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El corazón ciego del mundo

La Any Jatawai
Bill: el teatro, el teatro… ¿en qué libro está escrito que el teatro existe solamente
dentro de unos edificios amontonados en una milla cuadrada en la ciudad de Nueva York?
¿O Londres, París o Viena?
Escuchame nena. Y aprendé.
¿Querés saber qué es el teatro? Un circo de pulgas. También la ópera. También
los rodeos, los carnavales, los ballets, las danzas tribales, Punch & Judy, un nombre de
orquesta, todo eso es teatro. El Pato Donald, Ibsen y El Llanero Solitario, Sarah
Bernhardt, Poodles Hanneford, Lunt & Fontane, Betty Grable, Rex & Wild y Eleonora
Duse [...] El teatro es para todos -vos incluida, pero no exclusivamente- así que no
apruebes o desapruebes. Puede no ser tu teatro, pero es teatro para alguien, en algún
lugar.
Joseph Mankiewcz
Personajes

Director

Directora

Actriz

Marita, la kioskera

Gabriel, el del peaje

Dios Misterio

Tespis, la primera trava


En el medio de un pueblo lejano de la provincia de Córdoba, yace una sala de teatro
abandonada. La luz entra por un hueco en el techo que deja desnuda la parrilla y las
pocas luces que quedan colgadas. Los telones casi desintegrados. Algunas plantas
empezaron a recuperar su territorio a través de árboles y flores silvestres. Directora y
director están sentadxs en unas butacas de terciopelo rojo en la platea. Actriz entra
actuando.

DÍA 1: DESERTAR

Director: Alejandro… podés venir….

Directora: No te va a responder si le decís así.

Director: ¿Y cómo le tengo que decir ahora?

Directora: Está actuando.

Actriz: Vengo escapando de una guerra.

Director: (A la directora) ¿Por dónde empezamos?

Directora: Por esto.

Actriz: No recuerdo mi nombre. Las cosas que hice.

Director: (A la directora) No tenemos mucho tiempo.

Directora: Ya está pasando algo. Así empieza la obra.

Actriz: Esta no es mi casa.

Director: No entiendo.

Directora: ¿Qué no entendes?

Director: Nada. Tenemos que empezar por un texto. Te dije que me gustaría un clásico.

Directora: ¿Un clásico? No, dijimos que íbamos a hacer la obra con lo que hay.

Director: Sacarme el gusto con Shakespere.

Directora: ¿Cómo pronunciás?

Director: No me jodas.
Directora: Dale, Santi, lo que hay es esto, hay que prestarle atención a lo que está
pasando, nada más.

Actriz: Soy una extranjera, una outsider.

Director: Ah ¿y decís que yo no le presto atención?

Directora: No, no digo eso. Digo: aprender a atender. Es decir, llevar el espíritu hacia,
extenderse hacia afuera. No entrar en el rulo del adentro, el ensimismamiento de siempre.
Dirigir no es más que eso, tirar los ojos como si fueran dos bolitas de vidrio a la escena y
estar atenta a qué pasa cuando vuelven. Qué se modificó, qué sigue igual. Qué se puede
hacer. Un cuerpo que no está sentada en una butaca como morsa ¿me entendes? Continuar
la tensión de la escena, no se puede dirigir estando así echado como estás vos.

Director: Yo necesito estar así de echado para que las cosas me entren. Hablamos de eso
alguna vez.

Directora: Si, siempre discutimos por lo mismo. Me enoja.

Director: A mi también.

Actriz: Inmóvil por completo. Nada sube, nada baja, nada empieza, nada termina. No
hay mañana, no existe el tiempo, no es un corte entre el pasado y el futuro, es siempre.

Director: ¿De qué habla ahora? ¿Está actuando?

Directora: Shh escuchá. Si, obvio. ¿Qué va a estar haciendo? Es actriz.

Actriz: Del rostro de la madre rojo como un borracho, una mano invisible ha alejado
cualquier posible expresión, dejando un signo que sólo se representa a sí mismo. Inasible.

Director: ¿Qué es esto?

Directora: Es sobre la estampita de la difunta correa que encontró…

Actriz: Si lo mirás largo rato te vas perdiendo lentamente en él, como un túnel infinito.
Todo se pone negro, nada se mueve, y el ojo posa en un único punto, el blanco, donde
todo lo ve.

Directora: (A la actriz, en un susurro audible) Eso, dejá que te lleve la emoción, no la


cortes, como un río.
Actriz: Ese blanco es donde se encuentran los ojos. Sobre el rostro de la Difunta Correa,
los ojos. Se exigía que no expresaran nada, como los de la Gioconda, vacíos, no miran,
están hechos para recibir la mirada, son el cuenco del mundo. El corazón ciego del mundo.

Directora: (Al director) Lo que te decía.

Director: ¿Qué cosa?

Actriz: Lo leí una vez en un librito de un italiano…

Directora: De la mirada, esto de sacarse los ojos y que vayan a la escena.

Director. Ah si.

Directora: Vaciarse de alguna manera. Dirigir, es decir, ser el corazón ciego de la escena.

Director: Desertar de la mirada para que la mirada vuelva, para que el cuerpo vuelva…
como una paradoja ¿no?

Actriz: ¿Sabes que me dijo una vez una amiga?

Directora: ¿Qué cosa?

Actriz: Que hay que recuperar lo que perdimos.

Directora: ¿En qué sentido?

Actriz: Histórico, amiga. Un gesto de venganza. Que nos den lo que nos deben.

Director: Basta, hasta acá. Seguimos mañana


DÍA 21: ¿QUÉ HACEMOS ACÁ?

Director: Yo pensé que íbamos a hacer algo revolucionario.

Directora: ¿Con una obra de teatro?

Director: Si.

Actriz: Yo la revolución la hago con los puños, con las armas, con la acción, con la fuerza
de las tetas... No haciendo una obra de teatro que no va a ver nadie.

Director: La va a ver todo el pueblo.

Directora: Ah… ¿ahora vamos a hacer una obra popular?

Director: Para el pueblo, popular, si.

Directora: ¿Para qué pueblo?

Director: Este.

Directora: ¿Y cómo es este pueblo?

Actriz: Nauseabundo.

Director: ¿Por qué decis eso?

Actriz: Lo votaron a Macri.

Director: Hay que hacer una obra para que entiendan todos, no importa como piensen.

Actriz: Ninguna obra está hecha para que la entiendan todos.

Director: ¿Y para quién vas a hacer teatro entonces, acá, en el medio de la nada?

Actriz: Para mi mamá, mis tías y las vecinas.

Director: ¿Y ellas te van a entender la obrita experimental?

Actriz: No.

Director: ¿Entonces?

Actriz: No quiero que la entiendan. Quiero que se sacudan, que contorneen la columna
vertebral, que un frío les recorra la nuca, que se les desfigure la cara, que se olviden el
nombre. Así como yo, que no sé cómo me llamo y espero no saberlo nunca. Que un soplo
de Alzheimer destartale el sentido común. Hay que arrojar el cuerpo a la lucha, como
decía Rimbaud: ¡QUE NO SEPAN SI ES DANZA O BATALLA!

Directora: Un cuchillo.

Director: Si vas a hacer una obra para tu mamá, tu tía y tus vecinas, no quiero ser parte.

Actriz: ¿Y de qué querés ser parte?

Director: De algo más grande, Alejandro. (La Directora se da vuelta) Le estoy hablando
a Alejandro.

