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La hagiografía

La hagiografía, también conocida como poesía religiosa o litúrgica, es un género


literario que privilegia la vida de los santos. Anteriormente el término hacía alusión al estudio
colectivo de los santos, pero eso fue modificándose. Hasta el día de hoy se utiliza para hacer
mención a la vida de los actores de lo sagrado, aquellos que reúnen méritos tan excepcionales
y están a un nivel tan separado del resto de los mortales que, en la práctica, se les santifica y
conmemora en fechas específicas que hacen al calendario litúrgico.
Estos documentos sociológicos de fuerte carácter religioso podemos encontrarlos, en un
primer momento, a partir del siglo II con las narraciones de las excepcionales circunstancias
por las que atravesaban los mártires. Ya con la conversión de Constantino en el siglo IV, las
mismas fueron compiladas en martirologios que, con el correr de los años, fueron sucedidos
por la vida de los santos. En la tradición cristiana, una persona se va a reconocer por los
gestos que realiza, la resistencia ante los pecados y la ejemplaridad con la que soportan las
pruebas que se dan a lo largo de su vida la cual se encuentra destinada al oficio litúrgico y al
pueblo. En relación al pueblo, la vida de los santos se inscribe en la vida del grupo, iglesia o
comunidad a la que pertenecen ya que representan la conciencia que estos tienen de sí
mismos, como colectividad y como hijos de Dios, por la asociación de su figura, como
personajes milagrosos, con el lugar de origen.
A continuación, detallaremos algunas características propias del héroe litúrgico. En
primer lugar, destacaremos el recorrido de lugares que realiza: la historia del santo se traduce
en una serie de recorridos que realiza en pos de aunar lo humano, por medio del milagro, con
el poder divino y predicar, por medio de gestos e imitaciones, la vida de Cristo. El santo
reparte su vida en múltiples recorridos, llevando adelante pruebas y glorificaciones como un
pasaje de lo privado a lo público, siendo el origen de todo esto la elección que realiza al elegir
su vocación hacia la religión.
En segundo lugar, la vida del santo se somete a otro tiempo, al tiempo de los héroes
como dirá Michel de Certan en su extenso trabajo sobre la edificación hagiográfica. Esto
quiere decir que sus hazañas son atemporales para nosotros y serán relatadas hacia la
comunidad a través de un ciclo de imágenes que corresponden a episodios concretos de la
vida del santo y contienen una idea simple, fácil de recordar y que adoctrinen por medio de la
ejemplaridad.
En resumen, la hagiografía es un discurso de virtudes con una significación moral que
contiene diversos elementos populares y se asemeja más bien a lo maravilloso y

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extraordinario para lograr en la comunidad que lo lee, en una fecha específica, el resultado
esperado: denotar que la santidad ha relevado a la filosofía como el camino privilegiado hacia
la perfección y, por lo tanto, es tarea de la primera inspirar a la comunidad para que lleven
adelante una vida ejemplar, ascética y simple que los aleje del mal y les otorgue la salvación.
A continuación, llevaremos adelante un análisis recortado sobre dos obras de la literatura
hagiográfica:

