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Giro decolonial y pensamiento nacional.

Arriba el sur - Nicolás García Uriburu

Introducción
1. Descolonizar el conocimiento. Pensar el camino propio
“cuando América inicie su discurso también lo hará en un
idioma exclamado, como corresponde a todo aquel que habla
al fin, tras un largo y doloroso silencio” Leopoldo Marechal.-

Lo auténticamente latinoamericano nunca es fuente de legitimación del conocimiento. Y cuando aparece


un pensamiento propio es provinciano, superfluo, cuando no directamente berreta, politizado, populista; en
definitiva siempre subalterno.
Sin embargo, cuando nos preguntamos qué es lo nuestro, nuestra identidad, nuestro lugar desde donde
ver el mundo; aparece no solo la dimensión nacional de patria chica, sino también la patria grande.
Finalmente se devela lo que se nos oculta, hasta nuestro estar en América. Ahí se empieza a romper la
sensación de desarraigo del pensar erudito fuera de Europa, cuando nos reconocemos como lo que somos,
donde estamos, y empezamos a ser latinoamericanos.
Este libro es un intento de describir y reescribir nuestra identidad desde otra lógica, otro lenguaje y otro
marco de pensamiento del que discurre por las academias y los circuitos oficiales. De construir una mirada
herética de y desde nuestra América, situada, mestiza, irreverente, contestaría, plebeya. No será entonces
una mirada reputada como científica, como prestigiosa, como consagrada. Porque la rigurosidad científica
beatificada en la academia está reservada, por una policía del pensamiento, para la reproducción de la
matriz eurocéntrica.
Queremos pensar desde conocer lo que somos, para proyectar un mundo más integrado en justicia.
Vamos a intentar situarnos no solo desde ese pensamiento mestizo, americano, que cimienta una
perspectiva del mundo sustancialmente distinta a otros puntos del globo, sino también cruzados por una
perspectiva teórico-ideológica que nos nutre: el peronismo. El peronismo es la experiencia histórica de
nuestro pueblo en su lucha por la liberación desde mediados del siglo XX. Nutritivo, opaco, contradictorio,
fluyente, el peronismo ha dado en la práctica política la más profunda mirada sobre nosotros mismos como
nación, con sus luces y sus sombras.
Hemos sido condenados, por la colonización pedagógica, a reproducir teorías desarrolladas en
experiencias ajenas, haciendo una infravaloración de las propias. Sin embargo, esta negación para nosotros
se constituye en desafío, una incitación y una invitación a sacarnos las cadenas y las anteojeras
distorsionantes, para ser -por fin- libres.
Pero queremos abordar también el riesgo de tomar una rica tradición latinoamericana, que es el llamado
giro decolonial. Con raíces en una tradición distinta a la nuestra, a la que niega, pero al mismo tiempo
arrastra, el pensamiento decolonial ha hecho y sigue haciendo un aporte clave para romper con los
estrechos moldes del eurocentrismo.
El pensamiento decolonial es la crítica más profunda a la modernidad y su lado oscuro, al que denomina
colonialidad. Como bien dice Mignolo (1995: 267) “encontramos dos maneras fundamentales de crítica a la
modernidad: una, la postcolonial, desde las historias y herencias coloniales; la otra, la postmoderna, desde
los límites de la narrativa hegemónica de la historia occidental”. El lugar y la experiencia desde donde se
piensa la modernidad hace a la diferencia de la crítica a la modernidad. Una es la crítica posmoderna y otra
es la crítica desde la experiencia, el sufrimiento, la herencia, de la situación de ser los dominados y los
oprimidos, lo que la pensadora chicana Anzaldúa llama, con belleza poética y contundencia simbólica, la
“herida colonial1”.
Vamos, junto a los pensadores decoloniales, del cono de luz del eurocentrismo al cono de sombra de la
colonialidad, aunque no siempre encontremos en la oscuridad las mismas cosas, las mismas fuentes, las
mismas guías para caminar fuera del parámetro eurocentrista.
Los profetas del odio que pregonan la resignación absoluta; los de la postmodernidad, que predican la
inexistencia de grandes relatos para mitigar la angustia que les produce mundo que sus propias naciones
imperiales construyeron; y los de la antimodernidad que niegan cualquier tipo de integración universal,
refugiándose en un culturalismo conservador; solamente nos invitan a celebrar los funerales de la promesa
de liberación en la que está la raíz de toda esperanza. Todas estas vertientes renuncian a dar pelea contra el
poder vigente, a la organización popular como fuente de otro poder, y al ámbito nacional como identidad
desde la cual plantearse y replantearse las luchas. Por eso aceptan mansamente –y como inexorable- la
preminencia de la lógica de la tecnología y el discurso del poder.
Nos abrimos a un pensamiento como el decolonial que se plantea conjugar el rechazo a la matriz
eurocéntrica y la promesa liberadora, que se anima a pensar desde sus propios zapatos.
Lo abordamos desde nuestra propia tradición reflexiva, que como hemos dicho es el peronismo. Esto nos
lleva a formularnos la pregunta acerca de si son o no compatibles ese pensamiento nacional y el decolonial.
Este ensayo es una larga respuesta a esa difícil pregunta, en donde hay confluencias y diferencias
insalvables, debates posibles y coincidencias enriquecedoras.

Capítulo I: la colonialidad como el lado oscuro de la modernidad


“Cuando el hombre de las metrópolis habla de la Humanidad no piensa en nosotros -
incluyendo en nosotros a los papagayos de su cultura-. Su Humanidad apenas traspasa los
Alpes, se detiene en los Pirineos, llega escasamente al Elba y a través del Atlántico, aunque
con regateos, comprende a los Estados Unidos y al Canadá. Los demás pertenecemos a un
suburbio de su ciudad humana; tal vez estemos más cerca que los chinos o los annamitas,
pero tan lejos como los egipcios, los griegos o los yugoeslavos” Arturo Jauretche (1973: 163)

1. El origen del hecho colonial

1
“En la medida en que la diferencia colonial tiene como fundamento epistémico el racismo y el patriarcado (dos principios para
establecer jerarquías en la población construidos a imagen y semejanza del hombre blanco y heterosexual) por parte de aquellos
que controlan el saber que permite establecer tales jerarquías, ello tiene como resultado y consecuencia la devaluación de seres
que están en falta con respecto a los cánones de humanidad establecidos por el patrón imperial/colonial del saber. Estas personas
devaluadas son heridas en su dignidad, y la herida colonial es difícil de curar” (Mignolo, 2007: 205).
Durante largo tiempo la historia de la humanidad no pasó el umbral de la pequeña aldea, produciendo
sus propios elementos y símbolos culturales, y en el rango material del autoconsumo -sin producir
excedente-. Así van floreciendo distintas regiones en un paulatino mejoramiento de viviendas, cerámicas,
tejidos y otras formas de ornamentación común, generalmente relacionada con los ritos como forma de
articulación social. Joyas y adornos complementaban, en el plano de lo individual ese uniforme crecimiento
social. Ese estadío fue superado por la existencia de un excedente de trabajo del que empezaron a vivir
unos pocos. Se estableció una nueva división social del trabajo, en la cual una mayoría seguía atada a las
labores manuales, y por otro lado una minoría que asumió una serie de servicios no productivos tales como
gobernar, hacer la guerra, mantener el culto religioso, desplegar actividades artísticas, etc.
Las aldeas que fueron creciendo en población –y por ende en trabajo y generación de excedente- a partir
del dominio del agua, dominio hidráulico fue la creadora de formaciones sociales como los imperios, en los
cuales el excedente fue destinado fundamentalmente a garantizar el alimento necesario para el crecimiento
poblacional y al mantenimiento de una estructuraburocrática que se empezó a dedicar a administrar y
conducir la guerra, la política y la religión. Así se dieron las primeras formas de organización social del
poder. Se fue dando en todos los continentes en un proceso que no fue necesariamente sincrónico: los
egipcios en África, los mayas en América, los persas en Asia son solo algunos ejemplos.
No había una distinción efectiva entre lo público y lo privado, su base en la no existencia de medios de
producción en manos de individuos.
Este nivel de previsión social –que garantiza la redistribución económica- fue solamente posible con una
gran concentración delpoder y del elemento central de producción en la época, que era la tierra. “La
revolución hidráulica fue acompañada en todos los casos por un violento proceso de revolución social
agraria, de nacionalización de la tierra, dando nacimiento a un tipo superior de propiedad social” (Astesano,
1972, 24). Esta concentración se hace en perjuicio, fundamentalmente, de la tierra de producción del
autosustento familiar, pero sobre todo de las aldeas dominadas transformadas en subordinadas.
Los imperios hidráulicos son, además de una forma de dominación de unos pueblos sobre otros, formas
de autodesarrollo que han superado la autosubsistencia, porque lograron cristalizar un sistema de
acumulación de excedentes a partir de una concentración única de producción económica, cultural, militar y
política.
En una primera instancias esas guerras fueron de saqueo y eliminación del otro y después
paulatinamente se convirtieron en sometimiento a la esclavitud de una parte importante de los hombres y
mujeres derrotados y a economías tributarias del dominante a los pueblos conquistados.
La civilización es hija de los excedentes propios de la sociedad, pero en gran medida también de la
apropiación del excedente de otros pueblos.
Porque a la basta historia de la humanidad como la explotación de los pueblos sobre otros pueblos, hay
que agregarle su contracara la historia de la resistencia de los pueblos por alcanzar su propia liberación.
Estas civilizaciones se ignoraban recíprocamente, salvo en los puntos limítrofes o espacios de disputa
común de varias de ellas. El encierro de una de las relativamente pequeñas y superpobladas penínsulas del
continente asiático, que venía de mil años de luchas intestinas (y algunas en el oeste y el este contra los
musulmanes) termino por impulsar un desarrollo de la navegación para escapar de su situación. La
producción de medios técnicosde navegación por parte de los europeosfueron el comienzo de un contacto
permanente entre todas partes del mundo.

2. Modernidad
Comienza, sin dudas, en el encuentro (en cierta medida fortuito y sin dudas violento) entre Europa y
América a fines del siglo XV, porque en ese choque se genera, en ambos mundos, una profunda
transformación de la manera de ver el mundo, de explicar los vínculos y de entender el tiempo. Hasta ese
momento no existía como tal una historia mundial.

Los europeos, cercados en una de las puntas del esquema, pretendían tender un puente con el comercio
de los refinados pueblos asiáticos, salteando la intermediación de los pueblos musulmanes. Entonces,
navegaron hacia el poniente para lograrlo. Allí, se toparon con un continente al que desconocían. La llegada
de los europeos a ese territorio produce una profunda revolución en el imaginario europeo. Seinicia,
entonces, lo que conocemos como modernidad en sentido amplio.
Con anterioridad a esta fecha los imperios o sistemas culturales coexistían entre sí por proximidad. “Sólo
con la expansión portuguesa desde el siglo XV, que llega al Extremo Oriente en el siglo XVI, y con el
descubrimiento de América hispánica, todo el planeta se torna el "lugar" de "una sola" Historia Mundial
(Magallanes-Elcano da la vuelta de circunvalación a la tierra en 1521)” (Dussel, 2000: 27).
En su libro Local histories/global designs Mignolo2 sostiene que la conquista de América significó no solo
la creación de una nueva “economía-mundo”, también, la formación del primer gran “discurso” (en
términos de Said y Foucault) del mundo moderno.
La centralidad de Europa en el sistema-mundo no es fruto de una superioridad interna acumulada
durante el medioevo europeo sobre y en contra de las otras culturas. Se trata, en cambio, de un efecto
fundamental del simple hecho del descubrimiento, conquista, colonización e integración (subsunción) de
Amerindia. Este simple hecho dará a Europa la ventaja comparativa determinante sobre el mundo
otomano-islámico, India y China. La modernidad es el resultado de estos eventos, no su causa. Por
consiguiente, es la administración de la centralidad del sistema-mundo lo que permitirá a Europa
transformarse en algo así como la «conciencia reflexiva» (la filosofía moderna) de la historia mundial... Aún
el capitalismo es el resultado y no la causa de esta conjunción entre la planetarización europea y la
centralización del sistema mundial» (Dussel 1999:148-149).
En síntesis podemos afirmar que la conquista de América trajo profundos cambios nodales, entre los que
podemos destacar: la transformación de Europa en centro, la invención del racismo (aunque no de la
discriminación del otro) y el concepto de novedad3 que estructuró el tiempo4.

2Citado por Castro Gómez, 2005: 51.


3“A partir de ahí, a medida que Norte América se separaba de Latinoamérica, su ventaja fue adscrita por mucha gente al hecho de
que encarnaba mejor lo «nuevo», de que era más «moderna». La modernidad se convirtió en la justificación del éxito económico;
pero también en su prueba. Se trataba de un argumento circular perfecto que desviaba la atención del desarrollo del subdesarrollo.
Quijano y Wallerstein (1992: 586) plantean como “contribución de la americanidad, la deificación y la
reificación de la novedad, ella misma un derivado de la fe en la ciencia, la cual es un pilar de la modernidad.
El Nuevo Mundo era nuevo, esto es, no viejo, no atado a la tradición feudal del pasado, al privilegio, a las
maneras anticuadas de hacer las cosas. Cualquier cosa que fuera “nueva” y más “moderna” era mejor. Más
aún, todo era presentado siempre como nuevo”. Lo singular del caso es que en la exaltación de la novedad
hay un sentido del tiempo, que va a ser fundante en el pensamiento eurocéntrico.
América como primera periferia del sistema-mundo moderno no sólo representó la posibilidad de una
acumulación originaria en Europa (cuestión que es soslayada por el pensamiento marxista dogmático y fue
resaltado por la teoría de la dependencia), sino que también generó las primeras manifestaciones culturales
de orden propiamente universal, en tanto discurso de la realidad. Esto es lo que Wallerstein denominó una
“Geocultura”. “La primera «cultura» de la modernidad-
El colonialismo como forma de distribución de la economía y poder, pero deja de lado, como si se tratara
de una cuestión menor a los fundamentos culturales de la subordinación de unos pueblos sobre otros. Esa
metáfora de sistema-mundo moderno deja en la oscuridad en última instancia algo muy importante que
constituye el planteo original del pensador peruano Aníbal Quijano: la colonialidad del poder.
Wallerstein, sin embargo, hace un planteo interesante cuando llama geo-cultura al componente del
imaginario del mundo se universaliza, y lo hace en nombre de la misión civilizadora al mundo no europeo.
Sin embargo, olvida el primer paso de constitución de ese imaginario que se desarrolla en la relación de los
pueblos originarios de América con los imperios ibéricos. En efecto Wallerstein reduce el imaginario de la
modernidad al que emerge posteriormente en vínculo con Europa del Norte, el circuito comercial del
Atlántico norte. Relega, así, las conflictivas relaciones que vinculan a peninsulares, pueblos originarios de
América y esclavos africanos. “Wallerstein describe como geo-cultura del sistema-mundo moderno el
imaginario hegemónico y deja de lado tanto las contribuciones desde la diferencia colonial como desde la
diferencia imperial: la emergencia del hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad. La
geo-cultura de Wallerstein es, pues, el imaginario hegemónico de la segunda fase de la modernidad, y es
eurocéntrico en el sentido estricto del término, centrado en Francia, Inglaterra y Alemania, desde la
perspectiva de la historia (del imaginario nacional francés). La Revolución Francesa tuvo lugar,
precisamente, en un momento de “inter-imperium” en el cual se consolidó la Europa de las naciones de
espaldas a la cuestión colonial” (Mignolo, 2000 a: 74).
Va a ser el pensador argentino-mexicano Dussel (1997:156) quien realice una distinción entre las dos
modernidades. La primera hecha bajo la hegemonía y el signo de sus contradicciones por las naciones
ibéricas, consolidada sobre los siglos XVI y XVII, que corresponde al ethos cristiano, humanista y
renacentista que floreció en Italia, Portugal, España y en las colonias americanas de estas últimas. Esta
modernidad fue administrada globalmente por la primera nación hegemónica del sistema-mundo que fue

El concepto de la «novedad» fue así la cuarta y quizás la más eficaz contribución de la americanidad al desarrollo y la estabilización
de la economía-mundo capitalista. Bajo la apariencia de ofrecer una salida a las desigualdades del presente, al concepto de lo
«nuevo» empujaba e insertaba su inevitablidad en el superego colectivo del sistema mundial” (Quijano y Wallerstein, 1992: 586).
4“Con el inicio del colonialismo en América comienza no sólo la organización colonial del mundo sino -simultáneamente- la

constitución colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria y del imaginario. Se da inicio al largo proceso que culminará en
los siglos XVIII y XIX en el cual, por primera vez, se organiza la totalidad del espacio y del tiempo -todas las culturas, pueblos y
territorios del planeta, presentes y pasados- en una gran narrativa universal. En esta narrativa, Europa es -o ha sido siempre-
simultáneamente el centro geográfico y la culminación del movimiento temporal. En este período moderno temprano/colonial, se
dan los primeros pasos en la "articulación de las diferencias culturales en jerarquías cronológicas" y de lo que Johannes Fabian llama
la negación de la simultaneidad (negation of coevalness). Con los cronistas españoles se da inicio a la "masiva formación discursiva"
de construcción de Europa/Occidente y lo otro, del europeo y el indio, desde la posición privilegiada del lugar de enunciación
asociado al poder imperial” (Lander, 2000: 6).
España. Allí se empezó a gestar la modernidad al mismo tiempo que una primera forma de subjetividad
moderno-colonial. “Dussel conceptualiza esta subjetividad en términos filosóficos (tomados del
pensamiento de Levinas) y la describe como un «yo conquistador», guerrero y aristocrático, que entabla
frente al «otro» (el indio, el negro, el mestizo americano) una relación excluyente de dominio” (Castro
Gómez, 2005: 49).
En esa primera etapa en donde América es jurídicamente pensada por el incipiente Estado Español como
un reino más de los que componían la corona española, los españoles en América generan universidades
(varios siglos antes que en las colonias británicas) y desde allí se produce y se debate también construyendo
el sentido de la modernidad. Es decir, en ambos lados, del Atlántico se forman, sincrónicamente, tendencias
de pensamiento –disputas entre la razón instrumental y la humanista- y se constituyen agrupaciones
intelectuales, en la mayor parte de los casos relacionados con lo religioso que seguía monopolizando en el
mundo hispano la educación aunque también se arman “sociedades” de discusión política y filosófica. Esos
círculos intelectuales se plantean las mismas cuestiones que en el viejo continente, siempre pensándolas
como universales. Cuando Humboldt hace su viaje por América hacia fines del siglo XVIII se sorprende de
este fenómeno. Es así como la ilustración como proyecto intelectual se va cocinando al mismo tiempo desde
ambas costas atlánticas.

2. La invención del centro del mundo. Oriente y Occidente


Va a ser el palestino Edward Said5 quien plantee la trascendencia cultural que tiene el hecho que en la
construcción de la idea de Oriente se fuera plasmando la idea de occidente. Existe en la construcción del
concepto de Oriente toda la fuerza de la matriz colonial.
“El punto central de este argumento es que el interés por el estudio de las antiguas civilizaciones
asiáticas obedeció a una estrategia de construcción del presente colonial europeo. En el pasado del mundo
asiático se buscaron los orígenes (las «raíces») de la triunfante civilización Europea. La filología parecía
«comprobar científicamente» lo que filósofos como Hegel venían planteando desde finales del siglo XVIII:
Asia no es otra cosa que el grandioso pasado de Europa. La civilización ciertamente «empezó» en Asia pero
sus frutos fueron recogidos por Grecia y Roma, el referente cultural inmediatamente anterior de la Europa
moderna. Como diría Hegel la civilización recorrió el mismo camino del sol: apareció en oriente (donde tuvo
su arché) pero se desplegó y llegó a su término (a su telos, a su fin último) en occidente. El dominio europeo
sobre el mundo requirió una legitimación «científica», en la cual empezaron a jugar un papel fundamental
las nacientes ciencias humanas: filología, arqueología, historia, etnología, antropología, paleontología. Al
ocuparse del pasado de las civilizaciones orientales estas disciplinas «construyeron», en realidad, el
presente colonial europeo” (Castro Gómez, 2005: 24).
En el pensamiento europeo que define el “mundo oriental” esta está directamente asociado con lo
exótico, lo misterioso, lo mágico, lo esotérico y lo originario. La esencia de lo oriental se traduce en
manifestaciones culturales pre-racionales. Absolutizando la razón como la única forma de conocer, la
cultura eurocéntrica jerarquiza, ordena, clasifica, las formas de conocimiento y las ubica también
históricamente en su progresión temporal. Todas estas formas no sonmás que caminos que desembocan,
en el andar de la humanidad hacia la única forma moderna: la racionalidad científico-técnica de la
modernidad europea.

5Edward Said articula los viejos temas gramscianos de la dominación y la hegemonía con las novedades del análisis del discurso de
Michel Foucault en un objeto que no había estado disponible para estas perspectivas teóricas, llamado por Said, orientalismo, o
discurso orientalista.
El aporte fundamental de Said es poner en blanco sobre negro que la Europa moderna se representa a sí
misma sobre la creencia de que la división geopolítica del mundo (centros y periferias) se justifica en tanto
se funda en una división ontológica entre las culturas: Una Geocultura en donde hay presente en Europa y
puro pasado en el resto. El pensamiento europeo no solo se piensa a sí mismo como universal, sino como la
cultura de la humanidad en su pináculo de lo proactivo, creador y productor de conocimientos. Entendido
de esta forma, la misión de Europa es llevar, difundir o decididamente imponer la modernidad a todo el
mundo. Frente a esto están las culturas no europeas representadas como elementos pasivos, receptores de
conocimiento, atrasada, exóticas, ancladas en el pasado, cuya mejor acción sería entregarse al progreso y la
civilización que vienen desde Europa. Cualquier resistencia no es más que anacronismo, un absurdo
destinado a ser arrollado por el tráfico de la historia.
Pero la reflexión de Edward Said nos lleva también a plantearnos que los problemas de esta reflexión y
producción eurocéntrica no se agotan con las distorsiones en la comprensión de los otros y todo lo que esto
implica para éstos; sino que también está implicada igualmente la distorsión en la auto comprensión de los
propios pueblos noratlánticos.
Lo más interesante de Said es que apunta a establecer una discusión sobre el problema del lugar en
donde se producen los conocimientos sobre el “otro”. En el terreno simbólico implicó poner ciertas marcas
desde las cuales pensar contra las formas de dominio y sobre todo sus modos de subjetivación.
Las reflexiones de Said6 impactaron sobre otros lugares confinados a la periferia por la modernidad
europea. Por eso fue recogido, resignificado y hasta discutido (en relación a dónde primero se constituye la
modernidad, argumentando que fue en la temprana conquista de América). De esta manera se va
constituyendo el núcleo del debate latinoamericano sobre la modernidad/colonialidad: una vuelta de tuerca
más a la crítica del eurocentrismo.
A diferencia de Said, consideramos que el imaginario de la centralidad del mundo que construyó la
modernidad comenzó a constituirse con la conquista de América. Es este su hecho fundacional, que
constituye a su vez a Europa.
“¿el «Oeste» respecto de qué? De Jerusalén7, claro está, que era el centro del mundo cristiano. Atenas y
Roma eran parte del “Oeste" que se constituía en la base del saber, la organización social y la consolidación
de la Iglesia y el Estado durante el gobierno de Constantino, en el siglo IV d.C. Entonces, “Europa
Occidental” no se ubicó en el “centro” sino hasta la aparición de las “Indias Occidentales” en la conciencia
cristiana europea. La idea de un Occidente (occidentalismo) y la ideología de la expansión occidental a partir
del siglo XVI también nacieron con el reconocimiento y la invención de América. A partir de ahí, las Indias
Occidentales definieron los confines de Occidente y, si bien eran parte de su periferia, pertenecían a
Occidente de todos modos” (Mignolo, 2007: 60).
Mignolo (2207) piensa la irrupción de América en la historia como “invención”. Nosotros la consideramos
más como creación (en sentido de hecho nuevo) producto del mestizaje que no es un encuentro de culturas
(eufemismo creado por los que querían festejar el quinto centenario de la conquista), sino fruto de una
violación, que engendró algo distinto de ambos padres: el violador europeo y la violada americana. Esta
aparición de América en el mundo es lo que convirtió a Europa en su centro.

6Eduardo Mendieta ha señalado con agudeza que Orientalismo de Said implicó un trabajo fertilizador de los discursos críticos
latinoamericanos y que en una segunda etapa se dio el surgimiento de una “comunidad crítica latino transamericana, que incluye a
Fernando Coronil, Walter Mignolo, Santiago Castro Gómez y Ofelia Schutte” (Mendieta, 2006: 69) citado por de Oto (2011: 15)
7 Enrique Dussel tallando en esta misma discusion, en cambio, sostiene que “lo "Occidental" será el imperio romano que habla latín

(cuya frontera oriental se sitúa aproximadamente entre la actual Croacia y Serbia), que ahora contiene al África del norte. Lo
"Occidental" se opone a lo "Oriental", el imperio helenista, que habla griego” (Dussel, 2000: 24).
Las concepciones de oriente y occidente no son más que manifestaciones de una autoconciencia situada
(en Europa), y erigida en universal por la fuerza de su poder de dominio del mundo. En definitiva, el planeta
no es más que una esfera flotando en el espacio, en la cual no hay arriba ni abajo (aunque si hay extremos
constituidos por los polos). En una esfera tampoco existe un lado derecho y un lado izquierdo, un occidente
y un oriente.
Una perspectiva necesariamente situada, elaborada en Europa, se impone como mundialmente
hegemónica, lo cual implica una nueva geografía del poder. Si bien la idea de Occidente-Oriente se va
incubando a partir de la conquista americana se termina de constituir con el pensamiento científico de
clasificación del mundo cuando se pone el meridiano cero, o punto de referencia al meridiano de Greenwich
que atraviesa, no casualmente, a la ciduad de Londres.
Hegel, en tanto expresión de la filosofía más acabada producida desde Europa, reflexiona desde el
convencimiento que es, efectivamente, el centro del mundo. Y esto, según la concepción hegeliana, parece
ser así desde siempre: “Las tres partes del mundo mantienen entre sí una relación esencial y constituyen
una totalidad.
El momento de apogeo del despliegue de la idea de occidente fue durante la guerra fría. Ahí los
pensadores conservadores reducían el enfrentamiento interimperial propio de esos tiempos-entre los EEUU
y la URSS- como un enfrentamiento entre Occidente y Oriente. Las dictaduras latinoamericanas que
implementaron la Doctrina de la Seguridad nacional planteando las fronteras ideológicas, están llenas del
discurso de defensa de la civilización occidental y cristiana (que paradójicamente era tan occidental como
Japón y tan cristiana como Israel).
En definitiva “orientalismo y el occidentalismo no son simplemente «ideologías» (en el sentido
restringido de Marx) sino modos de vida, estructuras de pensamiento y acción incorporadas al habitus de
los actores sociales” (Castro Gómez, 2005: 57).Pero hay algo más, que es fundamental: “Occidente es el
lugar de la epistemología hegemónica antes que un sector geográfico en el mapa.

3. Una aproximación a lo que entendemos por colonialidad


La idea de colonialidad no nace con el giro decolonial, sino que este es solo una instancia de su
comprensión. Afirmar lo contrario,sería pensar que jamás existieron formas de enunciación desde las
regiones dominadas del mundo, que motorizaron las luchas por su libertad. Nosotros vamos a trabajar
sobre esta idea en el pensamiento nacional argentino pero también podemos referirnos a otrasfórmulas
efectuadas desde otros puntos de la situación colonial. Ente ellas destacamos como ejemplo al pensador
nacido en la Martinica dominada por los franceses y con amplia difusión en relación con la práctica de
liberaciónpolítica de los argelinos:FrantzFanon. Por tomar solo aquel que es reconocido incluso como
antecedente directo por los pensadores decoloniales, sobre todo por su formación de origen en la
psiquiatría, plantea fuerte y sin concesiones el tema del racismo del pensamiento eurocéntrico.
Fanon, desde la idea de negritud que ya había abordado el poeta negro, y tambiénmartinicanoAimé
Césaire,desnudó el lado oscuro de la enunciación europea y sus pretensiones de universalidad. Fue mostrar
la mirada del otro dominado, sojuzgado y esclavizado por los europeos. La mirada más cruda y antagónica.
Fue exponer la miseria de la práctica universalista, lo que es absolutamente indefendible, injustificable.
Desde su locus de enunciación para pensar la complejidad de la descolonización, y para jugar la práctica
colonialista europea, Fanon hace una demoledoracrítica de la modernidad, mucho antes que la pusieran en
cuestión los postmodernos. “Para Fanon, el racismo es una jerarquía global de superioridad e inferioridad
sobre la línea de lo humano que ha sido políticamente producida y reproducida durante siglos por el
“sistema imperialista/occidentalocéntrico/capitalista/patriarcal/moderno/colonial” (Grosfoguel, 2011, 1).
El colonialismo se refiere a un sistema de dominación impuesto sobre los pueblos del mundo mediante
el cual los imperios europeos empezaron a conquistar los territorios de los pueblos no europeos. Ese
sistema de dominación, en una sucesiónhistórica, llega hasta nuestros días (en donde existen todavía
múltiples enclaves coloniales, reconocidos o no como tales como nuestras Islas Malvinas, ocupadas por los
británicos o Puerto Rico, ocupada –sin reconocer como colonia- por los norteamericanos). Ese dominio
imperial que se hace predominantemente por el uso de la violencia militar se desarrolla en periodos
históricosespecíficos y tiene metrópolis diversas (España, Portugal, Holanda, Gran Bretaña y, desde tiempos
más recientes, los EE.UU). El colonialismo es el primero de los sistemas de dominación que se dieron con
solución de continuidad desde que se desarrolla a partir de la conquista de América la construcción de un
sistema mundo, es decir, desde cuando se unifica la historia de la humanidad, dejando de ser una historia
tabicada, para ser una historia que integra en la subordinación. En nuestro libro “Combatiendo al Capital”
tratamos de dar cuenta de esta sucesión de sistemas de dominación, cada uno fundado en el dominio del
anterior pero diferentes en sus formas: colonialismo, imperialismo y globalización. Como bien dice
Mignolo(1999: 30): “el colonialismo sale de escena después de la primera ola de descolonizaciones (los
Estados Unidos, Haití y los países latinoamericanos) y de la segunda ola (la India, Argelia, Nigeria, etc.),
mientras que la colonialidad sigue viva y fuerte en la actual estructura global”.
Nos referimos a la colonialidad, en cambio, pensando en la estructura filosófica, lógica, epistemológica y
conceptual dela subordinación de los pueblos. Es lo que subyace tanto al control español como al portugués
o el británico. Es común al colonialismo, como al imperialismo estadounidense o a la emergencia de los
Grupos Económicos Transnacionales y su predominio en la globalización. En cada uno de los periodos
comprendidos en sistemas de dominación se ha mantenido constante una relación de poderío aunque el
poder y las formas en que se ejerce el dominio, haya cambiado de manos.
Walter Mignolo (1995: 267) define la colonialidad como “la constitución geopolítica y geohistórica de la
modernidad occidental europea (conceptualización de Hegel) en sus dos sentidos: la configuración
económica y política del mundo moderno, así como el espacio intelectual -desde la filosofía hasta la religión,
desde la historia antigua hasta las modernasciencias sociales- que legitiman tal configuración”. En este
sentido siguiendo con Mignolo: “es conveniente considerar la modernidad/colonialidad como dos caras de
una misma moneda y no como dos formas de pensamiento separados: no se puede ser moderno sin ser
colonial, y si uno se encuentra en el extremo colonial del espectro, debe negociar con la modernidad, pues
es imposible pasarla por alto” (Mignolo, 2007: 32).
Es claro que América se constituyó como el primer paso de esta lógica de dominio con un patrón de
poder de vocación verdaderamente mundial. De esta forma es constituida como la primera identidad de la
modernidad. Para Quijano esto fue posible a partir de que “dos procesos históricos convergieron y se
asociaron en la producción de dicho espacio/tiempo y se establecieron como los dos ejes fundamentales del
nuevo patrón de poder. De una parte, la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados
en la idea de raza, es decir, una supuesta diferente estructura biológica que ubicaba a los unos en situación
natural de inferioridad respecto de los otros. Esa idea fue asumida por los conquistadores como el principal
elemento constitutivo, fundante, de las relaciones de dominación que la conquista imponía. Sobre esa base,
en consecuencia, fue clasificada la población de América, y del mundo después, en dicho nuevo patrón de
poder”(Quijano, 2014:)
Va a ser esa lógica de poder, construida desde el locus de enunciación europeo el que connote las
identidades sociales de la colonialidadsobre las razas (indios, negros, amarillos, blancos) pero sobre todo
sobre las geoculturales (América, África, Lejano Oriente, Cercano Oriente, Occidente y Europa). Las
relaciones intersubjetivas correspondientes a estas identidades creadas a partir de Europa se fueron
desarrollando en la experiencia concreta del colonialismo europeo y de la articulación del capitalismo, en
tanto sistema económico. Este nuevo universo de sentido, profundamente eurocéntrico es lo que llamamos
modernidad, cuya contracara no es otra que la colonialidad. Esto es la experiencia subordinada,
subalternizada, degradada de los pueblos dominados, en principio, por Europa.
Pero la colonialidad en sus efectos es también constituyente de la perspectiva de las experiencias y las
ideas del mundo y de la historia de los dominados. Mucho más que en ningún lugar en América, por su
carácter mestizo como veremos.
La colonialidad es también la experiencia y la perspectiva de lo que Fanon llama, en tanto lado oscuro de
la modernidad, “les damnes de la terre” ("los condenados de la tierra”). Estos son los pueblos que han sido
conminados a adoptar la matriz de la modernidad, opacando su propia perspectiva originaria, negándola
aunque resurja como hongos de humedad en las paredes de la construcción institucional hecha a imagen y
semejanza de la europea. De esta forma fue transcurriendo su destino como condenados de la tierra,
portadores de la herida colonial, como consecuencia de vivir del lado oscuro del discurso hegemónico, que
pone en tela de juicio su propia humanidad. La humanidad les/nos es negada, y esto es la clave sustancial
de la colonialidad8,a todos aquellos que no pertenecen al mismo locus de enunciacióneuropea (y a la misma
geopolítica del conocimiento y su experiencia). Esa humanidad completada en el centro del mundo va a ser
quien cree los parámetrosde universalidad, pero sobre todo de clasificación,otorgándose–además- a sí
mismos el derecho a clasificar. El resto solo puede esperar a ser clasificado o una resistencia asimétrica.
La colonialidad según los autores decoloniales comienza y se funda en una concepción racista, en
realidad en que todo lo otro, lo bárbaro, considerado menos que humano, se hace 0clasificable,
subordinable, instrumentable, conquistable, como toda la naturaleza.
El pensador BúlgaroTzetanTodorovinterpreta la división entre el Nosotros y los Otros, el "nosotros" son
los europeos, y "los otros" somos nosotros, los pueblos del mundo periférico. La Modernidad es
centralmente una enunciación del "nosotros", que incluye a las identidades europeas, pero que se
constituye en el dominio, en el sacrificio con respeto a "los otros".
La primera respuesta en relación con el Otro fue la clasificación subordinante. Quijano encuentra que “la
idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuestas por la conquista.
La posterior constitución de Europa como nueva identidad después de América y la expansión del
colonialismo europeo sobre el resto del mundo, llevaron a la elaboración de la perspectiva eurocéntrica de
conocimiento y con ella a la elaboración teórica de la idea de raza como naturalización de esas relaciones
coloniales de dominación entre europeos y no-europeos. Históricamente, eso significó una nueva manera
de legitimar las ya antiguas ideas y prácticas de relaciones de superioridad/inferioridad entre dominados y
dominantes” (Quijano, 2014: 3). Desde ese inicio esta estigmatización y subordinación física del cuerpo del
otro fue eficaz y perdurable instrumento de dominación social global.
Nos preguntamos si estas formas de racismo, innegables en el proceso constitutivo de la colonialidad
persisten hoy como la estructura principal de la dominación. En esto discutimos con el pensamiento
decolonial. Sin duda que la raza, en su artificial carácter diferenciador fue el fundamento originario del
dominio, pero después ese mismo desprecio por el otro fue trasladado a otros mecanismos como la
diferenciación nacional, social, económica. Esto es así, no solamente porque esta fue la forma en que se
organizó el poder en la periferia del sistema, como inferior y dominable por la continuidad del pensamiento
moderno desde los centros de poder mundial.

