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Índice
Origen de la palabra
Descripción
Características Stendhal, retrato de Johan Olaf
Trayectoria del realismo Sodemark (1840)
Origen de la palabra
Aparece aplicado a la literatura hacia 1825 para referirse a la imitación por parte de los románticos de la
naturaleza y al detalle descriptivo de algunos de sus novelistas y las escenografías aparatosas del
Romanticismo, llevaban a sus lienzos sencillas escenas de la vida cotidiana; enseguida se aplicó el vocablo a
las obras literarias animadas de un propósito análogo de recoger fieles testimonios de la sociedad de la época.
Hacia 1827 en Francia una serie de escritores y críticos presentan ya al realismo como una nueva estética
alejada u opuesta a la romántica. En 1856 aparece una revista titulada precisamente Realismo, que en uno de
sus números dice:
El Realismo surgió en la Francia de la primera mitad del siglo XIX tras la revolución burguesa de 1848. Sus
autores pioneros fueron Honoré Balzac y Henri Beyle "Stendhal", y se desarrolló plenamente con Gustave
Flaubert. Pero ya hacia la mitad de siglo publican grandes obras maestras de esta estética también escritores
ingleses como William M. Thackeray y Charles Dickens y el alemán Gustav Freytag, al que seguirá al poco
Wilhelm Raabe. En España, el inicio realista fue algo posterior y coincidió con acontecimientos históricos
capitales. Surgió hacia 1870, después de que se reprodujese la tardía revolución burguesa de 1830 en La
Gloriosa de 1868, y tuvo su apogeo en la década de 1880 con autores como Pérez Galdós, Leopoldo Alas y
Emilia Pardo Bazán. Finalmente decayó en la década de 1900.
Descripción
Al estar agotados los presupuestos estéticos del Romanticismo se
desecharon o se renovaron. Los que desecharon el Romanticismo
siguieron la estética burguesa del Realismo; quienes lo renovaron
formando la estética Postromántica.
Se encuentra inscrito en un movimiento más amplio que afecta también a las artes plásticas, a la fotografía (que
surge con el siglo XIX), y a la filosofía (positivismo, darwinismo, marxismo, método experimental). La
estética realista, fascinada por los avances de la ciencia, trata de hacer de la literatura un documento que pueda
servir de testimonio de la sociedad de su momento. Por ello describe todo lo cotidiano y prefiere los personajes
comunes y corrientes, basados en individuos reales de los que toma nota a través de cuadernos de observación,
a los personajes extravagantes o insólitos típicos del Romanticismo. Esta estética propugna a su vez una ética,
una moral fundamentada en la objetividad y el materialismo.
Respecto a los procedimientos literarios del realismo, son característicos el uso de la descripción detallada y
minuciosa, con enumeraciones y sustantivos concretos; el del párrafo largo y complejo provisto de abundante
subordinación, la reproducción casi magnetofónica del habla popular, sin idealizarla, y un estilo poco
caracterizado, un lenguaje «invisible» que caracterice personajes, hechos y situaciones objetivamente sin
llamar la atención sobre el escritor.
Características
Los rasgos fundamentales del realismo son los siguientes:
Procura mostrar en las obras una reproducción fiel y muy apegada a los detalles de la
realidad, por lo que abunda en descripciones.
Se opone al romanticismo en su rechazo de lo sentimental
y lo trascendental y en su alejamiento de los escenarios
exóticos; aspira, en cambio, a reflejar la realidad individual
y social burguesa en el marco del devenir histórico.
Debido a su afán verista o de verosimilitud, el realismo
literario se opone asimismo directamente a la literatura
fantástica.
Hace un uso minucioso de la ejemplificación, para mostrar
perfiles diversos de los temas, personajes, situaciones e
incluso lugares; lo cotidiano y lo no exótico es el tema
central, exponiendo problemas políticos, humanos y
sociales según una mentalidad burguesa materialista e
individualista.
Ilustración de Los papeles del club
El lenguaje utilizado en los diálogos de estas obras
Pickwick, de Charles Dickens, obra
abarca diversos registros y niveles, ya que expresa el
inaugural del realismo literario inglés.
habla común de todas las capas de la sociedad e incluso
En la imagen aparece el señor
reproduce el habla popular, el registro coloquial y las
Pickwick dirigiendo su extravagante
características propias de las hablas regionales; en los
club.
pasajes narrativos sin embargo el estilo es académico, de
largos y complejos periodos henchidos de subordinación.
Conforme va avanzando esta estética comienza a
utilizarse cada vez más el monólogo interior y de la mera descripción física de los ambientes y
los actos de los personajes se pasa a ahondar en su psicología. Los distintos personajes son
complejos, evolucionan e interactúan entre sí influyéndose mutuamente.
