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PANTALEÓN (entrando): ¡Vaya, vaya! Estos criados todavía no arreglan este desorden. ¡Colombina!
¡Colombina!... ¡Arlequín! ¡Arlequín! ¡Ah, par de sinvergüenzas! (Toca una campana) ¡Colombina!
¡Arlequín! (cada vez con más fuerza, para un lado y otro. Entra Colombina por el lado opuesto al que él
busca, sacudiendo con un plumero) ¡Colomb… (Colombina le sacude la nariz) ¡A-a-a-chú! ¡Fíjate,
mujer.... ¡A-a-a-chú!
PANTALEÓN: ¡Silencio! Tienes mucho trabajo por hacer. Anda, no te quedes ahí. (La va empujando
mientras le indica) Tienes que barrer y trapear, preparar mi cena, remendar mi ropa, sacudir.
¡Sacudir, caramba!
COLOMBINA (como autómata): ¡Sí, sí! sacudir (sigue desempolvando, le pasa el plumero por pies, por
la panza, por las axilas) ¡Fuchi! (por el trasero) ¡cuánto polvo! (por la cara).
COLOMBINA (acelera cada vez más sus acciones hasta que se sienta) ¡Uf, no puedo más!
COLOMBINA (lloriquea): ¡Ay, qué pesado es trabajar para este viejo! (se levanta y trata de irse).
COLOMBINA: Voy a decirle a Arlequín que trabaje en mi lugar, porque tengo una cita muy importante
y no puedo faltar. (Le da el plumero) Señor Pantaleón, mientras lo espera puede ir arreglando la casa.
(Sale)
PANTALEÓN: ¡Ah, es el colmo! Esta Colombina se va y me deja aquí como un tonto! (va al sillón, se
sienta de golpe, se levanta una nube de polvo) ¡Cof, cof! ¡No se puede vivir así! (sacude el polvo, levanta
el sillón y lo acuesta sobre su respaldo. Grita) ¡Arlequín! ¡Ven aquí, que tengo que salir y todavía no he
almorzado!
Entra Arlequín.
PANTALEÓN: ¡Vaya, por fin te apareces! Me he quedado ronco de tanto llamarte. Me estás colmando
la paciencia, ¿eh? A ver si te compones.
ARLEQUÍN (lo detiene): ¡Oiga: estoy agotado! ¡Me muero de hambre! ¡No aguanto más!
ARLEQUÍN: Que usted no me ha dado bien de comer, por eso me canso. Yo necesito comer pollito y
carne todos los días.
PANTALEÓN: Eres un descarado (toma una escoba y le lanza un golpe, Arlequín lo esquiva y el golpe
da en el sillón, levantando más polvo. Otro golpe, más polvo, mas golpes al sillón.)
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ARLEQUÍN: El sillón ya está limpio, sígale con mi habitación.
PANTALEÓN (furioso): ¡Basta! Escúchame bien, Arlequín: tú y Colombina van a hacer mi desayuno,
cepillar mi traje y arreglar la casa; si no tienen todo listo en cinco minutos, les voy a dar una
soberana paliza y luego los pondré de patitas en la calle.
ARLEQUÍN: Así por las buenas... ¡Voy a cepillar su traje ahora mismo! (toma el saco y lo da a
Pantaleón) Sostenga usted, por favor.
PANTALEÓN: Pero... (Arlequín le cepilla el traje y de paso la cara) ¡Fíjate en lo que haces!
Pantaleón se pone el traje y Arlequín lo cepilla por todos lados causándole cosquillas y gestos de pena
luego con fuerza le cepilla la espalda hasta enderezarlo.
PANTALEÓN: ¡Oye a la otra!... Entiéndanme bien: ustedes dos harán lo que les dije o así les va.
Regreso en cinco minutos (sale).
ARLEQUÍN: ¡Uf, pensé que nunca se iba a largar! A este viejo no se le da gusto.
ARLEQUÍN: A este paso al rato va a querer que le demos de comer en la boca. (se levanta de un salto)
¡Tengo una idea!
ARLEQUÍN: Tengo una idea para que ya no hagamos los quehaceres de esta casa. Nos desharemos de
todo lo que haya que limpiar y represente trabajo.
ARLEQUÍN: Andando... Las botas hay que tirarlas (Colombina mete las botas en la olla del cocido). La
mesa, el traje, hay que tirarlo todo.
COLOMBINA: No, mejor dame el traje y se lo vendo al boticario. (toma el saco de un extremo)
ARLEQUÍN: Que lo tiro. (Jala. Colombina suelta y Arlequín tira el traje que se maltrata). ¡Mira lo que
hiciste! Ahora habrá que plancharlo y cepillarlo.
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COLOMBINA: Dame acá. (Mete el traje también a la olla).
Ambas siguen tirando cosas. Toman el sillón para lanzarlo cuando escuchan la voz de Pantaleón.
COLOMBINA:¡Escondámonos! (se oculta tras el sillón. Arlequín trata de hacer lo mismo y ella la echa.
