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Revolución de Noviembre

La Revolución de Noviembre fue una movilización


popular en Alemania en 1918 hacia el final de la
Primera Guerra Mundial, que llevó al cambio desde la
Revolución de Noviembre
Monarquía constitucional del Kaiserreich alemán a una Parte de la Primera Guerra Mundial
república parlamentaria y democrática (República de (primera fase)
Weimar).
Revoluciones de 1917-1923
Las causas de la revolución se encontraban en las Violencia política en Alemania (1918-1933)
cargas extremas sufridas por la población durante los
cuatro años de guerra, el fuerte impacto que tuvo la
derrota en el Imperio alemán y las tensiones sociales
entre las clases populares y la élite de aristócratas y
burgueses que ostentaban el poder y acababan de
perder la guerra.

La revolución comenzó con un motín de marineros de


la flota de guerra en Kiel y Wilhelmshaven; se negaban
a colaborar para sacar la flota para librar una última
Soldados revolucionarios ondeando la bandera roja
batalla contra la escuadra británica, como pretendían
frente a la Puerta de Brandeburgo en Berlín, el 9
hacer sus superiores.1 ​ El desencadenante de la
de noviembre de 1918.
revolución fueron órdenes del 29 de octubre de 1918
de preparar para el combate del día siguiente.
Fecha Primera fase: 29 de octubre-
Marineros de varios barcos se negaron a ejecutar las
9 de noviembre de 1918
órdenes. Cuando parte de la flota fue trasladada a su
puerto de origen, Kiel, en un intento de contener la Segunda fase: 3 de
insurrección mediante permisos para ir a tierra y la noviembre de 1918-11 de
detención de los líderes de la insurrección, marineros agosto de 1919
de otros barcos se unieron a la misma y obreros se Lugar Imperio alemán y
solidarizaron con los marineros.2 ​ En pocos días la  República de Weimar
revolución se extendió por toda Alemania3 ​ y forzó la Casus belli
abdicación del káiser Guillermo II el 9 de noviembre Sucesos de Kiel.
de 1918.4 ​ Los objetivos de avanzada de los Revolución popular
revolucionarios, guiados por ideales socialistas, Descontento de la
fracasaron en enero de 1919 ante la oposición de la población con la Gran
dirección del Partido Socialdemócrata de Alemania Guerra.
(SPD) encabezada por Friedrich Ebert. Estos líderes
Descontento con la
socialdemócratas —al igual que los partidos liberales
monarquía y
— temían que se desencadenara una guerra civil, por
Republicanismo.
lo que rechazaban la idea revolucionaria radical de
despojar completamente del poder a la élite afín al Intento de crear un
káiser y promulgaban, en cambio, conciliar a estos Estado socialista en
sectores con las nuevas relaciones democráticas. Con Alemania.
este fin, el SPD acordó una alianza con el Comando Resultado Victoria de la República de
Militar Supremo alemán y, con la ayuda de fuerzas
Weimar
paramilitares de orientación derechista, lograron la Consecuencias
Abdicación y exilio del
sofocación violenta del llamado Levantamiento
Espartaquista (Spartakusaufstand). Káiser Guillermo II
Caída del Imperio alemán
El desenlace formal de la revolución ocurrió el 11 de Creación de la República
agosto de 1919 con la rúbrica de la nueva Constitución
de Weimar
de la República de Weimar.
Rendición alemana, que
dio fin a la Primera
Guerra Mundial
Índice Supresión de los
Antecedentes levantamientos
El Imperio alemán y la democracia social izquierdistas, incluido el
El SPD y la Primera Guerra Mundial Levantamiento
Espartaquista
La división del SPD
Paz de vencedores o paz concertada Beligerantes
Repercusiones de la Revolución de Imperio alemán Liga
Octubre Espartaquista
Búsqueda del armisticio y cambio • Ejército imperial Partido
constitucional alemán Comunista de
La tercera nota de Wilson y la destitución • Príncipes de las Alemania
de Ludendorff provincias del Reich y República
La Revolución alto mando Soviética de Baviera
Levantamiento marinero en Kiel República
La Revolución abarca todo el Kaiserreich Popular de Baviera
República de
República
Reacciones en Berlín Weimar:
• Reichswehr Soviética de Bremen
El 9 de noviembre de 1918: El fin de la
monarquía • Freikorps Administradores
• Stahlhelm Revolucionarios
El 10 de noviembre: Directiva del SPD
contra los cabecillas revolucionarios Freie Arbeiter-
Union Deutschlands
El acuerdo Stinnes-Legien • Partido Socialdemócrata
El gobierno de transición y el movimiento de Alemania
Apoyados por:
de los consejos RSFSR
Congreso de los consejos del Reich
Comandantes
La crisis de Navidad
La fundación del KPD y el Levantamiento Guillermo II Rosa Luxemburgo 
de enero Luis III de Baviera
El asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Paul von Karl Liebknecht 
Luxemburgo Hindenburg Kurt Eisner †
Otros levantamientos a consecuencia de la Erich Ludendorff Paul Levi
revolución Wilhelm Groener Franz Mehring †
Congreso nacional y la nueva constitución Franz von Hipper Leo Jogiches 
del Reich Reinhard Scheer Wilhelm Pieck
Ernst Toller
Clasificación histórica Friedrich Ebert Erich Mühsam
La revolución según los testigos Gustav Noske Richard Müller
contemporáneos Philipp Emil Barth
Véase también Scheidemann Gustav Landauer 
Otto Wels
Notas y referencias Waldemar Pabst Eugen Leviné 
Matthias Erzberger Karl Radek
Bibliografía
Hugo Preuß Emil Eichhorn
General
Eugen Schiffer
Regional
Enlaces externos

Antecedentes

El Imperio alemán y la democracia social

La revolución de marzo de 1848/49 fracasó, sobre todo, por el


problema de tener que conseguir a la vez la democratización y la
unión de Alemania. En las décadas posteriores, la ciudadanía se
alineó con el Estado autoritario (Obrigkeitsstaat), particularmente una
vez que la unidad alemana se hubo establecido, en la forma de la
Pequeña Alemania bajo el liderazgo de Prusia en 1871.

El recién fundado Imperio alemán (en alemán Deutsches


Kaiserreich), Segundo Reich o Alemania guillermina, era una Sesión parlamentaria en el
monarquía constitucional. Para el parlamento, en alemán Reichstag, Reichstag en 1889.
se aplicaba el derecho de sufragio igualitario, universal y secreto para
los hombres (Männerwahlrecht). La influencia del Parlamento en la
política del Reich era, sin embargo, limitada. Su única atribución
importante era la aprobación del presupuesto. El Gobierno del
Kaiserreich no era responsable únicamente ante el Parlamento, sino
también ante el emperador.5 ​

Los socialdemócratas, que posteriormente formaron el Partido


Socialdemócrata de Alemania (SPD), también estaban representados
en el Reichstag desde 1871. Desde sus inicios abogaron públicamente Guillermo II (izquierda) con el rey
por un Estado republicano. Por este motivo, Otto von Bismarck les de Rumanía Carol I en 1914.
hizo perseguir desde 1878 hasta su destitución por el Káiser en 1890,
basándose en las Leyes Antisocialistas. A pesar de ello, los
socialdemócratas pudieron aumentar su representación en casi todas las elecciones. En el Reichstag de
1912 formaban el partido parlamentario más fuerte, con 110 diputados y el 28 % de los votos.

En los 43 años desde la fundación del Kaiserreich hasta la Primera Guerra Mundial, el SPD no solamente
creció en importancia, sino que también cambió su carácter. En la disputa revisionista (Revisionismusstreit)
que comenzó en 1898, los llamados revisionistas querían eliminar el objetivo de la revolución del programa
del partido. Propugnaban en su lugar reformas sociales de acuerdo con el orden económico establecido. El
ala marxista se impuso nuevamente a los revisionistas. Sin embargo, la retórica revolucionaria ocultaba que
el SPD se había hecho prácticamente reformista desde la derogación de las Leyes Antisocialistas en 1890.
Los socialdemócratas, difamados como “miembros sin patria”, se sentían patriotas alemanes. Al comienzo
de la Primera Guerra Mundial, se hizo claro que el SPD se había vuelto una parte integral del juego
semidemocrático del Imperio, aun como parte de la oposición.6 ​

El SPD y la Primera Guerra Mundial


Alrededor de 1900, la socialdemocracia alemana estaba a la cabeza del movimiento internacional de los
trabajadores. En los congresos paneuropeos de la Segunda Internacional Socialista, el SPD siempre había
aprobado las resoluciones que preveían una causa común socialista en caso de iniciarse la guerra. Durante
la crisis de julio de 1914 que siguió al asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo (atentado
de Sarajevo), todavía organizó —como otros partidos socialistas en Europa— grandes manifestaciones en
contra de la guerra. En ellas Rosa Luxemburgo, la portavoz del ala izquierdista del partido, llamó a la
desobediencia y a evitar la guerra en nombre de todo el SPD. Por este motivo, el Gobierno del Kaiserreich
planeó aprehender a los líderes del partido inmediatamente después de entrar en guerra. Friedrich Ebert,
uno de los dos representantes del SPD, viajó a Zúrich llevando los fondos del partido a un lugar seguro,
fuera del alcance del Estado.

Al entrar Alemania en la contienda bélica con la declaración de


guerra al Imperio ruso el 1 de agosto de 1914, la mayoría del SPD
se dejó contagiar por el sentimiento bélico que recorría Europa. De
tal modo siguió a su antiguo presidente August Bebel, quien antes
de su muerte en 1913 había dicho:

Si es en contra de Rusia, yo mismo alzaré la pistola, pues


es el enemigo de la cultura y los oprimidos.