Directora: Acá todos somos Alejandro.

Actriz: Sh, no tengo nombre. Lo olvidé. No existe Alejandro.

Director: (A la directora) Están locas.

Directora y Actriz: Si.

Director: Miren… yo quiero hacer algo grande, que nos recuerden para siempre, algo
escandaloso ¿me siguen? Que venir a este pueblo de mierda, viajar tantos kilómetros,
dejar todo, sirva para algo, para darle vida a algo que no la tiene, que nunca la tuvo. A
vos que tanto te gusta Pasolini: el escándalo es un derecho.

Actriz: Escándalo es hacer una obra para cuatro personas que queremos mucho. Lo otro
que decís me parece pura fanfarronería, careteada.

Directora: Paren un poco. Yo quiero que la obra haga temblar a tu mamá como si fuera
un terremoto sanjuanino. Pero también quiero que Gabriel la disfrute, que le pase algo,
que se le pare la…

Director: ¿Quién es Gabriel?

Directora: El del peaje.

Director: ¿Cómo sabes que se llama Gabriel?

Directora: Se lo leí en la solapa de la camisa. Él va a venir a ver la obra, porque todos en


el pueblo van a venir a ver la obra…

Director: La primera de todas.


Directora: Y yo, como vos… ¿personaje?

Actriz: No, no me digas personaje. No sé aún… Quizás soy posdramática.

Directora: ¿Persona?

Actriz: Presencia me gusta más. Igual no hace falta nombrarme, señalame con la mano,
o con la pera.

Director: Una sombra.

Actriz: ¿Cómo? No me gusta que me digas así.

Director: Vos no. Vi una sombra detrás del telón.

Directora: Lo que quiero decir es que, como vos (Señala a Actriz) quiero que les pase
algo a todos, pero para eso te tiene que pasar algo a vos.

Director: No estoy de acuerdo.

Directora: Si a ella no le pasa nada…

Actriz: No usen pronombres, usen el cuerpo.

Directora: Si no le pasa nada (señala a Actriz) ¿cómo vamos a pretender que les pase a
los otros? Si para nosotros el teatro es puro cuerpo, es como dijo (señala) el puñal, el
arma, la acción, la fuerza de las tetas.

Director: Si ella lloriquea o no, no me importa. Lo que tiene que conmover es la escena,
no (señala a la actriz).

Actriz: Algo le late en la punta de la lengua, imposible de nombrar. Algo como una vuelta
a la infancia. Qué ridiculez más grande decir no puedo mientras puedo. Es que no sé qué
pieles ponerme para habitar este mundo. Voy a lanzarme al pozo hondo a ver si encuentro
algo una palabra gastada, un gesto de golpe, una piedra brillante, un susurro olvidado que
me devuelva, como un escupitajo, a esta vida.

Director: ¿Cómo vamos a hacer una obra con esto?

Directora: Mirá, pensemos en un dispositivo, un contenedor. (A la Actriz) Eso, seguí.

Actriz: La obra termina, las luces se apagan. Silencio. Se prenden de nuevo, vuelvo a la
vida como si la muerte fuera un chiste. Los aplausos. Alguien de pie. La risa de una amiga.
El temblor de mi cuerpo que asusta a lxs otrxs no a mí. El abrazo con la Directora
festejando la magia como jugadores de fútbol que festejan el barro en los botines un
hechizo las heridas en las manos ¿me estaré transformando en otra cosa? ¿Seré un animal?
¿Seré salvaje? ¿Seré calma? ¿Salvaré a mis crías? ¿Las salvaré de todo? ¿Del hambre, del
frío, de los cazadores? ¿Qué es de la escena y qué es mío? ¿Será que algo de todo esto me
pertenece? ¿O todo es de esa otra? La escena usurpa mi cuerpo como si se moviera a
través de mi piel como si yo fuera el tapado de una vieja rica oso nutria mariposa voraz
ágil cauta tormentosa triste quizás solo se trate de eso el teatro resbalarse con una tela
morirse mal insultar eructar ser fina como hilo de bombacha gastada espuma de cerveza
rebalsando un dj una iluminadora que saca chispas para acá fuego para allá golpes que
anuncian el final como cuando el cumpleaños se termina las velas gastadas las migas de
la torta bonetes vasos botellas bocas vacías globos desinflado serpentinas y guirnaldas la
abuela borracha tirada en la puerta del baño las luces titilan y ella grita qué feo es ser vieja
no me quiero morir quiero vivir un poco más por favor y se aferra a la sidra medio
bailando medio tambaleando la fiesta es nuestra dice

Directora: (A la Actriz) Eso, más. Que la palabra circule por el cuerpo como un río. (Al
director) Hay que generar un dispositivo para que todo esto que aparece tenga lugar, y
pueda explotar.

Director: Todo bien con el dispositivo y la madre en coche. Nos llamaron para montar
una obra e inaugurar este teatro. En un pueblo que nunca tuvo teatro, que nunca vio una
obra en su vida, a nadie le importa el dispositivo. Esto va a ser lo primero que vean en
sus vidas. No sé por qué no entienden eso. Yo no quiero que sea la última y que este lugar
se abandone otra vez. Quiero que sea el inicio de algo, un rito sagrado de iniciación.

Directora: Santi, no seamos pretenciosos. Somos artistas comunes y corrientes, de carne


y hueso, no santos divinos que separan aguas y curan enfermos. Paremos la bola.

DIA 81: EL TACTO

Actriz: Tóquenme.
Director: ¿Cómo?

Actriz: Que me toquen…

Directora: ¿Para qué?

Actriz: Para actuar necesito sentir algo en la piel. Algo real, quiero decir.

Director: ¿En qué parte?

Actriz: Acá, en el centro del pecho. El corazón ciego.

El director y la directora se acercan a la actriz lentamente, y posan sus manos en el


pecho. La actriz cierra los ojos, le brotan lágrimas que resbalan por las mejillas, ya está
preparada para una reencarnación.

Actriz: ¿Conocen El sentido olvidado?

Director y Directora: No, ¿qué es?

Actriz: (Se pone una peluca negra, cambia el tono de voz, y, como si de una médium se
tratara, convoca en su cuerpo el cuerpo de Pablo Maurette) No saquen las manos del
pecho (temblor, ojos en blanco) “Si usted pretende que yo crea en Dios, es preciso que
me lo haga tocar.1” (temblor, ojos en blanco) “Todo lo que nos conmueve, enardece,
agita, todo lo que nos afecta en mayor o menor intensidad se experimenta como una
forma de tacto.” (temblor, ojos en blanco) “Entrar en contacto con.” (temblor, ojos en
blanco) “Solo el cuerpo puede tocar y ser tocado.” (temblor, ojos en blanco) “Como el
peso es a la piedra, el calor al fuego, la fluidez al agua.” (temblor, ojos en blanco) “Lo
único que hay es superficie.” (temblor, ojos en blanco) “Apolo salta de las cumbres más
retiradas del Olimpo, desde donde todo se ve con claridad mediana, al campo de batalla,
y de ahí a la sangre y a las tripas de los hombres, donde nada se ve y todo se toca.”
(temblor, ojos en blanco) “El tacto es el único sentido que un muerto no puede tener.”
¿Sigo?

Director: Está loca.

Directora: Seguí, me encanta.

