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El documento describe varias formas de encontrar la paz verdadera que ofrece Jesucristo. Aprendemos de Él al orar, estudiar Sus enseñanzas y permanecer en lugares santos como el templo. También podemos caminar en la mansedumbre de Su Espíritu al amar a los demás, perdonar, arrepentirnos, servir a Dios con gozo y esforzarnos por ser pacíficos discípulos de Cristo. Estos pasos conducen a la rectitud y brindan paz y propósito dur
El documento describe varias formas de encontrar la paz verdadera que ofrece Jesucristo. Aprendemos de Él al orar, estudiar Sus enseñanzas y permanecer en lugares santos como el templo. También podemos caminar en la mansedumbre de Su Espíritu al amar a los demás, perdonar, arrepentirnos, servir a Dios con gozo y esforzarnos por ser pacíficos discípulos de Cristo. Estos pasos conducen a la rectitud y brindan paz y propósito dur
El documento describe varias formas de encontrar la paz verdadera que ofrece Jesucristo. Aprendemos de Él al orar, estudiar Sus enseñanzas y permanecer en lugares santos como el templo. También podemos caminar en la mansedumbre de Su Espíritu al amar a los demás, perdonar, arrepentirnos, servir a Dios con gozo y esforzarnos por ser pacíficos discípulos de Cristo. Estos pasos conducen a la rectitud y brindan paz y propósito dur
3) Jesucristo, quien controla los elementos, también puede aligerar
nuestras cargas. Él tiene poder para sanar a las personas y las naciones. Nos ha mostrado la senda a la paz verdadera, pues Él es el “Príncipe de paz” (Isaías 9:6). La paz que ofrece el Salvador podría transformar toda la existencia humana, si los hijos de Dios lo permitieran. Su vida y enseñanzas nos ofrecen maneras de sentir Su paz, si nos tornamos a Él. “Aprende de mí”, dijo Él, “y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás paz” (Doctrina y Convenios 19:23). Aprendemos de Él al elevar nuestras almas en oración, estudiar Su vida y enseñanzas, y “permanece[r] en lugares santos”, entre ellos, el templo (Doctrina y Convenios 87:8; véase también 45:32). Asistan a la Casa del Señor tan a menudo como les sea posible. El templo es un refugio apacible contra las crecientes tempestades de nuestros días. Mi querido amigo, el presidente Thomas S. Monson (1927–2018), enseñó: “Al ir a[l] [templo], al recordar los convenios que allí hacemos, podremos soportar toda prueba y vencer cada tentación. El templo le brinda propósito a nuestras vidas; trae paz a nuestras almas, no la paz que ofrecen los hombres, sino la paz que prometió el Hijo de Dios” 4. Escuchamos Sus palabras al prestar atención a Sus enseñanzas de las Santas Escrituras y de Sus profetas vivientes, al emular Su ejemplo, y al asistir a Su Iglesia, donde se nos hermana, enseña y nutre mediante la buena palabra de Dios. Caminamos en la mansedumbre de Su Espíritu al amar como Él amó, perdonar como Él perdonó, al arrepentirnos y hacer de nuestro hogar un lugar donde podamos sentir Su Espíritu. También caminamos en la mansedumbre de Su Espíritu al ayudar a los demás, servir a Dios con gozo y esforzarnos por llegar a ser “pacíficos discípulos de Cristo” (Moroni 7:3). Estos pasos de fe y obras conducen a la rectitud, nos bendicen en nuestra travesía del discipulado, y nos brindan paz y propósito duraderos.