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DRAMATIZACIÓN DEL
VIACRUCIS PARA SEMANA
SANTA

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PRIMERA ESTACIÓN

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: Jesús, percibe la dificultad de las cosas. Se ha ganado muchos
enemigos por predicar el Evangelio. Se siente amenazado de muerte por sus
adversarios y por ello, con pavor y angustia, acude a Dios para presentar su
realidad. Pero no le pide que se haga su voluntad de Hijo sino la de su Padre.
(Debe haber preparado una especie de huerto, árboles, piedras, plantas y flores.
Jesús llega con los Apóstoles. Recordemos que deben ser 11 apóstoles porque
Judas llegará en la siguiente estación. Éstos empiezan a sentarse sobre las piedras
a la entrada del huerto. Jesús llama consigo a tres de ellos para dirigirse un poco
más adelante)
JESÚS: (Con voz majestuosa y serena) “Pedro, Santiago y Juan, vengan conmigo.
Los demás quédense aquí mientras yo voy a orar”.
(Un poco más adelante, comenta a los tres escogidos): “Siento en mi alma una
tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí y permanezcan aquí conmigo.”
COMENTADOR: Enseguida se va un poco más adelante, se inclina hasta tocar
el suelo con la frente, y oró diciendo:
JESÚS: “¡Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero que no se
haga como yo quiero sino lo que quieras Tú!
(Luego vuelve a donde estaban los tres discípulos escogidos y los encuentra
dormidos, por eso les dice): “¿Ni siquiera una hora pudieron ustedes mantenerse
despiertos conmigo?
JUAN: ¿te pasa algo maestro? ¿Llamo a los demás?
JESÚS: No, Juan, velen y oren para no caer en tentación. Porque si bien el
espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

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SANTIAGO: ¿estás en peligro? ¿Debemos huir?
JESÚS: Santiago, quédense aquí, velen y oren para que no caigan en tentación
JUAN: ¿Qué le ocurre?
PEDRO: Parece que tiene miedo.
SANTIAGO: Nos habló de peligro y de traición mientras cenábamos.
JESÚS: (Por segunda vez se adelantó y oró así): “¡Padre Mío, si no es posible
evitar que yo sufra la prueba, Hágase tu Voluntad!”
(Cuando vuelve encuentra otra vez dormidos a los discípulos, porque los ojos se
les cerraban del sueño. Vuelve a orar por tercera vez con las mismas palabras. –
Después de un momento breve de oración, les dice a todos los apóstoles):
“¿Siguen ustedes durmiendo y descansando? Ha llegado la hora en que el Hijo del
Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vámonos!
¡Ya llega el que me traiciona!
ORACIÓN:
Señor, siempre presentaste tu vida a los ojos del Padre e hiciste su voluntad. En tu
oración en el huerto nos enseñas que aceptemos la Voluntad del Padre, a pesar del
inmenso número de necesidades que podamos tener. Nos constituimos en
personas que piden y presentan sólo sus necesidades ante ti, pero sin tener un
verdadero encuentro de amor contigo, sin actitud de agradecimiento, sin reconocer
tus dones, tus maravillas en cada una de nuestras vidas y, peor aún, imponiéndote
y diciéndote lo que tienes que hacer por nosotros. Gracias porque en tu oración en
el huerto nos enseñas a abandonarnos al Padre, a adquirir confianza, a saber, que
a pesar de las múltiples necesidades estamos invitados por ti a aceptar la santa
voluntad de tu Padre.

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SEGUNDA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús traicionado por Judas y arrestado

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: Judas era discípulo de Jesús, por ello le seguía a todas partes.
Pero, aunque le seguía no comprendió quién –en realidad- era Jesús. Creía que iba
empezar una guerra para ser el Rey del Pueblo. Pero Jesús sólo quería ser Rey de
los Corazones y su guerra era una guerra de amor. Así pues, fue a los del gobierno
y traicionó a Jesús dando información del huerto donde oraba con sus discípulos.
Es probable que Judas pensara que el pueblo no iba a permitir la masacre que se
realizó en Jesús y por eso lo denunciaba para que fuese coronado rey a la fuerza.
Había dado esta señal a los que lo acompañaban: “Aquel a quien yo bese, ése es:
arréstenlo”.
(Judas se adelanta hacia Jesús y le dice):
JUDAS: ¡Maestro, la paz sea contigo!
JESÚS: Amigo, lo que has venido a hacer, ¡hazlo cuanto antes!
(Entonces los soldados se acercan a Jesús y lo arrestan. Mientras tanto, los
discípulos se enfrentan a los soldados, en eso Pedro sacó su espada y le cortó la
oreja a uno de los soldados)
JESÚS: (Dirigiéndose a Pedro): Pedro, guarda la espada en su lugar, pues acaso
no sabes que todos los que pelean con la espada también a espada morirán.
(Ahora se dirige a los soldados y a la multitud y les dice):
¿Por qué han venido ustedes con espadas y palos a arrestarme como si yo fuera un
bandido?; todos los días he estado enseñando en el Templo y nunca me arrestaron.
Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que dijeron los profetas en las
Escrituras.

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(En ese momento los apóstoles dejaron solo a Jesús y huyeron. Los soldados atan
las manos de Jesús y continúan la marcha hacia el palacio de los sumos
sacerdotes).
ORACIÓN:
Señor, muchas veces nos sucede como a Judas, no entendemos tu misión y la
constituimos sólo una ideología. Por las ideas sobre gobierno, sobre política, sobre
formas económicas y sobre religión los hombres nos hemos matado los unos a los
otros y caemos en la tentación de hacer justicia por nuestras propias manos,
caemos en propuestas sanguinarias como el secuestro, la extorsión y la muerte
para sostener nuestras ideas. Señor ayúdanos para no llegar a traicionarte en la
búsqueda de la justicia, para no llegar a traicionarte en la búsqueda de la paz y en
la construcción del Reino del amor, en nuestras familias y en nuestra sociedad.
Danos fuerza para luchar con las desilusiones de la vida y para comprender que
sólo en Ti encontraremos al verdadero amigo, al que nunca traiciona.