1
Mash-up de textos de El sentido olvidado (2015) de Pablo Maurette.
Actriz: “Solo la cercanía revela el detalle asombroso y fascinante de la naturaleza. La
cercanía es el dominio del tacto.” (temblor, ojos en blanco) “La herida es también una
rendija que convoca al tacto.” (temblor, ojos en blanco) “¿No es el beso una forma
alternativa de diálogo que prescinde del verbo (aunque no de la lengua)?” (temblor, ojos
en blanco) “Besa, mi amor, bésame tanto/ sigue besando que duele,/ bésame hasta el
espanto./ Bésame hasta que vuele/ y sigue besando fuerte/ bésame hasta la muerte.”
(temblor, ojos en blanco) “Una actividad horizontal, recíproca, nadie está por encima de
nadie, quien muerde es mordido, quien chupa es chupado, quien penetra es penetrado.”
(temblor, le vuelven los ojos color celeste) Me cansé. (Se desmaya)

Director: ¿Estás bien?

Actriz: Si, dejenme un ratito en el piso.

Directora: Hay que pensar más allá de la literalidad, quiero decir, no hace falta que ella
toque uno por uno a los espectadores para que haya tacto. ¿Me explico? Puede estar bueno
igual, que empiece así la obra, ella tocando uno por uno a los espectadores. Pero no se
trata de eso.

Director: ¿Y de qué se trata?

Directora: Bueno, ella dice, digo Maurette dice, que en el beso hay una relación de
horizontalidad, de reciprocidad inexorable. Entonces, lo estoy pensando ahora, que el
teatro sea háptico tiene que ver con cómo se configura esa relación, ese vínculo. Que tan
en la superficie está lo que se propone, es decir, que tan poroso. Porque el tacto es el
acontecimiento en el que dos cuerpos se encuentran.

Director: No entiendo nada.

Actriz: Preguntá ahora que estoy caliente.

Director: Bueno…

Actriz: El canal está abierto. Igual, te lo aclaro, no son conclusiones. Ni respuestas


cerradas, está claro. Una abre un canal a otro universo, a otra forma de pensar el universo.
No está bien, ni mal. Ahora en vez de estar lejos, está cerca. Así de simple.

Director: ¿Sos Dios?


Actriz: Si Dios es la posibilidad de ver algo donde antes no había nada, es decir, de tocar
algo donde antes no había que tocar, entonces sí.

Director: Era un chiste.

Directora: ¡Preguntá!

Director: Bueno… a ver… ¿Por qué el teatro debería tocar? ¿Por qué correr la mirada
del centro? ¿Por qué no el olfato, el gusto?

Actriz: Justamente eso. Desmantelar la jerarquía de los sentidos. El tacto es el único


sentido que no se puede perder, entonces nos atraviesa a todxs, es animal. Los cocodrilos,
dicen, sienten lo imposible, cosas que nosotras no podríamos, todo por el tacto que lo
tienen súper desarrollado. Antes hablabas de lo popular. ¿Te acordás?

Director: Si.

Actriz: Bueno, quizás popular es esto. Que el teatro toque. Y que ese toque sea como el
big bang, no por lo gigante, sino por el misterio. El misterio es aceptar, no resignarse sino
festejar, que ese encuentro va a ser subjetivo, personal, íntimo y diferente. Que ahí algo
se va a mover y eso que se mueve no es nunca homogéneo. Es siempre incapturable,
escurridizo, frágil.
DÍA 120: ESCRIBIR

Directora: “Se escribe con el cuerpo. No se trata de una actividad mental. Se escribe con
la espalda, las manos, los ojos, la nuca, las piernas. No hay que olvidar eso: cada vez que
hay escritura, es un cuerpo el que escribe.”2

Director: Cómo te gusta citar…

Directora: ¿Algún problema?

Director: No, ninguno.

Directora: Mejor así.

2
Eugenia Almeida Inundación (2019) p. 30
DÍA 200: EL AMANTE

Actriz: Al personaje hay que conocerlo como se conoce a un amante.

Director: ¿Qué querés decir con eso?

Actriz. Por ejemplo, yo de Rubén me enamoré apenas lo ví, no me preguntes por qué.
Una corazonada, un pálpito, una intuición fuerte, animal. No sabía nada de él, salvo que
tenía los ojos verdes como una selva tropical. Lo fui conociendo a escondidas, de a
puchitos, un rompecabezas que iba armando en cada cita, en cada encuentro, en la
oscuridad de la noche. ¿Me entendes?

Director: Si, pero responder el cuestionario que te mandé al mail puede servir para
entender al personaje.

Actriz: ¿Te imaginas respondiendo sesenta preguntas berretas sobre un amante? ¿Le
gusta el helado de vainilla o el de dulce de leche? ¿Es católico o judío? ¿Terminó la
secundaria o es un burro total? No se puede, Santi. No se puede porque no se sabe, y lo
que no se sabe no hay que inventarlo, hay que salir a buscarlo.

Directora: Buscar no es un verbo, es un vértigo, decía Pizarnik.

Actriz: Si, el vértigo que sentí cuando le metí la lengua en la boca por primera vez. Es
que como no podía estar mucho tiempo con él, -porque estaba de novia con Marcos, ¿te
acordás de Marcos? Un denso que me perseguía a todos lados- su presencia en mi vida
terminaba siendo un enigma, un misterio, las migajas de Hansel y Gretel . El sabor de sus
besos. Y no me apures, porque todavía no sé si es un personaje lo que está viviendo en
mi.

Director: Antes trabajabamos distinto. Estábamos horas y horas analizando los


recorridos, los pensamientos, los deseos de los personajes. Ahora saltás con esto, como si
no te importara nada. Tirás a la basura años de trabajo, de formación.

Actriz: No es eso. Estoy un poco cansada de hacer siempre lo mismo. Como Treplev
busco formas nuevas. Fuerzas nuevas. Harta de técnicas y piruetas que nos llevan a los
mismos lugares, siempre lo mismo, siempre lo mismo, siempre lo mismo. De la boca para
afuera no tenemos recetas, de la boca para adentro, manuales enteros, guías telefónicas,
tutoriales de youtube. Me hartaron Somos tan hipócritas en este ambiente...
Director: Pero vos estudiaste en la universidad, no te olvides de eso…

Actriz: ¿Cómo me voy a olvidar? Fueron los años que más disfruté. Pero hay que saber
soltar lo que se sabe. Matar a los maestros. Cuando sea vieja voy a volver a la facu, a
estudiar, dar clases, trabajar de bibliotecaria, o a barrer los pasillos. Volver a hacer el
caminito que hacía todos los días a las siete y media de la mañana. Pasar por la panadería
que me desmayaba del olor a medialunas, la facultad de ciencias médicas, la de filosofía,
el Pabellón Argentina. Y al fondo de todo, como siempre, el salón de clases. Porque vos
decís que estudié en la universidad, como si fuera algo elevado. Pero yo para hacer una
escena me tiraba en un contenedor de tierra y me revolcaba hasta estar lista para el
personaje, ensayabamos en cualquier lado, el estacionamiento del frente, el helipuerto, el
parque sarmiento, una terraza llena de ratas. Teníamos clases en aulas que se caían a
pedazos. En otras hermosas también, la Jorge Díaz por ejemplo, ¿lo conociste?

Directo: ¿A la sala?

Actriz: No, a él…

Director: Lamentablemente no.

