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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL CHOCÓ

“Diego Luis Córdoba”

EL PRINCIPIO DE “NO INTERVENCIÓN” Y SU APLICACIÓN COMO APORTE


DE AMÉRICA AL DERECHO INTERNACIONAL

YULEIDY VANESSA ROSERO CÓRDOBA

JAHILY ANDREA RODRÍGUEZ GÁLVIS

DAGOBERTO VELÁSQUEZ ASPRILLA

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL CHOCÓ, “DIEGO LUIS CÓRDOBA”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO

YULISA MENA

SÁBADO, 7 DE MAYO DE 2022

DIURNO, MAÑANA - C / VII


UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL CHOCÓ
“Diego Luis Córdoba”
El objetivo del presente ensayo es comunicar, aportar y proporcionar de
manera expositiva una serie de datos relevantes sobre el principio de “no
intervención”, recogidos y analizados progresivamente de acuerdo a determinados
criterios relacionados con su origen, historia, importancia y su aplicación como aporte
de América al derecho internacional.

Dentro de este orden de ideas, el principio de “no intervención” ha sido avalado


como una norma fundamental del derecho internacional en vigor, ha adquirido una
relevante importancia a través de los años y de la fuerte y larga lucha que se inició por su
incorporación al Código Internacional. Al mismo tiempo, instituye, un deber, tanto o más
importante que él; el deber de "no intervención" en los asuntos internos o externos de los
países. Si bien es cierto, antes del siglo XIX existía el derecho de intervención de acuerdo
con la ley del más fuerte. No obstante, es incontrovertible que ese falso derecho ha
desaparecido por completo.

Si bien es cierto, los tratadistas europeos en general aceptan las teorías


intervencionistas, que no es más que una tendencia política que defiende la intervención de
un país en los conflictos o problemas que afectan a países terceros, pero es evidente que
hay un buen número que aboga por la independencia absoluta de los Estados.

Importa, y por muchas razones cabe indicar que, en el derecho internacional, la


incorporación del principio de independencia o autonomía de los Estados y el derivado
deber de "no intervención" en los asuntos internos o externos de los países, se debe
exclusivamente al esfuerzo de los jurisconsultos hispanoamericanos. Sucede pues, que el
deber de "no intervención", es un principio nuevo en el derecho internacional y su origen,
netamente hispanoamericano, a quien se debe exclusivamente el triunfo de esos ideales de
independencia absoluta de los pueblos.

A título ilustrativo, en este proceso intercedieron tres jurisconsultos


hispanoamericanos que se destacaron extraordinariamente, y que están involucrados a tres
doctrinas que tocaron e hirieron las principales causales de la intervención. Alrededor de
estas tres doctrinas básicas, primero trazadas, en simples declaraciones y luego en el
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transcurso del tiempo concretadas en fórmulas francas, se desenvuelve el proceso
internacional de la América Hispana, en un período superior a setenta años; proceso en el
que los más ilustres jurisconsultos pugnaron por imponer los principios básicos del derecho
internacional americano; el de igualdad jurídica de los Estados y el de independencia o
autonomía de los pueblos. Debe señalarse, que gran parte de los Estados sudamericanos ya
habían incorporado, o estaban en vía de hacerlo, estos principios a su propio "Derecho
Internacional".

Podríamos resumir a continuación, que Estados Unidos estaba aún muy distante de
aflojar sus puntos de vista intervencionistas y caminaba ceñido a la vieja escuela de derecho
internacional europeo, condicionada a la desigualdad jurídica de los Estados y a la
restringida independencia de los pequeños países.

Desde una perspectiva más general, en Washington, en 1916, se constituyó el


Instituto Americano de Derecho Internacional, y se aprobó la declaración de los Derechos y
Deberes de las Naciones, donde indirectamente se ratifican con alguna fuerza los principios
hispanoamericanos de igualdad jurídica de los Estados y de independencia de los pueblos:
“Toda, nación tiene derecho a la independencia en el sentido de que puede procurar su
felicidad y libre desarrollo, sin intromisión o control de otros Estados, con tal que no
perturbe o viole derechos de afros Estados...”.