TERCERA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús es condenado por el Sanedrín

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: El Sanedrín era el grupo que mandaba en los asuntos
religiosos de Israel. Vigilaba para que nadie fuera contra la Ley. Cuando Caifás
interroga a Jesús sobre su identidad, el evangelio nos presenta en las respuestas de
Jesús lo que ya se conoce por los escritos del Profeta Daniel: Con todo este proceso
del juicio judío de Jesús empieza el fin de los tiempos y es el momento en el que
Él, el Hijo del Hombre que viene de las nubes del cielo, anunciado por la profecía,
sea hecho rey de todo el pueblo. La afirmación les parece tan ridícula que causa
burlas y a la vez, se constituye en la coyuntura para buscar su muerte por medio
de un juicio romano.
(En una sala del Palacio del Sumo Sacerdote Caifás, se reúnen los ancianos para
discutir sobre lo que harán con el reo, que ha sido detenido y que pronto les
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entregarán los soldados. Ni Jesús, ni los que vienen con Él entran en la escena,
sino que esperan afuera de la sala de reunión.)
CAIFÁS: Les he llamado para decidir esta misma noche, la condena a muerte de
Jesús el Nazareno, el Mesías, como él mismo se hace llamar. Tenemos que decidir
claramente las acusaciones que vamos a presentar a Pilato, procurador del César
Romano. Nosotros, que componemos el Sanedrín, la máxima voz de autoridad del
pueblo, tenemos el poder de juzgar y legislar, pero el poder de condenar a muerte,
lo tiene sólo Poncio Pilato, representante del César y de todo el Imperio Romano.
ANÁS: ¡Quebranta el sábado! Y el Éxodo dice: “El que violare el Sábado
merecerá la pena de muerte”.
CAIFÁS: Eso ya no está en rigor. Pilato se burlaría de nosotros.
DORAS: Podemos acusarle de que prohíbe pagar tributo al César.
CAIFÁS: Tampoco es suficiente. Necesitamos acusarlo de blasfemo que es el
único crimen que se castiga con la muerte.
ANÁS: Entonces lo acusaremos de querer destruir el Templo.
CAIFÁS: Es cierto, porque Él dijo: “Yo destruiré este Templo y en tres días
reconstruiré otro, que no haya sido hecho por manos de hombres. Entonces, me
acercaré y le preguntaré ¿Eres tú el Hijo del Dios vivo? ¿El Cristo? Y si lo niega
lo acusamos de impostor y mentiroso, ya que él se ha declarado muchas veces
Hijo de Dios.
JOSÉ DE ARIMATEA: ¿Y si lo afirma?
CAIFÁS: Lo acusaremos de blasfemo.
JOSÉ DE ARIMATEA: El Nazareno sería blasfemo si en verdad no fuera el
Cristo. Pero él nos ha demostrado por su doctrina y sus obras que es Dios, o al
menos que tiene poderes de Dios. Cuando ustedes mandaron a preguntar al
Bautista si él era el Mesías, Juan nos remitió a Jesús, diciendo que Él era el Cristo.
DORAS: ¿Y quién eres tú que hablas de esta forma delante de nuestro Sumo
Pontífice Caifás?
JOSÉ DE ARIMATEA: Soy José de Arimatea, hombre rico y noble, que ayudo
a las gentes pobres y que NO está dispuesto a ser parte de esta injusticia contra
este hombre, por eso me retiro (y sale disgustado de la sala).

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CAIFÁS: (Mirando a los demás dice): ¿También ustedes quieren abandonarme?
ANÁS: Nosotros no te abandonaremos, el Nazareno es culpable y debe morir.
DORAS: Te seguiremos hasta el fin.
CENTURIÓN: (Entrando con Jesús atado) ¡Jesús Nazareno, ante la Junta
Suprema!
ANÁS: (Mirando a Jesús): ¡Jesús de Nazareth, arrojaste a los mercaderes del
Templo, engañaste a la gente con tus milagros, hiciste ver a los ciegos, caminar a
los cojos, diste vida a los muertos! ¡Ahora dinos! ¿Quiénes son tus discípulos?
¿Cuál es tu doctrina?
JESÚS: Cuántas veces estuve en el templo predicando mi doctrina, explicando el
Evangelio. Pregúntale a cuantos me han oído, ¡ellos deben saber qué les he dicho!
DORAS: (Le da una bofetada; y le dice): ¿Así contestas al poderoso Anás?
JESÚS: Si hablé mal ¿muéstrame en qué? Y si no… ¿por qué me pegas?
CAIFÁS: Basta ya, ¡unos y otros! Estamos en un juicio público y no en un campo
de batalla. Necesitamos demostrar que este hombre es un impostor y no el Cristo
prometido a nuestros Padres Abraham, Isaac, Jacob y a los Profetas. (Se acerca a
Jesús mirándolo lentamente) En nombre del Dios vivo, te pregunto ¿Eres tú el
Mesías, el Cristo?
JESÚS: Tú lo has dicho. Yo soy… Y verán al Hijo del Hombre sentado a la
derecha del Todopoderoso venir sobre las nubes del cielo.
CAIFÁS: (Dirigiéndose a la multitud): ¡Rasguen conmigo las vestiduras!
¿Acaban de oír esta blasfemia? ¡Qué les parece!
ANÁS: Que es un blasfemo y mentiroso.
DORAS: No necesitamos de más pruebas. ¡Merece la pena de muerte! (Todos
repiten en coro): ¡Merece la pena de muerte! (3 veces)
(Con Jesús acusado todos se dirigen ahora hacia el Palacio de Pilato para pedirle
que sea él quien lo condene a muerte).

