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Ami EI nino de las estrellas Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, eserbanos indicéndonos qué temas son de su interés (Astrologia, Autoayuda, Natu- rismo, Nuevas terapias, Espiritualidad, Tradicién, Qigong, PNL, Psicologia prictica, Tarot.) y gustosamente lo compla- Puede contactar con nosotros en comunicacion@editorialsrio.com Disefio de portada: Editorial Siro, S.A, sobre una ilustracém de Eliana Judith Temperin Hustraciones de las paginas 19, 27, 47, $3, 78, 96, 105, 107, 117, 125 y 141 de Eliana Judith “Temperii Iustraciones de las piginas 62, 84, 87, 120, 144, 154, 170, 172, 184 y 186 de Marcela Garcia © delacedicién original Enrique Barrios wwwebartios.com © delapresente edicién Cy Panaderas, 14 Nirvana Libros S.A. deC.V. Ci Paracas $9 20005-Milaga Camino a Minas, SL 1275- Capital Federal Espana Bodega n’ 8 , Col. Arvide Buenos Aires Del. Alvaro Obregén (Angentina) México DF, 01280 www.editoralsirio.com E-Mail: siio@editorialsirio.com ISBN. 978-84-7808-579-8 Depésito Legal: Impreso en Printed in Spain Cualquier forma de reproduceién, distribueién, comunicacién piblica o transformaciOn de esta ‘obra sélo puede ser realizada con la autorizacién de sus itulares, salvo excepeidn prevista por la ley, Dirijase a CEDRO (Centro Espariol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiaro escanear algiin fragmento de esia obra Enrique Barrios Ami El nifo de las estrellas editorial ro, S.a. Es diffci A esta edad nadie entiende mucho de literatura... ni le interesa especialmen- |, a los trece afios, escribir un libro. te; pero tengo que hacerlo porque Ami dijo que si querfa volve a verlo deberia relatar en un libro todo lo que vivi a su lado. Me advirtié que muy pocas personas iban a entenderme, porque para la gran mayorfa es mas facil creer en las cosas horri- bles que en las maravillosas. Para evitarme problemas me recomend6 decir que todo es esto es un una fantasfa, imaginacién y nada més. Le haré cas cuento, Advertencia (Dirigida s6lo a quienes creen que el Universo y la vida son algo horrendo, y que el Autor de todo seguro que no existe, 0 que es un malvado...) No sigas leyendo, no te va a gustar: lo que viene es mara villoso, Dedicado a los «nifios» de cualquier edad ¥ de cualquier pueblo de esta redonda y hermosa Patria, esos fuuturos constructores y herederos de una nueva Tierra sin divisiones entre hermanos Enrique Barrios Algunas profecias, segiin visién del autor Cuando los pueblos sean uno ‘y todas las naciones se unan para servir al Amor.. (Salmo 102: 22) convertirdn sus tanques en tractores sus cuarteles en hospitales; ningtin ser humano daiiaré a otro y olvidardn para siempre la guerra... (Isafas 2: 4) xy mis escogidos heredarén la nueva tierra y mis servidores habi- tardn allt (Isafas 65: 9). " = 3 oO 9 5| (0 = _ . o 0 Capitulo 1 Primer encuentro | odo comenzé un atardecer de verano, en un tranquilo y pequ abuela casi todos los afios. Siempre nos quedamos en una fio pueblo de playa donde vamos de vacaciones con mi pequefia cabafia de madera con varios pinos y arbustos en el patio, y por delante un jardin leno de flores. Se encuentra en las afueras, cerca del mar, en un sendero que Hleva hacia la playa. A mi abuela le gusta salir de vacaciones los ultimos dias del verano porque es més tranquilo y mas barato. ‘omenzé a oscurecer. Yo estaba sobre unas rocas altas jun- to a la playa solitaria contemplando el mar. De pronto vi en el ciclo una fuerte luz roja sobre mi, que venfa descendiendo, cam- biando de colores y arrojando chispas. Al principio pensé que seria una bengala o un cohete de fuegos artificiales, pero cuan- do estuvo més bajo comprendf que no era asf porque llegé a tener el tamafio de una avioneta, o de algo mayor ain.. 18 + AMIE. nito des estolas Cayé suavemente al mar a unos cincuenta metros de la ori- Ila, frente a mi, y sin emitir ningdn sonido... A pesar de lo curio- so del hecho, cref haber sido testigo de una especie de desastre aéreo, Busqué con la mirada algtin paracaidista en el cielo; no lo habia, nada perturbaba el silencio y la tranquilidad de la