8En el razonamiento de Fanon gira en relacion a que en la concepccion eurocéntrica “blanca” las perso471nas por debajo de la línea
de lo humano son consideradas sub‐humanos o no‐humanos, es decir, su humanidad está cuestionada y, por tanto, negada.
Las producciones culturales y simbólicas de esa identidad nacional cerrada en el aparato estatal
constituido para el dominio (en relación con las metrópolis de turno) fue el producto también de la
hegemonía de las oligarquías locales. Así estas producciones culturales propias, heredadas de lo originario o
incluso sincréticas o mestizas fueron encerradas en la categoría de mitos o anécdotas folclóricas.

4. La colonialidady laconstrucción del tiempo


Como hemos visto la modernidad/colonialidad no solo constituyó la imagen que el mundo tiene de sí
mismo en base a un locus de enunciación europeo, sino que organizó el tiempo de modo que el final de la
historia lo constituye lo noratlántico o en otras palabras, lo europeo a ambas orillas del océano Atlántico
norte. Queremos poner énfasis en este ordenamiento temporal que se pretende universal. Tal es así que
como se enseña la historia en gran parte del mundo en la división de las distintas edades (antigua, media,
contemporánea y moderna) todos los hitos de inflexión entre una y otra (caída del imperio romano de
occidente, caída del imperio romano de oriente y revolución francesa) tienen en común que se han
producido en Europa.
No se trata de cambios dentro del mundo conocido, que no alteran sino algunos de sus rasgos. Se trata
del cambio del mundo como tal. Este es, sin duda, el elemento fundante de la nueva subjetividad: la
percepción del cambio histórico. Es ese elemento lo que desencadena el proceso de constitución de una
nueva perspectiva sobre el tiempo y sobre la historia. La percepción del cambio lleva a la idea del futuro,
puesto que es el único territorio del tiempo donde pueden ocurrir los cambios. El futuro es un territorio
temporal abierto” (Quijano, 2014: 10)
El tiempo ya no solo es la linealidad establecida por la cultura judeo-cristiana, sino que comienza a ser
vista con como ascenso permanente, acumulativo, sin límite. Pero además con su vértice situado en el eje
noratlántico.
Las utopías europeas desde los comienzos del siglo XVI (muy influidas por las historias de la conquista
americana), basadas en la idea que es posible construir un mundo mejor dan cuenta de que el fatalismo
teocéntrico va quedando atrás, que lo mejor por vivir queda en el futuro. La historia comienza a ser
proyectada, a ser cargada de futuro. Esto es, de sentido. “Aquellos primeros signos de una nueva conciencia
histórica, donde se sitúa el umbral de la racionabilidady de la modernidad europeas, no consisten
solamente en una elaboración distinta de su propio pasado. Sus imágenes más poderosas; aquellas que
otorgaron a las utopías su inmensa fuerza motivadora y su extendida vigencia en el tiempo, fueron, ante
todo, contribución seminal de la racionalidad andina al nuevoimaginarioeuropeo que se constituía
entonces, por el hallazgo de las instituciones sociales andinas, establecidas en torno de la reciprocidad, de la
solidaridad, del control de la arbitrariedad, y de una intersubjetividad constituida alrededor de la alegría del
trabajo colectivo y de la comunidad vital con el mundo” (Quijano, 1988: 48).
Pero es durante el siglo XVIII, en el surgimiento de la segunda modernidad como la llama Dussel, cuando
ya quedó en el pasado el impacto de la conquista de América (aunque se sigue conquistando el resto del
mundo) y cuando la modernidad se hace mucho másautorreferencial y egocéntrica, pero además con
mucha más autoconfianza en un destino manifiesto, para utilizar una categoría posterior del sentido común
norteamericano, heredero de esa lógica. En ese marco es donde se construye y mitifica la idea "progreso"
como una forma de ascendente e inexorable futuro de la trayectoria humana de racionalización
instrumental. Son estos los mitos fundacionales de la versión eurocentrista de la modernidad. La historia
pasa a ser la evolución conducida e inducida por la civilizaciónnoratlántica, justificada en los considerables e
incesantes avances técnicos y de dominio de la naturaleza y el mundo. Es ahí donde se afirma la idea de
considerar a los no-europeos como pre-europeos9. Es decir, los sitúa en la escalera de la historia varios
peldaños más abajo que es menester transitar, de la misma manera que se supone subió esos escalones el
hombre europeo. Una escalera que va lo primitivo, lo bárbaro, a lo civilizado, de lo irracional a lo racional,
de lo tradicional a lo moderno, de lo mágico-mítico a lo científico. A este tránsito se lo llama la
modernización. Y esta idea mantiene su esencia desde el iluminismo de las oligarquías fundantes hasta el
positivismo con el que se construye el Estado moderno en América Latina en el siglo XIX y en otros lugares
del mundo, llegando incluso hasta la teoría de la modernización y el desarrollismo con el que se implementó
–por ejemplo en nuestro país- la adaptación a los requerimientos del dominio del imperialismo
norteamericano en el siglo XX.
Junto con despliegue de las construcciones de las grandes ciudades europeas o del norte
norteamericano, sus museos imponentes (repletos de obras de arte robadas a otras culturas) que
maravillan a los turistas de todo el mundo, existe un mundo abyecto, pobre, miserable, que es territorio de
la no racionalidad, pura oscuridad en contraposición con la luz tecnológica de las ciudades futuristas.A esa
pobreza, el pensamiento colonizado, la plantea como la deficiencia entre los pueblos pobres respecto de las
naciones que supieron construir su grandeza y nunca como contracara de la opulencia de los Estados
centrales ricos.

5. La creación de formaciones geoculturales


Siguiendo a los pensadores del giro descolonial, Quijano (2014) que la primera identidad geocultural
moderna y mundial fue América. Europa fue la segunda y se definió a partir de ese otro conquistado y
transformado en su dependencia. No fue a la inversa como comúnmente se entiende. “La constitución de
Europa como nueva entidad/identidad histórica se hizo posible, en primer lugar, con el trabajo gratuito de
los indios, negros y mestizos de América, con su avanzada tecnología en la minería y en la agricultura, y con
sus respectivos productos, el oro, la plata, la papa, el tomate, el tabaco, etc., etc. Porque fue sobre esa base
que se configuró una región como sede del control de las rutas atlánticas, a su vez convertidas,
precisamente sobre esa misma base, en las decisivas del mercado mundial. Esa región no tardó en emerger
como Europa. América y Europa se produjeron históricamente, así, mutuamente, como las dos primeras
nuevas identidades geoculturales del mundo moderno” (Quijano, 2014: 13).
En un sentido amplio la mismísima modernidad no es otra cosa que “una forma ideológica legitimatoria
de prácticas políticas que van claramente en contra de su discurso, mientras las prácticas sociales modernas
son reprimidas porque no pueden ser legitimadas por ninguna -instancia de las ideologías dominantes”
(Quijano, 1988: 15).
Los europeos se convencieron a sí mismos que ninguna otra geocultura contribuyó a conformarlos como
tales y que su propio locus de enunciación no es sino la razón universal. Fue así que, sobre todo a partir del
siglo XVIII, que concluyeron que eran naturalmente superiores a todos los demás, cosa que se probaba
fundamentalmente por el hecho fáctico que habían conquistado prácticamente todo el mundo.
El entronamiento de la racionalidad instrumental y el egocentrismo, hecho definitivamente en el norte
Europeo a partir del discurso del método de Descartes es la piedra fundacional de la segunda modernidad

9“La confrontación entre la experiencia histórica y la perspectiva eurocéntrica de conocimiento permite señalar algunos de los
elementos más importantes del eurocentrismo: a) una articulación peculiar entre un dualismo (precapital-capital, no europeo-
europeo, primitivo-civilizado, tradicional-moderno, etc.) y un evolucionismo lineal, unidireccional, desde algún estado de naturaleza
a la sociedad moderna europea; b) la naturalización de las diferencias culturales entre grupos humanos por medio de su codificación
con la idea de raza; y c) la distorsionada reubicación temporal de todas esas diferencias, de modo que todo lo no-europeo es
percibido como pasado. Todas estas operaciones intelectuales son claramente interdependientes. Y no habrían podido ser
cultivadas y desarrolladas sin la colonialidad del poder” (Quijano, 2014: 14).
como proyecto.“¿Qué queremos decir cuando hablamos del "proyecto de la modernidad"? En primer lugar,
y de manera general, nos referimos al intento fáustico de someter la vida entera al control absoluto del
hombre bajo la guía segura del conocimiento. El filósofo alemán Hans Blumemberg ha mostrado que este
proyecto demandaba, a nivel conceptual, elevar al hombre al rango de principio ordenador de todas las
cosas. Ya no es la voluntad inescrutable de Dios quien decide sobre los acontecimientos de la vida individual
y social, sino que es el hombre mismo quien, sirviéndose de la razón, es capaz de descifrar las leyes
inherentes a la naturaleza para colocarlas a su servicio” (Castro Gómez, 2000: 88). Por eso es que Dussel
habla de egocentrismo, porque es el hombre individual y subrayamos la segunda palabra el centro de la
concepción europea, con todas las cosas buenas y malas que eso implica.
En definitiva, el objetivo del egocentrismo y el papel específico de la razón instrumental, científico-
técnica, es acceder a los secretos más ocultos y remotos de la naturaleza con el fin de dominarla, de
obligarla aobedecer imperativos de control voluntarios. Y dentro de ese estado de naturaleza están también
todo el resto de la humanidad, que aún no ha alcanzado el cielo civilizatorio, expresado por los europeos.

Capítulo II: Hacia una breve relación del colonialismo europeo y sus consecuencias humanas
1. Imágenes del impacto de la colonización europea de América
Tal como afirma el pensador mexicano Edmundo O ‘Gorman, en siglo XV “Europa no encarnaba la
civilización más perfecta desde el punto de vista técnico, económico, científico y militar —se trataba, más
bien, de una región pobre y “periférica” con respecto a Asia y el norte de África— sí era vista por muchos
como la sede de la única sociedad del mundo fundada en la fe verdadera. Esto la convertía en representante
del destino inmanente y trascendente de la humanidad. La civilización cristiana occidental era portadora de
la norma a partir del cual era posible juzgar y valorar todas las demás formas culturales del planeta” (O
‘Gorman 1991:148). La inferioridad militar (cultural, social y política) de los europeos medievales respecto
de las civilizaciones circundantes se prueba empíricamente en las cruzadas.
“Las Cruzadas son el primer intento de la Europa latina de imponerse en el Mediterráneo Oriental.
Fracasan, y con ello la Europa latina sigue siendo una cultura periférica, secundaria y aislada por el mundo
turco y musulmán, que domina geopolíticamente desde Marruecos hasta Egipto, la Mesopotamia, el
imperio Mogol del norte de la India, los reinos mercantiles de Malaka, hasta la isla Mindanao en Filipinas en
el siglo XIII. La "universalidad" musulmana es la que llega del Atlántico al Pacífico. La Europa latina es una
cultura periférica y nunca ha sido hasta ese momento "centro" de la historia; ni siquiera con el imperio
romano” (Dussel, 2000: 25).Ese era hasta entonces el mundo interrelacionado, aunque el flujo de
intercambios existentes, sobre todo comerciales, era apenas ínfimo.
Los pueblos del Áfricamediterranea, aplastaron militarmente en las sucesivas cruzadas a los primitivos
guerreros europeos y su fanatismo religioso.
Después de las consecutivas derrotas de las cruzadas, Europa quedó, entonces, acorralada hacia el
Atlántico y desde allí comenzó su fuga. Por eso fueron los pueblos occidentales de la Europa Atlántica los
que empezaron la aventura que constituirá a Europa como tal, fue también la península ibérica la
depositaria particular de ese fanatismo religioso que la impulsaba a construir un único reino cristiano del
mundo.
El impulso de expansión fue iniciado, por el extremo occidente de Europa, en primera instancia hacia las
costas africanas. Los portugueses dieron el puntapié inicial, a partir de su innovación tecnológica para
navegar aguas del Atlántico10. A esto le siguió la inercia de guerra y conquista, de una España que se
constituía como tal a partir de la unidad dinástica entre Castilla y Aragón, pero que sobre todo daba fin a un
largo proceso de cientos de años de expulsión de la península ibérica de los musulmanes beréberes
(asentados en ella más de 800 años). Esos mismos soldados prologaron sus aventuras bélicas tanto en
América(con la espada y con la cruz) como en el resto de Europa (financiados por el oro americano y
persiguiendo también en ellas guerras la quimera de la construcción de la unidad de la cristiandad mediante
la espada), desplegando los sueños del rey Carlos, nieto de los Reyes Católicos (Fernando de Aragón e Isabel
de Castilla) y de Maximiliano de Austria, debido al cual ostentaba el titulo no solo de rey, sino también de
Emperador.
Una de las singularidades que tiene este proceso de dominio es el carácter individualista, privatista como
lo llama Astesano (1973, 1979). En efecto, la economía mercantil e individualista, basada en la propiedad
privada11, base del capitalismo, fue una particularidad europea y ya se hallaban sentadas sus estructuras
cuando inició el proceso de conquista.
La estructura política economía dominante de este proceso fueron los talleres del mundo, Inglaterra,
Francia y Alemania y sus dos expansiones imperiales no europeas, los Estados Unidos, y Japón, apoyadas en
el mercado de consumo , la materia prima y el excedente económico del tercer mundo colonial” (Astesano,
1972: 184). Estas son las claves para entender al colonialismo y su prolongación en el imperialismo. En
definitiva, no es cierto que los europeos exportaron el capitalismo. En las plantaciones mineras de la
América hispana colonial o en las plantaciones portuguesas, inglesas y francesas ya hay capitalismo, en el
sentido de que todas estas formas de explotación del trabajo humano, incluyendo la trata de personas,
confluían en la alimentación del capital europeo, aunque no fuera formar de producción típicamente
capitalistas.
Estos metales escasos eran la medida del valor de las cosas, en función de su carencia europea: el oro y
la plata.
Europa en su proceso de conquista y sometimiento de otros pueblos del mundo se apropia de las
inmensas cantidades de oro y plata que se hallaban acumuladas en los grandes imperios y en algunos
pueblos menores. En ellos no funcionaba como medio de intercambio y valor sino como ornamentación de
ritos. “En este trasvasamiento continental del oro y la plata colonial, los pueblos dejaron de ser solo el
símbolo representativo del poder sobre la sociedad, para transformarse en el símbolo del poder individual,
incorporándose, como una fuerza universal activa al desarrollo mercantil que impulsaba Europa” (Astesano,
1972: 47).
La apropiación de los metales preciosos acumulados, derivó después al sometimiento al trabajo forzado
para la extracción de grandes cantidades. A partir de allí, la economía en las regiones conquistadas se
orientó claramente en un primer momento hacia una formación extractiva. En el camino entre el despojo
descarado del oro y la plata ornamental de los Imperios originarios y la apropiación del trabajo de los
pueblos originarios para la extracción directa de los metales preciosos, se fue configurando una lógica
unidireccional de producción. De esta manera, se profundizó la apropiación del trabajo originario (y de
esclavos secuestrados por los europeos de África) con el objeto de generar productos (fundamentalmente

10La navegación del Atlántico no hubiera sido posible sin la reformulación del diseño de las embarcaciones. En este sentido
reemplazo del trirreme helénico por la nao fue fundamental.
11 Marx sostiene: “la propiedad privada (como antítesis de la propiedad colectiva) no existe más que allí donde los instrumentos y

las otras condiciones exteriores del trabajo pertenecen a particulares. Pero, según que éstos sean o no de los trabajadores, la
propiedad privada cambia de aspecto. Las formas infinitamente variadas que ella afecta a primera vista no hace más que reflejar los
estados intermedios entre estos dos extremos” (citado por Astesano, 1972: 127).
tropicales) en función básicamente de los intereses del mercado metropolitano. Esto transformó la relación
de Europa con el resto del mundo que ya conocía antes de la conquista de América. “La privilegiada posición
ganada con América para el control del oro, la plata y otras mercancías producidas por medio del trabajo
gratuito de indios, negros y mestizos, y su ventajosa ubicación en la vertiente del Atlántico por donde,
necesariamente, tenía que hacerse el tráfico de esas mercancías para el mercado mundial, otorgó a dichos
blancos una ventaja decisiva para disputar el control del tráfico comercial mundial. La progresiva
monetización del mercado mundial que los metales preciosos de América estimulaban y permitían, así
como el control de tan ingentes recursos, hizo que a tales blancos les fuera posible el control de la vasta red
preexistente de intercambio comercial que incluía, sobre todo, China, India, Ceylán, Egipto, Siria, los futuros
Lejano y Medio Oriente. Eso también les hizo posible concentrar el control del capital comercial, del trabajo
y de los recursos de producción en el conjunto del mercado mundial. Y todo ello fue, posteriormente,
reforzado y consolidado a través de la expansión de la dominación colonial blanca sobre la diversa
población mundial” (Quijano, 2000 III: 124)
La importancia de España, de ser constituido por vía de la unión dinástica entre Castilla y Aragón fue la
primera potencia europea,sobre todo al impulso de Salamanca se generó el debate sobre la cuestión si
tenían alma o no los “indios”, la vida de las personas que no fueron tratadas como cosas. En efecto, la
imposición de la idea de que los pueblos originarios tenían alma significó que no podían ser sometidos a la
esclavitud y vendidos en el mercado como cosas. Esta no fue la única discusión que impulsaron los
pensadores humanistas de Salamanca, la otra rezaba acerca del derecho del imperio español de conquistar
otros territorios. Esta terminó zanjada con las bulas del Papa de legitimación de la conquista.
Pero lo primero que hizo Europa a través de España más que aprender de esa historia distinta, de esa
otredad, fue exportar su propia experiencia, sobre todo en el plano bélico. Lo primero que exportó España
hacia “las Indias” fue su práctica de conquista desplegada en la propia península, donde durante siglos
avanzaron como reinos cristianos sobre los moros (musulmanes beréberes) palmo a palmo, destruyendo la
organización islámica preexistente e imponiendo el feudalismo cristiano.
“La España musulmana era una autentica sociedad de estatismo agrario. Los árabes habían traído toda
una enorme experiencia sobre el riego artificial. Al mismo tiempo, organizaron los aspectos
superestructurales: gobierno centralizado, impuestos, ejército mercenario, avance científico en la
astronomía y la matemática. La Europa feudal contemporánea no podía presumir de un desarrollo
comparable. Por esos siglos, Londres contaba con unos 35.000 habitantes, en tanto que la capital
musulmana de Córdoba, llegó a 1.000.000 de personas; Sevilla, más de 300.000, y Granada 500.000. Así fue
de floreciente la civilización árabe” (Astesano, 1972: 48).
Con la ocupación de los reinos cristianos se estableció en las tierras reconquistadas una sociedad
también agraria pero basada en el pastoreo, y la ruina de la agricultura de gran riego de los árabes. La ruina
se generalizó degradándose el orden rural en un proceso involutivo. La tendencia decadente fue causada,
como hemos dicho, ante todo por el cambio de cultivo de riego intensivo a la cría de ganado.
Con esa experiencia histórica enfrentaron los españoles el desafío de la dominación de los grandes
imperios americanos basados en una estructura social agraria concentrada, que permitió en base al cultivo
comunitario en las terrazas de los Andes, en el caso incaico, el gran crecimiento poblacional en relación con
el resto del subcontinente. La acción conquistadora produjo un efecto similar al desarrollado en la península
ibérica. Empezando por el descabezamiento de la elite dirigente imperial de los incas y aztecas. Recordemos
que en esos mismos tiempos se producía en España la expulsión de moros y judíos, dejando descabezada
también toda la estructura agraria y productiva sobre todo del sur español. La despreocupación de los
conquistadores españoles por esto fue absoluta, llegando incluso a destruir canales en su afanosa búsqueda
de oro y plata supuestamente escondidos.
Las consecuencias fueron similares a las producidas con las grandes ciudades árabes de la península, un
descenso vertiginoso de la población originaria.
Los recursos obtenidos en América y trasladados hacia Europa fueron impulso clave del incipiente
capitalismo12.
Se deja de lado la autoridad aristotélica (sacrosanta en los tiempos medievales) en sus opiniones
respecto de la esclavitud y se la relaciona definitivamente con un color racial (del África subsahariana),
estableciendo nuevas relaciones particulares entre raza y trabajo. Así se empieza a desarrollar y a consolidar
en el desigual intercambio comercial por el Atlántico, la semilla de la modernidad, constituida al calor de
lacolonialidad. Esta última barrida bajo la alfombra del optimismo de la razón conquistadora, el lado
silenciado por la imagen reflexiva que la modernidad, que cantaba loas al espíritu europeo, desde lo
filosófico, o desde la ciencia política exaltaba la forma de organización social y política que estaban recién
ensayando los países europeos: el Estado-Nacion.
Durante estos años de comienzo de la modernidad/colonialidad se establecen en términos raciales una
compleja organización y valorización del trabajo en el marco de un sistema-mundo. “Durante un largo
período que llega hasta fines del siglo XIX, que incluye así nada menos que la instauración de la modernidad
en Europa, en el mundo colonial del capitalismo, el trabajo esclavo y servil se organizó con las “razas” no
europeas y los “mestizos”, y el trabajo industrial-mercantil con los “europeos” o “blancos”. La división de
trabajo y en particular las relaciones entre trabajo asalariado y no asalariado siguieron, en consecuencia, las
mismas líneas básicas, del patrón eurocéntrico de poder. Así, la “empresa”, primigenia y central institución
del capital, fue una forma típicamente colonial de organizar el control del trabajo y de los recursos de
producción. Sus funcionarios y asalariados en Europa. Sus siervos y esclavos en las sociedades coloniales”
(Quijano, 1996: 611).
Europa en el vértice autoproclamado de la humanidad,es la sucesiva apropiación del trabajo humano del
resto del mundo.Puesto a su servicio a partir de una lógica cultural de superioridad de lo europeo, esta
apropiación se asienta sobre bases profundamente racistas de legitimación. En efecto, la conquista de
América no solo le permitió a Europa adueñarse del oro y la plata de estas tierras, sino que
fundamentalmente, esta apropiación –y mucha otra generación de valor- se extrajo en base al trabajo de
las masas de los pueblos originarios, un complejo sistema de explotación que va de la mayoritaria
encomienda (institución de carácter medieval,trasladada pero también desnaturalizada) hasta instituciones
que eran propias de las formasdominación de los imperios originarios (como los Incas) tales como la mita y
el yanaconazgo (que también fueron desnaturalizadas, al cambiarlas de unos años a vitalicias). Así fue como
millones de personas dejaron su vida, rápidamente en las minas, o más lentamente en la superexplotación
del servicio y la acumulación de los españoles, cuya parte del león iba para Europa y otra quedaba en
América pero en manos de los españoles arraigados aquí.
Afirmamos que Américay África, en primera instancia proporcionaron la fuerza impulsora que favoreció
la transformación del capital (relacióneconómico cultural privatista que ya existía en la sociedad europea)
en capitalismo. “¿Cómosucedió esto? Aquítambién la apropiación de la tierra, la explotación de la mano de
obra y la trata de esclavos a gran escala giraban alrededor de un objetivo comúncon consecuencias
terribles. El capital se transformó en capitalismo cuando la retórica de la modernidad concibió los cambios

12“Dejandode lado las connotaciones particularistas y triunfalistas que el párrafo pueda invocar, y de discutir si hubiera habido o no
economía capitalista mundial sin las riquezas de las minas y de las plantaciones, el hecho es que la economía capitalista cambió de
rumbo y aceleró el proceso con la emergencia del circuito comercial del Atlántico” (Mignolo, 2000 I: 58).
radicales en la apropiación de la tierra, la explotación de la mano de obra y la producción de materias
primas a gran escala como parte del progreso de la humanidad (en el siglo XVIII, Adam Smith fue el primero
en formular una teoría de la economíapolítica basando su planteo en los circuitos comerciales del
Atlántico). Las consecuencias de la conversión del capital en capitalismo fueron la devaluación de la vida y la
naturalización de la idea de que la vida humana es prescindible” (Mignolo, 2007: 54).
Todo arranca con la destrucción del modo cultural de vida y producción de los pueblos a los que Europa
somete. Eso hizo en América, la primera de las conquistas europeas. Algo similar se produjo en la
dominación inglesa de Asia, una de las últimas de gran dimensión. Esto fue reconocido incluso por Marx que
en otros pasajes justifica la dominación colonial británica como civilizatoria.
Europa, locomotora del progreso universal, traía a los pueblos que dominaba una clara
involuciónmanifiesta en la despoblación, el atraso civilizatorio y la degradación económica.
Una vez destruidos los sistemas agrarios imperiales de alta concentración del poder, las fuerzas europeas
se dedicaron al segundo paso: instrumentar en los territorios coloniales una producción hacia el mercado
mundial, en realidad esto es un eufemismo para decir, una economía determinada a producir aquello que
era del interés de la propia metrópoli europea, las zonas tropicales.
Las fuerzas europeas de ocupación de las regiones tropicales de América y el mundo, corriendo atrás del
enriquecimiento, una vez agotado el saqueo directo delos metales preciososacumulado por los grandes
imperios no europeos, se lanzaron a la produccióncapitalista agraria con diversas formas desde la
plantación, el obraje, la estanciao la hacienda hasta la colonización de producción para la autosubsistencia.
En estas nuevas formas de organizar la producciónsojuzgaron a los africanos esclavizados, a los pueblos
originarios y también a muchos mestizos, en América. Toda esa producción intensiva en mano de obra y
basada en la sobreexplotación y el subconsumo de los productores tenía como horizonte casi único el
mercado de consumo europeo. Acaso el azúcar fue el primero de los grandes rubros que permitió a los
capitalistas europeos insertados en las sociedades colonizadas conquistar mercados de Europa con
productos generados en las Indias Occidentales y Orientales. El posterior fue el algodón, lo que permitió
acelerar la primer revolución industrial que fue la textil, con la subvención de la materia prima producida
colonialmente.
Entender las consecuencias humanas, y por tanto culturales, en el conjunto de lospueblos sometidos a la
despoblación por la ruptura de sus medios tradicionales de vida. Pero también el disolvente efecto psíquico
producido en estos, por el contacto con los colonizadores y la imposición de sus propias formas de relación
económica, de poder y cultural. Los pueblos originarios “vieron aniquilada su vida espiritual, desintegradas
su vida material y social, destruidas o desprestigiadas sus clases dirigentes. Sintieron su impotencia, su
inferioridad de energía ante formas de vida nuevas y extrañas, que se imponían en forma arrolladora. Los
indígenas, en el nuevo orden, vieron destruido todo lo más generoso de su organización nativa.
El capital haya de emprender, ante todo y donde quiera, una lucha a muerte contra la economíanatural
en la forma histórica que se presente, contra la esclavitud, contra el feudalismo, contra el comunismo
primitivo, contra la economíaagraria patriarcal. De aquí que el capitalismo considera, como una cuestión
vital, la expropiación violenta de los medios de producciónmásimportantes de los países coloniales. Pero
como las organizaciones socialesprimitivas de los indígenas son el muro más fuerte de la sociedad y la base
de su existencia material, el método inicial del capital es la destrucción y el aniquilamiento sistemático de
las organizaciones sociales no capitalistas con que tropieza en su expansión” (Luxemburgo, 1963:334).
Aunque en realidad esa destrucción fue de la lógica relacional y las formas de acumulación, manteniendo
sus formas de producir como formas subordinadas al gran capital.
Sin embargo, el pensamiento europeo progresista reduce las condiciones del surgimiento del capitalismo
al cambio de calidad de la propiedad privada en Europa. En realidad de una perspectivamás amplia -que
incluya a flujo de riquezas y de apropiación del trabajo del resto del mundo- este cambio de calidad queda
reducido a una contradicción interna de la metrópoli europea. La economía feudal se desintegró, pero la
sociedad siguió teniendo una sociedad privatista, es decir, con dueños individuales de las cosas. La
concentración del capital en manos de la burguesía empobreció al pequeño productor de las zonas rurales
que pasaron a ser su mano de obra y proveedor con su fuerza de trabajo de la plusvalía. En el resto del
mundo, en cambio, se abrió un proceso de subordinación de los pueblos,concretando una verdadera
expropiación de sus medios de vida y de varias generaciones, destruyendo a todas las instituciones locales
que obstaculizaban la penetración del capital y conservado (muchas veces desnaturalizadas) a aquellas que
lo facilitaban. Produciendo con la penetración cultural una justificación/legitimación del dominio que se
afirma en el desarraigo de se produce con masivos trasplantes de pueblos para ser utilizados como fuerza
de trabajo en las minas o en otros lugares extractivos conforme los mezquinos intereses de la metrópoli.
Esto deterioró –cuando no destruyó directamente- al sistema social comunitario de riego y producción
agrícola que era la base estructurante de los pueblos no europeos, pero además también acabó
prácticamente con la producción artesanal que era la base de una futura industria como lo fue en la propia
Europa. Todo esto fue posible en base a una transculturización que ponía a Europa en el centro del mundo,
ese fenómeno al que llamamos modernidad/colonialidad. Este momento que Astesano (1972: 61) lo llama
de “apropiación originaria” significó hacer que el mundo no-europeo se convierta en satélite de los
intereses de un pequeño puñado de naciones, cuyo destino fue siendo expropiado por los intereses de las
burguesías vernáculas. El signo de esas sociedades constituidas sobre la preponderancia cultural y
económica del individualismo, el egocentrismo del que hablan Dussel yMignolo, es de un signo fuertemente
anti comunitario. Todo esto se impone a los pueblos del mundo mediante el uso de la violencia europea que
se había cocinado al fuego lento de mil años de cruentas luchas entre ellos mismos y que se alimentó, luego,
con experiencia de la expoliación de otros pueblos.

2. Sobre las coincidencias y las diferencias entre los distintos tipos de colonialismo
Los pueblos originarios de América tenían una integración particular con la naturaleza. La tierra, no solo
era considerada sagrada como aquella sino además colectiva. Todo este mundo simbólico se transforma
cuando se introduce la desacralización de la naturaleza, fragmentando la tierra en propiedad privada, lo
cual cambió definitivamente las relaciones sociales y culturales de los hombres y mujeres de esta tierra y del
mundo no europeo en general.
La constitución de estas colonias británicas fueron originalmente más un asentamiento de colonos que
una colonización de pueblos que ya habitaban esas tierras. Por ende, la producción se organiza
primeramente para el mercado interno, como forma de subsistencia de los colonos. Y se articula en una
primera etapa con la economía metropolitana no solamente como proveedora de materias primas, sino
como parte del proceso de producción organizado en ambas orillas del Atlántico norte. El estado mismo
como organización política tiene un sentido de la concepción liberal que regula y dicta las normas, pero no
controla, ni es propietario de los recursos, ni de la producción, como en el caso ibérico(Quijano y
Wallerstein, 1992: 589). Recién con la introducción masiva de los hombres y mujeres secuestrados por los
británicos de África y su sometimiento a la esclavitud, el sector de las colonias del sur, y después los Estados
sureños de la Confederación sí empiezan a reemplazar el minifundio con el latifundio y a producir para el
mercado mundial. Está abierta disputa del sentido de la producción y el control político del Estado se
dirimió en la década de 1860 con la denominada guerra de secesión.
En realidad en las colonias británicas de América del Norte, así como después en los primeros años de
independencia, hubo dos formaciones económicas sustancialmente distintas. Una de autodesarrollo,
constituida en principio en el Norte desde la pequeña propiedad de los colonos originarios pequeño
burgueses (con la aspiración de constituirse en burguesía) afincados con sus familias –muchos perseguidos
religiosos tratando de establecer su utopía cristiana protestante). Estos son un trasplante europeo casi
perfecto, que se mantuvo en el tiempo basadorechazo cultural absoluto de los pueblos originarios. El
producto generado fue una original colonización de hombres “libres”, blancos, protestantes, “sin
contaminaciones”, con concepciones burguesas a la europea. Y por otro lado, el modelo tributario del
mercado mundial, preponderante en los estados del sur, basado en el latifundio y la sobreexplotación de los
esclavos, que producía fundamentalmente algodón para ser procesado industrialmente por la metrópoli
repitiendo el esquema de otras regiones dependientes del mundo. Finalmente el sistema del norte se
terminó imponiendo al del sur a partir de la referida guerra de secesión.

3. Colonización, independencia y colonialidad en nuestra América.


Una de las cosas en que insisten los autores del giro descolonial es plantear que la colonialidad no se
acabó con la independencia. Si bien esto es estrictamente cierto, hay varias precisiones que hacer al efecto.
Una es el colonialismo no agota los sistemas de dominación.
Los Estados Nacionales dominantes empezaron a configurar otra forma de dominio, que es comúnmente
conocida como imperialismo. Así como en la forma colonialista lo militar predomina, en el imperialismo
predomina lo económico, aunque sin desechar, si es necesaria, la utilización de la fuerza militar.
De esta forma una nueva conquista sucedió a la conquista militar, la conquista política, diplomática y
sobre todo económica, que tiene durante muchos años como protagonista casi excluyente a Gran Bretaña.
Quijano y Wallerstein (1992: 584) lo afirman categóricamente: “La independencia no deshizo la
colonialidad; sencillamente transformó su contorno”. Sin embargo, es preciso comprender que másallá de
los límites de comprensión y de concepciónpolítica tanto de los líderes13 que la protagonizaron como de los
pueblos que la plasmaron con sus luchas, el proceso independentista sí tuvo una disputa en la construcción
del/los nuevos estados nacionales americanos, cuyo corolario podría haber sido el fin de la colonialidad. No
obstante, parece afirmar la negación que hacen los pensadores decoloniales el hecho de que, una vez
derrotado el sueño emancipatorio de la Patria Grande -derrota que situamos simbólicamente en el fracaso
del Congreso Anfictiónico de Panamá (1826)- terminaron imponiéndose finalmente las posiciones de las
oligarquías enlazadas de modo directo con las nuevas formas de dominación, y por ende de continuidad de
la colonialidad14.