Además, los diputados del SPD temían perder votos e influencia


Dirección del SPD en 1909 (nombres en el Reichstag, así como una posible proscripción del partido si
en la descripción de la imagen). rehuían su «deber patriótico».7 ​

La dirección del partido y


los representantes en el Reichstag estaban divididos en su posición
respecto a la guerra: Junto con Friedrich Ebert, 96 diputados
aprobaron los créditos de guerra para el Gobierno del Kaiserreich.
Con el segundo presidente, Hugo Haase, 14 parlamentarios estaban
en contra, pero votaron a favor por disciplina de la fracción. El
SPD aprobó así los créditos de guerra, le prometió al káiser
renunciar a huelgas y a la remuneración de los sindicatos mientras
durara la guerra, posibilitando así la movilización de las fuerzas En contra de sus históricos ideales,
alemanas. Haase explicó su decisión, que se había tomado contra la socialdemocracia alemana se
su voluntad, diciendo: “¡No vamos a abandonar a la patria a la hora contagió del furor patriótico que
del peligro!”.8 ​ recorrió Alemania en 1914 y con
algunas excepciones apoyó la
El káiser acogió la llamada “paz ciudadana” de la política alemana guerra, «firmando» la llamada Unión
al final de su discurso del Reichstag con la frase que se hizo Sagrada.
famosa: “Aquí no veo ningún partido, solo veo alemanes”.8 ​

El mismo Karl Liebknecht, quien después se convertiría en símbolo del movimiento antibelicista, cedió en
un principio a las justificaciones del partido: se abstuvo de la votación para no tener que votar contra su
propia facción. Sin embargo, el 5 de agosto de 1914 fundó, junto a Rosa Luxemburgo, Franz Mehring y
otros miembros de la izquierda del partido, el Grupo Internacional (Internationale Gruppe), que mantenía
las resoluciones del SPD previas a la guerra. De este grupo salió la mayor parte de la Liga Espartaquista el
1 de enero de 1916. El 2 de diciembre de 1914, Liebknecht, y en un principio únicamente él, votó en
contra de más créditos para la guerra. Por este motivo fue detenido por los militares en 1915 a instigación
de la dirección del partido. Debido a sus intentos de organizar a quienes se oponían a la guerra, fue
expulsado del SPD y condenado en julio de 1916 a cuatro años de prisión.
También Rosa Luxemburgo, tras ser liberada temporalmente, fue encarcelada hasta el fin de la guerra.

La división del SPD

Cuanto más duraba la guerra y cuantas más víctimas causaba, menos


miembros del SPD estaban dispuestos a mantener la «paz ciudadana» de
1914. Aún menos desde que, en 1916, el emperador y el Gobierno ya no
dictaban las directrices de la política del Kaiserreich, sino el Mando
Supremo del Ejército, en alemán Oberste Heeresleitung (OHL), al mando
de los generales Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff. Este último
tomaba las decisiones importantes. En la práctica, ellos gobernaban
Alemania como dictadores militares, persiguiendo los objetivos fijados al
inicio de la guerra y determinando la vida civil también en función a las
necesidades de la guerra. Para los obreros, esto significaba, entre otras
cosas, jornadas de 12 horas con salarios mínimos y provisiones Karl Liebknecht, político y
insuficientes debido al bloqueo marítimo impuesto por Gran Bretaña. revolucionario, fue el primer
diputado del SPD en votar
Desde el inicio de la revolución contra los bonos de guerra y
rusa de febrero de 1917, también en la participación alemana en
Alemania se produjeron grandes esta (como ya hiciera su
huelgas organizadas. En marzo y padre anteriormente).
abril de 1917 participaron en ellas Miembro del ala más
300 000 trabajadores de la industria izquierdista del partido,
bélica de Berlín, Leipzig y más sería expulsado de este en
tarde de Düsseldorf. 1916.
Acontecimientos similares se
A medida que la guerra se recrudecía
producirían de nuevo en Berlín
tanto para los soldados en el frente
(250  000 huelguistas), Bremen, Hamburgo y Essen en enero de
como para los civiles, fueron
1918 que desatarían una violenta represión y que constituirían por
surgiendo más voces en la izquierda parte de las masas obreras el ensayo de la revolución.9 ​
que pedían la finalización inmediata
del conflicto. Dado que la situación probablemente empeoraría por la entrada de
los EE.  UU. en la guerra, el emperador Guillermo  II intentó
apaciguar las protestas en su Mensaje de Semana Santa. Prometió
que, una vez acabada la guerra, habría elecciones generales iguales (gleiche Wahlen) incluso en Prusia,
donde hasta entonces se aplicaba el derecho al voto en tres clases (Dreiklassenwahlrecht).

Pero el SPD reaccionó al creciente descontento de los obreros siguiendo a los izquierdistas y entonces
también revisionistas como Haase y Eduard Bernstein. El 9 de abril de 1917, el SPD se dividió respecto a
su posición frente a la guerra en los socialdemócratas de la mayoría (MSPD), con Friedrich Ebert a la
cabeza, y los socialdemócratas independientes (USPD) encabezados por Hugo Haase. Estos últimos
demandaban el inmediato fin de la guerra y mayor democratización en Alemania, pero no tenían un
programa social-político unido. La Liga Espartaquista, que había rechazado hasta entonces la separación
del partido, formó entonces un ala izquierdista del USPD.

Paz de vencedores o paz concertada

Desde la entrada en la guerra de los EE. UU., la situación del Frente Occidental se había hecho cada vez
más precaria. Por esto, y para quitar fuerzas al USPD, el SPD formó un comité interpartidario en el
Reichstag junto al Partido de Centro (Zentrumspartei), de orientación conservadora-católica, y el Partido
Popular Progresista (Fortschrittliche Volkspartei), de orientación liberal. En el verano de 1917, el comité
propuso una resolución que preveía una paz concertada sin anexiones ni reparaciones de guerra.

Sin embargo, el OHL también rechazó esta resolución, como en marzo de 1918 había rechazado el
programa de paz de 14 puntos del presidente de los EE. UU. Woodrow Wilson de enero del mismo año. La
resolución estadounidense preveía una paz a partir de la «autodeterminación de los pueblos, sin vencedores
ni vencidos», pero a costa de trastocar el orden político de las naciones «enemigas». Hindenburg y
Ludendorff rechazaron esta propuesta porque se había conseguido la victoria sobre Rusia y creían tener la
suficiente ventaja para, primero, inclinarse por una «paz de vencedores» con anexiones a costa del
adversario y después, inclinarse por volver al statu quo ante bellum sin intervenciones externas de ningún
tipo.

Repercusiones de la Revolución de Octubre

Después de la Revolución de Febrero en el Imperio ruso y la


caída del último zar Nicolás II el 15 de marzo de 1917, el
nuevo gobierno ruso, que había sido establecido desde el
verano por los mencheviques a la cabeza de Alexander
Kerensky, continuó la guerra del lado de las fuerzas de la
Triple Entente. Sin embargo, el gobierno del Imperio alemán
vio la oportunidad de una victoria militar. Para avivar el
sentimiento antibélico en Rusia, permitió que el líder de los
bolcheviques rusos, Vladimir Ilich Lenin, viajara a escondidas
de su exilio en Suiza a Petrogrado en un vagón sellado a través El éxito de la Revolución Rusa de 1917
de Suecia y Finlandia. marcó la actuación del SPD y sembró el
miedo en las clases medias y altas
En la Revolución de Octubre, los bolcheviques, que alemanas durante la Revolución de
propugnaban el fin inmediato de la guerra, conquistaron el Noviembre. En la imagen, miembros del
poder en Rusia. La victoria de Lenin reforzó el miedo de la 1.er Regimiento de la Guardia Roja frente
clase media alemana a una revolución similar a la rusa. Los al Palacio de Invierno.
líderes del SPD también mostraron su incomodidad, porque
los bolcheviques, decididamente un partido político de
cuadros, pudieron imponerse contra la mayoría parlamentaria de socialistas moderados y la clase media.
Sus esfuerzos por impedir un desarrollo similar en Alemania marcaron su actuación en la Revolución de
Noviembre.10 ​

En enero de 1918 se produjeron nuevamente en todo el Imperio huelgas generales con más de un millón de
participantes. Entonces entraron en acción por primera vez los cabecillas revolucionarios (Revolutionären
Obleute), quienes tendrían posteriormente un papel importante. Se denominaron «consejos» (Räte), como
los «sóviets» rusos. Para debilitar su influencia, Ebert se incorporó a la dirección de los huelguistas y
consiguió adelantar el final de la huelga.

En marzo de 1918, el nuevo Gobierno soviético de Lenin aceptó la negociación con Alemania que condujo
a la Paz de Brest-Litovsk. Las condiciones de paz impuestas a Rusia por este tratado fueron más duras que
las posteriormente contenidas en el Tratado de Versalles respecto a Alemania.11 ​ El OHL pudo entonces
usar parte de las tropas desocupadas del Frente Oriental en el Frente Occidental. La mayoría en Alemania
creía que pronto se lograría también una victoria en el oeste.

Búsqueda del armisticio y cambio constitucional


Tras la victoria en el Frente Oriental, el OHL ordenó al comenzar el año una nueva ofensiva en el oeste,
para forzar el viraje decisivo en la guerra. Pero cuando en julio se habían usado las últimas reservas, la
última posibilidad alemana de victoria estaba perdida. El 8 de agosto de 1918, conocido como "viernes
negro", los tanques ingleses cruzaron el Frente Occidental y el OHL se encontró con que ya no disponía de
reservas para rehacer este frente; a mediados de septiembre cayó asimismo el frente de los Balcanes. El 27
de septiembre capituló Bulgaria, que estaba aliada a las Potencias Centrales. También el Imperio
austrohúngaro estaba a punto de caer.

