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Las claves de los terremotos de Turquía y Siria
Dos fuertes seísmos de magnitud 7,8 y 7,5 en la escala de Richter han provocado ya
más de 20.000 muertos entre Turquía y Siria en lo que se considera una de las zonas
sísmicas más activas del mundo. El presidente turco Recep Tayyip Erdoğan ha afirmado
que se trata de la mayor tragedia sufrida en el país desde el terremoto de Erzincan,
sucedido en 1939, mientras miles de personas han pasado las últimas horas alejadas de
sus hogares por el temor a nuevas réplicas.
Según ha informado el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS),
las provincias del sureste de Turquía y el norte de Siria han sido
sacudidas esta madrugada por un terremoto de magnitud 7,8 en
la escala de Richter. Concretamente, el seísmo duró unos 30
segundos alrededor de las 4:17, hora local, al que ha seguido otro
situado a unos 80 kilómetros al norte, de una magnitud de
magnitud 7,6 y que, según los primeros datos, podría haberse
producido en una falla distinta, aunque todavía no se tienen datos
concluyentes sobre las conexiones entre ambos.
En cualquier caso, desde el  Servicio Geológico de los Estados Unidos
han afirmado que estos movimientos sísmicos se engloban dentro
del sistema de fallas de Anatolia Oriental.
El terremoto de mayor magnitud se ha sentido con fuerza en 14 países,
entre los cuales se encuentran Líbano, Israel, Chipre y Jordania, pero de
momento parece que solo ha causado muertos en Turquía y Siria. 
Inicialmente, las autoridades turcas pidieron reducir el uso de teléfonos
e internet en la zona y barajaron la opción de utilizar internet por satélite
para proporcionar cobertura. También solicitaron evitar el uso de
vehículos para no bloquear las vías de ayuda. 

LAS CIFRAS DEL DESASTRE DE


TURQUÍA Y SIRIA
De momento la cifra de muertos no para de aumentar y ya supera los
16.000 entre ambos países, a los que se suman más de 75.000 heridos
de distinta gravedad. Ambas cifras aumentarán notablemente en las
próximas horas, pues todavía quedan cientos de personas sepultadas
bajo los escombros de los edificios derrumbados.
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) han apuntado su
preocupación sobre la situación de millones de personas, sobre todo en
Siria. Según Adelheid Marschang, funcionaria de la OMS, “Los datos del
suceso muestran que 23 millones de personas están en riesgo
potencial, incluidos unos 5 millones de personas vulnerables”.

¿POR QUÉ EL TERREMOTO HA


OCURRIDO EN TURQUÍA?
El primer seísmo tenido su epicentro en la zona donde la placa tectónica
de Anatolia hace contacto con la placa arábiga, a una profundidad de 7
kilómetros, una región considerada como una de las zonas sísmicas
más activas del mundo. 
Por ello, el seísmo solo es uno de tantos que han tenido lugar
recientemente. Por ejemplo, el año 1999 ya tuvo lugar aquí otro seísmo
de magnitud 7,4 en la escala de Richter que causó 17.000 víctimas. En
2011, otros dos acabaron con la vida de más de 700 personas. En 2020,
otro terremoto causó 26 muertos y 800 heridos.
“El terremoto ha tenido una magnitud de 7,8 y su hipocentro se ha
situado a unos 18 kilómetros de profundidad, que es relativamente poco
para un seísmo de tal magnitud", apunta Galderic Lastras, profesor
titular del departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la
Universidad de Barcelona, en declaraciones a Science Media Center
(SMC) quien explica que, a menor es la profundidad, mayores son las
intensidades con las que se percibe en superficie y, por tanto, sus
efectos sobre la población. 

EDIFICIOS MÁS RESISTENTES A LOS


TERREMOTOS
Turquía ha ido implementando medidas para mejorar su preparación y
respuesta ante terremotos en los últimos años, incluyendo la
construcción de edificios resistentes. Sin embargo, no todo el parque
inmobiliario ha sido actualizado y la falta de inspecciones permite que
algunos constructores ignoren las normativas.
Incluso un castillo de hace unos 2.000 años ha sucumbido a la potencia
del seísmo y ha acabado destruido. 

