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EDUCACIÓN CÍVICA

¿Qué es Cívica?
El concepto de cívica es un término derivado del
de ciudadano, entendido como aquel miembro de
la sociedad que ha llegado al grado de madurez
social suficiente como para actuar de acuerdo con
las normas vigentes. De este modo, se convierte en
un adjetivo que caracteriza a las personas que
cumplen con una serie de pautas, orientadas hacia
una buena convivencia social en el seno de una
comunidad.

Los diccionarios lo reconocen como adjetivo y no


como un sustantivo, aunque puede oírse de ese
modo, como concepto abstracto que alude a la conciencia humana vinculada con el
comportamiento respetuoso con vecinos, o con las instituciones e intereses de la
patria.

La expresión «cumplir con el deber cívico», que se utiliza coloquialmente en la


Argentina para hacer referencia al acto de votar, expresa la importancia que se le
asigna al sufragio en las democracias.

Del mismo modo, el valor cívico es el coraje para cumplir con esos deberes sin temor
a represalias políticas, así como la corona cívica es la que se le asignaba en la Antigua
Roma a los héroes de guerra, o la libreta cívica es un documento que acreditaba la
condición de ciudadanos en algunos países de Latinoamérica en el siglo pasado.

La familia, la tradición y la cultura resultan puentes fundamentales para la adquisición


de esa cultura cívica, pero al mismo tiempo se necesita una formalización de esta
inserción en el ámbito de la vida en sociedad.

¿Por qué es importante la educación cívica?


Se hace necesaria la existencia de una educación
cívica en los ámbitos de estudio, que transmita,
cuanto menos, los valores que los niños deben
adquirir para ser buenos ciudadanos. Esta asignatura
es una materia obligatoria en casi todos los países en
el caso de la educación secundaria, y muchas veces también en el caso de la educación
primaria.

Es mucho lo que se ha teorizado y fundamentado sobre la educación cívica, con una


gran fuerza de aquello que se orienta a favorecer el reconocimiento y el respeto de los
derechos humanos, como un camino para establecer los valores y las conductas
éticamente correctas.

En ese sentido, desde los primeros años de escolarización, se insiste en la


comprensión de la dignidad de las personas, de la igualdad en la diversidad, de las
libertades y las responsabilidades, y de las características de las normas.

Una vez afianzados estos conocimientos, llegará el turno de pensar la cuestión del
poder, de los derechos, de la organización de los Estados, de la democracia y de la
ciudadanía.

Recién adquiridos todos esos conocimientos (más adecuadamente llamadas


“competencias”), podrá comenzar la etapa más rica en la construcción de una cultura
cívica, que es aquella que permite discutirla y repensarla: considerar la vigencia de los
derechos humanos, el rol de los Estados en ese sentido, los comportamientos de cada
individuo y de los grupos, y las corrientes de pensamiento que se organizan en torno a
ello.

La educación cívica generó por mucho tiempo debates, ya que algunos pensadores
creen que sólo busca reproducir algunas estructuras sociales que profundizan la
desigualdad, sin que nada cambie de raíz. En algunos países de Europa, donde la
juventud está cuestionando la clase política y lo manifiesta a través de protestas, exige
también un análisis de la educación cívica y una eventual reformulación, de acuerdo
con las necesidades de los jóvenes.

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