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Hacia una crítica de la historiografía del psicoanálisis chileno.

El caso del Dr. Alejandro Lipschutz.

Silvana Vetö
Dra. © en Historia, Universidad de Chile

- Primera parte -

Hasta hoy, todo el corpus historiográfico del psicoanálisis en Chile se erige


sobre una cuestionable premisa histórico-ideológica. La que sitúa el origen de los
descubrimientos científicos en torno a la figura de los “pioneros”; aquellas heroicas
personalidades que destacan por sobre sus contemporáneos como iniciadores de una
determinada corriente de pensamiento, o bien, en nuestro caso, como aquellos lúcidos
importadores o instauradores locales de una disciplina extranjera. Al escribir su
historia sobre esta premisa, se han operado, pues, ciertos recortes y desplazamientos,
se han tendido velos y se ha instaurado una verdad de la historia. El objetivo de este
escrito es escudriñar estas operaciones; advertir qué ha sido recortado, hacia dónde se
han desplazado los focos, determinar el espesor, los usos y objetos de los velos y, de
ese modo, cuestionar la verdad histórica en cuanto a sus usos políticos.
Los supuestos pioneros del psicoanálisis en Chile son los doctores Germán
Greve Schlegel (1869-1954), Fernando Allende Navarro (1890-1981) e Ignacio Matte
Blanco (1908-1995). A pesar de sus diferencias, estas tres figuras comparten algunas
importantes características; primero, las de ser hombres y médicos; segundo, la de
tener una formación de tinte germano (Greve era descendiente de alemanes, Allende y
Matte estudiaron en colegios alemanes); tercero, haber pasado algún tiempo de
investigación o estudio en Europa; cuarto, que los tres serían directores de
importantes centros de atención hospitalaria del país (Greve de la Junta de
Beneficencia de Santiago, Allende de la Clínica Neuropática del Carmen y Matte de
la Clínica Psiquiátrica Universitaria).
Ahora bien, en vez de “guiarse por la identificación de los cambios
cualitativos experimentados en su decurso temporal”,1 la historiografía oficial se ha
contentando con la identificación de fechas y períodos específicos ligados a la
trayectoria de estos “pioneros”, estableciendo en torno a ellos una periodización.
Con Greve, se subraya es su ponencia en el Congreso Internacional
Americano de Medicina e Higiene, realizado en Buenos Aires en 1910. Con Allende,
su vuelta a Chile en 1925, junto con su tesis El valor de la Psicoanálisis en
Policlínica. Contribución a la Psicología Clínica, presentada en la Universidad de
Chile ese mismo año para validar su título de médico. Posteriormente, con Matte, su
retorno a Chile en 1943 y la conformación del primer grupo de estudios
psicoanalíticos que luego formaría la Asociación Psicoanalítica Chilena en 1949,
junto con la obtención de la Cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Chile ese
mismo año.

1
Stagnaro, J. C. (2006). Evolución y situación actual de la historiografía de la psiquiatría en la
Argentina. En Frenia, Vol. VI, p. 9.
La periodización recorta; 1910, 1925, 1943. Entre estos años, nada es
mencionado en la historia escrita sobre el psicoanálisis en Chile como digno de
mención. Como si entre 1910 y 1925, los 15 primeros años después del Centenario, o
entre 1925 y 1943, período fértil de desarrollo cultural y de demandas socio-políticas,
nada hubiese ocurrido que permeara o determinada la recepción y el desarrollo del
psicoanálisis. Como si la entrada del psicoanálisis en Chile hubiese sido jalonado por
la genialidad o valentía de los pioneros regresados de Europa, como si nada en las
condiciones, en las demandas, en las preguntas presentes en la sociedad chilena de
aquellos tiempos, pudiera haber estado a la base de la labor realizada por estos
médicos.
Sin embargo, ya desde 1922 circulaban en Chile las obras de Freud traducidas
al español por Luis López-Ballesteros y editadas por Biblioteca Nueva en Madrid,
bajo los auspicios de Ortega y Gasset. Desde 1924, la importantísima revista
académica Atenea, de la Universidad de Concepción, publicaba artículos donde se
mencionaba a Freud o que trataban directamente sobre psicoanálisis2. En 1929, la
Editorial América Latina, en Santiago, publicaba las más importantes obras de Freud
traducidas al español por López-Ballesteros. En la década del 30, las más grande casa
editoriales del país (Nascimento, Ercilla, Zig-Zag, Pax y otras), publicaron biografías3
y obras de Freud de la traducción de López-Ballesteros4 y de otros psicoanalistas
(como Jung y Adler).
En la década del 30, pueden mencionarse los trabajos del educador Oscar
Bustos, del Juez de Menores Samuel Gajardo,6 del médico, escritor y diplomático
5