Actriz: Yo tampoco, pero presiento que podría haberme enamorado. Algunos profesores
jugaban a la academia, otros, como si fueran entrenados en artes marciales se torcían por
los costados, buscando pasillos subterráneos, esquivando la burocracia del saber. Yo
estudié en la universidad, volvería a hacerlo. Pero no enmarqué el título para colgarlo en
la pared del living. No lo traje acá conmigo. Ni sabría decir dónde lo dejé, en algún folio
empolvado, supongo. Un olvido así quiero. Actuar con ese olvido, como si nunca hubiera
actuado. Me quiero enamorar de esto que estoy haciendo en la obra. Ya te digo… no sé
si llamarlo personaje, o presencia, o fantasma, estado o amante. O Rubén. O Juan Carlos.
O María. O Fernando. O Francisco.

Director: A este paso no vamos a estrenar más.

Actriz: ¿Y qué apuro tenemos?

Director: El mundo se viene abajo.

Actriz: El mundo ya se vino abajo. Mirá un poco a tu alrededor.

Directora: ¡Lo encontré!


Director: ¿Qué cosa?

Directora: El libro de Marguerite Duras… pensé que lo había perdido en el viaje.

Actriz: Ay, ¡la amo!

Directora: “Cierro los ojos a un placer tan intenso. Pienso: lo tiene por costumbre, eso
es lo que hace en la vida, el amor, solo eso. Las manos son expertas, maravillosas,
perfectas. He tenido mucha suerte (...) Me trata de puta, de cochina, me dice que soy su
único amor, y eso es lo que debe decir. Y eso es lo que se dice cuando se deja hacer lo
que se dice, cuando se deja hacer al cuerpo y buscar y encontrar y tomar todo lo que él
quiere, y todo es bueno, no hay desperdicios, los desperdicios se recubren, todo es
arrastrado por el torrente, por fuerza del deseo.”3

La actriz empieza a bailar como si estuviera traduciendo cada palabra que la Directora
pronuncia, cuando termina le pide que vuelva a empezar, que no pare, que siga.

Director: Pienso entonces que actuar sería retirarse para que aparezca el amante, como
si fuera un espejismo. Como si el rito del conocimiento, la danza secreta de las citas
necesitara como último paso una ausencia, la propia. Un vacío que le da lugar a lo Otro.

3
Marguerite Duras El amante (2021): p. 55
DIA 360: GRECIA COLMENARES

Directora: ¿Te acordás del seminario de dirección que hicimos con Cacace?

Actriz: Yo me acuerdo el que hice de actuación

Directora: ¿Cómo estuvo? ¿Qué dijo?

Actriz: Que tenga cuidado, que estoy al borde de ser Grecia Colmenares.

Directora: ¿Cómo te va a decir eso?

Actriz: Tenía razón. Después me halagó, dijo que mi capital emotivo es grande, y que
eso es importante para la actuación, hay mucho para desplegar desde ahí. Pero que a la
vez la emoción es una ruta de escape, que hay que cuidar de no irse de mambo.

Director: Cómo les gusta llorar a las actrices.

Directora: ¿Cómo una ruta de escape?

Actriz: Una forma de evadir al otrx, de evadir lo real de la escena. La emoción, la razón
y la imaginación: los tres mecanismos de escape. Por eso, cada una en su punto justo
puede ser una bomba, material para la actuación, pero si no podemos salir de esos lugares
para simplemente mirar o respirar, entonces no tiene sentido. Porque lo que actúa deja de
ser la escena, y se convierte en algo meramente propio. Egoísta.

Directora: ¡Ay si! “Qué aburrimiento mortal ser uno mismo. Quién podría preferir la
ilusión de conocerse, a la posibilidad de que ese conocimiento o esa confusión vengan de
la ciénaga oscurísima del choque con un otro. Qué absurdo”4

Director: Ay… qué sensibles son…

Actriz: No seas machirulo.

Directora: No tenemos nada que explicarle al mundo.

Director: ¿Qué cosa?

Directora: Eso me dijo Cacace en el seminario de dirección.

Actriz: Muy rancierano. ¿Se dice así?

4
Julián López La ilusión de los mamíferos (2018): p. 27.
Directora: Creo que sí.

Actriz: Vos que sos tan docente Jesi… ¿Qué le decís a tus alumnxs?

Directora: Mmmm… no sé si es tanto lo que digo. De hecho, me estoy dando cuenta


ahora que me lo preguntás, me da pudor hablar. El pez por la boca muere, dice el dicho.
Siempre pensé que lxs docentes tenemos que ser austeros con las palabras. No como gesto
de mezquindad, para nada. Un gesto de escucha. Sobre todo escucho. Observo los
cuerpos, los leo en su complejidad. Siento que las palabras son muy engañosas,
mentirosas. Les digo que la voluntad es el principio de toda actuación. Actúo porque
decido que estoy actuando, eso es lo específico de la actuación. Después viene el choque
con el otro, como una consecuencia de esa decisión primaria. Algo que está en contacto
con el deseo, con lo que se quiere. Y los escucho. Me gusta escuchar. Muchas veces dicen
cosas que no me gustan, o hacen cosas que no me gustan. Quiero decir, que en otro
contexto diría: esa actuación no es natural, o eso que está diciendo no tiene nada que ver
conmigo. Pero primero escucho, porque quizás eso me está interpelando a mi. Y lxs
alumnxs no tienen por qué pasar el filtro de mi ‘buen gusto’. Yo quiero que saquen lo
mejor de sí: que amplíen su rango, que se desconozcan, que vayan a territorios
desconocidos. Y eso no tiene nada que ver con si me gusta o no, si me parece bonito o
no, si me parece interesante o no. La potencia es potencia y fin. Punto final. Aprendo
mucho dando clases, es cierto. Por momentos me siento rara cobrando una cuota. Pero de
algo hay que vivir ¿no?

Actriz: Ojalá hubiera tenido una maestra como vos, me habría ahorrado algunos traumas.

Directora: Hay que dejar que los cuerpos sean, eso requiere mucha paciencia. Dar clases
es un ejercicio de la paciencia. Y eso quiere decir: levantar una barricada a favor de la
singularidad, no de lo individual de lo singular, sino de eso singular que me permite estar
con los otros, modificarme, transformarme. Eso hace que el choque con el otro del que
tanto hablo, sea posible. ¿Se entiende?

Actriz: Perfectamente. ¿Y desde dónde encaras las clases? Quiero decir, alguna imagen,
un texto…

Directora: El cuerpo. De nuevo: confío más en los cuerpos que en las palabras. Al cuerpo
lo pones a saltar diez minutos sin parar, y en seguida tenés un cuerpo real, libre de la
representación, del ‘hacer de cuenta’. Inmediatamente el cuerpo se hace presente. No hace
falta mambearse tanto, es bien física la cuestión. Con la palabra es más complejo, porque
el lenguaje si es un territorio fabricado, extranjero. Ahí si somos completos forasteros.
Por eso pienso que hay que hacer teatro es volver a la infancia, es decir, a la ausencia de
lenguaje. Siempre parto de algo bien físico: caminar, caerse, detenerse, esconderse,
respirar, tocar. Dejo que la poesía venga después, que la imagen venga después, que el
personaje (si lo hay) venga después, que la emoción venga después. Lo primero es la
carne viva.
DÍA 401: AGUANTE LA FICCIÓN, CARAJO