13Bolívar es el con más claridad comprende la situación colonial. El libertador en la famosa Carta de Jamaica expresa: “Quizás ahora
más que nunca, dentro del régimen español actual, los americanos no tienen en la sociedad más papel que el de simples
consumidores; pero incluso en ése están cargados con escandalosas restricciones, como estarles vedado el cultivo de frutos
europeos, cuyo control monopoliza el Rey; la prohibición de instalar fábricas que ni siquiera la Península posee; las barreras
aduaneras entre las distintas provincias americanas, de modo que no puedan comerciar, entenderse ni negociar entre ellas. En
resumidas cuentas, ¿sabe usted cuál es nuestro destino? Campos para cultivar maíz, granos, café, caña, cacao y algodón; planicies
agostadas para producir cosechas; desiertos para capturar bestias salvajes; las profundidades de la tierra para extraer oro en
cantidades que nunca satisfacen a esa nación ávida. Como acabo de explicarle estamos excluidos y seamos sinceros, ausentes del
universo en cuanto al gobierno y la administración del Estado concierne”.
14Fanon, probablemente advertido por la experiencia americana que llevaba más de un siglo y medio de independencia pero con

continuidad en la colonialidad, cuando se presentó la oportunidad de los pueblos africanos se su propia independencia del
colonialismo europeo, sacó conclusiones respecto a que “si se proyectaban hacia el espacio histórico de las independencias
nacionales las inadecuaciones que el colonialismo había producido sobre los cuerpos no habría posibilidad alguna de sostener la
descolonización” (de Oto, 2011: 19).
Nosotros consideramos que hay que acentuar estos intentos, aun cuando hayan sido definitivamente
derrotados (a excepción de la revolución popular paraguaya bajo la conducción de Gaspar Rodríguez de
Francia) porque espreciso reconocer a la gesta de la independencia como mito fundacional de la
sudamericanidad
Mignolo sostiene: “La negación de Europa no fue, ni en la América hispana ni en la anglo-sajona, la
negación de “Europeidad” puesto que ambos casos, y en todo el impulso de la conciencia criolla blanca, se
trataba de ser americanos sin dejar de ser europeos; de ser americanos pero distintos a los amerindios y a la
población afro-americana” (Mignolo, 2000 I: 69). Se trataba de no ser europeos ni ser indios, sino ser
americanos15 –como identidad fundante- porque esa revolución que arranca en instancia democrática de
discusión de la soberanía y culmina en la ruptura con el colonialismo español, fue protagonizada como no
podía ser de otra manera por criollos que se consideraban continuidad de ese proceso colonial, y mestizos
en su mayoría, como pueblo que le puso el pecho a la gesta emancipatoria que también eran hijos de lo
mismo. Si la independencia hubiera sido una guerra de los pueblos originarios contra los criollos y los
españoles (como insinuó por momentos la rebelión social de Túpac Amaru) quizás la cosa hubiera sido
distinta. Pero no fue así, ni podía haber sido así, sino que era hecha desde esa nueva identidad mestiza que
era nuestra América. Que negaba lo originario y por momentos negaba también lo europeo, por lo menos
en sus manifestaciones máslúcidas.
Es indudable que la independencia no fue un hecho de los pueblos originarios y mantuvo a estos en la
marginalidad a la que los había empujado el sistema colonialista español en tres siglos de ejercicio.
El proceso independentista fue el hecho maldito del país colonial, y en este sentido fue una oportunidad
hecha desde la realidad mestiza y criolla de aquel entonces de romper con los lazos del colonialismo al
mismo tiempo que una posibilidad efectiva de ir másallá, como lo esbozaron algunos de los conductores
nacionales americanos de dicho proceso.
Artigas y Bolívar, Francia y San Martín tienen pinceladas de decolonialidad, aunque trabajan sobre una
matriz de pensamiento eurocéntrica. La práctica de los pueblos los fue moldeando, imponiéndole su
realidad su situación mestiza y su política no de colonialidad.
Es cierto que la revolución haitiana fue la única verdadera revolución social de la independencia
latinoamericana, protagonizada por las razas oprimidas, pero no por ellos hay que descartar otros esfuerzos
de ruptura.
El caudillo José Gervasio Artigas, es un ejemplo de como la colonialidad pudo haber sido destruida en el
primer proceso independentista. Pero finalmente se impusieron las oligarquías formateadas (en la relación
comercial) por el nuevo imperio emergente que blandieron la bandera de civilización o barbarie,
recolonizando el pensamiento, restaurando la colonialidad del poder en la construcción de los Estados
modernos de toda nuestra América.
Estos nuevos Estados parafraseando a don Arturo Jauretche cambiaron de collar sin dejar de ser perro.
En efecto, desparecieron las metrópolis políticas pero perduraron las nuevas metrópolis económicas. El
sistema de dominación había cambiado, pero la dominación permanecía intacta. La soberanía política no iba
acompañada de la debida independencia económica y esto fue de este modo porque la dominación cultural
que había formateado a los pueblos de América no había alcanzado a ser afectada sustancialmente.

4. Imperialismo y formación de los estados nacionales latinoamericanos

15
San Martin se decía del partido americano. Bolívar sostenía que la patria es América.
Cuando se consolidaron las oligarquías locales y balcanizaron Américahispánica, la organización de esos
estados nacionales se llevó a cabo de conformidad con los modelos que permitían consolidar el poder
dominante que se hallaba en relación directa con el intercambio (asimétrico) en el mercado mundial. Esta
asimetría consistió, fundamentalmente, en que los países transformados en periféricos producían y
exportaban materias primas y consumían e importaban materias manufacturadas, en una división
internacional del trabajo garantizada por el poder mundial de la paxbritánica. Esta fue reemplazada por los
estadounidenses primero en Centroamérica (al que consideraban su “patio trasero”) y después
paulatinamente en el resto de América Latina.
El modelo mistificado, como bien dicen Quijano y Wallerstein implicaba una forma de organización del
poder basada en la concentración de una clase dominante (en Europa, la burguesía), el disciplinamiento del
trabajo (en Europa, a través del salario), y la homogenización compulsiva en una identidad nacional
excluyente (en Europa, aplastando a las otras identidades pre-existentes) a través de una
institucionalización jurídica. El prolífico fervor por las constituciones –copiadas de los modelos
norteamericano y francés- en latinoamérica es parte de ese proceso de organización imitativa16. Esto fue
llevado a cabo por una clase dominante, que a diferencia de la europea y la norteamericana no era una
burguesía sino una oligarquía que controlaba la renta diferencial de su país (cereales y vacas en Argentina y
Uruguay, el cobre en Chile, el estaño en Bolivia, el café en Colombia, etc.) y en esto se distinguía por su rol
en la producción. Lo más importante es que se copia la institucionalización para implantarla sobre una
experiencia social, política e incluso cultural distinta. En síntesis la oligarquía no era burguesía, el trabajo no
era mayoritariamente asalariado, y la identidad no era producto de la concentración sino de una dispersión
impuesta para el dominio externo.
Con todo, el modelo del Estado importado de Europa tenía tres elementos básicos: un territorio
unificado sobre el cual ejercer la soberanía nacional, una población homogénea sobre la cual se ordenaba la
producción, y un poder decisional constituido fundamentalmente por una madeja jurídico constitucional,
que permitía a través del derecho darle consistencia y estabilidad en el tiempo a la dominación.
En los países del cono sur sudamericano consolidaron el territorio siguiendo el modelo norteamericano a
través de una ocupación militar violenta, después de la profesionalización de las fuerzas armadas. En
Argentina y Uruguay eso fue hecho en el siglo XIX. Y en Chile durante las primeras décadas del siglo XX.
Estas “campañas del desierto” no fueron un proceso integrador sino un exterminio de gran parte de los
pueblos originarios que tenían fuera del dominio blanco su hábitat.
La extrema concentración de la tenencia de la tierra, en particular de las tierras conquistadas a los indios,
hizo imposible cualquier tipo de relaciones sociales democráticas entre los propios blancos y en
consecuencia de toda relación política democrática. Sobre esa base, en lugar de una sociedad democrática,
capaz de representarse y organizarse políticamente en un Estado democrático, lo que se constituyó fue una
sociedad y un Estado oligárquicos, sólo parcialmente desmantelados desde la Segunda Guerra Mundial”. En
definitiva lo que se hizo no solo fue la extensión del latifundio para la producción para el mercado mundial y
la consolidación de la oligarquía terrateniente17.

16 El Alberdi de su etapa romántica, en su Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (citado por Jaramillo, 2014: 9) afirma: “Al
paso que nuestra historia constitucional no es más que una continua serie de imitaciones forzadas y nuestras instituciones, una
eterna y violenta amalgama de cosas heterogéneas. Los pueblos como los hombres hacen sus jornadas de pie y paso a paso”.
17 La oligarquía terrateniente que se había originado en el reparto de tierras estatales con la Enfiteusis de Rivadaviall, una vez

constituida como clase dominante impuso a sangre y fuego su proyecto (sobre todo después de la victoria de Mitre en Pavón). Va a
ser esta clase dominante la que no solo impulse, organice y financie, la extensión de fronteras sino también la que le ponga su
impronta, en definitiva, cómo debían repartirse las tierras conquistadas.
La población como elemento del Estado debía ser homogenizada, normativizada. Pero también en los
casos de los países del sur fue realizada como un “blanqueamiento” de la población. En efecto, el profundo
desprecio por el pueblo, con su carácter mestizo, mezcla de españoles y habitantes originarios, que sentía
una oligarquía que se miraba en el espejo del norte europeo, particularmente Francia e Inglaterra. Por eso
es que se fomentó la inmigración europea, que llegó a venir en enormes contingentes. Aunque la que vino
no fue del norte refinado e industrializado18 sino escapando de la pobreza de los sectores campesinos de
España e Italia.
En el resto de países latinoamericanos, esa trayectoria eurocéntrica hacia el Estado-nación se
hizoaúnmás compleja. La extensión del territorio y su ocupación ya se había llevado a cabo durante el
proceso colonial, pero por su densidad demográfica, los pueblos originarios que junto con negros y mestizos
ocupaban gran parte del territorio y producían de forma tradicional con formas de autosubsistencia. Sin
embargo, tambiénen esos países, durante el proceso de organización nacional, a esas mayorías populares
les fue negada toda posible participación en las decisiones sobre la organización social y política, se
mantuvo por muchas décadas la esclavitud de los negros, pese a la voluntad en sentido contrario de los
libertadores.
En la sociedad norteamericana luego de la independencia la ocupación del territorio se hizo de manera
cruenta y brutal, aunque el cine hollywoodense edulcore su relato. Y la homogenización poblacional a la
europea fue más fácil, porque no tenían ni mestizaje ni amplias poblaciones originarias integradas, y a las no
integradas directamente la exterminaron. Fue así que la enorme migración blanca europea que recibió
sobre todo desde el siglo XIX fue fácil y ordenadamente asimilada. Los esclavos negros, sobre todo en las
poblaciones del sur fueron de importancia básica para la economía, pero demográficamente siempre fueron
una minoría. Y los problemas de su integración social, aun persisten en la actualidad. En el norte, y -después
de la guerra de secesión- en todo EE.UU.,la producción fue hecha en gran medida por trabajadores
asalariados y productores independientes a imagen y semejanza de la propia Europa.
En cambio en los países latinoamericanos la relación de explotación de trabajo distaba de ser
homogénea y se superponían como capas geológicas las distintas formas de explotación.
Esta paradoja de Estados políticamente independientes y sociedades recolonizadas fueron
reconvirtiendo la colonialidad.Así se fue constituyendo, controlando el poder del Estado en su propio
beneficio una oligarquía sentada sobre una sociedad cada vez más desigual e injusta, a la par que más
dependiente de las determinaciones de los imperialismos de turno.
Los aparatos del poder de modelo organizacional europeo del Estado, fueron constituyéndose-lo cual de
ninguna manera es inocuo- sobre la base financiera de los puertos. El moderno sistema impositivo fue el de
las rentas de aduana, apoyado sobre todo en los derechos de importación, ya que los productos exportables
salieron, por lo general, sin gravámenes. El tráfico internacional, el puerto, fue el origen de financiación del
Estado y las aduanas el instrumento de dominio. Los momentos de mayor liberalismo aplicados a la política
aduanera (reducción de impuestos a las importaciones) significaron una desfinanciación del sistema que se
tuvo que cubrir, muchas veces, con empréstitos extranjeros, dando origen a la deuda externa de cada país.
Esto, al mismo tiempo, los sujetaba en relación dependiente alas crisis internacionales que nunca
estuvieron bajo su propio control. De la misma manera que tenía unarelación dependiente y fuera de su
propio control, la demanda de materias primas. Fue entonces que el impacto de las crisis cíclicas del

18Para ver de dónde querían traer esa oligarquía a los habitantes para “poblar” nuestro territorio y reemplazar al pueblo existente,
no hace falta más que leer al Alberdi de Las Bases, y sus referencias a las bondades de los habitantes del norte europeo como
Francia e Inglaterra a los que pone como ejemplo, como también ver en donde fueron colocadas las agencias estatales de
promoción de la inmigración hacia Argentina. Eso fue en Londres, Bruselas y Paris.
capitalismo central hizo que América Latina en particular y el tercer mundo en general contribuyese a pagar
los platos rotos del fin de fiesta, que implicaban cada una de esas crisis de sobreproducción capitalista.
Los estados, en principio,fueron una mera cascara y un corsé para el despliegue nacional, por ello es que
no tuvieron ni efectividad ni estabilidad. No fueron nacionales, en la medida en que estaban construidos no
por una burguesía nacional para defender sus intereses identificados con el conjunto de la sociedad en su
ambición de dominio, sino por una oligarquía que identificaba sus intereses con la prosperidad de los
negocios con el extranjero. Pero además y eso es algo en que hacen hincapié tanto Mignolo como Quijano
en la medida en que se impuso su impronta señorial y aristocrática19 las oligarquías lo que hicieron fue
impedir la democratización. Por es preciso afirmar que fueron los movimientos nacionales y populares de
los distintos países los que fueron dando sentido democrático y a la vez nacional a sus respectivos estados.
Nos referimos por ejemplo, al yrigoyenismo y sobre todo al peronismo en Argentina, a la revolución y luego
al cardenismo en México, al varguismo en Brasil, etc.
Estos movimientos nacionales, sobre todo en Argentina, fueron consecuencia en gran medida de la
extensión de la relación salarial de explotación creando una clase obrera industrial. Ese proceso se fue
dando, sin planificación alguna del Estado, con la forma de sustitución de importaciones frente a la crisis de
la metrópoli británica que se cerraba sobre sí misma y sobre sus excolonias formales. Este proceso, que no
solo dio como fruto el crecimiento de la población trabajadora asalariada sinotambién de los sectores
medios de una economíamás diversificada de servicios, no solo se dio en nuestro país sino también en
Brasil, México, y hasta cierto punto en Chile y Colombia, aunque las consecuencias fueron distintas en cada
caso. Sobre todo en Colombia, porque el desarrollo de un proceso nacional y popular fue abortado con el
asesinato de Jorge EliezerGaitán.
En el caso argentino tuvo además la particularidad que esta sustitución de importaciones se desplegó el
crecimiento masivo de los obreros sobre el molde de un movimiento obrero fuertemente organizado –como
ninguno en el continente- por la migración de exiliados políticos de Europa.
Fueron estos procesos nacionales y populares, mal llamados populistas, porque tuvieron al pueblo como
protagonista, los que construyeron prácticamás que teóricamente, artesanal más que técnicamente,
aluvionalmás que ordenadamente, procesos de descolonialidad en la medida en que dotaban de dignidad a
las masas populares, que cuestionaron el racismo tanto como el dominio oligárquico.

Capítulo III: La colonialidad del poder


1. La colonialidad del poder como núcleo del pensamientodecolonial
La colonialidad del poder fue y es una estrategia de la “modernidad,” desde el momento de la expansión
de la cristiandad más allá del Mediterráneo (América, Asia), que contribuyó a la autodefinición de Europa, y
fue parte indisociable del capitalismo, desde el siglo XVI” (Mignolo, 2000 I: 57).
Los autores del giro descolonial reconocen en Quijano el salto cualitativo en la comprensión del proceso
cuando introduce la noción de “patrón colonial de poder” o “colonialidad del poder”. Quijano en tanto
sociólogo con formación en el marxismo y con influencia de la teoría de la dependencia, puso énfasis en tres
dimensiones de esa colonialidad: el control de la economía (apropiación de tierras y recursos naturales;

19“Los señores blancos latinoamericanos, dueños del poder político y de siervos y de esclavos, no tenían intereses comunes, sino
exactamente antagónicos a los de esos trabajadores, que eran la abrumadora mayoría de la población de los nuevos Estados. Y
mientras en Europa y Estados Unidos la burguesía blanca expandía la relación social llamada capital como eje de articulación de la
economía y de la sociedad, los señores latinoamericanos no podían acumular sus cuantiosos beneficios comerciales comprando
fuerza de trabajo asalariada, precisamente porque eso iba en contra de la reproducción de su señorío. Y destinaban esos beneficios
comerciales al consumo ostentoso de las mercancías producidas, sobre todo, en Europa” (Quijano, 2014: 22).
explotación del trabajo) y el control de la autoridad (formas de gobierno, control militar), pero sobre todo
pensó al eurocentrismo no en términos geográficos, sino en términos epistémicos e históricos: control del
conocimiento y de la subjetividad. Esto es, colonialidad del saber que deviene en la colonialidad del ser. La
colonialidad, entonces se conforma no como un eurocentrismo abstracto sino como esfera del
conocimiento a partir de la cual es posible controlar la economía, la autoridad, el género y la sexualidad y,
en definitiva, la subjetividad.
Aníbal Quijano en sus propias palabras sintetiza y define lo que él considera este patrón del poder
mundial como colonialidad en la articulación de cuatro elementos fundamentales: “1. La colonialidad del
poder, esto es la idea de la raza como fundamento del patrón universal de clasificación social básica y de
dominación social; 2. El capitalismo como patrón universal de explotación social;3. El estado como forma
central universal de la autoridad colectiva y el moderno estado nación como su variante hegemónica; 4. El
eurocentrismo como forma hegemónica de control de la subjetividad/ intersubjetividad, en particular en el
modo de producir conocimiento” (Quijano 2000b: 200).
Walter Mignolo(1999: 31), por su parte, sostiene: “La colonialidad-modernidad o, si se prefiere, la
constitución e historia del sistema mundial moderno-colonial es, a la vez, una estructura en la que la
dependencia histórico-estructural, como estructura de dominación, se convierte en el rostro visible de la
colonialidad del poder. Pero esa dependencia histórico-estructural no es sólo económica o política es, ante
todo, epistémica”
Vayamos abordando cada uno de los ítems considerados por Quijano fundamentales de la colonialidad
del poder:
a) Racismo y división del trabajo
b) Capitalismo y división de la producción
c) Estado y estructuración del poder
d)Colonización de la subjetividad

Según Quijano, la colonialidad del poder es un principio y una estrategia de control que se puede
concebir como una configuración de varios elementos en donde tiene un nivel relevante el racismo
inventado por los europeos a partir de la clasificación, el ordenamiento jerárquico impuesto, de lasfenotipos
humanos. La idea de la raza o de la pureza o limpieza de sangre (tal y como se expresaba en el siglo XVI) fue
transformándose en un principio clave para clasificar y organizar a las personas en todo el planeta,
redefiniendo así sus identidades y justificando la apropiación de su trabajo mediante formas subordinadas
como la esclavitud o el trabajo forzado.

b) Capitalismo y división de la producción


Quijano y los otros reconocen en esa teoría de la dependencia, formulada desde el tercer mundo, el
reconocimiento de que el capitalismo no hubiera sido tal sin la contribución de América en particular y el
resto del mundo colonizado en general, a esto agregan que la ya referida cuestión de colonización de las
subjetividades contribuyó a estructurar una diferenciación del trabajo que no fue una cuestión secundaria
para permitir que todo termine tributando al capital en su formación mundializada. Esta distribución de las
formas de explotación está directamente relacionada con la división internacional del trabajo en donde las
formas extensivas y extractivadas de la produccion aplicadas a las materias primas son localizadas en la
periferia, mientras que la produccion industrial o manufacturada, con formas intensivas, son reservadas
para el centro. Esquema que arranca con la primera revolución industrial en Europa y se extiende hasta la
globlalizacion donde se reformula en función de los intereses de nuevos actores como los Grupos
Economicos Transnacionales.

c) Estado y estructuración del poder


Los pensadores del giro descolonial, le hacen muchas concesiones, y terminan descartando la cuestión
del Estado –siguiendo en esto a la matriz eurocéntrica y no la de las tradiciones de las regiones no-
europeas-. Consideramos que este es el punto más flaco de esta teoría.

d) Colonización de la subjetividad
El mayor aporte de los pensadores del giro descolonial.
Como parte del nuevo patrón de poder mundial, Europa también concentró bajo su hegemonía el
control de todas las formas de control de la subjetividad, de la cultura, y en especial del conocimiento, de la
producción del conocimiento. (…)En el proceso que llevó a ese resultado, los colonizadores ejercieron
diversas operaciones que dan cuenta de las condiciones que llevaron a la configuración de un nuevo
universo de relaciones intersubjetivas de dominación entre Europa y lo europeo y las demás regiones y
poblaciones del mundo, a las cuales les estaban siendo atribuidas, en el mismo proceso, nuevas identidades
geoculturales. En primer lugar, expropiaron a las poblaciones colonizadas - entre sus descubrimientos
culturales- aquellos que resultaban más aptos para el desarrollo del capitalismo y en beneficio del centro
europeo. En segundo lugar, reprimieron tanto como pudieron, es decir en variables medidas según los
casos, las formas de producción de conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de
sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivación de la subjetividad. (Quijano,
2000 III: 126)
La confrontación entre la experiencia histórica y la perspectiva eurocéntrica de conocimiento permite
señalar algunos de los elementos más importantes del eurocentrismo: a) una articulación peculiar entre un
dualismo (precapital-capital, no europeo-europeo, primitivo-civilizado, tradicional-moderno, etc.) y un
evolucionismo lineal, unidireccional, desde algún estado de naturaleza a la sociedad moderna europea; b) la
naturalización de las diferencias culturales entre grupos humanos por medio de su codificación con la idea
de raza; y c) la distorsionada reubicación temporal de todas esas diferencias, de modo que todo lo no-
europeo es percibido como pasado. Todas estas operaciones intelectuales son claramente
interdependientes. Y no habrían podido ser cultivadas y desarrolladas sin la colonialidad del poder (Quijano,
2000 III: 134).
Con la construcción de esta categoría de colonialidad del poder, el pensamiento decolonial rompe con la
crítica de la modernidad realizada desde el posmodernismo20. Walter Mignolo sintetiza la colonialidad del
poder como una operación compleja en los “cuatro dominios de la experiencia humana: económico:
apropiación de la tierra, explotación de la mano de obra y control de las finanzas; (2) político: control de la
autoridad; (3) social: control del género y la sexualidad, y (4): epistémico y subjetivo/personal: control del
conocimiento y la subjetividad” (Mignolo, 2007: 36).

Capítulo IV: racismo, hedor y la cuestión de clase

20“Lacolonialidad del poder Esta es la categoría «clave» del debate latinoamericano sobre modernidad/colonialidad. La centralidad
de esta categoría radica en que permite avanzar hacia una analítica del poder en las sociedades modernas que se desmarca de los
parámetros señalados por la obra de Michel Foucault” (Castro Gómez, 2005: 57).
1. El racismo como estructurante del pensamiento colonial o el racismo europeo autor del mas grande
genocidio de la humanidad.
Los autores de la opción decolonial21sitúan, tal como hemos visto, a la cuestión racial como un
componente central de la colonialidad del poder.
Es preciso distinguir en este punto el racismo con la xenofobia, que existía en algunos sistemas históricos
anteriores. La xenofobia era, literal y etimológicamente: miedo al extranjero. El racismo propio de la matriz
eurocéntrica es literalmente una subvaloración del otro. Por eso, no es miedo sino la consideración que
debe ser subordinado, conquistado, colonizado, civilizado. Racismo, considerado de esta forma era el
imperativo de diversificación del carácter de la relación de varios segmentos de la fuerza laboral, integrados
no obstante en una misma estructura económica mundializada: el capitalismo. El racismo, en este sentido,
fue la justificación ideológica para la jerarquización de la fuerza de trabajo y su desigual distribución de los
beneficios, tal como hemos visto.
La concepción del Otro del europeo, es la clave del racismo. La razón instrumental22 que se impuso por
sobre la mediterránea (más humanista) a partir de la hegemonía de las potencias del norte europeo,
proyectó con fuerza ese racismo como desprecio del otro.
El comienzo de la modernidad y la colonialidad no puede ser comprendido sino a partir del nuevo patrón
de poder23instaurado con la conquista americana, en donde juega un rol central el racismo, el desprecio del
otro y su consecuente subordinación.
Eso implicó una nueva legitimación y redefinición de las ideas y las prácticas de relaciones de
superioridad/inferioridad entre dominados y dominantes, entre opresores y oprimidos. El desprecio racista
del otro se ha constituido como uno de más perdurables instrumentos de legitimación de la opresión a nivel
mundial, directamente vinculado con otro igualmente universal, pero más antiguo, el inter-sexual o de
género. Los pueblos conquistados al igual que las mujeres fueron puestos por la sociedad en su matriz
eurocéntrica en una posiciónde inferioridad que se naturaliza ideológicamente.
Fue el mismo capital mercantil que dio impulso a esa trata de personas, el que desarrollo al propio
capitalismo. “No insinuamos que la idea de un vasallo africano fuera una vida de bendición, sin desdicha,
sino que la condición de que gozaban no era en manera alguna la misma que la de las plantaciones o las
minas de las Américas. Su condición de hecho era muy similar a la masa de hombres en la Europa Occidental
de los tiempos medievales. En este aspecto África y Europa, al comienzo de su conexión, traficaron y se
reunieron como igual. África y Europa estuvieron conjuntamente envueltas. Sin embargo , es también cierto
que Europa dominó la conexión, modeló y promovió la trata de esclavos y le dio el rumbo continuamente
para la ventaja europea y la pérdida africana” (Davidson, 38).
Para la Europa capitalista, el tráfico de esclavos cazados en África fue siempre un enorme negocio, eso
enriqueció sus arcas permitiendo desarrollo y civilización, mientras sumió en la más atroz de las pobrezas a
gran parte del continente.

21“La opción decolonial es un pensamiento que surge de la experiencia de morar en la exterioridad, en las fronteras creadas por la
expansión de Europa en la diversidad (lingüística, religiosa, social, subjetiva, económica, política) del mundo” (Mignolo, 2009: 255).
22Como agudamente observa Quijano (1988:16): “En el proceso de producción de la modernidad, la idea de racionalidad inherente a

ella no significaba lo mismo en cada uno de sus centros productores y difusores en Europa. De manera simplificada, en los límites de
este trabajo, podría señalarse que en los países del norte o sajones, la idea predominante de racionalidad se vincula, desde la
partida, fundamentalmente a lo que desde Horkheimer seconoce ahora como la razón instrumental. Es, ante todo, una relación
entre fines y medios. Lo racional es lo útil”.
23“Fue precisamente así como se armó la matriz colonial de poder, cementada por el racismo, es decir, por un discurso que

demoniza a pueblos enteros pintándolos como seres humanos inferiores y, a veces, ni siquiera humanos” (Mignolo, 2007: 110).
El escritor africano J. Ki-Zerbo24 en dramática alocución sostiene: “La trata de negros comenzó en 1442 y
duró alrededor de cinco siglos; ha hecho del negro un mineral explotado como tal. La “madera de ébano”.
Los europeos constituyeron así no solo la destrucción económica del África negra, sino que además son
los responsables del genocidio más grande de la historia humana, que algunos calculan, como hemos visto
en 100 millones de personas.
Desarraigados y traficados como si fueran cosas, los hombres y mujeres africanos, fueron sometidos al
límite de la explotación, trasladados a los latifundios de producción tropical en el Caribe, en Brasil o en el
sur norteamericano.

2. Hedor y la cuestión de clase


El filósofo argentino Rodolfo Kusch enuncia un concepto originalísimo, el de hedor, con su contraparte
conceptual en la pulcritud. El hedor es la modalidad con que las clases coloniales vivencian la otredad de las
clases populares americanas. Es una reacción arquetípica de rechazo frente a la presión de lo popular. El
hedor, en palabras del autor: “Se refiere a un prejuicio propio de nuestras minorías y nuestra clase media,
que suelen ver lo americano, tomado desde sus raíces, como lo nauseabundo (…) Diríamos que el hedor
entra como categoría en todos nuestros juicios sobre América, de tal modo que siempre vemos a América
con un rostro sucio que debe ser lavado” (Kusch, América Profunda: 25).
Kusch entiende que esta sensación de hedor acompaña la gestación del Estado moderno en cada uno de
los países latinoamericanos, configurados a partir de la matriz de la colonialidad: “lo mismo pasaba con
nuestros próceres, también ellos levantaban el mito de la pulcritud y del hedor de América, cuando creaban
políticas puras y teóricas, economías impecables, una educación abundosa y variada, ciudades espaciosas y
blancas y ese mosaico de republiquetas prósperas que cubren el continente” (KuschAmérica Profunda: 21).
El hedor como expresión racista de la colonialidad se basa en la incomodidad25 de los que se sienten
europeos confinados casi por error en América. Sarmiento, como pensador y como político, expresa con la
vehemencia de su pluma el ejemplo más claro a la hora de analizar el arsenal teórico de los fundadores del
estado moderno argentino. Buena parte del arsenal teórico kuscheano discute con esa concepción, en tanto
funda y condensa buena parte de la mitología política argentina amasada por las clases dominantes desde la
organización estatal.
Solo citar algunas de sus frases nos permitenconfigurar un mapa mental aquellas clases dominantes.
En su concepción de los pueblos originarios: “¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de
América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios
asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios
piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y
grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al

24
Citado por Astesano, 1972: 52.
25Kusch sostiene: “esta distancia entre nosotros, como clase media (…) por una parte, y el pueblo, por la otra, ¿es real o ficticia?
¿Nada en absoluto nos une a él? He aquí un problema clave. Se trata de saber de dónde proviene esta sensación de sentirnos
segregados un poco, como al margen del país, y también de comprobar en dónde realmente están nuestras raíces” (MVP: 405). El
problema, en definitiva, es la adscripción colonial de una clase media que participa de la experiencia falsamente universal del ser
europeo, pero nunca plenamente, mientras se distancia hasta llegar a la fractura respecto de unas clases populares mucho más
cercanas a la experiencia del estar americano, pero tampoco plenamente identificadas con lo originario, que se le aparece como
remoto e incomprensible.
hombre civilizado”26. Esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un
abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esa chusma criolla incivil, bárbara y ruda es lo único que
tienen de seres humanos”27.
En Sarmiento el hedor del que habla Kusch se hace palabra en la generación de la organización nacional.
Pero esto no se agota en el aquel tiempo sino que recorre el pensamiento de las clases dominantes y las
dirigencias políticas de nuestro país. No hace falta más que recorrer los textos con que intentaron explicar el
17 de octubre de 1945, fecha mítica de la irrupción del pueblo verdadero, de la clase trabajadora en nuestra
historia contemporánea. La nueva clase explotada, emergente del proceso de sustitución de importaciones
debido a la crisis de la metrópoli británica, es explicada en su aparición con las viejas categorías racistas de
la colonialidad.

[Meter desprecio hacia el pobre y clasismo de la oligarquía. Existe control material a través de las
distintas relaciones que a diferencia de Europa nunca se generalizaron en el salario pero además hay
desprecio. La cuestión de la invisibilización por muchos años del trabajo de la mujer. El peón de campo y
la trabajadora doméstica como el último reducto de la cultura patriarcal[

3. El concepto de Interseccionalidad
En el año 2003 se introduce de manera general y pública en el mundo académico y político la triple
discriminación (Parella, 2003), género, etnia, clase social (mujer, inmigrante y trabajadora) y se la eleva a la
categoría desde la que hay que interpretar, entender y enfocar las intervenciones con las mujeres
inmigradas.
®Desde un ámbito más jurídico se reivindica la incorporación de las mujeres inmigradas a la teoría
feminista y se hace hincapié en que el género no es el único factor de exclusión. La interseccionalidad se
entiende como el instrumento de utilidad para comprender la forma en que funcionan los sistemas
cruzados de exclusión que afectan a las mujeres.

Capítulo V. Racismo e identidad mestiza de nuestra América


“no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del
país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y
nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar éstos a los del país y que
mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallábamos en el caso más
extraordinario y complicado; no obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será
el resultado de la línea de política que la América siga”.
Simón Bolívar

1. Lo mestizo en nuestra América. Unidad de la diversidad. Carácter multígeno.


“Iberoamérica, fue el único lugar donde la expansión europea mezcló su sangre con las
etnias nativas, a lo que se agregaron los africanos y otras fuentes múltiples. El mestizo es en
sí mismo una resultante no dialéctica, una unidad de diferencias reales y tal vez contrarias”.

26Periodico El Nacional, noviembre de 1876. Tambien podriamos citar:“Por los salvajes de América siento una invencible
repugnancia, esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar”(Periódico El Progreso 27-09-1844).

27Carta a Bartolomé Mitre. 20 de septiembre de 1861.


Armando Poratti28
En el giro descolonial, o por lo menos en la mayoría de sus pensadores, la crítica del eurocentrismo lo ha
llevado a un encono particular hacia lo español, que fue la particularidad de nuestra colonización
latinoamericana, acaso condicionado por el locus de enunciación de esta concepción. Pero también está
cruzada, en parte, por su diálogo con el postmodernismo y su vínculo con el mundo académico, en donde la
condena a la colonización hispánica –basada en la leyenda negra, impulsada originariamente por los
británicos- ha constituido casi un sentido común.
En cambio, hay en la tradición del pensamiento nacional una cierta reivindicación de lo hispánico, y no
solo en la tradición nacionalista conservadora que impulso el primer revisionismo (como los hermanos
Irazusta, Ernesto Palacio, hasta JoséMaría Rosa) sino también en la de raigambre marxista (como Hernández
Arregui e incluso Abelardo Ramos). Esto es así porque es una especie de reacción o compensación al
extremo antihispanismo de la tradición liberal en que se funda la historia oficial y la concepción iluminista
de nuestra sociedad. El encandilamiento con la Europa del norte, particularmente con Francia (Paris va a ser
reiteradamente referida por los autores liberales como la ciudad Luz) construye una negación y denigración
de lo español, como una forma de autodenigración del propio pueblo. Por eso es que en el pensamiento
nacional se hizo un fuerte hincapié, en la diferenciación positiva entre la conquista española y la conquista
británica. El pensamiento decolonial refiere al mismo tangencialmente y saca otras conclusiones. En esto
son prácticamente contrapuestos.
La identidad mestiza de América y pensar las consecuencias que esta tiene.
Por lo pronto digamos que objetivamente la conquista española de nuestro continente fue una de las
pocas colonizaciones europeas donde el sujeto conquistador de mezcló con el sujeto conquistado, no se
trató de un consentimiento mutuo, sino más bien en el plano simbólico de una violación.
Con el exterminio de los pueblos originarios desarrollados por Victorica en el Norte y por Roca en el Sur
la patria blanca pretende clausurar tanto la frontera como el mestizaje. Pero esa sangre que vive en el
gaucho –como consigna acertadamente Astrada- va a ser quien vengue a la nunca del todo completada
estructuración europea de nuestra tierra. En todo caso, y aquí hay una ruptura con la tradición del
pensamiento escrito argentino que se pensaba como continuidad en América de la historia europea. Es
entonces cuando aparece lo americano negado. “El gaucho como mito argentino que han dejado caer las
elites ante los distintos imperios y que, como todo mito, contiene un saber. Para Astrada, los consejos de
Fierro a sus hijos deben ser leídos estrictamente como principios políticos y de organización social. Y los
hijos de Fierro, en este mito gaucho de Astrada, se confunden o se funden en las masasperonistas, las
masas mestizas del peronismo, como lo argentino mítico
RodolfoKusch cuando escribe La seducción de la barbarie, el primero de sus grandes libros. Para Kusch,
lo popular es hedor para las clases que se miran en el espejo de la cultura europea, peroal mismo tiempo
seduce, como una tensión irresoluble en la que se debaten el sentimiento colonial de la otredad y el
sentimiento de arraigo que procura una inserción en los estratos más bajos de nuestra estructura social
americana.
Es una afirmación equivoca sostener que la cultura de América Latina tiene como raíz univoca la de los
pueblos que habitaron nuestro continente. Como bien dice Quijano la cultura latinoamericana “se alimenta
de los veneros de antiguas conquistas de la racionalidad de esas tierras, que produjeron la reciprocidad, la
solidaridad, la alegría del trabajo colectivo. Esos veneros confluyeron los que provienen de la experiencia
africana ypreservan juntos la integridad del árbol de la vida, escindido en otras culturas entre el árbol de la

28
en Dialogo, Comunidad y Fundamento
vida y el del conocimiento, cerrando así el paso a la distorsión de la racionalidad en un enteco y superficial
racionalismo. Todo ello confluye con las corrientes de la cultura europea y euro-norteamericana, que no
cesan de fluir hacia nosotros; pero a las cuales nuestra previa herencia trata, sin cesar también, de
separarlas, de liberarlas en realidad, de las arenas de la mera razón de poder. Rodolfo Kusch supera
ampliamente lo planteado por el mito gaucho de Astrada29. En principio porque rompe los límites del
pensamiento exclusivamente argentino (y pampeano) de Astrada y lo pone en el rango verdaderamente
americano, la América Profunda.
Kusch es quien más profundiza en términos reales el mestizaje, aunque sea planteado por algunos de sus
exegetas como un indigenista. Lo que hace Kusch es ponerle palabra al pensamiento originario y popular30.
Así lleva el mestizaje a lo raigal, no como una mera pigmentación de piel, sino como mezcla de formas de
abordar el mundo, en donde no se escuchan solo los gritos europeos sino también el silencio del pueblos
originarios. Se construye así una comunidad de reflexión que incluye al ser y al estar en América, un
fundamento mítico y ontológico de nuestra forma de vivirla.
Rodolfo Kusch plantea en la idea de los estratos de la conciencias como se estructura el ser mestizo
americano: “El individuo estructura su conciencia social dejando en la inconsciencia lo indio y en parte lo
mestizo, en la subconsciencia la otra parte de lo mestizo y en la conciencia lo blanco” (Kuschseducción de la
barbarie: 95)
Lo que Kusch plantea es que “El pasado aborigen se quiebra con la invasión española y la falta de nexo
cultural entre ésta y aquél, dieron como resultado precisamente una escisión en grande, mestiza, de la
morfología cultural americana (...) La búsqueda de una tradición en este sentido, de un antecedente para
este aquí y ahora en una ciudad americana, no es la búsqueda de una prolongación en la historia, ni en la
raza, ni en la tradición misma, que no existe”. (Kusch, SB: 96-98)
Diremos, siguiendo a Mariátegui, que lo originario oficia, en la configuración del pensamiento mestizo
americano,como raíz y no como programa. La búsqueda de una tradición no aparece entonces como una
prolongación histórica, sino más bien como una refundación mítica, como la que subyace a cualquier
organización nacional por más culta y racionalista que se declame.
“La población así llamada criolla (…) llega, por lo tanto al centro mismo de la gran ciudad. Lo que se ha
dado en llamar cabecita negra en Argentina, roto en Chile o cholo en Bolivia y Perú, no tiene una vinculación
directa con el mundo indígena, pero sobrelleva de alguna manera características que vienen arrastrando de
un lejano pasado, las cuales, en momentos dados, le sirven a esa masa de cohesión política, social y cultural
en oposición abierta a las peculiaridades netamente occidentales” (Kusch, PIPA 201)-
La socióloga argentina Alcira Argumedo establece con claridad la posible y necesaria complementariedad
de un enfoque económico-social y de otro colonial-cultural para elaborar un concepto de sociedad más
denso y preciso para pensar las particularidades de América Latina: “la necesidad de jerarquizar los
interrogantes acercar del papel de las identidades culturales en los procesos políticos e históricos no implica
desconocer el peso de las diferencias socioeconómicas, de las divisiones en clases y fracciones sociales que
asimismo intervienen sustantivamente en tales procesos ” (AlciraArgumedo, 1992: 184).