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ORACIÓN:
Señor, el Sanedrín, “los buenos”, los representantes de Dios, te condenan.
Ayúdame Señor, a ser siempre comprensivo con los demás; que nunca les juzgue
y menos aún les condene. Que, aunque sea el mejor o haga las cosas bien, religiosa
y socialmente, nunca llegue a pensar que tengo todo el derecho de imponer mi
criterio ante los demás. No permitas que se introduzca en mi corazón el cáncer de
la envidia. Que vea a todos con tus mismos ojos y sepa responder a tantas
maravillas de tu amor.

CUARTA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús es negado por Pedro

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: Pedro que había dicho: “Aunque otros pierdan su confianza
en ti, yo no la perderé; aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Ahora, el
miedo lo acobarda y para evitarse problemas niega conocer a Jesús.
(Aparece Pedro, sin rumbo fijo, como huyendo de alguien, tratando de darse
cuenta de lo que está sucediendo. Se encuentra de pronto con unos servidores del
palacio de Caifás, que comienza a preguntarle):
ACUSADOR 1: Tú también estuviste con Jesús, el de Galilea, ¿Verdad?
PEDRO: (Responde de forma diplomática pero nerviosa): No sé de qué me estás
hablando, mujer. No conozco a ese hombre. No sé de quién se trata. (Pedro, quiere
salir rápido del lugar, pero se encuentra con otro criado que le dice):
ACUSADOR 2: Te conozco, Tú andabas también con Jesús, el de Nazareth.
PEDRO: (Ahora muy asustado) ¡No sé de qué me hablas! ¡Juro que no conozco
a ese hombre! (Trata de salir corriendo, pero lo detiene otro criado que también le
dice):

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ACUSADOR 2: ¡Seguro que tú también eres uno de ellos … (lo toma por el
brazo) … ¡Hasta en tu manera de hablar se te nota!
PEDRO: ¡Les juro, que no conozco a ese hombre, juro que no lo conozco! (En
ese instante se oye cantar un gallo, y Pedro se detiene ante el público, con mirada
de angustia al recordar las palabras que había dicho Jesús sobre este hecho, se
postra y llora amargamente. En esta estación No aparece para nada en escena el
Cortejo que avanza con Jesús).
ORACIÓN:
Señor, también como Pedro en varias oportunidades te hemos negado. Te
negamos con la vida fácil, te negamos volviendo a nuestro pecado, te negamos
siendo indiferentes ante las necesidades de los demás, te negamos no asumiendo
los compromisos de cambio de vida que hemos establecido contigo. Hoy, como
Pedro, lloramos por negarte bajo las diferentes formas en las que no hemos sido
radicales con tu mensaje. Te ofrecemos nuestro corazón contrito y humillado,
ayúdanos y danos la fuerza de tu Espíritu para cambiar, Señor.

QUINTA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús es juzgado por Pilato

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: La oposición a Jesús es tan fuerte que es indispensable que
alguien muera: los responsables Judíos mueren a la idea que se hacen del Mesías
para aceptar a Jesús, o bien se encierran en sus prejuicios y como consecuencia
Jesús deberá morir. Y he aquí el desenlace del drama: Los Sumos sacerdotes
llevan a Jesús atado ante el procurador Romano Pilato para que lo ejecute. Tres
veces proclama Pilato a Jesús Rey de los Judíos con ironía, pero los Jefes
religiosos se encierran en su juicio y reclaman su muerte. Jesús se queda callado,
su silencio impresiona a Pilato. Jesús no vino a vencer el mal desde el exterior,
por las armas, sino desde el interior del corazón del hombre. (El cortejo, los

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ancianos del Sanedrín y los soldados que llevan a Jesús llegan al Palacio de Pilato.
El centurión hace detener la marcha y anuncia):
CENTURIÓN: Llegamos a la Fortaleza Antonia, casa del Procurador Romano.
(Todos los que han llegado –menos Jesús- hacen una reverencia de saludo a Pilato)
CENTURIÓN: (Dirigiéndose a Pilato): ¡Poncio Pilato, representante del César!
El Sanedrín de Israel pide que Roma condene a este hombre.
PILATO: (De pie escucha y responde) ¿Qué acusaciones presentan contra él?
DORAS: Si no fuera un criminal no te lo hubiéramos traído.
ANÁS: Es un blasfemo y mentiroso.
CAIFÁS: Alborota al pueblo y se burla de Dios.
PILATO: ¿Por qué no lo juzgan según su propia ley?
CAIFÁS: Según la Ley judía no tenemos el derecho de dar muerte a nadie.
PILATO: Déjenme que lo interrogue.
(Se sienta en la silla y el soldado Romano trae a Jesús hasta Pilato)
CENTURIÓN: Soldado, acerca al reo hasta el procurador.
PILATO: (Dirigiéndose a Jesús): ¡Dime! ¿Quién eres tú? (Jesús no responde.
Pilato se levanta y se acerca a Jesús, diciendo): ¡No respondes nada! ¿No te das
cuenta que yo tengo el poder para condenarte o para dejarte libre?
JESÚS: Tú no tienes más poder que el que te ha sido otorgado por mi Padre desde
los cielos.
PILATO: Pero dime: ¿Eres tú el rey de los judíos?
JESÚS: ¿Eso lo dices por tu cuenta? ¿O porque te lo han dicho otros de mí?
PILATO: ¿Acaso soy yo judío? Los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí.
¿Por qué? ¿Qué has hecho? ¿Eres Rey?
JESÚS: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi gente
me libraría de todos ustedes, pero mi reino no es de aquí.