Análisis de los capítulos XV y XVI de las Florecillas de San Francisco


Se trata de una obra hagiográfica anónima del siglo XIV que narra la vida y milagros de
San Francisco de Asís y de sus primeros compañeros franciscanos. Existen diversas teorías en
relación a su origen y serán dos las que pronunciaremos a continuación:
En primer lugar, se creyó que se trataba de un compilado de relatos orales, escritos en
latín y bajo otro nombre, sobre el santo y su entorno que fueron reunidas por diferentes frailes
que pertenecieron a la orden. Ya en el siglo que anteriormente hemos nombrado, el fraile
Ugolino da Montegiorgio tomó algunas de las hazañas realizadas, retocándolas y
ampliándolas con otras tradiciones que él mismo conocía, antes de traducirlo al toscano con el
título de “Florecillas” ya que un floretum era, en la Edad Media, una antología o selección de
los mejores pasajes de una obra.
En segundo lugar, otra tradición atribuye la autoría del texto a Giovanni de Marignolli,
un fraile menor franciscano que fue obispo y misionero en China.
En tercer lugar y en relación al título de la obra, el término Florecilla hace alusión a los
sacrificios que se realizan por el periodo de Cuaresma y que son muy importantes para quien
lo realiza. Se trata de que el espíritu atraviese una privación dolorosa en el nombre de Dios,
produciendo que la persona deba sacar fuerzas desde lo más profundo de su ser para aceptar
el compromiso que ha decidido emprender con valentía, perseverancia, voluntad y
espontaneidad. Es a través de la oración que la florecilla llega a Dios y se inicia un diálogo.
De la oración la florecilla debe tener el sentimiento, la actitud del espíritu, la disponibilidad a
un diálogo con nuestro yo más íntimo y verdadero, que se convierte en diálogo con Dios.
Pocos santos han podido expresar la cercanía al Todopoderoso, el diálogo constante con Él,
como San Francisco de Asís, que hizo del amor a Dios, expresado en el amor por toda la
Creación, su misión de vida.

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Aunque el autor permanece incierto, el significado de la obra no cambia: se trata de un
compilado de historias, fragmentos, que ilustran la vida de San Francisco de Asís y sus
discípulos, en la que emerge su predicación y ejemplo de vida y fe.
San Francisco de Asís cumple con todas las características que le corresponden al héroe
litúrgico: perteneciente a una familia acomodada, poseedor de un linaje noble, decide
despojarse de sus pertenencias por una falta que tuvo con un mendigo y, de esta manera,
tomando votos de pobreza. También observamos que inicia un recorrido por diversos lugares
con el objetivo de llevar la palabra de Dios e imitar la vida de Cristo siempre desde una
perspectiva ascética.
Cabe aclarar que este héroe litúrgico se diferencia del héroe clásico que hemos
estudiado anteriormente: el valor de los héroes previos, tanto Rolando, como el Mío Cid,
como incluso los héroes griegos como Aquiles, estaba sujeto a varios elementos,
especialmente relacionados a la guerra y a la capacidad de ejercer violencia. El Cid
Campeador era legendario por ser el “campi doctor”, guerrero que batalla en la planicie, en
exteriores, que demuestra su valor y su capacidad de conquista. Las hazañas de Aquiles y el
miedo que infundía en sus enemigos eran innegables. Rolando mismo, aún con el vicio del
orgullo, era reconocido y admirado por su capacidad guerrera. Estos héroes, no solo tenían
esa valentía, esa fuerza, sino que además asumían las posesiones y los hombres de aquellos
que derrotaban, incrementando así su prestigio y su fuerza. El héroe clásico, entonces, tenía
más poder y más respeto mientras mayor capacidad de ejercer la violencia e imponerse tenía
y mientras más riqueza hubiese acumulado producto de esa capacidad. El heroísmo como
conquista, como forma de la gallardía.
Francisco de Asís, por otra parte, modifica todos los valores de su tiempo, rechaza el
concepto de la riqueza material como un valor intrínseco y valora características más bien
espirituales, como la humildad y el respeto a Dios. Francisco mismo señala que nadie puede
imponerse a él, excepto Dios, y que las riquezas y los títulos de la tierra son para él de
importancia insignificante.
La obra, por otro lado, está compuesta por una serie de episodios cerrados, débilmente
enlazados, en la mayoría de los casos de forma temporal y casual, y que contienen un gesto
simple, pero expresivo dejando una enseñanza para quienes lo leen y que será fácil de
recordar. Sumado a las anteriores características que hemos desarrollado anteriormente,
deseamos enfocarnos específicamente en dos cantos que componen a la obra: el canto XV y
el XVI.
Canto XV