29 Por izquierda, Hernández Arregui destruye al Mito Gaucho de Astrada (recordemos que éste todavía no había adscripto al
marxismo y al maoísmo posterior). Hernández Arregui lo considera un típico escrito de los pensadores nacionalistas pletórico de
metafísica y espiritualidad, que deja de lado la política como relaciones de fuerza o relaciones sociales, borrando la base material
del poder y el dominio que ejerce la oligarquía.
30 “Kusch va a llevar este desafío del pensar mestizo a su punto más raigal: hacer hablar al pensamiento indígena y popular de

nuestra comunidad de reflexión, para establecer el piso y el fundamento mítico y ontológico a la vez de nuestra forma de vivir, de
nuestro mestizaje americano profundo, que esun “estar siendo”, no un puro “ser”, como se lo ha pensado en el canon filosófico
europeo” (Bolivar, 2014: 40).
Capítulo VI: Sobre la colonialidad del conocimiento o colonialidad epistemológica

“La mentalidad colonial enseña a pensar el mundo desde afuera, y no desde adentro. El
hombre de nuestra cultura no ve los fenómenos directamente sino que intenta interpretarlos
a través de su reflexión en un espejo ajeno, a diferencia del hombre común que, guiado por
su propio sentido práctico, ve el hecho y trata de interpretarlo sin otros elementos que los de
su propia realidad”.
Arturo Jauretche31

1. Eurocentrismo, conocimiento y colonialidad


Don Arturo Jauretcheen su estilo campechano y popular, nos define con un ejemplo una primera
aproximación a la implicancias de la colonialidad del conocimiento: “El pueblo en que nací, en el oeste de
Buenos Aires [se refiere a Lincoln[, era treinta años antes territorio ranquelino, pero la escuela a la que
concurrí ignoraba oficialmente a los ranqueles. Debo a Búffalo Bill y a las primeras películas de cow-boys mi
primera noticia de los indios americanos. ¡Esos eran indios!, y no esos ranqueles indignos de la enseñanza
normalista” (Jauretche, 1973: 167)32.
Manuel Ortiz Pereyra (1926: 2), uno de los precursores del pensamiento nacional: “El conocimiento no
es otra cosa que la relación del sujeto que quiere conocer, con el objeto que debe ser conocido. Casi más
propio sería decir: la resultante de la combinación de un sujeto con un objeto”.
El sujeto
“Por otra parte, cada individuo lleva, dentro de sf, un mundo a través del cual sus juicios deben
necesariamente reflejarse o refractarse. Dfa por dfa, instante por instante, el hombre, a su paso por la vida,
va adquiriendo ideas, nociones, errores, dudas, juicios, prejuicios, conocimientos unilaterales, puntos de
vistas, etc., formados ya sea por contacto con el mundo externo inmediato, ya por sedimentación o por
conjugación de conceptos y sugestiones que penetran en su cerebro y éste asimila sin la menor sospecha de
la conciencia. Unas veces son destilaciones ancestrales ; otras lo son del medio ambiente” Ortiz
Pereyra,1926: 5)
De este modo funciona la colonialidad del conocimiento, siempre se ve lo mismo porque solo se admite
que existe una única puerta, que se prohíbe para quien ose preguntar por las otras puertas cerradas.Y
aunque estén clausuradas siempre alguien se las arregla para entrar por las otras puertas con lo cual su
mirada de la habitación es deslegitimada, no solo por un mecanismo perverso de control sino en principio
por el sentido común instalado.
Ente los que se animaron a entrar por otra puerta están los pensadores decoloniales. Uno de los aportes
más interesantes del giro descolonial es formular una crítica a la situación de dominación que no sólo se
centra a nivel económico y político, sino a partir de considerar al colonialismo a nivel epistemológico y de
enunciación. El núcleo de esta teoría se fundamenta en la discusión dela historicidad de la colonialidaden
relación a su práctica y efecto, como producto de la colonización cultural de los pueblos que produce
impacto directo en la colonialidad del poder, siendo fundamento y legitimación de la diferencia económica,
de la política, de la discriminación social y racial en contra de los pueblos colonizados.

31citadopor Juan Godoy nota de revista zoom http://revistazoom.com.ar/progresismo-historia-y-peronismo/


32En un mismo sentido José Martí en su libro Nuestra América plantea que la universidad americana debe estudiar la historia de
América, de los incas a nuestros días al dedillo, “aunque no se enseñe en detalle Grecia”. Porque “nuestra Grecia es preferible a la
Grecia que no es nuestra”.
En el plano colonial del conocimiento es donde se profundiza la herida colonial. “El discurso
postcolonialista se enfrenta a una realidad exacta debido a que surge de la experiencia de los colonizados,
quienes intentan destruir el discurso impuesto por los colonizadores imponiendo un nuevo discurso; por
tanto, busca romper el universalismo eurocéntrico que asume la superioridad de lo europeo y la
inferioridad de los no europeos” (YopasaRamirez, 117-118)
Fue Aníbal Quijano, quien utilizó por primera vez –tal como hemos visto- la categoría colonialidad del
poder. El pensador peruano sostiene que los colonizadores españoles entablaron con los colonizados
pueblos originarios una relación de poder fundada en la idea de la superioridad étnica pero también (y no
en forma subsidiaria)una subordinaciónepistémica.
Así, con el tiempo largo de la colonialidad, que aún no termina, esas poblaciones fueron atrapadas entre
el patrón epistemológico aborigen y el patrón eurocéntrico que, además, se fue encauzando como
racionalidad instrumental o tecnocrática, en particular respecto de las relaciones sociales de poder y en las
relaciones con el mundo en torno”.
“No se trataba tan sólo de someter militarmente a los indígenas y destruirlos por la fuerza sino de
transformar su alma, de lograr que cambiaran radicalmente sus formas tradicionales de conocer el mundo y
de conocerse a sí mismos, adoptando como propio el universo cognitivo del colonizador” (Castro Gómez,
2005: 58)
Uno de los más interesantes aportes de los pensadores de la opción descolonial es no sólo concebir un
sistema mundial moderno/colonial, colonialistas, como una estructura sociohistórica, económica y política
coincidente con la expansión del capitalismo como forma mundializada de dominio, y la estructura estatal
como forma de organización política del poder, sino, también, concebir la colonialidad y la diferencia
colonial como loci de enunciación, como perspectiva desde donde se aborda el conocimiento. Planteando
expresamente que existe una geopolítica del conocimiento. Este es un concepto central. Existe un lugar
geopolítico desde donde se conoce.
El proceso de modernidad/colonialidad produjo una perspectiva de conocimiento y un modo de producir
conocimiento que es productor y reproductor del patrón mundial de poder: al ser moderno/colonial es
capitalista/eurocéntrico y con todas sus consecuencias conquistador, discriminador, machista, clasista, etc.
Esa perspectiva y modo concreto de producir conocimiento (que algunos para simplificar llaman
eurocentrismo) es la clave de la colonización cultural de los pueblos dominados, que en tanto elemento
clave de la colonialidad del poder se mantiene en el tiempo.
Toda mirada desde locus eurocéntrico se convertía en universal y en racionalidad sin más. Esto fue
construir una forma de relacionarse con la realidad a partir de la dominación, que era la experiencia que ya
venían desplegando los europeos y que se traduce en su pensamiento. El ordenamiento del espacio (mapas)
y del tiempo (lectura como pretérito de las culturas orientales) en que Europa se sitúa como el
últimoescalón de la historia. “En esa perspectiva las “razas” no europeas, puesto que “inferiores”, no podían
ser consideradas “sujetos” de conocimiento, eran “objetos” de conocimiento, además de objetos de
explotación, dominación, discriminación” (Quijano, 1996: 613)
El eurocentrismo como patrón epistemológico tiene una arrolladora fuerza de desconocimiento,
desintegración y desprestigio de lo que no sea su propia forma de producir conocimiento a partir del
desarrollo sistematizado de la ciencia33. Todo conocimiento al que se arriba por todos medios y sin
“método” (homologado por la ciencia europea) es considerado precientífico y con esto se establece una

33“Así, se construyen epistemologías dominantes que desconocen y descalifican lógicas de otras, donde se han marginalizado las
particularidades de las comunidades étnicas en lo relacionado a la lengua, formas organizativas, tenencia de la tierra, legislaciones
propias, cosmogonías y sistemas productivos, entre otros” (YopasaRamirez: 116)
jerarquía del saber, además de un ordenamiento temporal (lo científico es lo moderno). Las formas de
relación con el conocimiento de los otros pueblos del mundo son “antiguas”, superadas, fruto de la
oscuridad y no de la luz (que solo califica a partir de la razón instrumental).
Lo más interesante, por las consecuencias que engendra, es que los colonizados, los dominados, los
transformados en periferia fueron forzados a mirarse con el ojo del dominador y a admitir como propias las
nuevas identidades negativas impuestas por la colonialidad.
El conocimiento se escribe en el cuerpo de las personas, como control, como saber, como autoridad, así
se constituye la base individual y colectiva del conocimiento. En la división del trabajo (asalariado
predominantemente para el centro y las otras formas de explotación –desde la esclavitud a la encomienda
ayer, hasta el cuentapropismo y la exclusión, hoy- para el mundo periférico. La colonialidad no es una
conspiración que se basa en la negación y represión del desarrollo del otro, sino una producción de sentido
basada en una internalización de la concepción dominante inscripta no solo en las teorías sino también en
prácticas cotidianas, en definitiva en los cuerpos.

2. Mapa nocturno de la colonialidad

La lógica de la modernidad impone a los sujetos colonizados un conocimiento producido desde otro
lugar y otra experiencia de vida, una geopolítica imperial del conocimiento.
En el plano más profundo lo que la geopolítica imperial de conocimiento implica es poner en cuestión la
humanidad misma de todas las personas no europeas. Humanidad, que tiene como condición y atributo la
posibilidad de producir historia.
Ser protagonistas de la historia no es una cuestión menor, la historia es una institución que legitima el
discurso dominante, pero que también determina la identidad.Jamásla construcción del relato histórico es
ni objetiva34 ni inocua. Una construcción histórica como relato desde la colonialidadsilencia otros relatos,
sobre todo otra perspectiva histórica, principalmente a aquellas historias que denuncian el carácter de la
dominación. Estas deben oportuna y necesariamente ser suprimidas.
La geopolítica del conocimiento (los cimientos históricos situados del saber y la ciencia) siempre va
acompañada de una noción de matriz colonial del espacio. Es decir también la geografía construye
subjetividad colonizada.
Una de las prácticas de universalización de una perspectivageopolíticaes la cartografía eurocéntrica, en la
que como vimos se ubica a Europa en una situación privilegiada(arriba y en el centro)en un mundo que no
es más que una esfera flotando en el espacio. Esfera que no tiene arriba ni abajo, que no tiene lado
occidental ni lado oriental, todo está dado por la perspectiva del conocimiento con fines colonizadores. La
difusión de estos mapas fue construyendo en los pueblos dominados una mirada, de Europa, pero también
de sí mismos, construida desde la perspectiva europea35.

34“La «historiografía rigurosa» es cómplice de la modernidad (la conceptualización y la práctica contemporánea de la historiografía
como disciplina son reformulaciones modernas de una práctica que se remonta -una vez más - a la filosofía griega). En ese sentido,
el argumento en favor del rigor disciplinario es, en realidad, una maniobra que permite perpetuar el mito de la modernidad como
algo separado de la colonialidad. Así, una persona educada en el Calmecac, en Anahuac, sin contacto con el legado de los griegos,
seria culpable de no saber que es la historia civilizada y de no ser consciente de su importancia” (Mignolo, 2007: 40).
35 “Lo que conocemos como historia y geografía del mundo, es sólo la historia y la geografía de una pequeña península de Asia. Esto

ha sido grave para los mismos conductores de Europa del oeste, ligados culturalmente a una visión parcial y falsa” (Jauretche, 1973:
160).
Podemos comparar a esa proyección Mercator, para ver su distorsión, con la llamada proyecciónPeters.
Esta (llamada así por el matemático alemán Arno Peters) es una proyeccion cartográfica que fue descrita
por primera vez en 1855 por James Gall.La proyección de Peters es equivalente, es decir que conserva la
proporción entre las áreas de las distintas zonas de la Tierra. Esta es su principal diferencia con la Mercator,
aunque esta última es la que se sigue utilizando en la enseñanza. El merito de la proyección de Peters es
que pone en tela de jusicio una imagen eurocentrica del mundo, ya que la proyección Mercator otorga gran
espacio a las tierras más cercanas a los polos y hace por ello parecer al norte de Europa, Rusia y Canadá
mucho más grandes de lo que son realmente.
Si al planisferio de Peter lo ponemos con el sur para arriba, teniendo en cuenta que no hay arriba y abajo
en el espacio, es mucho más significativa aun la diferencia.

O incluso se podría centrar en otra parte. Como desde América o desde China. Como se verá la mirada
condiciona lo que se ve. Pongamos el ejemplo de un planisferio con perspectiva china o americana.

Como sería el pensamiento en nuestro país si la geografía se mostrara el mapa desde nuestra propia
perspectiva, completo, es decir, integrando nuestra Antártida y por lo tanto con una mirada bioceánica.
Ponemos énfasis en el ejemplo de los mapas porque se suele creer que la geografía es una ciencia dura,
en la cual no hay ni perspectiva, ni una mirada política ni ideológica. Sin embargo, podemos apreciar ahí el
caráctereurocéntrico del conocimiento, aun en los terrenos que se presentan como “objetivos”
“Todo esto significa que, además de hacer referencia a un tipo hegemónico de subjetividad (el
imaginario de la blancura), la colonialidad del poder también hace referencia a un tipo hegemónico de
producción de conocimientos que en otro lugar he llamado la hybris del punto cero (…). Me refiero a una
forma de conocimiento humano que eleva pretensiones de objetividad y cientificidad partiendo del
presupuesto de que el observador no forma parte de lo observado. Esta pretensión puede ser comparada
con el pecado de la hybris, del cual hablaban los griegos, cuando los hombres querían, con arrogancia,
elevarse al estatuto de dioses. Ubicarse en el punto cero equivale a tener el poder de un Deus absconditus
que puede ver sin ser visto, es decir, que puede observar el mundo sin tener que dar cuenta a nadie, ni
siquiera a sí mismo, de la legitimidad de tal observación; equivale, por tanto, a instituir una visión del
mundo reconocida como válida, universal, legítima y avalada por el Estado. Por ello, el punto cero es el del
comienzo epistemológico absoluto pero, también, el del control económico y social sobre el mundo” (Castro
Gómez, 2005: 63)
A partir de la conquista ya no podían coexistir diferentes formas o mejor dicho perspectivas (puntos
desde de donde ver) del mundo. Había que normativizar la mirada única conforme a una jerarquización del
tiempo y el espacio.
Desde el siglo XVIII, y con la concepción iluminista como instrumento principal, esta matriz se autoafirma
en la idea de que Europa y su abordaje del conocimiento eran preexistentesal proceso de la conquista y la
dominación. Pero esto no es más que una falacia. Europa no fue antes de su expansión por los mares del
mundo subordinando a los pueblos, un centro de poder basado en la diferencia del conocimiento, ni un
sistema económico (el capitalismo) establecido y consolidado cuyo impulso le permite colonizar al resto del
globo. La realidad es que todas esas cuestiones se fueron desarrollando en la doble dimensión de la
modernidad/colonialidad, que a su vez fueron generando su propia periferia diferenciando a las personas, a
las razas y a las naciones en inferiores y superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados,
tradicionales y modernos.
La sociedad construida por los europeos se plantea a si misma como expresión más avanzada de la
humanidad, configuarndose como modelo de la sociedad moderna y medida de todo el resto de las
regiones perifericas. “La sociedad liberal, como norma universal, señala el único futuro posible de todas las
otras culturas o pueblos. Aquéllos que no logren incorporarse a esa marcha inexorable de la historia, están
destinados a desaparecer” (Lander, 2000: 10). “Por la razón o por la fuerza” como dice escudo de Chile.

3. El espejo distorsionado de la colonialidad del conocimiento en nuestra América


“Cuando el camino del engaño es largo, hasta la verdad se olvida de lo
cierto”
Hipólito Yrigoyen

Lo que el pensamiento decolonial subraya es que, desde la conquista de América, se fue construyendo la
colonialidad del conocimiento a partir de la colonización del imaginario de los dominados, imprimiéndolo en
el control y la dominación de cuerpo y mente. Esto no es solamente una imposición exterior, violenta, hecha
por el miedo o por las fuerza de las armas. Ni solo por el disciplinamiento en formas subordinadas de
trabajo. Por el contrario, la colonialidadactúa en el plano de ese imaginario, operando por líneas interiores.
En su plano represivo, en todo caso, se instituyó como policía del pensamiento, sobre modos de conocer, de
producir conocimiento, de producir perspectivas, imágenes y sistemas de imágenes, símbolos, modos de
significación; sobre los recursos, patrones e instrumentos de expresión formalizada y objetivada, intelectual
o visual de los pueblos originarios americanos, cosa que después fue reproduciendo, en la medida en que
encontró resistencia en otros pueblos no europeos.
La fuerza arrolladora del pensamiento eurocéntrico, con su capacidad de presentar su propia narrativa
histórica y mirada sobre la realidad geosituada, como el conocimiento objetivo, científico y universal y como
la forma más avanzada de la experiencia humana, tiene en nuestra América un impulso extra. Este
estáconfigurado particularmente por el carácter mestizo de la identidad americana, donde lo europeo no es
algo externo, meramente impuesto, sino que es parte de ese ser americano. Por eso, es tan difícil de
superarlo y sacárselo de encima.
La colonialidad del conocimiento, conlleva además, una contruccion de sentido común, de una forma
"natural" del ser de la sociedad y del ser humano. Todo lo que difiera con esta mirada, es visto como
esencial u ontológicamente inferior e imposibilitado de llegar a "superarse" y llegar a ser modernas (debido
principalmente a la inferioridad racial-nacional).
Estamos convencidos que no hay transformacion posible de la relación de domianicon si no es a partir de
la construcción de la propia perspectiva del mundo, es mas, de un propio paradigma construido del
conocimiento. La perspectiva es algo menor, puede haber incluso distintas perspectivas dentro de un
mismo paradigma. Nos es imperioso constituir un paradigma radicalmente distinto. La colonialidad del
conocimiento es, en ultima instancia, la negación de la posibilidad de construcción de otros paradigmas, sin
ubicarlos e inbricarlos en la evolución epistémica (e incluso lingüística) europea.
Como dice, desde el pensamiento nacional el gran Fermín Chávez (2014: 35): “La exportación de
ideología desde el centro a la periferia no constituye un hecho nuevo en la historia de la humanidad. Lo que
sí es un hecho nuevo es la toma de conciencia por los pueblos periféricos del significado de la ideología que
han recibido, o siguen recibiendo, de los sistemas centrales de poder”.
El desafío de América latina y en particular de aquellos que se consideran intelectuales es animarse a
romper con la colonialidad del conocimiento36, dejar la zona de confort para asomarse al lado oscuro de su
propia experiencia americana, y animarse a conceptualizarla. Eso no solo es posible sino también necesario,
para superar el hedor de América y la incomodidad37permanente que genera en aquellos que tienen acceso
en la educación, sobre todo la superior en nuestra América.
La transmodernidadDussel encuentra una clave poniendo el debate hacia adelante y no hacia atrás como
lo hacen las posiciones del culturalismo conservador. No se trata de una retroversión a la versión pre-
moderna de las identidades, como afirmación folklórica de un pasado idílico (como suelen hacer
indigenismos y fundamentalismos varios);ni tampoco un proyecto anti-moderno de grupos conservadores,
los nacionalistas reaccionarios, de grupos nazis o fascistas; ni un proyecto post-moderno como negación de
la Modernidad como crítica de toda posibilidad de construir un gran relato, renunciando a la posibilidad de
transformación, para caer en un nihilismo.
No es un camino reservado para una vanguardia iluminada que como generación excepcional piense sin
los condicionamientos del eurocentrismo. Es preciso encontrarlo en la práctica, en la vida, en el sentido de
los pueblos, en su andar político –tan paradójico e inexplicable desde la ciencia política eurocéntrica-. Se
trata entonces de descifrar las claves, los mensajes ocultos en botellas de náufragos –parafraseando a
Marechal- que constituyen la memoria popular. Ese camino no empieza de cero. En nuestra América hay
una rica tradición de ruptura con el eurocentrismo en los pensamientos nacionales de nuestros países si se
los mira sin prejuicios academicistas. Particularmente en nuestro país una fuerte ruptura de pensamiento
contra la colonialidad del conocimiento fue en paralelo con la práctica política del peronismo, nutriéndose
dialécticamente. Fueron también mojones la teoría de la dependencia (construida en América Latina y
también fuera) y la teología de la liberación, que han ido transformando la geografía del conocimiento.
En la medida de este avance no esta dada por la conciencia de la dominaicon (que es el primer paso
indispensable como reconocimiento de la enfermdad) sino en la medida en que se empiecen a producir
otras subjetividades, otros conocimientos, distintos a las trazadas desde la colonialidad del poder.

Capítulo VII: sobre la colonización pedagógica o acerca de cómo funciona la inteligentzia

36“Labúsqueda de alternativas a la conformación profundamente excluyente y desigual del mundo moderno exige un esfuerzo de
deconstrucción del carácter universal y natural de la sociedad capitalista-liberal. Esto requiere el cuestionamiento de las
pretensiones de objetividad y neutralidad de los principales instrumentos de naturalización y legitimación de este orden social: el
conjunto de saberes que conocemos globalmente como ciencias sociales. Este trabajo de deconstrucción es un esfuerzo
extraordinariamente vigoroso y multifacético que se ha venido produciendo en los últimos años en todas partes del mundo”
(Lander, 2000: 4).
37Kusch establece en terminos dramaticos esa incomodidad: “Ser sudamericano y de clase media, pensé, es como un estado

patológico, una forma de incapacidad congénita. Nos sentimos negados” (KuschNPP, 450). Vivimos, agrega: “La tragedia de ser
tremendamente cultos en un país supuestamente bárbaro”, agregando: “mientras escuchaba a la india, sentía la pobreza de mi
papel de técnico y de intelectual que estudia leyendas y religiones, pero que no logra creer en ninguna” (Kusch, IPD: 97). Kusch sitúa
la colonialidad en un el plano de una permanente incomodidad cultural o identitaria.
1. Civilizacióno barbarie, acerca de la madre de todas las zonceras
"La incomprensión de lo nuestro preexistente como hecho cultural o mejor dicho, el entenderlo
como hecho anticultural, llevó al inevitable dilema: Todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y
todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar”.
Arturo Jauretche (1973a: 9)
La lógica de imposición de la civilización europea como nueva colonización es, en nuestro país la base de
rechazo de lo americano. Así lo entiende Fermín Chávez (2014: 36): “El iluminismo informa el llamado
Proyecto del 80 y lo sumerge en aguas de colonia. La clase dirigente argentina, que lo hace suyo, concibe un
país geopolíticamente insular, sin conexión alguna con la América continental, que solo atiende mercados
transoceánicos y prescinde del mercado interno”. La clave de comprensión de ese iluminismo38 es, para
Chavez, es que “lo racional debe sustituir a lo real, en tanto éste es juzgado como producto absurdo de la
historia”. He aquí uno de los mecanismos fundantes de la colonialidad aplicados al caso concreto.
Kusch entiende que la construcción del binomio civilización/barbarie expresado en el Facundo, que
despuésproyecta a escala americanaen Conflictos y armonías de las razas en América, entraña un
reconocimiento de nuestra particular ambivalencia americana. Allíestá la clave de la colonialidad de nuestro
pensar mestizo americano. Kusch reconoce que el proyecto de Sarmiento y la línea liberal es el intento de
suprimir un polo, ya sea con el exterminio, el blanqueamiento inmigratorio, la aculturación por vía
pedagógica, o incluso la tristemente célebre automutilación territorial que aconteció con los territorios
altoperuanos.
Kusch dice que Sarmiento juega “el doble papel de creer y no creer en el país (…)”, pues si bien comparte
la fe liberal en el progreso ilimitado, reconoce íntimamente que la verdad del país yace en Facundo Quiroga.
La barbarie, aparece entonces en él como frustración, pero también como realidad, y de ahí su importancia
decisiva: el gran civilizador que llamará a “no ahorrar sangre de gauchos” no deja de reconocerle a la
barbarie el lugar de la realidad (a la que hay que modificar en función de civilizarla) de nuestra identidad, así
actúa definitivamente la colonialidad del poder.
Sarmiento mediante el instrumental propio de la colonialidad del conocimiento hace de lo bárbaro, una
categoría de lo pasado, lo antiguo, que hay que superar, y almismo tiempo lo provincianamente nacional, lo
local, lo mínimo frente a la inmensidad de lo universal, La civilización, la meta a alcanzar. Civilización es en
cambio, para él no lo extranjero sino lo universal, el cono de luz de la humanidad, aquello por lo que vale la
pena pagar un precio como puede ser el exterminio de los pueblos originarios,
Kusch propone una salida del laberinto planteado por Sarmiento de una forma distinta. Considerando
que la solución a ese dilema sarmientino estriba no en eliminar el otro polo del maridaje conceptual, la
civilización, sino en imaginar una América que, al decir de Carlos Cullen, brote desde la barbarie y no contra
ella, ya que, pese a su negación o encubrimiento, esta permanece, no se resuelve, y al fin retorna revulsiva y
cíclicamente.
En nuestra América en general, pero particularmente en nuestro país, el desarrollo del pensamiento en
clave de colonialidadse va a dar en paralelo con el desarrollo de una nueva clase dominante: la oligarquía
terrateniente. De la sociedad tradicional heredan el desprecio racista por el hombre y la mujer de pueblo, al
mismo tiempo que el deslumbramiento por las ideas europeas. Con estas clases dominantes cuyo riqueza

38 “El Iluminismo, que había alcanzado su pleno desarrollo en la Europa centro-occidental del siglo XVIII, constituye un movimiento
espiritual que caracteriza todo un periodo histórico de la cultura europea, en modo análogo al renacimiento o al romanticismo. Se lo
distingue por fue total y dogmática en la unidad y en el valor de la razón humana. Para lo iluministas, esta última es siempre idéntica
a sí misma, igual en todos los hombres y en todos los tiempos. Tuvo su origen dicho movimiento en Inglaterra y en los Países Bajos,
pero registro en Francia su mayor vigencia cultural” (Chávez, 2014: 47).
depende de sus lazos con el mercado mundial se construye también una idea de lo nacional como un
elemento solo relacionado con la prosperidad de sus negocios de exportación hacia Europa. Esto implica
una condición subordinada de lo nacional.
Pero esa construcción de sentido no se hace desde la nada, y ahí está el hilo de la colonialidad. Cuando la
oligarquía hace su exaltación del iluminismo compra la idea de que todo el cambio mundial se inició con la
revolución francesa. Aunque cuando importan sus ideas hacen una cuidadosa selección o más bien
interpretación. Así, las ideas de la revolución francesa, el liberalismo revolucionario de la burguesía que
hablaba del pueblo y la democracia, es tamizado por una particular lectura a partir de su experiencia
patriarcal de raíz colonial hispánica, paternalista, racista, de la clase dominante. Esta dualidad es planteada
por Jauretche (1973: 287): “Como ideólogos planeaban una sociedad igualitaria y democrática cuyo
destinatario era el pueblo, pero como hombres de ese pasado pertenecían a la estructura tradicional
compuesta sólo por dos rangos: la "gente decente, parte sana y principal de la población", y la "plebe" de
carne- y hueso que no podían imaginar contemporáneamente como parte activade la sociedad”.
Es nuevamente Sarmiento con su verborragia incontenible quien nos da la clave de la interpretación
oligárquica: “Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante.
Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra
Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir,
patriota”39.
La nueva colonización económica requiere de una nueva colonización cultural o bien pedagógica, con el
objeto de mantener las formas de dominio.
La estructuración de las formas propias del Estado moderno argentino y su relación estructural con el
mercado mundial, particularmente el británico, conlleva una vuelta de tuerca en las condiciones de la
colonialidad del pensamiento que se ajustan con lo que Jauretche llama la colonizaciónpedagógica. En ella
hay implícita desde el disciplinamiento de la mano de obra necesaria, hasta la homogenización
indispensable (para la estructuración de un Estado nación a la europea) frente al problema complejo que
tenían ante sí por la apertura de la migración masiva. Esto también, es preciso decirlo, trajo consecuencias
positivas impensadas por la propia oligarquía y es que como el gran agente de inculturación en la pautas de
la colonialidad fue la escuela, en la que se metió a la grandes masas (sobre todo a los hijos de los
inmigrantes) esto hizo que Argentina tuviera para principios de siglo índices de analfabetismo parecidos a
los países de Europa.

2. Sobre qué es y cómo funciona la Inteligentzia


Para el fundador de FORJA: “La juventud universitaria, en particular, ha asimilado los peores rasgos de
una cultura antinacional por excelencia”. Llama a “los efectos logrados por la "colonización pedagógica"
como una verdadera “mentalidad colonial” (Jauretche, 1973: 287). En un concepto bastante similar a la idea
de colonialidad del conocimiento utilizado por los pensadores del giro decolonial muchos años después.
La intelligentzia es la natural heredera de esa genealogía de la intelectualidad fundante de la idea de
civilización o barbarie, aun cuando se refugie en pensamientos progresistas o revolucionarios importados de
otras experiencias históricas y otras prácticas.

39Discurso en la Cámara de Diputados en 1866.


“Desde el principio nuestra "intelligentzia" identificó con cultura los valores universales consagrados por
los centros del poder, con exclusión de toda otra cultura” (Jauretche, 1973: 149) No solo hay un
deslumbramiento con el locus de enunciación eurocéntrico sino también como venimos viendo con la idea
de que allí está situado “lo nuevo”, lo más avanzado de la humanidad. “Se llama intelectual, no al que
ejercita la inteligencia, sino al que es ilustrado en cosas nuevas” (Jauretche, 1973: 149)
En síntesis, podemos afirmar que la colonización cultural a través del impulso de la Intelligentzia fue la
correlación de la imbricación económicamente dependiente que se plasmó en la segunda mitad del siglo XIX
en el modelo agroexportador en nuestro país. Actuando como una verdadera superestructura cultural40, “la
"intelligentzia" facilitó el proceso de la estructuración de los nuevos países como países dependientes,
derogando –fundamentalmente a partir de la ideología iluministas- “todos los valores autóctonos que
podían servir para el proceso de filtro y asimilación; mucho menos admitió la posibilidad de una creación
original, nacida de esa convivencia y de una recíproca penetración” (Jauretche, 1973: 151)
“La inteligencia se hizo "intelligentzia" y dando por resuelto que la cultura era exclusivamente lo
importado se convirtió en uno de los más eficaces instrumentos para extirpar de raíz los elementos locales
de cultura preexistentes. Sólo la tradición oral y los hábitos cuya perdurabilidad es lentamente afectada por
el cambio de condiciones parecieron subsistir como factores yacentes de la cultura derogada y con
preferencia en aquellos lugares no útiles a los fines concretos perseguidos por la civilización, en remotos
rincones de provincias” (Jauretche, 1973: 152).
Se confundió civilización con cultura, como en la escuela se sigue confundiendo instrucción con
educación. La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización
moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde
crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo al indígena que
podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa, y no según América” (Jauretche, 1973: 150)
Hoy es sobre todo en los claustros académicos donde se van construyendo los herederos de esa
Intelligentzia de la que hablaba Jauretche u otros pensadores nacionales como Juan JoséHernández
Arregui41 que decía: “la Universidad, en lugar de servir al desarrollo nacional, se acoraza en el ideal
ecuménico de la cultura, que es el modo abstracto e impersonal de mirar al país con el prisma agrisado de
las ideas extranjeras. Tal idea cosmopolita de la cultura universitaria es la forma institucionalizada de la
alienación cultural del coloniaje, y en su almendra, la Universidad misma del imperialismo, empeñoso en
romper todo proyecto de nacionalización cultural en los países dependientes. Así se aparta a las
generaciones estudiantiles-que también son oriundas en alta proporción de las clases medias- de la realidad
nacional que se transforma, no por la acción de la Universidad, sino por las fuerzas sociales que las luchas
nacionales de los pueblos engendran en su seno”
Para Jauretche “por eso son más inteligentes que nuestros intelectuales, que sólo expresarán la
inteligencia cuando sean expresión de la propia realidad. Cuando con humildad de cabecitas negras,
comprendan que ellos también son en el mundo cabecitas negras, y que el esfuerzo intelectual consiste en
dar una cada vez más alta expresión del cabecita negra” (Jauretche, 1973 35).
Solo allí podremos dar por enterrada a la actitud de la intelligentzia rompiendo la diferenciación entre
pensamiento y pueblo, y también su contracara desde lo popular que es la desconfianza con que suele mirar

40
“A la estructura material de un país dependiente corresponde una superestructura cultural destinada a impedir el
conocimiento de esa dependencia, para que el pensamiento de los nativos ignore la naturaleza de su drama y no pueda
arbitrar propias soluciones, imposibles mientras no conozca los elementos sobre los que debe operar, y los
procedimientos que corresponden, conforme a sus propias circunstancias de tiempo y lugar” (Jauretche, 1973: 28)
41citado por Jaramillo, 19
a lo intelectual, que de algún modo se expresa con esa falsa consigna endilgada al peronismo de “alpargatas
si libros no”. No son suficientes las actitudes paternalistas, de extensión como se comenzó a plantear hace
un siglo en la reforma universitaria de Córdoba. No se trata de hacer un derrame inducido del rico
conocimiento que se produce en los claustros, sino como decía el Che42, pintarse de pueblo, en realidad
empaparse, diluirse, en esa experiencia plebeya, bárbara, auténticamente americana y aportar desde ahí a
la construcción de la identidad común.