El 29 de septiembre, el OHL informó al emperador y al canciller del Reich Georg von Hertling, en la
ciudad belga de Spa, sobre la desesperada situación militar. Ludendorff solicitó vehementemente un
armisticio con la Entente porque no podía garantizar que el frente pudiera resistir más de 24 horas. Más
aún, aconsejó cumplir con una de las solicitudes centrales de Wilson, que exigía la supresión de la
Monarquía constitucional (a la que se culpaba del estallido de la guerra) para poder aceptar la rendición de
Alemania. Toda la responsabilidad de esta inminente capitulación y sus consecuencias sería de los partidos
integrantes del Reichstag. El 1 de octubre explicó a oficiales de su Estado Mayor (Stäbe): “Ahora ellos
deben comerse la sopa que han venido preparando”. Este es el origen de la posterior «leyenda de la
puñalada» (Dolchstosslegende).12 ​

El informe de Ludendorff impactó al gobierno imperial, así como posteriormente a los parlamentarios. Sin
embargo, los partidos mayoritarios, especialmente los líderes del SPD, estaban dispuestos a asumir el
gobierno a última hora. Dado que el monárquico Hertling rechazó el viraje al parlamentarismo,
Guillermo  II nombró el 3 de octubre al príncipe Max von Baden, considerado un liberal, como nuevo
Canciller Imperial. En su gabinete también ingresó por primera vez un socialdemócrata, Philipp
Scheidemann. Al día siguiente, el nuevo gobierno ofreció a los Aliados el armisticio en las condiciones que
exigían.

La población del Imperio alemán conoció estos hechos el 5 de octubre. En la conmoción general sobre la
derrota manifiesta, los cambios constitucionales pasaron casi inadvertidos. Estos cambios fueron
formalmente aceptados en el Reichstag el 28 de octubre. De allí en adelante el canciller y sus ministros
estaban subordinados a la mayoría del Reichstag. El mando militar se transfirió del emperador al gobierno
imperial. Con esto, el Imperio alemán había pasado de una monarquía constitucional a una parlamentaria.
Desde el punto de vista de la dirección del SPD, la llamada “Constitución de Octubre” colmaba los
objetivos de derecho constitucional del partido. Ebert consideraba el 5 de octubre como el nacimiento de la
nueva democracia alemana. Tras la abdicación de emperador, también exigida por los aliados para aceptar
la capitulación, resultaba superflua una revolución.

La tercera nota de Wilson y la destitución de Ludendorff

En las tres semanas siguientes, el presidente de los EE.  UU. Wilson


respondió a la petición alemana de un armisticio con tres notas
diplomáticas. Como requisito para las negociaciones pidió en ellas la
retirada alemana de las zonas ocupadas, el fin de la guerra submarina
y, aunque formulada de manera difícil de entender, la abdicación del
emperador, para hacer irreversible el cambio político alemán.

Tras la tercera nota de Wilson del 24 de octubre, Ludendorff consideró


Woodrow Wilson en 1916.
de pronto inaceptables las condiciones de los Aliados. Ahora era
partidario de reanudar la guerra, que solo un mes antes había declarado
perdida. La solicitud emitida en demanda suya reveló entonces a los oponentes toda la debilidad militar del
Imperio. Las tropas alemanas se habían hecho a la idea del fin de la guerra y se impacientaban por volver a
casa. Su predisposición a luchar era ya casi nula y ya se hacían más frecuentes las deserciones.
El gobierno siguió por esto la sugerencia del mismo Ludendorff y lo remplazó en su cargo de adjunto al
jefe de Estado Mayor, Generalquartiermeister, por el general Wilhelm Groener. Ludendorff huyó con un
pasaporte falso a Suecia, que era un país neutral. El 5 de noviembre los Aliados aceptaron el armisticio.
Pero la tercera nota de Wilson había dejado la impresión en los mandos militares y jefes de los partidos
políticos de que el emperador debía abdicar para conseguir la paz.

La Revolución

Levantamiento marinero en Kiel

En el puerto de Kiel, el Mando de la Marina alemana (Marineleitung), a cuya cabeza estaba el almirante
Reinhard Scheer, planeaba enviar un último ataque contra la Royal Navy en el canal de la Mancha. Los
preparativos para hacerse a la mar causaron enseguida un motín entre los marineros, que únicamente
querían evitar ser sacrificados innecesariamente en el último instante de la guerra; motín que se transformó
en una revolución general que acabó en pocos días por derrocar a la monarquía.

Manifestación en Kiel en apoyo a los


marineros y obreros sublevados, Marineros revolucionarios desfilando por
iniciadores de la revolución, en Wilhelmshaven en 1918.
noviembre de 1918.
El levantamiento de los marineros comenzó en Schilling, frente
a Wilhelmshaven, donde la flota alemana de alta mar había ido a
anclar en espera del ataque. El 29 de octubre las tripulaciones de los buques Thüringen y Helgoland
desobedecieron la orden de hacerse a la mar. Las otras tripulaciones no se adhirieron de inmediato, pero los
jefes navales no tenían asegurada la obediencia de las tripulaciones. La tercera escuadra, que no había
tomado parte en el motín, recibió la orden de volver a Kiel con unos mil amotinados aprehendidos, que
debían ser procesados en la corte marcial.

Los marineros restantes querían evitarlo, porque los amotinados también habían actuado en su interés. Una
delegación solicitó su liberación, pero esta fue rechazada por el comando de marina. Al día siguiente, en la
casa sindical (Gewerkschaftshaus) de Kiel, los marineros discutían por primera vez las futuras acciones
junto a los trabajadores de los astilleros. Al cerrarse posteriormente la casa sindical, el 3 de noviembre se
realizaron concentraciones conjuntas al aire libre. Cuando el teniente Steinhäuser ordenó disparar contra los
manifestantes, causando la muerte de nueve personas, un marino respondió al fuego y mató al oficial. La
manifestación se había convertido entonces en una revuelta general.13 ​

La mañana del 4 de noviembre, los marineros de la tercera escuadra eligieron un consejo de soldados
presidido por el jefe de fogoneros14 ​ Kart Artelt. Adicionalmente desarmaron a sus oficiales, ocuparon los
barcos, liberaron a los presos amotinados y tomaron el control de las instalaciones públicas y militares en
Kiel. Por la tarde se les unieron soldados del ejército que el comando local había hecho traer de Altona para
sofocar la revuelta. De este modo Kiel estaba firmemente en manos de 40  000 marineros, soldados y
trabajadores insurrectos.
La noche del 4 de noviembre, el diputado del SPD Gustav Noske llegó a Kiel. En representación del nuevo
gobierno nacional y de la dirección del SPD, debía controlar la revuelta para evitar una revolución. El
consejo de trabajadores y soldados de Kiel creía estar de parte del nuevo gobierno y contar con su apoyo.
Por esto nombró a Noske “gobernador” esa misma noche y este efectivamente terminó la revolución en
Kiel al día siguiente. Pero mientras tanto los acontecimientos ya habían trascendido lejos de la ciudad.

La Revolución abarca todo el Kaiserreich

Desde el 4 de noviembre, las delegaciones de marineros se esparcieron por


todas las grandes ciudades de Alemania. Ya el 7 de noviembre, la revolución
abarcaba todas las ciudades costeras, así como Hannover, Brunswick,
Fráncfort del Meno y Múnich. El 9 de noviembre el trono imperial quedó
vacante y en Múnich un consejo de trabajadores y soldados forzó al último rey
de Baviera, Luis III, a renunciar al trono. Kurt Eisner del USPD proclamó en
Baviera la república por primera vez en el Imperio. En los días siguientes
abdicaron todos los príncipes gobernantes en los demás Estados alemanes,
siendo el último Gunter Víctor de Schwarzburg-Rudolstadt el 23 de
noviembre.

Los consejos de trabajadores y soldados (Räte) estaban formados


Luis III de Baviera.
mayoritariamente por partidarios del SPD y del USPD. Su dirección era
democrática, pacifista y antimilitarista. Junto al poder de los Fürsten
(príncipes), los consejos quitaron el poder al hasta entonces todopoderoso
mando general militar. No fueron tocadas las instituciones civiles y oficiales públicas del Imperio —policía,
municipios, tribunales—. Casi no hubo confiscaciones de propiedades o industrias porque se esperaban
medidas de un nuevo gobierno del Reich. Para contar con ejecutivos comprometidos con la revolución y el
futuro gobierno, los consejos pidieron enseguida solo la supervisión de las instituciones que antes habían
estado en manos del mando general militar.

El SPD obtuvo de este modo una verdadera plataforma de poder a nivel local. Sin embargo, mientras que
los consejos creían actuar a favor del nuevo orden, los líderes del SPD vieron pronto en ellos elementos
molestos para una transición de poder pacífica, que ya consideraban completada. Al igual que los partidos
liberales, exigían que se realizaran cuanto antes las elecciones para un congreso nacional que decidiera
sobre la forma de Estado definitiva. Esto los puso rápidamente en contra de gran parte de los
revolucionarios. Sobre todo el USPD intentaba captar las demandas de estos últimos. También propugnaba
elecciones para un congreso nacional lo más tarde posible, a fin de conseguir antes de su inicio logros que
reflejaran las aspiraciones de gran parte de los trabajadores.

Reacciones en Berlín

Friedrich Ebert estaba de acuerdo con Max von Baden en que debía evitarse una revolución social y
mantenerse ante todo el orden del Estado. Él quería conquistar a los partidos liberales, que ya habían
colaborado con el SPD en el Reichstag en 1917, así como a las viejas élites aristocráticas del Imperio para
reestructurar el Estado y evitar una temida radicalización de la revolución que siguiera el ejemplo de Rusia.
A esto se sumó su temor a que la aún precaria situación de suministros pudiera colapsar si la administración
actual fuera reemplazada por revolucionarios sin experiencia administrativa. Ebert creía que el SPD
conseguiría inevitablemente la mayoría parlamentaria que les permitiese ejecutar sus planes de reforma. Por
este motivo se arriesgó a actuar lo más de acuerdo posible con los viejos poderes. Para poder mostrar una
victoria a sus partidarios, pero también para rescatar al mismo tiempo a la monarquía, Ebert exigió desde el
6 de noviembre la renuncia al trono del Emperador. Pero Guillermo II, quien aún seguía en el centro de
operaciones del Mando Supremo (OHL) en la ciudad belga de Spa,
no conocía debidamente la situación en la capital. El mismo día,
después de que el Entente prometiera negociar un armisticio, tenía
la esperanza de volver al Kaiserreich al frente de las tropas
licenciadas del frente y ejercer después como monarca
parlamentario.