TERREMOTOS MÁS FRECUENTES EN


TURQUÍA
Algo que debería corregirse lo antes posible, porque investigadores del
Centro de Investigación de Geociencias de Alemania (GFZ) publicaron
recientemente un estudio en la revista Nature donde sugieren que la
tensión tectónica de la placa de Anatolia es aún mayor que en 1999, así
que está previsto que esta clase de terremotos sean más
frecuentes y, probablemente, más intensos.

Terremoto en Turquía y Siria | "Pensamos que era el apocalipsis":


cómo se vivieron los dos potentes terremotos que sacudieron
ambos países
6 febrero 2023
Los residentes de algunas de las ciudades afectadas por los terremotos de este lunes en
Turquía y Siria describieron la conmoción y el miedo de experimentar dos temblores tan
grandes en rápida sucesión.
El epicentro del primero, de 7,8 magnitud, se localizó cerca de la ciudad de Gaziantep, en el
sureste de Turquía. El segundo, de 7,5 de magnitud, se produjo unos 128 km al norte, en la
provincia de Kahramanmaras.
Ambos han dejado un saldo de miles de muertos y heridos.
Eran las 04:17 hora local cuando Erdem, que dormía en su casa en Gaziantep, en el sur de
Turquía, fue sacudido por uno de los terremotos más grandes en la historia del país.
La gente se subió a sus autos para escapar de los edificios dañados. "Me imagino que ni una
sola persona en Gaziantep está en su casa ahora", dice Erdem.
Más de 200 km al oeste, en Adana, Nilüfer Aslan estaba convencido de que él y su familia
morirían cuando el terremoto sacudió su departamento en el quinto piso.
"Nunca había visto algo así en mi vida. Nos balanceamos durante casi un minuto", relata.
"[Le dije a mi familia] 'Hay un terremoto, por lo menos muramos juntos en el mismo lugar'… Fue
lo único que se me pasó por la cabeza".
Cuando el terremoto se detuvo, Aslan salió corriendo -"No podía llevarme nada conmigo, estoy
parado afuera en pantuflas"- y descubrió que cuatro edificios que rodeaban el suyo se habían
derrumbado.
Bajo los escombros
En Diyarbakir, alrededor de 290 km al este de donde se produjeron los terremotos, la gente salió
a las calles para ayudar a los rescatistas.
"Se escuchaban gritos por todas partes", le dijo a Reuters un hombre de 30 años. "Empecé a
sacar rocas con las manos. Sacamos a los heridos con amigos, pero los gritos no paraban.
Entonces llegaron los equipos [de rescate]".
Tulin Akkaya, también de Diyarbakir, cuenta que todavía estaba tratando de recuperarse
después del primer terremoto cuando golpeó el segundo.
"Estoy tan asustada. Lo sentí con tanta fuerza porque vivo en el último piso", le dijo a la agencia
de noticias AFP.
"Salimos corriendo presas del pánico. No puedo volver a mi departamento ahora, no sé qué
pasará después".
Melisa Salman, que reside en Kahramanmaras, dijo que vivir en una zona de terremotos
significaba que estaba acostumbrada a "ser sacudida", pero señaló que lo ocurrido este lunes
era "la primera vez que experimentamos algo así".
"Pensamos que era el apocalipsis", afirmó.
Halis Aktemur, otro residente de Diyarbakir, fue uno de los primeros en llegar al lugar tras el
derrumbe del primer gran edificio de la ciudad y se unió a otros que ayudaron a sacar a los
sobrevivientes de entre los escombros.
"Logramos salvar a tres personas, pero dos estaban muertas", explicó. "Después del segundo
terremoto, no puedo ir a ningún lado. Estoy pensando que necesitarán mi ayuda otra vez".
En otra parte de la ciudad, Muhittin Orakci cuenta que siete miembros de su familia quedaron
enterrados bajo los escombros.
"Mi hermana y sus tres hijos están allí", le dijo a la agencia AFP. "Y también su esposo, su
suegro y su suegra".
Espera en el frío
En Malatya, Turquía, Ozgul Konakci, de 25 años, salió de un edificio con su familia y vio que
otros cinco edificios a su alrededor se habían derrumbado, atrapando a sus vecinos bajo los
escombros.
"Todavía están tratando de rescatarlos, pero hace mucho frío y está nevando. No sabemos qué
hacer, solo estamos esperando", dice.
"Algunos querían volver a sus casas porque hacía demasiado frío, pero luego sentimos fuertes
réplicas y volvieron a salir. Al menos pudieron conseguir algo de ropa para nuestros hijos
también".
Y añade: "Solo nos preocupaba tener algo de ropa para que nuestros hijos se mantuvieran
abrigados".
Oleadas de heridos en Siria
En Siria, una gran cantidad de edificios se derrumbaron en Alepo, a unas dos horas en
automóvil desde el epicentro del sismo.
Ziad Hage Taha, director de Salud, dijo que los heridos estaban "llegando en oleadas" tras el
desastre.
Se estima que hay centenares de muertos.
Los residentes locales describieron el miedo y la confusión provocadas por el sismo.
"Los cuadros se caían de las paredes dentro de la casa", le dijo a Reuters un residente de la
capital siria, Damasco.
"Me desperté aterrorizado. Ahora estamos todos vestidos y parados en la puerta".
Un video en la ciudad de Azaz, muestra cómo los rescatistas logran salvar a un bebé de entre
los escombros de un edificio destruido.