Capítulo VIII: Pensamiento progresista, pero eurocéntrico. Critica del pensamiento crítico.
“Europa derramó sobre la América criolla todo género de artilugios y de
especiosas razones, farmacopeas doctrinales y electrizantes sueños revolucionarios.
Solo una cosa nació de la América misma que no se importó y que resultó la única
verdadera. Es la idea de que sólo unidos seremos, y si no, no seremos”
Jorge Abelardo Ramos

1. Colonialidad en lo político

Cualquier acción política que se plantee generar “progreso” es forzada a entrar en los parámetros de las
categorías creadas en Europa. Pero si no encuadra no es más que una práctica bárbara, sucia, populista, es
decir, relegada comoproducción subalterna del cono de sombra, una cuestión poco importante, una forma
atrasada de política.
Existen experiencias históricas de los pueblos, vividas en contradicción con la domiancion y que no
fueron ni pensadas ni categorizadas ni por los filósofos políticos griegos ni por Europa moderna y sus
estructuras estatales mas que nacionales, su revolución industrial y vinculo directo con el capitalismo
dominante.
En América Latina las ideas progresistas llegan encapuladas y procesadas en la colonialidad del
conocimiento. El liberalismo como parte de la discusión de las elites ilustradas, como un pensamiento de
modernidad. La“socialista/marxista llega con la inmigración43, y son los inmigrantes y descendientes de
inmigrantes quienes crean los partidos políticos como la idea de una izquierda importada junto con las ideas
liberales y republicanas. Los inmigrantes que fundan la «izquierda» no tienen mucha idea -ni mucho menos
sentimientos- con respecto a las herencias, legados y presentes coloniales” (Mignolo, 2007: 213).
Como bien dice Jauretche (1973: 304): “la división entre izquierda y derecha, que es una transferencia de
los procesos político-sociales de Europa, da la apariencia de un enfrentamiento local, que es cierto sólo en
el terreno abstracto de las ideas y aún en los choques sociales solamente eventuales, pues hay una premisa
común en que sigue gravitando el dilema de "civilización y barbarie".
La premisa común es precisamente soslayar el hecho colonial y su contracara la identidad nacional. “Los
ideólogos de la derecha liberal y de la izquierda están enfrentados, pero enfrentados fuera del país; en el
país mismo, como ideólogos están de acuerdo en un punto común: el país es el sujeto pasivo de su tarea

42Charla de Ernesto Che Guevara los estudiantes uruguayos en ocasión de su presencia en la Conferencia de Punta del Este de 1961.
43Para la izquierda, de origen migratorio, “las naciones indígenas y las naciones afro no existen y si existen, como en el caso de los
indígenas, se los ve como campesinos sindicalizables. Con el correr del tiempo las nuevas generaciones de la izquierda marxista
fueron tornando conciencia de las limitaciones eurocentradas de la izquierda marxista” dice Jorge Abelardo Ramos en su crítica del
marxismo de indias. Pero desde Mariátegui en adelante existen corrientes tributarias del marxismo que buscan caminos menos
imitativos y más relacionados con la realidad latinoamericana.
civilizadora, no importa que unos civilizadores se apoyen en Adam Smith o en los filósofos del liberalismo, y
los otros en Kropotkin o en Carlos Marx” (Jauretche, 1973: 304)
La colonialidad del poder proyecta sus sombras sobre los modos de relación, las formas organizativas, los
métodos de lectura de la realidad, las proyecciones y las aspiraciones de la política en situación de
dependencia. También, y sobre todo, en las formas de ejercicio del poder. Y esto es así, porque con la
importación constitucional se le dio a las formas jurídicas sustanciales del estado un formato único
sacralizado, que tiene en las facultades de derecho su custodio principal. Pero, también, las respuestas
desde la herida colonial difícilmente se desprenden de estos límites, de la coerción ejercida desde la
colonialidad del saber y del poder.

2. La colonialidad en el liberalismo

El liberalismo constituye el primer polo progresista de la colonialidad europea. Es el pensamiento de la


burguesía que comienza como una resistencia contra las imposiciones y el dominio de un régimen opresivo
como el absolutismo. En su origen es una opción ideológica revolucionaria en tanto necesita concitar el
apoyo de todos los sectores oprimidos por el antiguo régimen para su derrocamiento. Es entonces al
principio una lucha contra el “oscurantismo” de una sociedad anquilosada en mil años de sistema feudal.
Sus conquistas por la libertad se afirman en el derecho, en tanto imposición al poder político de límites en
las facultades absolutas de los monarcas. En la medida que se va desplegando el estado, que al principio
surge de la concentración en manos del soberano absoluto (por cierto con el apoyo de la burguesía en el
deseo de desplegar su radio de realización de la plusvalía en espacios mucho mayores hasta entonces
impedidos por los señores feudales), esa burguesía en tanto decide enfrentarlo para garantizar sus derechos
mira a ese estado con la mayor de las desconfianza. En esa pelea, finalmente la burguesía se termina
imponiendo imprimiendo en el estado su impronta. El mayor nivel de imposición de los derechos según la
concepción de esa burguesía una vez transformada en clase dominante fue el ordenamiento constitucional,
que fundamentalmente garantiza la propiedad privada, como piedra basal del orden económico capitalista,
pero ordena fundamentalmente a la forma de ejercicio del poder. Fue la construcción del Estado de
derecho. Esta idea con base en garantías y derecho que efectivizan libertades basadas en la extensión de la
propiedad, en el funcionamiento republicano de contraposición de poderes (a partir del invento
conservador del barón de Montesquieu de la separación de poder ejecutivo, judicial y legislativo para
contemporizar los intereses subyacentes en la disputa de la Europa de entonces). Ese estado de derecho
aun hoy se proyecta a los territorios impregnados de la colonialidad como un imperativo cartabón del grado
de civilización. Las garantías constitucionales instrumento de las libertades civiles, se exportan sin las
prácticas y las experiencias con las que fueron construidas en Europa o en EE.UU., a impulso de las luchas
sus respectivas burguesías. Por eso nunca fue una característica reconocible la estabilidad de esa
institucionalidad importada por los países sometidos a la condición de periferia.
La confrontación y la desconfianza contra el Estado, generada en condiciones específicas pero exportada
como comprensión universal hacia los países dependientes, en los cuales que los sectores populares le
puedan poner su impronta al Estado hace la diferencia clave.
Sin control del Estado, forma de organización del poder que, si bien toma las formas estructurales y
jurídicas surgidas de Europa, al tener actores distintos en su constitución real o material produce
consecuenciasdistintas. Mucho mas si consideramos que el Estado es la condensación de la correlación de
fuerzas sociales al interior de la sociedad y al mismo tiempo quien construye la correlación hacia afuera, en
la medida en que articula las decisiones económicas, sociales, culturales que pueden romper con el sistema
de dependencia.

3. la colonialidad del pensamiento socialista europeo


El mayor parámetro ideológico de defensa de las mayorías sometidas a la explotación (por la vía salarial)
en Europa la constituye el pensamiento socialista. Tampoco en este caso pretendemos someter esa forma
de abordaje ideológico a una crítica rigurosa sino más bien afirmar la colonialidad que implica su
apropiación por los sectores revolucionarios de los países coloniales, sin dar cuenta de la diferencia colonial.
La adopción del marxismo, aunque sea la voz máscrítica del capitalismo en su locus de enunciación europea,
no deja de ser un acto de colonialidad, en la medida en que no se haga con disposición a poner sobre el
primer planto la herida colonial, poniendo en crisis algunos de sus supuestos. El marxismo funciona con las
dos condiciones de la colonialidad, es decir se piensa universal y como lo más avanzado del pensamiento de
la humanidad. En su concepción espacial y temporal es un producto típicamente europeo, es decir, no
puede escapar a los condicionamiento de un pensar situados. Es de esta manera en su base conceptual, que
parte del pensamiento de la burguesía: la filosofía dialéctica alemana, el positivismo francés y su análisis de
clases sociales44, y la economía clásica británica.
El marxismo, en la Europa del siglo XIX, intenta depurar al socialismo existente –tanto primera forma de
respuesta a las injusticias generadas por el capitalismo- de sus ribetes utópicos para transformarlo en un
pensamiento científico45, sin discusión, categórico, predictivo de los acontecimientos sociales y políticos.
Eduardo Astesano46 da en el núcleo de la europeidad de los pensadores del socialismo científico cuando
sostiene que “Marx y Engels construyeron un esquema lineal en escalera del paso de la comunidad primitiva
a la sociedad de clases, aceptado por la antropología de su época para la historia de Europa (comunismo
primitivo, esclavitud, feudalismo y capitalismo). Obligados a entrar en el análisis de otras sociedades, dieron
preventivamente carácter universal a ese esquema” (Astesano, 1972: 154).
En relación a la experiencia de los pueblos transformados en periferias esta concepción no ha hecho más
que introducir al marxismo en un callejón sin salida. En principio, porque prácticamente toda la historia de
Asia, África y América latina contradice esta teoría (Batra, 1969:
Hegel, intrínsecamente relacionado con lo que entendemos por colonialidad, es cuando plantea quela
cultura americana era “eco del Viejo Mundo y reflejo de ajena vida”47

44Aunque resule sorprendente el concepto de clases bien de la voluntad de clasificacion de las ciencias duras. “La idea de “clase” fue
introducida en los estudios sobre la naturaleza antes que en los estudios sobre la sociedad. Fue el naturalista sueco, Linneo, el
primero en usarla en su famosa clasificación botánica del siglo XVIII. Él descubrió que era posible clasificar las plantas según el
número y la disposición de los estambres de las flores, porque éstas tienden a permanecer sin cambios en el curso de la evolución20
(…) Para Linneo, las plantas estaban allí, en el “reino vegetal”, dadas por naturaleza, y a partir de algunas de sus características,
empíricamente diferenciables, era posible “clasificarlas”. Los que estudiaban y debatían la sociedad de la Europa centronórdica, a
fines del siglo XVIII y a comienzos del XIX, aplicaron la misma perspectiva a las gentes, y encontraron que era posible clasificarlas
también a partir de sus características más constantes, en especial por su lugar en la estructura social de riqueza y pobreza, mando y
obediencia. Fue un hallazgo saintsimoniano descubrir que la fuente principal de esas diferencias estaba en el control del trabajo y
sus productos y de los recursos de la naturaleza empleados en el trabajo. (Quijano, 2000: 308)
45“El socialismo aparece, ahora, no como el descubrimiento casual de tal o cual intelecto de genio, sino como el producto necesario

de la lucha entre dos clases formadas históricamente: el proletariado y la burguesía. Su misión no era ya elaborar un sistema lo más
perfecto posible de sociedad, sino el proceso histórico económico del que forzosamente tenían que brotar estas clases y su
conflicto, descubriendo los medios para la solución de este. Dos grandes descubrimientos, la concepción materialista de la historia y
la revelación del secreto de la producción capitalista, mediante la plusvalía se los debemos a Marx” (Engels, 1968:53).
46 Recordemos que Astesano parte de su formación marxista y si bien se empapa de la experiencia histórica del peronismo hasta

plantear la necesidad de un nacionalismo histórico para superar al materialismo histórico en ningún momento deja de lado el
instrumental de análisis marxista para abordar las contradicciones sociales.
47
Citado por el pensador mexicano Leopoldo Zea en su libro La filosofía Latinoamericana.
“La tesis hegeliana48 de los «pueblos sin historia», heredada por Marx, permite entender por qué razón
éste vio a Latinoamérica como un continente incapaz de desarrollar una estructura económica y social que
le permitiera insertarse, con alguna esperanza de éxito, en el proceso revolucionario mundial. Para Marx
América Latina era un conjunto de sociedades semi-feudales gobernadas por latifundistas que ejercían su
poder despótico sobre unas masas carentes de organización. La revolución de la independencia habría sido
obra de un puñado de separatistas criollos que obraron con el apoyo externo de la burguesía inglesa, sin
contar para nada con el respaldo de las masas populares. Por esta razón, al redactar su artículo sobre Simón
Bolívar para el New York DailyTribune en 1857 Marx se refirió al prócer venezolano como representante
típico de una clase dirigente reaccionaria y partidaria de establecer una monarquía bonapartista en el
continente” (Castro Gómez, 2005: 16).
Marx se refirió al libertador americano como el "canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el
verdadero Soulouque", (carta de Marx a Engels de fecha 14-2-1858). En esa misma afirmó algo mucho mas
interesante que nos muestra con mas fuerza la incomprension europea de los procesos y las formas en que
se encarna la politica en nuestra America, pero tambien su agudeza de analisis: "La fuerza creadora de los
mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes
hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar".
Las formaciones sociales imperiales del mundo no europeo con su propiedad colectiva, aunque eran una
burocracia teocrática, aprovechaban el excedente con su basamento en la previsión social, cosa que el
capitalismo y el sistema privatista europeo recién empieza a desarrollar hacia fines del siglo XIX con
antecedente en la Alemania de Bismark y después en el Estado de Bienestar Keynesiano ya en el siglo XX. La
construcción es ese sentido de la historia fue una forma de deslegitimar a los grandes imperios configurados
por los pueblos no europeos que fueron los que en mayor o menor medida opusieron una cierta resistencia
al proceso de ocupación territorial del globo por parte de los europeos49. De esta forma el pensamiento
eurocéntrico los suele presentar como una forma de organización irracional y rayando el despotismo
inhumano. Como si el capitalismo fuera la panacea del humanismo.
Los escritos de Marx muestran su profunda aversión por los medios del capitalismo británico pero al
mismo tiempo su profundo desprecio por el mundo tradicional hindú e incluso en su justificación de la
expansión europea a China, califica a esta de “cuna milenaria de la archireaccionario y del
archiconseradorismo” y aunque se impresiona por la resistencia al avance del progreso a los cachetazos
impuesto por los blancos europeos hasta al punto de reconocer que se trata de “una guerra popular por la
supervivencia de la nación china, y , a pesar de su altivos prejuicios, su estupidez, su docta ignorancia y su
barbarie pedantesca, si se quiere, pero siempre una guerra popular” (citado por Sofrei, 1969: 37)
Todo el pensamiento socialista europeo tiene estas determinaciones, no es solo un problema
estrictamente del marxismo. Como dice Bartra (1969: 33): “Jamás los socialistas de la segunda internacional
se imaginaron siquiera la posibilidad de que los pueblos no europeos se desarrollaron autónomamente;
siempre dudaron de la capacidad de la naciones atrasadas para emancipar por propia iniciativa”. Los
socialistas europeos le “enseñan” a los del tercer mundo como deben entender esa realidad que los agobia

48En sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal Hegel consideró que América Latina se encontraba todavía fuera de la
historia por no haber desarrollado unas instituciones políticas y un pensamiento filosófico que le permitieran insertarse en el
movimiento progresivo hacia la libertad, característico de la Historia Universal.
49Haciendo una profunda autocritica un marxista británico afirma: “En realidad seguimos a los historiadores burgueses al dar por

descontado que la historia del mundo imita el modelo de la historia de una región particular, una región que, por el contrario, solo
ha asumido la dirección de los últimos cuatrocientos años aproximadamente” (Sofrei, 1969: 154)
y lo hacen con sus propias fórmulas. Pero nada dicen de la explotación colonial de las naciones sometidas50.
Mientras tanto los socialistas metropolitanos signen esperando infructuosamente que en los países
colonizados se cree con el desarrollo capitalista una clase obrera a la europea para hacer realmente efectiva
sus enseñanzas de lucha social. Lo que estos socialistas esconden es que Liverpool y la burguesía británica
es tanto hija de la plusvalía del obrero inglés, como de la de los trabajadores esclavizados de las
plantaciones americanas o de la apropiación del trabajo humano en el resto de los continentes. “El
socialismo era un sueño culto para hombres blancos, pero no para hombres de color” afirma lapidariamente
Eduardo Astesano (1972: 165).
El error fundamental, como decía Puiggrós, de las izquierdas argentinas, fue analizar la historia y la
política con categorías extrapoladas de otras historias y geografías de las cuales habían surgido, de otras
realidades; de otras contradicciones internas de otras situaciones nacionales, al mismo tiempo que
priorizaban políticamente las contradicciones internacionales frente a las contradicciones internas
(Jaramillo, s/f 5)
Al decir de Rodolfo Puiggrós en Las izquierdas y el problema nacional: “La costumbre de conceptuar
conceptos extraídos de libros e informes, o de conceptuarexperiencias ajenas, en vez de analizar la realidad
social sobre la que se pretende actuar,explica la desconexión de las izquierdas latinoamericanas de los
movimientos de masas desus países. Reemplazan las contradicciones sociales por etiquetas que las ocultan o
lasdeforman.... conceptúan conceptos y temen conceptuar a la realidad, porque no quierencorrer el riesgo
de sumergirse en ella para transformarla”5.
Aunque también es justo decir también existen pensadores que provienen de esa tradición pero que
fueron rompiendo el molde porque pensaron desde América, pongamos por caso quizás al más profundo, al
peruano José Carlos Mariátegui. En argentina muchos pensadores provenientes del marxismo y sin abjurar
del mismo como método de análisis acercándose al peronismo se nutrieron de prácticas de la diferencia,
construyeron bagajes conceptuales diversos que enriquecieron la mirada de sí y del mundo del propio
peronismo, nos estamos refiriendo entre otros a Juan José Hernández Arregui, Eduardo Astesano, Abelardo
Ramos, Rodolfo Puiggrós o militantes que vienen de esa tradiciónpolíticae hicieron también su aporte al
debate sobre la naturaleza y el sentido del peronismo en los setenta, como Carlos Olmedo, fundador de las
FAR e integrante de la conducción de Montoneros, por solo citar uno.
Pongamos un ejemplo de esta reinterpretación con el instrumental teórico del marxismo pero parándose
en la herida colonial. Eduardo Astesano plantea: En realidad el sistema capitalista se fue organizando en
base a una doble explotación, en un sistema combinado de extracción de plusvalía. Las grandes naciones
capitalistas de Europa occidental se enriquecieron sobre la explotación del trabajo humano con el sistema
colonial de producción eminentemente primaria y agraria de Europa oriental, América latina, Asia y África. Y
al mismo tiempo con la explotación de los trabajadores de sus respetivos países. Acumulado todo en las
mismas manos una burguesía que se apropió del instrumento de organización de la formación social original
y eficaz: El Estado nacional.

4. La colonialidad en el pensamiento posmoderno


Son dos caras, dos caras nuevas “refrescadas” en una cirugía estética, del pensamiento eurocéntrico.
Una autojustificatoria y otra crítica, pero ambas con la ausencia del tercer excluido, la vida, la práctica, el
pensamiento del mundo sometido a la colonialidad.

50Es este el reclamo que les hace Ho Chi Minh a sus camaradas del partido comunista francés en el tiempo que vive en la metrópoli
europea.
El postmodernismo en una visión máscínica51 y oscura, que parte de la base de la náusea que da a los
pensadores de los países centrales el injusto mundo construido por cinco siglos de eurocentrismo.
Es cierto como dice Mignolo(2000 I: 58) que “la postmodernidad, autoconcebida en la línea unilateral de
la historia del mundo moderno continúa ocultando la colonialidad, y mantiene la lógica universal y
monotópica -desde la izquierda y desde la derecha- desde Europa (o el Atlántico Norte) hacia afuera”. Pero
también lo es, que el pensamientodecolonialactúa y es determinado con muchas herramientas del
posmoderno que de algún modo condicionan su mirada. Pongamos como ejemplo la idea del fin de los
grandes relatos producida por el posmodernismo que quiere encontrar la emancipación en la ruptura de
pequeñas relaciones de poder y la idea de varios pensadores del giro decolonial que el secreto de la ruptura
con la colonialidadestá en la marginalidad desechando el concepto de pueblo.
Toda respuesta se hace casi individual, y por lo tanto sujeta a las condiciones de cada persona o de tribus
ciudadanas que se paran desde sus matices, sin integración de intereses posibles entre los sectores
oprimidos.
La ausencia de grandes relatos separa la política de la épica. Y así se obtura cualquier camino de
liberación posible. La emancipación es escapar al control panóptico del poder, entendiendo que lo único
que realmente vale es la microfísica del poder. El carácter opresivo del estado, el control sobre los cuerpos
solo puede ser contrarrestado con la sublevación pequeña desde la relatividad de la diferencia que no
puede sino remitirnos a la diferencia individual.
Los instrumentos de dominación siguen siendo sociales, colectivos y la confrontación con ellos sigue
teniendo la misma naturaleza.
“El capitalismo posmoderno, basado en la producción de conocimientos, ha convertido a la biodiversidad
en el nuevo «oro verde» de las Indias. La tesis de H&N en el sentido de que no hay «afuera del Imperio» no
significa que todos los territorios geográficos han sido ya colonizados por la economía de mercado y que,
por tanto, la era del colonialismo ha terminado” (Castro Gómez, 2005: 90)

5. La crítica al pensamiento decolonial


“Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”
Confucio

“El pensamiento decolonial, en su fundación histórico-filosófica, no surge fuera sino en la exterioridad:


es decir, el pensamiento de alguien que fue clasificado/a afuera (anthropos, bárbaros, primitivos, inferiores,
homosexuales, lesbianas) en el proceso epistémico político de definir el adentro (humanidad, civilización,
desarrolladlo, superior, heterosexual, blanco o blanca, cristiano o cristiana, europea o europeo, o
criollo/mestizo/a de descendencia europea en América del Sur, Australia, Nueva Zelandia, EE.UU., Canadá)”
(Mignolo, 2009: 263). En realidad aquí radica el error de percepción de Walter Mignolo, porque el
verdadero pensamiento decolonial no es exterioridad, ni mucho menos en la marginalidad, tampoco en los
confines, en la frontera como interpreta Mignolo aAnzaldúa. Es desde el lugar del otro, el negado, al que se
le secuestro la humanidad, como planteaba Fanon. Y por eso es un pensamiento situado geoculturalmente,
es decir no solo en la geografía también en la identidad cultural. Pero como es desde los lugares colonizados
no deja de ser mestizo, y en este sentido si de frontera, entendida como el lugar en donde se pierde la
distinción entre el adentro y el afuera. Sobre todo en el mestizaje que es un espacio de herencia mixta como
sostiene Quijano (1988) en sus primeros libros. Y ahí esa precisamente su riqueza.

51Ver el origen de la filosofía cínica griega


El argumento de los pensadores decoloniales es que el racismo es la base de la colonialidad del poder,
quien primero trabaja este tema es Aníbal Quijano, partiendo desde el profundo desprecio que existe en el
pensamiento de la oligarquía criolla peruana respecto de los pueblos de ascendencia incaica, aun cuando la
reivindicación de lo inca está en la base de la formulación de la nacionalidad del Perú.
Mignolo es quien plantea que la creencia en la superioridad étnica de Europa sobre las poblaciones
colonizadas estaba emplazada sobre el esquema cognitivo de la división tripartita de la población mundial y
sobre el imaginario del Orbisuniversalischriustianus.
Cuando los pensadores del giro descolonial abordan como cuestión central y permanente de la
colonialidad el racismo52 están haciendo de un descubrimiento (la creación e instrumentalización de las
razas para marcar la condición del dominio colonial) una proyección sine die en el tiempo (desconociendo
como las identidades se expresan en su propia afirmación).
Quijano (2014: 4) sostiene: “En el curso de la expansión mundial de la dominación colonial por parte de
la misma raza dominante -los blancos (o a partir del siglo XVIII en adelante, los europeos)- fue impuesto el
mismo criterio de clasificación social a toda la población mundial a escala global. En consecuencia, nuevas
identidades históricas y sociales fueron producidas: amarillos y aceitunados (u oliváceos) fueron sumados a
blancos, indios, negros y mestizos. Dicha distribución racista de nuevas identidades sociales fue combinada,
tal como había sido tan exitosamente lograda en América, con una distribución racista del trabajo y de las
formas de explotación del capitalismo colonial. Esto se expresó, sobre todo, en una cuasi exclusiva
asociación de la blanquitud social con el salario y por supuesto con los puestos de mando de la
administración colonial”. Esto, que es incuestionablemente así en un comienzo, luego va girando hacia la
justificación no del dominio de una raza (los blancos) sobre otras (negros, amarillos, indios o cabecitas
negras) sino el dominio de algunas naciones.
Creemos que la invención de la raza ha perdido fuerza y ahora la diferencia nacional, traducida en
justificación de anquilosadas idiosincrasias de los pueblos ha sido transformada en la principal forma de
legitimación del dominio.
La confusión entre nacionalización, estado y democratización no aporta mucho a la determinación del
locus de enunciación desde donde se tiene que parar los pueblos dominados. Por eso cuando Quijano
reduce la nacionalización de las sociedades a“procesos de democratización del control de recursos de
producción, en el área privada, y de mecanismos institucionales en el área pública. De ese modo, sin dejar
de ser desiguales los lugares y los roles de las gentes en las relaciones de poder, pudo ser más o menos
democrática la distribución entre ellas del control del poder, privado y público. Sin distribución democrática
en el área privada, en el área pública esa distribución no sería democrática, o sólo formal e inestable”
(Quijano, 1996: 618) está mezclando las cosas, el carácter republicano con su estabilidad, la distribución
económica, la organización de poder, la identidad, las oligarquías, el aparato del estado, etc. ¿desde dónde
si no es a partir de su propia identidad nacional los pueblos pueden construir su propio conocimiento? Todo
ello a pasar del carácter mestizo de esa identidad nacional. E incluso, a pesar de que el estado que van
construyendo, como forma de organización del poder, sea una permanente disputa entre lo impuesto y la
particularidad nacional.
Se equivoca Quijano (1996: 618) cuando afirma: “los procesos de nacionalización social/estatal pudieron
ser más exitosos y más duraderos cuanto más profundamente democrática pudo ser esa distribución del

52“La colonialidad es uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder capitalista. Se funda en la
imposición de una clasificación racial / étnica de la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder, y opera en
cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la existencia cotidiana y a escala social” (Quijano, 2000:
285).
control del poder, y tanto más estable y duradero el proceso. Y en caso alguno podría sostenerse que el
proceso es total y definitivo”.
Dicho en conceptos de Sampay la adecuación de la constitución material y constitución formal, y todo
esto a partir de la consolidación de una clase dominante (la burguesía) que identificó sus propios objetivos e
intereses con el proyecto del conjunto de la sociedad.
Al plantear esta reducida identificación de lo nacional y de lo estatal, Quijano está dejando de lado varias
cuestiones importantes para pensar los conflictos propios de América a la hora de construir su propia
nación y nacionalismo. Por mencionar, solo algunas, de las cuestiones que deja afuera podemos hablar del
proceso de balcanización de la identidad americana y su territorio, producido por el injerencia directa del
imperialismo británico; o el predomino oligárquico (relacionado directamente con intereses que no hacen a
lo nacional) en la disputa sobre el sentido de la construcción de los Estados modernos de América Latina, ni
el marco de colonialidad del poder misma (para utilizar su propia teoría) de la que los estados de patria
chica son consecuencia.
En la historia argentina debemos tener en cuenta que el proceso democratizador que Quijano reclama
fueron desarrollándose con el yrigoyenismo primero -con la extensión del voto- y el peronismo, después –
con una más justa distribución de la riqueza-. Sin embargo, Quijano les sigue negando el carácter nacional
aplicando el cartabón del parámetro europeo de la constitución del Estado Nacional.
Cuando Quijano dice “En términos de la cuestión nacional, sólo a través de ese proceso de
democratización de la sociedad puede ser posible y finalmente exitosa la construcción de un Estado-nación
moderno, con todas sus implicancias, incluyendo la ciudadanía y la representación política (2014: 25)”, lo
que está demostrando es la colonialidad de su pensamiento que está esperando que la realidad histórica de
América repita los pasos del camino europeo. Acá se nota su formación marxista que espera que la cuestión
nacional y la cuestión democrática sea llevada a cabo por una burguesía progresista.
Esa es la experiencia europea, que además tiene su base en el establecimiento del control en una
homogenización compulsiva.
Lo nacional en los pueblos del tercer mundo fue la forma deidentidad mayormente asumida por los
pueblos subordinados del mundo. Pero en la forma de organización del poder (típica y originalmente
europea) se organizó el espacio de la política y el debate, incluso la participación democrática.
Aunque incomode a los conjunto de intelectuales vinculados al giro descolonial, lo nacional –en forma
general de identidad no en las particulares de lo estatal- se fue constituyendo como el criterio fundamental
para la distribución de la población mundial en los rangos, lugares y roles en la estructura de poder global.
De los autores decoloniales quien más cerca se encuentra de tirar el chico con el agua sucia es Walter
Mignolo53 que plantea directamente a América y a América latina en particular como un invento de la
modernidad y por lo tanto con carácter colonial.
En el momento mismo que surgir la UnasurMignolo se equivoca sustancialmente diciendo: “sea cual
fuere el futuro de unión Sudamericana, aparece hoy como una señal de que el ciclo de la ideología
«!atinoall1ericana» ha llegado a su fin” (Mignolo, 2007: 167). A veces el exceso de intelectualización juega

53Mignolo niega la identidad de nuestra America explicitamente: “Lo que yo sostengo, entonces, es que·America Latina no es un
subcontinente sino el proyecto politico de las elites criollo-mestizas” (Mignolo, 2007: 82) Incluso llega mas lejos justicando la
apropiacion por los norteamericano de la palabra America: “Asi como cl nornbre del continente «amcricano» excluyó todas las
denominaciones territoriales anteriorcs, la palabra «America» usada como nornbrc de Estados Unidos ha dejado a otros paiscs y
rcalidadcs dcntro de una toralidad imaginaria. Los «latino americanos» objetan cse uso arguyendo que «America- pertenece a
todos, no solo a Estados Unidos. Si bien su razon es justa, pocas veces se preguntan por que Estados Unidos se apropio del nombre.
Por que las voces hegemónicas de Esrados Unidos decidieron denominar «America” a su pais? ¿Qué idea de America se materializa
como consecuencia de esa decision?” (Mignolo, 2007: 170).
en contra de la comprensión de los procesos políticos reales y termina siendo funcional a las estrategias
imperiales.
Es preciso valorar en los pensadores decoloniales la capacidad de ruptura (y su profundidad), que los
sitúa en los márgenes de lo académico, aunque siempre por el borde interno (a diferencia del pensamiento
nacional que se construye desde lo político en la mayoría de los casos por afuera de las instituciones
académicas)

El argentino Juan JoséHernández Arregui en 1973, en su libro Imperialismo y Cultura: “Elsino mundial de
la América Hispánica no podrá realizarse sin la voluntad de sus gruposnacionales integrantes organizados
sobre una conciencia común de los problemas. Talpolítica debe ser la moral en grande del continente.
Hispanoamérica se convertirá enpotencia mundial, cuando las energías nacionales de sus pueblos se
integren en un plancontinental capaz de conferirle la categoría de superpotencia. Las desarmonías
queobstaculizan esta unión no se fundan ni en antinomias culturales ni en repulsas históricas,sino en la
incomprensión fomentada o en la interferencia de fuerzas ajenas al derrotero deAmérica Hispánica”.

CapítuloIX: Los dos corazones de la liberación de la colonialidad: lo popular y lo nacional


1. Colonialidad y pueblo
Si hay un concepto que pone al pensamiento eurocéntricoincómodo y se hace sencillamente
incomprensiblees el de “pueblo” como categoría política, social y cultural.
No será entendido por esa matriz sino como una forma de unidad por la necesidad, en algunos casos de
la necesidad de no matarse violentamente (como sostiene Hobbes) y así frustrar de forma perenne la
posibilidad de la felicidad que cada individuo persigue. La sociedad solo existe en la medida que se
establece un contrato.
El peronismo, en tanto nacionalismo/popular/revolucionario ha planteado desde sus orígenes que la
contradicción principal es nación-imperio y pueblo-oligarquía. La categoría de pueblo es mucho más amplia
que la de proletariado, propia del marxismo clásico. El pensador argentino Nicolás Casullo nos aproxima a la
diferencia: “conflicto que se despliega y totaliza a partir de la potencia cultural del mito que reasigna otros
lugares de comprensión a todos los actores entrados a escena (paisaje societal más rico, complejo y
traumático que una lectura simplificadora de clase). El mito en este caso es obrerista en sentido lato, y a la
vez su idiosincrasia ‘peronista’ reviste a esa presencia trabajadora de atributos que des-orientan una lectura
simple sobre proletarios. El peronista es un sujeto mucho más producto de ese mito, del mundo simbólico
cultural que lo sitúa en escena, que del explotado a secas por las relaciones de producción” (Casullo, 2008)
El pueblo no es sólo un sector social, es una concepción de relación con el propio suelo, es el
componente plebeyo de la población. Son los intereses de relación encarnada, afincada, localizada,
territorializada, hecha nación del presente. La identidad de ese pueblo se expresa fundamentalmente en los
sectores más humildes y mayoritarios de la población. Pueblo es, parafraseando un viejo apotegma, el que
no tiene para perder sino sus cadenas en su pelea contra el sistema de dependencia. Pueblo es en
definitiva, lo exterior, la diferencia constituyente en tanto se organiza con vocación de hegemonía en el
conjunto social, es decir, en tanto tiene un proyecto de poder. Pueblo es quien vive la herida colonial.
El antagonismo se construye en la medida en que se despliega el sistema de dependencia construyendo
un sistema de privilegios que le permite a la oligarquía apropiarse de gran parte del excedente esta
sociedad produce. El pueblo se constituye en la respuesta a ese sistema de opresión interna en la medida en
que es su víctima.
Para el peronismo el pueblo tiene su amalgama en el trabajo54. Es el eje a partir del cual se construyó la
justicia social como respuesta de articulación de las demandas de las mayorías. Desde la condición de
trabajador surge un haz de derechos que le permiten acceder a la justicia distributiva, pero también el
sentido de pertenencia como pueblo. El trabajo, además, le permite darse al trabajador dignidad a sí
mismo. También participa de la discusión sobre el rumbo mismo de la nación, comprometido con lo
nacional. Esto último es así porque se plantea en el concepto clásico del peronismo que el Pueblo es: la
masa más la doctrina. Es decir, en la medida en que las mayorías populares se van apropiando de un sentido
y justificación de su acción política (eso es una doctrina) y ésta se enmarca en un proyecto nacional en el
sentido de ruptura con la subordinación colonial, se van convirtiendo en Pueblo.

2. Colonialidad y la cuestión nacional


Decía J:W:Cooke (1974): “La conciencia nacional es también conciencia histórica, es decir, sentido de que
la Historia no es una fuerza misteriosa que se abate como una fatalidad sobre nosotros, sino la designación
que damos a la actividad humana; no un desarrollo externo al hombre, sino el resultado de lo que hace el
hombre”
Uno de los factores determinantes para construir una nacionalidad de patria chica como decíaJauretche
y vinculada a la matriz europea, fue la creación de una historia oficial, que no solo es eurocéntrica,
argentinocéntrica, porteñocéntrica, oligárquicocentrica y patriarcal.
Bartolomé Mite fue quien puso las piedras basales de esta historia oficial, que aún hoy, másallá de los
matices introducidos con su compromiso personal por miles de docentes, se repite a sí misma en la creación
del sentido común histórico.
Jauretche discute los pilares de la idea de nación que se enseña en la escuela: “La nación para la
intelligentzia·continúa siendo lo que fue para la ilustración y sus continuadores de la política liberal, que no
la concibieron como fin en sí misma, sino como medio. El fin no es la nación, lo son las instituciones: la
República, la Constitución, la democracia, la libertad misma, considerada esta desde un punto de vista
individual, y no desde un punto de vista nacional” (Jauretche, 1973: 177-178)
Esteban Echeverría (citado por Jauretche)sostenía "Los esclavos o los hombres sometidos al poder
absoluto no tienen Patria, porque la Patria no se vincula a la tierra natal, sino al libre ejercicio de los
derechos ciudadanos". “En cuanto la Patria "no es el suelo en que se ha nacido", como dice Echeverría y ese
pensamiento es propuesto para las sucesivas generaciones de argentinos y muy especialmente para la
gente de las Fuerzas Armadas, el sentido de nacionalidad pierde su base y pasa a apoyarse en supuestos
ideológicos. La soberanía y la independencia se derrumban con la concepción institucional de la Patria y se
derrumba la solidaridad con el pueblo en cuanto expresión humana del hecho territorial” (Jauretche, 1973:
180).
La nación deja de ser una identidad para un elemento ideológico de cohesión que hay que imponer para
disciplinar a las mayorías a través de una institucionalización que siempre responde a los formatos de la
civilización europea. Y “como las instituciones se identifican con el ideario que las fundó, va implícito que el
ciudadano así logrado debe oponerse a cualquier transformación en el devenir nacional que altere la
identificación ideario-instituciones” (Jauretche, 1973: 179).