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El canto inicia relatando las frecuentes visitas que realizaba San Francisco a Santa
Clara cada vez que estaba en Asís. Son diversas las leyendas que circundan alrededor de la
relación que poseían y que permite asociarlos al amor cortés. Los dos unían tres grandes
pasiones: por Cristo pobre y crucificado, por los pobres, especialmente los leprosos, y del uno
por el otro. Ya los compañeros de Francisco nos indicarán la fervorosa devoción que Santa
Clara profesaba por San Francisco cuando nos relatan que “por tu predicación abandonó ella
las riquezas y las pompas del mundo” (Anónimo, 2011, p. 98). Por lo tanto, Santa Clara y San
Francisco están atravesados por una relación feudal en la que supieron articular el amor a
Cristo y a los pobres de tal forma que era un solo gran amor perfecto y puro.
Al igual que sucede en la Ilíada, donde los héroes recuerdan las anteriores hazañas,
observamos que San Francisco recuerda cuando Santa Clara inició su camino santo para
luego pasar directamente al tópico del banquete. Luego que las parejas y el resto de los
compañeros se sientan, sucede algo maravilloso: todos los comensales quedan arrebatados en
Dios por gracia de la proclamación que San Francisco realiza. Sin embargo, no es un milagro
que solamente interpela a quienes se encuentran en Santa María de los Ángeles, sino también
a la comunidad que rodea el monasterio lo cual produce que los ciudadanos se acerquen hasta
allí para ser protagonistas del milagro.
Se debe hacer énfasis, por último, en cómo el amor divino es presentado como un
sentimiento satisfactorio y reconfortante, al punto que, incluso, se aclara que los presentes
ingirieron poco o nulo alimento. Al hacerse esta diferenciación del alimento terrenal, puede
pensarse al amor de Dios como un alimento espiritual, que nutre el corazón y el alma, más
que simplemente el cuerpo. Esto daría cuenta de la importancia vital que se le daba: tanto
como alguien requiere nutrirse para mantenerse físicamente saludable, también necesita de la
gracia de Dios para “nutrir su alma” y mantenerse “espiritualmente saludable”. En la religión,
incluso, puede ponerse esta nutrición espiritual sobre la nutrición física o terrenal, ya que el
amor por Dios debe estar sobre todas las cosas y es este el que los proveerá de todo lo demás.

Canto XVI
El canto inicia relatando la vida de San Francisco un tiempo después de su conversión y
la duda que lo invade: si se dedica solamente a la oración o si también predica la palabra. En
este canto observamos lo que hemos detallado anteriormente: las Florecillas es un compilado
de relatos que no necesariamente poseen un orden cronológico, sino que apenas se encuentran
levemente conectados si de temporalidad hablamos. Aquí se exaltan diversas cualidades que
hacen a la figura de San Francisco. Por un lado, su santa humildad, que no le permitía

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presumir de sus oraciones. Por otro lado, también se exalta el amor que pregona en relación a
la naturaleza y a todas las criaturas que habitan el mundo.
En el canto ocurre lo que podría llamarse un milagro o hecho maravilloso: San
Francisco envía a Santa Clara, al hermano Silvestre y al hermano Maseo a consultar a Dios
sobre su duda y estos logran comunicarse con él. Dios da una respuesta clara: él debe
dedicarse a predicar, pues ha sido elegido para sembrar la semilla de la fe en otras almas.
Seguido de eso, vemos que San Francisco recibe al fraile Maseo, quien venía a darle la
respuesta divina, allí le lava los pies y le sirve comida. Esto último es un claro paralelismo de
un momento clave de la Biblia, cuando Jesús lava los pies de sus discípulos. Este gesto
representa la humildad y la relación de igualdad entre los siervos de Dios.
Luego de recibir la noticia, San Francisco, junto a los hermanos Maseo y Ángel, se
dirige a diferentes pueblos llevando la palabra. Allí vemos otro milagro o hecho maravilloso:
San Francisco se comunica con las aves, les habla de Dios y les implora que lo alaben y le
agradezcan. Así, se resalta también su capacidad extraordinaria para predicar, llevando a cabo
hechos inimaginables.