playa. Esperé un poco para ver si divisaba alguna otra cosa, pero no vi nada més; entonces pensé que aquello habia sido algo asf como un acrolito, aunque igual no me sent muy tranquilo; una sensa- cién rara flotaba en el ambiente. Cuando ya me iba aparecié algo blanco y movedizo en el punto en donde habfa caido el objeto: alguien yenfa nadando hacia las rocas, lo cual me indicé que aquello sf que habia sido un desastre aéreo, definitivamente. Me puse muy nervioso, se acercaba un sobreviviente de la catdstrofe y yo no sabfa qué hacer; busqué a otros con la mirada, pero no habja nadie més. No supe si quedarme alli o tratar de bajar hasta las rocas, junto al agua, para ayudarle; pero la altura era mucha, yo iba a tardar bastante en llegar abajo, y esa perso- na parecfa gozar de buena salud, a juzgar por su manera enérgi- cay veloz de nadar. Al acercarse mas me di cuenta de que se trataba de un chi- co, a pesar de que su pelo era de color blanco. Llegé a las rocas, salié del agua y antes de comenzar a subir me lanzé una mirada amistosa y una sonrisa. Pensé que estaba feliz de haberse salva- do; la situacién no parecia dramitica para él, y eso me calmé un poco. Comenzé a escalar Agilmente. Cuando estuvo en lo alto, frente a mf, se sacudié el agua del abundante cabello y me hizo un alegre guifio de complicidad; entonces me tranquilicé definiti- yamente. Vino a sentarse en un saliente de piedra cercano, suspird 16 Enrique Barrios con resignacién y se puso a mirar las estrellas que comenzaban a brillar en el cielo, como si nada hubiese sucedido. Parecia més o menos de mi edad, un poco menor y algo mis bajito. Pensé que venia disfrazado porque, aparte del color de su pelo, vestfa un traje como de buzo, blanco, ajustado a su cuerpo, hecho de algin material impermeable, deduje, ya que no estaba mojado, y terminaba en un par de botas también blan- cas y de gruesas suelas. Pude haber comprendido que es impo- sible nadar tan 4gilmente con unas botas asf, pero no lo hice. En el pecho llevaba un emblema color oro, un corazén ala- do, Entonces pensé que su atuendo no era un disfraz, sino el uniforme de alguna organizacién o club deportivo juvenil rela- cionado con aviones. Su cinturén, también dorado, tenfa a cada flanco varios ins- trumentos que parecfan radios 0 teléfonos méviles, y en el cen- tro una hebilla grande, brillante y muy vistosa, Me dieron ganas de tener un cinturén igual de llamativo, aunque no supe si me hubiera atrevido a usarlo en la calle, ya que eso era més para una fiesta de disfraces o un carnaval, o un club como el suyo. Me senté a su lado. Pasamos unos momentos en silencio. Como no hablaba, le pregunté qué le habfa sucedido. —Aterrizaje forzoso —contesté sonriendo. Era simpatico, tenfa un acento bastante extrafio, sus ojos eran grandes y amistosos. Como él era un chico, pensé que el piloto tendria que ser una persona mayor. —2Y al piloto? le pregunté, mirando hacia el mar. —Aqui esta, sentado junto a ti. —IGuau! -exclamé, porque aquello me maravilld. iEse chico cra un campeén! 1A mi edad ya podia pilotar avione Aunque luego pensé que no era muy diestro atin, por lo del acci dente... Como a él parecfa no importarle mucho, imaginé que sus padres serfan muy ricos. 7 + AMIE. nito des estolas —iNo venfa nadie més contigo? —No. —Menos mal... El sonrié y no dijo nada. Fue legando la noche y tuve fifo. El se dio cuenta, porque me pregunté: —iTienes frio? —Si, un poco. —La temperatura esté agradable —me dijo sonriendo; entonces sent{ que realmente no hacfa ningtin frfo, y ni cuenta me di de ese stibito cambio en mi. Después de unos minutos le pregunté qué iba a hacer. —Cumplir con la misién —respondié, sin dejar de mirar hacia el cielo. Pensé que estaba frente a un chico importante, no como yo, un simple estudiante en vacaciones. Fl tenfa un avién, un uniforme y una misién, tal vez algo secreto... Pero por otro lado no era m4s que un muchacho... No me atrevi a preguntarle a qué club pertenecia ni de qué se trataba su misién; me infundia algo asf como respeto 0 temor, a pesar de lo pequeiio; era diferente, demasiado silencioso. Tal vez. quedé un poco atontado