54
Por eso en las 20 verdades se incluye la idea de que en Argentina “existen una sola clase de hombres, los que
trabajan”, los trabajadores eran la columna vertebral del movimiento, Perón en la marcha es “el primer trabajador”, y
este decía “gobernar es crear trabajo”.
“El mito gaucho es el mito fundante del argentino, segúnAstrada, y Hernández, como poeta, lo recoge y
lo tramite en comunicación con la herencia de la literatura gauchesca: Hernándezlograría iluminar la
fundaciónmítica del hombre argentino, la esencia mítica de lo argentino, o lo que Astrada denomina la
argentinidad, en el gaucho” (Ríos, 2014: 77). El límite que tiene el mito gaucho de Astrada es que reduce la
argentinidad al paisaje pampeano, es el hombre de la llanura. Tiene sin embargo algunos aspectos
rescatables en relación a lo popular: que es producto de la propia tierra y que es abandonado y hostilizado
por el Estado liberal y oligárquico (burgués en los términos de Astrada) y en esto es una fuerte metáfora del
derrotero popular. La construcción de un Estado que mira hacia Europa, organizándose a partir de modelos
sociales, económicos y culturales, incluso técnicos europeos. Martin Fierro es, y Astrada lo resalta a su
manera, el lado oscuro de la fuerza. Un lugar a donde es peligroso asomarse. Esta metáfora no solo fue
usada en ciencia ficción por la guerra de las galaxias, sino también por Dune, de Frank Herbert, en el cual
solo el mesías podía asomarse al lado oscuro de las memorias, y que eso siempre tenía consecuencias.
No se trata de un patrón de identidad homogénea que es menester respetar, sino una unidad en la
diversidad que se va construyendo con el tiempo y con el arraigo (el estar de Kusch).
Tiene algo el pensamiento americano para vivir esa experiencia conceptual de construcción de lo
nacional como diferente de lo nacional europeo. La vivencia colonial, la herida colonial, que no es una
cuestión menor, porque hace que esa identidad se construya en resistencia y en contradicción permanente
con la colonialidad.
La libertad nacional tiene muchos significados y diversas formas. La más importante es la
autodeterminación, es decir, el verdadero ejercicio de una soberanía plena. La más profunda y compleja es
el derecho a la individualidad cultural, pero también lapolítica. Esto implica el derecho a crear sus propias
formas de gobierno, su control popular o burocrático de poder. “El derecho de las naciones a convivir
dentro de un mismo Estado multinacional; el derecho a la unión libre como a la libertad de separación; el
derecho de los movimientos nacionalistas a luchar por la liberación de su nación avasallada; el derecho de
los partidos políticos, de los ejércitos nacionales a desenvolverse libremente, el derecho de la prensa y el
parlamento nacional, del jefe paternalista o tribal, del sindicalismo nacional, de las sectas religiosas, de las
razas, a desenvolverse con libertad” sosteníaAstesano(1972: 199) cuarenta años antes que la
institucionalización de la idea del plurinacional del Estado boliviano a través de la constitución de 2008.
En la circunstancia de haberse conformado en la situación dependencia y colonialidad es que la
identidad nacional de los países dominados toma como central el derecho que toda nación tiene a vivir
plenamente su personalidad histórica y cultural, a controlar su sistema productivo y el conjunto de su
economía.
El pensamiento humanista de nuestraépoca tiene el imperativo deplantearse la existencia de la
dominación nacional y la opresión social. Ambos son contrarios a los intereses profundos de la humanidad y
su convivencia en armonía. En el mundo hoy siguenordenándose las disputas en torno a una opresión
clasista y a una dominación de los imperios, aunque aparezcan nuevos actores como los GET, la lógica de
esta doble dominación no cambia. Una es endógena y parte de las contradicciones internas de cada nación,
otra es exógena y estádeterminada por la desigual relación entre los pueblos.
El nacionalismo de los pueblos dominados, cuando es de raigambre popular y se basa no en el modelo
nacional europeo sino en las formas propias de la identidad tiende a interpretar la historia de la humanidad
como la historia de la explotación de los pueblos sobre otros pueblos. Por eso constituye como su fin la
desarticulación de proceso colonial material pero también de la colonialidad del poder. En este terreno
piensa como pelea principal, no solo como forma, la lucha política, económica y militar contra las formas de
explotación de otros pueblos como la afirmación de su derecho de construir sus propias formas del
conocimiento, su mirada del mundo, su propio locus de enunciación desde la filosófica o desde la poesía. En
definitiva, pone en la centralidad la lucha por el control del propio excedente, así como la defensa de la
propia identidad y autodeterminación. Entendiendo que ambos están íntimamente ligados.
Para nosotros la patria es América y desde ella construimos nuestro locus de enunciación. Queremos
pensar desde nuestra tierra, desde nuestra identidad mestiza, desde nuestro lugar en el mundo, al que sin
duda queremos más justo.

3. Sobre las articulaciones entre colonialidad y estado


Mientras que la civilización europea se dividió en culturas nacionales, la población del resto del mundo
tenía «cultura», pero no civilización” (Mignolo, 2007: 22). El error de Mignolo para abordar lo nacional es
pensar que esta identidad común, este hogar social, como particularidad de lo universal que implica lo
nacional solo puede ser pensado y concebido a partir de la relación europea de lo nacional con lo estatal. El
estado es una creación histórica situada, en la Europa de la modernidad. En este sentido no es algo natural
que haya acompañado a toda la historia de la humanidad. No se trata tampoco de una elaboración teórica,
sino de una práctica que se conceptualiza.
El Estado es un fenómeno histórico de la Europa que arranca en el Renacimiento y que después -
mediante las luchas de dominio mundial- los europeos (transformándose en el centro del sistema mundo)
van consolidando en su continente y al mismo tiempo exportando, hasta convertirlas (no sin
contradicciones y apropiaciones con modos, actores y matices propios) en la forma principal de
organización del poder político en todo el mundo55. En la actualidad prácticamente no existen territorios
que no se encuentren repartidos (o en disputa) por entidades estatales.
El Estado, es, en consecuencia, una forma particular de organización del poder.
El estado conjuga en un poder único que sintetiza la decisión política. La fuerza de lo jurídico como
legitimación con alguien que dice el derecho distinto de quien ejerce concretamente el poder, esto le da
estabilidad y permanencia en el tiempo.
La construcción de los Estados periféricos es el fruto de la disputa entre estas dos fuerzas que ponen sus
intereses en paralelo en un punto, pero que luego tienen intereses contradictorios en la determinación del
modelo de Estado, es decir, en cómo ha de estructurarse en orden de esa sociedad nacional tanto en lo
interno como en sus relaciones con el resto de los países del mundo, principalmente con los Estados
centrales.
Los Estados Nacionales, entonces, surgen en el marco de estas fuerzas contradictorias. Una, la impulsada
por el Pueblo, que transita de la Colonia a la Nación y toma impulso en contra de la integración subordinada
a la economía mundial y otra, en cambio, que se desprende de la vieja dominación aunque su rumbo es
hacia la integración a las nuevas formas de subordinación política y económica a los emergentes centros de
poder mundial, motorizada por la oligarquía. En lo económico esta última fuerza planteaba la integración
plena ala división internacional del trabajo y en lo político tuvo en América Latina un discurso librecambista
que beneficiaba ampliamente a las potencias industrializadas.
Aunque también es cierto que el Estado moderno, incluso en los países periféricos, en tanto vehículo de
la imposición de las clases dominantes vernáculas, muchas veces, significó un modelo monocultural y

55En “El Moderno Sistema Mundial”, Wallerstein (1976: 53) señala que: “El argumento de este libro será que para el establecimiento
de tal economía- mundo capitalista fueron esenciales tres cosas: una expansión del volumen geográfico del mundo en cuestión, el
desarrollo de variados métodos de control del trabajo para diferentes productos y zonas de economía-mundo, y la creación de
aparatos de Estado relativamente fuertes en lo que posteriormente se convertirían en Estados del centro de esta economía-mundo
capitalista”.
negador de la diferencia, y no pocas veces actuó como forma de ingreso en el modo de producción
capitalista. En la media en que se fue constituyendo en seno del Estado Nacional, conforme al modelo
europeo; la cultura única, superior, “la civilización”, en la que no hay respeto por la particularidad.
Estas tendencias (confrontadas en el sentido del Estado nacional que debe constituirse) se encuentran
patentes desde el proceso de nuestra propia independencia del Imperio Español. Tan clara es la disputa que
un europeo –Guizot– informó a la Cámara francesa “hay en los estados de la América del Sur dos grandes
partidos, el partido europeo y el partido americano. El europeo, el menos numeroso, comprende los
hombres más esclarecidos, los más familiarizados con las ideas de la civilización europea. El otro partido,
más apegado al suelo56, impregnado con ideas puramente americanas, es el de los campos. Este partido ha
deseado que la sociedad, se desarrollara por sí misma, a su modo, sin préstamos, sin relaciones con
Europa”.
Podemos esbozar que el Estado Nación es la estructura política, jurídico–institucional que dominó de
modo casi exclusivo los últimos dos siglos de la historia de la vida política en comunidad de la humanidad,
siendo al mismo tiempo vehículo del proceso de imposición de la colonialidad y núcleo desde el cual se
resistió dicho proceso, para el caso de las naciones dominadas, en ciertos lapsos de su historia.
Existe una vertiente en la construcción de nuestros Estados nacionales (tanto de la idea de nación –como
hemos visto- como la del Estado) que es copia e imitación de la forma de construir esa relación en la
experiencia europea. Es más, se piensa como una prolongación del mismo impulso civilizatorio que los
construyó al otro lado del Atlántico. Así el gran arquitecto de nuestra constitución de 1853, Juan Bautista
Alberdi, sostenía: “América fue descubierta, conquistada y poblada por las razas civilizadas de Europa, a
impulsos de la misma ley que sacó de su suelo primitivo a los pueblos de Egipto para atraerlos a Grecia; más
tarde, a los habitantes de ésta para civilizar a penínsulaitálica; y por fin, a los barbaros de Germania para
cambiar, con los restos del mundo romano, la virilidad de su sangre por la luz del cristianismo” (Alberdi, : )
JUAN BAUTISTA Alberdi, Bases y puntas de partida para la organización nacional, [buscar página)
Pero también existe otra, que considera a partir de la hegemonía de los sectores populares que la
construcción de la nacionalidad como proceso de largo aliento, necesita para su consolidación la
organización concentrada (estatal) y estabilizada de su poder. Una forma que necesariamente va a ser
propia sin responder a ningún patrón utilizado por los países centrales.
Kusch elabora un juicio críticosobre la organización del estado moderno argentino: “Hemos fundado una
nación sin pueblo”. Kusch se refiere a la construcción del estado moderno a partir del proyecto oligárquico
que constituyo el bloque hegemónico. La afirmación de Kusch, en realidad, podría ser traducida como la
fundación de una estatalidad mediante la negación de su único contenido nacional posible, constituido por
las clases populares autóctonas. En sintonía y en relación al proyecto liberal-oligárquico, Darcy Ribeiro,
antropólogo crítico brasileño, explica: “Es uno de los raros casos históricos en que una clase dominante se
vuelve tan profundamente alienada de su propio pueblo y alcanza un poder de determinación tan opresivo
que se propone nada menos que sustituirlo por «gente de mejor calidad« dentro de su proyecto
fundamental de construcción de la nacionalidad”.
El Estado conformado por las oligarquías, luego del primer tiempo de disputa, y a partir de la derrota de
la causa popular (en nuestro caso claramente en la batalla de Pavón), se hizo con la matriz de la
colonialidad. El Estado americano no fue –como no podía serlo- como el europeo, finalmentey en última
instancia, un aparato de opresión al servicio de los intereses de las clases dominantes. Fue el espacio de

56“Su política apegada al suelo o al campo, como decía Guizot, sino a los intereses provinciales que incluían la protección de sus
industrias contra la competencia ruinosa que la política europea de los exportadores agropecuarios implicaba para ellos” (Frank,
1972).
disputa concreto entre proyectos antagónicos que se encarnan en aquellos que piensan para adentro en
términos de autonomía nacional y regional57 y aquellos que se piensan como un enlace con los imperios
más poderosos del mundo. El estado para estos, que fueron los vencedores de la disputa (salvo las
excepciones –diversas entre sí- de Paraguay y EEUU) se construyó como un garante de la relación de esas
oligarquías con sus amos del norte. Las burocracias nativas se constituyeron en esta lógica, el procerato
liberal con su nacionalismo de fronteras chicas (que tomo como hipótesis de conflicto a los países vecinos (y
construyó en cada caso una historia de falso despojo territorial para justificarlo) se justificaba a sí mismo en
el desarrollo dependiente a partir de determinados condicionantes de su propio pensamiento, a eso es lo
que vamos a llamar, precisamente la colonialidad del poder.
La construcción del Estado-nación, en todo el mundo fue desarrollada por las guías determinantes de las
prescripciones europeas (planteadas como universales también en este orden), pero en América se dio sin
la experiencia de poder, los actores sociales y las condiciones socioculturales de Europa.
podemospreguntamos en dónde se construye la hegemonía popular para imponer la lógicademocrática,
para romper con la dependencia económica, para fomentar la descolonización pedagógica si no es en el
estado, aun cuando haya sido concebido originariamente como un disciplinador y como negador de la
diferencia, que reflejaba en el espejo doble de la dominación colonial.
Podemos repensar esa organización del poder en un proceso liberador es todo un desafío. Mientras
tanto tenemos la necesidad y la obligación de disputar el estado para que cualquier transformación sea
posible.

4. Derecho y colonialidad
Hemos dicho que uno de los componentes centrales de la estatalidad es el derecho. Si bien la estructura
jurídica no agota el despliegue estatal, ni el Estado es la comunidad jurídicamente organizada como afirman
los liberales, es interesante plantear en el derecho como producción social de reglas de cómo funciona la
colonialidad.
Si decíamos que el Estado de la racionalidad instrumental aplicada a la organización del poder, en gran
medida el instrumento de esa racionalización es precisamente el derecho, a través del cual el hombre, al
decir de Kant, puede autolegislarse y hacer uso autónomo de su razón. Con la institucionalización (que es
producto de una normativa que másallá de la diferencia tienen parámetros significativamente similares)
Europa ha marcado el camino “civilizatorio” por el que deberán transitar todas las naciones del planeta en
el camino de la construcción de su Estado nacióny este es un elemento clave de la colonialidad del poder. Y
los rieles de ese camino pre-trazado lo constituye lo jurídico.
Como dice el colombiano Castro Gómez (2000: 93): “la modernidad es un "proyecto" en la medida en
que sus dispositivos disciplinarios quedan anclados en una doble gubernamentabilidad jurídica. De un lado,
la ejercida hacia adentro por los estados nacionales, en su intento por crear identidades homogéneas
mediante políticas de subjetivación; de otro lado, la gubernamentabilidad ejercida hacia afuera por las
potencias hegemónicas del sistema-mundo moderno/colonial, en su intento de asegurar el flujo de materias
primas desde la periferia hacia el centro. Ambos procesos forman parte de una sola dinámica estructural”.
La palabra escrita fue siempre un ejercicio de ordenamiento. Esto se profundiza en el siglo XIX, donde se
modeliza estructuras que se convierte en la medida de la instauración de la lógica de la "civilización". Las

57
En nuestro país como consigna Astesano (1972: 143): “Indios, negros y gauchos dieron con su presencia contenido
social y de justicia a la lucha de los caudillos federales que expresaban el deseo de independencia cercado en el
corazón de los continentes. Por otro lado los trabajadores de los puertos, los peones del comercio, la pequeña
burguesía urbana acercaron un tinte popular el nacionalismo liberal de las revoluciones costeras”.
elites modernizadoras desde el poder del estado o desde la intelligentzia van a encontrar en el derecho el
instrumental de modernización y de adecuación a la novedad civilizada. Solo esto explicar la fiebre de
proliferación de constituciones, que siguiendo más o menos los dos grandes modelos –el norteamericano
de 1787 y el francés de 1791- proliferaron en América Latina. La duración de estas constituciones escritas en
la medida en que muchas veces no eranmás que una copia de estructuras creadas sobre una experiencia
totalmente diferente, era efímera. Toda constitución para tener perdurabilidad debe basarse en lo que
Sampay llama siguiendo a Aristóteles pero en su enunciación moderna al socialista alemán Ferdinand
Lassalle la constitución real o material. La inadecuación extrema se paga con la inestabilidad casi absoluta.
Pero toda la constitución implica cierta propedéutica, cierto intento de formateo de la sociedad. El frenesí
de la palabra escrita no solo significó para las elites criollas, que se miraban en el espejo europeo en la
construcción del estado nacional,la redacción de una profusa cantidad de constituciones, sino que siguiendo
el ejemplo napoleónico estas se seguían de largas codificaciones. A través de esta madeja legal se iba
instituyendo el modelo europeo de construcción de la nación. Esto es de arriba hacia abajo y con carácter
homogeneizador, sin respeto por las diferencias. El otro, era alguien a quien había que disciplinar, como
mano de obra pero también como ciudadano. Había que normativizarlo, llenarlo de imperativos categóricos
que lo hicieran transitar del estado de barbarie al decivilización, es decir, a parecerse cada vez más a los
ciudadanos de las naciones “avanzadas” del mundo.
El estado a través de la constitucióntambién marca la cancha en términos de inclusiones y exclusiones.
Por el instrumento legal como organización racional de la nación (así se concebía a si mismo) se despliega
mediante la implementación de instituciones legitimadas por la letra (escuelas, hospicios, talleres, cárceles y
cuarteles) y de discursos hegemónicos (mapas, gramáticas, constituciones, manuales, tratados de higiene)
que reglamentan la conducta de los actores sociales, establecen fronteras entre unos y otros y les
transmiten la certeza de existir adentro o afuera de los límites definidos por esa legalidad escrita y por lo
tanto independiente (en la ficción) del arbitrio de un déspota que decidiera la vida de los ciudadanos.
Es central el concepto de “formación” del ciudadano que arranca de concebirlo como "sujeto de
derecho". Este intento de formateo solo puede darse en el marco de la estructuración legal compleja, que
concibe a la esfera de libertad teniendo un límite en la libertad del otro. Ahí está la raíz de la matriz
egocéntrica del pensamiento europeo transportado a estas tierras como una verdad revelada, como un sino
inexorable de la evolución del tiempo.
La función principal de construcción de los ciudadanos y el marco por el que deben transitar (y las
construcciones que le son negadas, como por ejemplo la propiedad colectiva) está definido por la
constitución (la defensa cerrada de la propiedad privada individual, en el citado ejemplo). La función
jurídico-política de las constituciones es, precisamente, darle forma la ciudadanía dejando atrás la situación
de barbarie, es decir, crear un campo de identidades homogéneas que hicieran viable el proyecto moderno
a imagen y semejanza del modelo europeo. En la medida en que se crean más ciudadanos eso garantiza la
gobernabilidad (y anquilosa las relaciones de poder existentes, con las gigantescas diferencias sociales que
hicieron históricamente a América Latina como el continente más desigual del mundo).
“Desde la perspectiva de la política liberal eurocéntrica “Una política "justa" será aquella que, mediante
la implementación de mecanismos jurídicos y disciplinarios, intente civilizar al colonizado a través de su
completa occidentalización” (Castro Gómez, 2000: 92).
El efecto es, no la universalización del derecho, sino la entronización del propio universo jurídico, con
expulsión radical de cualquier otro. Ya no es sólo que el indígena se encuentre en una posición subordinada.
Ahora resulta que no tiene sitio ninguno si no se muestra dispuesto a abandonar completamente sus
costumbres y deshacer enteramente sus comunidades para conseguir integrarse al único mundo
constitucionalmente concebible del derecho” (Lander, 2000: 7).
Sobre los derechos individuales, se pueden recién estructurar los colectivos, pero solo en la medida que
no avasallen los primeros. El derecho de autonomía personal y propiedad privada son sagrados. Y como no
todos tienen acceso a ellos en la práctica real no son universales por mas que su enunciado diga lo
contrario. Pongamos por ejemplo la libertad, la igualdad y la fraternidad de la revolución francesa que no
abarcaba a los esclavos negros de Saint Domingue (Haití, entonces posesión colonial francesa). El único
derecho público aceptable, es aquel que respete la libertad civil tal como la practicaba la burguesía en
Europa. Dicho de otro modo, sólo cabe como público el derecho no de cualquier comunidad, sino solamente
de la institución política constituida a imagen y semejanza de la garantía de la propiedad y la seguridad,
conforme al fundamento europeo, con vistas a su existencia y aseguramiento.
El estado y las leyes organizaban también la comprensión del mundo a través del sistema educativo que
es una de las cosas más interesantes que se carga al hombro, producto de su concepción iluminista.
Si la constitución define formalmente un tipo deseable de subjetividad moderna, el sistema educativo es
el gran artífice de su materialización. La escuela se convierte en un espacio de contención, disciplinamiento
donde se forma ese tipo de sujeto que la normativa institucional de la constitución proyecta: el ciudadano.
Lo que se busca es introyectar una disciplina sobre la mente y el cuerpo que capacite a la persona para ser
servir a la razón instrumental, o dicho en otras palabras para construir un ciudadano útil a la nación. Pero el
sistema educativo aun cuando copiado de modelos europeos y norteamericanos, se aplica a la realidad
latinoamericana va generando consecuencias diversas, ni tan lineal ni tan disciplinadas.
Las libertades conquistadas con forma de ley en Europa, como por ejemplo las laborales, no podían
generar las mismas consecuencias en sociedades sometidas a la relación colonial, porque entre otras cosas,
no podían conquistarse a partir de la asignación a los países periféricos de una restringida relación de
asalariado mientras pululaban las formas de trabajo no salariales. Estas, en tanto eran excluidas del
mercado y del contrato, las excluían de toda forma de individuación y de las libertades jurídicas
consiguientes. Así, por ejemplo, los peones de campo importante caudal de la mano de obra empleada en la
economía argentina, no tuvieron ningún tipo de derechos del trabajo hasta 1944 cuando a instancias de
Perón se dicta el Estatuto del Peón Rural.
En la experiencia europea el derecho funcionó como el lugar de condensación de las luchas de límite a la
autoridad. Estas luchas, que comienzan a imponer libertades, en la medida de las necesidades de la
burguesíavan constituyendo un terreno ganado para la libertad de la persona humana. El racismo y la
desigualdad, sobre las cuales las mismas leyes (en tanto mera copia) operan en nuestra América, las hacen
devenir en lo pocas ocasiones en una abstracción, en una bella declaración de intencionalidades sin
consecuencias practicas.
Pero en nuestra América no todo es “copia y calco”, también se va construyendo otra manera de
concebir a la cuestión del derecho mismo.
Arturo Enrique Sampay cuestiona a la constituciónliberal como unapriorismo propio de la cultura
iluminista en clara alusión al idealismo trascendental de Kant.
Sampay sostiene que es preciso pensar y estudiar las constituciones reales porque una constitución no
puede establecerse a priori, por ideas a priori, ya que es la expresión de una realidad social existente, es
decir, la constitución real refleja un real modo de ser de la articulación de los pliegues de poder en una
sociedad dada. Sampay no entiende la constitución como un instrumento de formateo de la sociedad (que
puede ser traído de los lugares civilizados para estructurar civilizadamente a la sociedad periférica) sino que
es un reflejo –aunque le reconoce cierta propedéutica- de los factores de poder. En Constitucion y Pueblo
dice que constitución y clase dominante son lo mismo. Y ahí debe basarse la disputa medular de “la
revolución de nuestro tiempo”. La constitución, en tanto forma jurídica que estable la base del
ordenamiento jurídico es –o debe ser para tener estabilidad en el tiempo- gran parte de la estructura o la
textura del poder social, traducir un modo de vida que es nacional. Es ese elemento jurídico estructurante
del Estado no pude ir contra la lógica estructural del poder de esa sociedad.
La filosofía política del iluminismo, tan eurocéntrica, supone una lógica contractualista de cuño liberal
(en tanto ideología de la burguesía) que implica una concepción del hombre individual, económicamente
privatista, basada en una igualdad ficticia, que no se plasma en las relaciones. Sampay denuncia la
concepción burguesa de Alberdi como gran redactor de la constitución de 1853, pero en una sociedad sin
burguesía, con lo cual la experiencia europea de años de estructuración del poder que se condecía en las
primeras constituciones es ajena a las formas propias del poder en América. Esto generó tanto la referida la
fiebre constitucionalista como la volatilidad de esas constituciones dictadas.
Será en las bases donde Alberdi se muestra como defensor tanto de la propiedad privada como del
interés de laeconomía, de la libertad individual en términos económicos, del dinamismo económico de lo
individual y la acumulación de riquezas. Toda constitución tiene una concepción económica como telón de
fondo, contemple o no normas específicas de políticaeconómica. Desde una concepción todavía
impregnada por el tomismo Sampay le crítica a Alberdi y al iluminismo, hacer tabla rasa con nuestra
constitución historia y jugar -a partir del racionalismo- a ser Dioses, es decir, a pensar que se puede crear el
mundo a partir de las leyes.
A partir de la constitución de 1949 que fue la forma de plasmar su concepción propia –como
consecuencia de la constitución real argentina que empieza a crearse con la industrialización y que requiere
de su traducción en una constitución formal-. El punto clave es la función social de la propiedad. Esto
significa no abolir la propiedad privada, pero sí subordinar el ejercicio de la iniciativa individual a los
intereses sociales y colectivos. La concepción estatista de Sampay, en la que se aparta de las advertencias
del tomismo sobre los abusos y los peligros del Estado (¡tan europea esta concepción!) y la justifica con la
reciente teoría del Estado concebida por el socialista HermannHeller, pero sobre todo de su observación de
la realidad argentina. Una mirada estatista, de defensa de los intereses populares, cuyos derechos no son
producto del paternalismo burgués sino del derecho natural cristiano.
La institucionalización de la estructura social del peronismo en el 49 tiene como base la idea de que la
titularidad de los recursos estratégicos (salvo los relacionados con el agro, del que solo se participa –a
través del IAPI58 de la renta agraria extraordinaria) deben estar en cabeza de la comunidad, es decir, deben
estar en manos del Estado. Se nacionalizan también los servicios públicos, al tiempo que se jerarquiza el
trabajo como articulador social como a la familia, los derechos del niño y del anciano.
Desde el derecho Sampay intenta superar el individualismo59 como matriz del derecho liberal
impulsando en el concepto de bien común la realización del yo en el nosotros. Este mecanismo tiene un
nombre propio y es una de las banderas esenciales del peronismo: la justicia social.

58 El Instituto Argentino para la Promoción e Intercambio fue el instrumento principal de apropiación de la renta agraria
extraordinaria (comprando las cosechas a precios nacionales, vendiéndola en divisa, a los internacionales, eliminando la
intermediación de las grandes empresas –nacionales y extranjeras- en el comercio internacional) y de transferencia del sector
primario de la economía hacia la facilitación de la industrialización del país.
59“Es el aporte de Sampay el que justifica la coexistencia de comunidad y sociedad, superando el individualismo liberal iluminista,

impulsando el logro del bien común mediante la realización del Yo en el Nosotros, que es lo que se denomina Justicia Social” (Di
Lorenzo, 2014: 111).
Arturo Sampay que parte de una concepción tomista va profundizando su idea de la función social sobre
la base de la práctica política y social del peronismo en el poder. De este modo, la mentada función social de
la propiedad tiene como eje la dignidad de los trabajadores y su integración a través del trabajo. Este es el
basamento de la idea de bien común. Es interesante relacionar a esta con la de buen vivir propia del
constitucionalismo latinoamericano del siglo XXI.

5. Aportes del nuevo constitucionalismo latinoamericano a la descolonización del poder


Pese a lo que Europa se plantea localizándose como la cuna civilizatoria en lo que respeta al
ordenamiento constitucional,América (no solo la nuestra sino también la del norte) ha tenido siempre la
delantera. De hecho la primera constitución formal como tal fue la constitución norteamericana de 1787.
Pero también fue en nuestro continente (esta vez sí en América Latina) el lugar en donde se dictó la primera
constitución del llamado “constitucionalismo social”, de reconocimiento no solo de los derechos
individuales sino también de los que derivan de la condición de trabajador como estructurante de la
sociedad actual. Una tercera generación de constituciones se conforman en el siglo XXI a partir del nuevo
constitucionalismo latinoamericano. Esto tiene su punto de inicio con la constitución bolivariana de
Venezuela de 1999 y se continúa con la boliviana (2008) y la ecuatoriana (2009)
Ese proceso constituyente en Nuestra América es hijo de las múltiples y diversas resistencias
alaglobalización y a su implementación a través del modelo neoliberal. Las protestas históricas diversas y
concurrentes de movimientos sociales y políticos se encausaron desde una vía institucional, concebida
como en espacio de amplio debate democrático que incluye a gran parte de los actores sociales. Las
demandas sociales se transforman plasmando aquella máxima de Evita que decía que donde hay una
necesidad nace un derecho. Y además esos derechos se establecen en el más alto rango legislativo que es el
ordenamiento constitucional.
El nuevo constitucionalismo latinoamericano no solo reconoce su constitución real, su identidad
americana, su mestizaje pero también realidad ordinariay en esto constituye un intento de construcción
estatal sustancialmente distinto del europeo porque renuncia al carácter compulsivamente homogenizador.
Los preámbulos60 de los textos constitucionalesde Ecuador y Bolivia reconocen, su diversidad socio
cultural, basada en la existencia de grandes poblaciones originarias y el carácter mestizo mayoritario y
enlazan esa memoria con la historia de las luchas populares contra el colonialismo, el imperialismo y más
recientemente contra el modelo neoliberal en tanto formas de construcción del estado negadoras de la
base social subyacente y por lo tanto construidas desde la matriz de la colonialidad del poder.

60“En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonia, nuestro chaco,
nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros
diferentes, comprendimos desde entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas. Así
conformamos nuestros pueblos, y jamás comprendimos el racismo hasta que lo sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia. El
pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación
indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en
las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un
nuevo Estado.(…) Honor y gloria a los mártires de la gesta constituyente y liberadora, que han hecho posible esta nueva historia”.
(CB. Preámbulo).
“NOSOTRAS Y NOSOTROS, el pueblo soberano del EcuadorRECONOCIENDO nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y
hombres de distintos pueblos, CELEBRANDO a la naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra
existencia, INVOCANDO el nombre de Dios y reconociendo nuestras diversas formas de religiosidad y espiritualidad, APELANDO a la
sabiduría de todas las culturas que nos enriquecen como sociedad, COMO HEREDEROS de las luchas sociales de liberación frente a
todas las formas de dominación y colonialismo, Y con un profundo compromiso con el presente y el futuro,…” (CE. Preámbulo).
En este sentido, estas constituciones son productos de una práctica emancipatoria de gobiernos
populares y no buena voluntad e innovación teórica y mucho menos calco y copia de una institucionalidad
importada.
“Las nuevas constituciones de esos estados expresan la voluntad de realizar un giro descolonial,
entendiendo por tal un diagnóstico crítico socialmente extendido sobre la base de la movilización de las
mayorías populares que reconoce la pervivencia de una modernidad del estado en Bolivia y Ecuador que no
puede entenderse sin su otro rostro, oscuro: la colonialidad del poder. Colonialidad del poder que es
interpelada desde movilizaciones sociales, políticas y nuevos gobiernos que comparten un pensamiento
social crítico y plural, surgido desde las fronteras o márgenes de múltiples pertenencias culturales que han
sido históricamente silenciadas o marginadas por el estado eurocéntrico, postcolonial, monocultural y
monoorganizativo”
Nos estamos refiriendo al concepto de“buen vivir” como eje central y articulador de toda la organización
del Estado y base de enunciación de los derechos.
Buen vivir como idea fuerza.
Se establece que los derechos sociales61tienen el mismo nivel o jerarquía que los demás derechos
constitucionales, adquiriendo carácter de “derechos fundamentales”. Hasta ahora reservados para las
garantías y los derechos individuales. Por eso gozan de las mismas garantías jurisdiccionales, y en que,
aunque de distinto modo, todos ellos obligarán tanto a sujetos estatales como privados.

Se trata de un nuevo modelo de Estado en el cual todos los derechos reconocidos en el texto
constitucional tienen directa aplicación y justiciabilidad62. Desde esa perspectiva, todos los derechos
reconocidos en el texto constitucional son derechos fundamentales.

Los derechos individuales son los también denominados derechos de libertad, mediante los cuales se
reconoce a la persona diferentes libertades y el respeto a la vida y dignidad humanas. Estos derechos, que
fueron la base de las revoluciones liberales de los siglos XVII y XVIII, se proponen que el poder político, el
Estado, no intervenga en la libertad individual de las personas. Asimismo, aseguran que su titular es la

61LaConstitución ecuatoriana hace referencia a los Derechos del Buen Vivir en el Capítulo Segundo, a los Derechos de las personas y
grupos de atención prioritaria, y a los Derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades en el Capítulo Cuarto. Finalmente, la
Carta de Bolivia destina el Título II a los Derechos Fundamentales y Garantías, dentro de las cuales algunos derechos sociales figuran
en su Capítulo Segundo “Derechos Fundamentales”, pero el grueso de los mismos figuran en el Capítulo Quinto “Derechos Sociales y
Económicos” y en el Capítulo Sexto “Educación, interculturalidad y Derechos Sociales”.

62Por otra parte, el Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, mediante su sentencia 1474/2011-R, ha establecido claramente
cómo se entiende actualmente la nueva clasificación de los derechos fundamentales, señalando que, “en el contexto antes señalado
y dentro de esa visión axiológica que asegura la "construcción colectiva del Estado", debe establecerse también que art. 13.1 del
texto constitucional asegura la inviolabilidad de los derechos reconocidos por la Constitución Política del Estado; en ese orden, y
reforzando esta regla constitucional, el art. 13.3 de este orden supremo, proclama que no existe jerarquía entre derechos,
garantizando el Estado a las personas y colectividades, el libre y eficaz ejercicio de los derechos fundamentales, tal como reza el art.
14.3, aspectos, que a la luz de los modelos constitucionales conocidos en derecho comparado, constituye un eje de ruptura esencial,
máxime cuando el art. 109.1 del texto constitucional, de forma expresa señala: "Todos los derechos reconocidos en la Constitución
son directamente aplicables y gozan de iguales garantías para su protección", aspecto que consolida al nuevo orden constitucional
como un verdadero paradigma a la luz del derecho comparado, y que además refuerza esa "construcción colectiva del Estado",
superando una sesgada visión, en virtud a la cual -tal como se evidencia en modelos constitucionales contemporáneos- se
jerarquizan derechos, garantizándose su justiciabilidad solamente para algunos -en particular los de primera generación-,
descuidándose una efectiva protección para otros, verbigracia, el caso de los derechos colectivos, situación que enmarca a estos
modelos en una visión proteccionista de derechos individuales, aislados de una visión colectiva y que constituye una esencial
característica de diferenciación con el modelo constitucional boliviano.
persona individual, pues parten del supuesto de que existe un interés directo y personal en su ejercicio; por
lo tanto, su vulneración requiere una tutela subjetiva.

Los derechos sociales y económicos son aquéllos que exigen al Estado la realización de diferentes
actividades políticas mediante las cuales se asegure a la persona desarrollo integral y bienestar, actividades
como la provisión de una fuente de trabajo, de servicios de salud y educación, y de prestaciones sociales,
entre otros. Estos derechos fueron insertados en las constituciones hacia inicios del siglo XX, mediante el
desarrollo del constitucionalismo social. Han sido denominados por parte de la doctrina constitucional como
derechos individuales homogéneos, debido a que su ejercicio, si bien es personal, está vinculado a los
derechos de otras personas. Por lo tanto, su vulneración no sólo afecta al titular sino al resto de personas
que están en la misma situación, y su tutela debe ser objetiva.

