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28 Estudios ¢ Investigaciones EL DESPERTAR DE LA MUJER EN “EL ARBOL”, DE BOMBAL, Y CASA DE MUNECAS, DE IBSEN Maria Laura Pérez Gras Entre la mujer y nosotros se intespone un fantasma: el «de su imagen, el de Ia imagen que nosotros nos hacemos de lla y con la que ella se revise [si se atreve a amar, a clegir, si se atreve a ser ella misma, debe romper esa ‘imagen con que cl mundo enearcela su ser Octavio Paz! La exploracién del universo femenino en la literatura fue un fenémeno de auge creciente du Tante el sigloXX. Sin embargo, admirablemente, Enrique Ibsen, el dramaturgo noruego, llevé Cabo un innovador tratamiento de esta temética en la segunda mitad del siglo XIX. Concreta- mente, su drama familiar Casa de muftecas, de 1879, produjo escéndalos y debates, debido a que Beneré un profundo cuestionamiento de los pi- lates en que se asientan el matrimonio y los roles {tanto del hombre como de la mujer. Por otra parte, uno de los mayores exponen- tes de las letras hispanoamericanas del siglo XX ‘en la escritura del mundo femenino es la autora chilena Marfa Luisa Bombal. Todos sus escritos ~tos novelas, una serie de cuentos y algunas crOnicas poéticas— tratan acerca del seereto refi. Bio de sus protagonistas, que es producto de una confusién inconsciente entre realidad y fantasia: confusién que, como un verdadero suefio, revela deseos insatisfechos. El cuento “El drbol”, escrie toen 1939, se destaca de las novelas no por su calidad literaria, que es superior en ellas, sing Por el vuelco sorprendente y liberador que nos ofrece en el conflicto de la mujer inserta en un mundo de hombres, Tanto en “EI érbot” cuanto en la pieza Casa de iudiecas, las protagonistas, Brigida y Nora, Sus maridos y hogares, para emprender un cami- no que les permita encontrarse a el las mismas, conocerse y desarrollarse como. individuos libres ¥ auténomos, en contra de un sistema que las limita por ser mujeres. Sociedad patriarcal y pasividad de la mujer A pesar de los 60 aiios que las distancian, ambas obras muestran un momento de la histo. ria (en un caso, de Europa; en el otro, de His- Panoamérica) en que los émbitos de lo mascu- lino y lo femenino estaban absolutamente escin. dios. El mundo del trabajo, de los negocios y las actividades sociales pertenecfa al hombre. El hogar y los roles de esposa y madre eran los co- Trespondientes a la mujer, que se encontraba re- ducida a una situacién de dependencia que iba mis alld de lo econémico. Todo el universo fe- menino giraba en torno del hombre-sol que le daba vida y que, sin proponérselo, también Je daba sed de otra vida, La obra de Maria Luisa Bombal refleja la ‘desesperacién de la mujer por salitse de esa jaula social y, a la vez, la imposibilidad de lograrlo. Sin embargo, el cuento “El dbo!” nos presenta 2 luna protagonista que, una vez superada la etapa de evasi6n de la realidad por la que pasan todas las heroinas de Bombal, enfrenta su situacién y, Como la protagonista de Casa de mufecas, reac. ciona y decide cambiar. Brigida y Nora son victimas y parte de una sociedad que las cosifiea. Las dos, de ni Flas, de- bieron adaptarse a un mundo estricto regide por Padres viudos, serios y solitarios, incapaces de Megan ala instancia transgresora de abandonar a acceder a la intimidad de sus hijas. Ambas, Graimma/Octubre de 2004 Estudios e Investigaciones carentes de una figura materna, se refugiaban en Ja cocina, a escuchar las historias de las sirvien- tas y a jugar con sus mufiecas, en un mundo de fantasfas en el que se encontrarfan tan cémodas * que les seri traumitico salir. En el caso de Bri- sida, se trata de la menor de seis hijas. El padre, superado por las circunstancias, opt6 por rotu- Jarla de “‘retardada”, simplemente