Está en la página 1de 7

Capítulo uno.

Conociendo este lugar que llamaré infierno.


10 de enero, 2020.
Enojo.
Es lo que invade mi mente desde los últimos días.
¿Cómo se supone que me pueda sentir cuando mi madre me mandó al otro
lado de Inglaterra a estudiar? Es muy molesto, especialmente cuando tengo
veinte años y puedo tomar decisiones por mí mismo.
Bufo cuando pasamos frente a la que será la universidad donde estudiaré los
próximos tres años. Pero no es aquí mi parada.
Ni siquiera le hablo a Ryan, mi mejor amigo y guardaespaldas, estoy algo
molesto como para hablar con él. No es que sea su culpa, pero no voy a
pagar mi enojo con él.
Está claro que entiendo el hecho de que al formar parte de la familia real y
ser un príncipe habrá muchas decisiones en las que yo no podré opinar ¿Qué
si es jodido? Lo es, pero no puedo hacer mucho sobre ello. Recuerdo haber
casi rogado a mi madre para que me dejara seguir en el castillo, yendo a una
universidad normal, pero ella solo dijo que no y salió de mi habitación.
Entonces puedo decir que estamos en una pequeña ley del hielo donde yo
medio le quité el habla. Es infantil, si, pero prefiero dejarlo así hasta que se
me vaya la molestia.
Para cuando llegamos al sitio donde se encuentran las residencias
estudiantiles estoy un poco fascinado.
Creo que después de todo si valió la pena pagar lo que pedían para que
pudiera vivir acá.
Todo lo que veo son seis edificios, tienen unos seis pisos y por lo que sé hay
cuatro apartamentos por piso, estos se suelen compartir entre dos o tres
personas, incluso más, pero tiene que haber un acuerdo previo.
Quizás no sea tan mala idea vivir aquí. Seré un poco independiente sin tener
a la reina sobre mí guiando cada paso que debo dar.
Sonrío.
Es mi primera sonrisa real desde que hace una semana me dijeron que
vendría a este lugar.
—Te presento mi nueva independencia, eres bienvenido a hacer desastres
conmigo cuando quieras —Finalmente le hablo a Ryan, sonriendo y luego
guiñándole un ojo.
—Oh, por favor. Tu madre me mataría —murmura, presionando su cabeza
contra el volante una vez que hemos estacionado frente al edificio.
—A veces odio que seas un lame culo de la realeza —Ruedo los ojos, bajando
del auto.
Lo ayudo a sacar mis maletas, que de hecho son cuatro, por lo que nos las
dividimos. Entramos al edificio y me encargo de pedir la llave del
apartamento en lo que supongo es la recepción, ahí se encuentra un chico
que luce un poco mayor que yo, me da la llave y vuelve a lo suyo.
—Este lame culo de la realeza te ha salvado de que te manden al otro lado
del mundo muchas veces, malagradecido.
Él tiene un buen punto, por lo que decido guardar silencio el resto del camino
hasta el apartamento. Al llegar abro la puerta y quedo todavía más
maravillado.
No sé como sentirme respecto a que todo está amueblado, hasta hay una TV.
Tengo entendido que compartiré el lugar con otro príncipe, así que solo voy a
suponer que esto es obra de nuestros padres porque no hay forma de que
esto esté tan bien equipado aunque esta sea una buena universidad.
Le sonrío a Ryan mientras me dedico a revisar cada lugar del apartamento,
entonces me doy cuenta de que ya mi compañero se instaló, por lo que no
reviso su habitación y solo la veo desde la puerta unos segundos. Luego voy a
la mía, con Ryan pasándome los talones.
—¿Cuándo vuelves? —pregunto mientras desempaco mi ropa.
Sé que él tiene que volver al castillo a hacer algo que le encargó mi madre y
luego vuelve, solo que no sé cuándo. Estoy seguro de que no será mucho
tiempo porque ella nunca me dejaría solo y sin seguridad, aunque no la
necesite, dice que soy un huracán que puede arrasar con todo en un
momento.
No sé como tomar eso.
—Creo que en dos meses —Frunce el ceño, viendo la cantidad de cosas que
traje, solo puedo sonreírle con inocencia—. Se supone que era una semana,
pero lo que tengo que hacer va a tomar más tiempo de lo que esperábamos y