por efec to del accidente: —2Qué pasaré ahora que se perdié el avién? —2Qué?... iPero si no se ha perdido nada! —respondié ale- gre, y me dejé més confundido atin. —iNo se perdié? {No se rompié entero? No. —LEs posible sacarlo del agua? —pregunté. —Oh, sf, por supuesto que se puede sacar del agua. -Me Cémo te llamas? observé con simpatia y agregd:— —Pedro ~dije, pero algo comenzaba a no gustarme: apar- te de estar como en la huna, ese chico no respondia claramente 18 + AMIE. nito des estolas a mis preguntas y me cambiaba el tema. Me parecié que se hacfa el misterioso, el «mayor que yo», y eso no me estaba haciendo ninguna gracia. El se dio cuenta de mi molestia y le parecié divertido el asunto. —Calma, Pedro, calma. {Cuantos afios tienes? —Trece... casi. 2Y ta? Ri6 muy suavemente; su risa me recordé a la de un bebé cuando le hacen cosquillas, pero sentf que intentaba ponerse sobre mi debido a que pilotaba un avidn y yo no, y eso no me gustaba; sin embargo, era simpatico, agradable, no podia moles- tarme seriamente con él —Tengo mis afios de los que ti imaginarfas —afirmé entre sonrisas. Extrajo del cinturén uno de los aparatos; era una cal- culadora, la encendié y aparecieron unos signos luminosos, des- conocidos para mi. Sacé unas cuentas y al ver el resultado se puso a reir y dijo: No, no, si te lo digo no me lo creerias. Llegé la noche y aparecié una bonita luna Hena que ilumi- naba el mar y toda la playa. El permanecfa mirando el panorama, el cielo, las estrellas y la luna, siempre en silencio, como si yo no existiese. Entonces comencé a sospechar que ese chico no era de aqui, que venia de lejos, de quién sabe dénde; pero cada vex. me iban gustando menos ilencios, sus misterios. Miré su rostro; no podia tener mas de once afios, pero insi- nuaba ser mucho mayor, y era piloto de avién... {No serfa un cnano? —Hay gente que cree en los extraterrestres... —expresé de manera casi distrafda. Pensé un buen rato antes de abrir la boca. El me observa- ba con los ojos Ilenos de curiosidad y de luz, parecia que las estrellas de la noche se reflejaban en sus pupilas, se vefa dema~ siado radiante para ser normal. Recordé su avién en llamas cayendo al mar, aunque segtin él, no estaba roto... Eso era algo 20 Enrique Barrios muy curioso, igual que su manera de aparecer ante mi, y su cal- culadora con signos raros, su acento extrafio, su pelo, su traje, Ademés, seamos sinceros: ilos-nifi NO-pilotan-aviones!. 4E-eres... extra... terrestre? =le pregunté mientras sentfa que el vello de mi nuca amenazaba con erizarse. Y silo fuera, éte darfa miedo? Fue entonces cuando supe que sf venia de otro mundo, Me asusté, pero su mirada infundfa énimo. —E-eres... malo? —pregunté timidamente; él rid. —Tal vez. tii seas més diablillo que yo. Me sorprendf mucho con su insinuacién, Yo era un chico que no daba problemas a nadie, que sacaba buenas notas, que Hegaba a ser més bien aburrido. —#Por qué dices eso? —Porque eres terricola. Comprend/ entonces que quiso decir que los terricolas no somos muy buenos, y eso me molesté un poco, pero preferi ignorarlo por el momento. Decidf ser muy cauteloso con aquel alien que pretendia rebajar mi autoestima planetari Pero Zera real que yo estaba hablando con un ser de otro mundo? Por momentos no lo pod{a creer. —2De verdad eres un alienfgena? —Calma, calma, ique no cunda el pénico! —me conforté riendo, bromeandb, y sefialé hacia las estrellas mientras me decfa—: Este Universo est lleno de vida, millones de mundos estén habitados, hay mucha gente buena por allé arriba Sus palabras produjeron un extrafio efecto en mf. Cuando dijo aquello, casi pude «ver» esos millones de mundos habitados por gente buena, y se me quitaron el temor y la desconfianza. Decidf aceptar sin més trimite que él era un ser de otro planeta, sobre todo porque parecfa amistoso ¢ inofensivo. Pero todavia me seguia molestando algo: ihabia ofendido a mi especie! a + AMIE. nito des estolas —2Por qué dices que los terricolas somos malos? —pre- gunté, mientras él segufa mirando el cielo. —Qué barbaro se ve el firmamento desde la Tierra... Esta atmésfera le otorga un brillo, un