Incendios en Chile: las razones de la


tormenta de fuego perfecta
Múltiples factores se potencian y explican la gravedad de los incendios en Chile. En medio
de la prolongada sequía y las altas temperaturas de las últimas semanas, surgen
cuestionamientos a las plantaciones forestales.
Chile no enfrentaba incendios de esta magnitud desde 2017. Entonces, se quemaron más de 600 mil
hectáreas y 10 personas perdieron la vida. En lo que va de este año, las llamas en la zona centro sur
han arrasado más de 330 mil hectáreas y ya se cuentan 24 fallecidos, más de mil heridos y mil
viviendas destruidas.
El fuego se ha propagado a gran velocidad por varias regiones, con numerosos focos y una violencia
inusual, dejando severos daños económicos y en el ecosistema. Cientos de familias han sido evacuadas
y los brigadistas forestales y bomberos combaten las llamas, con apoyo de equipos
internacionales que llegaron al país sudamericano. "Estos incendios son denominados catastróficos
por la magnitud de la superficie que involucran", señala a DW Juana Palma, presidenta de la
Agrupación de Ingenieros Forestales por el  Bosque Nativo.
"Este tipo de incendios eran raros hace unas décadas", observa el académico del departamento de
Geofísica de la Universidad de Chile Roberto Rondanelli. El investigador del Centro de Ciencia del
Clima y Resiliencia (CR)2 explica a DW que "sus causas no son únicas, sino que interactúan y hacen
que estos se hagan más fuertes, frecuentes y destructivos".
En casi la totalidad de los siniestros está la acción humana, ya sea premeditada, por negligencia o
accidente. La numerosa cantidad de focos simultáneos y la cercanía con zonas pobladas hacen
sospechar que podría tratarse de hechos intencionales. Al menos diez sujetos han sido detenidos y son
investigados por la Justicia.
Cambio climático, sequía y altas temperaturas
Uno de los primeros factores que explican la dimensión de esta catástrofe es el cambio climático. Las
temperaturas máximas de la zona sur, donde se concentran bosques y plantaciones forestales, han
aumentado en promedio 0,5 grados por década, por sobre el promedio del aumento global, indica
Rondanelli. A esto se suma una sequía de más de diez años.
"En la zona donde ha habido más incendios tenemos clima mediterráneo, con primaveras y veranos
secos. A la sequedad del suelo se sumaron altas temperaturas este año, asociadas a vientos más
intensos que ayudaron a propagar el fuego", explica a DW Héctor Jorquera, profesor de ingeniería en
la Universidad Católica de Chile e investigador asociado del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable
(CEDEUS).
Otro factor clave es que ha disminuido la distancia entre zonas urbanas y bosques o terrenos
forestales. "Algunas ciudades del sur no tienen ningún resguardo porque están al lado de
las plantaciones", comenta Rondanelli. Esto hace que haya mayor riesgo de que se inicie el fuego y a la
vez este tenga mayores impactos en la población.
Jorquera sostiene que, así como hay ordenanzas que consideran el peligro de deslizamiento
o inundación para regular las zonas edificables, se debiera tener en cuenta el riesgo de
incendios. "Terrenos muy disparejos, que combinan valle y colina, producen corrientes de aire que