Max von Baden escribió posteriormente que Ebert declaró el 7 de


noviembre:
Manifestantes por las calles de
Berlín durante la huelga general
Si el emperador no abdica, la revolución social es
revolucionaria del 9 de noviembre de
inevitable. Pero yo no la quiero, la odio con toda el alma.15 ​
1918.

El canciller planeó viajar a Spa para convencer personalmente al


Emperador de la necesidad de que abdicase. Pero no llegó a hacerlo, porque la situación en Berlín escaló
rápidamente.

El 9 de noviembre de 1918: El fin de la monarquía

La noche del 8 de noviembre, el USPD había convocado


concentraciones en Berlín para el día 26, en las cuales anunciaría
una huelga general y manifestaciones masivas para el día siguiente.
Para entonces Ebert había vuelto a exigir vehementemente la
abdicación del Emperador, con el fin de poder anunciar este paso
en las concentraciones como una victoria del SPD. Para poder
contener posibles disturbios, el gobierno de Max von Baden hizo
desplegar en Berlín al 4.º Regimiento de Tiradores de Naumburgo,
que se consideraba particularmente leal.

Pero los soldados de este regimiento no estaban dispuestos a


disparar a conciudadanos. Cuando sus oficiales les entregaron
granadas de mano, temprano en la mañana del sábado 9 de
noviembre, enviaron una delegación a la redacción del órgano del
partido socialdemocráta Vorwärts para pedir que se clarificara la
situación. Allí encontraron al diputado del Reichstag Otto Wels,
quien logró convencer a los soldados que apoyaran a los líderes del
SPD y su política. Después convenció a más regimientos de que
Edición del 9 de noviembre del
obedecieran a Ebert.
periódico Vorwärts.
De este modo, el control militar de la capital pasó a manos de los
socialdemócratas. Pero Ebert temía que este podía quedar
rápidamente fuera de control si las fuerzas políticas a la izquierda del SPD conseguían arrastrar tras sí a los
obreros en las manifestaciones anunciadas. Esta posibilidad se dio cuando, a instancias del USPD, varias
manifestaciones con cien mil personas se dirigieron por la mañana al centro de Berlín. En sus pancartas y
carteles aparecían consignas como «Unidad», «Derecho y Libertad» y «Hermanos, no disparéis».

Aproximadamente a esa misma hora el emperador tuvo conocimiento del resultado de una encuesta de 39
comandantes: los soldados del frente tampoco estaban dispuestos a cumplir sus órdenes. La noche anterior
incluso un regimiento de guardia había rehusado obedecer por primera vez. Telegramas de Berlín le habían
pedido urgentemente que abdicara de inmediato, a fin de que su anuncio pudiera apaciguar la situación. A
pesar de esto, consideró solo renunciar al título de emperador Alemán, pero no al de rey de Prusia.
Finalmente, Max von Baden, sin esperar la decisión de Spa, escribió un telegrama ese mismo mediodía
indicando:

Su Majestad el Emperador y Rey ha decidido abdicar al Trono. El Canciller Imperial quedará


en el cargo solo mientras duren las diligencias correspondientes a la abdicación de Su
Majestad, la renuncia al Trono del Imperio Alemán y de Prusia de Su Alteza Imperial y Real y
el establecimiento de una Regencia.16 ​

El Emperador entonces marchó al exilio en los Países Bajos, donde


viviría hasta su muerte en 1941. Dado que firmó su Certificado de
Abdicación formal semanas más tarde, su cruce de la frontera vino
a ser como una deserción. Esto le costó también la simpatía de sus
militares.

A fin de conservar el control de la situación, Friedrich Ebert exigió


para sí el cargo de Canciller del Reich el 9 de noviembre a
Proclamación de la República
mediodía. Max von Baden accedió a esta demanda, pero se excusó
alemana el 10 de noviembre frente al
a pesar de la solicitud de Ebert a tomar el cargo de administrador
Reichstag.
imperial. Al considerarse Ebert en lo posterior Canciller del
Imperio, creyó haber encontrado un arreglo transitorio hasta que se
designara a un nuevo monarca.

La noticia de la renuncia al trono llegó demasiado tarde para causar impresión en los manifestantes. Nadie
hizo caso a los llamamientos de volver a casa o a los cuarteles publicados en ediciones especiales del
Vorwärts. Cada vez más manifestantes exigían el final de la monarquía. Karl Liebknecht, que había
fundado el día anterior la Liga Espartaquista, se trasladó inmediatamente a Berlín nada más salir de la
cárcel. Ahora planeaba la declaración de la república socialista. A la hora del almuerzo en el Reichstag, el
representante de la presidencia del SPD, Philipp Scheidemann, se enteró de esta noticia. No quería dejar la
iniciativa a los espartaquistas y decidió rápidamente salir a un balcón del edificio del Reichstag. Desde allí
proclamó la república por su cuenta, contra la voluntad expresa de Ebert, ante una concentración de
manifestantes, con las palabras siguientes:

El emperador ha abdicado. Él y sus amigos han huido; el pueblo los ha vencido en todas las
líneas. El príncipe Max von Baden ha cedido su cargo de canciller al diputado Ebert. Nuestro
amigo formará un gobierno de los obreros, con participación de todos los partidos socialistas.
No se debe molestar al nuevo gobierno en su tarea por la paz y por obtener trabajo y comida.
Obreros y soldados, sed conscientes del significado histórico de este día: lo inaudito ha
ocurrido. Ante nosotros está una tarea grande e imprevisible. Todo por el pueblo. Todo a
través del pueblo. Nada debe suceder que deshonre al movimiento obrero. Permaneced unidos,
leales y conscientes de la responsabilidad. Lo viejo y decadente, la monarquía está destruida.
Viva lo nuevo. ¡Viva la República Alemana!17 ​

Pocas horas después, el Berliner Zeitung publicó que Liebknecht había proclamado en el Zoológico de
Berlín, probablemente casi de manera simultánea, la República Socialista Libre Alemana (Freie
Sozialistische Republik Deutschland), a la que juró nuevamente a las 4 de la tarde ante una multitud reunida
en el castillo de Berlín:

Los miembros del partido proclamamos la República Socialista Libre de Alemania; en la que
no habrá más esclavos y en la que cada trabajador honrado recibirá la recompensa justa por su
honesto trabajo. Las reglas del Capitalismo, que han convertido a Europa en un caos, han
muerto.18 ​
Karl Liebknecht
Todavía no era claro qué objetivos perseguía con esto. Las exigencias de la liga espartaquista del 7 de
octubre, de extensas reformas económicas, militares y legales —entre otras, la abolición de la pena de
muerte—, no se habían dado a conocer públicamente hasta entonces.

Para quitar intensidad al sentimiento revolucionario y satisfacer


las exigencias de los manifestantes de unidad de los partidos
obreros, Ebert invitó al USPD en este momento a entrar al
gobierno y expresó su disposición a aceptar a Liebknecht
inclusive como ministro. Este exigió el control de los consejos de
trabajadores (Arbeiterräte) y sobre los soldados y condicionó su
participación en el gobierno a esta medida. Debido al debate
sobre este tema y a que el presidente del partido Hugo Haase se
encontraba en Kiel, el representante del USPD no pudo decidir
Karl Liebknecht pronunciando un ese día acerca de la oferta de Ebert. Ni el previo anuncio de Max
discurso en Berlín en diciembre. von Baden sobre la renuncia al trono imperial, ni la transmisión
de la Cancillería a Ebert, ni la proclamación de la República de
Scheidemann estaban constitucionalmente reconocidos. Todos
eran en realidad actos de personajes que la revolución no quería, pero que consiguieron hechos duraderos.
Por el contrario, esa misma noche tuvo lugar un suceso realmente revolucionario, que al final resultaría en
vano.

A las 8 de la tarde, un grupo de cien cabecillas revolucionarios (Revolutionären Obleuten) de las grandes
industrias de Berlín ocuparon el Reichstag y formaron un parlamento revolucionario. Eran mayormente las
mismas personas que ya en enero habían participado como líderes de la huelga, desconfiaban de la
dirección del SPD y habían planificado independientemente de los marineros un asalto para el 11 de
noviembre, pero habían sido sorprendidos por los acontecimientos revolucionarios ocurridos en Kiel. Para
despojar a Ebert de la iniciativa, decidieron convocar entonces elecciones para el día siguiente: toda
empresa de Berlín y todo regimiento deberían elegir ese domingo consejos de obreros y de soldados que
luego elegirían entre ambos gobiernos revolucionarios existentes de los partidos obreros.19 ​ Este Consejo
de los Representantes del Pueblo (Rat der Volksbeauftragten) debería efectuar las resoluciones del
parlamento revolucionario y reemplazar a Ebert en el cargo de canciller del Imperio.20 ​

El 10 de noviembre: Directiva del SPD contra los cabecillas


revolucionarios

La directiva del SPD se enteró la misma noche del sábado de estos planes. Dado que las elecciones y
subsiguientes reuniones del consejo ya no se podían cancelar, Ebert envió esa noche y la mañana siguiente
oradores a todos los regimientos de Berlín y a las empresas para que influyeran a su favor las elecciones y
consintieran la participación ya planeada del USPD en el gobierno.

Estas actividades no pasaron inadvertidas a los cabecillas. Como era previsible que Ebert marcaría también
el tenor del nuevo gobierno, planearon —además de elegir un nuevo gobierno— instalar una comisión
ejecutiva, que debería coordinar las actividades de los consejos de soldados y trabajadores. Para esto tenían
ya preparada una lista en la que el SPD no estaba representado. De esta manera esperaban poder instalar
una instancia de control sobre el nuevo gobierno.