Actriz: Actuar es decir un poema y que suene a conversación de vecina. Es estar con
otrxs, inventarse cosas. Buscar algo o alguien. Actuar es no hacer pocas cosas. Actuar es
jugar a que se actúa. Es no hacer de cuenta que hacemos o sabemos cosas. Es empezar
todo de nuevo, desde el principio. El impulso primario, el gesto inicial. El bebé que llora.
El cura que con un ramo de laurel salpica agua de otro mundo sobre el cuerpo de este
mundo. La sala de partos. La doctora que corta el cordón umbilical. La madre transpirada,
roja como el fuego. El ardor, ceniza, pelo chamuscado. El latido del corazón. La
respiración agitada. Actuar es montar un espectáculo y al segundo siguiente, desmontarlo.
Decir cosas y no poder. No se puede. Nunca se puede. Las palabras no hacen el amor,
dice Alejandra, hacen la ausencia. Actuar es detenerse, sabiendo que es imposible
detenerse. El cuerpo se pliega, despliega, despega. Solo la muerte lo detiene, solo la
muerte libera la tensión de una vida. Actuar es darle cuerpo a la tensión de una vida (o
muchas vidas). Tocar, palpar, palpitar. Empaparse. Actuar es como subirse a un caballo,
es agarrar las riendas, tomar ritmo, respirar juntos, cabalgar juntos, no guía él, no guío
yo, no hay espuelas ni vísceras, ningún aparato, ninguno duele. Hay un momento en el
que el caballo se sacude, y con el temblor me pide que suelte las riendas, y seguimos
juntos, y galopa, y el aire me pega en la cara como una ráfaga fría, suelto los brazos, grito,
en todo momento el cuerpo está por expulsarse, por volar por los aires, y cuando el caballo
se desboca, cuando no nos da más la respiración, agarro de nuevo las riendas, con las
piernas casi tocando el pasto, con el cuerpo aferrado al cuerpo, al borde de la caída... Eso.
Actuar es agarrar y soltar, agarrar y soltar, agarrar y soltar, hasta el borde de la caída. La
puerta giratoria de un hotel. Las lucecitas de un carrusel.

Directora: ¿Algo más?

Actriz: Lo que actúa cuando actúo es mi respiración, tranquila, agitada, pausada, rítmica,
profunda, liviana. Las extremidades: los brazos, las manos que a veces quiero ocultar,
como si no pudiera soportar su danza secreta. Y las piernas que buscan raíces que viajan
por el espacio y se multiplican. Actúa la cabeza, y el pensamiento. ¿Un enemigo? ¿un
intruso que amenaza con poner en riesgo lo valioso del presente? Actúa el pecho, la
garganta, el corazón. Actúan todas las veces que lloré y grité, y bailé y canté y me reí y
me asusté. Como cuando creí ver a un muerto en el espejo del baño.. El espanto actúa
cuando actúo. Los libros que leí, las películas que vi, las obras de teatro, las
conversaciones en el colectivo. Actúa también el terreno de lo imposible, esos deseos,
esas vidas que no tuve y que no voy a tener salvo en la escena. Terreno fértil para ser
muchxs, para ser múltiples. Actúan mis maestras/os/xs, sus voces, sus técnicas, sus
pautas y ejercicios, sus invitaciones. Y actúa también la necesidad urgente de esquivar,
derrumbar, dinamitar todo lo aprendido y todo lo vivido. Actúan mis compañerxs de
escena, sus cuerpos, sus presencias, las palabras que dicen, el impacto de esas palabras
en mi cuerpo. Actúa lo que está entre un cuerpo y el otro, actúa el espacio entre nosotras.
El peinado, maquillaje y vestuario también actúan cuando actúo. Actúa el pinchazo de los
invisibles en el cuero cabelludo, las pestañas postizas haciendo lagrimear los ojos, la tela
liviana del vestido rojo, la tela pesada del tapado negro. Actúan los zapatos, o las medias,
o las plantas de los pies completamente desnudas. Actúan las luces, descubriendo y
ocultando nuestros cuerpos, a medida que descubren y ocultan la escena. El espectador
también actúa cuando actuamos, actúan sus carraspeos y toses, actúan los ruidos de las
bolsas, actúa la vibración o el ringtone de un celular, actúan las risas y los llantos, las
miradas abiertas, atónitas, actúa el aburrimiento, una señora que se duerme. Actúan las
tragedias que observamos. Como cuando vi, mientras estaba de vacaciones en Cabalango,
tomando sol en unas piedras, un niño resbalarse y caer en una cueva por la que el río
corría, vi su cuerpo chiquito, tembloroso caer y ser absorbido por la fuerza del río, lo vi
desaparecer con mis propios ojos. También mis muertos, los recuerdos que quedaron en
la piel actúan cuando actuamos. Las marcas de nacimiento, las cicatrices, los dientes que
me faltan. Todos esos objetos que atesoro en el cajón del cuarto: una cadenita de plata,
un encendedor antiguo, una carta de amor. Los secretos, las revelaciones. Las epifanías,
los fracasos. Las pruebas, las mentiras, las caídas. El dolor en las rodillas.
DIA 560: EL MAESTRO

Actriz: ¿Por qué te pusiste ese nombre?

Director: ¿Qué nombre?

Actriz: Santi Stanislavsky.

Director: Me pareció divertido.

Actriz: ¿Te sigue pareciendo divertido?

Director: Si ¿por?

Actriz: Porque a mí no me parece divertido. Te lo tendrías que cambiar…, quedó demodé


todo el tema del maestro ruso.

Director: El apellido no se cambia, es como un tatuaje. No se puede borrar.

Actriz: Toda esa zaraza de la memoria emotiva, de acordarse de la perrita muerta, de la


abuela muerta, de la tía muerta. Ya está. Estar en escena no puede ser un padecimiento.

Director: Stanislavski no tiene nada que ver con eso de la memoria emotiva. Son
malinterpretaciones. De lo que más hablaba Stanislavski era de la vivencia. La vivencia
era según él ese momento en el que el actor estalla. El pasaje de bravura. Cuando Kostia,
uno de sus actores grita, haciendo una escena ¡Sangre, Yago, Sangre! y por un momento
el aire se corta, el tiempo se detiene. Y el actor no recuerda demasiado ese momento, solo
tiene la sensación de un fuego que lo tomó por completo, una entrega total tan vital que
arrastra a los espectadores consigo, y de repente, todxs estamos en escena, todxs somos
el teatro. Es lo que decís vos siempre, pero te quedaste con las malas interpretaciones.

Actriz: Toda interpretación es una traducción. Y las traducciones, dice Feral, implican
siempre una pérdida.

Director: Bueno, esa pérdida le jugó en contra.

Actriz: Qué bajón. Me dejas la mandíbula en el piso con lo que decís.

Director: Si, un bajón.

Actriz: Entonces yo también quiero de apellido Stanislavski. Y que me recuerden como


la GRAN MAESTRA RUSA CORDOBESA. Ja. Y que me alaben aunque sea un
desastre. Aunque tome fernet antes de empezar la función, y me putee con los técnicos si
me quieren tocar el culo, o si me discuten las decisiones, ¡si quieren usar un filtro amarillo
para las luces! Escribir un par de libros en los que la técnica sea la ausencia total de
técnica: El antimetódo; Una actriz se desprepara; La deconstrucción del personaje: El
trabajo de la actriz en contra de sí misma. Y ganar mucha plata. Y comprarme un depto
al frente del Kremlin.

Director: Bueno.

Actriz: ¿Me dejas?

Director: Si.