En cuanto a los llamados derechos transindividuales, se los entiende como colectivos y difusos; y son de
reciente incorporación particularmente de este nuevo constitucionalismo; mediante ellos se reconoce que
las colectividades tienen derechos inherentes a su naturaleza. Se refiere a los derechos de los pueblos
originarios, destacándose el derecho a la libre determinación de éstos, reconociendo sus propios
procedimientos e instituciones; la vulneración de los derechos colectivos contraviene la libre determinación.
Son difusos porque, si bien su naturaleza es colectiva, su legitimación no está específicamente determinada
en un grupo social en especial. Pero también debemos colocar en este rubro, por ejemplo, el derecho al
medio ambiente y todos aquellos aspectos relacionados a éste, cuya titularidad es de toda la sociedad.
Tanto para los derechos colectivos como para los difusos existe una tutela colectiva, generando así una
justiciabilidad indivisible de los mismos.

Sin destacar derechos de primera o segunda clase, sino estableciendo una sola jerarquía de los mismos,
así como de su protección, ampliando el entendimiento de la dignidad humana como un concepto holístico
e integral.

En materia laboral, se asegura el derecho al trabajo y también algunas garantías asociadas a él, como la
prohibición del trabajo forzoso, el derecho a sindicalizarse, el derecho a la negociación colectiva, el derecho
a huelga y a un salario justo, entre otras. Se establece explícitamente un alto rol del Estado en la garantía y
efectividad de estos derechos, y en algunos casos con evidente alejamiento a criterios privatistas.
Ecuador y Bolivia trabajan con una concepción de igualdad que supera la idea de Estado de Bienestar,
entendido aquel como una estructura vinculada con el Estado Social encargada de proveer de las diversas
prestaciones necesarias para la vida digna, a través de servicios estatales organizados que permitan cubrir la
mayor cantidad de contingencias posibles. En el Estado de Bienestar, aun cuando con una orientación
diversa a la del liberalismo clásico, subyace la idea de un bien común que se extiende a todas las personas
que habitan un territorio determinado, sin distinguir sexo, edad, etnia o condición social.Dicha igualdad de
todos los seres humanos tiene dos límites claros. Primero, se trata de una igualdad que opera solo entre
individuos del género humano y no con otras especies (limitación espacial o natural), y solo entre los
hombres y mujeres que existen en la actualidad, sin incluir a los pasados o a los futuros.
“buen vivir” o “vivir bien”63es, probablemente, la formulación más antigua en la resistencia “indígena”
contra la Colonialidad del Poder.

63Enel caso ecuatoriano, el buen vivir, sumakkawsayen quechua, figura reconocido en diferentes disposiciones constitucionales,
desde el preámbulo, como deber del Estado (art. 3) y de las personas (art. 83), como fuente de derechos (Capítulo II: Derechos del
El vivir bien se relaciona con “saber convivir, así que al poder visibilizar, expresar o proyectar el suma
qamañao vivir bien, se tienen que restablecer las armonías con uno mismo, con la pareja, con la familia, con
la comunidad, con la madre tierra y con el padre cosmos y estas armonías se expresan a través del cuidado y
el respeto, y cuidamos no porque es ajeno o porque una norma lo dice, sino porque somos nosotros
mismos; el deterioro de ese algo aparentemente externo, es el deterioro de nosotros, más aun del
conjunto, y ese conjunto es la comunidad no solo de seres humanos sino la comunidad de vida”
“Fundamentalmente cabe destacar el valor constitucional que hemos resaltado, y que es afirmado en
ambos preámbulos, del “buen vivir” o “vivir bien” –SumakKawsay- en kechwa, Suma Qamañaen aymara.
Principio comunitario de estructuración social solidaria que significa un buen convivir tanto en las relaciones
humanas como en las relaciones con la naturaleza. Se trata de una concepción de la vida alejada de los
parámetros de la modernidad: individualismo, lucro, racionalidad costo-beneficio como axiomática social, la
instrumentalización y objetivación de la naturaleza, la relación estratégica entre los seres humanos, la
mercantilización total de todas las esferas de la vida humana.(Medici)
Como bien dice Quijano, esta nueva institucionalidad jurídica y sus fundamentos filosóficos no son una
cuestión acabada: “la propuesta de Bien Vivir es, necesariamente, una cuestión histórica abierta que
requiere ser continuamente indagada, debatida y practicada” (Quijano, 2011: 859).

Capítulo X: Globalización y colonialidad


1. Globalización como sistema de dominación
No dudamos en definir a la globalización como el nuevo sistema de dominación que,aun con sus
particularidades que aún se están constituyendo, sucede al imperialismo como anterior estructura de
subordinación de los pueblos. Los sistemas de dominación no terminan o arrancan un día sino que se
montan como solapas sobre los otros procesos de dominación anteriores.
A esta integracióndel mundo la llamamos proceso de universalización. Es el camino de la integración
para el dominio, lo que fue conformando a lo largo sistemas de dominación, primero locales, después
regionales y finalmente, a partir de la conquista de América de escala mundial.
“En 1492, con el nacimiento de América y de Europa, del capitalismo y de la modernidad, se inicia un
proceso de brutal y violenta reconcentración de los recursos del mundo, el trabajo en primer término, bajo
el control de Europa. Ese proceso prosigue y se expande en los siglos posteriores con la colonización de las
sociedades de la Península Indostánica, de África, de China y del Medio Oriente. De ese modo se va
produciendo la mundialización del poder, de la economía en primer término, en torno del capital” (Quijano,
2014 I: 205). A este primer sistema de dominación colonialista, que es el que sienta las bases de la
colonialidad-por eso le damos tanta importancia-, lo sucede otro al que llamamos imperialismo. Este tiene
su base en la instrumentalización de una dependencia económica (basada en una división internacional del
trabajo) y tiene su sujeto dominador en los países europeos (aunque luego cambia su eje al
noratlánticoincluyendo a los Estados Unidos de Norteamérica). Esos estadosnación imperialistas someten,
económicamente, pero también por la fuerza como amenaza o como efectividad al resto de los pueblos del
mundo, sin que en los papeles los países dependientesvean degradada su soberanía. En nuestro tiempo
estamos asistiendo a la conformación de un nuevo sistema de implementar el dominio, en el persisten

buen vivir), como fundamento y límite para la utilización de los medios naturales (art. 74 inciso primero), como objetivo de las
políticas públicas (art. 85), y como orientación para el régimen de desarrollo (art. 75), entre otras funciones. Por su parte, la
Constitución de Bolivia, alude al buen vivir como razón para la existencia del nuevo Estado, como uno de los principios en los cuales
se sustenta el Estado boliviano (art.8.I), y como orientador de su modelo económico (art. 306.I).
viejos actores como los Estados imperialistas y a los que se suman nuevos actores como los Grupos
EconómicosTransnacionales.
La dominación implicó también tensiones de tipo cultural, en la que intervinieron factores
contradictorios (en el sentido de límite y tracción del dominio) como el sentido misional cristiano, el
despliegue de las lenguas escritas (con la riqueza que esto implica) a la vez que imposición de un lenguaje
europeo a territorios no europeos, el desarrollo en tecnologías que van cambiando la vida de la humanidad
pero que jamás son neutras, el desarrollo de un sistema jurídico que a la vez de garantizar la dominación en
tanto instrumento de traspolación de instituciones, y homogenización forzada de la diversidad, contuvo en
su seno la idea de libertad, la separación de lo público y lo privado, y así podemos referirnos a otras
cuestiones que fueron conformando el mundo que hoy vivimos. Todo este proceso fue legitimado por una
epistemología, por un colonialidad del conocimiento, basada en el deseo de compartir tanto los frutos como
la fe en la ideología delo universal.
La idea de Europa como centro del mundo fue conformándoseen su carácter imperial y dominante en su
despliegue en los distintos continentes. Fundamentalmente porque en la sumisiónde los terceros acumuló
su fuerza, no sólo en términos económicos.
Si hay algo que, precisamente distingue al capitalismo actual, es que esteestá cambiando
cualitativamente de un sistema de dominación internacionala uno global y es preciso comprender la
naturaleza de este cambio.
La globalización, entendida en lo económico como la mundialización del capital, no deja de tener aristas
puramente culturales que permiten su despliegue, conservando en pleno la lógica de la colonialidad del
poder.
Para muestra baste un dato: más del 40% del comerciomundial está constituido por intercambios intra-
grupos transnacionales.
En contraposición con las definiciones y los posicionamientos más contemplativosy conformistas, el
economista Jorge Beinstein nos da algunaspautas más realistas de lo que debemos bucear tras la asepsia
definicionesformales: “Comenzaremos por señalar cinco grandes hechos subestimados, ignoradoso
deformados, según el caso, por la propaganda neoliberal: Primero,la escisión entre centro y periferia, que
en lugar de diluirse en una nueva distribucióninternacional del potencial productivo se ha profundizado aún
más.Segundo, la concentración empresaria global reforzando la tendencia anterior.Tercero, el agravamiento
de los procesos de desigualdad y exclusión social enla periferia pero también en los países centrales. Cuarto,
la crisis del Estadomoderno en sus distintas versiones centrales y periféricas. Quinto, la irrupciónde
fenómeno de entropía: extensión global de redes mafiosas, catástrofes sanitarias,exacerbación de
enfrentamiento étnicos y otra expresiones de desestructuraciónsocial” (Beinstein, 2000).
La realidad es que, en la etapa actual del capitalismo globalizado y tal como se planteaa sí mismo, la
producción para la satisfacción de las necesidades –tanto de las básicascomo de las superfluas– requiere
cada vez menos trabajo del hombre. Y correlativamentelos salarios cada vez se distribuyen entre menor
cantidad de personas.
Según nuestra concepción la exclusión es una consecuencia directa de unsistema de integración
mundial (globalización) que a su vez es inescindiblede la concentración de capitales, sin precedentes en la
historia. Unaetapa a través de la cual el beneficio creció en progresión geométrica,produciendo cada vez
más riqueza consumiendo cada vez menos trabajo,reduciendo cada vez más los salarios y flexibilizando
las condicionesde los que aún le son necesarios, pagando cada vez menos impuestos, esdecir,
desfinanciando cada vez más el Estado y desentendiéndose de loscostos sociales (y también ambientales)
provocados.
En síntesis: la exclusión como nueva forma de opresión se explica fundamentalmentea través del
excedente de trabajo humano vivo productode las nuevas condiciones de producción y reproducción del
capital.
Por eso para atender a los modosconcretos en que se presenta el sistema de exclusión, es preciso hablar
de una triplearticulación que abarca la exclusión económica –centrada en la imposibilidadde acceso al
trabajo–; la exclusión política –centrada sobre el escamoteo de lavoluntad popular mediante democracias
condicionadas– y la exclusión cultural–centrada en una ruptura de la identidad propia de los sectores
populares. Lasconsecuencias directas del sistema de exclusión de tres patas son la producción
dedesocupación, subocupación y precarización del empleo en el plano económico, ladesmovilización e
indiferencia, en el político, y el extrañamiento, es decir la imposibilidadde vivir la propia vida, con
compresión de la misma, con la transculturización que ello implica en el cultural.
La sociedad industrial,que en lo social era esencialmente inclusiva, trató a los que estaban afuera
conrespuestas de inclusión disciplinaria, de las que diera cuenta Foucault en su obra. Las fábricas fueron las
grandes disciplinadoresde masas y se correspondían a la perfección con las cárceles y los psiquiátricos,como
forma de encierro de los que se quedaban afuera. En estos tiemposla tendencia se revierte y la sociedad
capitalista se transforma en excluyente, ladiferenciación social (la deslegitimación del afuera) se combina
con la segregaciónterritorial y la fragmentación social. El panóptico deviene en un sistema de control
perimetral.
La globalización es también apreciable como el instrumentodel capital, para liberarse de las trabas que le
impone el Estado Nacional.Así el objetivo de la acción globalizante aparece como la instalación de
unmercado sin más reglas que las propias, sin más obstáculos que la competenciainterna entre los
oligopolios trasnacionales y todo otro tipo de capital financiero.El capital aspira a realizar de esta manera su
utopíaal constituir un poder supremoque no admite ni compartir poder ni tener trabas de ningún tipo.
Separadodel mundo de la vida y de las realidades sensibles, sustituye los criterios delvalor humano por el
imperativo categórico de su propio crecimiento.
En el mundoglobalizado que pretende el capital ya no hay lugar para los Estados Nacionales,sino es como
garantes del libre desenvolvimiento del mercado. Es decir, como fuerzasgendarmes en los Estados
Imperialistas, y como fuerzas policíacas los Estadosperiféricos. Tal como afirma el lingüista norteamericano
Noam Chomsky, la globalizaciónintenta “reducir a los gobiernos del Tercer Mundo a una función policial
paracontrolar a sus clases trabajadoras y a la población superflua, mientras las transnacionalesobtienen
libre acceso a sus recursos, monopolizan la nueva tecnología y lainversión y la producción mundiales…”
(Chomsky, 1995).
En rigor lo que la globalización exige es el ejercicio del control sobre todoslos Estados del mundo. Esto
es: el poder privado (transnacional y empresarial)controlando y actuando por encima del poder público
(nacional y colectivo). Laglobalización, en tanto sistema político, identifica como su enemigo íntimo
alEstado–Nación; a todos los Estados Nacionales, pero sobre todo a los periféricos,que pueden ser sus
enterradores (utilizando la metáfora que se usaba paraaludir a la relación dialéctica entre la clase
trabajadora y la burguesía).
En otras palabras se trata de la subsunción del Estado en las “fuerzas delmercado”, esto es, la
privatización del espacio público y la subordinación dela política al poder e interés de los grandes grupos
económicos y las fuerzastransnacionales.
Está claro que la ideología de lo que llamamos globalismo propone, más o menosabiertamente, la
privatización del poder. A través de la imposición demodelos políticos que los dejan inermes frente a los
poderes económicos. Así seexplica el sostenimiento a nivel mundial de democracias meramente
formalesque muchas veces devienen fácilmente controlables a través del poder económico.
Pero el rompecabezas de la globalización no queda completo sin referirnosal particular sujeto que ha
engendrado y que se constituyó en sumotor: los Grupos Económicos Transnacionales, cuyos intereses
están porsobre los de los Estados Nacionales. Incluso su aspiración es estar por encimade aquellos Estados
Nacionales que por su carácter imperial se constituyeronen sujetos de la anterior etapa imperialista, aunque
en la transición convivanexpresando una de las principales contradicciones del campo del Dominador.
Son los Grupos Económicos Transnacionales,basados en una clase capitalista transnacional (Sklair, 2006)
–los verdaderos incluidos–.Son estos los verdaderos protagonistas del sistema, que marcan el ritmode las
prácticas económicas transnacionales que se reproducen en todo el mundo,que son complementarias de
una práctica política transnacional que niega la democraciareal y participativa, todo esto a su vez
sustentado en un piso de prácticastransnacionales ideológico–culturales.

2. Desarrollismo como antesala de la globalización


En este sentido podemos decir que el desarrollismo fue la antesala de la globalización. Basado en la idea
de la necesidad de modernización64 y la extensión (y repetición) del consumo fue la forma por donde
penetraron los mecanismos, las pautas, formas de la produccion y del consumo. De este modo se configuró
una efectiva forma de transculturización motorizada por la irrefrenable fuerza de los deseos individuales.

3. Globalización y recolonización del conocimiento

“El colonialismo no se contenta con imponerse sobre el presente y el futuro de un país


dominado. Al colonialismo no le basta con tener a un pueblo entero en sus garras y vaciar la
mente de los nativos de toda forma y contenido, Por una especie de lógica perversa,
también se apodera del pasado de los oprimidos y lo distorsiona, lo desfigura y lo destruye”
Fanon (citado por Mignolo, 2007: 107)

En la globalización actual ocurren fenómenos equivalentes por sus consecuenciasa aquellos ocurridos
desde el siglo XVI. Estamos ante una nueva recolonización del conocimiento. La globalización conlleva una
drástica reconcentración del control de poder político y de recursos, lo cual requiere de una vuelta de
tuerca en el proceso legitimatorio de la colonización del conocimiento.
Una de las ideas fuerza más efectivas es trabajar con el eufemismo del mercado para referir a la voluntad
omnímoda de los poderosos. El mercado en es mayor ordenador social de la globalización que no se
restringe a ordenar la económica sino que es proyectado a todas las relaciones estableciendo un criterio de
costo/beneficio. El mercado se presenta como una estructura de posibilidades e interacciones “libres”, en
vez de como un régimen de dominación. La gran ilusión es que la acción humana se maneja desde la
libertad absoluta y no desde el límite de sus opciones, de los condicionamientos de sus circunstancias, la

64Sobre fines de la década del 80, ya advertía Aníbal Quijano: “La presión por la «modernización» se ejerce sobre América Latina
durante la mayor parte de este siglo, pero de manera muy especial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y, entonces, con
ciertos atributos muy distintivos. En primer lugar, tal presión seejerce, en gran medida, por la acción y en interés de agentes no
latinoamericanos, si se quiere, externos. En segundo lugar, aparece formalmente como una propuesta de recepción plena del modo
de producir, de los estilos de consumir, de la cultura y de los sistemas de organización social y política de los países del capitalismo
desarrollado, considerados como paradigmas de una exitosa «modernización». En la práctica, se trata de un requerimiento de
cambios y de adaptaciones de la región a las necesidades del capital en su fase de maduración de su inter o transnacionalidad”
(Quijano, 1988: 9)
intromisión de las técnicas de marketing del consumismo que colonizan desde la comercialización de los
productos hasta la política. De este modo, las consecuencias directas de la globalización, exclusión,
marginalización, desempleo, crecimiento exponencial de la pobreza aparecen como fallas individuales o
circunstancialmente de ciertos colectivos.
Por eso consideramos con Coronil (2000: 63) “la crítica al globocentrismo nace del reconocimiento de la
conexión entre la violencia colonial y postcolonial”, de la dominación como la única verdad irrefutable de la
relación de los pueblos del mundo.

4. Globalización, estado nacional y colonialidad

Nuestra idea es, en cambio, que la humanidad contemporánea sea disociable de su socialización en un
espacio público, es decir, atravesado por un orden, sea este el Estado Nacional o bien otro de naturaleza
más grande o más pequeño. No es el mal necesario en el que resignamos la libertad –concepción que
arranca con Hobbes- sino las formas de organización que pudimos gestar, con todos los límites de las luchas
entre los distintos actores sociales, políticos y culturales.
La entrada del discurso de la “globalización” en pareja con el proceso de drástica reconcentración del
control de recursos de producción y del Estado, con sus efectos de polarización social en todas partes, ha
vuelto –explícitamente– del revés la “cuestión nacional”. Ella consiste ahora, ante todo, en cómo transitar
más rápidamente el proceso de debilitamiento, reducción o desintegración del Estado-nación, para
integrarse en la “globalización” (Quijano, 1996: 622).
Nos encontramos frente a una fase delcapitalismo que así como se sirvió en su etapa inicial de los
Estados, con el mismoimpulso pretende en la actualidad romper los límites de los Estados y aspira
unaintegración global sin institucionalización política aparente. En otras palabras, lasfuerzas que una vez, en
la historia del capitalismo, construyeron al Estado (en Europaoriginariamente), hoy, en una fase de
expansión mayor, tienden a destruirlo.La violencia simbólica e incluso a veces física queestos intereses
aplican en contra de los Estados Nacionales para “abrirlos” y “desregularizarlos”,es decir, hacerlos
permeables a la penetración del capital globalizado,destruye los proyectos y las culturas nacionales y la
justicia social en su interior.
La realidad es que un segmento –muy poderoso por cierto–de “la economía se ha mundializado pero los
Estados (siempre en plural) continúansiendo el marco principal del despliegue de la vida política. Nos
hallamos aquí anteuna contradicción nueva. En la etapas anteriores del capitalismo, el marco
nacionaldefinía el campo de principal despliegue simultaneo de la vida economía y de lavida política, aun
cuando una u otra de estas dos facetas de la realidad se inscribieraen un sistema económico y político
mundializado. La nueva contradicción estádestinada, no a atenuarse, sino a acentuarse” (Amin, 2003).
La modernidad tardia aspira a subsistir casi exclusivamente en el complejo individualismo-racionalidad
instrumental. Pero su creación constante de desigualdad social y su contracara la resistencia y la solidaridad
social, no necesariamente pueden manternerse sin tiempo en las márgenes del sistema, como formas de
supervivencia. La democracia, la impronta cultural propia, aun con sus limites solo pueden desarrollarse si
rompen la trampa normalizadora del mercado, y el principal ámbito conocido –hasta ahora- de esa disputa
sigue siendo el Estado nacional.
Aparecen cada vez con más poder los Grupos Económicos Transnacionalesen un movimiento coincidente
con este impulso que lleva a los sectores predominantesde la oligarquía mundial a la destrucción de ese
Estado Nacional o por lo menossu refuncionalización a efectos de convertirse en servidor del capital.La
contradicción irresoluble que hay entre la propuesta social y política delcapital y la práctica concreta de la
realidad de la economía–mundo es que el Estado,aun cuando aparezca como una traba para el libre
despliegue del capital,sigue siendo necesario aun para su reproducción. Aun cuando se han reducidolas
necesidades sociales globales para garantizar la reproducción del capital,el Estado sigue desempeñando
funciones económicas muy específicas; continúasiendo el responsable de definir directrices generales de
acatamiento general, sopena de poner en riesgo la supervivencia del sistema en su conjunto.
Los Estados Nacionales siguen siendo los principalesactores políticos en el escenario nacional e
internacional, con las limitaciones (condicionamientos,“sugerencias” asimiladas, ajustes necesarios en las
políticas económicas ysociales que imponen las corrientes globalizantes) provenientes de los ámbitos
externos.No debe magnificarse el panorama de la dominación, ni mucho menos creer –como ella
misma predica– que la globalización es un camino de ida. Parafraseando al GeneralSan Martín, el
enemigo sólo se ve como gigante cuando uno está de rodillas.

La diferenciaentre un Estado Nación dependiente (sumiso a las prácticas globalizantes delas


transnacionales), que ha renunciado a combatir a las grandes corporaciones, conotro que sí se plantea su
liberación, está en la medida en que por medio de la batallapolítica se vaya ampliando y realizando una
democracia participativa que supere a lademocracia formal delegativa. Lo que separa a un país periférico
independiente, deuno atado de pies y manos ante el poder imperial, no es la competitividad de sus
produccionesindustriales. Tampoco, aunque si incide, el desarrollo de un modelo económicoproductivista.
Lo que es verdaderamente determinante podemos definirlo comoun criterio político. Sólo la política puede
hacer peligrosas a las sociedades periféricasdel capitalismo en la medida en que se supere la exclusión como
forma de opresión.En la medida en que las sociedades del Tercer Mundo sean capaces de incluir en
unproyecto nacional al conjunto social, necesariamente han de oponerse a los dictadosdel imperialismo
mundialmente dominante y su proyecto globalizante. Del resultadode esta confrontación modelará el
mundo de mañana, tal como dice Samir Amin(2003). En efecto, la idea de desarrollo endógeno30 o nacional
(pensado desde las mayorías),es, por su naturaleza, una noción que pone en crisis al capitalismo en
atencióna su naturaleza polarizante. Siempre que el contenido del desarrollo –que no necesariamentedebe
estar integrado y mucho menos subordinado a la economía mundialtal como fue pensado desde el
desarrollismo de los años 50 hasta por el proyecto deenclaves múltiples de los países asiáticos– sea
determinado no por la voluntad de laoligarquía mundial de los poderosos, sino por fuerzas sociales
populares expresandola comunidad que las cobija.

Creemos que elcontrol del Estado es para el proceso de liberación nacional condición necesaria perono
suficiente. Sin duda se necesita mucho más…Ese mucho más se relaciona directamentecon la superación de
los tres modos de exclusión que tiene la globalizacióncomo forma de opresión, es decir, se vincula de modo
fundamental con la organizacióneconómica, cultural y política del Estado Nacional a niveles
continentales.Entendemos que la cuestión social y la nacional son inescindibles. “La liberación espensada
por nosotros como un proceso integral (humana y políticamente hablando),pero, teniendo en cuenta esta
integralidad, podemos distinguir dos aspectos: unonacional y otro social. La liberación nacional es el
proceso de independencia política,cultural y económica de la “nación” respecto de una o varias potencias
extranjeras[o bien respecto de Grupos Económicos Transnacionales]; la liberación social es unproceso
interno de la vida nacional por el logro de justicia y la igualdad política paratodos los sectores de la
comunidad sin distinciones, ni privilegios (la supresión, anivel interno, de explotados y explotadores). Por
supuesto que bajo el término liberaciónabarcamos a ambas, que la una es correlativa a la otra y que el
proceso no seda sin su realización sucesiva o simultanea” (Casalla, 1975).
“En la medida en que la opción decolonial confronta la matriz colonial de poder (sin duda, afincada en un
tipo de economía que favorece y promueve subjetividades que viven para arrebatar y afirmar su
superioridad mediante la acumulación de bienes), la tarea a futuro no es tanto pelear con los molinos de
viento llamados “capitalismo global” sino con las intrincadas fases, esferas y dominios en los que hoy la
matriz colonial de poder está en disputa en un orden mundial policéntrico. En fin, la opción decolonial
encuentra su morada en la multiplicidad de “nuestras modernidades”. En cuanto a “la modernidad de
ellos”, digamos para empezar que es un problema de ellos, para ver luego si encontramos con quiénes
trabajar juntos pero no subordinados –en todos los órdenes, necesitamos socios, no patrones, dijo Evo
Morales–“ (Mignolo, 2009: 274)

5. Globalización y colonialidad del poder

El pensador peruano Aníbal Quijano (2011: 853) precisa los alcances profundos y el sentido de la
globalización: “Estamos, pues, inmersos en un proceso de completa reconfiguración de la Colonialidad
Global del Poder, del patrón de poder hegemónico en el planeta. Se trata, en primer término, de la
aceleración y profundización de una tendencia de re-concentración del control del poder”.
El impulso principal de esta reconcentración está en la trasnacionalización del capital financiero que está
transformando profundamente las condiciones materiales en todo el mundo.
Se trata de la imposición mundial de la “desocupación estructural”, plenamente tramada con la
“financierización estructural”. Lo segundo, en la imposición de esa definida trama sobre todos los países y
sobre toda la población humana, inicialmente en América Latina, con la sangrienta dictadura del general
Pinochet en Chile, y después por la política de los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en
Inglaterra y en Estados Unidos, respectivamente, con el respaldo y/o la sumisión de todos los demás países”
(Quijano, 2011: 852 y 853).
Así como la grandeza de Europa y posteriormente la norteamericana se hizo sobre el genocidio de los
pueblos originarios de América, apropiándose de su tierra y su trabajo como de los africanos negros,hoy son
los muertos en guerras imperialistas como en Afganistán, Irak, Libia, que destruyeron sus estados pero
sobre todo en el sometimiento a la miseria de 2/3 de la población mundial que viven con menos de 2
dólares por día, mientras un puñado de ricos concentran la riqueza de la mitad de la humanidad de manera
escandalosa (ver cifras de fer nota sobre davos). Ese racismo moderno es la base de una globalización que
genera cada vez más desigualdad y hambre, aun cuando tenga todos los elementos técnicos a su disposición
para acabar con las necesidades de todos.
La dominación ya no se ejerce solamente sobre clases necesarias a las que se las incluye para explotarlas,
ahora la cuestión principal de reordenamiento del poder implica internalizar el concepto de exclusión como
nueva forma de opresión. El control de acceso, que no se restringe a lo nacional sino que es mundial es la
clave de bóveda de estas nuevas prácticas de vida de las clases dominantes, que antes jugaban a parecerse
y ahora son parte de los incluidos. Mientras que para los pueblos solo queda el confinamiento y el olvido.
El pensamiento único es algo así como el vocero oficial de las mieles de la globalización. Un nuevo ropaje
de la colonialidad que recoge elementos negadores de la diferencia nacional, de la identidad popular y los
embiste con la misma violencia posmoderna con la que lo hacía en la modernidad: son elementos arcaicos.
Otra vez el orden del tiempo es un instrumento principal. El pensamiento colonialista ya sea desde sus
defensores acríticos, como sus variantes críticas posmodernas, defienden explícita o implícitamente el
poder vigente, su orden, su autoridad, en tanto lo piensan inexorable, fruto del decurso del tiempo y no de
fuerzas en pugna. Así, reclaman un nuevo mundo para sus avances tecnológicos en un discurso envolvente
de legitimación. En el fondo se repite la historia de negación del derecho de otros pueblos a vivir su propia
cultura, con el caballito de batalla de un mundo globalizado, acortado en sus distancias por el comercio y las
comunicaciones. El aparataje cultural disfraza, con la brutalidad pragmática de los que conducen
políticamente (Trump es un ejemplo claro de lo que estamos hablando) o con el refinamiento estético de los
posmodernos, un nuevo ataque a los fundamentos culturales e intelectuales de la lucha de los condenados
de la tierra, los explotados, los excluidos los dominados... en definitiva las víctimas de este sistema de
dominación.
Pararnos desde la herida colonial, contribuir a la producción de un sentido histórico alternativo al de la
Colonialidad, es nuestro imperativo. Pero no es un camino fácil, porque está lleno de cantos de sirena. Pero
se nos va la vida en esa tarea. “La resistencia tiende a desarrollarse como un modo de producción de un
nuevo sentido de la existencia social, de la vida misma, precisamente porque la vasta población implicada
percibe, con intensidad creciente, que lo que está en juego ahora no es sólo su pobreza, como su
sempiterna experiencia, sino, nada menos que su propia sobrevivencia. Tal descubrimiento entraña,
necesariamente, que no se puede defender la vida humana en la tierra sin defender, al mismo tiempo, en el
mismo movimiento, las condiciones de la vida misma en esta tierra. De ese modo, la defensa de la vida
humana, y de las condiciones de vida en el planeta, se va constituyendo en el sentido nuevo de las luchas de
resistencia de la inmensa mayoría de la población mundial” (Quijano, 2011: 856).

CapítuloXI: Descolonización del pensamiento. Pensar desde América

1. Por el camino de Kusch y Jauretche


“Nos enseñan a ir al almacén con el 'Manual del Comprador' escrito por el
almacenero” (Jauretche, 1973: 248)
Para ir por el camino de la descolonización del pensamiento, la primera tarea es no dejarse sucumbir por
los oropeles del universalismo abstracto y arrojarse al riesgo de construir un pensamiento situado, en
territorio, en tiempo, social y políticamente situado.
Vamos a intentar seguir por losalgunas estelas en la mar que nos dejaron pensadores comoRodolfo
Kusch y ArturoJauretche. No fueron los únicos, pero expresan actitudes, propuestas, indagaciones, que
simbólicamente contiene el pensamiento nacional en nuestro país65. La profundidad y el nivel de ruptura de
Kusch (pensamiento raigal, desde la raíz) que se anima a transitar la oscuridad, la aridez intelectual sin
contemplaciones buscando el estar americano desde un bagaje instrumental de la más exquisita filosofía
europea desechado para meterse a oscuras del otro lado. Y la agudeza criolla y actitud gauchesca de
Jauretche que proviniendo de la política sabe que enfrenta profundos dilemas pero tiene que hacerlo con la
simplicidad y el lenguaje propedéutico popular que le permita que su reflexión se haga empanada para que
coman las mayorías y no la cocina exótica que deleita al esnobismo. El espíritu de explicar desde la
comprensión popular está inscripto en el pensamiento nacional por la práctica jauretchiana.
Rodolfo Kusch educado en la refinada e intrincada tradición filosófica europea asumió una actitud
heterodoxa para entender lo americano, actitud que lo dejó definitivamente afuera de la academia. En su

65No solo en la Argentina encontramos antecedentes de este pensamiento profundo de nuestra América como búsqueda negada
desde la colonialidad. Para poner un solo ejemplo tomemos Perú con Haya de la Torre, el político fundador del APRA y en
Mariátegui fundador de la idea de la necesidad crear un socialismo que no fuera copia e imitación. Una crítica explícita al
evolucionismo unilineal y unidireccional del eurocentrismo está ya presente, por ejemplo, en el libro de Víctor Raúl Haya de la Torre
El Antiimperialismo y el APRA (cuya primera edición es de 1932). La percepción de las relaciones económicas de poder en el Perú,
implicada en el primero de los Ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928) de José Carlos Mariátegui, puede ser
considerada como el embrión del concepto de heterogeneidad histórico estructural.
producción escrita encontramos la original idea de que la humanidad americana parte del estar y no del ser
europeo, concepto este último que se puede vincular claramente con la colonialidad.
“Una de las categorías centrales en el pensmeinto de Kusch es el “estar”, y la otra la “instalación”. ¿Qué
es lo que nos hace falta para pensar en ese sentido? En sus palabras, hace flata una Geocultura, un suelo del
pensamiento, y de esa manera se reformula el fumdamento clásico de la filosofía –el “Grund”, lo que le da
fundamento a los entes, el “ser” – y esa reformulación consiste en ese “estar” y esa “instalcion”, en una
manera de “ser-ahí”, como diría Heidegger. Esta Geocultura del pensimento convierte a la geografía donde
se vive en un hábitat. Habitar la geografía hace un habitar, y este hábitat hace a un domicilio existencial, un
lugar que recorremos habitualmente y que conocemos en ese sentido. Estos conceptos culminan en lo que
Kusch llama cultura. ¿Y qué es la cultura? Pues investir de símbolos, de sentido, el domicilio existencial, el
hábitat” (Ríos, 2014: 137).
En América el ser refleja el ámbito, y es distinto al ser de otras culturas. Querer imponerle el ser
europeo, como pretende la pequeña burguesía urbana es, para Kusch, desplegar la esencia del colonizado.El
es muy radical en este punto e incluye tanto a iluministas, positivistas, liberales, marxistas, neomarxistas
latinoamericanos. Para Kusch la objetividad y la ciencia no tiene nada que ver con la producción del
horizonte de sentido que hace la cultura americana; la geocultura es más importante que lo científico.
Ese estar latinoamericano es resistencia a la colonización, sin rendirse a los encantos y adelantos de las
sociedades europeas y norteamericana, científicos y modernos, desarrollados e industriales, que sin
embargo no terminan de cuajar y encontrar su espacio en el sustrato popular de en Nuestra América. El
pueblo profundo sudamericano, establecido en su .estar, que se liga con su raigambre originaria, tiene una
particular forma de expresar su rebelión contra la civilización impuesta, no siempre comprendida por
aquellos que impulsan la liberación desde categorías del pensamiento crítico europeo.Las masas del pueblo
latinoamericano son para Kusch las que más resisten las imposiciones de una sociedad racional y científica,
y se defienden en el estar (O.C. II:656).
En el pensamiento indígena y popular en América, Kusch estudia el .pensamiento seminal, la raíz
originaria del pensamiento popular. El pensamiento seminal, más afectivo que el pensamiento causal
occidental, se concreta en una negación de todo lo afirmado. El pensamiento europeo se mueve en el patio
de los objetos (Heidegger), espacio artificial que también podemos encontrar en América en el ámbito
urbano, de la ciudad sometida e hija dilecta de la colonialidad. Este pensar seminal se da en términos de
silencio, de contemplación y de espera.
Kusch cree en el mestizaje intelectual americano y se comporta, piensa y hace una lectura heterodoxa, y
como él dice, herética. En ella radica su principal aporte a la descolonización.
Kusch comprende que la historia (pequeña)de la modernidad occidental, tal como se construyó como
relato, es falsa en América, es inauténtica, porque no contempla la necesidad ontológica y los valores del
estar americano. El suelo es constituyente de ese estar, la tierra es determinante en este continente. Y eso
parece no comprenderlo el pensamiento colonizado que se maneja con un patio de objetos prestados.
Kuscha pesar de su especificidad intelectual se interesa por el mundo político del peronismo, no para
explicarlo desde categorías filosóficas europeas, sino porque lo juzgó auténtico, en tanto estaba más cerca
del hombre, su negatividad y resentimiento hacia el dominio. Estos elementos, que lo diferencian de los
partidos liberales burgueses, ejercen en Kusch una seducción.
En tanto expresión política del pueblo no se esforzaba ser aceptado en la mirada eurocéntrica,
confinándose a un ser inauténtico, colonizado. La mayor virtud de esa experiencia política del pueblo
argentino era entender la historia como un hacerse a partir de lo que está: los argentinos y las argentinas de
carne y hueso.
Jauretche aborda, tal como lo hemos visto los temas nucleares de la colonialidad del conocimiento casi
tanto como la colonialidad del poder y la económica (que se va a constituir su caballito de batalla desde la
pelea política en los años de la década infame desde Forja)
Pero don Arturo Jauretche no va a ser el único que aborde esta problemática de la colonialidad del
conocimiento. FermínChávez, es otro de los principales autores que proviniendo del pensamiento nacional
se mete con estos temas. Particularmente será un furioso crítico del iluminismo y la supremacía del
racionalismo universalista, rescatando la concepción de Giambatista Vico sobre el valor de la historia de los
pueblos. Chávez “propondrá además una epistemología de la periférica que deje de ser ahistórica, y que el
campo cultural (y pedagógico) no siga siendo analizado desde “el europeísmo cultural”” (Jaramillo66, 2014:
8)