En la reunión, que tuvo lugar la tarde del 10 de noviembre en el Circo Busch (Zirkusbusch), la mayoría se
inclinó a favor del SPD: casi todos los consejos de soldados y gran parte de los representantes obreros.
Repitieron entonces su exigencia de “unidad de la clase obrera”, que el día anterior había sido presentada
por los revolucionarios y ahora usaban la consigna para imponer la posición de Ebert. En el “Consejo de
Representantes del Pueblo” formado por seis personas, el USPD envió a tres de sus representantes como
habían planeado: su presidente, Haase, el diputado Wilhelm Dittmann
y Emil Barth por los Cabecillas Revolucionarios. Los tres
representantes del SPD eran Ebert, Scheidemann y Otto Landsberg, el
diputado de Magdeburgo.

La sugerencia de los cabecillas de elegir también un comité ejecutivo


como órgano de control, que sorprendió a la dirección del SPD,
ocasionó encendidas discusiones. Ebert consiguió finalmente que
también el Consejo Ejecutivo de Consejos de Obreros y Soldados
(Vollzugsrat der Arbeiter- und Soldatenräte) de 20 miembros estuviera
formado paritariamente por miembros del SPD y del USPD. El
Consejo General decidió convocar un Congreso Nacional de Consejos
(Reichsrätekongress) en Berlín en diciembre.

Aunque Ebert se había impuesto en todas las posiciones, estaba Philipp Scheidemann habla a la
descontento con los resultados. Veía al Parlamento de Consejos multitud desde el Reichstag el
(Räteparlament) y al Consejo Ejecutivo (Vollzugsrat) como día de proclamación de la
impedimentos en el camino a un orden estatal que encajara sin República.
sobresaltos al Imperio. Toda la dirección del SPD consideraba ahora
una amenaza a los Consejos y no las viejas élites de militares y la
administración. Se sobrestimaba completamente su lealtad a la nueva
república. A Ebert le incomodaba especialmente que ahora no pudiera
dirigirlas en calidad de Canciller, sino solo en calidad de presidente de
un gobierno revolucionario. De hecho, los conservadores lo
consideraban como un traidor, aunque él se había puesto a la cabeza
de la revolución únicamente para frenarla.

Durante las ocho semanas de doble mando de los Consejos y el


El káiser Guillermo II camino del
gobierno del Reich, este último era siempre dominante. Los
exilio.
funcionarios más elevados solo trabajaban para Ebert, aunque Haase
era formalmente presidente con la misma autoridad en el Consejo. El
golpe de poder lo dio una conversación telefónica de Ebert con el
general Wilhelm Groener, el nuevo primer comandante general en la ciudad belga de Spa. Este le aseguró a
Ebert el apoyo del ejército y pidió a cambio la promesa de Ebert de restablecer los rangos del ejército y
oponerse a los consejos.

Tras el pacto secreto Ebert-Groener se manifestaba la preocupación de la directiva del SPD de que la
revolución podía desembocar en una república de consejos (Räterepublik) como en Rusia. Sin embargo, la
expectativa de poder conquistar así a los cuerpos de oficiales imperiales no se haría realidad.
Simultáneamente, la actitud de Ebert con los trabajadores y soldados revolucionarios y sus representantes se
hizo cada vez más incomprensible. Por esto el SPD fue perdiendo la confianza de sus partidarios, sin ir
ganando simpatía de los enemigos de la revolución.

En la turbulencia de esos días casi pasó inadvertido que el gobierno de Ebert había aceptado por la mañana,
tras una nueva demanda del OHL, las duras condiciones de la Entente para un armisticio. El 11 de
noviembre Matthias Erzberger, diputado centrista, firmó en Compiègne, en representación de Berlín, el
acuerdo de cese al fuego. Con esto terminaron las hostilidades de la Primera Guerra Mundial.

El acuerdo Stinnes-Legien
Al igual que en lo relativo a la organización del Estado, los
revolucionarios tenían también ideas dispares sobre el futuro orden de
la economía. Tanto en el SPD como en el USPD era muy difundida la
exigencia de poner por lo menos la industria pesada, de importancia en
la guerra, bajo control democrático. El ala izquierdista de ambos
partidos y los cabecillas revolucionarios querían ir más allá y
establecer una democracia directa en el campo de la producción. Los
delegados allí electos deberían controlar también el poder político.
Impedir esta democracia de consejos no solo era del interés del SPD,
sino también de los sindicatos, que amenazaban hacerse superfluos
con los consejos.

Por esto, paralelamente a los acontecimientos revolucionarios, los


líderes de los sindicatos alemanes encabezados por Carl Legien se
reunieron con representantes de las grandes industrias encabezadas por
Hugo Stinnes y Carl Friedrich von Siemens del 9 al 12 de noviembre
en Berlín. El 15 de noviembre firmaron un Acuerdo de Comunidades Friedrich Ebert, presidente de la
de Trabajo (Arbeitsgemeinschaftsabkommen) con ventajas para ambos nueva república y dirigente del
sectores: los representantes sindicales aseguraban garantizar una SPD, reprimió de forma
producción ordenada, terminar las huelgas salvajes, hacer retroceder la sangrienta la revolución.
influencia de los consejos e impedir la socialización de la propiedad
productiva. Los empresarios garantizaban a cambio la introducción del
día laboral de ocho horas, que los trabajadores habían pedido inútilmente ya hace años. Aseguraron a los
sindicatos el título de interlocutores únicos (Alleinvertretungsanspruch) y permanente reconocimiento sobre
los consejos. Ambos sectores formaron una Comisión Central para el Mantenimiento del Orden en la
Economía (Zentralausschuss zur Aufrechterhaltung der Wirtschaft). Una comisión de arbitraje debería
mediar en futuros conflictos. Comisiones de todas las industrias con más de cincuenta trabajadores deberían
supervisar en adelante la observancia de los acuerdos salariales junto con la dirección de las empresas.

Los sindicatos habían socavado así todos los intentos de socialización de los medios de producción y
habían hecho a los consejos superfluos de inicio.

El gobierno de transición y el movimiento de los consejos

Desde el 9 de noviembre el Reichstag ya no volvió a ser convocado. El Consejo de los Representantes del
Pueblo y el Comité Ejecutivo habían reemplazado al viejo gobierno. Pero el aparato administrativo casi no
cambió. A los representantes del SPD y del USPD solo se les asignaban funcionarios del Imperio. Estos
conservaron asimismo todos sus cargos y continuaron con su trabajo como si nada hubiera sucedido.

El Consejo de Representantes del Pueblo presentó el 12 de noviembre su programa de gobierno. Este


levantaba el estado de sitio y la censura, abolía la ordenanza de servidumbre (Gesindeordnung) y establecía
el derecho al voto desde los veinte años de edad, por primera vez también para las mujeres. Todos los
prisioneros políticos recibieron amnistía. Se promulgaron las libertades de asociación, reunión y de prensa.
Partiendo del Acuerdo de Comunidades de Trabajo (Arbeitsgemeinschaftabkommen) se estipuló la jornada
laboral de ocho horas, ayuda a los desempleados y se amplió el seguro social y de accidentes.

Bajo presión de los representantes del USPD, el consejo de los representantes del pueblo nombró el 21 de
noviembre una "Comisión de Socialización". En ella estaban entre otros Karl Kautsky, Rudolf Hilferding y
Otto Hue, quienes debían verificar qué industrias eran "socializables" y debían preparar la estatización de la
industria de acero y del carbón. Esta comisión se reunió hasta el 7 de abril de 1919 sin ningún resultado
concreto. Solamente en la minería de carbón y potasa, así como en la
industria del acero, se formaron "Cuerpos de autoadministración"
(Selbstverwaltungskörperschaften), de los cuales proceden los actuales
“Consejos empresariales” (Betriebsräte). Pero estos tampoco
intentaron una confiscación socialista.

La dirección del SPD prefirió colaborar con la antigua administración


en vez de con los nuevos consejos de trabajadores y soldados, puesto
Tropas alemanas prodecentes del
que no confiaba que estos lograran un avituallamiento ordenado de la
frente son recibidas por la
población. Esto llevó a constantes conflictos con el comité ejecutivo
multitud en diciembre de 1918.
desde mediados de noviembre. Este cambiaba su posición en carrera a
menudo según los intereses de quién representaba de momento. Por
esto, Ebert le fue quitando cada vez más competencias con el objetivo
de acabar definitivamente con el “gobierno de ir y venir de los
consejos en Alemania”. De cualquier manera, él y la dirección del
SPD sobrestimaban en mucho no solamente el poder del movimiento
de consejos (Rätebewegung), sino también el de la Liga Espartaquista.
Esta era considerada erróneamente como la que controlaba este
movimiento en todo el Reich.
El coronel Grautoff, jefe de las Aun así, los consejos de obreros y soldados disolvieron la
fuerzas de seguridad administración municipal en Leipzig, Hamburgo, Bremen, Chemnitz y
compareciendo ante el nuevo Gotha, entre otras poblaciones, y las pusieron bajo su control. En
parlamento republicano. Brunswick, Düsseldorf, Mülheim an der Ruhr y Zwickau también se
apresó a todos los funcionarios leales al Emperador. En Hamburgo y
Bremen se formaron "Guardias Rojas", que debían proteger la
revolución. En las industrias de Leuna cerca de Merseburg, los consejos destituyeron a la dirección de la
corporación. Pero a menudo los nuevos consejos eran dirigidos espontánea y arbitrariamente y no contaban
con experiencia directiva. En la escasez general, muchos actuaban con avaricia y egoísmo. En cambio, una
gran mayoría de los consejos eran moderados; se habían puesto de acuerdo inmediatamente con la vieja
administración y conjuntamente se ocuparon de restaurar la tranquilidad en las ciudades e industrias. Se
hicieron cargo del reparto de alimentos, el poder policial y el cuidado y atención de los soldados del frente
que regresaban al hogar poco a poco.