Juan Marín,7 y los textos de Juan Andueza en la Revista de Ciencias Penales.8


Aquello que sucedía con el psicoanálisis en la década de los gobiernos
radicales, era, mucho más que el psicoanálisis vinculado a la psiquiatría clínica, una
lectura más bien de izquierda y ligada a ambientes intelectuales, artísticos y
educativos que divulgaban un psicoanálisis muy poco dogmático y fundamentalmente
pragmático, vinculado a los problemas contemporáneos más sensibles.
Ahora bien, parte de la celebración que se hace de los “pioneros” Greve y
Allende, es que estos habrían sido los únicos chilenos que habrían aparecido de
alguna manera en la escritura de Freud. Greve mantuvo una correspondencia con
Freud a finales del 1800, su conferencia de 1910 fue reseñada por Freud en la
Zeitschrift für Psychoanalyse en 1911, y luego apareció mencionado en Contribución
a la historia del movimiento psicoanalítico en 1914. Allende, por su parte, recibió de

2
Véanse, por ejemplo, los artículos de Luis Cruz Ocampo en la revista del Año I, nº 4, de 1924;
Armando Donoso, en el nº 6 del mismo año; Raúl Silva Castro en la del Año II, nº 8, 1925; Latcham,
R. E., Año III, nº 10, 1926; o bien Lipschutz, A., Año III, nº 9, 1926.
3
Tanto la biografía de Stefan Zweig, Sigmund Freud, como la de Fritz Wittels, Freud. El hombre – La
doctrina – La escuela, fueron publicadas por Pax-Chile en 1936.
4
De hecho, en su biblioteca Freud tenía El análisis profano y Una teoría sexual y otros ensayos,
publicados por Ercilla en Santiago, en 1934 y 1936, respectivamente. Davies, J. K. & Fichtner, G.
(Comps.). (2006). Freud’s Library. A Comprehensive Catalog. Londres: The Freud Museum, pp. 147 y
188, respectivamente.
5
Bustos, O. (1933). El movimiento educacional al día. Santiago: Nascimento.
6
Gajardo, S. (1935). Medicina legal y psiquiatría forense. Santiago: Nascimento; (1935). La génesis
biológica del delito y la delincuencia de menores. Santiago: Nascimento.
7
Marín, J. (1938). Ensayos freudianos. De la medicina, de la historia y del arte. Santiago: Zig-Zag.
8
Andueza, J. (1937). El psicoanálisis en criminología. En Revista de Ciencias Penales, Tomo III, pp.
291-301.
Freud, en 1933, una carta de aliento por su valiente labor de difusión, como respuesta
a la carta que aquel le enviara acompañada de su tesis, dedicada al vienés. A pesar de
la relevancia que tienen efectivamente estos intercambios y del rol cumplido por
ambos médicos, la historia que se cuenta no es completamente justa. Tanto el ya
mencionado Dr. Juan Marín (1900-1963), como el Dr. Alejandro Lipschutz (1883-
1980), contradicen esa “verdad” establecida.
En las dos partes siguientes de este trabajo, revisaremos el caso del Dr.
Alejandro Lipschutz, chileno de origen letón (nacido en Riga y nacionalizado chileno
en 1941), que mantiene una correspondencia con Freud, que es mencionado en la
correspondencia de Freud con el psicoanalista húngaro Sándor Ferenczi, y que es
citado por el creador del psicoanálisis en tres importantes escritos Tres ensayos de
teoría sexual, Más allá del principio de placer y Sobre la psicogénesis de un caso de
homosexualidad femenina.
En 1963, con motivo su 80º aniversario, Neruda dijo, de su amigo, vecino y
“compañero” del Partido Comunista: “El hombre más importante de Chile no mandó
nunca regimientos, no ejerció nunca un Ministerio, no mandó, sino que fue mandado
en una Universidad de provincia. Sin embargo, para nuestra conciencia él es un
General del pensamiento, un Ministro de la creación nacional, el Rector de la
Universidad del porvenir.”

