Dios” (Romanos 3:19,
NBLH).
“Sin embargo, los que dependen de la ley para hacerse
justos ante Dios están bajo la maldición de Dios, porque las
Escrituras dicen: Maldito es todo el que no cumple ni obedece
cada uno de los mandatos que están escritos en el libro de la ley
de Dios” (Gálatas 3:10, NTV).

El precio del rescate es la sangre del Redentor que murió en


lugar de ellos

“Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan,


sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por
muchos” (Mateo 20:28, NTV).
“Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan,
sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”
(Marcos 10:45, DHH).
“Cristo nos rescató de la maldición de la ley haciéndose
maldición por causa nuestra, porque la Escritura dice: Maldito
todo el que muere colgado de un madero" (Gálatas 3:13, DHH).
“Porque él se entregó a la muerte como rescate por la
salvación de todos y como testimonio dado por él a su debido
tiempo” (1º Timoteo 2:6, DHH).
“Pues Dios los ha rescatado a ustedes de la vida sin
sentido que heredaron de sus antepasados; y ustedes saben
muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas
corruptibles, como el oro o la plata” (1º Pedro 1:18, DHH).
114
Conociendo al Cristo

Otra de las palabras que se traducen como redención es


exagorazo, que significa comprar y sacar del mercado. El
redimido nunca va a volver a estar expuesto a la venta.
Y la tercera palabra es lutro, que significa soltar, poner
en libertad por medio del pago de un precio: “y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32, RVR 1960).
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió
a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos
la adopción de hijos” (Gálatas 4: 4-5, RVR 1960).
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados;
solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne,
sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13, RVR
1960).
“de ser liberado de su destrucción. Tiene la esperanza de
compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos
8:21, TLA).

La redención es por sacrificio y por poder

“Así fue como aquel día Dios libró a los israelitas. Todos
ellos pudieron ver los cuerpos muertos de los egipcios, tendidos
a la orilla del mar” (Éxodo 14:30, TLA).
Cristo pagó el precio, el Espíritu Santo es real en esa
experiencia de liberación.
“Ahora, por estar unidos a él, el Espíritu Santo nos
controla y nos da vida, y nos ha librado del pecado y de la
muerte” (Romanos 8:2, TLA).

115
Conociendo al Cristo

Fue sustitutoria: en lugar de los demás

“quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre


el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1º
Pedro 2:24, RVR 1960).
“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre
vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno
haréis vuestra ofrenda. Si su ofrenda fuere holocausto vacuno,
macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la
puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. Y pondrá
su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para
expiación suya” (Levítico 1: 2-4, RVR 1960).
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque
él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21, RVR 1960).
“Porque ni aun el Hijo del Hombre vino a que le sirvieran,
sino a servir a los demás y a dar su vida en rescate por muchos”
(Marcos 10:45, PDT).
“El pecado reinó por medio de la muerte, pero ahora el
generoso amor de Dios reina aprobándonos por medio de
nuestro Señor Jesucristo y dándonos vida eterna” (Romanos
5:21, PDT).

La muerte de Cristo fue:

- Por todo el mundo


“Él sacrificó su vida para quitar nuestros pecados, y no
solo los nuestros, sino los de todo el mundo” (1º Juan
2:2, PDT).

116
Conociendo al Cristo

- Por cada miembro de la raza en forma individual


“pero sí vemos que Jesús fue hecho durante breve
tiempo un poco menos que los ángeles. Y ahora ha sido
coronado de gloria y honor, porque sufrió y murió. Por
el generoso amor que Dios tiene hacia nosotros, Jesús
tuvo que sufrir la muerte para bien de todos” (Hebreos
2:9, PDT).

- Por el pecador, el injusto y el impío


“A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en
el tiempo señalado Cristo murió por los malvados.
Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque
tal vez haya quien se atreva a morir por una persona
buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en
esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo
murió por nosotros.” (Romanos 5: 6-8, NVI).
“Este mensaje es digno de crédito y merece ser
aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a
salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”
(1º Timoteo 1:15, NVI).
“Porque Cristo murió por los pecados una vez por
todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a
ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el
Espíritu hizo que volviera a la vida” (1º Pedro 3:18,
NVI).