La administración y los consejos eran mutuamente dependientes: los unos tenían el conocimiento y la
experiencia, los otros la influencia para ponerlos en práctica. Especialmente se había elegido a miembros
del SPD en los consejos, que se consideraban ahora solamente como solución transitoria. Con todo, no se
traía a discusión la república de consejos en la Alemania de 1918-1919. Se quería apoyar al gobierno que
llegó al poder con la revolución y se esperaba que este eliminara el militarismo y el Estado autoritario. El
cansancio de la guerra y las privaciones hicieron mayor el autoengaño respecto a lo que se había
conseguido.

Congreso de los consejos del Reich

Como había decidido el Comité Ejecutivo, los Consejos de Obreros y Soldados de todo el Imperio
enviaron diputados a Berlín, quienes debían reunirse el 16 de diciembre en el Circo Busch en el “Primer
Congreso General de Consejos de Obreros y Soldados”. Para evitar esto, Ebert y Groener planearon
recuperar el control de la capital el 15 de diciembre con ayuda de las tropas enviadas del frente. Uno de los
regimientos empleados para este fin actuó demasiado temprano el 6 de diciembre. En el intento de apresar
al Comité Ejecutivo, la tropa disparó a una manifestación sin armas de “Guardias Rojos”, los Consejos de
Soldados más afines a los espartaquistas, y mataron a dieciséis personas.
Ya aquí se hizo visible la violencia potencial y el peligro de golpe de
Estado de la derecha. Por esta experiencia, Rosa Luxemburgo exigió
el 12 de diciembre en Banderas Rojas, el periódico espartaquista, el
desarme pacífico por los obreros de Berlín de las unidades militares
que retornaban del frente, la subordinación de los Consejos de
Soldados al Parlamento Revolucionario y la re-educación de los
soldados.

El 10 de diciembre Ebert recibió a diez de las divisiones que


regresaban del frente, con la esperanza de poder emplearlas en contra
de los consejos. Sin embargo, se hizo claro que tampoco estas tropas
tenían voluntad de seguir luchando. La guerra había terminado, la
Navidad estaba a la vuelta de la esquina y la mayor parte de los
soldados solamente querían regresar a sus casas. Así que poco después
de su repliegue a Berlín se dispersaron. El planeado golpe contra el
Congreso de consejos del Imperio no tuvo lugar.
Rosa Luxemburgo, fue asesinada
Tampoco hubiera hecho falta, porque el congreso que comenzó a
—con Karl Liebknecht— tras el
reunirse el 16 de diciembre en la Casa de Representantes de Prusia,
fracaso del levantamiento
estaba también compuesto mayoritariamente de partidarios del SPD.
espartaquista en Berlín.
Karl Liebknecht no logró una resolución ni siquiera en una ocasión.
No se permitió ejercer ninguna influencia a su Liga Espartaquista. El
19 de diciembre, los consejos votaron por 344 votos contra 98 en contra de la creación de un sistema de
consejos como base de una nueva constitución. Más aún, apoyaron la resolución del gobierno de convocar
lo más pronto posible a elecciones para una Asamblea Constituyente que decidiría sobre la forma definitiva
del Estado. El único punto en disputa entre Ebert y el congreso estaba en la cuestión del control del ejército.

El congreso pidió entre otras cosas participación del consejo central, que este elegía, en el Mando de las
fuerzas, libre elección de oficiales y autoridad disciplinaria para los consejos de soldados. Pero esto iba en
contra del acuerdo secreto entre Ebert y Groener. Ambos arriesgaron todo para revertir la decisión. El
Mando Supremo militar, que entretanto se había trasladado a Kassel, comenzó el despliegue de sus leales
Freikorps, que planeaban usar contra la supuesta amenaza bolchevique. Estas tropas, a diferencia de los
soldados revolucionarios de noviembre, eran oficiales y hombres afines a la monarquía que no deseaban el
retorno a la vida civil.

La crisis de Navidad

Después del 9 de noviembre, el gobierno había ordenado para su protección que la recién formada División
de Marina del Pueblo (Volksmarinedivision) viniera de Kiel a Berlín y se estacionara en el palacio real. Esta
división era considerada absolutamente leal y rehusó por esto tomar parte en el intento de Putsch del 6 de
diciembre. Los marinos depusieron incluso a su comandante, porque lo creyeron involucrado en el asunto.
Pero precisamente esta lealtad trajo a la tropa la reputación de estar a las órdenes de los espartaquistas.
Ebert solicitó su disolución y su retirada del palacio, y Otto Wels, comandante de la ciudad de Berlín desde
el 9 de noviembre, rehusó desembolsar a los marinos un pago pendiente.

El problema creció el 23 de diciembre. Después de que se les hubiera hecho esperar todo el día, los marinos
tomaron la cancillería del Reich, cortaron las líneas de teléfono, pusieron al Consejo de los Representantes
del Pueblo bajo arresto y apresaron a Otto Wels. Pero a diferencia de lo que se hubiera esperado de
revolucionarios espartaquistas, no utilizaron la situación para terminar con el gobierno de Ebert, sino que
entonces solo exigieron su salario. Pero Ebert, quien se mantenía en contacto por una línea telefónica
secreta con el Mando Supremo en Kassel, y aun cuando Wels había sido puesto en libertad mientras tanto,
el 24 de diciembre por la mañana dio la orden de atacar el palacio con tropas leales al gobierno. Los
marinos resistieron exitosamente este ataque al mando de su
comandante Heinrich Dorrenbach. En el enfrentamiento
perdieron la vida treinta soldados y civiles. Las tropas del
gobierno debieron evacuar el centro de la ciudad. Estas tropas
fueron disueltas entonces o se integraron a los recién creados
Freikorps. Para conservar las apariencias, tomaron
temporalmente la redacción del periódico Banderas Rojas. Pero
el poder militar en Berlín estaba nuevamente en manos de la
Volksmarinedivision, y ésta nuevamente no lo aprovechó.21 ​
Soldados amotinados en Berlín durante
la crisis de Navidad de 1918. Esto muestra, por una parte, que los marineros no eran
espartaquistas y que, por otra parte, nadie dirigía la revolución.
Aun cuando Liebknecht hubiera sido un líder revolucionario
como Lenin, como la leyenda hizo de él posteriormente, los marinos y el consejo no lo habrían aceptado
como tal. La crisis de Navidad, que los espartaquistas denominaron la “Navidad sangrienta de Ebert”, tuvo
como única consecuencia que los cabecillas revolucionarios (Revolutionäre Obleute) convocaran a una
manifestación el primer día de Navidad y que el USPD abandonara el gobierno en protesta el 29 de
diciembre. Esto le convenía al presidente del SPD, que incorporó a los independientes (USPD) solamente
bajo la presión de los acontecimientos revolucionarios. En pocos días, la derrota militar del gobierno de
Ebert se convirtió en una victoria política.

La fundación del KPD y el Levantamiento de enero

Con la experiencia con el SPD y el USPD, los espartaquistas


empezaron a hacerse a la idea de la necesidad de fundar un nuevo
partido. Por esto y para abrazar la insatisfacción de muchos obreros
con el curso de la revolución hasta entonces, junto con grupos como
los Comunistas Internacionales de Alemania (IKD), fundaron el KPD
(Partido Comunista de Alemania).22 ​ En realidad, la iniciativa para
formar el KPD partía del IKD, aunque la mayoría de los delegados en
el congreso de fundación no pertenecía ni a ellos ni a los Fuerzas contrarrevolucionarias
espartaquistas. Representaban a grupos locales formados entrando en Berlín bajo las
espontáneamente durante y después de la guerra. La mayor parte eran órdenes del coronel Wilhelm
obreros jóvenes que entraban en la política revolucionaria sin una Reinhard en enero de 1919.
experiencia previa.

Rosa Luxemburgo redactó su programa de fundación y lo presentó el


31 de diciembre de 1918. Este programa fue aceptado por la mayoría y
la dirección del partido se forma casi en exclusividad por
espartaquistas. En él decía firmemente que una toma del poder de los
comunistas nunca podría suceder sin una clara voluntad de la mayoría
del pueblo. Sin embargo, la mayoría del congreso se opuso
violentamente en cuestiones tácticas inmediatas, como la participación
en la Asamblea Constituyente y en el "parlamentarismo
revolucionario". Combates callejeros entre tropas
gubernamentales y
El 1 de enero de 1919 exigió nuevamente la participación del KPD en revolucionarios.
las elecciones federales planeadas, pero su moción fracasó en una
votación. La mayoría del partido era antiparlamentaria y tenía aún la
esperanza de poder tomar el poder
mediante la continua agitación en
las industrias y la presión de las
calles. Los cabecillas
revolucionarios decidieron
permanecer en el USPD tras
negociaciones con los
espartaquistas.
Militares sobre la Puerta de
La derrota decisiva de los Brandeburgo durante el
revolucionarios de noviembre levantamiento.
ocurrió en los primeros días de
1919. Como en noviembre, se
formó casi espontáneamente una
segunda ola de la revolución, que
esta vez fue sofocada
violentamente. La chispa que
Barricada con soldados inició esta nueva ola fue la
revolucionarios en Berlín en destitución el 4 de enero del
enero de 1919. miembro del USPD Emil
Eichhorn del cargo de presidente
de la policía por parte del Alzados espartaquistas en una
gobierno, porque él se había opuesto a actuar contra obreros calle berlinesa.
manifestantes durante la Crisis de Navidad.

Lo que se había planeado como una manifestación se convirtió en una movilización masiva, con la que ni
los mismos organizadores habían contado. Al igual que el 9 de noviembre de 1918, el domingo 5 de enero
de 1919 cientos de miles de personas se dirigieron al centro de Berlín, muchas de ellas armadas. Por la
tarde se habían tomado las estaciones de trenes de Berlín y el barrio de la prensa, así como el periódico
Vorwärts. Algunos de los periódicos implicados habían pedido en los días previos no solamente el
despliegue de más Freikorps, sino que también habían llamado a matar a los espartaquistas.