Cabe resaltar, que: «La codificación del derecho internacional americano buscaba
que las Repúblicas del Sur introdujeran en esa codificación escrita los principios
fundamentales ejes de su "derecho internacional americano": La Igualdad jurídica de los
Estados y la independencia o autonomía de los pueblos». Dentro de los derechos
fundamentales de las Repúblicas americanas se fijó que: “Ninguna nación tiene derecho a
intervenir e-n los asuntos internos o externos de una República americana contra su
voluntad. La única intervención legal es la acción amistosa y conciliadora sin ningún
carácter de coacción...”.

Teniendo presente la Convención sobre derechos y deberes de los Estados, suscrita


en la Séptima Conferencia Internacional Americana, el 26 de diciembre de I933, consagró
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el principio fundamental de la no intervención de que: “Ningún Estado tiene el derecho de
intervenir en los asuntos internos ni externos de otro”. Fue así, como se consolidó
definitivamente su gran victoria. Adicionalmente, se observa que dentro de las
declaraciones ratificadas sobre «no intervención», también se acordó la siguiente: “El
respeto a la personalidad, soberanía e independencia de cada Estado, constituye la base
del orden internacional, así como en la vida individual, el respeto mutuo constituye la
esencia de la democracia”.

Por último, es conveniente acotar que la Carta de las Naciones Unidas aprobada en
San Francisco de California en junio de 1945, estableció dentro de las declaraciones
expresas que inciden claramente en el deber de no intervención que: “Ninguna de las
disposiciones de la Carta autorizará a la ONU a intervenir en los asuntos que son
esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados...”.

PRINCIPIO DE “NO INTERVENCIÓN”

Antes de referirme a la " no intervención”, me parece lógico decir lo que se


entiende por "intervención". En general, los tratadistas coinciden en su definición: "la
injerencia de un Estado en los negocios internos o externos de otro", por consecuente, el
principio de no intervención o también conocido como el principio de no injerencia, tiene
un gran sustento normativo en el desarrollo económico, político o culturales de los Estados,
por cuanto este tiene la fuerza necesaria para obligar a la comunidad internacional. Ahora
bien, la injerencia vincula a todos los Estados que hayan o no ratificado este instrumento,
puesto que, este es un principio general de la esencia misma del derecho internacional, el
cual, tiene vigencia erga omnes, es decir, tiene fuerza vinculante para todos los Estados.

El principio de no intervención, como norma jurídica vinculante tuvo origen en


Latinoamérica en 1993 en la VIII Conferencia Internacional de América, en la cual, se
adoptó la Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados en su artículo VIII quedó
establecido de la siguiente manera:

“Ningún estado tiene derecho a intervenir en los asuntos internos o externos de


otro Estado”.
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Posterior a este evento y de haber sido reiterado por diversas resoluciones y
declaraciones de conferencias interamericanas, el principio de no intervención quedó
consagrado en el artículo 19 de la Carta de OEA (Carta de la organización de los Estados
Americanos) con la siguiente disposición:

“Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir, directa o


indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de
cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino
también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad
del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen”.

Todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico,


social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de ningún otro Estado, en su
forma más amplia y absoluta, este fue consagrado en la séptima conferencia interamericana
de Montevideo de 1933, por el cual es inadmisible la intervención directa o indirecta de un
Estado en asuntos internos o externos de otros Estados cualquiera que sea el motivo, y es
recogido en la Carta de Organización de los Estados Americanos (OEA), como
culminación de la lucha de los Estados americanos para evitar intervenciones extranjeras en
su territorio, todo esto, se hace con el objetivo de lograr la preservación de los derechos
humanos fundamentales.

La jurisdicción interna de los Estados en su desarrollo económico, político o


cultural es reservada, su competencia no se encuentra vinculada por el derecho
internacional, es por ello que cada Estado ejerce su soberanía sobre las decisiones que
pacten.

