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DE BUENAS LETRAS En Venecia y en memoria de Javier Marias ANDRES SORIA OLMEDO Dela Academia de Buenas Letras 1 domingo 11 de sep- FE tents Siteomaren Venecia y reactivar el teléfono lei que habia muerto Javier Marias. Me impresiond lacoincidencia. No lo conoci personalmente pero estoy ro- deado de personas cuyo apre- cio por él fue correspondido. Ese dia fue el de mitrasladoa la ciudad donde ejerzo de pro- fesor visitante en la Universi- dad Ca’Foscari durante este primer semestre del curso. Ja- vier Marias vivio en Venecia, donde quiso y fue querido, y sus paginas sobre la ciudad en- cuentran la dificil diferencia propia entre tantos miles de ellas escribiendo desde el in- terior, desde el angulo de los habitantes, propietarios de una vida cotidiana y de una heren- cia extraordinaria de gloria pa- sada y orgullo presente. Alincorporarme yo de nue- vo (por tercera vez en los til- timos diez anos, jgracias, En- ric!) auna suerte de rutina universitaria y de cada dia es- toy en paraje de constatar la veracidad de las «pruebas» venecianas de Javier Marias («pruebas» como en el More- no Villa de Pruebas de Nueva York, no impresiones sino pruebas fotograficas de cuan- do la fotografia se revelaba). Un rasgo inseparable de la voluntad de veracidad dela mirada de Javier Marias so- bre Venecia —sobre el mun- do-es la matizada ironia fren- te al estereotipo. Es posible que esa veracidad irénica ca- racterice su punto de vista na- rrativo sobre los afectos, los deseos y las emociones que integran su mundo imagina- rio, tan vasto y matizado y am- bicioso como para busear la emulacin con Shakespeare Granadino en Venecia, querria recordarlo, ya los suyos de aqui, venecianos de nacimiento 0 vocacion. A poco de llegar tuve que ha- cerme un carné de la biblio- teca universitaria en las Zat- tere, con su farolas rosa fren- te al canal de la Giudecca. Me llegué a Torcello, después de apartarme de las multi- tudes que van a Burano,a ver las casa de colores vivos y las tiendas de bordados, y volvi a ver la basilica bizan- tina (pegando la orejaa la vi- sita guiada de un grupo de alemanes). Este afio me ha tocado el silencio absoluto del Campo di Zan Degola (0 plaza de San Juan Bautista degollado), cuya iglesia esta dedicada al culto ortodoxo, con lo que los domingos puede uno aso- marse a esas misas, raras par mi ignorancia, en que los curas aparecen y desapare- cen detras del iconostasio y las mujeres balcanicas char- lan y encienden velas con sus pafiuelos en la cabeza Mientras cruzo la plaza, bajo el puente Bembo se cru- za la cuchilla de una géndo- lacon la luz verde de un taxi acuatico.

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