porque la nifia cera incapaz. de tocar el piano. De esta manera, 1a dgj6 abandonada en la ignorancia y 1a ingenui-, ‘dad més absolutas. Para Brigida, el silencio fue el mejor refugio, En el caso de Nora, debia aca- tar las ideas del padre y compartirlas, Si llegaba a pensar de manera diferente, callaba. Ademés, su padre la llamaba “mutiequita” y Ta reducia a ‘un objeto manipulable destinado al juego © el entretenimiento. Es importante comprender que los esquemas familiares de la infancia fijaron a las dos pro- tagonistas en papeles que ambas asumieron sin siquiera cuestionarse, Brigida se considera a si misma ignorante. Por medio del discurso indi- recto libre que estructura el cuento, el narrador cexpresa. lo que ella picnsa de: sf misma: Su pa- dre tenfa raz6n al declararla retardada.”” Nora, por su parte, acepta el papel de mufieca: se sabe bonita, baila, canta, hace gracias y se disfraza; esta es la tinica manera que conoce para seducir y tener algo de poder frente al hombre. ‘Como mujeres casadas tampoco tienen res ponsabilidades. Ambas continéan viviendo como ‘i fueran nifias que juegan a ser adultas. Brigida tiene apenas dieciocho afios y observa alos nifios que se divierten al pie del gomero con ganas de patticipar del juego. Nora es muy joven y juege ‘las escondidas con sus hijos como una nifia més, Tienen actitudes pueriles: en vez de discutir con sus maridos sobre temas de importancia, les pi den favores rogando y sollozando efusivamente, ‘como los hijos hacen con sus padres. Tampoco tienen acceso a los problemas y asuntos de los hombres porque ellos se los ocultan, con el pre~ texto de mantenerlas ajenas a cualquier tipo de preocupaciones. En los dos maridos podemos ver la continui- 29 dad de la figura patema. Para Brigida, Luis, e! {timo amigo desu padre, es la persona que desde la infancia suplanté la carencia de carifio pater- no, “Desde muy nifia, cuando todos la abandona- ban, corrfa hacia Luis.” £1, que entonces ta reconfortaba con su célido abrazo, atin la trata ‘como a una nifla, aunque es su mujer, y se favergilenza de su ignorancia. El cabello eterna: frente canose de Luis marca el abismo genera ional entre ambos, que los lleva a una incomu- rricacién ain més profunda. Helmer, a su vez trata a Nora como si fuese una nifla ingenua © jnexperta, que necesita constantemente de sus ‘cuidados y proteccién. Ella mismalle dice al doc- tor Rank: “Pero usted puede comprender que son igual para m{ Torvaldo que papa.” ‘Tanto Luis cuanto Helmer utilizan epftctos para referirse a sus esposas, como Jos que los ‘adultos emplean para llamar a las criataras. En general, las comparan con animalitos pequeios, indefensos, dgiles y alegres. Luis le dice a Bri- gida que es “como un collar de péjaros” y que {iene “ojos de venadito asustado”.” Helmer lax mma constantemente a su mujer: alondra, estomi- no, paloma, ardillita y pajarillo cantor. De esta ‘manera, los hombres envuelven a sus esposas en ‘caricias y palabras dulces que las sumergen en tun aparente estado de felicidad y plenitud, cuan- do en realidad no son més que formas de evadir tel didlogo franco y adulto entre marido y mujer. ‘La incomunicacién paterna se prolonga en 1a falta de dislogo conyugal. Ambos maridos se muestran demasiado ocupados por razones la- porales o sociales, con poco tiempo para dedi- ccarles a sus esposas con requerimientos que juz- gan pueriles e insignificantes. Toman ala ligera todos los reclamos de verdadero amorde susm0- jer, pensando quella estinatadas ellos, més ‘Ild de si xesponden a sus necesidades © n0. El matrimonio es visto en las dos obras como ‘una necesidad y una convenci6n social que todo hombre y mujer de bien debe cumplit. Brigid ccuestionabaa Luis: “Nunca estas conmigo cuan- do estés a mi lado —protestaba en la alcoba, ‘cuando antes de dormirse él abrfa ritualmente los Gramma/Octubre de 2004 eriddicos de la tarde—. ,Por qué te has casado Conmigo?” Y luego encuentra una respuesta: “Para continuar una costumbre”.’ Cuando ella S¢ pregunta a sf misma por qué se cas6 con él, descubre que tampoco fue por amor, sine que con 61"'no se sentfa culpable de ser tal cual era: ton. ‘a, juguetona y perezosa.”® La verdad es que le resultaba mas fésil seguir representando el papel de nia tonta que enfrentar nuevas relaciones y tener que descubrirse tal cual es. Nora también {es reerimina a Helmer y a su padre ausente: Por ella, como ella Jo hizo por él, La autoridad de las dos figuras masculinas se Manifiesta como una especie de autoritarismo hogareiio disimulado por los tratos aparentemente Carifiosos a sus esposas. Brigida recuerda: “Y de Roche jqué cansado se acostaba siempre! Nunca laescuchaba del todo. Le sonrefa, 60 sf, le son- refa con una sonrisa que ella sabfa maquinal, La colmaba de caricias de las que él estaba ausente.”"” Pero ella pareefa conformarse con Sus besos, que le provocaban sibita alegrfa, ycon acurrucarse junto a él en el lecho buscando su aliento, Helmer tampoco tiene tiempo para Nora ¥ le prohibe tener amistades que la distraigan de su deber para con él. Asf, ella se reduce a ese estado de ostracismo y exclusividad s6lo por Somplacerlo. Y declara con una sontisa lo que ‘Torvaldo quiere y ordena, como si fuese su propia Voluntad. Evidente, ambas mujeres representan un papel; viven bajo una méscara impuesta Primero por sus padres y luego por sus maridos, Ninguna se anima a ver la realidad. Brigida vive en un mundo de ensofiaciones que la abstraen y evaden de los conflictos: “Una podta pasarse asf 41s horas muertas, vacia de todo pensamiento, atontada de bienestar”.'’ jQué horas muertas Puede tener la vida de una joven hermosa de 18 alos! No por nada ella prefiere no pensar. Nora, ‘por su parte, rechaza todo aquello que implique Seriedad 0 tristeza. Su casa de mufecas debe ser Estudios ¢ Investigaciones el reino de la alegria, aunque ésta sea ficticia. Cuando el doctor Rank le habla de su préxinia Muerte, ella se tapa los ofdos y exclama: *Psit! iEstemos alegres! /Estemos aiegres!” Sin embargo, hay un momento en que cada Protagonista se encuentra cara a cara con la rea- lidad y decide enfrentarla. Y hacerlo ‘implica en- frentar también a sus maridos y reclamarles un espacio, una opinién, una identidad. Cada una lo hace desde el lenguaje que conoce. Brigida opta Por el silencio; pero, esta vez, se trata de un si- lencio agudo como un grito, que sf llega a los ofdos de Luis. No puede explicarle lo que siente, Jo que piensa, porque ni ella lo sabe en ese mo. mento. Sélo logra Hamarle Ia atencién anhelan- do un cambio, una reacciGn de su parte frente se uiltimo gesto de desesperacién. En cambio, Nora madura su decision a medida de que se da ‘cuenta de que su secreto sera pronto revelado. Y Somos testigos de la metamorfosis de la nifia- ‘mufieca en mujer. Ahora es ella la que quiere que su marido lo sepa todo, porque decide someter Su matrimonio a una prueba final: la de la com- Prensién, el perd6n y el sacrificio. Finalmente, ninguna encuentra la respuesta que esperaban como se espera un prodigio; y comprenden que deben dejar de depender de los hombres. La identidad que reclaman deben hallarla ellas mis- mas. En ambos casos, cuando Luis y Helmer per- Ciben en Ia actitud de sus esposas un cambio ra- ical, el autoritarismo y la ausencia se quiebran: '¢ muestran solicitos, timidos y protectores. Sin embargo, ninguno llega a comprender qué es Io ue ellas necesitan porque estén demasiado ocu- ados en las apariencias, en mostrarle a la socie- ad que ellos saben ejercer el poder que le corres. Ponde