Los manifestantes eran en general los mismos que dos meses antes. Exigían ahora lo que ya entonces
habían esperado. En esto, los espartaquistas no estaban de ninguna manera como líderes: las exigencias
venían de los obreros mismos y eran apoyadas por diversos grupos a la izquierda del SPD. También el
ahora llamado “levantamiento espartaquista” surgió solo en parte de los miembros del KPD. Estos eran
incluso la minoría.

Los iniciadores reunidos en la Jefatura de la Policía eligieron un “Comité Revolucionario Provisional”


(Provisorischen Revolutionsausschuss) de 53 miembros, pero que con su poder no consiguió iniciar nada ni
supo dar al levantamiento una dirección clara. Liebknecht exigió el derrocamiento del gobierno y la
mayoría del comité se le adhirió, propagando la lucha armada. Rosa Luxemburgo consideraba, como la
mayoría de la dirección del KPD, que un levantamiento en ese momento era una catástrofe y se expresó
claramente en contra.

El Comité Revolucionario convocó a nuevas manifestaciones masivas para el 6 de enero. Aún más
hombres se hicieron eco del llamamiento. Nuevamente llevaron consigo pancartas con la frase “¡Hermanos,
no disparen!” y permanecieron a la espera en una concentración. Parte de los cabecillas revolucionarios
comenzaron a armarse y a llamar al derrocamiento del gobierno de Ebert. Pero los intentos de los activistas
del KPD de volcar las tropas a su favor continuaron sin tener éxito. Aún más, la División de Marina del
Pueblo no estaba dispuesta a apoyar a los insurrectos. Se declaró neutral. Los demás regimientos
estacionados en Berlín se manifestaron en su mayoría a favor del gobierno.
Mientras más tropas retornaban a Berlín a petición de Ebert, él aceptó la propuesta del USPD de mediar
entre él y el Comité Revolucionario. El Comité rompió las negociaciones el 8 de enero después de que se
tuviera noticia de los movimientos de tropas y la publicación de un boletín del SPD con el título La hora de
la verdad se acerca (Die Stunde der Abrechnung naht). Ebert aprovechó la ocasión para utilizar las tropas
estacionadas en Berlín contra los ocupantes. Desde el 9 de enero las tropas sofocaron violentamente el
improvisado intento de levantamiento. El 12 de enero regresaron a la ciudad los antirrepublicanos
Freikorps, que habían estado destacados desde principios de diciembre. El comandante de estas tropas,
Gustav Noske, había aceptado el mando con las palabras:

Por mi parte, alguien debe convertirse en el sabueso. Yo no rehúyo la responsabilidad.23 ​

Después de que los Freikorps evacuaran brutalmente varios edificios y hubieran fusilado según la ley
marcial a los ocupantes, los demás se rindieron rápidamente. Parte de ellos fueron también fusilados del
mismo modo. En estas acciones perdieron la vida cientos de personas solamente en Berlín.

El asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo

Los supuestos instigadores del levantamiento de enero tuvieron que


esconderse, pero rehusaron salir de Berlín, a pesar de urgentes
pedidos de sus camaradas. La noche del 15 de enero de 1919, Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron descubiertos en una
vivienda en Wilmersdorf. Fueron apresados y entregados al más
grande de los Freikorps, la fuertemente armada "División de
tiradores de Guardia-Caballería". Su líder, el capitán Waldemar
Pabst, permitió que los interrogaran y maltrataran gravemente. Esa Entierro de 32 féretros con víctimas
del alzamiento en Berlín el 25 de
misma noche, ambos prisioneros fueron golpeados a culatazos
enero de 1919. En el centro se
hasta que perdieron el conocimiento y luego asesinados
encuentran los dos ataúdes de Karl
disparándoles cuando dormían. El cadáver de Rosa Luxemburgo
Liebknecht y Rosa Luxemburgo, este
fue tirado al Landwehrkanal de Berlín, donde se le encontró el 1 de
último vacío al no haber sido hallado
junio. Los autores permanecieron en gran parte sin condena.
su cadáver.
Algunos fueron posteriormente indemnizados por el apresamiento y
persecución por los nacional-socialistas. La caballería de guardia se
unió posteriormente al SA. Pabst declaró en los años 1960 que antes del asesinato había conversado por
teléfono con Noske en la cancillería del Reich, y que este había dado su consentimiento. Ebert también
habría estado allí presente. Notas de un diario encontrado en 1970 en la herencia de Pabst confirman esto.
Independientemente de las declaraciones de los asesinos, nunca se pudo demostrar un consentimiento de
Ebert y Noske, más aún cuando ni el Parlamento ni la Justicia comenzaron una investigación.

Con los asesinatos del 15 de enero se sembró la irreconciliable rivalidad entre el SPD y el KPD. Esta tuvo,
entre otras, la fatal consecuencia de que ambos partidos nunca pudieron acordar negociar conjuntamente
contra el NSDAP, que se hizo más fuerte desde 1930.

Otros levantamientos a consecuencia de la revolución

También en otras zonas de Alemania, por ejemplo en la cuenca del Ruhr y en Sajonia, hubo levantamientos
armados en los primeros meses de 1919. En algunas regiones se declararon temporalmente Repúblicas de
Consejos (Räterepubliken). La que más tiempo se mantuvo fue la República de Consejos de Múnich
(también llamada República Soviética de Baviera), que fue terminada violentamente recién el 2 de mayo de
1919 por tropas prusianas y de Würtemberg y por los Freikorps.
La alianza entre el gobierno de Ebert y el Mando del Ejército y sus brutales acciones durante distintos
levantamientos había enajenado, sin embargo, a muchos demócratas de izquierda del SPD: muchos de ellos
consideraban la actitud de Ebert, Noske y otros líderes del SPD durante la revolución como una traición a
sus propios partidarios.24 ​

Congreso nacional y la nueva constitución del Reich

El golpe de Estado de Kapp (en alemán, Kapp-Putsch) fue un intento


de golpe de Estado por parte de la derecha contra el gobierno
socialdemócrata en marzo de 1920. La fuerza del Partido Comunista y
la resistencia sindical lo hicieron fracasar.

El 19 de enero de 1919 tuvieron lugar las elecciones para un Congreso


Nacional Constituyente. Junto al SPD y el USPD se presentaron el
partido católico Centrista y varios partidos liberales, que se habían En la imagen, recorriendo Berlín,
formado desde noviembre: el liberal de izquierda Partido Democrático puede verse a tropas favorables
de Alemania (DDP), el nacionalista liberal Partido Popular Alemán al gobierno Kapp que utilizan la
(DVP) y el conservador nacionalista Partido Popular Nacional Alemán cruz de hierro en sus cascos, la
(DNVP). El KPD no participó en las elecciones, en contra de la antigua bandera imperial y una
sugerencia de Rosa Luxemburgo. esvástica en el camión.

El SPD fue el partido más votado con el 37.4 % de los votos y designó
164 de 423 diputados. El USPD consiguió solo 7.6 % de los votos y 22 diputados. El USPD se hizo más
importante temporalmente después del golpe de Kapp, pero se disolvió en 1922. El Partido Centrista
(Zentrumspartei) fue el segundo partido más votado en el congreso nacional, con 91 diputados. El DDP
logró 75, el DVP 19 y el DNVP 44 escaños. El SPD formó una coalición de gobierno con el partido del
Centro y el DDP.

Para evitar posteriores disturbios revolucionarios en Berlín, el Congreso se reunió el 6 de febrero en


Weimar. Allí eligieron, el 11 de febrero, a Friedrich Ebert como presidente interino del Reich, y el 13 de
febrero eligieron a Philipp Scheidemann como primer ministro (Ministerpräsident) de la recién formada
coalición. El 21 de agosto Ebert fue finalmente investido constitucionalmente como presidente del Reich.

La nueva constitución de Weimar, que convertía al Reich alemán en una


república democrática, fue aprobada el 11 de agosto de 1919 con votos
del SPD, Zentrum y DDP. Estaba en la tradición liberal y democrática del
siglo  XIX y tomaba textualmente, como la actual constitución alemana
(Grundgesetz), muchos pasajes de la constitución de la Paulskirche del
año 1849. Sin embargo, debido a la distribución de mayorías en el
congreso nacional, las exigencias centrales de los revolucionarios de
noviembre quedaron insatisfechas: la socialización de la industria del
hierro y del carbón y la democratización de los cuerpos de oficiales
(Offizierkorps), que incluso el consejo de soldados y obreros de Kiel
Territorios de la efímera había exigido y que el Congreso de Consejos del Reich había iniciado.
República Soviética de Tampoco se incluyó la expropiación de los grandes bancos, la industria
Baviera. pesada y los latifundios de los nobles. Los cargos y las pensiones de los
funcionarios imperiales y soldados fueron explícitamente protegidos.

Por una parte, la Constitución de Weimar contenía más posibilidades de democracia directa que la
Grundgesetz, por ejemplo la petición de referéndum (Volksbegehren) y el referéndum (Volksentscheid). Por
otra parte, el artículo 48 de poderes de emergencia daba al presidente del Reich amplios poderes para
gobernar, aun contra la mayoría en el Reichstag y, en caso de necesidad, el uso del ejército en el interior.
Este artículo resultó ser un medio decisivo para destruir la democracia en 1932-1933.25 ​

Clasificación histórica
La Revolución de Noviembre es uno de los acontecimientos más importantes de la historia alemana
reciente, aunque esté poco arraigada en la memoria histórica de los alemanes. El fracaso de la República de
Weimar concebida de ella y la subsiguiente época del nacionalsocialismo han desviado la vista de los
acontecimientos de finales de 1918 e inicios de 1919 por mucho tiempo. Su interpretación se determina hoy
más por leyendas que por hechos.

Tanto la ultra derecha como la izquierda extrema alimentan ideas opuestas, con la idea de que lo que hubo
entonces fue una insurrección comunista con el fin de transformar a Alemania en una república de consejos
de estilo soviético. También los partidos democráticos de centro, especialmente el SPD, tuvieron por mucho
tiempo poco interés en juzgar detenidamente los acontecimientos que convirtieron a Alemania en una
república. Porque una observación detenida muestra una revolución realizada por socialdemócratas que fue
detenida por los líderes del SPD, lo que se califica como la «revolución traicionada» (verratene
Revolution). El hecho de que la república de Weimar resultara ser una democracia débil y que durara solo
14 años hasta su final también tiene que ver con estos y otros "defectos de nacimiento" de la Revolución de
Noviembre.