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PILATO: ¿Así que tú eres Rey?
JESÚS: ¡Tú lo has dicho! ¡Yo soy Rey! Yo nací y vine al mundo para hablar de
la verdad, y todo el que ama la verdad me ama a mí; y el que me ama, ama también
al Padre.
PILATO: ¿La Verdad? Pero… ¿qué es la Verdad? ¡Ba!
(Dirigiéndose a los ancianos del Sanedrín, Pilato dice):
¡Escúchenme! ¡Yo no encuentro culpa alguna en este hombre para juzgarlo!
CAIFÁS: Pero Pilato, ¡es un impostor!
ANÁS: ¡Ha alborotado al pueblo desde Nazareth hasta aquí!
DORAS: “El Nazareno es culpable. ¡Crucifícalo!”
PILATO: (Llama al Centurión y le pide –públicamente- que traiga a Barrabás):
“Traigan a Barrabás” (Y dirigiéndose a todos dice):
“Es costumbre muy antigua que, al llegar la Pascua, Roma ponga en libertad a
aquel reo que ustedes pidan. A quién quieren que deje en libertad: ¿A Jesús
llamado el Cristo? ¿O a Barrabás, ladrón y homicida?
TODOS: ¡Suelta a Barrabás! ¡A Barrabás!
PILATO: Y ¿Qué hacemos con el Cristo?
TODOS: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
PILATO: (Dirigiéndose a ellos dice): Soltaré a Barrabás y a Jesús lo enviaré para
que lo flagelen. (Ordena al Centurión, diciéndole al oído, pero haciéndose
escuchar por todos): Centurión, ¡Suelta a Barrabás! Y a Jesús, envíalo a ser
flagelado, para que al verlo malherido ellos mismos se apiaden de la condena que
piden para él. (Inmediatamente el Centurión con voz fuerte da la indicación al
soldado para que libere a Barrabás, diciendo):
CENTURIÓN: Soldado, ¡Suelta a Barrabás!
(Cuando el soldado suelta a Barrabás, éste sale mostrando sus manos libres de las
ataduras, y gritando: libre, soy libre, puedo hacer lo que quiera, soy libre
totalmente)
(Con Jesús atado prosigue la marcha hacia el lugar de la flagelación)
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ORACIÓN:
Señor, en la mañana del Viernes Santo fuiste conducido por los jefes de tu pueblo
ante Poncio Pilato. Le pedían que te juzgara y que te condenara a muerte. En
muchas ocasiones nos pasa como a Pilato, no te conocemos para hacer un juicio
de ti, no te conocemos cuando nos presentan a alguien para ser juzgado, para que
demos nuestro juicio frente a los demás. Señor si no has venido a condenar sino a
salvar ayúdanos a ser instrumento de salvación y no de condenación, de liberación
y no de murmuración.

SEXTA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús Flagelado, coronado de espinas y condenado a muerte

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: Jesús es entregado a los soldados. Lo tratan como rey de burla.
La corona de espinas, el cetro y la capa roja son los signos de su miserable realeza.
Y sin embargo Jesús era verdaderamente el Rey, de una realeza bien diferente a
las realezas de este mundo. Jesús era Rey de una realeza auténtica a los ojos de
Dios y a los ojos de todos los que aceptan creer en el escándalo de la Cruz.

(De pronto los soldados detienen la marcha. Toman a Jesús, le desnudan la


espalda, lo atan a un tronco- y lo empiezan a azotar. Le dan 39 azotes diciendo,
enumerándolos unos a uno, y gritando públicamente el azote enumerado):
SOLDADOS No 3 y 4: Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…treinta y nueve
(Luego le colocan una corona tejida de espinas, le hacen reverencia de burla, se
arrodillan delante de él y todos se ríen y uno de ellos le dice):
SOLDADO No 1: Aquí está tu capa, tu cetro y tú corona de rey. ¡Salve! ¡Rey de
los Judíos! (todos lo aplauden y se burlan)

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SOLDADO No 2: (Le venda los ojos, lo abofetea y le dice): Si eres el Cristo,
adivina ¿quién te pegó? (Los soldados se burlan entre sí, mientras lo escupen, lo
insultan y se ríen).
(En ese momento llega el Centurión, acompañado de un soldado, y los detiene en
su maldad):
CENTURIÓN: ¡Atrás! ¡Atrás, salvajes! Soldado… (Se dirige a uno que viene
con él) trae el reo y llevémoslo ante el Procurador.
(Se presentan ante Pilato quien al ver a Jesús siente compasión por él.
Inmediatamente ve a su mujer quien está observando todo desde una esquina del
pórtico de su casa. Hace señas a Pilato, con un pañuelo blanco en la mano, para
que se dirija hasta ella. Pilato se acerca a ella y ella le dice desde un segundo piso
–o en su defecto desde una parte alta-, haciéndose escuchar por todos los
presentes):
MUJER DE PILATO: “No envíes a este hombre a la muerte pues es inocente.
Lo he visto en mis sueños, no lo dejes morir”.
(Pilato vuelve a su lugar, con su mirada pone el acento en el aspecto
sorprendentemente demacrado en el cual ha quedado Jesús. Inmediatamente se
dirige a los integrantes del Sanedrín y al tumulto que venía con ellos):
PILATO: ¡Mírenlo! ¡Mírenlo bien! ¡Vean cómo ha quedado su Rey!
(Dirigiéndose a la multitud y señalando a Jesús, dice): ¡He aquí al hombre!
CAIFÁS: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Nuestro Mesías vendrá de Jerusalén bajo el Reino de
un trono poderoso! Este hombre debe morir.
PILATO: ¡Yo tengo las manos limpias de la sangre de este hombre!
ANÁS: Tan puras como están tus manos están nuestras conciencias de esta sangre
CAIFÁS: Que su sangre caiga sobre nosotros, nuestras mujeres y sobre nuestros
hijos.
PILATO: ¡Sí, que caiga sobre ustedes! (se sienta, pide al centurión una jarra con
agua y una toalla y se lava las manos diciendo): ¡Tráiganme agua! (Luego se dirige
a los presentes y les dice): Desistan de su intención… (Se empieza a lavar las
manos diciendo): ¡Esto es en señal de que soy inocente de la muerte de este justo!