al hombre. Cuando Luis le pregunta a Bri. Bida si ha dejado de amarlo, no te da tiempo a tina respuesta y enseguida aclara: “En todo caso, ro cree que nos convenga separamos, Brigida, Hay que pensarlo mucho.” Helmer, por su Parte, parece calmarse en un momento pero al Ver Ia actitud resuelta de Nora le dice: loca! No tienes derecho a ire, Te o proktbo” Y Gramma/Octubre de 2004 Estudios e Investigaciones. Juego revelael verdadero motivo por el cual teme ser rechazado por su mujer: “;Abandonar tu ho- gr, tu marido, tus hijost {No piensas en lo que dirén?” El mundo masculino est aun més distancia do del femenino por su inclinaciGn a guardar las, apariencias, a realizar una serie de ejercicios $0- ciales que aleja al hombre de! émbito del hogar y la intimidad. El afuera le pertenece, con sus ‘estructuras y convenciones. El adentro es de la ‘mujer; allf reside lo intuitivo, la interioridad. Et refugio de Ia subjetividad de ambas protagonis- tas las protege del mundo inaccesible de los hom- bres, del desamor y de la soledad. Pero también las aliena en ensofiaciones que no les permiten conocerse ni actuar. Brigida y Nora sé sienten tan c6modas en ese mundo interior y tan ajenas al otro, que saltar él abismo les parece imposi- ble, Sin embargo, saben que es necesario. Y cuan- do lo hacen, desaffan a toda la sociedad patriar- cal, que sigue rotuldndolas como “mujeres abandénicas”, Eluniverso simbélicoy el despertar del ensueefio Los autores Maria Luisa Bombal y Enrique Ibsen —a pesar de que la primera se dedio6 aa narrativa y el diltimo, a la dramaturgia— com- parten un universo simbélico que enriquece y singulariza sus obras. Los lugares natales, Vifla del Mar y Skien, dos pueblos portuarios lenos dde naturaleza, quedaron impresos en la memoria de estos escritores y tifleron sus textos del color de la bruma y la niebla, Esta influencia aparece cde manera més plena en las dos novelas de Bom bal -La tiltima niebla y La amortajada— y en los dramas Espectros y Juan Gabriel Borkman de Ibsen. Sin embargo, podemos apreciar que, en “BI drbol” y Casa de mufiecas, las dos protago- nistas tienden a vincularse con los reinos vegetal y animal de manera simbiética. La vida natural ‘st presente aunque las obras se desarrollan en. un medio urbano, donde parecen predominar la civilizacién y lo arlificial, propias del mundo masculino, Los émbitos de la naturaleza y del hogar pertenecen a la mujer, tanto porque el hom- 31 bre Ia asocia con éstos como porque ella busca perderse en ellos para escapar del entorno social La soledad y la carencia de amor y didlogoen ‘el matrimonio hacen que cada protagonista bbusque llenar ese vacfo en sus vidas a través de Ja imaginaciGn. Encl caso de Brigida, el gomero que est jun~ to a Ja ventana del cuarto de vestir se convierte cenel refugio que ella pensaba encontrar en Luis. Sus despertares. Ah, qué tristes sus despertares! Pero era curioso- apenas pasaba asu cuarto de vestir, su tristeza se disipaba como por encanto. Un oleaje bulle, bulle muy lejano, murmiura como un mar de hojas ,Es Beethoven? No. Es el drbol pegado a la ventana del cuarto de vestir Le bastaba entrar para que sintiese circular en ella ima gran sensacién bienhechora. [..] Las eretonas desvafdas, el drbol que desenvolvia sombras como de agua agitada y fia por las paredes, los espejos que doblaban el follaje y se ahuecaban en un bosque in- finito-y verde, jQué agradable erase cuarto! Parecta un mando sumido en un acuario. {Cémo parloteaba ese inmenso gomero! Todos los péjaros del barrio vvenfan arefugiarse en él. Brael nico érbol deaquella estrecha calle en pendiente que, desde un costado de Ta ciudad, se despefabadirectamente al x0." El rbol es el leit-motif del euento y presenta ‘una dualidad simb6lica: representa lo masculino