Existe un pensamiento muy extendido sobre que la Biblia contiene grandes
diferencias y contradicciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sin embargo, según la exégesis, el Antiguo Testamento tiene su cumplimiento en el Nuevo, y el Nuevo tiene su desarrollo en el Antiguo.
Ambos son partes complementarias de la Revelación progresiva, y
tienen su fundamento en Dios mismo, quien dispuso los elementos del Antiguo Testamento que tipifican y prefiguran las realidades que se manifiestan en el Nuevo Testamento.
Dios configuró lo que en el Antiguo Testamento era un “tipo” y lo que en el
Nuevo Testamento es un “antitipo”.
“Tipo”: Conexión histórica entre determinados hechos, personas o cosas
del Antiguo Testamento y hechos, personas o cosas semejantes del Nuevo Testamento.
“Antitipo”: Hechos, personas o cosas del Nuevo Testamento, que tienen su
“tipo” en el Antiguo Testamento.
Un “tipo” del Antiguo Testamento tiene un “antitipo” en el Nuevo Testamento
que arroja luz sobre el “tipo”. Si el “antitipo” no es claro, es probable que no corresponda a un “tipo”. El “tipo” y el “antitipo” están determinados por Dios mismo y no por la fantasía humana, por el capricho del intérprete o por la arbitrariedad de interpretación.
La interpretación de un tipo es una analogía formal entre dos
personas, objetos o acontecimientos. Esencialmente, prefigura algo en el futuro.
La interpretación de un símbolo señala las cualidades particulares,
marcas, aspectos o señales mediante los cuales un objeto, real o ideal, indica e ilustra a otro. Puede representar una cosa, presente, pasada o futura.