- Por la Iglesia y todos los creyentes


“Los esposos deben amar a sus esposas, así como
Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Lo hizo
para hacerla solo suya, limpiándola por medio de su
mensaje y del bautismo. Cristo quiso regalarse a sí
mismo una iglesia gloriosa, apartada del mal y
117
Conociendo al Cristo

perfecta, como un vestido sin una sola arruga ni una


sola mancha, ni nada parecido” (Efesios 5: 25-27,
TLA).
“Por eso nos esforzamos tanto, pues confiamos
firmemente en Dios. Él vive para siempre y es el
Salvador de todos, especialmente de los que confían en
él” (1º Timoteo 4:10, TLA).

LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO

“Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos,


unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto
otra vez” (Hechos 17:32, RVR 1960).
“Cuando la gente oyó que Jesús había muerto y
resucitado, algunos comenzaron a burlarse de Pablo, pero otros
dijeron: Mejor hablamos de esto otro día” (Hechos 17:32, TLA).
El término griego anastasis significa literalmente acción
de levantar o poner en pie. Esta palabra es la que emplea el
Nuevo Testamento para indicar la resurrección de los muertos
en general y la Resurrección (con mayúscula) de Nuestro
Señor Jesucristo. Pero veamos qué importancia tiene la
resurrección para nosotros, como Iglesia:

Cinco cosas importantes de la anastasis:

- Anastasis en el inframundo
El Hades se compone de dos partes: los salvos (el seno
de Abraham) y los perdidos (el infierno).
“Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio
de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno” (Lucas

118
Conociendo al Cristo

16:23, RVR 1960). En este lugar había una sima:


“Además de todo esto, una gran sima está puesta entre
nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren
pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”
(Lucas 16:26, RVR 1960).
Jesús fue al Hades: “Porque no dejarás mi alma en el
Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me
hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo
con tu presencia. Varones hermanos, se os puede decir
libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado,
y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero
siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le
había jurado que de su descendencia, en cuanto a la
carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su
alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio
corrupción” (Hechos 2: 27-31, RVR 1960). Se llevó a los
creyentes y dejó a los perdidos en el mismo lugar: “Por
lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la
cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió,
¿qué es, sino que también había descendido primero a las
partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el
mismo que también subió por encima de todos los cielos
para llenarlo todo” (Efesios 4: 8-10, RVR 1960).
En el Hades, Jesús declaró el triunfo sobre Satanás:
“anulando el acta de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a
las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz” (Colosenses 2: 14-15, RVR 1960).

119
Conociendo al Cristo

Jesús invitó al ladrón al paraíso: “Entonces Jesús le dijo:


De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”
(Lucas 23:43, RVR 1960).

- Anastasis en el kerigma de la Iglesia Primitiva


“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la
resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre
todos ellos” (Hechos 4:33).
“Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos
disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este
palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos
dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la
resurrección” (Hechos 17:18).
La prédica de los primeros creyentes era la anastasis
de Jesús. Según los Hechos de los Apóstoles,
confirmado por las cartas de Pablo a los Romanos,
Corintios y Gálatas, la Iglesia Primitiva predicó la
resurrección de Jesús desde el principio, menos de dos
meses después de la muerte de Jesús (Hechos 2: 24-36).
Esto prueba, dado el poco tiempo transcurrido, el hecho
de que las apariciones de Jesús no podían ser
elaboraciones legendarias del mensaje de la
resurrección, fruto de la fe.
El centro del mensaje de la Iglesia Primitiva se
encuentra en la Resurrección. El mensaje de Pedro en el
día de Pentecostés se centró en la Resurrección de Jesús
(Hechos 2: 24–36). Pablo se enfocó en la Resurrección
también. Algunos filósofos en Atenas pensaron que él
era un poco extraño porque predicaba acerca de Jesús y
la Resurrección (Hechos 17:18), y cuando se presentó la
oportunidad para hablar en el Areópago, Pablo presentó
su mensaje y luego dijo que Dios “juzgará al mundo con
120
Conociendo al Cristo