- Segunda parte -

Si se busca a Alejandro Lipschutz en el índice de nombres de las Obras


completas de Freud o de sus correspondencias, no se hallará nada. Este importante
personaje de la ciencia chilena aparece allí con una gramática levemente modificada,
que distrae de su vínculo con este país latinoamericano: Alexander Lipschütz.9
Lipschutz, proveniente de una familia judía alemana de Riga, comienza sus
estudios de Medicina en 1902 en Berlín. En 1905 los interrumpe para unirse a la
revolución rusa en su ciudad natal. Al año siguiente, tras el fracaso de la revolución,
huye para instalarse en Zürich, donde retoma sus estudios. En 1907 se dirige a
Göttingen, doctorándose ese mismo año en la Georg-August Universität. Lipschutz se
especializa en fisiología, y alrededor de 1912 comienza a interesarse por el estudio de
las glándulas endocrinas, entre ellas las sexuales. En esa época, Lipschutz publica
varios textos de divulgación científica en revistas y periódicos. En 1914 publica
también un libro, éxito de ventas, titulado Warum wir sterben? (¿Por qué morimos?),
reeditado 16 veces en Alemania entre 1914 y 1926 y traducido a seis idiomas, entre
ellos el español.
La Gran Guerra lleva a Lipschutz a un periplo europeo que termina en 1916 en
Viena. Allí, se incorpora a las investigaciones del renombrado Eugen Steinach, en
fisiología sexual, en el Instituto de Investigaciones Biológicas de Viena. “Los estudios
de investigación de Steinach y colaboradores se concentraban a la llegada de
Lipschütz en transplantes simultáneos de testículo y ovario en cobayos castrados

9
Al llegar a Chile, el nombre de Alexander fue “chilenizado”. De Alexander pasó a Alejandro, y de su
apellido se borraron las cremillas. Nosotros utilizaremos la gramática utilizada la mayor parte del
tiempo por Lipschutz mismo, es decir, aquella que le fue otorgada en Chile.
infantiles provocando el desarrollo de caracteres sexuales masculinos y femeninos
(hermafroditismo experimental).”10
Los seis meses de trabajo con Steinach fueron determinantes en la formación
de Lipschutz. Una vez en Zürich, en 1919, publica Die Pubertätdrüse und ihre
Wirkungen (La glándula de la pubertad y sus efectos). Se trataba de un texto de
divulgación de los experimentos realizados con Steinach y de sus propios
descubrimientos. Al parecer este libro fue muy importante en el desarrollo de la
biología sexual11
En 1919, en una carta a Freud escrita poco después de una estadía en Viena,
Sándor Ferenczi comenta esta publicación de Lipschutz y la reseña que escribiría
sobre ella. El modo en que se refieren al libro trasluce las discusiones sostenidas en
Viena por ambos analistas, así como la importancia que le adjudican. Freud responde:
“Espero que haya encontrado el tono que mejor expresa nuestra superioridad respecto
a los nuevos descubrimientos, sin que le falte cierta complacencia; más o menos como
convenimos en una de nuestras agradables veladas de jueves.”12 La reseña aparece en
1920 en la Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse y al año siguiente en el
International Journal of Psycho-Analysis.13
También en 1920 Freud agrega referencias a Lipschutz en tres importantes
obras. Las dos primeras se refieren al mismo libro reseñado por Ferenczi. La primera
en ser escrita aparece en la discusión final de Sobre la psicogénesis de un caso de
homosexualidad femenina. La segunda, en la 4ª edición (1920) de Tres ensayos de
teoría sexual, incluye dos notas a pie de página y un párrafo. Este último es una
adición al tercer ensayo, “Las metamorfosis de la pubertad”, y constituye casi todo el
apartado “Teoría Química”.14
La tercera referencia de Freud a Lipschutz envía al libro de 1914. Esta aparece
en Más allá del principio de placer, en la parte acerca de la inmortalidad de los
protozoos (que según Jones fue agregada en mayo de 1920), es decir, aquella en la
que intenta encontrar un asidero científico para su hipótesis de la pulsión de muerte y
su relación con las pulsiones de vida.15
Volviendo a las referencias sistemática al libro de Lipschutz de 1919, cabe
preguntarse ¿en qué se basa la gran importancia que le adjudican Freud y Ferenzci?
La respuesta a esta pregunta no se halla en el escrito de Lipschutz, sino más
bien en uno de los debates en el cual tanto las indagaciones de Lipschutz como las de
Freud se insertan. Este debate es el de la sexología. Tanto la reseña de Ferenczi como
las referencias de Freud, se enclavan en una disputa de aquella época por la verdad de
la sexualidad humana, y más específicamente por aquello que determina la hetero y la
homosexualidad. Esta disputa se entremezcla, además, con las preocupaciones de
Freud respecto de la aceptación del psicoanálisis en la comunidad científica.