Las obras muestran una relación inmediata entre las personas y su entorno económico y
social, del cual son exponente; la historia muestra a los personajes como testimonio de una
época, una clase social, un oficio, etc. por lo cual el autor se documenta visitando los
ambientes y lugares, conversando con sus tipos y tomando notas de los mismos que luego
usa en sus obras para que den la sensación de realidad que busca.
El autor analiza, reproduce y denuncia los males que aquejan a su sociedad, por lo que
transmite unas ideas tradicionales o progresistas de la forma más verídica y objetiva posible
recurriendo frecuentemente al género de la novela de tesis.
El público estaba interesado, más que por lo lejano en el tiempo y espacio y lo exótico de los románticos, por
los problemas próximos y cotidianos de la sociedad contemporánea, siempre presente a través del periodismo,
que se desarrolla ampliamente en el siglo XIX después de haber nacido en el XVIII, y de la fotografía, nueva
técnica que reproduce al detalle la realidad. En reacción contra el idealismo, se desarrolla el positivismo de
Auguste Comte (su Sistema de filosofía positiva se publica en 1850), que rechaza la especulación pura y la
metafísica; en Inglaterra domina el pensamiento empírico del utilitarismo (Jeremy Bentham, John Stuart Mill) y
el evolucionismo que Charles Darwin expone en su Origen de las especies (1859) pone de moda las ciencias
naturales y la clasificación empírica de los hechos, haciendo notar que todos los seres humanos están
encadenados al medio ambiente, que los moldea mediante la "adaptación al medio" en una "lucha por la vida"
que provoca una "selección natural"; el filósofo Herbert Spencer crea con este fundamento el Evolucionismo
social y cultural, al que se adhiere el mismo Comte. El experimentalismo se desarrolla con el fisiólogo francés
Claude Bernard, quien publica en 1865 su método experimental aplicado a la medicina. Por último, se
desarrolla una nueva ciencia, la genética, a partir de que el botánico
austriaco Gregor Mendel publique en 1865 sus leyes de la herencia.
Por otra parte, la izquierda hegeliana desacredita la religión (Ludwig
Feuerbach) y las esperanzas de redención fuera de este mundo y,
sobre todo Karl Marx, llama la atención sobre los condicionantes
económicos y sociales de los pueblos o materialismo histórico y la
lucha de clases y afirma que la realidad no debe ser teorizada, sino
transformada.
La libertad política y religiosa, la soberanía popular, el sufragio universal y las reivindicaciones sociales fueron
motores que desde ese momento movilizaron en toda Europa a las masas de trabajadores y las impulsaron a
participar en los acontecimientos políticos. Doctrinas como el socialismo y el marxismo tuvieron una rápida
aceptación y contribuyeron a crear entre los obreros una viva conciencia de clase, que prendió con gran fuerza
entre el proletariado urbano, surgido como consecuencia de la revolución industrial, sometido a condiciones de
trabajo infrahumanas y que sobrevivía a duras penas en las ciudades. Cuando este proletariado adquirió
conciencia de clase entró en pugna con la burguesía, que de ser clase revolucionaria que lucha contra el
Antiguo Régimen pasó a ser clase dominante y conservadora.
El origen del realismo literario europeo hay que buscarlo en la literatura española medieval y la novela
picaresca española y, en concreto, en la versión que configuró sobre esa tradición el novelista Miguel de
Cervantes. El desmitificador modelo cervantino influyó poderosamente en la literatura europea posterior, pero
el descrédito por el que pasó el género narrativo durante el siglo XVIII aplazó su influjo europeo hasta bien
entrado el siglo XIX, salvo en el caso de Inglaterra, que en el siglo XVIII comenzó su propio realismo de la
mano de Daniel Defoe, Samuel Richardson o Henry Fielding, entre otros, y del que buena parte de los
escritores realistas posteriores son deudores.
La novela realista europea viene a ser la épica de la clase media o burguesa que ha conseguido —a lo largo de
sucesivas revoluciones que le han ido confiriendo cada vez mayor poder (1789, 1820, 1830 y 1848)—,
instalarse como clase dominante en todos los aspectos de la vida, incluido el cultural y el estético. Los ideales
burgueses (materialismo, utilitarismo, búsqueda del éxito económico y social) irán apareciendo en la novela
poco a poco, y en su fase final también irán apareciendo algunos de sus problemas internos (el papel de la
mujer instruida y sin embargo desocupada; el éxodo del campo a la ciudad y la mutación de valores
subsecuente, por ejemplo). Por otra parte, cuando se vayan reiterando y agotando los temas relativos a la
burguesía, la descripción realista irá penetrando en otros ámbitos y dejará la mera descripción externa de las
conductas para pasar a la descripción interna de las mismas, transformándose en novela psicológica y
generando procedimientos narrativos introspectivos como el monólogo interior y el estilo indirecto libre. Todo
ello posibilitó la aparición de movimientos en cierta manera opuestos,
como el espiritualismo, por un lado, visible en la última etapa de
narradores realistas como Benito Pérez Galdós, Fiódor Dostoievski y
León Tolstói, y el naturalismo, por otro, que exageraba los contenidos
sociales, documentales y científicos del realismo, aproximándose a la
descripción de las clases humildes, marginadas y desfavorecidas. Los
autores tratarán de ofrecer personajes y situaciones comunes, lo que
convierte a la obra literaria en una fuente de primer orden para el
conocimiento del pasado histórico, aun teniendo en cuenta las
precauciones que deben tomarse para un uso documental de las
fuentes literarias.