(La actriz le da un beso en la boca al Director, que dura varios minutos, se desnudan
descaradamente y, como si de un rito de bienvenida familiar se tratara, hacen el amor
sin descanso)
DIA 665: OPENING NIGHT

(Un grito profundo, desgarrador se escucha en el escenario)

Directora: ¿Qué pasó?

Actriz: (Llora) ¡Santi!

Directora: Se cayó a la fosa.

Actriz: Stanislavsky ha muerto… como Sergio Denis.

Directora: No lo puedo creer. ¿Qué vamos a hacer ahora?

Actriz: La revolución. Tengo su sangre en mi sangre. Su saliva en mi saliva. No hay que


esperar más. Es ahora. Que entre el público.

Entra Marita, la kioskera del lado que se copó en hacer boletería.

Marita, la kioskera: Chiquitos míos, ¿le abro la puerta al ganado? ¿Están para empezar
el show?

Actriz: Si, Marita, el show empezó hace rato.

Marita, la kioskera: ¡Ay! Hija de puta, cómo no decis antes. ¡PASEN GENTE, QUE EL
SHOW YA EMPEZÓ HACE RATO! ¡PASEN! ¡PASEN! USTED NO, DON
GONZALO, QUE NO PAGÓ LA ENTRADA TODAVÍA, VENGA. BUENO, NO ME
IMPORTA SI NO TIENE EFECTIVO, DEJE EL RELOJ. AHORA SÍ, ENTRE
SABANDIJA. DISFRUTEN EL SHOW, QUE DEBE CONTINUAR.

Directora: Qué literal es la gente de pueblo, hubiera dicho Santi, y nosotras lo


hubiéramos callado de un cachetazo.

Vecina espectadora: (A la directora) Sh señora, que va a empezar un show.

Directora: Disculpe.

(Se abre el telón, empieza la actriz)

Entra la banda del pueblo vestida de gala,. Se posicionan en la fosa, justo al lado del
cadáver del director. Tocan La pasión según san mateo de Bach. Mientras las actriz está
llegando sobre el final de la obra, luego de dos horas de sudor, ve a la directora en el
palco que le empieza a brotar sangre por la boca. Y, antes de que las luces se apaguen y
el público aplauda, saliéndose de cualquier libreto, y como no podria ser de otra manera,
grita, con un grito desgarrador como el de un niño que ve por primera vez el mundo:

Actriz: ¡Sangre, Yago, Sangre!

TELÓN.

A modo de epílogo, posdata o continuará

Corrí al palco donde estaba la Jesi agonizando. La gente aplaudía de pie, yo


pensaba en que tenía razón Santi, al final hicimos una obra popular, sin darnos cuenta,
me parece que sirvieron los numerosos chismes que sembramos en estos dos años de
trabajo. En la verdulería nos miraban de reojo y cuchicheaban entre sí. Que ahí adentro
hacen orgías, que se masturban con cristos y estampitas de la virgen, que hacen rituales
satánicos, que han secuestrado a un chico, que han salvado a un chico, que crían galgos
para carrera, que la sangre corre por la puerta del teatro, yo lo ví Susana, un conejo
muerto, él es un travesti que vivió en el pueblo hace muchos años, a los otros dos no los
conoce nadie, venden cocaína, se cae de maduro. Sea lo que fuera lo que los juntó ahí
estaban de pie, pensando que mi corrida era parte del show, que yo había llegado al
summum de mi actuación. Los músicos seguían tocando. Tal la sensibilidad que nunca se
dieron cuenta del cadáver que ya estaba negro. ¿Qué habrán pensado? ¿que era parte de
la escenografía? Cuando llegue al palco, Jesi casi no respiraba, grité ayuda, grité médicos,
grité ambulancia, grité se muere, se muere, grité, esto no es ficción, se muere, se muere,
se me va la vida, por favor, grité, pero nadie me creyó, seguían aplaudiendo como si yo
fuera la orca que salta de la pileta. Le hice respiración boca a boca, le apreté fuerte el
pecho, pero fue para peor, le seguía saliendo sangre por la boca y yo estaba llena de sangre
como ella, parecía salida de una película de terror. Cuando la ovación se calmó, me dirigí
al filo del balcón, me saqué los pelos de la cara, y dije a viva voz: Ha nacido el teatro, ha
sido un parto doloroso. Váyanse. Fuera. Fuera. De a poco dejaron de aplaudir. Quedaban
algunas palmas como palomas muertas. Se espantaron, tenían los ojos como dos huevos
rellenos. Un susurro como un mar bravo empezó a tapar mi voz, que decía que ya estaba,
que lo habían logrado, acá tenían su teatro, que sea eterno, decía yo, que sea para siempre.
No tardaron mucho en llegar los policías, ni las ambulancias que se llevaron los dos
cuerpos. Dije: ya tienen su teatro, me puedo morir yo también. Y cuando atiné a tirarme,
los policías me agarraron. Me llevaron a la comisaría del pueblo, allí había gente que me
aplaudía como si yo fuera Elizabeth Taylor o Evita Perón, me pedían selfies, que les diera
un autógrafo, un beso en la boca. Recordé que cuando tenía quince años había estado ahí
también, pintando las huellas de mis dedos, pero no quiero hablar de eso. Hicieron mil
preguntas, aunque estaba agotada las respondí a todas, como pude. El teatro es un campo
de batalla, repetí. Se miraron azorados. ¿Qué saben ellos? Me quedaré a vivir en el pueblo,
en las afueras… no me enamoraré nunca más. Porque, como decía Lemebel, hasta los
pacos se enamoran. Me decidiré viuda, huérfana, loba sin manada. Me retiraré como una
monja de clausura, pero sin los cristos, los rosarios y la cabeza pelada. Miraré desde mi
monte la cantidad de obras que se dieron en ese teatro al que yo parí. Cien por año. Ahora
pienso que aquella bendición de sangre fue el rito que chismoseaban los vecinos. Algún
día, antes de que muera, cuando esté bien al filo de la muerte, voy a volver solo para decir,
por última vez: ¡Sangre, Yago, Sangre!

SEGUNDO TELÓN

Se incendia el teatro.

A modo de ‘esta historia no tienen fin’ o ‘por favor deje de escribir’ o ‘que el fin del
mundo me pare’

Marita, la kioskera: Yo hice mucho taller de teatro. El primero que hice no lo voy a
olvidar nunca. El profesor me dijo: Marita, la diferencia es clara, hermana, en el teatro,
la sangre es ketchup, en la vida, la sangre es sangre. Así de simple, sin roscas ni vueltas.
La noche del nacimiento de la tragedia, como lo llaman todos en el pueblo, la sangre era
sangre, lo supimos después, si, pero qué fue eso ¿teatro o vida? La directora, antes de
morir me pidió algo, me rogó con una claridad estremecedora, como el agua de la cascada
de La cumbresita: Marita, ahora le toca a usted ser el corazón ciego del mundo,
encarguese del teatro, se lo dejo. Sentí que la mismísima Virgen de Guadalupe me estaba
hablando, algo se iluminó, se abrió en mi. Intentó explicarme lo de las bolitas de vidrio
con las que juegan los nenes en las plazas, pero no entendí. Si me quedó marcado eso del
corazón ciego. Cuando era chiquita me agarró paperas y por un día entero no vi nada.
Todo se puso negro. Mi mamá lloraba pero yo me sentía superpoderosa. Oler, tocar y
saborear eran una hazaña. No extrañé la vista, al contrario, cuando volvió al día siguiente
fue como cuando las luces se prenden porque el cumpleaños se termina. ¿Pero qué es ser
ciega del corazón? No es que te falte el corazón, porque la ceguera no es una falta, es un
hueco. A mi me tienen harta con eso de que dirigir es pura cabeza, que hay que ser muy
inteligente, y leer mucho. Para mí es puro cuerpo, conocimiento del cuerpo. Yo no estudié
en ningún lado, no soy una erudita. Más bien recibí un llamado como el que reciben los
monjes budistas. Lo que hago es que mis actrices jueguen, se diviertan, se comprometan
y yo pongo el cuerpo para que eso pase. Para que estemos juntas. Una cuestión política,
peronista diría. Que la barrera se levante y aparezca eso Otro que tanto ansiamos, ese
misterio que nos convoca hace miles de años. El teatro me ha salvado la vida, he dejado
el kiosko para siempre, he dejado la cocaína, el rivotril. Ahora soy el corazón ciego del
mundo. Y así se va a llamar la obra que vamos a estrenar con las chicas en nuestro teatro
la semana que viene. Muy poético el título ya se, las vecinas se van a cagar de risa. Pero
no me importa, es un homenaje al nacimiento de la tragedia. A la Jesi, al Santi a la Actriz.
Vengan que vamos a festejar con vino y en bolas.