10
Concha-Quezada, H. (2007). Alexander Lipschütz en Europa: 1883-1926. Santiago: Ril, p. 84.
11
Ibíd, p. 101.
12
Falzeder, E. & Brabant, E. (Eds.), (2001), Sigmund Freud, Sándor Ferenczi. Correspondencia
completa, 1917-1919, Vol. II.2. Madrid, Síntesis, p. 231.
13
Ferenczi, S. (1921), Die Pubertätsdrüse und ihre Wirkungen (The Puberty Glands and Their Effects.)
By Alexander Lipschütz, International Journal of Psycho-Analysis, 2, 143-148.
14
Quizás sea esta la referencia más importante, puesto que el párrafo fue casi completamente
modificado por Freud justamente debido a los resultados de investigaciones expuestos por Lipschutz en
su libro.
15
Si bien esta referencia también es sumamente interesante, aquí nos enfocaremos en las que
conciernen al libro de Lipschutz sobre la glándula de la pubertad, por ser más variadas y sistemáticas y
presentar relaciones más extensas con otros textos y problemas.
Según los psicoanalistas, en los experimentos de Steinach dados a conocer y
analizados por Lipschutz en su libro, sólo se considera la influencia de los factores
bioquímicos (endocrinos) sobre la determinación de la sexualidad, haciendo caso
omiso de los resultados expuestos por el psicoanálisis, que demuestran que los
factores psíquicos de la sexualidad funcionan de manera autónoma, pudiendo inhibir,
reforzar o bien contradecir los primeros. En otros términos, que el injerto de células
endocrinas masculinas en ejemplares hembra, bien pueden determinar el desarrollo de
caracteres sexuales secundarios e incluso una actitud masculina, como lo afirman los
experimentos, pero no por eso, su “elección de objeto”.
Ahora bien, el concepto que interesa a Freud en este debate es el de la
“bisexualidad constitutiva”, pilar fundamental de la doctrina psicoanalítica (que
además homenajea a Fliess). Si bien al parecer Lipschutz no se refiere directamente al
tema en su libro, para Freud los resultados de los experimentos podrían eventualmente
aportar una “confirmación directa de la hipótesis de la bisexualidad”.16 Cuando se
trata de la bisexualidad, Freud ya no enfatiza tanto aquello que distingue el
psicoanálisis del abordaje y de los resultados de la biología sexual, sino más bien su
complementariedad. En otros términos, para Freud los textos de Lipschutz pueden
aportar una confirmación científica de sus descubrimientos.
Cuando se trata de las propuestas de otros representantes de la sexología,
aquellos más politizados, como Magnus Hirschfeld, la estrategia de Freud es
radicalmente distinta. Es que la tesis de Hirschfeld acerca de los “intermedios
sexuales” no sólo se opone a la de la bisexualidad, sino que además involucra una
importante subversión de los pilares binómicos de la ciencia y la cultura. Pone en tela
de juicio la tesis que dice que en su última reducción sólo existen dos sexos; hombre y
mujer. Para Hirschfeld y otros, la sexualidad humana no puede reducirse a dos
opciones, sino que hay modos indeterminados de asumir y vivir la sexualidad,
planteando así la posibilidad de existencia de toda una serie de sexualidades no
asentadas en esa supuestamente bien comprobada premisa biológica.