pero también es un vineulo con la naturalezay et Cosmos, Brigida se siente identificada con los ppéjaros que se refugian en el gomero. En su in- ‘madurez, ella no busca un amante, como lo hacen as otras herofnas de Bombal, sino un sustituto del padre. Por lo tanto, podemos plantear una ‘comparaciGn entre la relaci6n que ella quiere te- ner con Luis y la que las aves tienen con el Arbol, ‘en busca de protecci6n y refugio. Elagua simboliza el inconsciente femenino y as motivaciones secretas del alma. El mar con su flujo y reflujo representa el movimiento fluc- tuante del deseo y de los sentimientos. La tor- menta anuncia las aspiraciones hacia una vida més pasional y agitada. “La aficin alas tormen- tas revela necesidad de intensidad en la existen- ‘Gramma/Octubre de 2004 32 cia y de escapar de Ia trivialidad.”"® EI hecho de que el drbol sea el tinico de Ia calle revela el predominio del mundo artificial- maseulino sobre el natural-femenino, ¥ ella descubre que en Luis todo es artificial: “No com- prende c6mo pudo soportar durante un afio esa risa de Luis, esa risa demasiado jovial, esa risa postiza que se ha adiestrado en la risa porque es necesario reir en determinadas ocasiones.”” * El simbolismo sexual del &rbol es doble. Ex- tcriormente, el tronco erecto es una imagen féli- ca. Pero, a la vez, es un simbolo femenino porque surge de Ja tierra madre y produce frutos. Las grutas que se forman en sus troncos y rafces, donde juegan los nifios del barrio, representan el ‘itero matemo, El agua también es sfmbolo de fertilidad y regeneracién, Por lo tanto, podemos vincular estas interpretaciones a otra carencia de Brigida: ella, a diferencia de Nora, no tiene hi- Jos. "No comprende cémo hasta entonces no habfa deseado tener hijos, cémo habfa llegado a conformarse a Ja idea de que iba a vivir sin hijos toda su vida.”"* Y las imagenes, entre la estética surrealista y Ia impresionista, que surgen en Ia mente de Brigida, mientras la misica del cor certo Ia transporta, también nos offecen un cle- mento que podemos relacionar con el deseo frustrado de procrear. Los lirios de hielo de la escalera de mérmol azul por donde ella des- iende como Ia princesa de un cuento de hadas son importantes desde el punto de vista simbli- co. El lirio representa la generacién; es un ele- mento erdtico, por su blancura virginal, y afto- disfaco, por su perfume. Sin embargo, en este caso, los lirios son de hielo y estén sobre mér- mol: elementos fries, sin vida propia, que dan {idea de esterilidad. Ella ahora siente que ha esta- do “desnuda junto a un marido viejo que le volvia Ja espalda para dormir, que no le habfa dado hi- Jos”. Por eso, después de comer hacia Luis mentalmente, como en un suefio, parece em- render el mismo camino en sentido inverso y huir de él, Los espejos del cuarto de vestir tambien pre- sentan un dualismo simbélico. En un principio, Estudios e Investigaciones ‘multiplican Ja imagen del gomero formando un bosque imaginario, propicio para la magia de las ensofiaciones de Brigida. El espejo ofrece una imagen distorsionada, invertida y exagerada de la realidad que hunde mds a la protagonista en sus fantasfas. Mas, luego, cuando el gomero es muerto de un hachazo, los espejos son los Primeros en reflejar la luz cruel e insoportable de Ia realidad que entra por la ventana, llevén- dose toda la magia de las sombras. Por otra parte, Nora también suplanta la caren- cia a través de la imaginacién: constantemente imagina que algdn hombre mayor y rico se ena- ‘moraré de ella y le entregard la suma de dinero Que tanto necesita, como si se tratara del obse- quio de un admirador anénimo, Y, a la vez, en- cuentra compaiifa en la figura del doctor Rank, tun hombre que cumple con todos tos requisitos mencionados y que