color... Volvi a sentirme mal, peor ahora porque no me estaba res- pondiendo, otra vez. Ademés, no me gusta que crean que soy malo porque no es asf; al contrario, yo querfa ser cazador, pero no de animales, pobrecitos, sino de malvados, cazadores de ani- males incluidos, para meterlos a todos en un gran agujero, echarles tierra encima y que as{ no haya més maldad en el mundo. —Allé, en las Pléyades, hay una civilizacién tan avanvada No, no me creerias. que. —No todos somos malos aqui. —Mira esa estrella, asf era hace un millén de afios, pero ya no existe. Una civilizacién de esa regién colonizé el Cordén de Zeta Reticulis y ahora vive en, —Repito que no todos somos malos aqui. ¢Por qué dijiste que somos unos canallas, ch? —le interrump(. —Yo no he dicho es Jo; le brillaba la mirada—. Es un milagro. —respondié sin dejar de mirar el ci —iSt que lo dijiste! carlo de s Como levanté la voz, logré s S ensueiios; para mi, se comportaba igual que una vecina mfa cuando contempla a su idolo de la pantalla; esté loquita por él. Me miré con aten- cién, no parecfa molesto conmigo. —Quise decir que, comparado con otros mundos, en este no hay demasiada bondad ni solidaridad. —2Ves? Estés diciendo que somos una porquerfa. ‘Tampoco quise decir eso, Pedrito. —Volvié a refr y me quiso dar unas palmaditas en la cabeza. Aquello me gusté menos atin. Retiré la cabeza; me molesta que me traten como a un nifio, sobre todo otro chico, o como a un tonto, porque soy uno de los 22 Enrique Barrios mis inteligentes y aplicados de mi colegio, incluso gané un tor- neo estudiantil de ajedrez y salié mi nombre en el periddico, en la seccién «El Deporte en los Colegios», en Ja subseccién «Ajedrez», en la sub-subseccién «Juvenil». Ademés, iba a cum- plir itrece afios!... —Si este planeta es 71 malo, équé haces aqui entonces, £1? —ATe has fijado cémo se refleja la luna en el mar? Continuaba ignoréndome y cambiando de tema. —Viniste a decirme que me fije en el reflejo de la luna?. —Tal ver... ‘Te diste cuenta de que estamos flotando en el Universo? Cuando dijo eso, con mi disgusto nubléndome la cabeza, cref comprender la verdad, olvidé de un plumavo todas las evi- dencias que tenia y de pronto me parecié que ese mocoso esta- ba loco. iClaro! Se crefa extraterrestre, por eso decfa cosas tan absurdas. Era un muchacho rico y chiflado, que querfa engafiar a otros con sus historias fantasticas, con ese traje que se habria mandado hacer gracias a sus millones. A lo mejor ni siquiera tenfa ningtin avidn el farsante ese, tal vez siempre estuvo en el agua y desde allf lanzé una bengala que me hizo confundir, 0 qué sé yo qué otro truco. Quise irme a casa, me sent{ mal por haber his estado tomandome el pelo para refrse... «Extraterrestre»... iy yo crefdo su ‘orias fantasticas por unos minutos. O tal vez habia me lo crefl Me dio vergiienza y rabia, conmigo mismo y con él. Me dieron ganas de darle un buen golpe en la nariz, —Je parece muy fea mi nariz? Quedé paralizado, senti temor. {Me habia leido el pensa- miento? Lo miré y me parecié que sonrefa victorioso y burlesco, y eso no me gusté, preferi creer que aquello fue una casualidad, una coincidencia entre lo que yo pensé y lo que él dijo. O tal vez fuera verdad, pero tenia que comprobarlo; quiz si que estaba 23 + AMIE. nito des estolas ante un ser de otro mundo después de todo, un alienfgena que podia leer el pensamiento... 20 tal vez estaba ante un loco? Una idea genial me vino a la cabez —iAdivina qué estoy pensando! —dije, y me puse a imagi- nar un pastel de cumpleafios —éPor qué crees que puedo adivinar tus pensamientos? —pregunté él. —No, por nada. Le hizo gracia mi torpe disimulo. —2No te basta con las prucbas que ya tienes? Yo no estaba dispuesto a ceder un milimetro. Si no men- cionaba el pastel de cumple, inada! —2Pruebas? {Qué pruebas? éPruebas de qué? Estiré las piernas y apoyé los codos sobre la roca. —Mira, Pedrito, hay otro tipo de realidades, otros seres, mundos més sutiles, con puertas sutiles para inteligencias sutiles. —2Y qué rayos significa sutiles? —pregunté, haciéndome el tonto. —

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