tiene que ser así.
>> Te pido que no hagas muchos desastres que yo tenga que arreglar cuando
venga —Me da una mirada de advertencia y sé que lo dice en serio—. No
quieres que nadie más venga y la reina respetó eso, entonces, quédate
quieto y sé un buen chico durante dos meses.
—Lo que podía hacer por mí era aceptar eso. Y no te preocupes, no conozco
a nadie, dudo que pueda hacer algo malo.
—De ti nunca se sabe, no por nada te dicen huracán.
—No es mi culpa que los problemas parezcan perseguirme.
—Si, claro, porque tú eres tan inocente.
Río, asintiendo, porque no es que haga desastres a propósito, o al menos no
la mayoría del tiempo. Pero tengo la capacidad de meterme en problemas
por cualquier cosa.
Es como una maldición.
—¡Lo soy! Los últimos problemas que tuve sabes que no fueron totalmente
mi culpa —Trato de defenderme.
—No, pero sí es cierto que es tu culpa por meterte con personas que están
desesperadas por obtener atención de los medios —Se encoge de hombros.
—Claro, porque antes de follar les pregunto si quieren contar lo que haremos
a la prensa —digo con ironía.
—Solo digo que debes tener cuidado de con quién estás. A veces las personas
que no están metidas en esto de que las cámara los rodeen no entienden las
consecuencias de lo que dicen.
Es cierto, varias veces me ha pasado que luego de estar con alguien van y
venden la historia a la prensa, entonces lo siguiente que veo es una historia
sobre el príncipe siendo un promiscuo que duerme con cualquiera.
¡Discúlpame por disfrutar mi sexualidad cómodamente!
Parece que nunca aprendo la lección, pero lo que sí he aprendido es a ser
más discreto. Dejo de estar con gente que no está en el medio, porque no me
gusta aparecer en alguna revista donde me juzgan por tener sexo con
libertad. Además he tenido muchos problemas con mis padres, los reyes, por
esto.
Pasamos alrededor de media hora acomodando todo lo más rápido que
podemos porque Ryan se va en una hora y él quiere tener este momento de
tranquilidad antes de el ajetreo que le espera en el castillo.
—¿Entonces ya estás un poco feliz con esta decisión que la reina tomó? —
cuestiona mirándome mientras enarca una ceja.
—No, no realmente, y no creo estarlo pronto —Soy sincero—. Me siento
como un niño, Ryan, no me creen capaz de tomar una maldita decisión por
mí mismo porque piensan que lo voy a arruinar todo. ¡Y lo más probable es
que lo haga! Aunque no haya tomado esta decisión puede que lo arruine,
porque según mamá eso es lo mío.
—Sabes que no es así y también sabes que no eres al primero que envía a
este lugar —Es su respuesta.
No lo cuestiono, sé que aun le cuesta hablar con libertad sobre ciertos temas
conmigo por todo este asunto de que técnicamente soy su jefe y sigo siendo
el príncipe.
—Sí, pero a mi hermano le avisó antes, a mí solo me dijo que empacara
porque me iba de casa a estudiar en otra universidad.
—Mierda, Klaus, es muy jodido y lo sé, lo sabemos, pero no puedes hacer
nada más que lidiar con esto.
—Odio que tengas razón —me quejo, lanzándome a la cama.
—Ve esto como tu oportunidad de una independencia y de vivir sin gente
dándote órdenes cada que respires. Solo tienes que estudiar y ser lindo —Se
encoge de hombros.
—Voy a estar solo aquí, Ryan, pero sí, puedo ser algo más libre.
—Yo vuelvo en dos meses, puede que menos, y en cualquier momento el
príncipe heredero vendrá a visitarte —me recuerda.
—Tyler vendrá en el lugar de mamá, para verificar que no soy un desastre
andante.
—Pero vendrá a verte, no todos tienen eso.
Decido dejar el tema estar, no es una discusión que quisiera tener ahorita, de
hecho nunca. En este momento es algo delicado para mí el que mi propia
madre no me crea capaz de ser responsable.
¿Lo peor? Tiene algo de razón. Supongo que aprovecharé esto para
demostrarle y demostrarme que si puedo ser un adulto funcional e
independiente.
Será un método de aprendizaje.
Sí, es exactamente como lo veré de ahora en adelante.
+++++