justicia, por aquel varón al que designó, dando fe a todos


con haberle levantado de entre los muertos”, refiriéndose
a Jesús (Hechos 17:31).
Sin la Resurrección, la muerte de Cristo sería el fin de
todas nuestras esperanzas y, por supuesto, sin su
muerte no hubiera resucitado de entre los
muertos. Ambas son necesarias para el perdón de
nuestros pecados (Efesios 1:7; 1º Corintios 15:17). De
hecho, Pablo le dijo a los corintios que el mensaje del
evangelio que él predicaba era: “Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras” y que fue visto por mucha gente (1º Corintios
15: 3-4). “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra
predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados
falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios
que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los
muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan,
tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe
es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces
también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta
vida solamente esperamos en Cristo, somos los más
dignos de conmiseración de todos los hombres. (1º
Corintios 15: 14–19). Si Jesús no hubiera resucitado de
entre los muertos, entonces el cristianismo sería una
religión falsa y no tendríamos esperanza
alguna. Nuestros seres queridos se marcharían para
siempre y nosotros estaríamos todavía en pecados.

121
Conociendo al Cristo

- Anastasis en la vida y presentación del Cristo resucitado


Las evidencias de la resurrección de Cristo: La tumba
vacía (Lucas 24:3; Juan 20:1, 8) y las apariciones del
Señor (Hechos 1:3):

• A María, como Consolador: Juan 20:16.


• A las mujeres, como la personificación del gozo
restaurado: Mateo 28:5, 8, 9.
• A Simón Pedro, como el Restaurador de las almas:
Salmos 23:3; Marcos 16:7; Lucas 24:34.
• A los dos que iban por el camino de Emaús, como
Instructor compasivo: Lucas 24: 13-14, 25, 27, 30,
32.
• A los discípulos en el aposento alto, como Dador
de paz: Juan 20:19.
• A Tomás, como Confirmador de la fe: Lucas 24:
10-11; Juan 20:26, 29.
• A Juan y a Pedro, como Uno interesado en los
asuntos de la vida diaria: Juan 21:5, 7.
• A toda la compañía de discípulos, como la
personificación del señorío y la autoridad: Mateo
28:16, 20; 1º Corintios 15:4, 7).
También muchos resucitaron:
“Las mujeres recibieron sus muertos mediante
resurrección; mas otros fueron atormentados, no
aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección”
(Hebreos 11:35, RVR 1960).
“y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos
que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los
sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la

122
Conociendo al Cristo

santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mateo 27: 52-


53, RVR 1960).

- Anastasis en la vida del creyente


“y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección
de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”
(Mateo 27:53).
La resurrección es una victoria triunfante y gloriosa
para cada creyente en Jesucristo, quien murió, fue
sepultado y resucitó al tercer día según a las Escrituras.
¡Y él vendrá nuevamente!: “Los muertos en Cristo
resucitarán primero, luego nosotros, los que hayamos
quedado y vivamos para su venida, seremos
transformados y recibiremos nuevos cuerpos glorificados”
(1º Tesalonicenses 4: 13-18).
¿Por qué es importante la resurrección de Jesucristo?
• Porque demuestra que Dios aceptó el sacrificio de
Jesús a nuestro favor.
• Comprueba que Dios tiene el poder de levantarnos
de los muertos.
• Garantiza que aquellos que crean en Cristo no
permanecerán muertos, sino que serán resucitados
a una vida eterna.
¡Esa es nuestra bendita esperanza!

- Anastasis de los muertos


“y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de
vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de
condenación” (Juan 5:29).
“Así también es la resurrección de los muertos. Se
siembra en corrupción, resucitará en incorrupción” (1º
Corintios 15:42).
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“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera


resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre
estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y
reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).

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