suplanta la figura paterna mejor que Torvaldo Helmer, porque és capaz de entender el mundo interior de Ia protagonista y hho quiere poseerla como a un objeto, Nora le cuenta a su amiga Cristina: Torvaldo siente gran admiracién por mf. Quiere ue sea s6l0 para él, como dice. Al principio sentia celos s6lo al ofrme nombrar a uno de los seres queri- dos que me rodcaban en otro tiempo. Como es natu. ral; dejé de hacerlo; pero con el doctor Rank hablo Nora disfruta de esta relacién refugidndose en ella, aunque intuye el evidente interés de Rank or ella como mujer, hasta que él se lo confiesa. Rank le pregunta desconcertado: “;Hice mal en amarla profundamente, cuanto me ha sido posi- ble?”. ¥ ella le responde: “No; pero en habeclo dicho, s{"."" Norano quiere enfrentarla verdad, Quiere vivir la vida como ella la imagina, Por este motivo, acepta él juego que le propone su ‘tmarido de representar el papel de ciertos anima- Jites que mencionamos anteriormente. Cada uno de ellos abre una posibilidad de interpretacién desde el punto de vista simb6lico, Tanto Luis como Helmer comparan a sus es- Gramma/Octubre de 2004 Estudios e Investigaciones posas con péjaros. Las aves estén relacionadas con los dngeles y las hadas, formas idealizadas ~ de la mujer en estado de pureza. De esta manera, los hombres elevan a las mujeres del plano terré- nal y mundano; y las alienan de la sociedad en que viven. A la vez, vemos que esto conviene & ambos mat uuis no leva a su esposa a ningén evento social, por miedo a la opinién de _ Ja gente acerca de su vergonzante ignorancia y su extrema juventud; y Helmer no complace a Nora, por miedo de que en el trabajo lo seftalen ‘como un dominado por las mujeres. ‘Ademis, la imagen del pajaro sirve para mani- festar la inestabilidad emocional y mental de ambas protagonistas. Las aves son ligeras y Vue- Jan, en la mayoria de las especies, de aqui para alld sin un método ni un objetivo. Este es el esta- do de distracciGn o ensofiacidn que caracteriza a Brfgida y Nora. Necesitan un norte hacia donde volar. Helmer llama alondra a su mujer de manera insistente, Este pjaro se caracteriza por tener un canto leno de gozo y alegrfa, vuelo muy alto y pequefia talla. ‘Continuamos confirmando la idea- lizacién de la figura femenina; pero en este caso, se destaca la cualidad del gozo, propia de Nora. Ella se inventa una alegria desbordante que i- nunda toda la casa. También la llama estornino; que es un ave depredadora, Helmer asocia a su ‘mujer con este péjaro colorido pero voraz, porque considera que ella derrocha su dinero, sin intuir siquiera que, en realidad, lo ahorra para pagar su deuda. Por Gitimo, le dice paloma, ave cuya belle- ‘za ¢s objeto de alabanza en varias culturas; y pajarillo cantor, por su funciGn de deleitar con el canto, yaque Nora entretiene a su marido cantan- do y bailando. La lave del buz6n de cartas de Helmer es un elemento de gran valor simbélico. La llave re- presenta el poder, Ia autoridad. Quien tiene la lave esel amo, el que tiene el derecho de decidir y también la responsabilidad. No es easual que para la fiesta de distraces él elija el de dominé Gominus). Para las dos protagonistas, este mundo de fan- 33 tasfa se desvanece y se produce una metamorfo- sis. Brigida, después de su primer silencio de dfas, ‘acepta su condici6n marginal, aunque por mo- mentos siente por Luis una mezcla de amor y ‘odio que se manifiesta es sus gestos: no sabe si acariciarlo o pegarle Habfa vuelto a hablarle, habfa vuelto a ser su mu- {er sin entusiasmo y sin ira. Yano lo queria, Pero ya ino sufrfa. Por el contrario, se habfa apoderado de ella tuna inesperada sensacién de plenitud, de placidez. Ya nadie ni nada podria herirla. Puede que la verda- dera felicidad esté en la conviecién de que se ha