Un par de horas después escucho la puerta del apartamento ser abierta y


decido levantarme para presentarme, aunque lo más probable es que ya
sepa quien soy y que vivo aquí.
A diferencia de mí, que solo sé que es otro príncipe y es austriaco. Es toda la
información que me dieron y tampoco me molesté en buscar más.
Mientras camino por el pasillo no puedo evitar pensar en que quizás sí debí
haber preguntado algo más sobre mi compañero de piso, pero es que
tampoco me había interesado hasta ahora, siendo sincero. Suspiro y termino
de cruzar el pasillo que me lleva a la sala de estar.
Mis pasos se ven ralentizados cuando me topo con un chico algo más bajo
que yo, debo sacarle una cabeza. Un suspiro que espero no sea tan notorio
se me escapa porque es de hecho bastante atractivo. Puedo ver las facciones
en su rostro bien marcadas y un cuerpo bastante ejercitado, definitivamente
es algo bueno y bonito de ver.
—Hola, soy Niklaus, al parecer compartiremos este lugar un tiempo —Sonrío
porque estoy intentando ser este chico amable en la primera impresión—.
¿Tú eres?
Él me mira de arriba hacia abajo un par de veces, lame sus labios y luego me
mira a los ojos, escrutándome con la mirada.
Enarco una ceja, no me intimida, y estoy teniendo un cuestionamiento
interno porque no entiendo nada.
—Timothy —Es todo lo que dice, serio, manteniendo unos segundos de
silencio—. Mira, en serio no estoy interesado en mantener alguna amistad,
espero que no te ofenda, pero estar relacionado con un “huracán” cuando lo
que quiero es calma no me vendría bien.
Frunzo el ceño, mucho más confundido que antes. Lo de yo siendo un
supuesto huracán solo lo saben personas de mi familia y amigos cercanos,
nunca fue algo que la prensa supiera.
—¿Cómo sabes tú eso? —Me acerco a él a paso lento, mis brazos cruzados
sobre mi pecho—. Es algo privado, ¿Quién te lo dijo?
—Nuestros padres se conocen, es una larga historia que no voy a contarte. Si
quieres saber, pregunta por la familia Schmidt.
Dicho esto, y sin parecer ni un poco intimidado, me rodea y se encierra en su
habitación.
Vale, ¿Qué carajos había sido eso?
Admito que en mis cortos pero intensos veinte años nadie me había hecho
sentir tan ofendido como él.
¿Qué yo era un huracán y por eso no quería estar cerca de mí? ¡Tonterías!
Eso del huracán ni siquiera es algo totalmente cierto, solo es un apodo que
me dieron porque de adolescente hacia cosas que a mamá no le gustaba que
la prensa supiera. Punto. Es todo. Fin de la historia. Solo era yo siendo un
adolescente idiota.
¿Qué si sigo siéndolo ahora como adulto joven? Puede ser. Pero sin duda no
soy un huracán. No hago desastres, no arruino las cosas en gran magnitud.
Me jode mucho que me juzguen sin antes conocerme y eso es exactamente
lo que hizo Timothy.
Decido mandarle un mensaje a mi hermano que pronto me confirma lo que
ya sabía y el por qué no conocía a Timothy si nuestras familias tenían años
manteniendo la amistad. Él nunca quiso verse envuelto en eventos donde
tenía que ser mudo y sonreír, vivía en las sombras. Además siempre estudió
en internados.
Interesante.
Sin embargo, decidí no darle muchas vueltas a eso en mi cabeza y centrarme
en lo que de verdad me importaba: usar estos dos años aquí para redimirme
y librarme de mi reputación como un supuesto huracán. Y como un plus
seguir manteniendo el índice académico más alto de mi clase.
No quería dejar que nada me librara de mi objetivo.

También podría gustarte