- Tercera parte -

Además del intercambio entre Freud y Ferenczi a propósito de Lipschutz y de


las citas que de los trabajos de éste ultimo el vienés intercala en su obra en 1920,
existe también una breve pero significativa relación epistolar entre Freud y Lipschutz.
A diferencia de lo que llamaremos “el momento de las citas” (período europeo de
Lipschutz), el que puede denominarse “momento de la correspondencia”, se vincula
directamente con el Lipschutz chileno.
Hasta el momento he podido rastrear tres momentos de intercambio epistolar;
el primero hacia fines de 1926 o principios de 1927, el segundo en 1931, y el último
en 1936. Sólo podemos tener conocimiento de estos intercambios, lamentablemente, a
través de las cartas de Freud, puesto que las de Lipschutz no han podido ser halladas,
ni en la Colección Lipschutz de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad de Chile, ni en los Sigmund Freud Archives. Sólo la copia del texto que
Lipschutz adjunta a su carta a Freud en 1936, ha sido conservado en el Freud Museum
de Londres.

16
Freud, S. Tres ensayos de teoría sexual. En Obras completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu, p.
143 n. 13.
La primera carta de la que tenemos conocimiento es entonces una de Freud
fechada el 1º de marzo de 1927. A través de ella, sabemos que Freud contesta a una
misiva a la que también fue adjuntado un texto, el de una conferencia dictada por
Lipschutz en Chile. Lipschutz había llegado al país en 1926, y las dos primeras
conferencias que pronunció fueron realizadas en octubre y noviembre de ese mismo
año, la primera titulada “Las secreciones internas”, en el Salón de Honor de la
Universidad de Chile, y la segunda, “La autorregulación orgánica”, que corresponde a
su lección inaugural en la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción.17
Freud le escribe a Lipschutz: “Si también otros científicos en su nueva patria
valoran el análisis tanto como usted, entonces no temo [no debo temer] tampoco por
el futuro de mi largamente odiada creación en Sudamérica.”18 Freud confiaba,
entonces, que Lipschutz serviría de agente de divulgación de su creación, así como
confió lo mismo de muchos psicoanalistas. Es precisamente esto lo que la
historiografía oficial del psicoanálisis en Chile no dice: Lipschutz, un científico
comunista instalado en provincia, especialista en temas endocrinos y no ligado a
ninguna institución psicoanalítica, habló, escribió y publicó acerca de psicoanálisis
contemporáneamente a Allende Navarro y antes incluso que Matte Blanco. Que un
médico, pero no un psiquiatra obtuvo esas palabras de reconocimiento y confianza de
parte de Freud.
De hecho, Lipschutz publicaría numerosos artículos sobre Freud y el
psicoanálisis, como Freud y el hombre moderno en 1939 en la versión chilena de la
Revista Babel, y posteriormente varios libros: Tres médicos contemporáneos: Pavlov,
Freud, Schweitzer, en 1958; Seis ensayos filosóficos marxistas (1959-1968) en 1970,
donde se incluye un texto titulado “Carlos Jung y la psicología del siglo XX”; y el
libro póstumo De Francis Bacon a Carlos Marx y otros ensayos, publicado en 2007.
Volviendo a la correspondencia, en el Epistolario de Freud (1963),
encontramos una carta enviada a Lipschutz en 1931. Esta carta gira en torno al
problema de la actitud de los científicos respecto de los nuevos descubrimientos. Por
lo que Freud señala, debemos suponer que en su carta, Lipschutz expresa inquietud
por cierto monto de oposición o, como diría Freud, resistencia, hacia sus
investigaciones. Si se revisa el acta de las investigaciones llevadas a cabo por
Lipschutz ese año, se advierte que ellas se vinculan con fisiología y endocrinología
sexual, experimentos de masculinización y feminización de cobayas, etc. Lo que
llama la atención en la carta de Freud es cierta ilusión –aun sólo a medias
resquebrajada- acerca de la posibilidad de que en la investigación científica más
tradicional no existan aspectos emocionales que empañen el juicio y la razón
evaluativa: “Puede uno comprender la hostilidad hacia el psicoanálisis, que destruye
ilusiones y prejuicios acariciados de antiguo, pero no deja de sorprender la actitud
emocional que suele adoptarse hacia los hallazgos realizados en el dominio de
nuestras investigaciones.”19
Freud termina esa carta con una nota de felicitación a Lipschutz que ya había
sido realizada por Ferenczi en 1919. Lo felicita por no ser uno de aquellos que
“contraponen el psicoanálisis a la endocrinología, como si los procesos psíquicos