Un hecho de gran importancia es que el gobierno imperial y el Mando Supremo del Ejército se deslindaran
de la responsabilidad muy pronto y endilgaran la derrota en la Primera Guerra Mundial a los partidos
mayoritarios del Reichstag. Cuánto cálculo hizo falta para que sucediera esto se puede apreciar en una cita
de la autobiografía de Groener, seguidor de Ludendorff:

A mí me convenía que en estas lamentables negociaciones, de las que no se puede esperar nada
bueno, el ejército y el mando general permanecieran lo más tranquilos posible.26 ​

De tal modo se creó la "Leyenda de la puñalada" (Dolchstosslegende), según la cual los revolucionarios
atacaron por la espalda a un ejército no vencido en el campo de batalla y solo así tornaron una victoria casi
segura en una derrota. Erich Ludendorff desempeñó un rol importante en divulgar esta falsificación de la
historia, queriendo con ello ocultar su propio fracaso. Los círculos nacionalistas y populistas fueron un
terreno fértil para esta leyenda. Los revolucionarios, e inclusive políticos como Ebert, quien no quiso que la
revolución ocurriese en absoluto e hizo lo posible por canalizarla y detenerla, fueron rápidamente
difamados en estos círculos como "criminales de noviembre" (Novemberverbrecher). Ni siquiera los
asesinatos políticos, por ejemplo el de Matthias Erzberger, atemorizaban a la derecha radical, y es conocido
que Hitler y Ludendorff realizaron su intento de golpe de Estado de 1923 también un 9 de noviembre.

La república tuvo desde su nacimiento el estigma de la responsabilidad de la derrota en la guerra. Gran


parte de la ciudadanía, las viejas élites del ejército, la justicia y la administración nunca aceptaron la nueva
forma del Estado, sino que veían en la república democrática una estructura que debía suprimirse a la
primera oportunidad. Por el contrario, en la izquierda, el comportamiento de la dirección del SPD durante la
revolución llevó a muchos de sus antiguos partidarios hacia los comunistas. La frenada Revolución de
Noviembre condujo a que la república de Weimar permaneciera como una «democracia sin
demócratas».27 ​

La revolución según los testigos contemporáneos


Ya los contemporáneos juzgaron la Revolución de Noviembre de la manera más diversa, cada quien según
su inclinación política. Esto lo dejan claro tres declaraciones de testigos que aparecieron el mismo 10 de
noviembre, poco después, así como una observación retrospectiva diez años después.

Sin entusiasmo y con algo de alivio, el teólogo evangélico y filósofo Ernst Troeltsch escribió cómo el
grueso de los berlineses se fueron dando cuenta de lo que sucedía el 10 de noviembre:

El domingo por la mañana, después de una noche de ansiedad, la imagen se aclaró con los
periódicos de la mañana: el Káiser en Holanda, la revolución triunfante en la mayoría de los
centros, los príncipes de los Bünde abdicando. ¡Nadie murió por el Káiser y el Reich! ¡La
futura obligación asegurada y ningún asalto a los bancos!... Las vías de tranvía y las del metro
continuaban como si nada, indicando que los medios esenciales estaban en orden. En todas las
caras estaba escrito: Los salarios se van a pagar nuevamente.28 ​

Un artículo del publicista liberal Theodor Wolf, que apareció el mismo 10 de noviembre en el Berliner
Tageblatt, daba por el contrario ilusiones optimistas sobre el éxito de la revolución, como lo hubiera
querido la dirección del SPD:

La más grande de todas las revoluciones ha derrocado al régimen imperial, con todo lo que
incluía, como un viento tormentoso repentino.

Se la puede llamar la más grande de todas las revoluciones, porque nunca una (…)
Bastilla construida tan fuerte ha sido tomada así en un intento.
Hace solo una semana había un aparato militar y civil que (…) estaba tan arraigado,
que parecía haber asegurado su duración hasta el fin de los tiempos. (…)
Ayer temprano, por lo menos en Berlín, todo ello estaba en su sitio.

Por la tarde no existía nada más.29 ​

La extrema derecha, por el contrario, interpretó los acontecimientos de manera totalmente opuesta. Por
ignorancia o en un completamente equivocado juicio de la actuación de Ludendorff, el periodista Paul
Baecker escribió en el periódico conservador Deutsche Tageszeitung el 10 de noviembre un artículo que ya
contenía elementos esenciales de la leyenda de la puñalada:

¡La obra que nuestros padres obtuvieron al precio de su sangre, borrada a traición desde las
filas de su propio pueblo! ¡Alemania, que aún ayer estaba invicta, abandonada a sus enemigos
por hombres que llevan nombre alemán, por alta traición desde las propias filas que han caído
en culpa y deshonra! Los socialistas alemanes sabían que la paz se estaba consiguiendo y que
solo hacía falta mostrar al enemigo un frente cerrado y fijo por unas semanas, tal vez solo
días, para arrancarles condiciones tolerables. En vez de esto han izado la bandera blanca. Esta
es una culpa que nunca se puede perdonar y nunca se olvidará. Es una traición no solo a la
monarquía y a las fuerzas armadas, sino al mismo pueblo alemán, que tendrá que cargar con
sus consecuencias de la derrota y de la miseria por siglos.30 ​

En un artículo por el décimo aniversario de la Revolución, el publicista de izquierda Kurt Tucholsky


observó que ni Wolf ni Baecker tuvieron razón. Pero también acusó a Ebert y a Noske de traición, ya no a
la monarquía, sino a la Revolución. Aun cuando él quiso ver en ella solo un «derrocamiento» (Umsturz),
Tucholsky analizó el curso real de los acontecimientos más claramente que la mayoría de sus
contemporáneos. En 1928 escribió en Novemberumsturz:

La revolución alemana del año 1918 tuvo lugar en salones.


Aquello que ocurrió entonces no fue ninguna revolución: no hubo una preparación
intelectual, no hubo líderes en la oscuridad dispuestos para el ataque; no existieron
objetivos revolucionarios. La madre de esta revolución fue el ansia de los soldados
de ir a casa para Navidad. Y cansancio, hastío y cansancio.
Las posibilidades que aun así se dieron en las calles fueron traicionadas por Ebert y
los suyos. Fritz Ebert, a quien no por llamarlo Friedrich se le eleva a una
personalidad, estuvo en contra del establecimiento de una república no dándose
cuenta de que allí estaba disponible un cargo de Presidente; el compañero
Scheidemann y tutti quanti fueron consejos de gobierno paralizados.
En cuanto apuntamos a esta traición a la propia clase, se nos asegura
ininterrumpidamente que Ebert no se ha llevado la cubertería de plata. Siendo tan
incapaz, uno al menos debe ser honesto, ¡hasta ahí podríamos llegar!
Tampoco es correcto que entonces no hubiera nada que hacer. El SPD no quiso,
porque ya no tenía ganas, ni fuerza de carácter, ni tradición. A quien tuvo que
conceder créditos de guerra a lo largo de cuatro años, desde luego que ya no le podía
quedar nada de eso.
Se suprimieron entonces las siguientes posibilidades:
Desmantelamiento de los Estados federados (Bundesstaaten);
reparto de las grandes propiedades de la tierra;
socialización revolucionaria de la industria;
reforma del personal de la administración y de la justicia.
Una constitución republicana que en cada frase anula la siguiente, una revolución
que habla de los derechos creados de los funcionarios del antiguo régimen, se
merecen que se rían de ellas.
La revolución alemana aún está pendiente.
Preparémosla contra todos aquellos partidos que tienen un interés económico o
ideológico en impedirla (los más peligrosos entre éstos son aquellos que fingen) y
que bajo viejas banderas venden mercancías nuevas pero podridas: anticuadas,
cobardes, falaces y moralmente corruptas.
Las leyes no caen del cielo. Solamente cuando los alemanes adquieran ideas
revolucionarias sobre la ley, sobre la determinación y sobre su propia importancia,
viviremos un 9 de noviembre que no deje ningún Noske, ningún Ludendorff y
ningún Otto Wels. ¡Abajo con los cadáveres vivientes!

¡Viva la revolución!31 ​

Véase también
Historia de Alemania
Primera Guerra Mundial
Para el trato de los "criminales de noviembre" (Novemberverbrecher), véase también el
artículo sobre el insulto antisemita Judensau.

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27. Kurt Sontheimer: Antidemokratisches 31. Publicado por primera vez bajo el
Denken seudónimo Ignaz Wrobel en Die Schwarze
28. Citado en Haffner, Verrat, pág. 85. Fahne, Nr 44/1928; citado en: Kurt
29. Citado en Haffner, Verrat, pág. 95. Tucholsky, Gesammelte Werke, editado por
Mary Gerold-Tucholsky y Fritz J. Raddatz,
30. Citado en Haffner, Verrat, pág. 96. Editorial Rowohlt, Reinbeck 1975, tomo 6,
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Regional
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Eberhard Kolb y Klaus Schönhoven, Regionale und Lokale Räteorganisationen in
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(Zeitschrift für Württembergische Landesgeschichte, Jg. 33, 1974), Stuttgart, 1976.

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Revolución de
Noviembre.
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Soldatenrat Ludwigsburg.

La revolución alemana - primera fase (http://www.geocities.ws/cica_web/consejistas/pannek


oek/revolucion_alemana.htm), de Anton Pannekoek (1918)
La revolución alemana (http://www.geocities.ws/cica_web/consejistas/varios/canne_revoluc
ionalemana.zip), de Henk Canne-Meijer (1938)
The Origins of the Movement for Workers' Councils in Germany (https://www.marxists.org/su
bject/left-wing/gik/1938/workers-councils.htm), de Henk Canne-Meijer (1938)

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