facilitan que se propague el fuego, en comparación con lugares planos, donde además es más fácil
visualizar el incendio y huir", señala.
Prende como caja de fósforos
Una deficiente regulación, falta de fiscalización, capacidad limitada de reacción y falta de estrategias
para reducir riesgos se han evidenciado en la tragedia. Asimismo, han surgido cuestionamientos al
monocultivo de pino y eucalipto de la industria forestal, que se concentra en las regiones más
afectadas por las llamas.
Aunque cualquier vegetación es susceptible de quemarse, Palma explica que, "en la composición y
estructura de la madera de pino y eucalipto, hay muchas sustancias altamente inflamables. Como no
hay otras especies asociadas en la plantación, esto prende como una caja de fósforos". Estas
plantaciones son grandes superficies muy homogéneas, como un cultivo de trigo, sostiene la ingeniera
forestal chilena, doctorada en la Universidad de Friburgo, en Alemania.
El investigador del (CR)2 coincide: "este paisaje modificado es muy poco resiliente a los incendios y
los favorece". Así que "cuando se inicia el fuego es muy difícil de controlar". El bosque nativo, en
cambio, tiene un paisaje de mosaico, con especies diversas y de diferentes alturas, que constituyen un
cortafuego natural, observa Rondanelli. Además, consumen menos agua que las especies
introducidas, por lo que ríos y arroyos se mantienen mejor.
Junto con regular y fiscalizar que las plantaciones estén a mayor distancia de cursos de agua,
quebradas y zonas pobladas, Palma afirma que se debiera impulsar un modelo forestal que reduzca el
riesgo de incendios: "Podemos y necesitamos plantar pinos y eucaliptos para la economía, pero con
un modelo de silvicultura sustentable y socialmente amigable, sin plantaciones extensivas, sino que
convivan con especies locales".
El impacto del CO2
Un efecto menos comentado, pero igualmente grave es que "los incendios contribuyen mucho a
aumentar el dióxido de carbono en la atmósfera. Cuando la biomasa se quema, todo el CO2 que tenía
capturado en su tejido se libera", explica Jorquera.
"Se calcula que las hectáreas quemadas en 2017 fueron equivalentes a todas las emisiones fósiles en
Chile ese año. Y, ahora, ya en febrero, emitimos la mitad de lo que genera Chile en un año. Estamos
empeorando el problema", lamenta Rondanelli.
Y concluye: "Los bosques y plantaciones son mecanismos de mitigación del cambio climático. Somos
un país especialmente vulnerable y debiéramos impulsar medidas de adaptación. Antes de que se
inicie el fuego, cuyo control es muy difícil, se pueden tomar medidas políticas y sociales de prevención
a largo plazo, y fomentar paisajes más resilientes".

Incendios Forestales en Chile


En nuestro país los incendios forestales afectan miles de hectáreas de bosques, matorrales, pastizales
y todo lo que habita en ellos. Es muy necesario y urgente que todos participemos evitando que
ocurran
Un incendio forestal es un fuego que, cualquiera sea su origen y con peligro o daño a las personas, la propiedad o el ambiente, se
propaga sin control en terrenos rurales, a través de vegetación leñosa, arbustiva o herbácea, viva o muerta. Es decir, es un fuego
injustificado y descontrolado en el cual los combustibles son vegetales y que, en su propagación, puede destruir todo lo que
encuentre a su paso.