Novelas de la Revolución Mexicana. Reflejo del desorden y la anarquía que vivieron como
consecuencia de la Revolución.
Novelas indigenistas. Se retrata la explotación y la esclavitud del indio, subordinada por el
tirano.
Novelas gauchescas. Estas exaltan la figura del gaucho.
Novelas regionalistas o novelas de la tierra. Relatan la relación del hombre y su entorno y los
conflictos que existen dentro de este.
En el realismo literario abundan las descripciones de las costumbres, lugares y características de las personas
con estilo muy natural dando lugar a la corriente literaria del Naturalismo que intentó retratar la realidad con un
método científico, para lo que hizo de la observación y de la experimentación su método de trabajo.
Los principales representantes en Estados Unidos Mark Twain, pseudónimo literario de Samuel Langhorne
Clemens, cuya obra maestra es Huckleberry Finn, y Francis Bret Harte; hay que mencionar las novelas
psicológicas de Henry James; la gran novela Moby Dick de Herman Melville es de estética realista, aunque su
autor es posromántico.
El naturalismo, que exagera y sistematiza al máximo los principios del realismo según expone
el escritor francés Émile Zola; la novela se reduce prácticamente a un documento social, a una
instantánea de su época, y pasa a investigar no solo los ambientes burgueses sino los
proletarios y marginales. De él arranca asimismo un tipo de teatro fuertemente social (Gerhart
Hauptmann, Henrik Ibsen, George Bernard Shaw)
El espiritualismo que, rehuyendo los principios del realismo,
se interesa por todo aquello que éste había detestado: la
religión, el espíritu, el alma de las personas, lo tradicional, lo
campesino... A esta corriente llegan al final de su periplo
realista escritores como Tolstói y Galdós.
El posromanticismo propiamente dicho de la segunda mitad
del siglo XIX, que mezcla, en distintas dosis, realismo y
romanticismo, sin lograr superar la íntima contradicción entre
estas dos corrientes. La novela Madame Bovary, de Flaubert,
puede considerarse típica de esta corriente. Otros escritores
postrománticos: Robert Louis Stevenson, Arthur Conan
Doyle, Joseph Conrad, Rudyard Kipling, Herman Melville y
Thomas Carlyle. Retrato de Charles Dickens,
principal, pero no único, narrador
La novela psicológica; de las minuciosas descripciones del realismo inglés.
exteriores del realismo se pasa a las interiores y del narrador
omnisciente al monólogo interior y, ya en el siglo XX, la
novela psicológica cultiva una faceta determinada del
realismo: agotada la descripción física y material de los
entornos y escenarios, la atención se centra más bien en los
personajes, cuya psicología es lo único ya que interesa. Así
ocurre con el impresionismo de Marcel Proust y los
personajes de Henry James, absorbidos por su propio punto
de vista. El novelista se fuerza a describir en sus mínimos
detalles los ires y venires de conciencia, mediante técnicas
como la del monólogo interior y el estilo indirecto libre. Son
maestros de este arte el francés Edouard Dujardin, la inglesa
Virginia Woolf, el estadounidense William Faulkner y, en
especial, el más influyente de todos los novelistas modernos,
el irlandés James Joyce. En España, ya en los años 60,
destacó en esta onda el novelista Luis Martín Santos.
Alberto Blest Gana.
El simbolismo, expreso sobre todo en los géneros de la lírica
(Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud,
Stéphane Mallarmé) y el teatro (Maurice Maeterlinck)
La novela realista empieza a ser dejada de lado frente a otros géneros más evasivos como la novela
decadentista, la novela de aventuras, la novela de ciencia-ficción, la novela psicológica, la novela policiaca y la
novela histórica. Todas las corrientes del postromanticismo desaparecerán con la llamada crisis de fin de siglo
y la irrupción de las Vanguardias en 1909 con la primera de sus estéticas, el futurismo.
Véase también
Novela realista
Novela de tesis
Obra de tesis
Naturalismo
Literatura del siglo XIX
Verismo
Bibliografía
David Fernández, Literatura Universal, Barcelona, Almadraba, 2008. ISBN 978-84-8308-703-9
Jordi Ferre y Susana Cañuelo, Historia de la literatura universal, Barcelona, Óptima, 2002.
ISBN 84-95300-32-X
Referencias
1. María Victoria Ayuso de Vicente, Consuelo García Gallarín, Sagrario Solano. Diccionario Akal
de Términos Literarios. Ediciones AKAL. p. 317.
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