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UNIVERSIDAD SANTA MARÍA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES


ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Cátedra: Taller de Crítica de Cine
Octavo semestre
Sección: “U” Turno: mañana

Trabajo final
Columna sobre Voces Inocentes

Profesor: Mario Cabrera Alumna:


Oliveira, Katherine
C.I. 19.015.034

Carcas, julio de 2010


EN PANTALLA GRANDE

Niños soldados: pureza robada

Cuando la realidad de un país se transforma en guerra civil todos sufren; no


importa su posición económica, edad, sexo, color de piel, etc. Es lamentable
ver como actualmente niños mayores de 12 años y hasta de menos edad son
utilizados para fines tan monstruosos.

Voces Inocentes es un drama salvadoreño basado en hechos de la vida


real que relata la historia de su guionista Óscar Torres. En 1980 El Salvador
vivió una Guerra Civil y muchas personas inocentes y niños fueron reclutados
para combatir en el Ejército y en la Guerrilla. Chava (Carlos Padilla) es un niño
de 11 años que vive con su madre y sus dos hermanos. Su madre Kella
(Leonor Valera) trabaja en casa como costurera para no dejarlos solos,
mientras él y sus hermanos van a la escuela. Es allí en donde el Ejército
comienza a reclutar a niños mayores de 12 años, llevándose incluso a varios
de sus mejores amigos. El tío materno de Chava, Beto (José María Yazpik),
recomienda a su hermana que lo deje ir con él ya que está próximo su
cumpleaños, pero ella no accede. Pasan los días y entre alboroto y alboroto,
Chava y sus amigos deciden unirse a la Guerrilla. Son atrapados por el Ejército
y llevados a fusilar, pero un enfrentamiento evita que Chava y otro niño
mueran. Al final Chava se muda a los Estados Unidos en busca de una mejor
vida.

Este film se realizó bajo la producción de Lawrence Bender y la dirección


de Luis Mandoki; ambos realizaron un excelente trabajo repleto de
profesionalismo, realidad, drama y sentimientos encontrados. Kella (Leonor
Valera), Chava (Carlos Padilla), Tío Beto (José María Yazpik), Cristina María
(Xuna Primus), Mama Toya (Ofelia Medina), El Cura (Daniel Giménez Cacho),
Fito (José Ángel Toriello), Chele (Adrian Alonso), Marcos (Andrés Márquez),
Ricardito (Alejandro Felipe), Rosita (Ana Paulina Cáceres) y Angelita (Paulina
Gaitán); son los actores que dieron vida a cada uno de los personajes de una
manera asombrosa, impregnados de realismo. El acento salvadoreño brilló por
su ausencia, pero el gran trabajo de todo el elenco hizo posible dejar a un lado
ese detalle. El juego de cámaras fue muy bueno, hubo presencia de diversos
planos pero predominó el plano general. Los efectos especiales y visuales
estuvieron excelentes, un trabajo con mucha dedicación de la mano de Jesús
G. Duran, Gabriel Kerlegand y Luis Blackaller. El montaje de cada una de las
escenas fue impecable, fue realizado por Aleshka Ferrero, Carlos Puente, Luis
Carballar y Mariana Rodríguez, quienes lograron que todos los escenarios
llevaran a percibir la realidad de cada momento. Además, la música y el sonido
se pudieron apreciar de forma muy clara, con buena proyección y adecuados
según cada escena; todo responsabilidad de André Abujamra, Alejandro
Quevedo, Carlos Zamorano, Fernando Cámara, Jaime Baksht, entre otros.

Cada vez hay más niños soldados en el mundo, esta película es sólo
una muestra de lo que pasó, sigue pasando y pasará si nadie detiene al
Ejército y a las Guerrillas. La pureza e ingenuidad de los niños es muy
manipulable, es por ello que es muy fácil hacerlos cambiar su forma de actuar y
pensar; hasta el punto de lograr que ellos acaben con la vida de otros sin
piedad alguna. Ya no les importa si tienen ocho, nueve, diez, once o doce
años, lo que realmente les importa es llevárselos a como dé lugar para
entrenarlos y que estén bajo sus órdenes. Eso no es vida para ningún niño, hay
que hacerle frente al problema y erradicarlo para evitar que vidas inocentes
sigan sufriendo.

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