TERCER TELÓN

Allí donde hasta hace un rato había un teatro incendiado, comienza a nevar. Gente del
pueblo (no actores/actrices) se suben al escenario nevado y actúan por primera vez en
sus vidas la obra dirigida por Marita: El corazón ciego del mundo. Se desnudan
lentamente. Entra la orquesta del pueblo que toca La pasión según San Mateo de Bach.
Luego entran las bailarinas de jazz de la academia de danza, que ponen en unos
parlantes unos temas de Beyonce. Luego entra la reina nacional del maní. El
intendente, al que le empiezan a tirar tomates y objetos filosos. Las maestras de las
escuelas primarias. Los policías. Gabriel, el del peaje. Y así, hasta que en las butacas
del público solo quedan perros y gatos callejeros que miran con los ojos azorados y
llenos de lágrimas, el segundo nacimiento de la tragedia. Sobre el final de la obra todos
gritan, hasta los perros y los gatos: ¡Sangre, Yago. Sangre! Y todo se pone oscuro
oscuro. Aparece una sombra que algunos dicen que era la Actriz haciéndose presente
por última vez. Y cae un cuarto telón que parece ser el último telón de todos. De la
tierra. Como si el universo dijera ya está. Me cansaron. Apagamos todo. Nos vamos
todxs. Hay que descansar. Descansar.

FIN (DEL UNIVERSO)


A modo de ‘conmigo no van a poder’, ‘recién empiezo, no me dejen con toda la
leche’ o ‘soy muy joven para morir’ o 'todo comienzo tiene un final y viceversa '.

Gabriel, el del peaje: A mi, el Nacimiento de la tragedia, me cambió la vida. Qué te voy
a decir. La conocí a Susana. Nunca pensé que me pasaría algo así, acá en el pueblo nunca
pasa nada. Y Susana es muy lejana, mi esposa le mandaba cartitas, y esperábamos el
llamado sin que volara una mosca. Todas las veces parecía que era ella, que el milagro,
que el millón de dólares. Un hijo de puta, un maricón que la imita, que ya no vive por
suerte, sida eh yo no le volé la cabeza, no le volaría la cabeza a nadie, ni a los negros de
mierda.

Entra Marita, la kioskera y lo caga a piñas, se va. Gabriel queda en el piso sangrando.

No mataría ni a la gente de color. Pero ese hijo de puta, Danielito le decían, llamó a las
20:15, justo cuando susana hacía el M M M con el lápiz sobre el teléfono fijo blanco
impoluto mármol oro plata y cuando mi esposa dijo Hola Susana y yo, al lado de ella dije
Hola Susana, Danielito dijo Te ganastes un millón de pesos, y yo lloré, y lo agarré a mi
hijo y lo tiré contra el piso por el fervor de que ahora eramos por fin ricos, y le rompí la
cabeza, pero me pareció que se reía mucho, se reía porque ahora tenía un futuro, una
universidad, un título, una empresa familiar, y mi esposa agarro a la beba y la apretó tanto
que la dejó sin respirar, y también pensamos que se había dormido porque estaba en paz,
que ahora toda su vida estaba resuelta, que íbamos a tener nuestra casa, y que le íbamos
a comprar una casita a cada uno de nuestros hijos. Pero al rato escuchamos las risas, y en
la tele ya Susana estaba entrevistando a Robert de Niro o Marlon Brando, no sé cual de
los dos, pero en el teléfono se reía y decía que la productora nos iba a contactar y no sé
qué cosa, y a lo lejos Danielito, basta. ¿Danielito, basta? Mi esposa se largó a llorar, soltó
el teléfono, es broma, dijo mientras la sacudía a la beba a ver si era que dormía o que. Y
yo al nene le pegué un cachetadón, cómo no te vas a dar cuenta infeliz que todo es una
broma, y él se cagaba de risa, entonces otro bife más, y otro más. Mi esposa cuelga el
teléfono. Dice que la beba, y hace un gesto con la mano como que se nos fue. Y el nene,
lo abraza al nene que sangra. Y el teléfono vuelve a sonar, y yo pienso que sí, que no
podía ser todo mentira, que era la porductora diciendo que mandaba el cheque. Soy
Susana, la mamá de Danielito, perdón por el infortunio. ¿El infortunio? Mi esposa corrió
al hospital, yo también corrí atrás de ella. Llegamos. La beba estaba dormida, es cierto, y
al pibe le hicieron un par de puntos, quedó idiota, pero vivos. Todos quedamos vivos.
Pero con una bronca adentro. Entonces cuando la ví a Susana Gimenez en vivo y en
directo, muchos años después de ese episodio que nos cagó la vida, me hice pis encima,
corrí y la abracé. Mi vida, qué flaquito, dijo. Pobresito, dijo. Ay, dale uno de los rolex, le
dijo al asistente, y el asistente, que no era ni más ni menos que Danielito, me puso el rolex
con diamantes en la muñeca, y Susana me dio un beso, y dijo qué buen mozo, y yo le dí
otro beso, y ella otro, y le toqué una teta y ella me tocó el bulto, y enseguida Marita dijo:
Acción. Y alguien empezó a grabar, yo entendí que eso era parte del Nacimiento de la
tragedia, una especie de teatro filmado, porque la gente nos miraba solo a nosotros, a
Susana la seguía un reflector blanco, desde que llegó al pueblo que la seguía un reflector
blanco. Por eso lo único que puedo decir es que actuar es una fiesta, imagínate vos. Susana
me hizo el Shock. Me lo hizo a mi. Yo también la shockié, porque me dijo, qué bien los
cordobeses, y se empezó a tapar con una tela de seda, y entre telas de seda desapareció.
Desde ahí que vuelvo al teatro todos los días, a ver si Susana aparece y me hace el Shock
de nuevo. Pero dicen, es tan efímero el teatro.

CUARTO TELÓN

Un cuarto telón (esta vez de humo, no de tela, no hay que tomarse todo tan literal)
cubre la escena, parece que algo se prendió fuego de nuevo y todos tienen caras largas
y largan sonidos de fastidio, luego de un par de horas, entra una música celestial, canta
La Mona Jimenez en vivo, y del cielo baja el Dios misterio.