per- {ido irremediablemente la felicidad.” En realidad, la felicidad que cree conocer es posible gracias a las horas que pasa abstrafda en ‘e] cuarto de vestir observando el gomero. Ella misma se da cuenta, la noche del concierto, de que sélo se quedaba en esa casa por el érbol. Con el hachazo que terminé con el gomero, sus fan- tasias murieron también; no le qued6 otra opeién que ver la realidad que la rodeaba. Era como si hubieran arraneado el techo de cuajo; ‘una luz eruda entraba por todos lados, se le metfa por Jos poros, la quemaba de fro. ¥ todo lo veia a la uz cde esa frfa luz: Luis, su cara arrugada, sus manos que surcan gruesas venas destefiidas, y las cretonas de colores chillones.”> ‘Tras semejante despertar a la vida real, no queda demasiada oportunidad para volver a la idealizacién. El mundo que rechazaba se Ie vie- ne encima: ahora s6lo ve automéviles y gente a través desu ventana. Y ya no puede evitarlo més; tiene que salir de ese cuarto, de esa casarjaula, y enfrentarlo. ‘Nora también sufre la desapariciGn de su re fugio: el doctor Rank muere. Pero ella ya sabia de la enfermedad que lo acosaba, aunque no qui: siera aceptarla. Y su metamorfosis habia comen- zado antes de esta muerte. Cuando debe enfren- ‘tar esa pérdida, ya tiene clara la ficci6n en la que ha estado viviendos y frente a la falta de emoti- vidad de Helmer ante la nota finebre de su ami- Gramma/Oetubre de 2004 34 80, le dice con ironfa: “Si ha de suceder, més vale que sucéda sin hablar una palabra. .No es verdad Torvaldo?””* De esta manera, le echaen cara su tendencia a tapar los problemas. Ahora, ella tampoco puede volver atrés, ni dejarse lle. var por las palabras de su marido. No s6lo de- cide dejario a él y a sus hijos, sino que también desaffa a toda la sociedad y sus principios. Hel- mer menosprecia lo que ella dice: “Hablas como un niffo. No comprendes nada de la sociedad de la que formas parte”. Y ella le respond: “Quiero averiguar quién tiene raz6n, sila sociedad 0 yo". Nora no concibe que la ley atente contra ‘el amor, la vida y el sacrificio por el préjimo. ¥ decide abandonar esa casa de mufiecas para en- contrar una respuesta. En estas dos obras, la miisica es un elemento de gran importancia. Los pitagéricos consideran Que la miisica desempefia un papel mediador entre lo interior y Io exterior, entre el ser y el Cosmos. Para la tradicién cristiana, éta supone tuna armonfa entre el alma y el cuerpo, Brigida es més inmadura que Nora y, por lo {anto, ha actuado sin saber bien porqué. Ni si- quiera ha podido darle alguna explicacién a su ‘marido, Pero durante el concierto de mtisica clési- ca, todo pasa por su mente y se aclara como una epifanfa. Cada compositor ~Chopin, Mozart, Beethoven- la transporta a un momento de su pasado, desde su nitiez hasta el matrimonio, de manera castica, A través del concepto de durée, ¢l flujo de pensamientos corre por su conciencia sin divisién ni orden temporal: en el breve tiem- o del concierto, recuerda toda su vida con la intensidad que la memoria le permite” En un estilo que mezela el discurso directo, el directo libre, el indirecto libre, voces corales y el fluir de conciencia al compas de 1a miisica, Brigida descubre que ha estado viviendo una ficeién y finaliza su viaje a través del tiempo con un grito de liberacién: “jMentira! Eran mentiras su re= signaci6n y su serenidad; querfa amor, s{, amor, y viajes y locuras, y amor, amor..." Lamiisica de la tarantela que ensaya Nora para Ja Fiesta de disfraces tiene Ia misma funcién re- Estudios e Investigaciones veladora. Durante el ensayo, Nora se libera. Bai- la locamente, su cabello se suelta y no oye las indicaciones de su marido. El que toca el piano es el doctor Rank, quien ejecuta para Nora su titima pieza. Ella parece més