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DORAS: ¡Procurador implacable! ¿Qué? ¿Te entristece una Cruz? ¡Débil es tu
voluntad!
PILATO: (Se levanta furioso y le arroja la toalla a la cara y le dice): ¡Débil, sí!
¡Por qué he de derramar sangre sobre ustedes! ¿Acaso están más limpios que yo
de la sangre de este hombre?
CAIFÁS: ¡Lo estamos! Al bañarnos, en los ritos de purificación, hemos bajado
por unos escalones y subido por otros; para que al subir no recojamos la
inmundicia que dejaron nuestras sandalias.
PILATO: ¡Hipócritas! Se han lavado por fuera, pero por dentro están llenos de
toda inmundicia y suciedad.
CAIFÁS: (En tono amenazante): Si sueltas a este hombre ¡No eres amigo del
César!
ANÁS: ¡Todo el que se dice Rey, va contra el César!
DORAS: (Se le acerca furioso y amenazante y le dice): Si sueltas a este hombre
¡Te acusaremos ante el César de Roma!
PILATO: (Guardando silencio, se aparta un poco, y hablando de forma
meditativa, dudosa y pensativa hace esta reflexión. El actor debe hablar de manera
que se sienta a Pilato reflexionando, pero siendo escuchado por quienes están
viviendo el dramatizado): “Si dejo libre a este hombre me acusarán ante el César,
y él podría acusarme de alta traición, y entonces… ¿Qué sería de mí? ¿De mi
Poder? ¿Mis riquezas? ¿Mis honores? ¡Y todo por culpa de este hombre
(observando a Jesús) que ni siquiera conozco! (Se dirige a Jesús y levantando
ambos brazos, le dice): ¡JESÚS DE NAZARETH, IRÁS A LA CRUZ!
COMENTADOR: Pilatos, se sienta y firma la sentencia que debe publicarse en
latín, griego y hebreo para que todos la entiendan.
CAIFÁS: (Recibe la sentencia, la lee junto a Anás y volviendo a Pilato dice):
¡Pero Pilato! No escribas: “Este es el Rey de los Judíos”, sino: “El que se hace
llamar Rey de los Judíos”
PILATO: ¡Lo escrito, escrito está! Así pues, que llévenlo y crucifíquenlo según
esta orden. (Da la vuelta y sale).

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CENTURIÓN: ¡Abran paso a Jesús Nazareno, condenado a muerte, muerte de
Cruz! ¡Jesús Nazareno, Rey de los Judíos!
ORACIÓN:
Señor, muchos hombres y mujeres de hoy son juzgados y condenados
injustamente. Muchos hermanos y hermanas nuestros son flagelados, torturados,
secuestrados por la pobreza y por la violencia. En ellos se prolonga el juicio
perverso que te condenó. Que para ellos y ellas brille tu Verdad y su angustia sirva
para la salvación del mundo. Un día, con nuestra muerte, Señor, vendrás a juzgar
a vivos y muertos. Que entonces seamos hallados a tu derecha, con los que te
reconocieron, te amaron y te sirvieron en sus hermanos.

SÉPTIMA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús carga con la Cruz

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: Los condenados a muerte en cruz tenían que llevar sobre sus
hombros el madero donde iban a ser crucificados. La cruz es expresión de
condenación de parte de los hombres. Era el suplicio más bárbaro y afrentoso de
la humanidad aplicado a los esclavos y a los subversivos. La cruz es también el
símbolo religioso de condenación, por eso la escritura dice: “Maldito el que muere
en una cruz”. Esta fue la maldición que los enemigos de Jesús le quisieron
imponer.
(Jesús que viene ya en un estado lamentable se detiene a descansar un momento y
es entonces cuando los soldados le presentan la cruz)
SOLDADO No 1: (Levanta la cruz y se la entrega a Jesús)
JESÚS: (Adelantándose hacia la Cruz, la recibe, la besa y dice): ¡Salve cruz
preciosa por tanto tiempo y con tanto anhelo deseada! Yo doy mi vida por mis

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ovejas, ellas me obedecerán y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me
ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir.
CENTURIÓN: (Presentan a los dos ladrones que acompañarán a Jesús en su
camino al Calvario). “Traigan a los dos ladrones y también entréguenles sus
respectivas cruces”.
SOLDADOS No 3 y 5: (Traen a los malhechores y les obligan a llevar sus cruces)
ORACIÓN:
En la Cruz, Señor, abrazas todos los dolores y angustias, fracasos y desolaciones,
enfermedades y muertes de los hombres y mujeres de la historia humana.
Recibimos de tu mano, con amor, las cruces que quieras enviarnos. Algunas de
ellas son inherentes a nuestra condición humana, pero otras son fruto de la
injusticia y violencia del mundo, de la miseria moral o del pecado. Que no
rehuyamos a tu cruz, antes, con amor, la abracemos pues en ella prolongas tu
pasión salvadora en nuestra vida y sigues haciendo la salvación del mundo.
(Carga con la cruz y empieza lentamente la marcha):

OCTAVA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús es ayudado por el Cireneo

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR:
Simón Cireneo es el modelo de quienes llama Jesús a su servicio en medio de las
dificultades de la vida. El Cireneo encontró el don de la fe cargando a sus espaldas
los sufrimientos de la comunidad cristiana, haciendo suyos los dolores de la
comunidad de Jesús. Sus dos hijos, Alejandro y Rufo, eran de seguro del grupo de
los primeros creyentes. Simón de Cirene al llevar la cruz de Jesús se convierte en
modelo del discípulo que camina por los senderos de Cristo.