El origen de los incendios, recae en la acción humana. El 99,7% de los incendios se inician ya sea  por descuidos o negligencias
en la manipulación de fuentes de calor, o por prácticas agrícolas o por intencionalidad, originada en motivaciones de distinto
tipo, incluso la delictiva.

Sin embargo, en ciertas áreas del mundo,  los rayos también han ocasionado incendios, contribuyendo al desarrollo de algunas
formaciones vegetales, eliminando individuos sobremaduros, estimulando la semillación, abriendo espacios y creando
condiciones para la regeneración natural.  Pero este no es el caso de Chile, donde toda la vegetación es sensible al fuego y en la
cual el daño no sólo es su quema y destrucción, sino que, además, afecta al suelo, a la fauna, al aire, al ciclo del agua y, en
general, al entorno del ser humano y en ocasiones a las propias personas.

Estos daños, tanto económicos, como ambientales y sociales provienen de los 6.000 a 7.000 incendios forestales que se inician
en Chile cuando las condiciones ambientales, tales como la carencia de lluvias, la mayor temperatura del aire y los flujos de
viento Sur, condiciones que se dan desde la primavera de un año hasta el otoño del siguiente, favorecen la ignición de la
vegetación combustible a causa de una fuente de calor aportada por el ser humano.

La superficie afectada en cada período de incendios forestales promedia las 52.000 hectáreas quemadas, pero con valores
extremos que han ido desde 10.000 y 101.000 hectáreas. El mayor daño corresponde a praderas y matorrales. En menor escala
arbolado natural y plantaciones forestales, principalmente de pino insigne.
Al igual que en otras áreas del mundo, unos pocos incendios de magnitud en Chile alcanzan superficies entre mil a diez mil
hectáreas quemadas, a veces más, concentran los recursos de combate, concitan la preocupación nacional y, en conjunto,
representan el 60% de la superficie afectada en el país. Su número es de sólo un 0,6 a 0,9 % del total, pero su impacto es
significativo. Sin embargo, a pesar de estos incendios forestales de magnitud, es relevante destacar que el 90% de los incendios
combatidos por CONAF es detectado y extinguido con una superficie igual o menor de 5 hectáreas.

En Chile operan dos sistemas de protección contra incendios forestales claramente definidos. Uno está constituido por la acción
del sector forestal privado, donde grandes empresas forestales, como CELCO, Forestal Mininco, MASISA, Bosques Cautín,
protegen con sus propios recursos más de un millón y medio de hectáreas de plantaciones forestales, principalmente desde la
Región del Maule a la de La Araucanía.

La acción del Estado, por su parte, se centra en la Corporación Nacional Forestal (CONAF) que, en su calidad de servicio
forestal nacional y entre sus variadas acciones, gestiona un Programa de Manejo del Fuego para la protección contra incendios
forestales en el resto del país, tanto para resguardar al Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE),  como para
contribuir a la protección de terrenos rurales privados de medianos y pequeños propietarios y para proteger la integridad de las
personas y sus bienes en áreas de interfaz urbano forestal, es decir en terrenos donde las viviendas tienen un entorno cubierto con
vegetación combustible.

Se suma a estas acciones la participación de los Cuerpos de Bomberos, especialmente de aquellas comunas con centros poblados
y viviendas junto o próximas a vegetación en condiciones de iniciar y propagar un incendio forestal.

En el caso de incendios forestales de magnitud o que amenazan a la población, el sistema de protección civil existente en el
Ministerio del Interior y Seguridad Pública, gestionado por su Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), coordina lo
establecido en el D.S. N° 733 de 1982, del Ministerio del Interior, para disponer la participación de otros organismos del Estado,
de los municipios y entidades relacionadas, bajo la autoridad de las Intendencias Regionales. En este contexto participan, entre
otros, Brigadas Forestales del Ejército (BRIFE) y de la Armada de Chile (BRIFAR), equipadas y capacitadas por CONAF.

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