Análisis del milagro XVI “El niño judío” de Milagros de Nuestra Señora de
Gonzalo de Berceo.
La historia del niño judío al que, por haber asistido a misa y comulgado, su papá arroja
a un horno para luego ser salvado por la Virgen, es, por obvias razones, la obra más
comentada de esta colección. La perspectiva que predomina en esos análisis es la de los
rasgos antisemitas, por eso la figura más analizada es la del padre y de sus características.
Analicemos su trama. El niño judío participa por primera vez de la eucaristía, acto
fundamental en el cristianismo, en un día que recuerda la resurrección de Cristo y su
resurrección. La virgen da comunión a los niños; el niño judío, nuestro protagonista, participa
en ella de buena fe, por curiosidad inocente y se enamora de La Virgen:

Vío que esta duenna que posada estava,


a grandes e a chicos ella los comulgava;
pagóse d’ella mucho quando mas la catava,
de la su fermosura más se enamorava. (358)

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La acción de esa comunión tiene un significado oculto, es, en sí misma, la salvación de
nuestro protagonista, y anticipa así el final de la historia. Hay una especie de paralelo entre el
niño judío y Cristo: los dos participan en la eucaristía antes de su muerte, y tal vez es ese acto
de fe final el que les salva la vida, en ambos casos la Virgen interviene. Interviene con Cristo
representando el vientre donde nace el fruto de la salvación para aquél; y por parte del niño
judío lo hace "renacer" en un espíritu cristiano tras haberlo salvado del horno hirviente. Vale
recalcar que el niño participa de la comunión de buena fe, de curiosidad, sin segundas
intenciones, para hacer más fuerte aún el contraste entre la inocencia del niño y la severidad
de su castigo.
La escena del horno, donde el padre arroja al niño, le da a Berceo la oportunidad de
insultar hacia el padre del niño judío, llamándolo "mal aventurado", "diablado", "con
traydor", "locco peccador", moldeando así el estereotipo del judío como la raza que rechaza a
Cristo y su mensaje. A la inversa, el niño judío que mantuvo su fe en María, regresa sano y
salvo a los brazos de su mamá. Ante esta hazaña llega el castigo que recibirá el padre, quien
es arrojado al fuego por la gente del pueblo, pagando así su condena, mientras el pueblo se
regocija.

Prisieron al judío, al falsso desleal,


al que a su fijuelo fiziera tan grand mal,
legáronli las manos con un fuerte dogal,
dieron con elli entro en el fuego cabdal. (371)

El padre no acepta a la Virgen y muere sin comulgar su alma queda perdida. Su muerte
representa un doble castigo: el primero, el intento de homicidio; y el segundo la herejía, al
rechazar la eucaristía. En las últimas estrofas se puede ver la intercesión de la virgen, que
además se la muestra benevolente cuando señala:

Nunqua repoió ella a los que la quisieron,


Nin lis dió en refierta el mal que li fiçieron. (376)

Podemos decir que la conclusión ideológica fundamental de esta obra pasa por el
rescate del niño judío de las llamas, que representa un claro mensaje sobre la fe en María
como mecanismo fundamental para la salvación del hombre, frente al destino negro del
incrédulo.

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Bibliografía:
Certean, M de (1999): Cap. VII “Una variante: la edificación hagiográfica” en La escritura de
la historia. Edition Gallimard. México
Florecillas de San Francisco Regalo y Bendición a los Alumnos que Egresan Diciembre
2011 .:TIG:. Taller de Investigaciones Gráficas Ediciones e[ad] ESCUELA DE
ARQUITECTURA Y DISEÑO PUCV ediciones@arquitecturaucv.cl
http://www.ead.pucv.cl/mundo/taller-de-ediciones/
https://www.holyart.es/blog/articulos-religiosos/las-florecillas-de-san-francisco-explica
das-brevemente/
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/las-florecillas-de-san-francisco-el-cantico-
del-sol--0/html/ff7b777a-82b1-11df-acc7-002185ce6064_6.html

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