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(Un poco adelante del cortejo, aparece en el camino Simón, un campesino que va
con su hijo pequeño hacia el pueblo y se detiene a observar lo que está pasando).
CENTURIÓN: ¡Soldados! ¡Pronto! Detengan a ese individuo (señala a Simón)
SOLDADO No 1: (Corren hacia el campesino, lo toman por los brazos y uno de
ellos le dice): ¡Camine usted con nosotros, deja eso al muchacho! (le quita un
morral y lo tira al suelo. El niño que lo acompaña lo recoge asustado).
SIMÓN: (Los sigue hasta donde está Jesús y espera)
JESÚS: ¡Quién quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su
cruz de cada día y me siga!
SOLDADO No 1: (Carga a Simón con la Cruz de Jesús)
SIMÓN: (Recibiendo la cruz): ¡Ahora me alegro de sufrir por ti! ¡Pues voy
completando en mi carne mortal lo que falta a las penalidades de Cristo por su
cuerpo que es la Iglesia!
ORACIÓN:
Tu invitación a llevar la cruz tras de ti sigue sonando hoy en nuestro corazón. Pero
no llevamos sólo nuestra propia cruz. Llevamos también las cruces de todos
nuestros hermanos y hermanas en la fe. Formamos en ti un solo cuerpo que es la
Iglesia. Cuando entregaste a Simón tu cruz le entregaste igualmente los
sufrimientos de todos los tuyos. Danos fuerza para llevar hoy tu cruz y la de
nuestros hermanos.
CENTURIÓN: ¡Que prosiga la marcha! ¡Adelante!

NOVENA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”

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COMENTADOR:
En el camino de la Cruz una multitud del pueblo y de mujeres se golpean el pecho
y se lamentan por Jesús. En este mismo instante Jesús abre paso para la ternura y
la reflexión. Detiene su marcha y dirige sabias palabras a las mujeres de Jerusalén.
En una de ellas, Jesús, la imagen del Dios invisible, deja su imagen dándole
visibilidad al Dios escondido, al Dios que en la antigüedad no se podía representar
ni figurar. Es Jesús quien abre la imagen de Dios para el hombre y la deja grabada
en su corazón.
(Varias mujeres llorando salen al encuentro de Jesús, los soldados tratan de
separarlas)
JESÚS: (Quien cuenta con la ayuda de Simón de Cirene. Se detiene ante ellas, las
mira y les dice): ¡Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren más bien por ustedes
y por sus hijos!
MARTHA: (Una de las mujeres dice en voz alta): ¡Pero Señor! Sabemos que tu
condena es injusta.
JESÚS: (Mirando la multitud, dice): Hijas de Jerusalén no lloren por mí, lloren
por ustedes mismas y por sus hijos. Porque está por llegar el tiempo en que se dirá
ojalá el rayo nos partiera y el monte nos ocultara. Porque si esto hacen con el leño
verde, ¿Qué harán con el leño seco?
(Por entre la multitud aparece la Verónica en compañía de otras mujeres tratan de
abrirse paso, pero los soldados se interponen)
VERÓNICA: (Se abre paso a empujones y se arrodilla frente a Jesús): Jesús, yo
no sé si eres culpable o inocente, solo sé que eres bueno y que has amado siempre,
deja que con este mi manto enjugue la sangre y el sudor que moja tu rostro.
(Poniéndose en pie con el velo de sus espaldas limpia el rostro de Jesús)
SOLDADOS No 3 y 4: (Retiran rápidamente a la verónica y uno de ellos dice):
¡Retiren a esa mujer! ¡No es hora de contemplaciones! ¡Debemos continuar la
marcha!
JESÚS: A todo el que se declare a mi favor delante de la gente, yo me declararé
a favor suyo delante de mi Padre que está en los cielos.

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ORACIÓN:
En este mundo de violencia y de injusticia, pero también de gracia y misericordia
dejas por doquier tu imagen dolorosa. La llevan todos esos dolidos de nuestro
mundo: “Rostros de niños golpeados por la pobreza y la guerra antes de
nacer…Rostros de jóvenes desorientados…Rostros de indígenas
marginados…Rostros de campesinos desplazados…Rostros de obreros mal
retribuidos…Rostros de subempleados y desempleados…Rostros de marginados
y hacinados urbanos…Rostros de ancianos olvidados. También en las angustias
de nuestros propios rostros has querido dejar tu imagen sufrida.
SOLDADO No 1: (Empujando a Jesús, dice): ¡Pronto! ¡Continúen la marcha!

DÉCIMA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús es Crucificado

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: Al llegar al Calvario los soldados despojan a Jesús de sus
vestidos. Al entrar al mundo de los hombres el Hijo de Dios hizo su primer
despojo. Renunció al esplendor de su divinidad para asumir la condición de siervo
y en ella llegar a su pasión y su cruz. Ahora desnudo inerme, se entrega libre al
supremo sacrificio de la crucifixión y la muerte para la vida del mundo
CENTURIÓN: (Deteniendo la marcha y dirigiéndose a uno de sus soldados):
¡Mira que hemos llegado!
SOLDADO No 1: (Toma violentamente a Jesús de las ropas, desgarrándolas)
¡Vamos! Despójate de tus vestiduras reales, pues nosotros estamos ansiosos por
ellas. Es hora de que nos demuestres en realidad ¿Quién eres? (Tira cada soldado
un pedazo de túnica y todos ríen a carcajadas).
JESÚS: (Desnudo y tambaleante). Si alguien quiere seguirme ¡Que me siga! Y
allí donde yo esté, estará también mi servidor y el Padre lo honrará.