17
Ambas publicadas en la Revista Atenea, de la Universidad de Concepción. La primera, el Año IV, Nº
1, Marzo de 1927: 3-21. La segunda, Año III, 1926, Nº 9: 277-92. Por la respuesta de Freud, que se
leerá a continuación, es más plausible que la conferencia enviada por Lipschutz a Viena haya sido la
segunda, puesto que en ella trata de Freud y el psicoanálisis, mientras que en la primera aborda temas
puramente endocrinológicos.
18
Traducción realizada desde el alemán con ayuda de Mauro Vallejo.
19
Freud, S. (1963), Epistolario, 1873/1939, Madrid, Biblioteca Nueva, p. 453.
pudieran ser explicados directamente por las funciones glandulares o como si la
comprensión del mecanismo psíquico pudiera reemplazar el conocimiento del proceso
químico con él relacionado.” Aquel antiguo deseo de Freud de que las investigaciones
acerca de los procesos psíquicos y los químicos o glandulares asociados sean
complementarios y no excluyentes, se hace presente. Y es algo que comparte con
Lipschutz.
La última correspondencia entre estos dos hombres de la que tenemos noticias,
es aquella señalada por el texto conservado en el Freud Museum. Se trata de la
versión alemana de un trabajo publicado por Lipschutz en español en 1933, titulado
¿Por qué hacemos investigación científica?20 El texto lleva una dedicatoria a Freud
en manuscrita y fue enviado por Lipschutz con motivo del 80º aniversario de Freud,
es decir, alrededor de mayo de 1936. La dedicatoria dice: “Profesor S. Freud, con los
más respetuosos saludos y los mejores deseos para su 80º cumpleaños. A Lipschütz.”
A este envío ya no encontramos la respuesta de Freud, pero ostensiblemente retoma
aquello discutido por ambos investigadores en 1931 acerca de la investigación
científica.
Este personaje de gran influencia en las ciencias y las humanidades en Chile
es aquel cuya función que ha sido omitida en la historia oficial del psicoanálisis en
Chile. Entre otras razones, probablemente, sucede que Lipschutz no hablaba de Freud
desde el sillón del especialista: “No tengo ni la más mínima pretensión de figurar
entre los conocedores predilectos de esta gran obra científica y cultural”. Además,
asimilaba a Freud con Marx: “Antes de Freud, tal punto de vista funcional en el
problema evolutivo del alma fue aplicado por Marx…” Y por último, ¡Oh, herejía!
Aún en 1939 habla de Jung como “uno de los más prominentes y grandes
continuadores de Freud”.21

20
La versión alemana enviada a Freud: Lipschutz, A. (1935), Warum treiben wir Wissenchaftliche
Forschung? En Acta Neuropathologica in honorem Ludovici Puusepp, LX, pp. 309-322.
21
Todas estas citas proviene de: Lipschutz, A. (1939). Freud y el hombre moderno. En Revista Babel,
Nº 7: 212-8.

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