Arlequín al no saber dónde esconderse, se sienta en el sillón).
ARLEQUÍN: ¡Ay, me muero! ¡Ay, estos dolores que no me dejan! ¡Ay tengo cólicos! (se retuerce y rueda
por el suelo, lejos del sillón).
PANTALEÓN: ¡Mal rayo me parta! Tengo corazón de pollo. A ver, te acomodo el sillón. (Arlequín deja
de fingir cuando no lo ve. A veces Pantaleón duda) Ven acá, siéntate.
COLOMBINA: Tienes razón, el patrón es tan tonto que no se da cuenta de que... (voltea y ve a
Pantaleón que ha entrado sin que ella lo note)
PANTALEÓN: Eso lo arreglo después contigo. (A Arlequín) Con esto te vas a aliviar (trae una jeringa
grande) Aquí tienes tu comida.
PANTALEÓN: ¡Cobarde! (A Colombina) Ah, qué bueno que no te fuiste. (se sienta) ¿Está lista la sopa?
COLOMBINA: Voy a ver. (Trata de salir por el lado opuesto al que está la olla).
PANTALEÓN (deteniéndola): ¡Ey! ¿a dónde vas? Acá está la estufa. (La lleva). Mmmmmh... esto
huele.... (saca unas botas pequeñas) ¿Qué es esto? ¡Mis botas! ¡Se encogieron! (a Colombina) ¿Qué
significa esto?
COLOMBINA (fingida): ¡Oh, debe ser un hechizo!... ¡Sí, debe ser una brujería!
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COLOMBINA: ¿Verdad que es increíble? Esas botas se metieron solas a la olla. Yo no las dejaba, pero
me dieron una patada y saltaron dentro.
PANTALEÓN: Es una patraña. Tú y Arlequín echaron a perder todo lo que había en la casa.
PANTALEÓN: ¡Ja! De eso sí estás bien enterada ¿verdad? Está bien, te pagaré... (se busca) ¿Dónde
está mi dinero?... Ah, sí. Está en mi saco. ¿Dónde está mi saco, mujer?
PANTALEÓN: ¡Es por demás! (él mismo busca por la habitación, destapa la olla y encuentra un pedazo
de tela en la sopa). ¡El traje se volvió sopa, y con él, todo mi dinero! ¡Buaaaaa!
COLOMBINA: ¡Ya me sé esos pretextos! Ustedes los patrones siempre quieren abusar de los
empleados. Pero me quejaré ante la comisión de los derechos de la mujer, y le va a ir muy mal.
PANTALEÓN: ¡Espera! Ya conozco esos procesos y siempre me han fastidiado. Mejor tratemos de
llegar a un arreglo. Quédate, por favor.
PANTALEÓN: Si te quedas, tú serás la patrona por una semana y yo el sirviente. ¿Qué te parece?
COLOMBINA: ¡Arlequín! ¡Ven aquí que ahora don Pantaleón hará los deberes de la casa y nosotras
seremos las patronas. (Entra Arlequín temerosa).
COLOMBINA: Así es. Mira: (A Pantaleón) tome esta cofia y este trapo (se los pone).
PANTALEÓN: ¡Auch! Está bien. (Aparte) tal vez eso de ser criado sea mejor, ellas siempre hacen lo que
les viene en gana.
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ARLEQUÍN: ¿Qué cosa está cuchicheando? Es de mala educación (le pega). Voy a tener que educarlo.
(Golpe. Pantaleón refunfuña) ¿Quién es aquí el amo ahora?
PANTALEÓN: ¡Me lleva! (Aparte) Voy a hacer lo mismo que él para no trabajar. (en voz alta) ¡Ay, qué
cansado estoy! ¡tengo mucha hambre! (se sienta).
ARLEQUÍN: No nos venga con cuentos, holgazán (le da con una tabla. Pantaleón salta de dolor).
PANTALEÓN: ¡Ay, está bien! Como usted diga, gentin amo. (Aparte) ¿Cómo le hacía ella? ¡Ah, sí! (En
voz alta) ¡Ay, me duele la panza! ¡Ay, los cólicos! ¡Ayuda!
PANTALEÓN: ¿Comida? Yo tenía aquí un panecito. (Saca dos panes, los mira con antojo y cuando se
los va a comer, Arlequín se los quita y le da uno a Colombina).
ARLEQUÍN: Deme acá. Los criados no deben comer en horas de trabajo, porque luego andan pesados
y no trabajan, es mejor andar ligeros.
ARLEQUÍN: Mi cena.
Ambas atosigan a Pantaleón con las órdenes: “mi ropa”, “mi cena”, hasta que Pantaleón estalla.
PANTALEÓN: ¡Basta! ¡Es insoportable! Esto de ser criado no era fácil, como pensaba. ¡Renuncio!
ARLEQUÍN (intercambia con Colombina una mirada de complicidad): Está bien. Le concedemos su
deseo (lo toman y lo sacan).
COLOMBINA: Sí, con el dinero que había en el saco (muestra un costalito con las monedas).
TELÓN
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