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SOLDADO No 2: (Mirando a toda la multitud) ¿Ninguno va a seguirle en su
camino de Gloria? (Todos ríen).
(Los otros soldados obligan a Jesús a tenderse sobre la cruz. Otros soldados traen
también a los ladrones Dimas y Gestas, que vienen profiriendo insultos y peleando
entre ellos mismos. Les obligan también a tenderse sobre las cruces).
JESÚS: ¡Siento en este momento una angustia terrible! ¡Pero precisamente para
eso he venido! ¡Padre! ¡Glorifica tu nombre!
SOLDADO No 3: (En tono de burla se dirige a los presentes): Lo oyeron, tiene
miedo porque su Padre no viene a salvarlo. Procedan de inmediato (El centurión
observa el comportamiento y se hace el indiferente).
(Al ser clavados en la cruz, lloran y se lamentan por el grosor de los clavos, las
mujeres y los acompañantes cercanos a Jesús se lamentan llorando y los soldados
y sumos sacerdotes se burlan)
ORACIÓN:
Señor, tu apóstol pide “despojarnos de las obras de las tinieblas y revestirnos de
las armas de la luz”. Despojados de nosotros mismos, de nuestros egoísmos y
suficiencias nos has revestido de ti en el bautismo. Clava Señor Jesús en tu Cruz
nuestros pecados y egoísmos, nuestros desamores e injusticias para que seamos
liberados de ellos y recibamos copioso el fruto de tu redención.

DÉCIMO PRIMERA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús promete su Reino al buen ladrón

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: La Cruz no fue escogida por Dios sino por mentes criminales.
Dios quiere la vida porque quiere el reino de la libertad y del amor. No quiere que
los hombres preparen cruces para otros hombres. La cruz es obra del pecado y no

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del amor de Dios. Eso es lo que Jesús trata de mostrar en las palabras que
pronuncia en la cruz; palabras que son a la vez una predicación para los maleantes
que están crucificados con él y para quienes le han llevado a este suplicio. Es una
invitación para que dejen de fabricar cruces para sus hermanos cambiando con el
mensaje del Evangelio a una vida nueva.
JESÚS: (Mirando a la multitud y de forma asfixiada dice): ¡Padre! ¡Perdónales
porque no saben lo que hacen!
GESTAS: (Uno de los ladrones) Si de verdad eres el Hijo de Dios, ¡Sálvate a ti
mismo y sálvanos a nosotros!
DIMAS: (El otro bandido, dice): ¡No tienes temor de Dios! Tú que estás bajo el
mismo castigo. Nosotros lo estamos sufriendo con toda razón porque estamos
pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero éste hombre, no hizo nada
malo… (Luego añadió): ¡Jesús! ¡Acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino!
JESÚS: ¡Amén te digo! pues ¡Hoy estarás conmigo en el Paraíso! Tu fe te ha
salvado
ORACIÓN:
Señor Jesús, como el buen ladrón, aceptamos tu mensaje de conversión. Queremos
reconocer como él que tú eres el Hijo de Dios, que has sufrido por nuestra
salvación. Ya no queremos causar más dolor y sufrimiento a nuestros hermanos,
a nuestros familiares, a los integrantes de la sociedad. Ya no queremos obrar con
mala intención en el corazón, ya no queremos murmurar y levantar calumnias
contra los demás. Hoy queremos que todo sea como en el paraíso, como al
principio cuando empezó esta hermosa historia de amor, cuando tú nos diste Dios
una hermosa creación, una hermosa familia, un hermoso llamado de conciencia
para construir tú reino.

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DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús en la cruz, su madre y el discípulo amado

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
(María y Juan llegan junto a la cruz):
COMENTADOR: En los primeros días de la vida terrena de Jesús, María, la
madre del Señor, había escuchado del anciano Simeón esta profecía: “Mira, este
niño hará que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción,
y a ti una espada atravesará tu corazón”. Al comenzar el ministerio público, en
Caná de Galilea, Jesús dijo a María que aún no había llegado su hora. María estaba
invitada a estar presente en esa hora, la hora de la pasión, muerte y resurrección
de Jesús. Allí está a los pies de su Hijo, de pie, en el Calvario, ofreciendo al Padre
Dios la víctima que más ama, su propio Hijo.
JESÚS: (Dirigiéndose a María): ¡Mujer! ¡Ahí tienes a tu hijo! (Hablando pausada
y asfixiadamente, mira al discípulo y dice): ¡Hijo! ¡Ahí tienes a tu madre!
(En este momento María se agarra de la cruz, llorando a los pies de Jesús y el
discípulo la abraza y acompaña en su dolor. Jesús sigue en su agonía y exclama):
¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
ORACIÓN:
En la cruz eres el Sumo Sacerdote que nos hacía falta: santo, inocente, sin mancha.
Nosotros, pecadores, unimos a Ti, como María, nuestros dolores y muertes, en
particular el fecundo sacrificio de inocentes. María, tu madre, te oye decir en esta
hora: ¡Ahí está tu hijo! Gracias por entregarnos su amor de Madre, a nosotros que
somos tus hijos, que somos tu Iglesia. Ayúdanos, como buenos discípulos, como
buenos hijos, a abrir la puerta de nuestro corazón y aceptarla como Madre,
asumiendo como ella la perfecta obediencia de tu mensaje salvador.