bien realizar una danza ritual e inicidtica, al ritmo de tambores primitivos. Su marido, ciego, no se da cuenta de Ja metamorfosis que se ha producido frente a sus ojos: sigue insistiendo en que necesita alguien que la gufe y que debe prestarle atencién a sus truceiones. Sin embargo, ella sabe que el cam- bio terminaré de producirse en la verdadera re~ presentacisn de la tarantela que habré terminado a la media noche del dia siguiente, justo en el momento mégico en que suelen ocurrir las me- lamorfosis de los cuentos de hadas. Su marido le dice: “Se hard como quiere la nifia. Pero mafia- za... cuando hayas bailado...” Y Nora concluye para sf misma: “Serés libre Es importante destacar, como conclusiGn, que tanto “El érbol” como Casa de mufiecas no s61o nos deslumbran por su calidad literaria y e1 com- lejo universo simbdtico que encierran, sino que ‘Nos sorprenden con su mensaje. Primero, Enrique Tbsen y, luego, Marfa Luisa Bombal se dirigen a las sociedades de sus diferentes épocas y conti- entes, con el coraje de decitles a las mujere: iDespierten! /Busquen su identidad!; y alos hom- bres: ;Conozean a sus mujeres y denles un espa- cio! En mi opinién, ninguno buscé izar la ban- dera del feminismo, debido a que plantearon una inteligente y aguda critica del rol de la mujer, que de alguna manera, a través de su silencio, Permitia la continuidad de un sistema. Patriarcal. Ambos demuestran, en sus obras, que la mujer debe cruzarel umbral del adentro hacia el afuera si quiere crecer; aunque nunca debe abandonar sutigufsimo mundo interior. Lo que no debe ha- Ceres alicharse en él, Por supuesto, también hay una erftica dirigida a los hombres. Sin embargo, el planteamiento va mds alld del trato de los hom. bres hacia las mujeres, Estos dos autores le estn advirtiendo al género masculino que ha olvida- do su intimidad, su centro. Los maridos, en am- bas obras, estin alienados en el afuera, en opo- Gramma/Qctubre de 2004 Estudios ¢ Investigaciones sici6n a sus esposas. Justamente, allf radica la é imposibilidad de ‘comunicacién entre los dos se- xos, Lo més dificil de alcanzar es el cquilibrio, Sin embargo, creo que a pesar de que el siglo XX se caracteriz6 por el desequilibrio, en este punto es testigo de una evolucién favorable; aunque, sin duda, asin quedan muchas jaulas por. abrir y muchas tarantelas que bailar. " Novss ‘Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, México, FCE, 1999, pig 177. *Bombal, Marfa Sapiago de Chil, “Toie, pg. 207. bee Enrique, Casa de mutcas, México, Estoril Porria, 1999, pag. 117. Domb, opt, ples. 207-208. ‘to, pi 208. td, pg 20 “tds 9 207 "Ibsen, ap. cit. pag. 133. ““E1 érbot,en Obras completa, torial Andrés Bello, 1996, pag. 21. “"Bombal, op cit, pag. 210. “toi, pig. 215. ibsen, op cit, pt. 115. sombal, op. cit, pag. 214. Bl destacado es nuesro- Ibsen, op. cit, pig. 133. El destacado ¢8 nuesto, Soba py pg. 202-210. ‘Chevalier, Jean, Diccionario de stnbotos, Barcslona, Herder, 1999, pig. 1001. "pombal, op. cit, pég- 218. El destacadoes meso "Bombal, op. ets pags. 217-218 "thi, ps. 217. bsen, op. eit, pgs. 111-112. I destacado es nuestro. 35 * pid, pig. 117. oma op. pg. 216 ibid, pag. 217. “tbsen, op. ct pas 129. Ibid, pig. 134. % xdherimos a Ja terminologla claborada por Bergson en, Datos inmediaios de la conciencia “Bombal, op. cit, pag. 218. *tbsen, op. cit pag. 122. BistiooRAria ‘ADAMS, Michael lan, Three authors afalienation: Bom ‘bal, Onet, Carpentier, Avstin, London, University of Tex as, Insitute of Latin American Studies, 1975. BOMBAL, Marfa Luisa, Obras Completas, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1996. ‘CHEVALIER, Jean, Diccionario de simbolos, Barcelo- na, Herder, 1999. ‘GUERRA, Lucta,

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