3. Romper el miedo a pensar desde nosotros mismos


En su amplia experiencia como pensador nacional pero también como profesor Francisco
Pestanhaelaboró un esquema didáctico que nos permite comprender a que nos referimos cuando hablamos
de qué significa pensar desde nosotros mismos, como camino de liberación. Pestanha explica a través de
seis“A” esta cuestión: a) autoconocimiento, b) autorreflexión, c) autoestima, d) autoconciencia,e)
autoafirmación, f) autorrealización.
a) Autoconocimiento
El autoconocimiento está basado en aprender a conocernos a nosotros mismos que es el primer paso
para querernos. Ese conocimiento propio; supone una cierta madurez para abordar cualidades y defectos.
El autoconocimiento como todo proceso, tiene en diversas fases, como: autopercepción,
autoobservación, la construcción de una memoria autobiográfica.
La primera fase de autopercepción sugiere Pestanha, siguiendo en esto al gran FermínChávez que se da a
través de la literatura gauchesca. Allí aparecen los temas sobre la vida cotidiana, el paisaje propio, las
palabras del uso particular del lenguaje en estas tierras, los entretenimientos y los conflictos que en su
irrupción rompen con la construcción totalmente importada que era la literatura hispánica en la América
colonial en las vísperas de su proceso de independencia. En particular en el Río de la Plata los poemas del
orientalBartolomé Hidalgo son tomados como un punto de partida de este empezar a mirar sobre lo propio.
Cuando la literatura rompe con el molde y el lenguaje europeo empieza a ceder a todo lo que
verdaderamente somos, en su contradicción, en su despliegue que también aparece la condición de
colonialidad.
b) Autorreflexión
El autoconocimiento nos conduce a la autorreflexión entendida como el pensar crítico sobre nosotros
mismos. Esa es la base sobre la cual se construye una autobservación que nos interpela sobre lo que
realmente somos o queremos ser, que se cruza con elementos que nos agradan y otros que no.
tanto pone el protagonismo en lo actuado por las elites dejando afuera de la construcción de la historia a
lo desarrollado por los pueblos. Estamirada se correlaciona directamente con el proyecto de país
dependiente y agroexportador, que la impulsó a través de la primera pluma de Bartolomé Mitre, que lejos
Jauretche reflexiona críticamente sobre la política de la historia desplegada por la oligarquía.
El mismo autor en su libro Política nacional y revisionismo histórico da cuenta de esta tarea: “Tuvimos
que destruir hasta en nosotros mismos, y en primer término, el pensamiento en el que se nos había
formado como al resto del país, y desvincularnos de todo medio de publicidad, de información y de acción

66 Prólogo al libro Epistemología para la periferia editado por la Universidad Nacional de Lanús que la Dra. Jaramillo dirige.
pues ellos estaban en manos de los instrumentos de dominación, empeñados en ocultar la verdad (...)
renunciar a todas las doctrinas y las soluciones que daban las cátedras. Era (…) como andar con el arco y la
flecha en medio de ametralladoras y cañones (...) oponíamos el sentido común y las conclusiones de un
pensamiento inmediato a un pensamiento infatuado de sabiduría prestada"
En este sentido dice FermínChávez sobre la centralidad de la colonialidad del conocimiento:
“Desentrañar las ideologías de los sistemas centrales en cuanto ellas representan fuerzas e instrumentos de
dominación, es una de las tareas primordiales de los trabajadores de la cultura en las regiones de la
periferia. Pero la realización cabal de esta tarea presupone, a su vez la construcción de un instrumento
adecuado; necesitamos pues, de una nueva ciencia del pensar, esto es, una epistemología propia”.
Desde su óptica filosófica Rodolfo Kuschsostiene:“Y he aquí nuestra paradoja existencial. Nuestra
autenticidad no radica en lo que occidente considera auténtico, sino en desenvolver la estructura inversa a
dicha autenticidad (…) Se trata de otra forma de esencialización a partir de un horizonte propio. Sólo el
reconocimiento de este último, dará nuestra autenticidad".

c) Autoestima
El único camino para que un pueblo pueda alcanzar esa autoestima es la reflexióncrítica sobre lo que es y
la construcción de un proyecto.
A los pueblos dominados se les impone una sistemática destrucción de la autoestima.

d) Autoconciencia
Juan José Hernández Arregui sostenía que "La conciencia nacional es la lucha del pueblo argentino por su
liberación".
“Nuestro proceso de autoconciencia se desplaza rápidamente del campo cultural original al sociopolítico.
Partiendo así de un enjuiciamiento de la colonización mental institucionalizada, llega luego a poner en tela
de juicio y a esclarecer todo el sistema de dependencia, en el que a veces adquiere prioridad lo económico”
(Chávez, 2014: 35).
La autoconciencia requiere de tiempo transcurrido por el pueblo que la realiza, pero implica a su vez el
acceso a otro estadío: “Una realidad social y humana que no se piensa a sí misma, que no (se) da cuenta de
que sí es como un estadio inicial, inconcluso, infantil, no maduro… Pensar a sí desde sí y ante sí. Solo es libre
quien se hace cargo de sí, luego de contactarse consigo, de darse cuenta, de reconocerse, de quererse, de
aceptarse, de hacerse dueño de sí” dice Gustavo Cirigliano67.

e) Autoafirmación
La auto afirmación no solo implica reconocer lo que somos sino estar orgulloso de serlo.
Frente a la denigración de lo propio tan machacada desde la colonialidad del pensamiento, encontrar
valor en la identidad propia es un imperativo del pensamiento nacional.

f) autorealizacion
La autorrealización es la comprobación mediante “efectividades conducentes”, como
deciaHipolitoYrigoyen que esa identidad propia, su reflexión, su afirmación, la generación de su proyecto ha
podido desplegar en la historia su personalidad, su camino propio en tanto particularidad de lo universal y
no en tanto engranaje de un sistema de dominación que le es impuesto.

67
Citado en el libro Qué es el peronismo. Una respuesta desde la filosofía
a) Demonización del poder
El pensamiento eurocéntrico construye la paradoja de poner el centro en el Estado (haciéndolo
ahistórico, atemporal y no situado)como relación exclusiva del poder y al mismo tiempo criticar el poder del
Estado al límite de su deslegitimación (siempre cuidando de no sobrepasarlo). De modo tal que los intereses
privados (de esa sociedad “privatista” como la llama Astesano) estuviesen por encima de los intereses
públicos.
Para que esto funcione de tal manera era preciso plantear la corrupción de manera unidireccional. La
corrupción siempre está en lo público. Pocas veces recuerdan que para quehaya corrupción estatal
también la debe haber del otro lado del mostrador. Y nunca se critica a la corrupción empresarial.
Es decir, son en general reproductores de la idea de demonización del poder, centrando todos los males
enel chivo expiatorio que es siempre la política. Jamás ven una relación entre corrupción y elsistema
capitalista.
Si este caminase bien –suelen decir– esta tierra sería el paraíso. O seaque, los problemas que tenemos
no son consecuencia del sistema, sino de que todavía nose alcanzó a imponer en plenitud porque interfiere
sobre él, el corrupto poder político. Ensu diatriba contra el Estado, los más progresistas entre ellos llegan a
admitir que la funcióndel mismo debe ser controlar, aunque nada dicen acerca de que un Estado
económicamentedébil no puede controlar porque los grupos económicos tienen poder suficiente
parasometer a su voluntad a los funcionarios a través de la corrupción.

b) Denigración de lo popular y racismo como una forma de eso


El racismo fue la primera consecuencia cultural de la colonialidad. “Delineó las fronteras sociales
correspondientes a la división del trabajo. Y justificó las múltiples formas de control del trabajo inventadas
como parte de la americanidad: esclavitud para los «negros» africanos; diversas formas de trabajo forzado
(repartimiento, mita, peonaje) para los indígenas americanos” (Quijano y Wallerstein, 1992: 585).
Con la formación administrativa, política y económica de los estados nacionales modernos en nuestra
fragmentada América se inicia un largo proceso de estructuración de las relaciones económicas a imagen y
semejanzas de las europeas (pero aun manteniendo una economía de dos velocidades, lo cual es muy
notorio en los países de fuerte población originaria, pero no exclusivamente, pensemos que los peones
rurales en Argentina no tuvieron ningún derecho hasta la sanción de estatuto del peón en 1944). Pero esta
nueva forma de apropiación de trabajo mediante la relación salarial se va construyendo sobre los canales de
una economía dependiente, es decir, solo se puede construir en el más estricto respeto a una división
internacional del trabajo previamente fijada, en donde la periferia produce materias primas, mientras que el
centro produce productos manufacturados (esta es la base de la relación de intercambio desigual –y
progresivo según estudio la CEPAL al plantear el concepto de deterioro de los términos del intercambio,
pero que además el trabajo humano es infrapagado en la periferia). Los estados formalmente
independientes no se convirtieron en la legitimación del poder de la burguesía como en Europa y EEUU,
fueron los garantes de la dominación patriarcal de una oligarquía parasitaria y afecta a los lujos y artículos
suntuarios.
“Por todo ello, el flujo y reflujo de vastos recursos hacia y desde América Latina, desde la Independencia,
no fue empleado por los dominantes en beneficio de la sociedad nacional en su conjunto, porque ella no
existía sino como el conjunto de los dominadores, ni estaba en el interés de éstos organizarla y desarrollarla
en beneficio de toda la población, aún con todas las desigualdades sociales de tipo clasista. El efecto
perverso de ese comportamiento ha sido, en todas partes, la inestabilidad y la precariedad del desarrollo”
(Quijano, 2014 I: 209) En este párrafo Quijano desnuda la diferencia funcional de las burguesías nacionales
europeas y las oligarquías vernáculas del mundo periférico. Estas oligarquías en su aspiración -como todos
los sectores dominantes- de perpetuar su poder, entienden que su principal beneficio está en la relación de
negocios con el mercado mundial, en particular con Europa (también los EEUU) como gran comprador de las
materias primas que produce.
Los pensadores decoloniales insisten en la subsistencia de la clasificación racista aun después de la
formación de los Estados modernos. “A medida que avanzamos hacía el período posindependendencia, las
formas de control del trabajo y los nombres de las categorías étnicas fueron puestas al día. Nosotros
particularmente consideramos que si bien el ordenamiento del trabajo de forma racista es constituyente de
la colonialidad del poder originaria, a medida que el tiempo pasa no es una diferenciación de tipo racial,
sino un desprecio por lo popular (independiente del carácter de raza, aunque constituida sobre el original
racismo) lo que caracteriza a esas oligarquías que son beneficiarias del sistema dependiente.

c) Dependencia económica o determinación económica de la periferia que implica una depreciación de


lo que esta aporta a la economía mundial.
La contribución de la periferia al desarrollo del capitalismo es reducido, prácticamente, a una nota a pie
de página en su historia. Como lo hace, por ejemplo Hobsbaum.
“La "acumulación primitiva" colonial, lejos de ser una precondición del desarrollo capitalista, ha sido un
elemento indispensable de su dinámica interna. El "trabajo asalariado libre" en Europa constituye no la
condición esencial del capitalismo, sino su modalidad productiva dominante, modalidad históricamente
condicionada por el trabajo "no libre" en sus colonias” (Coronil, 2000: 56).
Es imposible cuando se piensa desde la herida colonial soslayar la relación constitutiva entre el
capitalismo y el colonialismo. Esta perspectiva ayuda a modificar la comprensión convencional de la
dinámica y la historia del capitalismo. Para comprender el capitalismo es preciso ampliar y considerar los
actores no sólo dentro de Europa, sino en el conjunto del sistema-mundo.
Descolonizar el conocimiento es, muchas veces, agregarle los elementos que faltan, los que son
deliberada o casualmente olvidado, el lado ciego de la perspectiva eurocéntrica.
“Como la producción de materias primas en la periferia está generalmente organizada en torno a la
explotación no sólo del trabajo sino de los recursos naturales, yo creo que el estudio del neocolonialismo
requiere un desplazamiento de foco del desigual flujo del valor, a la estructura desigual de la producción
internacional. Esta perspectiva coloca en el centro del análisis las relaciones entre la producción de valor
social y la riqueza natural” afirma el colombiano Fernando Coronil68.
Se podría incluso darle más profundidad cultural a la omisión de la naturaleza. Existendistintas formas
culturales de abordar el tema de la naturaleza -reconociendo teóricamente su significado histórico-.
Comprender la multiplicidad de sentidos, nos permite abordar que la perspectiva eurocéntrica que la piensa
la naturaleza como un objeto -fuera de la humanidad- al que es preciso dominar, es solo una de estas
formas. Esta concepción, producto típico de la modernidad se pretende universal y se extiende a todas los
entornos naturales propios y ajenos a Europa, pero siempre propios a su idea de universalidad a su
disposición. La división internacional del trabajo tiene que ser entendida no sólo como una división social
del trabajo, sino igualmente una división global de la naturaleza. Lo que podría llamarse la división
internacional de la naturaleza suministra la base material para la división internacional del trabajo:
constituyen dos dimensiones de un proceso unitario.

68citado por Lander (2000: 17)


Cuando el pensamiento colonial deja a la naturaleza fuera del cálculo económico de la producción de
riquezas, el proceso de creación-destrucción que siempre está implicado en la transformación productiva de
la naturaleza queda negado. La destrucción/consumo/agotamiento de recursos naturales es una especie de
lado oscuro, o bien el costo a pagar por el progreso.

e) degradación de la propia cultura (silenciamiento y extrañamiento)


El principal instrumento de la degradación de la propia cultura es lo que los pensadores decoloniales
denominan colonialidad del conocimiento.
Europa ha creado un mito de su superioridad, y tal como hemos dicho, que su carácter de universal y
vértice de la modernidad le hizo impulsarse hacia afuera. La pobreza de la cultura europea del siglo XV en
relacion a sus culturas vecinas (como las musulmanas del mediterraneo sur y la península arábiga) o
distantes (como las de China o India) es apreciable para cualuqiera que con buena voluntad aborde la
investigación histórica. Sin embargo, es notorio como esa misma cultura se enriquece a partir de la
conquista americana y el dominio mundial. Como bien explica Quijano (2014: 6) en un original planteo: “La
incorporación de tan diversas y heterogéneas historias culturales a un único mundo dominado por Europa,
significó para ese mundo una configuración cultural, intelectual, en suma intersubjetiva, equivalente a la
articulación de todas las formas de control del trabajo en torno del capital, para establecer el capitalismo
mundial. En efecto, todas las experiencias, historias, recursos y productos culturales, terminaron también
articulados en un sólo orden cultural global en torno de la hegemonía europea u occidental. En otros
términos, como parte del nuevo patrón de poder mundial, Europa también concentró bajo su hegemonía el
control de todas las formas de control de la subjetividad, de la cultura, y en especial del conocimiento, de la
producción del conocimiento”.
Esto es asítambién como ocurrió en términos económicos el quiebre de las clases dominantes, sometió a
un retroceso civilizacional a los pueblos sometidos, remontándolas prácticamente a prácticas de
supervivencia, donde antes había desarrollo de imperios hidráulicos, templos fastuosos, ciudades de
tecnología antisísmica (o construidas en la cima de la montaña como en Machu Pichu) y refinadas formas de
ciencia y política, condenándolos a una subcultura campesina. La invasión europea rompió el espinazo de
las formas de producción de conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su
universo simbólico, sus patrones de expresión y de subjetividad.
Este largo proceso brutal y complejo, que destruyó las grandes culturas americanas, que aplastó las
semillas de la africana y en Asia las relegó a un segundo plano, significó una verdadera “colonización de las
perspectivas cognitivas, de los modos de producir u otorgar sentido a los resultados de la experiencia
material o intersubjetiva, del imaginario, del universo de relaciones intersubjetivas del mundo, de la cultura
en suma” (Quijano, 2014: 7).
La modernidad y la racionalidad fueron presentadas por esa colonialidad del conocimiento como
experiencias y productos exclusivamente europeos y desde allí exportados al mundo. Pero ello no es más
que un mito, abonado con la creación de relaciones intersubjetivas, como la creación de América como el
nuevo mundo, la invención de “Oriente” y el “orientalismo”. De esta manera fueron codificadas las culturas
no europeas como subordinadas en una dialéctica entre locivilizado y loprimitivo, lo científico y lo
mágico/mítico-, lo racional y lo racional, lo moderno y lo tradicional, donde todo lo superior, una evolución
en el tiempo y el espacio es lo europeo.
Esta colonialidadtiene, como venimos diciendo, dos ejes principales: uno es espacial y consiste en
proyectar una concepción situada (en el ejenoratlántico) como universal y uno temporal establecer una
línea de tiempo que termina en la modernidad y la posmodernidad, como dos caras de la misma moneda.
Es más complicado de lo que parece para toda la intelectualidad formada en los parámetros de la
colonialidad del conocimiento, romper con estos axiomas. Y, sobre todo, no hacerlo desde la relatividad
sino desde la construcción de otra perspectiva es más dificultoso aun. De la expropiación por Europa del
universalismo y la novedad, se genera como derivado el concepto de meritocracia del conocimiento, y con
todo este panorama se va construyendo una subvaloración del pensamiento desarrollado desde la periferia.
Como dice campechanamente don Arturo Jauretche (1973: 110): “éstos, que se llaman a sí mismos
intelectuales, de tan afanados de saber lo que pasa en las otras casas, nunca saben nada de la propia”
El menoscabo de la identidad propia y del pensamiento hecho desde acá se da a partir de estar distante
de lo universal y estar siempre a la retranca de la vanguardia noratlántica. Eso genera la sensación de ser
inferior, aparece un miedo a producir un conocimiento intrascendente, un miedo a pensar lo nuestro, en
definitiva, un miedo de ser nosotros mismos

5. Pensar los caminos de la descolonización


“Sólo queda un camino, completar la emancipación
política con una emancipación mental” Andrés Bello

Los cinco elementos que consideramos centrales a la hora de replantearnos la colonialidad son:
a) Demonización del poder vs. Vocación de poder
Para romper el miedo al poder, no solo es necesario reconocer sus implicancias sociales en todos los
niveles de disputa, sino también entender que el poder está siempre en estado de conflicto y en procesos
de distribución y de redistribución. Y que los lugares donde se condensa, si bien no son el cambio definitivo
no dejan de ser una indispensable trinchera desde donde defender interés. Y la política, en última instancia
es disputa de intereses sociales, culturales, económicos, etc. La historia se construye desde las relaciones
micro, tanto como desde las relaciones macro de poder y estas últimas tiene fuerzas de influir más
fácilmente sobre las primeras que a la inversa.
El peronismo además diferencia y propone la complementariedad entre la organización del pueblo y la
organización del estado.En definitiva romper la colonialidad en relación al poder es discutir firmemente la
idea de que el poder corrompe. A las clases dominantes nunca les ha pesado el ejercicio del poder. Es
tiempo que a las clases populares tampoco les pese, pues solo así se podrá construir un mundo más justo.
b) La denigración de lo popular vs. Comprensión de lo popular como fundante
La jerarquía social y que se expresa en lo que hemos llamado (en Combatiendo al Capital) modos de
opresión depende de quién está en una posición de poder –fundamentalmente en el capitalismo
económico- para decidir el modelo y de donde se ubica uno con respecto al mismo.
Así el modelo de construcción del conocimiento que se origina en la etapa renacentista europeo, con su
perspectiva única, se convirtió por la fuerza del poder europeo en hegemónico. De esta forma es que los
pueblos originarios de nuestro continente y habitantes de la África subsahariana (que llevaron la peor parte
en el ordenamiento) pasaron a en la concepción hegemónica a ser seres humanos de segunda categoría.
Este cimiento histórico racista de la concepción del mundo europea y su mirada del otro, está en la raíz de la
colonialidad. Pero es la denigración de los pueblos, de su identidad, y la cuestión nacional en esto es central
(por su raíz y por su fuerza estructuradora en lo simbólico“Desde la inserción de América en el capitalismo
mundial moderno / colonial, las gentes se clasifican y son clasificadas según tres líneas diferentes, pero
articuladas en una estructura global común por la colonialidad del poder: trabajo, género y raza. Es decir,
consiste en una disputa, violenta o no, en derrotas y en victorias, en resistencias, y en avances y retrocesos.
Ocurre en términos individuales y/o colectivos, con lealtades y traiciones, persistencias y deserciones. Y,
puesto que toda estructura de relaciones es una articulación de discontinuos, heterogéneos y conflictivos
ámbitos y dimensiones, los lugares y los papeles no necesariamente tienen o pueden tener las mismas
ubicaciones y relaciones en cada ámbito de la existencia social, o en cada momento del respectivo espacio /
tiempo.
Quijano y los pensadores decoloniales han hecho mucho hincapié en el racismo como fuente
legitimatoria de la subordinación del otro, consideramos que en la base del racismo en relación con la
colonialidad hay algo que persiste y es el desprecio por lo popular, su consideración de inferior, su
denigración. Y esto sigue siendo un instrumento de primer orden para legitimar las formas de opresión al
interior de las naciones. La connotación de insulto con que se refiere desde las elites a los sectores
populares es parte de esa colonialidad. Indios, negros de mierda, cabecitas negras, cabezas, grasas,
descamisados, pardos, gronchos, por solo utilizar algunas de las palabras despectivas que se usaron y usan
en Argentina para referirse a los más humildes. Algunas de ellas particularmente descamisados ha sido
reapropiada y resignificada por el pueblo y le impuso una connotación positiva donde antes existía una
connotación negativa. Quizás la gran artífice de esta reversión fue la propia Eva Perón que por su origen de
clase muy humilde sufrió en carne propia todo este tipo de clasificaciones y encasillamientos de las clases
dominantes. Ese mecanismo de resignificación no deja de ser clave en el proceso de liberación. Llevar con
orgullo lo que el enemigo indilga como insulto es una actitud que requiere autoconocimiento,
autorreflexión y una autoafirmación.
Consideramos que lo popular es la categoría indispensable para comprender la heterogeneidad de esas
luchas que no se anquilosan en una identidad sino que son contradicción constante, que sin embargo
pueden unificarse alrededor de contradicciones principales desechando las secundarias, como planteaba
Mao. La llave de comprensión de lo popular no es la homogeneidad sino por el contrario la diversidad de
sentidos, aspiraciones, deseos y reivindicaciones, cuando estas se condensan en lo que Laclau llama
significante vacío.
Cuando se produce esa condensación estamos ante un movimiento nacional y popular (populista dirá
Laclau) pero si esas reivindicaciones están aisladas, estamos ante movimientos sociales que luchan
legítimamente por sus propios reclamos. Es decir losmovimientos sociales debemos encararlos como
expresión de la organización popular, pero no desde el todo sino desde las partes, que son necesariamente
heterogéneas.
c) Denostación de lo nacional (sentimiento de inferioridad), vs. Autoafirmación en el amor por la
patria, reconstrucción de su dimensión sudamericana
La identidad construida por los pueblos ha sido la nacionalidad, no la raza, que en contraposición al
racismo sugieren los pensadores decoloniales, mucho menos los micro espacios y las respuestas desde la
marginalidad de la sociedad integrada, que si bien son todos muy respetables (y deben ser contemplados
necesariamente desde la unidad en la diversidad) constituyen respuestas fragmentadas, de minorías, y no
de las mayorías populares.
Esa nacionalidad en América Latina tiene una doble instancia, que aunque puede parecer a simple vista
contradictoria, es complementaria. Es la mirada de los paísesconstruidos a partir de la fragmentación en
relación con la creación de sus estados modernos, pero es también el fantasma que ronda siempre y en
cada uno de nuestros países de una gran nacióninconclusa, que se desarrolla, en principio, al sur del río
bravo hasta la isla de Tierra del Fuego.
Jorge Abelardo Ramos con su pluma aguda sostiene "somos un país porque no pudimos ser una Nación y
somos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos”.
La nacionalidad americana se construye precisamente desde la herida colonial, es una rebeldía ante el
impuesto sentimiento de inferioridad que fue y es impregnado en los seres humanos que no siguen el
patrón de poder noratlántico.
Simón Rodríguez69, el tutor de Simón Bolívar, afirmaba que educar era crear voluntades. “Pero no
podremos formar voluntades de cambio, voluntades políticas de participación en la construcción social de
nuestra Nación y de Nuestra América, si entendemos el hecho social como hecho determinístico surgido
casi de causas naturales. De esa manera se promueve el escepticismo frente a las supuestamente
indomables leyes universales de la historia”.
América es joven y es hembra, y tiene por conquistar en la lucha su propia emancipación, dando sentido
a nuevas formas de relación mundial.
Lo nacional para lo Americano solo puede ser pensado, en tanto identidad mestiza, sino como unidad en
la diversidad.
En Ayacucho, la gran batalla final por la primera independencia de Sudamérica, había combatientes de
todos y cada uno de los actuales países. Todo nos hace sospechar que en las próximas gestas sea
indispensable esa concurrencia, pues tenemos la convicción que sin unidad latinoamericana no hay
liberación posible.
Por eso es que los procesos de integración regional son la clave para retomar el hecho fundante de la
identidad nuestra que fue la gesta emancipatoria de nuestra independencia. Las experiencias más ricas en
este sentido fueron las de UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y en menor medida la CELAC
(Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe), ésta últimamás que por su corta práctica por la
extensión de su convocatoria.
Es preciso construir puentes por abajo, la unidad de nuestros pueblos va depender menos de los
vaivenes políticos, va a ser mucho mássólida y difícil de revertir. Ese es el gran desafío de construcción de la
nación inconclusa.
d) Dependencia económicaDimensión de Estado plurinacional sudamericano, integración de intereses
económicos latinoamericanos para dar respuesta a los desafíos del capitalismo en su etapa globalizante y
un desarrollo humano de la economía:
El concepto de desarrollo endógeno es una manera de discutir de esta concepción lo la idea de la
modernización enlazada con el desarrollo de los países centrales, cuya ayuda vendría a través de sus
empresas, que primero fueron multinacionales para luego devenir grupos económicos transnacionales. Ese
despliegue económico autónomo permitiría una acumulación propia. Pero a esto también hay que adosarle
la discusión de cómo debe repartirse esa acumulación. Y no es solo una discusión de “sensibilidad” sino que
en ella está incita si la economía se la quiere construir para la producción hacia el mercado mundial o se
quiere alimentar fuertemente al mercado interno.
Estas decisiones de carácter económico tienen implicancias en otros planos. Si el crecimiento económico
conlleva una relativa democratización basada en la distribución de la riqueza y el control de recursos,
estoconlleva una pareja democratización relativa de las relaciones de poder en la sociedad y en el Estado.
Una construcción de una economía mixta, en donde el Estado tiene un rol estratégico, si se hace con altos
niveles de organización popular puede implicar un sistema de relaciones distintas de lo planteado por el
capitalismo en su etapa de la globalización. El poder popular es también fuente de estabilidad en la
representación política; en la medida que el Estado determina la libertad económica relativa. La
profundización del despliegue económico nacional unido a la equidad social garantizada por lo público, con

69
Citado por Ana Jaramillo (s/f, 2)
una adecuada distribución de la riqueza y del poder puede desplegar la vida de un modo que es imposible
en la lógica de la globalización, pero ello implica una gran ruptura, porque ni los Estados imperialistas ni los
Grupos Económicos Transnacionales, en tanto factores dominantes, están dispuestos a tolerar tal cosa.
Si atendemos a nuestra propia experiencia histórica, la estabilidad de la democratización y la distribución
de la riquezas, que se efectivizó durante el primer peronismo, no solo se vio forzosamente amenazada sino
que abrió una profunda grieta de intereses que se plasmó una sucesión de golpes que asolaron nuestro país
hasta que en las últimas dos décadas del siglo XX, cuando se instala una democracia restringida, más
procedimental que profunda, más institucional que transformadora. Esta si permitió una estabilidad pero en
estado de sumisión, profundizando los lazos dependencia y con regresión en la redistribución de la riqueza
en favor de los sectores populares.
En la experiencia peronista la industrialización no solo pasó la fase de la sustitución de importaciones,
sino que además de su propia planificación (dos planes quinquenales, el segundo cercenado en medio de su
desarrollo por la instalación de una dictadura en 1955), sino que además el modelo de industrialización
elegido tomó como horizonte precisamente el desarrollo primero de una industria liviana (cosa muy
criticada por los economistas) antes que la pesada y esto fue no para “el consumo de las clases oligárquicas
y las capas medias asociadas” como dice Quijano sino para el conjunto de la mayoría trabajadora. El
protagonismo del pueblo en el poder durante esa experiencia desmiente el planteo lineal de varios de los
autores decoloniales que no ven más que continuidad lineal de la colonialidad durante toda la historia
americana, sin distinguir las diferencias de los procesos populares llevados a cabo por los movimientos
nacionales, que significaron un cambio profundo en la vida de los más humildes.
Afirmar los propios intereses de los pueblos en un proceso universalista de integración en condiciones de
respeto por la autodeterminación. Sin ruptura con el orden colonial no puede haber una economía
verdaderamente libre. Marcelo Gullo cuando estudia el proceso de surgimiento de los grandes estados
nacionales encontrando siempre en su origen lo que propone para el despegue latinoamericano: una
insubordinación fundante.
e) Degradacion de la propia cultura vs autoafirmación cultural
Jorge Luis Borges escribió: “Yo que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros, de
dictámenes, a cielo abierto yaceré entre ciénagas, pero me endiosa el pecho, inexplicable, un júbilo secreto.
Al fin me encuentro con mi destino sudamericano”. La exquisita prosa de Borges proyecta en el romance de
la muerte de Laprida su propia existencia. El anhelo cultural de ser otro, vivir en otra cultura, y ser atrapado,
ejecutado y muerto por la barbarie que lo circunda su destino sudamericano.
Jaureche cuenta un diálogo con Manzi que es la contraposición perfecta de la actitud borgiana, la del
hombre que abrazó su propia cultura rompiendo con los prejuicios de la colonialidad y asumiendo el costo
que eso implica en la máquina de hacer prestigios que impulsa la intelligentzia. “Estaba Manzi en la
conscripción, cuando me dijo un día: '"Tengo por delante dos caminos: hacerme hombre de letras o hacer
letras para los hombres". Y así fue como sacrificó la gloria, para dar su talento a una labor humilde,
convertido en letrista de canciones. Cumplió esa tarea, lo mismo que Discépolo, asumiendo el deber de
jerarquizar el arte de su pueblo. Y esto lo hizo conscientemente, sacrificadamente, arrojando por la ventana
la gloria que deslumbra a los que buscan la consagración literaria” (Jaurteche, 1973: 116).
Entre la variedad de tareas a emprender es central revisar los modos de la sujeción y de producción de la
existencia social que los procesos históricos del colonialismo y del imperialismo desplegaron en cada
contexto específico” (de Oto, 2011, 19).
En su Martin Fierro el gran José Hernández plantea con su poesía gauchesca la raíz de ese dilema: “Es
mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas”.
Muchos antes del llamado giro decolonial el pensamiento nacional a través de Jauretche plantea la
cuestión de la geopolítica del conocimiento, aunque con otras palabras. El debate y el combate contra el
locus de enunciación noratlántico “abre nuevos rumbos a la indagación, otorga otro sentido creador a la
tarea intelectual, ofrece desconocidos horizontes a la inquietud espiritual, enriquece la cultura aun en su
aséptico significado al proveerla de otro punto de vista brindado por las peculiaridades nacionales.
Para trazar los caminos de nuestra propia cultura y pensamiento es preciso hacer un agujero en el muro
de la opresiva universalización racionalista70.
Dussel plantea la paradoja y la complejidad que supone partir de un pensamiento colonizado: “Para
descubrir nuevas categorías con las cuales nos sea posible pensarnos a nosotros mismos hay que comenzar
por hablar como los europeos y, desde ellos, probar sus limitaciones, destruir el pensamiento europeo para
dar lugar a lo nuevo” (Dussel, 1995:138-139).
La modernidad produjo la colonialidad, pero al mismo tiempo muchas ideas modernas vertidas sobre el
molde de la colonialidad produjeron efectos sustancialmente distintos a los que generaron en Europa. El
ejemplo es la independencia y las ideas liberales. ¿Era posible hacer anti absolutismo en tierras americanas
sin pensar en la libertad nacional?
Necesitamos, pues de una nueva ciencia del pensar, esto es, una epistemología propia” (Chávez, 2014:
168). Nos está faltando completar una tarea que tiene muchos antecedentes –aunque insuficiente
institucionalización- de desplegar un modelo cultural y educativo que no sea producto del plagio, del calco
de locus, de la apropiación de perspectivas ajenas. Terminar de construir la propia es esa gran tarea.

Epílogo
Entregarnos a la seducción de esa barbarie, como provocadoramente plantea Kusch.
No queremos dejar de plantear algunas cuestiones para ayudar a quitarse las anteojeras coloniales a
aquellos que quieran transitar los caminos de la liberación.
Habremos conseguido nuestro objetivo si los que nos leen adquieren el hábito de poner en crisis,
someter sus propias críticas el modo de pensar habitual, santificado por la academia, y prestigiado por los
medios. Y busque en las cosas simples de la vida un sentido más pegado a su existencia que la
intelectualización importada. Esto alcanza para empezar a salir de la trampa principal de la colonialidad del
conocimiento.
“Yo no espero nada de decisiones milagrosas, pues sé que todo vendrá de esa voluntad y de esa
inteligencia argentina que hace a nuestro pueblo más fuerte cada vez que quieren quebrantarlo. Por eso es
imprescindible el conocimiento de la "colonización pedagógica". Somos al fin y al cabo, hijos de ella y
nuestras realizaciones materiales sólo se asentarán sobre terreno firme si se integran en los factores
culturales propios, porque la liberación del país sólo será medida por la liberación de los espíritus, cuando
esto se asiente sobre la realidad del país tal como es, hoy y aquí” (Jaurteche, 1973: 320).
La periferia no es un lugar de redención, sino un sitio donde vivir se hace mucho más difícil.Sivamos a
cuestionar a la fetichización de Europa no es para hacer de la periferia ni de la marginalidad una virtud
teologal. Ni Europa es el portador exclusivo de la modernidad y la universalidad, ni la periferia es su
negación absoluta. En las periferias colonizadas anida lo mejor y lo peor de la producción del centro y en la

70 Fermín Chávez (2014: 314) dice: “Y el napolitano [Gianbatista Vico [no podía imaginar entonces que varios siglos después un
lógico matemático [Ludwig Wittgenstein[ pudiera escribir eso que también resulta martínfierresco: “La sabiduría tiene algo de frio y,
por eso de estúpido. La fe, en cambio, es una pasión”. Pensamiento que, en resumidas cuentas, de la mano de Hamann y de
Kierkgaard, de Marechal y de Evita –entre otros-, nos ayuda a abrir un boquete en la pared racionalista para oxigenar por él los
existentes de carne y hueso entre ellos, aquel gaucho marginado y amotinado”.
marginalidad no se encuentran todas las soluciones. Sólo sobre las ruinas de este mundo injusto vamos a
construir uno más vivible en cada rincón del globo, sobre todo para los mas humildes. Al no poner en la
periferia toda la expectativa de una solución universal podremos construir un mundo en diálogo y respeto
por la diversidad y la autodeterminación de los pueblos.

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