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DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

Jesús muere en la Cruz

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”
COMENTADOR: La crucifixión romana era muy severa. Se quería que el reo
padeciera y experimentara el sufrimiento lo más consciente posible y que esto
fuera ejemplo para que no se levantaran amotinamientos en el pueblo. Momentos
antes de morir Jesús, vemos a un soldado mojando los labios del maestro con una
esponja humedecida con hiel y vinagre ya que era la forma en la que el crucificado
se despertaba de pequeños desmayos que podían presentarse antes de su muerte.
JESÚS: (Ya muy agotado y con poca fuerza dice): ¡Tengo sed! (Y se desmaya
atado a la cruz)
SOLDADO No 4: (Corre a mojarle a Jesús los labios con vinagre y hiel): ¡Toma!
¡Respira! ¡Prueba!
JESÚS: (Luego de una pausa, vuelve a exclamar): ¡Padre mío! ¡Todo está
cumplido! (Un poco después se reincorpora y grita, con mucho esfuerzo): ¡Padre,
en tus manos, encomiendo, mi espíritu! (Y diciendo esto, murió)
(TODOS NOS PONEMOS DE RODILLAS Y GUARDAMOS UN
MOMENTO DE SILENCIO)
TODOS DE PIE
NICODEMO: (Dirigiéndose a María): Buena Madre, me uno a tu dolor
MARÍA: ¡Oh, Nicodemo!
NICODEMO: Yo me acerqué a tu Hijo al amparo de la noche, para no ser visto
por nadie. Aún quedan sus palabras en mi corazón: “Nacer de nuevo”, “Nacer de
lo Alto”. Yo entendía en ese momento, creía que se trata de volver a meterme en
el vientre de mi madre para nacer. Hoy entiendo sus palabras…Madre…se trata
de morir para nacer, se trata de resucitar siendo una persona nueva y auténtica

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según su mensaje. (María lo escucha, con los ojos llorosos, pero con esperanza
en su corazón. En ese preciso momento se acerca José de Arimatea haciendo un
acercamiento y contemplando a Jesús muerto en la Cruz. Nicodemo lo reconoce
y le dice): José de Arimatea, tenemos que nacer de nuevo.
JOSÉ DE ARIMATEA: (Mirando al discípulo amado, a Nicodemo mismo, a
María y a las santas mujeres dice): Sí, Nicodemo, vamos a nacer de nuevo con su
mensaje. (En ese momento, José, se dirige a María y le dice): Buena Madre, no te
intranquilices por el cadáver de tu Hijo, ahora mismo voy a donde Pilato a pedirle
el cadáver de Jesús, para descolgarlo y darle sepultura.
MARÍA: (con voz dolorosa, pero con esperanza): Gracias, hijo mío; Gracias hijos
míos, por llevar a mi Hijo en sus corazones y en sus vidas, por querer darle lo
mejor hasta en este momento de su muerte, por disponer todo en sus vidas para
que él Resucite en cada uno de ustedes.
ORACIÓN:
Señor, “Todo se ha cumplido”. La misión del Padre está realizada. Al expirar as
entregado el Espíritu. Con tu muerte termina un mundo y se abre otro: el que lleva
a la vida y a la Resurrección. Tu muerte es la hora de los discípulos, como
Nicodemo, Señor, permítenos recordar tus palabras todos nuestros días para nacer
de nuevo, como José de Arimatea, Señor, permítenos dejar a un lado nuestros
temores y presentarnos en público como tus discípulos. Danos la fuerza de tu
espíritu para prolongar tu vida y tu misión a lo largo del tiempo, para unirnos a la
hora de tus discípulos, para ser un verdadero seguidor de tu evangelio todos
nuestros días.

DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN:

“Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos que por tu santa Cruz redimiste al


Mundo”

El cuerpo de Jesús es presentado a su Santísima Madre y colocado en el


sepulcro

“Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los


dolores de su Santísima Madre”

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COMENTADOR: Después de las debidas licencias romanas para bajar a los
crucificados, el cuerpo de Jesús es puesto en las manos de María, preparado con
aromas y envuelto en una sábana siguiendo el uso de sepultar entre los judíos.
Jesús fue sepultado en una tumba nueva.
(Luego de permanecer un momento en brazos de María, el Cuerpo de Jesús es
colocado dentro del Sepulcro. Esta es una escena muda, no hay palabras, todo es
en absoluto silencio y respeto):
ORACIÓN:
Tú corazón y el de tu madre no forman sino un solo corazón. Ella como madre
nos lleva a todos y nos hace partícipes de tu obra redentora. ¡Señor!, a partir de ti
el hombre no se hundirá para siempre en la oscuridad y el frío de un sepulcro sin
esperanza. Sepultado, Señor, Tú no estás sólo. Tu cuerpo místico, que es tu
Iglesia, está contigo. Ahora como tus discípulos, con nuestras vidas, queremos
pasar contigo por la oscuridad de nuestra muerte, causada por el pecado,
anhelando la luz de tu gloria; queremos resucitar contigo Señor, ser hombres y
mujeres nuevos, renovando la gracia que recibimos en nuestro Bautismo. Te
suplicamos que siempre exista para nosotros un mañana iluminado por el
compartir de tu resurrección. Para que así, cuando pasemos por el sepulcro final
de nuestras vidas, la oscuridad de las tinieblas no pueda devorar la luz de nuestra
fe, ni el consuelo de nuestra esperanza.

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ORACIÓN FINAL

“Señor Jesús,
Dios verdadero y dador de vida eterna,
que muriendo y resucitando quisiste
asociarnos a tu muerte y a tu vida,
concédenos manifestar en nosotros tu pasión
y tu resurrección muriendo al pecado
y a nosotros mismos
y viviendo en ti y para ti por siempre”.

V. Queremos Señor Jesús


R. Que Vivas y Reines en nosotros
V. Nos bendiga con su Hijo
R. La Santísima Virgen María, Amén.

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