Mediante LA SENTENCIA C-187/96, el artículo 9, que se introduce a la Carta


de la OEA, no vulnera la Constitución Colombiana, pues la facultad de suspensión que
se otorga a la Asamblea General y que conduce a la no participación del Estado
respectivo en las sesiones de la Asamblea, de los Consejos y de los demás cuerpos del
Organismo Internacional, no es en manera alguna incompatible con el respeto a la
soberanía y a la autodeterminación de los pueblos que predica el artículo 9 Superior.
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En el preámbulo de nuestra Constitución Política, así como en el artículo primero,
nos menciona que Colombia es un Estado social de derecho, democrático, participativo y
pluralista. Y, en el artículo 3, está bien establecido que la soberanía recae únicamente en
aquellos para quienes se ejerce el poder público, y que pueden ejercerlo directamente o por
medio de sus representantes. Esta soberanía popular permite a las sociedades la
autodeterminación, es decir, organizarse políticamente; estos principios constituyen la base
del ordenamiento jurídico establecido por la Asamblea Constituyente.

En resumidas cuentas, “el principio de no intervención se vulnera cuando la


intervención incide en un asunto interno o doméstico y estos no lo son cuando el asunto se
encuentra regido por una norma de derecho internacional. Como lo expresó la Corte
Internacional de Justicia en el tantas veces citado caso de Nicaragua, «cuando los derechos
humanos están protegidos por convenciones internacionales, dicha protección adquiere la
forma de tales arreglos para asegurar el respeto de los derechos humanos». Es, pues, a
través de las instituciones convenidas, los acuerdos multilaterales y los tratados vigentes –y
no de acciones unilaterales no autorizadas por el derecho internacional- como pueden y
deben defenderse los derechos humanos, sin vulnerar el principio fundamental de las
relaciones internacionales contemporáneas de la no intervención”.

Evidentemente, el principio de no intervención, se constituyó como una de las


reglas básicas de las relaciones internacionales y así lo consagra en forma clara y categórica
la Carta de la Organización de Estados Americanos. En este contexto, el principio de no
intervención debe ser entendido como resultado de un proceso jurídico nacido doctrinaria y
convencionalmente, pero perfeccionado y difundido a través de la diplomacia americanista.
En otras palabras, esta figura del derecho internacional, para el contexto americano, tuvo
lugar gracias a los avances doctrinales y a los jurisconsultos que impactaron con sus
discursos en América y quienes generaron una bandera de autonomía a través de su
propagación en este continente.

Desde una postura más general, la figura de la no intervención, se constituyó en


uno de los principios rectores de las relaciones internacionales y así se consagró en la Carta
al prohibir a la ONU intervenir en los asuntos que pertenecen a la jurisdicción interna de los
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Estados y el libre desarrollo que tiene cada Estado para tomar decisiones. Dentro de este
marco, el principio de no intervención no surgió ni se agotó en el contexto americano, pero
sí se dinamizó debido a una pretensión de autonomía y respeto que surgió en la región
como respuesta a la actitud de las potencias europeas y de los Estados Unidos de controlar
el destino de las nuevas naciones americanas. «El derecho internacional, que comprendía
tratados y programas de cooperación internacional, así como la doctrina jurídica de la
región, sirvió para enmarcar un campo jurídico donde reposarían el respeto y autonomía
como principios. Los tratados sobre no intervención en asuntos internos en América
recogerían las batallas diplomáticas con que tuvieron que lidiar durante varios años los
Estados, dando paso así a un respeto real y convencional, y no meramente diplomático. Por
esto, el principio de no intervención no solo debe ser entendido como un logro de la
diplomacia americana de mediados del siglo XIX y principios del XX, sino también como
consecuencia del desarrollo jurídico internacional de la región, propiciado por la “doctrina
americana internacionalista” y por acuerdos bilaterales en diferentes campos».

REFERENCIAS
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“Diego Luis Córdoba”
CARREÑO, E. V. (1986). EL PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN. EL
PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN.

Colombia, C. C. (s.f.). Principio de no intervencion . Sentencia C-187/96.


Colombia: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1996/C-187-
96.htm#:~:text=C%2D187%2D96%20Corte%20Constitucional%20de
%20Colombia&text=El%20principio%20de%20no%20intervenci%C3%B3n,%2C
%20sociales%2C%20etc.).

ELIADES, E. (JULIO de 2010). EL PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN


EN EL SISTEMA INTERAMERICANO. Bogota, Colombia.

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