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Hasta mediados del siglo XVIII, el progreso arquitectónico hacia la modernidad

era un avance pensado con lentas estrategias para poco ir adaptándose al


cambio arquitectónico ya que genera un impacto social y por el estado psicológico
y mental de nuestras comunidades; Ahora, a finales de este siglo , se intenta
entender este movimiento, con el fin de ayudarnos a comprender nuestra propia
modernidad y progreso. A partir de este momento, los cambios se llevaban a cabo
como algo necesario y positivo.
Los cambios paulatinos hacia la arquitectura moderna son resultado de
propuestas lógicas y racionales, es decir, la búsqueda de darle sentido y
humanidad a nuestro entorno negándose a la práctica de los valores tradicionales.
Esta nueva arquitectura se basa en cambios necesarios y bien pensados para el
hombre moderno, se piensa en su estilo y su calidad de vida en el presente y en el
futuro, asegurándole una vivienda estética e indispensable sin cumplir reglas
culturales impartidas por la sociedad, anteponiendo la razón sobre la religión. Este
movimiento aumentó e industrializó las producciones y aumentó la productividad
logrando un desarrollo de la economía y con ello una etapa de actualización y
cambio permanente. Gracias al arquitecto Le Corbuser, en este movimiento
modernista, comienza a existir importancia en el aire, el sol y los espacios verdes

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