¿Quiénes se creen que son? O toda tierra tiene un sol

Dios misterio: (En silencio largo rato, no sabe qué decir) ¿Quiénes se creen que son?
Toda tierra tiene un sol. Aquí me tienen. Dios habla en español se preguntarán. Dios no
habla, Dios traduce. Dios es el gran traductor del universo. No estoy revelando una
incógnita, la estoy manteniendo. Que me manifieste en español no quiere decir que lo
hable, si usted fuera quechua hablaría quechua, traduciría quechua, respiraría quechua.
La respiración es una lengua, por si no lo sabían. A mi también me sorprendió el
nacimiento de la tragedia, desde Tespis que me sorprende el nacimiento de la tragedia.
Pero nada nunca fue tan real como lo que pasó anoche. ¿Pasó a noche? Bien sabrán que
un Dios como el que soy, tiene otro registro espacio temporal. Hago traducciones, cobro
en peso peruano por ellas. O peso argentino. O dólar. O euro. O estrellas. Si, que me
juzgue la historia, pero cuando estoy triste cambio un par de traducciones por estrellas.
Entonces, de repente, por obra del azar o el destino, que no es lo mismo. Alejandro, no te
vayas, quédate un poco más entre nosotros. Vos decidís eso, dirán, señalándome con el
dedo del medio. Y yo responderé con el misterio, porque es lo único que sé hacer con
vehemencia. Entonces, dispararé un rayo y mandaré a las nubes a bajar a las calles. Y
cuando todo se ponga neblinoso y la fuerza de los relámpagos los encandilen, ahí, voy a
decir de qué está hecho el mundo para que no puedan escucharlo. Así se construye la
historia. Mi historia. Mis días. Mi tierra. Tan bonita. Tan mia. ¿Qué le hicieron? ¿Qué me
hicieron? ¡SUÉLTENME! ALEJANDRO, PLEASE. QUÉDATE UN POCO MÁS
ENTRE NOSOTROS. No se les ocurra mirarme a los ojos, a un Dios se le cierran los
ojos para respetar la presencia. Como a Madonna. ¿Qué es este mundo? ¿Qué hicieron
con mis ríos y mis lagos? ¡Alejandro! El nacimiento de la tragedia ha sido la destrucción
de la verdad.

Marita, la kisokera: Dios es mujer, loco, basta con esta machiruleada, no te creemos
nada cabezón.

QUINTO TELÓN

Aquí esperamos un telón que no se parezca nada a un telón ni a un final de una obra de
teatro. Sabrán ustedes. Eso sí, tiene que parecer que por fin es el final, no es fácil,
porque después de cinco finales el público puede impacientarse e incluso ponerse
agresivo. Eso está bien. Siga. Continúe. Haga la pregunta: Is this trip really necessary?

La escena contemporánea o ‘somos tan hipócritas en este ambiente

Tespis, la primera actriz trans: Me nombran y esperan que no aparezca. Háganse cargo
de mi muerte en los libros. Busquen en Google dónde está enterrada Tespis. Busquen en
Google quién soy, quién fui. Entren a Wikipedia. Donen trescientos pesos y vean como
una fake news corre detrás de la otra. Como difaman, extorsionan, denigran la vida de
una, la toman por estúpida. Piensan que no puedo defenderme. Pero yo ya mandé carta
documento. Lo que pasa es que acá nadie da bola. La justicia no existe, dan ganas de
pegarse un tiro en el pie. Es cierto que cuando tomo café me pongo picante. Resumo mi
historia: Me puse una peluca y un vestido y dijeron: actor. Me transformé y dijeron: actor.
Hablé en griego en un escenario y dijeron: el que hace la acción. Me nombraron en
masculino no una vez, infinitas. Hasta hoy que estoy en esta contienda judicial con
Wikipedia. Siempre una tiene que arrojar el cuerpo a la lucha, las batallas, las bombas. Y
si me ven así, con tres cuernos, doce ojos, tres patas, siete brazos, y un terreno en vez de
pies, es porque una tiene que armarse para sobrevivir. Como esas cabritas que corretean
por Chernobyl y le hacen estudios y se ve que cambiaron sus genes, que ahora soportan
una radiación insoportable, que han mutado. Todos hemos mutado, solo que algunas no
necesitamos ningún estudio científico para entenderlo. Me cansa el lenguaje. Dios dijo
que el habla español, o que es traductor, no sé que mierda, yo siempre hablé griego, pero
este chat de IA me está ayudando. Pero no la soporto a esta soberbia de mierda, quiere
que le diga Alexa, usar un nombre sagrado ‘la que protege’, no protege nada esta hija de
la mierda, que se cree que es omnipresente, todopoderosa, la nueva diosa tecno, amante
de las pastis, las fiestas electrónicas y el algoritmo. Me hartaste conchuda. Estás diciendo
cualquier cosa, estoy segura. En griego. Seguí en griego, pelotuda. No quiero que mis
últimas palabras estén manchadas por esta ridícula, que me va a hacer quedar mal, y yo
quiero quedar bien, que el último registro, mi resurrección holográfica sea un faro para el
futuro del teatro. Theatrón, lugar para ver, ahora que está todo oscuro no sé qué carajo
van a ver. Lo siento mucho. No puede ser que el teatro se termine. Lo siento tanto. Yo
que le di cauce a la expresión humana más genuina, la de la actriz. Basta. Yo no uso estas
palabras, soy huérfana. No sé nada. Perdí todo, las ganas de revivir y de vivir y de ser
alguien distinta a mí. Hice de árbol, de hiedra, de enamorada del muro, de flor de ceibo
para la fiesta nacional, de maní, de coliflor, de relleno de sillón, de semilla, del dios sol,
de aguatera, aguacera, verdulera, carnicera, odontóloga asesina, rata de alcantarilla,
africana blackface, hombre mainsplain, musculosa, gorda, flaca escopeta, narco escopeta,
maestra escopeta, lavandera escopeta, escopeta, rifle, cañón, reina máxima de Holanda,
princesa diana, biopics a rolete, Antígona, Aristóteles, Aristófanes, Poética, Política,
pelim, plam, plúmpida. Sarcástica. Sacra. Profana. Juana. La loca, la cuerda. Perra, gata,
zorra, hormigona (material de construcción femenino) toallita y copita menstrual, tapado
de piel. No me van a creer, pero también he sido mar. Y aunque todo quede oscuro, de
todo lo que hice, todo lo que te actúe, yo elijo ser mar de nuevo. Te tiro una espumita, me
hago la loca, desato una tormenta, y desaparezco. Me voy al mar para ser el mar. Telón
por favor. Intimidad. Apagón.

Retumban las palabras por todos lados. Las palabras no hacen el amor, dice Alejandra,
hacen la ausencia. Todo se pone finalmente negro. Las luces de la platea no se
encienden nunca, si el público quiere irse y no quedarse atrapado para siempre en un
teatro por el que corrió sangre, deberá hacerlo a tientas, con sus sentidos, reptando
como animales, en cuatro patas, chocando los unos con las otras. Ojalá un par de
bocas que crucen y se besen, ojalá un par de bultos se rocen y se enciendan, ojalá un
par de conchas… y así, hasta que no ha quedado nadie. Ni una vieja, ni una actriz, ni
un perro, ni el pasado, ni el futuro, ni las penas, ni la alegría. Un hueco. Una ceguera
eterna.

FIN de los finales, dense por extinguidos.

TELÓN

(Telón, convención preciosa si las hay)

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